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NEUS CAMPILLO
Universidad de Valencia
de edad y ser el deleite de la otra mi- cuyos dos términos son necesarios el
tad. Sólo desde el prejuicio sexista se uno al otro»); introdujo la idea de la
podía sostener que un sexo tenía que existencia auténticamente asumida
dedicarse a la formación del otro sexo por parte de las mujeres y planteó el
para que pudiera ser ciudadano y problema de las complicidades con la
constituir la humanidad sólo con la opresión (elas mujeres no sólo viven
mitad de la especie." en el patriarcado sino que el patriar-
Radicalizar las ideas ilustradas y cado vive en ellas»), Pero, sobre todo,
mostrar sus paradojas constituyen el relacionó la idea del dominio sexual
núcleo del programa feminista. No por con la de que se definieran las oportu-
casualidad fue una mujer quien expre- nidades del individuo, no en términos
sara la fórmula: «Las luces se critican de felicidad sino de libertad. Al hacer-
con más luces»." Y, de la misma ma- lo así, la noción de crítica se enrique-
nera que el pensamiento crítico diag- ció desde el feminismo con la idea de
nosticó esa idea de que el pensamiento una nueva libertad. Se reinterpretaba
era dominador en su más íntima es- en clave exístencialísta-feminista toda
tructuración lingüística con la que se una tradición romántica de la creativi-
producía la socialización y culturalíza- dad del individuo. Se trataba de un
ción, así también el feminismo desa- reto arduo porque, de la misma mane-
rrolló la idea de que esa cosificación ra que la libertad ilustrada, en térmi-
de la razón y la sociedad tenía un do- nos de derechos, etc., había sido nega-
minio específico: el del sexo. da para las mujeres, también la liber-
La teoría feminista se reformuló tad romántica, desarrollo de todas las
desde la ontologfa> para denunciar potencialidades creativas del indivi-
que filosóficamente la mujer había duo, había tenido su particular sexis-
sido definida como «naturaleza», mo, su limitación en lo femenino.
como la «alteridad absoluta», como Para la misoginia romántica las muje-
«lo Otro», fórmulas todas ellas que po- res no eran individuos creativos que
dían definir «al segundo sexo" y mos- desarrollan su libertad, sino objeto de
trar que «si no se nace mujer, se llega deseo, para bien o para mal. Sin em-
a serlo", ese «llegar a serlo» estaba bargo, también es cierto que, al unirse
mediatizado por lo que se había cons- la concepción romántica del individuo
truido como «mujer» desde el pensar libre y creativo con el racionalismo se
masculino. Beauvoír mostró que «la defendió que la mujer lograra el esta-
mujer es para sí una conciencia» y, tuto de individuo. Aunque la misogi-
con ello, radicalizó, en términos onto- nia romántica había conceptualizado
lógicos, la crítica feminista ilustrada a la mujer como «naturaleza», como
de elevar a la mujer al rango de indi- do absoluto», como «sibila del futu-
viduo, sujeto de derechos, al rango de ro», si se la buscaba en Oriente como
ciudadana. Esa radicalización permi- lo no contaminado por la civilización,
tió que el feminismo introdujera en la en contrapartida la unión de raciona-
noción de crítica la idea de que lo se- lismo y romanticismo en el programa
xual es un vínculo específico de domi- de los MilI 21 representaba un avance y
nio (<<el vinculo que la une a sus opre- un nuevo reto para el feminismo.
sores no se puede comparar a ningún Beauvoír-" llevó hasta sus máximas
otro»); introdujo la idea de la necesi- consecuencias esta tradición, este reto
dad de relación con el sujeto del do- y reformuló la filosofía feminista en
minio (<<es el Otro en una totalidad términos de buscar definir a la mujer
críticos con la razón, o antiílustrados sido relegada a ser «el Otro» ni tampo-
(o postmodernos) para, partiendo de co la define.
