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MINISTERIO DE PAREJAS.

MES DE ENERO 2016


CEPC – CENTI - ICT
SEMINARIO “UN NUEVO COMIENZO”

1. ADQUIRIENDO SABIDURÍA

Introducción
Dios creó al hombre para una profunda, estrecha y continua relación con Él, de tal manera que reflejara al
mundo su gloria, fuera su imagen y semejanza en esta tierra, es decir, una fiel copia de su Creador, un digno
representante suyo en la familia y la sociedad (Génesis 1:26-27).

Para esto, Dios le dio un espíritu al hombre, es decir, un área capacitada para percibir a Dios, recibir sus
impresiones, conocer y comprender sus verdades, conocer y amar su voluntad, y entender sus
manifestaciones de amor, de poder y de bondad hacia la humanidad (Génesis 2:7; Romanos 1:19-20)

De esa relación Dios - ser humano, caracterizada por la fidelidad, el amor y el compromiso mutuo,
dependería la estabilidad, prosperidad y bendición para toda la creación. El hombre amaría a Dios,
creyéndole, obedeciéndole y siguiendo sus instrucciones. Dios por su parte, daría poder y sabiduría al
hombre, lo bendeciría y le daría todo su respaldo para que pudiera vivir, ser feliz y cumplir su tarea a
cabalidad (Génesis 1:28; 2:15-17).

1. La realidad del hombre sin Dios

Sin embargo, a pesar de tanta bondad, el hombre decidió separarse de Dios. Nos parece imposible que
alguien desechara tanta perfección y felicidad. Pero lo que le ocurrió a la primera pareja humana, es lo que a
cada ser humano sobre la tierra le ha sucedido desde entonces de la misma manera.

La explicación que nos da la misma Palabra de Dios al respecto, es que el hombre, creyó que la sabiduría era
inherente a su naturaleza y no un don, un poder, una gracia, que se daba fruto de su relación íntima y
permanente con su Creador y Padre. El ser humano pensó que podía ser sabio independiente de Dios
(Génesis 3:1-6; Romanos 1:21-22), trayendo esto terribles consecuencias a su vida y a su entorno:

-Le fueron abiertos los ojos a un conocimiento que no venía de Dios, que lo sumergió en un abismo
insondable de vacío, insatisfacción y dolor (Génesis 3:7; Romanos 1:23-27)
(Ejemplo: Cuando un niño pequeño ve el cuerpo de su hermanito como algo natural pero a medida que crece
comienza a verlo con malicia. O cuando una pareja cruza la sutil línea del respeto y se agreden físicamente,
cayendo en un camino sin retorno hacia la ofensa y la violencia. O cuando alguien consume por primera vez
la droga o ve pornografía, quedando preso para siempre)

-Quedó incapacitado para conocer e interactuar más con Dios pues su espíritu acarreó muerte (Génesis 3:8;
Romanos 6:23; Romanos 1:28)

-Ya no pudo cumplir con la tarea de administrar el mundo con justicia y bondad. Vino el rompimiento de su
comunión con su homónimo – esposa - Génesis 3:7,12-13; hijos – Génesis 4:8; con su entorno físico –
Génesis 3:17-19. (Romanos 1:29-32)

Toda esta condición la podemos representar a través del siguiente esquema (libro Teoterapia del Amor, pág.
23 y 26):

ESPÍRITU: Muerte, vacío


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ALMA: Factores de tensión internos y externos se suman para afectar a un yo debilitado, que tiene ahora:
 Mente confusa
 Desequilibrio emocional
 Voluntad debilitada

Lo anterior genera una gran cantidad de conflictos que determinan una inadecuada percepción de sí mismo y
una inadecuada relación con los demás, sometiendo al ser humano a una constante, desesperada e infructuosa
búsqueda de felicidad, paz y realización.

CUERPO: Desequilibrio, enfermedad, alteraciones fisiológicas, debilidad, agotamiento, muerte prematura, etc.

