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Florida International University College of Law

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2013

Los Juristas Académicos de Venezuela: Historia Institucional y


Biografía Colectiva
Rogelio Pérez Perdomo

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Pérez Perdomo, Rogelio, "Los Juristas Académicos de Venezuela: Historia Institucional y Biografía
Colectiva" (2013). Faculty Books. 1.
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ROGELIO PÉREZ PERDOMO

LOS JURISTAS
ACADÉMICOS
DE VENEZUELA

HISTORIA INSTITUCIONAL
Y BIOGRAFÍA COLECTIVA
ROGELIO PÉREZ PERDOMO

LOS JURISTAS ACADÉMICOS DE VENEZUELA


HISTORIA INSTITUCIONAL Y BIOGRAFÍA COLECTIVA

Universidad Metropolitana,
Caracas, Venezuela, 2013

Hecho el depósito de Ley


Depósito Legal: lf65320133401874
ISBN: 978-980-247-209-3

Formato: 15,5 x 21,5 cms.


Nº de páginas: 268

Diseño y diagramación:
Jesús Salazar / salazjesus@gmail.com

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Vicerrectora Administrativa

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Secretario General

Comité Editorial de Publicaciones


de apoyo a la educación

Prof. Roberto Réquiz


Prof. Natalia Castañón
Prof: Mario Eugui
Prof. Humberto Njaim
Prof. Rosana París
Prof. Alfredo Rodríguez Iranzo (Editor)
INDICE

Presentación 9

Capítulo 1
El estudio histórico-social de los juristas académicos:
producción intelectual y papel político 13

Capítulo 2
La independencia y la construcción inicial del estado
(1800-1847) 41

Capítulo 3
Tiempos de disgregación y autoritarismo (1848-1958) 87

Capítulo 4
Institucionalización de la investigación
y sus límites (1959-2012) 137

Capítulo 5
Conocimiento, política y revolución 183

Apéndice
Mini biografías de los juristas académicos analizados 211

Referencias 241
LOS JURISTAS ACADÉMICOS DE VENEZUELA
HISTORIA INSTITUCIONAL Y BIOGRAFÍA COLECTIVA

PRESENTACIÓN

Este es un libro sobre los juristas académicos y la producción y


difusión del conocimiento jurídico en los últimos dos siglos de historia
en Venezuela. El tema requiere algunas palabras de justificación.
Venezuela no se ha caracterizado por ser una productora importante de
conocimiento jurídico. Es parte de la tradición romanista, pero no ha
sido uno de los países que se consideren centrales a esa tradición, como
lo han sido, en distintas épocas, Italia, Francia y Alemania. En buena
parte mucho del conocimiento jurídico ha sido importado o trasplantado
al país. No ha producido ninguno de los juristas académicos mayores
dentro de esa tradición. Seguramente el más importante, o al menos el
más conocido, Andrés Bello, realizó su obra jurídica en Chile. ¿Por qué
entonces estudiar los juristas académicos venezolanos y los cuadros
institucionales de la producción y difusión del conocimiento jurídico
en Venezuela?

Lo primero a señalar es que no todo lo producido en los


países europeos fue importado a Venezuela. Hubo selección de las
ideas e instrumentos, y lo importado tuvo que ser adaptado o usado
de determinada manera. Como en toda adaptación, seguramente hubo
autonomía y creatividad. Los responsables de seleccionar, importar,
adaptar y usar el conocimiento importado, y también de crear nuevo,
han sido lo juristas académicos, la gente del conocimiento jurídico. Por
esto nos interesa estudiar estas personas, su formación, sus acciones
y sus obras en el contexto que les tocó vivir. Seguramente no fueron
grandes pensadores originales, pero los historiadores del pensamiento
muestran que las ideas son siempre construcciones colectivas. En

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ROGELIO PÉREZ PERDOMO

todo caso, para la relación entre conocimiento jurídico y sociedad es


importante estudiar quiénes son reconocidos como juristas académicos
en una sociedad en épocas determinadas, por turbulentas que éstas
sean, cuál es la obra que producen y cuál es su contribución con el
conocimiento y la sociedad.

El período escogido compende los doscientos años que se


inician con el esfuerzo de construir a Venezuela como un estado
nacional republicano independiente al comienzo del siglo XIX. Los
juristas académicos eran los hombres del saber político y jurídico. En
el siglo XIX y buena parte del siglo XX no había mayor distinción
entre ambos conocimientos. Puede conjeturarse que les tocó un papel
importante en la construcción del estado y que usaron su saber para
ello. Ese saber tenía una tradición. En la misma Venezuela los estudios
universitarios de derecho existieron desde el momento de la creación
de la universidad, en 1721. Más allá de los estudios universitarios en el
país, el conocimiento jurídico es el transplante de un saber que era ya
tradicional en Europa. Generalmente se destaca la importancia de los
jurisconsultos de la Roma clásica en la constitución de ese conocimiento,
y luego, en la Edad Media, el papel fundamental que desempeñaron las
universidades. Por eso el capítulo inicial ofrece una historia sucinta de
la producción del conocimiento jurídico que se remonta a Roma y a
las universidades medievales, con el solo propósito de situar el tema
venezolano en el contexto más amplio de la historia del derecho en
el mundo occidental. En ese primer capítulo abordaremos también los
aspectos teóricos y metodológicos que implica el estudio emprendido.

Por otra parte, es bien conocido que la imprenta fue introducida


en Venezuela a comienzos del siglo XIX y la difusión moderna del
conocimiento jurídico está ligada a la publicación impresa. Producción
y difusión del conocimiento están vinculadas, como analizaremos más
adelante. Aun cuando puede suponerse que hubo creación intelectual del
derecho en el siglo XVIII en Venezuela, y de hecho hay algunas trazas
importantes, la falta de un sistema de difusión hace difícil trabajar con

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LOS JURISTAS ACADÉMICOS DE VENEZUELA
HISTORIA INSTITUCIONAL Y BIOGRAFÍA COLECTIVA

las fuentes para el estudio de esa producción intelectual. Con el uso de la


imprenta los trabajos de los juristas académicos alcanzaron una difusión
mayor en el espacio y en el tiempo, y han llegado hasta nosotros. Los
órganos mayores de difusión en los siglos XIX y XX fueron las revistas
y libros, pero esto no implica que éstos hayan sido los únicos. Sin duda,
como en la época anterior, hubo la difusión oral, aunque ésta plantea
el problema de fuentes ya mencionado. En la actualidad tal vez ya nos
encontremos fuera de la Galaxia de Gutenberg, para usar la metáfora
de McLuhan (1994), y han comenzado las publicaciones por Internet
y otras formas de difusión del conocimiento que plantean también una
mayor variedad de fuentes. Esta obra hará un uso muy moderado de
estas otras fuentes.

El lector encontrará una distribución por capítulos que debemos


explicar. El primer capítulo es el introductorio y explica las bases
teóricas y metodológicas de la obra. Los capítulos centrales toman
períodos de la historia venezolana de extensión desigual. El capítulo
segundo toma el período 1800-1847, que llamamos de la independencia
y de la construcción inicial del estado. Dada la importancia política
del período lo hemos separado de la consideración del resto del siglo
XIX. El tercer capítulo se refiere al período 1848-1957, una época
en la cual el sistema jurídico perdió importancia política y donde la
producción de conocimientos jurídicos fundamentalmente fue una
empresa intelectual individual. El cuarto capítulo estudia un esfuerzo
de institucionalizar y profesionalizar la investigación jurídica y de
estimular las publicaciones en este campo que coincide con un régimen
político conocido como de democracia de partidos (1958-1998) y con
una época de gran turbulencia política (1999 al presente que es 2012).
Este último segmento es un intento de realizar una revolución socialista
en el cuadro de una democracia delegativa. En el capítulo conclusivo
se retomará el tema de la relación entre el conocimiento jurídico y la
política a partir del papel político de los juristas académicos y de las
tensiones para la investigación jurídica que plantea especialmente el
período más reciente.

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ROGELIO PÉREZ PERDOMO

Este libro ha tenido una larga elaboración. Puedo decir que lo he


venido preparando mientras me ocupaba de los abogados, los jueces, la
teoría y la práctica de la legislación, la educación y la investigación en
el derecho. Pero ha habido investigaciones específicas que he realizado
en los últimos cuatro años. He podido adelantar estas investigaciones
gracias al apoyo institucional de la Universidad Metropolitana de
Caracas y a las estadías como profesor visitante en Stanford, California,
y Florida International University, Miami. Las deudas intelectuales
son muy numerosas y he preferido mencionarlas al comienzo de cada
capítulo. Agradezco a Allan Brewer-Carías y Graciela Pantin por la
lectura y los comentarios que hicieron a una primera versión de la obra,
y agradezco muy especialmente a Humberto Njaim, Manuel Gómez y
Gonzalo Castaño por la lectura muy cuidadosa y sus correcciones.

Debo mencionar especialmente dos grandes juristas académicos


con quienes me ha tocado colaborar en la Escuela de Derecho de
la Universidad de Stanford, John Henry Merryman y Lawrence
M. Friedman. John me convenció de la importancia de los juristas
académicos en la tradición jurídica romanista de la cual Venezuela
forma parte, y Lawrence argumentaba persuasivamente en contra de
ella. Esta obra es ciertamente parte de ese diálogo.

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LOS JURISTAS ACADÉMICOS DE VENEZUELA
HISTORIA INSTITUCIONAL Y BIOGRAFÍA COLECTIVA

I
EL ESTUDIO HISTÓRICO SOCIAL DE
LOS JURISTAS ACADÉMICOS Y DE SU
PRODUCCIÓN INTELECTUAL∗

* Este capítulo reelabora el artículo “A plea for the social study of legal scholars. The case
of XIXth-century Venezuela”. Sociologia del Diritto XXXVI.3 (2009). Agradezco a John
Merryman, Lawrence Friedman, Larissa Lomnitz, Vincenzo Ferrari, Héctor Fix-Fierro, Manuel
Gómez y Javier Couso por las conversaciones sobre el tema en distintas ocasiones.

CAPÍTULO I 13
LOS JURISTAS ACADÉMICOS DE VENEZUELA
HISTORIA INSTITUCIONAL Y BIOGRAFÍA COLECTIVA

El derecho es una disciplina compleja que mezcla un


conocimiento continuamente reelaborado desde tiempos antiguos con
actos de voluntad del poder político y con destrezas técnicas importantes
para la vida social. Por ejemplo, la ley es un acto del poder público que
muchos asocian con una orden, o con coerción y castigo. O los contratos
se definen como acuerdos de voluntades para reglar una determinada
relación interpersonal. Sin embargo, tales actos se apoyan sobre una
elaboración que supone conocimiento y creación intelectual. Así, la ley
no es un puro acto de voluntad. Generalmente ha sido preparada por
juristas-intelectuales y supone reflexión y conocimiento del derecho y
de la sociedad que se quiere regular. Lo mismo puede decirse de los
contratos y de las decisiones de los jueces, los cuales también incorporan
un elemento de conocimiento jurídico.

Este trabajo no toma como su centro de interés el elemento


cognitivo que puede haber en la legislación, los contratos o las
decisiones judiciales, sino la elaboración más claramente intelectual
del derecho que en nuestra época hacen los autores de libros jurídicos,
o sobre el derecho. Lo usual en el tiempo presente es que estas personas
sean profesores universitarios.

La dedicación a la producción de conocimiento jurídico y a su


difusión puede ser considerada una de las carreras profesionales dentro
del derecho y es, de hecho, la menos estudiada. Los libros y artículos
sobre abogados y jueces son innumerables, aun carreras relativamente
menores para el sistema jurídico, como la de notario o la de oficial de

CAPÍTULO I 15
ROGELIO PÉREZ PERDOMO

policía, han merecido la atención de estudiosos. Es notable que éstos


no hayan estudiado su propio grupo de pertenencia o que sociólogos
o antropólogos de las disciplinas científicas no se hayan interesado
mucho por los juristas académicos, aun cuando éstos frecuentemente
son importantes en la vida política o en la académica.

Una explicación tentativa de la escasez de estudios previos


sobre los juristas académicos es la dificultad de estudiar su propio grupo
de pertenencia, o en otras palabras, de ser el antropólogo de su propia
familia. El investigador arriesga irritar a sus colegas1. Esto puede ayudar
a explicar a por qué los juristas académicos no estudian sus colegas, pero
no explicaría por qué no son estudiados por sociólogos y antropólogos.
Otra explicación es que en varios países, incluyendo Venezuela, la
carrera académica es inexistente como carrera independiente. La mayor
parte de los profesores o autores de obras jurídicas eran (y muchos
todavía son) abogados o jueces.

El autor de esta obra es profesor universitario de derecho que


se identifica como un historiador social del derecho. No se propone
criticar a los colegas sino analizar los estímulos y desestímulos para la
producción de conocimiento jurídico y el tipo de producción resultante.
El trabajo carece de intención normativa sobre cuáles son los estudios que
deben emprenderse y cuáles tienen poco valor. Es cierto que al escoger
los juristas académicos a quienes se van a estudiar se estará haciendo un
juicio de valor sobre quienes son juristas académicos o quiénes son los
más importantes. Por ello he sido muy cuidadoso para que la selección
no refleje mis preferencias personales. Los escogidos serán aquellos
que hayan merecido el reconocimiento de sus contemporáneos o de la
posteridad. Respecto al período en el cual he sido un participante activo
de la vida académica debo indicar que están incluidas personas que han
1 Deborah Rhode, profesora de Stanford University, quien ha escrito sobre los académicos
en general y sobre los juristas académicos, destaca esta dificultad: “It is difficult to engage in
serious criticism without offending at least some valued colleagues and appearing arrogant,
hypocritical, or both. Many of us justly fear discovering in our own work some evidence of the
intellectual indiscretion that we condemn” (Rhode, 2000:1327)

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LOS JURISTAS ACADÉMICOS DE VENEZUELA
HISTORIA INSTITUCIONAL Y BIOGRAFÍA COLECTIVA

sido mis profesores, mis colegas, o mis estudiantes, y que con varios de
ellos me une buena amistad, pero no están incluidos por mi amistad o
admiración personal. A la vez, hay varios de mis profesores y colegas
a quienes admiro, pero no fueron incluidos porque no han logrado el
reconocimiento institucional que sin duda merecen. El listado elaborado
trata de incluir a las personas con mayor reconocimiento como juristas
académicos, no pretende listarlos todos ni sólo a los “mejores” a juicio
del lector o del autor.

También debe aclararse que escribo este trabajo con aprecio por
las personas que en Venezuela se han dedicado a la producción intelectual
de conocimiento jurídico. En general, la sociedad venezolana no es
demasiado proclive a apoyar las labores intelectuales y en el pasado
los juristas académicos no contaban con ningún apoyo institucional
para su labor. Como se analizará luego, en la segunda mitad del siglo
XX esos estímulos fueron creados, pero esto no ha hecho mucho más
fácil o más apreciada la carrera académica. Los últimos años han sido
especialmente duros para quienes optaron por dedicarse a ella.

