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Karl Marx

Extraído de la segunda edición del manual editado por la UNLZ el año 2002

Alejandro Salamon

Para abordar la temática de la producción teórica de Karl Marx, lo primero que tenemos
que poner en consideración es la centralidad que posee, en este cuerpo teórico, el concepto
de Producción de la vida material.
[...] Podemos distinguir al hombre de los animales por la conciencia, por la
religión o por lo que se quiera. Pero el hombre mismo se diferencia de los animales a
partir del momento en que comienza & producir sus medios de vida [...] (La ideología
alemana p. 19).
Pero los seres humanos nunca producen simplemente como individuos, sino que
siempre lo hacen como miembros de una determinada forma de sociedad. Por lo tanto, no
hay ningún tipo de sociedad que no se funde en un determinado conjunto de relaciones de
producción.
[...] En la producción, los hombres no actúan solamente sobre la naturaleza, sino
que actúan también los unos sobre los otros. No pueden producir sin asociarse de un cierto
modo, para actuar en común y establecer un intercambio de actividades. Para producir,
los hombres contraen determinados vínculos y relaciones, y a través de estos vínculos y
relaciones sociales, y sólo a través de ellos, es como se relacionan con la naturaleza y
como se efectúa la producción... (“Trabajo asalariado y capital”, Obras escogidas, vol. 1, p.
82).
Esta producción de la vida material es una producción social históricamente
determinada. Es social porque se establece desde el punto de vista de la relación entre los
individuos, y en el sentido de- la cooperación necesaria para producir; es siempre un
organismo social el que produce. Y es histórica porque existe un sustrato natural, fundante,
y de algún modo podríamos llamarlo “universal”, que es la necesidad de los hombres de
satisfacer sus necesidades básicas.
[...] la satisfacción de esta primera necesidad, la acción de satisfacerla y la
adquisición del instrumento necesario para ello conduce a nuevas necesidades, y esta
creación de necesidades nuevas constituyen el primer hecho histórico [...J (ibíd., p. 28).
Y en este proceso histórico los hombres entran en relaciones sociales condicionadas
por el lugar que ocupan en el proceso de producción de bienes materiales, porque para
Marx la sociedad no consiste en la suma de individualidades, sino que se expresa en tanto
relación social independiente de su voluntad.
[...] La sociedad no consiste en individuos, sino que expresa la suma de relaciones y
condiciones en las que esos individuos se encuentran recíprocamente situados. Como si
alguien quisiera decir: desde el punto de vista de la sociedad no existen esclavos y
ciudadanos: éstos y aquéllos son hombres. Más bien lo son fuera de la sociedad. Ser
esclavo y ser ciudadano constituye determinaciones sociales, relaciones entre los hombres
A y B. El hombre A, en cuanto tal, no es esclavo. Lo es en y a causa de la sociedad [...]
(Elementos fundamentales para la crítica de la economía política, pp. 204-205).
De esta manera, Marx entiende que los individuos se constituyen a razón de sus
medios, es decir, que la conciencia individual se estructura a partir de lo social, de la
existencia social de este individuo; es así como el ser social va a determinar la conciencia
individual, que va a estar condicionada por la forma de producción material que le
corresponde a una determinada fase del desarrollo histórico.
[...] en la producción social de su existencia, los hombres contraen determinadas
relaciones necesarias e independientes de su voluntad, relaciones de producción que
corresponden a una determinada fase de desarrollo de sus fuerzas productivas materiales.
El conjunto de estas relaciones de producción forma la estructura económica de la
sociedad, la base real sobre la que se eleva un edificio jurídico y político y al que le
corresponde determinada forma de conciencia social. El modo de producción de la vida
material determina el proceso de la vida social, política y espiritual en general. No es la
conciencia del hombre la que determina su ser, sino, por el contrario, el ser social es lo
que determina su conciencia [...] (Contribución a la crítica, de la economía política,
Prólogo).
Es así como el modo de producción, o la forma en que se organiza una sociedad en
un momento histórico determinado para producir los bienes necesarios, describe no sólo la
manera, la forma en que se producen los bienes materiales sino la forma de organización de
la totalidad social, en tanto estructura jurídica y política. Toda forma de producción
engendra sus propias instituciones jurídicas y su propia forma de gobierno. Y lo que
distingue a las épocas económicas unas de las otras no es lo que se produce sino el cómo se
produce, con qué instrumentos de trabajo se hace.
[...] Tal y como los individuos manifiestan su vida, así son. Lo que son coincide, por
consiguiente, con su producción, tanto con lo que produce corno con el modo cómo
producen. Lo que los individuos depende, por lo tanto, de las condiciones materiales de su
producción [...J (La ideología alemana, p. 19).
Para el análisis de cada sociedad se debe partir entonces del análisis de la
producción, considerando el proceso de trabajo, es decir, la transformación de la naturaleza
que el hombre realiza para convertirla en algo útil que satisfaga una necesidad determinada.
Pero ese proceso de trabajo se manifiesta con forma histórica concreta, en una
relación de producción. Pues, a partir de ese primer ‘’hecho histórico” de la constitución de
nuevas necesidades, con la multiplicación de la población y la constitución de relaciones de
intercambio aparecen, en la historia, diferentes sistemas productivos y, a través de ésta, el
grado hasta el cual se ha desarrollado la división del trabajo.
