Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Producción ejecutiva
BMR Productora Cultural
Fotografía
Carlos López
Corrección
Maqui Dutto
Diseño
Taller de Comunicación
Impresión
Gráfica Mosca
Depósito legal:
isbn: 978-9974-8754-8-7
Producido, diseñado e impreso en Uruguay
En memoria de Antonio Osta,
mi hermano.
Porque un día me dijiste que nunca
abandonara mis sueños.
Con esta obra terminada,
cumplo uno de ellos.
7
Contenido
11 Agradecimientos
13 Prólogo
19 Preámbulo
157 Bibliograf ía
.:. La infancia del torno
Agradecimientos
11
.:. María Laura Osta Vázquez
12
.:. La infancia del torno
Prólogo
13
.:. María Laura Osta Vázquez
14
.:. La infancia del torno
15
.:. María Laura Osta Vázquez
16
.:. La infancia del torno
17
.:. La infancia del torno
Preámbulo
19
.:. María Laura Osta Vázquez
20
.:. La infancia del torno
21
.:. María Laura Osta Vázquez
22
.:. La infancia del torno
23
.:. María Laura Osta Vázquez
24
.:. La infancia del torno
25
.:. La infancia del torno
Introducción a la historia
del Asilo de Expósitos
y Huérfanos de Montevideo
27
.:. María Laura Osta Vázquez
1 En el siglo xix el torno se describía como «Máquina de base circular dividida en varios
compartimientos que se adaptan a un hueco o ventana practicada en una pared; por
ellos se introducen los objetos que se quiere, los cuales pasan en la parte inferior dando
vueltas a dicha máquina, trasmitiéndolos de esta manera a otras personas sin necesidad
de verlas. Se usa en los conventos de monjas, casas de expósitos, cárceles, etc.». Nuevo
diccionario de la lengua castellana. Que comprende la última edición de la Academia
Española. México: Librería de Ch. Bouret. 1890. Biblioteca agn.
2 En el siglo xvi, en la ciudad flamenca de Enkuissen, luchaban por cuestiones religiosas
españoles y holandeses. Un soldado español encontró en una iglesia un cuadro que
representaba a la Virgen de la Paz rodeada de ángeles y con un niño a sus pies, lo llevó
y obsequió al rey Felipe II. Este lo donó a la Cofradía de Nuestra Señora de la Soledad y
las Angustias, que tenía entre sus tareas recoger y dar cobijo a expósitos de Madrid. En
el Convento de la Victoria la pintura fue entronizada y pronto se convirtió en objeto de
gran devoción. Nació así la advocación de la Virgen de la Inclusa (en lugar de Enkuissen,
dif ícil de pronunciar).
28
.:. La infancia del torno
plos, ó arrojados en los huecos sin vida […] Insoportable era por otra
parte, el peso que gravitaba sobre las familias más acomodadas ó cari-
tativas que por compasión los recogían de sus umbrales, en términos
de haber señora que llegó á recibir hasta doce huérfanos.
3 José Manuel Toribio, hijo de Tomás Toribio, maestro mayor de Reales Obras de Mon-
tevideo, vino de España con sus padres en 1799. Si bien no era arquitecto, aprendió el
oficio de diseñar y construir de su padre, arquitecto egresado de la Real Academia de
San Fernando de Madrid. José Toribio llegó a ser maestro mayor de Obras de Montevi-
deo desde 1829 hasta su muerte, en 1858. Entre sus obras más importantes destacan el
29
.:. María Laura Osta Vázquez
Fachada del
Hospital de
Caridad con las
habitaciones
de la Inclusa.
Pintura reali-
zada por Juan
Manuel Besnes
e Irigoyen en
1825. agn.
Hospital de Caridad, con frente a la calle 25 de Mayo (1825), la planta alta del Cabildo
(1830) y la casa de Montero (1831), que es hoy el Museo Romántico.
4 Cfr. mhn, carpeta 630, año 1828, y en Turnes y Berro Rovira (2012).
30
.:. La infancia del torno
31
.:. María Laura Osta Vázquez
7 Nicolás Migone nació en 1817 en Italia y llegó al Uruguay siendo niño. Primeramente
la familia se radicó en Paysandú, donde compró el famoso Saladero Sacra. Hombre de
gran sensibilidad social, Migone ayudó a las poblaciones más indefensas, entre ellas las
lavanderas; construyó piletones para que no tuvieran que trasladarse tan lejos y tam-
bién viviendas humildes para que sus familias pudieran radicarse más cerca de los arro-
yos donde lavaban. El lugar fue llamado barrio de las Lavanderas o barrio Migone. Fue
uno de los mayores colaboradores de los franciscanos, cooperador de los capuchinos y
salesianos. Murió siendo terciario franciscano. (Datos extraídos de Barbieri, 1933.)
8 Carta de Nicolás Migone a la presidenta de la Sociedad de Beneficencia, María Antonia
Argell de Hocquard, en Asilo de Expósitos y Huérfanos. Varios. 1867-1871. Consejo del
Niño. Torno. agn.
9 Cf. La Tribuna, Montevideo, 17 de octubre de 1875.
32
.:. La infancia del torno
Fachada del
Asilo (Archivo
histórico del
Departamento
de Historia de
la Facultad de
Arquitectura,
Universidad de
la República)
10 Cf. Breve historia de un edificio que yace en completo abandono. Recorte de periódico s/n,
s/f. Instituto de Historia de la Arquitectura, Facultad de Arquitectura, Universidad de
la República.
11 Cf. en De Castro (2019).
33
.:. María Laura Osta Vázquez
Interior y
plano del
Asilo (Archivo
histórico del
Departamento
de Historia de
la Facultad de
Arquitectura,
Universidad de
la República)
34
.:. La infancia del torno
Conceptos situados.
La historia del expósito,
la caridad, el abandono,
la infancia huérfana y el torno
35
.:. María Laura Osta Vázquez
36
.:. La infancia del torno
denas en las cárceles; hijos de inmigrantes dejados hasta que los padres
conseguían trabajo; estos eran algunos de los argumentos que utilizaban
cuando solicitaban por escrito la admisión de sus niños en el Asilo.
Según el censo de 1860, Montevideo tenía una población de 58.000
habitantes y el Asilo albergaba casi 100 criaturas, o sea, el 0,2 % de la
población. A medida que el siglo avanzaba, la población en el Asilo se
multiplicó, sobre todo cuando la institución se trasladó al edificio nuevo
(1875), donde llegó a albergar más de 790. Esta multiplicación acompañó
el aumento de la población que se produjo a fines del siglo por el gran
aporte migratorio recibido, que llevó a que en 1889 Montevideo alcan-
zara los 215.000 habitantes según el censo de ese año.13 Finalmente, la
Junta Económico-Administrativa (jea) de Montevideo decidió sacar del
lugar a todos los niños que no fueran huérfanos o expósitos.
Hasta la década de 1880 hubo, incluso para las autoridades, algu-
nas confusiones con respecto a las definiciones de infancia expósita y
huérfana. Esta necesidad de diferenciar ambas categorías se refleja cla-
ramente en las memorias elevadas por el «Asilo de Espósitos Huérfa-
nos» a la Junta Económico-Administrativa de 1866, 1867 y 1872, donde
se destinan apartados a definir cada concepto. En 1877, el Director de
Estadística General de la JEA, el Señor Adolfo Vaillant, llegó a solicitar a
la Comisión de Caridad, la autoridad administrativa de todos los “Esta-
blecimientos asistenciales de la Caridad”, que el Asilo diferencie los mo-
vimientos de cada grupo, sus muertes, entradas, reclamos y adopciones:
37
.:. María Laura Osta Vázquez
38
.:. La infancia del torno
2. Infancia abandonada
Como expresaba el Dr. Luis Morquio a inicios del siglo xx, el término
expósito fue dando paso al de niño abandonado. Esta idea de «abando-
no» clama la necesidad de ser resignificada a partir de las prácticas y
discursos sociales, políticos y culturales, incluso es cuestionable si es
legítimo hablar de «abandono» para referirse a la práctica de dejar en el
torno a los niños y niñas.
Según el citado diccionario de 1854, abandono es: «Abandonar y
abandonarse. Despreciado. Niño abandonado. Estar abandonado, sin
honra. Abandonar: a la providencia, a la voluntad de Dios».17 En estas
definiciones de la época, el concepto de abandono se relaciona con la
providencia o voluntad Divina. Abandonar podría ser también ‘dejar
en manos de Dios’. El torno era expresión de la caridad divina, como lo
expresaba el cartel que tenía arriba. En este punto podemos afirmar que
los padres abandonaban a sus hijos en el torno porque este era símbolo
de la caridad divina, que los protegería durante su ausencia.
El Segundo Congreso Panamericano del Niño, de 1919, declaraba:
«Repútase abandonado todo niño cuya subsistencia y educación no es
atendida convenientemente por los padres por carencias de medios ma-
39
.:. María Laura Osta Vázquez
teriales, sea a causa del ambiente en que se desarrolla, sea por razón de
la idiosincrasia del menor» (Iglesias y Erosa, 2018).
Ya el cuarto Congreso Panamericano del Niño, de 1924, se refería,
además, a las causas de abandono: «Que las causas principales del aban-
dono infantil son la crisis de la familia, la orfandad, los vicios, especial-
mente el alcoholismo, la ignorancia y la miseria, las estrecheces deriva-
das del actual régimen económico, la falta de protección a las madres
solteras y determinadas anormalidades de los niños» (Iglesias y Erosa,
2018).
Según el Diccionario de la Real Academia Española en su última
edición, abandonar es «Dejar solo algo o a alguien alejándose de ello o
dejando de cuidarlo».18 Si lo contextualizamos en el torno, a las criatu-
ras no las dejaban solas, sino en un lugar donde las recibían y acogían,
pero quienes lo hacían se separaban f ísicamente de ellas temporaria o
definitivamente.