La escasez de trabajos se refiere a los juristas académicos como


grupo. Un número de juristas académicos han sido personas de gran
importancia social, intelectual o política sobre los cuales se ha escrito
abundantemente. Tomemos el ejemplo de Andrés Bello, autor de una
obra muy importante sobre el derecho internacional y proyectista del
Código Civil chileno. Sobre él se ha escrito mucho. La dificultad en
estos casos es la generalización. Es fácilmente comprensible que lo
que se diga sobre Bello y su obra no sea generalizable a los juristas
académicos de su generación. Los trabajos sobre Bello más bien
destacan su carácter excepcional. El interés de esta obra es buscar lo
que Bello y otros juristas productores de conocimiento jurídico en su
época tienen en común, y luego comparar con quienes se dedicaron a
tareas similares en sus épocas respectivas. Esto permite analizar qué
apreciaban sus contemporáneos en ellos y cuál fue su contribución al
derecho y la cultura de su tiempo.

CAPÍTULO I 17
ROGELIO PÉREZ PERDOMO

La existencia de trabajos biográficos sobre un buen número


de juristas académicos ha hecho posible esta obra que se construye
sobre biografías existentes. Los autores y profesores sobre los cuales
no existen datos biográficos no han podido ser incluidos en el análisis
porque la obra no se pensó como obra de archivo, de búsqueda de
datos biográficos, sino de análisis de los datos biográficos que están
disponibles en fuentes publicadas y del contexto institucional en el cual
vivieron. Logramos trabajar sobre una muestra total de 169 juristas
académicos.

Aparte de la biografía colectiva esta obra propone un análisis


descriptivo y sucinto de su obra. No cabe esperar estudios detenidos
sobre las obras principales de un número importante de juristas
académicos porque la obra no ha sido pensada como una historia de
las ideas jurídicas. Lo que interesa acá es lo que podemos considerar
la descripción externa de la obra y la acogida o impacto que ha tenido
en la comunidad de académicos y la sociedad en general. En defintiva
trataremos de la importancia de los juristas académicos como grupo tanto
para esa parte de la sociedad que denominamos sistema jurídico como
para la sociedad en su conjunto. Esto nos llevará a elucidar para qué y
para quiénes el trabajo de los juristas académicos tiene importancia.

La obra y las actividades de los juristas académicos han recibido


varios nombres en el curso de la historia: doctrina, ciencia del derecho,
e investigación jurídica. Veremos luego que todos esos nombres
apuntan a determinados rasgos de los productos intelectuales. Por eso es
importante que nos ocupemos de ellos, aun cuando el acento principal
de este trabajo está más en las carreras vitales de las personas que en
sus obras.

En este capítulo inicial se proponen dos temas fundamentales:


el primero es la definición de lo que llamamos jurista académico y la
discusión de su papel en el sistema jurídico, auxiliándonos en lo posible
con el derecho comparado, y el segundo, la determinación y justificación
de la metodología que ha sido usada en la investigación.

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LOS JURISTAS ACADÉMICOS DE VENEZUELA
HISTORIA INSTITUCIONAL Y BIOGRAFÍA COLECTIVA

Doctrina, ciencia e investigación en el derecho

En la historia occidental el período denominado clásico del


derecho romano es generalmente considerado una especie de edad de oro
del derecho. Aproximadamente ocupa los primero dos siglos de nuestra
era. No es exagerado decir que muchas de las reglas fundamentales
en lo atinente a contratos, obligaciones y responsabilidad, una parte
que consideramos central y dura en el derecho, fueron formuladas
en esa época, y ha configurado el derecho en buena parte del mundo
desde entonces, dando la impresión que el derecho es un constructo
intelectual que supera la diversidad cultural y las variantes históricas
(Watson, 2010).

Los responsables de esta gigantesca obra intelectual fueron los


jurisconsultos o jurisprudentes. No eran profesores ni abogados. Eran
hombres reflexivos acostumbrados a lidiar con los problemas políticos
y de interacción social de su comunidad. Su saber, la prudencia, era la
virtud intelectual por excelencia. Se la concebía como un saber práctico,
íntimamente vinculado a la experiencia (Aubenque, 1963; Hariman,
2003). Estos grandes hombres concurrían a la plaza del mercado, o
foro, y eran consultados por litigantes, jueces y abogados. Sus opiniones
constituyeron el gran legado del derecho romano.

Los jurisconsultos romanos de la época clásica son un buen


ejemplo de producción de conocimiento jurídico fuera de los cuadros
institucionales que hoy consideramos los usuales. Como veremos
luego, también su base cognitiva los hace muy diferentes a los juristas
académicos posteriores.

Otro grupo de juristas que contribuyeron enormemente al


desarrollo del derecho y que, en consecuencia debemos tener presentes,
son los grandes juristas-profesores medievales y del siglo de oro español.
Es bien conocido que en el siglo XII la fundación de la Universidad
de Bologna tuvo un impacto enorme en toda Europa. En Bologna se

CAPÍTULO I 19
ROGELIO PÉREZ PERDOMO

“descubrió” el Corpus Iuris Civilis y se lo puso en el centro de los


estudios de derecho. Se consideró que la gran compilación ordenada
por el Emperador Justiniano en el siglo VI contenía el saber antiguo del
derecho, y que especialmente en el Digesto y las Instituciones estaban
compendiadas las reglas justas. El derecho se convirtió en un saber
libresco. La universidad, en cuya invención tuvo un papel importante el
estudio del Corpus Iuris Civilis, se convirtió en el centro institucional
de los estudios jurídicos. Los profesores universitarios tomaron un
papel muy importante en la interpretación del Digesto. En la historia
del derecho se los conoce como los glosadores.

Es importante notar el cambio de la base cognitiva del derecho.


Al encontrarse en obras escritas que provenían de la Roma antigua, el
saber se separa de la pura experiencia y el conocimiento prudencial.
Esos textos no eran fáciles de interpretar. La sociedad del siglo XII era
muy distinta a la romana antigua. El cristianismo había realizado un
cambio importante en los valores sociales y las relaciones materiales
de producción eran también muy distintas. Pero se suponía que los
textos contenían las reglas justas y que debían aplicarse para resolver
los conflictos de esa sociedad. La misión de los profesores era explicar
esos textos, armonizar sus contradicciones, y armonizarlos con el saber
y la experiencia moral de la época. Naturalmente, la prudencia también
contaba, pero tenía que operar constreñida por textos escritos.

Aunque la imprenta no se inventó y difundió hasta siglos


más tarde, las necesidades de los estudios universitarios permitieron
el surgimiento de un sistema bastante eficiente de producir copias de
libros (Baldwin, 2010:43; Escolar, 1984:250). La obra de estos juristas
es conocida gracias a este sistema. A partir del siglo XII se fundaron
universidades y estudios jurídicos en varias ciudades europeas. Los
profesores universitarios dominaron el mundo jurídico por varios siglos.
En los siglos XIV y XV, los profesores que denominamos comentaristas
o postglosadores usaron el método para un análisis más general de los

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LOS JURISTAS ACADÉMICOS DE VENEZUELA
HISTORIA INSTITUCIONAL Y BIOGRAFÍA COLECTIVA

problemas jurídicos de su tiempo. En el siglo XVI y comienzos del


siglo XVII hubo un florecimiento importante de pensamiento jurídico
en las universidades españolas. Eran teólogos juristas. Se ha llamado a
este grupo la escolástica española o segunda escolástica.

En el resto de Europa, y luego también en España, las


universidades decayeron como centros de saber. Se siguió enseñando el
derecho romano y el canónico y se formaron juristas, pero los profesores
universitarios no produjeron ninguna renovación del pensamiento. Esa
renovación se produjo entre juristas que eran consejeros de príncipes
o altos funcionarios, pero que escribían y publicaban sin estar insertos
en una estructura institucional dedicada a la producción y difusión
del saber. La invención y rápida popularización de la imprenta no fue
ajena a esa transformación de la transmisión de las ideas (Eisentein,
1983). Se ha denominado a los renovadores del pensamiento jurídico
como la jurisprudencia humanista y la Escuela del Derecho Natural
y de Gentes. Esta corriente de pensamiento fue luego incorporada en
las universidades a través del comentario que hizo un profesor de la
Universidad de Leyden, Arnoldo Vinnius (o Vinnio) (1588-1657), de
las Instituciones de Justiniano. La obra fue publicada en 1647 y tuvo
una fortuna espectacular. Fue adoptada como texto de estudio por las
universidades europeas, incluyendo las españolas, aunque para el uso en
estas últimas se la depuró de las afirmaciones que pudieran considerarse
contrarias a la doctrina católica. No era una obra original: incorporó
párrafos completos de la obra de Grotius (Grocio) y otros juristas de la
Escuela de Derecho Natural. Lo excepcional fue su éxito. La obra se
usó comúnmente en Caracas en la cátedra de Instituciones (o derecho
romano) cuyo profesor desde finales del siglo XVIII fue Juan Germán
Roscio, uno de los intelectuales fundamentales de la independencia de
Venezuela.

CAPÍTULO I 21
ROGELIO PÉREZ PERDOMO

La doctrina jurídica

En el siglo XIX, en los países de tradición romanista, el


derecho fue asociado con la legislación, pasó a definirse como
conjunto de reglas coercibles sancionadas por el estado. Esto parecía
no dejar campo para la producción intelectual del derecho fuera de la
producción legislativa misma o de su aplicación por jueces. Pero no
ocurrió así. Las universidades se fortalecieron y en ellas resurgió la
actividad de creación intelectual del derecho. Esto ocurrió primero en
las universidades europeas, pero luego siguieron las latinoamericanas,
incluyendo las venezolanas. Se comenzó a hablar de la doctrina y de la
ciencia del derecho.

La idea de “doctrina” en el derecho tiene una connotación


específica. Se la define sobre todo por la función que desempeña o se
supone que le corresponde desempeñar. En el siglo XIX, en la tradición
romanista, el derecho se identificó con la ley, especialmente con los
códigos. La función atribuida a la doctrina fue la de colaborar en la
interpretación de los códigos. En la tradición del common law, donde
los códigos no tuvieron esa importancia o no existieron, se esperaba del
trabajo intelectual de los juristas que explicara los principios y que se
ayudara así a una mejor comprensión del derecho jurisprudencial. Pero
la denominación como doctrina puede ser objeto de discusión (Gordon,
1993). Es generalmente una literatura escrita por abogados activos en el
ejercicio del derecho o por profesores de derecho, pero supone en éstos
una vinculación con la práctica profesional, pues fundamentalmente se
escribe y se publica para ayudar a esa práctica.

En la literatura de teoría del derecho, especialmente común


en la tradición romanista, la doctrina se estudia entre las fuentes del
derecho, pero se lo hace en gran medida para descalificarla como tal.
Si el derecho está constituido por normas obligatorias y coercibles,
sancionadas por el poder público, la producción de intelectuales no
califica como derecho en sentido estricto, pues no crea normas ni podría

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LOS JURISTAS ACADÉMICOS DE VENEZUELA
HISTORIA INSTITUCIONAL Y BIOGRAFÍA COLECTIVA

dotarlas de coerción (Kelsen, 1981; Guibourg, 1996:186). Sin embargo,


generalmente no se deja de reconocer su importancia como fuente
complementaria, como ayuda para entender adecuadamente las leyes
y las decisiones de tribunales (Olasso & Casal, 2003). Hoy se atribuye
mucho más importancia a la elaboración intelectual por cuanto es la
que da sentido a los textos (Jestaz & Jamin, 2004). Un ejemplo notable
es el referido a los pocos artículos del Código Civil francés referidos
a la responsabilidad civil. Gracias a la elaboración doctrinaria y a las
decisiones de la Corte de Casación los textos cambiaron de sentido en
más de una ocasión desde su promulgación hasta mediados del siglo
XX (Husson, 1947). En el derecho internacional tiene una importancia
generalmente reconocida.

Una buena parte de la obra sobre el derecho puede considerarse


doctrina o doctrinaria, pero no necesariamente toda. Por ejemplo, una
obra de vocación filosófica sobre el derecho puede ser producida en
el contexto de los estudios jurídicos, probablemente por profesores
de escuelas de derecho, pero difícilmente puede ser considerada
“doctrina”. En este estudio, las obras comúnmente consideradas
doctrina están incluidas, pero también las obras sobre el derecho que
no necesariamente entrarían en esa clasificación. Por ejemplo, obras
como la Filosofía constitucional o Filosofía penal de Gil Fortoul (1890
y 1891, respectivamente), o el Cesarismo democrático de Vallenilla
Lanz (1919), son obras sobre el derecho muy importantes en la historia
de las ideas en Venezuela pero generalmente no se las considerará de
doctrina jurídica. Su importancia para las ciencias sociales, la historia y,
en particular, la historia de las ideas jurídicas es indiscutible.

Ciencia e investigación

Otra denominación es ciencia del derecho. Esto hace referencia


al rigor intelectual de la producción de los juristas académicos y a su
lugar en la clasificación de las disciplinas científicas. La denominación
generalmente corresponde a una tendencia del pensamiento jurídico

CAPÍTULO I 23
ROGELIO PÉREZ PERDOMO

desarrollada en las universidades alemanas en el siglo XIX. Los juristas


alemanes de la segunda mitad del siglo XIX y comienzos del siglo XX
fueron los mayores promotores de la construcción de una ciencia del
derecho. Su impacto fue enorme y se habla del derecho alemán de la
época como un derecho de profesores o professorenrecht (Koschaker,
1955; Van Caenegem, 1991). El impacto se sintió en todo el mundo.
En la América Latina la tendencia se ha conocido más con el nombre
de dogmática jurídica, lo que parece a primera vista contradictorio con
la idea de ciencia, pero en realidad se refiere al carácter rigurosamente
conceptual y sistemático que tendría el verdadero conocimiento jurídico.

La denominación ciencia del derecho fue siempre polémica,


pues se debatió si el conocimiento elaborado por los juristas académicos
es verdadera “ciencia”. Los juristas sistemáticos generalmente se
consideraban a sí mismos rigurosos y científicos y negaban valor
científico al comentario de textos, una forma frecuente de elaboración
intelectual del derecho en el siglo XIX a raíz de la promulgación de los
códigos pero que se extendió bien entrado el siglo XX. La dogmática
jurídica configuró un cuerpo complejo de conocimiento no siempre
de fácil acceso a los juristas prácticos. La denominación es también
problemática por relacionarse con la discusión sobre qué parte de
la actividad de análisis de lo jurídico puede considerarse científica
(Bobbio, 1950, 1955).

