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Pelea por tu cosecha

 Cuando hablamos de Primicias a veces descuidamos el objetivo de las


Primicias, que es la Cosecha que se resguarda por el Principio de la
Primicia.

Si hay Primicias es porque en los días posteriores habrá una


Cosecha.

No existe una sin la otra. Luego de dar las Primicias, no podemos


descuidar lo posterior que es La Cosecha que se desatara en los
próximos días.

La batalla por cosechar


Joel 3: 10 dice: Forjad espadas de vuestros azadones, lanzas de
vuestras hoces; diga el débil: Fuerte soy.

En ese tiempo, la situación económica era grave. Las plagas habían


acabado con todos los cultivos. Dios pidió a los sacerdotes y ministros
que se vistieran de luto porque había cesado la ofrenda.

Eso era vergonzoso pero la promesa fue de restitución.

Muchas veces sufrimos vergüenza en medio de una situación económica


difícil, los cobradores te llaman, los socios hacen fracasar algún negocio
y los clientes se niegan a pagar, sin embargo el Señor ofrece limpiar tu
nombre para que recuperes la dignidad.

El mandato fue claro, había que convertir los instrumentos de


labranza en espadas para luchar por la cosecha.

Ya no era tiempo de siembra sino de guerra.

¿Por qué? Porque Las cosechas son batallas a ganar.

Ahora, muchos han sembrado pero no saben pelear por su cosecha.


Todo se cultiva, incluso la vida humana se siembra a través del esperma
que fecunda un óvulo. Las madres pelean por sus hijos desde el primer
aliento de vida dentro de ellas.

El tiempo de la cosecha

Juan 4:35 recuerda: ¿No decís vosotros: Aún faltan cuatro meses


para que llegue la siega? He aquí os digo: Alzad vuestros ojos y mirad
los campos, porque ya están blancos para la siega.

Lo primero que debemos saber para cosechar es:

1.- Identificar el tiempo idóneo.

No podemos recoger la semilla que no ha germinado como tampoco


debemos dejar que el fruto se pudra sin aprovecharlo. 

Génesis lo dice claramente, hay un tiempo para sembrar y otro para


cosechar, como hay invierno y verano, tiempo para vivir y morir.

La Palabra dice que la mies es mucha y los obreros pocos.

Si sabemos sembrar  también debemos saber cosechar porque hacen


falta personas que sepan hacerlo.

Cuando la semilla y la tierra son buenas, la cosecha es segura y el Señor


es proveedor de excelente materia prima para la siembra.

No tengas miedo, toma el arma y pelea por tu cosecha.

La fiesta de las primicias al recoger la primera cosecha. De esa forma se


bendecía el resto que estaba pendiente.

Los primeros frutos son la raíz que gobierna el resto.

Lo que usted haga con la primera porción determinará lo que pase


el resto del año.

Un primer fruto tiene el poder de redención; todo lo que quede será


multiplicado por Dios. Un primer fruto trae favor.

Es tan importante Cosechar que la fiesta era en ese momento y no al


sembrar. 
La Palabra dice que por cada pecador que se convierte hay fiesta en el
cielo.

El profeta Elías se encuentra con una viuda en Sarepta. Ella no tenía


comida, solo un puñado de harina y un poco de aceite, y en la nación no
había llovido desde hace mucho tiempo.

El profeta le pide que le entregue la primera tortilla, es decir, las


primicias de lo que hiciera.

La mujer obedeció y ocurrió un milagro: la harina no le faltaría, ni el


aceite pero luego de ese milagro particular, ocurrió uno nacional: Cayo
la lluvia.

Imagínate si aquella mujer se hubiera negado a dar lo primero al Señor?


Hubiera muerto de hambre, y la nación seguiría en sequia.

TODO LO QUE GUARDAS EN EL DÍA DE TU ESCASEZ ES


PARA TU MUERTE.

Porque cuando Dios te pide lo primero, eso solo es una porción de toda
la bendición que va a derramar sobre tu vida.

El Señor desea que celebres y te alegres porque de esa forma le das la


honra que merece. Cuando recibas tu cosecha haz una fiesta y
muestra lo que has obtenido con tu esfuerzo.

Aprende a reconocer tu cosecha. Si has sembrado en tu esposo y él te da


evidencias de arrepentimiento, no te hagas la difícil y muestres
desconfianza, demuestra tu inteligencia y recíbelo con palabras de afecto
para que la cosecha no se pierda. El Señor dice que levantes tus ojos
porque la cosecha está lista y debes recogerla.

En lo poco y en lo mucho

En 2da. de Samuel 23:11-12 lemos: Después de éste fue Sama hijo de


Age, ararita. Los filisteos se habían reunido en Lehi, donde había un
pequeño terreno lleno de lentejas, y el pueblo había huido delante de
los filisteos. El entonces se paró en medio de aquel terreno y lo
defendió, y mató a los filisteos; y Jehová dio una gran victoria.
Este hombre peleó por su terreno aunque fuera pequeño. Demostró ser
buen sembrador y excelente cosechador.

Si no luchas por lo pequeño, tampoco lo harás por lo grande, no


menosprecies lo que tienes y aprende a sacarle provecho.

Si eres fiel en lo poco serás puesto sobre mucho. El Señor al principio


da poco para probar tu fidelidad.

La Palabra habla de lentejas. Estas legumbres tienen las calorías y


proteínas necesarias para que nuestro cuerpo funcione bien. Este hombre
defendió la energía que el pueblo necesitaba durante la batalla. Su
victoria fue importante, así como la tuya cuando luchas por recoger la
cosecha que proveerá a lo que te acompañan.

Nunca te avergüences de cosechar, no importa si es mucho o poco,


deja la falsa humildad y reconoce que das para recibir porque Dios
lo hizo de la misma forma.

Nos amó y por eso le amamos, envió a Su hijo porque quería atraernos a
Su familia, Jesús derramó Su sangre esperando que nos convirtiéramos.
Espera que le demos porque Él nos dio primero. 

Cosechar es un honor

Proverbios 10: 4-5 comparte: La mano negligente empobrece; Mas la


mano de los diligentes enriquece. El que recoge en el verano es
hombre entendido; El que duerme en el tiempo de la siega es hijo que
avergüenza.

El Señor nos provee de semilla, tierra y lluvia para que podamos sembrar
y cosechar. Él hizo lo imposible, ahora tú debes hacer lo posible y
completar el proceso.

Prepárate y busca instruirte para ser un cosechador eficiente. No


desperdicies las oportunidades porque esa actitud avergüenza al Señor.
Pídele sabiduría para saber reconocer el tiempo adecuado y recoge tu
cosecha sin temor. La única forma de no recibir es dejar de dar. Pelea la
batalla de tu cosecha para Su honra y gloria.

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