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Las Manifestaciones Artísticas de las Culturas Amerindias.

 Los Mayas:
La cultura Maya fue una civilización antigua que vivió en la Península
del Yucatán. Su periodo de florecimiento fue entre 300 AC y 950 AC.
Construyeron ciudades inmensas mientras que Europa se encontraba
todavía sin mucho desarrollo. La mayoría de sus templos fueron construidos
con piedra y todavía son monumento que impresionan. Fue un pueblo que
desapareció antes de la penetración de los españoles, hasta hoy no se
conocen exactamente los motivos que los llevaron a abandonar sus
ciudades. La  cultura de los mayas es la más antigua de las grandes culturas
americanas que se extendió por Guatemala y la península de Yucatán.

Vida social.

En el apogeo del periodo Clásico, el corazón de la zona maya fue el


triángulo que tiene como límites aproximados a Palenque en Chiapas, Tikal
en Guatemala y Copán en Honduras. Ahí prosperó una población numerosa
que practicaba la agricultura quemando el bosque para aprovechar las
húmedas tierras de origen volcánico. En esta zona se desarrollaron muchas
ciudades-Estado, gobernadas por una fuerte autoridad sobre el resto de la
sociedad como se aprecian en las representaciones pintadas y labradas en
templos, tumbas y palacios. Algunos oficios que se realizan hoy en día en
México, se desarrollaron en el Clásico, una mujer hilando, con una técnica
que todavía se practica en muchas regiones de México.

Los mayas crearon un avanzado sistema de escritura, el cual era


utilizado para registrar las hazañas guerreras de los gobernantes, para
anotar la cuenta del tiempo y otros propósitos religiosos. El movimiento de
los cuerpos celestes y la medición del tiempo les interesaron muchísimo.
Los Mayas organizaron un calendario sorprendentemente preciso, el
cual utilizaban no sólo para medir el tiempo, sino también para predecir las
fechas que según sus creencias serían propicias o desdichadas para los
hombres; para realizar sus cálculos, los astrónomos mayas utilizaban
símbolos numéricos que representaban las unidades del 1 al 4 y grupos de 5
unidades. Daban un valor a las cifras según su posición y utilizaban el cero,
lo que permitía calcular magnitudes muy grandes, el interés de los mayas en
el tiempo se refleja en numerosas estelas labradas en grandes losas, que se
colocaban verticalmente, para conmemoraban fechas especiales.

 Los aztecas.

Hacia finales del siglo XIII, los Aztecas fueron la última tribu del norte
árido en arribar a Mesoamérica. Era un pueblo pobre y atrasado y fueron mal
recibidos por los habitantes de los señoríos de origen tolteca ya establecidos
en el Valle de México; vagaron durante años, sin poder establecerse ni en las
peores tierras del Valle, hasta que en 1325, según cuenta la leyenda,
encontraron en unos islotes abandonados la señal de que ahí deberían
fundar su ciudad. Ya asentados, los aztecas estuvieron por varias décadas
bajo el dominio del poderoso señorío de Azcapotzalco, al que servían como
soldados a sueldo.

Hacia 1430, los aztecas habían asimilado la cultura de los pueblos


avanzados del Valle y se habían convertido en un eficiente poder militar;
atacaron y derrotaron a Azcapotzalco y se transformaron en uno de los más
fuertes señoríos de la región.

Iniciaron así una sorprendente hazaña guerrera, que, en sólo 70 años,


los haría dueños del más grande imperio que había existido en Mesoamérica
La Sociedad Azteca:

Las diferencias de categoría social eran muy acentuadas entre los


aztecas, la cúspide de la sociedad era ocupada por los pipiltin, miembros de
una nobleza hereditaria y que desempeñaban los puestos más altos del
gobierno, el ejército y el sacerdocio.

Los nobles escogían dentro de su propio grupo a un jefe supremo a


quien llamaban tlatoani, palabra que en lengua náhuatl significa "el que
habla". Este jefe era tratado con reverencia y gobernaba hasta su muerte,
pero, a diferencia de los reyes europeos, su poder no era absoluto porque
debía rendir cuentas de sus actos ante quienes lo habían elegido.

Otras personas que disfrutaban de privilegios eran los comerciantes de


largas distancias, quienes servían al gobierno como embajadores y espías.

También eran muy respetados los artesanos notables, los médicos y los
maestros verdaderamente sabios.

 Los Incas.

Los Incas llamaban a su territorio Tawantinsuyu, lo que en Quechua, el


idioma inca, significa Las Cuatro Partes. Un territorio de diversos terrenos y
climas muy marcados, que comprendía una larga banda desértica en la
costa, entrecortada por ricos valles irrigados; las altas cumbres y los
profundos valles fértiles de los Andes; y las cumbres montañosas de la selva
tropical al Este. La palabra Inca designa al propio dirigente, así como al
pueblo del valle de Cuzco, la capital del imperio. A veces es usado para
designar a todos los pueblos incluidos en el Tawantinsuyu, pero esto no es
correcto. La mayoría de las decenas de reinos pequeños mantenían su
identidad, aún cuando estaban ligados política y económicamente a los
Incas. El Quechua fue el idioma oficial y hablado en la mayoría de las
comunidades hasta la llegada de los Españoles, pero al menos 20 dialectos
locales subsistieron en varias partes del imperio.

Organización Social:

Los Incas tenían un gobierno altamente organizado en Cuzco. El


emperador vivía allá y se conocía como "El Inca". Él era el gobernante de
todo. Debajo de él estaban los nobles a quienes se les controlaba la vida. A
los emperadores Inca se les conocía con varios títulos, incluyendo "Sapa
Inca", "Capac Apu"  y "Intip Cori". Muchas veces se referían a él como El
Inca.

 Los Chibchas.

Ocuparon desde Ecuador hasta Honduras, pero con un mayor


desarrollo de aquellos grupos que se encontraban en el actual territorio de
Colombia.
Formaban pequeños pueblos independientes entre sí, dependientes de la
agricultura y en cuya actividad económica prevalecía el comercio a base del
trueque.
Socialmente estaban divididos tomando en cuenta la actividad religiosa y
guerrera a cuya cabeza estaban los jefes, nobles que eran considerados
sagrados. Eran politeístas y además de la agricultura, alcanzaron gran
desarrollo de la orfebrería y de la industria manufacturera textil.

