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ACCIÓN DE TUTELA
Radicación: 850014071001-2021-00302-00
Accionante: HERNANDO LUIS TORRES CARAZO
Accionada: UNIVERSIDAD INTERNACIONAL DEL TRÓPICO AMERICANO – UNITRÓPICO-
ASUNTO A RESOLVER
Se profiere el fallo de tutela dentro de la acción instaurada por el ciudadano HERNANDO LUIS
TORRES CARAZO, identificado con la cédula de ciudadanía 1.075.166, actuando en nombre propio,
en contra de la UNIVERSIDAD INTERNACIONAL DEL TRÓPICO AMERICANO - UNITRÓPICO,
por la presunta vulneración de sus derechos fundamentales a la educación y a la igualdad.
HECHOS Y PRETENSIONES
Indica la parte actora que el trece (13) de diciembre de los cursantes, se dirigió a las instalaciones de la
la entidad accionada, con el fin de gestionar su matrícula para uno de los programas ofertados por esa
institución a cursarse el primer semestre del próximo año; siendo entrevistado por un asesor de la
facultad, quien le informó que las inscripciones se habían cerrado el diez (10) de diciembre pasado por
lo que no era posible inscribirlo, razón por la que le sugirió que hablara con el rector encargado.
Señala que acudió a la rectoría presentando su solicitud, pero la misma fue negada de plano pese a que
puso en conocimiento del funcionario su condición especial de adulto mayor y víctima del conflicto
armado, el cual solamente insistió que en que ya se habían cerrado las fechas y estimó su determinación
en la autonomía universitaria, conducta que considera lesiva de sus derechos fundamentales pues se deja
de lado su especial condición.
Con fundamento en estos hechos solicita el amparo de sus derechos fundamentales y que se ordene a la
entidad accionada sea aceptada su inscripción o matricula a fin de iniciar estudios de educación superior
en la facultad de Derecho, en el primer semestre del año 2022.
Como sustento de su dicho allegó para que sean tenidos como prueba los siguientes: 1. Documento de
Identidad; y 2. Consulta del Registro Único de Víctimas -RUV-.
TRÁMITE PROCESAL
Una vez recibida la solicitud de amparo mencionada, el Despacho mediante auto del dieciséis (16) de
diciembre del año en curso, dispuso su admisión, decisión que se comunicó a la entidad accionada
mediante el oficio de Tutela número 2021- 02293, corriéndosele además traslado de la acción de tutela
y sus anexos, para que ejerciera su derecho a la defensa y de contradicción, para lo que se le concedió
un término de tres (3) días. De igual forma, mediante Oficio de Tutela número 2021-02294, se comunicó
a la parte actora el contenido de dicha decisión, indicándole que esta Instancia Judicial contaba con un
término de diez (10) días para pronunciarse de fondo frente a la problemática planteada.
postura efectivamente devendría en un acto de desigualdad injustificado frente a los aspirantes que sí
cumplieron oportunamente las directrices universitarias.
De igual forma, recalca que el proceso de inscripción no garantiza al aspirante un cupo ni le otorga la
calidad de estudiante, pues primero debe ser admitido por la universidad ganando el cupo de entre los
demás aspirantes; darle un trato preferencial sobre los demás devendría en un trato desigual injustificado
que vulneraría los derechos de las personas que si cumplieron con los tiempos establecidos.
Por lo demás informa, que para las personas que ostentan la calidad de victimas del conflicto armado,
población diferencial y mejor puntaje ICFES también hay cupos ofrecidos, pero estas personas también
debían sujetarse a los términos establecidos en el calendario institucional para que sus postulaciones
pudieran ser estudiadas, oportunidad que el accionante dejó pasar.
Consecuente con lo anterior, solicita nieguen todas y cada una de las pretensiones de la demanda pues
no se han vulnerado los derechos fundamentales irrogados por el accionante.
A fin de que obre como prueba, anexa los siguientes: 1. Resolución Rectoral 432 de 2021; 2. Resolución
Rectoral 435 de 2021; 3. Resolución Rectoral 456 de 2021; y 4. Resolución Rectoral 468 de 2021.
PROBLEMA JURÍDICO
1. Competencia
El artículo 86 de la Constitución Política, faculta a toda persona para reclamar ante los jueces mediante
la acción de tutela la protección inmediata de sus Derechos Constitucionales Fundamentales, cuando
quiera que estos resulten vulnerados o amenazados por la acción u omisión de cualquier autoridad pública
y, excepcionalmente, contra particulares encargados de la prestación de un servicio público o cuya
conducta afecte grave y directamente el interés colectivo, o respecto de quienes el solicitante se halle en
estado de subordinación e indefensión.