Esta división del trabajo trae aparejada la formación de diferentes sectores sociales y
a su vez determina la relación de los individuos entre sí.
[...] la división del trabajo sólo se convierte en verdadera división a partir del
momento en que se separan el trabajo físico y el intelectual [...] con la división del trabajo
se da la posibilidad, más aún, la realidad de que las actividades espirituales y materiales,
el disfrute y el trabajo, la producción y el consumo, se asignen a diferentes individuos [...]
(ibíd., p. 33).
Y es así como esta división del trabajo se va a extender al campo de la distribución,
como distribución desigual tanto cualitativa como cuantitativa del trabajo y sus productos;
es decir, la propiedad. Estos dos términos son idénticos, división de trabajo y propiedad
están íntimamente relacionados, ya que uno es producto del otro. Por lo tanto, cada etapa
histórica de la división del trabajo corresponde a una etapa particular de la forma que
adquiere la propiedad.
[...] cada etapa de la división del trabajo determina también las relaciones de los
individuos entre sí, en lo referente al material, el instrumento y el producto del trabajo [...]
(ibíd., p. 21).
Marx distingue cuatro formas de propiedad, formas históricas de producción y de
división del trabajo:
La primera de ellas es la propiedad tribal (o modo de producción tribal), en donde la
producción es incipiente y la división del trabajo se encuentra en los primeros pasos de su
desarrollo. La organización social se reduce a la ampliación de los lazos familiares al resto
de la organización social.
La segunda forma de propiedad está representada por la antigua propiedad comunal
y estatal (modo de producción esclavista), que es el resultado de la unión de diferentes
tribus para la formación de una ciudad. Es aquí donde se empieza a desarrollar la propiedad
privada mobiliaria y más tarde la inmobiliaria. La producción de los bienes materiales está
basada en los esclavos. La división del trabajo está aquí más desarrollada, en primer
término entre la ciudad y el campo, y luego dentro de la misma ciudad, entre el .trabajo
industrial y el comercial.
La tercera forma de propiedad es la propiedad feudal o por estamentos (modo de
producción feudal); este modo de producción tiene como base de producción el campo, y
aparece en la Edad Media luego de la caída del Imperio Romano de Occidente. Es la
rearticulación de elementos dispersos de las formas productivas anteriores, condicionadas
por las conquistas de los bárbaros y la destrucción de gran parte de las fuerzas productivas
de la propiedad comunal. También influyeron en su constitución la estructura del ejército
germánico. Esta propiedad también se basa en la idea de comunidad (al igual que el modo
de producción tribal), pero no en la existencia de esclavos, sino en pequeños campesinos
siervos de la gleba. Junto a esta forma de propiedad de baso territorial se desarrolló, en las
ciudades, otra forma de propiedad con base corporativa, fundada en el trabajo de los
artesanos asociados en gremios, reproduciendo en éstos la misma estructura jerárquica
semejante a la que imperaba en el campo.
[...] la forma fundamental de la propiedad era la propiedad territorial con el
trabajo de los siervos a ella vinculados, de una parte, y, de otra, el trabajo propio con un
pequeño capital que dominaba el trabajo de los oficiales de los gremios [...] (ibíd., p. 24).
El desarrollo de la división del trabajo entre los distintos gremios en las ciudades; el
aumento de la población, debido á la emigración hacia la ciudad de grandes masas de
individuos en busca de mejores condiciones de vida; la consecuente aparición de
trabajadores libres en doble sentido; la separación de la producción y el cambio; la escisión
entre productor y medios de producción; la extensión del comercio por medio de
mercaderes a otras ciudades y el avance de las comunicaciones; la evolución de las colonias
con su consecuente aumento de la navegación y la competencia entre las naciones, llegaron
a tal punto de desarrollo, que sirvió de sustrato para la cuarta forma de propiedad (modo de
producción capitalista). En donde se constituye, a través de la propiedad privada de los
medios de producción, una clase, la burguesía.
Este tipo de propiedad se ve condicionado por la gran industria y la competencia
universal; desarrollándose el capital como relación, la propiedad privada pura queda
despojada de todo carácter comunitario y se elimina todo tipo de influencia del Estado
sobre el desarrollo de la propiedad. Estas relaciones, que se establecen a partir del proceso
de producción, aparecen en la historia como resultantes de luchas internas de los sistemas
productivos anteriores (esclavismo, feudalismo) y del desarrollo propio de los medios de
producción.
[...] La sociedad burguesa es la más compleja y desarrollada organización
histórica de la producción. Las categorías que expresan sus condiciones y la comprensión
de su organización permiten al mismo tiempo comprender la organización y las relaciones
de producción de todas las formas de sociedad pasada [....] (Elementos fundamentales
para la crítica de la economía política p. 26).
Estos modos de producción son el resultante de la articulación de los medios de
producción, y el desarrollo de las fuerzas productivas, con las relaciones sociales de
producción que se establecen a partir de este proceso.
Cuando Marx habla de fuerzas productivas se refiere a los medios de producción
(instrumentos de trabajo y de producción, conocimientos tecnológicos productivos y
materias primas) y a la fuerza de trabajo (condiciones físicas y espirituales de la población).