Estas discusiones no son particularmente relevantes para este


trabajo. En la perspectiva de historia social del derecho importa cuán
importantes son los juristas académicos como actores del sistema
jurídico. No importa mucho si tiene carácter científico ni si su producción
es fuente formal del derecho. Naturalmente, cuán importantes son los
juristas académicos y en cuánta estima se los tiene, y cuáles son las
obras más apreciadas, varía según la época o de una sociedad a otra. La
explicación de esas variaciones es parte de esta investigación.

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LOS JURISTAS ACADÉMICOS DE VENEZUELA
HISTORIA INSTITUCIONAL Y BIOGRAFÍA COLECTIVA

Por último, el nombre más usual en el presente es investigación


jurídica. Nótese que la denominación no pone el acento en el producto
sino en el proceso. La idea central es que el conocimiento está en continua
producción y elaboración, una idea relativamente nueva en la historia de
la ciencia y de las ideas. En otras palabras, el conocimiento no está dado ni
permanece estático. Lo estamos construyendo permanentemente porque
también lo estamos destruyendo. Al asomar nuevas hipótesis y nuevas
explicaciones mostramos insatisfacción con las antiguas. Esta obra
puede ser así entendida como una investigación sobre los investigadores
en el derecho, que asume que quienes se pensaban a sí mismos como
haciendo doctrina o ciencia, en realidad hacían investigación, tal vez
avant la lettre. Hemos evitado la denominación de investigadores
jurídicos porque corresponde a una etapa reciente en la producción
de conocimiento jurídico y los juristas académicos del pasado no se
reconocían a sí mismos como investigadores. Además la denominación
corresponde a una época de institucionalización y profesionalización
de la producción de conocimiento. Así se han formado institutos de
investigación y existen personas que son formalmente investigadores
(Fix Fierro, 2012). Un trabajo sobre los investigadores jurídicos
parecería hacer referencia sólo a las personas que tienen este status
cuando en realidad hay producción de conocimiento jurídico mucho
antes de la constitución de los institutos de investigación y se sigue
produciendo tal conocimiento fuera de los ámbitos de estos institutos.

Dentro de la idea de la investigación del derecho se ha venido


desarrollando una tendencia que postula que el estudio del derecho
puede enriquecerse con el uso de los métodos de las ciencias sociales.
El estudio del derecho deja de ser una provincia exclusiva de juristas o
personas entrenadas en la disciplina jurídica. Sociólogos, antropólogos,
economistas, historiadores se acercan al mundo del derecho y, lo que
es tal vez más importante, los juristas académicos comienzan a prestar
atención a los métodos y aproximaciones de otras ciencias sociales.
Puede hablarse así de una investigación social del derecho cuyos
productos revisten nombres de sociología jurídica, derecho y sociedad,

CAPÍTULO I 25
ROGELIO PÉREZ PERDOMO

análisis económico del derecho, historia social del derecho, o derecho y


políticas públicas. Este libro se inscribe en este tipo de estudios y tiene
una deuda intelectual con quienes han desarrollado la sociología de la
ciencia y la historia social de las disciplinas científicas.

Dada la variedad de aproximaciones al análisis del derecho y


la pluralidad de metodologías que pueden usarse, no es sorprendente
que haya gran diversidad de maneras de tratar el derecho y de que
haya conflictos y hasta descalificaciones entre quienes tienen maneras
diferentes de hacerlo. En esta obra evitaremos entrar en el peligroso
terreno de cuál es la verdadera ciencia del derecho, o si el derecho puede
ser objeto de ciencia simplemente, o sobre los métodos apropiados para
la investigación jurídica o para el análisis de lo jurídico. Al contrario,
aceptamos que el tipo de enfoque, metodología y literatura puede variar
según su contexto epocal o institucional.

En definitiva consideramos juristas académicos a aquellos


principalmente dedicados a la producción o la difusión-elaboración del
conocimiento jurídico, o a quienes sus contempráneos reputan como
tales. Los autores de obras jurídicas o sobre el derecho son así los
objetos primarios de nuestro estudio. Con frecuencia estas personas son
también profesores de derecho. Los profesores difunden el conocimiento
jurídico y por ello debemos considerarlos juristas académicos, pero
nuestro acento no estará en ellos en cuanto enseñantes, sino en su
relación con la producción del conocimiento jurídico.

La relación entre la producción de conocimiento jurídico y la


enseñanza del derecho es importante y será analizada en este trabajo. La
enseñanza tiene varias funciones sociales y no es sólo transmisión de
conocimientos. En una escuela de derecho pueden aprender destrezas
como negociar, argumentar jurídicamente, litigar, expresarse con
propiedad oralmente o por escrito, aparte de construir redes sociales
útiles para la práctica profesional. Todo esto tiene una relación apenas
indirecta con el conocimiento. Pero en las escuelas de derecho también

26
LOS JURISTAS ACADÉMICOS DE VENEZUELA
HISTORIA INSTITUCIONAL Y BIOGRAFÍA COLECTIVA

existe una dimensión de transmisión o de divulgación de conocimientos


y con frecuencia esta va asociada con la producción misma o
investigación. Por esto la producción y difusión del conocimiento
jurídico generalmente se asocia con la calidad de profesor de derecho
y juristas académicos puede aparecer como sinónimo de profesores de
derecho. Dos obras muy importantes que he tenido muy presentes, la
de Bourdieu (1984) Homo academicus y la de Cownie (2004), Legal
academics, se refieren a profesores. Sin duda, las universidades y las
escuelas de derecho son frecuentemente los cuadros institucionales
para la producción del conocimiento jurídico.

Sin embargo, es bueno destacar que no en todas las épocas los


productores de conocimiento jurídico han sido profesores. Ya se lo ha
señalado para el derecho romano clásico o los juristas iusnaturalistas
de los siglos XVII y XVIII. Respecto a Venezuela y en el período
que analizamos, hay autores de obras fundamentales en la historia
del derecho venezolano, como Francisco Javier Yanes, Luis Sanojo
y Laureano Vallenilla Lanz, que no fueron profesores universitarios.
Esto obliga al análisis cuidadoso de los cuadros institucionales y de los
incentivos y motivaciones para la producción del conocimiento jurídico.
Es cierto que las escuelas universitarias de derecho o departamentos de
estudios jurídicos han sido frecuentemente cuadros para la producción
del conocimiento, lo que obliga a prestarles especial atención y
eventualmente explicar por qué pueden dejar de prestar tal función
en determinados períodos históricos y por qué en otros se produce un
florecimiento de la producción intelectual en tal contexto. Así, en la
segunda mitad del siglo XX en Venezuela, aumentó enormemente el
número de estudiantes de derecho y se crearon numerosas escuelas
universitarias de derecho. Esto implica también un número mayor de
profesores de derecho, algunos con dedicación de tiempo completo a
tareas de investigación y docencia universitarias. Esto ha producido
un incremento de los lectores y de los potenciales productores de
conocimiento jurídico.

CAPÍTULO I 27
ROGELIO PÉREZ PERDOMO

Naturalmente es relevante si los juristas académicos son también


proyectistas de legislación o legisladores, o si son jueces. O si son altos
funcionarios del estado. Pueden ser también abogados que ejerzan la
profesión o personas que escriben artículos de opinión relacionados
con el derecho o de interés general. Esto revelaría la relevancia social
de su acción y es de interés para su biografía, pero lo que nos interesa
es la producción que pueda ser considerada académica. Una ley, una
decisión judicial, un informe de abogado o un artículo periodístico
no son generalmente consideradas obras académicas y no podemos
considerar a sus autores como juristas académicos atendiendo sólo a
este tipo de productos. Como veremos luego, los otros roles sociales
que los juristas académicos puedan desempeñar son muy importantes
para entender la obra y su contexto.

Consideraciones metodológicas: derecho comparado, análisis


institucional y biografía colectiva

No hay duda que el tipo de producción de conocimiento jurídico,


quiénes son los productores y la forma o estilo de la producción
depende de factores relacionados con el contexto y la cultura en la cual
se desempeñan los productores. Autores de muy diversa procedencia
han hecho planteamientos que conviene retomar antes de formular los
propios. Destacaremos especialmente los que nos vienen del derecho
comparado y de los estudios culturales.

Los comparatistas

La virtud de los comparatistas e historiadores del derecho


es que miran distintos sistemas jurídicos en distintas épocas y están
muy conscientes que la importancia de los distintos actores dentro del
sistema jurídico o del político puede variar. Van Caenegen (1991) creyó
encontrar una tendencia general: en épocas en las cuales el estado es
débil o se desacredita, los juristas, la doctrina jurídica y los profesores

28
LOS JURISTAS ACADÉMICOS DE VENEZUELA
HISTORIA INSTITUCIONAL Y BIOGRAFÍA COLECTIVA

de derecho entran en escena y proveen al ordenamiento jurídico con


las reglas que necesita. Pero otros comparatistas señalan que importa
mucho más la tradición jurídica. Ésta se vincula con las actitudes
fundamentales sobre el derecho, su definición misma y su relación
con la sociedad (Merryman & Pérez Perdomo, 2007:2; Head, 2011).
En particular, Merryman ha señalado la importancia de los juristas
académicos en la tradición romanista:

“los legisladores se encontraron pronto a la sombra de aquellos


que eran los responsables primarios por la teoría moderna
del estado-nación, por la doctrina del positivismo legalista
y la separación de poderes, por la forma, estilo, y contenido
de la codificación, y por la visión dominante de la naturaleza
de la función judicial. El profesor-académico es el verdadero
protagonista de la tradición romanista. El derecho romanista
es un derecho de profesores” (Merryman & Pérez Perdomo,
2007:56).

No hay duda que en Inglaterra y los Estados Unidos, el papel del


juez se ha considerado muy importante, mucho más que en los países
de tradición romanista, y que la creación intelectual del derecho no
se desarrolló en las universidades en el siglo XIX y buena parte del
XX con la fuerza que se desarrolló en la Europa continental (Stein,
1976; Ehrenzweig, 1976). Varias obras de derecho comparado hacen de
esto un rasgo distintivo entre el common law y la tradición romanista
(David, 1966; Zweigert & Kotz, 1998). Pero las tradiciones cambian y
los profesores de derecho o que se ocupan del derecho ha aumentado
en importancia en muchos países del common law, incluidos Estados
Unidos, Inglaterra, India, Canada y Australia. Puede que hayan
aumentado o disminuido en importancia en diferentes países de la
tradición romanista.

La producción y difusión del conocimiento jurídico está


vinculada con elementos intelectuales y sociales. No hay duda que

CAPÍTULO I 29
ROGELIO PÉREZ PERDOMO

depende de la concepción del derecho y del papel que a los distintos


actores del sistema jurídico les otorgue esa concepción. El common
law otorga la primacía a los jueces, mientras que la tradición romanista
la otorgó a los legisladores a partir del siglo XIX2. La paradoja es que
muy tempranamente la concepción centrada en la legislación mostró
que requería de un aparato de producción intelectual del derecho y de
allí la importancia de la doctrina y los profesores. Merryman (2007)
hace referencia a esa paradoja. Jestaz y Jamin (2004) la explican como
una forma de ocultamiento de la verdadera autoría de la legislación,
es decir, de convertir la opinión de un jurista en regla obligatoria para
todos, o la de cambiar el significado de una regla sin cambiar el texto de
la ley. El ocultamiento permite así mucha mayor eficacia en la acción.

En el common law, el entrenamiento de los profesionales


estuvo confiado a la profesión misma, con un papel reducido a las
universidades. Desde final del siglo XIX esta situación cambió en
los Estados Unidos, donde las escuelas universitarias de derecho se
fortalecieron. Sin embargo, las escuelas se concibieron en un papel
profesional y además el método educativo fue originariamente el de
discusión de sentencias. Esto no daba ningún incentivo a los profesores
para hacer elaboraciones conceptuales del derecho sino que se esperaba
de ellos que escribieran libros de casos, apenas con notas y comentarios
para ayudar a la discusión en clase. A esto atribuye Ehrenzweig (1976)
la pobreza de la “ciencia del derecho” (o construcción intelectual del
derecho) en los Estados Unidos.

El método de casos se transformó desde mediado del siglo


XX. El caso ya no estuvo expresado en una sentencia judicial sino

2 Los historiadores del derecho destacan que entre el siglo XII y el XVIII la primacía la tuvo
un gran libro, el Corpus Iuris Civilis, aunque en el siglo XVIII surgieron como competidores
los grandes tratados de derecho natural. Tras esos grandes libros, estaban los profesores que
comentaban la obra de Justiniano y luego los autores de derecho natural. En Alemania del
siglo XIX, fue también la obra de los profesores-autores el eje del derecho (Koschaker, 1955;
Dawson, 1966; Stein, 1999; Van Caenegen, 1991)

30
LOS JURISTAS ACADÉMICOS DE VENEZUELA
HISTORIA INSTITUCIONAL Y BIOGRAFÍA COLECTIVA

en un conflicto social que es manejado por el derecho y para cuya


comprensión hay que proveer materiales sociales, económicos y
técnicos. Las escuelas de derecho se hicieron mucho más intelectuales
y se comenzó a requerir la producción de publicaciones para que un
profesor pudiera alcanzar estabilidad en su carrera. Esto ha sido un gran
estímulo para la producción de publicaciones. Friedman (2002:498)
destaca que en 1900 había sólo siete universidades que publicaban una
revista de derecho. En 1950 eran 70. En la década de 1990 más de
cuatrocientas. No todo lo que se publica tiene gran importancia para el
derecho o la sociedad, pero no hay duda que la producción intelectual
tiene un impacto. Friedman destaca que la publicación de Law and
modern mind hizo visible a Jerome Frank quien pasó de ser un oscuro
abogado corporativo en un intelectual del derecho que fue designado
Presidente de la Securities and Exchange Commission y luego juez
federal de apelaciones en 1941 (Friedman, 2002:491).3 En la actualidad
los estudios de campo (“empirical”), que son interdisciplinarios,
están dominando la producción académica en derecho en los Estados
Unidos, especialmente en las revistas de las escuelas de derecho más
importantes (Diamond & Mueller, 2009), y esto señalaría un mayor
interés de los juristas de poner al derecho en su contexto social y de
analizar problemas sociales y económicos en relación con textos legales
y el funcionamiento de instituciones vinculadas al derecho. También
hay numerosas revistas especializadas en estudios empíricos o de
relación del derecho con políticas públicas.

3 En comunicaciones privadas y en trabajos no publicados Friedman sostiene que los profesores


de derecho no son importantes en los Estados Unidos y no tienen por qué serlo en ningún país,
pues son las fuerzas sociales las que conforman al derecho. En mi opinión, se trata de la típica
percepción de vaso medio lleno/ medio vacío. El recuento diario de noticias sobre profesores
de derecho de Stanford que publica la biblioteca de esa escuela, muestra que un número de
profesores escriben artículos de opinión o son entrevistados en la prensa o en la televisión sobre
temas de actualidad. Varios se han desempeñado en labores de asesoría para el gobierno federal
o estatal, organizaciones internacionales o para empresas o instituciones importantes. Este
trabajo se referirá a los juristas académicos venezolanos pero creo que los resultados pueden
tener paralelismo con otros países no sólo de la tradición romanista. Sin embargo, el estudio
comparado está todavía por realizar.

