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La lengua española y sus usos han cambiado mucho desde hace 14 años, cuando Estrella

Montolío publicó el Manual práctico de escritura académica. El desarrollo de la escritura tiene


mucho que ver con el desarrollo tecnológico, y desde entonces hasta ahora, hemos visto como
los dispositivos móviles, los ordenadores y otro tipo de expresiones lingüísticas (de los 140
caracteres de Twitter a las presentaciones de Power Point) han generado nuevas formas de
comunicarse. Por eso la reciente reedición del volumen por Ariel tiene mucho sentido, ya que,
como se explica en la introducción, “escribir para un lector de pantallas requiere activar unas
estrategias de escritura nuevas”.

El completo manual dirigido por la catedrática de la Universidad de Barcelona se fija, a


diferencia de otros volúmenes semejantes, tanto en lo gramatical como en la construcción del
discurso, tanto en desentrañar las elecciones léxicas correctas como en apoyar la claridad y
concreción en el uso de la lengua. En este primer artículo expondremos, sin embargo, algunas
de las dudas gramaticales más frecuentes que suelen tener incluso los profesionales de la
escritura, y que no siempre se pueden resolver atendiendo a la dicotomía entre lo correcto y lo
incorrecto, sino que admite una amplia escala de grises en la que también se encuentran lo
recomendable y lo admisible.
Por que y
porque

Solemos tener dudas con el “por qué”, el “porqué” y el “porque”, pero tendemos a olvidarnos
de la situación que suele generar más problemas: la distinción entre la conjunción átona
“porque”, que introduce una oración subordinada que expresa la causa de algo, y la grafía “por
que”, en la cual, “que” es una conjunción o un pronombre relativo. Normalmente, no tenemos
problema a la hora de utilizar la conjunción (“no lo hago porque no quiero”), pero con
demasiada frecuencia, solemos sustituir “por que” por “porque” por temor a equivocarnos.
Hay dos pistas que nos ayudan a averiguar cuándo debemos escribir ambas palabras
separadas. Por un lado, si la proposición “por” está exigida por un elemento de la oración
principal, como un verbo, y el segmento introducido puede sustituirse por “algo” o “esto”. Es
lo que ocurre con “el partido votó por que su candidato dimitiese” o “se decantó por que
viniese a mediodía”. Por otra parte, cuando “que” funciona como un pronombre relativo, los
artículos “el”, “la”, “los” y “las” pueden intercalarse entre la preposición “por” y el pronombre.
Es el caso de “los caminos por que caminaba estaban llenos de barro”, que también podría
escribirse “los caminos por los que caminaba estaban llenos de barro”.

Entorno y en torno

Aunque en apariencia la distinción resulta sencilla, en la práctica sigue dando lugar a muchos
errores. “Entorno” es un sustantivo que significa “circunstancias que rodean” y que puede
sustituirse por los sinónimos “ambiente” o “medio”: “nació en un entorno complicado”. Por el
contrario, “en torno” es una locución adverbial que podemos identificar a través de dos pistas:
si puede sustituirse por “alrededor” con un complemento precedido de “a” o “de”, como en el
caso de “el niño corría en torno a la plaza”; o en caso de que signifique “aproximadamente”,
también seguido de “a”: “nos costará en torno a 30 euros”.

¿Detrás suyo y encima mío?

Como explica el volumen, la afinidad semántica entre “de mí” y el posesivo “mío” favorece
esta sustitución, que no es correcta. Por lo contrario, lo correcto es decir “detrás de él” o
“encima de mí”, y no se recomienda emplear “detrás suyo” y “encima mío” u otras fórmulas
semejantes. Las construcciones que admiten el sustantivo pospuesto también permiten
su anteposición, algo que no ocurre en el caso de “detrás suyo” o “encima mío”: por ejemplo,
“siempre te pones en contra mía” y “siempre estás en mi contra”. ¿Acaso podríamos decir “no
te pongas mi detrás”?

(iStock)
Debes y debes de

¿Cuándo se debe introducir la preposición “de” en dichas perífrasis verbales? Es muy sencillo:
“deber de” + infinitivo expresa probabilidad, posibilidad, suposición, conjetura o creencia,
mientras que “deber” + infinitivo expresa obligación. En resumidas cuentas, “debe de estar
cayendo un aguacero por el ruido que se oye en la calle”, y “debes comer pronto si quieres
llegar a tiempo”.

El condicional del rumor

Cada vez es más habitual escuchar en los medios de comunicación a los periodistas empleando
condicionales para no comprometerse con la veracidad de la información que transmite. Es el
caso de un titular como “Vicente del Bosque habría manifestado su desagrado con la actitud
de sus jugadores”. La norma culta, recuerda el libro, desaconseja la utilización de este tipo de
construcciones, por lo que se recomienda escribir “es posible que Vicente del Bosque haya
manifestado su desagrado con la actitud de sus jugadores”.

