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Más que balbucear frases

Prácticos consejos para transformar su vida de oración


Por Donald Whitney

Tengo un amigo en el ministerio que es mayor que yo y a quien considero un padre espiritual. Él es uno de los
hombres más devotos que conozco, y el más dedicado a la oración. Muchos en su denominación lo consideran
la autoridad más notable en el área de la oración. Ha escrito dos libros sobre este tema y muchas personas
alrededor del mundo le piden que dirija conferencias sobre la oración. Generalmente lo veo un par de veces al
año y siempre le pregunto lo que ha aprendido acerca de la oración desde la última vez que hablamos. Sus
ojos brillan a medida que emocionado comienza con algo como: «¡Oh! ¡He aprendido la lección más
hermosa!» Estar con él, y especialmente orar con él, siempre me recuerda lo mucho que tengo que aprender
—y quiero aprender— sobre la oración.

El pueblo de Dios quiere aprender a orar. A pesar de que a menudo experimentamos fracasos y frustraciones
al hacerlo, el Espíritu Santo hace que nuestros fracasos nos hagan querer aprender en lugar de renunciar.

Así que no es ninguna sorpresa cuando leemos en el Nuevo Testamento que «aconteció que estando Jesús
orando en cierto lugar, cuando terminó, le dijo uno de sus discípulos: “Señor, enséñanos a orar, así como Juan
enseñó tambiéna sus discípulos”» (Lucas 11.1). Incluso los más cercanos a Jesús querían orar pero sabían que
nunca podrían hacerlo como Él lo hacía a menos que se les enseñara cómo.

Uno de los aspectos más fascinantes acerca de este pasaje es que este es la única ocasión registrada en los
evangelios donde a Jesús se le pide enseñar sobre un tema en específico. Hasta donde se sabe sus discípulos
nunca le pidieron que les enseñara a cómo caminar sobre las aguas o cómo multiplicar los panes y los peces.
Pero algo en la forma en que Jesús oraba —ya que ellos oraban con él, o lo escuchaban cuando lo hacía a
solas, o simplemente la forma en que dedicaba tiempo para orar— los hizo querer aprender a orar como él. En
su experiencia religiosa anterior, seguramente la mayoría de las oraciones que escuchaban en la sinagoga o
que habían ofrecido ellos mismos había sido una mera formalidad. En Jesucristo vieron la necesidad de orar,
así como la incapacidad de ellos.

Creo que sé como se sentían. Por supuesto que nunca he escuchado a Jesús orar pero puedo escuchar a
simples hombres hablar con Dios e identificarme con el sentido de incapacidad de los discípulos en lo que
respecta a la oración.

Otros tienen la habilidad de expresarse fácilmente y así elevar su oración hasta los cielos, luego me escucho
balbuciendo «yyyy, …. esteee….» Mientras unos oran con gran fervor, a menudo lucho en mantener mis
pensamientos en Dios y no en mi lista de todo lo que tengo que hacer. Cuando otra persona conversa con el
Señor con un sincero sentido de intimidad, yo a veces me siento como un hipócrita cuando es mi turno de orar
porque mi corazón está frío.

Así que estoy agradecido con el discípulo por haberle dicho al Señor «enséñanos a orar», porque él expresó
una necesidad que los discípulos de Jesús de todos los tiempos y lugares experimentan. Gracias a su pregunta
y a la respuesta de Jesús podemos ver más claramente que solo aquellos cristianos a quienes se les haya
enseñado cómo orar pueden hacerlo eficazmente. No obstante, podemos aprender el contenido y espíritu de
la verdadera oración de la Palabra y el Espíritu de Dios.
«Señor, enséñanos»

Al unirnos a la petición de los discípulos sobre que Jesús les enseñara a orar implica nuestra dependencia. En
otras palabras, no podemos orar correctamente a menos que el Señor nos enseñe. El apóstol Pablo expresó
nuestro problema en forma concisa: «Porque no sabemos orar como debiéramos» (Romanos

8.26).

Nadie es un orador innato. Hay atletas y cantantes innatos pero nadie sabe decir oraciones (a menos del tipo
que Dios responde) por naturaleza. «Pero el hombre natural» —afirma 1 Corintios 2.14— «no acepta las cosas
del Espíritu de Dios [tales como orar], porque para él son necedad; y no las puede entender…» De hecho, hasta
que el Espíritu Santo habite dentro de una persona, las oraciones de esta son, por muchas razones, una
abominación a Dios (Proverbios 28.9).

Pero incluso después de haber nacido de nuevo por medio de la fe en Cristo no podemos orar bien si no se nos
enseña primero. Recuerde que Pablo se refería a él mismo y a otros en quienes ya moraba el Espíritu Santo
cuando escribió «no sabemos orar como debiéramos». Y nunca sabremos hacerlo como debiéramos hasta que
se nos enseñe. Solamente alguien del cielo puede enseñarnos a cómo comunicarnos con «Nuestro Padre
quien está en los cielos» (Mateo 6.5).

Así como un niño puede exclamar y expresar muchas cosas sin palabras, así también un hijo de Dios puede
exclamar algo en oración y ser escuchado por su Padre celestial. Pero pronto las limitaciones de las destrezas
de la comunicación infantil insatisfacen y frustran a aquellos que quieren crecer. Crecer en nuestra habilidad
comunicativa, sea con un padre en la tierra o con nuestro Padre en el cielo, significa aprender cómo hacerlo.

Decir «Señor, enséñanos a orar» también implica un sincero deseo por aprender. Una cosa es decir que usted
quiere orar y otra estar dispuesto a aprender. Dentro de cada ser humano donde mora el Espíritu existe el vivo
deseo de conversar con su Padre celestial. De hecho, el Nuevo Testamento nos dice en dos ocasiones «porque
sois hijos, Dios ha enviado el Espíritu de su Hijo a nuestros corazones, clamando: “¡Abba! ¡Padre!”» (Gálatas
4.6; vea también Romanos 8.15). Todos aquellos que tienen el Espíritu de Dios tienen esta orientación por el
Padre, pero muchas veces no sabemos qué decir. Anhelamos tener una íntima relación con nuestro Padre
celestial pero a menudo no sabemos qué decir. Y aún así muchos cristianos rara vez se mueven más allá de la
frustración y tratan genuinamente de aprender a orar. ¿Usted realmente quiere aprender a orar?

Tercero, pedirle al Señor «enséñanos a orar» implica crecimiento y progreso.

Los discípulos no aprendieron todo lo que necesitaban aprender acerca de la oración en una lección, ni
tampoco nosotros. A pesar de que en esta oportunidad Jesús respondió directamente su petición, este pasaje
no contiene todo lo que Él enseñó acerca de la oración. Por ejemplo, Lucas 18.1: «Y les refería Jesús una
parábola para enseñarles que ellos debían orar en todo tiempo y no desfallecer.»