La cultura Chibcha abarca un grupo de pueblos que se desarrollaron


desde Ecuador hasta Honduras constituyendo una macro familia.
Uno de esos pueblos, los Muiscas son los que en la generalidad son
conocidos como Chibchas, los cuales se desarrollaron en la Cordillera
Oriental de Colombia, en Bogotá y en la Sierra de Santa Marta.
Los Chibchas colombianos en 1536, al arribo de Gonzalo Jiménez de
Quezada se encontraban divididos en pequeños pueblos que luchaban por
su hegemonía.

Valorización de sus Aportes Técnicos y Artísticos a la Historia


Latinoamericana.

El estudio de las relaciones seres humanos-naturaleza, en un corpus de


textos provenientes de las culturas indígenas de América nos sugiere la
presencia de una cosmovisión amerindia, peculiar y compleja, de la cual nos
interesa destacar en este trabajo lo siguiente:
1) Encontramos rasgos permanentes en el tratamiento de la relación
seres humanos naturaleza en las diferentes culturas Amerindias, más allá de
sus diferencias. Los estudios sobre el mito, en el espacio tiempo Americano
nos dicen:
No debe sorprender que pueda haber una estructura mítica común, en
regiones tan variadas y tan lejanas unas de otras, geográfica, lingüística y
culturalmente.
La razón de esta universalidad del mito en nuestro
continente … es posible que se trate de una estructura universal que ha
encontrado en el espacio americano un buen terreno, tal vez porque tenemos
aquí grupos humanos que han vivido algunos más de 40.000 años juntos, en
el norte como en el sur, y han intercambiado en esos 400 siglos, sus
espacios, su tecnología, sus mitos, creencias y productos.
Es así que las investigaciones arqueológicas, antropológicas y
antropolingüisticas, permiten ahora reconstruir el devenir de los pueblos
acontecido en largos períodos de tiempo. Ello nos permite reflexionar
profundamente sobre el intercambio cultural producido entre los pueblos
indígenas de América, en períodos de tiempo extraordinariamente largos y
su conocimiento del espacio tiempo americano construido en la muy larga
duración. Este intercambio ha dado lugar a una serie de constantes en la
concepción del mundo de los pueblos indígenas que se ponen de manifiesto
en las creaciones mítico-simbólicas en los diseños y dibujos artísticos
presentes en cerámicas y tejidos; en representaciones, valores, actitudes y
prácticas sociales, en sistemas de pensamiento y en los conocimientos
agroalimentarios, todo lo cual denominamos cosmovisión amerindia y
pensamiento amerindio.
2) Encontramos en el pensamiento Amerindio una relación seres
humanos naturaleza definido por un respeto profundo que podemos
caracterizar como una concepción sagrada de la naturaleza, en oposición a
la relación secular, utilitaria de la misma, propios de la cultura Occidental.
Presente en su versión colonial y neocolonial, que llegó y ha llegado de
manera predominante a América y que se impone actualmente como cultura
de dominación.
A este respecto Mircea Eliade sostiene:
Para aquellos que tienen una experiencia religiosa, la naturaleza en su
totalidad, es susceptible de revelarse como sacralidad cósmica…Así, se
puede hablar de dos modos de ser en el mundo: Sagrada y profana.
Así las lecturas de estudios antropológicos sobre las culturas indígenas
de Venezuela y otras culturas Amerindias de América, nos permiten
encontrar como constante, la presencia de una concepción sagrada de la
naturaleza, que rige de manera muy especial todas las relaciones seres
humanos-naturaleza en esas culturas.
Profundizando en este tema, el antropólogo Ronny Velásquez nos dice:
Para las culturas indígenas, lo sagrado posee valores
inconmensurables. Nada en la vida aborigen se explica sin que medie la
concepción de lo sagrado. Sus espíritus están fundados en su propia
mitología, y existe para su explicación un alcance basado en pensamientos
abstractos.
Sus dioses y espíritus como pertenecen al mundo de lo sagrado no
están subordinados a la concreción o al hecho fenoménico de un cuerpo que
en última instancia es mortal y perecible. Su concepción de lo sagrado está
centrada en la transformación de la materia y ello se establece en base a lo
divino, a lo eterno e inalcanzable y solo es posible acercarse a ese mundo a
través de los rituales…
Este sentimiento sobre lo divino y lo sagrado es inmanente a un Dios
creador o a múltiples dioses creadores, que poseen ya de por sí un valor
inconmensurable. Se debe considerar además que los aborígenes no viven
sólo un mundo humano y dentro de los márgenes de lo perceptible en forma
concreta. Si bien, a éste lo perciben, lo reconocen y forma parte de su hacer
y saber, no es lo privilegiado. Se privilegia lo divino y se conjuga con lo que
define Rudolf Otto, como lo numinoso que es todopoderoso y fascinante.
Es conveniente a su vez referir algunas consideraciones sobre la
concepción y percepción del espacio en el pensamiento indígena que nos
aporta también el antropólogo Ronny Velásquez:
En las culturas indígenas el espacio es múltiple posee además del nivel
físico, práctico-concreto, otros niveles que son conocidos y percibidos por
distintas vías, específicamente, por la mediación de la representación mítico-
simbólica, por la vía de las percepciones n ordinarias, y a través de la
imaginación y se accede a esos niveles de percepción del espacio a través
de los ritos

Análisis de los Contextos Históricos desde lo Local hacia lo


Universal

Las culturas latinoamericanas han estado asociadas estereotípicamente


con el folclor, la música y el arte, pero pocas veces se incluye a sus
pensadores en la historia de la filosofía occidental contemporánea. Este
fenómeno responde a la distribución desigual del poder, que da plena
difusión e importancia al pensamiento publicado en Europa Occidental y -a
partir del siglo XIX- en los Estados Unidos. Sin embargo, desde la invasión
colonial, la producción académica de lo que hoy se llama América Latina ha
tenido presencia y relativa influencia en la civilización Occidental.

