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Formación de estrellas

Las estrellas no son objetos inmutables. Nacen, envejecen y mueren, aunque


estos procesos suceden tan lentamente que no son apreciables en escalas de
tiempo humanas. El nacimiento de una estrella, por ejemplo, dura varios
cientos de miles de años, y empieza cuando una región del medio
interestelar se hace lo suficiente densa y masiva como para que la fuerza de
la gravedad rompa el equilibrio en que se encontraba. Cuando esto sucede, el
material inicia un proceso de contracción que solo termina al crearse una
estrella, en cuyo interior la fuerza de la gravedad es equilibrada mediante la
producción de energía por reacciones nucleares.

Formación de estrellas
El proceso de formación de una estrella sucede dentro de una nube
molecular, que es un objeto extraordinariamente opaco. Es por tanto
invisible a nuestros ojos, aunque puede ser estudiado mediante
observaciones de la radiación infrarroja y radio. Gracias a este tipo de
observaciones, los astrónomos han sido capaces de entender (todavía de
forma incompleta) los estadios por los que pasa una estrella al nacer, y
reconstruir, por tanto, el nacimiento de nuestro Sol hace casi cinco mil
millones de años. El proceso de formación de una estrella da lugar no sólo a
un objeto central denso (la protoestrella), sino que también forma de manera
natural un disco de materia girando a su alrededor. Este disco contiene el
material que gira demasiado rápido como para concentrarse en la estrella, y
da lugar al cabo de varios millones de años a un sistema planetario como el
que forman la Tierra y los demás planetas. En estos primeros estadios, la
protoestrella es un objeto muy activo, y produce un viento bipolar formado
por dos chorros opuestos de material de alta velocidad. Estos chorros
permiten a la estrella liberarse del exceso de giro (momento angular)
aportado por el material del disco, que cae lentamente en espiral hacia la
protoestrella. Los chorros, además, dispersan parte de la nube materna
donde ha nacido la estrella y hacen que ésta, una vez formada, sea visible a
nuestros ojos.
No todas las estrellas nacen aisladas. La mayoría forma parte de parejas o
sistemas múltiples, que van desde unos pocos individuos hasta miles de
estrellas de distinta masa nacidas de la misma nube molecular. La nebulosa
de Orión, por ejemplo, es una de las regiones de formación estelar más
cercanas donde podemos ver el proceso de nacimiento casi simultáneo de un
grupo de millares de estrellas. Gracias al estudio detallado de estrellas
nacidas en distintos entornos seremos algún día capaces de decidir si nuestro
Sol nació en un grupo denso como el de la nebulosa de Orión y que
finalmente se dispersó, o si por el contrario nació de forma aislada, como lo
están haciendo en la actualidad algunas estrellas en la nube molecular de la
constelación de Tauro.

Figura: Protoestrella con flujo bipolar en la nube L1157. La escala de grises es


una imagen a longitud de onda de 1,2 mm que muestra una protoestrella
brillante hacia el centro del panel. Los contornos rojos y azules superpuestos
muestran la emisión de la molécula CO (1,3 mm de longitud de onda), e
indican la distribución de gas acelerado por la protoestrella central. El gas
forma dos lóbulos que divergen de la protoestrella y se extienden una
distancia de unos 2 años luz (datos obtenidos por los astrónomos del
Observatorio Astronómico Nacional usando el radio telescopio de IRAM en
Pico Veleta).

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