El término abandono es raramente empleado por los actores de la
época en los documentos trabajados. Ellos hablan de niños dejados, de-
positados, puestos o echados en el torno. Existen casos en que se empleó
esta palabra, pero en otros contextos. Por ejemplo, en una carta donde
el presidente de la Comisión de Caridad le escribe a la presidenta de la
Sociedad de Beneficencia, Águeda S. de Rodríguez, para presentarle a
«dos menores», Ernesta y Laudamia, «Encontrándose en el mayor des-
amparo por abandono que ha hecho de ellas su Padre».19 Aquí el térmi-
no abandono es empleado en el sentido definido por la RAE: un padre
deja solas a sus hijas y la Comisión de Caridad las lleva ante el Asilo para
que las reciban.
Otro ejemplo del uso del término abandono nos deja una carta de
1887 de una mujer llamada Rosa, «hija de la casa» (o sea, una huérfana
o expósita que vivió en el Asilo), dirigida a la directora de la Sociedad
de Beneficencia, Rosalía Artigas de Ferreira. En esta carta Rosa habla
de abandono, pero este es un abandono de su marido hacia ella y sus
cuatro hijos: «Con el abandono que ha hecho mi marido de mí y de
los hijos…».20 Parecería que el abandono se limitara al ámbito privado,
aquel realizado por padres o maridos dentro de los hogares; en cambio,
40
.:. La infancia del torno
cuando era llevado al Asilo a través del torno, el niño era depositado, no
abandonado.
En 1883 una partera denunció al Asilo a través de una carta por tener
el torno cerrado en la madrugada. Relató que, cuando llamó para que
le abrieran, la hermana «tornera» salió gritando «que aquellas horas no
eran para depositar ninguna criatura porque no la dejaban dormir y que
viniese de día para hacer el depósito».33 Cuenta la partera: «[…] se me
confió una criatura para depositarla en el torno»21 y termina explicando
que tuvo que tirar la criatura al mar, lo que nos muestra con sarcástica
naturalidad la cercanía y la cotidianidad de la muerte de la infancia, so-
bre todo de estas «criaturas» que eran confiadas a la «caridad».
Al encontrarnos que el 90 % de las criaturas dejadas en el torno te-
nían señal para una futura recuperación por sus familiares, confirma-
mos la idea que esta práctica no significaba un abandono, sino un dejar
temporario.
El ya mencionado Dr. Luis Morquio, que se inició como médico de
niños en el Asilo y es considerado el fundador de la de la Medicina de
niños universitaria (Gorlero Bacigalupi, 1978), fundador de la pediatría y
la puericultura uruguayas y por ende de la Sociedad Uruguaya de Pedia-
tría (Turnes), definía: «Abandonado es el niño huérfano, el niño cuyos
parientes sufren privaciones o cuya madre ha sido abandonada, es sobre
todo abandonado el niño de madre soltera […] el niño abandonado debe
caer bajo la tutela del Estado» (Morquio, 1916: 35). Diferenciaba al niño
abandonado del niño amparado: «Niño abandonado es aquel que ha
llegado al Asilo sin dejar ningún antecedente de su origen, no hay quien
se preocupe por él. Niño amparado es aquel traído por personas que se
interesan y lo siguen…» (Morquio, 1916: 35).
El Dr. Roberto Berro22,discípulo dilecto de Morquio en el campo de la
nueva Pediatría social, distinguía dos tipos de abandono, el material y el
moral. El abandono material se produce cuando los padres no pueden,
circunstancial o definitivamente, hacerse cargo de su hijo y lo entregan
al cuidado de manos ajenas, pero no existe un desamor, una indiferencia
o una irresponsabilidad —afirma el médico—. A través de la lectura y el
análisis de las notas, cartas y señales que los progenitores dejaban en el
torno junto con sus hijos, encontramos que las motivaciones de abando-
21 Asilo de Expósitos y Huérfanos, 1880-1884. Varios. Carpeta 3. Consejo del Niño. Torno.
agn.
22 Roberto Berro (1886-1956). Médico pediatra, discípulo de Morquio, fue fundador de la
Escuela de Pediatría y director del Asilo de Expósitos y Huérfanos.
41
.:. María Laura Osta Vázquez
42
.:. La infancia del torno
Hoja del
registro de
ingresos del
torno, 1895.
agn.
43
.:. María Laura Osta Vázquez
44
.:. La infancia del torno
Por último, como vimos, el torno fue definido como lugar donde se
depositaban los cuerpos muertos o por morir, como una forma de que
tuvieran sepultura santa («Hablando de cadáveres, colocados interina-
mente en un paraje sagrado, hasta que se les dé sepultura»).25
A principios del siglo xx, como fruto de las políticas higienistas que
venían impregnando la sociedad montevideana ya desde la segunda mi-
tad del siglo xix, comenzó a cuestionarse la utilidad social del torno.
Los argumentos utilizados por sus detractores, como Luis Morquio o
Roberto Berro, eran de orden médico-higienista, moral y económico.
Entre 1902 y 1933 (año de su prohibición) se generó un debate sobre su
utilidad social en el que la opinión de los médicos estuvo dividida.
Morquio afirmaba que el torno era «un enemigo poderoso de la profi-
laxis» (Bacigalupi, 1978: 125), haciendo alusión a la ignorancia absoluta que
se tenía sobre los antecedentes biológicos del niño, que podía estar cur-
sando alguna enfermedad infecciosa sin que nadie tuviera conocimiento.
En una memoria que presentó a la Dirección del Asilo en agosto de 1902,
afirmaba: «Nada justifica hoy la permanencia del Torno, y estamos persua-
didos de que la gran mayoría de los expósitos que allí ingresan, lo harían
igualmente sin el mantenimiento del secreto» (Bacigalupi, 1978: 125).
Otro de los argumentos de Morquio, en el intento de reinsertar la
criatura en el hogar biológico, era la desvinculación de la familia que
generaba el anonimato del abandono. Planteaba que, si el motivo de
abandono era la pobreza, en vez de que el Asilo pagara a una nodriza
se les podría dar ese dinero a las propias madres para que amaman-
taran a sus hijos. «La madre paga por el Estado, como nodriza de su
hijo. Esta fórmula llena un fin altamente moral; despierta en la mujer
los sentimientos maternos… mantiene el más sagrado de los vínculos»
(Bacigalupi, 1978: 127). Aquí Morquio buscaba generar un vínculo de
apego a través del amamantamiento materno, intención sumamente
innovadora para la época, ya que la revinculación con la familia bio-
lógica es un objetivo actual del trabajo del inau. Proponía, además,
la creación de una oficina de admisión, que estaría permanentemente
abierta, donde se recibiría a las criaturas en secreto absoluto.
En 1911, con el comienzo de la nueva Asistencia Pública Nacional
(apn) de cuño batllista, Morquio fue nombrado director del Asilo e in-
tentó poner en práctica esa oficina, con lo que logró reducir el número
de ingresos a través del torno, hasta que este poco a poco dejó de usarse.
25 Ibídem.
45
.:. María Laura Osta Vázquez
Según Portillo (1987), «en esa época ingresaban por el Torno solo 7-8
niños por año sobre 900 que ingresaban por la Oficina de Admisión».
Analizando las cajas del Registro de Señales, vemos que a partir de
esta fecha se redujeron la entrada por el torno y también el número de
señales (que del 90 % de los depósitos a fines del siglo xix pasó al 10 %
a partir de 1900), con lo que el Asilo perdió poco a poco su carácter de
lugar de tránsito mientras se amamantaban las criaturas.
Esta oposición al torno fue apoyada por el propio presidente de la
época, Juan Lindolfo Cuestas, quien el 26 de julio de 1902 presentó va-
rios proyectos ante la Asamblea General, uno de los cuales proponía la
eliminación del «sistema de recepción de niños por medio del Torno
en el Asilo de Expósitos» y la creación, en sustitución, de «una oficina
libre», según defendía el Dr. Morquio (Piñeyro, 2009).
Los defensores del torno, por su parte, tuvieron un papel fundamen-
tal cuando la Comisión de Legislación de la Cámara de Diputados, en
abril de 1903, estudió un proyecto de ley para suprimirlo. Esta comisión
solicitó el asesoramiento de la Comisión de Caridad, cuyo director era el
reconocido médico Luis Piñeyro del Campo.26 Este redactó un informe
en el que enumeraba los beneficios de la existencia del torno y rebatía
los principales argumentos que se esgrimían para cuestionarlo. Respec-
to de los argumentos de orden higiénico, fundamentaba:
No cabe duda que hay niños que son llevados al torno en deplora-
ble estado, algunos sin abrigo indispensable, otros moribundos… Pero
es indudable también que esos desgraciados van en tales condiciones
porque la miseria o el vicio en que han sido concebidos […] los conde-
nan a ese triste destino. (Bacigalupi, 1978: 122)
26 Luis Piñeyro del Campo (1853-1909) fue un abogado y filántropo uruguayo, director de
la Comisión de Caridad.
46
.:. La infancia del torno
1978: 123). Piñeyro explica que estos niños y niñas no serían llevados a
una oficina abierta «por temor a que se investigue la causa de su estado
[…] o de que se someta a las madres a averiguaciones» (Bacigalupi, 1978:
122). El torno es ciego y mudo; no cuestiona, no interroga, no juzga; el
torno da la posibilidad de salvar vidas.
Queda planteada así una paradoja, a mi modo de ver, representada
en los conceptos de vida y muerte. Los detractores del torno ven en él
un lugar de muerte, adonde las criaturas llegan muchas veces en con-
diciones insalubres y a veces muertas, y donde el anonimato marca la
ignorancia sobre los antecedentes de enfermedades crónicas familiares.
