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El secreto para ser más justo

NUESTRO Creador quiere vernos felices; quiere que disfrutemos de paz interior y que
contribuyamos a la felicidad de quienes nos rodean. Por eso nos pide “ejercer
justicia y amar la bondad” (Miqueas 6:8). ¿Cómo podemos hacerlo? Cultivando
cualidades que contrarresten las actitudes injustas. Veamos la ayuda que nos ofrece
la Biblia.
CÓMO ARRANCAR DE RAÍZ LA CODICIA. El antídoto más eficaz contra la codicia es el
amor: no la simple emoción o la atracción romántica, sino un amor sacrificado. Ese
“amor es [...] bondadoso” y “no busca sus propios intereses”, dice 1 Corintios
13:4, 5. Tampoco se limita a los familiares y amigos. “Si ustedes aman solamente a
quienes los aman, ¿qué mérito tiene?”, preguntó Jesús, para luego agregar que aun
los pecadores aman a quienes los aman (Mateo 5:46, La Biblia Latinoamérica, 2011).
CÓMO VENCER LOS PREJUICIOS. Hechos 10:34, 35 dice que “Dios no es parcial, sino
que, en toda nación, el que le teme y obra justicia le es acepto”. Él no se deja
llevar por la raza, el nivel social o el sexo para otorgar la salvación. Para él
“no hay ni judío ni griego, no hay ni esclavo ni libre, no hay ni varón ni hembra”
(Gálatas 3:28). Imitando a Dios venceremos los prejuicios. Veamos el caso de
Dorothy, de Estados Unidos.
A Dorothy, que es de raza negra, le molestaba tanto la discriminación que planeaba
unirse a una insurrección armada cuyo objetivo era aliviar el sufrimiento y la
opresión que padecía su raza. Sin embargo, por aquel entonces asistió a una reunión
de los testigos de Jehová y quedó muy impresionada por la calurosa bienvenida que
le dieron tanto blancos como negros. Allí comprendió que el único capaz de
transformar a la gente desde dentro es Dios. Al sentir el amor sincero de los
Testigos blancos —personas a las que, en sus palabras, “habría matado sin dudarlo
por la causa”—, se conmovió tanto que no podía parar de llorar.
CÓMO SUPERAR LAS ACTITUDES ANTISOCIALES. Antes de aceptar el cristianismo, algunos
de los primeros discípulos de Jesús habían sido borrachos, extorsionadores,
parranderos e injuriadores. Sin embargo, con la ayuda de Dios, lograron sustituir
esas características indeseables por el amor, la amabilidad y la bondad
(1 Corintios 5:11; 6:9-11; Gálatas 5:22). Del mismo modo hoy día, millones de
personas han mejorado sus vidas acercándose a Dios, como lo confirma el caso de
Firuddin, que vive en Azerbaiyán.
Firuddin creció en un orfanato, donde se pasaba todo el tiempo peleando con otros
niños. De adulto se hizo instructor de combate cuerpo a cuerpo. “Era áspero, cruel
y violento —comenta—. Si a la hora de la comida a mi esposa, Zahra, se le olvidaba
algo, incluso un palillo, la golpeaba. Y si íbamos por la calle y un hombre la
miraba, lo golpeaba a él.”
Cierto día leyó que Jesús había pedido a Dios que perdonara a los soldados que lo
clavaron en un madero, y le llegó al corazón (Lucas 23:34). “Solo el Hijo de Dios
podría hacer eso”, pensó. A partir de entonces, comenzó a buscar a Dios. Cuando los
testigos de Jehová le ofrecieron un curso bíblico, aceptó de inmediato, y su
personalidad no tardó en mejorar. Fue tal su transformación que su esposa empezó a
estudiar la Biblia también. Actualmente, ambos sirven a Dios en armonía.
Es obvio que los cambios que hagamos a nivel personal no revolucionarán a la
sociedad. Pero ¿qué tal si Dios se propusiera traer un mundo nuevo, verdaderamente
justo? Él sí tiene el poder de hacerlo. Además, piense en esto: en 2 Timoteo 3:1-4,
el pasaje citado al inicio del artículo anterior, vimos que Dios predijo con
exactitud cómo sería la gente de este tiempo, y dicha predicción se ha cumplido al
pie de la letra, así como muchas otras profecías bíblicas. De modo que no es
absurdo tomarse en serio la promesa del Creador de que pondrá fin a la injusticia.
Él se encargará de llevar a cabo su propósito, como veremos a continuación.
[Ilustración y recuadro de la página 7]
Heide y su búsqueda de justicia
“Me enfermaban el racismo, las guerras, la pobreza y las demás injusticias —
recuerda Heide, que vive en Estados Unidos—. Quería una solución. Participé en el
movimiento por los derechos civiles y con el tiempo me afilié a un partido
político, pero me di cuenta de que eran incapaces de producir cambios de fondo.
”Sabía que hacía falta algo más radical, y la corriente hippie parecía
prometedora. Sin embargo, tampoco cumplió con mis expectativas: vi que muchos de
sus miembros estaban más interesados en el sexo, las drogas y el rock and roll que
en cambiar el sistema, y caí en una grave depresión. Entonces conocí a una testigo
de Jehová. Ella me mostró con la Biblia los cambios que Dios se propone realizar.
Me leyó pasajes como Revelación [Apocalipsis] 21:3, 4, donde dice que Dios
eliminará las lágrimas de sufrimiento y todo lamento, clamor y dolor, el resultado
típico de la injusticia. En mi interior me preguntaba si serían ciertas esas
promesas.
”Mis dudas se disiparon al leer lo que las Escrituras dicen sobre el poder y el
amor de Dios, y al sentir el amor que se tienen entre sí los testigos de Jehová.
Ahora espero con ansias el cumplimiento de las promesas de Dios.”
[Ilustración de la página 6]
Imitando el amor de Dios se pueden vencer los prejuicios
[Ilustración la página 6]
Firuddin con su esposa, Zahra

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