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CONSTITUCION Y DEMOCRACIA

PRESETADO POR:

NOMBRE CÓDIGO
1 Albert Ruiz 101517525

DOCENTE: WILSON JAVIER MENCO

UAC
2017
1.- Concepto de Estado Monárquico y sus características.

La monarquía es la forma de gobierno en donde el gobierno es ejercido por una


sola persona que es el monarca, es vitalicia, es decir, el monarca gobierna de
manera vitalicia hasta su muerte, abdicación o en su caso derrocamiento y
generalmente es hereditaria aunque también se da el caso de ser electiva.
Al estado que es gobernado por un monarca se le puede designar como
monarquía o como reino, imperio o principado, dependiendo del título que posea el
monarca, que bien puede ser el de rey, emperador, káiser, Kan, Zar, Príncipe, o
con términos localistas que dependen del lugar y de la época, como en los casos
de tlatoanis y faraones en Egipto y en el México antiguo respectivamente y de la
misma manera en otros lugares. También son monarquías los principados
independientes o semi independientes, que son gobernados por una familia o casa
principesca, como es el caso de algunos principados medievales y actuales como
Andorra, Mónaco, o Liechtenstein.
La monarquía es uno de los sistemas de gobiernos más antiguos que existen,
antiguamente se creía que los gobernantes descendían directamente de los
dioses y tenían derecho divino para gobernar a sus súbditos, en algunos lugares
como por ejemplo en Egipto, los monarcas eran tenidos como dioses, y así en
algunas otras culturas.
Características de las monarquías:

Orígenes.- La monarquía quizás haya tenido sus orígenes en las primeras


sociedades humanas a partir del gobierno ejercido por un individuo sabio, fuerte y
capaz (un guerrero o un cazador, o un sacerdote o chamán), que haya poseído
dotes excepcionales que la comunidad haya creído que se transmitirían a sus
descendientes, y de ahí en adelante se prefiriera a sus descendientes para
gobernar, preferentemente a algún otro individuo, creyendo que poseerían las
dotes que tuvo su ancestro. Y tal vez al ser los sacerdotes algunos de los primeros
gobernantes y creerse que ellos eran designados por las deidades (o también
descendientes de las deidades), se afianzó en gran medida el poder que poseían
al entenderse que gobernaban en nombre de los dioses siendo ellos sus
representantes o que ellos mismos eran hijos de los dioses, siendo el origen de la
creencia de que los reyes y gobernantes ejercían el gobierno por derecho divino.

El gobierno recae en una persona o un grupo reducido.- En la mayoría de las


monarquías que han existido a través de la historia, el gobierno es ejercido por un
solo individuo quien detenta la mayoría de los poderes, (militar, político, religioso,
económico, etc.), aunque delegue algunas atribuciones a ministros y funcionarios,
quienes responden directamente o indirectamente ante él sobre los asuntos
concernientes a las funciones que el rey les ha designado. Un ejemplo podrían ser
las monarquías del antiguo Egipto, en donde el rey  al cual denominaban como
“nesu “(faraón para los griegos), delegaba varias funciones a ministros y demás
funcionarios quienes tenían que responder cuentas y explicaciones sobre el
gobierno de aquello que les había sido designado previamente por el rey.
Hereditarias.- Por lo general son hereditarias, es decir, el gobierno se hereda de
padres a hijos o a los familiares más cercanos al monarca que fenece o abdica. Al
ser hereditarias se van creando dinastías, mismas que mantienen el poder real en
manos de la misma familia, en gran número de ocasiones casándose entre
parientes para mantener concentrado el poder. Al ser hereditarias lo común es que
pase el gobierno al hijo mayor del monarca (o en su caso a la hija mayor),
siguiendo en la línea sucesoria los demás hijos del monarca. También pueden
haber designaciones previas por parte del monarca, referentes a quién será el
heredero entre los familiares del monarca, lo cual recae generalmente en el hijo
mayor o hija mayor, dicha designación previa se hace para evitar posibles rencillas
por el poder.
Es vitalicia.-La monarquía es vitalicia, es decir, se ejerce el gobierno hasta la
muerte del rey o hasta que el gobernante declina el poder en favor de otra persona
mediante la abdicación del gobernante en favor de alguien, (un heredero
designado previamente o un familiar que se encuentre en la línea sucesoria de
forma inmediata al monarca que abdica el trono).
Regencia.- La regencia es el gobierno que ejerce una persona autorizada en la
monarquía, para desempeñar las funciones del monarca cuando está incapacitado
para gobernar, ya sea por ausencia del monarca, incapacidad física o mental que
impida que pueda gobernar por sí mismo, o por la minoría de edad del monarca.
Puede ser ejercida por un familiar, ministro o persona designada previamente para
ello y deja de ejercer el poder de regente cuando el monarca obtiene la mayoría
de edad, regresa de su ausencia, u obtiene o recobra la capacidad física o mental
para ejercer el gobierno por sí mismo, así como cuando el monarca es remplazado
por fallecimiento antes de haber obtenido la mayoría de edad o antes de haber
regresado de su ausencia, también deja de ejercer la regencia al ser remplazado
el monarca por otra persona mediante el consenso de ministros y nobles o por la
medio de la fuerza.

http://www.ejemplode.com/42-historia_universal/3595-
caracteristicas_de_la_monarquia.html
2.- Concepto de Estado Federal y sus características.

