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UNIVERSIDAD DE GUAYAQUIL

FACULTAD DE MEDICINA VETERINARIA Y ZOOTECNIA

ESTUDIANTE:

MARÍA BELÉN PACHECO

CURSO:

MVE-S-CO-1-2

MATERIA:

DEMOCRACIA, CIUDADANIA Y GLOBALIZACIÓN

TEMA:

CAPITALISMO Y SOCIALISMO

DOCENTE:

PHD. PATRICIA KATIUSCA CUMBE NACIPUCHA

PERIODO:

2021-2022
CAPITALISMO
Y
SOCIALISMO
Introducción

El capitalismo y socialismo son de alguna manera, filosofías opuestas

dentro de la economía. Los argumentos centrales del enfrentamiento entre

estas dos giran alrededor de la igualdad económica y el papel del gobierno.

Los socialistas creen que la desigualdad económica es perjudicial para la

sociedad y que es responsabilidad del gobierno eliminarla. Esto, mediante

la implementación de programas que ayuden a los que menos tienen (por

ejemplo, educación pública y gratuita, servicios de salud gratuitos,

seguridad social para los adultos mayores, impuestos más altos para los

más ricos, etc.) Por otro lado, los capitalistas creen que el gobierno no usa

los recursos económicos tan eficientemente como lo hacen las empresas

privadas. Además creen que la sociedad se beneficia más si el mercado

libre determina quienes son los “ganadores” y los “perdedores” del

sistema económico.

Existen países como los Estados Unidos que son bastiones del capitalismo,

y otros como algunos países de Europa del Este que se consideran

excelentes ejemplos de socialdemocracias. Sin embargo, algo que

prevalece, es que sin importar la ideología política y económica de cada

país, casi todos practican algunas cuantas políticas o programas socialistas.


1. CAPITALISMO

Las ideas del capitalismo, que iniciaron a partir del siglo XIII como ya mencionamos,
desplazaron a las que predominaban en la Edad Media. Luego, se vieron reforzadas por el
proceso de colonización del continente americano por parte de las potencias europeas a partir del
siglo XV. Esto, debido al intercambio comercial que se generó entre las metrópolis y sus
colonias en el nuevo continente.
Posteriormente, en el siglo XVIII, fue relevante el aporte de Adam Smith quien publicó “La
riqueza de las naciones” donde defendía los principios del libre mercado. Smith podría ser
considerado creador del capitalismo, aunque esto es debatible.
Mediante la metáfora de “la mano invisible”, Smith sostuvo que una sociedad alcanzaría un
mayor bienestar si el Estado deja funcionar por sí mismo el mercado, mediante la ley de la oferta
y la demanda. De ese modo, aseguró el pensador escocés, si cada persona persigue su propio
beneficio, la comunidad en su conjunto también llegará a la mejor situación posible.
Las ideas del capitalismo fueron apuntaladas, además, por el renacimiento y la ilustración, que
desplazaron el sistema conocido como Antiguo Régimen y dieron lugar a los estados modernos.
El capitalismo fue luego cuestionado por uno de los pensadores más emblemáticos del siglo XIX,
Karl Marx, quien sostenía que el sistema capitalista propiciaba la explotación de un grupo de la
población, el proletariado, por parte de los dueños de los medios de producción, los capitalistas.
De ese modo, nace una corriente de pensamiento socialista que fue llevado al extremo con el
sistema comunista de Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) en el siglo XX. Sin
embargo, el modelo que planteaba, de una economía totalmente centralizada desde el Estado, no
obtuvo los resultados esperados.
En ese contexto, se dio un punto de quiebre muy importante en la historia, la caída del muro de
Berlín en 1989 que significó en cierto modo la victoria de la libertad económica sobre el modelo
comunista. No obstante, el capitalismo tuvo que admitir la intervención del Estado en ciertos
aspectos o sectores como la educación y la salud.
Cabe señalar que en cada crisis económica (como la subprime del 2008 o el Gran Confinamiento
por la pandemia del coronavirus) se cuestiona el sistema capitalista, y los economistas van
planteando nuevas medidas para asegurar que los beneficios del libre mercado puedan llegar a
toda (o casi toda) la población. Pero es un debate que seguirá en pie, y sobre el cual al parecer
nunca habrá un acuerdo unánime.
2. SOCIALISMO
El socialismo nació como movimiento en el seno de la sociedad industrial, aunque su filosofía
posee antecedentes muy anteriores. Se pueden rastrear ideas socialistas o comunistas en textos
tan antiguos como los escritos sobre la República de Platón (c. 427-347 a. C.), en las prácticas
comunitarias de los primeros cristianos, o en la forma de organización socioeconómica del
Imperio Incaico (1438-1533). El uso del término “socialista” con el sentido contemporáneo data
de alrededor de 1830. Se usó para describir al ala más radical de los diversos movimientos y
filosofías políticas nacidos durante los estallidos revolucionarios del siglo XVIII, que asociaban
al capitalismo naciente los malestares sociales de la época, en especial los seguidores de Robert
Owen y Henri de Saint-Simon. Algunos más pragmáticos y otros más idealistas, estos
movimientos compartían visiones mayormente agrarias del socialismo, y fueron bautizados con
ese nombre por Pierre Leroux en su artículo Del individualismo y el socialismo en Revue
encyclopédique de 1833. Con la Ilustración, que abogaba por el uso de la razón humana en la
comprensión y el mejoramiento de la sociedad, nació el primer socialismo moderno, industrial,
que hoy en día conocemos como socialismo clásico. Sus dos cunas fueron Francia e Inglaterra.
Aunque carecieron de un cuerpo de ideas en conjunto, contaron con importantes pensadores y
militantes que allanaron el camino para la llegada en el siglo XIX del marxismo.