ellos, construir la propia filosofía del Otra de las críticas del feminismo
feminismo radical. No tiene pues senti- radical consiste en rechazar el progra-
do acusar al feminismo igualitario de ma igualitario porque entiende que la
hacer 10 propio: «se caracteriza, dicen, defensa de la igualdad entre hombres y
por adherirse a los valores del pensa- mujeres implica, al mismo tiempo, la
miento masculino y patriarcal empare- defensa de la no distinción entre los
jado con el objetivo de incluir a las individuos y ello supondría una «neu-
mujeres como iguales a los hom- tralización de lo femenino»." A ello
bres».31 El argumento clave en su críti- habría que responder que la idea de
ca al feminismo igualitario es la crítica igualdad como idea reguladora explici-
a Simone de Beauvoir: «Ella reproduce ta la universalidad de las normas y le-
las representaciones hostiles de Sartre yes con que social y políticamente han
de la feminidad en su propia expresión de ser tratados los individuos de la es-
de la opresión de las mujeres, en su pecie para, precisamente, ser especie
discusión de la biología de la hembra y humana," Ha de envolver, por lo tan-
en su explicación del vacío de las rnú- to, una neutralización de lo femenino
jeres en la trascendencia por las vulne- y de lo masculino, de lo negro y de lo
rabilidades del cuerpo femenino. Im- blanco. Pero, al mismo tiempo, se
plica que sólo si las mujeres pueden mantiene la peculiaridad individual en
superar sus cuerpos pueden conseguir la que se da el rasgo de género. Por lo
la igualdad con los hombres, esto es tanto, creo que hay que salir de la po-
sólo cuando las mujeres no sean rnu- lémica clásica de la igualdad-diferencia
jeres».32 porque conlleva paralizaciones teóricas
Sin embargo, habría que tener en y políticas no convenientes para las
cuenta que el problema desarrollado vindicaciones feministas. La utiliza-
por Beauvoir no se reduce a esa afir- ción patriarcal de la diferencia ha sido
mación final, en absoluto. Lo que recurrente y aunar los esfuerzos del fe-
plantea es el problema de la incardina- minismo para acabar con esa utiliza-
ción de la trascendencia en un cuerpo ción ha de ser tarea prioritaria.
y ello tiene mayores dificultades en el Las acusaciones al feminismo iguali-
cuerpo femenino porque ha sido pen- tario, en el sentido de que «mantiene
sado como un constructo desvaloriza- el entramado básico de la teoría mas-
do para la trascendencia, no porque culina íncuestionado», desconocen que
ontolégicamente sea así. Por lo tanto, tanto la teoría feminista crítica ilus-
si bien es cierto que Beauvoir conside- trada de la actualidad, Nancy Fraser,
ra que el cuerpo, como instrumento de Seyla Benhabib, Celia Amorós, Arnelia
nuestra aprehensión del mundo, es Valcárcel, como la clásica, desde Mary
fundamental para tener aprehensiones de Gournay a Simone de Beauvoir, sig-
distintas y, en este caso, distintas se- nifican una crítica radical, justo, de
gún el sexo, sin embargo, no entiende ese entramado. Mantener ideales que
que el cuerpo constituya un destino son también de los varones no signifi-
inamovible. Sólo por la asunción en ca en absoluto mantener lo masculino
una conciencia a través de las acciones como discurso universal. Paradigmáti-
puede el cuerpo llegar a ser realidad co de ello es 10 referente a la razón:
vivida y, en consecuencia, lo biológico- cuestionarse la masculinidad de la ra-
sexual ni explica que la mujer haya zón cabe hacerlo como razón patriar-
cal, pero evidenciar y criticar las carac- clones compatibles con los príncípíos
terísticas patriarcales de la razón no feministas puedan ellas mismas llegar
implica abogar por la irracionalidad o a formar parte del entramado fílosófí-
el fin de la razón. COl).35 Lo cual significa mantener la ne-
Otra de las críticas al feminismo cesidad de no abandonar la razón ni la
igualitario, por parte del radical, con- filosofía por mucho que ambas se ha-
siste en acusarle de individualismo, ale- yan caracterizado por su masculíni-
gando que es un subterfugio apelar al dad. La tarea del feminismo sería
individuo para enmascarar bajo un tér- transformar la razón para lograr que
mino aparentemente neutral lo que en fuera genuinamente humana más que
realidad es masculino. Pero, habría que una tarea exclusivamente masculina.