2. La provisión de Dios para el hombre

Desde el mismo evento de la caída del hombre, Dios provee en Jesucristo, la solución para el ser humano
(Génesis 3:15). Él llevaría toda la rebeldía, necedad y autosuficiencia del hombre, y sus consecuencias, sobre
sí mismo. Las terribles consecuencias de la ignorancia y la torpeza del hombre, al dejar a su Creador y Padre
(Isaías 53:4-6). Ahora, solo por la fe en Jesucristo, creyendo en su amor infinito en la cruz, el hombre
encontraría la salvación, el camino de regreso a la armonía, a la verdad, a la sabiduría, a la vida. Ya no a
través de la ciencia como al principio, ahora tenía que ser por la fe (1 Corintios 1:18-21).

a. Solo Cristo llenó la necesidad espiritual

-Le proporciona vida y salud (Efesios 2:1-7)

Cuando recibimos a Cristo, un cambio radical sucede en nuestro estado espiritual, pues pasamos de muerte a
vida. El Espíritu Santo nos convence que nacimos pecadores y que estábamos muertos en nuestros delitos y
pecados, privados de la hermosa experiencia de la vida espiritual. A menos que entendamos esto, vamos a
creer que le hicimos un favor a Dios al aceptarlo en nuestro corazón.

-Le impacta con su sobrenatural amor (Romanos 8:38-39)

Al estar libre de rebeldía y desobediencia, el ser humano vuelve a su Creador, acoge sus palabras y comienza
a amar su voluntad, benéfica y perfecta. Al sentirse completamente perdonado y limpio, aceptado y amado
incondicional y eternamente, puede experimentar rendición de su vida, dedicación y entrega total. Ya no
desea volver atrás.

-Le permite ajustar su conciencia a los parámetros de Dios (Romanos 12:1-2)

Ahora tiene un claro concepto de lo que es bueno y lo que es malo. La vida espiritual le permite nuevamente
tener una estrecha y permanente relación con Dios quien le guía, le muestra su verdad y le da el poder para
seguirla y obedecerla, trayendo libertad, salud, equilibrio a su espíritu, alma y cuerpo.

b. Sólo Cristo puede restaurar el alma del ser humano, proporcionándole:


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Lucidez mental (Filipenses 4:7-8)


Equilibrio emocional (Gálatas 5:22-23)
Empuje volitivo (Josué 1:9)

c. Cristo proporciona salud física:

Libres del pecado y capacitados ahora para hacer lo bueno, lo justo, lo honesto; sana nuestra alma de
conflictos y restaurada nuestra imagen y estima, y nuestras relaciones con los demás, el cuerpo que es una
esponja que absorbe todo lo que sucede en nuestro interior, también experimenta salud, vigor y bienestar.
Una anatomía sana, una fisiología adecuada y una morfología armónica (3 Juan 2).

3. Adquiriendo sabiduría

El hombre y la mujer sabios aprenden a oír la voz de Dios y a vivir bajo sus indicaciones (Isaías 50:4;
Eclesiastés 10:12)

El ser humano se convierte en:

a. Un padre y madre sabios, y admirados e imitados por sus hijos


b. Aprende a dirigir a otros basando su liderazgo en el servicio y el amor
c. Se convierte en un verdadero aporte para la sociedad a la que pertenece

4. El principio de la sabiduría es el temor a Dios (Proverbios 1:7)

Jesús dijo a sus discípulos: ¿De qué sirve que ganes el mundo si pierdes tu alma? La verdadera sabiduría no
es la que nos capacita para producir sino la que nos enseña a vivir. Y no hay otra vida más significativa y
profunda, que la que se invierte haciendo lo bueno y dejando un legado. Y esto sólo lo pueden hacer los
hombres y mujeres sabias, que temen a Dios, lo respetan, lo aman y enseñan de la misma manera a todos los
demás, comenzando por su familia (Daniel 12:3).

2. SEGÚN LAS COSTUMBRES DEL CIELO

Introducción
Dios diseñó al hombre para ser feliz,  rodeándole de  un ambiente  que le  garantizaba dicha y felicidad. Así
mismo, le  dio normas de  tal manera  que al vivir a la luz de ellas, no tomara el camino equivocado,
acarreando para sí y los suyos, amargura y desolación.
 
Desafortunadamente el hombre alteró este diseño, apartándose del propósito original de Dios para su vida,
llevando con ello al caos no sólo su existencia, sino la de su familia, la sociedad y la creación misma.
 