El socialismo marxista revolucionó para siempre el modo de comprender la sociedad y la historia.


A su vez, le dio al socialismo una teoría unificadora y de espíritu racional, “científico” en
palabras del revolucionario alemán Federico Engels (1820-1895). Desde entonces, el socialismo
o comunismo cobró vigencia dentro de numerosos partidos y organizaciones obreras de Europa.
Alcanzó su apogeo político a inicios del siglo XX, con la Revolución Rusa de 1917 que, bajo la
conducción de Vladimir Ilych Lenin (1870-1924), puso fin para siempre a la monarquía zarista.
Así se fundó el primer país socialista (marxista-leninista) de la historia, la Rusia soviética, que
después se convirtió en la Unión de Repúblicas Soviéticas Socialistas (URSS). Los
acontecimientos de Rusia avivaron los sentimientos reaccionarios europeos. Así, fueron
utilizados para justificar ideológicamente el nacimiento del fascismo, un movimiento político
dictatorial y fundamentalmente anticomunista, que desencadenó la Segunda Guerra Mundial. Al
término de la guerra a mediados del siglo XX el mundo asumió formalmente la división en dos
bloques, a lo largo de lo que se llamó la Guerra Fría: el bloque capitalista liderado por Estados
Unidos e Inglaterra, y el bloque comunista o socialista liderado por la URSS y China, que tras la
Revolución Comunista China (1949) había instaurado su propia visión del socialismo, el
maoísmo.