En la época colonial (siglos XV-XVIII), la filosofía estaba


fundamentalmente dirigida por y hacia la formación religiosa. Pero dentro de
un marco que no se ha considerado rigurosamente filosófico, hubo cronistas
americanos, como el Inca Garcilaso de la Vega y Guamán Poma de Ayala en
Perú, que tendieron interesantes puentes entre la cosmovisión europea y la
de algunas civilizaciones amerindias. Para fines del siglo XVIII, los criollos
educados en varias universidades de México, Buenos Aires, Lima, Caracas y
Bogotá, comenzaron a aplicar las ideas de la Ilustración francesa para
reflexionar sobre los caminos colectivos que deberían implementarse en
América. Los esfuerzos por organizar naciones independientes de España
durante todo el siglo XIX estuvieron orientados según estas ideas, que
buscaban establecer modelos de origen francés e inglés dentro de las
condiciones geográficas y demográficas propias de los nuevos países. Los
nombres posiblemente más difundidos son los venezolanos Simón
Rodríguez -cuyas ideas democráticas y pedagógicas eran proféticamente
radicales- y Andrés Bello, quien propuso una visión de "lo americano" que
reconciliara la herencia hispánica con la diferencia tropical. Más tarde, los
modelos evolucionistas y positivistas se cultivaron con gran intensidad en
México, Brasil, Chile y Argentina, paralelamente a un proceso de
modernización económica y social basada en la dependencia de un producto
de exportación para el consumo europeo.

A fines del siglo XIX, con la creciente influencia estadounidense en la


región, grupos sustanciales de pensadores promovieron una imagen de
unidad cultural que inició decisivamente el "latinoamericanismo" o la
"búsqueda" de la identidad latinoamericana. Los dos autores más
reconocidos de esa época son el uruguayo José Enrique Rodó y el cubano
José Martí. El libro Ariel (1900), de Rodó, propuso un nítido programa de
diferenciación educativa y cultural entre la América hispano-portuguesa en
contraste con la anglosajona, con un tono fundamentalmente conservador.
De una manera más transformadora, Martí sintetizó en el ensayo "Nuestra
América" (1891) los ideales de producir modelos basados en la experiencia
propia de cada región y de generar una ciudadanía supranacional en
Iberoamérica: "el buen gobernante en América no es el que sabe cómo se
gobierna el alemán o el francés, sino el que sabe con qué elementos está
hecho su país". La imperativa necesidad de conocer al pueblo de cada país y
de desarrollar modelos humanistas basados en el análisis de las condiciones
propias guió el trabajo de muchos pensadores latinoamericanos durante todo
el siglo XX.

Importancia y Características

La cultura ecológica de los pueblos de Amerindia

Las culturas Indias de América y las comunidades indígenas en general


establecen interrelaciones muy especiales con su entorno. Sus
características dejan en claro las enormes diferencias que existen con otras
culturas.

Característica de la cultura Amerindia

La cultura Amerindia, según Adalberto Ríos (Profesor de la UNAM-


México) tiene características muy particulares:

 El conocimiento que tiene de la fauna, la flora y los elementos físicos


que le rodean.
 El aprovechamiento que ha hecho de sus recursos y los métodos
utilizados
 La actitud y pensamiento establecido en relación con la Naturaleza..
 La importancia y la historia de las culturas indias de América
Estas civilizaciones son originarias y se fueron desarrollando de manera
aislada a través de la historia; hasta el siglo XV no tuvieron contacto alguno
con civilizaciones externas y siempre mantuvieron contactos y relaciones de
intercambio en su entorno e incluso dentro del continente.

Las culturas indígenas actuales mantienen, con diversos grados, una


continuidad cultural ligada a sus orígenes, a pesar de los diversos procesos
de colonización.

Uno de los valores básicos de estas culturas es la manera de entender


la vida, el respeto y reverencia a la Naturaleza, el trabajo, la rica vestimenta,
los ritos, el alimento, el arte y la manera de entender la muerte.

Los Petroglifos Americanos y Comparación con la Pintura


Rupestre Universal

¿Qué es un petroglifo?

Se conoce como petroglifo a una imagen que ha sido grabada en las


superficies rocosas.

También conocidas como grabados rupestres, estas manifestaciones


fueron elaboradas al sustraer material de la superficie rocosa con
instrumentos de una dureza superior. Para lograrlo, el antiguo ejecutor pudo
utilizar punteros de piedra u otros elementos elaborados específicamente
para tal fin, pero no es frecuente hallar herramientas de este tipo que se
puedan asociar con algún sitio rupestre. Lo común, en cambio, ha sido
encontrar fragmentos de roca tallada (lascas) que podrían evidenciar que los
instrumentos se realizaban en el mismo sitio y que no se trataba de objetos
muy elaborados, pues su vida útil era muy corta. Es posible que el
instrumento utilizado se destruyera en la acción de grabar y por eso no se
puede encontrar hoy en día.
Por medio de diversas técnicas, se lograron plasmar formas que gracias
a la permanencia de la roca, aún podemos apreciar. Algunos petroglifos
fueron hechos al picar la superficie con una roca más dura, mediante el
golpeteo constante con otro instrumento auxiliar, a la manera del cincel y el
martillo (percusión). Otros fueron grabados al rayar con el filo de una roca
tallada (rayado). La superficie también pudo ser frotada con un instrumento
de piedra y finalmente pulida con la ayuda de arena y agua (abrasión). 

Los petroglifos pueden estar grabados muy superficialmente, a manera


de pequeños puntos que no se distinguen sino a poca distancia, hasta los
que se conforman por surcos de varios centímetros de profundidad o los que
presentan la excavación de amplias áreas planas. Se puede distinguir una
gran variedad de motivos, entre los cuales podemos destacar: espirales
(circulares y cuadradas), círculos concéntricos, hileras de puntos, caras
triangulares, cuadradas y circulares, antropomorfos (2), cuadrados con
divisiones interiores, meandros (3), etc. Estos motivos se encuentran
dispuestos y mezclados en complejas composiciones, muchas veces
entrelazados o superpuestos.

