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PROBLEMAS Y DESAFÍOS EN EL PERÚ ACTUAL

SESIÓN 3
Tema Aspectos económicos de la República Aristocrática (1895 – 1919)
Logro Al final de la sesión, el estudiante reconoce las características económicas de la
República Aristocrática (1895 – 1919).

Actividad: Los alumnos, reunidos en grupos de cinco integrantes, a partir de lo trabajado en


clase y la lectura del texto de Contreras y Zuloaga, redactan un texto en el que abordan los
siguientes aspectos:
• Identificar y explicar los aspectos de la economía peruana más resaltantes de este
periodo
• Evaluar, con sus propias palabras, si se puede afirmar que las empresas exportadoras se
volvieron "menos nacionales".
• Explicar la situación del mercado laboral durante la República Aristocrática.
La actividad completamente desarrollada se entregará por medio de Canvas en la fecha indicada
por el docente. Esta actividad se presenta de forma grupal.

Por el lado económico, los gobiernos civilistas propiciaron el desarrollo de las exportaciones, que
se vieron alentadas en dichos años por la demanda de los nuevos países europeos que accedían a
la industrialización y la apertura del Canal de Panamá. Al azúcar, algodón y cobre se añadieron el
caucho de la Amazonía, el petróleo, las lanas del sur andino, el café y la cocaína (que hasta 1911
fue una exportación legal, por sus aplicaciones terapéuticas y medicinales).

La explotación de las materias primas demandó capitales que comenzaron a provenir del
extranjero, con la consiguiente desnacionalización de las empresas. La Cerro de Pasco Corporation
y la International Petroleum Company desarrollaron gigantescas explotaciones en la sierra central
y la costa norte, respectivamente, erigiendo los típicos “company towns” que la literatura social
denunciaría más tarde como enclaves imperialistas. Las haciendas azucareras y algodoneras
permanecieron en su mayor parte en manos de hacendados nacionales (muchos eran
descendientes de inmigrantes), pero para la comercialización de sus cosechas dependían en
ocasiones del crédito de las casas mercantiles extranjeras.

Las empresas dedicadas a la exportación crecieron en tamaño. Se volvieron “más burguesas a


condición de ser cada vez menos nacionales”, como anotó el historiador Heraclio Bonilla.
Implantaron procesos de trabajo más eficientes en cuanto al producto conseguido por cada
trabajador empleado o por cada dólar invertido, pero no demandaban insumos nacionales o de
otros sectores, como en la época de los arrieros. El transporte de la caña de azúcar hasta los
ingenios fue mecanizado, al tiempo que éstos comenzaron a usar motores en vez de mulas o
bueyes; grandes máquinas desmotadoras separaban el algodón de la semilla en las plantaciones.

Estas transformaciones volvieron el sector exportador menos nacional, no solo porque ocurrieron
en gran medida bajo la conducción de capitales extranjeros, sino porque la moderna tecnología
desempleó muchos recursos internos que hasta el momento habían conseguido que las
exportaciones transmitiesen efectos multiplicadores al resto de la economía. Los ganaderos de
Huancavelica que producían llamas para el transporte de los minerales; los talabarteros de
Huamanga, Tarma y Jauja que fabricaban las riendas, alforjas y aparejos de los animales; los
arrieros que conducían los productos, así como lo veterinarios, salineros y artesanos que
colaboraban hasta los inicios del siglo XX con la actividad exportadora quedaron desenganchados
del crecimiento económico. Sólo con muchas dificultades conseguirían algunos reciclarse como
trabajadores ferroviarios u obreros modernos en las unidades productivas.

La adopción de nueva tecnología ocurrió también porque la bonanza exportadora demandó miles
de trabajadores que, al comienzo, el país no estuvo preparado para proveer. La falta de hombres
dispuestos a vender cotidianamente su trabajo a cambio de un salario había sido un problema
crónico en el Perú desde la época colonial. En el siglo XIX la quietud de la economía, desgarrada
apenas por la locura del guano y la fiebre constructora de los ferrocarriles, no logró impulsar la
formación de un mercado laboral. Esclavos africanos hasta 1854, coolíes chinos primero y japonés
después atendieron hasta los inicios del siglo XX las demandas laborales que esporádicamente hizo
el sector empresarial. El auge exportador de las primeras décadas del siglo XX cambiaría este
panorama.

La transición fue complicada y lenta. Los empresarios debieron recurrir al empleo de


enganchadores, unos hombres que de ordinario eran comerciantes o autoridades políticas locales
y que procuraban atraer a campesinos de los pueblos al trabajo en las haciendas o minas. Los
campesinos no tenían muchas necesidades monetarias que los impulsasen a buscar salarios. Su
consumo era ascético y limitado a los bienes de la propia economía rural.

