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VII. RÉGIMEN SANCIONADOR.

El régimen administrativo, existe un cuarto nivel discursivo referido a la potestad


administrativa sancionatoria que alude a su función. Principalmente de manera
enunciativa, los autores han argumentado la existencia de particulares poderosos
y abusivos que deben ser combatidos, o bien la neutralización o disminución de
riesgos sociales, tareas que deben ser llevadas a cabo por los órganos
administrativos. Asimismo, aunque con poco desarrollo, se ha sostenido que las
sanciones aplicadas por la Administración son herramientas idóneas para proteger
el interés público y obtener el cumplimiento de los deberes administrativos por
parte de los particulares. El presupuesto para que opere la función de aplicación y
cumplimiento regulatorio mediante sanciones administrativas se encuentra en la
capacidad de adaptación al ambiente regulado. Este enfoque ha sido denominado
por la literatura especializada "regulación responsiva". La expansividad en
materias regulatorias significa que las acciones que adopta la Administración
dependen de la estructura del respectivo sector regulado, así como de sus
motivaciones para ajustarse a las reglas. De esta manera, las distintas
conformaciones y características de los administrados conducirán a regulaciones
de diversos grados y formas; ellas deberán amoldarse a la conducta de los sujetos
imperados por las normas, lo cual implica que, dependiendo de su
comportamiento, se diseñará una estrategia en términos de mayor o menor
intervención estatal. La denominada regulación responsiva no proporciona un
programa definido ni un conjunto de prescripciones acerca de cuál es la mejor
forma para regular.
El régimen civil, por el carácter público de estos bienes su tutela corresponde, por
lo general, a los poderes públicos. Pero la peculiar naturaleza del bien medio
ambiente y el riesgo de un inmediato e irreparable deterioro del mismo por causas
de acciones perturbadoras de individuos o colectivos, hace que la intervención del
Estado asuma la iniciativa de esta materia, que vele para que no se deterioren
esos bienes, sino que sancione a quienes lo vulneren, si aspira a una tutela eficaz
del entorno. En la responsabilidad administrativa ambiental, los elementos son los
comunes de la responsabilidad, por ello es fácil colegir que ellos son: el acto,
hecho u omisión atribuible al Estado, la lesión a un interés jurídicamente protegido
o un derecho subjetivo de un particular u otra persona pública, la relación de
causalidad adecuada, la concurrencia de algún factor de atribución.
El régimen penal, es considerado como tráfico de animales salvajes: Considerado
por la Interpol como el tercer tipo de negocio ilícito más importante del mundo,
después del tráfico de estupefacientes y de armas, el tráfico con animales salvajes
supone una grave amenaza a la supervivencia de la biodiversidad del planeta. En
este delito encontramos varios actores, pero uno de los más importantes sino el
más, es el consumidor, ya que sin demanda y sin los elevados precios que se
llegan a pagar por ellos en el mercado negro, este delito se extinguiría. La tala
indiscriminada Principal causa de la deforestación: La destrucción del Amazonas,
la selva más grande del mundo, se aceleró en 2013 con un aumento del 29% de la
deforestación, de acuerdo al gobierno de Brasil. La tala descontrolada para
conseguir madera para muebles o enseres, o incluso para destinar terrenos a la
agricultura, son las causas más graves de este delito ambiental. Otros territorios,
como bosques de Indonesia, desaparecen por el cultivo desmedido para producir
aceite de palma.
Los aspectos generales, en esta unidad denominada “régimen sancionador”
pudimos obtener un mayor conocimiento de las materias involucradas en el
derecho ambiental como son la administrativa que es la encargada de ver y
regular las actuaciones de los ciudadanos mediante leyes y reglamentos para su
cumplimiento, así como la materia civil que es la que se encarga de ver el cuidado
de los bienes que por medio de los daños ambientales que se pueden producir,
así como también el aspecto en el régimen penal, para poner las sanciones
adecuadas de acuerdo a los daños causados al medio ambiente
Como delitos ambientales podemos clasificar los siguientes, la mala gestión de
residuos electrónicos: cada año se producen en los llamados países desarrollados
hasta 50 millones de toneladas de residuos electrónicos (ordenadores, televisores,
teléfonos móviles, electrodomésticos...) Y se estima que hasta el 75% de todos
ellos desaparece del circuito oficial y una buena parte se exporta ilegalmente a
África, China o India. Es el caso del vertedero de Ghana, un gran basurero
electrónico proveniente de occidente. El Aleteo de tiburón o finning:100 millones
de escualos son capturados cada año mediante barcos especializados y hasta 70
millones de ellos solo para arrancarles en vivo la aleta en el barco y ser devueltos
al mar, mutilados y heridos de muerte. Esta práctica conlleva una muerte lenta y
dolorosa, y está prohibida en la UE desde 2003. Sabiendo que un kilo de aleta de
tiburón vale en el mercado asiático 600 euros, el negocio con el finning parece
más que evidente. Los Vertidos indiscriminados: empresas, industrias y
administraciones públicas son los causantes más habituales de este tipo de delito
ambiental. Generalmente, residuos fecales o residuos tóxicos de fábricas se
eliminan de forma controlada, pero no siempre es así.
Los Principios jurídicos aplicables, son principios ambientales con rango
constitucional, no se referiré al tema de la naturaleza como “sujeto de derechos”,
ni a su problemática representación. Me concretaré a destacar los más
importantes principios ambientales, que tienen rango constitucional y cuya fuerza
vinculante es incuestionable y directa para todos. Uno de ellos es el Principio de
desarrollo sustentable (Art. 395, nº1): Es obligación del Estado garantizar un
modelo sustentable de desarrollo, ambientalmente equilibrado, que asegure la
producción para la satisfacción de las necesidades, pero respetando los
ecosistemas y su regeneración natural. Se trata de conciliar ambiente y desarrollo
como conceptos vinculados.
Principio pro ambiente (Art. 395, nº 4): Como regla imperativa de interpretación y
aplicación de las normas, se establece principio de que “en caso de duda sobre el
alcance de las disposiciones legales en materia ambiental, se aplicarán en el
sentido más favorable a la protección de la naturaleza”, lo que concuerda con el
“principio pro naturaleza”, al que alude el art. 71, en relación con el art. 11, nº 5 de
la misma Constitución.

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