decir, que «individuo» no es un térmi- La discusión entre un feminismo ra-
no neutral, precisamente es el contra- dical y otro igualitario en este punto
punto teórico de la universalidad para deja de tener sentido: parece que la
poder dar cuenta de las caracterítícas «crítica de la razón patriarcal» es el
particulares, diferentes. La afirmación camino. Un programa de crítica femi-
de lo particular no significa eliminar lo nista que suponía reconstruir-decons-
universal sino ver de qué manera la truir la noción de razón que la moder-
apelación a la universalidad no signifi- nidad había desarrollado, abogando
ca eliminación de la diferencia. por un nuevo concepto de razón que
Pero el punto crucial en el que el fe- fuera nominalista, analítico. no andro-
minismo radical es aporético es en el eéntríco." La diferencia está en que no
tema de la razón. Su crítica del desa- se pretende que esa transformación
rrollo de la razón como masculina in- crítica se realice desde un feminismo
troduce la posibilidad de eliminar el que indague en lo femenino los funda-
discurso mismo de la razón «no hay mentos de la razón, o que busque una
espacio en los sistemas teóricos para la razón fundada en lo femenino. Bastan-
inclusión de las mujeres», se afirma, te tenernos ya con deconstruir el fun-
mientras que, inesperadamente hay damento masculino. De acuerdo en
una defensa de la razón y de la filoso- que se deberían alterar o transformar
fía. Es un planteamiento aporético en las teorías, pero el problema está en
tanto que la crítica al feminismo igua- qué se entiende por esa transforma-
litario la ha basado en considerar que ción. Si se considera que, al ver los lí-
defiende la razón y el propio discurso mites de las estrategias igualitarias del
filosófico a pesar de ser masculinos. feminismo liberal individualista, mu-
Ahora bien, sus conclusiones son las chas defensoras de la igualdad se con-
mismas. Así, por ejemplo, Lloyd argu- vierten en radicales, lo mismo se po-
menta: «La crítica de la razón puesta dría decir respecto de los límites del
por muchas feministas puede ser vista feminismo de la diferencia cuya utili-
como parte de una tradición de auto- zación patriarcal es evidente." .
crítica, una crítica sostenida por los El problema entre los dos feminis-
mismos filósofos en sus relaciones con mos no radica, pues, en transformar la
el pasado. Mientras que la razón es un fílosoffa, Ambos parecen estar de
concepto dominado masculínamente acuerdo en ello, aunque el así autocalí-
hasta nuestros días, no hay razón para fícado feminismo radical, de forma pa-
suponer que las nociones filosóficas de radójica, representa la muerte de la ra-
la razón no pueden ellas mismas refor- zón. El problema está en cómo se lleva
marse de manera que las transforma- a cabo esa transformación. Porque el
tual y educacional»." Pero esas son una filosofía feminista que articule crí-
propuestas que no son específicas del tica y libertad puede conseguir ideales
feminismo, sino que sencillamente es- universales humanos y no sólo mascu-
tablecen un programa de pluralidad de linos. Pero esa filosofía no tiene que
discursos y prácticas en el que el femi- abandonar el ideal de universalidad,
nismo radical se insertaría. No se ve antes al contrario, desarrollará ese
por ninguna parte la originalidad del ideal de tal manera que no sea privati-
feminismo en ello. vo de lo masculino. Por lo tanto, no
La última característica tendría que hay que cuestionar la universalidad de
ver con un proyecto de razón que «am- la razón, sino que sea una universali-
pliara el concepto de razón misma en dad patriarcal y totalizadora.
el sentido de no excluir a los otros y de
incorporar a su concepto la experien- 4. Critica y libertad como «ethos»
cia; no separándose del cuerpo sino de la modernidad
aceptándolo y no distinguiéndose de la
vida cotidiana sino conociéndola»." Insistiría en entresacar todos los as-
Hay una serie de confusiones entre lo pectos que el programa ilustrado nos
que es la misma relación razón-expe- propone, reflexionar una vez más so-
riencia y razón-vida porque tampoco bre la modernidad como una vía que
es eso una novedad del feminismo. da cuenta del marco en el que el femi-
Tanto el vitalismo como las filosofías nismo se inserta corno «una instancia
del mundo de la vida y la sociología de crítica privilegiada»." El programa de
la vida cotidiana han desarrollado es- la Ilustración fue el desencantamiento
tos análisis. del mundo y esa vinculación entre el
La confusión consiste en que parece programa ilustrado y el desarrollo de
que esa propuesta de transformación la modernidad social y cultural es lo
de la filosofía por el feminismo, que el que proporciona el marco teórico-
feminismo radical propone, torna pres- práctico del feminismo.
tados sus presupuestos teóricos del re- Que el proyecto teórico y emancipa-
lativismo y el pragmatismo y los reasu- torio de la Ilustración sigue siendo
me. Afirman que su interés no radica fructífero se constata cuando, incluso,
tanto en la teoria como en la ocupa- desde perspectivas consideradas corno
ción de nuevos espacios pero el femi- postmodernas," se desarrolla un pro-
nismo ilustrado, el feminismo corno grama metodológico vinculado a la
crítica, no excluye que esa práctica de misma modernidad. Interesa volver, de
nuevos espacios no sea un objetivo. nuevo, a la noción de crítica y al senti-
Pero introduce esas prácticas en la re- do de libertad como idea reguladora y
flexión y se preocupa por clarificar sí posibilidad abierta.