Los enganchadores desarrollaron la práctica de adelantar regalos e incluso salarios a los


potenciales operarios. Hablaban cosas estupendas de los lugares de trabajo, consiguiendo con
estas artes conducir un buen número de hombres a las empresas exportadoras. Una vez en el
lugar de trabajo los campesinos no siempre se acomodaron a las condiciones reales, surgiendo
disputas entre los trabajadores, los enganchadores y los empresarios. Dada la escasez de mano de
obra, éstos trataban de retener a los trabajadores, incluso cuando su contrato (éstos pactaban
periodos de sólo seis a 12 semanas) ya había terminado. Para ello inventaban deudas o
incentivaban a los operarios a tomarlas, instalando bazares de bebidas y alimentos en los
campamentos.

El enganche se convirtió así en un tema de denuncia social. Los casos más graves de abuso de los
trabajadores ocurrieron en las plantaciones de caucho de la Amazonía, donde el Estado carecía de
presencia. Los nativos eran ahí esclavizados y forzados a trabajar bajo amenaza de castigos físicos.
Lentamente, los enganchados aprendieron a ser obreros dóciles y disciplinados ya apreciar las
ventajas de un empleo estable que les rendían un salario monetario. Al final de la primera Guerra
Mundial los obreros contratados por la economía de exportación sumaban alrededor de 150000
hombres, que incluidas sus familias se acercaban al millón de personas. Añadido a este número el
de los trabajadores que indirectamente creaba el sector de exportación, como el de las tiendas de
comercio en las ciudades y los empleados públicos, podríamos decir que una mitad de la población
peruana quedaba inscrita dentro de la modernidad.

Bibliografía
Contreras, C. y Zuloaga, M. (2014). Historia mínima del Perú. México, D.F.: Turner, El Colegio de México.
Páginas 214-217.

UNIVERSIDAD TECNOLÓGICA DEL PERÚ

TA 1 - ENSAYO REFLEXIVO

PROFESORA:

Romero Ramírez, Martina

INTEGRANTES:

Aquije Sotero, Cielo Celeste Cristal U21217627

Hernandez Alvites, Abrahan Felix U1001226

Perez Mendoza, Mell Iveeth Katherine U20200041

Rocha Medina, Jorge Antonio U21200128

Vilca Salcedo, Ariana Allinson U21215199

Lima, 17 de enero de 2022


Republica aristocrática: El lado oscuro del auge económico

La aristocracia como ente dominante de la economía conlleva una gran transformación en

la estructura económica que genera opiniones divididas entre la iniciativa capitalista, por

parte de los oligarcas de la época, y la diferencia en los derechos de las distintas clases

sociales. Aún con todo ello según Contreras y Cueto, esta época generó un alza en la

economía nacional, como lo demuestran las cifras en las exportaciones nacionales, las

cuales aumentaron de 3073 millones de libras peruanas a 9138 y luego a 35 304 millones,

en los años 1899, 1913 y 1920 respectivamente, teniendo en cuenta que una libra valía 10

soles (1999, p.203). Frente a esto, nos preguntamos lo siguiente: ¿Fueron adecuados los

actos de los oligarcas en dicho crecimiento económico? En nuestro punto de vista, muchos

de los actos empleados no fueron justificados ya que, en su mayoría, se basaron en el

maltrato laboral y el desempleo. A continuación, presentaremos nuestros argumentos que

respaldan nuestra postura.

En primer lugar, tenemos casos graves de abuso de parte de la empresa hacia sus

trabajadores de diferentes zonas del país, siendo lo más resaltantes los ocurridos en las

plantaciones de la Amazonia, donde una gran cantidad de nativos fueron forzados a trabajar

bajo conminación. Al carecer de mano de obra por las deplorables condiciones que se

manejaba dentro, la empresa recurre al método de enganche, que no es más que una

terciarización del proceso, en el cual se ofrecen novedades y una estabilidad en su mayoría

utópica. “El enganche se convirtió así en un tema de denuncia social. Los casos más graves

de abuso de los trabajadores ocurrieron en las plantaciones de caucho de la Amazonía,


donde el Estado carecía de presencia” (2014, p. 217). Esto quiere decir que, al haber una

ausencia de supervisión por parte de Estado, la empresa confía en que un tercero logrará

captar mano de obra a base de un sueldo adelantado, falsas promesas y futuras deudas que

obligarán al trabajador a quedarse en el puesto y que en un futuro desencadenan desenlaces

fatales.

En segundo lugar, la poca preparación de nuestro país para un proceso productivo tan

grande trajo consigo una escasez de mano de obra. Con base en los autores Zeolla, N.,

Adelardi, A. y Caprarulo, C., la economía exportaba principalmente materia prima, pero

con una alta inversión extranjera. Durante este período apareció la exportación de petróleo

y cobre. Ambos productos de expedición tuvieron un gran auge: en el caso del petróleo,

entre 1900 y 1930 éste pasó de no tener registro dentro de las exportaciones, a representar

un 30% del valor total de las mismas y en el caso del cobre en Julio de 1901 se sancionó un

nuevo código de producción minera. (22a ed.) Teniendo en cuenta el gran porcentaje que

representaban en la economía, no es difícil descifrar la necesidad por mano de obra, tal

como lo mencionan en la siguiente cita “La falta de hombres dispuestos a vender

cotidianamente su trabajo a cambio de un salario había sido un problema crónico en el Perú

desde la época colonial” (2014, p. 216). Es por ello que, las empresas, al ver dicho

desinterés inician con las contrataciones a extranjeros como esclavos africanos, coolíes

chinos y japoneses. Las condiciones que se les brindaban eran deplorables, ya que se

trataba de inmigrantes en su mayoría ilegales, por lo que había un aprovechamiento

constante. De igual manera sucedía en la mina con el método de enganche, anteriormente

desarrollado. La permanencia del trabajador estaba sujeta al pago de deudas que la propia

empresa ofrecía. En nuestra opinión, si bien no contábamos con experiencia, no tomamos


buenas decisiones para con los trabajadores, por lo que posteriormente se decidió

reemplazarlos por maquinaria, desempleando a los pocos sobrevivientes del sistema.

