Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
1. INTRODUCCIÓN
La mayor parte de nuestro tiempo y de las actividades que realizamos cotidianamente implican algún tipo de relación
con otras personas. La interacción social parece ser una característica básica de los seres humanos y cuando logramos
relacionarnos de forma adecuada y eficaz podemos satisfacer todas nuestras necesidades afectivas y emocionales.
Algunas situaciones sociales llegan a ser muy aversivas y amenazantes y producen niveles de temor tan elevados que
las personas se pasan la vida intentando evitarlas. Estos niveles de malestar o evitación constituyen un asunto de
atención clínica ya que hacen sufrir al individuo y a personas de su entorno e interfieren con el correcto funcionamiento
de su vida diaria. A la hora de considerar el impacto que podría tener el trastorno de ansiedad social o fobia social sobre
la vida de quien lo padece, habrá que tener en cuenta la cantidad y variedad de situaciones sociales a las que se teme.
Nos referimos a fobia social específica o circunscrita cuando se temen 1 o dos tipos de situaciones sociales o bien a la
fobia social generalizada cuando se temía una amplia variedad de situaciones sociales. A partir del DSM 5, estas
denominaciones son menos utilizadas pero lo importante es tener presente que los sujetos que padecen este último
tipo constituyen en los casos más graves. Aunque quieren relacionarse con los demás se sienten aislados y con escasas
interacciones sociales; normalmente tienen muy pocas actividades de ocio que impliquen a otros y asumen tareas y
responsabilidades de forma individual. A veces estas consecuencias le convierten en un precursor de otros problemas
psicológicos igualmente importantes como los trastornos depresivos o los trastornos de ansiedad.
CARACTERÍSTICAS CLÍNICAS
Los componentes más importantes del miedo son la conducta de evitación, la reactividad fisiológica y los informes
verbales o cognitivos del temor subjetivo relacionados con la interpretación de amenaza de la situación. Podemos
esperar que estos 3 niveles de respuesta también se den en el TAS, teniendo en cuenta que los componentes pueden
variar de un individuo a otro y que cada patrón irá variando con el tiempo y según el contexto sociocultural.
Los individuos con TAS se caracterizan a nivel conductual por su inhibición o sus déficits conductuales en situaciones
de interacción social o de actuación frente a los demás. En los niños se han identificado además el llanto y el quedarse
paralizado entre otros. A nivel fisiológico y emocional se pueden observar manifestaciones típicas de la ansiedad como
el aumento de la tasa cardíaca y cambios en la respiración. En los niños es común encontrar que sienten que se les hace
un nudo en la garganta. Según la OMS, las personas con TAS pueden experimentar también urgencia por orinar o defecar
y quienes llegan a experimentar un ataque de pánico, posiblemente añadan entre sus síntomas la dificultad para respirar
y la sensación de ahogo o dolor entre otros. Por último a nivel cognitivo se encuentran la conciencia excesiva de uno
mismo, es decir el estar en una situación temida a las personas con TAS centra la atención en sí mismos y esto podría
interferir con el procesamiento sobre la situación y el comportamiento con los demás; evaluación de las situaciones
sociales como amenazantes y catastróficas con lo cual la anticipación y la sobreestimación de los resultados también
son negativas; atención a la información relacionada con el fracaso social; y en algunos casos el guía se más por sus
creencias preconcebidas que por la retroalimentación sobre su actuación real en una situación concreta.Voncken y Bögels
mostraron que existe un sesgo en la percepción de uno mismo en situaciones sociales de interacción por parte de los
individuos, quienes se calificaron mucho peor en su desempeño que los sujetos control y su desempeño social real fue
peor en la situación de interacción que en la de actuación. Los individuos experimentan ansiedad no solo al estar en la
situación social en sí sino incluso solo con pensar que tendrán o tendrían que enfrentarse a ella. Por esto el contenido
de sus cogniciones está asociado con la valoración negativa de sí mismo y de la situación, debido a la posibilidad de
que resulte embarazosa o con su temor al rechazo o a la crítica por parte de los demás.
• Situaciones interactivas entre las que estarían por ejemplo iniciar o mantener conversaciones, asistir a una fiesta
o realizar una entrevista entre otros
• Situaciones no interactivas entre las que está elaborado en público, escribir mientras lo observan o cantar frente
a otros, entre otros.