Después, les enseñaría más acerca del fervor en la oración en su ejemplo en el Jardín de Getsemaní (Lucas
22.39–46).

¿Cuál es el punto? No caiga en la tentación de pensar: «Sencillamente no puedo» cuando concierne a la


oración. Si usted empezara a estudiar una lengua extranjera, ciertamente le tomaría años de aprendizaje y
práctica regular en conversaciones antes de que se sintiera cómodo a la hora de hablar con otras personas.
¿Entonces por qué deberíamos pensar que debemos aprender el idioma de la oración en un corto periodo de
tiempo?

«Cuando oréis»
La respuesta de Jesús a la petición del discípulo es inmediata y directa en el versículo 2: «Y él les dijo: “Cuando
oréis, decid:…”» Lo que sigue es el famoso «Padre Nuestro» o también conocido como «La oración modelo».
Después resalta la importancia de persistir en la oración (versículos 5–11), y concluye su respuesta con la
promesa del versículo 13: «Pues si vosotros siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto
más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?» En palabras más sencillas, aquí

Jesús enseña un resumen de lo que es necesario acerca del contenido y el espíritu de la oración. Por eso es
que la llamamos «La oración modelo».

Con respecto al contenido de la oración, empieza con «Cuando oréis, decid…».

Como cuando un hermano mayor se inclina y tranquilamente instruye al hermano menor sobre qué decir
cuando estén frente a su padre. En las pocas líneas de los versículos 2 al 4 Jesús nos dice qué decir cuando
hablemos con Dios.

¿Pretende Jesús que digamos esas mismas palabras cuando oremos? Por un lado, leemos oraciones ofrecidas
por Jesús y por los apóstoles después de esta ocasión, y ninguno de ellos repite estas líneas. Por el otro lado,
Jesús explícitamente instruye, «Cuando oréis, decid…» Para responder este dilema debemos regresar a Mateo
6.9–13 donde Jesús enseña la misma oración en el Sermón del Monte. En ese ejemplo introdujo la oración al
decir: «Vosotros, pues, orad de esta manera…» Ahí enseña la oración como un modelo a seguir, un ejemplo
que usa los principales puntos de todo lo que deberíamos desear y amar en oración. En Lucas 11.2–4
encontramos bases para repetir la oración verbalmente, una práctica que la iglesia mantiene por lo menos
desde el siglo II. Si bien esto se permite, Jesús también previno sobre orar con «repeticiones sin sentido»
(Mateo 6.7), algo que puede hacerse incluso con una oración inspirada.

Esa es una razón por la cual, como lo veremos más adelante, él también resaltó en este contexto la función del
Espíritu Santo en la oración genuina (Lucas 11.13). Sin embargo, ya que las otras oraciones del Nuevo
Testamento siguen el modelo del Padre Nuestro y no su forma, creo que Jesús nos está dando una guía de
oración en Lucas 11.2–4 más que un guión.

De esta forma, cada línea (tales como la del versículo 2: «Venga tu reino») es un modelo o ejemplo de las
cosas por las que deberíamos orar. Por ejemplo:

«Señor, anhelo ver tu reino venir a mi hija, que ella te considere como su Rey y Salvador. Y venga tu reino a
través de Tomás y Sara cuando compartan el evangelio de Jesús con los musulmanes en el campo misionero.»
Incluso sin el uso de las frases exactas de la oración modelo, se puede orar el mismo significado. Las oraciones
por las bendiciones de Dios sobre la obra de su iglesia puede ser otra, más específica y personal a la hora de
decirle al Señor:

«Venga tu reino».

Ahora permítame regresar a la oración modelo pero ahora con una visión más amplia. Cuando los discípulos le
pidieron a Jesús que les enseñara a orar, él no dijo algo como: «Decid cualquier cosa que sintáis, y eso
agradará a Dios.» En lugar de eso, en las dos ocasiones que enseñó esta oración, Dios Hijo dejó instrucciones
específicas. Dios inspiró estas palabras de educación. O póngalo de otra forma, la Palabra de Dios nos enseña a
orar.

«Muy bien» —me dirá usted— «¿pero qué significa eso? ¿En qué maneras prácticas me ayuda eso a aprender
a orar?» Para empezar, observemos que la respuesta de Jesús cuando le pedimos «Señor, enséñanos a orar»
es exactamente la misma respuesta inspirada que él le dio al discípulo en Lucas 11.
Eso significa que deberíamos volvernos primero a su Palabra cuando le pedimos lo que se le solicitó en Lucas
11. ¿Cuáles fueron sus palabras? La oración modelo. Parte del « plan de estudios básico» de la escuela de
oración de Cristo es aprender a usar esta oración de la forma que Jesús pretendía. Esta oración no es el único
modelo divinamente inspirado que nos dejó. Dios puso oraciones en toda la Biblia para servir como ejemplos.
Pero deberíamos dar prioridad a esta porque fue la respuesta explícita de Jesús a una petición específica:

«Señor, enséñanos a orar.»

«Si oramos correctamente» —dijo el teólogo del siglo IV, Agustín— «decimos solo lo que aparece en el Padre
Nuestro. Y cualquier persona que pida en oración algo que no aparece en el Padre Nuestro, está orando de tal
forma que no es lícita, o al menos no es espiritual.» Agustín continúa ilustrando cómo los elementos de las
oraciones de otras partes de la Biblia no son más que nuevas declaraciones o ampliaciones de alguna parte de
la oración que Jesús enseñó en Lucas 11 (Nota 1).

La perseverancia y la promesa

Después de presentar La oración modelo en los versículos 2–4, Jesús continuó su enseñanza sobre la oración
en los versículos siguientes pero ahora en los aspectos de la perseverancia y la promesa de las oraciones
respondidas: «Y yo os digo, pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. Porque todo el que
pide recibe; y el que busca halla; y al que llama se le abrirá.» (Lucas 11.9–10). ¿Ha renunciado a pedir cosas? A
menos que usted esté convencido de que sus peticiones están fuera de la voluntad de Dios, y puede
clasificarlas bajo alguna de las peticiones encontradas en La oración modelo, permita que Jesús le enseñe a
seguir pidiendo, buscando y llamando a la puerta. Reflexione y ore por cada lección que Jesús le enseña sobre
la oración en este pasaje.

En Lucas 11, Jesús enseña no solo lo básico sobre el contenido de la oración, sino también sobre el espíritu de
ella. La conclusión de su respuesta a «Señor, enséñanos a orar» es: «Pues si vosotros siendo malos, sabéis dar
buenasdádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que lo pidan?»
(versículo 13). Orar es más que decir las palabras correctas o ponerlas en el orden correcto o repetirlas cierta
cantidad de veces.

