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LA ORACIÓN DE JESÚS.

Juan 17,1-26

MOTIVACIÓN 
En esta noche Jesús nos pide que oremos con él. Nos necesita. Quiere
compartir con nosotros su amor hasta el extremo, pero también
hacernos partícipes de su dolor y tristeza. No es noche de muchas
palabras, es más bien una noche de silencio y de adoración.  

Canto: EL SEÑOR DIOS NOS AMÓ COMO NADIE AMÓ JAMÁS. (140 de
los cancioneros)
1. JESÚS PONE SU VIDA EN LAS MANOS DEL PADRE
1. Introducción a la lectura:
La hora esperada tan ardientemente durante toda su vida ya ha llegado
para Jesús. La tiene delante y está decidido a vivirla con toda
intensidad. Pero no la vive solo. La vive abierto confiadamente al Padre,
poniendo en sus manos toda su vida. A nosotros, sus amigos, nos pide
que entremos también en su oración. El odio va a ser vencido por el
amor fiel. De su entrega crucificada va a surgir una nueva humanidad.  

Lectura: Jn 17,1-5

Reflexión:

¡Ha llegado la hora! “Padre, ¡ha llegado la hora!" Es la hora


largamente esperada. Es el momento de la glorificación que se
hará a través de la pasión, muerte y resurrección. Es el momento
de la glorificación, que se hará mediante la pasión, la muerte y la
resurrección. Al llegar al final de su misión, Jesús mira hacia
atrás y hace una revisión. En esta plegaria, él va a expresar el
sentimiento más íntimo de su corazón y el descubrimiento más
profundo de su alma: la presencia del Padre en su vida.

¡Padre, reconocerán que vengo de Ti! Al volver a ver su vida,


Jesús se ve a sí mismo como la manifestación del Padre para los
amigos que el Padre le dio. Jesús no vivió para sí. Vivió para que
todos pudiesen tener un atisbo de bondad y de amor que está
encerrado en el Nombre de Dios que es Abba, Padre.
Momento de silencio

Oración: (Todos repiten)


En tus manos de Padre 
ponemos la vida.
Nuestras esperanzas y nuestros miedos,
nuestras alegrías y fracasos,
nuestro hoy y nuestro mañana.
Te confiamos las horas difíciles y oscuras,
los momentos de paz, de lucha y de gozo.
Queremos ser en el mundo
semilla de oración y de ternura.
Vivir tu proyecto de amor fiel
con gestos de servicio gratuito.  
2. JESÚS ORA POR LA COMUNIDAD  
2. Introducción a la lectura:
Jesús reza por los discípulos que van a vivir el proyecto nuevo del reino
en medio de un mundo hostil y contrario a su mensaje de luz y de vida.
Jesús pide al Padre que les comunique el Espíritu de la verdad para que
su testimonio de vida y alegría ilumine y contagie a cuantos quieran
seguir sus huellas. A nosotros sus amigos nos abren su intimidad y nos
dice que nos lleva en su corazón, y quiere que habitemos el hogar de la
comunión donde él vive con el Padre y el Espíritu.  

Lectura: Jn 17, 6-19

Reflexión:

En este Evangelio de Juan, Jesús está tratando de resumir de


qué se trata su vida y su misión. Habla extensamente del lazo
entre él y su Padre, y es desde este lazo de amor que Él es
enviado.

Jesús nos dice que nosotros también somos “enviados” para


continuar su misión. La Amistad con Jesús consiste en estar con
él y en ser enviado en su nombre. Como sus seguidores, nuestra
misión es estar en el centro y en la profundidad del mundo.
Quiere que su amor y su mensaje estén insertos en el centro del
mundo, de la ciudad, de la vecindad. Al seguirlo en la misión y
amor, nosotros mismos nos santificamos.
¿Cómo experimento este “ser enviado”?

Momento de silencio

Canto: SI YO NO TENGO AMOR (151 de los cancioneros)


Oración:
Señor Jesús,
tu amor nos ha convocado esta noche.
Derrama sobre nosotros
el Espíritu de la Verdad
para que nos enseñe
a vivir la comunión
y  para ser testigos de la vida
en el mundo.
Que tu amor esté siempre
en nuestro corazón
para contagiar a todos la alegría
de sabernos hermanos.  

3. Introducción de la lectura:
Jesús confía en el Padre y en el Espíritu; está seguro de que su obra
continuará; siempre habrá hombres y mujeres que respondan a la
llamada de la vida. Jesús desea que todos/as gocemos viviendo en su
amistad y siguiendo sus huellas de amor que se hace servicio. Que ellos
también sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me has
enviado.  

Lectura: Jn17, 20-23

Reflexión:

Jesús dice: “Para que el mundo crea que tú me enviaste”. Con


estas palabras Jesús alarga el horizonte y reza al Padre: “No
ruego sólo por éstos, sino también por aquellos que, por medio
de su palabra, creerán en mí, para que todos sean uno. Como tú,
Padre, en mí y yo en ti, que ellos también sean uno en nosotros,
para que el mundo crea que tú me has enviado”. Aquí aflora la
gran preocupación de Jesús por la unión que debe existir en las
comunidades. Unidad no significa uniformidad, sino permanecer
en el amor, a pesar de todas las tensiones y de todos los
conflictos. El amor que unifica al punto de crear entre todos una
profunda unidad, como aquella que existe entre Jesús y el Padre.
La unidad en el amor revelada en la Trinidad es el modelo para
las comunidades. Por esto, a través del amor entre las personas,
las comunidades revelan al mundo el mensaje más profundo de
Jesús.