Y, por otra parte, las relaciones sociales de producción son aquellas bajo las cuales
producen materialmente los individuos, cuya expresión jurídica son las relaciones de
propiedad, es decir: tribal, comunal y estatal, feudal o por estamentos o capitalista.
Es importante tener en cuenta que estos dos elementos —fuerzas productivas y
relaciones sociales de producción— aparecen como diferenciados pero formando una
unidad, pues están concebidos como diferentes en el sentido dialéctico, es decir, diferentes
en el seno de la unidad, en la unidad del modo de producción.
[...] los medios de trabajo no sólo son escalas graduales que señalan el desarrollo
alcanzado por la fuerza de trabajo humana, sino también indicadores de las relaciones
sociales bajo las cuales se efectúa ese trabajo [...] (EL Capital, tomo I, p. 218).
En la concepción de Marx, el desarrollo de las fuerzas productivas es lo que permite
explicar los cambios en la estructura de las sociedades, es decir, el pasaje de un modo de
producción a otro. Estas transformaciones, épocas de revolución social, se producen como
consecuencia de la contradicción que, en determinados momentos históricos, se plantea
entre las fuerzas productivas y las relaciones de producción vigente, que se convierten en
obstáculo para el desarrollo de las fuerzas productivas.
[...] Al llegar a una determinada fase de desarrollo, las fuerzas productivas
materiales de la sociedad chocan con las relaciones de producción existente, o, lo que no
es más que la expresión jurídica de esto, con las relaciones de propiedad dentro de las
cuales se han desenvuelto hasta allí. De formas de desarrollo de fuerzas productivas, estas
relaciones se convierten en trabas suyas. Se abre así una época de revolución social. Al
cambiar la base económica se revoluciona, más o menos rápidamente, todo el inmenso
edificio erigido sobre ella [...] (Contribución a la crítica de la economía política, Prólogo).
En resumen, podríamos decir que toda producción social esta históricamente
determinada en una sociedad concreta; lo que hay que observar es la forma en que se
produce, las relaciones que establecen los hombres para producir y el modo en que
participan de la apropiación de lo producido.
Cuando hablamos de relaciones sociales de producción no estamos hablando de
relaciones humanas entre hombres, sino de relaciones entre agentes que intervienen en la
producción de los bienes materiales. Hombres que tienen una función bien determinada en
la producción de estos bienes. Según la forma en que éstos se vinculan a los medios de
producción, se constituye una relación entre los hombres y los objetos (propietarios - no
propietarios).
Es así como nos adentramos en la consideración de cómo los individuos se ubican
en torno a la relación con estos objetos (medios de producción), con la propiedad y con las
formas de apropiación del excedente socialmente producido. Es decir, entra en
consideración la cuestión de las clases sociales, definidas como grandes grupos de hombres
que se diferencian entre sí por el lugar que ocupan en un sistema de producción
históricamente determinado, por las relaciones en que se encuentran frente a los medios de
producción, por su papel en la organización del trabajo y, por lo tanto, en el modo y
proporción en que perciben la riqueza generada.
Una clase puede apropiarse del trabajo de otra, por ocupar un lugar diferente en un
determinado modo de producción. Por lo tanto, son grupos antagónicos, en donde uno se
apropia del trabajo de otro a causa del lugar que ocupa en la estructura económica del modo
de producción, lugar determinado fundamentalmente por la forma como se relaciona con
los medios de producción. Esto es, por la propiedad o no de los medios de producción, que
son las condiciones materiales indispensables para el proceso productivo.
Pero hay que tener muy en cuenta que, para Marx, el concepto de clase social se
estructura, no como posiciones o situaciones de clase, sino fundamentalmente como
relación. Los antagonismos de clase no son antagonismos individuales, relativos a los
sujetos, sino diferencias que sólo existen desde el punto de vista de la sociedad.
Esto permite definir las clases como relación social y la estructura de clases, no
como conjunto diferenciado de posiciones que ocupan los individuos, sino como la suma de
las relaciones y condiciones en las que esos individuos se encuentran recíprocamente
situados.
El término de clase social, por lo tanto, no aparece corno elemento aislado, sino
como un nexo entre relaciones que la determinan. Pero este concepto quedaría vacío de
contenido si no es tornado en cuenta como una totalidad articulada que le da sentido.
[...] Parece justo comenzar por lo real y lo concreto, por el supuesto efectivo; así,
por ejemplo, en la economía, por la población que es la base y el sujeto del acto social de
la producción en su conjunto. Sin embargo, si se examina con mayor atención, esto se
revela como falso. La población es una abstracción si dejo de lado, por ejemplo, las clases
sociales de que se compone. Estas clases son, a su vez, una palabra vacía si desconozco los
elementos sobre los cuales reposan, por ejemplo, el trabajo asalariado, el capital, etc.
Estos últimos suponen el cambio, la, división del trabajo, los precios, etc. [...] (Elementos
fundamentales para la crítica de la economía política. p. 21).