Orar, como adorar, debe hacerse «en espíritu y en verdad» (Juan 4.24). Así que orar, incluso usando las
palabras de la oración modelo, sin la ayuda del Espíritu Santo es como intentar volar un aeroplano con un ala.

Si su vida de oración tiene solo un ala, gira en torno al aburrimiento y es redundante, quizá es porque usted no
le ha pedido al Espíritu Santo que lo ayude a orar. Todos los cristianos tienen desde el primer momento de fe
en Cristo y para siempre al Espíritu Santo (Juan 7.38–39). Pedirle al Padre que nos dé «el Espíritu Santo» no es,
por lo tanto, pedir por el don inicial del Espíritu, ni pedir una porción doble de él, sino más bien pedir su ayuda
e influencia. Nuestro Padre celestial, por su Espíritu, nos ayuda —nosotros que somos pecadores, egoístas y
mortales— a hablar con él. Él abre nuestros ojos para que veamos porciones de la Palabra de las que
deberíamos hablar. Él abre nuestra mente para que oremos según como dice la Biblia que debemos orar. Él
abre nuestro corazón para que sintamos lo que oramos en lugar de sencillamente balbucear frases inertes al
aire.

Un gran hombre de oración, así como predicador, Charles Spurgeon, dijo: «Todos debemos sentir que si
vamos a orar correctamente, debemos dejar que Dios nos enseñe por medio de su Espíritu Santo. Estamos
llenos de debilidades, y si hay algún momento en que las sentimos más, entonces es cuando debemos
involucrarnos en la oración. Pero “el Espíritu también nos ayuda en nuestra debilidad; porque no sabemos orar
como deberíamos”. Entonces, expresemos esta oración a nuestro gran Maestro, “Señor, enséñanos a orar”»
(Nota 2).
El crecimiento a partir de hoy

Ore la oración modelo y pídale al Espíritu Santo que lo ayude a hacerlo. Ore el Padre Nuestro hasta que
conozca sus partes como un profesor de español conoce los tiempos verbales. Y pídale al Espíritu Santo que lo
ayude a orar para que la guía de esta oración sea más que las partes de una oración, sino los medios para
tener una comunión con Dios.

Tenga por seguro de que su Padre celestial responderá. Los discípulos, en su mayoría personas sencillas y
pobres, pidieron «Señor, enséñanos a orar» y él estuvo dispuesto a hacerlo de todo corazón. Él está igual de
dispuesto a enseñarnos ahora. Aquel que dio a su Hijo para reconciliarnos de seguro nos dará su Espíritu para
ayudarnos a disfrutar de esa relación. Además, Jesús promete que el Padre le dará el Espíritu a aquellos que se
lo pidan.

Ore. Aprender a orar pero no orar es como un piloto que siempre está aprendiendo en un simulador de vuelos
pero que nunca despega de la tierra. Nuestro Maestro nos enseña a orar para que lo hagamos. ¿Será usted un
hombre o una mujer de oración? Regrese a las palabras de Jesús en Lucas 11 y comience hoy.

Consejos para cultivar una vida de oración

• Ore habitualmente

Aquellos que oran al azar, es decir, «Cuando tengo tiempo» nunca oran tanto como aquellos que hacen de la
oración una parte de su rutina diaria. Esto no significa que el contenido de la oración se convierte en rutina,
sino que solamente el tiempo dedicado a esto se vuelve un hábito. Unifique su tiempo de oración con su
tiempo de lectura o reflexión bíblica para que el hábito de leer la Biblia también fortalezca su vida de oración.

• Ore utilizando la Biblia

Sea en mis clases del seminario o en iglesias de todo el país, nada parece encender y mantener la pasión por la
oración como la enseñanza de la oración a través de la Biblia. Elija un salmo (o un párrafo de alguna de las
epístolas del Nuevo Testamento) y ore versículo por versículo. Simplemente hable con el Señor acerca de lo
que dice cada versículo y lo que se le viene a la mente cuando lo lee.

• Ore con su iglesia

En el Nuevo Testamento, orar como iglesia es algo más importante de lo que nos imaginamos. Apoye los
cultos de oración de su iglesia. Si la vida de oración de su iglesia es decepcionante, trabaje con el pastor para
mejorarla o desarrollar un nuevo ministerio de oración. Pastor, trate de incorporar la oración colectiva en su
culto de adoración del domingo en la mañana.

• Ore junto a otros oradores

Ore frecuentemente con al menos un creyente cuya vida de oración enriquezca y anime la suya. Este podría
ser su pastor u otro líder espiritual, o incluso algún hermano de otra iglesia.

• Lea biografías de grandes oradores

Si su vida de oración está a punto de fallecer, lea las biografías de personas como George Müeller, David
Brainerd, y otros guerreros de oración.
Notas del autor:
1. Las Confesiones de San Agustín
2. C. H. Spurgeon, «Exposición, Lucas 11.1–26» El púlpito del Tabernáculo
Metropolitano, Vol. 56.
Este artículo se publicó por primera vez en Moody Magazine. Usado con permiso.
Título del original: Following His Model
Copyright © 2002 por Donald S. Whitney. www.BiblicalSpiritual.org
Traducido y adaptado por DesarrolloCristiano.com. Todos los derechos reservados
Como Obtener Respuesta a Nuestras Oraciones
Un cielo nublado hizo la noche intensamente obscura y la lluvia ligera hacia la carretera peligrosamente
resbalosa. Esa noche de camino a casa, pasé un camión de carga y me puse delante del camión, mi carro pasó
sobre una mancha resbalosa y empezó a deslizarse como serpiente fuera de control por la carretera. ¡De
repente mi carro se volteó y empezó a moverse hacia atrás con el camión acercándose a mí! Aterrorizado
pedí, ¡Dios ayúdame!

¡Con sólo unos momentos antes del impacto, mi carro de repente dio un giro quedando de lado y fuera del
camino del camión que se acercaba!. Pero continuó deslizándose de lado fuera de la carretera y sobre el
terraplén. Seguro de que mi carro se volcaría, en terror volví a orar.

Increíblemente mi carro no se volcó. Pero tampoco paró. Se dio vuelta y empezó a rebotar a través de un
campo. "Oh no" pensé, "ahora voy a terminar estrellándome contra un árbol " Honestamente pensé que hasta
allí llegaría. De nuevo oré.

Eventualmente el carro se detuvo frente a unos arbustos. Milagrosamente, no toqué ninguno de los postes al
lado de la carretera o los árboles en el campo. Puse el carro en reversa y me aleje unos cuantos pies, me di la
vuelta y conduje alejándome sin un sólo golpe en mí y sin rasguño alguno en mi auto.

