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HORA SANTA POR EL FIN DE LA PANDEMIA

Queremos estar con Él. Permanecer con Él, porque Cristo permanece, y su
palabra permanece, y su entrega permanece. Abrámosle el corazón. No es tiempo
de hablar mucho, sino de escuchar, aunque solo sean los latidos de Dios. Su
presencia es gracia, regalo, fuerza y consuelo.
ORACION INICIAL

Señor mío Jesucristo, que por amor a los hombre estás noche y día en este
sacramento, lleno de piedad y de amor, esperando, llamando y recibiendo a
cuantos vienen a visitarte: creo que estás presente en el sacramento del altar.
Te adoro desde el abismo de mi nada y te doy gracias por todas las mercedes que
me has hecho, y especialmente por haberte dado Tú mismo en este sacramento,
por haberme concedido por mi abogada a tu amadísima Madre y haberme llamado
a visitarte en esta iglesia.
Adoro ahora a tu Santísimo corazón y deseo adorarlo por tres fines: el primero, en
acción de gracias por este insigne beneficio. En segundo lugar, para resarcirte de
todas las injurias que recibes de tus enemigos en este sacramento; y finalmente,
deseando adorarte con esta visita en todos los lugares de la Tierra donde estás
sacramentado con menos culto y abandono.
CANTO

1. ADOREMOS AL SEÑOR

LECTURA DE 1 COR 11,23-26


    «Yo he recibido una tradición, que procede del Señor y que a mi vez os he
transmitido: Que el Señor Jesús, en la noche en que iban a entregarlo, tomó pan
y, pronunciando la acción de gracias, lo partió y dijo: «Esto es mi cuerpo, que se
entrega por vosotros. Haced esto en memoria mía». Lo mismo hizo con el cáliz,
después de cenar, diciendo: «Este cáliz es la nueva alianza sellada con mi sangre;
haced esto cada vez que lo bebáis, en memoria mía». Por eso, cada vez que
coméis de este pan y bebéis del cáliz, proclamáis la muerte del Señor, hasta que
vuelva».
Palabra de Dios
ACTITUDES PROPIAS DE LA ADORACIÓN
▪ Descálzate. Solo los limpios de corazón verán a Dios.
▪ Escucha. Eres orante en la medida que escuches la Palabra.
▪ Dialoga. Dios está oculto, pero es real. Orar es «tratar de amistad con quien
sabemos que nos ama» (Sta. Teresa de Jesús).
▪ Adora: «La adoración es la continuación de la celebración, la prolonga e
intensifica» (Benedicto XVI).
▪ Agradece. Dedica unos momentos a dar gracias al Señor; su presencia, su
pasión y su amor entregado. Da gracias porque te sientes amado por él, y este
amor te salva.
▪ Entrégate. Ponte en sus manos, para que el Señor se sirva de ti como pequeño
instrumento.

No adoréis a nadie, a nadie más que en Él


             No fijéis los ojos en nadie más.
             No fijéis los ojos en nadie más que en Él.

ORACIÓN
Nos hemos sentado muchas veces a tu mesa. Gracias, Señor.
Queremos vivir siempre en comunión contigo y con los hermanos.
Hemos escuchado tu Palabra.
Te pedimos que sepamos guardarla en el corazón.
Nos pides velar contigo.
Viviste la agonía en Getsemaní.
Y sigues agonizando en muchos hermanos.
Danos tu gracia para que no los dejemos solos

MOMENTO DE SILENCIO

 EL MANDAMIENTO DEL AMOR

LECTURA DE JUAN 15,9-10.12-13.17    


    «Como el Padre me amó, yo también os he amado a vosotros; permaneced en
mi amor. Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor… Este es el
mandamiento mío: que os améis los unos a los otros como yo os he amado. Nadie
tiene mayor amor que el que da su vida por sus amigos…. Lo que os mando es
que os améis los unos a los otros”.
Palabra del Señor

MEDITEMOS

    Somos amados, muy amados en Cristo. El origen de tanto amor está en el
Padre. Cristo prolonga este amor y llega a nosotros de manera asombrosa, visible
y palpable. Este amor es definitivo, eterno, por eso Jesús nos pide permanencia…
Permaneced en mi amor. El amor verdadero siempre es fiel, hasta la muerte…
Que os améis como yo os he amado.
PLEGARIA
Señor, enséñame a amar como tú,
con la misma generosidad e intensidad.
Enséñame a perdonar como tú,
enséñame a curar como tú,
enséñame a servir como tú,
enséñame a sufrir como tú,
enséñame a orar como tú,
enséñame a compadecer como tú,
enséñame a compartir como tú,
enséñame a despojarme como tú,
enséñame a vivir como tú,
enséñame a dar la vida como tú.

