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DISCURSO DE GRADO

Compañeros y compañeras, llegó el momento, sí, aquel momento con el que muchas
veces soñamos, cuando desde pequeños queríamos ya ser grandes. Hoy, ese, que aquel
entonces, era un futuro lejano es una realidad, y al sentirla tan cercana, no puedo evitar
que la nostalgia embargue mi corazón; la añoranza de tiempos ya idos llega a mi mente,
trayendo a los recuerdos las imágenes de aquellos niños y niñas que años atrás
ingresábamos al jardín de infantes con los ojos tristes por alejarnos de nuestros padres,
pero con la curiosidad y la inquietud que nos generaban los colores, la pintura, el papel
seda y la plastilina. Hoy todos esos momentos de alegría y también de algunas tristezas,
se han quedado atrás, y el presente se impone para enfrentarnos con una realidad.
Estamos a punto de salir de nuestro amado colegio, y tomar distintos caminos que nos
llevaran a prepararnos para convertirnos en adultos y profesionales al servicio de una
sociedad.
Hoy las páginas de nuestro colegio terminan de escribir una historia donde nosotros somos
los protagonistas, y al experimentar esta sensación inexplicable y contradictoria, no puedo
evitar mirar hacia atrás y recorrer imaginariamente cada espacio, cada rincón del colegio,
lugares que adquirieron vida a través de nuestras risas infantiles y juveniles, lugares que
fueron testigos de muchos momentos especiales.
Pero no es momento de tristeza amigos y amigas, porque son muchos los gratos
recuerdos que llevaremos siempre en nuestra memoria. Seguro que todavía pueden
recordar con frescura cuando siendo unos pequeñines entraron por primera vez a este
colegio, que seguramente se abría inmenso ante sus asustados ojos; también lo
experimentamos los que en otros espacios vivimos los mismos momentos; veíamos a los
mayores y nunca se nos pasó por la cabeza que en unos años no tan lejanos seríamos
como ellos.
Pero sí, hemos crecido, hoy somos nosotros los mayores, hemos recorrido un largo
camino que seguro no ha sido en vano. Entre estas paredes hemos aprendido casi todo lo
que sabemos, hemos pasado muchas horas en este edificio, en las clases, en la cancha,
en el bosque; espacios cómplices de nuestras travesuras juveniles. Tal vez en este colegio
nos enamoramos por primera vez, aquí formamos las grandes amistades y descubrimos el
compañerismo.
También recordaremos los buenos ratos, las risas en medio de una explicación de física o
en medio de una oración de inglés; en fin tantos hermosos momentos que se quedan sin
nombrar pero no se borran de nuestra mente.
Es hoy, aquí, que somos conscientes de lo mucho que tenemos, que hemos construido
juntos y que está a punto de quedarse atrás. Es hoy cuando nos damos cuenta de que
aquellos con los que hemos compartido tantas horas son nuestros verdaderos amigos.
A lo largo de los días, meses y años hemos ido construyendo momentos inolvidables, en el
transcurso del camino se han ido incorporando nuevos compañeros, nuevos amigos; no
importa si llevan aquí toda la vida o tan sólo un par de años; lo importante es que todos
juntos nos hemos ido enriqueciendo y formado juntos, a través del respeto, el amor, la
confianza y el cariño.
Sería injusto si no reconociéramos que en este trayecto, no hemos estado solos, porque
no sólo han estado presentes nuestros compañeros de batalla diaria, son muchas las
personas que con gran esfuerzo y entusiasmo han contribuido en esta importante parte de
nuestra vida. Personas que no podemos dejar en un segundo plano, porque sin ellos no
hubiese sido posible, llegar a este punto:
A los directivos, por luchar día a día por orientar el rumbo de nuestra institución, a los
profesores, pasando por aquellos que nos enseñaron a leer y a escribir y nos dejaban ir al
estante a tomar un juego o un rompecabezas cuando terminábamos de usar el punzón,
como a los que nos han enseñado a encontrar un limite, conjugar un verbo en inglés,
redactar una carta; en fin; también a los que sin ningún reparo y con total desprendimiento
nos han dado gratuitamente su tiempo para recuperar una clase por la tarde, o explicarnos
en los recreos porque habíamos faltado. En general a todo el equipo que forma este
colegio, desde los aseadores que han tenido cada mañana nuestro colegio impecable,
hasta las secretarias que se han encargado de las fotocopias, cartas y demás, pasando
por los que laboran en la portería, los jardineros; y a todos los que hacen posible que
contemos con este hermoso colegio
Y no se nos pueden olvidar nuestros padres, que en cierto modo son los gestores de toda
esta historia, porque antes o después eligieron este centro que ha sido nuestra segunda
casa para educarnos, formarnos y pasar tan maravillosos años. Gracias a ellos por su
apoyo constante, por sus desvelos y paciencia; sin ellos no seriamos lo que somos.
Gracias sobre todo a vosotros, a los protagonistas de este gran día, a mis compañeras y
compañeros, porque, sin darnos cuenta, una sonrisa, una mirada, cualquier gesto han
hecho que nos sintiésemos a gusto y arropados los unos con los otros. Gracias por haber
hecho de la estadía en el colegio una etapa inolvidable, sin su presencia estos años no
hubiesen sido lo que fueron
En las despedidas, la melancolía es algo que está presente en el ambiente y hoy es mayor
porque les estoy diciendo adiós a las historias de vida de cada uno de mis amigos y
compañeros, en las cuales hemos influido unos a otros y de las que hacemos parte, de los
recuerdos inolvidables.
Gracias a cada una de las experiencias aprendidas, tenemos la certeza que podemos
asumir todos los retos que se nos vienen, estamos seguros de que la formación dada por
nuestro colegio será la base para seguir triunfando como hasta ahora lo hemos logrado.
Ahora que nos marchamos de nuestra segunda casa, quiero pedirles que vayan donde
vayan, estén donde estén, sigan siendo los de siempre. ¡Ha! Y una cosa más: nunca dejen
de soñar.
Que sea Dios quien guie sus caminos, la Virgen Santísima quien los guarde bajo su manto
y Ustedes las y los que lleguen muy lejos. ¡Que el viento siempre sople a su favor… hasta
siempre!

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