De otro lado, y al tenor de lo señalado en el artículo 37 del Decreto 2591 de 1.991, son competentes para
conocer de la acción de tutela, a prevención, los jueces o tribunales con jurisdicción en el lugar donde
ocurriere la violación o la amenaza que motivaren la presentación de la solicitud. A su vez, el numeral
1º del artículo 1º del Decreto 1983 de 2017, norma que modificó el artículo 2.2.3.1.2.1 del Decreto 1069
de 2015 (Reglamentario del Sector Justicia y del Derecho), expresa que las acciones de tutela que se
interpongan contra cualquier autoridad, organismo o entidad pública del orden departamental, distrital o
municipal y contra particulares, serán repartidas, para su conocimiento en primera instancia, a los Jueces
Municipales.
Por lo anterior, este Despacho es competente desde el punto de vista funcional y territorial para conocer
y pronunciarse de fondo frente a la presente acción de tutela.
Legitimación por activa: El artículo 86 de la Constitución Política establece que toda persona tiene la
facultad de incoar el amparo constitucional, por sí misma o por quien actúe en su nombre, con el fin de
reclamar ante los jueces la protección inmediata de sus derechos fundamentales cuando considere que
estos han sido transgredidos por la acción u omisión de una autoridad pública o de los particulares, en
los casos que determine la ley. En este asunto se cumple a satisfacción dicha condición, toda vez que
quien acude a esta acción es la persona que directamente se siente afectada por la falta de respuesta
oportuna a la solicitud de grado que elevara.
1 Sentencia T-373 de 2015, M.P. Gloria Stella Ortiz Delgado y T-103 de 2017, M. P. Gloria Stella Ortiz Delgado, entre otras.
2
Ver, sentencia T-662 de 2013.
3
T-102 de 2017
La Constitución Política de 1991, estableció en el artículo 67 inciso 1º que “la educación es un derecho
de la persona y un servicio público” que tiene una función social4. Asimismo, reiterada jurisprudencia
de la Corte Constitucional ha determinado con claridad que en el caso de los menores de edad la
educación constituye un derecho fundamental5. Ahora bien, frente al derecho a la educación para los
mayores de edad, el texto constitucional no es explícito respecto de su carácter fundamental, a pesar de
lo cual la jurisprudencia ha logrado afirmar cómo, dados los valores constitucionales que se desarrollan
teniendo como prerrequisito a la educación, este resulta también fundamental cuando se refiere a los
mayores de edad.
Posteriormente, en las sentencias C-170 de 2004 y C-376 de 2010, la Corte determinó que la educación
alcanzaba el carácter de derecho fundamental respecto de los menores de dieciocho (18) años, mientras
que para los mayores de edad, este derecho adquiría un carácter solamente “prestacional y
programático”7.De igual forma, en la sentencia C-520 de 20168, se hizo aún más explícito el carácter
fundamental de la educación al recordar que “[e]n jurisprudencia constante y reiterada, este Tribunal
ha destacado el carácter fundamental del derecho a la educación, a partir de su evidente relación con
la dignidad humana y de su facultad para potenciar el ejercicio de otros derechos como la igualdad de
oportunidades, el trabajo, los derechos de participación política, la seguridad social y el mínimo vital,
por mencionar solo algunos”. En esta providencia se puso de presente que el núcleo esencial del derecho
a la educación identificado en la jurisprudencia, se concreta en el acceso y permanencia en el sistema
educativo9. En el mismo sentido, la Corte realizó una consideración expresa acerca del carácter
fundamental de la educación durante “toda la vida”, exponiendo su naturaleza fundamental tanto para
menores de edad, como para mayores de edad. En este sentido, este Tribunal expuso cómo “el carácter
fundamental del derecho a la educación de toda la población (sin distinción por razón de la edad) no
4
Ver, sentencia C-003 de 2017.
5
Ver, entre otras, sentencias, T-050 de 1999, T-780 de 1999, T-202 de 2000, T-1017 de 2000, T-353 de 2001, T-492 de 2010.
6
Se citan al respecto el artículo 13 del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales y el artículo 26 de la Declaración
Universal de Derechos Humanos.
