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Adquiriendo Sabiduria
Adquiriendo Sabiduria
1. ADQUIRIENDO SABIDURÍA
Introducción
Dios creó al hombre para una profunda, estrecha y continua relación con Él, de tal manera que reflejara al
mundo su gloria, fuera su imagen y semejanza en esta tierra, es decir, una fiel copia de su Creador, un digno
representante suyo en la familia y la sociedad (Génesis 1:26-27).
Para esto, Dios le dio un espíritu al hombre, es decir, un área capacitada para percibir a Dios, recibir sus
impresiones, conocer y comprender sus verdades, conocer y amar su voluntad, y entender sus
manifestaciones de amor, de poder y de bondad hacia la humanidad (Génesis 2:7; Romanos 1:19-20)
De esa relación Dios - ser humano, caracterizada por la fidelidad, el amor y el compromiso mutuo,
dependería la estabilidad, prosperidad y bendición para toda la creación. El hombre amaría a Dios,
creyéndole, obedeciéndole y siguiendo sus instrucciones. Dios por su parte, daría poder y sabiduría al
hombre, lo bendeciría y le daría todo su respaldo para que pudiera vivir, ser feliz y cumplir su tarea a
cabalidad (Génesis 1:28; 2:15-17).
Sin embargo, a pesar de tanta bondad, el hombre decidió separarse de Dios. Nos parece imposible que
alguien desechara tanta perfección y felicidad. Pero lo que le ocurrió a la primera pareja humana, es lo que a
cada ser humano sobre la tierra le ha sucedido desde entonces de la misma manera.
La explicación que nos da la misma Palabra de Dios al respecto, es que el hombre, creyó que la sabiduría era
inherente a su naturaleza y no un don, un poder, una gracia, que se daba fruto de su relación íntima y
permanente con su Creador y Padre. El ser humano pensó que podía ser sabio independiente de Dios
(Génesis 3:1-6; Romanos 1:21-22), trayendo esto terribles consecuencias a su vida y a su entorno:
-Le fueron abiertos los ojos a un conocimiento que no venía de Dios, que lo sumergió en un abismo
insondable de vacío, insatisfacción y dolor (Génesis 3:7; Romanos 1:23-27)
(Ejemplo: Cuando un niño pequeño ve el cuerpo de su hermanito como algo natural pero a medida que crece
comienza a verlo con malicia. O cuando una pareja cruza la sutil línea del respeto y se agreden físicamente,
cayendo en un camino sin retorno hacia la ofensa y la violencia. O cuando alguien consume por primera vez
la droga o ve pornografía, quedando preso para siempre)
-Quedó incapacitado para conocer e interactuar más con Dios pues su espíritu acarreó muerte (Génesis 3:8;
Romanos 6:23; Romanos 1:28)
-Ya no pudo cumplir con la tarea de administrar el mundo con justicia y bondad. Vino el rompimiento de su
comunión con su homónimo – esposa - Génesis 3:7,12-13; hijos – Génesis 4:8; con su entorno físico –
Génesis 3:17-19. (Romanos 1:29-32)
Toda esta condición la podemos representar a través del siguiente esquema (libro Teoterapia del Amor, pág.
23 y 26):
ALMA: Factores de tensión internos y externos se suman para afectar a un yo debilitado, que tiene ahora:
Mente confusa
Desequilibrio emocional
Voluntad debilitada
Lo anterior genera una gran cantidad de conflictos que determinan una inadecuada percepción de sí mismo y
una inadecuada relación con los demás, sometiendo al ser humano a una constante, desesperada e infructuosa
búsqueda de felicidad, paz y realización.
CUERPO: Desequilibrio, enfermedad, alteraciones fisiológicas, debilidad, agotamiento, muerte prematura, etc.
