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ARTE ROMÁNICO

1. INTRODUCCIÓN AL ROMÁNICO

El término románico fue inventado en 1818 por el arqueólogo francés Charles de


Gerville, al descubrir que los edificios europeos de la Alta Edad Media se parecían a
las construcciones de Roma. Propuso que la arquitectura romana, exactamente
igual que las lenguas romances derivan del latín. Para Geville, el arte y la lengua se
habían formado fundiendo la tradición clásica con las aportaciones de los pueblos
bárbaros.

Esta teoría evolutiva se ha visto depurada en la actualidad. El románico es un estilo


autóctono que nace y se desarrolla durante el siglo XV y la primera mitad del XII,
coincidiendo con el renacimiento de la orden monástica benedictina, con el flujo de
las peregrinaciones y con las Cruzadas. En su génesis influyeron el antiguo y la
herencia bárbara, pero también el arte califal cordobés y bizantino.

El historiador Georges Duby ha retratado el Occidente cristiano del año 1000 como
un mundo rústico y pobre, “un mundo acechado por el hambre”. Las crónicas
medievales son estremecedoras cuando describen escenas salvajes, motivadas por
la carestía de comida: “La gente se perseguía para devorarse mutuamente y mucho
ahorcaban a sus semejantes para alimentarse de carne humana, como si fuesen
lobos”.

La sociedad vivía también presa de temores y ansiedad a la espera del Juicio Final.
El Apocalipsis recordaba que Satanás sería liberado de sus cadenas “cuando se
alzaran los mil años”. Pero las tinieblas y la inquietud no desaparecieron hasta
superar el año 1033, pues el aniversario de la crucifixión de Jesús era mucho más
propicio que el de su nacimiento para el fin de los tiempos.

El restablecimiento de la paz física y espiritual llegó con los monjes benedictinos.


En sus grandes dominios monásticos incorporaron progresos agropecuarios que
aumentaron la producción artística se había escapado de las manos exclusivas del
rey y tendió a compartirse. Así, los benedictinos se convertirían en los mediadores
entre el hombre y lo sagrado. Dos abadíes de Borgoña, (Cluny y Citeaux) serían las
encargadas de forjar el arte románico y la mentalidad que lo sustenta, irradiandose
el nuevo mensaje a toda Europa, En el siglo XI, los cluniacenses, favorecen el
culto a las reliquias y crean la iglesia de peregrinación. Pero el orgullo y la riqueza
decorativa que atesoran en sus edificios motivan que en el siglo XII se produzca una
reforma dentro de la propia orden, encabezada por San Bernardo y los monjes
blancos de Citeaux, los cistercienses, postulantes de la primitiva humildad
benedictina y de la austeridad ornamental. Su espíritu fomenta las cruzadas y dota
al monasterio de la tipología canónica.
La fe en las reliquias iba a promover un gran fenómeno social: la peregrinación
penitencial, que constituye la mayor manifestación en masas de la Edad Media.
Tres centros capitalizaban el interés: los Santos Lugares de Jerusalén, las
Catacumbas de Roma y el Sepulcro del Apóstol Santiago en Galicia. Pero el
peligro que entrañaba los turcos controlando Tierra Santa, hizo que las preferencias
se dirigieran a Occidente. El camino de Santiago se convirtió en la gran arteria
medieval por donde, de ida y vuelta, transitaron personas e ideas; también artistas.
Arquitectos franceses que vinieron a España para trasplantar los modelas
cluniacenses de cabecera con deambulatorio, a su regreso a Francia tras conocer el
arte de Al Ándalus, importaron los arcos polilobulados califales, los modillones de
rollo y copiaron la cúpula nervada.

La religiosidad medieval abre un nuevo capítulo en el siglo XII: las Cruzadas, que
culminó con la sangrienta toma de Jerusalén, y donde Europa testimonia su fuerza
en Oriente, recibiendo las influencias bizantinas cúpulas de San Marcos de Venecia,
los cimborrios de la cuenca del Duero erigidos en la Colegiata de Toro, y en las
Catedrales de Salamanca, Plasencia y Zamora).