¿Fue mi seguridad una coincidencia o en realidad contesta Dios a nuestras oraciones y nos ayuda cuando le
llamamos?

En mi experiencia, encontré que Dios contesta algunas oraciones rápidamente; otras no tan rápido. Algunas
oraciones no son contestadas, y algunas no van más allá del techo.

El orar no es como una aspirina


gigantesca: 'Tome a Dios tres veces
al día y no sentirá dolor alguno.'

Una oración efectiva no es un amuleto para ganar favores especiales. Tampoco es una aspirina gigantesca para
matar el dolor: "Tome a Dios tres veces al día y no sentirá dolor alguno" así es como lo pone Juan Powell. Sin
embargo las oraciones pueden ser efectivas. La clave está en aprender a orar correctamente. 1

Como lo dice la Biblia, "No tienes, porque no le pides a Dios." Y cuando le pides, no recibes porque le pides de
manera equivocada, por los motivos equivocadas o por razones egoístas.

¿Entonces cómo podemos orar correctamente?

Primero, ore responsablemente. Dios no hará por nosotros lo que nosotros debemos hacer por sí mismos.
Muchas veces, por ejemplo, cuando yo era un estudiante, pedía furiosamente a Dios que me ayudara a la hora
de mis exámenes—especialmente cuando no estaba adecuadamente preparado. Pasaba los exámenes, pero
no fue por ninguna oración instantánea en vez de estudiar.

Ore Realisticamente. Cuando se tiene un problema, un vicio que nos agobia, un conflicto, o alguna
enfermedad, tendemos a enfocar nuestras oraciones en los síntomas en vez de la causa. Como consejera la Dr.
Cecil Osborne explica, cuando nosotros escondemos inconscientemente un pecado o culpa, constantemente
confesamos vigorosamente uno menos importante. Esto es porque tenemos miedo de enfrentar el problema
real bajo la superficie.

En cada situación problemática en la que me encuentro, debo pedirle a Dios que me muestre la causa real de
mis dificultades y que me enfrente con la verdad para poder ver como me contribuyendo a este problema y
que me dé valor para hacer lo que sea necesario para resolverlo.

Por esto pido a Dios confrontarme con la verdad de lo que soy o algo que contribuyo que me da el deseo de
verlo y recibir la ayuda resolverlo. Orando por la verdad  es una de las manera mas efectivas que conosco. A
veces no deseo saber la verdad porque me asusta la ida de avisar a Dios que lo aceptaría—sea lo que sea. 

Cuando oro de este modo, siempre Dios ha contestado mi oración. A veces la respuesta viene
inmediatamente, pero otras veces lentamente. Depende de que si estoy dispuesto a recibirlo.

Ore honestamente. Si yo hago oración para que Dios bendiga a mi vecino, pero en mi corazón yo lo odio,
¿Cuál oración es la que Dios escuchará? Obviamente, lo que mi corazón está diciendo. La única forma en la
que Dios bendecirá a mi vecino, en respuesta a mi oración, es que yo admito que lo odio y pido a Dios que me
ayude a amarlo.

La repetición sin sentido no significa nada para Dios.2 La oración que él escucha y conteste es la que viene del
corazón. Como la Biblia lo dice, "Cercano está Dios a todos los que le invocan, a todos los que le invocan de
verdad."3

Ore con fe. La fe también es esencial para una oración efectiva. Como Jesús lo dijo, "Y todo lo que pidas en
oración, creyendo, lo recibirás"4 y "conforme a tu fe te será hecho."5

La clave está en aprender


a orar correctamente.

Ore específicamente. Recientemente necesitaba equipo para la oficina y le pedí a Dios que me mostrará como
obtener los fondos necesarios para ello. Esa noche no podía dormir, así que me levante y me puse a balancear
mis finanzas. Para mi sorpresa, encontré un error a mi favor y pude ordenar el equipo al día siguiente.

Ore persistentemente. No todas las oraciones se contestan tan rápidamente. He orado por algunas cosas
durante años antes de obtener respuesta. Sí nuestras oraciones son legitimas, en ocasiones debemos ser tan
persistentes como Jacobo, quien en una ocasión le dijo a Dios, "no te dejaré, si no me bendices." 6 Jesús mismo
dijo, "Pide y se te dará; busca y hallarás, llama y se te abrirá. Porque todo aquel que pide, recibe; y el que
busca, halla; y al que llama, se le abrirá."7 El principio es el de continuar orando y buscando hasta recibir.

Ore en harmonía con la voluntad de Dios. La Biblia dice, "Y esta es la confianza que tenemos ante él, que si
pedimos alguna cosa de acuerdo a su voluntad, él nos oye. Y si sabemos que él nos oye en cualquier cosa que
pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho" 8

Algo primordial en las prioridades de Dios para nosotros está nuestro crecimiento y madurez. Oraciones en
harmonía con este principio, y con todas las voluntades de Dios serán siempre efectivas. Las oraciones fuera
de su voluntad serán negadas.

Ore sinceramente. ¿No quieren estar bien? Era la pregunta de Jesús. En otras palabras, si queremos que Dios
conteste a nuestras oraciones, tenemos que querer la respuesta lo suficiente como para pagar el precio. Por
ejemplo si queremos crecer en fe, amor, paciencia, perseverancia, y madurez, tenemos que realizar que todo
esto se adquiere a través de las experiencias—muchas veces experiencias dolorosas. Como la Biblia lo dice, "La
tribulación produce paciencia, y la paciencia, carácter probado." 9

Finalmente ven a Dios bajo las condiciones puesto por El. La oración efectiva también depende en que
nosotros tengamos una relación correcta con Dios a por su hijo, Jesucristo. Sólo por él podemos acercarnos a
Dios. "Nadie viene al Padre, sino por mí,"10 dijo Jesús. Por nuestros pecados se ha quebrado nuestra relación
con Dios. Pero por la muerte de Cristo en la cruz, nuestra relación con Dios se restaurará cuando respondemos
a la invitación de Jesús. Debemos recibirlo en nuestro corazón y vida como nuestro Señor y Salvador y así
llegar a Dios a través de él.

Cuando vivimos en una relación correcta con Dios y prendemos a orar la oración correcta podemos tener la
certeza de que Dios nos responderá. Como lo dijo Jesús, "¡Si permanecen en mí, y mis palabras permanecen
en ustedes, pidan todo lo que quieran y se les dará!" 11

Notas:
1. Santiago 4:2-3.  2 Mateo 6:7.  3. Salmo 145:18.  4. Mateo 21:22.  5. Mateo 9:29.  6. Genesis 35:26.  7 Mateo
7:7-8.  8. 1 Juan 5:14-15.  9. Romanos 5:3-4.  10. Juan 14:6.  11. Juan 15:7.
Una Oración Poderosa.
Cuando Todo lo Demás Falla
¿Ha tenido un problema alguna vez, un mal habito, o una relación conflictiva de la que no puede sobreponerse
o resolver no importar cuan arduo lo intente? ¿O el haber buscado ayuda y aún cuando halla orado no habido
resolución?