Desde el mismo evento de la caída del hombre, Dios provee en Jesucristo, la solución para el ser humano
(Génesis 3:15). Él llevaría toda la rebeldía, necedad y autosuficiencia del hombre, y sus consecuencias, sobre
sí mismo. Las terribles consecuencias de la ignorancia y la torpeza del hombre, al dejar a su Creador y Padre
(Isaías 53:4-6). Ahora, solo por la fe en Jesucristo, creyendo en su amor infinito en la cruz, el hombre
encontraría la salvación, el camino de regreso a la armonía, a la verdad, a la sabiduría, a la vida. Ya no a
través de la ciencia como al principio, ahora tenía que ser por la fe (1 Corintios 1:18-21).
Cuando recibimos a Cristo, un cambio radical sucede en nuestro estado espiritual, pues pasamos de muerte a
vida. El Espíritu Santo nos convence que nacimos pecadores y que estábamos muertos en nuestros delitos y
pecados, privados de la hermosa experiencia de la vida espiritual. A menos que entendamos esto, vamos a
creer que le hicimos un favor a Dios al aceptarlo en nuestro corazón.
Al estar libre de rebeldía y desobediencia, el ser humano vuelve a su Creador, acoge sus palabras y comienza
a amar su voluntad, benéfica y perfecta. Al sentirse completamente perdonado y limpio, aceptado y amado
incondicional y eternamente, puede experimentar rendición de su vida, dedicación y entrega total. Ya no
desea volver atrás.
Ahora tiene un claro concepto de lo que es bueno y lo que es malo. La vida espiritual le permite nuevamente
tener una estrecha y permanente relación con Dios quien le guía, le muestra su verdad y le da el poder para
seguirla y obedecerla, trayendo libertad, salud, equilibrio a su espíritu, alma y cuerpo.
Libres del pecado y capacitados ahora para hacer lo bueno, lo justo, lo honesto; sana nuestra alma de
conflictos y restaurada nuestra imagen y estima, y nuestras relaciones con los demás, el cuerpo que es una
esponja que absorbe todo lo que sucede en nuestro interior, también experimenta salud, vigor y bienestar.
Una anatomía sana, una fisiología adecuada y una morfología armónica (3 Juan 2).
3. Adquiriendo sabiduría
El hombre y la mujer sabios aprenden a oír la voz de Dios y a vivir bajo sus indicaciones (Isaías 50:4;
Eclesiastés 10:12)
Jesús dijo a sus discípulos: ¿De qué sirve que ganes el mundo si pierdes tu alma? La verdadera sabiduría no
es la que nos capacita para producir sino la que nos enseña a vivir. Y no hay otra vida más significativa y
profunda, que la que se invierte haciendo lo bueno y dejando un legado. Y esto sólo lo pueden hacer los
hombres y mujeres sabias, que temen a Dios, lo respetan, lo aman y enseñan de la misma manera a todos los
demás, comenzando por su familia (Daniel 12:3).
Introducción
Dios diseñó al hombre para ser feliz, rodeándole de un ambiente que le garantizaba dicha y felicidad. Así
mismo, le dio normas de tal manera que al vivir a la luz de ellas, no tomara el camino equivocado,
acarreando para sí y los suyos, amargura y desolación.
Desafortunadamente el hombre alteró este diseño, apartándose del propósito original de Dios para su vida,
llevando con ello al caos no sólo su existencia, sino la de su familia, la sociedad y la creación misma.
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Sin embargo, hoy Dios nos hace un llamado a vivir de una manera diferente, como verdaderos Agentes de
Cambio. Hombres y mujeres que descubran y desarrollen un estilo de vida en el que, como águilas
imperiales, aprendan a levantarse por encima de sus propias limitaciones, para remontarse a las cumbres
del éxito y la prosperidad, dejando tras sí una huella de trascendencia eterna. Hombres y mujeres que
quieran adoptar como propias las costumbres del cielo, viviendo por parámetros divinos. Individuos que se
atrevan a ser distintos, como lo fue nuestro padre en la fe: “Loco para el mundo, pero cuerdo para
Dios”, “Necio para el mundo, pero sabio para Dios”, y de esta manera ser de bendición como él lo fue.