Eventos semejantes ocurrieron en otras naciones del mundo, como Vietnam (la Revolución de
Agosto de 1945), Corea (tras la Guerra de Corea de 1950-1953), Cuba (la Revolución cubana de
1959), Camboya (tras la Guerra Civil Camboyana de 1967-1975), entre otros. Nacidos en la
violencia, muchos de estos regímenes dictatoriales estuvieron involucrados en guerras, o
cometieron genocidios y atrocidades en nombre del “hombre nuevo” o de la sociedad utópica
futura. Sin embargo, hacia el término del siglo XX, y sobre todo tras la disolución de la Unión
Soviética en 1991, la mayoría de los países socialistas se habían sumergido en la crisis y se
habían visto obligados a reinventarse y asumir más o menos formalmente una economía de
mercado. La última década del siglo XX anunció la muerte del socialismo y el supuesto “Fin de
la historia”, en palabras del pensador japonés Francis Fukuyama. Aun así, un nuevo experimento
político tomó el título de “Socialismo del siglo XXI”, un término del economista alemán Heinz
Dietrich Steffan. Comenzó a ganar renombre mundial gracias a su evocación en el V Foro Social
Mundial por parte del entonces presidente venezolano, Hugo Chávez Frías (1954-2013), en el
marco de su autodenominada Revolución Bolivariana.
RELACION ENTRE LAS IZQUIERDA Y DERECHA
DEMOCRATICA DE EL CAPITALISMO
Una de las señas de identidad de la llamada nueva izquierda ha sido la de sacar del armario de la
historia su tradicional aversión hacia el capitalismo. Durante buena parte del siglo XX, la
izquierda, en su versión socialdemócrata, aceptó con matices la mayor eficiencia del capitalismo
como sistema de producción. El problema de dicho sistema productivo no era tanto de naturaleza
técnica, como normativo. Según el pensamiento de izquierda democrático el capitalismo de libre
mercado origina importantes desigualdades de clase que no pueden ser aceptadas bajo criterio
ético alguno. La alternativa que se planteaba a este sistema económico capitalista era la llamada
planificación de económica centralizada llevada a la práctica en los antiguos países del Bloque
de Este, que resultó ineficiente, injusta y profundamente alejada de lo que autores como Rudolf
Bahro consideraban el verdadero pensamiento económico socialista.
El problema es que ni Marx, ni Engels establecieron doctrina alguna sobre qué entendían ellos
como modo de producción socialista, más allá de unas bellas metáforas relativas a una idílica
sociedad sin clases. Bahro, un intelectual disidente de la antigua RDA, escribió un polémico
libro a principios de los años setenta, titulado La Alternativa en Europa Oriental. Una
contribución a la crítica del socialismo actualmente existente. En este libro se realizaba una
crítica brutal al sistema económico imperante en los llamados países del Este, al que se calificaba
sin ambages de capitalismo de Estado, totalmente alejado, según su autor, del verdadero espíritu
del socialismo. Lo que allí se proponía era una reedición del viejo sueño del llamado socialismo
de mercado. Una tercera vía entre el sistema planificado soviético y el libre mercado, cuyos
antecedentes se pueden rastrear en la obra de autores como Oskar Lange o Silvio Gesell.
La mayoría de la izquierda democrática occidental no siguió esa tercera vía y aceptó el libre
mercado corregido por un cierto intervencionismo estatal de matriz keynesiana. Sin embargo, el
renacer de ciertas tendencias hedonistas de izquierdas al albur de mayo del 68 en Francia y sobre
todo el auge del paradigma neoliberal que acabó con la supremacía teórica y política del
keynesianismo en los años ochenta, volvió a colocar el anticapitalismo como seña de identidad
inequívoca del izquierdismo. También tuvo lugar un renacer de los estudios sobre la obra de
Marx, tanto en el aspecto filosófico como el económico, que pretendían volver a presentar a este
autor alemán no tanto como el inspirador de las economías planificadas del este de Europa
cuanto de presentarlo como verdadero precursor y profeta sobre los desmanes del capitalismo en
sus diferentes versiones evolutivas.
Se trataba de privar a Marx del economicismo determinista al que había sido confinado por
ciertas lecturas de su obra, y de rehabilitar su vena humanista hegeliana. Por otro lado, el auge
del llamado marxismo analítico pretendía situar el pensamiento marxista en la senda del llamado
individualismo metodológico más en boga entre ciertas corrientes de la filosofía de las ciencias
sociales.
RELACION ENTRE LAS IZQUIERDA Y DERECHA
DEMOCRATICA DE EL SOCIALISMO
LA DERECHA:
Los movimientos de derecha la igualdad no tiene un papel tan central; a veces los movimientos
de derecha propugnan el elitismo o el mantenimiento de ciertas diferencias, defiende el libre
mercado e intenta evitar, en lo posible, la intervención del estado en la economía, en particular, y
en la sociedad civil, en general. Este movimiento considera que la libre iniciativa y la
competencia son los motores que crean riqueza social; por lo tanto, la intervención del estado es
entendida como una injerencia totalitaria.
• EL INDIVIDUALISMO:
El individualismo promulgado por la derecha se aísla por completo del socialismo en cualquiera
de sus términos. La libre competencia es un valor clave para el liberalismo. Del mismo modo
que en el orden natural la competencia entre los seres genera un ecosistema estable y sostenible,
en la economía de un colectivo la competencia entre productores permite que el mercado se
amolde a la demanda y la satisfaga convenientemente. La intervención del estado entorpece este
orden natural y lo corrompe.
• El LIBERALISMO:
Para el liberal los derechos individuales y particulares son fundamentales. El derecho a la
propiedad de los individuos y los colectivos debe ser respetado por el estado que no debe tener