Yo sí. Por años tuve problemas con una relación conflictiva en la que hice todo lo que pude para resolverla—
incluso el asistir a una terapia intensiva con un consejero y orba sin descanso.

Finalmente en absoluta desesperación ore, “Dios, te ruego que me muestres la verdad y la realidad de lo que
estoy contribuyendo a esta situación en la que estoy.”

En dos semanas recibí la respuesta. Vi mi gran co-dependencia. ¡Nunca antes había escuchado esta palabra
hasta entonces, pero lo que vi fue que porque yo trataba de resolver los problemas de los demás, estaba ciego
a los propios! ¡Y aquí yo pensando que era un buen cristiano! Equivocación. Estaba siendo una persona
necesitada; esto es, necesitaba sentirme necesitado en orden de sentirme amado y eso, claro que no es amor
realmente—(o es un amor muy contaminado) es una necesidad.

Una vez que vi la verdad de lo que yo estaba contribuyendo, supe lo que tenía que hacer para resolver el
problema. Como Jesús dijo, “Conocerás la verdad y la verdad te hará libre.” 1

¡Comprendí que los únicos problemas que él podía resolver eran los míos!

¿Porqué pasó tanto tiempo para recibir la respuesta a mi oración? Porque oraba una oración equivocada.
Había estado pidiendo que me liberara de los síntomas (el conflicto externo) y no de la causa de mi problema.

En la Biblia Santiago escribió, “La razón por la que no tienes lo que deseas es porque no se lo pides a Dios. Y
aún cuando lo pides, no lo obtienes porque tu punto es el equivocado—quieres sólo lo que te da placer” 2

Verdaderamente, debemos tratar los síntomas, pero la realidad es que Dios quiere sanar de raíz la causa de
nuestros problemas para hacernos plenos, porque si no arreglamos la raíz, fácilmente podemos cambiar un
síntoma por otro.

No es que sea fácil, para nada, pero el orar una

Oración en verdad en una manera


segura de resolver la mayoría
de los conflictos—o por lo
menos nuestra parte en ellos.

Así que ahora, cuando tengo un conflicto o un problema, siempre le pido a Dios que me enfrente con la
verdad de lo que yo contribuyo a esto. Entonces le pido que me muestre la verdad de lo que los demás están
contribuyendo y la verdad o realidad de la situación en general. Lo importante es enfrentar lo que yo
contribuyo mí mismo.
He encontrado que cuando pido por la verdad y lo pido de corazón, Dios siempre responde. Es una de las
oraciones más efectivas que he orado. Ha cambiado mi vida. Muy seguido no quiero enfrentar la verdad sobre
mí porque me da mucho miedo, así que también oró, “Dios estoy dispuesto que me hagas enfrentar la verdad
sobre mí sin importar cuanto me lastime.”

No es que sea fácil, pero el orar una oración en verdad, de una manera segura resuelva la mayoría de los
conflictos—o por lo menos nuestra parte en ellos.

Y cuando se trata conflictos en las relaciones, si dos personas reconocen, genuinamente, sus problemas
personales (los cuales, muchas veces son la raíz de ello, si no de todos) y ambos le piden a Dios que les
muestre lo que ellos están contribuyendo, yo creo que ellos serán capaces de resolver no todos, pero sí la
mayoría de los conflictos. Cada uno debe desearlo con todo su corazón, de otra manera no se resolverá.

Yo lo intenté recientemente. Funcionó. Después de esto escribí:

Juntos... 
mano a mano 
corazón a corazón 
sobre nuestras rodillas 
tocamos el trono de Dios 
y allí encontramos su misericordia.

Conflicto resuelto.

Como la palabra de Dios lo dice, "El SEÑOR está cerca de todos los que le llaman, de todos los que le llaman en
verdad.”3

1. San Juan 8:32.   2. Santiago 4:2-3. Salmos 145:18.


¿Cómo orar correctamente?
Algunos ingredientes para orar correctamente son:

1.    LA AYUDA DEL ESPÍRITU SANTO.

“26De igual manera, el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad, pues qué hemos de pedir como conviene, no
lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles”. Romanos 8.26

El Espíritu Santo es la persona especial que nos ayuda a orar. Sin su ayuda, sería imposible hacer una oración
efectiva.

La palabra ayuda es “sunantilambanomai” en el idioma griego; la que al mismo tiempo, está compuesta por
tres palabras: 

Sun: junto con


Anti: en contra de 
Lambano: agarrarse de, tomarse deda en nuestra debilidad...” Romanos 8.26

La palabra debilidad es “astheneia” en el idioma griego, que significa literalmente, sin fortaleza o habilidad. Es
la incapacidad para producir resultados. La carne es débil y no quiere orar. La carne no tiene ningún poder
para producir resultados espirituales positivos; por eso, siempre debemos depender del Espíritu Santo.

“26...pues qué hemos de pedir como conviene...” Romanos 8.26

Lo que este verso nos quiere decir, es que nosotros no siempre sabemos lo que es necesario que suceda en
una situación dada; ni lo que es necesario o correcto para interceder por ello. Algunas veces, nos
preguntamos: ¿qué hago en esta circunstancia? Aquí es donde viene el Espíritu Santo y nos ayuda. Él nos
guiará en lo que tenemos que orar; y quizás, nos revele cosas de esa situación, o a lo mejor, nos traiga algunas
escrituras acerca del tema; por eso, necesitamos que Él nos ayude.

2.    TIENE QUE HABER IDENTIFICACIÓN CON LAS CARGAS DE OTROS.

La identificación tiene que ver con tomar el lugar de otro, sentir esa carga y llevarla a la presencia de Dios.
Para que nuestra intercesión sea efectiva, tenemos que aprender a identificarnos con el dolor de otros y
ponernos en la brecha por ellos.

3.    LA INTERCESIÓN EFECTIVA REQUIERE UN CORAZÓN COMPASIVO.

Este punto se conecta muy de cerca con el anterior. Para que podamos identificarnos con la necesidad y la
carga de otro, debemos tener un corazón compasivo, que sienta el dolor de las personas, y que sea conmovido
en sus entrañas por la angustia de las mismas.