CAPÍTULO I 31
ROGELIO PÉREZ PERDOMO

Una transformación similar se ha producido también en los


principales países del common law en el siglo XX. Las universidades se
han hecho importante en la formación de los profesionales del derecho, el
número de profesores ha aumentado substancialmente y se ha requerido
la producción de publicaciones académicas como una parte importante
del papel del profesor (Cownie, 2004) En la actualidad tal vez haya
más libros y revistas de derecho en inglés que en español, francés o
cualquiera de los idiomas de la tradición romanista. Sin embargo, el
uso e importancia de esta literatura es un asunto abierto (Friedman,
2002; Rhode, 2000). Esto nos indicaría que no es la tradición jurídica
lo que determina la escasez o abundancia de producción intelectual en
el derecho, la importancia de esa literatura para el sistema jurídico y la
importancia de los juristas académicos mismos en el sistema jurídico
o en el político, sino otros factores que deberán ser analizados. Puede
afirmarse como hipótesis que el contexto social y cultural en el cual se
desenvuelve la actividad intelectual pueda favorecer determinados tipos
de investigación, la cantidad en la cual ésta se produce y su relevancia
para el sistema jurídico o político.

La afirmación de la centralidad de los juristas académicos para


la tradición romanista señalada por Merryman sin duda es cierta para
Italia y los países europeos, de donde él extrae sus ejemplos. ¿Sería
también verdad para América Latina en todas las épocas? ¿Sería
igualmente válido para Chile y para Haití? ¿Lo sería para Venezuela
en el período de 200 años que van a examinarse? La respuesta requiere
investigación y es esto lo que propone esta obra.

Demandas sociales y cultura

Un elemento importante en la explicación de producción del


conocimiento es la demanda social percibida. El jurista con la formación
intelectual suficiente para convertirse en un jurista académico puede
percibir una demanda o necesidad social o puede percibir que su
esfuerzo o intervención no es necesario. Un ejemplo para mostrar lo

32
LOS JURISTAS ACADÉMICOS DE VENEZUELA
HISTORIA INSTITUCIONAL Y BIOGRAFÍA COLECTIVA

que entendemos por demanda percibida es el caso de Juan German


Roscio (1763-1821). Este fue profesor de derecho romano en Caracas
desde 1798 hasta 1810. En un periodo de 12 años no consideró
necesario publicar nada. Sin duda, consideraba que su papel era enseñar
conforme a la obra de Vinnius, con la incorporación de textos de las
Siete Partidas (Roscio, citado por García Chuecos, 1937:96-97). Al
producirse el movimiento independentista Roscio tomó un liderazgo
muy importante y consideró importante justificar la independencia y
combatir ideas contrarias a ella, especialmente la del poder divino de
los reyes. La obra de Roscio, escrita en circunstancia adversas, primero
como funcionario del gobierno independiente y luego como prisionero,
fugitivo o participante en los esfuerzos organizativos de la República,
es muy significativa. Los trabajos de Roscio lo muestra como un
hombre muy bien informado, con capacidad reflexiva y de escritura,
pero no emprendió su obra en la etapa que tenía más comodidad para
ello, sino en la que consideró que tendría un efecto en la vida colectiva.
Fue la necesidad política lo que generó la obra. Sin duda Roscio era
importante antes de la independencia y su importancia como intelectual
explica que haya tenido protagonismo en la independencia, pero su
contribución intelectual fue muy limitada mientras no surgió la ocasión
para su escritura y su acción. A la vez, escribió porque tenía la formación
para hacerlo y porque percibió que había un público que entendería sus
planteamientos.

Como la independencia de Venezuela puede haber hecho


demandas muy importantes a los juristas para justificarla y para pensar
la República uno de los capítulos de esta obra estará dedicado a ese
período. También el presente es una época de cambio político muy
intenso y en el capítulo final se realizará el análisis de la relación entre
la política y los juristas académicos en ese periodo.

El contexto referencial de una obra intelectual no es


necesariamente la política. Puede referirse a un contexto institucional
más reducido como las demandas universitarias o de determinado

CAPÍTULO I 33
ROGELIO PÉREZ PERDOMO

grupo. Tomemos el ejemplo de Jean Jacques Rousseau y su conocida


obra el Contrato Social. Quien conozca la historia del pensamiento
político puede reconocer fácilmente que Rousseau era un hombre bien
informado y que escribía en diálogo con los principales autores de la
época. Sin embargo, sus afirmaciones se presentan como derivadas de
la razón general y se expresan en un estilo brillante y fluido, no exento
de ironía. No hay citas. Entender esto requiere una referencia tanto a
la época, que no requería de aparato crítico y bibliográfico, como a
la biografía de Rousseau, protegido de damas aristocráticas. Su obra
fue escrita para ser comentada en los salones aristocráticos, no en los
severos ambientes universitarios. Coser (1965) destaca la variedad de
instituciones que pueden servir de contexto de la actividad intelectual.
Aparte de las universidades y los salones aristocráticos, puede destacarse
la bohemia literaria, las sociedades científicas o academias, las revistas
académicas o profesionales. Estos son ejemplos de instituciones o
contextos sociales que animan, premian y eventualmente controlan o
ponen barreras a la actividad intelectual. Generalmente requieren estilos
de expresión diferentes.

En esta obra se prestará atención al contexto institucional de


la producción y difusión del conocimiento jurídico en Venezuela. La
universidad y dentro de ella, las escuelas de derecho y los institutos de
investigación jurídica, son las instituciones para la creación y difusión
del conocimiento jurídico. Como ha tenido cambios importantes
en los doscientos años de historia que analiza este trabajo, ha hecho
demandas muy distintas en una época u otra de la historia. Ser profesor
de derecho tenía significado distinto en 1900 y en 1960, y mucho más
si tomamos como términos de comparación 1800 y 2012. En el análisis
de la universidad como institución-contexto para la producción de
conocimiento jurídico uno debe tomar en consideración su crecimiento
y sus cambios como institución.

Las escuelas de derecho y los institutos de investigación jurídica


son instituciones culturales. De hecho, los más altos lugares de creación

34
LOS JURISTAS ACADÉMICOS DE VENEZUELA
HISTORIA INSTITUCIONAL Y BIOGRAFÍA COLECTIVA

y difusión del conocimiento jurídico y de creación o fortalecimiento


de los valores del derecho. En definitiva, de definición del campo del
derecho. Son así muy importantes en la creación de la cultura jurídica
interna o profesional.4 Por esto este trabajo se podría considerar un
trabajo de historia cultural. Sin embargo, nuestro interés no está centrado
en las ideas que fueron elaboradas, aunque habrá una referencia a
ellas. El interés central es ver a esas instituciones y a la sociedad en
general como contextos que producen estímulos (o desestímulos) para
la producción de determinados tipos de conocimiento, o de difusión de
éstos. Por ello consideramos que estamos haciendo historia social, un
campo por cierto muy vinculado a la historia cultural en nuestros días
(Burke, 2006:139).

Por ejemplo, el enorme crecimiento del número de estudiantes y


profesionales del derecho, con el concomitante crecimiento del número
de escuelas de derecho y de profesores en la segunda mitad del siglo
XX, es importante por cuanto implica la creación de un mercado con
el aumento el número de productores y lectores. Esto puede funcionar
como estímulo a la producción. Se trata de un fenómeno universal
que seguramente tiene efectos en todo el mundo, pero ciertamente ha
sido muy visible en América Latina, incluyendo Venezuela (Galanter,
2011; Pérez Perdomo: 2006c). Las universidades, o al menos algunas
de ellas, pueden también desarrollar políticas institucionales dirigidas a
promover las publicaciones y otras formas de difusión del conocimiento.

Problemas metodológicos

Para la realización de este estudio consideré varias opciones


metodológicas fundamentales. He podido concentrarme en los juristas
académicos que considero más importantes, como usualmente se hace
en los estudios sobre el pensamiento jurídico. El investigador escoge
a quienes desea estudiar y saca conclusiones a partir de las personas

4 La expresion cultura jurídica interna y su definición es tomada de Friedman (1975)

CAPÍTULO I 35
ROGELIO PÉREZ PERDOMO

escogidas. La dificultad mayor está en la arbitrariedad del proceso de


selección. Por ejemplo, para estudiar los juristas académicos del período
de la independencia he podido escoger los que aparecen generalmente
como más importantes para el pensamiento jurídico del período,
Juan Germán Roscio, Andrés Bello y Francisco Javier Yanes. Pero la
selección siempre es polémica: ¿Por qué Andrés Bello cuando desarrolló
su obra jurídica fuera de Venezuela? ¿Por qué Roscio cuando su obra no
la vemos hoy demasido relacionada con el derecho? Y sobre todo ¿Por
qué no poner atención a Felipe Fermín Paúl, quien fue profesor de la
Universidad Central por largo tiempo y uno de sus primeros rectores?
¿Quiénes serían los mejores representantes del grupo de los juristas
académicos?

Por esto, la opción ejercida fue la de tomar a aquellos juristas


que se consideraban en su época con un conocimiento superior del
derecho y tomar el mayor número posible. En primer lugar, esto permite
analizar lo que se apreciaba en el jurista académico en su época y, en
consecuencia, las transformaciones de su figura. En segundo lugar, al
ser más inclusivos el problema de la selección es menos determinante
porque el análisis no va a depender de un individuo.

La opción escogida puede dar lugar a formar un grupo


relativamente numeroso. Esto no es un problema severo si se escoge la
metodología apropiada y por ello se optado por la biografía colectiva
o prosopografía, una metodología bien conocida por historiadores
y otros científicos sociales (Stone, 1971). La biografía colectiva es
un instrumento de investigación mediante el cual se seleccionan los
individuos de un grupo y se busca determinados rasgos biográficos
en todos ellos. Los rasgos seleccionados deben ser pertinentes para
los propósitos de la investigación propuesta y, en consecuencia,
relacionados con las hipótesis. Tal metodología permite construir un
cuadro apropiado para la cuantificación y la comparación. Por ejemplo,
permite distinguir las características de todo el grupo y las características
específicas de subgrupos, y analizar esas características en el tiempo.

36
LOS JURISTAS ACADÉMICOS DE VENEZUELA
HISTORIA INSTITUCIONAL Y BIOGRAFÍA COLECTIVA

Podría también detectar la importancia de género, edad, institución de


realización de los estudios, redes sociales, publicaciones, formas de
reconocimiento, etc. La determinación de los rasgos a ser buscados en
todas las biografías dependerá de las hipótesis con las cuales trabaja el
investigador. El carácter colectivo y cuasi esquemático de las biografías
excluye la retórica, el ditirambo y la crítica referida a individuos. La
metodología evita que se haga generalizaciones para una época basado
sólo en unos cuantos individuos, generalmente los más prominentes,
que pueden no ser representativos del grupo por ser excepcionalmente
bien dotados o tener características muy específicas.

La biografía colectiva es útil para tratar a una clase o grupo de


personas relativamente determinado y no demasiado grande, o cuando se
selecciona una muestra representativa de un grupo grande. Los juristas
académicos de Venezuela no constituyeron un grupo numeroso hasta
mediados del siglo XX, pues el número de profesores universitarios
de derecho y autores de libros jurídicos era bastante limitado. En la
segunda mitad del siglo XX y en nuestra época el número de profesores
de derecho y de personas que publican en la materia han aumentado
enormemente y hemos debido contar con los sistemas formales de
reconocimiento que son selectivos y tomar una muestra a partir de ellos.
El propósito del trabajo no fue incluir a todos los juristas académicos ni
necesariamente a los más importantes sino a un número de aquellos que
hayan tenido el mayor reconocimiento adecuadamente distribuidos en
distintas épocas para poder observar los cambios.

Se ha evitado el peligro de definir jurista académico con los


patrones actuales y nos ha interesado ver quiénes eran las personas
reconocidas como juristas académicos en cada período. También hemos
considerado como criterio muy importante lo que puede llamarse el
juicio de la posteridad, es decir, quienes han sido reconocidos como
juristas académicos importantes por autores posteriores aunque tuvieran
escaso reconocimiento en su época. El número y tipo de publicaciones
es una de las dimensiones a ser consideradas en la biografía colectiva

CAPÍTULO I 37
ROGELIO PÉREZ PERDOMO

y generalmente de ella depende el juicio de la posteridad, pero carecer


de publicaciones no será motivo de exclusión si sus contemporáneos lo
consideraban (o consideran) un jurista académico, es decir, una persona
con un saber jurídico mayor al puramente profesional. La otra dimensión
importante ha sido la de ser profesor universitario, un claro motivo de
distinción hasta mediados del siglo XX. La tarea de construcción del
grupo lleva así a plantear el tema del reconocimiento social.

Respecto al largo período 1800-1958 el tema del reconocimiento


plantea dos vías. La primera y más obvia es el reconocimiento
por la posteridad, en obras que han tratado sobre el pensamiento
jurídico venezolano y en las bibliografías que se han organizado y
que destacan si no todas las obras, aquellas que autores posteriores
han considerado relevantes. Esta vía permite incluir a todos aquellos
que hoy consideramos juristas académicos, pero no a quienes sus
contemporáneos consideraban los hombres del saber jurídico y que no
escribieron obras que hoy calificaríamos de académicas. Miguel José
Sanz, Francisco Espejo, Cristóbal Mendoza y Felipe Fermín Paúl son
los casos más notorios. No aparecen en las bibliografías jurídicas porque
escribieron muy poco, o nada, pero los hemos incluido apoyados en el
criterio de sus contemporáneos que los consideraron hombres de un
saber superior en derecho.

La segunda vía atiende a aquellos que los contemporáneos


consideraban especialmente calificados por su saber jurídico. Estos son,
en primer lugar, los profesores universitarios de derecho, una distinción
muy importante en una época en que sólo había dos universidades y
muy pocos profesores. En segundo lugar, los miembros de instituciones
destinadas a dar específicamente este reconocimiento. Para el período es
especialmente importante la Academia de Ciencias Políticas y Sociales
(nombre que correspondía al derecho en la época), creada en 1915. Por
ello es una institución a la cual se le presta especial atención en esta obra.
No se ha localizado la biografía de todos los profesores e individuos
de número de la Academia. En ese sentido no queda más remedio

38
LOS JURISTAS ACADÉMICOS DE VENEZUELA
HISTORIA INSTITUCIONAL Y BIOGRAFÍA COLECTIVA

que aceptar las fallas en la memoria histórica. El olvido histórico se


convirtió así en un mecanismo de exclusión de quienes seguramente
fueron menos influyente o tuvieron menos impacto. Por supuesto,
puede haber juristas académicos que no recibieron en su tiempo o no
reciben ahora el reconocimiento que merecen. Para corregir al menos
parcialmente esta exclusión usamos otros criterios de reconocimiento
social cuando esto fue posible.

