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Legalidad y legitimidad.

Algo puede ser injusto, aunque sea legal, aunque sea Derecho; legalidad no es lo mismo que
legitimidad, Derecho no es lo mismo que justicia o ética.

Los básicos derechos denominados humanos o fundamentales, antes de ser reconocidos por el
Derecho positivo, o aunque éste no los reconozca, constituyen algo muchos más radicalmente
importante

Son derivados de la defensa de la dignidad humana y por los que el hombre ha luchado a lo largo de los
siglos para convertirlas en Derecho y, sobre todo, para a través de ello y otros procedimientos, hacerlas
reales y efectivas en la práctica de la vida social (por ejemplo Laporta con su reconocimiento riguroso
como derechos humanos y su durísima selectividad cualitativa o Peces Barba al pedir que esos
derechos sean técnicamente legalizables y materialmente realizables).

Todo esto hace referencia a la “gran división” (Hume) entre las respectivas y decisivas zonas del ser y
el deber ser: es decir, entre el Derecho que es y el Derecho que debe ser, entre Derecho y ética,
Derecho y justicia o entre legalidad y legitimidad.

LEGALIDAD: normas vigentes y válidas que en su conjunto logran hacerse cumplir y aplicar.

LEGITIMIDAD: valores que están o no están en esa legitimidad.

Legalidad hacer referencia, por tanto, a normatividad en el campo de Derecho, normatividad jurídica,
Derecho positivo u ordenamiento jurídico.

Legitimidad hace referencia a normatividad en el campo de la ética, a justicia, a propuestas,


pretensiones, valores y exigencias que están más allá de lo estrictamente jurídico: normas morales y
criterios racionales de valoración, autocríticos y también críticos de lo empírico. En el ámbito de la
Filosofía del Derecho, tal crítica desde la legitimidad y la justicia habría de ejercerse, ante todo, sobre el
Derecho (y la política) tácticamente existentes y operantes en un determinado contexto social (europeo
occidental), aunque desde las necesarias connotaciones y exigencias de carácter formal y
materialmente universalista.

Se observa que todo sistema de legalidad tiene tras de sí uno u otro sistema de legitimidad, diferentes
valores e intereses de los que, con el suficiente apoyo fáctico, deriva siempre cada derecho. Asimismo,
también se observa que todo sistema de legitimidad intenta expresarse y realizarse, en mayor o menor
medida, a través de un determinado sistema de legalidad, aunque haya éticas de carácter estrictamente
personal que para nada precisan doblarse jurídicamente. Aquella legitimidad representada por los
valores que de modo más o menos coherente, plural o fraccionado resultan acogidos en un
ordenamiento jurídico positivo, es la que puede denominarse legitimidad legalizada. Pero ésta puede
ser diferente a la legitimidad socialmente eficaz (moralidad positiva), valores presentes o aceptados en
un grupo social, valores que aparecen, pues, como dotados de un índice determinado de legitimación

En definitiva, legitimidad son juicios de valor a argumentar y fundamentar; legitimación expresa, por su
parte, son juicios de hecho, constatación o no de su presencia social.

La legitimidad legalizada, también a efectos de su debatida aplicación en el marco normativo por los
jueces y demás operadores jurídicos, debería de ocuparse fundamentalmente de la Ciencia del
Derecho. Con la Sociología del Derecho, como método propio, tiene que encargarse de la investigación
empírica de los valores e intereses que poseen uno u otro grado de legitimación o deslegitimación en
una determinada sociedad.

Y, sobre ambas manifestaciones de la legitimidad, tanto sobre los valores incorporados en las normas
jurídicas como sobre los valores aceptados de ese carácter aceptados por el grupo social, puede y
debe ejercerse la crítica ética y la argumentación racional hecha, con mayor radicalidad, desde la
instancias de la denominada legitimidad (moralidad) crítica. Ésta exige universalidad, racionalidad,
imparcialidad (Kant). De esta dimensión de la legitimidad se ocupa específicamente la Filosofía del
Derecho.

Todas estas dimensiones de la legitimidad suministran perspectivas críticas y valorativas a ejercerse


sobre una positiva legalidad y, a su vez, aportan otros elementos válidos para una más rica y plural
interpretación de la legalidad, ayudado a estructurar y configurar un buen ordenamiento jurídico.

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