autoridad, o la tenerla en mínima medida, para erosionar las posesiones de los individuos con
impuestos. Los servicios sociales deben ser dejados en mano de particulares, ya que si están en
mano del estado se produce una competencia desleal y, además, impide el crecimiento
económico del colectivo. Muchos liberales, aun cuando se encuadren dentro de la derecha,
mantienen posturas tan aparentemente pos-modernistas como el derecho al aborto, al matrimonio
homosexual o al consumo y venta de drogas. Téngase en cuenta que todos los derechos
anteriores son derechos individuales sobre los que el estado, para un liberal estricto, no tiene por
qué entrometerse. Otros liberales, sobre todo en EE. UU., critican los sistemas públicos de
sanidad o los sistemas de pensiones del estado; estos sistemas sobrecargan, según ellos, a los
ciudadanos con impuestos y frenan la libre competencia.
El liberalismo más extremo y muy poco usual en Europa es el monarquismo. Este movimiento
propugna un estado mínimo que sirva únicamente para defender la propiedad y la libertad de los
individuos. El control del estado sobre los medios de transporte, sanidad, educación o sobre el
mercado debería desaparecer. En esta situación, sin apenas impuestos y sin injerencia estatal los
individuos se relacionarían social y económicamente en libertad.
• CONSERVATISMO:
Dentro de la derecha el conservadurismo movimiento ideológico que defiende valores familiares
o religiosos y se muestra cauto ante las innovaciones sociales. El conservadurismo, excepto
extremos muy minoritarios, es contrario a la innovación científica y tecnológica. Aunque se alía
frecuentemente con partidos liberales, el conservadurismo, tradicionalmente, no se ha opuesto al
intervencionismo del estado en asuntos económicos. Aunque dentro del conservadurismo hay
muy diversas corrientes, generalmente este movimiento se muestra favorable a la intervención
del estado en asuntos como la sanidad, educación, recursos sociales básicos. De este modo, el
conservador considera al estado como un garante más de la familia y del orden social
naturalmente establecido.
El conservadurismo suele ser también nacionalista. Defiende la identidad nacional del grupo
social y es más o menos combativo con las innovaciones culturales foráneas. Muchos partidos
políticos que luchan por la independencia de una región son conservadores y, por lo tanto, de
derecha. La familia tradicional es otro valor importante para el conservadurismo. La defensa de
esta institución es una pieza clave en el discurso político del conservador. Además el
conservadurismo acentúa el papel Individualista de la persona: cada persona pertenece a una
colectividad ante la que es un sujeto moral responsable.
Especialmente importante en Europa es la corriente conservadora de la democracia cristiana.
Esta corriente defiende la tradición cristiana de Europa y las costumbres a ella asociadas. La
política democristiana considera que el estado debe cuidar y proteger a los más desfavorecidos
con un sistema de asistencia pública. La moral pública defendida por la democracia cristiana es
la del catolicismo con algunos matices; por lo tanto, el democristiano tenderá a oponerse al
aborto, la eutanasia, la legalización de las drogas, el matrimonio homosexual, etc.
• FASCISMO:
Dentro de la misma derecha encontramos al fascismo; siendo un movimiento político surgido a
principio del siglo XX. Su ubicación dentro de la derecha es rechazada por algunos autores pero
el uso común es considerarlo un movimiento de extrema derecha. Debido a la crisis económica
su importancia en la política europea es cada vez mayor. A diferencia de los otros movimientos
derechistas tratados, el fascismo no considera a la democracia capitalista un modelo político-
económico válido. Frente a ella propone una sociedad fuertemente jerarquizada, militarizada e
individualista. Un nacionalismo ferviente también acompaña a los movimientos fascistas.
En lo económico el fascismo propone diversos modelos pero todos ellos coinciden en un fuerte
intervencionismo estatal. Los movimientos fascistas, por lo tanto, defienden un sistema estatal
asistencial en mayor o menor medida. Los derechos individuales, para esta corriente, son
dependientes de los derechos colectivos y no son, en ningún caso, derechos inalienables. El
deber del individuo hacia su patria es absoluto.
• NACIONALISMO:
El nacionalismo impregna buena parte de la práctica política del fascismo, siendo el
engrandecimiento de la patria e incluso la conquista de otros territorios, objetivos políticos
recurrentes del discurso fascista. Frecuentemente el fascismo llega, al defender un nacionalismo
a ultranza, el racismo, la discriminación social y el individualismo total.
• AUTORITARISMO:
Junto con el nacionalismo, el autoritarismo es otro rasgo sobresaliente del fascismo. La sociedad
esta, más o menos, rígidamente jerarquizada y los roles sociales muy definidos. El ejército y la
vida militar son idealizadas y se convierten en referente para la sociedad.
El fascismo al pretender una revolución social, individualista, propugna un “orden social nuevo”
que rompa con el anterior para crear un orden total que englobe a un cuerpo social más o menos
homogéneo (totalitarismo). Por esta razón el fascismo no siempre se ha relacionado
amistosamente con el liberalismo o el conservadurismo.
LA IZQUIERDA:
Al igual que la derecha, la izquierda política oscila entre un mayor o menor autoritarismo. A
diferencia de la derecha plantea la igualdad social como meta prioritaria de su programa político,
aunque en muchas ocasiones esa igualdad se consiga a costa de algunos derechos individuales
como el de propiedad o el de libertad de empresa.
