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En términos generales podríamos definir las obligaciones como el vínculo, nexo, relación entre uno

o más sujetos, mediante el cual se establece entre ellos la condición de acreedor y deudor, vale decir,
este último se compromete frente al primero a realizar uno o más beneficios. Esa prestación
presupone la acción de dar, hacer y no hacer, en muchos casos, considerado o estimado en un bien
patrimonial.
Así las cosas, tendríamos en esta esfera del derecho la participación de dos sujetos, el activo
representando al acreedor y la parte que se compromete para con aquel denominado sujeto pasivo,
sin que ello no implique que en la relación jurídica pueda darse la pluralidad de sujetos, esto es, que
existan varios deudores comprometidos para con un acreedor o viceversa, siempre y cuando la
prestación u obligación sea divisible.
En este orden de ideas, tenemos también el objeto de la relación jurídica entre las partes, vale
decir, comprende el acto o acción que el sujeto pasivo o deudor se compromete a realizar a favor del
acreedor, el cual consistiría en la prestación de dar, de hacer o de no hacer.
La primera de ellas, podría calificarse la más común, pues conlleva a la realización de actos
positivos, verbigracia la ejecución de una prestación a favor del acreedor, por ejemplo, la obligación
que tiene todo trabajador de asistir a su jornada laboral.
La obligación de dar, la cual está referida a la transferencia del derecho, por ejemplo, la relación que
existe entre los sujetos que convienen en una transacción de negocios, el que vende tiene que
entregar el objeto de la venta.
Por último, tendríamos la obligación de no hacer, la cual está referida a la restricción que tiene el
sujeto para la realización del acto en sí, del cual se encuentra impedido de hacer, por ejemplo, las
limitaciones que puede tener un accionista de un club para el uso de alguna instalación del mismo
fuera del horario establecido en sus estatutos o reglamento.
En ese sentido, las obligaciones deben darse sobre la base de cuatro elementos fundamentales:
1. Debe ser posible, esto significa que la misma pueda ser realizable en el orden de lo
naturalmente factible de realización y que desde el punto de vista legal pueda darse lugar.
2. Debe ser licita, es decir, no se contraria al orden público ni a las buenas costumbres.
3. Debe ser determinable, esto es que la obligación debe especificarse por las partes antes de
concretar o asumir la relación obligatoria, o puede ser determinada por una tercera persona,
bien acordada por las partes o por alguna autoridad.
4. Debe ser valorable económicamente, es decir, susceptible de valorarse en dinero.

Pues bien, a la hora de presentar un marco comparativo entre las obligaciones civiles reseñadas
por los textos actuales respecto a las que se establecieron en el derecho romano, específicamente en
las instituciones justinianeas, conviene precisar que una vez que, la Lex Poetelia Papiria suprimió la
práctica de la entrega de la persona en prenda, por deudas civiles, y estableció el principio que el
deudor solo garantizaría sus deudas con sus propios bienes y no con sus corpus.

En materia de obligaciones civiles en el derecho romano, podemos encontrar a grandes rasgos una
empatía conceptual de los principios que la regularon y rigieron, que hoy muchas legislaciones las
manejan como fuentes del derecho, vale decir, los principios rectores que rige las obligaciones civiles
recogidas en el compendio de normas jurídicas justinianeas, son en mi criterio acogida en términos
generales por legislaciones occidentales y que por su puesto incluye la legislación venezolana.

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