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CAPITAL BANCARIO, CAPITAL DINERARIO Y

CAPITAL EFECTIVO
Con base en el cuadro 4 del Pdf anexo, agrupa las instituciones de
acuerdo a la clasificación hecha por Marx en el capital, cap. XXIX.
Reserva Dineraria (el dinero en Títulos y obligaciones (letras o
efectivo, oro o billetes) títulos públicos)
• Banca comercial • Siefores (afores)
• Fondos de inversión • Seguros y finanzas
(operadoras) • Casas de bolsa
• Instituciones de fomento • Sofomes reguladas
• Sofomes no reguladas • Sociedades financieras
• Sociedades cooperativas de populares (sofipos)
ahorro y préstamo (socaps)
• Unidades de crédito

Resume en no más de una cuartilla el capítulo XXX


Según Marx, sólo hay dos problemas difíciles aquí. En primer lugar, ¿es
siempre la “plétora”, o “sobreoferta”, de capital dinerario prestable un
indicio de exceso de capital real (productivo y mercantil)? Y segundo:
¿es su “estrechez” reflejo de una escasez real de capital, o bien de una
escasez de medios de circulación? Esas réplicas del capital real que son
los títulos pueden “cotizar”, y de hecho tienden a subir de valor como
consecuencia de la baja tendencial de i (reflejo a su vez de la baja de
g), por lo que este “patrimonio imaginario” de dinero alcanza
proporciones siempre crecientes. Son otras tantas formas de prestar
dinero, pero no son el dinero que se precisa obtener tanto en el crédito
comercial como en el bancario.
Prescindiendo de éste en primer lugar, las letras se conceden con una
mano y se reciben con otra, y su “saldamiento” dependerá del reflujo
de capital o de su “fluidez de reproducción” (proceso de producción y
consumo). Pero el sistema crediticio no elimina la necesidad de pagos
“en efectivo” (salarios, impuestos, etc.).
Este crédito comercial crece con el propio capital industrial, y lo que se
presta en él es parte del capital que está en una fase de su proceso de
reproducción, y no “capital ocioso”. El máximo de crédito equivale aquí
a la “ocupación más plena del capital industrial”. En cuanto se produce
una “paralización”, aparecen excedentes de capital industrial, mercantil,
fijo; y el crédito se contrae por ese mismo atasco, por la disminución de
la confianza y porque disminuye la propia demanda de crédito
comercial.
En la crisis, este capital se vuelve “ocioso” porque hay un exceso de
capital productivo. El crédito bancario (o dinerario “propiamente dicho”)
no cambia nada de lo anterior, y por eso tanto Overstone como Tooke
creían que los negocios eran muy sólidos “justamente un mes antes de
que estallara la crisis” de agosto de 1857.

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