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Sin embargo, hoy Dios nos hace un llamado a vivir de una manera diferente, como verdaderos Agentes de
Cambio. Hombres y mujeres que descubran y desarrollen  un  estilo de vida en el que,  como  águilas
imperiales, aprendan a  levantarse por encima de sus propias limitaciones, para  remontarse  a  las  cumbres
del  éxito  y  la  prosperidad,  dejando  tras  sí  una huella de trascendencia  eterna.  Hombres y  mujeres  que
quieran adoptar como propias las costumbres del cielo, viviendo  por parámetros  divinos. Individuos que se
atrevan a ser distintos, como lo fue  nuestro  padre en la fe: “Loco  para  el mundo,  pero  cuerdo  para 
Dios”,  “Necio para el mundo, pero sabio para Dios”, y de esta manera ser de bendición como él lo fue.
 
Vivir según  las costumbres del cielo, implica:
 
1. Descubrir que “soy especial tesoro” (Éxodo 19:5-6).
      
Al descubrir quién es mi Papá Dios, puedo comprender quién soy para Él. Descubro que soy su especial
tesoro, que me ama con amor eterno, y que nada me puede separar de su amor. Comprendo que mi vida no
puede ser común y corriente, que no puedo ser la de uno más, que estoy llamado a ser útil en las manos de
Dios para trasformar la sociedad en la que me correspondió vivir. Entonces, puedo valorar también a todos
los que me rodean, especialmente mi familia, y vivir para cuidarlos y hacerles bien.
 
2. Sacar a relucir el linaje ( 1 Pedro 2:9)
El linajudo, quien se sabe heredero del cielo y representante de Dios se caracteriza por:
 No dar explicaciones, sino asumir la responsabilidad de sus acciones.
 No dejarse envolver por el pasado, sino comenzar a escribir de la mano del Señor, la nueva historia de su
vida y de su familia.
 No amilanarse frente a la adversidad. Ver en las dificultades las oportunidades presentadas por Dios, para
llevarnos a grandes conquistas.
 
3.  Poner los ojos en Jesús  (Hebreos 12:2)
Quien vive según las costumbres del cielo, comienza cada día “arriba”, levantando los ojos al cielo. Sabe que
nada puede hacer separado de Jesús. Entrega sus sueños, sus metas, sus necesidades y sus faltantes y
limitaciones en las manos del Único que le puede sanar, fortalecer e implementar para hacer su voluntad, es
decir, tomar decisiones que traigan bien a su propia vida y a su familia.
 

4.  Vivir en Esperanza contra Esperanza  (Romanos 4:18).


    
Como lo hizo Abraham, no se debilita, ni duda, sino que se fortalece, plenamente convencido de que  quien 
prometió, es fiel también para cumplir. Cultiva la esperanza de que las cosas van  a mejorar y que todo va a
cambiar. Tiene en su mente y en su corazón construir una familia en la que cada uno de sus miembros
glorifique a Dios con su vida, haga lo justo y lo recto y de esta manera, sean luz y bendición para la sociedad.

Nuestro padre en la fe partió a la presencia del Señor con la esperanza de ver nuestros países restaurados,
dejando grabado en nuestros corazones la necesidad de vivir para ello y contemplar el día en que esto
acontezca. 
 
5.  No dejar que las herencias de maldición que llevamos dentro y el ambiente nos afecte  (Efesios 4:21-22).

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 Vive de acuerdo con lo que Papá Dios le dice, y no a la luz de lo que le dicta la cultura y las herencias
de maldición.
 No se deja afectar por la circunstancias, por la crisis, ni por el criterio de los demás.
 Deja de vivir a la luz del Cristo crucificado,  para  vivir la experiencia del Jesús resucitado.

Respecto a su familia, no se conforma al tipo de relaciones que la sociedad en general acepta como normal:
miembros que van cada uno por su lado; esposos que aprenden a convivir en medio de la indiferencia, el
engaño y el desamor; padres que solo cumplen con traer dinero a casa e hijos que desconocen totalmente la
autoridad que sus padres ejercen para su propio bien. Por el contrario, vive y lucha cada día para hacer de su
familia, un lugar donde se disfruta el Reino de los cielos: unos esposos que se aman, se respetan y se apoyan
mutuamente; unos padres que enseñan a su hijo con ternura, con instrucción y con disciplina; y unos hijos
que respetan, oyen y obedecen a sus padres.
 