se trata o no de un decísíonísmo. La clave de las relaciones entre Ilus-
Efectivamente la novedad de la filo- tración y modernidad es que la Ilustra-
sofía feminista está en la reflexión fe- ción constituye la actitud misma de la
minista, y no es ninguna obvíedad, modernidad. El desencantamiento del
aunque lo parezca. Frente a afirmacio- mundo, la división en esferas autóno-
nes como las que hace el feminismo mas -ciencia, ética, arte- tienen un
radical de considerar que «los ideales y punto común con el proyecto ilustrado
aspiraciones universales de la filosofía estrictamente filosófico." ¿Qué signifi-
son masculinos, no humanos' intere- ca esa actitud de la modernidad? El
ses»45 habría que contestar que sólo elemento clave es el de la crítica como
nes específicas respecto de determina- nísmo propone. ¿Cuáles son los crite-
das relaciones de poder y dominio. rios de nonnatividad del feminismo?
Porque «el estado de mayoría de ¿Por qué debe ser la sociedad una so-
edad de la humanidad" sigue siendo ciedad no dominada por la masculini-
una propuesta desde una dialéctica de dad, por el patriarcado? Estas cuestio-
modernídad-postmodernidad. Y el pro- nes creo que aun no haciéndose explí-
grama filosófico del feminismo ilustra- citas están contenidas en los diversos
do incide en esa propuesta desde lo feminismos y si lo que pretendemos es
que significa la radicalización del mis- la autocomprensión del mismo habrá,
mo; para que la igualdad que la uni- si no que aclararlos, al menos explici-
versalidad propone se realice desde las tarlos. Habría que debatir si es necesa-
perspectivas de una diferencia y unas rio mantener las propuestas de los di-
particularidades que le den sentido. ferentes feminismos como propuestas
Para que se asuma, una vez más, la antitéticas o si se buscan elementos de
idea de libertad sin quedar predetermi- confluencia entre ellas. La razón de
nado el estado en el que se realizaría ver en la articulación de crítica y liber-
«la Constitución justa» porque «no tad el elemento de mediación entre los
puede ni debe quedar predeterminado diferentes feminismos está en que son
ya que se trata de la Iíbertad»." aspectos ineludibles en toda propuesta
Es en ese mismo sentido en el que feminista. Un desarrollo del feminismo
Foucault afirma: «No sé si se debe de- en este sentido representaría un claro
cir hoy que la tarea crítica aún supone avance en la superación de la polémica
fe en la Ilustración; yo continúo pen- igualdad-diferencia. Ese avance ha de
sando que esa tarea requiere trabajo hacerse sin renunciar a la actitud de la
sobre nuestros límites, eso es, una pa- modernidad. Es tarea del feminismo
ciente labor dando forma a nuestra como crítica filosófica reflexionar so-
impaciencia por la libertad. El vacío bre los límites de la Ilustración por lo
sueño de la libertada." que se refiere al problema de la des-
«Dar forma, pues, a nuestra impa- igualdad de los sexos e indagar en las
ciencia por la libertad»," buscar una posibilidades que, al mismo tiempo,
sociedad y un pensamiento no cosifi- presenta el universalismo de la ilustra-
cados, sería un presupuesto unificador ción para resolver el problema de esa
de los diferentes feminismos La com- desigualdad.