Habitualmente, Marx define el concepto de clase social sólo al referirse a la
sociedad burguesa, es decir, a las relaciones típicas de la sociedad capitalista. Y las
distingue, principalmente, con los estamentos de la sociedad feudal, o con las relaciones de
dependencia personales típicas de las sociedades precapitalistas. Pues, éstas aparecen como
“...una limitación personal del individuo por parte de otro...” y las relaciones de clase del
capitalismo aparecen como “...una limitación material del individuo, resultante de
relaciones que son independientes de él y se apoyan en sí mismas...” [borrador] (Elementos
fundamentales para la crítica de la economía política).
Estas relaciones de clase, en el interior del proceso de producción capitalista,
adquieren condiciones únicas, en donde se manifiestan como relaciones recíprocas y
contrapuestas; es así como una constituye la negación de la otra.
Pero a su vez se reproducen en conjunto en el proceso mismo de trabajo. Sólo en el
modo producción capitalista el trabajador libre (en su doble sentido) puede disponer de la
capacidad de trabajo como su propiedad.
Es así como Marx analiza el proceso de producción capitalista, desagregando sus
componentes’ fundamentales, constituyendo dos procesos contrapuestos:
1) El trabajador intercambia su mercancía —el trabajo, el valor de uso que como
mercancía también tiene un precio, como todas las demás mercancías— por determinada
suma de valores de cambio, determinada suma de dinero, que el capital le cede.
2) El capitalista recibe en cambio el trabajo mismo, el trabajo como actividad
creadora de valores; es decir, recibe en cambio la fuerza productiva que mantiene y
reproduce al capital y que, con ello, se transforma en fuerza productora y reproductora del
capital, en una fuerza perteneciente al propio capital (Elementos fundamentales para la
crítica de la economía política [borrador], p. 215).
En el punto 1 aparece el intercambio en forma sencilla, en donde, el trabajador
entrega trabajo y recibe un salario; en el punto 2 el intercambio no es tan lineal, porque el
capitalista entrega salarios (valores de cambio) por el uso del trabajo (por su valor de uso)
sólo a fin de convertir este valor de uso en valor de cambio adicional.
En el párrafo anterior hemos nombrado, además de los antagonismos de clase, dos
elementos básicos para entender la forma en que se hace fáctica la explotación de una clase
sobre otra en el modo de producción capitalista. Esto es el concepto de valor de uso y el de
valor de cambio. Es decir, el doble carácter de las mercancías. Pues, fundamentalmente, el
capitalismo es un modo de producción que tiene como base la producción y el intercambio
de mercancías, y es en el interior de éstas donde Marx encuentra el centro del antagonismo.
Pues, en primera instancia, toda mercancía tiene este doble carácter, según su cualidad y
según su cantidad. La utilidad de una cosa hace de ella un valor de uso.
[...] El valor de uso se efectiviza únicamente en el uso o en consumo. Los valores de
uso constituyen el contenido material de la riqueza [...] (El Capital, tomo I, vol. I, p. 44).
Y, a su vez, un valor de cambio, en donde se refiere al valor que tiene un producto
cuando se ofrece en intercambio por otros productos.
[...] El valor de cambio se presenta como relación cuantitativa, proporción en que
se intercambian valores de uso de una clase por valores de uso de otra clase (ibid., p. 45).
Un objeto puede tener valor de uso tanto si es una mercancía como si no; en cambio,
ningún producto puede ser mercancía si no es a la vez un objeto útil. Es decir que el valor
de cambio presupone una relación económica determinada, y es inseparable de un mercado
donde se intercambian los artículos; sólo significa algo en relación con mercancías.
Ahora bien, ¿cómo se constituye el valor de una mercancía?, ¿qué elemento en el
interior de una mercancía origina que tenga un valor diferente de otra?, ¿por mayor calidad
y duración de las cosas?, ¿por su utilidad? ¿Acaso por medio de la oferta y la demanda se
fija su valor en el mercado? ¿O está determinado por los costos de producción?
He aquí el concepto central de la teoría del valor-trabajo de Marx, en donde
cualquier objeto, sea o no mercancía, sólo puede tener valor en la medida en que se ha
desempeñado cierta fuerza de trabajo humano para producirlo.
Pero el valor de cambio no puede deducirse del valor de uso. Puesto que, por
ejemplo, una cantidad de trigo representa una cantidad de hierro determinada, pero si
podemos relacionar estos dos productos es porque ambos elementos son iguales a un tercer
elemento, es decir, que utilizamos una medida común entre ambos. Esta medida en común
no tiene que ver con las cualidades físicas ni del trigo ni del hierro.
[...] Ese algo en común no puede ser una propiedad natural de las mercancías [...]
es precisamente la abstracción de sus valores de uso lo que caracteriza la relación de
intercambio entre las mercancías [...] (ibíd., p. 46).
Es así como un valor de uso vale exactamente lo mismo que otro; porque en cuanto
a este valor las mercancías sólo son diferentes por su cualidad.
[...] si ponemos a un lado el valor de uso del cuerpo de las mercancías, únicamente
les restará una propiedad: la de ser productos del trabajo [...] (ibíd p. 46).
