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VICTORIA CASTRO
º:comoPapalagi
1
están siempre c.aviland. o
CÓMO CUl3l2C~ cubrir su carne del me¡or modo
LOS VAVALA.61 SU posible. Un blanco, que tenía mucha
influencia y estaba considerado muy
CA.l2~C O SUS sab10, me dijo: «el cuerpo y todos sus miembros
son carne; es a partir del cuello donde empieza la
~UMCl2OSOS verdadera persona» Creía que sólo la parte del
TAVA.l2l2AEOS ~ cuerpo que alberga con sus atributos buenos y
malos merece nuestra atención, refiriéndose a la
CSTCl2AS cabeza, naturalmente. Los blancos de¡an descu-
bierta la cabeza v algunas veces las manos. Sin
embargo, la cabeza y las manos están hechas de
carne. Qmenes muestran algo más de su carne no
pueden alcanzar una perfecta imagen moral.
Cuando un 1oven toma a una mu¡er para que
sea su esposa, no puede estar seguro de que le va
a agradar, porque antes de esta ocasión nunca ha
visto su cuerpo·. Cada muchacha cubre su cuerpo,
aunque tenga la figura de la más bella Taopou', de
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moc1o que nadie puede ver y disfrutar de tan esplén- es más gruesa. U na piel tejida con los pelos lano-
dic1a visión. La carne es pecado. Esto es lo que los sos de un ammal de cuatro patas, especialmente
Papalag1 dicen, porque para ellos sólo el espíntu cnado para este propósito. Esto es el verdadero
cuenta. El brazo que se alza a la luz del sol para taparrabos. Usualmente se compone de tres par-
lanzar un venablo ... es una flecha de pecado. El tes: la pnmera cubre la parte superior del cuerpo;
pecho al que las olas del aire envuelven, es una la segunda, la sección media; y la tercera, las cade-
casa donde el pecado vive. Los miembros, con los ras y las piernas. Las tres partes están umdas por
que la doncella ofrece el s,va'·, son pecadores. Y con conchas y cuerdas hechas con savia seca del árbol
toda segundad, aquellas partes del cuerpo dedi- del caucho, por eso dan la impresión de ser una
cadas a hacer nueva gente y a deleitar al mundo sola pieza. Normalmente este taparrabos tiene el
con ellas, ¡están llenas de pecado' Todo lo que se tono gns de la laguna durante el humecto monzón.
considera carne es un pecado. Hay un veneno No puede ser nunca totalmente de colores, como
v1v1endo dentro de cada músculo, un veneno trai- máximo la parte media, y entonces sólo la lleva la
dor que salta de una persona a otra. Aquellos que gente que hene mala reputación y a la que le gusta
miran la carne absorben el veneno, son hendas por perseguir al otro sexo.
él y se convierten en seres tan depravados como Finalmente, alrededor de los pies se atan una
los que la estaban enseñando. Esto es lo que la piel tai moldeable como recia. Normalmente la piel
sagrada moral de los blancos nos dice. suave es elástica v se moldea bien a la forma del
Esta es la razón por la que el cuerpo de los Papa- pie, pero la dura no lo hace en absoluto. Están
lag1 va enteramente cubierto de taparrabos, este- hechas de gruesos pelle1os de ammal que han sido
ras y pelle1os de_ arumales, tan herméhcamente a1us- puestos en remOJ0, deshollados con navaia, gol-
tactos que m s1qmera un OJO humano m los rayos peados y colgados al sol tanto tiempo que se han
del sol son capaces de penetrarlos, tan apretados endureCJdo v curtido. Usando esto, los Papalag1
que su cuerpo se vuelve de un blanco descolando construyen una especie de canoa con los lados
y parece cansado como una flor que crece en el bos- altos, lo suficientemente grande para que el pie se
que baJO pesados árboles. a1uste. Una canoa para el pie izquierdo v otra para
¡Oíd cuán pesadas cargas lleva un solo Papalag1 el derecho. Estos pequeños «pies-barcos>< están suie-
en su cuerpo, vosotros hermanos, los más elegan- tos alrededor de los tobillos con cuerdas v garfios
tes de muchas 1sias! Para empezar, el cuerpo des- para contener el pie dentro de una tuerte capsula,
nuc1o se envuelve con una piel blanca y gruesa, como el caracol en su casa. Los Papalagi llevan estas
hecha de las fibras de una planta, v llamada sobre- pieles desde el amanecer al ocaso, los llevan inclu-
p1el. Se lanza arriba al aire, y luego se deJa caer des- so de malaga- ,_. cuando bailan, los llevan incluso
1izándoia hacia aba10 por la cabeza, el pecho por cuando hace tanto calor como antes de una tor-
encima de los brazos hasta las caderas. De abaJ0 a menta de !luna tropical.
,Hriba, desde las piernas y caderas hasta el ombli- Esto va contra la naturaleza v también lo entien-
go, se lleva otra de estas sobrepieles (camisetas). de así el hombre blanco; cansa sus pies hasta que
Estas dos pieles están cubiertas por una tercera que parecen muertos v apestados, v como han perdí-
o de muy buena salud, pero la gente se rió de él y
pronto fue olvidado.
Al igual que el hombre, la mu¡er también lleva
esteras y taparrabos a¡ustados a su cuerpo y tobi-
llos; por eso su piel está llena de cicatrices y car-
denales. Sus senos se han vuelto fláccidos por la
presión de una estera que atan alrededor del pecho,
desde la garganta hasta la parte ba¡a del cuerpo y
también alrededor de la espalda, con un apunta-
lamiento suplementario de espinas de pescado,
alambre de hierro y cuerdas. La mayoría de las
madres dan a sus hijos leche de un tubo de vidrio
lJ que se cierra por la parte de aba¡o y que llene una
tetilla artificial su1eta a la parte superior. Y no siem-
pre dan su propia leche, smo la leche de un ani-
mal feo con cuernos que ha sido s.acada llrando
fuertemente de sus cuatro pezones del vientre.
Sin embargo, es común que los taparrabos
de las hembras sean más finos que los de los
machos, y con más colorido y atractivo. Algunas
veces se permite que la carne de los brazos y de la
do la habilidad de agarrar cosas o de trepar a los garganta asome, enseñando de este modo más
árboles, los Papalag1 tratan de esconder su ver- carne que los machos. No obstante, se considera
güenza embadurnando el pelle¡o arnmal, que ori- virtuoso que una chica se mantenga completa-
gmalmente parecía ro¡o, con una especie de grasa mente cubierta v entonces la gente dice: «ella es
que lo hace brillar después de extenderla frotan- casta», lo que significa que sigue las reglas del
do. Resplandecen con tanto brillo que a duras comportamiento decente.
penas pueden los o¡os soportar el destello y tienen Por esto nunca he entendido por qué está per-
que desviar la mirada. mllido que mu¡eres y muchachas muestren la
Vivió una vez allí, en Europa, un Papalag1 que carne de sus espaldas y cuello en las grandes fono'
se hizo famoso y al que mucha gente acudía por- sm caer en desgracia. Qmzás en ello resida la gran
que les decía que no era bueno llevar estos pelle- atención de la fiesta, en que las cosas que han esta-
¡os a¡ustados y pesados alrededor de los pies; en do prohibidas todo el tiempo, se permlten ahora.
cambio cammar descalzo ba¡o el cielo abierto, Los hombres siempre manllenen sus torsos y cue-
mientras el rocío de la noche todavia vace sobre llos completamente cubiertos. Desde sus gargan-
los campos, hace que todas las enfermedades tas hasta sus pectorales, los alii" llevan un tapa-
desaparezcan de ti. Ese hombre era muy sab10 y rrabos enyesado del tamaño de un aro blanco, tam-

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bién atiesado con yeso, y arrollado al cuello. A tra- p1ente para beber, negro y rígido, que es redondo
vés del aro, él hace salir una pieza de tela con colo- y hueco como los techos de nuestras chozas samoa-
res doblada como la cuerda de un bote; está atra- nas. Las muieres llevan grandes cesterías de mim-
vesada por una aguJa de oro o una perla, y cuelga bre o canastas mvert1das, plumas, tiras de tela,
a lo largo del escudo blanco. Muchos Papalagi tam- cuentas y otras clases de abalonos. Estos cubre-
bién llevan aros de yeso alrededor de las muñecas, cabezas se parecen mucho al tuzga' de una Taopou,
pero nunca en los tobillos. excepto que son mucho más bellos y no se caen
Este escudo y aros blancos son muy importan- durante una tormenta o mientras se baila. Cuando
tes. ¡Un Papalagi nunca se presentaría ante una se encuentran con algmen, los hombres blanden
muier sm sus ornamentos en el cuelloi Si ese aro sus pequeñas cabezas-chozas, mientras que las
se volviera sucio y no brillase, sería aún peor. Por muieres únicamente inclinan sus cargadas cabezas
esa razón los alii de alta cuna cambian sus corazas muy lentamente, como un bote que está sobrecar-
y anillos de yeso cada día. gado.
Por su parte, la mu1er hene muchas ropas de Sólo por la noche, cuando el Papalag1 va a la ca-
todos los colores, a menudo llenando un gran ma, se qmta de verdad todos sus taparrabos, aun-
número de canastas, y la mayoría de sus pensa- que sólo para reemplazarlos inmediatamente por
mientos están dedicados a la elección de qué tapa- otro que se abre por la parte de abaJO y deJa los pies
rrabos llevar y cuándo, s1 debe llevar uno largo o desnudos. Por la noche usualmente las muieres y
uno corto, y habla apasionadamente sobre los aba- muchachas llevan una tela que tiene preoosos bor-
lonos que supone van de acuerdo con la prenda; dados en el cuello, aunque rara vez se muestran
el hombre sólo tiene un tra1e de fiesta y rara vez mientras la llevan. Tan pronto como el Papalagz
habla sobre él. Éste es el llamado ropaJe del pája- yace en su estera, se cubre hasta el cuello con las
ro: un largo taparrabos negro que mengua en un plumas del estómago de un gran pájaro, envuel-
punto de la espalda, como el rabo de un loro en la tas por una enorme pieza de tela que impide que
selva'. Con este tra1e ceremonial, las manos tam- vuelen esparciéndose. Estas plumas hacen sudar
bién tienen que ser cubiertas con pieles blancas, al cuerpo y contribuven a que el Papalagz crea que
pieles que han de ser metidas en los ct,2dos y están yace al sol, aun cuando no brille en absoluto.
tan a1ustadas que hacen que la sangre se enoenda Cunosamente por el verdadero sol tienen muy
y hormiguee en la cabeza. A los hombres mteli- poco mterés.
gentes se les permite, por cons1gmente, llevarlos Se entiende fácilmente que haciendo todo esto
en una mano o ponerlos en el taparrabos cercano el cuerpo de los Papalag1 se vuelva de un blanco
a la glándula del pecho. pálido y carezca del color de la alegría. Pero eso es
Cuando un hombre o una muier de1an su choza lo que en realidad le gusta al hombre blanco. En
y salen a la calle, se envuelven en otra ropa muy especial las muchachas están contmuamente aler-
ancha, que puede ser más gruesa o más fina, tas para proteger su piel de la gran luz que podría
depende de cuánto brille el sol. Entonces cubren quemarla y enro1ecerla. Tan pronto como salen al
también sus cabezas. Los hombres, con un rec1- sol sostienen un gran toldo sobre su cabeza. ¡Como
s1 la palidez de la iuna fuera más bonita que el sucias cuando pasa una chica. ¿Podéis 1magmar
color del sol! Los Papalag1 prefieren hacer estas mayor locura, amigos míos que se considere la
cosas a su modo y están siempre redactando leyes carne como un pecado, un aitu'? Si tuviéramos que
para respaldar sus puntos de vista. Aunque sus creer al hombre blanco, compartiríamos su deseo
nances sean tan agudas como los dientes del tibu- de que nuestra carne se convirtiera en lava con-
rón, ello no significa necesariamente que sean más gelada, sm el calor benéfico que brota del interior.
bellas que nuestras nances, que son redondas y Sin embargo, nosotros queremos seguu divutién-
suaves. ¿Creemos que son feos porque pensamos donos, seguir comunicándonos a través de nues-
de modo distinto sobre todo esto? Como los cuer- tros cuerpos con el sol, guardando nuestra habili-
pos de las mu¡eres y muchachas están siempre dad de correr como caballos salvajes, porque esta-
cubiertos, vive dentro de los hombres el profun- mos desembarazados de taparrabos y no tenemos
do deseo de ver su carne. Algo que uno puede pieles-protege-pie que nos hagan retrasar los pasos
muy bien imaginar. Tienen eso en su mente día y y no nos preocupamos de las cubiertas cayendo
noche, y hablan mucho del cuerpo femenmo de de nuestras cabezas. Disfrutemos de la vista que
tal modo que vosotros pensaríais cómo una cosa nos ofrece una doncella esbelta de cuerpo y con
tan bella y natural puede ser pecado y debe los miembros brillando al sol, o también ba¡o
esconderse en la oscuridad. Sólo s1 empe- la luna. El hombre blanco que tiene que
zaran a enseñar esa carne podrían cen- cubrirse tanto para esconder su ver-
trar su atención en otras cosas y sus güenza está loco, ciego y no siente los @)
o¡os cesarían de murmurar palabras verdaderos placeres de la vida.

(11 Aun despues


de convertirse en
su mu1er, raras veces
se muestra a s1 misma, y,
cuando lo hace, es por !a noche o
en la penumbra. !_Nota de Tuiavíi.)
(2) Rema de Mavo.
l3) Danza nativa.
(4) De v1a1e.
IS) Festividades.
16) Caballeros.
17) Tra1e formal de nocne.
l8) Gran pañue!o para la cabeza.
l9) Espíritu maligno, demonio.
1
CA~ASTAS Uf: os Papalag1 viven como los crustáceos, en
sus casas de hormigón. Viven entre las
Vlf:Ul!A~ ISLAS Uf: piedras, del mismo modo que un ciem-
piés; viven dentro de las gnetas de la lava.
Vlf:Ul!A~ (;l!lf:TAS Hay piedras sobre él, alrededor de él y ba¡o él. Su
,,,, LAS COSAS out: cabaña parece una canasta de piedra. U na canas-
ta con agu¡eros y dividida en cubículos.
t-1A,,,, f:~Tl!f: Sólo por un punto puedes entrar v abandonar
estas moradas. Los Papalag1 llaman a este punto
l~LLAS la «entrada>) cuando se usa para entrar en la caba-
ña y la «salida» cuando se cte1a, aunque es el mismo
y único punto. Á tada a este punto hav un aía de
madera enorme que uno debe empu¡ar fuertemente
hacia un lado para poder entrar. Pero esto es sólo
el pnnC1p10; muchas alas de madera tienen que ser
ernpupdas antes de encontrar la que verdadera-
mente da al mtenor de la choza.
En la mavoría de estas cabañas vive más gente
que en un poblado entero de Samoa. Por cons1-
o