También como la derecha, los movimientos políticos izquierdistas tienen posiciones diversas
sobre el capitalismo y la democracia. Para algunos el capitalismo es un sistema válido aunque es
precisa la intervención del estado para garantizar la igualdad social; mientras que para otros
grupos izquierdistas el capitalismo es un sistema intrínsecamente perverso que debe ser
transformado de raíz. Igualmente existen movimientos izquierdistas defensores de la democracia
burguesa instaurada en Occidente, y otros movimientos claramente contrarios a este sistema
político. Aunque las posiciones dentro de la izquierda son, al menos, tan ricas y diversas como
en la derecha política, en este trabajo solo se van a analizar la socialdemocracia, el comunismo y
el anarquismo.
• EL COMUNISMO:
Aunque ha habido teorización es políticas comunistas desde Platón (IV a.c.) se entiende aquí
comunismo como la ideología política inspirada por la obra del filósofo alemán Karl Marx.
El comunismo propone la máxima igualdad social posible. Esto es inviable dentro de un sistema
democrático burgués y capitalista. El capitalismo es el sistema creado por los predadores para
rapiñar a sus presas, promueve desigualdades al promover la acumulación de capital. Por lo tanto,
en defensa de la sociedad, el estado, creen los comunistas, debe controlar la economía del país de
manera más o menos absoluta. De este modo, el estado planifica la economía de un territorio, las
necesidades, a que van dirigidos los recursos, etc.
En los regímenes comunistas el estado posee los medios de producción de riqueza como las
fábricas; los obreros dan la mayor parte de la fuerza de su trabajo al estado pero a cambio reciben
de este alojamiento, trabajo, comida, etc. Es importante subrayar que en una economía
planificada como la que existe en los países estrictamente comunistas no existe el paro ni la
pérdida de vivienda por embargo bancario, por ejemplo. Los medios de trasportes públicos como
trenes y autobuses son gratuitos o muy baratos.
En los países comunista existe un solo partido, el partido comunista, que es el que toma las
decisiones y delibera. Como todo el mundo puede entrar a formar parte del partido, los
comunistas no creen que se esté negando la participación política a nadie. La democracia
capitalista es incompatible con el comunismo ya que los órganos del poder y de los medios de
comunicación son ocupados por la élite económica o sus fieles vasallos.
En los países comunista no existe libertad de prensa como la conocemos en Occidente. En
ocasiones hay censuras y no se puede criticar abiertamente al régimen sin ser acusado de “traidor
a la patria”. La disidencia política no comunista está más o menos perseguida. Debe tenerse en
cuenta que en tanto que el estado provee de todo a sus ciudadanos ejerce o puede ejercer un
fuerte poder sobre ellos, por lo que son regímenes políticos que caen fácilmente en el
autoritarismo y en cierta falta de respeto hacia los derechos individuales. No obstante, existen y
han existido muchos países comunistas, cada uno con sus peculiaridades, en alguno de los cuales
los derechos individuales eran más respetados que en otros.
• EL ANARQUISMO:
Al igual que el comunismo, el anarquismo suele ser considerado un movimiento izquierdista
revolucionario. Tal consideración puede ser cuestionada. Los anarquistas pretenden llegar a la
igualdad social mediante la revolución. Sin embargo, su perspectiva del proceso revolucionario
es muy diferente a la del comunismo por lo que estos dos movimientos han estado en continuo
conflicto.
El anarquismo critica al capitalismo por las mismas razones que el comunismo. El capitalismo
promueve la desigualdad social y la depredación de los más poderosos (ricos) sobre los más
débiles (pobres). En tanto que el motor del capitalismo es la acumulación de capital deja a una
capa de población sin parte en la riqueza social.
Sin embargo, y en esto se separa profundamente del comunismo, el anarquismo también critica
al estado. El estado es una estructura política creada sobre la base de unos hombres deben
dominar sobre otros y dirigir sus destinos. Desde la perspectiva anarquista no es posible la
igualdad social mientras persistan este tipo de estructura del poder ya que el poderoso frente al
que no tiene el poder, representa la diferencia social más radical de todas. Por esta razón el
anarquismo propone la destrucción del estado y su sustitución por comunas independientes en las
que la democracia sea directa y no representativa; es decir, que cada cual en la asamblea posea
derecho a hablar y a votar sobre los asuntos a debatir. Los medios de producción pertenecerán al
colectivo de la comuna que decidirá como utilizarlos, obviamente para el bien común.
• LA MONARQUÍA:
Representa un anarquismo, ya no tiene razón de su supervivencia; representa la decadencia de la
democracia; no representa nada y no hay razón en los tiempos modernos de su existencia; en los
países donde aún existen son estados muy conservadores y existen grandes diferencias entre el
pueblo y los dirigentes. Ya en pleno siglo XXI es demasiado engorroso y muy alto el
sostenimiento de la monarquía; todo el dinero invertido en el sostenimiento de una monarquía le
quita la posibilidad el desarrollo de programas a los pobres en dichos países. Las monarquías
tuvieron su época de esplendor entre la caída de Roma y la Revolución Francesa, luego
empezaron a declinar y a moderarse en su concentración de poderes en una única cabeza,
desembocando el proceso en las llamadas "Monarquías Constitucionales" donde el Monarca es
poco más que una figura simbólica, representativa de la tradición. Marcando una gran
decadencia en los países donde existen.
Países socialistas del primer mundo (socialismo nórdico )