Analizando las cifras, como vimos, la mortalidad en el torno en realidad
no era alta —cuando fue mayor alcanzó el 2,5 %—; sin embargo, este fue
uno de los argumentos más fuertes de los opositores. Por otro lado, los
defensores del torno aducen que es el único medio de salvar a las criatu-
ras que viven en la miseria y que son fruto de relaciones fuera del matri-
monio, ya que no podrían sobrevivir si no fuera mediante una entrega
anónima, y así lo reivindican como un antídoto contra el infanticidio.
El torno, que pudo ser lugar de muerte pero a la vez de vida, muchas
veces representó un purgatorio donde se expiaban culpas y se buscaba el
perdón junto a la misericordia, grieta sanadora para los y las pecadoras,
representada siempre por la caridad divina.
47
.:. María Laura Osta Vázquez
48
.:. La infancia del torno
49
.:. María Laura Osta Vázquez
«El expósito»,
imagen del
periódico La
Ilustración del
Plata, Montevi-
deo, 16 de julio
de 1887
50
.:. La infancia del torno
51
.:. La infancia del torno
Asilados y alistados.
Historias de abandonos
y adopciones en el siglo xix
1. Sobre el ingreso
53
.:. María Laura Osta Vázquez
33 Datos extraídos de la carta del secretario del Asilo de Expósitos y Huérfanos, Manuel
Sastre, al Dr. Piñeyro del Campo, 31 de marzo de 1900. Archivo privado de la familia
Piñeyro.
54
.:. La infancia del torno
Torno utilizado
en el Asilo de
Expósitos y
Huérfanos, s/f.
Museo Histó-
rico Nacional.
Casa de Rivera
55
.:. María Laura Osta Vázquez
10
0
1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12
Edad
Fuente: Elaborado por Tahíz Sánchez y Laura Osta a partir del registro de ingresos de la Oficina de Admi-
siones 1857-1895.
56
.:. La infancia del torno
40
30
48
20
31
10
7 1
0
Total Reclamados Extranjeros Muertos
Fuente: Elaborado por Tahíz Sánchez y Laura Osta a partir del registro de ingresos de la Oficina de Admi-
siones 1857-1895.
57
.:. María Laura Osta Vázquez
Fuente: Elaborado por Tahíz Sánchez y Laura Osta a partir del registro de ingresos de la Oficina de Admi-
siones 1857-1895.
58
.:. La infancia del torno
80
60
40
63
20
33
4
0
Mujeres Varones Sin sexo
Fuente: Elaborado por Tahíz Sánchez y Laura Osta a partir del registro de ingresos de la Oficina de Admi-
siones 1857-1895.
59
.:. María Laura Osta Vázquez
La infancia del torno llegaba al Asilo con señales para ser recuperada
en un futuro con la contraseña. Estos ingresos eran más numerosos que
los de la Oficina de Admisiones. Por ejemplo, en 1895 habían ingresado
82 niños y niñas por la Oficina y 362 por el torno, casi uno por día. De
estos últimos murieron poco más del 2,5 %, llegaron ya bautizados casi
el 20 % y fueron reclamados posteriormente por sus familiares menos
del 5 %. Veamos las proporciones de los ingresos según los números to-
tales en el gráfico 7.
Si ampliamos la mirada al período a 1894-1897, vemos que ingresa-
ron en el torno 877 niños y niñas, de los cuales más del 20 % ya venían
bautizados —dato que no era tomado en cuenta, ya que los rebautiza-
ban al llegar—. Muchos de los ingresados tenían varios meses de edad,
lo que nos habla de una convivencia previa con su familia, un vínculo,
una relación que seguramente hacía más dolorosa la separación. Varias
de las cartas dejadas por las familias hablaban del dolor que implicaba
ese desprendimiento, sentimientos y emociones que se analizarán en el
último capítulo.
400
350
300
250
200
362
150
100
50 24 77
13 71 10
0
Total Reclamados Extranjeros Bautizados Sin bautizar Muertes
60
.:. La infancia del torno
61
.:. María Laura Osta Vázquez
Enviado por la
Comisión de Caridad
Los niños y niñas podían ser llevados o enviados al Asilo por la pro-
pia familia, por juez, por la Comisión de Caridad o por el jefe de Policía.
Los motivos por los cuales eran abandonados o depositados allí se han
agrupado en los siguientes: falta de recursos, enfermedad o muerte de
alguno de los progenitores o de ambos, falta de leche por parte de la
madre, y motivo desconocido. Tomando como ejemplo los ingresos por
la Oficina de Admisiones durante la década de 1885-1895, el motivo que
aparece en primer lugar es el de muerte de alguno de los progenitores,
al que siguen enfermedad y falta de recursos.
En 1992 la enfermedad y la muerte estuvieron equiparados como mo-
tivo principal del abandono, con una gran distancia respecto a otros
motivos, como la falta de recursos (gráfico 10).
El ingreso por el torno presenta algunas diferencias en los motivos
expuestos por las familias en las señales. Recordemos que aquí la en-
trega era anónima, o se daba el nombre voluntariamente. El torno era
«ciego y mudo» —según decía el Dr. Piñeyro del Campo en su defensa,
a principios del siglo xx—, no pregunta. Por eso solamente algunas cria-
turas llevaban, junto con sus señales, notas explicativas de los motivos.
Los principales argumentos para justificar esta práctica estaban entre la
escasez de recursos, la enfermedad, la muerte y la falta de leche.
62
.:. La infancia del torno
63
.:. María Laura Osta Vázquez
64
.:. La infancia del torno
los registros del Asilo, a una nodriza se le pagaba más del doble que a un
ama de leche seca (cuidadora de niños después del destete): $ 25 y $ 10
mensuales respectivamente. Entonces la imposibilidad de amamantar
por tener que ir a trabajar —en una época en que no existían leyes labo-
rales que respaldaran la maternidad y el amamantamiento— y no poder
contratar una nodriza estarían implícitos en el motivo «falta de recursos».
Como historiadora de la infancia es necesario preguntar por lo no
dicho. El motivo «por ser nacido fuera del matrimonio» debería figurar
en la mayoría de las señales; sin embargo, no apareció una sola carta que
lo mencionara. Este motivo se puede intuir por la literatura de actores
contemporáneos. Julio Herrera y Reissig, en su obra póstuma Tratado
de la imbecilidad del país por el sistema de Herbert Spencer, escrita en
1902, se refiere a estos niños y niñas. Hablando sobre la hipocresía y la
doble moral que vivían —según el autor— las uruguayas, afirma sobre
las limitaciones del instinto materno:
65
.:. María Laura Osta Vázquez
Nadie puede ser adoptado por más de una persona, a no ser por dos
cónyuges. Uno de los cónyuges no puede adoptar sin el consentimiento
del otro. (Artículo 229)
No obstante, en la investigación realizada se detectó que ambas nor-
mas eran habitualmente transgredidas, ya que quienes adoptaban mu-
chas veces tenían otros hijos y además no eran mayores de cuarenta y
cinco años.
A pesar de que, según el tercer apartado del artículo 230 del Código,
el adoptado tenía «Derecho a heredarse sin testamento en los casos y
con la distinción que se determina en el título de la sucesión intestada»
(Narvaja, 1868), en el Asilo había ciertas garantías para asegurarse de
66
.:. La infancia del torno
que los padres adoptivos les dejaran a sus hijos una herencia. En el mo-
mento de firmar la adopción los padres debían depositar en la cuenta
bancaria del Asilo la suma de $ 100 (algo así como 2000 dólares actua-
les) que solamente podría retirar el niño cuando fuese mayor de edad
(21 años en la época) o la niña cuando fuera a casarse, a modo de dote.
Las garantías requeridas por el Asilo, sin embargo, no siempre eran
respetadas, y estas faltas fueron reconocidas en la Memoria de la Junta
Económico-Administrativa de 1867:
1ª. Que cuidará de dicha Expósita con el esmero que requiere por
su situación, edad y sexo, suministrándole los alimentos, vestido y cal-
zado necesarios.
2ª. Se instruirá moral y religiosamente y en los rudimentos de ense-
ñanza, como son lectura, escritura y reglas principales de Aritmética.
3ª. A los diez ó doce años le dará un oficio ó profesión que le baste
para proveer á su subsistencia luego de emancipada.
67
.:. María Laura Osta Vázquez
Reclamos
68
.:. La infancia del torno
69
.:. María Laura Osta Vázquez
70
.:. La infancia del torno
35 Asilo de Expósitos y Huérfanos, 1886-1889. Varios. Consejo del Niño. Torno. agn.
36 Carta del inspector externo Pedro Rodríguez Suárez a los señores directores del Asilo
de Expósitos y Huérfanos, 4 de enero de 1896. Asilo de Expósitos y Huérfanos, 1896.
Varios y Gastos Médicos. Consejo del Niño. Torno. agn.
37 Ibídem.
71
.:. María Laura Osta Vázquez
do». Después de intentar persuadirla por dos horas, tuvo que ordenar al
comisario del Sauce que se comunicara con el juez de paz para allanar
el hogar. La vivienda fue allanada y José Rivero volvió al Asilo. No dan
información del estado f ísico y emocional del niño en el momento en
que fue retirado.38
El episodio del abuso cometido sobre José Rivero muestra algunos
elementos importantes. El primero es que, detrás de las motivaciones
de caridad, cariño y ayuda que muchas solicitudes de adopción presen-
taban, en realidad existía la necesidad de ayuda económica, de tener
colaboración en el trabajo cotidiano no remunerado. Otro elemento
importante que se devela en estos informes es la rapidez con que las
autoridades procedieron y pusieron en práctica sus decisiones, tanto
las del Asilo como el juez y el policía, así como también, por supues-
to, el inspector externo, en una época en que las comunicaciones y los
medios de trasporte eran lentos e ineficientes. Todo el proceso, desde
la denuncia realizada por el inspector hasta la separación del niño de su
casa adoptiva, ocurrió en 11 días, del 4 al 15 de enero.