Heimberg, Hope y Liebowitz sugirieron clasificar las situaciones sociales dentro de cuatro categorías primarias: hablar e
interactuar en contextos formales como dar una charla delante de una audiencia; hablar e interactuar en contextos
informales como en una fiesta; interactuar requiriendo el uso de comportamientos asertivos como hablar con una figura
de autoridad; y cuando son observados mientras realizan algún comportamiento cómo trabajar o escribir. Sin embargo,
la técnica estadística del análisis factorial proporciona un apoyo mixto a esta clasificación. Pueden existir otras
clasificaciones de los temores sociales, pero esto depende en gran medida del instrumento que se utilice. El mayor
inconveniente que existe es la variabilidad en las estructuras factoriales de algunos de estos instrumentos por lo que
seguimos sin saber cuáles son los tipos de ansiedad social o las dimensiones o dominios que la forman. En el DSM5 se
incluyen 3 tipos de situaciones sociales: de interacción, de observación y de actuación. Se ha desarrollado recientemente
una propuesta novedosa realizada por Caballo y sus colaboradores respecto a una nueva forma de clasificar las
dimensiones de la ansiedad social con base en estudios empíricos hechos con diversas poblaciones y utilizando una
medida de autoinforme, el cuestionario de ansiedad social para adultos.
CLASIFICACIÓN DIAGNÓSTICA
El trastorno de ansiedad social está considerado dentro de la sección de los trastornos de ansiedad y entre los trastornos
de ansiedad fóbica que a su vez forman parte de la categoría de trastornos neuróticos, secundarios a situaciones
estresantes y somatomorfos. El DSM 5 ha realizado algunos cambios sutiles en cuanto a los criterios diagnósticos: se ha
producido una modificación en el orden en que aparece el nombre del trastorno para diferenciar lo mejor de las fobias
específicas; la definición del trastorno se ha subdividido en los criterios A y B para resaltar que el temor puede estar
relacionado con la evaluación negativa que pueden realizar los demás debido a los propios síntomas fisiológicos
característicos de la ansiedad que le produce la situación; se han señalado concretamente 3 tipos de situaciones sociales
temidas por los individuos y que son las situaciones de interacción social, aquellas en las que se puede ser observado
y las referidas a actuar frente a otros; se ha relativizado el peso de la conducta de evitación teniendo en cuenta que no
siempre es posible evitar las situaciones sociales y la mayoría de las personas lo que hacen es tolerarlas; los criterios
aparecen unificados tanto para adultos como para niños; el especificador constituye una de las modificaciones más
importantes ya que se ha eliminado la especificación de si el TAS era generalizado, y ahora hay que especificar sí solo
es actuación.
Respecto a estos cambios, uno se relaciona con los 3 tipos de situaciones sociales que se incluyeron en el criterio A.
Esta propuesta sobre los 3 tipos de situaciones sociales se basan los planteamientos de Bögels y colaboradores, pero
surge la duda de que cuando este concepto está implícito en gran parte de las situaciones temidas, esas 3 categorías
no coinciden con revisiones recientes de la literatura. Otro aspecto importante se refiere al nuevo especificador ya que
se piensa que este especificador no añade nada al diagnóstico y los datos indican que dicho subtipo no es más frecuente
que otras clases de conducta del TAS. Ambas polémicas afectan no solo a quienes ejercen en la clínica sino a los que
realizan investigación y entre los efectos diversos se encuentran la dificultad que existe para comparar los diversos
estudios en cuanto a los subtipos de ansiedad/todavía social.
EPIDEMIOLOGÍA
Un referente frecuentemente utilizado sobre la epidemiología es el de la APA que informa en población general y en
estudios epidemiológicos la prevalencia de este trastorno, a lo largo de la vida y que está entre el 3% y el 13%.
Bastantes datos confirman que Estados Unidos está a la cabeza de los países con tasas más altas de ansiedad y fobia
social. Tomando esta consideración el informe de cada país participante puede concluir también que el TAS está entre
los trastornos mentales más comunes a lo largo de la vida y casi siempre después de los trastornos depresivos.
Concretamente, ocupa el cuarto lugar en Estados Unidos, lo mismo que en Italia y en Nueva Zelanda. Se señala que dura
toda la vida si no es tratado, y con respecto a la prevalencia se sabe que en población clínica se encuentra distribuido
de forma similar entre hombres y mujeres; en cuanto al sexo sí que hay diferencias siendo las mujeres el grupo más
afectado.
3. MODELOS EXPLICATIVOS
Todavía no se conocen claramente los factores etiológicos de este trastorno o las interrelaciones entre las variables
individuales y del ambiente que llegar a producirlo. Uno de los modelos integradores más actuales es el de Kimbrel, que
se destaca por ilustrar cómo lo que podrían denominarse factores de vulnerabilidad se convierten bajo ciertas
condiciones y circunstancias en factores causales para la fobia social generalizada. Este tipo de modelos pueden ser de
mucha utilidad en el ámbito clínico ya que pueden orientar aquellos aspectos que debemos buscar en el momento actual
y en la historia del individuo.
