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Cómo ser libre de fortalezas

2 corintios 10:5 derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el


conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia de Cristo.

Las fortalezas son mentiras del enemigo esperando que usted esté de acuerdo con ellas y las
acepte.
En el instante que una fortaleza se forma en nuestra mente, se convierte en una zona de confort
o comodidad. La gente acostumbra a pensar de su enfermedad o de sus temores de tal manera que
llegan a sentirse cómodos con ellas, y esa comodidad les impide hacer los cambios que desean.
Pasos que conlleva la formación de una fortaleza:
• Una sugestión (encantamiento, dominio)
• Una mentalidad (concepción de pensamiento)
• Una fortaleza (posición de pensamiento que se cree que es una verdad absoluta)
• Una mente reprobada
• Apostasía Abandono
Un pensamiento produce un hábito. Un hábito crea una serie de conductas. La conducta forma
el carácter. El carácter produce un destino.
Un pensamiento puede abortar su destino
La gente llega a la iglesia con un cargamento de cosas en las que han venido pensando, y salen
igual como entraron, porque le dieron al enemigo el derecho legal para que habite en sus mentes y
sus vidas.
¿Qué produce las fortalezas?
• Cultura
• Educación
• Ambiente
• Abuso
• Religión
• Hogar y familia
Categorías de las fortalezas:
• Personal
• Cultural
• Denominacional
• Nacional

¿Cuál es nuestra lucha diaria?


• Miedo al hombre
• Religión
• Dinero
• Inclinaciones sexuales
• Pobreza
• Rebelión
• Incredulidad
• Miedo

¿Qué hacen las fortalezas?


• Bloquean nuestra percepción espiritual
• Modifican nuestra conducta
• Limitan la perspectiva y la expectativa de Dios para el futuro
• Detienen nuestro progreso
• Causan estancamiento
• Hacen que abortemos o demoremos nuestro propósito y destino
• Nos controlan
• Nos restringen, delinean el límite.
¿Cómo podemos ser libres de fortalezas?
1. Reconociendo el pensamiento
Antes de arrepentimos, debemos reconocer nuestra condición. No podemos arrepentimos si no
reconocemos que tenemos una fortaleza. Una vez que la reconocemos, el paso siguiente es
arrepentirse.
Predicadores, ustedes deben arrepentirse por no guiar a la gente al arrepentimiento. Los evangelios
de autoayuda no guían a la gente al arrepentimiento, sino que hacen que la gente crea que puede
vivir según sus propios términos, fuerzas y habilidades. No podemos hacerlo en nuestras propias
fuerzas, pero Dios nos da gracia sobrenatural para arrepentimos. Cuando nos arrepentimos, la
fortaleza es destruida y removida.
2. Arrepintiéndonos por entretener malos pensamientos
Arrepintámonos (un cambio de mente, un cambio de actitud, un cambio de rumbo y estilo de
vida: si se iba por un camino malo, ahora se va por el "buen camino" y ya no se regresa al
antiguo.) de entretener pensamientos de incredulidad, inmoralidad, y el deseo de abandonar. Los
Predicadores, debemos guiar a la gente al arrepentimiento, y a reconocer que nada pueden cambiar
hasta que se arrepientan.
Si miente, chismea, le falta fe, o ve pornografía, eso es pecado. Jesús en la cruz removió toda
fortaleza, pero necesitamos apropiarnos de esa liberación. Cuando nos arrepentimos, cambiamos
nuestra manera de pensar. Podemos pensar que nadie se da cuenta de nuestros pensamientos,
pero Dios sí los conoce.
Las moscas son atraídas a lo podrido —los malos pensamientos y las malas acciones se atraen—.
En el mundo espiritual, es como si una antena saliera de usted y atrajera a los espíritus
influenciadores demoniacos. El arrepentimiento debe proceder del corazón para arrancar
aquello a lo que el enemigo estaba apegado.
Es duro arrepentirse si no estamos dispuestos a morir. Es duro arrepentirse cuando nos gusta
el pecado. Necesitamos morir al yo carnal y arrepentimos; de otra manera, las fortalezas se
levantarán en nosotros y a nuestro alrededor.

Disciplina y autocontrol
Dios no puede hacer esto por nosotros. Él hará lo sobrenatural, pero nosotros debemos hacer lo
natural.
1. Debemos proponer en nuestro corazón no hacer cosas malas o tener malos
pensamientos.
2. Debemos recordar de dónde venimos y decidir que no vamos a volver atrás; si siquiera
con el pensamiento.
3. Tenemos que decidir revocar todo pensamiento que trata de construir un nido de
víboras en nuestra mente.
Cuando hacemos nuestra parte en lo natural, Dios nos da el poder y la autoridad para disolver
invalidar los pensamientos carnales.

Sométase y lleve cautivo cada pensamiento al señorío de Cristo.


Derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando
cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo, y estando prontos para castigar toda
desobediencia, cuando vuestra obediencia sea perfecta. —2 Corintios 10:5-6
Los argumentos son diferentes de los razonamientos. El enemigo siempre tiene un argumento que
nos hace sentir culpables. Si el argumento y el pensamiento no se van, es porque todavía estamos
desobedeciendo. Si elegimos no arrepentimos, el pensamiento no se irá. Debemos estar en completa
obediencia. Cuando lo hacemos, le quitamos el derecho al enemigo a controlarnos en esa área. No
permita que el enemigo permanezca en su mente; no le dé cabida al diablo.
Ore en el Espíritu
Porque el que habla en lenguas no habla a los hombres, sino a Dios; pues nadie le entiende, aunque
por el Espíritu habla misterios. —1 Corintios 14:2
En muchas iglesias la gente ha dejado de orar y cantar en el espíritu por temor a ofender a los
demás. Orar en lenguas supera todo argumento y razonamiento.
Cuando oramos en el espíritu, oramos por encima de la razón y más allá de nuestra mente.
Sobrevendrán algunas situaciones que no entendemos, pero si oramos en lenguas, le haremos un
“bypass” a la razón y dominaremos la situación.
Alabanza y adoración
Levántate, resplandece; porque ha venido tu luz, y la gloria de Jehová ha nacido sobre ti. Porque he
aquí que tinieblas cubrirán la tierra, y oscuridad las naciones; mas sobre ti amanecerá Jehová, y
sobre ti será vista su gloria. Y andarán las naciones a tu luz, y los reyes al resplandor de tu
nacimiento. —Isaías 60:1-3
Pongámonos el manto de la alabanza. Incluso cuando no entendamos todo lo que está pasando a
nuestro alrededor, necesitamos ponernos el manto de la alabanza, y alabar a Dios.
La alabanza es un sacrificio. Sin importar cómo nos sintamos, o si nos gusta o no cómo nos
sentimos, debemos levantar nuestras manos y alabarle; ¡debemos hacer el sacrificio!

La alabanza rompe la atmósfera de nuestros pensamientos. Cuando alabamos, creamos


algo nuevo a nuestro alrededor. Alabemos y adoremos para crear una atmósfera celestial donde
quiera que vayamos.
La adoración es como una terapia que se sincroniza a nuestra mente. Si en lugar de adorar a
Dios oímos música mundana, crearemos una atmósfera donde la buena tierra estará disponible
para que el enemigo plante semillas de destrucción.

Renovemos continuamente nuestra mente


Cuando la mente no es renovada, tendemos a repetir los mismos ciclos en nuestra vida. Si no
somos continuamente renovados, en pocos meses, volveremos a donde empezamos.
La ofensa siempre vendrá, y siempre habrá gente que será ofendida. No dejar ir una ofensa es
signo de inmadurez. La gente ofendida generalmente deja la iglesia y comienza a criticar las
cosas que antes hacía mientras estaba en la iglesia.
En el momento que la gente se desconecta, se estancan y regresan al lugar de donde salieron. En el
momento que paramos de renovar nuestra mente, comenzamos a desconectamos de las cosas de
Dios, y las cosas que antes considerábamos pecado se convierten en aceptables, y pronto dejan de
ser pecado.
Necesitamos ser fortalecidos, cambiados, transformados y liberados. Cuando paramos de
renovar nuestra mente, lo que nos queda es religión. La renovación de la mente es sobrenatural,
no natural, y es guiada por el Espíritu Santo.
Hubiera yo desmayado, si no creyese que veré la bondad de Jehová en la tierra de los vivientes. —
Salmo 27:13
Gracias a Dios por Su bondad. ¡Alabémosle por Sus poderosas obras, y adorémosle por lo que El
es! No le agradezcamos sólo con palabras; démosle también ofrendas. El no necesita dinero en el
cielo, pero es una forma de darle Gracias.
Llamado a la acción
Ahora mismo, donde quiera que esté, repita esta oración:
Padre celestial, vengo delante de ti, tu hijo/hija. En el nombre de Jesús, me arrepiento y reconozco
que he estado entreteniendo pensamientos que el enemigo ha estado enviando a mi mente;
pensamientos de duda, incredulidad, juicio, y autocompasión. Señor, me arrepiento. Reconozco mi
condición, y por tanto, me arrepiento. Cambio mi pensamiento. Perdóname Señor por entretener,
jugar y darle cabida al enemigo en mi mente. Límpiame con tu sangre. Yo recibo y me apropio de
tu perdón. Crucifico mi carne, pensamientos y deseos, y dejo que Cristo viva a través de mí.
Renuncio a todo pensamiento que se levanta en contra del conocimiento de Jesús. Los echo fuera y
remuevo todo pensamiento enviado por el enemigo, y me declaro a mí mismo ¡libre! Jesús, hoy
decido renovar mi mente y ser continuamente renovado por el Espíritu Santo, la presencia y la
revelación de Dios. Renuncio a toda fortaleza mental. ¡Fuera! ¡Ahora mismo soy libre! Amén.

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