LA TRANSICIÓN DE COLONIA A NACIÓN: NUEVA ESPAÑA 1020-1821
JAIME E. RODRÍGUEZ O.
Desde 1808, en sus reuniones la elite discutía sobre la necesidad de la autonomía
y por lo tanto un gobierno propio junto con un proceso de emancipación de España. Para 1812 entra en vigor la Constitución de Cádiz, misma que proponía instituciones de autogobierno, así como una monarquía constitucional y la división de poderes, pero esta misma fue despojada de valor jurídico en 1814. No fue hasta 1820 cuando se restaura la Constitución española y abre de nuevo las puertas hacia el sueño del gobierno propio al replantear el valor de las instituciones de autogobierno como los ayuntamientos y diputaciones provinciales. De nueva cuenta, fue la elite de la Nueva España quienes se aferran a la nueva oportunidad del beneficio del poder político que podrían alcanzar tras la segunda vuelta de esta. Las primeras ciudades en adherirse a la Carta Constitucional de Cádiz, fueron las ciudades costeras como Mérida y Campeche, seguidas después por Veracruz y Jalapa. La Carta permitió el crecimiento de las ciudades y poblaciones de la Nueva España, esto gracias a que se podían tener municipalidades y ayuntamientos en áreas con una población de mil o más individuos y como era de esperarse, a la capital comenzaron a llegar cientos de informes de centros urbanos que ya había establecido ayuntamientos constitucionales. La imprenta fue fundamental para la actividad política y ayudó al auge de esta actividad en el antiguo virreinato gracias a la publicación de decretos, leyes, avisos e informes de elecciones. Para ese momento ya circulaban periódicos, panfletos y hojas sueltas en los que se comentaba la gran importancia del orden restaurado constitucional. España estuvo más que involucrado en la diseminación de las nuevas ideas políticas cuando decreta que en las escuelas principalmente en los rimeros grados de la educación o primeras letras, se explicara el contenido de la Constitución de manera clara, de acuerdo a la edad y el entendimiento de los infantes. Los esparcimientos de las ideas políticas también se efectuaron a través del ámbito religioso por medio de la lectura de fragmentos de la constitución por los curas a sus feligreses durante las misas del domingo. Se trató de inculcar a la sociedad de la Nueva España el sentido de la política por medio de las elecciones ya que en las ciudades se llevaban a cabo elecciones para los ayuntamientos constitucionales de 1820. Por otra parte, el ejército y el clero mostraban un cierto desacuerdo ante el nuevo orden restaurado, Al aplicarse las garantías constitucionales, los ayuntamientos detuvieron la recaudación de impuestos de guerra y prohibieron a los oficiales reales el reclutamiento dentro de sus territorios. El ejército juzgó la restauración de la constitución como un golpe, ya que muchas de sus unidades no habían recibido pago alguno y sumado al carecimiento de suministros y equipo, estos no podían seguir operando sin los impuestos de guerra. En el caso del clero, se abolió su inmunidad eclesiástica, se dividió el seno de la iglesia, en pocas palabras perdió su posición privilegiada.