En cuanto al marco político feudal europeo hay que decir que tras la disgregación
del Imperio Romano, la tierra se va a convertir en la principal fuente de riqueza y
sustento. Es así como surge el señor feudal (nobles y clero) identificándose estos
estamentos con el románico y dos edificios por excelencia: el castillo y el
monasterio. Cuando posteriormente, en el siglo XIII, la ciudad empiece a resucitar,
surgirá una nueva clase social, la burguesía, decayendo el feudo y dando paso a
una sociedad más abierta y a una política más urbana. Será entonces cuando
hable,ps del gótico y de sus dos edificios por excelencia: el palacio y la catedral.

2. ARQUITECTURA ROMÁNICA

La arquitectura es el arte rector del románico. A la iglesia y al monasterio se


subordinan la escultura de las portadas, los capiteles historiados del claustro y la
pintura mural.

-Elementos formales y soluciones constructivas.

Los edificios del románico serán grandes masas sólidas, hechos con sillares de
piedra y evitando revestimientos. Los interiores son recogidos y oscuros, austeros,
por razón técnica, ya que se evitaba abrir vanos por miedo al desplome, sin tener en
cuenta que el contrarresto del edificio estaba en los soportes.

La planta típica del románico será de cruz latina (cuerpo crucificado de Cristo). La
cabecera tiene formas de ábside; los brazos, el transepto; el crucero, el corazón; y
las naves, los pies del Salvador. Esta planta se irá complicando porque se añaden
torres, absidiolos, girola o deambulatorio, tribunas,...

El arco de medio punto se utilizará en las estructuras de las bóvedas, en las naves
de la iglesia, en las portadas y en los claustros.

La cubierta de cañón es la prolongación de un arco de medio punto. Es el gran


signo formal del románico. Había que combatir los empujes que el peso del cañón
continuo transmitía a los muros, amenazando con desplomarlos. La solución fue
fragmentar la bóveda en tramos, mediante arcos transversales o fajones, que se
apeaban en pilares, canalizando las fuerzas de descarga. Esta solución permitió
elevar la altura y aumentar la longitud de la construcción. Las dificultades se
complican cuando el edificio tiene tres naves; entonces, el cañón central se
contrarresta con bóvedas de arista en las naves laterales.

Gracias a la estabilidad se permitió seccionar las naves laterales en dos pisos,


abriendo una galería alta o tribuna, que reforzaba la capacidad del edificio, al
duplicar su aforo, y permitía la iluminación perforando ventanas en la pared.

En el crucero o transepto se pueden levantar cúpulas sobre pechinas o sobre


trompas; o cimborrios.

Todos estos elementos surgieron en función del edificio predilecto de la arquitectura


románica: la iglesia. Su espacio interior se concibe para el ceremonial. El esplendor
de la liturgia y el culto a las reliquias motivaron la aparición constructivas hasta
entonces inéditas: cabecera con absidiolos, el deambulatorio circunvalando el
presbiterio (altar), la tribuna y el pórtico a los pies.

Los muros del románico van a ser gruesos y con pocos vanos. Los pilares son los
soportes donde van a descansar los arcos y los nervios de la cubierta. En el
románico la columna va a perder su proporción clásica y se abandonan los órdenes
apareciendo capiteles historiados, vegetales o fantásticos. Así, la arquitectura del
románico será el predominio del muro sobre el vano.

Interiormente, el desarrollo de amplias superficies va a posibilitar la práctica de la


pintura mural en la paredes y en los ábsides.

-La iglesia de peregrinación: la Catedral de Santiago de Compostela.

Una tradición antiquísima proclamaba que Santiago el Mayor vino a predicar el


Evangelio a España; luego regresó a Palestina, donde fue martirizado. Sus
discípulos embarcaron entonces su cuerpo y lo trasladaron hasta Galicia para
sepultarlo en el finisterre, pero la tumba fue abandonada y, con el paso del tiempo,
su memoria se perdió. Cuenta la leyenda que, a comienzos del siglo XIX, unas
“luces ardientes” fueron vistas sobre el sepulcro por el ermitaño Pelayo. El obispo
Teodomiro y el Rey Alfonso II el Casto fundan entonces en el campus stellae la
ciudad de Compostela en honor al Apóstol.