6. Vivir como un “amateur”.
 Es un aficionado.
 Es aquel que está dispuesto a dar lo mejor de sí mismo.
 Sabe que tiene una oportunidad que no puede desperdiciar.
 Es un hombre o una mujer de disciplinas.
 Es inocente. Hace las cosas con integridad y pureza.
 
7.  No renunciar a lo que Dios le ha entregado (Números 14:6-8)
 Es consciente de su herencia como hijo de Dios.
 No detiene su marcha hacia la conquista de su “Tierra prometida”: su vida y su familia en primer
lugar.
 No renuncia a ver la gloria de su Padre en todo lo que emprende.
 No se conforma con minucias; sabe que como hijo legítimo de Dios está llamado a disfrutar las
riquezas de su Papá.

 Aplicación Teoterápica
 
Usted  puede  hoy  tomar  la  decisión de  vivir según las costumbres del cielo, atreviéndose a  dejar  huellas
de  trascendencia eterna.  El tiempo de hacerlo es AHORA;  mañana  puede ser demasiado tarde. Es posible
que tomar esta decisión implique ser menospreciado o resistido  por  quienes  insisten en vivir según las
costumbres de la tierra. Vivir  según  las  costumbres  del cielo también  implica traer estas  costumbres a la
tierra, siendo útiles en las manos de Dios para trasformar todo un pueblo.
 
Le invito a rendir el  corazón a Dios y decidir vivir como Él desea, para que sus propósitos se cumplan en 
usted  y  a  través  de  usted,  en  quienes  le  rodean. Este tipo de hombres y mujeres los necesita Dios y los
reclama su país.

Taller:

Analicen en pareja cómo han vivido hasta el día de hoy. Qué marcas del pasado (hábitos, costumbres,
conductas, comportamientos, etc.), les impiden vivir según las costumbres del cielo y qué deben hacer para

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empezar a hacer de su hogar, un pedacito de cielo en esta tierra. Oren juntos y dispónganse para empezar el
cambio por ustedes. Oren el uno por el otro bendiciendo sus buenos propósitos y pidiendo la ayuda del
Espíritu Santo para cumplirlo. Comuniquen a sus líderes sus decisiones y pídanle que les ayuden a supervisar
el cumplimiento de las mismas.

3. NUEVAS OBRAS

Introducción
Un hijo se parece a su padre. Cuando la gente ve a un hijo responsable y serio, dicen que el padre hizo buena
labor con el muchacho y hasta se interesan por conocer a ese padre; pero cuando es perezoso, necio o
imprudente al hablar, lo primero que piensan es que así debe ser el papá, y no hay ningún interés en
conocerlo.

Así mismo, nuestras buenas obras, aunque no nos hacen hijos de Dios, sí atestiguan que lo somos (Juan 8:39;
Juan 14:10). Muchos presumen de ser hijos de Dios, pero sus obras están atestiguando todo lo contrario; esta es
la causa por la cual la gente no va a creer ni va a glorificar al Padre. Pero, ¿qué tal que esas buenas obras que
estamos dejando de hacer, atestigüen ante nuestro cónyuge e hijos, contra Dios, y sea esta la razón por la que
ellos no quieren acercarse a Él?

Hasta el último momento, las buenas obras de Jesús testificaron del Padre (Mateo 27:54). Cuando los
hombres veían al Hijo, veían a Dios. Pero, hoy, cuando nuestro esposo (a), hijos, familiares, amigos, etc. nos
ven actuar, ¿también ven a Dios? El Señor Jesús nos dice que esto sí es posible cuando hago buenas obras, es
decir, las obras de Él. Esto sólo es posible cuando tenemos al Hijo dentro de nuestro corazón y lo dejamos

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gobernar nuestra vida. Entonces, no somos nosotros sino el Hijo que mora en nosotros, el que hace las obras
(Juan 5:36).

¿Cuáles buenas obras?


La sociedad promueve una serie de normas y leyes. Creen que si la gente las cumpliera, todo sería un paraíso;
pero el Señor va mucho más allá. Lo que Él desea es que la ley que sigamos, primero, esté escrita en nuestro
corazón para que nunca la olvidemos. En segundo lugar, es una sola ley la que el Señor demanda cumplir: la
ley del amor. La única que nos va a hacer personas verdaderamente justas, equilibradas y ecuánimes, que en
todo momento y en todo cuanto hagan, realicen el bien. Es entonces cuando el hombre dice: No matarás, pero
Dios dice: No te enojes contra tu hermano, reconcíliate, ponte de acuerdo, hazle bien.
Son estas las obras que glorifican al Padre y es esto en últimas, el gran propósito de nuestra vida.