plejidad en la dilucidación de esta En ese sentido no suscribiría que
cuestión enlaza con la crisis de la ra- «todo vale» ,aque «nada vale si no se
cionalidad en general y con 10 que se enlaza en un todo», Lo que considero
ha llamado la crisis de la modernidad. es que la autorreflexión emancipatoria
Por lo tanto es la cuestián y creo que el continúa siendo programada por el fe-
feminismo debe abordarla porque se minismo y que esa reflexión, para ser
relaciona con ella con una relación de productiva en lo teórico y en lo prácti-
coimplicación. Hay que aclarar si la co-político, habría que vincularla a
dispersión de los distintos feminismos una dialéctica de modernídad-postrno-
es, o no, deseable teórica y práctica- dernidad. Desde una articulación de
mente y qué planteamientos no dog- aquellas aportaciones de los distintos
máticos ni de razón total se pueden feminismos que puedan enlazar con la
llegar a desarrollar que den cuenta de construcción de una racionalidad no
cuál podría ser esa sociedad y ese pen- dominadora que pueda ser instancia
samiento no patriarcales que el femí- crítica de la norrnatívidad, que diluci-
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NOTAS Y DISCUSIONES
de, por lo tanto, cómo y por qué el ese sentido no funciona la dicotomía:
mundo ha de ser distinto de lo que es, la razón es masculina, el sentimiento
por qué queremos una sociedad de otra es femenino, o el eros femenino es lo
manera, qué otra manera. liberador como opuesto al control
La propuesta de dialéctica de moder- masculino; o la naturaleza femenina es
nidad y postmodemidad incluye un dominada por la razón masculina.
pensamiento crítico no sólo de la Ilus- Únicamente la reflexión sobre la mis-
tración sino también del propio pensa- ma razón instrumental-patriarcal es un
miento y del lenguaje como necesaria- más allá de ella, y por eso el feminis-
mente transido de dominio, cosificante. mo al evidenciar los rasgos patriarca-
Pero, al mismo tiempo, expresa la idea les de la razón va más allá. Pero ese ir
de que sólo de forma inmanente a esa más allá lo es por la reflexión y sus es-
estructuración lingüística, a través de la pecíficas características de critica. La
cual nos humanizamos, es posible en- reflexión misma, al ser feminista, es
contrar junto al dominio, la libertad, antipatriarcal, pero no anti-rnasculina
aunque sea un vado sueño. Será un y, por lo tanto, femenina. Lo que el fe-
sueño vacío, será lo no-dicho, lo sin minismo critica no es lo masculino,
nombre, lo que es, en definitiva, «poder sino el dominio, el predominio de lo
de hacer el bien y el mal», pero ha sido masculino sobre lo femenino, es el
arrancada en el proceso de culturaliza- contrato sexual mismo.
ción mismo al dominio que ese proceso Porque de lo que se trata es de man-
representa. Ni todo es poder, ni todo es tener «la fuerza de la universalidad ca-
libertad. La dialéctica entre Ilustración paz de unir sin coacciones». El femi-
y dominio da cuenta de que en la inte- nismo, al reivindicar la afirmación de
rrelación entre razón y dominio, el mis- las mujeres como un genérico, realiza
mo lagos que es dominio de lo mascu- una afirmación de sí, que puede verse
lino sobre lo femenino, del colectivo so- en peligro si no se defiende, al mismo
bre el individuo, de la burocracia sobre tiempo, el derecho de las mujeres a la
la masa, pone a su vez, limites a ese universalidad. Esa afirmación de sí,
dominio." Desde el mismo momento que significa la afirmación de la liber-
en que el dominio para mantener el po- tad de cada individuo particular y el de
der se remite a la razón no tiene más las pluralidades singulares, puede ver-
remedio que limitarse a sí mismo. Ahí se en peligro si se rechaza la universa-
radican precisamente las posibilidades lidad por considerarla masculina y no
porque «la impotencia del siervo no se delimita en la razón entre razón pa-
puede ser ílímitada», triarcal-instrumental (razón dominado-
El feminismo pone de manifiesto ra, pensamiento identificante) e identi-
que ese proceso cosífícador y de domi- dad racional. Porque mientras que «el
nio de la razón instrumental también pensamiento identificante recoge la
es un dominio sexual. Y lo es desde las fuerza estratégica del cálculo racional
mismas estructuraciones lingüísticas que se encierra en el interés particular
con que se formularon los mitos hasta del individuo por su propia afirma-
el propio contrato social cuya condi- ción, en el interés particular del grupo
ción de posibilidad fue el «contrato se- por su propia autoafirmacíóns.w la
xual»." Por lo tanto, al realizar la críti- identidad racional «es una fuerza que
ca al androcentrísmo de la razón. la actúa sin ejercer coacción, es la fuerza
crítica feminista se hace desde lo que universalizadora que es núcleo de la
es la propia reflexión de la razón, y en autonomía del sujeto. Es esa racíonalí-
dad por la cual el sujeto es capaz de Ilustración en torno a las ideas de uni-
autotrascenderse, en definitiva, la idea versalidad, igualdad, progreso, com-
de humanidad»." portan la crítica misma de esas ideas
La propuesta de una dialéctica de en torno a los opuestos particularidad,
modernidad y postmodernidad consis- diferencia, no filosofía de la historia,
tiría en trascender y «reapropíarnos el inconmensurabilidad de los lenguajes,
universalismo democrático de la Ilus- no universalidad de la razón. La mis-
tración». Reapropiacíón que podrá ha- ma controversia entre el feminismo
cerse a partir de «una base común de ilustrado y el feminismo de la diferen-
hábitos de autodeterminación racional, cia sitúa en la crítica androcéntríca la
de formas democráticas de decidir y misma polémica, presentándose cada
de solución de conflictos exenta de vio- uno de ellos como discurso de la mo-
lencia». La superación de la razón una dernidad y de la postmodemidad. Lo
en una mutua permeabilidad de los que busco clarificar es que los diferen-
discursos: la superación de la razón tes feminismos son prácticas y discur-
una en una interacción y juego de ra- sos que forman parte del ethos de la
cionalidades plurales-.e modernidad, es decir de la Ilustración,
El núcleo, por 10 tanto, de la Ilustra- aunque no sean conscientes de ello. Y
ción que constituye el ethos de la mo- forman parte en la medida en que son
dernidad está en la unión de crttica y discursos que se articulan en torno a
libertad. La definición misma de la las nociones de crítica y de libertad.