Vivir según las costumbres del cielo, implica:
1. Descubrir que “soy especial tesoro” (Éxodo 19:5-6).
Al descubrir quién es mi Papá Dios, puedo comprender quién soy para Él. Descubro que soy su especial
tesoro, que me ama con amor eterno, y que nada me puede separar de su amor. Comprendo que mi vida no
puede ser común y corriente, que no puedo ser la de uno más, que estoy llamado a ser útil en las manos de
Dios para trasformar la sociedad en la que me correspondió vivir. Entonces, puedo valorar también a todos
los que me rodean, especialmente mi familia, y vivir para cuidarlos y hacerles bien.
2. Sacar a relucir el linaje ( 1 Pedro 2:9)
El linajudo, quien se sabe heredero del cielo y representante de Dios se caracteriza por:
No dar explicaciones, sino asumir la responsabilidad de sus acciones.
No dejarse envolver por el pasado, sino comenzar a escribir de la mano del Señor, la nueva historia de su
vida y de su familia.
No amilanarse frente a la adversidad. Ver en las dificultades las oportunidades presentadas por Dios, para
llevarnos a grandes conquistas.
3. Poner los ojos en Jesús (Hebreos 12:2)
Quien vive según las costumbres del cielo, comienza cada día “arriba”, levantando los ojos al cielo. Sabe que
nada puede hacer separado de Jesús. Entrega sus sueños, sus metas, sus necesidades y sus faltantes y
limitaciones en las manos del Único que le puede sanar, fortalecer e implementar para hacer su voluntad, es
decir, tomar decisiones que traigan bien a su propia vida y a su familia.
Nuestro padre en la fe partió a la presencia del Señor con la esperanza de ver nuestros países restaurados,
dejando grabado en nuestros corazones la necesidad de vivir para ello y contemplar el día en que esto
acontezca.
5. No dejar que las herencias de maldición que llevamos dentro y el ambiente nos afecte (Efesios 4:21-22).
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Vive de acuerdo con lo que Papá Dios le dice, y no a la luz de lo que le dicta la cultura y las herencias
de maldición.
No se deja afectar por la circunstancias, por la crisis, ni por el criterio de los demás.
Deja de vivir a la luz del Cristo crucificado, para vivir la experiencia del Jesús resucitado.
Respecto a su familia, no se conforma al tipo de relaciones que la sociedad en general acepta como normal:
miembros que van cada uno por su lado; esposos que aprenden a convivir en medio de la indiferencia, el
engaño y el desamor; padres que solo cumplen con traer dinero a casa e hijos que desconocen totalmente la
autoridad que sus padres ejercen para su propio bien. Por el contrario, vive y lucha cada día para hacer de su
familia, un lugar donde se disfruta el Reino de los cielos: unos esposos que se aman, se respetan y se apoyan
mutuamente; unos padres que enseñan a su hijo con ternura, con instrucción y con disciplina; y unos hijos
que respetan, oyen y obedecen a sus padres.
6. Vivir como un “amateur”.
Es un aficionado.
Es aquel que está dispuesto a dar lo mejor de sí mismo.
Sabe que tiene una oportunidad que no puede desperdiciar.
Es un hombre o una mujer de disciplinas.
Es inocente. Hace las cosas con integridad y pureza.
7. No renunciar a lo que Dios le ha entregado (Números 14:6-8)
Es consciente de su herencia como hijo de Dios.
No detiene su marcha hacia la conquista de su “Tierra prometida”: su vida y su familia en primer
lugar.
No renuncia a ver la gloria de su Padre en todo lo que emprende.
No se conforma con minucias; sabe que como hijo legítimo de Dios está llamado a disfrutar las
riquezas de su Papá.
Aplicación Teoterápica
Usted puede hoy tomar la decisión de vivir según las costumbres del cielo, atreviéndose a dejar huellas
de trascendencia eterna. El tiempo de hacerlo es AHORA; mañana puede ser demasiado tarde. Es posible
que tomar esta decisión implique ser menospreciado o resistido por quienes insisten en vivir según las
costumbres de la tierra. Vivir según las costumbres del cielo también implica traer estas costumbres a la
tierra, siendo útiles en las manos de Dios para trasformar todo un pueblo.