4.    LA INTERCESIÓN EFECTIVA DEMANDA PERSEVERANCIA.

“18Orad en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velad en ello con toda perseverancia y
súplica por todos los santos”.  Efesios 6.18

La perseverancia es una de las claves para lograr una intercesión efectiva. Algunas veces, con interceder una
sola vez, no será suficiente para lograr la victoria. El interceder una hora no necesariamente nos llevará a
conseguir el rompimiento; puede tomarse días, semanas, meses y hasta años para lograrlo. Algunas veces,
demandará de nosotros una fuerte perseverancia hasta obtener el rompimiento, o hasta que Dios nos haga
saber que Él tiene el control de esa situación.

5.    LA INTERCESIÓN EFECTIVA REQUIERE VIVIR DE FORMA LIMPIA Y SANTA.

Anteriormente, estudiamos el poder de la intercesión, y enseñamos, que para que nuestra intercesión tenga
poder, debemos vivir de forma justa y recta delante de Dios.

Los soldados heridos en la guerra espiritual son el resultado de no vivir en rectitud e integridad y de ponerse a
hacer guerra en esas condiciones. Para concluir, diremos que para poder interceder efectivamente, debemos
depender de la ayuda del Espíritu Santo. También, debemos identificarnos con la necesidad de las personas
por medio de tener un corazón compasivo y entender que la intercesión demanda que seamos perseverantes
hasta que haya un rompimiento en el espíritu, y para ello, hay que vivir en santidad y rectitud.

¿Cómo interceder?
Vamos a estudiar las distintas maneras en que podemos orar.

    Podemos orar con el entendimiento.

“15¿Qué, pues? Oraré con el espíritu, pero oraré también con el entendimiento; cantaré con el espíritu, pero
cantaré también con el entendimiento...” 1 Corintios 14.15

¿Qué significa orar con el entendimiento?

Es interceder y orar en nuestro idioma, con palabras que nosotros entendemos. La forma de hacerlo es
usando la Escritura, y por medio de ella, interceder delante de Dios. 

    PODEMOS orar EN EL ESPÍRITU O EN LENGUAS.

“15¿Qué, pues? Oraré con el espíritu, pero oraré también con el entendimiento; cantaré con el espíritu, pero
cantaré también con el entendimiento...”.  1 Corintios 14.15

¿Qué significa orar en el Espíritu?

Es orar en una lengua desconocida dada por el Espíritu Santo; y con la ayuda de Él, orar por otros. El orar en
otras lenguas es tan efectivo, que cuando lo hacemos, estamos intercediendo en la perfecta voluntad de Dios
por una persona o circunstancia específica.

“27Pero el que escudriña los corazones sabe cuál es la intención del Espíritu, porque conforme a la voluntad
de Dios oramos por los santos”. Romanos 8.27

“18Doy gracias a Dios que hablo en lenguas más que todos vosotros...” 1 Corintios 14.18

Pablo se atreve a decir, que él habla más lenguas que todos los corintios juntos. Es algo maravilloso. Al orar en
el Espíritu o en lenguas, estamos orando por la perfecta voluntad de Dios para una persona o situación
específica, ya que es el mismo Espíritu Santo haciéndolo por medio de nosotros.
Hay dos razones claras por las cuales debemos orar en el Espíritu o en lenguas. Estas son:

•    Cuando oramos en lenguas, es el mismo Espíritu Santo intercediendo por medio de nosotros.

•    Cuando oramos en lenguas, estamos intercediendo conforme a la perfecta voluntad de Dios por una
circunstancia específica, aun cuando no sepamos cómo orar en lo natural. El orar e interceder en lenguas nos
permite obtener diferentes beneficios espirituales; porque mientras intercedemos por otros, nosotros mismos
somos bendecidos y edificados.

¿Cuáles son los beneficios de orar en otras lenguas?

•    SE EDIFICA UNO MISMO. La palabra edificar, en el idioma griego, es “oikodomes”, que es el acto de
construir, edificar una casa, un hogar. Figurativamente, se usa en el Nuevo Testamento, en el sentido de
edificación o promoción espiritual; promueve el carácter de los creyentes. También, significa fundar,
sobreedificar, reedificar.

“4El que habla en lengua extraña, a sí mismo se edifica; pero el que profetiza, edifica a la iglesia”. 1 Corintios
14.4

Lo que nos está diciendo la palabra de Dios en este verso es, que cada vez que oramos en lenguas
desconocidas, ponemos un ladrillo más; y en el ámbito interno, algo mejora, tal como podría ser nuestro
carácter. En otras palabras, cuando oramos en lenguas, experimentamos una promoción espiritual de
crecimiento interior. Después que usted ora durante una hora en lenguas, no volverá a ser el mismo. Dios hará
cambios en su edificio espiritual y lo promocionará.
“20Pero vosotros, amados, edificándoos sobre vuestra santísima fe, orando en el Espíritu Santo...”. Judas 1.20

Otra de las cosas que hace el orar abundantemente en el Espíritu o en lenguas, es cargarse a sí mismo. En mi
propia vida, he experimentado que al terminar de orar, siento que me es impartida una carga de poder, y eso
me capacita para orar por otros, he si do una intercesora por muchos años y me atrevo a decir una de las
cosas que mas me ayudado en este ministerio es el orar en otras lenguas.

•    ORAMOS LA PERFECTA VOLUNTAD DE DIOS. Cuando oramos en el espíritu por medio del Espíritu Santo,
estamos orando a Dios conforme a la perfecta voluntad del Señor para los santos. Ahora bien, lo que tenemos
que hacer es pedir al Espíritu Santo que nos ayude y nos guíe a saber por quién orar, qué orar, por qué orar y
cuándo orar. De seguro, Él nos tomará de la mano y nos llevará a orar, según la perfecta voluntad de Dios. Si
usted no sabe cómo orar por algo o por alguien, simplemente pida la ayuda del Espíritu Santo y empiece a orar
en lenguas. Preséntele el caso al Señor en su propio idioma y después continúe hablando y orando en lenguas.

“26De igual manera, el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad, pues qué hemos de pedir como conviene, no
lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles”.  Romanos 8.26

•    ORAMOS DIRECTAMENTE A DIOS Y NO A LOS HOMBRES. El orar en lenguas es una conexión directa de
nuestro espíritu con Dios, que al mismo tiempo, nos comunica con Él, hablando misterios que solamente son
entendidos por el Señor.

“2El que habla en lenguas no habla a los hombres, sino a Dios, pues nadie lo entiende, aunque por el Espíritu
habla misterios”. 1 Corintios 14.2

•    CUANDO ORAMOS EN LENGUAS, EXALTAMOS Y MAGNIFICAMOS A DIOS.


Cada vez que oramos y cantamos en lenguas, estamos magnificando, exaltando, glorificando y honrando a
Dios, porque estamos hablando el idioma del cielo.