Veamos cuáles son esas buenas obras:

1.   Reconcíliese con el hermano (Mateo 5:21-24)


Lo común es que todos se sientan víctimas y se consideren ofendidos, pero ninguno se considera ofensor.
Siempre decimos que no tenemos nada contra nadie, que es el otro el que tiene algo contra mí, y si esa
persona se nos acerca y nos pide perdón, la perdonamos, y así creemos que estamos cumpliendo. Pero el
Señor va más allá. Nos dice que si nuestro prójimo tiene algo contra nosotros, debemos ir y buscar la
reconciliación. La respuesta de la mayoría es: ¿por qué tengo que ir yo, si él fue el que me agredió? Él
debería acercarse a mí. ¿Por qué tengo que ir, si yo no hice nada? Pero la razón es muy sencilla: “Porque eres
hijo de tu Padre y debes parecerte a Él”. ¡Cuántas divisiones y posiciones irreconciliables han llevado al
traste una familia por no cumplir con esta buena obra, actuando como verdaderos hijos de Dios!

2.   No ser infiel ni con el pensamiento (Mateo 5:27-28).


Esta buena obra revela la pureza del corazón, la santidad de los pensamientos y la fidelidad que debe
caracterizar a todo hijo de Dios en todas sus relaciones, cuánto más en el vínculo sagrado del matrimonio.
Esto refleja lo que Dios mismo es, un Dios Santo y Fiel.

3.   No dejar al cónyuge (Mateo 5:31-32)


Ni el hombre ni la mujer deben buscar excusas para acabar con su matrimonio (Mateo 19:3-9).

4.   Hablar siempre con la verdad (Mateo 5:33-34,37)


Si buscamos que el mundo glorifique al Padre, nunca debemos jurar, pues si andamos siempre con la verdad,
no es necesario hacerlo. Además, generalmente, una persona jura porque necesita credibilidad, pues en lo que
no jura es como si no fuera verdad. Si alguien miente y quiere luego buscar credibilidad usa el juramento; sin
embargo, lo más seguro es que en lo que está jurando también este mintiendo. Más bien, dice el Señor, que tú
sí sea ¡sí!, y tú no, ¡no! Hablar siempre con la verdad, comenzando con nuestro cónyuge e hijos, será un
excelente testimonio en un mundo donde la palabra ya no vale, y donde todos han perdido la confianza en los
demás. De esta manera podremos recuperar la confianza, la transparencia y la seguridad que tanta solidez,
estabilidad y prosperidad brinda a toda familia que la cultive.

5.   Responder el mal con bien (Mateo 5:38-40)


Ante el insulto personal, la acusación, el trabajo forzado y las peticiones de ayuda, el Señor nos pide
responder con una actitud de mansedumbre y bondad, no devolviendo con la misma moneda.

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6.   Una nueva actitud hacia los enemigos (Mateo 5:43-45)


Respecto a los que nos han causado algún daño, el Señor nos pide cuatro cosas para manifestar que somos
hijos de Dios:

-Amar a nuestros enemigos.


Estamos llamados a amar con el amor de Dios, el mismo amor que lo llevó a entregar a su Hijo por nosotros
(Juan 3:16). Cuando el Señor nos pide que amemos a nuestros enemigos, no sólo nos está dando una
enseñanza, nos está mostrando su vida. Ese es el amor que glorifica al Padre, porque evidentemente no está
en nosotros, se da solo fruto de dejarlo actuar en nuestra vida y entregarle el control de nuestro ser. En otras
palabras, es una experiencia sobrenatural (1 Corintios 13:4-8). Ahora bien, ¿Cómo estamos en este punto,
cuando no podemos perdonar a nuestro cónyuge o hijo y emprender juntos con la ayuda del Señor la tarea de
la restauración?

-Bendecir a los que nos maldicen


La bendición se ha convertido en un rito, pero en la Biblia encontramos que es algo extraordinario. Bendecir
es “bien decir” y “bien hacer”. Cuando Dios bendice, Dios hace bien. A diferencia de esto, maldecir es hablar
mal y hacer mal a una persona. Luego, cuando la palabra de Dios me pide que bendiga a los que me
maldicen, debo pedir que Dios les haga bien en todo lo que son y en todo lo que tienen. Pero esto jamás será
posible, si no estamos dispuestos a empezar bendiciendo a nuestro propio cónyuge e hijos, padres, hermanos,
y así con todos los demás.

