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La elaboración de los materiales


curriculares por los propios profesores.
Una oportunidad para el desarrollo profesional
Jesús Rodríguez Rodríguez

E n este artículo recogemos algunas razones que pueden ayudar a entender la nece-
sidad de que desde los diferentes colectivos e instituciones se potencie y favorezca
el que los profesores elaboren o adapten sus propios recursos. En este sentido, no
me atrevería a decir que la elaboración de los materiales por los propios profesores sea en
estos momentos la alternativa a los libros de texto, pero sí una de la preocupaciones, junto
con otras, que debe tener un gobierno, sobre todo al momento de tomar decisiones sobre
los recursos. Conviene plantear la posibilidad de que los docentes que estén interesados o
tengan posibilidades de elaborar sus materiales, puedan contar con el apoyo y los recursos
suficientes para la elaboración de los mismos.

De igual manera, somos conscientes de que resulta difícil concebir una realidad educativa en
la cual se ha generalizado la producción de materiales por los propios profesores. Imaginar un
cambio del profesorado en esta cuestión, además de ser imposible, con toda probabilidad nos
llevaría a un claro desfase con la realidad. Es decir, pensar que nuestros profesores dedicarán
parte de su tiempo en los centros educativos a elaborar sus materiales, que rechazarán los
maravillosos y prácticos materiales que llegan de las editoriales, que se modificarán los proce-
sos de producción editorial, que dejaremos de seleccionar los materiales fundamentalmente
a través de las decisiones de las editoriales, que los profesores desaprovecharán la gratuidad
de los materiales que se les ofertan resulta, al menos a corto plazo, inverosímil. Pero no es
menos cierto que vivimos un momento de cierta crisis en los procesos de profesionalización
de los docentes y que todas las medidas que nos ayuden a recuperar este espacio de profe-
sionalización serán bien acogidas. Pensar en la idea de profesor productor de materiales se
encuentra muy en consonancia con la idea de profesor innovador, de profesional reflexivo
que se cuestiona su actividad, que no acepta sin más que los materiales lleguen definidos
desde el exterior y con la intención de imponer un modo de entender el currículum; lo que
supone pensar en un profesor constructor del currículum. Un profesorado que elabora ma-
teriales para el alumnado nos transmite la idea de personas inquietas y preocupadas por la
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calidad de la enseñanza, en la cual juegan un papel destacado los recursos en general, y los
materiales curriculares específicamente (Parcerisa, 1996:60).

Por otra parte, cuando planteamos la elaboración y adaptación de los materiales por los
propios docentes, nos encontramos ante la necesidad de reconsiderar y reconstruir los otros
componentes curriculares. Se trata de una posibilidad que supone analizar las característi-
cas que presentan los materiales, analizar cómo aparecen planteadas las funciones de los
materiales en los documentos de la reforma, conocer los modelos y guías de evaluación
que pueden ayudar a los profesores en la selección adecuada de los recursos, entre otras
cuestiones. La propuesta de elaboración de materiales por los propios profesores supone
no solo asumir al profesor como un profesional reflexivo, crítico, sino que implica, además,
tener presente la investigación sobre el tema, el papel de la universidad en estos procesos,
conocer y plantear estrategias de evaluación adecuadas que permitan la buena marcha del
proceso, ver en qué medida la elaboración y adaptación de los materiales puede constituir
una alternativa a los libros de texto, conocer las reacciones que tendrán lugar en el centro
educativo en relación con el tema, etcétera.

Algunas razones para elaborar nuestros propios materiales


Las investigaciones realizadas hasta el momento sobre los materiales curriculares ponen de
relieve importantes déficit en las características de los libros de texto, y recogen carencias
significativas en las prácticas que los profesores desarrollan con los mismos. Los docentes
continúan adoptando sus decisiones sobre los materiales bajo la consideración de las edi-
toriales, que son las que acaban en gran medida determinando el currículum en los centros
escolares (véanse a este respecto los trabajos de Gimeno, Torres y Martínez Bonafé). De
igual modo, en una buena parte de los estudios se plantea frecuentemente la necesidad de
que las administraciones y los centros educativos sugieran medidas adecuadas para que los
profesores puedan constituir una comunidad de trabajo y aprendizaje alrededor del diseño
y la evaluación de sus propios recursos.