El uso de los sistemas institucionales de reconocimiento puede


también dar lugar a lo que en el lenguaje político colombiano se han
denominado los “falsos positivos”, es decir aquellos que tienen el
reconocimiento de juristas académicos, pero que en realidad no lo
eran. Este es un serio problema, pues en el ámbito académico no es
fácil determinar que la persona carece por completo de méritos para
ser declarado jurista académico. De todas maneras es relevante para la
evaluación de las instituciones de reconocimiento.

Para la segunda mitad del siglo XX (1959-2009) el problema de


listar los juristas académicos es inverso. La expansión de las universidades
hizo que el número de profesores universitarios de derecho aumentara
muy rápidamente, lo que seguramente supuso una selección menos
cuidadosa para la posición de profesor y una distinción más discutible.
El número además haría enorme el grupo a ser biografiado y plantearía
la dificultad de recuperar los nombres de todos los profesores de derecho
y conocer sus biografías. Por supuesto, la condición de profesor será un
aspecto o ítem a ser considerado, pero no será suficiente para incluir una
persona en el grupo a ser biografiado. Se ha considerado como criterio
de inclusión que la persona haya recibido un libro homenaje de una
universidad. Los libros-homenaje constituyen un género que apareció en
Venezuela en el período contemporáneo que tiene la función de honrar
a un profesor que ha hecho una contribución particularmente valiosa a
la disciplina o al menos, que los integrantes de una universidad lo han
considerado así. Por último, el listado de miembros de la Academia de
Ciencias Políticas y Sociales nos ha provisto una lista relativamente

CAPÍTULO I 39
ROGELIO PÉREZ PERDOMO

larga de juristas que han recibido reconocimiento académico, al menos


por el grupo de juristas que constituyen esa academia.

El análisis del período más cercano a nosotros (2000-2012),


realizado con la función de analizar el impacto de los cambios políticos
y sociales, no puede contar ni con bibliografías ni con reconocimiento
de instituciones que permitan construir una biografía colectiva. Por esto
hemos debido usar el recurso de la entrevista con expertos (profesores
de la Universidad Metropolitana, Universidad Central de Venezuela y
Universidad del Zulia) para asegurarnos de incluir los juristas de mayor
reconocimiento entre sus pares.

Mayores detalles respecto a los procedimientos metodológicos


y a las varias dificultades encontradas se analizarán en los capítulos
respectivos.

40
LOS JURISTAS ACADÉMICOS DE VENEZUELA
HISTORIA INSTITUCIONAL Y BIOGRAFÍA COLECTIVA

II
EN LA INDEPENDENCIA Y LA
CONSTRUCCIÓN INICIAL DEL ESTADO *

* Una primera versión de este capítulo fue publicado como artículo en la Revista Mexicana de
Historia del Derecho. XXIII (Pérez Perdomo, 2011a). Agradezco a Inés Quintero por sus
comentarios a la primera versión de este trabajo. A Graciela Soriano de García Pelayo por
su conversación sobre el carácter de la monarquía española. A Guillermo Aveledo por su
conversación y provisión de materiales respecto a varios de los juristas. Y a Elsa Cardozo
por haber llamado la atención sobre Manuel Palacios Fajardo.

CAPÍTULO II 41
LOS JURISTAS ACADÉMICOS DE VENEZUELA
HISTORIA INSTITUCIONAL Y BIOGRAFÍA COLECTIVA

La independencia política de los países de la América española


no sólo fue la ruptura del vínculo colonial que los unía con España
sino el esfuerzo de construir repúblicas con los “reinos de Indias” que
formaban parte de la corona española. Fueron verdaderas revoluciones
políticas: el Imperio Español era fundamentalmente una monarquía
absoluta y teocrática (Fontana Lázaro, 1971). El poder del Rey venía
de Dios y el Rey podía contar con la Iglesia Católica como parte del
aparato burocrático e ideológico (o “espiritual” como se le decía en la
época) sobre el cual se asentaba su poder (Pérez Perdomo, 2011b). La
ruptura del vínculo colonial obligó a buscar una nueva legitimación
al poder estatal, organizar el estado, redefinir las relaciones con la
Iglesia Católica, establecerse en el orden internacional como estado
independiente y redefinir las relaciones con los demás estados. También
buscar los instrumentos para convertir a los súbditos en ciudadanos
(Guerrero, 2006; Straka, 2005). Como lo plantea Alcibíades (2004), fue
una tarea heroica y un gran desafío intelectual. El propósito de este
trabajo es estudiar el papel que desempeñaron los juristas académicos
en esta tarea.

La independencia no fue un ejercicio intelectual. Hubo conflictos


políticos y sociales que debieron ser manejados, guerras que debieron
lucharse, decisiones en materia de políticas económicas y alianzas que
hubo necesidad de tomar. La bibliografía sobre la independencia de
Venezuela es muy abundante y estos temas han sido bien analizados
(Cf. Parra Pérez, 1939/1992; Vallenilla Lanz, 1919/1991; Carrera
Damas, 1976). En contribuciones más recientes se ha mirado también

CAPÍTULO II 43
ROGELIO PÉREZ PERDOMO

los conflictos y dificultades cotidianas de la gente corriente, como


soldados que iban a los campos de batalla, o esclavos que aspiraban a
ser libres por haber participado en la guerra, y también de quienes se
mantuvieron relativamente abrigados respecto al gran conflicto, pero
que podían ser afectados de diversa manera (Quintero et al., 2008).

El conflicto por las ideas relativas a la independencia también


ha sido estudiado (Pino Iturrieta, 1971; Castro Leiva, 1991, 1985)
incluyendo los temas jurídico-políticos que estaban en debate (Garrido
Rovira, 2008, 2000; Polanco, 1960). Este capitulo retoma temas de la
historia de las ideas pero mira los cuadros sociales en los cuales se
produjeron y los usos políticos y sociales de éstas. El capítulo plantea
cuál fue el papel de los intelectuales con un saber superior en el derecho.
Ellos, los juristas académicos, eran los hombres del saber jurídico-
político y les tocó vivir un tiempo convulso, llamado la “crisis de la
sociedad colonial” (Carrera Damas, 1976).

Esta crisis corresponde a una madurez de la sociedad colonial,


que había alcanzado un nivel considerable de desarrollo económico y
cultural, y de la profunda crisis de la monarquía española que terminó
en manos de Bonaparte y cuya recuperación posterior tuvo diversos
avatares (Fernández de Pinedo et al., 1980). La crisis conduce a la
ruptura del vínculo colonial y al surgimiento de Venezuela como un
estado independiente.

Este período es el más estudiado de la historia de Venezuela y el


capítulo no es una narrativa de los eventos. Lo que hace es interrogarse
sobre el papel de los juristas académicos en la crisis y el surgimiento
del nuevo estado. Interesa analizar la forma de producción de ideas y
conocimientos ante los enormes desafíos que planteaba la época, pero el
foco no es el análisis detallado de sus ideas sino que interesa determinar
por qué son ellos quienes asumen la tarea de articularlas, los cuadros
institucionales sobre los que se apoyan y su relación general con la
actividad política. El cambio en las ideas y en el modelo político que

44
LOS JURISTAS ACADÉMICOS DE VENEZUELA
HISTORIA INSTITUCIONAL Y BIOGRAFÍA COLECTIVA

implicó la independencia significó una ruptura con el saber adquirido


y su uso social. Roscio (1817) llamó “arrepentimiento” a esa ruptura.

Pérez Perdomo (1981) ha destacado el papel muy importante


que jugaron los abogados en la independencia de Venezuela. Los hubo
en los dos lados, incluyendo algunos que cambiaban de bando según las
fortunas de la guerra, y fueron importantes en ambos sectores. Quienes
se pusieron del lado de la independencia fueron más numerosos y
estuvieron entre los miembros de congresos y gobiernos, firmantes de
actas y constituciones. Hubo juristas que se mantuvieron al margen de
la contienda o mantuvieron una actitud ambigua y otros que claramente
favorecieron el mantenimiento del vínculo colonial. Entre éstos hubo
algunos que participaron en la represión. En general quienes estuvieron
del lado de la monarquía española escribieron menos o, en todo caso,
han merecido menos atención de los historiadores (sin embargo, Straka,
2000; Lombardi, 2006).

Las cifras muestran la importancia política de los abogados, que


constituyeron un porcentaje importante de los miembros de los primeros
congresos y de los firmantes de las constituciones y los documentos
principales de la independencia, a pesar de ser sólo un centenar hacia
1810. Si consideráramos a los graduados en derecho, la importancia
sería mayor. Muchos de los identificados como miembros del clero
eran graduados en derecho, pero como su condición eclesiástica les
prohibía el ejercicio como abogados, no adquirían tal título. Otros se
graduaban en derecho pero, por su elevado status, no optaban al título
de abogado, como el Marqués del Toro (Pérez Perdomo, 1981, 2004,
2008). Podemos llamar juristas a los graduados en derecho porque
tienen un saber especializado. En este trabajo el análisis se concentrará
en los juristas académicos, es decir aquellos que tienen un saber jurídico
apreciado como más alto: los profesores de derecho y los autores de
obras jurídicas. Los llamamos “juristas académicos” para distinguirlos
del resto de los juristas.

CAPÍTULO II 45
ROGELIO PÉREZ PERDOMO

Las fuentes para el estudio son las biografías de los juristas


seleccionados. Para iniciar nuestra búsqueda consultamos la información
sobre los profesores de la Universidad de Caracas (Leal, 1963, 1981,
1983) y, para conocer quiénes publicaron, partimos de las bibliografías
jurídicas o políticas venezolanas (Clagett, 1947; Kummerow, 1967;
Melich, 1976; Arismedi, 1972). Usamos también los numerosos
estudios biográficos individuales. En la biografía colectiva construida,
además de los datos biográficos básicos (años de nacimiento y muerte,
institución de estudios jurídicos) le prestamos especial atención a su
producción intelectual y a su desempeño político. El foco de interés es
determinar el tipo de conocimiento producido o divulgado, y la relación
entre el conocimiento y la acción política.

La publicación y la determinación del público al cual una


publicación está dirigida resultó uno de los puntos difíciles a dilucidar.
Hoy consideramos académica una publicación por apoyarse en la
literatura pertinente previa, por el rigor metodológico y expositivo,
y por el público universitario al cual se dirige. Para el período que
analizamos la publicación en la imprenta no parece haber sido
necesaria para considerar a una persona un intelectual académico. La
comunicación oral parece haber sido mucho más importante que en el
presente y suficiente para tal acreditación. Por otra parte, la mayor parte
de las publicaciones estaban dirigidas al público general y podría hoy
entrar en la categoría de trabajos de opinión, aunque generalmente más
argumentados y sustentados que lo hoy usual en ese tipo de trabajos.
Pueden ser considerados “periodismo”, pero los periodistas de la época
constituyeron una elite intelectual (Nieschulz de Stockhausen, 1982).
Este tipo de publicaciones es también muy importante para determinar
el impacto político y social de estos intelectuales.

El capítulo comenzará por analizar el cuadro institucional en


el cual se desenvolvieron los juristas académicos: la universidad y los
estudios jurídicos, y veremos la compleja relación con la independencia
que la universidad tuvo. En la segunda parte se explicará el procedimiento

46
LOS JURISTAS ACADÉMICOS DE VENEZUELA
HISTORIA INSTITUCIONAL Y BIOGRAFÍA COLECTIVA

para la escogencia de las personas que fueron estudiadas y ofreceremos


una síntesis biográfica de cada uno, señalando de manera general su
contribución en la construcción del estado y la ciudadanía. En la tercera
parte se analiza su producción intelectual y, en la parte conclusiva, su
desempeño político.

La universidad y los estudios de derecho en tiempos de cambio.

La Universidad de Caracas existe desde comienzos del siglo


XVIII. Generalmente se toma 1721 como su año de fundación (Leal,
1963). Los estudios jurídicos constituían uno de los estudios mayores,
junto con los de teología y medicina. Se denominaban estudios mayores
porque requerían un grado universitario previo, el de bachiller en
filosofía o artes (o estudios menores).

Los estudios universitarios estaban reservados para los “limpios


de sangre” y católicos viejos. Las personas de ascendencia judía, mora,
india o negra y los descendientes de conversos estaban excluidos. Los
estudios tenían además un costo económico importante. En la práctica,
en un país de amplio mestizaje, se atendía a definiciones legales de
pureza de sangre, por lo cual un pequeño número de mestizos tuvo acceso
a la universidad (Leal, 1963), pero no hay duda que la universidad fue
un lugar para privilegiados socialmente y los estudios universitarios
aportaban una calidad adicional, relacionada con el saber. En un país
largamente analfabeto, los estudiantes de derecho conocían las obras
clásicas de la filosofía, teología y derecho, se entrenaban en el arte de
la argumentación y persuasión, podían leer en latín e incluso citar de
memoria largos textos latinos.

En el área jurídica existían dos cátedras, la de cánones y la de


leyes (o derecho romano). Los estudiantes debían tomar la enseñanza
de ambas cátedras aunque sólo debían rendir exámenes en una de ellas
para obtener el título (bachiller, licenciado y doctor) en derecho civil

CAPÍTULO II 47
ROGELIO PÉREZ PERDOMO

o derecho canónico. Algunos estudiantes tomaban los exámenes en


ambas cátedras y se graduaban en “ambos derechos”. Entre 1750 y 1829
la Universidad de Caracas produjo 395 graduados en derecho (Pérez
Perdomo, 1981:64), lo cual hace un promedio de 5 por año. No era un
grupo numeroso, pero claramente era una elite intelectual y, como ya
hemos señalado, su influencia política fue enorme.

En el mismo período de 80 años hubo 8 profesores de cánones


y 7 de leyes que permanecieron más de cuatro años en sus cargos. A
raíz de la independencia, se crearon enseñanzas de derecho práctico,
economía política, constitución, derecho público y principios universales
de legislación. En total resultaron 19 los profesores de derecho en
la Universidad de Caracas que constituyen una parte importante del
universo de nuestro estudio (Ver cuadro 2-1).

CUADRO 2-1.
PROFESORES DE DERECHO EN LA UNIVERSIDAD DE CARACAS,
1750-1842

Instituta (Derecho Romano) Cánones

José Tomás Gil de Yepes*, 1754 Francisco de Ibarra*, 1748


Vicente Pérez, 1759 Domingo de Berroterán, 1770
Luis Escalona, 1785 José Francisco López Méndez*, 1774
Francisco Zárate, 1789 Rafael Escalona*, 1787
Juan Germán Roscio*, 1798 Diego Domínguez de la Mota, 1791
José de los Reyes Piñal, 1814 José Félix Sosa*, 1802
José Manuel García (1842) José Cecilio Ávila*, 1813
Domingo Quintero (1842)

Derecho Público Derecho Práctico


Andrés Narvarte*, 1824 Felipe Fermín Paúl*, 1829 (1842)
Francisco Díaz (1830) (1842)
Principios de Legislación Universal
Pedro R. Peraza (1842)

48
LOS JURISTAS ACADÉMICOS DE VENEZUELA
HISTORIA INSTITUCIONAL Y BIOGRAFÍA COLECTIVA

FUENTES. Para profesores 1750-1830: Leal, 1963: 409-410. Para profesores en


1830: Leal, 1983:110. Profesores en 1842: Leal, 1981:155.