Jaureguy nos recuerda que los controles a la infancia adoptada eran
ejercidos por los inspectores externos, que cada tres meses asistían a la
casa de los padres cuidadores, interrogaban a los vecinos, a los padres y
hasta a los propios adoptados si era necesario (Jaureguy, 1946: 13).
Cuando los padres adoptivos se acercaban a la institución a solicitar
a su hijo o hija, algunos ya iban con una idea clara de qué características
debía poseer. Las variables más comunes encontradas en las solicitudes
de adopciones fueron el sexo (entre el 13 y el 50 % solicitaban uno u otro
sexo) y la edad (entre el 4 y el 10 %), y entre el 19 y el 22 % pedían a un
niño o niña específicos. Estas variables nos dan pistas de que, a pesar de
los esfuerzos realizados por el Asilo para garantizar e impedir abusos, lo
que movía a los adoptantes no era la mera caridad cristiana. Solicitar un
sexo determinado habla de la necesidad de esa familia o persona. Si era
varón, seguramente lo querían para que ayudara en oficios familiares,
como talleres, carpinterías, herrerías, granjas, etc., y quienes pretendían
mujeres eran en gran número viudas o matrimonios mayores, o bien
familias con hijos pequeños, que muy probablemente buscaban ayuda
doméstica, cuidados y compañía.
Se destaca que alrededor del 20 % se acercaba a solicitar un niño
específico. Esto puede hablar de que existía un vínculo previo con la
38 Cf. ibídem.
72
.:. La infancia del torno
73
.:. María Laura Osta Vázquez
80
60
40
54
20 40
6
0
Menor Mayor Sin registro
de 1 mes de 1 mes
Proceso de adopción
Fuente: Elaborado por Tahíz Sánchez y Laura Osta.
74
.:. La infancia del torno
75
.:. María Laura Osta Vázquez
nodrizas, por su parte, habían generado vínculos de apego con sus hijos
de leche que las llevaron a convertirse en madres adoptivas. En esta pro-
fesión era probable que un simple vínculo laboral generara involunta-
rios lazos de afectividad, aquellos que John Bowlby (1976) señala como
relaciones de apego, definidas como los vínculos afectivos que los niños
entablan con sus padres y con otras figuras que cumplen las funciones
parentales.
Las edades preferidas para las adopciones eran de 0 a 4 o 5 años, y
luego el porcentaje vuelve a aumentar entre los 12 y los 13 años. En esta
variable se identifican las dos motivaciones para adoptar. Los de 0 a
5 años eran niños o niñas seguramente elegidos por razones afectivas,
porque los adoptantes querían tener criaturas a quienes educar y pro-
teger, ya que son edades que demandan más cuidados y tiempo. Los de
12 y 13 años, en cambio, nos revelan a aquellas familias que buscaban en
primer lugar ayuda y compañía.
Las motivaciones declaradas por las familias adoptivas, como hemos
visto, eran variadas. Muchas familias manifestaban que las movía la ca-
ridad y el deseo de ayudar, pero luego se descubría que utilizaban a sus
hijos adoptivos para trabajo gratuito, ya fuera doméstico o en talleres.
Los argumentos presentados fueron agrupados según su tipo.
Los que llamo afectivos (entre 8 y 19 %) corresponden a aquellas fa-
milias que manifestaban su deseo de adoptar por el cariño que le tenían
76
.:. La infancia del torno
100
90
80
70
60
50
40
30
20
10 28
11 1 4 2
0 8
Afectivo Obra de No puede Herencia Mano No explica
caridad tener hijos de obra
Fuente: Elaborado por Tahíz Sánchez y Laura Osta.
77
.:. María Laura Osta Vázquez
78
.:. La infancia del torno
43 Ibídem.
44 Ibídem.
79
.:. La infancia del torno
Puertas adentro.
Relatos de cuerpos observados
por la mirada médica, pedagógica
y jurídica
81
.:. María Laura Osta Vázquez
Electroes-
timulación
neurológica
como terapia
empírica. Sala
de Electricidad,
284 (Casa del
Niño). Archivo
de la Imagen,
sodre. Carpeta
Asistencia
Pública.
montevideana del siglo xix era quien alertaba sobre epidemias y formas
de prevenir los contagios; organizaba incluso la logística de traslados de
barrios para evitar la aglomeración de personas. Dentro del Asilo era
una figura fundamental; era el funcionario que ganaba mayor salario y
generalmente tenía un ayudante.
Un ejemplo de esta centralidad se revela en un informe de 1884 del
Dr. Pedro Castro Ramos, médico del Asilo, quien recomendaba dón-
de deberían vivir las amas de leche ante la epidemia de viruela: «[…]
que las Amas de Leche —que habitan las zonas más afectadas— se
trasladen de domicilio, o en su defecto el retiro de los niños que están
con ellas».45 Señalaba que el lugar de mayor propagación eran los ba-
rrios sur y este. Vemos que durante los períodos de epidemias prima-
ban siempre las medidas higiénicas. Los médicos proponían realizar
traslados de habitaciones dentro del Asilo y hasta movilizaciones de
domicilio, como forma de aislar a los enfermos de los sanos. En una
época en que no había antibióticos y eran pocas las vacunas, el aisla-
82
.:. La infancia del torno
83
.:. María Laura Osta Vázquez
84
.:. La infancia del torno
85
.:. María Laura Osta Vázquez
86
.:. La infancia del torno
Gastro-enteritis
Heridas
Herpes
Histeria
Hidrocefalia
Idiocia
Impétigo
Impétigo y otitis media crónica
Influenza
Luxación del codo
Noma de la vulva [especie de úlceras por desnutrición o falta de higiene]
Osteítis tuberculosa de la tibia
Osteo-mielitis epifisiaria
Otitis aguda
Otitis media crónica
Otitis media crónica y enteritis
Pie-bot-varus-equinus
Peritonitis aguda
Pneumonia fibinosa
Pneumonia tuberculosa
Quemaduras
Sarampión
Sarampión y otitis media
Sarampión y herpes
Sífilis hereditaria
Tiñas
Tuberculosis pulmonar
Tuberculosis generalizada
Tuberculosis pulmonar y ocena
Viruela
Fuente: Elaborado por Laura Osta a partir de los informes y cartas médicos del Asilo de Expósitos y Huérfa-
nos. Consejo del Niño. Torno. agn.
87
.:. María Laura Osta Vázquez
Una mitad se muere antes del mes, por enfermedades o vicios con-
génitos y falta de las atenciones necesarias en los primeros momentos
88
.:. La infancia del torno
89
.:. María Laura Osta Vázquez
[…] los días de obligación de oír Misa, los 19 por la mañana des-
pués del segundo toque para la de nuestro Patrono tampoco desde
Jueves de Carnaval a Miércoles de Ceniza, de Jueves Santo a Mar-
tes de Pascua, de 25 de diciembre a 1 de enero (todos inclusive), los
jueves a la tarde cuando los seis días de la semana son enteramente
laborables y los del cumpleaños de nuestros augustos Emperador50
y Emperatriz.51
48 Cf. «Historia del Hospital de Caridad desde su fundación hasta el veinte y cuatro de
Abril de mil ochocientos veinte y cinco. Es la memoria colocada en la piedra angular del
Grande Edificio el 24 de abril de 1826». agn (antes aga). Hospital de la Caridad. Caja
702. F, sin numerar, al final del libro. Y Jaureguy (1946: 16).
49 Cf. Reglamento de educación de los niños varones expósitos (1826). Archivo General Ad-
ministrativo. Hospital de Caridad, caja 706, folios 403-409. 5 de noviembre.
50 El 25 de agosto de 1825 se produjo nuestra independencia del imperio de Brasil y la
unión con las Provincias Unidas. Sin embargo, la población seguía muy dividida. En
enero de 1826 Brasil declaró la guerra a las Provincias Unidas. En este reglamento
vemos cómo la Hermandad de Caridad era todavía fiel a Brasil y reconocía sus autori-
dades como propias, resabios de la Cisplatina.
51 Cf. Reglamento de educación de los niños varones expósitos (1826). Archivo General Ad-
ministrativo. Hospital de Caridad, caja 706, folios 403-409. 5 de noviembre.
90
.:. La infancia del torno
91
.:. María Laura Osta Vázquez
92
.:. La infancia del torno
Este es uno de los pocos casos en que la voz de la infancia fue es-
cuchada. La niña expresó no conocer a ese hombre ni saber de sus in-
tenciones; por lo tanto, la voluntad de la involucrada no fue favorable.
Además se tomaron en cuenta otros elementos, como su «corta edad
e incompleto desarrollo», que impedían contraer matrimonio según
nuestro primer Código Civil, en vigencia a partir ese mismo año (1868).
El texto establecía como impedimentos para el matrimonio, entre otros,
ser menor de 12 años las niñas y la falta de consentimiento de uno de los
cónyuges (artículo 90, incisos 1 y 2). La edad de Valentina no es men-
93
.:. María Laura Osta Vázquez
El castigo es muy severo, tal es así que días pasados poco faltó para
que la infeliz criatura le faltara una vista que aún no sé si se habría
quedado defectuosa… Adviértole que se fije en el cuerpo de la criatura
que tiene señalados algunos palos, le diré también que con estos fríos
la tienen envuelta en trapos viejos descalza, haciéndole lavar pisos que
a la edad de ella no es muy conveniente, si quieren interrogar a la niña
94
.:. La infancia del torno
58 Carta anónima con graves denuncias dirigida al señor Sastre, secretario de la Comisión
de Caridad. 16 de mayo de 1895. Asilo de Expósitos y Huérfanos, 1895. Varios. Consejo
del Niño. Torno. agn.
