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Esto es un extracto de un libro que he escrito sobre el Camino de Santiago el año pasado. Es parte de un experimento que hice en el escribí el mismo libro dos veces, cada uno en un idioma diferente
Esto es un extracto de un libro que he escrito sobre el Camino de Santiago el año pasado. Es parte de un experimento que hice en el escribí el mismo libro dos veces, cada uno en un idioma diferente
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Esto es un extracto de un libro que he escrito sobre el Camino de Santiago el año pasado. Es parte de un experimento que hice en el escribí el mismo libro dos veces, cada uno en un idioma diferente
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En aquel tiempo, a algunos que, teniéndose por justos, se sentían seguros de sí mismos y despreciaban a los demás, dijo Jesús esta parábola:
“Dos hombres subieron al templo a orar. Uno era fariseo; el
otro un publicano. El fariseo, erguido, oraba así en su interior: “¡Oh Dios!, te doy gracias, porque no soy como los demás: ladrones, injustos, adúlteros; ni como ese publicano. Ayuno dos veces por semana y pago el diezmo de todo lo que tengo.”
El publicano, en cambio, se quedó atrás y no se atrevía ni a
levantar los ojos al cielo; solo se golpeaba el pecho, diciendo: “¡Oh Dios! Ten compasión de este pecador.”
Os digo que éste bajó a su casa justificado, y aquel no. Porque
todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido”
- Lucas 18, 9-14
1 ¡Dios! Ya lo decía yo. ¡Ya lo decía yo! Os digo que ya lo decía yo. Que esto era una mala idea…que no le convenía a nadie…que mucho menos a mí…que iba a ser un coñazo…que no íbamos a disfrutar…que no era el momento…que no me empezaban con sus historias, que sé lo que digo…que ni coña iba a hacer el tonto por allí. Pues voy. ¡Toma ya! Que me fastidie…que ya no hay marcha atrás…que la suerte está echada…que ya no soy dueño de mi destino…que Dios tenga piedad sobre mí…que dentro de una semana voy a comenzar algo que prometía que jamás haría: hacer el Camino de Santiago en un año santo, es decir, un año en que la fiesta de Santiago, el 25 de julio, cae en un domingo, como es el caso de 2010. Que hace un calor de espanto y no veo nada claro. Hay que ser imbécil. No lo digo por ser un cínico, por lo menos no demasiado, sino por una simple cuestión de números. Aquí la cifra a tratar es 250.000. Esta cantidad representa el número aproximado de peregrinos que se prevé para este año. ¡250.000! Macho. 250.000 insensatos provocando auténticos atascos por el bello campo gallego, rebosando los albergues, llenando los bares y, generalmente, haciendo que esta experiencia supuestamente espiritual parezca el Corte Inglés el siete de enero. Todo el mundo y su tía van a estar allí. Sería para nosotros un momento nefasto para hacerlo, desde luego. Habría que ser masoquista. Y así se la había transmitido meses antes, pero no me han hecho caso, y lo que es peor, tampoco me he hecho caso a mí mismo. Por tanto, ahí voy con dos (y posiblemente tres) amigos a la aventura total. Por el otro lado, y pensándolo con cara de optimista que me caracteriza, había algo a favor de todo esto. Algo que podía interesar a un viejo pecador como yo. Y es que la Compostela, el diploma que te dan por cumplir los requisitos del peregrinaje, es una especie de indulto por tus pecados y tiene doble valor si es un año santo. Bueno, no es que sea una es especie de indulto, es que lo es. Pero no solo de algunos, sino de todos. Absolutamente todos. No es así en un año normas, que si llegabas a Santiago con todo en regla, solo te eximían de la mitad del tiempo que habías adquirido en el purgatorio por tus pecados, cosa que no me valía porque bien sabe Dios que he sido pecador, pecadorísimo. Lo mismo me espera una pena casi eterna, que para una vida eterna, es mucho tiempo, no sé cómo decíroslo. Pero si haces el camino en un año santo, te quitan la sentencia entera. Para mis lectores futboleros, es como marcar un gol fuera de casa en la Champions. Es como esas tarjetas de monopolio que valen para sacarte de la cárcel cuando haga falta y en el momento. Pues, sé que, si consigo la Compostela, me la puedo guardar para su uso en el futuro, y pediré que me entierren con el papel clavado en mi pecho para que cuando esté en el Ministerio de Asuntos Celestiales podré decir con toda chulería: “¡Toma Compostela, chaval! ¡Déjame pasar!” Y, por supuesto, me llevaré una copia de mi DNI porque seguro que el que me atienda en la ventanilla habrá sido en la vida normal un funcionario español, y ya sabes que en los siempre, pero siempre, te piden una copia de tu DNI. Cuantas veces he caído en esa trampa, estando de pie en el mostrador con todos mis papeles en regla y ¡hala! el puñatero DNI. Hasta que un día me dije, “Nunca más seré un hombre sin copia de mi DNI encima. Seré un hombre capaz de entrar en cualquier sin miedo.” Y así es. Dicho esto, os informo de que había otro factor que influía enormemente. Y eso era que el próximo año santo no iba a ser hasta dentro de 11 años (no siete a causa del año bisiesto), el 2021 para ser exacto, y vete tú a saber en qué estado me encuentre entonces. Viejo, decrépito, inválido, abnegado, anulado, gordo, borrado de las listas de personas aptas. Un no apto. Un nada de nada. O peor aún, un recuerdo. De modo que, he cedido. He claudicado. Me he rendido ante la presión social, las campañas publicitarias y las amenazas del tiempo irremediablemente fugaz y he decidido lanzarme al vacío. Soy un verdadero imbécil. No por eso dejaba de existir el problemilla de las 250.000 personas. Es un número para tener en cuenta y respetar, desde luego. Había que pensar en algo para evitar las masas y para eso obviamos el camino principal, el francés, y optamos por una ruta alternativa, la portuguesa. En España empieza en Tui y recorre unos 115kms hasta el pie de la catedral. Pero en un año tan célebre y atípico como éste, es posible que toda Galicia se parezca a las venas de un yonqui de comida basura. Así que, a ver con qué y con quiénes nos encontramos. Me aseguran mis amigos que va a estar todo despejado y que no habrá problemas. No entiendo porqué me lo dicen…se supone que son mis amigos y me tienen que decir la verdad. Yo, pensando en todo el mogollón que pueda haber en estos días, no las tengo todas conmigo, pero nunca se sabe. Pensaré en positivo otra vez. Dentro de una semana saldremos de dudas.