Los llamados “países nórdicos” –Suecia, Dinamarca, Noruega, Finlandia e Islandia– comparten
históricamente una identidad, cultura y valores muy parecidos, pero también un sistema político
que los medios eluden definir como “socialista” para evitar similitudes con partidos europeos
que presentan una agenda social y económica muy similar. Gozan de unos índices de
desigualdad muy bajos (medidos en el índice Gini) y unas coberturas sociales envidiables,
ligados a una protección de los salarios, de la ocupación y del tiempo de trabajo. La
redistribución de la riqueza y su sólido “estado de bienestar” se basa en una presión fiscal alta
con respecto al resto de Europa, que coloca además la puntilla sobre las rentas altas. La presión
fiscal en porcentaje del PIB [*] es de 44.5% en Suecia, 47.4% en Dinamarca, 38.8% en Noruega,
44.1% en Finlandia y 51.6% en Islandia. Lejos, y por debajo de la media europea, queda España
(33.9%), donde la tendencia en las dos últimas décadas incide en la reducción de los impuestos a
las rentas altas y grandes empresas.
Esta incuestionable presencia del Estado en la economía se remonta a la década de los setenta,
cuando países como Noruega establecieron ciertos pilares inamovibles para su desarrollo
económico: educación pública, gratuita y bilingüe, amplia cobertura sanitaria y -en general-
servicios sociales de gran calidad con una financiación que supera el 40% del PIB de estos países.
El denominado “pragmatismo escandinavo” se basa en un estado fuerte y pesado, calificado en el
caso de Suecia por uno de sus exministros -Goran Persson- con las siguientes palabras: “la
economía sueca es como un abejorro, nadie piensa que con un cuerpo tan pesado y unas alas tan
cortas pueda ser capaz de volar, pero lo hace”.
En el caso de Noruega, el estado mantiene la propiedad de los sectores estratégicos, y es esa la
principal característica que define el término “socialista”. El Estado noruego, así como el
venezolano, posee una sustancial participación en la economía de su país. El mismo tiene fuertes
inversiones y, por lo tanto, un gran poder de influencia en variadas industrias, entre ellas, en el
sector energético a través de su empresa Statoil Hydro, en el sector hidroeléctrico con Statkraft y
Statnett, en aluminio con Norsk Hydro, en telefonía con Telenor, en el sector bancario con DNB
NOR ASA, en bienes renovables con Statskog, en ferrocarriles y metro con NSB, entre otras, sin
dejar de citar su importante fondo de inversiones producto de los ingresos por concepto de
hidrocarburos, el Government Pension Fund Global creado en 1990 para “sembrar el petróleo”.
Finlandia destinó el 6.4% de su PIB a Educación, la mejor del mundo, pero su cheque es muy
inferior al 7,3% que emplea EEUU que, en el decenio 2002-2012, encareció el gasto de sus 83
programas relacionados con su estado de bienestar en 8,3 billones de dólares. Aunque pueden
extraerse muchos más. Suecia, con una recaudación fiscal equivalente al 43% de su PIB -frente
al 26% del Tesoro americano-, según la OCDE, dinamizó su economía un 3,1% el pasado año,
casi el doble del 1,6% de EEUU, con la mayor tasa de ocupación de toda la UE, unas cuentas en
números negros (el déficit estadounidense alcanzó el 5,7% de su PIB) y un nivel de
endeudamiento a raya.
El candidato del Partido Demócrata en Estados Unidos, Bernie Sanders, acuñó el término
“socialista democrático” para referirse al modelo escandinavo, del que -decía- “había mucho que
aprender”.
Los países nórdicos son el último refugio de socialistas y gente de izquierda; es común que se los
nombre como ejemplo de lo importante que es un gran Estado de Bienestar con abundantes
políticas redistributivas, e incluso hay quienes se atreven a asegurar que son países socialistas.
Sin embargo, quienes hacen este tipo de afirmaciones, primero, no saben hilar fino; y segundo,
solo están mostrando una pequeña parte de la historia, la otra parece que no les interesa verla: sin
duda, los países nórdicos están llenos de liberalismo.
Tal vez el obstáculo más fuerte con el que me he encontrado al debatir sobre el mito de los países
nórdicos tiene que ver con la educación. En Finlandia, el país nórdico con mayor reputación en
lo académico, todas las escuelas son públicas. Es normal entonces que la gente de izquierda
muestre esto como un gran logro de la economía centralizada y del Estado protector. Pues bien,
en esto, como en todo en la vida, hay que prestar atención a los detalles. Lo que en los países
nórdicos se llama “público” está lleno de características que lo acercan más a lo privado que a lo