o

207-2"37

~ 1~1 efiRI
~ l'w1I
l'E!/
i-----.1 [iil]
gmente, cuando devuelves a alguien la visita, entrar aire fresco en la habilación, lo cual es muy
debes saber el nombre exacto del a1ga' que quie- necesano. Hay también muchos cubículos sin agu-
res ver, ya que cada azga tiene su parte propia en ¡eros para la luz y el aue.
la canasta de piedra para v1vu: la supenor o la La gente como nosotros se sofocaría rápida-
mfenor, la central o la de la derecha, la 1zqu1erda mente en canastas como éstas, porque no hay
o la de enfrente. A menudo, un azga no sabe nada nunca una bnsa fresca como en una choza sa-
de la otra azga, aunque sólo estén separadas por moana. Los humos de las chozas-cocina tampoco
una pared de piedra y no por Manono. Apolina o pueden salir. La mayor parte del llempo el aire que
Savaii'. viene de afuera no es mucho me¡or. Es difícil
Generalmente, apenas conocen los nombres de entender que la gente sobreviva en estas cucuns-
los otros y cuando se encuentran en el agu¡ero por tancias, que no se conviertan por deseo en pájaros,
el que pasan furtivamente, se saludan con un corto les crezcan las alas y vuelen para buscar el sol y el
movimiento de la cabeza o gruñen como insectos aire fresco. Pero los Papalagi son muy afic10nados
hostiles, como s1 estuvieran enfadados por v1vu a sus canastas de piedra y m s1qmera sienten lo
tan cerca. malas que son.
Cuando un azga vive en la parte más alta de todo, Cada cubículo llene su propia función. El mayor
Justo deba¡o del te¡ado de la choza, el que qmera y me¡or iluminado suve a la familia para el fono--y
visitarlos debe escalar muchas ramas que condu- la recepción de inv!lados, y otro cuarto está reser-
cen arriba, en círculo o en z1g-zag, hasta que se llega vado para dormir. Allí yacen las esteras para dor-
a un silio donde el nombre del a1ga está esenio en mu, o me¡or dicho, están extendidas sobre un
la pared. Entonces, ve delante de sus 010s una ele- andam1a1e de madera que se levanta sobre altas
gante 1mllación de una glándula pectoral femeni- patas, de modo que el aire circula ba¡o las esteras.
na, que cuando la apneta emile un gnto que llama Un tercer cubículo se usa para mgenr comida y
al azga. El azga mira por un pequeño atisbadero para producu olas de humo. En el cuarto se guarda la
ver s1 es un enemigo el que ha tocado la glándula; comida, el qumto está usado para su preparación
en ese caso, no abnrá. Pero s1 ve a un amigo, desa- y el último cubículo, el más pequeño, se usa para
ta el ala de madera y abre de un tirón. Así el invi- bañarse. Ésta es la habitación más bomta. En las
tado puede entrar en la verdadera cabaña a través paredes están colgados espe1os, el suelo está deco-
de la abertura. rado con llamativas baldosas y en el centro se ver-
Incluso esta cabaña está dividida por paredes gue un enorme reop1ente, hecho de metal o pie-
de piedra en pequeños cubículos. Para pasar de dra y lleno de agua, caldeada o no. A este reo-
una parte a otra, entras en cubículos cada vez ma.s p1ente, quizá más grande que la tumba de un rey,
pequeños. Cada cubículo, llamado «hab1tac1ón» sube el Papalag1 para lavarse y qmtarse las arenas
por los Papalag1, tiene un agu¡ero en la pared, y los de las canastas de piedra. Naturalmente hav canas-
mayores a veces tienen dos o tres para de1ar pasar tas con mcluso mas cubículos. En algunas cada
la luz. Estos agujeros están tapados con una pieza niño tiene también su propio cnado, e incluso sus
de vidno que puede ser movida cuando ha de perros y caballos.
Entre estas canastas, los Papalag1 pasan su vida ríos y están cubiertas de duras piedras. Uno l!ene
entera. Ahora en una canasta, después en otra, que andar hasta muy le¡os para encontrar un lugar
dependiendo de la posición del sol. Sus niños cre- abierto, y en este lugar abierto confluyen muchas
cen en el interior de estas canastas, por encima del otras grietas. Éstas también son largas como ria-
suelo, más arriba que la palmera más alta. De vez chuelos de agua fresca e mtercomumcadas por grie-
en cuando los Papalagi de¡an sus canastas priva- tas de igual longitud. Durante días sin fin puedes
das, como ellos las llaman, para ir a una canasta cammar por estas grietas sm salir a un bosque o ver
donde hacen sus traba1os y no qmeren ser moles- un poco de cielo azul. Mirando hacia arriba desde
tados por la presencia de esposa y niños. Mientras estas gnetas, difícilmente puedes ver un poco de
tanto, las mu¡eres y las muchachas están atarea- espac10 claro, porque dentro de cada choza arde
das en la cabaña-cocina preparando los platos, como mínimo un fuego y la mayor parte del tiem-
abrillantando las pieles de los pies o lavando tapa- po muchos a la vez. Por eso los firmamentos están
rrabos. Cuando son lo suficientemente neos para siempre llenos de humos y cenizas, como después
mantener criados, entonces éstos hacen el traba¡o, de una erupción del volcán en Savaii. Las cenizas
mientras ellos van devolviendo visitas o salen a llueven sobre las grietas, por eso las canastas de
comprar comida fresca. piedra han tomado el color del barro de los panta-
Tanta gente como hay viviendo en Samoa, vive nos de mangle y la gente l!ene hollín negro en el
de este modo en Europa, y quizás incluso más. o¡o y el pelo, y arena entre los dientes.
Con todo, hay poca gente que anhele el sol, la luz
y los bosques, pero como norma esto se conside-
ra una enfermedad contra la cual uno tiene que
defenderse. Cuando uno se siente infeliz en esta
vida pedregosa, los demás dicen que n,J es natu-
ral, con lo que dan a entender que él no sabe lo
que Dios ha querido que fuera.
Actualmente estas canastas se yergue".1 a menu-
do unas cerca de otras, en enormes canlldades, m
s1qmera separadas por una palmera o u::1 arbusto,
como la gente de pie, hombro contra hombro.
Dentro de cada canasta vive tanta gente como habi-
tantes hay en un pueblo entero de Samoa. Y direc-
tamente enfrente, sólo a un tiro de piedra, una
segunda fila de canastas aparece, también hombro
contra hombro y con gente v1v1endo en su mtenor.
Por cons1gu1ente, entre las dos filas hav apenas
una grieta estrecha que los Papalagi llaman «calle»
Algunas veces estas grietas son tan largas como

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A pesar de todo, los Papalag1 caminan entre estas miento, el humo negro y la suoedad flotando en
grietas desde la mañana hasta la noche. Hay algu- lo alto sin un simple árbol, sin una mancha de cielo
nos que incluso lo hacen con oerta pasión. He visto azul o bellas nubes, todo esto ¡unto es llamado «c!U-
grietas en las que había agitación todo el tiempo y dad» por los Papalag1. La cmdad es su creación y
por las que una masa de gente fluía como grueso su orgullo. La gente que está v1v1endo allí no ha
estiércoí húmedo. Han constrmdo en estas calles visto nunca un árbol o un bosque, ¡amás han visto
enormes ca¡as de cristal en las que toda clase de el cielo claro m han encontrado al Gran Espíntu
cosas están expuestas, cosas que eí Papalag1 nece- cara a cara, es gente que vive como los reptiles en
sila para v1v1r: taparrabos, pieles para pies y manos, las lagunas o en los arrecifes de coral, aunque estos
ornamentos para la cabeza, cosas de comer, carne ammales, al menos, son bañados por la clara agua
y también frutas reales y legumbres, y muchas del mar y besados por los labios cálidos de los
otras cosas más. Estas cosas están expuestas para rayos del sol. ¿Están los Papalagi orgullosos de
que todo el mundo pueda verlas y además apa- haber reumdo tanta piedra? No lo sé. Los Papalag,
rezcan muy tentadoras. Pero no se permite a nadie son gente con gustos raros. Sin ninguna razón en
coger nada de allí, aunque lo necesile con urgen- espeoal, hacen toda clase de cosas que les ponen
cia, hasta después de pedir permiso y de hacer un enfermos, pero aun se sienten orgullosos de ellas
sacrificio. y cantan odas a su propia glona.
Hay muchas grietas en las que el peligro acecha Así llaman cmdad a lo que he descnto. Y hay
~ muchas cmdades seme1antes, pequeñas y grandes.
~ por todas partes, porque la gente no sólo camina
una contra otra, sino que se embisten también desde En la más grande vJVe uno de los Jefes del país. Las
dentro de enormes ca¡as de vidrio que se deslizan cmdades están dispersas sobre las tierras, como
en correderas de metal. Hay un rmdo tremendo. nuestras islas están dispersas en el mar. Algunas
Nuestras ore¡as empiezan a silbar a causa de los veces no hav más que la distancia de un baño entre
caballos que golpean el pavimento ccn sus pezu- ellas, otras veces un día de v1a¡e. Todas estas islas
ñas y de la gente que patea con fuerza con sus pie- de piedra están muv bien comumcadas por cami-
les de los pies; a causa de los niños berreando v de nos. Pero también puedes vrn¡ar en un barco de be-
los hombres chillando. Y todos ellos gn tan, por ale- rra, largo v estrecho como un gusano, despidiendo
gría o por miedo. Es imposible hacerte oír, a menos humo todo el tiempo y deslizándose muy rápido
de que gntes tú también. Hay un repiqueteo, retum- sobre caminos de hierro, más rapido que una canoa
bar, crujir y aporrear continuo, como s, estuvieras con doce hombres remando aí límite de velocidad.
de pie ante los acantilados de Savaii durante una Pero si quieres llamar a un tafo/a, a un amigo que
gran tormenta. Pero ese ruido al menos es agrada- está le1os, no necesitas caminar o desplazarte hasta
ble y no te roba la voz como sucede con el rmdo de él. puedes soplar tus palabras en una cuerda de
estas grietas de piedra. metal que corre entre una isla de piedra v otra como
Estas canastas de piedra con toda esa gente, una larga enredadera. Más rapido de lo que un
estas profundas grietas de piedra entrelazándose pájaro puede volar llegaran a su destino.
como largos ríos, la act1v1dad febril y el mov1- Entre estas islas de piedras se encuentra la verda-
dera tierra llamada Europa. Fuera de allí, hay regio- que la gente del campo y de que su traba¡o es más
nes tan bellas y fértiles como nuestras islas, donde importante que plantar legumbres en la tierra. A
hay pájaros, ríos y bosques y también pueblos de pesar de todo, este conflicto entre los Papalag1 no
verdad. es lo suficientemente seno para acabar en guerra.
En estos pueblos vive otra gente que en las cm- Pero ya vivan en el campo o en las grietas, a los
dades, gente de carácter diferente. Se les llama gente Papalag1 les gustan en general las cosas tal como
de campo. Tienen manos más grandes y taparra- son. El hombre del campo admira las viviendas de
bos más suc10s. Su vida es mucho más saludable y la gente de las grietas cuando ocasionalmente va
hermosa que la de la gente de las gnetas, pero no allí, y la gente de las grietas gorgea y canta todo su
se dan cuenta. Están celosos de la gente de la cm- poderío cuando pasa por un pueblo. La gente de las
dad, a los que llaman «huesos gandules» porque gnetas permite a la gente del campo cebar sus cer-
no trabaJan la tierra, ru plantan las frutas o las reco- dos artificialmente, y la gente del campo les de¡a
gen. Viven en arurnos1dad unos contra otros porque construir sus canastas de piedra y regocijarse en ello.
tienen que darles comida de sus tierras, coger las Pero nosotros, niños libres del sol y de la luz,
frutas para que la gente de las gnetas se las coma y permaneceremos leales al Gran Espíritu y no opn-
cnar y crndar al ganado hasta que haya engordado miremos nuestros corazones con piedras pesadas.
y entonces compartirlo con los otros. Naturalmente, Sólo gente enferma y perdida que se ha alejado de
es difícil proveer a toda esa gente de la cmdad de la mano de Dios puede vivir en grietas, donde el
comida y no entienden, con razón, por qué esos sol, el viento y la luz no pueden entrar. Con placer
huesos-gandules llevan taparrabos más limp10s y depmos al Papalagi su dudosa felicidad, pero nos
por qué tienen manos más bellas y blancas que defenderemos contra sus esfuerzos de cons-
ellos, y por qué no tienen que sudar al sol trrnr canastas de piedra también en nues-
y tiritar en la fría lluvia. tro soleado país y de matar la alegría de
A la gente de las grietas no les la vida con rocas, grietas, suCJedad,
importa mucho todo esto. Están con- ruido, humo y polvo, como es su
vencidos de que tienen más derechos intención.

(1) Familia.
(2) Tres islas
pertenecientes
al grupo de Samoa.
(3) Salutaciones.
scuchadme con mente abierta, mis más
~LM~TAL
v~uo~uo ~ ~L
VAV~L TOSCO
1 sensibles hermanos, y estad agradecidos
de no conocer los pecados y horrores del
hombre blanco. Todos vosotros s01s mis
testigos de que el rn1s1onero dijo: «Dios es amor»
Un buen cnshano ha de mantener siempre la ima-
gen del amor ante sus OJOS. Ésta es la razón, según
él, por la que el hombre sólo reza al Gran Dios.
Hermanos, él nos ha mentido y nos ha estafado; él
fue sobornado por los Papalag1 para conducirnos
por el mismo cammo con las palabras del Gran
Espmtu. Porque ellos adoran el papel tosco y el
metal redondo, invocan al dinero corno a un Dios.
Cuando hablas a un europeo sobre el Dios del
Amor, sonríe v pone cara divertida. Sonríe por tu
estupidez. Pero tan pronto corno le muestres una
pieza de metal redondo v brillante o una hoJa de
papel tosco, entonces sus 010s se iluminan v la sali-
va empieza a babear por sus labios. Dinero es su
único amor, el dinero es su Dios. Esto es en lo que para la noche, por la luz que brilla en el interior de
todos los blancos piensan, incluso cuando duer- tu cabaña. Cuando quieres cazar al gorrión o ir a
men. Hay algunos cuyas manos se han vuelto retor- un sitio en el que la gente se divierte, donde can-
cidas y han tomado la apanenoa de las patas de tan y bailan, o s1 quieres pedir conseio a tu her-
una termita, como resultado del continuo esfuerzo mano, debes pagar por todo. En todas partes tu
por obtener el metal y el papel. A otros se les han hermano permanece con una mano extendida y te
vuelto ciegos sus o¡os de tanto contar el dinero. despreciará y maldecirá si la de1as sin llenar. Una
Existen aquellos que han dado su alegría a cambio sonnsa de excusa o una mirada amistosa no ayu-
de dinero, su nsa, su honor, su alma, su felicidad; dan a ablandar su corazón. En lugar de eso abnrá
s1, incluso su esposa y niños. Casi todos ellos han su boca y te gntara: «¡Granu¡a, huesos-gandules,
dado su salud por dinero. Lo llevan consigo en sus mendigo!», que significa todo lo mismo y está con-
taparrabos, doblado Junto, entre duras pieles. Por siderado como un grave msulto. Incluso para nacer
la noche lo ponen baJO su envuelve-camas, de modo tienes que pagar v, cuando mueres, tu a,ga debe
que nadie pueda llevárselo. Piensan en él noche y pagar, puesto que tú estás muerto y debes pagar
día, cada hora, cada mmuto. Y todo el mundo ¡todo para obtener permiso para depositar tu cuerpo en
el mundo! ¡los niños también! Se lo llevan a casa. la tierra y por la gran piedra que ponen encima de
Sus madres se Jo enseñan y lo ven de sus propios tu tumba como recordatono.
padres. Cuando cammas por las grietas de He descubierto una única cosa por la que no se
Siamanzs', oyes gntar por todas partes, ¡marco! Y un pide dinero y de la que todo el mundo puede tomar
momento después otra vez ¡marco! En todas par- tanto como qmera: el aire para respirar. Pero sos-
tes oyes este gnto, ya que es el nombre local del pecho que eso ha escapado meramente a su aten-
metal redondo y del papel tosco. Er, Fafali', se le ción y no dudo en decir que, s1 mis palabras pudie-
llama franco, en Peletama', chelín, y en Italia, lira. ran ser oídas en Europa, inmediatamente pedirían
Marco, franco, chelín, lira, todo es lo T11smo. Todo metal y papel tosco por eso también. Porque cada
significa dinero, dinero, dinero. Dinero es el úmco europeo siempre está a la búsqueda de una razón
Dios verdadero de los Papalag1, al menos s1 consi- para pedir continuamente más dinero.
deras que Dios es lo que más amas. Estar en Europa sin dinero es como ser un hom-
Y así, en la tierra de los blancos es imposible bre sin cabeza, sm miembros, un cero. Debes tener
estar sin dinero, ni s1qu1era por un momento, entre dinero. Necesitas dinero corno necesitas la comi-
el amanecer y el ocaso, ¡sin nada de dinero' No da, beber y dormir. Cuanto más dinero tienes más
podrías sal!sfacer tu hambre, tu sed, s'cnas incapaz tácil es la vida. Cuando posees dinero puedes com-
de encontrar una estera para la noche. Te encerra- prar tabaco, anillos v hermosos taparrabos. Puedes
rían en la más sombría pfu1-pfut' y difamarían tu comprar tanto tabaco, anillos y taparrabos como
nombre en muchos papeles', porque no tienes dine- quieras, tanto como tu dinero te permita. Si tienes
ro. Tienes que pagar, que significa dar dinero, por mucho dinero, puedes comprar muchas cosas. Por
el suelo en el que permaneces de pie, por el punto cons1gu1ente todo el mundo quiere más del que
donde quieres construir tu cabaña, por la estera tiene el otro. Por eso todos van tras el dinero y los
o¡os de todo el mundo lo persiguen constante- nen que ensuC1arse las manos o fatigar sus mús-
mente. Cuando tiras una pieza de metal redondo culos. Si él es un constructor de botes, ellos tienen
en la arena, los niños se arro¡an detrás y luchan por que ayudarle a constrmr botes. Del dinero que él
él, y el que lo coge es el vencedor y está muy feliz. gana con el traba¡o de otro hombre, dinero que con
Sin embargo no se tiran regularmente piezas de todo derecho debiera pertenecer a este hombre,
dinero en la arena. ¿De dónde viene el dinero?, aparta la mayor parte y tan pronto como puede,
¿Cómo puedes obtener mucho? Oh, de todas las alquila a otro hombre para traba¡ar por él y más
formas, fácil y difícil. Cuando cortas el cabello a tu tarde a un tercero; más y más hermanos están cons-
hermano, cuando quitas la suC1edad de enfrente truyendo botes para él, algunas veces hasta más
de su casa, cuando vas en una canoa por el agua y de Gen. Finalmente ya no hace nada más que tum-
cuando tienes un gran pensamiento. Sí, en este barse en su estera, beber kava europea y quemar
documento debe menc10narse que no sólo se pide esas cañas humeantes. Él da los barcos cuando
el metal redondo y el papel tosco para casi todo; están listos y recibe el metal redondo y el papel
también puedes obtenerlo haciendo casi nada. Lo tosco, que los otros ganaron por él. La gente dice
úmco que tienes que hacer es realizar una acción que es neo. Todo el mundo le envidia, le adula, le
que en Europa es llamada «trabaJO» «Traba¡a y ten- habla de un modo amistoso. Porque en la· tierra de
drás dinero»; es la norma común europea. Existe, los blancos un hombre no es respetado por su
sm embargo, una gran m¡usticia que el Papalagi nobleza o su valor, smo por la cantidad de dinero
tiende a ignorar, y que no considerará porque sig- que tiene, cuánto gana en un día y cuanto puede @)
nificaría reconocer esta m¡ust1C1a. No toda la gente recoger en sus ca¡as fuertes de hierro, que son tan
que tiene mucho dinero también traba¡a mucho. pesadas que m siquiera un terremoto puede mene-
(Naturalmente a todo el mundo le gustaría tener arlas.
mucho dinero sm tener que traba¡ar poc ello.) Asi Hay muchos blancos que ahorran todo el dine-
es como funciona; tan pronto como un blanco tiene ro que los otros ganan para ellos; entonces lo lle-
suficiente dinero para su comida, su cabaña y su van a un slt10 donde está muy bien guardado.
estera, y un poco para ahorrar, por ese poco de¡a a Siempre llevan más dinero allí, hasta que m siqme-
su hermano traba¡ar con él. Empieza dejándole ra necesitan va a los otros para hacer el traba¡o por
hacer el traba¡o que pone sus manos tosec5 y suC1as. ellos, porque el dinero hace el traba10 por sí solo.
Le de¡a que limpie la suC1edad que él hace. Y s1 es Cómo una cosa asi es posible, sm nada en absolu-
una mu¡er, alquila una muchacha para hacer el tra- to de hech1cena, nunca me resultó del todo claro,
ba¡o por ella. La chica debe limpiar las esteras pero parece que el dinero llama al dinero; como las
suC1as, los utensilios para la comida y las pides de ho1as creciendo en un árbol, asi un hombre se va
los pies. Debe remendar los taparrabos rasgados y haC1endo cada vez más neo, incluso cuancio está
no puede hacer nada que no sea agradable o útil a dormido.
la señora. De este modo él o ella ganan tiempo para Ni s1qmera cuando alguien tiene mucho dinero,
hacer un traba¡o mayor, más importante o más mucho más del que la mayoría de gente tiene, tanto
agradable, por el que reciben más dinero y no tie- que cientos de miles de traba¡adores podrian
reducir con él su aflicción, cede nada de él. Cubre Un grupo nunca tiene tiempo para sentarse al sol,
el metal redondo con sus manos y se sienta sobre mientras que los otros no hacen nada más. El
el papel tosco; avanc1a y avidez arden en sus OJOS. Papalagi dice: «No toda la gente puede tener tanto
Y cuando le preguntas qué proyecta hacer con todo como tienen algunos». En este refrán basa el dere-
ese dinero, dándote cuenta de que no puedes hacer cho a ser cruel cuando trafica con dinero. Su cora-
mucho más en la herra que veshrte y saaar tu ham- zón es como una piedra y su sangre es fría. Sí, él
bre y tu sed, entonces no sabe qué deCJr o contes- engaña, miente, y es siempre deshonesto y peli-
ta: «Qmero ganar más dinero, siempre más y más» groso cuando sus manos van a consegmr dinero.
Entonces pronto te percatas de que el dinero Je ha Ocurre a menudo que un Papalagi mata a otro, sólo
vuelto enfermo, que su sentido común ha escapa- por dinero. O le mata con el veneno de sus pala-
do ante la enfermedad del dinero. bras o le droga para despo¡arle después de todo.
Él está enfermo y poseído, porque su alma ha Usualmente es ésta la razón por la que uno no con-
sido atrapada por el metal redondo y el papel tosco, fía en el otro; todos ellos conocen su debilidad.
y ya nunca parará de acumular tanto como sea posi- También por eso es imposible avenguar s1 un hom-
ble. Nunca puede razonar: qmero depr este mundo bre con mucho dinero tiene también buen corazón.
sm haber hecho ninguna maldad y sm llevar las- Es posible que sea muy malo. Nunca puedes ave-
tre alguno, porque así es como el Gran Espín tu me nguar cómo v dónde ha amasado sus nquezas.
envió al mundo, sm metal redondo o papel tosco. Pero por esta misma razón, un hombre neo nunca
De este hecho sólo unos pocos se dan cuenta. La sabe si los honores que se le hacen son por su metal
mayoría permanecen enfermos para siempre, redondo o por él; normalmente es por su metal
nunca vuelven a estar sanos de corazón otra vez y redondo. Por cons1gmente, tampoco entiendo por
sólo se complacen en el poder que las enormes can- qué las personas que no poseen metal redondo y
tidades de dinero les propomonan. Se tunchan con papel tosco se sienten avergonzadas y enVIdian a las
orgullo, como la fruta tropical tras un chaparrón. otras, en lugar de deJar a las otras envidiarlas a ellas.
Con júbilo deJan a sus hermanos e¡ecutar la labor Porque no es ni honorable ni bueno llevar muchos
pesada, mientras ellos crecen gordos y echan car- cordeles con conchas. Tampoco es bueno ser ben-
nes. Hacen eso sm entrar en conflicto con su con- deodo con tanto dinero. De1a a la gente sm aliento
c1enc1a. Muy orgullosos, miran sus dedos limpios, y estorba los mov1m1entos naturales del cuerpo.
que nunca volverán a ensuciarse otrc. vez. El cono- Pero ni un simple Papalag1 osa despreciar el
etm1ento de que continuamente roban la tuerza de dinero. Áquellos que no aman el dinero son ridi-
los otros para añadirla a la suya propia, no les pre- culizados, son miea". Riqueza es tener mucho dine-
ocupa o les roba el sueño por la noche. No entra ro, es ser teliz, esto es lo que el Papalag1 dice. Y
en sus mentes compartir con los otros el dinero también dice; el pa1s más neo es el mas feliz.
parn aliviar su carga. Mis hermanos de piel luminosa, todos nosotros
Por eso hay dos clases diferentes de gente en somos pobres. Nuestra tierra es la más pobre de
Europa: el primer tipo tiene que traba¡ar duro y el todas las tierras ba¡o el sol. No tenemos sufioente
segundo traba¡a sólo un poco, o nada en absoluto. metal redondo o papel tosco para llenar nt s1qu1e-
ra un cofre. De acuerdo con las normas de los que a otro, o a algmen tener mucho y al otro no
Papalag1 somos desdichados mendigos. Y todavía, tener nada en absoluto. Así no llegaremos a ser
cuando miro a vuestros OJOS y los comparo con como los Papalag1 y no estaremos felices y con-
aquellos de los ricos allí, encuentro los suyos can- tentos cuando nuestro hermano, al lado, se sienta
sados, mortecinos y perezosos, mientras que los mfeliz y tnste.
vuestros brillan como la gran luz, emitiendo rayos Pero, sobre todo, pongámonos a salvo del dine-
de felicidad, fuerza, vida y salud. Sólo he visto ro. Los Papalagi también agitan el metal redondo
O1Os como los vuestros en los niños de los Papalagi, y el papel tosco delante de nuestros OJOS, para des-
antes de que puedan hablar. Porque antes de esa pertar nuestra codiCJa. Declaran que nos harán más
época no tienen todavía conoc1m1ento del dinero. neos y felices. Muchos de entre nosotros hemos sido
¡Qué poderosa es la graCJa del Gran Espíntu, que casi tocados y cegados por esta espantosa enfer-
nos protege de ese aztu! El dinero es un aztu, por- medad.
que todo lo hace malo y a todo el mundo hace Pero vosotros creéis las palabras de vuestro
malo. Incluso si sólo tocas el dinero, caes baJo su humilde y sabéis que cuento la verdad cuando digo
hechizo y aquel que lo ama debe servirlo y con- que el dinero no hace nunca más o menos feliz,
sagrarle toda su fuerza durante el resto de su vida. sino que lanza el corazón a la confusión infinita,
Amemos nuestras formas nobles y despreciemos que con dinero nadie es nunca ayudado por sí
al hombre que pide una afola 7 a camb10 de mismo, que no os hará más contentos, más
su hospitalidad o por cada fruto que te fuertes, más felices; odiad el metal redon- @
da. Respetemos nuestras normas que do y el papel tosco, del mismo modo
no permiten a uno tener mucho más que odiáis a vuestro peor enemigo.