NOTAS
1. c. Amores, Barcelona, Anthropos, 1985. 12. Esta paradoja presentada por WelImer en
2, Esta es la interpretación heideggeriana al su interpretacíén de Adorno podría caracterizarse
responder a la pregunta ¿QUé significa en Kant con las palabras de M. Horkheimer: ese trata de
«critica»? M, Heidegger, La. pregunta por la cosa, un pesimismo teórico y un optimismo práctico».
Buenos Aires, Alfa, 1975, pp. 108-109. 13. A. Wellmer, op. oit., p. 4.
3. Cfr. J. Habermas. Conocimiento e interés, 14. Esta sería la idea en líneas generales de J.
Madrid, Tauros, 1979, p. 201. Habermas en Teorta de la accián comunicativa,
4. Me estoy refiriendo al sentido de la libertad obra que representarla un cambio desde la pri-
en Kant tal y corno desarrollaré más adelante. mera teoría crítica. No entro, en absoluto en con-
5. M. Horkheírner, «Teoría Tradicional y Teo- sideraciones sobre los problemas de la teoría cri-
ría Crítica», en Teorta Critica, Buenos Aires, Amo- tica en general. ni de Habermas en particular.
rrortu, 1974, pp. 243-249. Véase para todo ello el monográfico sobre Teoría
6. S. Sevilla, «La Teoría Crítica de la Escuela Crítica de Isegoria, n," 1 (mayo 1990). Véase tam-
de Frank:furt y los problemas de legitimación del bién de M. Jirnénez Redondo «Kant y Hegel en el
capitalismo», conferencia, Universidad de Cádiz, pensamiento de Habermas», Introducción al libro
1990. de J. Habermas, Escritos sobre moralidad y etici-
7. M. Horkheimer, «Teorta Tradicional y Teo- dad, Barcelona, Paidós I rCE.UAB, 1991, y M. rr-
rfa Crítica», en Teoria Critica, op. cit., p. 248. ménez Redondo, «Problemas de construcción»,
8. A. Wellmer, «La unidad no coactiva de lo en Teortá de la accióll comunicativa, Daimon,
múltiple. Sobre la posibilidad de una nueva lectu- n," 1 (1989), pp, 133-159. También: S. Sevilla, .L'l
ra de Adorno» (trad. cast, de M. Jiménez Redon- transformación materialista de la filosofía tras-
do), conferencia, Universidad de Valencia (dí- cendental», Daimon (Universidad de Murcia),
cíernbre, 1989). n," 1 (1989), pp. 159-175.
9. La crítica al pensamiento identifícante que 15. J. Habermas, Teoria de la acción comullica-
realizan M. Horkheimer y Th. W. Adorno es ex- tiva, Madrid, Tauros, 1987.
presada en los términos que comento por A. 16. M. Horkheimer, «Teorfa Tradicional y Teo-
Wellrner en la conferencia citada. ría Crítica». en Teorta Critica, op. cit.• p. 249.