Hay muchas diferencias entre los distintos tipos de trabajo (cultivar trigo o producir
metales); entonces, del mismo modo que el valor de uso es una abstracción de las
características físicas de las mercancías, el valor de cambio es una abstracción del trabajo
humano; como plantea Marx, “trabajo general abstracto”. Entonces el trabajo abstracto es
la base del valor de cambio, mientras que el trabajo útil es la base del valor de uso. Estos
dos aspectos de la mercancía no son más que los aspectos de la misma fuerza de trabajo;
por un lado, como fuerza de trabajo., como desgaste de energía física del organismo y, por
el otro, como tipo determinado de trabajo, es decir, como un conjunto específico de
operaciones en que se canaliza esta energía, como algo propio de la producción de
mercancías para un uso concreto.
[...] Todo trabajo es, por un lado, gasto de fuerza humana de trabajo en un sentido
fisiológico, y es en esta condición de trabajo humano igual, o de trabajo abstractamente
humano, como constituye el valor de la mercancía. Todo trabajo, por otra parte, es gasto
de fuerza humana de trabajo en forma particular y orientada a un fin, y en esta condición
de trabajo útil concreto produce valores de uso [...] (ibid., p. 57).
El trabajo abstracto es una categoría histórica, puesto que solamente es aplicable a la
producción de mercancías. Ahora bien, si el valor de una mercancía está determinado por la
cantidad de trabajo que ha sido incorporado a ella, esto no quiere decir que es el valor del
trabajo individual incorporado, sino la cantidad de trabajo que la sociedad entera gasta en
producir determinado producto.
[...] Es sólo la cantidad de trabajo socialmente necesario, pues, o el tiempo de
trabajo socialmente necesario para la producción de un valor de uso, lo que determina su
magnitud cíe valor [...] (ibíd., p. 48).
Este tiempo de trabajo socialmente necesario es el que se requiere para producir una
mercancía en condiciones normales de producción y con “el grado medio de destreza e
intensidad de trabajo” imperantes en una especialidad concreta en una determinado
momento. Según Marx, este tiempo socialmente necesario es muy fácil de medir por
estudios empíricos. Por lo tanto, el valor de una mercancía se mantendría constante si fuera
constante el tiempo de trabajo requerido para producirla. Pero esto puede variar al cambiar
las fuerzas productivas, es decir, un adelanto tecnológico que reduzca el tiempo
socialmente necesario para producirla.
Ahora bien, el trabajo genera mercancías; la circulación de éstas es el punto de
partida del capital. El capital aparece por primera vez como dinero; el dinero en cuanto
dinero y el dinero en cuanto capital sólo se distinguen, en un principio, por su distinta
forma de circulación. Es decir, en una sociedad donde las empresas pertenecen a
capitalistas individuales que son propietarios de sus empresas y las organizan de acuerdo
con sus intereses, sólo se relacionan las diferentes partes en el intercambio (circulación) de
los productos en el mercado. Pero el intercambio no es exclusivamente capitalista; puede
haber intercambio entre productores directos.
En líneas generales, podemos resumir como formas de circulación: 1) la forma
directa de circulación mercantil (economía mercantil simple), en donde el productor de la
mercancía es al mismo tiempo productor y dueño, y puede disponer de ella. El productor
independiente logra obtener por medio de la venta de su mercancía el dinero suficiente para
comprar otras mercancías que necesita para satisfacer sus necesidades y que él no produce.
Produce el ciclo M-D-M (Mercancía-Dinero-Mercancía). Es decir, convierte una mercancía
en dinero y reconvierte éste en una nueva mercancía, vender para comprar. Y
paralelamente a ésta nos encontramos con; 2) la forma de circulación capitalista (economía
capitalista), en donde el productor directo no es dueño de los medios de producción. El
capitalista quiere vender los productos para procurarse más dinero que el que gastó en
producir una mercancía; el intercambio no tiene sentido si no le aporta más dinero. Produce
el ciclo D-M-D’ (Dinero-Mercancía-Dinero). Es decir, convierte el dinero en mercancías y
lo reconvierte en más dinero, comprar para vender, Según Marx, el dinero que en su
movimiento se ajusta a este último tipo de circulación, se transforma en capital, “deviene en
capital y es ya, conforme a su determinación, capital”.
[...] El ciclo M-D-M parte de un extremo constituido por una mercancía y concluye
en el extremo configurado por otra, la cual egresa de la circulación y cae en la órbita del
consumo. Por ende, el consumo, la satisfacción de necesidades o, en una palabra, el valor
de uso, es su objetivo final. El ciclo D-M-D, en cambio, parte del extremo constituido por
el dinero y retorna finalmente a ese mismo extremo. Su motivo impulsor y su objetivo
determinante es, por tanto, el valor de cambio mismo [...] (ibíd., p. 183).
Ahora bien, como vimos anteriormente en el ciclo de capital, el capitalista “tiene
necesariamente que comprar la mercancía por lo que vale y venderla por su valor, y, sin
embargo, sacar al final del proceso más valor del que invirtió”. Cómo se logra este
mecanismo: sencillamente si encontramos una mercancía que el-capitalista pueda comprar
en el mercado y que, a través de su uso produzca valor. Y como vimos anteriormente, el
origen último del valor es el trabajo humano: ¿la fuerza de trabajo es la única mercancía,
capaz de generar valor.
Pero fuerza de trabajo no es una mercancía (valor de uso + valor de cambio) en
cualquier sociedad, no lo es en el modo de producción esclavista ni en el feudal, puesto que
existen condiciones necesarias para que ésta surja como tal. Este hecho central es la doble
libertad de los obreros para vender su fuerza de trabajo en el mercado.