59 Informe del inspector externo Pedro Rodríguez Suárez a la Comisión de Caridad y
Beneficencia Pública. Asilo de Expósitos y Huérfanos, 1895. Varios. Consejo del Niño.
Torno. agn.
60 Ibídem.
61 Ibídem.
95
.:. María Laura Osta Vázquez
3. Resistencias de mujeres
96
.:. La infancia del torno
64 Cf. Carta de José María Montero que notifica el decreto ley de Lorenzo Latorre. Asilo
de Expósitos y Huérfanos, 1877-1878. Varios. Consejo del Niño. Torno. agn.
65 Carta de José María Montero, secretario del gobierno provisorio de Lorenzo Latorre,
que notifica el decreto de Latorre a la Sociedad de Beneficencia Pública de Señoras.
Asilo de Expósitos y Huérfanos, 1877-1878. Varios. Consejo del Niño. Torno. agn.
97
.:. María Laura Osta Vázquez
66 Carta del secretario de Lorenzo Latorre, José María Montero, a la Sociedad de Bene-
ficencia de Señoras, 26 de abril de 1878. Asilo de Expósitos y Huérfanos, 1877-1878.
Varios. Consejo del Niño. Torno. agn.
98
.:. La infancia del torno
99
.:. La infancia del torno
101
.:. María Laura Osta Vázquez
102
.:. La infancia del torno
103
.:. María Laura Osta Vázquez
104
.:. La infancia del torno
105
.:. María Laura Osta Vázquez
106
.:. La infancia del torno
2. Amas inmigrantes
107
.:. María Laura Osta Vázquez
Cada dos o tres días aparecían anuncios de este tipo, de amas de le-
che tanto extranjeras como orientales. Se hacía hincapié en la calidad
de la leche; por eso era tan importante anunciar que era puérpera y por
qué motivo había muerto su bebé, ya que los médicos habían hecho
muy mala prensa a las amas como principales agentes de contagio de
diversas enfermedades como viruela, fiebre amarilla o cualquier otra
enfermedad contagiosa.
Veamos otro anuncio de una italiana de 1865:
108
.:. La infancia del torno
109
.:. María Laura Osta Vázquez
110
.:. La infancia del torno
nista que atravesaba todos los discursos, no solo el médico sino también
el político, el social y el pedagógico. Estos lineamientos de cuidado, lim-
pieza y orden se endurecían considerablemente ante epidemias y enfer-
medades transmisibles. Las vías de contagio se potenciaban en las clases
bajas. Médicos y políticos de la época recomendaban dejar de vivir en
conventillos y trasladarse a espacios más amplios y aireados. Nodrizas
y lavanderas fueron muchas veces señaladas y responsabilizadas por la
expansión de enfermedades contagiosas y hasta por la mortalidad in-
fantil. Tanto la expansión de los manuales médicos dirigidos a las ma-
dres de familia como la literatura para mujeres reforzaban las consignas
de volver a la maternidad y concretamente a amamantar a su prole. Es-
tas medidas, junto con aquellas que, por higiene o salud, desalentaban la
contratación de nodrizas, interfirieron directamente en el desarrollo del
oficio de nodrizas mercenarias, efecto constatado en la baja del número
de avisos que ofrecían esos servicios.
111
.:. María Laura Osta Vázquez
112
.:. La infancia del torno
Fuente: Elaborado por Laura Osta con datos extraídos de memorias y presupuestos de los Fondos del Torno
del agn.
solo luego del control recibían su paga. También eran controladas por
inspectores de nodrizas, quienes verificaban que la criatura estuviera en
el domicilio declarado y en las condiciones de vivienda aprobadas por
el cuerpo médico, o sea, de acuerdo con los cánones del higienismo de
entonces: casas ventiladas, iluminadas, sin aglomeración de personas,
entre otros elementos.
En una época en que la legislación laboral aún estaba en pañales, las
nodrizas internas tenían de descanso solamente unas horas al mes; se
abocaban por completo a la tarea de amamantar. Los bebés por lo ge-
neral eran dejados entre uno y dos meses con dichas amas en el Asilo,
antes de pasarlos con las externas.
Desde los comienzos de la Inclusa (1818) aparecen los registros de
nodrizas y sus pagos, junto con los bebés que les otorgaban, cuánto
tiempo los tenían, cuántos morían, etc. Ese sistema duró hasta que la
Ley de Protección a la Infancia creó la Oficina de Nodrizas (1919), en-
cargada de contratar y controlar a las nodrizas del Asilo y también para
particulares. Todas debían estar registradas en esta oficina.
La paga que recibían las nodrizas del Asilo era conveniente, si se
compara con la de las amas de leche seca, que eran las que cuidaban a
los niños después del destete. Su salario doblaba el de estas y eran muy
codiciadas.
El cuadro 2 muestra la relación de los sueldos de las nodrizas, las
amas secas y los médicos del asilo. Podemos ver en este cuadro cómo el
113
.:. María Laura Osta Vázquez
sueldo del médico se valoriza más que el del resto de las funcionarias del
asilo. Desde 1823 a 1895 se multiplica por diez su salario, mientras que
el de las nodrizas y de las amas secas apenas se multiplica por cuatro o
cinco en el transcurrir del siglo.
Como motivos de abandono en el torno, según vimos, la gran mayo-
ría de los progenitores argumentaban falta de recursos o de leche ma-
terna. Un bebé recién nacido en el siglo xix dif ícilmente sobreviviera
sin leche materna, puesto que aún no existían los complementos ali-
menticios sintéticos. Contratar una nodriza era caro, de modo que la
falta de recursos era un motivo importante para dejar a la criatura en el
torno del Asilo.
Gorlero Bacigalupi (1978: 117) nos recuerda un informe de 1902 del pre-
sidente de la Comisión Nacional de Caridad y Beneficencia Pública, Luis
Piñeyro del Campo, que confirma el alto costo de las nodrizas externas:
El elevado costo de las nodrizas, tanto para el Asilo como para la so-
ciedad en general, llevó a fuertes cuestionamientos y exigencias sobre el
cuidado y la atención que estas debían tener con los y las criaturas que
recibían bajo su cuidado, sobre todo ante las diferencias en las cifras
de mortalidad. En efecto, la mortalidad de los y las bebés que estaban
en manos de nodrizas era muchísimo más alta que la de quienes vivían
en el Asilo. A modo de ejemplo, el cuadro 3 muestra las cifras para el
período 1865-1866.
Como se aprecia en el cuadro, de los 230 infantes dados para ser
amamantados por nodrizas externas murieron 64, mientras que de los
76 ingresados al Asilo murió solamente uno. La diferencia es abismal y
alarmante. Esa misma alarma despertó en los médicos de la época, que
intentaron buscar las causas de la mortalidad de los bebés externos.
En la década de 1880, unas 300 criaturas del Asilo estaban en manos
de nodrizas. Este elevado número implicaba grandes dificultades para el
control y para el pago. La siguiente carta escrita por el director del Asilo,
Francisco Martínez, a la directora de la Sociedad de Beneficencia, Rosalía
Artigas de Ferreira, ilustra algunas de las dificultades que con frecuencia
encontraban las nodrizas para llegar al Asilo, tanto para llevar a los bebés
114
.:. La infancia del torno
Suma 35 41 140 90
A deducirse
Mortalidad 1 — 35 29
[…] ante los inconvenientes que existen para el pago regular de las
Nodrizas […] hallarse cortado e imposibilitado el tránsito en general
por trenes o a pie por los caminos que conducen al Asilo de Expósitos,
ha dispuesto para mejor comodidad de esa Sociedad como para bien de
los tiernos niños en lactancia y sus Nodrizas, que ínterin no se remedie
esa apremiante necesidad en la presente estación de fríos y humedades,
esa Comisión verifique sus funciones de pago en los días 8 y 9 de cada
mes en el Asilo Maternal número 1, situado en la calle Soriano […].77
77 Carta del director del Asilo de Expósitos y Huérfanos, Francisco E. Martínez, y el secre-
tario, Manuel Sastre, a la directora de la Sociedad de Beneficencia, Rosalía Artigas de
Ferreira, 19 de julio de 1888. Asilo de Expósitos y Huérfanos, 1886-1889. Varios. Consejo
del Niño. Torno. agn.
115
.:. María Laura Osta Vázquez
Las nodrizas están con dos, dos y medio y hasta tres niños continua-
mente, el número existente de enfermos en «la Cuna» es crecido, dos
para cada nodriza, y no es posible que estos niños puedan ser cuidados
como sus débiles organismos lo exigen sin perjuicio de sus vidas.79
Según el discurso del Dr. Amargós —uno de los médicos que más
denunciaron situaciones de negligencia y necesidades de las nodrizas—,
no lo hacía solamente desde un lugar de poder, sino también con el ob-
jetivo de aliviar las cargas de las nodrizas y, sobre todo, para disminuir
la mortalidad infantil.
De acuerdo con el criterio médico, que una nodriza alimentase más
de dos criaturas era insuficiente para las necesidades alimenticias de
estos niños, muchas veces desnutridos. En otra carta a los directores del
Asilo, escrita en el mismo período, Amargós describía con detenimien-
to las obligaciones de una nodriza, tratando de mostrar que era inviable
que pudiera atender tantos bebés. Para saldar el problema del exceso
de bebés por nodriza, proponía que se contratasen «nodrizas secas»,
mujeres que se limitaban a cuidar a los bebés a biberón, cuando ya eran
un poco más crecidos.
