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Brian Murdock

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En aquel tiempo, a algunos que, teniéndose por justos, se
sentían seguros de sí mismos y despreciaban a los demás, dijo
Jesús esta parábola:

“Dos hombres subieron al templo a orar. Uno era fariseo; el


otro un publicano. El fariseo, erguido, oraba así en su interior:
“¡Oh Dios!, te doy gracias, porque no soy como los demás:
ladrones, injustos, adúlteros; ni como ese publicano. Ayuno dos
veces por semana y pago el diezmo de todo lo que tengo.”

El publicano, en cambio, se quedó atrás y no se atrevía ni a


levantar los ojos al cielo; solo se golpeaba el pecho, diciendo:
“¡Oh Dios! Ten compasión de este pecador.”

Os digo que éste bajó a su casa justificado, y aquel no. Porque


todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será
enaltecido”

- Lucas 18, 9-14


1
¡Dios! Ya lo decía yo. ¡Ya lo decía yo! Os digo que ya lo decía
yo. Que esto era una mala idea…que no le convenía a
nadie…que mucho menos a mí…que iba a ser un coñazo…que
no íbamos a disfrutar…que no era el momento…que no me
empezaban con sus historias, que sé lo que digo…que ni coña
iba a hacer el tonto por allí.
Pues voy. ¡Toma ya! Que me fastidie…que ya no hay
marcha atrás…que la suerte está echada…que ya no soy
dueño de mi destino…que Dios tenga piedad sobre mí…que
dentro de una semana voy a comenzar algo que prometía que
jamás haría: hacer el Camino de Santiago en un año santo, es
decir, un año en que la fiesta de Santiago, el 25 de julio, cae
en un domingo, como es el caso de 2010. Que hace un calor
de espanto y no veo nada claro. Hay que ser imbécil.
No lo digo por ser un cínico, por lo menos no
demasiado, sino por una simple cuestión de números. Aquí
la cifra a tratar es 250.000. Esta cantidad representa el
número aproximado de peregrinos que se prevé para este
año. ¡250.000! Macho. 250.000 insensatos provocando
auténticos atascos por el bello campo gallego, rebosando los
albergues, llenando los bares y, generalmente, haciendo que
esta experiencia supuestamente espiritual parezca el Corte
Inglés el siete de enero. Todo el mundo y su tía van a
estar allí. Sería para nosotros un momento nefasto para
hacerlo, desde luego. Habría que ser masoquista. Y así se la
había transmitido meses antes, pero no me han hecho caso, y
lo que es peor, tampoco me he hecho caso a mí mismo. Por
tanto, ahí voy con dos (y posiblemente tres) amigos a la
aventura total.
Por el otro lado, y pensándolo con cara de optimista que
me caracteriza, había algo a favor de todo esto. Algo que
podía interesar a un viejo pecador como yo. Y es que la
Compostela, el diploma que te dan por cumplir los requisitos
del peregrinaje, es una especie de indulto por tus pecados y
tiene doble valor si es un año santo. Bueno, no es que sea
una es especie de indulto, es que lo es. Pero no solo de
algunos, sino de todos. Absolutamente todos. No es así en
un año normas, que si llegabas a Santiago con todo en regla,
solo te eximían de la mitad del tiempo que habías
adquirido en el purgatorio por tus pecados, cosa que no me
valía porque bien sabe Dios que he sido pecador,
pecadorísimo. Lo mismo me espera una pena casi eterna,
que para una vida eterna, es mucho tiempo, no sé cómo
decíroslo. Pero si haces el camino en un año santo, te quitan
la sentencia entera. Para mis lectores futboleros, es como
marcar un gol fuera de casa en la Champions. Es como esas
tarjetas de monopolio que valen para sacarte de la cárcel
cuando haga falta y en el momento.
Pues, sé que, si consigo la Compostela, me la puedo
guardar para su uso en el futuro, y pediré que me entierren
con el papel clavado en mi pecho para que cuando esté en el
Ministerio de Asuntos Celestiales podré decir con toda
chulería: “¡Toma Compostela, chaval! ¡Déjame pasar!”
Y, por supuesto, me llevaré una copia de mi DNI porque
seguro que el que me atienda en la ventanilla habrá sido en
la vida normal un funcionario español, y ya sabes que en los
siempre, pero siempre, te piden una copia de tu DNI.
Cuantas veces he caído en esa trampa, estando de pie en el
mostrador con todos mis papeles en regla y ¡hala! el
puñatero DNI. Hasta que un día me dije, “Nunca más seré
un hombre sin copia de mi DNI encima. Seré un hombre
capaz de entrar en cualquier sin miedo.” Y así es.
Dicho esto, os informo de que había otro factor que
influía enormemente. Y eso era que el próximo año santo no
iba a ser hasta dentro de 11 años (no siete a causa del año
bisiesto), el 2021 para ser exacto, y vete tú a saber en qué
estado me encuentre entonces. Viejo, decrépito, inválido,
abnegado, anulado, gordo, borrado de las listas de personas
aptas. Un no apto. Un nada de nada. O peor aún, un
recuerdo.
De modo que, he cedido. He claudicado. Me he rendido
ante la presión social, las campañas publicitarias y las
amenazas del tiempo irremediablemente fugaz y he decidido
lanzarme al vacío. Soy un verdadero imbécil.
No por eso dejaba de existir el problemilla de las
250.000 personas. Es un número para tener en cuenta y
respetar, desde luego. Había que pensar en algo para evitar
las masas y para eso obviamos el camino principal, el
francés, y optamos por una ruta alternativa, la
portuguesa. En España empieza en Tui y recorre unos
115kms hasta el pie de la catedral. Pero en un año tan
célebre y atípico como éste, es posible que toda Galicia se
parezca a las venas de un yonqui de comida basura. Así que,
a ver con qué y con quiénes nos encontramos. Me aseguran
mis amigos que va a estar todo despejado y que no habrá
problemas. No entiendo porqué me lo dicen…se supone que
son mis amigos y me tienen que decir la verdad. Yo,
pensando en todo el mogollón que pueda haber en estos días,
no las tengo todas conmigo, pero nunca se sabe. Pensaré en
positivo otra vez. Dentro de una semana saldremos de
dudas.

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