-Hacer bien a los que nos aborrecen


Dios al bendecirnos nos hace bien para que nosotros hagamos el bien. El amor no es una cuestión de
sentimientos; es una preocupación práctica por el bienestar de aquellos que me hacen mal y me resisten. En
este caso no es desearle el bien, sino que yo mismo debo hacerle bien. Un gran ejemplo nos lo da Moisés:
frente a la rebeldía del pueblo de Israel, Moisés eligió con mansedumbre amarlos, perdonarlos e interceder
por ellos para que Dios no los destruyera. ¿Esta es la decisión que tomamos cuando alguien de nuestra
familia nos falla o nos defrauda?

- Orar por los que nos ultrajan y persiguen


Antes de orar por nuestros seres queridos, debemos orar por nuestros enemigos. Esa oración es para que Dios los
bendiga, para que no les falte nada, para que sean sanos, para que haya armonía en sus hogares, etc. Si se nos
olvida orar por nosotros, no hay problema pero que nunca se nos olvide orar por nuestros enemigos.

Aplicación Teoterápica
La perfección no está basada en la conducta moralista, sino en el amor. “Sed,  pues, vosotros perfectos, 
como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto.” (Mateo 5:48). El que ama y el que bendice es
perfecto, pues uno nunca se equivoca cuando ama. Podemos cometer errores, pero si amamos, no
equivocaremos el camino. El perfecto es el que ama, hace el bien, bendice y ora por su enemigo. Sólo de
esta manera la gente del mundo glorificará a nuestro Padre, al ver cuánto nos parecemos a Él.

¿Está dispuesto a seguir este camino? Para esto se hace necesario que muramos al ego, a nuestros
razonamientos, a tener siempre la razón, al orgullo, a mis prioridades, a la lógica etc. (1 Corintios 15:31). Si
alguien piensa que no puede, pida fe al Señor, y él se la dará abundantemente.
 
Taller:
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De manera individual, analicen sus decisiones y acciones frente a cada uno de los aspectos del verdadero
amor, con respecto a los miembros de su familia:

El verdadero amor es:


 Sufrido: sufre porque ama y le duele lo que vive el ser amado.
 Benigno: activo en hacer el bien
 No tiene envidia: no es posesivo, ni competitivo
 No es jactancioso: no hace ostentación de sí mismo
 No busca lo suyo: no insiste en sus derechos
 No se irrita: no es grosero ni hostil
 No lleva cuenta de las ofensas
 El amor me lleva a creer en la gente, a creer en el arrepentimiento del otro, y por eso el amor confía una y
otra vez
 El amor todo lo espera, aun si lo que espera pareciera imposible
 Todo lo soporta, pues hay situaciones con el ser amado que no son llevaderas. Así es el amor; se entrega
sin esperar nada a cambio

Ore cada uno pidiendo la ayuda del Espíritu Santo y que le haga canal abierto de su amor para poder amar
como Él lo hace, y de esa manera glorificarlo en todo.
4. PROCURANDO SIEMPRE LA PAZ

Introducción
La paz es el único escenario para que una familia se desarrolle adecuadamente y se mantenga fortalecida
frente a los desafíos y obstáculos.

“Una casa dividida contra sí misma no puede permanecer”. Cuando en un hogar reinan los conflictos, los
pleitos, las disensiones y diferencias entre sus miembros, todos sufren, especialmente los niños. Un ejemplo
muy común son los padres con temperamentos opuestos y lineamientos contradictorios, quienes no se ponen
de acuerdo en la dirección que seguirán en la crianza de sus hijos de tal manera que ésta se dé bajo los
mismos parámetros generando en ellos conductas sólidas y estabilidad emocional, sino por el contrario,
terminan haciendo de la crianza un problema y un conflicto irreconciliable, logrando que sus hijos se vuelvan
emocionalmente vulnerables y con temperamentos difíciles de manejar, contribuyendo al caos en el hogar.