estatal.
En Finlandia las escuelas tienen la autonomía de elegir qué programa ofrecen a sus estudiantes,
por su puesto hay unas normas básicas, pero en general cuentan con amplia libertad para
desarrollar sus currículos. Así una escuela puede, por ejemplo, especializarse en artes, otra en
idiomas y otra en matemáticas. Y además cada rector de colegio puede decidir si despedir o no a
un maestro, no es el Estado quien decide esto. Es decir, en este sentido actúan como colegios
privados.
Pero ahí no acaba lo bueno del modelo finlandés, del otro lado, también operan mecanismos de
mercado. A las escuelas no se les asigna un presupuesto fijo, sino que obtienen dinero en función
de los estudiantes matriculados. Los padres por supuesto son libres de matricular a sus niños en
donde quieran. Y desde luego que lo hacen en los colegios con mejores resultados. Esto se
traduce en una constante y feroz competencia de colegios para ganar alumnos. Nada parecido a
lo que ocurre en Latinoamérica, donde las escuelas públicas simplemente reciben un presupuesto
fijo del Estado y no tienen que competir por permanecer en el mercado.
Hasta acá la pregunta es ¿qué tanto de público hay ahí? Sí, los recursos son públicos, pero lo
demás está lleno de mecanismos de mercado; los colegios ofrecen sus servicios con libertad y
eligen a sus profesores como les convenga y las familias de los niños escogen el colegio al cual
quieren asistir según los resultados. De modo que, tal y como lo haría el mercado, en tanto que se
financia a los colegios por alumno matriculado y es el consumidor el que elige, solo quedan los
mejores, gana quien ofrece lo que la gente quiere.
En Latinoamérica, por ejemplo, normalmente cuando algo es público, el servicio es prestado por
el Estado, que actúa como un órgano centralizado que toma todas las decisiones, mientras que el
consumidor no tiene ninguna capacidad de decisión. Mientras tanto, en Suecia y Dinamarca,
ocurre prácticamente lo mismo que en Finlandia; se utiliza el modelo de cheque escolar, en el
que al alumno se le da un bono para que elija en dónde matricularse, de modo que una vez más
es el consumidor el que decide, y solo permanecen en el mercado las escuelas que prestan
servicios que la gente quiere. Y esto no ocurre solo en la educación, sino también en la sanidad
pública. Igual que a las escuelas, a los hospitales se les paga por resultados y por paciente
atendido.
Entonces, la educación y la salud en los países nórdicos no son buenas porque sean públicas, son
buenas porque a pesar de que se financian con recursos de los contribuyentes, funcionan tal y
como lo harían en un ambiente de mercado. Pero además de hilar fino y ver estos detalles hay
que contar la otra parte de la historia, la que no le gusta a la izquierda y que es la causa
fundamental del crecimiento de los países nórdicos
No es casualidad que estos países, por ejemplo, ocupen los primeros lugares en informes como el
“Doing Business”; son bastante liberales, pro-mercado y pro-capitalistas. Es ese el secreto de su
riqueza, son esas las reformas liberales que lograron que Suecia, a principios de los 90, se
recuperara de la crisis que estaba viviendo. Estos países entienden la importancia de generar
riqueza, tan bien la entienden, que sus impuestos son bastante regresivos, intentan brindarles a
los empresarios un clima ideal para que puedan surgir y generar empleo.
Los países nórdicos no son ricos porque tengan grandes Estados de bienestar ¡se pueden dar el
lujo de tener Estados de bienestar grandes porque son ricos! Esas medidas redistributivas son un
derroche que se permiten después de que gracias al mercado y al capitalismo han generado una
gran riqueza. Pero las políticas que llevaron a estos países a ser envidiados por todo el mundo
son promercado: ideas profundamente liberales. Decir que hay que tener Estados de bienestar
grandes para ser ricos es como si una persona dijera que si se compra una mansión se volverá
millonario. No, uno primero crea riqueza y luego, tal vez, se permite ciertos lujos.
Es entendible que la izquierda y los socialistas en vista de sus continuos fracasos, en donde sea
que intenten sus ideas, utilicen a los países nórdicos como su último refugio. Pero no hace falta
sino mirar las cifras e hilar un poco fino para darse cuenta que la causa de la riqueza en estos
lugares nada tiene que ver con el Estado de bienestar, todo lo contrario, se debe a sus políticas
liberales y a que incluso en sus programas sociales intentan involucrar la mayor cantidad de
mecanismos de mercado posibles.
Conclusión