7
Para ilustrar esta situación, recordó lo dicho por la Corte en la sentencia T-1704 de 2000, en la que se estableció que “no se encuentra amparada
como derecho fundamental, la educación media de los adultos”. A pesar de esto, la sentencia de constitucionalidad hizo hincapié en la
importancia sistémica de la educación para la realización de la dignidad del ser humano al afirmar que “no existe discusión alguna, sobre la
importancia de la educación como factor esencial del desarrollo humano, social y económico y, a su vez, como instrumento fundamental para
la construcción de equidad social. De ahí que, como lo ha sostenido esta Corporación, el principal argumento que permite catalogar al derecho
a la educación dentro de la tipología de los derechos inherentes e inalienables de la persona, se encuentra en la finalidad que dicho derecho
está llamado a cumplir. En efecto, la educación busca el acceso al conocimiento y a los demás bienes y valores de la cultura, como actos
inherentes a la naturaleza intrínseca del hombre”.
8
En esta providencia se recordó lo dicho en la sentencia T-787 de 2006, en la que se resaltó la importancia de la educación para hacer efectivo
el mandato de igualdad de oportunidades, permitiendo la proyección social y la realización de los derechos fundamentales, dignificando la
persona, contribuyendo a su desarrollo humano, social y económico, tanto en el ámbito individual como comunitario.
9
Se señaló en la sentencia C-520 de 2016 que recientemente se ha incorporado al análisis de la educación como servicio público, la metodología
expuesta en la Observación General No. 13 del Comité DESC, en la que se plantea la existencia de cuatro componentes estructurales que
aseguran su efectividad: (i) asequibilidad, (ii) accesibilidad, (iii) adaptabilidad y (iv) aceptabilidad.
implica que las condiciones de aplicación sean las mismas para todos. Concretamente, en materia de
condiciones de acceso a la educación, tanto los tratados de derechos humanos como la Constitución
Política y la jurisprudencia constitucional, han diferenciado entre obligaciones de aplicación inmediata
y deberes progresivos, con base en parámetros de edad del educando y nivel educativo”, poniendo de
presente que la accesibilidad a la educación superior para mayores de dieciocho (18) años es de
aplicación progresiva y depende del mérito para la distribución de los cupos, posición que fuere reiterada
en las sentencias C-003 y la C-535 de 2017, en las que se ha reafirmado que el carácter progresivo del
derecho a la educación superior e insistido en su naturaleza como derecho fundamental y se señaló
también, la importancia del doble carácter de la educación como derecho y deber, destacando que “[e]l
mismo titular del derecho debe soportar la exigencia de un deber, una carga a cumplir”, especialmente
centrada en el cumplimiento de compromisos académicos y disciplinarios.
“Con el fin de garantizar las libertades de enseñanza, aprendizaje, investigación y cátedra (art. 27 CP)
incluidas en la Constitución Política de Colombia y permitir la diversidad, el pluralismo y el desarrollo de
la libertad de conciencia en los centros educativos, el constituyente colombiano desarrolló la garantía
institucional de la autonomía universitaria 10, plasmada en el artículo 69 de la Carta. En virtud de dicha
garantía institucional, que constituye una protección de rango constitucional encaminada a lograr el buen
funcionamiento de las institucionales de educación superior11 en el marco de la eficacia de los derechos
fundamentales12, se permite a las instituciones educativas, por ejemplo, escoger y admitir sus alumnos 13 y
docentes14, escoger las técnicas de enseñanza que aplicará, los métodos de evaluación, el régimen de
promoción15, la definición de los planes de estudio16, su postura filosófica17, los cobros y presupuestos
necesarios para su funcionamiento, pero por sobre todo, facultan a la institución educativa para auto-
organizarse y auto-regularse a través de la adopción de un reglamento contentivo de las normas internas
que, una vez adoptadas, la vinculan así como a todos los miembros de la comunidad educativa 18. Es muy
importante anotar que “[l]a autonomía concretada en la expedición de las normas internas no puede
entenderse como libertad para omitir su cumplimiento. Dictadas las reglas de funcionamiento, ellas se
imponen a la universidad y a todos sus estamentos”19.
En ese sentido, la jurisprudencia de la Corte Constitucional desde sus primeros años la ha definido como:
“Un principio pedagógico universal que permite que cada institución tenga su propia ley estatutaria, y que
se rija conforme a ella, de manera que proclame su singularidad en el entorno, mientras no vulnere el
orden jurídico establecido por la Constitución y las leyes. Es el derecho de cada institución universitaria
a ser lo que es, el derecho a su propia ley que la identifica como ente singular dentro del mundo
universitario, de tal modo que puede autorregularse, pero nunca en contradicción con la legalidad y la
conveniencia generales”20.