El pontífice difundió la alegre noticia por toda la cristiandad, exhortando a los fieles a
viajar a Galicia para venerar la reliquia exhumada. Francia inauguró la peregrinación
internacional, abriendo en su territorio el Camino de Santiago.

Un gran ejército de peregrinos partían todos los años desde cuatro rutas diferentes
hacia Santiago de Compostela: Tours, recogía a los peregrinos procedentes de los
Países Bajos; Vezelay, a los alemanes; Le Puy, al resto de los centroeuropeos; y
Arles, a los italianos. El peregrino se apoyaba para andar en un bordón del que
colgaba la calabaza llena de agua que usaban como cantimplora, y con el distintivo
de la concha en el pecho.

El trayecto de cada etapa era de unos 30 km diarios, la duración del itinerario


oscilaba entre uno y dos meses. La dirección aparecía marcada en la Vía Láctea y
bastaba con seguir las estrellas, pero la necesidad de informar sobre los gastos del
viaje, le hizo al clérigo francés Aimeric Picaud redactar un folleto turístico. En el cita
las localidades urbanas y los albergues rurales donde se podía pernoctar, y advierte
sobre los alimentos que produce cada región, la buena o la mala calidad de las
aguas, y los abusivos “fraudes que abundan en la ruta de los santos”. Pero la guía
es también un catálogo del arte románico, al incluir y comentar los hospitales, los
monasterios y las grandes iglesias que salpicaban el recorrido para que los viajeros
entraran a rendir culto a las reliquias que atesoraban.

Cinco eran estas iglesias de peregrinación: San Martín de Tours, San Marcial de
Limoges, Santa Fe de Conques, San Saturnino de Tolosa y Santiago de
Compostela. Sus características arquitectónicas han sido resumidas en: grandeza
de dimensiones, con el propósito de acoger al mayor número de fieles que se
encontraba en las grandes solemnidades, y perfecta circulación de entrada y de
salida en el templo, que se hacía por las naves laterales. Los edificios son de piedra
y se cubren con bóvedas de medio cañón.

La catedral se inició en el 1075 bajo los auspicios del obispo Diego Peláez y la
dirección arquitectónica de los maestros Bernardo el Viejo y Roberto.

La catedral de Santiago es la mayor iglesia de peregrinación del Camino, introdujo


unas dimensiones monumentales con respecto a sus precedentes hispánicos . Su
planta es de cruz latina, simétrica y regular. Se organiza en tres naves longitudinales
precedidas por un nártex y cruzadas por un gran transepto, dividido también en tres
naves, y cuyos brazos ostentan cuatro absidiolos y terminan en dos grandes
portadas. La cabecera acoge un deambulatorio con cinco capillas radiales.
En el espacio interior prima la sensación de verticalidad y esbeltez, potenciada por
los 22 m de altura de la nave central. Cubre la nave principal una bóveda de cañón
con arcos fajones contrarrestada por bóvedas de arista en las laterales y de cuarto
de cañón en la tribuna.

El alzado se articula en dos niveles: las arcadas y la tribuna. Los arcos del primer
nivel descargan sobre pilares con columnas adosadas en todas sus caras.

Tribuna, transepto y deambulatorio (girola) permitían a los peregrinos recorrer todo


el templo sin interferir en la celebración del oficio. La tribuna de la catedral de
Santiago es elevada y profunda, con vanos a ambos lados que la iluminan, en
contraste con la penumbra de la nave central.

El deambulatorio con capillas fue concebido para facilitar el acceso a las reliquias
del apóstol que se hallan en la cripta bajo el altar del presbiterio.

Otros ejemplos del románico español son la iglesia de San Martín de Frómista o la
Catedral de Zamora (en esta última se pueden ver influencias bizantinas en el
románico español).

-El Monasterio.

Roberto, monje cluniacense, se retira en 1098 a Citeaux, donde funda una abadía
que dará nombre a los benedictinos reformados: el Císter. Les va a caracterizar la
pobreza en el vestido, la austeridad en la comida y la serenidad en la vivienda.