(1) Alemania.
(2) Francia.
(3) Inglaterra.
!41 Cárcel, prisión.
(5) Periódicos.
16) Estupido.
(7) Regalo o recompensa.
ambién podéis reconocer al Papalag1 por
LOS VAVALA61
so~ VOIJl:21'.S A
CAUSA Uf'.
SUS MUCtiAS
1 su deseo de hacemos sabios y porque nos
dice que somos pobres y desdichados y
que estamos necesitados de su ayuda
y comprensión, porque no poseemos nada.
Perm1bdme explicaros, hermanos queridos de
las muchas islas, que es UNA COSA.
COSAS Un coco es una cosa; un matamoscas, un tapa-
rrabos, la concha, el anillo del dedo, el rec1p1ente
para la comida v el tocado, todo ello son cosas. Pero
hay dos clases de cosas. Hay cosas hechas por el
Gran Espmtu sm que lo veamos v que nosotros,
los niños de la tierra, no tenemos dificultad en obte-
ner. Como. por e1emplo, el coco, la banana y la con-
cha de mar. Después, hav cosas hechas por la gente
a base de mucho traba10 y privación, cosas como
anillos para los dedos, matamoscas y reCip1entes
de comida. Pues bien, los alii piensan que tenemos
neces1daci de las cosas hechas por sus manos, por-

1 111111
que oertamente no piensan en las cosas con las que palo y agrandar el hueco formado por nuestras
el Gran Espíritu nos provee. Porque, ¿quién puede manos con un tanoa' pero todavía no ha habido nin-
ser más neo que nosotros? y ¿quién puede poseer gún samoano ni Papalag1 que tnunfara en hacer
más cosas del Gran Espíritu que ¡ustamente noso- una palmera o una planta de kava.
tros? Lanzad vuestros o¡os al honzonte más le¡ano, Actualmente esos Papalag1 piensan que pueden
donde el ancho espacio azul descansa en el borde hacer mucho y que son tan fuertes como el Gran
del mundo. Todo está Espíritu. Por esa razón,
lleno de grandes cosas: miles y miles de manos
la selva, con sus picho- no hacen nada más que
nes salva¡es, colibrís y produor cosas, del ama-
loros; las lagunas, con necer al crepúsculo. El
sus pepmos de mar, con- hombre hace cosas, de
chas y vida marina; la las cuales no conocemos
arena, con su cara bn- el propósito ni la belle-
llante y su piel suave; el za. Y los Papalagi inven-
agua crecida, que puede tan cada vez más cosas.
encolenzarse como un Sus manos arden, sus
grupo de guerreros o rostros se vuelven ceni-
sonreír como una Taopou; cientos y sus espaldas
y la amplia cúpula azul están encorvadas, pero
que cambia de color cada todavía revientan de
hora y trae grandes flo- felicidad cuando han
res·que nos bendicen con tnunfado haciendo una
su luz dorada y platea- cosa nueva. Y, de repen-
da. ¿Por qué ser tan locos te, todo el mundo qme-
como para produc1r más re tener tal cosa; la
cosas, ahora que tene- ponen frente a ellos, la
mos ya tantas cosas adoran y le cantan elo-
notables que nos han si- gios en su lengua1e.
do dadas por el mismo Gran Espíntu? De cualquier ¡Oh, hermanos!, confirmad mis creenoas porque
forma, nunca seremos capaces de me1orar sus tra- he observado al Papalag1 y he visto sus mtenc1ones
ba¡os, porque nuestro espíritu es débil y endeble, tan claras como s1 las iluminase el sol del medio-
y el poder del Gran Espíntu es enorme; compara- día. Porque él destruye todas las cosas del Gran
das a sus enormes y omnipotentes manos, las nues- Espíritu. Donde qmera que vaya, quiere volver a
tras son pequeñas y débiles. Las cosas que pueden la vida de nuevo, por su prop10 poder, aquellas
hacer son endebles y no vale la pena hablar de ellas. cosas que pnmero ha matado, y qmere luego con-
Podemos hacer más largo nuestro brazo con un siderarse a s1 mismo el Gran Esp1ntu porque pro-

-~---- . ~ , , - - - - - - - - - - -
duce tantas cosas. Hermanos, tratad de imaginar son pobres porque persiguen las cosas como locos.
que en este mismo momento se levantase una tor- Sin cosas no pueden vivlf: Cuando han hecho del
menta y arrasara todas las selvas y montañas, que caparazón de una tortuga un ob¡eto para arreglar
también las conchas y cangre¡os fuesen arrastra- su cabello, hacen un pelle¡o para esa herramienta,
dos de la laguna y m siqmera quedase una flor de y para el pelle¡o hacen una ca¡a, y para la ca¡a, una
hib1sco para que nuestras chicas la llevasen en el ca¡a más grande. Todo lo envuelven en pelle¡os y
cabello, tratad de imaginar que todo lo que vemos ca¡as. Hay ca¡as para taparrabos, para telas de arri-
a nuestro alrededor desapareciese repentina- ba y para telas de aba¡o, para las telas de la colada,
mente, de modo que nada para las telas de la boca y
quedase, y la arena y la tie- otras clases de telas. Ca¡as
rra llegasen a ser como la para las pieles de las manos
palma de nuestra mano o y las pieles de los pies, para
la colina sobre la que el el metal redondo y el papel
magma se ha deslizado. tosco, para su comida y
Entonces tendríamos que para su libro sagrado, para
llorar a la palmera, a las todo lo que podáis 1mag1-
conchas y a la selva, ten- nar. Cuando una cosa sería
dríamos que afligirnos por suficiente, hacen dos. Si
todo. Donde se congregan
todas las chozas que ellos
entras en una cabaña euro-
pea para cocinar, ves tantos
®
llaman una cmdad, allí la recipientes para la comida y
tierra está tan desnuda herramientas que es impo-
como la palma de vuestra sible usarlos todos a la vez.
mano y ésta es una de las Y por cada plato hay un
razones por las que a los tanoa distinto: uno para el
Papalag1 se les han ablandado los sesos y ¡uegan agua y otro para eí kava europeo, uno para los cocos
a ser el Gran Espíritu en persona: para no pensar y otro para las uvas.
en todas las cosas que han perdido. Porque están Hay tantas cosas dentro de una choza europea,
despoJados y porque su tierra se ha vuelto tan tns- que s1 cada hombre de un pueblo samoano se lleva-
te que colecc10nan cosas como un loco colecciona se un brazado, la gente que vive en ella no sería
ho¡as muertas y llena su cabaña con ellas hasta que capaz de llevarse el resto. En cada choza hay tantos
todo espacio libre queda ocupado. Ésta es la razón ob¡etos que los caballeros blancos emplean muchas
de que nos envidie y espere hacernos tan pobres personas sólo para ponerlos en el sitio que les corres-
como él es. ponde y para limpiarles la arena. Incluso las taopou
Es signo de gran pobreza que alguien necesite de alta cuna emplean gran cantidad de su tiempo
muchas cosas, porque de ese modo demuestra que en contar, rearreglar y limpiar todas sus cosas. Todos
carece de las cosas del Gran Espintu. Los Papalag1 vosotros sabéis, hermanos, que cuento la verdad

---------
que he visto con mis propios OJOS, sm añadir a m1 manos de los Papalag1 nunca están qmetas, siem-
h1stona nmguna opmión. Por eso creedme cuan- pre hacen cosas. Ésta es la razón por la que los ros-
do os cuento que hay gente en Europa que pre- tros de la gente blanca parecen a menudo cansa-
s10nan un palo de fuego en sus frentes y se matan, dos y tristes, ,. la causa de que pocos de ellos pue-
porque prefieren no v1v1r a vivir sm cosas. Los dan hallar un momento para mirar las cosas del
Papalagi turban de todos los modos posibles sus Gran Espíritu o ¡ugar en la plaza del pueblo, com-
mentes y enloquecen pensando que el hombre no poner canCJones felices o danzar en la luz de una
puede v1 vir sm cosas, como no puede v1 v1r sm fiesta y obtener placer de sus cuerpos saludables,
comida. como es posible para todos nosotros'.
También por eso, nunca he sido capaz de encon- Tienen que hacer cosas. Tienen que seguir con
trar una choza en Europa donde pudiera descan- sus cosas. Las cosas se cierran y reptan sobre ellos,
sar del modo apropiado en m1 estera, sm nada que como un ejército de dimmutas hormigas de arena.
estorbara mis miembros cuando quería eshrarme. Ellos cometen los más horribles crímenes a sangre
Todas aquellas cosas lanzan destellos de luz o gn- tría, sólo para obtener más cosas. No hacen la gue-
tan chillonamente con las voces de sus colores, de rra para satisfacer su orgullo masculino o medir
tal modo que no podía cerrar mis o¡os en paz. su tuerza, smo sólo para obtener cosas.
Nunca hallé el verdadero reposo allí m fue mayor No obstante se dan cuenta del gran derroche
m1 nostalgia por m1 cabaña samoana; esa cabaña que es su vida o no habria tantos Papalag1 de alta
en la que no hay nada más que una estera para dor- posJCión que no hacen durante su ex1stenc1a nada
mir y un envuelve-cama, y donde nada te turba más que sumergir cabellos en zumos coloreados
salvo la suave bnsa del mar. y con ellos tormar bellas representac1ones-espeJO
Los que tienen pocas cosas se llarr.an a sí mis- sobre esteras blancas. Escriben todas las buenas
mos pobres o mfelices. Ningún Papalag1 canta o palabras de Dios, tan brillantes y llenas de color
va por la vida con un destello en su mirada cuan- como pueden. También moldean gente con arcilla
do su úmca posesión es un rec1p1ente de comida blanca, sm nmgún taparrabos; muchachas de
como hacemos nosotros. Si los hombres y mu¡eres mov1m1entos libres, encantadoras como la laopou
del mundo de los blancos residieran en nuestras de Matautu e 1magenes de hombres, blandiendo
cabañas, se lamentarían v afligirían, e trían a bus- garrotes y acechando al pichón salva¡e en el bos-
car rápidamente madera de los bosques y capara- que. Gente hecha de piedra, para la que los
zones de tortuga, vidrios, fuerte alambre y llama- Papalag1 construven enormes cabañas teshvas, a
hvas piedras y mucho, mucho mas. Y moverían las que la gente v1a¡a desde enormes distancias
sus manos de la mañana hasta la noche, hasta que para disfrutar de su graCJa v belleza. Permanecen
la choza samoana estuviese llena de ob¡etos enor- de pie enfrente de ellas, apretadamente cubiertos
mes y pequeños que se rompen tácilmente y son con sus taparrabos v tintando. Yo he visto a los
destructibles por el fuego y la lluvia, y que por esto Papalag1 lamentarse cuando admiraban la belle-
deben sustitmrse todo el tiempo. Cuantas mas za que ellos mismos hab1an perdido. Ahora el
cosas necesitas, me1or europeo eres. Por esto las hombre blanco quiere hacernos neos travendonos
todos sus tesoros, sus cosas. Pero esas cosas son ha dado el Gran Espíritu, precisarnos muy poco.
corno flechas envenenadas, que matan a aquellos Él nos dio o¡os para ver las cosas, pero necesitáis
en cuyo pecho se han introducido. Una vez oí, por más que todo el tiempo de nuestra vida para ver-
casualidad, decir a un hombre que conoce bien las todas. Y nunca pasó mayor mentira por los
nuestras islas: "Vamos a forzar nuevas necesida- labios de un ser humano corno cuando el hombre
des en ellos». ¡Las necesidades son cosas! Y aquel blanco nos dice que las cosas del Gran Espíritu tie-
sabio dijo más: «Entonces podernos ponerles a tra- nen muy poco valor, pero que las cosas que ellos
ba¡ar también fácilmente» Quería decir que ten- producen son más útiles y valiosas. Sus prop10s
dríamos que usar la fuerza de nuestras manos para ob¡etos son numerosos, resplandecientes y bri-
hacer cosas, cosas para nosotros mismos, pero llantes, lanzan miradas seductoras a nuestro siste-
principalmente cosas para los Papalag1. Debernos ma de vida y se nos imponen, pero nunca hacen el
estar también cansados, encorvados y grises. cuerpo de un Papalagi más bello, sus ojos más bri-
Hermanos de muchas islas, debernos llantes o sus mentes más agudas. Ésta es otra
mantener nuestros o¡os muy abiertos, razón por la que sus cosas tienen poco
porque las palabras de los Papalagi valor y las palabras que pronuncian y
saben corno los dulces plátanos, pero fuerzan v10lentarnente nuestra cons-
están llenas de flechas escondidas que ciencia, son pensamientos empapa-
saldrán para matar toda la luz y ale- dos de veneno, las eyaculaciones de
gría que hay en nosotros. No olvide- un espíritu maligno.
mos nunca eso. Aparte de lo que nos