Por otro lado, se menciona que las empresas cada vez se volvían menos nacionales. Si bien

las exportaciones crecieron a niveles nunca antes vistos, este no se desarrolló de manera

progresiva, por lo que no hubo un tiempo de adaptación y preparación para las empresas.

Se implementaron procesos mecanizados para optimizar su producción, ello no tendría

ninguna repercusión si no fuese por el enorme desempleo que ocasionó, desde la

producción hasta el transporte. Es por ello que Contreras y Zuloaga indica que:

La moderna tecnología desempeñó muchos recursos internos que hasta el


momento habían conseguido que las exportaciones transmitieran efectos
multiplicadores al resto de la economía (…) Los ganaderos de Huancavelica
que producían llamas para el transporte de los minerales; los talabarteros de
Huamanga, Tarma y Jauja que fabricaban las riendas, alforjas y aparejos de los
animales (Contreras y Zuloaga, 2014, p. 215).
En nuestra postura, consideramos que en parte ocurrió una desnacionalización, debido a la

nueva participación extranjera dentro de las empresas, cambiando, en gran parte el eje y

dirección que en principio se tenía.

Por otro lado, el mercado laboral durante la República Aristocrática pasó un tiempo de mal

augurio producido directamente por el gobierno, debido a que se enfocaban solo en los

asuntos económicos dejando de lado el desarrollo del país. Donde muchos trabajadores que

en su mayoría eran formados por esclavos africanos, chinos y japoneses estaban de acuerdo

con el salario insignificante que les ofrecían, cubriendo así.

La mano de obra peruana se concentraba por lo mismo que la exportación


creció y se diversificó, siendo las haciendas azucareras y algodoneras en la
costa, la minería en la sierra, los campos petroleros y por último en los talleres
del sistema ferroviario dando un total de casi 90 000 trabajadores. Sumando a
los trabajadores de caucho y lana, la fuerza laboral representaba 1,53 millones
en esa década. (Klaren, 2014, p. 274)
La realidad del mercado laboral en aquella época se definió como la explotación de los

pueblos indígenas y en cierta medida los derechos de estas personas, quienes en muchos

casos debían trabajar en condiciones de marginación, amenazas y maltrato físico.

En síntesis, es evidente que muchos de los actos empleados por los oligarcas no fueron

justificados ya que se basaron en el maltrato laboral, explotación y desempleo. Para ello se

tomó en cuenta algunos argumentos que sustentan nuestra posición.

El primer argumento muestra uno de los aspectos de la economía, como fue el estricto

régimen del trabajo en minas. Aquí muchos indígenas fueron reclutados para trabajar bajo

engaño. Recibiendo salarios insuficientes impuestos con violencia y deudas fantasmas para

asegurar su mano de obra.  En el segundo argumento se resalta el auge de la economía

teniendo como pilar las exportaciones, pero ello también ocasionó que muchas de ellas de

desnacionalizaran trayendo consigo desempleo, dado que los obreros no estaban preparados

para los repentinos cambios en la industria. Finalmente se reitera la explotación al

trabajador que percibió salarios insignificantes, pero esta vez no solo el indígena, a ellos se

suman los africanos, chinos y japoneses. Quienes estaban distribuidos no solo en las minas

de la sierra, sino también en las haciendas azucareras o en los campos petroleros del

extremo norte del Perú.

Hacemos hincapié que el progreso de una nación no puede pasar sobre su pueblo,

explotándolo o sometiéndolo a una nueva versión de esclavitud. Los gobernantes de un país

deben tener en cuenta la participación de sus habitantes sin distinción alguna, en todas las

esferas de gobierno donde se tomen decisiones importantes para su desarrollo.


REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Contreras, C. y Cueto, M. (2013). Historia del Perú Contemporáneo. Desde las luchas por

la independencia hasta el presente. (5.a ed.). Lima: IEP

Contreras, C. y Zuloaga, M. (2014). Historia mínima del Perú. México, D.F.: Turner, El

Colegio de México.

Klarén, P. (2014). Nación y sociedad en la historia del Perú. Lima: IEP

Zeolla, N., Adelardi, A. y Caprarulo, C. (2015). La economía de Perú y los problemas del

desarrollo. CCC Editorial, (22), 1. Recuperado de:

https://www.centrocultural.coop/revista/22/la-economia-de-peru-y-los-

problemas-del-desarrollo

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