Su distribución es siempre idéntica, con el propósito de que cualquier persona


forastero se sienta como en su propia casa nada más entrar, al reconocer la
localización de todos y cada uno de los edificios que integraban el complejo
monástico.

El núcleo germinal es la iglesia, cuya planta muestra ya las diferencias entre Cluny
y Citeaux. Mientras los monjes cluniacenses proyectaron cabeceras semicirculares
con protuberantes absidiolos y deambulatorios que se comunicaban con la naves, a
las que tenía acceso el pueblo, los cistercienses prohibieron la entrada a los
seglares y optaron por el testero plano. Además utilizaron rejas para separar el
templo en dos mitades: la parte oriental para los monjes profesores y el área de los
pies para los hermanos legos o religiosos que no cantaban la misa y que se
ocupaban del servicio y de otras tareas como atender la huerta y la granja. Incluso
en su manera de vestir, los legos se distinguían por vestir un sayal más corto sin
capucha, y estaban obligados a dejarse barba.

Contiguo al templo se dispone el claustro, que simboliza el paraíso terrenal. Es


lugar de paseo, de lectura y de meditación. San Bernardo, en su Apología, atacó
duramente la profusa riqueza decorativa de los capiteles historiados que labró Cluny
en San Pedro de Moissac, Santo Domingo de Silos y San Juan de la Peña. San
Bernardo, apasionado defensor de la “santa simplicidad”, aboga por el ahorro,
reduciendo los capiteles a fórmulas lisas.

El claustro es también el órgano distribuidor de las dependencias monásticas. Las


áreas de servicio que se abrían en sus cuatro galerías porticadas están
representadas por la sala capitular, el refectorio, la cilla y el mandatum.

En la sala capitular se consagraba la comunidad, presidida por el abad, para


discutir los asuntos del monasterio y acusarse públicamente los monjes de sus
faltas. Al lado se construía la biblioteca, el locutorium para conversar en privado con
el superior, la gran sala de trabajos manuales, las letrinas y dos accesos; el pasillo
abovedado que salía al huerto y la caja de escaleras que ascendía al dormitorio
común, alojado en la planta alta.

Las piezas que se edifican en la crujía del refectorio o comedor fueron la cocina,
con el horno de pan, y el calefactorio, provisto de una chimenea central para
combatir el frío del invierno. Encima se eleva la alcoba del abad, que constituye el
único aposento reservado del cenobio.

El corredor de la cilla o granero contenía las oficinas de la administración


monástica y las dependencias para comer y descansar los hermanos legos.

3. ESCULTURA Y PINTURA

El principal papel de la escultura y pintura románica fue instructivo, pedagógico y


aleccionador. El clero utilizó las artes visuales para que la población iletrada, que no
sabía leer, aprendiese las verdades de la Salvación mirando los “catecismos
pétreos” esculpidos en las portadas de los templos o en los capiteles de las
columnas y las “biblias pintadas” en los muros de la iglesias.

Además de este valor didáctico, las artes plásticas se conciben en el Románico


como revestimiento arquitectónico y están asociadas a la decoración de los
edificios. La escultura se desarrolla preferentemente en las portadas de las iglesias
y en los capiteles de las columnas; la pintura, en el ábside.

La portada románica tiene una parte central llamada tímpano. En el centro del
tímpano podemos encontrar el Pantocrátor encerrado en una especie de aureola
llamada mandorla mística. Alrededor aparecen los símbolos de los cuatro
evangelistas conocidos como el Tetramorfos: San Marcos es el león; San Mateo, el
ángel; San Juan, el águila; y San Lucas, el toro. Encima del tímpano aparecen las
arquivoltas, una sucesión de arcos abocinados que pueden estar decorados
geométrica o vegetalmente o bien aparecer los veinticuatro ancianos del
Apocalipsis. El dintel, también decorado, separa al tímpano del resto de la portada.
Dividiendo la puerta en dos aparece el parteluz, una columna donde se suele
colocar a Criato, a la Virgen, al Patrón de la localidad o bien al Árbol de la Vida. A
ambos lados de la portada tenemos las jambas, que pueden estar decoradas con
columnas o con estatuas de apóstoles alargadas simulando los fustes de las
columnas.