NOTA 1. Sólo para los marcados con asterisco se localizó biografía. Se mencionan
sólo aquellos con más de cuatro años en el cargo. Se indica año de designación,
excepto la cifra entre paréntesis que indica el año en el cual ejercía como profesor.
NOTA 2. Se enseñó también economía política. Estaba a cargo del profesor de
Principios de legislación universal.

Dentro de los profesores incluimos a Tomás Hernández de


Sanabria, un abogado distinguido y profesor de latín en la Universidad
de Caracas, que fue dos veces Rector, y Andrés Bello, quien desarrolló
su actividad universitaria en Chile. Incluimos también a Ramón
Ignacio Méndez, que fue profesor interino de derecho canónico en la
Universidad de Caracas, titular de dicha cátedra en el Seminario de
Mérida (1803-1808) y Rector de dicho seminario. Este seminario
podía dar títulos universitarios y se convirtió en universidad en 1810.
Igualmente incluimos a José Agustín Chipía, profesor y luego Rector
de la Universidad de los Andes. El total de profesores fue de 22 y
encontramos datos biográficos para 14 de ellos.

En la universidad durante el período que analizamos la calidad


de profesor universitario requería exámenes públicos a fin de escoger
como profesores a los graduados que conocieran y explicaran mejor los
grandes libros donde residía el conocimiento. Con tal propósito existía un
régimen de oposiciones a las cátedras (o exámenes públicos competitivos
de selección). En las Constituciones de la Real y Pontificia Universidad
de Caracas de 1727 (Título VIII), se regula muy cuidadosamente el
régimen de oposiciones, señalando la regulación cómo se escogen los
jurados y cuáles son los procedimientos de exámenes públicos. Los
Novísimos Estatutos de 1827 regulan la materia de manera similar
(artículos 172 a 188). Se pedía de los profesores grados académicos
previos, conocimiento de la materia, un número de años de graduado y
elocuencia para las lecciones públicas que debía dar en las oposiciones.

CAPÍTULO II 49
ROGELIO PÉREZ PERDOMO

Debía alcanzar también el título de doctor so pena de perder la cátedra.


El sistema evitaba que se llegara a profesor por accidente o por puras
relaciones personales.

La universidad colonial es en gran medida la heredera de la


medieval. El método educativo cotidiano era la lectio, o lectura de
textos donde se suponía residía el saber, y se usaba también la questio
o “disputa” en la cual los estudiantes tenían que argumentar las
posiciones. El eje de los estudios jurídicos seguía siendo el derecho
romano, especialmente el Corpus Iuris Civilis de Justiniano, pero el
Digesto cedió su lugar a las Instituta, que se conocía en la edición de
Vinnius (o Vinnio) a la vez comentada por Heineccio. Esta sustitución
fue importante, pues muestra la penetración de las ideas modernas sobre
el derecho. El Digesto es una compilación de opiniones de jurisconsultos
del período romano clásico, pero es una obra compleja y difícil de leer.
Las Instituciones fue originariamente una obra destinada a la enseñanza
y, en consecuencia, más ordenada y sencilla. Vinnio1 era un autor de la
jurisprudencia humanista y Heineccio2 un importante miembro de la
llamada Escuela del Derecho Natural y de Gentes. Ambas escuelas de
pensamiento buscaban la sistematización o racionalización del derecho
y podemos suponer que gracias a esos comentarios se destacaba las
Instituciones como una obra racionalista. De hecho el plan de las
Instituciones se siguió luego en la codificación racionalista del derecho.

1 Arnoldo Vinnio (o Vinnius, 1586-1657) es uno de los autores representativos y más influyentes
del llamado humanismo jurídico, quienes hicieron un primer esfuerzo para la reconstrucción
racionalista del derecho romano. Su edición de las Instituciones fueron publicadas en 1618 y
tuvo numerosas ediciones en los siglos XVII y XVIII. Arnaud (1969:319) observa que Vinnio
“representa la primera etapa del proceso de transformación del derecho…fue frecuentemente
a través de la lectura de su obra que los juristas franceses se iniciaron en el derecho natural
moderno”.
2 Johan Gottlieb Heineccius (Heinecio, 1681-1741), profesor en Halle, es generalmente
considerado uno de los autores de la Escuela del Derecho Natural y de Gentes por su obra
Elementos de derecho natural y de gentes, publicada en latín en 1737. Escribió igualmente
sobre derecho romano. Desde 1726, las Instituciones de Vinnio generalmente se publicaban con
un prefacio y comentarios de Heinecio. Tau Anzoátegui (1992) considera este libro fundamental
en el paso del pensamiento casuista al pensamiento sistemático en España y América Latina.

50
LOS JURISTAS ACADÉMICOS DE VENEZUELA
HISTORIA INSTITUCIONAL Y BIOGRAFÍA COLECTIVA

Otra novedad en el siglo XVIII fue el interés en el derecho


nacional, o derecho patrio. En la Universidad de Caracas se creó la
cátedra de Derecho Real en 1774, pero sólo funcionó por cuatro
años (Leal, 1963:192). Luego, en 1790, se estableció la Academia de
Derecho Público, pero la iniciativa tuvo una vida aun más corta (Leal,
1963:195). Sin embargo, los profesores de Instituciones incorporaban
la referencia al derecho patrio o español, como resulta del testimonio
de Juan Germán Roscio sobre qué enseñaba y cómo lo hacía en la
Universidad de Caracas en 1803 (García Chuecos, 1937:96-97):

“La Constitución no impone sino la obligación de explicar en esta


cátedra los cuatro libros de la Instituta de Justiniano desde las tres
hasta las cuatro de la tarde; pero como aquí no hay otra jurisprudencia
civil, es necesario ampliar las lecciones sobre todas aquellas materias
propias de las catedráticos de Prima y Vísperas para enseñanza del
derecho de los romanos, con las luces que prestan los comentarios de
Arnoldo Vinnius y Antonio Pérez. Esta fue la conducta que observaba
en la regencia de la expresada cátedra mi maestro y antecesor el
difunto doctor Juan Francisco Zárate, haciendo por sí solo lo que
hacen tres en otras universidades bien surtidas y dotadas: y no contento
con la exposición de las Pandectas, Instituto y Código, sin faltar al
estatuto y asignación de la cátedra, dictaba y explicaba el derecho
real de España e Indias, añadiendo las leyes patrias pertenecientes al
título, materia o parágrafo de la lectura diaria, tanto las concordantes
como las contrarias, modificativas o derogatorias. Por consecuencia
de esto, en los actos literarios o disputas públicas proponía siempre
entre los puntos de Instituta un título de las Partidas: y de este modo,
con la única investidura de Catedrático de Instituta lo era también,
verdaderamente hablando, de Prima, Víspera y Derecho Práctico,
enseñando con frecuencia por vía de ilustración necesaria para unos
vasallos que no debían ser gobernados ni juzgados por otras leyes
que las españolas, casi todas aquellas de que no se halla noticia
alguna de los Digestos y Códigos del Imperio Romano. Yo he seguido
constantemente las huellas de mi preceptor desde el día 9 de febrero
de 1798 en que, por fallecimiento suyo, el Venerable Claustro me hizo
el honor de confiarme en propiedad esta Cátedra de Instituta; cuyas

CAPÍTULO II 51
ROGELIO PÉREZ PERDOMO

relaciones con otras artes y ciencias exigen muchas veces su tratado y


doctrina en cuanto a conducentes al mejor conocimiento y auxilio de
las cuestiones civiles”.

El testimonio de Roscio muestra que se usaba todavía la lectio


y la disputa. No se esperaba que el profesor escribiera nada. Su tarea
era enseñar a partir de obras bien establecidas. Esto explica que los
profesores de derecho romano y de cánones durante el período colonial
no escribieran nada sobre estas materias. Realmente no era necesario.
Por otra parte, hubiera encontrado dificultades prácticas para publicar
sobre cualquier tema porque no se dispuso de una imprenta en Caracas
hasta 1808.

La independencia produjo un cambio muy importante que


había sido ya preparado por los avances del racionalismo en el siglo
XVIII y la influencia de las ideas modernas en Venezuela. El Discurso
pronunciado en el acto de la solemne instalación de la Real Academia
de Derecho Público y Español, de Miguel José Sanz (1790), muestra
ese influjo, especialmente de Montesquieu (Pino Iturrieta, 1971:59).
También Voltaire, Rousseau, Raynal, Filangieri eran leídos en la
Caracas de finales del período colonial. Con la independencia estas
ideas se convirtieron en dominantes.

En 1827 se publicaron los nuevos estatutos de la Universidad


Central de Venezuela. El plan de estudios es en seis años, pero con los
cuatro primeros se podía optar al título de bachiller en derecho, requisito
para solicitar luego el título de abogado para la práctica profesional. Los
dos últimos años eran requeridos para los títulos de licenciado y doctor.
La enseñanza del derecho canónico se mantuvo en cuatro años pero
se redujo el estudio de las Instituciones de Justiniano a un año. En el
segundo año debía estudiarse el derecho patrio (español y colombiano).
En el tercero, la constitución de la República, derecho público político
y ciencia administrativa. En el cuarto, el derecho internacional o de

52
LOS JURISTAS ACADÉMICOS DE VENEZUELA
HISTORIA INSTITUCIONAL Y BIOGRAFÍA COLECTIVA

gentes. En el quinto y sexto año se dejaba de estudiar derecho canónico


y se introducía, en el quinto año, “Principios de legislación universal
y de legislación civil y penal” y práctica civil y criminal. En el sexto:
economía política y medicina legal. En 1842 se hizo un nuevo plan de
estudios, sin cambios importantes respecto al de 1827 (Pérez Perdomo,
1981).

La enseñanza republicana continuó la tradición de la enseñanza


de un texto donde reposa la verdad. La escogencia del libro de texto
no era dejada al profesor sino que era una cuestión decidida por la
legislación o por las autoridades de la universidad. La dificultad mayor
estaba en que los textos modernos venían de la Europa protestante y
podían contener afirmaciones contrarias a la religión católica, que tenía
el valor indiscutible de verdad superior. El profesor debía corregir esos
errores. Un ejemplo fue la introducción de la enseñanza del derecho
público, que se hizo por decisión del Claustro en 1824, ratificada luego
en los Estatutos de la Universidad Central de Venezuela de 1827. Las
dificultades del texto fueron resueltas señalando entre las reglas de la
cátedra:

“Art. 2. En esta cátedra no se leerá ni escribirá materia alguna, sino que se


conferirá sobre lo que asigne el catedrático.
Art. 4. La materia de la enseñanza será unos prolegómenos formados y
deducidos de los mejores autores para abrir la puerta con más facilidad a las
doctrinas de Vattel que con especialidad se elige para que esté en manos de
los escolares; y asimismo a las de Filangeri y Hugo Grocio.
Art. 6. Habrá conferencias o conclusiones todos los miércoles por la tarde en
que defenderá el alumno que designe el señor catedrático y argüirán cuatro
que él mismo nombre y los demás que quieran”. (Leal, 1963:208)

La decisión del Claustro muestra que se siguió usando la


metodología tradicional pero con adaptaciones. Para las nuevas
materias, la lectio o lectura ha sido sustituida por la explicación del
profesor que debe apoyarse en textos seleccionados por la autoridad,
pero los estudiantes todavía deben practicar la disputa. En cuanto a los

CAPÍTULO II 53
ROGELIO PÉREZ PERDOMO

nuevos autores se hace necesario introducirlos en nuestro medio. Felipe


Fermín Paúl, Rector de la Universidad, señala en 1824

“Mas apenas se erigió en esta capital la cátedra de derecho público, cuando


se reconoció la dificultad de penetrar en el templo de esta ciencia sin pasar
por el anchuroso atrio del derecho de la naturaleza. Pero la escasez general
de autores selectos en esta materia era todavía mayor. Toda diligencia fue
nula para conseguir cualquier número de aquellos a quienes una organización
extraordinaria concedió el delicado privilegio de concebirla y explicarla con
exactitud…No había pues medio, o era preciso que los alumnos del derecho
de gentes se contentasen con una noticia semicruda, o por un período
indefinido esperar una introducción suficiente de ejemplares del derecho
natural. En tales circunstancias, un hombre no común que ha consumido
el vigor de su vida en la profunda contemplación del hombre mismo: un
ciudadano benemérito por el denuedo con que ha sostenido la integridad de los
derechos patrios: un magistrado experto, ilustrado, justo e incansablemente
laborioso, me dirigió como a Rector del cuerpo literario, este opúsculo para
la instrucción provisional de la juventud…” (Felipe Fermín Paúl, 1824, en
Yanes, 1824/1959:189-190).

El opúsculo al que hace referencia Paúl es Idea general o


principios elementales de derecho de gentes, extractos de Vattel y otros
autores, compuesto por Francisco Javier Yanes. Nótese la importancia
de Vattel, que se prefirió para el análisis del derecho natural,
indispensable para la consideración del derecho público conforme a las
ideas de la época3. La obra de Yanes no pretendía ninguna originalidad
sino divulgar entre nosotros las nuevas ideas que se incorporaron a la
universidad a raíz de la independencia. Es una publicación en imprenta
y fundamentalmente se proponía ayudar a los estudiantes.

El primer profesor de derecho público fue Andrés Narvarte,


quien enseñó entre 1824 y 1828. Cuando renunció en 1828, la junta
gubernativa de la universidad destacó la discreción que había observado

3 Emerich de Vattel (1714-1767) publicó en 1758 Droit de gens, ou principes de la loi


naturelle appliqués à la conduite et aux affaires des nations et de souverains. Es generalmente
considerado un integrante de la Escuela del Derecho Natural y de Gentes

54
LOS JURISTAS ACADÉMICOS DE VENEZUELA
HISTORIA INSTITUCIONAL Y BIOGRAFÍA COLECTIVA

para compaginar “las doctrinas poco conformes de los tratadistas de


Derecho Público con los principios revelados” (Leal, 1963:209).

La renovación del plan de estudios jurídicos con el explícito


propósito de introducir ideas modernas en Venezuela y formar nuestra
elite política genera así los primeros incentivos para traducir las obras
publicadas en Europa y adaptarlas para que no resultaran contrarias
a la ortodoxia religiosa. La Idea general o principios elementales de
derecho de gentes, de Yanes/Vattel, publicada en 1824, es una muestra
temprana de este esfuerzo y sigue con inmediatez a la introducción de
la asignatura de derecho público en la Universidad de Caracas. Veremos
luego que otras obras, como las obras didácticas en el campo del derecho
publicadas por Andrés Bello tienen la misma motivación.