VARIABLES BIOLÓGICAS
HEREDABILIDAD DEL MIEDO: según los informes, está entre un 28% hasta llegar a un 51% lo que significa una
moderada influencia de la genética en el desarrollo de la fobia social
vulnerabilidad del sistema nervioso autónomo: existe una mayor labilidad del sistema nervioso autónomo entre quienes
tienen un mayor nivel de gravedad en el espectro de ansiedad social. La elevada activación autónoma de estas personas
se manifiesta mediante síntomas como taquicardia y temblores cuando sienten que están bajo evaluación u observación.
La hipótesis que se plantea es que esto se debe a una producción exagerada de catecolaminas, en condiciones
estresantes o al aumento de la sensibilidad ante la elevación normal de las catecolaminas en respuesta al estrés.
La sensibilidad a la ansiedad también parece ser una característica de los individuos con fobia social: esto es con
frecuencia realizan una interpretación inadecuada de sus sensaciones corporales ya que tienen la creencia de que las
sensaciones de la ansiedad son indicativas de un daño fisiológico, psicológico o social.
Es importante considerar también el papel de la transmisión de información o de instrucciones ya que es otro de los
mecanismos habituales del aprendizaje de los miedos. Con frecuencia se reciben mensajes relacionados con el control
de la conducta social y esto es habitual y necesario para el proceso de socialización; pero en algunos casos se ofrecen
mensajes que tienen dos efectos, inhiben comportamientos socialmente competentes y aumentan las creencias o
pensamientos distorsionados como por ejemplo la necesidad de aprobación o de caer bien a los demás. En conclusión,
entre las formas de adquirir los temores sociales, es importante mencionar el condicionamiento vicario ya que observar
a los demás experimentando ansiedad en situaciones sociales puede conducir a que el observador tema esas situaciones.
Autores como Heimberg, Collins y Berger encontraron que los padres de los sujetos con fobia social evitaban ellos
mismos las situaciones sociales.
UN MODELO INTEGRADOR PARA LA EXPLICACIÓN DEL TRASTORNO DE ANSIEDAD SOCIAL
Kimbrel propone un modelo del desarrollo y mantenimiento de la fobia social generalizada (FSG) que podría servir de
base para las futuras investigaciones. Se basa en la teoría de la sensibilidad al refuerzo que postula que hay 3
subsistemas del cerebro que subyacen a las diferencias individuales en personalidad, psicopatología y sensibilidad al
refuerzo. Estos sistemas se llaman sistema de lucha-huida-inmovilidad (SLHI), sistema de aproximación conductual (SAC)
y sistemas de inhibición conductual (SIC). El modelo supone que hay diferentes vías para el desarrollo de la fobia social
generalizada, incluyendo factores de riesgo que aumentarían la probabilidad de que se desarrolle, factores de protección
que la disminuye.
Otro de los métodos más tradicionales son las medidas de autoinforme. Entre ellos destaca la escala de miedo a la
evaluación negativa (FNE), El cuestionario de miedos (FQ) y la escala de ansiedad y evitación social (SAD). Posteriormente
el desarrollo de cuestionarios para evaluar específicamente este trastorno permitió obtener información más detallada
sobre las situaciones temidas, sintomatología y el nivel de evitación y de deterioro. En la población adulta se suele usar
el inventario de ansiedad y fobia social (SPAI), la escala de ansiedad social de Liebowitz (LSAS) y la escala de ansiedad
en la interacción social entre otros. El SPAI, fue construido empíricamente a partir de otros cuestionarios ya que
consideraron la importancia de tener un instrumento que evaluará distintos aspectos de este trastorno incluyendo las
manifestaciones a nivel cognitivo, somático y conductual que podrían presentar los sujetos en un rango de posibles
situaciones a las cuales temieran y que con ello se pudiera determinar la gravedad del trastorno. Está formado por dos
subescalas. Este instrumento es sensible a un continuo de preocupaciones de las personas socialmente ansiosas y
permite diferenciar a este grupo de personas de otras que padecen agorafobia. Un problema importante es que se
conocen soluciones factoriales de 2, 5 y 6 factores, lo que indica que su estructura no parece ser muy estable. En cuanto
a la LSAS, se puede resaltar que tiene dos versiones, la de autoinforme y la que aplica el clínico. Tiene 24 ítems y fue
diseñada para evaluar el rango de situaciones sociales que temen y evitan los individuos con este trastorno de ansiedad
social. La LSAS-SR ha sido empleada para la evaluación de los cambios de los pacientes cuando han recibido tanto
tratamiento farmacológico como cognitivo conductual y entre los principales inconvenientes está que en países de habla
española hay poca información respecto a sus propiedades psicométricas. La SPS y la SIAS se utilizan habitualmente de
manera complementaria para evaluar la ansiedad social ya que la primera se refiere más al temor que se experimenta en
situaciones de actuación y la segunda a situaciones de interacción social. Finalmente, el SPIN está formado por 17 ítems
con escala de respuesta tipo Likert e incluye los síntomas de la ansiedad social con el fin de evaluar su presencia y
gravedad en la última semana. Connor y compañeros informan que tiene buena fiabilidad test re-test, consistencia interna
y validez concurrente.