La escultura románica va a estar sujeta a la arquitectura, es lo que se ha


denominado ley del marco, amoldarse al espacio físico de la arquitectura dando
lugar a achatamientos, alargamientos, anatomías defectuosas, perspectivas
extrañas y en definitiva desproporción y anti-naturalismo. Esto va a dar lugar a que
los valores estéticos que nosotros conocíamos se pierdan, ya no hay belleza ni
realidad clásica sino que las figuras van a transmitir a los fieles mensajes
trascendentales y religiosos. Ante esto, se ha llegado a hablar de “feísmo”, o lo que
es lo mismo, la estética de lo feo.

La temática será bíblica, apocalíptica, cuya epopeya del fin del mundo prima en este
período. Aparecerán figuras de Santos, el infierno, personajes fantásticos y
monstruosos,...

El material por excelencia será la piedra. En escultura tenemos que distinguir entre
relieve y escultura exenta. La escultura exenta aparece tallada sobre todo en
madera y marfil, siendo sus características principales la rigidez y la incomunicación.
Nos encontramos Cristos crucificados con cuatro clavos y sin muestras de dolor ni
de sangre, y Vírgenes entronizadas con el niño en brazos rígidas como muebles y
sin comunicación entre la madre y el niño (hieratismo, sin ritmo, movimiento).

Como ejemplos destacamos el tímpano de San Pedro de Moissac donde destaca la


escena del Juicio Final de Santa Fe de Conques donde se puede observar restos de
policromía; el juicio Final de la portada occidental de San Lázaro de Autum, y el
tímpano de San Trófimo de Arlés. Pero uno de los ejemplos más importantes es el
Pórtico de la Gloria, entrada principal a la gran catedral de peregrinación y realizada
por el Maestro Mateo (1168-1188). Consta de tres arcos, que se corresponden con
las naves de acceso al templo. En el tímpano central se representa la Gloria de
Jesús, un gran Pantocrátor rodeado del Tetramorfos, los elegidos en el Juicio Final y
los Ángeles de la pasión, y en las arquivoltas los 24 ancianos del Apocalipsis. En el
parteluz aparece el Apóstol Santiago y la representación del árbol genealógico de
Jessé. Los pórticos laterales representan el Limbo y el infierno. En las jambas
aparecen Profetas y Apóstoles.

Las características de este Pórtico, y que anticipan al gótico, se ven sobre todo en la
“Sacro Conversatio” de los Profetas, donde el profeta Daniel se sonríe, siendo todo
un anticipo de la escultura de la catedral de Reims.
Por otra parte destacan los capiteles del Claustro de Silos (Burgos) y los de San
Juan de la Peña (Huesca).

Los capiteles y los relieves del claustro de Silos se jalonan desde el siglo XI hasta el
siglo XIII. Los primeros capiteles datan el siglo XI y suelen ser historiados y
fantásticos; y en el siglo XII se hacen una serie de relieves en los cuatro pilares
esquinados del claustro. Se pueden destacar Pentecostés, la Ascensión, la
Incredulidad de Santo Tomás, la Crucifixión y posteriormente la Asunción, que ya
está hecha por otro maestro y que tiene carácter protogótico.

En Aragón destacan los capiteles de San Juan de la Peña. La mayoría de ellos son
historiados y sus características más importantes serían sus ojos abultados y sus
cabezas muy redondeadas. Como ejemplo cabe destacar el capitel de la Última
Cena.

En cuanto a escultura exenta, realizada mayoritariamente en madera policromada,


destaca el Cristo de Batlló y las representaciones de Vírgenes sedentes.

La pintura románica va a tener las siguientes características:

-Es hierática.

-Los temas seguirán siendo bíblicos y se suelen localizar en los ábsides o en los
muros de la nave central.

-Las figuras aparecen silueteadas mediante un trazo negro.

-Los colores son planos, sin mezcla.

-El dibujo se suele desarrollar en franjas.

-Los colores son fuertes, violentos y con contraste.

-Hay una carencia de profundidad de profundidad o perspectiva, apareciendo als


figuras yuxtapuestas.