10. A. Wellmer, op, cit., p. 2. 17. I. Kant, Critica de la RaZ61f Pura, Pedro Ri-
11. Ibidem, p. 4. bas (ed.), Madrid, Alfaguara, 1978, B374, p. 312,
18. Se trata de un término acuñado para refe- 29. Como muestra del debate véase: Linda J.
rirse a la gran polémica que hubo en el s. XVI, Nicholson (ed.), Fentinism-Postmodemism, Nueva
sobre todo en Francia, en torno al papel de las York, Routledge, 1990. M. Hirsch y E. Fox Keller,
mujeres en la nueva sociedad y, en concreto, al Conilicts in Femiltism, Nueva York, Routledge,
problema de su educación. Véase M. Albistury D. 1990, S. Gunew (ed.), A Reader in Fentinist Know-
Armogathe, Histoire du [eminisme fraw;aise, t. I, [cdge, Nueva York, Routledge, 1991. S. Gunew
París, Des Fernmes, 1977, p. 112 Y ss, (ed.). Feminist K:nowledge. Critique and Ctmstruct,
19. F. Poulaín de la Barre, De l'¿galiré des deux Nueva York. Routledge, 1990.
sexes (1673), París, Fayard, 1984, p. 59. C. Amo- 30. E. Grosz, «Philosophys en S. Gunew (ed.),
ros, «Cartesianismo y Feminismo. Olvidos de la Feminist Knowledge. Critique and Construct, op.
ratón, razones de los olvidos», en Actas del semi- cit., p. 157.
nario permanente Feminismo e Ilustración, 1988- 31. Ibídem, p. 158.
1992, Instituto de Investigaciones Feministas, 32. Ibidem. Grosz se apoya en Firestone (1979)
Universidad Complutense de Madrid, 1992, pp. y Gatens (1983) y, aunque no la cita directamen-
95-104, expone las novedades e implicaciones de! te, en Genevieve Lloyd. Véase G. Lloyd «El segun-
«desconocido» Poulain. Hay un monográfico so- do sexo a debate», Desde el Feminismo (Madrid),
bre Poulaín: COrplAS des Oeuvres de philosophes en n," 1 (1986), pp. 23-39, donde plantea el proble-
langue francaise, n,' 1 (19&5). con interesantes ar- ma de cómo desde una perspectiva del feminis-
tículos de G. Fraisse y E. Badinter. El cap. VI de mo de la diferencia, centrado en la relvindícacíén
la Histoire du [eminisme [rancaise, op. cit., tam- del cuerpo de la mujer para definirla, se podría
bién está dedicado a Poulain de la Barre. llegar a alguna solución sobre el problema de la
20. C. Amores, -El feminismo; senda no tran- trascendencia. Sin embargo, no llega a ninguna
sitada de la Jlustracíén», Isegorta, n." 1 (mayo, conclusión.
1990), pp. 139-150. C. Molina Petit, Ilustración y 33. E. Grosz, Peminist Knowledge, op. cit.,
feminismo, tesis doctoral inédita, Universidad p.159.
Complutense de Madrid, junio, 19&7, en vías de 34. «El vindicar la igualdad legal o social nun-
publicación por esta misma Universidad. A. Val- ca conllevó la indistinción de sujetos•. A. Valcár-
cárcel. -¿Es e! Feminismo una Teoría Política?, cel, Sexo y Pilosoita. Sobre «muier» y «poder», op.
en Sexo y Filosoiia. Sobre «mujer» y «poder», Bar- cit., p. 54.
celona, Anthropos, 1991. 35. G. Lloyd, Mal! uf ReasOfl, citado por E.
21. 1. Kant, Teoria )' práctica, Madrid, Tecnos, Grosz en S. Gunew (ed.), A Reader ín Feminist
1986, p. 34. Se ha puesto de manifiesto la incon- Knowledge,op. cit., pp. 164-165.
sistencia de Kant al respecto. Véase A. Jiménez 36. C. Amores, Hacia una critica de la raZÓn
Perona, Actas del seminario permanente Feminis- patriarcai.op. elt., p. 103.
mo e Ilustración, 1988-1992, Instituto de Investi- 37. A. Valcárcel, op. cit., pp. 54-56.
gaciones Feministas. Universidad Complutense 38. E. Grosz, Feminist Knowledge, op. cit.,
de Madrid, 1992, pp. 235-144. p.165.
22. M. Wollstonecraft, Vindicación de los dere- 39. Ibídem, p. 167.
chos de la muier (1792). Madrid, Debate, 1979. 40. Ibídem.