[...] libre en el doble sentido de que por una parte dispone, en cuanto hombre libre,
de su fuerza de trabajo en cuanto mercancía suya, y de que, por otra parte, carece de otras
mercancías para vender, está exento y desprovisto, desembarazado de todas las cosas
necesarias para la puesta en actividad de su fuerza de trabajo [...] (ibíd., p. 205).
Todo esto significa que la fuerza de trabajo también es una mercancía que se
compra y se vende en el mercado, y si el valor de una mercancía depende del tiempo
socialmente necesario para producirla, ¿cómo se calcula el valor de la “mercancía trabajo”?
Esto es, el obrero consume energía en el proceso de trabajo que debe reconstituir; a su vez,
también deberá consumir cierta cantidad de bienes de consumo (comida, abrigo, etc.).
Además, es necesario asegurar la multiplicación natural de los obreros; el trabajador debe
tener medios para mantener a su familia y, por lo tanto, esto debe tomarse en cuenta cuando
se calcula el valor de la fuerza de trabajo. Es decir, el valor de la fuerza de trabajo del
obrero es el tiempo de trabajo socialmente necesario para producir lo que necesita para
vivir. Entonces, el valor de la fuerza de trabajo como mercancía es igual al valor de todo lo
necesario para producirla y reproducirla en una sociedad determinada (o sea, para que al
otro día el trabajador pueda volver al trabajo, y pueda, además, tener hijos que reemplacen
el desgaste natural de la fuerza de trabajo en el futuro).
[...] el límite mínimo del valor de la fuerza de trabajo lo constituye el valor de la
masa de mercancías sin cuyo aprovisionamiento diario el portador de la fuerza de trabajo,
el hombre, no puede renovar su proceso vital; esto es, el valor de los medios de
subsistencia físicamente indispensables [...] (ibíd., p. 210).
Ahora bien, ¿cómo se materializa la ganancia del capitalista? Esto es porque en la
producción industrial el trabajador produce en un día de trabajo mucho más de lo necesario
para cubrir el coste de su subsistencia. Es decir, para producir lo que corresponde al valor
del mismo trabajador se necesita sólo una parte del día de trabajo; la otra parte del día de
trabajo (su producto) es apropiada por el capitalista. A modo de ejemplo, si el día de trabajo
es de diez horas y el trabajador produce para su subsistencia en la mitad de ese tiempo, las
cinco horas restantes son producción excedente de la que puede apropiarse el capitalista, es
decir, trabajo no pagado. A este trabajo no pagado, Marx lo llama plusvalía.
Marx denomina “cuota de plusvalía” o “cuota de explotación” a la proporción entre
el trabajo necesario y el trabajo excedente. La plusvalía es la fuente de la ganancia, pero es
la forma visible y superficial de ésta. Porque la cantidad de dinero que el capitalista tiene
que gastar en salarios es sólo una parte del gasto en el proceso productivo, pues también en
él participan materias primas, maquinarias, edificios y otros elementos necesarios para el
proceso productivo. Al capital invertido en estos elementos, Marx lo llama Capital
Constante, mientras que al gasto invertido en fuerza de trabajo lo denomina Capital
Variable. El Capital Constante transfiere valor a una mercancía pero no crea valor en sí, lo
transfiere en la medida en que es puesto en marcha por la acción del trabajo humano. Y el
Capital Variable crea valor, hace variar el valor de una mercancía determinada. En
contraste con la cuota de plusvalía, que es la relación con el capital variable, la cuota de
ganancia debe calcularse haciendo referencia tanto al capital variable como al capital
constante. La proporción entre capital constante y capital variable constituye lo que Marx
denomina “Composición Orgánica del Capital”. Dado que la cuota de ganancia es inferior a
la cuota de plusvalía, depende de esta composición orgánica, puesto que la cuota de
ganancia es mayor, cuanto menor sea el capital invertido en capital constante respecto al
capital variable.
Es así como Marx va a ir definiendo cómo la forma de explotación está íntimamente
relacionada con e] trabajo humano, es decir, explotación de los hombres, como clase, sobre
otros. Pues se establecen como intereses contradictorios en donde las diferentes clases
participan, de distinta manera, en el proceso de producción, en relación con la propiedad y
el control de los medios de producción y en la forma de expropiación del excedente
producido; en donde las clases sociales son el eje en el que giran las relaciones de
producción y de las cuales depende la organización política de la sociedad. Para Marx, la
organización política y el poder económico están íntimamente ligados, pues la forma de
gestión política se basa en el modo de producción. El poder político de un grupo o de una
clase descansa siempre en una función económica (Prólogo). Y la lucha de clases, según
Marx, es una lucha política.
[...] toda clase que aspira a implantar su dominación tiene que empezar
conquistando el poder político para poder presentar su interés como interés general [...]
(La ideología alemana, p. 43).
