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El lazo social post-pandémico. Interrogantes y conjeturas.

Recrear la falta

Me hago esta pregunta: ¿Cómo retomaremos la socialización después de haber vivido este encierro
pandémico al que nos confinó el covid? Coronavirus: he allí un semblante para el goce del Otro que
no existe (ni el Otro ni su goce, pero que lo hay lo hay…). Padecimos y seguimos padeciendo en
cierta medida del horror del enclaustramiento, del aislamiento que no siempre concluye en soledad
ni ésta en tristeza, pero… Los profesionales de la Salud se han visto desbordados y los de la Salud
Mental no fuimos la excepción. Hemos registrado un incremento notable de la demanda y han
llegado a nuestra consulta personas que en su vida habían pensado siquiera en la posibilidad de
necesitar de un “terapeuta”. Tuvimos que aggiornarnos. Muchos ni pensábamos en la opción de la
atención psicoanalítica on-line, con exclusión del acto de poner el cuerpo, desconociendo que la
virtualidad no deja afuera dos objetos pulsionales clave: la mirada y la voz. En mi caso, como
cuando utilizamos el diván, lo imaginario quedó de lado con la mayoría de les pacientes. Opté por
la llamada pura y simple, sin visión (mas no sin mirada). El psicoanálisis es una terapia que acentúa
la conversación, la escucha, el diálogo. Inclusive pienso que nuestra función admite una descarga
catártica inicial que, en tiempos de trauma social, fue más que necesaria. Pero la orientación no fue
quedar nunca en esa cuestión psicoterapéutica donde incluso podemos ser directivos. Nuestra tarea
es causar el deseo, ir más allá de la demanda. Nuestra función es habilitar la falta, la puntuación y el
corte. En tiempos en los cuales el mundo se llenó de horror, de angustia, de pánico y desolación, la
vía de la palabra permitió que el pasaje al acto y el acting out no copen la parada de la escena social.
Sostuvimos como pudimos el lazo social con nuestro colegas y con nuestros pacientes o analizantes.
“Es lo que hay” dicen los pibes. Así también dijimos los psicoanalistas. Y hubo: acompañamiento,
escucha, señalamientos, interpretación… análisis. Crisis coyuntural globalizada que nos muestra el
peor rostro de la época. En cuestión de días la expansión de lo mortífero puede hacerse total.
Panorama de ciencia ficción. Holocausto, catástrofe, apocalipsis. Y encima, la negligencia o malicia
de ciertas autoridades que en algunos países o provincias renegaron de la gravedad de la situación.
“Queremos la inmunidad de rebaño”, dijeron algunos canallas. Mostrando explícitamente lo que
piensan, a saber, que si se pierden vidas “es necesario para no obturar el progreso”. El progreso de
sus intereses particularistas, generalmente financieros. Los laboratorios no quisieron liberar las
patentes de las vacunas o algunos pidieron que se los exima de responsabilidad antes los efectos
adversos además de querer condicionar hipotecariamente a los Estados subdesarrollados. No primó
la solidaridad en muchos gobernantes, empresarios y ciudadanos de a pie sino el “sálvese quien
pueda”. El egoísmo, el individualismo, la indolencia. No hubo capacidad de reconocer el
sufrimiento del otro. Primó la deshumanización como durante las guerras. Y además, avanzó la
pulsión de muerte. Muchos salieron a exponerse locamente en busca de la enfermedad. Ciertos
Estados operaron como metáfora paterna, puntuaron a las voces del superyó que exigían sacrificio
para un Dios oscuro que cobró la forma de un virus letal. ¿Cómo retomaremos la socialización
después de haber vivido esta tortura a la que nos confinó el covid, esta encerrona para que no se
vuelva una tragedia innecesaria? Ni la Religión, ni la Ciencia tienen LA respuesta. El psicoanálisis
tampoco. Pero algo tiene para decir, como apuesta sin garantías. Habrá que inventarse una salida no
sintomática. Mejor no responder con el goce sino con el deseo, con el humor, con el amor y con la
poesía. Con la ocurrencia. Con el juego. Es decir, preferible ir hacia la verdad del sujeto, hacia lo
que él es como in-sustancia y efecto a posteriori de un acto fundacional que transgrede la Norma.
Quizá sea hora de empezar a faltarle el respeto a la Pandemia para que tampoco se nos vuelva una
Madre Fálica omnipotente que nos reduzca a la impotencia. Algo podremos hacer. Estamos vivos.

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