(1) Recipiente de madera de


tres o cuatro patas, usado para la
preparación de la bebida nativa.
12) Muy a menudo, los samoanos
van a ¡ugar y bailar 1untos.
Aprenden a bailar a muy temprana
edad. Cada pueblo ttene sus
canciones y poetas. Por la noche se
puede oir cantar denuo de cada
cabaña. El canto es me!odioso,
principalmente porque el idioma es
muy neo en vocales, pero también
a causa del delicado Kbuen oido»
de los isleños.

·---- -----
os Papalag1 adoran el metal redondo y el
LOS VAVALAf71 ~O
Tll=~I=~ TIIMVO
1 papel tosco; les da mucho p. lacer poner
los zumos del fruto muerto y la carne de
los cerdos, bueyes y otros arumales horn-
bles dentro de sus estómagos. Pero también sien-
ten pasión por algo que no podéis comprender, pero
que a pesar de esto existe: el l:!empo. Lo toman muy
en seno y cuentan toda clase de tonterías sobre él.
Aunque nunca habrá más tiempo entre el amane-
cer y el ocaso, esto no es suficiente para ellos.
Los Papalag1 nunca están satisfechos con su
l:!empo y culpan al Gran Espíritu por no darles más.
Sí, difaman a Dios y a su gran sabiduría dividien-
do cada nuevo día en un comple¡o patrón, cortán-
dolo en piezas, del mismo modo que nosotros cor-
tamos el interior de un coco con nuestro machete.
Cada parte tiene su nombre. Todas ellas son lla-
madas segundos, minutos u horas. El segundo es
mas pequeño que el minuto y el minuto más peque-
f ...
1

••
••
¡1.1
ño que la hora. Pero todos ellos ensartados ¡untos comunes a la gente blanca son: «El tiempo se des-
forman una hora. Para hacer una hora, necesilas vanece como el humo.» «El tiempo corre» y «Dame
sesenta mmutos y muchos, muchos segundos. sólo un poco más ele l!empo.»
Ésta es una h1stona increíblemente confusa, de He dicho que probablemente es alguna clase de
la cual yo mismo no he entendido todavía los pun- enfermedad; porque cuando el hombre blanco sien-
tos más sutiles, puesto que es difícil para mí estu- te deseos de hacer algo, cuando por e¡emplo su
diar está tontería más allá de lo necesario. Pero los corazón desea ir caminando por el sol, navegar en
Papalagi le atribuyen mucha importancia. Hom- un bote por el no o hacer el amor a su amiga,
bres, mu¡eres y hasta niños demasiado pequeños usualmente se pnva de su propia dicha al ser mea-
para andar, llevan una máquma pequeña, plana y paz de encontrarlo. Menoonará miles de cosas que
redonda, dentro de sus taparrabos, atada a una se llevan su l!empo. Malhumorado y farfullando
cadena de metal pesado, colgando alrededor de soporta un traba¡o que no siente ganas de realizar,
la garganta o alrededor de la muñeca; una máqui- que no le da nmgún placer y al que nadie más que
na que les dice la hora. Leerla no es fácil. Se les él rrusmo le obliga. Y cuando, repentinamente, des-
enseña a los niños arrimándolos a sus ore1as, para cubre que en verdad llene tiempo o cuando otros
despertar su cunos1dad.
Estas máquinas son tan ligeras que puedes le-
vantarlas con los dedos y llevan una maqumana '
dentro de sus estómagos, como los grandes barcos
que todos vosotros conocéis. Hay también grandes
máquinas del tiempo, que permanecen de pie en el
interior de sus cabañas, o colgando de una gran
casa para así ser más v1Sibles. Ahora bien, cuando
una parte del tiempo ha pasado, queda indicado
por dos pequeños dedos sobre la cara de. la máqm-
na y, a la vez, gnta y un espíritu hace chocar ei lue-
rro en su mtenor. Cuando en una cmctad europea
ha pasado cierta parte del tiempo, estalla un espan-
toso y clamoroso estrépito.
Al sonar este rmdo del tiempo, los Papalag1 se
lamentan: «¡Terrible, otra hora esfumada!». Y enton-
ces, como una norma, ponen el rostro sombrío ele
alguien que llene que vivir una gran tragedia.
Asombroso, pues inmediatamente después empie-
za una nueva hora.
Nunca he sido capaz de comprender eso, pero
creo que debe ser una enfermedad. Lamentos
se lo dan -los Papalag1 se dan a menudo unos a
otros tiempo y ningún regalo es más preciado que
ése- entonces descubre que no sabe qué hacer
durante ese tiempo en particular, o que está dema-
siado cansado de su trabaJO, sin alegría. Y siempre
está determinado a hacer esas cosas mañana, por-
que hoy no tiene tiempo.
Hay Papalag1 que dicen no tener nunca tiempo.
Caminan aturdidos como s1 hubieran sido toma-
dos por un aíiu y dondeqmera que se muestren
provocan desastres, porque han perdido su tiem-
po. Estar poseído es una terrible enfermedad que
la medicina del hombre no puede curar y que con-
tagia a muchos otros, volviéndolos profundamen-
te infelices.
Porque los Papalag1 siempre están asustados de
perder su tiempo, no sólo los hombres, sino tam-
bién las muieres y hasta los niños pequeños; todos
saben exactamente cuántas veces el sol y la luna se @
han levantado desde el día en que vieron la gran
luz por primera vez. Sí; 1uega un papel tan impor-
tante en sus vidas, que lo celebran a mtervalos
regulares, con flores y fiestas. Muy a menudo he
observado que la gente tenía que avergonzarse por
mí, porque me preguntaban m1 edad y yo empe-
zaba a reírme y no la sabía. «Pero tú tienes que
saber tu propia edad.» Entonces guardaJa silencio
y pensaba: es meior para mí no saberla.
«¿Cuantos años tienes?», significa cuantas lunas
han v1v1do. Examinar y contar de ese modo está tiempo. Puede mcluso que runguna. Ésa es la razón
lleno de peligros, porque asi se ha descubierto por la que la gente corre por la vida como una pie-
cuántas lunas suele vivir la gente. Entonces guar- dra lanzada. Casi todos mantienen sus OJOS pega-
dan eso en la mente y cuando han pasado una gran dos al suelo cuando caminan y balancean sus bra-
cantidad de lunas, dicen: «Ahora tengo que monr zos para llevar meior el paso. Cuando algmen les
pronto». Se vuelven silenCJosos y tristes y, en efec- para, le gntan malhumoradamente: «¿Por qué me
to, mueren después de un corto período. has parado? No tengo tiempo, ¡haz buen uso de tu
En Europa hay realmente poca gente que tenga propio tiempo!» Parece que piensan que un hom-

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naba a su alrededor trazando un gran círculo y
nadie le concedía nmguna atención. No entendí
eso, porque su paso era lento y seguro, y sus OJOS
tranquilos y amistosos. Cuando le pregunté cómo
había sucedido eso, movió su cabeza y dijo tnste-
mente: «Nunca he sido capaz de aprovechar m1
tiempo; por eso ahora soy pobre y un zoquete des-
preciado». Ese hombre tenía tiempo, pero no era
feliz.
Con toda su fuerza y todas sus ideas, los
Papalagi intentan ensanchar el tiempo tanto como
pueden. Usan agua y fuego, tormentas y relámpa-
gos del firmamento, para refrenar el tiempo. Ponen
ruedas de hierro ba¡o sus pies y dan alas a sus pala-
bras, sólo para ganar tiempo. Y ¿para qué sirve todo
ese traba¡o y esos problemas? ¿Qué hacen los
Papalag1 con su hempo? No he avenguado nunca
lo bastante, aunque a Juzgar por sus palabras y ade-

bre que camina rápido es más valiente que uno que


camina despacio.
Una vez vi la cabeza de un hombre casi explo-
tar, sus OJOS girar sobre sí rrusmos, su gaznate hacer-
se ancho, abierto como el de un pez rr,oribundo, y
pegar con sus manos y pies, sólo porque su cnado
había llegado un poco más tarde de lo que había
prometido que haría. Se suponía que ese respiro
era una pérdida considerable que nunca podría
recuperarse de nuevo. El cnado tuvo que abando-
nar la choza; ei Papalagi le perseguía y le llamaba
nombres. «Esto es ya el límite, porque me has roba-
do mucho tiempo! ¡Un hombre que no respeta el
tiempo es una pérdida de tiempo!»
Otra vez v1 a un Papalag1 que tenía tiempo y
nunca se lamentaba a causa de él. Pero ese hom-
bre era pobre, sucio y despreciado. La gente cam1-

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manes uno pensaría que están inv!lados personal- sm persegmrlo o cortarlo en rebanadas. Nunca nos
mente por el mismo Gran Espíritu a un gran fono. da preocupación o pesadumbre. Si hay entre voso-
Creo que el tiempo resbala de sus manos como tros alguno que no tiene tiempo, ¡dejadle que hable!
una serpiente, deslizándose de una mano húme- Nosotros tenemos tiempo en abundancia, siempre
da, sólo porque tratan siempre de agarrarse a él. estamos satisfechos con el tiempo que tenemos, no
No permiten que el tiempo venga a ellos, smo que pedimos más tiempo del que ya hay y siempre
lo persiguen con las manos extendidas. No se per- tenemos tiempo suficiente. Sabemos que alcanza-
mite malgastar el tiempo tumbándose al sol. remos nuestras metas a tiempo y que el Gran
Siempre quieren mantenerlo en sus brazos, darle Espíritu nos llamará cuando perciba que es nues-
y dedicarle canciones e h1stonas. Pero el tiempo es tro plazo, mcluso s1 no sabemos el número de lunas
tranquilidad y paz amorosa, amar, descansar y ten- gastadas. Debemos liberar al engañado Papalagi
derse en una estera imperturbable. Los de sus desilusiones y devolverle el tiempo.
Papalag1 no han entendido al tiempo y, Coiamos sus pequeñas y redondas máqui-
por cons1gmente, lo han maltratado con nas del tiempo, aplastémoslas y digá-
sus bárbaras prácticas. mosles que hay más tiempo entre el
¡Oh, mis hermanos amados!, noso- amanecer y el ocaso del que un hom-
tros nunca nos hemos lamentado del bre ordinario puede gastar.
tiempo, lo hemos amado como era,
LOS VAVALA'31
1
os Papalag1 tienen una manera extraña-
mente confusa de pensar. Siempre se están
me-=~ VOUVI= devanando los sesos, para sacar mayores
provechos y bienes de las cosas, y su con-
A UIOS sideración no es por humarndad, smo sólo por el
mterés de una simple persona, y esa persona son
ellos mismos.
Cuando algmen dice: «Mi cabeza me pertenece
a mí y a nadie más que a mí», tiene mucha razón y
nadie puede decir nada en contra de esto. En este
aspecto el Papalag1 y yo comparl!mos puntos de
Vista. Pero cuando él continúa: «La palmera es mía»,
sólo porque ese arbol crece delante de su cabaña,
entonces se comporta como s1 él mismo luciera cre-
cer la palmera. Pero esa palmera no pertenece a
nadie. ¡A nadie 1 Es la mano de Dios la que nos la
ha proporcionado del suelo. Dios tiene muchas
manos. Cada arbol, cada hoJa de hierba, el mar, el
cielo v las nubes que flotan en él, todos son las
IE
manos de Dios. Podemos usarla para nuestro pla- tocar el «suyo» de otro hombre. Su amigo y los cria-
cer, pero nunca podemos decir: «La mano de Dios dos del ¡efe vendrán cornendo, te pondrán cade-
es mi mano». Sin embargo esto hacen los Papalag1. nas, te echarán a la más sombría pfuz-pfuz y la gente
En nuestro idioma Lau significa «mío», pero te despreciará durante el resto de tu vida.
también significa «tuyo». Es casi la misma cosa. Actualmente para impedir que la gente toque
Pero en el idioma de los Papalag1 es difícil encon- cosas que algmen ha declarado suyas, se ha pre-
trar dos palabras que difieran tanto en significa- sentado una ley que concrete qué es «suyo» y qué
do como «mío» y «tuyo». «Mío», significa que algo es «mío.» Y hay gente en Europa que gasta su vida
me pertenece por entero a mí. «Tuyo», significa entera prestando atención a que no se qmebre esa
ley, que no se quüe nada al Papalag1 que ha decla-
rado que aquello es suyo. De esa manera, los
Papalag1 qmeren dar la impresión de que tienen
derecho real sobre esas cosas, como si Dios hubie-
ra regalado sus cosas para siempre. Como s1 las
palmeras, las flores, los árboles, el mar, el arre y las
nubes fueran realmente de su propiedad.
Los Papalag1 tienen necesidad de leyes que
guarden su «mío», porque de otro modo, la gente
con poco o nada de «mío», se las quitaría. Porque
si hay gente que pide mucho para sí misma, hay
muchos otros abandonados que permanecen de
pie con las manos vacías. No todo el mundo cono-
ce las tretas y señales escondidas con las que se
puede acumular mucho «mío», y también se nece-
slla una especie de valor, que llene poco o nada
que ver con lo que nosotros llamamos respeto y
puede que aquellos Papalag1 que están con las
que algo pertenece por entero a otro. Es la razón manos vacías, porque no querían robar o insultar
por la que el Papalagi llama a iodo lo que está cerca a Dios, sean los me¡ores de su tribu. Pero no exis-
de su casa «mío». Nadie hene derecho a ello más ten muchos Papalag1 como ésos.
que él. Cuando visitas a un Papalagi y ves algo allí, La mayona de ellos roban a Dios sin un ápice
un árbol o una fruta, madera, agua o un montón de vergüenza s1qmera. No conocen nada me¡or. No
de basura, siempre hay algmen alrededor para se dan cuenta de nada-mal-hecho; todo el mundo
decir: «Es mío y que no te co¡a tomando algo de m1 lo hace y nadie ve nada extraño o se siente mal por
propiedad». Incluso s1 tocas algo empezará a berre- ello. Muchos también reciben su montón de «mío»
ar y te llamará ladrón. Ésta es la peor maldición por nac1m1ento, de sus padres. Y Dios no ha de¡a-
que conoce. Y solamente porque te has atrevido a do casi nada, porque la gente lo ha tomado y trans-