Se forma bajo los principios del federalismo, o sea de la descentralización política.


Su territorio está dividido en unidades autónomas que, sobre determinadas
materias, se gobiernan por su propia Constitución, leyes y autoridades, mientras
que otras están sometidas al ordenamiento jurídico central del Estado y al
gobierno de la federación. Corresponde a la Constitución federal distribuir las
competencias entre los órganos centrales y los descentralizados. Ella hace una
distribución horizontal que comprende a los poderes legislativo, ejecutivo y judicial.
Cada una de las unidades territoriales tiene su propio congreso, su poder ejecutivo
y sus cortes de justicia, que se mueven dentro del marco de competencias
señalado por la Constitución federal.
En esta de Estado coexisten un sistema jurídico central, válido para todo el
territorio nacional, y subsistemas jurídicos que rigen en las unidades territoriales
autónomas. De modo que se da allí una dispersión de los centros de poder, en
contraste con la centralización de ellos que caracteriza al Estado unitario.
El ciudadano, por su parte, está sometido a dos órdenes de autoridad: la del
gobierno federal y la de los gobiernos locales, según sus respectivas
competencias. En el lenguaje castellano no hay una palabra apropiada para
designar el orden de autoridad local, es decir, el que corresponde al “estado” o al
distrito como unidad territorial descentralizada. El uso de la palabra estatal para
designarlo se presta a confusiones puesto que no se sabe si se refiere al Estado,
como entidad total, o a una de sus partes. Los portugueses usan la
palabra“estadual” para referirse a lo que pertenece al “estado”, no como entidad
global sino como una de las circunscripciones territoriales en que se divide el
territorio estatal bajo el esquema federal.
Hay dos maneras de realizar la distribución del poder en esta forma de Estado: la
una es asignar al gobierno central un cúmulo de competencias básicas para
mantener la unidad nacional en medio de la diversidad regional y dejar las
competencias no asignadas a disposición de los gobiernos locales; y la otra es la
contraria: entregar a los órganos descentralizados las facultades legislativas,
ejecutivas y judiciales necesarias para su autogobierno y reservar a la federación
las competencias residuales.
El primer sistema fue adoptado por los Estados Unidos de América en su
Constitución de 1787, que se convirtió en el primer Estado federal de la historia,
imitado después por Suiza, Australia y otros Estados; y el segundo, por Canadá.
Los tratadistas estiman que con el primer sistema se robustece la autonomía de
las unidades descentralizadas mientras que con el segundo se fortifica el poder
central y se impulsa la dinámica centralizadora que en la práctica se observa en
los Estados federales.
Pero, de cualquier manera que se realice la regulación de competencias, un
estudio comparativo de las diferentes legislaciones constitucionales demuestra
que generalmente corresponden al gobierno central: la política exterior, el mando
de las fuerzas armadas, el comercio externo, los sistemas monetario, cambiario,
postal y de telecomunicaciones, la resolución de los conflictos entre los
departamentos o distritos y los de éstos con la federación, la legislación
interpretativa de la Constitución y otras materias de interés nacional. Sobre ellas
no pueden legislar los gobiernos seccionales ni su conducta puede apartarse de
los principios establecidos por la Constitución federal.
El Estado federal, no obstante su dispersión interna, se presenta como una
unidad de acción frente al mundo exterior. Tiene una sola representación
diplomática y consular, unidad de acción en el comercio internacional, mando
unificado sobre las fuerzas armadas, unidad en su política monetaria, cambiaria y
comercial.
El Estado federal responde a circunstancias históricas, regionales, étnicas,
religiosas, lingüísticas o económicas que aconsejan respetar la particularidad en el
marco de la unidad. Puede surgir por la unión de Estados hasta entonces
independientes, como en los casos de la Unión norteamericana, Suiza y Alemania,
o como resultado de un cambio de organización política por el que un Estado
unitario se vuelve federal, como ocurrió con Austria, la Unión Soviética, México,
India, Sudáfrica, Bélgica y otros países. Cuando acontece lo primero, se produce
una verdadera fusión de Estados que da nacimiento a una entidad estatal nueva,
integrada por el territorio y la población de los Estados que se unen.
El Estado federal entraña una cierta forma de división de poderes, aunque en
sentido diferente de la que tradicionalmente ha caracterizado al régimen
republicano de gobierno, porque implica primordialmente una distribución del
poder con relación al territorio. Esto significa, por consiguiente, que el Estado
federaltiene una doble división de poderes: la división clásica de Montesquieu, a la
que agrega la división territorial. La primera es una división en sentido horizontal y
la segunda, en sentido vertical. Pero ambas contribuyen a limitar el ejercicio de la
autoridad pública y a prevenir los abusos del poder.
Su estructura de organización se refleja en el parlamento federal, que es un
órgano integrado por dos cámaras: la de senadores, que son representantes
corporativos de las unidades territoriales en que se descompone la unión, y la
de diputados, que representan a la población nacional en su conjunto. De este
modo, en el parlamento se conjugan los intereses de la totalidad con los de las
partes, puesto que los diputados están obligados a velar por los primeros mientras
que los senadores lo hacen por los otros.
La función judicial responde también a esta forma de organización estatal. Cada
unidad territorial tiene su propio aparato de justicia, que conoce y resuelve en
última instancia los casos suscitados en su jurisdicción, sin menoscabo de la Corte
Federal de Justicia que, entre otras funciones, tiene las de dirimir los conflictos de
competencia de las unidades territoriales entre sí y los de ellas con el gobierno
central, y la de ejercer el control de la constitucionalidad de las leyes expedidas
por los parlamentos regionales, para mantener la integridad del ordenamiento
jurídico federal.
Aun cuando admite variaciones, las características fundamentales del
>federalismo son:
1. Un alto grado de descentralización jurídica, política y económica que permite
a cada unidad territorial dictar su propia Constitución y leyes, siempre que no
contradigan los principios establecidos por la Constitución federal ni versen
sobre materias reservadas por ella a la Función Legislativa central; impartir
justicia por sus tribunales y judicaturas dentro de los lindes de su jurisdicción;
ejercer actos de gobierno y administración local; recaudar y manejar sus
propios recursos económicos y elegir a sus funcionarios de naturaleza
representativa.