-La técnica empleada será el fresco, consistente en extender los colores sobre una
capa fresca de cal aplicada a la pared. En la pintura sobre tabla se utilizará la
técnica de la pintura al temple.

-Es una pintura llena de misticismo, de ahí que sea antinatural y trascendente.
-Toda la pintura suele estar mal conservada debido a la humedad, de ahí que
muchos ejemplos hayan sido trasladados a museos.

En el siglo XI aparecen las pinturas románicas más importantes donde se practica la


técnica del fresco retocado con la técnica del temple graso, lo que le va a dar a la
pintura gran vivacidad. Destacan el Pantocrator de San Clemente de Tahull y la
Maiestas Mariae de Santa María de Tahull. Se cree que datan del siglo XII y que
fueron hechos por el mismo pintor ya que en ambos se puede ver una influencia
bizantina. El fresco de San Clemente de Tahull sigue el esquema convencional del
románico: el Pantocrátor enmarcado por la mandorla, rodeado por el Tetramorfos.
La primera franja representaría el cielo; la segunda, con representaciones de la
Virgen y los Santos, La Iglesia y su papel de intercesora entre el mundo divino y el
humano; y la tercera, dedicada generalmente a la Tierra, aquí apenas es visible.
Está sentado sobre la bóveda celeste, con los pies sobre el escabel de la Tierra,
flanqueado por las letras alfa y omega (principio y fin). La mandorla simboliza la luz
que emana de su ser y, en su órbita planea el Tetramorfos. Cuatro ángeles
sostienen los símbolos de los evangelistas. En el segundo registro, los santos y
María, llenos de hieratismo, simbolizan las columnas de la fe. Tanto el trazo, como el
color y la plasmación de los personajes, están al servicio de la exageración y de los
detalles más significativos. La línea, gruesa y enérgica, es fuente de vida y
expresión. Con pocos trazos se producen los rasgos esenciales como se puede ver
en el rostro de Jesús. El color es puro, los más utilizados son el rojo, el azul y
amarillo intensos. Las figuras son estilizadas y alargadas y en ellas destaca la
frontalidad, la rigidez y el hieratismo.

En Santa María de Tahull la Virgen se representa con el Niño sentado en sus


rodillas, un modelo iconográfico que deriva de las Theotokos bizantina, la virgen
como intercesora entre dios y los hombres. En este caso está rodeada por el
misterio de la Epifanía, la presencia de los Reyes Magos.

Otro ejemplo a destacar de la pintura románica es la cripta de San Isidoro de León


donde las figuras se mezclan con toques paisajísticos. Las seis bóvedas que
componen este panteón son la culminación de un proceso que acaba en el siglo XII.
La técnica utilizada va a ser el fresco, donde se utiliza el blanco como color
predominante, dando así mucha más luminosidad y plasticidad al fondo. Los temas
que se recogen son bíblicos: la vida de la Virgen, de Jesús, la Crucifixión, los
pastores, los retratos de Fernando II y Doña Urraca y el gran Pantocrátor en el
centro.

En cuanto a la pintura sobre tabla tenemos que hablar de los frontales de altar.
Están hechos en madera y pintados con la técnica del temple al huevo. Los talleres
más importantes se encuentran en Cataluña, los de Vic y Ripoll.
La superficie de los frontales aparece fragmentada en registros, reservando el
núcleo para la Maiestas Dómini y rellenando los espacios laterales con milagros,
historias y martirios de santos.

Entre los ejemplos más importantes destaca el frontal de Aviá. Este frontal sigue el
esquema de una escena central (la Virgen con el Niño) y episodios laterales
relacionados con la vida de la Virgen (Anunciación, Visitación, Natividad, Epifanía y
Presentación en el Templo).

Aunque prevalece el hieratismo los personajes muestran cierta humanización. La


Virgen con el Niño rompe con el estatismo románico: el Niño se inclina hacia la
derecha para bendecir. La figura de la Virgen también se suaviza al colocar la mano
izquierda sobre la pierna del pequeño y la derecha sobre su corazón.

Otro ejemplo a destacar es el frontal de los Martirios de San Quirce y su madre


Santa Julieta.

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