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Ilustraciones
Ximena González Morales
Alejandro Cruz Hernández
Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas. México.
Cuentos
Andrea Sánchez Zamora
Mariana Gisela Dolores Godínez
Ilustraciones
Ximena González Morales
Alejandro Cruz Hernández
Corrección de estilo
Paola Denisse Lozano Vera
Diseño editorial
Yeraldhy De La Vega Velázquez
Coordinación
Norberto Zamora Pérez
México, 2022
ÍNDICE
01 Introducción
03 Membe
07 Maderas que cantan
13 Alika
17 Cimarrona de humo
22 La danza de los diablos
27 Colores que conocí en América
INTRODUCCIÓN
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En las siguientes historias relatamos desde distintos ángulos
cómo ha sido el encuentro e integración de este pueblo con
la cultura mexicana. En cada una de ellas, conoceremos a
personajes que nos relatarán su paso por el país y cómo sus
ojos han contemplado experiencias y situaciones de todo tipo:
desde el aroma más preciso de los árboles, hasta los aprendi-
zajes, reflexiones y conclusiones que se han llevado al fondo
de su corazón.
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MEMBE
Mariana Gisela Dolores Godínez
“Tus ojos son tan miel como los de tu padre”, dice mi tía.
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Ir al río para lavar
—No mamá aún voy a poner las mallas en las puertas para
que no se metan los mosquitos
—Membe basta ya, las niñas como tú tienen que jugar ¿qué
pasa dulce de coco?
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Las niñas me llaman “negra”, y yo peleo diciendo —que así
nos hace el sol a todos, que vean sus manos y pies—, pero
me dicen que son morenos tatemados.
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MADERAS QUE CANTAN
Mariana Gisela Dolores Godínez
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Mi padre tarde que temprano consiguió un trabajo cortando
caña, de besana en besana, desde que salía el sol hasta que
se metía.
Eso me dejaba toda la tarde solo, y sin nadie con quien jugar
pues me daba pena hablar, y con los niños nuevos empezaba
a tartamudear.
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fueron esos pedazos de madera que al ser tocados por los
hombres producían música muy festiva.
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Mira, estas son láminas de madera que forman cajas de re-
sonancia, qué quiere decir, esto… pues que la madera vibra.
Debes sentirla porque cada una de ellas habla ciertas pala-
bras, algunas son graves, otras más agudas.
Esa tarde me dio la clase más bonita que yo haya tenido, ahí
comprendí que lo que decía mi mamá era todo cierto, todo
en este mundo tiene un alma, y esas maderas que yo toqué
ese día también.
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Y desde ahí, empecé a cantar de todo “Mujeres negras, negras
de corazón, su piel es muy fuerte no las quema ni el sol” hasta
una canción al tamal de tichinda compuse. Ese animalito que
no huye como el pescado y que habita en las lagunas.
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ALIKA
Andrea Sánchez Zamora
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más, así que tomó algunos trapos de cocina viejos que su
madre ya no utilizaba. Sin otro impedimento, puso manos a
la obra.
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—Es Ashanti, mi hija.
—Yo la hice.
—¿Tú? ¡Préstamela!
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CIMARRONA DE HUMO
Mariana Gisela Dolores Godínez
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El sonido del fuete era lo que me ayudaba a correr más.
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La subida era cada vez más pesada cuando alguien nos de-
tuvo en seco y dijo:
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El llamado me encontró cocinando momongo, y aunque ex-
traño mucho el sabor de las tortitas de plátano, el saborcillo
que me deja el agua de este río en campo abierto, me llena
de mí.
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LA DANZA DE LOS DIABLOS
Andrea Sánchez Zamora
—Muchos más.
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—Pero ¿en qué consiste?
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—No olvides la cola de caballo— se la dio al pequeño.
—¿Minga?
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—Luego, entre todos poníamos un altar de muertos, pero no
era como cualquier otro; hay tamales con hoja de plátano y
carne de cerdo. Y visitamos a nuestros difuntos, ya que, en la
tierra, hay vida también.
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COLORES QUE
CONOCÍ EN AMÉRICA
Mariana Gisela Dolores Godínez
NEGRO
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AZUL
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VERDE
ROSA
Bufaba y bufaba
La tierra y yo
Bufaba y bufaba
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PLATA
A medida que pasaba el tiempo mis costillas se rompían cual
rocas desgajadas. Pensé en mi vida como un metal más de
aquella mina. Lloré porque otros colores jamás vería, pero
todo mi cuerpo buscó la salida
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BLANCO
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México, 2022