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ARTRITIS REUMATOIDE

La artritis reumatoide es una enfermedad crónica, autoinmune (el sistema inmunológico ataca
por error al tejido sano en este caso principalmente articulaciones con membrana sinovial,
también puede afectar otros órganos). Aparece a cualquier edad, con mayor frecuencia en edad
fértil, con mayor predilección en la mujer. Se estima que a nivel mundial esta patología afecta
entre el 0,5 0,8% de la población. Es de causa desconocida. La infección, los genes y los cambios
hormonales pueden estar vinculados a la enfermedad. El tabaquismo también puede estar
asociado con la AR.

La sintomatología consiste en dolor, inflamación, rigidez articular y perdida la función de las


articulaciones; puede afectar cualquier articulación pero son más frecuentes la pequeñas
(muñecas, interfalangicas proximales y metacarpofalangicas).

No existe una prueba específica para el diagnóstico de la enfermedad. El diagnóstico se realiza


con el examen físico del paciente tomando en cuenta número de articulaciones dolorosas,
inflamadas y tiempo de evolución además de pruebas de laboratorio como parámetros de
inflamación: VSG, PCR; Anticuerpos Antinucleares, Factor Reumatoide y Anti-CCP y radiografías de
articulaciones comprometidas.

El tratamiento no cura la enfermedad ni la previene, sin embargo las terapias farmacológicas


son muy eficaces en el control de la misma. El pilar fundamental lo constituyen los fármacos
antirreumáticos modificadores de la enfermedad (FARMES), entre ellos el más utilizado es el
Metotrexate y otros sería Leflunomide, Hidroxicloroquina, Sulfasalazina y de acuerdo a cada
paciente y su evolución en caso de haber falla a los anteriores se pueden asociar medicamentos
Biológicos con fórmulas más complejas que incluyen Antagonistas del TNF (Adalimumab,
Etanercept, Infliximab), Inhibidores de la Coestimulación (Abatacet), Anti-CD20 (Rituximab) o
Inhibidores de la Interleuquina 6 (Tocilizumab).

Si la artritis no se trata de forma adecuada, la enfermedad progresa a la destrucción articular


irreversible con deterioro de la capacidad funcional. El pronóstico varía si se aborda a tiempo y con
el tratamiento óptimo. Además existen factores de riesgo que empeoran el pronóstico tales como
rápida progresión a la deformidad, tabaquismo, afección de otros órganos, niveles muy elevados
de Anti-CCP y Factor Reumatoide.

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