En nuestra perspectiva, “proponer una nueva situación caracterizada por la producción


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autónoma de materiales y por el uso de recursos variados y fuentes diversas, equivale a


promover un enriquecimiento del medio escolar y la consideración de este como escenario
de la construcción interactiva de saberes. También implica la ruptura de las fronteras entre
del texto escolar

el espacio escolar y el espacio extraescolar, por cuanto la diversificación de materiales exige,


antes o después, el uso de recursos y fuentes ajenas a la institución escolar” (Reyes Santana,
1998:240). Asimismo, pensar en la elaboración y adaptación de los materiales por los propios
profesores, supone pensar en el desarrollo de una cultura colaborativa.

El proceso de elaboración de los materiales didácticos será enriquecido en el momento en que


tenga lugar de modo grupal, ya que permitirá que tanto profesores como alumnos puedan ser
copartícipes de la significatividad del proceso, al poder realizar, además de un intercambio
de ideas, un trabajo de indagación sobre aquellos temas de interés, la búsqueda de otros
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materiales que sirvan de ejemplo, etc. Asimismo, en los materiales elaborados por los propios
profesores se pueden introducir cambios en función de los propios intereses y necesidades
de los alumnos, dejando más pie a la improvisación y a la incorporación de nuevas ideas en
el contexto en el que se están empleando. De igual modo, la elaboración de los materiales
por los propios docentes presenta una posibilidad más efectiva para que dentro del aula
los recursos puedan adaptarse a las exigencias que algunas reformas educativas formulan:
aprendizaje significativo, responder a la diversidad, atender a las diferencias contextuales y
psicoevolutivas de los alumnos, etc. De igual manera, entre otras cosas, este proceso supo-
ne una adecuación a las exigencias de los diversos niveles que hay en una clase; genera un
espacio o una oportunidad importante de investigación-acción; permite contextualizar mejor
la enseñanza y atender a la diversidad; implica la ruptura de las fronteras entre el espacio
escolar y el espacio extraescolar (“por cuanto la diversificación de materiales exige, antes
o después, el uso de recursos y fuentes ajenos a la institución escolar” (Reyes Santana,
1998:240)); y facilita que puedan participar en el proceso profesores, padres, alumnos y
distintos profesionales.

No obstante, somos conscientes de que la elaboración y adaptación de los materiales posee


dificultades diversas, entre las cuales se encuentra: la relativa capacidad que tienen estos
materiales para competir con los recursos elaborados en otros contextos; la dependencia
del profesorado de otros materiales; la falta de tiempo ya no solo para producir los mate-
riales, sino para poder ponerlos en práctica, para rehacerlos; la deficitaria formación de los
docentes para poder desenvolver esta actividad y poder desarrollarla de acuerdo con la
programación; el escaso reconocimiento institucional que se otorga a estas labores, ya que
otro tipo de actividades parecen estar más reconocidas en la escuela -tales como la organi-
zación de eventos, de actividades extraescolares-; la falta de espacio donde poder exponer
estos materiales, etcétera.

En cuanto a las medidas que cabe adoptar, Reyes Santana (1998: 241) propone algunas
disposiciones institucionales que podrían contribuir a favorecer un cambio en la situación
actual en relación con los materiales curriculares y la investigación escolar: incluir la for-
mación en competencias relacionadas con la elaboración de materiales curriculares en la
formación inicial de los maestros y maestras (diseño, producción audiovisual, tipografía,
programación informática); promover la formación sobre el mismo tema en los cursos y
actividades de capacitación pedagógica para quienes pretenden acceder a la enseñanza
-por ejemplo, titulaciones directamente relacionadas con el tema-; entrenar al profesorado,
tanto en su formación inicial como posterior, en la evaluación de materiales y en el diseño
de instrumentos y protocolos propios para esta tarea; promover la justificación razonada
de las decisiones relativas a la selección de materiales curriculares; convocar actividades
de formación permanente e incluir en la formación inicial cuestiones relacionadas con la
investigación en y sobre la acción; promover debates sectoriales sobre la autonomía de los
centros y las concreciones e implicaciones de ésta; dotar a los centros de profesorado de
recursos mínimos para la elaboración de materiales propios y ofrecer a dichos centros los
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recursos destinados a la elaboración o replicación de materiales que, por su alto coste o nivel
de uso, no puedan poseer estas instituciones docentes.

