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● Evitar hablar en ambientes muy secos. Resulta muy útil, dentro de lo posible, utilizar
un humidificador u otros recursos válidos para aportar humedad al ambiente.
● Durante viajes en avión u otros donde hay calefacción o escasa ventilación se
recomienda que hidratarse ingiriendo abundante agua para contrarrestar la
sequedad del ambiente.
● Evitar los cambios bruscos de temperatura: todo lo que afecte al sistema respiratorio
afectará a la laringe. Debe evitarse utilizar la voz (especialmente la profesional)
durante procesos catarrales o infecciosos.
● No inhalar productos químicos u olores fuertes, que irritan y secan la mucosa.
● Observar el nivel de ruido del ambiente y evitar hablar prolongadamente en
presencia de ruido.
● Escoger y utilizar tizas que desprendan la menor cantidad polvo posible, o mejor aún,
pizarras de rotuladores o fibrones. En el caso particular del uso de tiza se
recomienda humedecerla para disminuir la volatilidad del polvillo, que al aspirarlo
reseca la mucosa.
● No utilizar borradores que levanten mucho polvo, mejor un trapo húmedo.
● No hablar mientras se escribe o se borra la pizarra, ya que aspira el polvo de la tiza
al efectuar las respiraciones adecuadas. Además, si habla de espaldas realizará un
mayor esfuerzo para ser oído por sus alumnos.
● Encontrar formas de mantener la disciplina en el aula que no sean con la voz.
● Usar sistemas de enseñanza alternativos para lograr períodos de reposo vocal.
● No hablar a distancia ni en lugares con ruido (patio, comedor, etc.).
● Utilizar los momentos de descanso para descansar la voz. Reconocer y poner en
valor el SILENCIO.
● Evitar poner nuestra voz a competir con niveles de ruido ambiente desfavorables. Si
no puede evitarse extremar la brevedad del discurso y aumentar los movimientos
articulatorios para que el ojo supla lo que el oído no alcance a captar.
● En presencia de fuentes sonoras, motores, artefactos eléctricos, TV, música o ruido
de tránsito; buscar el modo de regular su funcionamiento mientras se usa la voz.
Proteger la audición. En parte de ello depende nuestra voz y comunicación.
● Atender a la permeabilidad nasal para una buena respiración nasal que adecue el
aire para su ingreso al organismo en óptimas condiciones.
Nuestras cuerdas vocales son los primeros músculos que ponemos en acción y los
últimos que ponemos a descansar. Seamos o no conscientes de ello, el quantum de
actividad y sobrecarga que afrontan diariamente excede el uso comunicativo o laboral
de la voz.