“44Mientras aún hablaba Pedro estas palabras, el Espíritu Santo cayó sobre todos los que oían el discurso. 45Y
los fieles de la circuncisión que habían venido con Pedro se quedaron atónitos de que también sobre los
gentiles se derramara el don del Espíritu Santo, 46porque los oían que hablaban en lenguas y que glorificaban
a Dios”.  Hechos 10.44 46

•    EL ORAR EN LENGUAS TRAE DESCANSO ESPIRITUAL. Una de las razones principales por las cuales el orar en
lenguas nos produce descanso, es porque ya no tenemos que esforzarnos para alcanzar la gracia y el favor de
Dios, sino que ahora somos conducidos por el Espíritu Santo para orar al Padre conforme a su perfecta
voluntad.

“11...porque en lengua de tartamudos, en lenguaje extraño, hablará a este pueblo. 12A ellos dijo: Éste es el
reposo; dad reposo al cansado. Éste es el alivio, mas no quisieron escuchar”. 
Isaías 28.11, 12

Otra manera de orar es:


    LA INTERCESIÓN CON GEMIDOS INDECIBLES.

La palabra gemidos significa: Un lenguaje que no puede ser articulado en palabras.

Un gemido que puede ser un llanto, un gemir, un sonido que sale desde nuestro vientre que no viene con
palabras sino con un quejido. Esto, en palabras de intercesión, se llama: gemir con dolores de parto para dar a
luz algo. Recuerde lo que estudiamos anteriormente, que cada creyente tiene un vientre que puede
embarazarse y dar a luz algo. Ese embarazo es llevado a cabo por el Espíritu Santo.

“26...pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles”. Romanos 8.26

¿Qué es gemir en el espíritu?

Es la intercesión que da a luz algo.

La palabra gemir, en el idioma hebreo, es el vocablo “yalad”, que significa dar a luz algo, un tiempo de dar a
luz. Otra palabra es “telah”, que significa estar en un estado de desorden, problemas y agitación.

“7¡Antes que estuviera de parto, dio a luz; antes que le vinieran dolores, dio a luz un hijo!  8¿Quién oyó cosa
semejante? ¿Quién vio tal cosa? ¿Concebirá la tierra en un día? ¿Nacerá una nación de una sola vez? Pues en
cuanto Sión estuvo de parto, dio a luz a sus hijos”. Isaías 66.7, 8

La palabra gemir, en el idioma hebreo, nos da la idea de forzar algo por medio del parto; sacar algo para fuera.
Por otro lado, la palabra gemir en el griego es “tikto”, que significa cargar, traer hacia, estar de parto, producir,
sentir los dolores como cuando un niño nace. Esta palabra también describe el proceso de nacimiento de algo
en el mundo espiritual, el cual Dios desea que se produzca.

“19Hijitos míos, por quienes vuelvo a sufrir dolores de parto, hasta que Cristo sea formado en vosotros...”
Gálatas 4.19
A menudo, el apóstol Pablo hacía intercesión por medio de gemidos indecibles, dando a luz en el Espíritu y
hablándole a los gálatas que él no iba a parar de dar a luz y gemir hasta que hubieran madurado en el Señor.
Todas las cosas que son iniciadas y nacidas en el Espíritu permanecen para siempre. Por ejemplo, si damos a
luz en el espíritu las almas que se van a entregar al Señor, éstas serán los nuevos creyentes que permanecerán
en la iglesia.

¿Quién es el agente de Dios para embarazar?

“34Entonces María preguntó al ángel: —¿Cómo será esto?, pues no conozco varón. 35Respondiendo el ángel,
le dijo: —El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también
el Santo Ser que va a nacer será llamado Hijo de Dios”.  Lucas 1.34, 35

Es el Espíritu Santo que nos embaraza con su voluntad, con sus propósitos, con sus planes, y luego, nos lleva a
gemir para darlos a luz en el mundo natural. Cada uno de nosotros, los creyentes, tiene que preguntarse: ¿qué
quiere el Señor dar a luz a través de mí? ¿Será la salvación de mi familia, será una casa nueva, un negocio
nuevo, mi llamado ministerial, la salvación de las almas, la protección permanente de algún familiar querido?
Empecemos a preguntarle a Dios y a gemir e interceder en el espíritu para darlos a luz. Recuerde que Dios no
puede hacer nada aquí en la tierra sino es porque alguien se lo pide, lo ora, lo intercede o lo da a luz en el
espíritu.

ELÍAS DIO A LUZ EN EL ESPÍRITU

“41Entonces Elías dijo a Acab: «Sube, come y bebe; porque ya se oye el ruido de la lluvia». 42Acab subió a
comer y a beber. Pero Elías subió a la cumbre del Carmelo y, postrándose en tierra, puso el rostro entre las
rodillas”. 1 Reyes 18.41, 42

Elías tomó la posición de una madre cuando está lista para dar a luz. Esto nos da a entender que Elías gimió en
el espíritu para dar a luz la lluvia y el fuego.

JESÚS GIMIÓ EN EL ESPÍRITU

“33Jesús entonces, al verla llorando y a los judíos que la acompañaban, también llorando, se estremeció en
espíritu y se conmovió, 34y preguntó: — ¿Dónde lo pusisteis? Le dijeron: —Señor, ven y ve.  35Jesús lloró”. 
Juan 11.33 35

La palabra es muy clara cuando dice que Jesús se estremeció y se conmovió en el espíritu. Jesús estaba irritado
y gimió en el espíritu; susurró en el espíritu al ver la incredulidad de la gente, y al mismo tiempo, estaba dando
a luz una resurrección: la de Lázaro.
Categoría: Vida cristiana
Descripción: Dentro de cada ser humano donde mora el Espíritu existe el vivo deseo de conversar con su
Padre celestial. Anhelamos tener una íntima relación con nuestro Padre celestial pero a menudo no sabemos
qué decir. Y aún así muchos cristianos rara vez se mueven más allá de la frustración y tratan genuinamente de
aprender a orar. ¿Usted realmente quiere aprender a orar? Si es así, permita que este artículo lo ayude a
iniciar hoy una nueva etapa de su vida de oración.
Perdón: El Poder Que Sana
Hace algunos años, durante una visita al Parque Yellowstone, un escritor observó que el único animal con
quien el oso grizzli compartía su comida era un mofeta. No era que él oso quisiera compartir su comida mas
bien él así lo eligió. Con una sola zarpada de su garra él podría haber matado al mofeta. ¿Así que, porque
permitió que el mofeta comiera con él?

Porque él conocía el alto costo de la venganza.

¡Un oso muy inteligente!