10
Ver, Sentencia C-162 de 2008.
11
En la sentencia T-574 de 1993.
12
Ver, sentencia C-337 de 1996.
13
Ibíd.
14
Ver, sentencia C-162 de 2008.
15
Ver, sentencia T-574 de 1993.
16
Ver, sentencia T-310 de 1999.
17
Ver, sentencia C-162 de 2008.
18
Ver, sentencia T-574 de 1993. Al respecto, ver también, sentencia C-1245 de 2000.
19
Ibíd.
20
Ver, sentencia T-123 de 1993.
Esta definición, permite concluir que la autonomía universitaria tiene límites que no pueden transgredirse
bajo el supuesto amparo de la misma. Al respecto, la sentencia C-162 de 2008 señaló:
“[T]ambién se ha puesto de manifiesto que diversos preceptos constitucionales fijan límites a la autonomía
universitaria, entre los que cabe mencionar: (i) la facultad reconocida al Estado para regular y ejercer la
suprema inspección y vigilancia de la educación (Art. 67 de la C. P.), (ii) la competencia atribuida al
legislador para expedir las disposiciones generales con arreglo a las cuales las universidades pueden darse
sus directivas y regirse por sus propios estatutos (Art. 69 de la C. P.), (iii) la facultad de configuración
legislativa para expedir las leyes que regirán la prestación efectiva de los servicios públicos (Art. 150-23
de la C. P.) y (iv) el respeto por el ejercicio legítimo de los derechos fundamentales (Título II, Capítulo II
de la Constitución)”.
Teniendo en cuenta lo que se discute en el caso concreto, resulta de especial importancia analizar cómo el
derecho al debido proceso opera como límite a la garantía institucional de la autonomía universitaria. En
este sentido, el derecho fundamental consagrado en el artículo 29 de la Carta, se erige como “una serie de
garantías con las cuales se busca sujetar a reglas mínimas sustantivas y procedimentales, el desarrollo de
las actuaciones adelantadas por las autoridades en el ámbito judicial o administrativo, con el fin de
proteger los derechos e intereses de las personas vinculadas”23. Dicho derecho tiene como principales
obligados a todas aquellas autoridades públicas que se encarguen de la evaluación y juzgamiento de las
conductas desplegadas por cualquier persona24, escenario de especial importancia en el desempeño de las
universidades públicas. Así mismo, el Estado no es el único obligado al respeto y garantía de dicho derecho,
pues los parámetros de protección y garantía también deben ser aplicados en las relaciones entre
particulares, de manera que también se predican de las relaciones desarrolladas al interior de las
universidades privadas. En consecuencia, el debido proceso se instituye como una regla de obligatorio
cumplimiento que rige para toda clase de actuaciones, incluidos por supuesto, todos aquellos
procedimientos académicos, administrativos o disciplinarios adelantados por instituciones universitarias en
relación con sus estudiantes25.
CASO EN CONCRETO
Acude a esta acción constitucional el señor HERNNDO LUIS TORRES CARAZO en defensa de sus
derechos fundamentales a la educación y a la igualdad, los que considera han sido transgredidos por la
UNIVERSIDAD INTERNACIONAL DEL TRÓPICO AMERICANO – UNITROPICO- debido a que
el trece (13) de diciembre de los cursantes dicha entidad no recibió su solicitud de inscripción para
acceder a uno de los programas ofertados por dicha entidad, aduciendo que ya se habían cerrado las
fechas de inscripción, conducta que considera lesiva de sus derechos fundamentales pues se deja de lado
su especial condición de persona víctima del conflicto armado y de la tercera edad.
Planteado así el asunto se tiene que el tema de debate se sustrae a determinar si la aplicación del
calendario académico puede ser exceptuada en casos de que esté de por medio el acceso a la educación
de una persona que aduce ser víctima del conflicto armado y que se considera en estado de vulnerabilidad
especial dada su calidad de persona de la tercera edad, vistos el escrito tutelar, su contestación, las
pruebas recaudadas y la jurisprudencia citada en precedencia, se tiene claridad que en virtud de la
21
Ver, sentencia C-829 de 2002.