Momento de silencio 
Se reza un Padre nuestro

Oración: (Todos Repiten)


Padre, Dios,
en esta noche de la última Cena,
nos quedamos asombrados
ante la fidelidad de Jesús a tu Plan de salvación,
y ante su entrega incondicional a la humanidad.
En esta noche de la última Cena,
Padre de Jesucristo,
ésta es nuestra plegaria:
Envíanos tu Espíritu
para seguir el proyecto de Jesús.
Que su amor: nos haga gratuitos
Que su valentía: nos llene de fortaleza.
Que su decisión: alumbre nuestra fe.
Que su vida entregada: nos mueva a la ternura.
Queremos entregar nuestra vida a ti, Padre bueno.
Ser testigos creíbles de que el amor es más fuerte.   

4. Introducción a la lectura:
En la cruz, Jesús nos revela el amor incondicional y gratuito del Padre.
Su costado abierto es signo del derroche de su amor a la humanidad. El
fruto de su muerte es el Espíritu, que inunda la vida de la Iglesia y nos
envía a ser testigos de su amor en el mundo.  
Lectura: Jn17, 24-26

Reflexión:

Jesús dijo: “Que el amor con que tú me amaste esté en ellos”.


Jesús no quiere quedar solo. Dice: “Padre, los que tú me has
dado, quiero que donde yo esté estén también conmigo, para que
contemplen mi gloria, la que me has dado, porque me has amado
antes de la creación del mundo”
La dicha de Jesús es que todos nosotros estemos con él. Quiere
que sus discípulos tengan la misma experiencia que él tuvo del
Padre. Quiere que conozcan al Padre como él lo conoció. En la
Biblia, la palabra conocer no se reduce a un conocimiento
teórico-racional, sino que implica experimentar la presencia de
Dios en la convivencia de amor con las personas en la
comunidad.

¡Que sean uno como nosotros! (Unidad y Trinidad en el evangelio


de Juan) El evangelio de Juan nos ayuda mucho en la
comprensión del misterio de la Trinidad, la comunión entre las
personas divinas: el Padre, el Hijo y el Espíritu. De los cuatro
evangelios, Juan es el que acentúa la profunda unidad entre el
Padre y el Hijo. Por el texto del Evangelio sabemos que la misión
del Hijo es la suprema manifestación del amor del Padre. Y es
justamente esta unidad entre el Padre y el Hijo la que hace
proclamar a Jesús: “Yo y el Padre somos uno solo“. Entre él y el
Padre existe una unidad tan intensa que quien ve el rostro del
uno, ve también el rostro del otro. Cumpliendo esta misión de
unidad recibida del Padre, Jesús revela al Espíritu. El Espíritu de
la Verdad viene del Padre. El Hijo pide, y el Padre envía el
Espíritu a cada uno de nosotros para que permanezca en
nosotros, dándonos ánimo y fuerza. El Espíritu nos viene del Hijo
también. Así, el Espíritu de la Verdad, que camina con nosotros,
es la comunicación de la profunda unidad que existe entre el
Padre y el Hijo. El Espíritu no puede comunicar otra verdad que
no sea la Verdad del Hijo. Todo lo que se relaciona con el
misterio del Hijo, el Espíritu lo da a conocer. Esta experiencia de
la unidad en Dios fue muy fuerte en las comunidades del
Discípulo Amado. El amor que une a las personas divinas Padre e
Hijo y Espíritu nos permite experimentar a Dios a través de la
unión con las personas en una comunidad de amor. Así, también,
era la propuesta de la comunidad, donde el amor debería ser la
señal de la presencia de Dios en medio de la comunidad. Y este
amor construyó la unidad dentro de la comunidad. Ellos miraban
la unidad en Dios para poder entender la unidad entre ellos.

Momento de silencio

Aclamamos y alabamos a Dios que nos ama en Jesucristo

 Te glorificamos, Padre, por el amor que nos regalas en tu Hijo,


Jesucristo.
 Te alabamos, Dios de Amor, por tu ternura entrañable.
 Te glorificamos, Señor de la historia, por la vida que brota de tu amor
en la cruz.
 Te alabamos, Cristo, por el pan partido y repartido de tu cuerpo
hecho Eucaristía.
 Te bendecimos, Dios de la vida, por hacernos hijos y hermanos.  

Canto. EL SEÑOR ELIGIÓ A SUS DISCIPULOS (163 de los cancioneros)

Oración: (Todos Repiten)


Padre bueno,  
que manifiestas tu ternura 
a todos tus hijos/as.
Enséñanos a acoger a todos
los que están en las orillas de la vida,
y a dejarnos evangelizar por ellos.
Envíanos a anunciar la buena noticia del Reino.
Llévanos donde los hombres y mujeres
necesiten la esperanza, la alegría,
la ternura, el consuelo.
Despierta nuestra creatividad
para inventar gestos solidarios,
y sentarnos todos en la mesa de la fraternidad
que tú nos has preparado.  

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