2. Coexistencia de normas jurídicas de validez nacional, dictadas por el órgano


legislativo central compuesto de dos cámaras: la de senadores y la de
diputados, y normas jurídicas de validez local, expedidas por los órganos
legislativos distritales o provinciales.

3. Superioridad del Derecho constitucional federal sobre el de los distritos


seccionales e inamovilidad de la forma de Estado y la forma de gobierno
establecida por la Constitución federal.

4. Distribución del poder político, con sentido territorial, entre los órganos de
gobierno federales  —legislativo, ejecutivo y judicial—  y los órganos de
gobierno seccionales  —legislativo, ejecutivo y judicial—  de acuerdo con el
esquema de división de competencias establecido en la Constitución federal.

5. Distribución de los centros estatales de decisión política en función territorial,


de modo que cada uno de ellos tiene <autonomía pero no >soberanía. Esto
significa que, dentro de las materias cuya competencia les ha sido asignada,
ellos pueden decidir inapelablemente mas no en las materias reservadas a los
órganos federales. Para que no se produzca una contradicción o incoherencia
la Corte de Justicia federal u otro órgano contralor asume el control de la
constitucionalidad de las leyes y demás actos provenientes de los poderes
seccionales.

6. Una sola personalidad jurídica en el campo internacional que permite al


Estado federal presentarse como unidad política soberana frente a los demás
Estados y a la comunidad internacional. La Convención sobre Derechos y
Deberes de los Estados, aprobada en 1933 por la Conferencia Interamericana
celebrada en Montevideo, dice en su artículo segundo que “el Estado federal
constituye una sola persona ante el Derecho Internacional”.
Son Estados federales la Unión norteamericana, Canadá, Australia, Argentina,
Brasil, México, Nigeria, India, Australia, Sudáfrica, Venezuela, Austria, Suiza,
Alemania, Bélgica y la Federación croato-musulmana. Los últimos Estados
federales en constituirse fueron Bélgica, al aprobarse la Constitución de 1993, y
Bosnia-Herzegovina (Estado croato-musulmán) integrado por dos de los
territorios desmembrados de la desaparecida Yugoeslavia, que en mayo de
1994 reunieron en Sarajevo su asamblea constituyente, compuesta por 150
diputados, para darse su nueva Constitución y para elegir su primer gobierno
presidido por el musulmán Haris Silajdzic.
Hay Estados federales atípicos, como España que no utiliza este nombre en su
Constitución pero que en la práctica ha implantado una estructura federal de
poder sobre su territorio y cuyas 17 comunidades autónomas, enmarcadas en
el Estado autonómico establecido en la Constitución de 1978, tienen el poder
de dictar sus propias leyes, recaudar sus tributos y gobernarse a sí propias; o
como otros Estados que, a través de fórmulas parciales o intermedias entre el
federalismo y unitarismo, han implantado profundas descentralizaciones
jurídico-políticas, como Finlandia con el reconocimiento después de la Primera
Guerra Mundial a la región de los Asland, cuyos habitantes en su mayoría
hablan sueco y poseen una ciudadanía especial; o los territorios daneses de
Groenlandia  —la mayor isla del planeta, situada en la región polar ártica—  y
de las islas Feroe, que tienen asambleas elegidas y gobiernos propios, además
de escaños en el parlamento danés, y que han logrado el reconocimiento de
sus lenguas. Parecido es el caso de las islas Azores y Madeira en Portugal,
que ejercen potestad legislativa y poseen gobiernos propios.

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