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Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo (UAEH)

Instituto de Ciencias de la Salud (ICSA)


Área Académica de Psicología

Enfoque Humanista: Teoría y Evaluación


Actividad: resumen.
Alumnos: Piña Santoyo Ricardo Felipe.
Docente: BEATRIZ HERNANDEZ KELLEY
SEXTO Semestre, Grupo 1
Fecha de entrega: enero/2/2022

Ciclo escolar enero-julio 2021.


Jean Paul Sarte
Fue un filósofo francés que nació el 21 de junio de 1905. Jean-Paul Sartre
aparte de ser un pensador revolucionario para su época también fue novelista,
dramaturgo, crítico literario y agitador político. Su relación con Simone de
Beauvoir resulto ser algo que llevaría a Sarte a tener tantas charlas intensas
con fondos muy profundos en la manera de pensar de ambos. Pero además
Sartre, el intelectual más influyente de su tiempo, fue el padre del
existencialismo y de una nueva forma de ver el mundo.
El pensador francés fue el icono de una época. Ahí están sus fotografías en las
cavas de jazz con sus amigos Juliette Gréco y Boris Vian, subido a un bidón
arengando a los obreros de la Renault o vendiendo los primeros ejemplares de
Libération en la calle. Siempre con su sempiterna pipa, sus gafas de concha y
su aire pícaro e irreverente.
Es difícil resumir un pensamiento tan prolífico y disperso como el suyo, pero
si hay un libro en el que podemos hallar una sistematización de su filosofía, es
El ser y la nada, publicado en 1943 y gestado durante la guerra. Sartre, que
sirvió como meteorólogo, estuvo en varios campos alemanes de prisioneros
tras la derrota de Francia.
Cinco años antes, había escrito “La náusea”, una novela en la que sentaba las
bases del existencialismo. Su protagonista es Antoine Roquentin, un soltero
que vive solo y trabaja en la biografía de un aristócrata. La obra es la
descripción de una vida de provincias en la que las rutinas le confrontan al
hecho absurdo de existir. Roquentin dice: “Lo esencial es la contingencia.
Quiero decir que la existencia no es la necesidad. Existir es estar ahí”.
Esta frase expresa mejor que ninguna otra la filosofía de Sartre. La idea básica
es que el hombre carece de esencia, es pura existencia. No nacemos con una
naturaleza específica ni somos parte de un proyecto. Somos pura
indeterminación. Vamos construyendo nuestra identidad en función de
nuestros actos.
Muy influido por la lectura de Husserl, Sartre señalará que la conciencia es
intencional, es decir, que siempre apunta a algo. No hay, como tal, una
conciencia de sí mismo. Lo que hay es una percepción de los otros, a través de
lo cuales tomamos conciencia de lo que somos.
Frente a Hegel y Kant, Sartre sostiene que el ser es una apariencia: es lo que
parece o, mejor, lo que aparece. Pero hay un ser en sí, que son las cosas y el
mundo exterior al hombre, y un ser para sí, que es el proceso a través del que
el sujeto se construye mediante el ejercicio de la libertad.
Como el hombre alberga el vacío en su interior (a eso lo llamará la nada),
estamos condenados a ser libres. Ésta es la única determinación con la que
nacemos: el imperativo de asumir nuestras propias decisiones. Existir es
elegir. El ser humano tiene que actuar en función de sus propias normas.
Con unas palabras que evocan a Kierkegaard, el filósofo francés apuntará que
la angustia proviene de la radical libertad con la que hemos sido arrojados al
mundo, de la necesidad de optar entre las múltiples elecciones que aparecen
en cada momento. Esta exaltación de la libertad es incompatible con la
existencia de Dios, que es una sublimación de la razón. “El hombre no es otra
cosa que lo que él se hace”, afirma. Por el mismo motivo, Sartre se vuelve
contra el romanticismo y contra el psicoanálisis, que considera como una
mitificación de los sentimientos.
Más que una ética, el existencialismo es una estética que subraya la
precariedad del hombre y el absurdo de existir. Pero no deja de ser una
paradoja que Sartre gozara intensamente de la vida con sus amoríos, su afición
al alcohol, su sentido de la amistad y sus viajes.
A partir de los años 50, Sartre se fue radicalizando políticamente hasta tomar
partido por el maoísmo, el socialismo cubano y, más tarde, el movimiento de
Mayo del 68. Aunque nunca se afilió al Partido Comunista, fue compañero de
viaje en muchas causas, aunque siempre mantuvo sus distancias con el
estalinismo. En 1960, escribió un polémico texto titulado “Crítica de la razón
dialéctica” en el que trata de acercar el existencialismo al marxismo, un
empeño imposible.
El giro de Sartre le enfrentó con Albert Camus, ya que ambos planteaban
opciones opuestas en el conflicto de Argelia. El primero simpatizaba con la
rebelión contra la colonización francesa y el segundo condenaba el terrorismo
de los independentistas y defendía un acuerdo político. Nunca se
reconciliaron. No hubo tiempo porque Camus se mató en 1960. Sartre le
sobrevivió dos décadas.
En mi opinión la forma Sartre es muy preciso al decir que somos libres en
nuestra vida y que somos individuos que toman decisiones que nos van a
generar angustia, muchas veces pensamos en que si todo lo que hacemos está
bien, si lo que vamos a decir es correcto o si hacia dónde vamos estaremos
bien, a pesar de esta postura existencial nos pueda generar este tipo de
angustia también es interesante al darnos la idea de que podemos hacer lo que
queramos sin consecuencia más que en nuestra existencia.

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