~ --------
formado en «mío» y «tuyo.» Su sol, hecho para también da a la tormenta y al fuego poder sobre su
todos nosotros, no puede ser 1gualitariamente divi- «mío.» Y lo peor de todo: introduce miedo en los
dido nunca, porque uno pide más que otro. En los corazones de los Papalagi. Miedo es la cosa princi-
hermosos espacios abiertos donde el sol brilla en pal que ha adquirido. El sueño de un Papalag1
todo su esplendor, sólo unos pocos están sentados,
mientras una muchedumbre entera trata de alcan-
zar un pálido rayo de luz sentados en las sombras;
Dios no puede alegrarse con todo su corazón, por-
que él ya no es el alii sili', en su propia casa. Los
Papalagi le megan al decir que todo es suyo. Pero
nunca llegarán a ese discerrumiento, por muy dife-
rente que piensen.
Por el contrario, ellos consideran sus actos 1us-
tos y honestos. Pero a los OJOS de Dios son miustos
y deshonestos.
Si ellos h1c1eran uso de su sentldo común, sm
duda comprenderían que nada de lo que no pode-
mos retener nos pertenece y que cuando la marcha
sea dura no podremos llevar nada. Entonces tam-
bién empezarían a darse cuenta de que Dios hace
su casa tan grande, porque qmere que haya felici-
dad para todos. Y en verdad sería suficientemen-
te grande para todo el mundo, para c_ue todos
encontráramos un lugar soleado, una pequeña por-
ción de felicidad, unas pocas palmeras y cierta-
mente un punto en el que los dos pies se apoya-
"ran, iusto como Dios quería y deseaba que fuera.
¿Cómo podría Dios olvidar siquiera a uno de sus
prop10s niños?
Pero todavía hay muchos buscando febrilmen-
te ese pequeño, diminuto punto que Dios les ha
reservado.
Porque los Papalagi no qmeren escuchar la pala-
bra de Dios y empiezan a hacer leyes por su pro-
pia cuenta. Dios les envia muchas cosas que ame-
nazan su propiedad. Envía calor y lluvia para des-
trmr su «mio», lo enveiece, derrumba y pudre. Dios
nunca es tranquilo, porque llene que estar alerta Incluso si llene cien esteras, no dará siquiera una
todo el tiempo, para que las cosas que ha amasa- a su hermano que no llene ninguna. No; él inclu-
do durante el día, no le sean robadas por la noche. so reprocha a su hermano por no tener ninguna.
Sus manos y senlldos llenen que estar ocupados Si su choza esta repleta de comida hasta el techo,
todo el llempo agarrando su propiedad. Y duran- tanta que él v su a1ga no se la pueden comer en
te todo el día, su «mío» le importuna y se le ríe en años, no buscara a su hermano que no tiene nada
la cara, le gnta porque ha sido robado de Dios, le para comer v se ve pálido y hambriento. Y hay
tortura y le proporoona mucha desdicha. muchos Papalag1 pálidos y hambnentos.
Pero Dios ha impuesto un casllgo más pesado La palmera, al madurar, de¡a caer ho¡as y fru-
que el miedo a los Papalagi: ha creado la lucha tas. Los Papalag1 viven como las palmeras que
entre aquellos que tienen poco o nada y aquellos retienen sus ho1as y trutas y dicen: «son mías»
que lo llenen todo. Esta batalla es dura y violenta, ¿Cómo podna un árbol como ése m tan s1qu1era
y hace estragos día y noche. Es una disputa que producu nueva tmta? Las palmeras son más sabias
todo el mundo sufre y que devora la alegria de que los Papalag1.
vivu. Aquellos que llenen mucho deberían dar una Entre nosotros también existen aquellos que tie-
parte, pero no quieren hacerlo. Los que no tienen nen mas que otros y respetamos al ¡efe, que tiene
quieren también algo, pero no consiguen nada. muchas esteras v cerdos. Pero el respeto sólo se
Además, rara vez son guerreros de Dios. Están for- aplica a esa persona y no a sus esteras y cerdos,
mados pnnc1palmente por la gente que llegó dema- porque fuimos nosotros mismos quienes se las
siado tarde cuando el botín estaba siendo dividi- dimos, para mostrar nuestra feliCJdad y pararen-
do, o por aquellos que fueron demasiado torpes o dir honor a su gran sabiduría y valor. Pero los
no tuvieron la oportunidad de agarrar algo. Que Papalag1 respetan a sus hermanos por sus muchos
ellos están robando a Dios, no entra en la mente de cerdos y esteras, v nunca consideran su sabiduría.
nadie. Y sólo alguna vez un v1e¡o hombre sabio se Un Papalag1 sin cerdos o esteras rara vez o nunca
levanta y apremia a la gente para qLe lo devuelva es respetado.
todo a las manos de Dios. Como los cerdos v esteras no caminan por sí mis-
¡Hermanos!, ¿cuál es vuestra op1n1ón de un mos haCJa los pobres y necesitados, el Papalag1 no
hombre que tiene una gran casa, suficientemente ve la razón por la que debena él mismo llevarlos a
grande para aio¡ar a un pueblo samoano en su tota- sus hermanos. Porque por su hermano no tiene res-
lidad, y que no permite a un v1a¡ero pasar la noche peto, sólo por sus esteras y cerdos, v pretenna que-
ba¡o su techo? ¿Qué pensanais de u,, hombre que dárselos. Si él amara y respetara a su hermano, y
tiene un mano¡o entero de plátanos en sus manos no v1v1era en conflicto sobre lo «tuvo» v lo «m1ú»,
y que no está dispuesto a dar m s1qu1era una sim- entonces le lleva na sus esteras para dividirlas y dis-
ple fruta al hambnento que le implora? Puedo ver trutar su gran «mio» ¡untos, compartina su propia
la ira fulgurando en vuestros o¡os y el despreoo estera, en lugar cie perseguirle en la oscura noche.
que viene a vuestros labios. Sabed entonces, que Pero los Papalag1 no se dan cuenta de que Dios
el Papalag1 acttia de este modo cada hora, cada día. nos ha dado palmeras, plátanos v nuestros pre-
ciosos taro, los pájaros del bosque y todos los peces un rayo de sol y tú debes permanecer en la som-
del mar, para la felicidad y disfrute de todo el bra» Todos nosotros pertenecemos al rayo de sol.
mundo. Y no sólo para unos pocos, mientras el Cuando Dios guarda todo en sus manos, no hay
resto sufre penalidades y necesidades. Aquellos disputas y no hay necesidad. ¡Ahora los mgenio-
que han sido bendecidos por Dios a manos llenas, sos Papalagi quieren hacemos creer que nada per-
deberían compartirlo con sus hermanos; de tenece a Dios! ¡Cualqmer cosa que podáis
otro modo la fruta en sus manos se pudri- agarrar con vuestras manos os pertenece!
rá. Porque Dios extiende su multitud de Pero cerremos nuestras ore1as a tal char-
manos a todo el mundo. Él no qmere la sm sentido y aferrémonos al senti-
que uno tenga mucho más que otro, o do común: todo pertenece a Dios.
que algmen diga: «Estoy de pie baJo

11) Gobernante. soberano.


NOTA: Todo el que sepa que
los samoanos viven en una
sociedad de propiedad comuna!,
entendera su desprecio por nuestras
leyes sobre la propiedad. El concepto
«mio-tuyo» es s1mp!emente desconocido
para ellos. Durante todos m1s via¡es, los
@
nativos siempre compartieron conm190
su cabaña, estera, comida y todo, sin
s1qu1era pensarlo dos veces. las
pnmeras palabras dichas por un _1ete
de poblado, a modo de saludo, serian:
((todo lo que es mio te pertenece».
El concepto de robo también es
desconocido para los isleños. Todo
pertenece a todos y todo pertenece
a Dios.
1
os Papalagi hacen muchas cosas que noso-
f:L 61:?AN tros no podemos hacer, m seremos capa-
f:SVÍl?ITU f:S MÁ.S ces de hacer nunca, cosas que no com-
prendemos y que no benen significado de
l°Uf:12Tf: out: LAS cosa para nuestras cabezas, sólo pesadas piedras.
Cosas que tampoco queremos en absoluto poseer,
MÁ.OUl~AS pero que todavía son admiradas por los que son
débiles entre nosotros, dándoles senllm1entos de
mfenondad fuera de lugar. Es por esto por lo que
queremos tener una discusión abierta sobre los
asombrosos trucos del Papalag1. Los Papalag1 tie-
nen el talento de cambiarlo todo en su lanza o en
su garrote. Toman el relámpago salva¡e, el fuego
ardiente y las aguas rápidas, y los hacen someter-
se a su voluntad. Los encierran y les dan órdenes.
Y éstos les obedecen. Se convierten en fuertes gue-
rreros para ellos. Los Papalagi son capaces de hacer
al salva1e relámpago más rápido aún y más lumi-
noso, al ardiente fuego aún más radiante y al agua
I
~1

I

aún más rápida. Realmente los Papalag1 parecen hacer la tra,·es1a de una isla a otra más rápido que
ser los «quebrantadores de los cielos»', los mensa- el remo de nuestros jóvenes más fuertes? ¿Habéis
¡eros de los Dioses, a causa de su dominio sobre la visto ya su enorme aleta trasera cuando zarpa? Se
tierra y el cielo. mueve del mismo modo que en la laguna se mueve
El Papalag1 es como un pez, un pájaro, un gusa- la cola de un pez y esa aleta impulsa a la canoa.
no y un caballo al mismo tiempo. Perfora la tierra Éste es el gran secreto de los Papalag1. El secreto
y a través del suelo cava túneles ba¡o los más descansa en la barriga del gran pez. Allí se sienta
anchos arroyos de agua fresca. Repta por las mon- la maquina que nutre de poder a la aleta. Y en la
tañas y rocas, ata cuer- máquina ese gran
das de hierro a sus pies poder está escondido.
y corre veloz, más rápi- Mi cabeza no es lo
do que el más rápido suficientemente fuerte
caballo. Se mueve en el para explicaros qué es
aire, ¡puede volar! Le he un~ máquina: lo único
visto deslizarse a través que sé es que come p1e-
del aire como una gavio- dr\'s negras y que a
ta de mar. Tiene una cambio da poder, un
gran canoa para encima pocier tan grande como
del agua y otra también 1m'posible es para un
para deba¡o. Hace surcar hombre tenerlo.
su canoa de nube en La máquina es el
nube. garrote más pesado
¡Amados hermanos! qu;e el hombre blanco
Las palabras que digo tlehe. Alimentadla con
son la verdad y debéis el más pesado árbol ifi
creer a vuestro servidor, del bosque y la máqui-
aun cuando vuestro sen- na lo reducirá a peda-
tido común os haga zos, como una mu¡er
dudar de todo cuanto acabo de explicar. Porque golpeando taro para que sus niños coman. La
las cosas de los Papalagi son muy grandes e 1mpre- máquina es el mago más grande de Europa. Su
s10nantes y tengo miedo de que muchos de los mano es tuerte v nunca se fatiga. Si se la impulsa
nuestros queden 1mpres1onados ante lanto poder. puede cortar Cien canoas, no, mil canoas en un día.
¿Y por dónde empezar s1 tuviera que contaros lo La he visto te¡er taparrabos tan finos y delicados
que mis o¡os asombrados han observado? como s1 estu,·1eran tejidos por, las manos airosas de
Todos vosotros conocéis la gran canoa que es una doncella. Tejia descie la mañana hasta la noche,
llamada vapor por el hombre blanco. ¿No se pare- escupiendo taparrabos, ¡una pila entera' Nuestra
ce acaso a un gigantesco pez? ¿Cómo le es posible tuerza no \·ale nada comparada con el poder de la
máquma. Los Papalag1 son magos. Cantad una can- rente como el agua, capaz de ver cada manchíta en
ción para ellos y la cogerán e incluso os la devol- el fondo.
verán en el momento que queráis. Ponen un trozo Todas las cosas de las que he sido tesligo y que
de cnstal frente a vosotros y capturan vuestra ima- os estoy contando ahora son sólo una pequeña
gen en él. Y miles de veces se puede quitar de allí parte de las que mis 010s han observado. Y de¡ad-
vuestra imagen falsificada, tantas como queráis. me deciros que los blancos se enorgullecen de tra-
He visto aún milagros más grandes. Os conté ba¡ar todo el tiempo en milagros más suaves y
que los Papalag1 cogen el relámpago del CJelo; esto poderosos, y gran número de ellos permanecen
es verdad. Lo cogen, en pie toda la noche
la máquina se lo come para encontrar más
y lo escupe otra vez formas de burlar a
por la noche, en forma Dios. Porque resulta
de miles de pequeñas que qmeren vencer al
estrellas, luciérnagas, Gran Espíritu y tomar
lunas pequeñas. Poca posesión de sus pode-
cosa sería para los res ellos mismos. Los
Papalagi bañar nues- Papalagi retan a Dios.
tra isla de luz por la Pero Dios es todavía
noche, así no sería más fuerte que los
mucho más oscuro Papalag1, inclmda su
que durante el día. A máquina más experta,
menudo mandan tam- y es todavía Dios el
bién estos destellos de que decide quién mue-
luz en su prop10 ser- re y cuándo. El sol, el
v1C10, les dicen dónde agua y el fuego obede-
ir y los tienen llevan- cen aún pnmero a
do mensa¡es a sus her- Dios. Y el hombre
manos en el extran¡e- blanco no ha consegm-
ro. Y estos destellos de relámpago les obedecen y do todavía regular la salida de la luna o la direc-
llevan el mensa1e. ción del viento.
El Papalagi ha hecho todos sus miembros más Ésta es la razón por la que esos milagros no son
fuertes. Sus manos se extienden hasta la le¡ana tan importantes. Y, mis amados hermanos, a aque-
costa del mar y a las estrellas, y sus pies de¡an atrás llos habitantes de la isla que permiten ser deslum-
al viento y a las olas. Sus 01dos oven cada mur- brados por los milagros del hombre blanco, a aque-
mullo en Siavii y su voz tiene alas como un pájaro. llos que rezan a los blancos a causa de sus acc10-
Sus o¡os ven hasta en la oscundad. Mira en el mte- nes y a aquellos que se llaman a sí mismos pobres
nor de s1 mismo como si su carne tuera transpa- e indignos porque sus mentes y sus manos no son
capaces de hacer cosas como las suyas, a todos ésos pesar de todo esto son toscas y mal hechas, y care-
yo les llamo débiles. Las artes y magias de los cen de la sangre de la vida, s1 las comparas con
Papalag1 pueden provocar mucha admiración ante una flor de hibisco con sus encendidos pétalos
nuestros OJOS, pero cuando las ves a la luz brillan- roios, o las comparas a la copa de una palmera o
te del día, no significan mucho más que te1er una a un arrecife de coral, selva borracha de color y
estera o hacer un garrote; todo nuestro trabaJo es forma. El Papalagi nunca tnunfó tejiendo sus ropas
como el juego de los niños en la arena. Porque nada delicadamente como Dios hace a cada araña te1er
su tela, y no hay máquina tan complicada como
la diminuta hormiga de arena que habita en nues-
tras cabañas.
Os he dicho que los Papalag1 vuelan sobre las
nubes como pájaros. Pero las gaviotas vueian aún
más alto y más rápido que el hombre, y pueden
también volar en una tormenta y tienen alas que
nacen de sus cuerpos, mientras que las alas de los
Papalagi son simplemente artificiales y se rompen
y caen fácilmente.
Por eso todos sus milagros tienen una débil
mancha en alguna parte y no existe una simple
máquina que no necesite un cuidador o un con-
ductor. Y todas ellas llevan una oculta maldición
en su intenor: una máquma puede hacer toda clase
de cosas con sus fuertes manos, pero durante su
tarea devora todo el amor que está presente en las
cosas que hacemos con las nuestras. ¿Qué me
importa una canoa que está fabncada para mí por
una máquina, una fría máquina sin vida, que no
es capaz de hablar sobre su producto, que no son-
ne cuando el producto está acabado y que no
puede llevar ese producto hasta su padre o su
de lo que el hombre blanco ha hecho puede hallar madre para que lo adm,ren? ¿Sena capaz de amar
comparación con el trabaJo del Gran Espíntu. a mi canoa como ahora la amo, si una maquina
Las cabañas de los alii de alta cuna son mara- pudiera hacerme otra en cualquier momento, sin
villosas y pnmorosamente decoradas; se llaman m1 intervención? Ésta es la gran maldición de la
«palacios.» Las aitas cabañas que están eng1das máquina: los Papalag1 no aman ya nada porque
en nombre de Dios son incluso más espléndidas la máquina puede hacerles algo nuevo en cual-
y más altas que las montañas cie Totua' Pero a quier momento. Tienen que alimentarla con la san-