Es muy común encontrar pequeños hoyos oradados en las rocas


(cúpulas) o líneas resultado del pulimento de alguna herramienta (afiladores),
muchos de ellos son obra humana y aunque para nosotros no parezcan
representar algo, también se consideran en el estudio del arte rupestre, pues
son una importante fuente de datos acerca de la forma de vida de los
antiguos habitantes de nuestro territorio

¿Qué es arte rupestre?

Se conoce como arte rupestre a los rastros de actividad humana o


imágenes que han sido grabadas o pintadas sobre superficies rocosas.
En su paso por el mundo, el hombre ha dejado plasmadas en cuevas,
piedras y paredes rocosas, innumerables representaciones de animales,
plantas u objetos; escenas de la vida cotidiana, signos y figuraciones
geométricas, etc., obras consideradas entre las más antiguas
manifestaciones de su destreza y pensamiento. Antes del desarrollo de la
escritura, las sociedades humanas posiblemente registraban ya, mediante la
pintura y el grabado en piedras, una gran parte de sus vivencias,
pensamientos y creencias.

Expresadas de una manera muy sintética, estas manifestaciones son el


reflejo de la capacidad intelectual de la humanidad para abstraer y
representar su realidad.

Su denominación como “arte” no significa que se trate de objetos


artísticos en los términos y con las finalidades con que hoy los entendemos
desde nuestra cultura occidental. Ésta es sólo una más de las formas como
se ha intentado definir su significado. Lo “rupestre” hace referencia al soporte
en que se encuentra (del latín rupe: roca). Quizás sea más indicado el
término manifestaciones rupestres, pues la palabra “arte” implica darle un
sentido que no necesariamente coincide con el que le dieron sus ejecutores.

El Arte del Medievo y el Renacimiento.

El Arte medieval: Es toda manifestación artística que se dio durante la


edad media. En casi cinco siglos de la plena y baja Edad Media se exhibo en
el arte dos estilos claramente definidos, el románico y el gótico. Estos
movimientos artísticos tienen su nacimiento en Francia y paulatinamente se
van extendiendo por todo el continente. Sin embargo, hablar de estas dos
corrientes sin mencionar al arte paleocristiano y bizantino no tiene sentido, ya
que estos fueron pilares fundamentales para el auge del gótico y romano.
El Renacimiento: Es uno de los grandes momentos de la historia
universal que marcó el paso de mundo Medieval al mundo Moderno. Es un
fenómeno muy complejo que impregnó todos los ámbitos yendo por tanto,
más allá de lo puramente artístico como ha querido verse.

Para muchos autores empieza en 1453 con la conquista turca de


Constantinopla. Según otros es un nuevo periodo que surge desde el
descubrimiento de la imprenta, e incluso se considera que no se produce
hasta que Copérnico descubre el sistema heliocéntrico; pero la fecha tope es
1492, con el descubrimiento de América.

Autores y obras más representativas en las artes plásticas

Escultura:

En lo tocante a escultura tenemos ya en el Prerrenacimiento y primeros


años del XVI las figuras extranjeras que trabajaron en España: Domenico
Fancelli, Pietro Torrigiano y Jacopo Florentino, también llamado el Indaco. La
primera generación de escultores españoles del Renacimiento estuvo
compuesta por Vasco de la Zarza (trascoro de la catedral de Ávila), Felipe
Vigarny (retablo mayor de la catedral de Toledo), Bartolomé Ordóñez (sillería
del coro de la catedral de Barcelona) y Diego de Siloé (sepulcro de don
Alonso de Fonseca y Acevedo en Convento de las Úrsulas de Salamanca; ya
en el Manierismo hay que nombrar por supuesto el correlato de la ascética y
la mística de la segunda mitad del siglo XVI: el gran Alonso Berruguete, el
gallego Gregorio Fernández (1576-1636) que trabajó en Valladolid, los
escultores clasicistas italianos Leone Leoni y su hijo Pompeyo Leoni, que
tabajaron para el Real Monasterio de San Lorenzo de El Escorial; los
barrocos Pedro Vicálvaro y Francisco Salzillo (hijo del napolitano Nicolás
Salzillo, que llegó a Murcia a trabajar en el siglo XVI-XVII y por tanto
perteneciente a la Escuela castellana); Juan de Juni; Alonso Cano (1601-
1667), también pintor, Pedro de Mena (1628-1688), Pedro Roldán, su hija
Luisa Roldán (la Roldana) y Juan de Mesa (1583-1627), de la Escuela
andaluza. Además, José Risueño, Bernardo de Mora, su hijo José de Mora y
Pedro Duque y Cornejo. La temática tratada es casi exclusivamente religiosa
y sólo en el ámbito de la Corte se da escultura monumental; los temas
mitológicos y profanos están ausentes. Se realizan retablos, donde aparecen
figuras exentas y en bajorrelieve. Destaca con mucho la imaginería en
madera de tradición hispana. En estas obras se pierde la técnica del
estofado y posteriormente se usará la policromía. Las figuras son aisladas:
para iglesias, conventos y para las procesiones de Semana Santa.

Pintura:

En las artes plásticas destaca la pintura; a la primera fase corresponden


los dos Berruguetes, el pintor Pedro y el escultor Alonso, Pedro Machuca,
Luis de Morales «el Divino», los leonardescos Juan de Juanes y Fernando
Yáñez de la Almedina; a la segunda Vicente Macip, Juan Fernández de
Navarrete, «el Mudo», Alonso Sánchez Coello, los dos Herreras (el Viejo y el
Mozo), así como El Greco, principal exponente del Manierismo pictórico en
Castilla.

Al barroco pertenecen Diego Velázquez, pintor de complejas


composiciones intelectualizadas que ahonda en el misterio de la cruda e
intensa luz y la perspectiva aérea; los tenebristas caravaggiescos Francisco
de Zurbarán, gran pintor de frailes y bodegones, Francisco Ribalta y José de
Ribera, formado en Italia, donde era llamado «el Españoleto», y a quien se le
daban especialmente bien las tonalidades de la piel; en Sevilla se oscila
entre la dulzura de Bartolomé Esteban Murillo y el tenebrismo tétrico de Juan
de Valdés Leal, y en Córdoba Antonio del Castillo.

