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El “vía crucis” hace referencia al camino que Jesús recorrió llevando sobre sus
hombros el madero en el cual fue crucificado. Tras el cual murió en la cruz.
Según las escrituras Jesús murió a los 33 años y a las 3 de la tarde.
ORACIÓN: Dispongamos nuestro corazón, para meditar y reflexionar cada
estación de nuestro viacrucis, recordando el amor infinito que Jesús, nos ha
demostrado dando su vida por cada uno de nosotros.
GUÍA: por la señal de la santa cruz de nuestros enemigos líbranos, Señor,
Dios Nuestro, en el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amen.
TODOS: Oh Jesús mío me arrepiento de haberte ofendido, porque eres
infinitamente bueno padeciste y moriste por mi clavado en la cruz, te amo con
todo mi corazón y propongo no volver a pecar. Amén.
GUÍA: Pilato le dijo a Jesús: “¿No sabes que tengo poder para soltarte y tengo
poder para crucificarte?” (Jn 19,10) Pero... “Pilato, deseando satisfacer a la
multitud... hizo azotar a Jesús y lo entregó para ser crucificado. Los soldados
se lo llevaron” (Mc 15, 15-16a).
Al igual que Pilato pensemos cuantas veces hemos actuado así, solo por darle
gusto a los demás, y nos lavamos las manos en esta estación pedimos perdón a
Jesús por las veces que hemos actuado así.
Cuantas veces en el recorrer de nuestra vida hemos caído, por los mismos
chismes, criticas, falta de apoyo y motivación, porque no tenemos quien nos
anime a continuar, pero si estas hoy aquí acompañando a Jesús en este recorrer
del Viacrucis quiere decir que siempre has tenido a alguien que te motivó o
ese algo que te anime a seguir, así como Jesús a pesar de esta caída, se levantó
y continuo su camino, al igual tú tienes que hacer lo mismo.
Te imaginas ese encuentro tan íntimo, tan grande que tuvo Jesús con su
Madre, no logro imaginar el rostro de María al ver a su hijo tan lastimado, y
sin poder hacer nada por él. En esta estación pidamos por tantas madres que
sufren al sentir la impotencia de no poder ayudar a sus hijos que están en las
drogas, en el alcohol, o en otras cosas, en esta estación te invito para que
medites, tu como hijo has valorado a tu madre, que te dio la vida y te cuido
para que fueras una persona de provecho.
GUÍA: “Pues el Dios que dijo: «Brille la luz del seno de las tinieblas» ha
brillado en nuestros corazones, para que resplandezca el conocimiento de la
gloria de Dios reflejada en el rostro de Cristo” (Cor 4, 6).
Demos gracias a Jesús por ayudarnos como lo hiso esta mujer de limpiarle el
rostro, así como a nosotros muchas veces nos tienden la mano algunas
personas que ni siquiera conocemos, pero sabes que eres tú quien nos lo
manda para poder enjugarnos las lágrimas, y ponerles bálsamo a nuestras
heridas, en esta estación elevemos la oración pensando en las personas que
nos han ayudado.
Señor dame fuerza para continuar en este camino en el cual tu nos has
llamado, en mi familia, en mi trabajo, en el grupo al que pertenezco a veces en
nuestra fragilidad, eso tenemos que pedirle a Jesús la fuerza para poder dar un
paso más a pesar de la adversidad y la fragilidad que tiene nuestro cuerpo
abatido por tantas cosas que nos abruman. Señor en esta estación te damos
gracias porque tú siempre estas con nosotros.
GUÍA: “Vosotros sois los que habéis perseverado conmigo en mis pruebas, y
yo preparo para vosotros el reino como me lo preparó mi Padre a mí, de forma
que comáis y bebáis a mi mesa en mi reino” (Lc 22, 28-30a).
En esta estación nos invita para que reflexionemos acerca de las veces que
hemos caído por el pecado y hemos lastimado a nuestro prójimo con nuestras
aptitudes o desplantes, en esta estación, te invito para que busques el
sacramento de la reconciliación, no importa las veces que has caído lo que
interesa es que te has sabido levantar a pesar de las circunstancias que vives.
En esta estación, vemos como Jesús es despojado de todo, hasta de sus propias
vestiduras, en la actualidad podemos ver que muchas personas dejan sin nada
al más necesitado, despojándolos de lo poco que tienen, vivimos en una
sociedad tan egoísta y tan avara que solo se busca las cosas para el bien
propio, sin ver a quien se pasa a traer, sino que lo indispensable es ganar sin
pensar a quien se daña. En esta estación te invito para que compartas algo que
tu tengas, aquella persona que lo necesite, puede ser compartir los alimentos,
algunas cosas que están utilizables y se los puedas dar a alguien para que lo
pueda utilizar.
GUÍA: Los que pasaban por ahí lo insultaban, meneaban la cabeza y diciendo:
“Tú, que destruías el templo y lo construías en tres días, sálvate a ti mismo; si
eres Hijo de Dios baja de la cruz.” Y de la misma manera los jefes de los
sacerdotes, junto con los maestros de la ley, se burlaban de él diciendo: “A
otros salvó, y a sí mismo no puede salvarse. Si eres el rey de Israel, que baje
ahora de la cruz, y creeremos en él. Ha puesto su confianza en Dios; que lo
libre ahora” (Mt 27, 39-43a)
Tú quién eres para hablar del prójimo, tú quién eres para levantar chismes al
otro, te consideras una persona libre de pecado, esta estación nos debe de
hacer reflexionar sobre tu vida, como te has portado con el otro, has sabido
defender a tu prójimo o has sido causa de que a la otra persona se le flagele, se
le golpee, se le crucifique más al hablar también de la persona, en esta
estación te invito para que revises tu interior y veas si has sido causa de algún
escandalo para alguien y si es así, te invito para que busques el dialogo y te
disculpes con la persona, dándote la oportunidad de estar bien con Dios y con
tu prójimo.
GUÍA: Y alrededor de las tres de la tarde, Jesús gritó con fuerte voz: “Eli, Eli,
¿lemá sabaktani?” que significa, “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has
abandonado?” y Jesús, dando de nuevo un fuerte grito, entregó su espíritu. (Mt
27, 46-50; Sal 22, 2).
En esta estación pidamos por todas las almas, de nuestros familiares difuntos y
por todos los que han fallecido para que él, Señor les conceda la gracia del
perdón de sus faltas y puedan Resucitar con él.