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Resumen de las opiniones del Grupo de Lectura en la reunión del 17 de mayo de 2010

sobre FRANKIE Y LA BODA, de Carson McCullers:

En síntesis, la obra de McCullers ha gustado bastante a la mayoría del Grupo de


Lectura. Se ha coincidido en decir que es la típica obra que primero presenta ciertas
dificultades, pero que después te atrapa y ya no te suelta hasta el final. También se ha
comentado que la novela da la sensación de tratarse de uno de aquellos textos en que
parece que no pase nada, cuando en realidad suceden un montón de cosas. Frankie y la
boda es en general un retrato de la adolescencia, con todos sus problemas y tensiones: la
desubicación de la afectada, los celos llevados a extremos ridículos, el ansia permanente
de huida sin que se sepa dónde ni por qué, etc.

Se detectó también un claro retrato social que avanza en intensidad a medida que nos
adentramos en la lectura; se definió como una obra costumbrista y se encontró que
McCullers tiene un registro narrativo muy bueno. También se señaló la importancia en
la novela del tiempo psicológico por encima del tiempo real y se calificó de viaje
iniciático el proceso de la protagonista: el paso de Frankie de la adolescencia a la
juventud. Algunos lectores ya conocían otras obras de McCullers, como por ejemplo la
más famosa: El corazón es un cazador solitario.

En cuanto al trabajo estilístico y narrativo, se valoraron positivamente las descripciones


de la novela y se remarcó la habilidad de McCullers en la descripción de los ruidos que
rodean o a veces dominan las escenas o situaciones del libro. También se elogió la
ambientación de la obra, que nos traslada fielmente a los ambientes de las pequeñas
ciudades de los estados sureños americanos. Aun cuando el desarrollo argumental pueda
parecer lento, la autora sorprende con golpes de genio argumentales que dinamizan la
obra. El lenguaje se halló ágil, visual y con patrones cinematográficos. Uno de los
aspectos más valorados de la novela fueron los diálogos, que se consideraron muy
veraces y perfectamente adecuados a los personajes.
El personaje principal, la chica adolescente de doce años Frankie Addams, es
absolutamente creíble y produce una plena empatía en el lector, que se identifica con
ella en muchos aspectos. Frankie es un personaje positivo, con una posición final abierta
hacia la ilusión, aspecto generoso si tenemos en cuenta la desgraciada biografía de la
autora. El hermano de Frankie se constituye, sin saberlo, en un modelo de maduración,
en un referente vital que transforma completamente a Frankie, aun cuando él no haga
nada para que esto suceda. Son en general personajes bien retratados, de la América
semiprofunda, y lo más destacable sería el potente triángulo Berenice, Frankie y John
Henry, que sustenta la obra y le da sentido coral. El centro del universo de la obra es sin
duda la cocina donde conversan y conviven estos tres personajes. Los otros dos
personajes del triángulo, sin embargo, quedan desplazados cuando Frankie crece y
madura. La cantidad de personajes pareció justa a los lectores del Grupo, ni muy pocos
ni en excesiva cantidad, hecho que ayuda a percibir las intenciones intimistas de la obra.
También se destacó el gran simbolismo que se esconde tras las muertes de algunos de
los personajes.

En referencia al argumento, la muerte del niño John Henry sorprendió a algunos


lectores, aun cuando otros la encontraron lógica. La falta de la figura de la madre es
sustituida en Frankie por la presencia, casi absoluta en la novela, de Berenice, la
cocinera-chacha negra con el ojo de vidrio de color azul, toda una extravagante
coquetería.

Son muy importantes los cambios de nombre de la protagonista (Frankie, F. Jasmine y


Frances), puesto que cada mutación nos señala un nuevo proceso hacia la maduración
del personaje.

Argumentalmente, también es muy destacable la presencia de la muerte, con el tío


Charles y, finalmente, el niño John Henry. El fallecimiento del primero crea un fuerte
remordimiento en Frankie, porque le duele más la muerte (no vivida por ella) del primer
marido de Berenice, el único bueno, que la defunción de su familiar directo.

En el desenlace de la obra, el posible dolor que causa la muerte de John Henry, su


compañero del alma hasta aquel momento, queda compensado inmediatamente, incluso
con cierta crueldad infantil, por la aparición de la nueva amiga, Mary Littlejohn (cuyo
apellido nos ayuda a observar la sustitución sentimental). Y también el detalle del
timbre final que suena en casa de Frankie parece personificar el amor que llama a la
puerta, cuando menos la juventud que irrumpe en la vida de la protagonista.

También se valoró que incluso los aspectos más sórdidos de la obra —el intento de
violación de Frankie por parte del joven soldado— están tratados con un punto de
inocencia que denuncian más una inconciencia juvenil que una idea de maldad.

Es importante el detalle del título en inglés, The member of the wedding (literalmente,
La miembro de la boda), puesto que Frankie se pasa la obra queriendo ser miembro de
algo, buscando un lugar entre las chicas de su edad, un reconocimiento social que le
otorgue la identidad que tiene en plena crisis. La boda, por otra parte, es el núcleo
argumental de la obra, el acontecimiento que da la sensación que lo va a cambiar todo…
al menos eso parece.

También se elogió la fidelidad simbólica de la cubierta del libro, que nos sitúa de lleno
en el núcleo argumental de la novela.

Como de costumbre, nuestro agradecimiento más sincero a los componentes del Grupo
de Lectura por su asistencia y por sus acertadas contribuciones al debate. Os esperamos
en nuestra próxima cita:

L’INICI DEL CAPVESPRE, de Júlia Costa, Meteora, 2009, 198 pg.

(Lunes, 21 de junio de 2010, a las 7 de la tarde).

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