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PROPIEDADES DE LA SEDA

La seda es una fibra contínua, fina y lustrosa que, durante siglos, ha sido
considerada la reina de las fibras: en tiempos pasados hubo períodos en los
cuales la seda, debido a su rareza, se consideraba un artículo de lujo muy
cotizado.

Las fibras de seda tienen una sección transversal triangular con esquinas
redondeadas. Esto refleja la luz en diferentes ángulos, dando a la seda un
brillo especial.

Tiene una textura suave y lisa, no resbaladiza, a diferencia de las fibras


sintéticas.

Reúne una combinación única de propiedades que no posee ninguna otra


fibra: tacto seco, brillo natural, buena absorción de la humedad, buenas
cualidades de caída, alta resistencia, hipoalergénica.

La seda es una de las fibras naturales más fuertes, pero pierde hasta el 20% de
su fuerza cuando está húmeda. Se dice que un cable de seda del grosor de un
lápiz sería capaz de detener a un Boeing 747 en pleno vuelo.

Su elasticidad va desde moderada a pobre: si se estira más allá de un cierto límite de fuerza, tarda
un tiempo en recuperar su forma previa.

Es un tejido sensible a la luz solar, pudiéndose debilitar su estructura si se expone mucho al Sol.
También es especialmente vulnerable a la acción de los insectos, sobre todo las polillas, si está
sucia.

En contacto con la piel produce una sensación de calor desde el primer momento; la caída es
mejor que la de cualquier otra fibra; resiste los ácidos pero no lo alcalinos fuertes: el cloro la daña,
se blanquea con agua oxigenada.

La seda es un tejido natural muy duradero siempre que se cuide adecuadamente.


El peso de la seda se mide tanto en gramos como en mommes: 28 gramos equivalen a 8 mommes.
Los rangos usuales de peso en mommes para los distintos tejidos de seda son: Habutai - 5 a 16
mm. Chifón - 6 a 8 mm (puede ser de grosor doble, pesando de 12 a 16 mm)

Seda salvaje - 35 a 40 mm (sedas más pesadas presentan un aspecto más "lanoso")

Las sedas silvestres se conocen y utilizan en muchos países desde tiempos remotos, aunque la
escala de producción es mucho menor que el obtenido de los gusanos de seda cultivados. Los
capullos y nidos de seda suelen parecerse al papel o la tela, y su uso ha surgido de forma
independiente en muchas sociedades.

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