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gre de su propia vida para recibir a camb10 sus segmr con otro. De esta forma los Papalag1 corren
milagros sm corazón. agitadamente por la vida, perdiendo cada vez más
El Gran Espíritu qmere extender y difundir los la habilidad de cammar y correr, sm atrapar nunca
poderes del cielo y la tierra, él mismo a su propia sus destinos; el destmo que viene a nosotros sm
discreción. Ningún humano tiene derecho a hacer nosotros ir a buscarlo.
eso. Un hombre no puede esperar transformarse Por cons1gmente os digo que la máquina no es
en pez o en pájaro, en caballo o en oruga, sm cas- más que un boruto Juguete en manos de los gran-
tigo. Sus ganancias son mucho más pequeñas de des niños blancos y sus mañas no deben asustar-
lo que él rrusmo se atreve a confesar. Cuando carru- nos. Los Papalagi no han mventado aún la máqui-
no puedo ver todo me¡or y mis amigos me mvitan na que les proteia de la muerte. Nunca hicieron o
al interior de sus cabañas. Alcanzar tu destmo con fabricaron algo que fuera más grande que las cosas
rapidez es rara vez un benefic10 real. Los que Dios fabrica o hace a cada hora. Ningima
Papalag1 siempre qmeren llegar al desti- máquma o magia ha alargado nunca la
no de sus v1aJeS rápidamente. La mayo-- vida humana, o la ha hecho más feliz y
ría de sus máquinas no llenen otro más dichosa. Por eso atengámonos a
propósito que el rápido transporte de los trabaJOS y prodigios de Dios, y des-
la gente. Pero cuando llegan al final preaemos al hombre blanco que qwe-
de su viaie qmeren mmediatamente re Jugar a ser él mismo Dios.
®
(1) Aunque Papalag,
significa hombre blanco
extran1ero, literalmente quiere
decir quebrantador de los cielos.
El primer hombre bla·nco que
desembarcó en Samoá·,llego en
una embarcación a vela, Los
nativos que le v1eron aproximarse,
pensaron que habia una gneta en
el cielo por la que el hombre
blanco llegaba hasta ellos.
El rompió los cielos. En la
m1tologia de los Maons de Nueva
Zelanda, los Papalag1 son los de
pi.el blanca que ba1aron de los
cielos en brillantes vehículos
blancos.
(2) Gran montaña de la ,sla Upolu.
Vl!Or=l'.SIONl'.S Uf'. ~~·~ acta Papalag1 tiene una profesión. Es difí-
cil decir exactamente lo que esto s1gnifi-
LOS VAVALA«?il ~ , ca. Es algo para lo que se debe tener un
gran apehto, pero parece ser que la mayor
LA CONr=USIÓN parte del tiempo falta. Tener la profesión significa
hacer siempre las mismas cosas. Hacerlas tan a
OUI'. Uf'. l'.LLAS menudo que mcluso podrías hacerlas con los o¡os
1:11'.SULTA cerrados y sm esfuerzo alguno. Si mis manos no
h1c1eran nada más que construir cabañas o te¡er
esteras, entonces m1 profesión sería la de cons-
tructor de cabañas o teiector de esteras.
Hay profesiones masculinas y femenmas. Lavar
taparrabos en la laguna y abrillantar las pieles de
los pies son protes1ones femeninas; navegar en un
barco por el mar y disparar a los pichones en el
bosque son profesiones masculinas. Las mu¡eres
generalmente abandonan sus profes10nes cuando
se casan, pero es realmente entonces cuando el
hombre emprende la suya. Un alii otorga sólo su
::.:

rrwrnDlirno;DiID[[R§ W&I ·

11
11
•~
hija a un pretendiente que esté preparado para su siones: llevar los utensilios de comer, coger peces
profesión. Es norma que todo hombre blanco tenga y recoger fruta. Y sólo aquellos que ostentan esa
su profesión. profesión están cualificados para eiercerla.
Es por ello por lo que cada Papalagi tiene que Resulta que los Papalagi pueden únicamente
escoger una profesión para el resto de su vida, al hacer su prop10 trabajo y ni siquiera el jefe, que
mismo tiempo que se le aplican sus tatuaies de posee mucha sabiduría en su cabeza y fuerza en
pubertad. Ésta es una ocasión muy importante y sus brazos, puede subir su envuelve-cama de las
una aiga le dedica tanto tiempo como a qué comer vigas ni lavar él mismo los utensilios de comer. Y
el día siguiente. Si por eiemplo escoge la profesión ocurre también que eí hombre que puede escribir
de teiedor de esteras, un alii lleva al cluco a un hom- una fantástica tussz no es necesanamente capaz de
bre que no hace otra cosa que teier esteras. Este navegar en una canoa, y viceversa. Tener una pro-
hombre debe mostrar al muchacho cómo teier este- fesión significa sólo andar, sólo degustar, sólo oler,
ras, enseñarle a teier esa estera del mismo modo sólo luchar; siempre conocer una sola cosa.
que él lo hace, sm muar. A menudo el aprendizaie Ese saber-sólo-una-cosa es un grave peligro y
toma largo tiempo, pero cuando lo domma deJa al una imitación, porque puede llegar un tiempo en
hombre y la gente dice que ya sabe un oficio. que nadie sea capaz de remar una canoa a través
El Papalag1 tiene tantas profesiones como pie- de la laguna.
dras hay en la laguna. Todo lo que hace lo convierte El Gran Espíntu nos ha dado manos para coger
en una profesión. Cuando algmen recolecta las los frutos de los árboles, o para arrancar las raíces
hoias del árbol, eierce una profesión. Cuando de taro de la ciénaga. Las hemos recibido para
alguien lava los cuencos de la comida, e¡erce una defender nuestros cuerpos contra nuestros enemi-
profesión. Todo lo que hacen, con sus manos o con gos y para damos placer cuando tocamos, baila-
sus cabezas, lo llaman profesión. Es también una mos o en otros alborozos. Pero no las obtuvimos
profesión el tener pensamiento y el muar a las estre- solamente para desga1ar fruta de los árboles o para
llas. Realmente no hay nada que un hombre pueda desenterrar raíces. Ellas deben ser nuestros cria-
hacer que no sea convertido en profesión por los dos y nuestros soldados todo el tiempo.
Papalag1. Pero los Papalag1 no lo entienden. Nosotros
Si un hombre dice que él es un tussz-.:ussz1 , enton- podemos ver claramente que su modo de vida es
ces eso es ya una profesión. No hace nada más que eqmvocado y que está en claro desacuerdo con los
escribir una carta tras otra. Él no cuelga su estera deseos del Gran Espíritu, porque hay gente blan-
de dormir de las vigas del techo. No va a su choza- ca que ya no puede cammar y que acumula grasa
cocma para freírse él nusmo algunas frutas y no se en la parte más baJa de sus ancas, como los cerdos.
limpia sus utensilios de comer. Come pescado, pero Viéndose forzados por su profesión a estar senta-
nunca sale a pescárselo. Come fruta, pero nunca la dos todo el tiempo, no pueden ya levantar ni tirar
arranca él mismo del árbol. Sin embargo, escribe una lanza, porque sus manos pueden únicamente
una carta tras otra, porque resulta que su trabaJO sostener el hueso-que-escribe y ellos están siem-
es el de tuss1-tuss1. Todas estas acciones son profe- pre sentados en la sombra, escribiendo tuss1. Han

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llegado a ser mcapaces de domar poms salva1es, del techo porque su trabajo es sólo de mstalador
porque siempre están rnuando a las estrellas o de maderas? ¿Y s1 a los hombres que han tejido los
desentrañando sus propios sentimientos. tepdos no se les permitiera asistir a la colocación
Sólo uno pocos Papalagi pueden todavía correr de las cañas de azúcar, porque teJedor de esteras
y saltar corno niños, después de haber crecido.
Cuando carnman arrastran los pies y se mueven
corno s1 contmuarnente estuviesen cargados. Nie-
gan y ocultan su debilidad diciendo que correr,
retozar y saltar está por debaJO de la dignidad de
un hombre con orgullo. Pero esto es hipocresía;
corno sus huesos se han endurecido y se han vuel-
to quebradizos, la felicidad ha abandonado sus
músculos, porque están condenados a muerte por
su trabaJo. La profesión también es un aztu que des-
truye la vida; un a,tu que murmura promesas dul-
ces a los oídos de la gente y al mismo tiempo les
chupa la sangre de sus cuerpos.
Las profes10nes también hu,ren a los Papalagi
en otro sentido y cada vez se distinguen más y más
como aztus.
Por e1emplo, es grande constrmr una cabaña,
cortar los árboles y convertirlos en tablones, levan-
tar las maderas, cubrulas con el teiaco y, final-
mente, cuando los tablones y las viga,- del techo
están fuertemente atadas unas a otras con fibras
de coco, cubnrlo todo con ho1as secas y cañas de
azúcar. No tengo que deciros que es una gran ale-
gría cuando un pueblo construye una n·1eva caba-
ña para su Jefe, compartiendo la alegna también
muieres y niños.
Pero, ¿y s1 solamente se pem)itiese a unos pocos
de nosotros u al bosque a talar los árboles y a cor-
tarlos en tablones? ¿Y s1 a aquellos pocos se les es su profesión? ¿Y s1 a nmguno de ellos se les per-
prohibiera asistir al levantamiento de las maderas, mitiera recoger de la playa los guijarros usados
porque su trabajo sólo es derribar árboles y cortar para el endurec1rn1ento del suelo, porque ése sería
tablones? ¿Y s1 a la otra gente que ha levantado las el trabaJO de aquellos cuya profesión es recolector
maderas no se le permitiera asistir al entramado de guijarros? ¿Y si sólo aquellos que van a habitar
Ja casa tomaran parte en las fesl!v1dades de inau- vJtud de tu cuerpo. Porque no hay nada tan duro
guración y todos los que han ayudado a cons- para un hombre como hacer la misma cosa una y
trmrla, no? otra vez.
Os reís y con certeza diréis: s1 no se nos per- Pero hav Papalag1 para los que 1r a buscar agua
mitiera ayudar en todas Jas cosas que requieren de pozo día tras día serfa un mol!vo de alegría; hay
nuestra fuerza masculina, Ja mitad de la diversión unos que no hacen otra cosa que levantar sus manos
se habría ido; media diversión no, ¡toda la diver- y de1arlas caer otra vez, o llevar un palo, y tienen
sión! Y él, que nos esperaba para usar nuestras que hacer eso en un lugar mugnento donde ru
manos para un úruco propósito, nos esperaría para s1qmera el sol m el aire fresco pueden penetrar, y
hacer como si todos nuestros miembros y nues- ellos no hacen nada que reqmera su fuerza o les
reporte felicidad. Considerando la forma de pensar
de los Papalag1, levantar tu mano y empuñar bas-
tones es muv importante, porque quizás de ese
"' ' modo pones la maquina en marcha o le das orde-
nes; ponla en marcha y así hace aros de yeso y escu-
dos para el pecho, tabnca pantalones-vaina o algo
parecido. Hav más gente en Europa con el rostro
gns ceruza que árboles hay en nuestras islas. Porque
no obl!enen ningún placer de su traba¡o, porque su
trabajo se come toda su alegría y porque nunca
hacen nada por su propio gusto, m s1qu1era una
ho¡a, no importa cuánto tempo traba¡en. Por eso un
odio latente aruda en el interior de la gente con pro-
fesión. Algo. vive repnm1do dentro de sus corazo-
nes, como un arumal encadenado, rebelándose pero
todavía incapaz de liberarse. Llenos de odio y envi-
dia miran v comparan los trabaJOS de los otros entre
sí. La gente habla sobre traba¡os de clase más baJa y
más alta, aunque todos los oficios fuerzan a la gente
tros sentidos estuvieran paralizados o muertos. a hacer sólo medio traLJa¡o. Un ser humano no es
Ésta es la razón de la amargura de los Papalag1. sólo una mano, un pie, o una pierna, sino que es
Algunas veces es estupendo ir a buscar e! agua de todo ¡unto ... Ümcamente cuando todos los senl!dos
la ría, puede ser incluso agradable hacerlo un par y todos los nuembros traba¡an ¡untos, puede el cora-
de veces. Pero s1 debes transportar el agua de la zón de un hombre ser teliz y estar saludable, y no
salida a la puesta del sol, día tras día, cada hora cuando se permite v1v1r umcamente a una parte y
hasta que falla tu fuerza, trayendo y trayendo, al el resto de él tiene que hacerse el muerto. Esto
final l!rarás tu cubo con ira, amargado por la escla- engendra gente enterma v desesperada.
Los Papalag1 viven en confusión con sus profe- isla hace su trabaJo alegremente, y nunca con tns-
s10nes. Ellos no se dan cuenta de eso y en caso de teza. Para eso prefenría no trabaJar en absoluto.
que me oyeran hablar de este modo, seguramente Esto es lo que nos distingue de los Papalag1. El
me llamarían loco, porque yo habría Juzgado sm hombre blanco susp1ra cuando habla sobre su tra-
haber temdo una profesión o haber trabaJado un baJo, como s1 estuviera siendo aplastado por su
solo día como trabaJa un europeo. peso; sm embargo nuestros jóvenes caminan a los
Pero esos Papalag1 nunca han sido capaces de campos de taro cantando, y con una canción lavan
explicamos o hacemos entender por qué debemos las doncellas los taparrabos en el rápido arroyo.
hacer más traba¡o del que Dios nos pide para satis- Con certeza el Gran Espíritu no nos desea con
facer nuestra hambre y proporc10narnos un te¡a- cabellos gnses como resultado de algún trabajo,
do sobre nuestras cabezas, y para el disfrute de m nos qmere arrastrándonos como una babosa de
una fiesta y sus preparativos en la plaza del mar en la laguna, o como un sapo en la tie-
pueblo. Nuestras ocupac10nes pueden ~ rra. Nos quier-e haaendo nu-estras cosas
parecer diminutas y carentes de las - orgullosos y ergmdos, y que seamos
habilidades de un ofic10, pero cada --.• ••o gente de o¡os felices y miembros fle-
hombre de verdad y hermano de la { _- - \ xibles. Siempre.

·'=~~/
(1} Escntor de cartas (tuss1 ::::i: carta).
h, mis queridos hermanos del gran mar,
LOS LOCll~S
U~ VS~UUOVIUA,,,,
LOS ,,MUCtiOS
[i s1 yo, vuestro humilde servidor, os con-
tara exactamente todo lo que he visto en
m1 visita a Europa, os tendría que hablar
durante horas. Mis palabras tendrían que ser como
una rápida y f!mda corriente, manando desde la
VAV~L~S" mañana hasta la noche, y aun así la verdad no sería
completa; porque la vida de los Papalagi es como
el oceano, cuyo princip10 y fin tampoco nosotros
logramos descubrir. Tiene tantas olas como las
grandes aguas, tempestea v se agila, se ríe y sueña.
Del mismo modo que no es posible vaciar el mar
con el hueco de vuestra mano, es imposible para
mí llevar esa gran masa llamada Europa hasta
vosotros, en el 1ntenor de m1 cabeza.
Pero hav una cosa que no qmero de1ar de con-
taros: la vida en Europa sm los locales de pseudo-
vida y los «muchos papeles» es ya tan mconceb1-
ble como un mar que no tenga agua. Si vosotros
' .. 1

1 .. ........... .
. .... ....... ... . .,.....

-
-
les quitarais esas dos cosas, ei Papalag1 sería como a nuestros senhdos, de modo que creamos las cosas
un pez lanzado a la playa por una ola, solamente que veamos y no dudemos de la realidad de las
capaz de agitar sus aletas, pero no de nadar y de cosas que están sucediendo. Justo enfrente de noso-
moverse como suele hacer. tros un haz de luz golpea la pared como si la luna
¡Los locales de la pseudov1da! No es fácil des- llena brillara sobre ella, y en ese resplandor va apa-
cribuos un sitio semeiante, esa especie de lugar que reciendo gente; gente real, que se parece y viste
ei hombre blanco llama «eme;» describulo de tal como un Papalag1 normal. Se mueven y camman,
modo que os dé una imagen clara. En la comuni- se ríen y saltan exactamente igual a como lo hacen
dad de cada pueblo, por toda Europa, henen como por toda Europa. Es como la luna reflejándose en
un m1stenoso lugar, un lugar que casi hace soñar la laguna. Podéis ver la luna, pero en realidad no
a los niños y llena sus cabezas de deseos ardientes. está allí. Así es como sucede con esas imágenes. La
El eme es una gran choza, mayor que la más gente mueve sus lab10s y 1uraría1s que están
enorme de las cabañas de un Jefe de Upotu; sí, hablando, pero no puedes oír muna sílaba. No
mucho, mucho más grande. Allí está oscuro, mclu- importa cuan atentamente escuches, y esto es horri-
so durante el día, tan oscuro que nadie puede reco- ble. No puedes oír muna palabra. Es esa proba-
nocer a su vecmo. Cuando llegas te quedas cega- blemente la razon por la que el Papalagi golpea en
do y cuando lo deJas lo estás aún más. La gente la ca1a como lo hace. Quiere dar la impresión de
anda de puntillas en el mtenor, buscando, tan- que no puedes oir a aquella gente a causa del albo-
teando el camino a lo largo de la pared, hasta que roto que hace. Por eso aparecen de vez en cuando
una doncella viene con una centella de luz en su letras en la pantalla, letras que enseñan lo que el
mano y les conduce a un lugar que está todavía sm Papalag1 acaba de decir o va a decir.
ocupar. Hay allí un Papalag1 estrechamente próxi- Pero aún esa gente son pseudogente y no son
mo a otro, sm verse los unos a los otros, en una reales. Si intentarais agarrarlos, avenguaría1s que
habitación oscura del todo y llena de gente silen- están completamente hechos de luz y es imposible
c10sa. Los presentes se sientan en unos tablones ponerles la mano enoma. La úmca razón para su
estrechos que están frente a una peculiar pared. existencia reside en que muestran al Papaiagi
De la parte más baJa de la pared se levantan un su propia alegría v tnsteza, su necesidad y debili-
zumbido y un fragor fuerte, como s1 emergiera de dad. De este modo el Papalag1 puede ver de cerca
un hondo barranco, y cuando vuestros OJOS se han a los más bellos hombres y mu1eres. Pueden ser
acostumbrado ya a la oscundad, puedes ver a un silenciosos, pero él todavia puede ver sus mov1-
Papalagi luchando con una ca1a. Él golpea con sus m1entos y -ia luz en sus OJOS, puede nnag1narse que
manos, con los dedos extendidos sobre las nume- le miran y hablan con él.
rosas, pequeñas lenguas blancas v negras, que gri- Los más poderosos ¡efes. que nunca podría espe-
tan cuando son golpeadas, cada una con su propia rar ver. se encuentran con él como s1 tueran igua-
voz, dando como resultado los salva1es y alboro- les. Parttopa en cenas y tiestas, fanos y otras acti-
tadores ruidos de una riña de pueblo. vidades, pareciéndole estar allí en persona, com-
Una confusión así tiene que narcotizar y engañar partiendo la comida v la fiesta. Pero también ve
como un Papalag1 se lleva a la chica de su a,ga. O mago a través de una hendidura estrecha en la
ve también cómo una chica es mfiel a un ¡oven. Ve pared postenor, dando como resultado un punto
como un hombre salva¡e agarra a un alii por el cue- en el que se puede ver mucha pseudov1da.
llo, lo ve pres10nando sus dedos profundamente Es para el Papalagi una gran alegría absorber
en la garganta y ve los o¡os del alii empezar a salir- esas engañosas pseudoimágenes. En la oscuridad
se hasta que al fin muere, y el salva¡e coge el metal puede parhcipar de esa pseudovida sm avergon-
redondo y el papel tosco del taparrabos del hom- zarse y sm que otras personas sean capaces de ver
bre muerto. sus o¡os. El pobre puede ¡ugar a ser rico y el rico
Mientras sus o¡os ven puede ¡ugar a ser pobre,
muchos placeres y cruel- los enfermos pueden
dades, el Papalag1 tiene 1magmar que están sanos
que permanecer sentado otra vez y los débiles,
muv qmeto, no se le per- con fuerza. En la oscuri-
mlle despreciar a la mu- dad todo el mundo
chacha que es mfiel o 1r puede conquistar y vivir
al rescate del alii neo. cosas que nunca serían
Pero por eso no se mo- capaces de lograr en la
lesta el Papalag1; él sólo vida real. i·

se sienta allí a mirar, Ser absorbidos por la @


complacido y gozando pseudov1da ha llegado a
como s1 no tuviera cora- ser una pasión para los
zón en absoluto. No se Papalag1. Una pasión
pone furioso o indigna- que ha crecido con tanta
do. Lo mira como s1 él fuerza que a menudo se
fuera de una especie del olvidan completamente
todo distinta. Porque los de lo real. Esa pasión es
Papalag1 que están sen- una enfermedad, porque
tados allí mirando están convencidos de que son un hombre sano no querría vivir en cuartos oscu-
me¡ores que aquellos que ven en el haz de luz y recidos, smo que desearía la vida real, cálida ba¡o
que ellos nunca realizarán actos disparatados como el sol brillante. Como resultado de esa pasión
los que allí se muestran. Sus o¡os permanecen pega- muchos Papalag1 están tan confundidos cuando
dos a la pared, silenciosos y sm respirar, y cuando de¡an el cuarto oscuro que ya no son capaces de
ven un corazón fuerte o una cara noble, se 1mag1- distmgmr la vida real del sustitutivo y creen que
nan que es su 1magen-espe¡o. Se sientan como con- son neos, cuando en la vida real no poseen nada.
gelados en sus tablones de madera, mirando fija- O se zmagman que son hermosos, cuando tienen
mente a la pared uniforme donde nada está vivo, cuerpos feos, o cometen crímenes que nunca hubie-
excepto el engañoso haz de luz, lanzado por un ran cometido en la vida real. Pero ahora cometen