Indudablemente él aprendió de la experencia. Lo extraño es que nosotros los humanos muy a menudo no
somos tan inteligentes. Algunas veces llevamos con nosotros rencores por años, muy seguido reprimiéndolos
de la memoria conciente, y terminamos lastimándonos a nosotros mismos más que a quienes desearíamos
ajustar cuentas. No vemos lo dañino que es a nosotros mismos es un espíritu que no perdona.

En su libro, “Ninguna De Estas Enfermedades”, El Doctor S.I. McMillen dice que la ciencia médica reconoce que
las emociones, tal como el miedo, la envidia, el resentimiento y el odio son responsables por la mayor de las
enfermidades. Se estima que del 60 a 100 por ciento son responsables por las enfermedades.

Leí un reporte de un paciente muy asombrado a quien su doctor le dijo: “Si no cortas tus resentimientos, Yo
tendré que cortar parte de tu conducto intestinal.”

Afortunadamente, el hombre tomó el consejo del doctor. Él estaba nutriendo su coraje hacia un antiguo
compañero de negocios. Fue a ver a este hombre, resolvieron sus diferencias, y le perdonó. Cuando regresó
con el doctor, su condición física había desaparecido.

Claro que ese consejo no es nuevo. El gran medico que halla existido, Jesucristo, indicó hace 2,000 años la
importancia del perdón. Cuando él nos exhorta que “perdonemos setenta veces siete,” él estaba pensando
tanto en nuestro bienestar emocional y físico así como en lo espiritual. En su libro, None of These Diseases, el
Dr. S. I. McMillen reportó que un espíritu perdonadora nos puede salvar de, “colitis ulcerativa, bocio, presión
alta, y muchas otras enfermedades” incluyendo ulceras, asma, artritis, dermatitis nerviosa y problemas del
corazón—todos posibles efectos del resentimiento.

El no perdonar es ser 
prisionero del pasado.

Hace alguno tiempo en un articulo en la revista Time1 inspirado por el perdón del Papa Juan Pablo a su posible
asesino Mehmet Ali Agca, el periodista Lance Morrow escribió, “El caso psicológico del perdón es
abrumadoramente persuasivo. El no perdonar es ser prisionero del pasado por antiguos resentimientos que
no permiten la vida continue.”

El no perdonar es el dar el control de sí mismo a otra persona.

“ Si uno no perdona, entonces está siendo controlado por las iniciativas del otro y se encierra en una serie de
acciones y respuestas, de enojo y venganza, esto por eso, siempre escalando. El presente es incesantemente
abrumador y es devorado por el pasado.”
Pero el perdonar es el ser libre del pasado.

Jesucristo nos enseñó otra verdad perturbadora sobre un espíritu no perdonadora cuando él dijo, “porque si
perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial; pero sí no
perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas.” 2

Yo creo que lo que Cristo quiso decir fue que un espíritu que no sabe perdonar por mi parte es una señal
segura de que no he mostrado a Dios remordimientos por todas mis fallas, y que no he experimentado
totalmente su perdón.

Además, la actitud de no perdonar es destructiva para las relaciones personales. Es decir que que una actitud
no perdonadora es destructiva a las relaciones personaes, especialmente las relaciones entre el matrimonio
que se destruyen no tanto por lo que se hizo, pero por lo que no se ha hecho—perdonarse el uno al otro.

Cuando falta en no perdonar mi hermano, se construye una pared de resentimientos entre ambos y
eventualmente se pierde esa amistad. Pero una vez que perdono, los sentimientos de amor son restaurados

Sin embargo, el perdón debe de ser genuino y no un acto religioso o sentimental sólo porque es “lo
apropiado.” Si nuestro perdón no es genuino, en los momentos menos esperados saldrán los resentimientos—
como cuando una pareja tiene una discusión, ellos empezarán a arrastrar aquellos eventos del pasado por los
cuales aun sienten resentimientos. Obviamente esas cosas no han sido perdonadas. El perdonar no significa
que se olvide el pasado pero este se puede enterrar.

El perdonar puede ser muy difícil si nos han lastimado profundamente, ¿Pero cómo perdonamos a alguien
cuando esta persona no siente que no nos haya hecho mal?

De acuerdo con la autora, Susan Jacoby, no podemos hacerlo. Ella siente que el “perdón real no es posible si la
persona que haya causado el mal no se reconoce su responsabilidad.” 3

De ser así, algunos de nosotros vamos a cargar resentimientos por mucho, mucho tiempo. En verdad, cuando
una persona reconoce que ha hecho daño, eso ciertamente hace que el perdonar sea más fácil. Pero cuando
no se reconoce, lo cual es el caso por lo regular, el perdón se convierte en una elección. Podemos elegir el
perdonar o el no hacerlo.

¿Pero cómo perdonamos a


alguien cuando esta persona siente
que no nos haya hecho mal?

Sin embargo, necesitamos comprender que el perdón es esencial tal vez no tanto por lo que nos ha pasado,
pero por nuestros resentimientos hacia quien nos ha hecho daño. Faltando perdonar es causado por este
resentimiento—una mezcla de dolor y ira. Por lo tanto, para perdonar genuinamente, uno debe enfrentar y
ocuparse de su dolor e ira.

Para resolver nuestro dolor e ira, debemos ser totalmente honestos y admitir como nos sentimos
exactamente. Entonces debemos eliminar estos sentimientos de nuestro mente no por reñir y lastimar a la
otra persona, pero “hablando la verdad con amor,”4 o por escribir nuestros sentimientos hasta que estén
completamente disipados.
El perdonar a otra persona, sin embargo, no significa ignorar la justicia. El Papa Juan Pablo perdonó a quien
trató de asesinarlo, pero este hombre permaneció en prisión y muy merecidamente. Y si somos genuinos
cuando queramos que otros nos perdonen, trataremos de hacer todo lo que este en nuestro poder para hacer
una restitución justa.

Cuando Dios nos perdona, lo hace en las bases de su justicia y su amor. Su justicia requería una sentencia justa
y confirmaba la muerte como la pena o el precio por los pecados del hombre. Pero su amor pagó el precio
cuando nos dio a su hijo Jesucristo para que muriera por nosotros en la cruz como la justa retribución por
nuestros pecados y faltas. Por lo tanto, Dios puede libremente perdonarnos y no violar en forma alguna su
justicia divina.

Lo importante es que respondamos al amor y el perdón de Dios reconociendo nuestros pecados y faltas y
aceptar su perdón. Y entonces, en apreciación a Dios por su perdón hacia nosotros, perdonaremos libremente
a otros así como nosotros hemos sido perdonados. 5

El perdón libera y sana al que perdona. ¿Has sido liberado?

1. Time, 9 de Enero, 1984.   2. Mateo 6:14-1.   3. McCall's, 1983.  4. Efesios 4:15.   5. Colosenses 3:12-13.

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