116
.:. La infancia del torno
dado de sus ropas, en una palabra, hacen esas pobres mujeres todo lo
humanamente posible por dar cumplimiento a una exigencia de la ne-
cesidad sin nunca ver satisfechos sus deseos porque jamás la balanza
les anuncia aumento de peso en el niño, ni ver mejorar el estado del
enfermito entregado a sus cuidados. Y como si esto no bastase tienen
que soportar las reprensiones del médico, de la Hermana y vivir siem-
pre disgustadas al pensarse sospechosa su conducta… Ya es matemá-
tico que ningún niño a biberón o enfermo grave me viva. Y no es por
falta de enseñanza y súplicas del candidato sino por falta de medios y
condiciones de higiene.80
80 Carta del Dr. Amargós a los directores del Asilo, 29 de junio de 1896. Asilo de Expósitos
y Huérfanos, 1896. Varios y Gastos médicos. Consejo del Niño. Torno. agn
81 Informes médicos del Dr. Pedro Castro, 1883-1884. Asilo de Expósitos y Huérfanos,
1883-1884. Varios. Consejo del Niño. Torno. agn.
117
.:. María Laura Osta Vázquez
[…] dos solamente son los niños de mi servicio que, a juicio de las
Señoras de la Comisión, no debieran estar confiados a Nodrizas de
las condiciones de aquellas a cuyo cuidado actualmente se encuen-
tran. En primer término, Ricardo Pulgar, que está en poder de Rosa
Visolo. En inconveniente apuntado aquí es que teniendo esta Nodri-
za cinco hijos ocupa una sola pieza […]. El segundo niño es Escolás-
tica Lepanto que está a cargo de Eleuteria Alvarez y no de Carmen
García como erróneamente se dice, agregando que está completa-
mente inhabilitada para atender una criatura por encontrarse ciega
hace un año. Acerca de esta afirmación diré que solo hace unos diez
meses que ella queda perdiendo la visión como podría justificarlo el
Sr. Salterán.82
82 Observaciones de los médicos del servicio externo Morquio y Ricci, del 5 de febrero de
1901, en carta de la Comisión de Caridad a la directora de la Sociedad de Beneficencia
de Señoras, Estanislada M. de Lessa. Colección Sociedad de Beneficencia de Señoras,
carpeta 220, caja 60. Colección de documentos originales sobre Historia del Uruguay
que pertenecieron al Prof. Juan E. Pivel Devoto, tomo ii. agn.
118
.:. La infancia del torno
[…] resulta que dicha mujer cuidaba con bastante esmero el expósi-
to que se le había confiado, el cual, según opinión de los habitantes de
la misma casa, gozaba aparentemente de perfecta salud hasta la noche
en que dejó de existir repentinamente, al parecer de los declarantes.
Por las declaraciones de la nodriza he venido en convencimiento que
para impedir que los mosquitos molestaran al niño, la noche en que
falleció, le tapó con sábanas la cuna en que dormía. Esta circunstancia
83 Ibídem.
84 Carta del oficial de Policía Salvador Tajes al secretario del Asilo de Expósitos y Huérfa-
nos, Manuel Sastre, 3 de diciembre de 1889. Asilo de Expósitos y Huérfanos, 1886-1889.
Varios. Consejo del Niño. Torno. agn.
119
.:. María Laura Osta Vázquez
85 Ibídem.
86 Carta de S. Rayel, de la Jefatura Política y de Policía de la Capital, a la directora de la
Sociedad de Beneficencia Pública de Señoras, Rosalía Artigas de Ferreyra, 22 de febrero
de 1890. Asilo de Expósitos y Huérfanos, 1890. Varios. Consejo del Niño. Torno. agn.
87 Carta de la Jefatura Política y de Policía de la Capital a la directora de la Sociedad de
Beneficencia Pública de Señoras, Rosalía Artigas de Ferreyra, 27 de junio de 1890. Asilo
de Expósitos y Huérfanos, 1890. Varios. Consejo del Niño. Torno. agn.
120
.:. La infancia del torno
88 Carta de Jaime Estrázulas a las señoras de la Sociedad sobre un caso de reclamo con
señales, 31 de enero de 1882. Asilo de Expósitos y Huérfanos, 1874. Varios. Consejo del
Niño. Torno. agn.
121
.:. María Laura Osta Vázquez
122
.:. La infancia del torno
Señales y huellas
de un lenguaje simbólico
123
.:. María Laura Osta Vázquez
124
.:. La infancia del torno
125
.:. María Laura Osta Vázquez
Las señales eran las impresiones, los mensajes que los progenitores
dejaban. Eran su legado, su memoria. Como expresa la francesa Arlette
Farge (2008: 187):
89 Ibídem.
126
.:. La infancia del torno
127
.:. María Laura Osta Vázquez
128
.:. La infancia del torno
Fuente: Elaborado por Laura Osta y Thaiz Sánchez a partir de los registros de señales del agn.
90 Carta del Registro de Señales del Torno. Departamento del Torno. agn.
129
.:. María Laura Osta Vázquez
130
.:. La infancia del torno
91 Asilo de Expósitos y Huérfanos. Registro de Señales, 1895. Consejo del Niño. Torno.
agn.
92 Asilo de Expósitos y Huérfanos. Registro de Señales, 1896. Consejo del Niño. Torno.
agn.
93 Asilo de Expósitos y Huérfanos. Registro de Señales, 1895-1896. Consejo del Niño. Tor-
no. agn.
94 Ibídem.
131
.:. María Laura Osta Vázquez
Hija de la desgracia
Veamos una carta firmada por «una madre muy pobre», que nos
muestra la precariedad económica a la que se podía ver enfrentada una
madre soltera. La mamá de Isabel Jorgelina explica que la niña es «hija
de la desgracia». Omite nombrar al padre, y en esa omisión podemos
ver una posible hija ilegítima. Si bien los argumentos que presenta en
toda la carta son económicos, y termina prometiendo que a los tres años
la recuperará, podemos analizar lo no dicho en el sentido foucaultia-
no: intentar descifrar la «palabra muda, murmurante, inagotable, que
anima la voz interior que escuchamos, de restablecer el texto molido e
invisible que recorre el intersticio de las líneas escritas y, a veces, las des-
ordena» (Foucault, 2009: 31). Analizar un discurso, en ese sentido, sería
volverlo libre para describir en él y fuera de él los juegos de relaciones.
Surgen varias preguntas; la primera es donde está el padre de Isabel,
por qué su paternidad aparece sustituida por hija de la desgracia. Si
hubiera desaparecido por un accidente, enfermedad o muerte, la madre
lo habría mencionado. La omisión de su nombre y de su situación nos
habla de que tal vez era hija de alguien que ya tenía un compromiso
social y moral con otra familia. La madre sola se presenta como la única
responsable. La carta nos relata una vida de necesidad y desesperación.
La mujer no da su nombre, oculta su identidad —otra omisión que nos
puede hablar de una situación socialmente no aprobada.
Esta carta tiene una promesa de recuperación, como la tenían mu-
chas cartas. Las criaturas que llegaban con señales afectivas nos hablan
de una intención de recuperarlas, pero en los hechos solo lo lograban
entre el 20 y el 30 %. La promesa de recuperarlas algún día expiaba tem-
poralmente la culpa de dejarlas, calmaba la tristeza. Además de la pro-
mesa de recuperación, estas madres encontraron otro alivio a su culpa:
el dejarlas en el Asilo, en la viva representación de la caridad divina. No
las estaban dejando en cualquier lugar, sino en manos divinas que cui-
darían a su prole mejor que ellas mismas. El Asilo les inspiraba confian-
za, hasta las animaba a dejar a sus criaturas con total tranquilidad. En la
promesa y la caridad, las familias descansaron y encontraron consuelo
para el hecho de dejar en el torno a su descendencia. Veamos la carta:
132
.:. La infancia del torno
Otro aspecto que se puede analizar en esta carta, y en todos los ca-
sos del torno, es el desconocimiento absoluto de la identidad otorgada
por la familia biológica. A la niña Isabel le pusieron por nombre Elvi-
ra Fajardo. Este desconocimiento expreso suena a una punición moral
por parte del Asilo, donde la voz de los padres y madres biológicos era
totalmente desautorizada y hasta acallada. Si dejas a tu hija, no podrás
siquiera elegir su nombre. La ya citada Alicia Pierini, afirma respecto del
derecho de identidad:
95 Asilo de Expósitos y Huérfanos. Registro de Señales, 1895. Consejo del Niño. Torno. agn.
133
.:. María Laura Osta Vázquez
Media baraja
española, 8 de
oros. Registro
de Señales,
1895. agn
134
.:. La infancia del torno
Leyenda
y bolsita.
Registro de
Señales, 1895.
agn
Media batita
y escapulario
del Sagrado
Corazón de
Jesús. Registro
de señales,
1896. agn
135
.:. María Laura Osta Vázquez
Hoja de
Registro, nota y
bolsita. Registro
de Señales,
1896. AGN
136
.:. La infancia del torno
Entre las señales afectivas estaban las religiosas; podían ser medallas
o estampas de santos, de la Virgen María o de Jesús. Este tipo de señales
representaba el 30 % de las afectivas. Simbolizaba la evocación a la pro-
tección divina, al cuidado de la providencia. Los numerosos santos, la
Virgen María, Dios, Jesús o el Espíritu Santo eran los protectores predi-
lectos para aliviar a las almas culposas que entregaban su descendencia
al cuidado espiritual y trascendente. De esa manera expiaban su pesa-
do secreto en manos de la divinidad —representada en aquella institu-
ción— que los acogía.