Hay que citar también a Juan Bautista Maíno, pintor de alegorías


políticas, Claudio Coello, Juan Carreño de Miranda, Vicente Carducho, el
retratista Juan Pantoja de la Cruz; Luis Tristán, uno de los escasos discípulos
de El Greco, que añade al estilo del maestro elementos naturalistas; Juan
Bautista Martínez del Mazo, Pedro Orrente, Bartolomé González y Serrano,
el cartujo Juan Sánchez Cotán, famoso por sus místicos bodegones, Eugenio
Cajés, Antonio Pereda, autor de El sueño del caballero; Mateo Cerezo, el
paisajista Francisco Collantes, Juan Antonio Frías y Escalante, José
Antolínez y otros muchos.

Arquitectura:

En el siglo XVI se pasa del estilo plateresco del Renacimiento durante


los Reyes Católicos al más plenamente renacentista durante el reinado de
Carlos I; después, durante el de su hijo Felipe II, surge el Manierismo de
Juan de Herrera, creador del Estilo herreriano y del monumental Monasterio
de San Lorenzo de El Escorial, y durante el siglo XVII domina el Barroco y
Churrigueresco.

En España, el Renacimiento comenzó unido a las formas góticas en las


últimas décadas del siglo XV. El estilo comenzó a extenderse sobre todo a
manos de arquitectos locales: es la razón de un estilo renacentista
específicamente español, que reunió la influencia de la arquitectura del sur
de Italia, a veces proveniente de libros ilustrados y pinturas, con la tradición
gótica y la idiosincrasia local. El nuevo estilo se llama plateresco, debido a
las fachadas decoradas en exceso, que recuerdan a los intrincados trabajos
de los plateros. Órdenes clásicas y motivos de candeleros (candelieri) se
combinan con libertad en conjuntos simétricos.

En este contexto, el Palacio de Carlos V realizado por Pedro Machuca,


en Granada, supuso un logro inesperado dentro del Renacimiento más
avanzado de la época. El palacio puede ser definido como una anticipación
al manierismo, debido a su dominio del lenguaje clásico y sus logros
estéticos rupturistas. Fue construido antes de las principales obras de Miguel
Ángel y Palladio. Su influencia fue muy limitada y mal entendida, las formas
platerescas se imponían en el panorama general.

Según pasaban las décadas, la influencia gótica desaparece y la


búsqueda de un clasicismo ortodoxo alcanzó niveles muy altos. Aunque el
plateresco es un término usado habitualmente para definir a la mayoría de la
producción arquitectónica de finales del siglo XV y primera mitad del siglo
XVI, algunos arquitectos adquirieron un gusto más sobrio, como Diego de
Siloé, Rodrigo Gil de Hontañón y Gaspar de Vega. Ejemplos de plateresco
son las fachadas de la Universidad de Salamanca y del Hostal San Marcos
de León.

La cumbre del Renacimiento español está representado por el Real


Monasterio de El Escorial, realizado por Juan Bautista de Toledo y Juan de
Herrera, en el que una adherencia excesiva al arte de la antigua Roma fue
superado por el estilo extremadamente sobrio. La influencia de los techos
flamencos, el simbolismo de la escasa decoración y el preciso corte del
granito establecieron la base para un estilo nuevo, el herreriano.

Con un estilo más próximo al manierismo, el siglo se cierra con


arquitectos como Andrés de Vandelvira (Catedral de Jaén).

Cuando las influencias barrocas italianas llegaron a España,


gradualmente sustituyeron en el gusto popular al sobrio gusto clasicista que
había estado de moda desde el siglo XVI. Tan pronto como en 1667, las
fachadas de la Catedral de Granada de Alonso Cano y la de Jaén de
Eufrasio López de Rojas indican la facilidad de su interpretación a la manera
barroca de los motivos tradicionales de las catedrales españolas.
El barroco local mantiene raíces en Herrera y en la construcción
tradicional en ladrillo, desarrollada en Madrid a lo largo del siglo XVII (Plaza
Mayor y Ayuntamiento de Madrid).

En contraste al barroco de la Europa septentrional, el arte español de la


época busca agradar a los sentidos más que al intelecto. La familia
Churriguera, que se especializó en altares y retablos, se rebelaron contra la
sobriedad del clasicismo herreriano y promocionaron un estilo intrincado,
exagerado y casi caprichoso de decoración superficial, conocido como
churrigueresco. En medio siglo, convirtieron a Salamanca en una ciudad
churrigueresca ejemplar.

La evolución del estilo pasó por tres fases. Entre 1680 y 1720, los
Churriguera popularizaron la mezcla de columna salomónica de Guarini y el
orden compuesto, conocido como «orden suprema». Entre 1720 y 1760, la
columna churrigueresca o estípite, en forma de cono o obelisco invertido, se
estableció como elemento principal de la decoración ornamental. Los años
1760 a 1780 vieron un desplazamiento gradual del interés desde el
movimiento retorcido y excesivo de la ornamentación hacia el equilibrio y la
sobriedad del neoclásico.

Dos de las más espectaculares creaciones del barroco español son las
fachadas de la Universidad de Valladolid (Diego Tomé, 1719) y del Hospicio
de San Fernando en Madrid (Pedro de Ribera, 1722), cuya extravagancia
curvilínea parece anunciar a Antonio Gaudí y el modernismo. En este caso y
en muchos otros, el diseño incluye el juego de techos y elementos
decorativos con poca relación con la estructura y función. sin embargo, el
barroco churrigueresco ofrece alguna de las combinaciones de luz y espacio
más espectaculares, como en la Cartuja de Granada, considerada la
apoteosis del churrigueresco aplicado a espacios interiores, y el
«transparente» de la Catedral de Toledo de Narciso Tomé, donde escultura y
arquitectura se integran para conseguir un efecto dramático de la luz.

El Palacio Real de Madrid y las construcciones del Paseo del Prado


(Salón del Prado y Puerta de Alcalá) también en Madrid, merecen ser
mencionados. Fueron construidos en el sobrio barroco internacional, a
menudo confundido con el neoclásico, por los reyes borbones Felipe V y
Carlos III. Los palacios reales de La Granja de San Ildefonso, en Segovia, y
el de Aranjuez, en Madrid, son buenos ejemplos de la integración de
arquitectura y jardines del barroco, con notable influencia francesa (La
Granja es conocido como el «Versalles español»), pero con concepción
espacial local, que de alguna manera muestra herencia de la ocupación
musulmana.