Cuasinónimos consecutivos y redundancias

A veces, con la intención de enfatizar determinadas ideas, solemos caer en redundancias


innecesarias o que pueden producir desconcierto al repetir ciertas ideas semejantes pero no
exactamente iguales. Es el caso de, por ejemplo, “los auditores reclaman y exigen una mayor
transparencia de las empresas”. En dicha frase, “reclamar” y “exigir” tienen diferentes
matices de significado que hace que no sean sinónimos completos, aunque pensemos que se
pueden utilizar indistintamente. Además, debemos evitar las redundancias conceptuales en las
que tan fácilmente incurrimos en la expresión oral, especialmente en construcciones como
“subir arriba”, “bajar abajo”, “salir afuera”, “asomarse al exterior”, “insistir reiteradamente”,
“adjuntar en un anexo”, “predecir con antelación”…

El párrafo Power Point

La irrupción de las diapositivas de este programa han provocado la aparición de párrafos


demasiado esquemáticos en los cuales se incluye una idea que no se elabora, y que se
presenta como un asunto aislado. Al contrario de lo que se piensa, recuerdan los autores,
estos párrafos breves no ayudan a que se interprete fácilmente el significado del texto, ya que
las ideas aparecen aisladas entre sí. Tres grandes problemas se derivan de esta patología
parafrástica, como la llaman los autores: no se puede visualizar la estructura del texto, puesto
que este se compone de muchos párrafos; el lector no puede interpretar qué tipo de relación
lógica mantienen las ideas entre sí; y no puede percibir cuál es la arquitectura de la
información, es decir, cuáles son las ideas principales y las de desarrollo. ¿Un ejemplo?

“Las nuevas tecnologías influirán de forma positiva en la educación.

Los ordenadores portátiles podrán ser utilizados en lugar de la pizarra.

La pizarra también puede ser digital, y por lo tanto, ser utilizada con las manos”.
(Corbis)

Punto y coma

O nos pasamos o nos quedamos cortos, pero nos cuesta emplear el punto y coma en su justa
medida. Su función es unir oraciones independientes que forman parte del mismo enunciado y
que se complementan desde el punto de vista informativo y, aunque en un gran número de
ocasiones puede sustituirse por coma o punto, jerarquiza mejor la información y
aporta pausas que facilitan la lectura. ¿Cuándo debe utilizarse? El volumen recuerda que la
subjetividad puede regir su uso, pero hay ciertas reglas concretas de empleo.

 Para separar los miembros gramaticalmente equivalentes de coordinadas, como


ocurre con la coma, en caso de que se trate de proposiciones muy largas: “Después de
surcar los mares y los cielos; después de haber perdido a toda su familia y sus amigos;
después de arruinarse en incontables ocasiones, finalmente decidió que había tenido
suficiente”.

 Antes de “pero”, “más” y “aunque”, cuando la longitud de dichas oraciones es


considerable: “La situación de los partidos políticos españoles se encuentra en un
punto de no retorno, acentuado por los constantes casos de corrupción y la crisis
financiera que el país ha sufrido en los últimos años; pero hay quien duda que las
alternativas a los partidos tradicionales puedan revertir dicha situación”.

 Como un patrón entonativo para el cual la coma sería demasiado breve y, el punto,
demasiado largo.

Puntos suspensivos

Es habitual que en la redacción de un correo electrónico se utilicen puntos suspensivos para


marcar que el texto se encuentra voluntariamente incompleto. Hay que tener en cuenta
ciertas peculiaridades de dicho uso: cuando cierran un enunciado, cumplen la función del
punto y, por lo tanto, se ha de continuar con mayúscula; tras una abreviatura con un punto,
hay que poner puntos suspensivos (“S.O.S.…”); detrás de los puntos suspensivos nunca se
escribe punto, pero sí punto y coma, coma o dos puntos (“compré patatas, Coca-Cola, cerveza,
pizzas..., pero me olvidé de los hielos”).

¿Paréntesis o rayas?

Uno de los problemas más frecuentes surge cuando se quiere realizar un inciso en el discurso y
se duda entre los paréntesis o las rayas. Para empezar, ambos deben utilizarse en lugar de la
coma para separar incisos con puntuación interna (“los tres países del sur (España, Italia y
Portugal) se han mostrado de acuerdo con la medida”) e introducen información secundaria,
complementaria o aclaratoria. La diferencia es que, por lo general, la raya suele emplearse en
incisos al margen del hilo temático que suelen tener que ver con valoraciones personales o
irónicas. Así pues, podemos escribir “el último partido del Real Madrid (en el que los blancos
no encajaron ningún gol) les ha permitido ser líderes”, pero también “el último partido del Real
Madrid –cuya racha de victorias es espectacular– les ha permitido ser líderes”. 

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