Las señales y las cartas en general estaban atadas por cintas y cordo-
nes en los cuerpecitos. Es posible entender estas cintas como una unión
simbólica entre dos cuerpos que antes estaban unidos por el cordón
umbilical. La investigadora Arlette Farge (2008: 190) nos recuerda este
paralelismo simbólico:
[…] un cordón umbilical dividido en dos del que tanto el niño como
la madre son depositarios. Los dos cuerpos se niegan a separarse para
siempre, la cinta cortada es el signo sensual y evidente de ello. Cinta
de color que traza de manera simbólica y carnal el vínculo que une de
modo definitivo el cuerpo del niño al de su madre.
137
.:. María Laura Osta Vázquez
Señales varias
con cintas.
Registro de
Señales, 1895-
1897. agn
138
.:. La infancia del torno
139
.:. María Laura Osta Vázquez
140
.:. La infancia del torno
15 13 3 21 12 12
Fuente: Elaborado por Laura Osta a partir del Registro de Señales de 1894.
Los discursos que deslegitimaban el uso del torno, típicos de inicios del
siglo xx y de una visión higienista de la sociedad, tuvieron eco en las prác-
ticas y llevaron a que el torno se resignificara. Dejó así de ser un lugar de
paso o transitorio, donde la criatura sería amamantada, para convertirse
en escenario de un abandono definitivo. El número de infantes disminuyó
también, lo que nos indica que la prohibición en 1933 obedecía también
a un desuso de esta práctica, que venía siendo deslegitimada desde hacía
varias décadas. Es probable que las criaturas que antes eran dejadas en el
torno transitoriamente ahora entraran en el Asilo a través de la Oficina de
Admisiones, lo que implicaba dar un nombre y un rostro a estas prácticas.
Veamos los usos del torno registrados en cifras y gráficos. El año 1894
marca el inicio de los Registros de Señales que existen en el Archivo
General de la Nación. Ese año ingresaron por el torno 90 criaturas (12
eran mujeres, 10 varones y del resto no se identifica el sexo). De estas
90 criaturas, dos aparecieron muertas o murieron enseguida. De las 76
que llevaban señales afectivas, 21 eran notas o cartas; había 15 medallas
o estampas religiosas, 13 fotograf ías de algún familiar, 12 iban atadas con
cintas y 12 eran ropitas, cadenas, escapularios entre otros.
La fotografía fue la forma de registro visual más perfecto de la época;
había superado ampliamente al retrato pintado y al daguerrotipo. Al Uru-
guay la fotografía llegó en 1843. Si bien era un objeto caro, rápidamente
se popularizó; al menos era común que hubiera una fotografía familiar en
los hogares uruguayos. El 80 % de las fotografías encontradas en las seña-
les eran de adultos, tanto mujeres como hombres. Es posible que fueran
los padres, las madres, algún abuelo o tía, que de alguna forma se hacían
presentes burlando el anonimato que el torno proporcionaba.96
96 Sobre el análisis de las fotograf ías en las señales del torno, véase Osta (2019).
141
.:. María Laura Osta Vázquez
59 38 9 221 5 182
* No coincide con la suma de señales porque muchas criaturas llevaban más de una.
Fuente: Elaborado por Laura Osta a partir del Registro de Señales de 1895.
En 1895 entraron por el torno 362 criaturas —casi una vida por día—:
170 varones, 159 mujeres y 33 sin sexo identificado De las 362, solo fue-
ron reclamadas 13. Del total, 24 tenían señales en otro idioma; supone-
mos que eran extranjeras, pero no se descarta que las extranjeras fueran
muchas más, ya que varias de las escritas en español podían ser de es-
pañoles. De las 372 criaturas, 10 murieron en el torno.97 Tenían señales
afectivas 314 y señales informativas 33; o sea, solo 15 criaturas aparecie-
ron sin señal.
Las proporciones en la tipología de señales afectivas se mantienen,
en términos generales, como el año anterior. La única diferencia es el
aumento de otros (ropita, cadenas y escapularios).
Por otro lado, durante 1895 entraron por la Oficina de Admisiones 82
criaturas, lo que marca la diferencia que existía entre uno y otro medio
de ingreso al Asilo. De estos 82 ingresos, el 63 % eran varones y el 33 %
mujeres. Esta diferencia sexual también llama la atención: los varones
eran casi el doble, mientras que los ingresados por el torno generalmen-
te eran el 50 % mujeres y 50 % varones.
En 1896 ingresaron por el torno 411 criaturas, 217 mujeres y 194 varo-
nes. De ellas, 55 fueron reclamadas, 14 murieron, 36 eran españolas, ita-
lianas o francesas (el origen español es dif ícil de identificar por la lengua
empleada en las notas, pero a veces lo manifestaban expresamente). La
proporción de varones y mujeres era más o menos equitativa.
Ya en 1897 las cifras cambian un poco. Entraron bastante menos cria-
turas: 68, de las cuales 38 eran mujeres y 30 varones, y se mantuvo el
porcentaje equitativo de los sexos.
142
.:. La infancia del torno
94 46 10 295 84 122
* No coincide con la suma de señales porque muchas criaturas llevaban más de una.
Fuente: Elaborado por Laura Osta a partir del Registro de Señales de 1896.
Total: 68 ingresos*
Religiosas Fotograf ías Monedas, Notas Cintas Otras
(estampas, barajas o cartas (ropa, cadenas,
medallas) escapularios)
10 5 3 43 14 7
* No coincide con la suma de señales porque muchas criaturas llevaban más de una.
Fuente: Elaborado por Laura Osta a partir del Registro de Señales de 1897.
143
.:. María Laura Osta Vázquez
144
.:. La infancia del torno
Cuatro de copas
a la mitad y
carta. Registro
de Señales, agn
145
.:. María Laura Osta Vázquez
146
.:. La infancia del torno
Batita de bebé.
Registro de
Señales, 1895.
agn.
147
.:. María Laura Osta Vázquez
148
.:. La infancia del torno
Babero y hoja
de registro del
torno. Registro
de Señales. agn
149
.:. María Laura Osta Vázquez
150
.:. La infancia del torno
Reflexiones finales
151
.:. María Laura Osta Vázquez
152
.:. La infancia del torno
153
.:. María Laura Osta Vázquez
Pero este sistema, que disfrazaba una doble moral y que hacía frente
al alto número de criaturas dejadas o abandonadas, fue totalmente des-
montado por el discurso médico e higienista ya desde inicios del siglo
xx. El sistema del torno hería y obstaculizaba la sensibilidad disciplinada
e higiénica que se imponía en la sociedad de Montevideo. El torno era
«ciego y mudo» y esto era un inconveniente para los médicos higienistas,
que ya no podían disuadir a las familias de dicho acto ni «asistir[las] con
consejos morales y ofertas de socorros monetarios, elementos que podían
eventualmente, hacerles cambiar la opinión» (Morás, 2000: 177). Ahora la
Oficina de Admisiones secreta se presentaba como la mejor opción para
conocer y responsabilizar a quienes abandonaban. Las historias clínicas
se podrían completar, las enfermedades congénitas tendrían un nombre
y una trayectoria, pero también se podría poner un rostro a quienes no
estaban cumpliendo con la obligación que el Estado les imponía.
Poco a poco la moral disciplinada se fue imponiendo también dentro
del Asilo, y las pautas de higiene fueron planificadas y aplicadas en el
nuevo edificio (el de 1873). Había más luz, más espacio, las camas no
estaban apretadas, varios dormitorios permitían aislar a las criaturas
en caso de epidemia. Había una capilla dentro del Asilo y sobre todo
una enfermería enfrente para atender toda necesidad médica. Todas las
áreas estaban cubiertas: un buen patio para ejercitar los cuerpos, una
escuela, una capilla para rezar y un pequeño hospital para ser atendidos,
con lo que se satisfacían las necesidades modernas de las autoridades.
En este libro se buscó transitar por estos cambios de la sensibilidad
generados en los siglos xix y xx, poniendo la mirada en la infancia y en
las mujeres, agentes casi siempre olvidados. Poner luz sobre aquello que
antes estaba oscuro resignifica el escenario, dando nuevos sentidos a la
historia.
En definitiva, si bien esta es una historia de relaciones de poder, de
control sobre poblaciones vulnerables, también se pueden ver hendi-
duras, resistencias, movimientos paralelos que mostraron rebeldías
y burlas al sistema. Vimos fugas de hogares, negativas a matrimonios
impuestos, una infancia ilustrada y con ciertas garantías de un futuro
promisorio. Amas de leche que se encariñaban con sus críos, padres
y madres que recuperaban a su descendencia a través de una señal y
dejaban huellas de sus identidades en un mundo oculto por una doble
moral. Todas estas acciones tejieron mapas de vínculos alternativos que
se impusieron de alguna forma a la moral de la época.
154
.:. La infancia del torno
Bibliograf ía
157
.:. María Laura Osta Vázquez
Barrán, José Pedro, y Benjamín Nahum (1979). Batlle, los estancieros y el Imperio Británico.
Tomo I, El Uruguay del Novecientos. Montevideo: Ediciones de la Banda Oriental.
Barreiro y Ramos (1885). Catálogo general de la librería Nacional de A. Barreiro y Ra-
mos. Montevideo: A. Barreiro y Ramos.
Bauzá, Julio (1966). «El Asilo de Huérfanos y Expósitos de Montevideo (Período 1830-
1880)». El Día Médico Uruguayo, 402, Montevideo.
Benjamin, Walter (1987a). Magia e técnica, arte e política. Ensaios sobre literatura e
história da cultura. São Paulo: Brasiliense.