La crisis política de España llevó a cuestionar si era el momento de una revolución
social, si esto llegaba a pasar cómo se podría mantener un gobierno representativo e integrado en la Nueva España, en estos momentos se hablaba de independencia. Las conclusiones llegaron a que si se quería una monarquía constitucional limitada en Nueva España era necesario quizás conservar el amparo de la constitución de 1812. Regresando a la elite nacional, estos se reunían para discutir el futuro de su nación en diversos lugares y uno de ellos era un salón situado en la ciudad de México, perteneciente a una dama de la alta sociedad quien además de estar relacionada con buenas familias del reino, también colaboro con los conspiradores del primer periodo constitucional, ella era María Ignacia Rodríguez de Velasco, mejor conocida como la Güera Rodríguez y entre los diversos individuos que se sentían atraídos al salón, se encontraba un personaje en particular: Agustín de Iturbide, un coronel del ejército real sin empleo. Este había sido acusado den 1816 por cargos de corrupción y abuso de autoridad. Iturbide comenzó a sentirse atraído por los argumentos a favor de la autonomía, desesperado por recuperar su fortuna y su prestigio se decidió a actuar. Su plan inicial era obligar al virrey a reconocer el nuevo régimen, carente de autoridad su plan resultaba demasiado desesperado. Su plan dio un giro inesperado cuando fue puesto a la cabeza del distrito del sur, lugar en donde los insurgentes permanecían activos, decidido abandonó a los autonomistas para ahora dedicarse a de derrocar a los insurgentes. Escribió a Vicente Guerrero, cabecilla de los insurgentes del sur, quien respondió retando a Iturbide cuestionándole si de verdad estaba defendiendo los intereses de la nación. Iturbide no buscaba realmente el apoyo de Guerrero, sino de resolver el conflicto de manera pacífica, tarea que se le había encomendado y no estaba cumpliendo con éxito.
Un 25 de enero circula una propuesta que sentaría las bases de la independencia.
Justificando sus acciones menciona la elaboración de su Plan de Iguala, propuso un proyecto para atraer a europeos como americanos, al ejército y el clero, así como a los liberales y conservadores, contrastando la propuesta de La Profesa que buscaba la independencia para preservar el viejo orden. Para llevar su plan a cabo buscó el apoyo de personajes distinguidos del virreinato por medio de correspondencia, en la cual argumentaba la mejor forma de conservar los intereses del ejército, de la iglesia y de la nación misma por medio de una monarquía autónoma. El 24 de febrero Iturbide publica su plan en el pueblo de Iguala, documento elaborado minuciosamente. Proclamaba principalmente la fe católica como religión oficial sin tolerancia a alguna otra, la independencia del reino y la monarquía constitucional. Después de presentar juramento al Plan de Iguala, procedió a poner en práctica su programa, primero con el financiamiento adecuado gracias a la apropiación de un millón de pesos que tenía por destino a Acapulco y en segundo ganarse el apoyo de Vicente Guerrero personaje más importante entre los insurgentes. Guerrero respaldó el Plan de Iguala días después, acordando que este mantendría su autoridad en el sur. Iturbide se ganó al insurgente al reconocer de manera publica el poder que este ya tenía. Entre las tareas más importantes estaban ganarse el apoyo de las autoridades eclesiásticas, civiles y militares. Para ganarse a las autoridades eclesiásticas les ofreció respeto y protección quienes reaccionaron de manera positiva. Para los dos últimos fue un tanto más complicado, pero al final parecía resolverse de la manera menos inesperada. El ejército real se enfrentaba en una posición desoladora, los ayuntamientos se habían negado a seguir manteniendo el ejército, sin fondos ni suministros, se toleraban algunas manifestaciones a favor de la independencia. El descontento de los comandantes d fue lo que realmente debilitó al ejército real, limitados a la imposibilidad de hacer más carrera militar y sin llegar a los altos puestos, algunos se unieron al movimiento y otros abandonaron sus puestos. El 24 de agosto en la ciudad de Córdoba se firma el tratado en el que se reconoce la independencia de la Nueva España, este mismo ratificaba el plan de Iguala, sino que sienta las bases para un gobierno independiente, reconociéndose como nación soberana independiente, dando lugar al nacimiento del impero mexicano y un enviado de España firma el tratado de Córdoba bajo presión. El 27 de septiembre el Ejercito Trigarante entra a la capital, civiles, eclesiásticos y oficiales reciben a Iturbide en el antiguo palacio virreinal donde se celebró un suntuoso banquete lleno de brindis y discursos en los cuales se agradecía la nueva paz. Al día siguiente el 28 de septiembre de 1821, en su primera sesión en la ciudad de México se firma la Declaración de Independencia. Bibliografía:
Rodríguez O., J. E. (1993). La transición de colonia a nación: Nueva España, 1820-