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Queremos estar con Él. Permanecer con Él, porque Cristo permanece, y su
palabra permanece, y su entrega permanece. Abrámosle el corazón. No es tiempo
de hablar mucho, sino de escuchar, aunque solo sean los latidos de Dios. Su
presencia es gracia, regalo, fuerza y consuelo.
ORACION INICIAL
Señor mío Jesucristo, que por amor a los hombre estás noche y día en este
sacramento, lleno de piedad y de amor, esperando, llamando y recibiendo a
cuantos vienen a visitarte: creo que estás presente en el sacramento del altar.
Te adoro desde el abismo de mi nada y te doy gracias por todas las mercedes que
me has hecho, y especialmente por haberte dado Tú mismo en este sacramento,
por haberme concedido por mi abogada a tu amadísima Madre y haberme llamado
a visitarte en esta iglesia.
Adoro ahora a tu Santísimo corazón y deseo adorarlo por tres fines: el primero, en
acción de gracias por este insigne beneficio. En segundo lugar, para resarcirte de
todas las injurias que recibes de tus enemigos en este sacramento; y finalmente,
deseando adorarte con esta visita en todos los lugares de la Tierra donde estás
sacramentado con menos culto y abandono.
CANTO
1. ADOREMOS AL SEÑOR
ORACIÓN
Nos hemos sentado muchas veces a tu mesa. Gracias, Señor.
Queremos vivir siempre en comunión contigo y con los hermanos.
Hemos escuchado tu Palabra.
Te pedimos que sepamos guardarla en el corazón.
Nos pides velar contigo.
Viviste la agonía en Getsemaní.
Y sigues agonizando en muchos hermanos.
Danos tu gracia para que no los dejemos solos
MOMENTO DE SILENCIO
MEDITEMOS
Somos amados, muy amados en Cristo. El origen de tanto amor está en el
Padre. Cristo prolonga este amor y llega a nosotros de manera asombrosa, visible
y palpable. Este amor es definitivo, eterno, por eso Jesús nos pide permanencia…
Permaneced en mi amor. El amor verdadero siempre es fiel, hasta la muerte…
Que os améis como yo os he amado.
PLEGARIA
Señor, enséñame a amar como tú,
con la misma generosidad e intensidad.
Enséñame a perdonar como tú,
enséñame a curar como tú,
enséñame a servir como tú,
enséñame a sufrir como tú,
enséñame a orar como tú,
enséñame a compadecer como tú,
enséñame a compartir como tú,
enséñame a despojarme como tú,
enséñame a vivir como tú,
enséñame a dar la vida como tú.
3. EN LA NOCHE DE LA AGONÍA
MOMENTO DE SILENCIO
GETSEMANÍ
«Este es uno de los lugares más venerados del cristianismo. El Monte de los
Olivos es el mismo de la época de Jesús. Quien se detiene en él se encuentra
aquí ante un dramático punto culminante del misterio de nuestro Redentor: Jesús
ha experimentado aquí la última soledad, toda tribulación del ser hombre. Aquí, el
abismo del pecado y del mal le ha llegado hasta el fondo del alma. Aquí se
estremeció ante la muerte inminente. Aquí le besó el traidor. Aquí todos los
discípulos lo abandonaron. Aquí él ha luchado también por mí».
(Benedicto XVI)
Canto
PLEGARIA
▪ A los que han muerto a causa del coronavirus, a los agonizantes y a los
enfermos, dales, Señor, el consuelo y la esperanza.
▪ Haz, Señor, que sepamos estar cerca de los que se sienten solos y están
desconsolados, siendo para ellos como ángeles de consuelo.
▪ Gracias, Señor, a cuantos trabajan en el campo de la sanidad, a las fuerzas de
seguridad y a cuantos trabajan en los diferentes servicios, y bendícelos y
protégelos con tu amor.
Ante ti que aquí sufriste, rezaste, gritaste y lloraste para ofrecer a todos, la fuerza
y el consuelo, ponemos, Señor, todo el sufrimiento humano. Tú que vives y reinas
con el Padre en la unidad del Espíritu Santo y eres Dios por los siglos de los
siglos. Amén.
MOMENTO DE SILENCIO
CANTO
TE ADORAMOS, SEÑOR
Verdadero Dios y verdadero hombre, realmente presente en este Santo
Sacramento
Te adoramos, Señor.
Salvador nuestro, Dios con nosotros, fiel y rico en misericordia
Te adoramos, Señor.
Rey y Señor de la Creación y de la historia,
Te adoramos, Señor.
Vencedor del pecado y de la muerte,
Te adoramos, Señor.
Amigo del hombre, resucitado y vivo a la derecha del Padre,
Te adoramos, Señor.
SÁLVANOS, SEÑOR
De todos los males que afligen a la humanidad,
Sálvanos, Señor
Del hambre, de la escasez y del egoísmo,
Sálvanos, Señor
De las enfermedades, de las epidemias y del miedo del hermano
Sálvanos, Señor
De la locura devastadora, de los intereses despiadados y de la violencia,
Sálvanos, Señor
De los engaños, de la información maligna y de la manipulación de las
conciencias,
Sálvanos, Señor
CONSUÉLANOS, SEÑOR
Mira a tu Iglesia que atraviesa el desierto,
Consuélanos, Señor
Mira a la humanidad, aterrorizada del miedo y de la angustia
Consuélanos, Señor
Mira a los enfermos y moribundos, oprimidos por la soledad
Consuélanos, Señor
Mira a los médicos y a los operadores sanitarios, extenuados por el cansancio
Consuélanos, Señor
Mira a los políticos y a los administradores, que cargan con el peso de las
decisiones,
Consuélanos, Señor
MOMENTO DE SILENCIO
ORACIÓN FINAL
Gracias, Jesús, por tu palabra, tus signos, tu Eucaristía;
son para nosotros testamento, herencia y sacramento.
Te hiciste Siervo. Te hiciste pan, medicina y ungüento.
Te hiciste perdón, oración, lágrimas y regalo.
Eres Palabra-misericordia, Palabra-paz, Palabra-dolor, Palabra-amor crucificado.
Háblanos, Jesús-Palabra, purifícanos con tu Palabra,
consuélanos con tu Palabra, enamóranos con tu Palabra,
conviértenos en eco vivo de tu Palabra,
sostenidos siempre con la fuerza de tu Espíritu. Amén.