Los seres humanos nos vemos frecuentemente inmersos en contradicciones y diferencias que generan
emociones negativas que alteran nuestra vida y generan en nosotros actitudes y comportamientos lesivos para
la armonía familiar, dejando como resultado acumulación de dolor y frustración. La actitud de pedir perdón y
perdonar sana, libera y restaura poderosamente la paz en el hogar.

Las personas a quienes más nos exponemos a herir y ser heridos son aquellas que están más cerca de
nosotros, empezando por el cónyuge, los hijos y los demás familiares. Resulta casi imposible no herir o ser
herido en la convivencia diaria con nuestros seres queridos. Es aquí donde el perdón resulta indispensable
para disfrutar de la vida conyugal y familiar.

1. Principios básicos para perdonar


Tener una respuesta de paz ante la ofensa. La ira y el enojo son una evidencia externa de que nos estamos
aferrando a un derecho al que debiéramos renunciar: La venganza (Romanos 12:17-19).

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Aprender a ver a través de la ofensa, la necesidad del agresor. Esta actitud genera el deseo de nuestro
corazón de querer ayudar a la persona en vez de enjuiciarla. (Proverbios 19:11; Romanos 12: 20-21).

2. Principios básicos para pedir perdón


 Estar dispuestos a admitir la falta (Lucas 14:11).
 Reconocer que cuando estamos disgustados perdemos los dos y pierde nuestro hogar (Romanos 13:8).
 No dar excusa ni justificaciones ante la ofensa (Proverbios 17:27).

3. Principios para la reconciliación


El perdón es el comienzo de un proceso en el cual la confianza puede ser restaurada (2 Corintios 5:18-19):

 El ofensor debe tomar la iniciativa de restaurar la confianza.


 El ofendido debe resistir a la tendencia natural a revivir una y otra vez la ofensa.
 Dialogar sobre la manera como se va a hacer la restitución de la ofensa:

¿Qué hacemos con el dolor que todavía sentimos?


¿Qué cambios debemos hacer para evitar situaciones como ésta?
¿Qué hacemos si todavía no estamos de acuerdo?

 Orar a Dios juntos pidiendo la sanidad de los corazones.

4. El encuentro con el Príncipe de Paz (Isaías 9:6)

Crear una atmósfera de paz y buena voluntad es una decisión personal que representa una expresión de amor
hacia nosotros mismos y nuestra familia. Sin embargo, por loable que parezca lo primero que tenemos que
comprender es que hacer la paz no es posible en nuestra propia fuerza. Para que haya paz en nuestra casa y
en cada miembro de la familia se debe conocer al dador de la paz: JESUCRISTO.

Jesús vino a darnos paz, por medio de Él tenemos paz para con Dios. La Biblia dice, “tenemos paz para con
Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo” (Romanos 5:1). Es por eso que Él murió en la Cruz, para pagar
por nuestros pecados y reconciliarnos con Dios. Él hizo “la paz mediante la sangre de su cruz” (Colosenses
1:20).

Por eso es fundamental que el padre de familia como líder espiritual de su esposa e hijos genere estos
encuentros entre su grupo familiar y Cristo, el dador de la paz, a través de la oración, la meditación bíblica y
la comunicación abierta. Generar un espacio en el que a través de un lenguaje de amor cada uno exprese, con
libertad, sus anhelos e inconformidades y se den las oportunidades de una mejor relación cada día.

Aplicación Teoterápica
Usted puede conformarse a tener una familia donde reine la indiferencia, el egoísmo o la desunión; pero está
en sus manos la oportunidad de cederle el control al Señor Jesús para que lo lleve a experimentar la vida
familiar de éxito que usted anhela y que Jesús ganó en la cruz por su familia. ¡Empiece ahora!

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Tomemos la decisión hoy mismo de vivir una actitud perdonadora con nuestra pareja, sin cuestionamientos,
aprendiendo a conectarnos con Dios, a perdonar restituyendo al ofensor y buscando en todo momento la paz,
que es la que guarda nuestros corazones.

Nuestro matrimonio es el tesoro más valioso que Dios nos ha dado, ¡Cuidémoslo!

Taller individual
Se entregará una hoja de papel donde cada uno escribirá de manera individual tanto las ofensas que ha
recibido de su pareja, como también las ofensas que ha generado hacia su pareja. A través de la oración
Teoterápica se motivará a la reconciliación, y al final se queman las hojas o se rompen en señal de total
libertad.

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