El rococó se introdujo en España por primera vez en la Catedral de


Murcia, en 1733, en su fachada occidental. También en la zona levantina, se
destaca la exuberante decoración de la puerta del palacio del Marqués de
Dos Aguas en Valencia, diseñada por el pintor y grabador Hipólito Rovira
(1740-1744). El mejor representante del estilo fue el maestro español
Ventura Rodríguez, responsable de la Santa Capilla de la Virgen del Pilar
(1750) en el interior del templo de Nuestra Señora del Pilar en Zaragoza.

Literatura:

España produjo en su edad clásica algunas estéticas y géneros


literarios característicos que fueron muy influyentes en el desarrollo ulterior
de la Literatura Universal.

Entre las estéticas, fue fundamental el desarrollo de una realista y


popularizante tal como se había venido fraguando durante toda la Edad
Media peninsular como contrapartida crítica al excesivo, caballeresco y
nobilizante idealismo del Renacimiento: se crean géneros tan naturalistas
como el celestinesco (Tragicomedia de Calisto y Melibea de Fernando de
Rojas, Segunda Celestina de Feliciano de Silva, etc.), la novela picaresca
(Lazarillo de Tormes anónimo, Guzmán de Alfarache, de Mateo Alemán,
Estebanillo González), o la proteica novela polifónica moderna (Don Quijote
de la Mancha), que Cervantes definió como «escritura desatada».

A esta vulgarización literaria corresponde una subsecuente


vulgarización de los saberes humanísticos mediante los populares géneros
de las misceláneas o silvas de varia lección, leidísimas y traducidísimas en
toda Europa, y cuyos autores más importantes son Pero Mexía, Luis Zapata,
Antonio de Torquemada, etcétera.

A esta tendencia anticlásica corresponde también la fórmula de la


comedia nueva creada por Lope de Vega y divulgada a través de su Arte
nuevo de hacer comedias en este tiempo (1609): una explosión inigualable
de creatividad dramática acompañó a Lope de Vega y sus discípulos, que
quebrantaron como él las unidades aristotélicas de acción, tiempo y lugar:
todos los autores dramáticos de Europa acudieron luego al teatro clásico
español del Siglo de Oro en busca de argumentos y como una rica almoneda
y cantera de temas y estructuras modernas cuyo pulimento les ofrecerá
obras de carácter clásico.

Muchos de estos temas provenían de la rica tradición medieval


pluricultural, árabe y hebrea, del Romancero y de la impronta italianizante de
la cultura española, a causa de la presencia política del reino español en la
península itálica durante largos siglos. Por otra parte, géneros dramáticos
como el entremés y la novela cortesana introdujeron también la estética
realista en los corrales de comedias, y aun la comedia de capa y espada
tenía su representante popular en la figura del gracioso.
A esta corriente de realismo popularizador sucedió una reacción
religiosa, nobiliaria y cortesana de signo Barroco que también hizo notables
aportaciones estéticas, correspondiendo a una época de crisis política,
económica y social. Al lenguaje claro y popular del siglo XVI, el castellano
vivo, creador y en perpetua ebullición de Bernal Díaz del Castillo y Santa
Teresa («sin afectación alguna escribo como hablo, y solamente tengo
cuidado en escoger las palabras que mejor indican lo que quiero decir»,
escribía Juan de Valdés, de lo que se hacía eco Garcilaso cuando decía
«más a las veces son mejor oídos / el puro ingenio y lengua casi muda /
testigos limpios de ánimo inocente / que la curiosidad del elocuente»)
sucederá, aun siendo cronológicamente más reciente, la lengua más oscura,
enigmática y cortesana del Barroco. Resulta, pues, que la literatura del
Renacimiento de hace cinco siglos es más legible que la lengua del Barroco
de hace cuatro.

La lengua literaria del Barroco se enrarece con las estéticas del


Conceptismo y del Culteranismo, cuyo fin era elevar lo noble sobre lo vulgar,
intelectualizando el arte de la palabra; la literatura se transforma en una
especie de escolástica, en un juego o un espectáculo y las producciones
moralizantes y por extremo ingeniosas de un Francisco de Quevedo y un
Baltasar Gracián distorsionan la lengua, aportándole más flexibilidad
expresiva y una nueva cantera de vocablos (cultismos). El lúcido Calderón
crea la fórmula del auto sacramental, que supone la vulgarización antipopular
y esplendorosa de la Teología, en deliberada antítesis con el entremés, que,
sin embargo, todavía sigue teniendo curso; pues estos autores todavía son
deudores y admiradores de los autores del XVI, a los que imitan
conscientemente, aunque para no repetirse refinan sus fórmulas y estilizan
cortesanamente lo que otros ya crearon, de forma que se perfeccionan
temas y fórmulas dramáticas ya usadas por otros autores anteriores.
A fines del siglo XVI se desarrolla notablemente la Mística (Juan de la
Cruz, San Juan Bautista de la Concepción, San Juan de Ávila, Santa Teresa
de Jesús) y la Ascética (fray Luis de León, fray Luis de Granada), para entrar
en el siglo XVII en decadencia tras una última corriente innovadora, el
Quietismo de Miguel de Molinos.

Las manifestaciones artísticas del Ser Humano:

El arte existe desde que el ser humano, dotado de una inteligencia


superior, decide dominar la naturaleza que le rodea, poniéndola a su servicio,
separándose de ella en un primer paso de civilización.

El ser humano siempre ha hecho arte y no como un lujo o algo


superfluo. No hay sociedad o época histórica sin arte.

El arte es una necesidad social mediante la cual se expresan imágenes


de la realidad física y del mundo psíquico del ser humano que interpreta la
realidad a través de ideas y creencias.

El arte es un lenguaje universal con capacidad de sublimación que está


por encima de las fronteras del espacio y del tiempo, como se puede
observar en monumentos tales como las pirámides egipcias ó el Guernica de
Picasso.

