2) Es muy importante ser parte activa en el plan de Dios.
Al considerar el panorama completo de las Sagradas Escrituras, podemos ver
que el plan de Dios es la restauración de su creación inicial. El plan de redención es un plan de restauración, pues aún la misma tierra será restaurada. Dios nos ha enviado a restaurar a la humanidad, por eso la gran comisión: “Id y haced discípulos a todas las naciones”. Entonces, podemos decir que nuestro papel es restaurar, no destruir. La palabra de Dios nos dice en el libro de Hageo 2:4 “Pues ahora, Zorobabel, esfuérzate, dice Jehová; Esfuérzate también, Josué hijo de Josadac, sumo sacerdote; y cobrad ánimo, pueblo todo de la tierra, dice Jehová, y trabajad; porque yo estoy con vosotros, dice Jehová de los ejércitos”; y sin duda alguna, la presencia del Señor con nosotros, es lo más importante. Por las Escrituras mismas vemos que la voluntad del Señor es edificar y restaurar, por tanto procuremos no lastimar con frases, gestos o acciones a quienes nos rodean. Dios es poderoso para restaurar lo que ha sido destruido, y nosotros debemos ser instrumentos de bendición y restauración, no de maldición ni caos. Como nos enseña la Biblia, Dios usó a Zorobabel para dirigir la primera repatriación, restaurar el templo en Jerusalén, el altar del Señor y los sacrificios y la fiesta de los tabernáculos en Israel.