Benjamin, Walter (1987b). «A obra de arte na era da sua reprodutibilidade técnica» (tra-
ducción de la última versión de «Das Kunstwerk im Zeitalter seiner technischen
Reproduzierbarkeit», en Gesammelte Schriften, por Marijane Lisboa). En Walter
Benjamin, Magia e técnica, arte e política. São Paulo: Brasiliense.
Bergalli, Luis (1892). Maternidad. Consejos a las madres y jóvenes esposas sobre la edu-
cación f ísico-psíquica-higiénica de los niños. Montevideo: La Hormiga.
Berro Rovira, G. (2012). Roberto Berro (1886-1956). El gran reformador de la protección a
la infancia (conferencia «Los niños abandonados»). Montevideo: Granada.
Berruti, Andrés; Blau Lima, Luis; Garone Gravier, Marina (Inédito): De caracteres, je-
roglíficos y guarniciones. Una historia de la Imprenta de la Caridad (Montevi-
deo, 1822-1855) con estudio y edición facsimilar de la muestra de letras de 1838.
Montevideo
Beltrán, Washington (1988). Cuestiones sociológicas. Lucha contra la criminalidad infan-
til. Artículos periodísticos y discursos. Montevideo: Cámara de Representantes.
Bianchi, Diana (1998). Mi padre y mi madre me arrojan de sí, la caridad divina me
recoge aquí. Montevideo: Universidad de la República, Facultad de Humanidades
y Ciencias de la Educación.
Bianchi, Diana (2000). Componentes ilustrados en la práctica de la exposición en el
Montevideo tardo-colonial. Montevideo: Universidad de la República, Facultad
de Humanidades y Ciencias de la Educación.
Biblioteca Popular del Salto (1882). Catálogo de la Biblioteca Popular del Salto. Salto:
Imprenta El Progreso.
Bolwby, J. (1976). Attachment and loss. Vol. ii, La separación afectiva. Buenos Aires:
Paidós.
Bourdieu, Pierre (1984). Homo academicus. París: Minuit.
Bourdieu, Pierre (1999). «La ilusión biográfica». En Pierre Bourdieu, Razones prácticas.
Sobre la teoría de la acción. Barcelona: Anagrama.
Brunel, Adolfo (1862). Consideraciones sobre higiene y observaciones relativas a la de
Montevideo. Montevideo: La Reforma Pacífica.
Brunel, Adolfo (1865). Opúsculo sobre higiene de los niños. Montevideo: Imprenta Tipo-
gráfica a Vapor.
158
.:. La infancia del torno
Burke, Peter (2005). Visto y no visto. El uso de la imagen como documento histórico.
Barcelona: Cultura Libre.
Cabella, Wanda, y Raquel Pollero (2004). «El descenso de la mortalidad infantil en
Montevideo y Buenos Aires entre 1890 y 1950». Trabajo presentado en el I Con-
greso de la Asociación Latinoamericana de Población celebrado en Caxambú
(mg), Brasil.
Collazo, Isabel, Leticia Palumbo y Ana María Sosa (2012). Hospital Pereira Rossell. Ges-
tación y nacimiento de un hospital para niños y mujeres (1900-1930). Montevideo:
Zona Editorial.
Cosse, Isabella, Valeria Llobet, Carla Villalta y M. Carolina Zapiola (eds.) (2011). Infancias:
políticas y saberes en Argentina y Brasil (siglos xix y xx). Buenos Aires: Teseo.
Costa, A. G. (1919). «Actas del Cabildo 1808-1813». Revista del Archivo General Admi-
nistrativo, 9: 73-77.
Cowen, M. Pablo (2009). «Lactarium. Apuntes para una historia de la lactancia en las ciu-
dades de Buenos Aires y Córdoba. El siglo xix». En Beatriz Moreyra y Silvia Mallo
(comps.), Pensar y construir los grupos sociales. Actores, prácticas y representacio-
nes, Córdoba y Buenos Aires, siglos xvi-xx. Córdoba: Centro de Estudios Históricos
de la Universidad Nacional de Córdoba, Centro de Estudios de Historia Americana
Colonial de la Universidad Nacional de La Plata, y conicet, 311-329.
De Castro, Inés (2019). Asilo de Expósitos y Huérfanos Dámaso A. Larrañaga: evolución
institucional (1818-1895), vías de ingreso-egreso a la casa cuna, y una mirada a la
vida cotidiana de los huérfanos y expósitos. Tesis para optar al grado de licencia-
da en Humanidades, opción Historia. Universidad de Montevideo.
De María, Isidoro (1957). Montevideo antiguo. Montevideo: Instituto Artigas, col. Clási-
cos Uruguayos, vol. xxiv, tomo ii.
Derrida, Jacques (1989). «Freud y la escena de la escritura» (traducción de Patricio Pe-
ñalver). En La escritura y la diferencia. Barcelona: Anthropos: 271-317.
Derrida, Jacques (2005). De la gramatología. México: Siglo xxi.
Diccionario Español-Latino. Por Manuel de Valbuena (1854). París: Librería de Garnier
Hermanos.
Duffau, Nicolás (2016). «Apuntes para una historia de la Policía oriental. 1826-1876».
Hemisferio Izquierdo. Disponible en https://www.hemisferioizquierdo.uy/sin-
gle-post/2016/10/07/Apuntes-para-una-historia-de-la-Polic%C3%ADa-orien-
tal-1826-1876.
Espiga, Silvana (2015). La infancia normalizada. Libros, maestros e higienistas en la es-
cuela pública uruguaya, 1885-1918. Montevideo: Antítesis.
Farge, Arlette (2008). Efusión y tormento. El relato de los cuerpos. Historia del pueblo en
el siglo xviii. Buenos Aires: Katz.
Foucault, Michel (2009). A arqueologia do saber. Rio de Janeiro: Forense Universitária.
159
.:. María Laura Osta Vázquez
Foucault, Michel (1996). La vida de los hombres infames. Buenos Aires: Acmé. Disponible
en https://historiasenconstruccion.wikispaces.com/file/view/L09+-+MF.+La+-
vida+de+los+hombres+infames.pdf.
Foucault, Michel (2006). Vigilar y castigar. Nacimiento de la prisión. Buenos Aires: Si-
glo xxi.
Frega, Ana (coord.) (2016). Uruguay. Revolución, independencia y construcción del Esta-
do. Tomo i. Montevideo: Planeta.
Freidenraij, Claudia (2020). La niñez desviada. La tutela estatal de niños pobres, huérfa-
nos y delincuentes. Buenos Aires 1890-1919. Buenos Aires: Biblos.
Fuentes Caballero, Teresa (1996). «Costumbres privadas e interés público. La lactancia
materna en la literatura médica de divulgación. Barcelona, 1880-1890». Dynamis.
Acta Hispanica ad Medicinæ Scientiarumque Historiam Illustrandam, 16: 369-397.
Gordon, Steven (1990). «Social structural effects on emotions». En T. Kemper (ed.), Re-
search agendas in the sociology of emotions. Nueva York: State University of New
York Press, pp. 145-179.
Gorlero Bacigalupi, Rubén (1978). Protección social al menor en el Uruguay (1800-1935).
Montevideo: Universidad de la República.
Gorlero Bacigalupi, Rubén. (1967) Biograf ía de Luis Morquio. Premio de la Fundación Luis
Morquio 1966. Apartado del Boletín del Instituto Interamericano del Niño, xli(1),
marzo.
Herrera y Reissig, Julio (2006). Tratado de la imbecilidad del país, por el sistema de
Herbert Spencer. Montevideo: Taurus.
Hochschild, A. (1975). «The sociology of feeling and emotion: selected possibilities». En
M. Millman y K. Moss (eds.), Another voice (pp. 280-307). Nueva York: Anchor.
Iglesias, Susana, y Héctor Erosa (2018). El abandono y su construcción punitiva. Dispo-
nible en http://www.inau.gub.uy/cenfores/biblioteca-digital/recursos-en-linea/
item/1850-el-abandono-y-su-construccion-punitiva.
Illanes Zubieta, Ximena (2013). «Historias entrecruzadas: el período de la lactancia de
niñas y niños abandonados en el mundo femenino de las nodrizas durante la pri-
mera mitad del siglo XV». Anuario de Estudios Medievales [S. l.], 43(1): 159-197,
Disponible en http://estudiosmedievales.revistas.csic.es/index.php/estudiosme-
dievales/article/view/438/446.
Jaureguy, Miguel (1946). «La Casa de Cuna y Expósitos del Hospital de Caridad (1818-
1830)». Revista Nacional, 97.
Junta Económico-Administrativa (1867). Memoria de la Comisión Extraordinaria en-
cargada de los cometidos de la Junta Económico-Administrativa desde el 31 de
marzo de 1865 hasta el 31 de diciembre de 1866. Montevideo: Imprenta Tipográ-
fica a Vapor.
160
.:. La infancia del torno
161
.:. María Laura Osta Vázquez
162
.:. La infancia del torno
163
.:. María Laura Osta Vázquez
Fondos
Archivo General de la Nación. Consejo del Niño. Departamento del Torno. 1818-1899.
Museo Histórico Nacional. Casa de Lavalleja. mhn. cms.
Biblioteca del Archivo General de la Nación. Memorias anuales y actas del Cabildo.
Sala Uruguay de la Biblioteca Nacional.
Hemeroteca de la Biblioteca Nacional.
Hemeroteca de la Biblioteca del Palacio Legislativo.
Instituto Interamericano del Niño, la Niña y Adolescentes. Montevideo.
Archivo de la Curia de Montevideo.
Archivo particular Dr. Luis Piñeyro del Campo.
Entrevistas
Entrevista al Dr. Juan Ignacio Gil. Facultad de Medicina, Instituto de Investigación His-
tórica. Julio de 2016.
164