Reconocemos una obra de arte por su belleza estética que responde


siempre a unos principios estéticos insertados en el contexto cultural.

El Barroco.

Antecedentes históricos

La evolución del arte barroco, en todas sus formas, debe estudiarse


dentro de su contexto histórico. Desde el siglo XVI el conocimiento humano
del mundo se amplió constantemente, y muchos descubrimientos científicos
influyeron en el arte; las investigaciones que Galileo realizó sobre los
planetas justifican la precisión astronómica que presentan muchas pinturas
de la época. Hacia 1530, el astrónomo polaco Copérnico maduró su teoría
sobre el movimiento de los planetas alrededor del Sol, y no de la Tierra como
hasta entonces se creía; su obra, publicada en 1543, no fue completamente
aceptada hasta después de 1600. La demostración de que la Tierra no era el
centro del Universo coincide, en el arte, con el triunfo de la pintura de género
paisajístico, desprovista de figuras humanas. El activo comercio y
colonización de América y otras zonas geográficas por parte de los países
europeos fomentó la descripción de numerosos lugares y culturas exóticas,
desconocidos hasta ese momento.

La religión determinó muchas de las características del arte barroco. La


Iglesia católica se convirtió en uno de los mecenas más influyentes, y la
Contrarreforma, lanzada a combatir la difusión del protestantismo, contribuyó
a la formación de un arte emocional, exaltado, dramático y naturalista, con un
claro sentido de propagación de la fe. La austeridad propugnada por el
protestantismo en lugares como Holanda y el norte de Alemania explica la
sencillez arquitectónica que caracteriza a esas regiones.

Los acontecimientos políticos también tuvieron influencia en el mundo


del arte. Las monarquías absolutas de Francia y España promocionaron la
creación de obras que, con su grandiosidad y esplendor, reflejaran la
majestad de Luis XIV y de la casa de Austria, en especial de Felipe III y
Felipe IV.

Características del arte barroco

Entre las características generales del arte barroco están su sentido del
movimiento, la energía y la tensión. Fuertes contrastes de luces y sombras
realzan los efectos escenográficos de muchos cuadros, esculturas y obras
arquitectónicas. Una intensa espiritualidad aparece con frecuencia en las
escenas de éxtasis, martirios y apariciones milagrosas. La insinuación de
enormes espacios es frecuente en la pintura y escultura barrocas; tanto en el
renacimiento como en el barroco, los pintores pretendieron siempre en sus
obras la representación correcta del espacio y la perspectiva. El naturalismo
es otra característica esencial del arte barroco; las figuras no se representan
en los cuadros como simples estereotipos sino de manera individualizada,
con su personalidad propia. Los artistas buscaban la representación de los
sentimientos interiores, las pasiones y los temperamentos, magníficamente
reflejados en los rostros de sus personajes. La intensidad e inmediatez, el
individualismo y el detalle del arte barroco manifestado en las
representaciones realistas de la piel y las ropas hicieron de él uno de los
estilos más arraigados del arte occidental.

El Arte Colonial Venezolano.

 Arturo Michelena

Nació en valencia el 16 de junio de 1863. Como Tovar y Tovar, nos dejo


un profundo mensaje de carácter popular en su obra, que sirvió para
impulsar a las actividades plásticas.

Las obras más importantes de Michelena son las que narran episodios
de nuestra historia, estudia a Bolívar, Miranda, Páez, Sucre, Cedeño, Pedro
Camejo

En su obra se refleja la influencia de las escuelas europeas:


neoclasicismo, romanticismo. Realismo, naturalismo e impresionismo. Su
prodigio técnico y su habitual maestría para ejecutar obras de grandes
dimensiones hacen de Michelena el más notable de los pintores académicos
de Latinoamérica

Entre sus obras sobresalen: “la caridad”, donde interpreta un ambiente


de miseria y se observa la influencia del realismo, el dibujo es mucho mas
libre4, el color con tonalidades grises y su contenido patético y descriptivo;
“La joven madre”, impregnada de frescura y corte romántico

Obras de mayor relevancia de Arturo Michelena

París 1886 - 1892


El panteón de los héroes (1898). Óleo sobre tela 135 x 168 cm

 El niño enfermo (1886). Óleo sobre tela 80, 4 x 85 cm


 La caridad (1888). Óleo sobre tela 288, 8 x 231,7 cm
 Retrato ecuestre de Bolívar. (1888). Óleo sobre tela 305 x 211 cm
 El granizo de Reims (1889). Óleo sobre tela 197 x 224 cm
 La joven madre (1899). Óleo sobre tela 172 x 141,8 cm
 Carlota Corday (1889). Óleo sobre tela 243,7 x 314.3 cm
 Mujer oriental (1889). Óleo sobre tela 49,2 x 65,4 cm
 Fantasía árabe (1889). Óleo sobre tela 87,4 x 104 cm
 Soldados árabes (1890). Óleo sobre tela 65,5 x 49,3 cm
 Pentesilea (1891). Óleo sobre tela 448 x659 cm
 Los Morochos (1892). Óleo sobre tela 90 x 71 cm
 El Ordeño (1892). Óleo sobre tela 78 x 98 cm
 La vara rota (1892). Óleo sobre tela 208 x 283, 5 cm