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esos crímenes porque ya no distinguen realidad de esta mañana después de dormir bien toda la noche.
fantasía. Todos vosotros conocéis ese estado pro- Empezó el día comiendo el taro que había de¡ado
p10 de los blancos que han bebido demasiada kava el día anterior; después de eso fue a pescar y vol-
europea y que imaginan entonces que están cami- vió a su cabaña por la tarde; allí se tumbó en su
nando sobre olas. estera y reotó y cantó la Biblia hasta la caída de la
Los «muchos papeles» también llevan al Papa- noche. Su mu¡er, Sina, primero amamantó a su
Iagi a un trance pareado ¿Qué quiero dear con eso niño, después tomó un baño y, camino de su casa,
de los «muchos papeles»? Tratad de ,maginar una se encontró una bonita púa-flor que colocó en su
estera de iapa, delgada, blanca y doblada, partida cabello; entonces continuó el camino a casa ... » Etc.
por la mitad y doblada de nuevo, estrechamente Todo lo que sucede y ocurre, las cosas que la
cubierta de escritura por todas partes, muy firme- gente hace y de¡a de hacer, se hace público. Sus
mente; así es como se ven los «muchos papeles». buenos y malos pensamientos, s1 matan un pollo
El Papalagi los llama «periódicos.» o un cerdo, s1 construyen una canoa. Nada suce-
En el interior de todos esos papeles, la sabidu- de en el pais sin que sea inmediatamente repeti-
ría del Papalag1 está escondida. Cada mañana y do por los «muchos papeles». El Papalagi llama a
cada noche tiene que hundir su cabeza en ellos para eso «estar bien informado». Qmeren saber todo,
rellenarla, para satisfacerla y asegurarse de que absolutamente todo, lo que sucede en su país. Del
haya mucho en su interior y así pensar correcta- amanecer al ocaso. Se ponen furiosos cuando algo
mente, del mismo modo que un caballo correrá escapa a su atención. Ellos todo lo absorben, aun
me¡or cuando lo alimentes con muchos plátanos y cuando se mencionen toda clase de cosas nausea-
su cuerpo esté bien repleto. Cuando los alii están bundas y espantosas, cosas que es me¡or que sean
todavía dormidos en sus esteras, multitud de men- pronto olvidadas para conservar la mente sana.
sa¡eros están ya atravesando la tierra para distri- Precisamente esas escenas horribles, en las cuales
bmr los «muchos papeles». Es la primera cosa que la gente se hiere, son reproducidas más exacta-
él coge cuando se ha desprendido del sueño. Su- mente y con mayor detalle que las escenas agra-
merge los o¡os en las cosas contadas por los dables, como s1 no fuera me¡or y más importante
«muchos papeles» y lee. Todos los Papalag1 hacen relatar las cosas buenas y no las malas.
eso, todos ellos leen ... Leen lo que los grandes ¡efes En cuanto lees el papel, no tienes que Ir a Apolina,
y oradores de Europa han dicho durante sus fanos. Manono o Sarnii para saber lo que tus amigos están
Todo esto está cmdadosamente anotado en este- haciendo, qué están pensando y a qué fiestas han
ras, incluso cuando es una tontería. Los taparra- as1st1do. Él puede permanecer en su estera tran-
bos que llevan son también descritos, incluso la quilamente v los papeles se lo contarán todo. Esto
comida ingerida por los alii; los nombres de sus puede parecer muy agradable y fácil, pero no es
caballos y si tienen pensamientos débiles o elefan- así en la realidad: cuando luego te encuentras a tu
tiásicos
1. hermano y ambos habéis metido vuestras cabezas
Las cosas que allí cuentan sonarían en nuestro en los «muchos papeles», ya no tenéis nada nuevo
país a algo así: «El pule nuu' de Matautu se levantó o interesante que contaros el uno al otro, puesto
que vuestras cabezas conllenen ahora las mismas máquma, fabncando cada día muchos pensamien-
cosas. Por eso ambos estaréis silenc10sos o repeti- tos, muchos más de los que una cabeza normal
réis las cosas que el papel acaba de contaros. Será puede producir. Pero la mayor parte del tiempo
siempre más grande estar allí en persona, com- hace pensamientos débiles, carentes de dignidad
partiendo las alegrías deí banquete y el dolor del y fuerza. Llenan nuestras cabezas con arena. Los
fracaso, que tener que saberlo a través de las pala- Papalagi llenan sus cabezas hasta el borde con tan
bras de un total desconocido. mútil papel comida. Incluso antes de que él haya
Pero el mayor mal que los papeles hacen en tirado el v1e¡o, ya está leyendo el sigmente. Su
nuestras mentes no reside en sus relatos, smo en cabeza es como un mangle de pantano, sofocán-
sus opiniones; opm1ones sobre los ¡efes, sobre los dose en su prop10 barro, donde nada fresco y
¡efes de otros países, y sobre el hacer de la gente verde crece, y sólo se levantan humos sulfurosos
y qué es lo que sucede. Los papeles tratan de y los mosqmtos punzantes zumban en círculos
modelar cada cabeza a una forma, y esto se opone sobre la cabeza.
a mis creencias y a m1 mente. Qmeren que todo el Los locales de pseudov1da y los «muchos pape-
mundo comparta su cabeza y sus pensamientos y les» han converlldo aí Papalag1 en lo que es ahora:
saben cómo llevar eso a cabo. Cuando habéis undébil v perdido ser humano, que ama lo
leído los papeles por la mañana, enton- irreal porque ya no puede distinguir entre
ces sabéis exactamente lo que cada fantasía y realidad, que piensa que el
Papalag1 lleva en su cabeza por ía refle¡o de la luna es la misma luna y
tarde y qué es lo que está pensando. que los papeles pnetamente impresos
El papel es también una especie de son la vida m1Sma.

(1) Enfermedad de los


musculas que hincha
anormalmente algunas
partes del cuerpo.
(2) Juez.
LA l:Nf'l:VMl:UAU u·an.do la. palabra «espính1» sale de la boca .
de un Papalag1, sus OJOS se dilatan, se
01:L Vl:NSAMll:NTO vuelven redondos y saltones, su pecho se·
' · .:.'.:.. ·, ·~ hmcha, respira profundamente y perma-
VVOf'UNUO nece ergmdo como un valiente guerrero que ha
vencido a ·su adversano. Porque el «espmtu» es
algo de lo que él está muy orgulloso. Ahora no me
refiero a nuestro poderoso Gran Espíntu, al que
los m1s10neros llaman «Dios>> y a cuya imagen esta-
mos todos nosotros creados, smo a ese pequeño
espmtu que pextenece al mdiv1duo v que forma
sus pensamientos.
Cuando esto,· aquí de pie, mirando el árbol del
mango detrás de la Misión, veo entonces el árbol
y no el espíritu. Pero al ver que es más grande que
la Misión, m1 espíntu está traba¡ando entonces.
Por eso ver no es sutic1ente para mi. También
tengo que conocer algo. Ese reconocimiento es
practICado por !os Papalag1, día y noche. Su esp1-
ufttAf'v'so1r
. PEríSE

1 1
l
1
ntu siempre se comporta como un palo de fuego extendería sus miembros a la cálida luz y no pro-
cargado o el lanzamiento de una caña de pescar. duciría ni un pensamiento mientras tanto. Él no
Por consiguiente, él nos compadece a nosotros, las absorbería únicamente el sol en su cabeza, smo tam-
gentes de las muchas islas, porque no prachcamos bién con sus manos y pies, su estómago, sus tobi-
el conocimiento. Cree que somos estúpidos y que llos y todos sus miembros. De¡aría que su piel y sus
estamos desposeídos como los animales sal va¡es miembros pensaran por él, pues esas partes pien-
en el bosque. san también, aunque no del nusmo modo que pien-
Puede ser cierto que nunca prachcamos el cono- sa la cabeza. Pero a menudo los pensamientos se
cimiento o, como dicen los Papalagi, «el pensar» yerguen en medio del cammo del Papalagi como
Pero es cuestión evidente quién es el más estúpi- un gran pedregon de Java que no puede hacerse
do: el que no piensa muy a menudo o el que pien- a un lado. Puede tener pensamientos felices, pero
sa demasiado. Mi cabaña es más pequeña que la no le hacen reír, ni sus pensamientos más tnstes
palmera. La palmera se melina en la tormenta. La Je hacen llorar. Está hambriento, pero no va a por
tormenta habla con voz profunda. Ésta es la forma el taro o el palusamz. La mayor parte del tiempo es
en que piensan, a su particular modo, natural- un hombre cuyos senhdos viven en discordia con
mente. Pero también piensan sobre sí mismos: yo su espíritu, un hombre dividido en dos mitades.
soy pequeño; m1 corazón siempre se pone conten- La vida del Papalagi es muy parecida al via¡e
to cuando veo a una muchacha; me divierto mucho en bote de alguien a Savii, alguien que desde el
yendo de malaga', etc. momento de zarpar está pensando: ¿cuánto tiem-
Todo esto puede estar muy bien y ser muy po me tomará llegar a Savii? Él piensa y no se da
bueno; incluso puede comportar toda clase de pro- cuenta del amistoso panorama por el que está via-
vechos a aquellos a los que les gustan esos ¡uegos Jando. Por ei lado izquierdo, percibe una cordille-
en el intenor de sus cabezas. Pero los Papalagi pien- ra. Tan pronto como la han visto sus OJOS ya la ha
san tanto, porque para ellos el pensar se ha con- encerrado en su mente. ¿Qué habrá detrás de esa
vertido en un háb!lo, una necesidad y una caren- montaña? Quizás un desfiladero estrecho y pro-
cia. Tienen que continuar pensando. Sólo después fundo. Con todos esos pensamientos no puede
de muchas dificultades logran realmente no pen- unirse al cantar de los jóvenes remeros. Tampoco
sar y, en vez de esto, v!Ven de una vez con su cuer- se da cuenta del parloteo feliz de las doncellas.
po entero. A menudo viven únicamente con sus Inmediatamente después de pasar la bahía con sus
cabezas, mientras el resto de sus cuerpos está pro- cordilleras, un nuevo pensamiento empieza a
fundamente dorm1do, aunque caminen, hablen, importunarle. ¿Se levantará una tormenta, antes
coman y rían mientras tanto. Crear pensamientos de la caída de la noche? Sus OJOS escrutan los cla-
(el fruto del pensar) le mantiene esclavizado, into- ros cielos en busca de nubes. Todo el tiempo pen-
xicado por sus propias reflex10nes. Cuando el sol sando en la tormenta que podría verur. La tormenta
está brillando, él piensa todo el tiempo cuán bella- no llega y al caer la noche llegan a Savii. Pero él
mente brilla. Pero cuando el sol brilla, es me¡or no tiene la sensación de que no ha hecho este v1aJe en
pensar absolutamente nada. Un hombre sabio bote, pues sus pensamientos han permanecido leJos
de su cuerpo y le1os del bote. Podría perfectamen- el vasto mar, ni las adorables muchachas, ni la feli-
te haberse quedado en su choza de Upo/u. Un espí- odad, nada, nada en absoluto. Ya no podrán
ritu que es como una carga, yo Jo considero un aitu, s1qmera probar el kava; sólo mirarán fijamente el
y para mí no está en absoluto claro por qué debo suelo. No están vivos, pero tampoco están muer-
amarlo tanto. Los Papalagi aman al espíritu, lo ado- tos. Han sido afligidos por la enfermedad del pro-
ran y alimentan con pensamientos de sus cabezas. fundo pensar.
Nunca lo matan de hambre, pero no les importa Ellos dicen que pensar así forma un talento ele-
demasiado s1 un pensamiento devora a otro. vado y fuerte. Si alguien en Europa piensa rápido
Hablan sobre sus pensamientos con una venera- y mucho, dicen: es un gran talento. En vez de sen-
ción que hace que el valor de un hombre y la belle- tir lástima por esos grandes talentos, los alaban
za de una doncella no valgan nada en compara- mucho. Los pueblos les hacen sus Jefes y donde-
ción. Se comportan como s1 el género humano qmera que un gran talento hace su apanción, llene
estuviera destinado a pensar tanto, como si fuera que explicar sus pensarruentos en público, ante una
una orden del mismo Gran Espíritu. Si la palme- gran mull!tud, y todos Je consideran encantador y.
ra y la montaña pensaran, al menos no harían tanto maravilloso. Cuando un gran talento muere, el país
alboroto. Y s1 pensasen rmdosamente e incontro- entero se sumerge en el dolor y se alzan gemidos
ladas como los Papalagi, con certeza las palmeras por aquel que les ha abandonado. Se hacen ímá-
no producirían tan bellas ho¡as verdes m frutas genes-espe¡o de roca y se exhiben en el mercado
doradas. Por ahora sabemos que pensar nos haría frente a los OJOS de todo el mundo. Sí, esas cabezas .@
v1e¡os y feos antes de tiempo La fruta caería antes de piedra se hacen mayorés que el tamaño natu-
de madurar, pero lo más probable es que ellas no ral; así la gente las llenará de honor y se dará cuen-
piensen en absoluto. ta de la pequeñez de sus propias cabezas.
¡Y hay tantos modos de pensar y tantos ob1eti- Cuando preguntes a un Papalagi por qué pien-
vos que alcanzar con nuestras flechas de pensa- sa tanto, contestará: «Porque no quiere;> permane-
miento ... ! Es un tnste destino el del pensador cuyos cer estúpido». L'n Papalag1 que no piensa es con-
pensamientos le llevan demasiado leJOS. ¿Qué suce- siderado una mlea, aunque en realidad sea meJor
derá cuando de nuevo sea mañana? ¿Qué estará no pensar muv a menudo y con tranquilidad en-
planeando el Gran Espíntu para mí, cuando lle- contrar tu camino.
gue el Salafay'7 ¿Dónde estaba yo antes de que el Pero personalmente estov convencido de que
mensa¡ero de Tagalao' me tra¡ese m1 agaga'7 Pensar sólo es un pretexto y que los Papalag1 han tenido
asi es tan inútil como tratar de ver con los OJOS ce- intenc10nes con sus pensamientos. Su verdadero
rrados. No es posible. Y no es posible pensdr en tu fin es cazar los poderes del Gran Espíntu. Un fin
camino hacia el futuro o hacia el final del pasado. al que dan el fantástico nombre de «investigación».
Aquellos que lo intenten Jo avenguarán por sí mis- Investigación significa mirar algo tan de cerca que
mos. Desde los días de su ¡uventud hasta sus años chocas con ello, e incluso lo atraviesas con tu nanz.
maduros, dormirán como estorninos sobre un Este chocar y remover es un hábito repugnante y
mismo e idéntico punto. Ya nunca verán el sol, m vil de los Papalag1. Ellos cogen una escolopendra;
la atraviesan con una pequeña lanza y le arrancan daderos o falsos, a los «muchospapeles.» Están
una pata. ¿A qué se parece esta diminuta pata sepa- impresos, dicen los Papalag1. Eso significa que se
rada del cuerpo? Rompe la pierna para medir su escriben los pensamientos de mucha gente enfer-
grosor. Esto es importante, muy importante. Corta ma, incluso con la ayuda de una máquina miste-
un fragmento de esa pata, tan pequeño como un riosa con miles de manos y con la fuerza de mu-
grano de arena, y lo pone baJO un tubo largo que chos ¡efes. Y no una vez o dos; no, muchas veces.
tiene la magia de hacerlo todo claramente visible. Muchas, muchas veces, siempre las mismas cosas.
Todo lo mveshgan con ese gran OJO de mirar-agudo: Muchas esteras cubiertas con pensamientos son
tus lágrimas, un pedazo de tu piel, un cabello, todo, apiñadas ¡untas en pequeños manoios. El Papalag1
todo. Todas esas cosas son recortadas hasta que ya los llama «libros» v son enviados a todo el país. Y
es imposible sacar otro obJeto. Aunque ese ObJeto todo el mundo que absorbe pensamientos se con-
haya sido reduCJdo al tamaño más pequeño posi- tagia. Y aquellas esteras llenas de pensamientos
ble, entonces se vuelve extremadamente impor- son devoradas como plátanos dulces. En cada
tante, porque aquí empieza el profundo conqc1- choza hay ca1as completamente llenas de ellas, y
m1ento acerca del cual sólo el Gran Espíritu no per- jóvenes y v1e¡os las mordisquean como una rata
mite que sus secretos sean robados. Y nunca lo mordisquea una caña de azúcar. Por esto tan poca
hará. Nunca nadie ha logrado escalar más allá de gente puede todavía pensar normalmente sobre
la copa de la palmera ... Siempre se tiene que vol-. las cosas de la naturaleza, como pueden todos los
ver porque ya no hay más.tronco que escalar. El samoanos.
Gran Espíritu está también disgustado con la curio- Del mismo modo, tanto pensamiento como sea
sidad de la gente y por cons1gment2 lo ha descu- posible es embutido en las cabezas de los niños. Se
bierto todo con enredaderas sin fin. Por eso todas les fuerza a: digerir cierta cantidad de esteras-pen-
las personas que siguen pensando, descubrirán que samiento cada día. Sólo los más sanos desechan de
permanecen estúpidos y que deben deJar al Gran nuevo estos pensamientos inmediatamente o los
Espíritu las respuestas que no pueden encontrar. deJan hundirse a través de un colador. Pero lama-
Los más astutos y valientes Papalag1 así lo admi- yoría de ellos sobrecargan sus cabezas con pensa-
ten. No obstante, la mayona de aqudlos perverl!- mientos de tal modo que ni un punto se deJa abier-
dos-de-pensamiento son imposibles de curar de to y ya ¡amás puede entrar un rayo de sol. A esto
sus errores y así sucede que a menudo la gente se se ie llama -«educación» y es una cosa muy difun-
extraña por su pensar, como un hombre comendo dida.
en círculos a través de la selva, sin deiar huellas. Educadón significa llenar la cabeza hasta el
Se rompen la cabeza y lo que ha sucedido real- borde con conocimiento. Un hombre educado sabe
mente es que no han podido distingmr entre bes- lo alta que es la palmera, el peso de un coco, los
tia y hombre, diciendo que los humanos son ani- nombres de todos los grandes Jefes y cuántas gue-
males y que los animales son humanos. rras han hecho. De cada no, animal y planta sabe
Ésta es la razón por la que es tan peligroso lan- el nombre. Sabe todo, todo. Cuando Je haces a un
zar inmediatamente todos esos pensamientos, ver- hombre educado una pregunta, disparará la res-
puesta directa hacia ti, antes de que puedas cerrar Y ahora, mis amados y nopensantes hermanos,
la boca. Su cabeza siempre está cargada con muru- ¿realmente sentís la necesidad de imitar a los
ción, lista para una salva. Cada europeo usa la Papalagi y empezar a pensar como ellos? ¿Después
me¡or parte de su vida en transformar su cabeza de todas las verdades que os he contado? ¡No! Os
en un rápido cañón de fuego. Al que trata de no lo digo. Porque nosotros no podemos ru debemos
cooperar lo fuerzan a hacerlo. Cada Papalag1 debe hacer nada que no haga a nuestro cuerpo más fuer-
saber y debe pensar. te y a nuestros sentidos más refinados. Debemos
La úruca forma de ayudar a aquellos pacientes ser cautelosos ante el que qmera robarnos los pla-
del pensamiento a desechar sus ideas, es olvidan- ceres de la vida, ante todo lo que oscurezca nues-
do. Pero no les enseñan eso y así difícilmen- tro espíritu y se lleve la brillante luz, y ante
te nadie puede hacerlo. La mayoría de todo lo que separe la mente del cuerpo.
ellos llevan tantos pensamientos dentro Con su modo de vida los Papalagi prue-
de sus cabezas que cansan sus cuerpos ban que pensar es una peligrosa enfer-
y les hace débiles y marchitos antes medad que disminuye la valía del
de tiempo. género humano.