23. Olympia de Gouges, «Los derechos de la 41. S. Benhabib asumiría también esa In ter-
mujer y de la ciudadanía. (197]). en 1. Alonso y subjetividad. Véase la introducción a Teorta femi-
M. Belínchón, 1789-1793, La voz de las mujeres m nista y Teorta Crüica (trad. cast, de A. Sánchez),
la Revoiucion Francesa (Cuadernos de quejas y Valencia, LV.E. Alfons el Magnánírn, 1991.
otros textos), Valencia, La Sal-LV.D., 1989, pp. 42. R. Rorty, Contingencia, ironta y solidaridad,
129·137. Barcelona, Paidós, 1991.
24. Es la idea que desarrolla J.J. Rousseau en 43. E. Grosz, Feminist Knowledge, op. cit.•
•Sofía o la mujer», Emilio, Madrid, E.D.A.F., p. 168.
1964, pp. 399-543. 44. Ibídem, p. 169.
25. Madame de Stael. 45. Ibidem,
26. Sirnone de Beauvoire, El segundo sexo 46. C;. Amorés, «El feminismo: senda no tran-
(1949), Buenos Aires, Siglo Veinte, 1965, 1987, 2 v, sitada de la Ilustracíén-, art, cít., p. 139.
27. J.S. Mili y H.T. Mill, Ensayos sobre la igual- 47. Habermas considera la filosofía de Fou-
dad sexual, Barcelona, Península, 1973. El libro cault como postmodema, Véase El discurso filo-
contiene diferentes ensayos. entre otros, el ya clá- sófica de la modernidad, Madrid. Tauros. 1989,
sico de J.S. MiIl «La sujeción de la mujer. de pp. 285 Y ss, Y en líneas generales es calificada
1869. como tal. Sin embargo, el propio Foucault se vin-
28. Simone de Beauvoire, Introducción, en El culó a pensamientos ilustrados, críticos a su vez
segundo sexo. op. cit.• 1965, pp. 9-26. Todas las con la ilustración. En «¿Qué es Ilustración?», Pri-
frases a las que voy aludiendo pertenecen' a la In- mer curso de 1983 en el Colegio de Francia, afir-
troducción. ma: _y me parece que la elección filosófica a la
que nos encontramos enfrentados actualmente es fructífero para el feminismo. Véase para esta
la siguiente: bien optar por una fílosofta crítica cuestión Isaac D. Balbus, «Míchel Foucault y el
que aparecerá COmo una filosofía analítica de la poder del discurso feminista», en Seyla Benhabib
verdad en general. bien optar por un pensarnien- y Drucilla Cornella (eds.), TeoTÚ1 [eminista y teoria
to crítico que adoptará la forma de una ontología critica, op. cit., pp. 169-191.
de nosotros mismos, una ontología de la actuali- 53. A. Wellmer.•La dialéctica de Modernidad
dad; esa forma de filosofía que, desde Hegel a la y Postmodernidad», Debats, n." 14 (1985), pp, 67-
Escuela de Frankfurt pasando por Nietzsche y 87.
Max Weber, ha fundado una forma de reflexión 54. M. Foucault, op. eu., p. 72,
en la que intento trabajar», Saber y verdad, Julia 55. I. Kant, Crítica de la razón pura, op. cit.,
Varela y F. Alvarez Uría (eds.), Madrid, La Pique- p.312.
ta, 1991, p. 207. 56. M. Foucault, op. cit., p. 73,
48. M. Weber, Prólogo, en La ética protestante 57. Ibídem.
y el espiritu del capitalismo, Barcelona, Península, 58. H. Brunkhorst, «Adorno: Dialéctica de la
1972. Modernidad», Seminario sobre Adorno, Departa-
49. M. Foucault, «Ou'est-ce que les Jumíeres?». mento de Filosofía, Universidad de Valencia (fe-
Magazine Litteraire (abril, 1993), Gallimard, pp. brero 1992) (trad. casto de M, Jirnénez Redondo).
63·73. 59. C. Paternan, The Sexual Contraer, Calífor-
50. Ibídem, p. 70. nía, Stanford Uníversíty Press, 1988.
51. lbidem. 60, H. Brunkhorst, «Adorno: Dialéctica de la
52. Aunque no es 10 que interesa destacar aquí, modernidad». seminario citado.
habrá que recordar que el programa global de 61. Ibidem,
Foucault de «crítica genealógica en su diseño y 62. A. Wel1mer, «La Dialéctica de Modernidad
arqueológica en su método. también puede ser y Postrnodernidad», art. cít., p. 86.
MIQUEL BELTRÁN
Universita degli Studi di Venezía