Le invito a rendir el corazón a Dios y decidir vivir como Él desea, para que sus propósitos se cumplan en
usted y a través de usted, en quienes le rodean. Este tipo de hombres y mujeres los necesita Dios y los
reclama su país.
Taller:
Analicen en pareja cómo han vivido hasta el día de hoy. Qué marcas del pasado (hábitos, costumbres,
conductas, comportamientos, etc.), les impiden vivir según las costumbres del cielo y qué deben hacer para
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empezar a hacer de su hogar, un pedacito de cielo en esta tierra. Oren juntos y dispónganse para empezar el
cambio por ustedes. Oren el uno por el otro bendiciendo sus buenos propósitos y pidiendo la ayuda del
Espíritu Santo para cumplirlo. Comuniquen a sus líderes sus decisiones y pídanle que les ayuden a supervisar
el cumplimiento de las mismas.
3. NUEVAS OBRAS
Introducción
Un hijo se parece a su padre. Cuando la gente ve a un hijo responsable y serio, dicen que el padre hizo buena
labor con el muchacho y hasta se interesan por conocer a ese padre; pero cuando es perezoso, necio o
imprudente al hablar, lo primero que piensan es que así debe ser el papá, y no hay ningún interés en
conocerlo.
Así mismo, nuestras buenas obras, aunque no nos hacen hijos de Dios, sí atestiguan que lo somos (Juan 8:39;
Juan 14:10). Muchos presumen de ser hijos de Dios, pero sus obras están atestiguando todo lo contrario; esta es
la causa por la cual la gente no va a creer ni va a glorificar al Padre. Pero, ¿qué tal que esas buenas obras que
estamos dejando de hacer, atestigüen ante nuestro cónyuge e hijos, contra Dios, y sea esta la razón por la que
ellos no quieren acercarse a Él?
Hasta el último momento, las buenas obras de Jesús testificaron del Padre (Mateo 27:54). Cuando los
hombres veían al Hijo, veían a Dios. Pero, hoy, cuando nuestro esposo (a), hijos, familiares, amigos, etc. nos
ven actuar, ¿también ven a Dios? El Señor Jesús nos dice que esto sí es posible cuando hago buenas obras, es
decir, las obras de Él. Esto sólo es posible cuando tenemos al Hijo dentro de nuestro corazón y lo dejamos
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gobernar nuestra vida. Entonces, no somos nosotros sino el Hijo que mora en nosotros, el que hace las obras
(Juan 5:36).
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Aplicación Teoterápica
La perfección no está basada en la conducta moralista, sino en el amor. “Sed, pues, vosotros perfectos,
como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto.” (Mateo 5:48). El que ama y el que bendice es
perfecto, pues uno nunca se equivoca cuando ama. Podemos cometer errores, pero si amamos, no
equivocaremos el camino. El perfecto es el que ama, hace el bien, bendice y ora por su enemigo. Sólo de
esta manera la gente del mundo glorificará a nuestro Padre, al ver cuánto nos parecemos a Él.
¿Está dispuesto a seguir este camino? Para esto se hace necesario que muramos al ego, a nuestros
razonamientos, a tener siempre la razón, al orgullo, a mis prioridades, a la lógica etc. (1 Corintios 15:31). Si
alguien piensa que no puede, pida fe al Señor, y él se la dará abundantemente.
Taller:
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De manera individual, analicen sus decisiones y acciones frente a cada uno de los aspectos del verdadero
amor, con respecto a los miembros de su familia:
Ore cada uno pidiendo la ayuda del Espíritu Santo y que le haga canal abierto de su amor para poder amar
como Él lo hace, y de esa manera glorificarlo en todo.
4. PROCURANDO SIEMPRE LA PAZ
Introducción
La paz es el único escenario para que una familia se desarrolle adecuadamente y se mantenga fortalecida
frente a los desafíos y obstáculos.