Y esta lucha política se da porque el poder político es, según Marx, la expresión
oficial del antagonismo de clases dentro de la sociedad civil. El antagonismo entre
proletariado y burguesía es la lucha de clase contra clase, lucha que, llevada a su, más
alta expresión, implica una revolución total (La miseria de la filosofía, p. 171). Porque la
dominación que se basa en un proceso productivo tiene su correlato en la conformación
ideológica que le da sustento en la universalidad de las ideas dominantes. Las ideas de la
clase dominante son las ideas dominantes de una época; esto es, la clase que ejerce el poder
material en una sociedad determinada es, al mismo tiempo, su poder espiritual: Las ideas
dominantes no son más que la expresión ideal de las relaciones materiales dominantes
(ibíd., p. 51). Las relaciones socioeconómicas y las relaciones políticas van a constituir una
unidad. Así lo expresa Marx: No digáis que el movimiento social excluye el movimiento
político. No hay jamás ningún movimiento político que, al mismo tiempo, no sea social (La
miseria de la filosofía, p. 160).
Una característica de la sociedad capitalista es el proceso de concentración, no sólo
económico sino también político, que se materializa en la construcción del Estado moderno,
Estado capitalista que en un primer momento se estructura corrió una forma de lucha contra
los restos del sistema feudal, y el luego es un instrumento de concentración política de la
burguesía.
La burguesía suprime cada vez más el fraccionamiento de los medios de
producción, de la propiedad y de la población. Ha aglomerado la población, centralizado
los medios de producción y concentración de la propiedad en manos de unos pocos. La
consecuencia obligada de ello ha sido la centralización política. Las provincias
independientes, ligadas entre sí casi únicamente por lazos federales, con intereses, leyes,
gobiernos y tarifas aduaneras diferentes, han sido consolidadas en una sola nación, bajo
un solo gobierno, una sola ley, un solo interés nacional de clase y una sola línea aduanera
(Manifiesto del Partido Comunista, p. 41).
Esta concentración política, a través del Estado, es una necesidad instrumental de
clase, pues a partir de ella se estructura como una organización exterior a la sociedad civil,
en donde se erige en defensa de la voluntad general y como solución de los intereses
contradictorios que en ella aparecen.
[...] La burguesía, por ser ya una clase, y no un simple estamento, se halla obligada
a organizarse en un plano nacional y no ya en un plano local, y a dar a su interés medio
una forma general. Mediante la emancipación de la propiedad privada con respecto a la
comunidad, el Estado cobra existencia especial junto a la sociedad civil y al margen de
ella; pero no es más que la forma de organización que se dan necesariamente los
burgueses, tanto en el interior corno en lo exterior, para la mutua garantía de su
propiedad y de sus intereses [...] el Estado es la forma bajo la que los individuos de una
clase dominante hacen valer sus intereses comunes [...] (La ideología alemana, p. 72).
Y con esta forma de Estado se desarrolla el derecho privado que legitima los
intereses particulares, dando el carácter de resultante de la voluntad general y creando una
superestructura ideológica que cubre la explotación de clase bajo el manto de relaciones
“naturales” y en pos de la voluntad general.
De esta manera Marx nos va ir demostrando cómo este mismo modo de producción
va generando las condiciones objetivas para su desaparición. Puesto que el modo de
producción capitalista es un sistema inestable de por sí, porque se encuentra construido
sobre la base de antagonismos que sólo pueden resolverse por medio de cambios que
terminarán por hundirlo. Esta contradicción proviene de su carácter clasista, es decir, por la
relación asimétrica entre el capital y el trabajo. El funcionamiento del modo de producción
capitalista (al igual que los anteriores) conduce irremediablemente a su disolución. Esto no
significa la destrucción total de éste sino la superación a través de un proceso dialéctico.
Porque el desarrollo del capitalismo engendra los cambios necesarios para su superación.
Esto es: la creciente conciencia del proletariado, como conciencia activa; la pobreza de los
trabajadores en su conjunto; la miseria de los trabajadores desocupados (o como Marx los
llama: ejército de reserva, el excedente relativo de población); la disminución de los
salarios y el aumento de la desocupación por el proceso de concentración y de avance
tecnológico; el agotamiento de las fuerzas productivas.
Lo más notable y lo que más debe enfatizarse en la teoría de Marx acerca del
derrumbe capitalista, es su gran amplitud y flexibilidad. Las crisis catastróficas que se
resuelven finalmente en un proceso revolucionario son sólo una de las variantes posibles
del proceso de derrumbe. Porque en cada posible tendencia de derrumbe el mismo Marx
plantea una cantidad significativa de tendencias dilatorias. Esta lista incluye el desarrollo
del monopolio, la conquista del mercado mundial, y significativamente Marx menciona en
el texto Elementos fundamentales... también el pago de “salario excedente” a los obreros
por parte de los capitalistas. Teniendo en cuenta esto, Marx amplía significativamente el
concepto del Prefacio... donde afirma: Ninguna formación social desaparece antes de que
se desarrollen todas las fuerzas productivas que caben dentro de ella.
En las reflexiones sobre el método de la economía política, Marx nos invita a
repensar los elementos que participan en la construcción metodológica de su concepción
teórica.
En primer lugar nos indica que el punto de partida es lo real, lo concreto, lo
existente. Este lugar está dado caóticamente, es un momento conceptual confuso, ingenuo.