(1) De via,e.
12) El mundo subterra.neo !venidero).
(3) Dios supremo de la m1tolog1a samoana.
(4) El alma.
1
LOS VAVALAC31 1s quendos hermanos, hubo un l:!empo en
el que todos nosotros estábamos v1v'.en-
OUll=l?I=~ do en la oscuridad y nmguno conoc1a la
brillante luz de las estructuras. Entonces
Al?l?ASTl?Al?~OS A todavía vagábamos como niños perdidos que no
pueden encontrar el cammo de regreso a sus cho-
SU OSCUl?IUAU zas, porque nuestros corazones no conoáan el Gran
Amor, y nuestras ore1as permanecían aún sordas
a las palabras de Dios.
Los Papalag1 nos han traído luz. Ellos vm1eron
a nosotros para liberarnos de la oscuridad. Nos
condu1eron a Dios y nos enseñaron a amarle. Es
por lo que les respetamos como portadores de la
luz, como los hombres que nos hablaron del Gran
Espíritu, al que los Papalag1 llaman «Dios»
Reconocimos a los Papalag1 como a nuestros her-
manos y no los hemos echado de nuestro país, smo
que hemos compartido toda nuestra fruta y pan
con ellos, como los hijos de un solo padre.
----
- -
Los hombres blancos no han escahmado medios para así vivir 1untos como buenos cnshanos. Pues
para traernos sus escrituras, incluso cuando nos todos vosotros conocéis la voluntad de Dios: «No
hemos comportado como niños malos y nos hemos matarás, sino que os amaréis los unos a los otros»,
resistido a sus enseñanzas. Siempre quedaremos que es el más elevado de sus pensamientos.
agradecidos por sus problemas y sufrimientos en Obedientemente nosotros hemos abandonado
nuestro interés y siempre les respetaremos como nuestras armas y a partir de ese momento los des-
nuestros portadores-de-luz. tacamentos de ataque que destruían nuestras islas
La primera cosa que el m1s10nero nos explicó han cesado, y cada uno ama al otro como a un her-
fueron las formas de Dios y nos apartó de los v1e- mano. Nosotros aprendimos que los mandamien-
¡os dioses, a los que él llamaba «falsos» porque en tos de Dios eran buenos, porque ahora vivían pací-
ellos no estaba presente el verdactero'Dios. Por eso ficamente un pueblo ¡unto a otro, mientras antes
nosotros cte¡amos de adorar las estrellas cte. la estaban divididos y el caos y la agitación no te-
noche, la fuerza del fuego y el viento, y buscamos nían fin.
a su Dios, el Gran Padre del cielo .. Incluso s1 el Gran Dios no está viviendo dentro
Después, a través de los Papalag1, Dios nos hizo de todo el mundo, podemos todav1a proclamar la
abandonar nuestros palos de fuego y otras armas, gratitud de que nuestras vidas han sido me¡oradas
desde que adoramos a Dios como el padre y todo-
poderoso soberano del mundo. Agradecidos y con
devoción escuchamos sus palabras sabias y pro-
1 fundas que aumentan aún más nuestro amor y nos
llenan también cada vez más con su Gran Espíritu.
1 Tal como he dicho, lo, Papalagi nos han traído
1 1 la luz que se ha asentado en nuestros corazones
ardientes y ha llenado nuestros sentidos de feliCJ-
dad y gratitud.
Ellos recibieron la luz más pronto que nosotros.
Los Papalag1 conocían la luz incluso antes de que
el más v1e¡o entre nosotros hubiese nacido. Pero el
Papalagi umcamente sostiene la luz en sus manos
extendidas para de¡arla brillar sobre otros; pero él
mismo, su cuerpo, está todavía en la oscuridad, y
su corazón está le¡os de Dios. Aun cuando él nom-
bra a Dios con su boca, cuando la luz que lleva esté
en sus manos. N acta es más difícil y llena mi cabe-
za de mayor pesar que tener que deciros esto. Pero
no podemos m queremos ser cegados por los
Papalag1; de otro modo nos arrastrarán a su oscu-
ridad. Ellos nos traieron la palabra de Dios, pero
fallaron al entender sus mensaies y enseñanzas,
Con sus manos y bocas lo hiaeron, pero no con sus
cuerpos. La luz no les ha penetrado a pesar de bri-
llar por fuera e iluminar todo a su alrededor. Una
luz que algunas veces es llamada «amor.»
No se dan cuenta de la falsedad de sus propias
palabras y de su amor. Así podéis daros cuenta de
que un Papalag1 no puede decir «Dios» con todo
su corazón. Cuando lo hace pone una cara como
si estuviera cansado o aburrido. Pero cada hombre
blanco se llama a sí mismo el hijo de Dios y tiene
su fe confirmada en escritura sobre esteras. Dios
es todavía un extraño para ellos, aunque todos rea-
.bieron sus enseñanzas y lo conocen. Incluso aque-
llos que se supone hablan sobre Dios dentro de sus
monumentales cabañas, construidas en su honor,
no llevan a Dios dentro de ellos y sus palabras se
las lleva el viento al gran vacío. Los predicadores @
no llenan sus sermones con Dios y sus discursos
son como el romper del olea¡e sobre los acantila-
dos: sigue y sigue, y nadie lo oye.
Puedo decir esto sm provocar la cólera de Dios;
nosotros los niños de las islas no éramos peores
que los Papalag1 son ahora, cuando rezábamos a
las estrellas y al fuego. Éramos malos y estábamos
en la oscuridad porque no conocíamos la luz. ·Pero
los Papalag1 conocen la luz y son toda•ría malos, estorba sus parhculares hábitos y vicios. Sabe·que
vagando en la oscuridad. Y lo peor es que se lla- Dios nunca perdonaría estos v1qos y que debería
man a sí mismos los «niños -de Dios» y «cnstlanos», postrarse en la arena si realmente Dios estuviese,
y qmeren hacernos creer que son el fuego, cuando dentro de él, pues él está lleno de luJur1a, odió y
solamente son los portadores de la luz. animosidad. Su.corazón se ha transformado.en un
Un Papalag1 rara vez piensa en Dios. Única- afilado anzuelo, solamente bueno para el robo,. en
mente cuando una tormenta le amenaza o cuando lugar de ser. una.luz que conqmste la oscuridad y·
teme que su lámpara de la vida cese de arder; le conduzca leJos del frío.
entonces recuerda que existen poderes más fuer- El blanco se. llama a sí mismo «cnstiano.1> .Una.·
tes que él y que Je gobiernan, AlaJuz del día, Dios palabra como una bella melodía, Un cnstianoc,¡Qh';

---• - •:-+, e
s1 pudiéramos llamarnos eso siempre! Ser cristia- las me¡ores v más bellas partes de la isla. Creo que
no significa amar a Dios y a tu hermano, y sola- son muy capaces de eso, pues he descubierto
mente entonces amarte a ti mismo. Amar, hacer lo muchos suoos pecados en los corazones de los
que es correcto, debe ser parte de nosotros como Papalag1 v sé que Dios nos ama más de lo que les
nuestra sangre, nuestra cabeza o nuestras manos. ama a ellos, que nos llaman salva¡es, palabra que
Los Papalagi llevan las palabras «Dios», «amor» y trata de evocar imágenes de animales con colmi-
«cristiandad.» solamen- llos, carentes de toda
te en sus lab10s. Las alma.
ponen sobre sus lenguas Pero Dios tomo sus
y las de¡an retumbar. o¡os y los abrió desga-
Pero sus corazones y su rrándolos para hacerles
amor no se inclinan ante ver. Dios dijo a los
Dios, sino ante ob¡etos y 1 Papalag1: no podéis
ante las máquinas. No
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- . =t ::i
.A. vivir de cualquier mo-
están llenos de luz, sino 1 1 do que queráis. A voso-
de un deseo glotón por tros ya no os haré más
el tiempo y por la insen- mandamientos. Enton-
satez de sus profesiones. ces el hom'bre blanco
Están diez veces más vino y se mostró en su
ansiosos por v1s1tar los verdaderaforma. ¡Oh,
locales de pseudovida desgracia! ¡Oh, terror!
que por emprender la Con voces rugientes y
búsqueda de Dios, que palabras orgullosas nos
está le¡os, muy le¡os. qmtaron nuestras ar-
Queridos hermanos, mas y, como Dios, dije-
¡ustamente ahora el ron «amaos los unos a
Papalagi tiene aún más lbs otros» ¿Y ahora?
ídolos que nosotros tení- ¿Habéis oído las terri-
amos, s1 entendemos bles nol!cras? ¿Esas no-
por ídolo algo que adoras además que a Dios y que l!Cias blastemas, amargas y sin amor? ¡Europa está
llevas en tu corazón como tu más preciada pose- ocupada asesinándose' Los Papalag1 se han pues-
sión. Dios no es el bien mas prec10so que el to frenélicos. 1.Jno está matando a otro. Todo se está
Papalagi lleva en su corazón. Por esto no obedece destruyendo en sangre, miedo y terror. Al fin los
sus deseos, pero sí aquellos de un aztu. Os digo esto Papalagi han adm1t1do que Dios no está con ellos.
como resultado de mis pensamientos: los Papalag1 La iuz que llevaba en sus manos se ha rdo, la oscu-
nos han traído las escrituras como una especie de ridad esta en su camino, nada se oye salvo el ate-
ob¡eto de trueque, para cambiarlas por fruta y por rrador bat1r de las alas del murciélago y el ulular
de los búhos. Hermanos, m1 amor por Dios y por vic10s, con vuestra loca precipitación por la nque-
todos vosotros me posee; por esa razón Dios me dio za que traba las manos y la cabeza, vuestra pasión
rru pequeña voz, para contaros todas estas cosas que por llegar a ser meiores que vuestros hermanos,
os he dicho. De modo que permaneceremos firmes vuestras muchas empresas sm sentido, vuestros
en nuestro mterior y no seremos seducidos por la curiosos pensamientos y el conocimiento que no
lengua fluida y rápida de los Papalag:i. Cuando vuel- conduce a nada, y otras tonterías que dificultan
van, mantengamos nuestros brazos frente a nues- vuestro sueño en la estera. Nosotros no tenemos
tros OJOS y grttémosles que silenaen sus voces estre- necesidad de todo eso: somos felices con los pla-
pitosas, porque a nosotros sus voces nos suenan ceres agradables y nobles que Dios nos ha dado
como el rugir del oleaJe y el silbar de las palmeras, para no ser cegados por su luz y que pueda ayu-
pero a nada más. Y mientras no tengan rostros fuer- darnos para que no nos perdamos, y brille siem-
tes y felices, y desde sus brillantes OJOS la ima- pre en nuestro cammo de tal modo que poda-
gen de Dios no irradie como el sol, dejé- mos seguir su senda y absorber su mara-
mosles permanecer leJOS. villosa luz, que significa amarse los
Dejémonos de promesas y grité- unos a los otros y llevar mucha tafola
mosles: «Permaneced leJOS de noso- en nuestros corazones»
tros con vuestros hábitos y vuestros

@)
BORRAN!, C.; MORETTI, Ch. (1991): Iaorana tahz-
13113LI06~f'ÍA tz. Recto (en inglés).
BUCK, P. (1930): Samoan Matenal Culture. Honolulu.
Bishop Museum.
CROSS, G .. Aloha Solomon. Umvers1ty of South
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GRAVES, R. (1984): Las islas de la zmprudencza.
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LAUGUEVIN, Ch. (1990): Tanitiennes. L'harmttan
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MALINOWSKI, B. (1986): Els argonautes del Pacífic
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SANCHEZ, J. (1992): Mi vza¡e a los archzpiélagos del
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SEGALE!\, S. (1982): Les Immemorzaux. Edihons
Presses-Poché (sobre Tahití).
- (1981): Voyages to paradise. National Geographzc
Society.
STINL, M .. El último parazso. Barcelona. Juventud.

Los Papalagz se ha convertido también en un exce-


lente libro para utilizar en la escuela. Para conocer También existen libros de v1a¡es hacia aquellas islas:
más a fondo la vida de los samoanos y de otros DE BOUGANVILLE: Via¡e alrededor del mundo.
pueblos de Oceanía, antes y después de la llegada Barcelona. Se1x Barral (Austral).
ele los «papalag1» pueden consultarse las obras PRIETO, C .. El Océano Paczfico: Navegantes españo-
s1gmentes: les del szglo xn. Mactnct. Alianza.
STEVENSON, R.L .. Los mares del Sur. Mactnd.
ADENA/World Wildlife Fund (1985): Enciclopedia Alianza.
de la Naturaleza: El Océano Paczfíco. Los vza¡es Jel capitrin Cook (1768-1779). Barcelona.
Debate /!taca/ Círculo. Ediciones del Serbal.
:

@

1•••011 ANITA, IHACINAI IDOS
PERSONAS EN UN PARAÍSO
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1 El.SOL BRlµA '1

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1 SÓLO UNA ANA ROPA 1 ESCUCIIA ANTÓN_. JPUEDES


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