3. EN LA NOCHE DE LA AGONÍA

LECTURA DE MARCOS 14,32-12


    [En Getsemaní] «Se postró en tierra y suplicaba que, a ser posible, no tuviera
que pasar por aquel trance. Decía: « ¡Abba!, Padre. Todo te es posible. Aparta de
mí esta copa de amargura. Pero no se haga como yo quiero, sino como quieres
tú».
Palabra del Señor

JESÚS HACE ORACIÓN.


    Una oración que esta vez no será gozosa. Jesús lo que hace es llorar entre
gritos y lágrimas. Verdadera «agonía». ¿Cómo sonarían en el silencio de la noche
aquellos gritos y oraciones de Jesús? Pero al fin, SÍ, que se cumpla su voluntad,
¿Oían los discípulos? Parece que no, dormían, incluso los más cercanos. ¿Oía el
Padre? Parecía que no, o que se hacía el sordo. ¿Oían los ángeles? Sí, y uno de
ellos vino en su ayuda (cf. Lc 22, 43) En el fondo, ese ángel del consuelo fue ya
una respuesta del Padre.
    Hemos de estar seguros. Cuando pasamos por la «noche», el Padre siempre
acompaña, aunque parezca que se oculta, y siempre escucha; y siempre nos
mandará a alguno de sus ángeles.

MOMENTO DE SILENCIO

    GETSEMANÍ
«Este es uno de los lugares más venerados del cristianismo. El Monte de los
Olivos es el mismo de la época de Jesús. Quien se detiene en él se encuentra
aquí ante un dramático punto culminante del misterio de nuestro Redentor: Jesús
ha experimentado aquí la última soledad, toda tribulación del ser hombre. Aquí, el
abismo del pecado y del mal le ha llegado hasta el fondo del alma. Aquí se
estremeció ante la muerte inminente. Aquí le besó el traidor. Aquí todos los
discípulos lo abandonaron. Aquí él ha luchado también por mí».
(Benedicto XVI)

Canto

PLEGARIA
▪ A los que han muerto a causa del coronavirus, a los agonizantes y a los
enfermos, dales, Señor, el consuelo y la esperanza.
▪ Haz, Señor, que sepamos estar cerca de los que se sienten solos y están
desconsolados, siendo para ellos como ángeles de consuelo.
▪ Gracias, Señor, a cuantos trabajan en el campo de la sanidad, a las fuerzas de
seguridad y a cuantos trabajan en los diferentes servicios, y bendícelos y
protégelos con tu amor.
 Ante ti que aquí sufriste, rezaste, gritaste y lloraste para ofrecer a todos, la fuerza
y el consuelo, ponemos, Señor, todo el sufrimiento humano. Tú que vives y reinas
con el Padre en la unidad del Espíritu Santo y eres Dios por los siglos de los
siglos. Amén.

ORACIÓN DEL PAPA FRANCISCO POR EL CORONAVIRUS (JUNTOS)


Oh María, tú resplandeces siempre en nuestro camino
como signo de salvación y de esperanza.
Confiamos en ti, Salud de los enfermos, que junto a la cruz te asociaste al dolor de
Jesús, manteniendo firme tu fe.
Tú, salvación del pueblo romano, sabes lo que necesitamos y estamos seguros de
que proveerás para que, como en Caná de Galilea, pueda volver la alegría y la
fiesta después de este momento de prueba.
Ayúdanos, Madre del Divino Amor, a conformarnos a la voluntad del Padre y hacer
lo que nos diga Jesús, que ha tomado sobre sí nuestros sufrimientos y se ha
cargado con nuestros dolores para llevarnos, a través de la cruz, a la alegría de la
resurrección. Amén.
Bajo tu amparo nos acogemos, santa Madre de Dios; no deseches las oraciones
que te dirigimos en nuestras necesidades, antes bien, líbranos de todo peligro, ¡oh
Virgen gloriosa y bendita! ¡Amén!
PAPA FRANCISCO

MOMENTO DE SILENCIO
CANTO

TE ADORAMOS, SEÑOR
Verdadero Dios y verdadero hombre, realmente presente en este Santo
Sacramento
Te adoramos, Señor.
Salvador nuestro, Dios con nosotros, fiel y rico en misericordia
Te adoramos, Señor.
Rey y Señor de la Creación y de la historia,
Te adoramos, Señor.
Vencedor del pecado y de la muerte,
Te adoramos, Señor.
Amigo del hombre, resucitado y vivo a la derecha del Padre,
Te adoramos, Señor.