Los Novísimos Estatutos de esta Universidad Central de


Venezuela4, de 1827, recogieron estas preocupaciones y establecieron
incentivos para que los profesores produjeran el material didáctico o
realizaran traducciones. Así el artículo 199 estableció:

“El que componga una obra elemental aprobada por la Universidad por la
Dirección Departamental, ganará para el efecto de su jubilación el tiempo que
la Junta gradúe según el mérito de la obra, con advertencia de que no podrá
exceder de 8 años; y el que en los mismos términos haga una traducción e
impresión de una obra clásica para uso de la Universidad, siendo igualmente
aprobada, ganará sólo 2 años. Un mismo catedrático podrá obtener estos dos
premios por una sola vez”.

El propósito didáctico no es lo único que llevaba a escribir


y publicar a estos juristas intelectuales. Los cambios políticos,
especialmente el cambio de legitimación política, obligaba a los juristas
intelectuales a ocuparse de la justificación del nuevo poder o señalar
los errores sobre los que se fundamentaba el antiguo. En consecuencia

4 Los estatutos mencionados fueron publicados con el nombre de Los estatutos republicanos de
la Universidad Central de Venezuela. 1827. Edición facsímil del Rectorado de la Universidad
Central de Venezuela. Segunda edición. Caracas, 1983

CAPÍTULO II 55
ROGELIO PÉREZ PERDOMO

hay propósitos polémicos o de educación política general, pero esta


motivación y los resultados obtenidos los analizaremos en la segunda
parte de este capítulo.

Los juristas académicos: notas biográficas

Para determinar quiénes fueron los juristas académicos en


Venezuela en tiempos de la independencia decidimos tomar el período
largo 1750-1842. La “crisis de la sociedad colonial” no se produce con
la firma del acta de independencia en 1811 sino más bien con la lenta
maduración de una sociedad que se hizo próspera, tomó confianza en
sí misma y lentamente se abrió a las ideas modernas (Carrera Damas,
1976). Tampoco termina en 1830, con la separación de Venezuela de
Colombia. La tarea de construcción de un estado independiente es
necesariamente lenta y se prolongó durante todo el siglo XIX. Para este
análisis debíamos tomar límites más o menos arbitrarios. Decidimos así
analizar, en primer lugar, la biografía y la producción intelectual de los
profesores de derecho de la Universidad de Caracas (luego Universidad
Central de Venezuela) desde 1750 en adelante. A partir de la obra de Leal
(1963, 1981) localizamos 22 nombres de profesores de la Universidad
Central de Venezuela (Cuadro 2-1). Sólo de doce de ellos encontramos
la biografía en el Diccionario de Historia de Venezuela (1997) o en otras
fuentes5. Encontramos igualmente información de dos profesores de la
Universidad de los Andes. Analizamos también a los autores de obras
jurídicas o políticas anteriores a 1850 para cubrir aproximadamente un
siglo de producción de ideas. Como es difícil establecer un límite dónde
detenerse, establecimos como requisito el nacimiento antes de 1800 de
los juristas académicos a ser examinados. El cuadro 2-1 es un cuadro
resumen de los veintidós juristas académicos cuyas biografías hemos
localizado.

5 La fuente principal utilizada es el Diccionario de Historia de Venezuela (1997). Toda


información biográfica para la cual no se cite otra fuente viene de dicho Diccionario.

56
LOS JURISTAS ACADÉMICOS DE VENEZUELA
HISTORIA INSTITUCIONAL Y BIOGRAFÍA COLECTIVA

CUADRO 2-1
JURISTAS ACADÉMICOS 1750-1847

Nombre A B C D E F G H
Francisco de Ibarra (1726-1806) 2 1 1 0 1 1 1 0
José Tomás Gil de Yepes (1728-1795) 2 2 1 0 1 1 1 0
José Francisco López Méndez (1743-¿?) 1 1 1 0 1 1 1 0
Tomás Hernández de Sanabria (1752-1838) 1 1 1 1 2 1 1 1
Miguel José Sanz (1756-1814) 2 2 1 1 0 1 1 2
Francisco Espejo (1758-1814) 2 2 1 2 0 1 1 2
Juan Germán Roscio (1763-1821) 2 2 1 2 1 1 2 2
Cristóbal de Mendoza (1772-1829) 2 1 1 2 0 1 1 2
Rafael Escalona Arguinzones (1773-1853) 1 1 1 0 1 1 1 0
Ramón Ignacio Méndez (1773-1839) 2 2 1 0 1 1 1 0
José Félix Sosa (1773-1814) 1 1 1 0 1 1 1 2
Felipe Fermín Paúl (1774-1843) 1 1 1 2 1 1 1 2
Francisco Javier Yanes (1777-1842) 3 1 1 2 0 2 3 2
Andrés Level de Goda (1777-1856) 2 1 1 2 0 2 1 2
Andrés Bello (1781-1862) 1 3 1 0 1 2 3 2
Fernández Peña, Juan Ant. Ignacio (1781-1849) 2 1 2 0 1 1 1 2
Andrés Navarte (1781-1853) 2 1 1 2 1 1 1 2
Manuel Palacios Fajardo (1784-1819) 2 2 2 0 2 1 2 2
José Cecilio Ávila (1786-1833) 2 1 1 0 1 1 1 1
Tomás Lander (1787-1845) 1 1 1 0 0 1 2 0
José Agustín Chipía (1788-1846) 3 2 2 0 1 1 1 1
Francisco Aranda (1798-1873) 1 1 1 2 0 1 1 2

CLAVES:
A Lugar de nacimiento: -1. Caracas -2. Interior -3. Fuera del país.
B Lugar de muerte -1. Caracas: -2. Interior -3. Fuera del país.
C Grado universitario: -0. Sin grado -1. Graduado en Caracas -2. Graduado en otra
ciudad.
D Ejercicio como abogado: -0. No ejerció -1. Actividad económica principal -2.
Actividad económica secundaria.
E Afiliación universitaria: -0. No fue profesor -1. Profesor de derecho -2. Profesor
universitario de otras materias.
F Publicaciones en derecho: -1. Escasa (9 o menos) -2. Moderada (10 a 29) -3.
Abundante (30 o más).
G Publicaciones en otras disciplinas: -1. Escasa (9 o menos) -2. Moderada (10 a 29)

CAPÍTULO II 57
ROGELIO PÉREZ PERDOMO

-3. Abundante (30 o más).


H Altas posiciones políticas (Ministro, legislador, magistrado, gobernador de estado,
embajador): -0. Ninguna -1. Una de ellas -2. Dos o más

Los juristas-sacerdotes

Si agrupamos los juristas para su análisis podemos formar un


primer grupo con los sacerdotes. 8 de los 22 fueron sacerdotes. Entre
los 24 profesores que formaron nuestra base de búsqueda, al menos
diez fueron sacerdotes . Debe notarse que la universidad estaba muy
vinculada a la Iglesia Católica, religión de estado y la única aceptable.
La práctica de otra religión era considerada herejía y severamente
castigada. En la universidad los dos estudios mayores importantes eran
en teología y derecho, y una de las ramas del derecho enseñado era el
canónico o derecho de la Iglesia. Los sacerdotes, por razones de su
estado, no podían ejercer la ocupación de abogado. Pero los abogados
tenían interés en manejarse en ese derecho por la importancia de la
Iglesia y de los tribunales eclesiásticos en la vida social. Además,
los estudios en derecho canónico interesaban a los sacerdotes para el
ascenso en la vasta burocracia que era la Iglesia. Esta burocracia era
separada de la del estado y, en principio, los sacerdotes no podían a
aspirar a cargos dentro del estado.

El más antiguo de los juristas analizado es Francisco de Ibarra


(1726-1806), sacerdote y doctor en cánones de la Universidad de
Caracas. Profesor de cánones y rector de la universidad. Desempeñó
altas dignidades eclesiásticas, entre ellas el de primer obispo de Guayana
y primer arzobispo de Caracas (1803). No dejó obra escrita salvo una
carta al Cabildo Eclesiástico cuando estaba en trance de muerte en 1806
(González, 1997).

José Tomás Gil de Yepes, nacido y muerto en El Tocuyo (1728-


1795), hizo estudios religiosos en Caracas y se ordenó como sacerdote
en 1753. En 1757 se graduó de licenciado y doctor en ambos derechos.

58
LOS JURISTAS ACADÉMICOS DE VENEZUELA
HISTORIA INSTITUCIONAL Y BIOGRAFÍA COLECTIVA

Fue profesor de Instituta en la Universidad de Caracas entre 1754 y


1759. Prefirió regresar a El Tocuyo, una ciudad próspera e importante
en la época, donde fue cura de la iglesia matriz, vicario juez eclesiástico,
comisario de cruzada y síndico del convento de San Francisco de Asís.
Con ocasión a la rebelión de los comuneros de Mérida (1781) colaboró
con las autoridades reales enviando dinero y esclavos (Troconis de
Veracoechea, 1997). Claramente prefirió la carrera religiosa en El
Tocuyo natal a la permanencia en Caracas donde realizó sus estudios.

José Francisco López Méndez (Caracas, 1743) fue también


sacerdote de “arregladas costumbres, recogido, modesto y aplicado al
confesionario” (Leal, 1983:360). Estudió en la universidad de Caracas
donde alcanzó los grados de maestro en filosofía, doctor en teología
y doctor en cánones. Enseñó latín, elocuencia, teología de vísperas y
cánones. Enseñó cánones entre 1775 y 1791. Tuvo varias posiciones
eclesiásticas. Se desconoce el año de su muerte. Leal supone que murió
en Caracas.

Ninguno de estos tres sacerdotes-juristas dejó una obra publicada


como tampoco Rafael Escalona Arguinzones (n. Caracas 1773), quien
fue profesor de latín y filosofía en la Universidad de Caracas y de
cánones entre 1797 y 1802. Se lo considera uno de los introductores de
la filosofía moderna en Venezuela y se interesaba también en la física,
álgebra y geometría. Claramente un intelecto superior pero que se dedicó
al desempeño de importantes cargos eclesiásticos, entre ellos la vicaría
general de la Arquidiócesis. En 1816 fue el defensor del Arzobispo Coll
y Pratt ante el Consejo de Indias. En 1821 regresó a Caracas donde
continuó su carrera eclesiástica y murió en 1853.

Ramón Ignacio Méndez (Barinas, 1773- Villeta, Colombia,


1839), era miembro de una familia de propietarios rurales y militares.
Estudió en Caracas en la década de 1790 y obtuvo títulos de bachiller,
licenciado y maestro de filosofía, bachiller, licenciado y doctor en
ambos derechos. Obtuvo también el título de abogado. En 1797 se

CAPÍTULO II 59
ROGELIO PÉREZ PERDOMO

hizo sacerdote. Fue profesor interino en derecho civil y canónico


en la Universidad de Caracas y profesor de derecho canónico en el
Seminario de San Buenaventura (1803-1808) en Mérida, donde fue
también Rector (1805-1809). Dicho seminario tenía la potestad de dar
títulos universitarios y se convirtió en 1810 en universidad. Desempeñó
importantes cargos eclesiásticos. Fue diputado al primer congreso de
Venezuela, firmante del acta de independencia y de la constitución
de 1811. Fue diputado del Congreso de Angostura y del de Cúcuta, y
firmante de ambas constituciones. Fue senador de la Gran Colombia.
Estuvo preso de los realistas en 1812 y se alistó en el ejército de Páez,
participando en varias acciones militares. Fue designado Arzobispo de
Caracas en 1827. En 1830 fue expulsado del país por negarse a jurar
la constitución y murió en el exilio. Fue una persona agresiva y orador
fogoso. Su obra escrita es fundamentalmente para la defensa de la
Iglesia Católica y de las posiciones que adoptó en una vida conflictiva
(Donís Ríos, 2009).

Juan Antonio Ignacio (más frecuentemente Ignacio) Fernández


Peña y Angulo nació en Mérida en 1781. Estudió en Mérida y Bogotá
donde obtuvo el título de doctor en teología. Enseñó cánones en la
Universidad de Mérida y fue Rector a partir de 1831. Fue diputado al
congreso constituyente, firmó el acta de la independencia y fue activo
de parte de ésta. Fue Deán de Mérida y luego Arzobispo de Caracas.
Se vio involucrado en distintos conflictos políticos hasta su muerte. No
conocemos publicaciones.

José Cecilio Ávila (Pedernales, Carabobo, 1786 – Caracas 1833).


Sacerdote. Grados en la Universidad de Caracas en filosofía y derecho,
doctorado en teología. Catedrático de cánones desde 1820. En 1825 fue
electo Rector de la Universidad. Tuvo varios cargos eclesiásticos y fue
miembro de la Cámara de Representantes desde 1831 hasta su muerte
(1833). Fue especialmente distinguido por su oratoria y su actividad
periodística, sobre todo en defensa de la Iglesia Católica. Su obra escrita
no ha sido recogida.

60
LOS JURISTAS ACADÉMICOS DE VENEZUELA
HISTORIA INSTITUCIONAL Y BIOGRAFÍA COLECTIVA

José Agustín Chipía (San Diego de Alcalá, España, 1788 –


Mérida, 1846). Estudió en el Seminario y luego en la Universidad de
Mérida. Se graduó de bachiller en filosofía (1806) y teología (1809),
licenciado en teología (1810), doctor en teología (1827), bachiller
(1830) y luego licenciado y doctor (1832) en ciencias políticas. Dictó
muy numerosas cátedras en materia eclesiástica, en latín y en derecho
romano (1827-1840) y derecho práctico y leyes nacionales (1846). Fue
decano y rector de la Universidad de los Andes. Diputado suplente
(1830) y senador (1831-1834). No se mencionan publicaciones ni que
haya sido abogado (Benítez, 2010).

En cuanto a posición política, los únicos que puede considerarse


como participantes muy activos en el conflicto de la independencia
fueron Ramón Ignacio Méndez y Juan Ignacio Fernández Peña
quienes tomaron el partido pro-independista con gran valor. Esto es
particularmente apreciable porque la Iglesia como organización tomó
partido por la monarquía española. Pero aun en ese caso, se percibe un
vínculo de pertenencia muy fuerte con la Iglesia.