El capitalismo ha tenido una larga formación para convertirse en la

forma única de poder, claro existe en cierta medida un poco de

socialismo, pero no es tan acaparador como el capitalismo, desde sus

comienzos se veía venir una forma engañosa que ocultaba lo que

verdaderamente proponía, que acabaría con el esclavismo que

acumularía más dinero que haría rica a las naciones con un mejor

sistema de producción etc.

El desarrollo del sistema capitalista permite al Estado ampliar el

aparato institucional estatal, para garantizar el proceso modernizante, al

objeto de extender el carácter legitimador del Estado moderno y

expandir el proceso de acumulación del capital. La coyuntura de auge

económico y estabilidad política posibilitan al Estado adquirir ciertas

características redistributivas del ingreso, que se orientan hacia una

heterogénea estructura social, en la cual se encuentran sectores sociales

insertos en el sistema capitalista y a sectores realizando actividades no

capitalistas de producción. El Estado a través de sus dos principales

instituciones de salud: el Ministerio de Salud y el Instituto Ecuatoriano

de Seguridad Social, intentan resolver las necesidades de salud que

tienen por objeto la reproducción y mantenimiento de la fuerza de

trabajo. Cada una de estas instituciones ejecuta políticas de salud que


responden a diferentes sectores socia1es. En el caso del MSP sus

políticas tienen por objeto legitimar el carácter del Estado capitalista,

apareciendo como Estado del bienestar social. A pesar del gran

incremento de las políticas de salud, su cobertura según el estudio

realizado es parcial, tanto en el área urbana como rural.

La política es la participación activa o pasiva de los ciudadanos en la

vida del Estado, sea cual fuere el sistema político. ... Cuando

condicionan la política económica los grupos de poder económico es

oligarquía y autocracia.

El socialismo ha ayudado a los países que lo practican en el sentido de

su bienestar material, así mismo el modelo socialista nos muestra su

punto de vista del modelo capitalista y de las clases sociales, nos dice

que no está de acuerdo el cómo llegan a utilizar dicho modelo.


BIBLIOGRAFÍAS
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