Por otra parte, Gimeno (1995) plantea las siguientes estrategias que pueden ayudar a mejorar
la calidad de las decisiones con los materiales curriculares: clarificar la política curricular y,
especialmente, el control de la misma; financiación pública dirigida a fomentar productos
de calidad, asegurando su distribución entre los centros; la información y formación de los
consumidores y potenciación de la vertebración profesional. En todo este proceso, la admi-
nistración desempeña un papel muy importante ya que puede favorecer la innovación del
siguiente modo (Parcerisa, 1996:148):

• Dar apoyo a la elaboración, publicación y difusión de materiales curriculares elaborados

por equipos competentes y experimentados. Estos materiales deberían servir como


ejemplo tanto para las editoriales, como para el profesorado, a la vez que permitirían
a éste trabajar con ellos e irlos experimentando.

• Establecer criterios orientativos para la elaboración editorial de materiales curricu-


lares que no atiendan solamente a aspectos formales y que, a la vez, puedan servir
realmente de orientación a los editores.

• Estimular a las editoriales para que arriesguen más en innovación. Se podría plan-
tear un plan de trabajo conjunto entre las editoriales y la administración, de cara a
reflexionar en común y buscar vías alternativas de innovación (difusión institucional
de nuevos planteamientos para darlos a conocer a la opinión pública, premios u otro
tipo de apoyo público a las editoriales, etcétera).

• Incluir en los planes de formación del profesorado el análisis y la reflexión sobre


materiales curriculares.

• Promover un plan formativo, dirigido al conjunto de la población, sobre las propuestas

más relevantes del nuevo sistema educativo.

Por otra parte, tanto si nos referimos a materiales curriculares elaborados por editoriales,
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como por los propios profesores, estos reunirán una serie de requisitos: contener alternativas
que permitan atender a la diversidad y por lo tanto, a la adaptación a múltiples contextos
educativos; diversificar los recursos de tal manera que el profesor pueda disponer de más
de una única fuente de información; ofrecer la posibilidad de análisis y reflexión; recoger
del texto escolar

la variedad de contenidos, referidos a conceptos, procedimientos y actitudes; presentar la


suficiente versatilidad para que puedan ser adaptados por los profesores en función de las
necesidades de la planificación y de la programación que llevan a cabo. En la medida de lo
posible, los materiales conllevarán un proceso previo de experimentación; serán coherentes
con el proyecto educativo y curricular de centro; fundamentados y con rigor científico -de
tal forma que no presenten errores conceptuales o metodológicos-; facilitarán la incorpora-
ción, en el proceso didáctico, de otros materiales diseñados por equipos de trabajo inter y
multidisciplinares; presentarán un tratamiento adecuado en lo referido a sexismo, racismo,
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individualismo; favorecerán el desarrollo profesional de los profesores y potenciarán su


autonomía profesional; cuidarán los aspectos formales del material en su diseño, tipología
y presentación general; atenderán a la globalidad e interdisciplinariedad del currículum, y
su flexibilidad permitirá la incorporación de otros materiales en el proceso de enseñanza-
aprendizaje.

Para finalizar, podríamos decir que aunque somos conscientes de las dificultades que entraña
la elaboración de los materiales por los propios profesores, lo cierto es que alrededor de esta
propuesta también giran ciertos temores que son propios de cualquier intento de innovación
en los centros educativos. Desde luego, sí es cierto que elaborar los propios materiales resta
tiempo, que es necesario poseer formación sobre el tema para llevarlo a cabo adecuadamen-
te, que se necesita disposición en el centro para llevar a cabo este tipo de propuestas, que
supone una oposición en buena medida a las decisiones habituales que se toman en los
centros educativos, pero no es menos cierto que cualquier propuesta de innovación en un
centro educativo implica luchas y dificultades, y que cualquier intento de desestabilización
o de “incomodo” en dichos centros provoca frecuentemente malestar docente, pero,

“Los lugares por donde se nos llama son escarpados y peligrosos. ¿Y qué? ¿Se
llega a las alturas a pie llano? Y ni siquiera son tan abruptos como algunos creen.
Solamente la primera parte tiene rocas y piedras y apariencia de inviable, tal
como muchos caminos, que cuando se miran de lejos suelen parecer cortados
y tortuosos, porque la lejanía engaña a la vista, y después, cuando uno se
aproxima, las cosas, que el error de la vista había acumulado hasta hacerles
formar parte una sola imagen, se destacan poco a poco; entonces lo que se
les aparecía como precipicios debido a la distancia, se transforma en ligeras
pendientes” (L.A. Séneca: Diálogos, “Sobre la firmeza el sabio”).
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