Se trata de un pensamiento precientífíco, predominado por el conocimiento cotidiano, pero
considerado ‘’’mundo real” como punto de partida, pues aparece en este inicio una fuerte
crítica al pensamiento idealista Hegeliano, donde lo pensado era lo real. Marx invierte esta
relación, en donde lo real es lo pensado. El “mundo conceptual’’ debe fundarse en el
“mundo real” en la base material. Según Marx,
[...] Hegel da categoría de sujeto a los predicados, los objetos, pero lo hace
separándolos de su verdadera subjetividad, el sujeto [....] (Crítica de la filosofía del Estado
de Hegel, p. 43).
Se ve aquí el intento por volver a poner al sujeto en el centro del proceso de
conocimiento y como productor de su “objetivación” en las instituciones políticas del
Estado. Un sujeto que vive y actúa en un mundo “real”, “material”, “concreto”.
[...] Lo concreto es concreto porque es la síntesis de múltiples determinaciones, por
lo tanto, unidad de lo diverso. Aparece en el pensamiento como proceso de síntesis, como
resultado, no como punto de partida, aunque sea el verdadero punto de partida, y en
consecuencia, el punto de partida también de la intuición y la representación. En el primer
camino, la representación plena es volatilizada en una determinación abstracta; en un
segundo, las determinaciones abstractas conducen a la reproducción de lo concreto por el
camino del pensamiento. He aquí por qué Hegel cayó en la ilusión de concebir lo real
como resultado del pensamiento, partiendo de sí mismo, se concentra en sí mismo,
profundiza en sí mismo y se mueve por sí mismo, mientras que el método que consiste en
elevarse de lo abstracto a lo concreto es para el pensamiento sólo la manera de apropiarse
de lo concreto, de reproducirlo corno un concreto espiritual [...] (Elementos fundamentales
para la crítica de la economía política [borrador], pp. 21-22).
En la cita anterior vemos, en resumen, toda la fuerza metodológica del ascenso
teórico de Marx y su principal crítica a Hegel. Planteamos como primer momento el punto
de partida del pensamiento, y como primer momento metodológico la constitución de
representaciones plenas, primer momento de abstracción conceptual. Es decir,
representaciones caóticas inicialmente confusas que ya han sido situadas en el mundo
conceptual, como separación del mundo real. Y a partir de estas representaciones es donde
comienza la producción del conocimiento, como momento analítico de la razón, como
abstracción. El pasaje de lo real y lo concreto a las representaciones plenas es un momento
analítico de separación de las partes del todo, y al considerar esas partes como una nueva
totalidad, esta separación es la esencia de la abstracción. Momento claro pero simple, en
donde aparecen las primeras construcciones conceptuales definidas, por ejemplo,
producción, -consumo, división de trabajo, necesidad. De esta manera se llega a un tercer
momento: la construcción de determinaciones abstractas, en donde se reproduce lo real por
medio de la abstracción; hay una negación de la representación anterior. Este es el primer
momento teórico. El estudio o investigación de las determinaciones, sean simples o
complejas, por análisis, es el primer momento del método teórico para Marx —mera
representación es un momento del conocimiento cotidiano, precientífico, predialéctico (E.
Dussel).
Cuando las determinaciones han sido descritas aparece el momento dialéctico por
excelencia. El proceso de llegar al cuarto momento, a la totalidad construida. Este ascenso
dialéctico consiste en partir desde lo abstracto para construir una totalidad concreta,
situando a las partes definidas en el momento de las determinaciones en una nueva totalidad
conceptual. El momento dialéctico consiste en elevarse de lo simple a lo complejo,
elaborando las relaciones mutuamente constitutivas de sus partes, reconstruyendo un todo
con mutuas codeterminaciones. La “construcción” dialéctica obedece a un doble
movimiento: por un lado, los conceptos construidos y las relaciones mutuas entre sí, que se
determinan y donde los opuestos se codefínen; y por otro lado, la construcción de una
nueva totalidad. Es decir, lo que aparecía como opuesto en una primera instancia ahora
forma parte de una unidad.
Llegado a este punto es necesario comprender el camino de regreso desde este
“mundo conceptual” al punto de partida del “mundo real”.
[...] Llegado a este punto, habría que reemprender el viaje de retorno..., pero esta
vez no tendría una representación caótica de un conjunto, sino una rica totalidad con
múltiples determinaciones y relaciones [...] (ibíd., p, 21).
Pero antes de llegar al mundo real como “mundo conocido” (último paso del
método), Marx nos plantea dos momentos anteriores: el de las categorías explicativas y el
de la totalidad histórica explicada. En las categorías explicativas se trata de la
reconstrucción de un orden abstracto, situando a los conceptos entre sí, no como surgieron
históricamente, sino como origen y movimiento lógico, como orden esencial; por ejemplo,
la categoría trabajo (después del proceso de abstracción; es decir, trabajo abstracto en
general) se constituye en una categoría anterior a la de capital. Y en el caso de la totalidad
concreta histórica, es la reconstrucción de la realidad en un orden concreto, con múltiples
determinaciones; es decir, la sociedad burguesa. Llegando a la realidad conocida, pero
diferente. Después de un arduo proceso de ascenso de lo concreto hacia lo abstracto, para
luego regresar a este nuevo concreto conocido, pero diferente de lo real, que se nos aparecía
caóticamente, en un primer momento.

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