Venezuela 1890 - 1898

 Vuelvan caras. (1890). Óleo sobre tela 300 x 460 cm


 Paisaje de El Paraíso (1890). Óleo sobre tela 52 x 60 cm
 Conchita Núñez López Méndez de Montemayor (1890). Óleo sobre
tela 180,1 x 89,6 cm
 Lastenia Tello de Michelena (1890) Óleo sobre tela 135,1 x 92 cm
 Paisaje de San Bernardino (1893). Óleo sobre tela 26 x 34 cm
 El desván del anticuario (1893). Óleo sobre tela 69 x 53 cm
 Gladiolas con paisaje (1894). Óleo sobre tela 100 x 60 cm
 Flores de mayo y paisaje (1894). Óleo sobre tela 76 x 91 cm
 La Muerte de Sucre en Berruecos (1895). Óleo sobre tela 120,2 x
175,5 cm
 Retrato del Mariscal Antonio José de Sucre (1895) Óleo sobre tela 80
x 64 cm
 El Libertador en traje de campaña (1895). Óleo sobre tela 240 x 126,5
cm
 María Ibarra de Matos (1895). Óleo sobre tela 227 x 152 cm
 Manuel Antonio Matos (1895). Óleo sobre tela 229 x150 cm
 La cascada de Gamboa (1896). Óleo sobre tela 90 x 55 cm
 Miranda en la Carraca (1896). Óleo sobre tela 197 x 245,2 cm
 Diana cazadora (1896). Óleo sobre tela 351 x 296 cm
 Cascada de Catuche (1896). Óleo sobre tela 101 x 61 cm
 Hipódromo de Sabana Grande (1896). Óleo sobre tela. 80,2 x 112,5
cm
 La multiplicación de los panes (1897). Óleo sobre tela 480 x 358 cm
 Retrato ecuestre del general Joaquín Crespo (1897). Óleo sobre tela
346 x 253 cm
 Monseñor Críspulo Uzcátegui (1897). Óleo sobre tela 255 x 165 cm
 Josefina Blanco de Zuloaga (1897). Óleo sobre tela 84 x 109 cm
 El panteón de los héroes (1898). Óleo sobre tela 135 x 168 cm
 La última cena (1898). Óleo sobre tela 340 x 450 cm
El Arte de las Vanguardias Artísticas del Siglo XX.

El arte del Siglo XX se ve fuertemente influenciado por política y social


del momento. Es un arte que no escapa a la realidad, sino todo lo contrario,
brota de ella, como una forma de catarsis. Luego de la Ilustración, que había
creado un sentimiento de confianza en el ser humano, la razón y la ciencia,
estos valores entraron en crisis. Las dos guerras mundiales marcan un clima
tenso e inestable, lleno de horror y destrucción. La crisis europea y la crisis
de la bolsa estadounidense en 1930 impactan en la sociedad creando
movimientos artísticos de protesta. Es una época de profundos y acelerados
cambios, donde el progreso científico y tecnológico deja avances
impensados como el automóvil, el avión, la televisión, la llegada del hombre
a la luna, etc. Todo esto provoca un gran impacto en la sociedad y surgen
movimientos artísticos como el futurismo. El crecimiento industrial y la vida
en las ciudades también dejaron su huella en el arte, por ejemplo en el arte
pop. Se pueden distinguir dos grandes movimientos en el siglo XX: Las
vanguardias y luego el arte postmoderno.

La revolución industrial se convirtió en una gran influencia en el arte, el


caso más curioso de esta etapa es el movimiento impresionista en la pintura
y su convivencia con la, aquel entonces, nueva técnica de la fotografía
(desde 1839 con las primeras imágenes creadas por Daguerre hasta
principios del Siglo XX).

Tomando literalmente mucho, el término implica ante todo la idea de,


lucha, de combate, de pequeño con un grupo destacado del cuerpo
mayoritario, que avanza en la droga, que se sitúa por delante. En efecto, la
vanguardia artística se manifestó como una acción de grupo, un grupo
reducido, una élite que se enfrentaba, incluso con violencia, a unas
situaciones más o menos establecidas y aceptadas por la mayoría. Por esta
razón acostumbraba ser rechazado socialmente, aunque con el tiempo
alcanzó reconocimiento y se asimilaron sus ideas. La incomprensión inicial,
la marginación incluso, y la posterior aceptación y amplia difusión;
justificarían a posteriori su papel anticipador del futuro. Además, es un hecho
que pone de manifiesto una nueva situación del artista en la sociedad, una
situación enraizada en la idea romántica del artista como genio
incomprendido. Desde un principio estos serían los aspectos más definitorios
del concepto de vanguardia. Pero, lógicamente, la idea de vanguardia
comporta una mayor complejidad. Para precisarla un poco más, es
interesante examinar, como han hecho algunos estudiosos (Nikos
Hadjinikolaou, en especial), de qué modo ha evolucionado el uso del término
en el terreno cultural. La palabra vanguardia con relación al arte apareció por
primera vez en el primer cuarto del siglo XX, en textos de los socialistas
utópicos. No se trataba a la sazón de un grupo o de una tendencia artística
en particular, sino, que, que trataban de transformar la sociedad: la ciencia y
la industria. Esto introduce otro aspecto en el concepto de vanguardia: la
vinculación con actitudes sociales progresistas que, en ocasiones, llevó a la
consideración de que la vanguardia más auténtica, era aquella que junto a
las innovaciones formales, implicaba un ansia transformadora de la sociedad.
Más adelante, sobre todo a fines del siglo XX, el término vanguardia se utilizó
en el vocabulario político, y poco antes de la primera guerra mundial, pasó a
ser frecuente en la crítica artística. Entonces se aplicó ya a una tendencia
concreta: Cubismo, Futurismo. La vanguardia artística es una búsqueda de
renovar, experimentar y/o distorsionar un sistema de representación artístico.
Implica innovación, ruptura de preconceptos.

Características de los movimientos de vanguardia

Algo llamativo es el carácter contradictorio de las vanguardias artísticas


de principios del siglo XX, es que surgen como triunfo del proyecto cultural
moderno (que plantea un rechazo al pasado y búsqueda de progreso), y a la
vez son una crítica al mismo proyecto modernista. La vanguardia no
reconoce arte sin acción transformadora.

 Ruptura con el pasado

Hay un quiebre con el pasado y la tradición. Comienza un proceso de


experimentación y se reemplaza el producto por el proceso como fin de la
intención artística.

 Militancia artística

La ruptura no se da solo en el plano estético, sino también en el político.


Estos grupos tenían claras ideologías y muchos de ellos eran activos
militantes políticos. Con el tiempo vanguardia y política se fueron
distanciando, aunque hoy en día podemos ver todavía algunos grupos que
buscan expresar ideas o valores mediante su arte (por ejemplo el Eco-Art).

 Revolución y extremismo

Podemos considerar a estos movimientos como una revolución del arte


porque produjeron cambios profundos en el lenguaje de las artes. La
constante búsqueda de lo nuevo y de ruptura con el pasado dio como
resultado la renovación total del concepto de arte y sus límites.

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