Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Hacia tiempo que no entraba en el cuarto del Tio. No se si por temor o porque no
tenia nada que confesarle. Pero ayer, como pocas veces, me entraron ganas de
preguntarle si conocia la leyenda orureña del Nina Nina, ese personaje justiciero
que, segun el fabuloso relato de la tradicion oral, tuvo una vida tan misteriosa
como su muerte.
El cuarto del Tio estaba impregnado de harto olor a tabaco, coca y alcohol.
Apenas me vio aparecer, como gato deslizandome en la oscuridad, giro la cabeza
como Regan en “El exorcista”, me ilumino con la brasa de sus ojos, se relamio los
labios y me miro un buen rato, hasta que su ronca voz rompio el silencio:
– ¿Que quieres?
– ¡Ah, carajo! –Dijo–: ¿Y que bicho te ha picado ahora para venir a preguntarme
sobre una de las leyendas mas mentadas de Oruro?
–Estuve leyendo la obra de un escritor que hace poco murio fulminado por un
ataque cardiaco. El dice en su libro que el Nina Nina era uno de los personajes
mas celebre y temidos en las comarcas de la meseta andina.
–Asi fue –afirmo el Tio–. Pero si quieres que te lo cuente, primero sirveme un trago
para templar el cuerpo en este frigido invierno. Despues te sientas donde ya sabes
y paras las orejas para escuchar la voz de la sabiduria y la experiencia.
Levante la botella que estaba a sus pies y le servi el ultimo chorro en su copa.
Luego me sente frente a el, guardando un respetuoso silencio, como cada vez que
iba a referirme una leyenda sacada del pozo inagotable de su memoria.
–Era mucho mas que el Zorro –dijo el Tio–. De sus hazañas, contadas de boca en
boca, se supo incluso en el virreinato del Rio de la Plata, donde todos se
preguntaban quien seria ese buen ladron, que arriesgaba su pellejo a cambio de
su caridad por los desprotegidos. De hecho, nadie podia imaginarse que un
mendigo, de aspecto indefenso y rostro risueño, representaba una real amenaza
para los intereses de los señores de la Real Villa de San Felipe de Austria. Los
ricos, desesperados por atraparlo vivo o muerto, lo buscaban dentro y fuera de los
socavones. En cambio las familias pobres de los pobres mineros, que trabajaban
como mitayos bajo las Ordenanzas del virreinato, se empeñaban en proteger su
identidad y su paradero. Asi se mantuvo el Nina Nina por mucho tiempo, hasta que
una noche, en un intento por apropiarse de la alforja de un comerciante que
simulaba estar dormido, fue mortalmente herido con una daga de doble filo. Al
llegar a su cueva, donde se dejo caer entre ¡ayees! de dolor, tuvo una revelacion
divina como otras veces: ante sus ojos aparecio la Virgen de la Candelaria, quien
le auxilio curandole la herida y rezo por el hasta que exhalo su ultimo suspiro. Dias
despues de su muerte, los vecinos de la zona del Socavon, al notar la ausencia
del pordiosero en las calles, fueron a buscarlo en su refugio, donde encontraron su
cadaver, que yacia de cubito dorsal, la mirada al cielo y las manos cruzadas sobre
el pecho. Los vecinos, para su gran asombro y consuelo, descubrieron tambien
unos cirios al pie de la Virgen pintada en la pared frontal de la cueva. Desde
entonces, en la Real Villa de San Felipe de Austria, el Nina Nina se convirtio en el
heroe de los pobres; en tanto la santisima Virgen de la Candelaria, a quien le
elevaba plegarias y le prendia velas en un acto de profunda devocion, paso a
convertirse en la patrona protectora de las familias mineras...
–Parala un momentito, Tio –le corte justo cuando tenia la palabra en la punta de la
lengua–. ¿En la ultima parte de tu relato no estaras confundiendo la leyenda del
Chiru Chiru con la leyenda del Nina Nina?
–No cabe duda de que eres un cabeza dura –refunfuño, y añadio–: Los seres
amados pueden tener varios nombres y varios rostros. Eso ocurre con las
Virgenes habidas y por haber. Todas ellas son las replicas de la Virgen Maria, la
que concibio a Cristo por obra y gracia del Espiritu Santo. Lo que pasa es que los
misioneros, en su afan por evangelizar en las tierras conquistadas a nombre de
Dios, del Papa y de los reyes de España, hicieron aparecer, como por actos de
milagro, Virgenes de todos los colores y tamaños por doquier...
El Tio no dijo nada, se rasco la nuca, echo una boconada de humo denso y,
atravesandome con el fuego de su mirada, sorbio de un solo trago lo poco que
quedaba en su copa.
–Una ultima pregunta –le dije– ¿Tu, que siempre estabas sentado en tu galeria,
mirabas desde alli todo lo que hacia el Nina Nina?
–No solo lo miraba –replico–, sino que lo protegia tanto como la Virgen del
Socavon, mientras no se llevara mis riquezas minerales sin mi permiso. Es mas, le
segui los pasos hasta que murio y resucito convertido en leyenda. Y si Dios no lo
tiene en su gloria, debe andar en las catacumbas del infierno, atracando guadaña
en mano a los poderosos que prefirieron el castigo del fuego que desprenderse de
sus riquezas, pues como bien enseñaba Cristo: es mas facil que un camello pase
por el ojo de una aguja, que un rico entre en el reino de los cielos.
Tras escuchar la celebre frase de los evangelios, me despedi del Tio, mientras me
levantaba de la silla y miraba en derredor. El me siguio con la luz de su mirada y
cerro la puerta con la fuerza de su aliento, antes de quedarse solo y sereno en la
oscuridad de su cuarto.