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De tal modo, sobre Kant recaen diferentes críticas respecto a la construcción y desarrollo de
sus teorías. Aunque, como abuelo espiritual está presente en el proceso pedagógico –gracias
a que quiso hacer sujeto al sujeto-, termina por someter al sujeto a un sujetamiento que ha
de finiquitar su libertad. Así, las críticas van desde el hecho de que su teoría se queda corta
en el marco de la dinámica política en el paso de la historia, hasta que, no piensa en la
relatividad histórica, imposibilitando una visión genética del imperativo categórico. No ve
la importancia, en la formación del sujeto, del carácter comunicativo del lenguaje; por lo
tanto, tiende a la razón monológica, olvidando los caudales simbólicos y excluyendo la
formación intercultural.
Llegado este punto, lo que procede es indagar en el porqué es necesaria una formación de la
persona enfocada en el pensamiento crítico. Los modos de ser de la persona se dan con el
sonare del per se y con el proson, de allí que se diga que son los que fundan el pensamiento
ético y moral. Igualmente, la dialéctica y la retórica se ponen en juego en relación con el
otro, un alter al que se escucha y que escucha, en un relacionarse y diferenciarse para un
valer su propio ser en el mundo público. Así, escuchar al otro quiere decir: saber lo que
dice, lo que pretende con lo que dice, si es cierto o no, además de la manera en que lo hace;
paralelamente, se requiere no solo ser receptor, sino también: compartir el punto propio,
hacerlo de manera argumentada y bajo los parámetros de la discusión.
Ahora bien, el pensamiento crítico no tiene nada que ver que las competencias que por lo
general se presentan para realizar una determinada tarea. Por el contrario, el pensamiento
crítico constituye una práctica cotidiana, en ámbitos morales y políticos, cosa que solo
puede ser desarrollada mediante la ejecución de la misma. Así mismo, ya queda claro que
las formas del debate son la lógica y la retórica; cosa a la que Habermas le agregará partes
éticas y políticas como normas pragmático-trascendentales del discurso argumentado; pues,
para él, hay problemas pragmáticos -para los propósitos-, éticos -para lo bueno- y morales -
para lo justo-. Por este medio, las constituye como normas pragmático-trascendentales ya
que no incumben solo a una parte del mundo, sino que son cosas que surgen en el realizarse
mismo del discurso argumentativo. De tal manera, la forma de convivencia con la que se
comparte el espacio público en la toma de decisiones públicas tienen injerencia moral; cosa
ligada a decisiones racionales e intersubjetivas de una ética en continua formación y
actualización.