CREEMOS EN TI, SEÑOR


Hijo unigénito del Padre, que bajaste del cielo por nuestra salvación
Creemos en ti, Señor
Médico celestial, que te inclinas ante nuestra miseria
Creemos en ti, Señor
Cordero inmolado, que te ofreces para rescatarnos del mal
Creemos en ti, Señor
Buen Pastor, que das la vida por el rebaño que amas
Creemos en ti, Señor
Pan vivo y medicina de inmortalidad, que nos das la Vida eterna,
Creemos en ti, Señor

LÍBRANOS, OH, SEÑOR


Del poder de Satanás y de las seducciones del mundo,
Líbranos, Señor
Del orgullo y de la presunción de poder prescindir de ti
Líbranos, Señor
De los engaños del miedo y de la angustia,
Líbranos, Señor
De la incredulidad y de la desesperación,
Líbranos, Señor
De la dureza de corazón y de la incapacidad de amar,
Líbranos, Señor

SÁLVANOS, SEÑOR
De todos los males que afligen a la humanidad,
Sálvanos, Señor
Del hambre, de la escasez y del egoísmo,
Sálvanos, Señor
De las enfermedades, de las epidemias y del miedo del hermano
Sálvanos, Señor
De la locura devastadora, de los intereses despiadados y de la violencia,
Sálvanos, Señor
De los engaños, de la información maligna y de la manipulación de las
conciencias,
Sálvanos, Señor

CONSUÉLANOS, SEÑOR
Mira a tu Iglesia que atraviesa el desierto,
Consuélanos, Señor
Mira a la humanidad, aterrorizada del miedo y de la angustia
Consuélanos, Señor
Mira a los enfermos y moribundos, oprimidos por la soledad
Consuélanos, Señor
Mira a los médicos y a los operadores sanitarios, extenuados por el cansancio
Consuélanos, Señor
Mira a los políticos y a los administradores, que cargan con el peso de las
decisiones,
Consuélanos, Señor

DANOS TU ESPÍRITU, SEÑOR


En la hora de la prueba y de la desorientación,
Danos tu Espíritu, Señor
En la tentación y en la fragilidad,
Danos tu Espíritu, Señor
En el combate contra el mal y el pecado
Danos tu Espíritu, Señor
En la búsqueda del verdadero bien y de la verdadera alegría,
Danos tu Espíritu, Señor
En la decisión de permanecer en Ti y en tu amistad,
Danos tu Espíritu, Señor

ÁBRENOS A LA ESPERANZA, SEÑOR


Si el pecado nos oprime,
Ábrenos a la esperanza, Señor
Si el odio nos cierra el corazón,
Ábrenos a la esperanza, Señor
Si el dolor nos visita,
Ábrenos a la esperanza, Señor
Si la indiferencia nos angustia,
Ábrenos a la esperanza, Señor
Si la muerte nos aplasta,
Ábrenos a la esperanza, Señor.

MOMENTO DE SILENCIO

ORACION A NUETRA SEÑORA DE LOURDES


¡Oh amabilísima Virgen de Lourdes,
Madre de Dios y Madre nuestra!
Llenos de aflicción y con lágrimas fluyendo de los ojos, acudimos en las horas
amargas de la enfermedad a tu maternal corazón, para pedirte que derrames a
manos llenas el tesoro de tu misericordia sobre nosotros.
Indignos somos por nuestros pecados de que nos escuches: pero acuérdate de
que jamás se ha oído decir que ninguno de los que han acudido a Ti haya sido
abandonado.
¡Madre tierna! ¡Madre bondadosa! ¡Madre dulcísima!
Ya que Dios obra por tu mano curaciones innumerables en la Gruta prodigiosa de
Lourdes, sanando tantas víctimas del dolor, guarda también una mirada de
bendición para nuestro pobre enfermo… (Dígase en nuestro interior el nombre de
nuestro familiar o conocido enfermo/a).breve momento de silencio.
Alcánzale de tu Divino Hijo Jesucristo la deseada salud, si ha de ser para mayor
gloria de Dios.
Pero mucho más, alcánzanos a todos el perdón de nuestros pecados, paciencia y
resignación en los sufrimientos y sobre todo un amor grande y eterno a nuestro
Dios, prisionero por nosotros en los Sagrarios.
Amén.
Virgen de Lourdes, ¡ruega por nosotros!.
Consuelo de los afligidos, ¡ruega por nosotros!
Salud de los enfermos, ¡ruega por nosotros!
Rezar tres Avemarías.
CANTO

ORACIÓN FINAL
Gracias, Jesús, por tu palabra, tus signos, tu Eucaristía;
son para nosotros testamento, herencia y sacramento.
Te hiciste Siervo. Te hiciste pan, medicina y ungüento.
Te hiciste perdón, oración, lágrimas y regalo.
Eres Palabra-misericordia, Palabra-paz, Palabra-dolor, Palabra-amor crucificado.
Háblanos, Jesús-Palabra, purifícanos con tu Palabra,
consuélanos con tu Palabra, enamóranos con tu Palabra,
conviértenos en eco vivo de tu Palabra,
sostenidos siempre con la fuerza de tu Espíritu. Amén.

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