“Una casa dividida contra sí misma no puede permanecer”. Cuando en un hogar reinan los conflictos, los
pleitos, las disensiones y diferencias entre sus miembros, todos sufren, especialmente los niños. Un ejemplo
muy común son los padres con temperamentos opuestos y lineamientos contradictorios, quienes no se ponen
de acuerdo en la dirección que seguirán en la crianza de sus hijos de tal manera que ésta se dé bajo los
mismos parámetros generando en ellos conductas sólidas y estabilidad emocional, sino por el contrario,
terminan haciendo de la crianza un problema y un conflicto irreconciliable, logrando que sus hijos se vuelvan
emocionalmente vulnerables y con temperamentos difíciles de manejar, contribuyendo al caos en el hogar.
Los seres humanos nos vemos frecuentemente inmersos en contradicciones y diferencias que generan
emociones negativas que alteran nuestra vida y generan en nosotros actitudes y comportamientos lesivos para
la armonía familiar, dejando como resultado acumulación de dolor y frustración. La actitud de pedir perdón y
perdonar sana, libera y restaura poderosamente la paz en el hogar.
Las personas a quienes más nos exponemos a herir y ser heridos son aquellas que están más cerca de
nosotros, empezando por el cónyuge, los hijos y los demás familiares. Resulta casi imposible no herir o ser
herido en la convivencia diaria con nuestros seres queridos. Es aquí donde el perdón resulta indispensable
para disfrutar de la vida conyugal y familiar.
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Aprender a ver a través de la ofensa, la necesidad del agresor. Esta actitud genera el deseo de nuestro
corazón de querer ayudar a la persona en vez de enjuiciarla. (Proverbios 19:11; Romanos 12: 20-21).
Crear una atmósfera de paz y buena voluntad es una decisión personal que representa una expresión de amor
hacia nosotros mismos y nuestra familia. Sin embargo, por loable que parezca lo primero que tenemos que
comprender es que hacer la paz no es posible en nuestra propia fuerza. Para que haya paz en nuestra casa y
en cada miembro de la familia se debe conocer al dador de la paz: JESUCRISTO.
Jesús vino a darnos paz, por medio de Él tenemos paz para con Dios. La Biblia dice, “tenemos paz para con
Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo” (Romanos 5:1). Es por eso que Él murió en la Cruz, para pagar
por nuestros pecados y reconciliarnos con Dios. Él hizo “la paz mediante la sangre de su cruz” (Colosenses
1:20).
Por eso es fundamental que el padre de familia como líder espiritual de su esposa e hijos genere estos
encuentros entre su grupo familiar y Cristo, el dador de la paz, a través de la oración, la meditación bíblica y
la comunicación abierta. Generar un espacio en el que a través de un lenguaje de amor cada uno exprese, con
libertad, sus anhelos e inconformidades y se den las oportunidades de una mejor relación cada día.
Aplicación Teoterápica
Usted puede conformarse a tener una familia donde reine la indiferencia, el egoísmo o la desunión; pero está
en sus manos la oportunidad de cederle el control al Señor Jesús para que lo lleve a experimentar la vida
familiar de éxito que usted anhela y que Jesús ganó en la cruz por su familia. ¡Empiece ahora!
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Tomemos la decisión hoy mismo de vivir una actitud perdonadora con nuestra pareja, sin cuestionamientos,
aprendiendo a conectarnos con Dios, a perdonar restituyendo al ofensor y buscando en todo momento la paz,
que es la que guarda nuestros corazones.
Nuestro matrimonio es el tesoro más valioso que Dios nos ha dado, ¡Cuidémoslo!
Taller individual
Se entregará una hoja de papel donde cada uno escribirá de manera individual tanto las ofensas que ha
recibido de su pareja, como también las ofensas que ha generado hacia su pareja. A través de la oración
Teoterápica se motivará a la reconciliación, y al final se queman las hojas o se rompen en señal de total
libertad.
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