22
Ver, sentencia T-097 de 2016.
23
Ver, sentencia T-416 de 1998.
24
Ver, sentencia T-470 de 1999.
25
Ver, sentencia T-020 de 2010.
Por lo anterior, comparte este funcionario judicial la postura de la accionada cuando afirma que el respeto
del calendario académico promueve un escenario de igualdad y equidad frente a todos los posibles
aspirantes, amén de que se considera que esto también forma parte del debido proceso, pues se establecen
reglas claras y transparentes frente al proceso de admisión, y, por ende los interesados en dicha
convocatoria se encuentran enterados del cronograma en que pueden por un lado presentar sus
postulaciones, cuáles son los requisitos para la misma, la fecha en que se publicará la lista de admitidos,
las fechas de matrícula y el inicio de clases, entre otros, es decir, es una herramienta de organización a
miras de cumplir el fin institucional.
En el presente caso, está acreditado que a través de la Resolución CA N°05 de 2021, se estableció el
calendario académico 2022 A, de UNITROPICO, y, que a través de la Resolución Rectoral 432 de 2021,
dicho cronograma fue modificado en lo atinente a las fechas para renovación de matrículas de pregrado
y posgrado y de inicio y finalización de clases, sin embargo, mediante la Resolución Rectoral 435 de 25
de noviembre de 2021, la mencionada Resolución 432 fue derogada, quedando el cronograma
establecido inicialmente, finalmente, dicha Resolución 435, también fue derogada a fin de aplicar
normativas nacionales en cuanto a los recibos de pago de matrícula, quedando incólumes las demás
fechas, si se observa el calendarios se puede observar que el cronograma de inscripción, selección y
admisión de estudiantes nuevos, se indicó que del 10/11/2021 a 09/12/21, se podía efectuar el pago del
formulario de inscripción, del 11/11/21 al 10/12/21 la inscripción, del 13/12/21 al 16/12/21 el proceso
de selección de aspirantes y el 17/12/21 publicación de admitidos.
Ahora bien, en tratándose de la especial protección de que gozan las personas de la tercera edad y las
victimas del conflicto armado, se tiene que el gobierno nacional ha proferido varias directivas en las
cuales se denota la procura de oportunidades a poblaciones que han sufrido conculcación sistemática de
derechos fundamentales y que se encuentran en situaciones de especial vulnerabilidad, por lo que en
materia educativa, se han creado cupos educativos para población desplazada, para personas víctimas
del conflicto armado y población diferencial, de los que cada universidad fija los reglamentos de acceso
a los mismos teniendo en cuenta las pautas fijadas en dichas normativas, lo deja entre ver, que el acceso
a dichos cupos también está sometido a reglamentos y el cumplimiento de ciertos requisitos y no son
asignados perse a la sola acreditación de la especial condición, requisitos entre los que se encuentra el
cronograma de inscripción.
Conforme a lo anterior, encuentra el Despacho que, prima facie, la actuación de la institución tutelada
no constituye una vulneración de los derechos fundamentales del accionante. Específicamente, si se
entiende que la negativa en la recepción de una inscripción extemporánea tiene por objeto garantizar el
derecho a la igualdad entre todos los aspirantes y en equidad en los aspirantes a cupos especiales,
entonces la flexibilización en la aplicación de los términos establecidos en el cronograma estudiantil
para acceder a un cupo universitario, no es posible en este asunto solo por el hechos de pertenecer a la
población desplazada u ostentar la calidad de adulto mayor, (se resalta que por ley tal calidad se ostenta
a partir de los 70 años de vida) poblaciones que encuentran garantizado su acceso a oportunidades
precisamente al ser convocados para acceder a los cupos universitarios y por ende el acceso a la
educación superior; razones por las cuales se negará el amparo solicitado.
En mérito de lo expuesto, el Juzgado Primero Penal Municipal para Adolescentes con Función de
Control de Garantías de Yopal - Casanare, administrando justicia en nombre de la República y por
Autoridad de la Ley,
R E S U E L V E:
SEGUNDO: Informar a las partes que la presente decisión puede ser impugnada dentro de los tres (3)
días siguientes a la notificación de la misma.
TERCERO: Notifíquese a las partes el contenido de esta decisión por los medios más expeditos.
CUARTO: Si esta decisión no fuere impugnada, por Secretaría, remítase el expediente a la Honorable
Corte Constitucional para su eventual revisión.
NOTIFÍQUESE Y CÚMPLASE