Aunque estos sean los cuestionarios más comunes también hay que decir que han sido desarrollados en su mayoría en
países anglosajones y su utilización con personas cuya lengua materna no es el inglés posiblemente tengan algunas
limitaciones esto es por lo cual el equipo de investigación del profesor caballo a desarrollar una nueva medida de
autoinforme para la sociedad social llamada cuestionario de ansiedad social para adultos (CASO) compuesto por las 5
dimensiones: interacción con el sexo opuesto, quedar en evidencia un ridículo, interacción con desconocidos, hablar en
público o interacción con personas de autoridad, expresión asertiva de molestia o desagrado. El cuestionario parece ser
fiable y válido para la evaluación de este trastorno aportando mucha más especificidad que la mayoría de los
cuestionarios sobre el mismo tema que se utilizan habitualmente. En cuanto a los auto informes utilizados con población
infantil y juvenil se pueden destacar la escala de ansiedad social para niños revisada y el inventario de ansiedad y fobia
social para niños entre otros. Otro que destaca es El cuestionario de ansiedad social para niños que a diferencia de los
demás es una medida creada recientemente y de manera concreta para evaluar las principales situaciones sociales que
temen los niños y adolescentes de España y Latinoamérica.
También es importante hacer referencia a la utilización de los auto registros ya que es una técnica de evaluación que
debería estar incluida entre las preferidas por los clínicos que permite obtener información muy valiosa para la realización
de los análisis funcionales y es una herramienta que ofrece retroalimentación inmediata al paciente respecto a su
conducta y a los factores que la mantienen. Los auto registros explícitas los comportamientos motores, cogniciones y
las emociones que se producen en situaciones sociales y revelan la conexión entre estos 3 niveles de respuesta y entre
éstos y las consecuencias. Exige un compromiso por parte del paciente para auto observarse y registrar lo antes posible
lo que se le pide, ya que no funcionaría como un auto registro si se deja para ser rellenado horas después del acontecido
el evento y haciendo uso de la memoria. La evaluación en los casos del trastorno de ansiedad social puede extenderse
también a la valoración de otros posibles trastornos psicológicos por lo que el clínico tendrá que poder determinar la
naturaleza como olvida al tiempo que analizar si esos trastornos o problemas han surgido como consecuencia de la
ansiedad social. También es importante tener en cuenta que no sería extraño que el paciente acudiera a la consulta
haciendo alusión a otros problemas o dificultades que parecieran no relacionarse con este trastorno pero que sí tienen
esa relación y se hace evidente durante la evaluación.
7. PERSPECTIVAS DE TRATAMIENTO
El tratamiento cognitivo conductual está fuertemente consolidado siendo una intervención empíricamente validada y
constituyendo el tratamiento de elección a la hora de abordar este trastorno. Las estrategias que se utilizan en los
programas de tratamiento como el entrenamiento en relajación y la exposición han demostrado su eficacia a través de
multitud de estudios. La mayoría de los programas incluyen varios procedimientos y cuando la fobia social es de tipo
generalizado es probable que se incluya en la mayoría de estos, mientras que si es de tipo específico o circunscrito
puede ser suficiente. Aunque las estrategias de tratamiento tengan un claro apoyo empírico futuras investigaciones
podrían ayudar a mejorar la eficiencia en los programas. Así los pacientes pudieran llevarse para casa o descargarse a
través de internet vídeos con estas edificaciones y posteriormente llevar a cabo en situaciones reales de su vida. Las
redes sociales podrían también ayudar a generalizar y practicar algunas de las habilidades aprendidas en la clínica
siempre bajo supervisión del terapeuta. Una asignatura pendiente del área es la prevención del trastorno de ansiedad
social ya que sí sabemos que un tipo de temperamento llamado inhibición conductual puede estar en la base del
desarrollo de este trastorno, tal vez se podría modular y controlar este temperamento por medio de programas de
entrenamiento en habilidades sociales dirigidos a niños llevados a cabo en las escuelas. Las intervenciones futuras
deberían dedicar un mayor esfuerzo en prevenir el desarrollo de este trastorno y la intervención en la infancia y primeros
años de la adolescencia. Habría que establecer unos protocolos de actuación que abordasen los efectos de los programas
de habilidades sociales a un plazo razonable con el fin de evitar, el impacto del trastorno de ansiedad social en la
adolescencia y por lo tanto también, en la vida adulta.