Los abogados

El grupo más numeroso y más activo en política fue el de


los abogados. Incluye a 11 de los 22 miembros del grupo. Sólo 5
(Hernández de Sanabria, Roscio, Sosa, Paúl, Navarte) fueron profesores
universitarios y 4 (Sanz, Roscio, Yanes, Level) dejaron publicaciones
importantes. Nótese que entre quienes publican y quienes enseñan la
coincidencia es escasa. No hemos incluido en este grupo a Ramón
Ignacio Méndez a pesar de tener el título de abogado porque su
condición de sacerdote le impedía ejercer la ocupación. El título de
abogado se podía adquirir después del grado universitario de licenciado
y de una pasantía. Durante el período colonial lo daba la Audiencia,
después de verificar que el candidato cumplía los requisitos. El Colegio
de Abogados de Caracas, establecido en 1788, los agrupaba y los
configuraba como una corporación. Tres de los juristas académicos

CAPÍTULO II 61
ROGELIO PÉREZ PERDOMO

listados fueron decanos del colegio. El colegio fue uno de los muertos
de la independencia y en 1822 el decano constató que había dejado
de existir. La ocupación de abogado no era de tiempo completo. Se
esperaba que los abogados tuvieran medios de vida independientes y
efectivamente eran generalmente propietarios de fincas o haciendas.
No se concebía al abogado como prestador de servicios jurídicos, sino
como un pre-juez que defendía causas justas, una especie de sacerdote
de la justicia. Tampoco recibía pago por sus servicios sino que su
remuneración era voluntaria y era algo que hacía honor tanto al cliente
como al abogado. De allí el nombre de honorarios.

El más antiguo de los juristas-abogados fue Tomás Hernández


de Sanabria (Caracas, 1752- Caracas 1838). Hizo los estudios jurídicos
en la Universidad de Caracas donde alcanzó los títulos de bachiller y
licenciado en cánones y doctor en leyes. Obtuvo su título de abogado
en la Audiencia de Santo Domingo, en una época en la cual no existía la
de Caracas, creada en 1786. Desde 1773 fue profesor de la Universidad
en Latinidad de Menores y en Artes6. Fue Rector de la Universidad por
dos períodos (1794-95 y 1809-1811). Tuvo un desempeño destacado
como abogado. Estuvo entre los fundadores del Colegio de Abogados
de Caracas (1788) y llegó a ser su Decano en 1793. Durante el período
de la independencia estuvo del lado realista y llegó a ser un colaborador
prominente de Boves y Morillo. Se desempeñó como Ministro del
Tribunal de Apelaciones de la época. La detallada biografía de Parra
Márquez (1970) no indica que haya publicaciones suyas ni aparece su
nombre en ninguna de las bibliografías consultadas.

Miguel José Sanz es una de las grandes figuras del derecho


y de la política a finales del siglo XVIII y comienzos del XIX, con
actuación destacada en el proceso de independencia. Nació en Valencia
en 1756, realizó sus estudios de derecho en Caracas donde se graduó de

6 Tomamos la información de la biografía de Parra Márquez (1970). Leal no lo lista como


profesor, pero lo menciona como Rector y Vicerrector.

62
LOS JURISTAS ACADÉMICOS DE VENEZUELA
HISTORIA INSTITUCIONAL Y BIOGRAFÍA COLECTIVA

bachiller en 1775 y licenciado en 1776. Obtuvo el título de abogado en


Santo Domingo, cuando todavía no se había constituido la Audiencia
de Caracas. Al constituirse ésta fue designado Relator de ésta, uno de
los más altos cargos permitidos a los “hijos del país” (o distrito de la
Audiencia). Fue Decano del Colegio de Abogados de Caracas y uno
de los promotores de la Academia de Derecho Público. La academia
se instaló en su casa. Su discurso sobre la importancia de los estudios
jurídicos es seguramente el documento teórico sobre el derecho más
importante producido en Venezuela del siglo XVIII (Sanz, 1790/1959).
Fue expulsado del país en 1809 y luego fue un activo participante en
la política en 1810 y 1811. Fundó junto con José Domingo Díaz el
Semanario de Caracas (noviembre de 1810 a julio de 1811) y publicó un
número de importantes artículos en él (Sanz, 1810/1979). Probablemente
era más partidario de la autonomía que de la independencia, pero el
desarrollo de los eventos produjo su radicalización y su participación
activa en altos cargos del nuevo régimen y a sufrir prisión y morir en
batalla en 1814. Era profundamente admirado por sus contemporáneos
por sus vastos conocimientos de derecho e historia (Rodríguez Leal,
1963; Molina, 1973).

Francisco Espejo (1758-1814) tuvo una actuación muy destacada


al final del período colonial y comienzos de la independencia. Fue
Fiscal y Oidor interino de la Audiencia y Presidente de la República,
entre varios otros altos cargos. Fue fusilado por Boves en 1814. Se le
atribuye la redacción de la Constitución de Barcelona. No fue profesor
y la única obra que conocemos es un discurso en la sociedad patriótica,
por lo cual hemos dudado en incluir entre los juristas académicos, pero
lo hacemos por el prestigio de sabio jurista que gozaba en la época
(Parra Márquez, 1954).

Juan Germán Roscio es otra de las grandes figuras del período, con
una participación muy importante en el proceso independentista. Nació
en San José de Tiznados en 1763. Hijo de un milanés y una indígena.
Realizó sus estudios universitarios en Caracas y obtuvo el doctorado

CAPÍTULO II 63
ROGELIO PÉREZ PERDOMO

en derecho canónico (1796) y civil (1800). Muy tempranamente fue


profesor de Instituta (1798). Protagonizó un pleito con el Colegio de
Abogados quien se negaba a aceptarlo por falta de “pureza de sangre”,
dada su apariencia de mestizo. Venció en el Consejo de Indias, mostrando
que jurídicamente era blanco, pero criticó las distinciones raciales. Fue
asesor de la Capitanía General y de la Auditoría de Guerra. Llegó a
ser fiscal interino de la Audiencia. En 1810 tomó parte muy activa en
los acontecimientos del 19 de abril y se incorporó como diputado del
pueblo al Cabildo de Caracas, convirtiéndose en miembro de la Junta
Suprema. Tuvo papeles muy importantes en la redacción del acta de la
independencia, de la constitución federal y de varios otros documentos
oficiales de importancia fundamental en la independencia de Venezuela.
El patriotismo de Nirgua y el abuso de los reyes (Roscio, 1811/1953)
fue un escrito incidental polémico, pero de gran importancia en su
momento y duramente perseguido por la reacción monárquica. Andrés
Bello lo llamó el padre, defensor y maestro de la naciente libertad.
Dirigió las relaciones exteriores de la República. Fue hecho prisionero
en 1812 y enviado a España y estuvo preso en Cádiz y Ceuta. Después
de varios avatares llegó a Filadelfia donde publicó El triunfo de la
libertad sobre el despotismo (Roscio, 1817/1996), una obra mayor que
justifica la independencia y critica los fundamentos teológicos de la
teocracia española. De regreso a Venezuela presidió el Congreso de
Angostura y fue uno de los redactores del Correo del Orinoco. Ocupó
altos cargos en la naciente República, incluido el de Vice-Presidente de
Colombia. Murió en Cúcuta en 1821. Claramente fue una de las grandes
figuras del saber jurídico político de la época y las circunstancias que
le tocó vivir lo llevaron a producir obras capitales de justificación de
la independencia y de organización del naciente estado (Ruiz, 1996;
Ugalde, 1992; Miliani, 1996; Willwoll, 1974).

Cristóbal de Mendoza (Trujillo 1772-Caracas 1829) recibió


los grados de bachiller y licenciado en la Universidad de Caracas y la
de doctor en ambos derechos en Santo Domingo (1794). Muy activo
en la independencia de Venezuela, incluyendo el cargo de primer

64
LOS JURISTAS ACADÉMICOS DE VENEZUELA
HISTORIA INSTITUCIONAL Y BIOGRAFÍA COLECTIVA

Presidente de la República (1811). Sufrió exilios y tuvo varios otros


cargos de importancia, entre ellos el de Intendente del Departamento de
Venezuela. Colaboró con el Correo del Orinoco y junto con Yanes fundó
El Observador Caraqueño. También con Yanes inició la publicación de
la Colección de documentos relativos a la vida pública del Libertador,
la primera gran colección de documentos para el estudio de la época.
Se lo considera uno de los héroes civiles de la independencia. Sus
escritos fueron compilados y publicados en 1972. Constituyen una
buena muestra de lo que escribía un abogado y un alto funcionario del
estado en la época. Sólo una parte de estos escritos compilados pueden
acercarse a trabajos académicos: los artículos de opinión publicados en
el Correo del Orinoco en forma de cartas. Era profundamente admirado
por su “saber, probidad y severidad” (Carta de Páez a Bolívar, citada por
Mijares, 1972:23). Existen varias biografías del personaje escritas por
connotados historiadores (Briceño Iragorry, Briceño Perozo, Ramón J.
Velásquez).

José Félix Sosa (Caracas, 1773) realizó sus estudios en la


Universidad de Caracas donde luego fue profesor de derecho canónico
entre 1802 y 1811. Fue tesorero y luego maestro de ceremonias del
Colegio de Abogados, el cargo más importante después del de decano.
Participó de manera principal en los acontecimientos del 19 de abril de
1810 y fue uno de los 23 miembros de la Junta Suprema. Pasó luego a
ser el fiscal en el Tribunal de Seguridad Pública y más tarde fue miembro
de la Cámara Provincial de Caracas, donde se opuso a Miranda. Fue
hecho preso a la caída de la Primera República y en 1813 Bolívar lo
designó asesor de la Hacienda Pública. En 1814 decidió permanecer
en Caracas al lado de su esposa enferma mientras las familias patriotas
emigraron a Oriente. Fue hecho prisionero y murió ese mismo año en
prisión, seguramente de hambre. No realizó ninguna publicación.

Felipe Fermín Paúl (Caracas, 1774) se graduó de bachiller en


derecho civil en la Universidad de Caracas en 1797 y luego doctor en
teología y derecho canónico. Fue profesor de latín en la Universidad

CAPÍTULO II 65
ROGELIO PÉREZ PERDOMO

de Caracas en 1800. Fue electo decano del Colegio de Abogados en


1809. Después del 19 de abril de 1810 fue nombrado ministro del
Tribunal de Apelaciones, que sucedió a la Real Audiencia. Fue el primer
presidente del congreso constituyente de 1811 y fue firmante del acta
de independencia y de la constitución federal. En 1812 fue Secretario
de Hacienda, Gracia y Justicia. En 1813 la Gaceta de Caracas publicó
uno de sus discursos apoyando al régimen constitucional español
establecido en las Cortes de Cádiz. Fue luego emisario del brigadier
realista Fierro para la entrega de Caracas a Bolívar. En 1814 escapó a
Saint Thomas. Regresó a Caracas en 1816, bajo el mando realista. Fue
regidor del Cabildo de Caracas y en 1820, siendo Decano del Colegio
de Abogados, fue designado por Morillo Auditor Interino del ejército
español en Venezuela. Ese mismo año viajó a España como diputado
de Venezuela ante las Cortes, cuando éstas fueron restablecidas. Llegó
a ser Vicepresidente de ellas. Inés Quintero (comunicación personal)
destaca la importancia de sus intervenciones, ahora recogidas en un
disco compacto publicación por el Congreso de Diputados de España.
Ante el derrumbe del régimen liberal español regresó a Venezuela y fue
Rector de la Universidad de Caracas en el bienio 1823-25. En la misma
época fue abogado personal de Bolívar para defender sus intereses
en los juicios sobre las minas de Aroa. En 1827 fue designado como
primer profesor de la Cátedra de Derecho Práctico y Economía Política
que regentó hasta su muerte en 1843. Fue Secretario del Interior y
Justicia en 1837. Paúl fue un caso sorprendente de persona que pudo
ejercer altos cargos públicos con realistas y patriotas, sin solución de
continuidad. A pesar de su distinguida carrera universitaria no dejó obra
escrita, salvo un discurso en honor del obispo Ramón Ignacio Méndez
y la corta presentación de la obra de Yanes ya citada.

Francisco Javier Yanes (Cuba, 1777) se residenció muy joven en


Caracas en cuya universidad estudió y se graduó de bachiller en cánones
en 1806 y licenciado en 1807. Participó activamente en el proceso
independentista desde 1810. Fue miembro del primer congreso y firmó
el acta de independencia y la constitución federal de 1811. Participó en

66
LOS JURISTAS ACADÉMICOS DE VENEZUELA
HISTORIA INSTITUCIONAL Y BIOGRAFÍA COLECTIVA

las campañas militares. En 1819 el Congreso de Angostura lo designó


miembro de la Suprema Corte de Justicia de Venezuela y posteriormente
fue Presidente de la Corte del Almirantazgo y luego, bajo Colombia,
juez de la Corte Superior de Justicia del Norte (Venezuela). En 1826, fue
uno de los miembros fundadores de la Academia Nacional de Colombia
(Bogotá). Fue miembro y luego presidente del congreso constituyente
de 1830. Fue miembro también del Consejo de Gobierno. Hacia 1823
circuló en Caracas sus Comentarios a la legislación de Colombia,
crítico de la constitución de Cúcuta y de la legislación que organizaba
la República de Colombia y también del autoritarismo que se percibía
en el gobierno de Colombia (Yanes, 1823). En 1824 se publicó su Idea
general o principios elementales de derecho de gentes, extractos de
Vattel y otros autores, a la cual ya hemos hecho referencia. A partir
de 1826 comenzó la publicación, junto con Cristóbal Mendoza, de la
Colección de documentos relativos a la vida pública del Libertador
de Colombia y del Perú Simón Bolívar, de enorme importancia para
la preservación de la memoria del proceso de independencia. En 1839
publicó el Manual político del venezolano, la obra constitucional
y política más importante del período que analizamos. Es una obra
muy bien documentada que muestra las vastas lecturas del autor y su
manejo de la literatura política de la época. Publicó y dejó inédita un
número importante de obras de historia, publicada en el siglo XX por el
Ministerio de Educación y la Academia Nacional de la Historia. Murió
en Caracas en 1842.

Andrés Level de Goda (Cumaná, 1777 –Caracas, 1856). Se


graduó de licenciado en derecho civil en la Universidad de Caracas en
1801. Tomó parte en las luchas de la independencia del lado realista y
en 1813 se fue a España donde se graduó de doctor en ambos derechos.
Regresó a Caracas en 1815 con el cargo de Fiscal Togado de la Real
Hacienda. Tuvo serios conflictos con los jefes realistas Morillo y Moxó.
En líneas generales defendía una posición liberal y legalista. Por sus
conflictos políticos volvió a España y regresó a Venezuela en 1825,
participando activamente en la política venezolana. Desempeñó cargos

CAPÍTULO II 67
ROGELIO PÉREZ PERDOMO

importantes en lo judicial y lo político. Adhirió a la Revolución de


las Reformas en 1835 y participó en varios otros conflictos políticos,
con consecuencia de exilios y otras dificultades. Publicó activamente
en materia constitucional y política, y fue redactor de periódicos. Fue
Rector del Colegio Nacional de Cumaná.

Andrés Narvarte (La Guaira, 1781), bachiller en derecho civil


en 1802 y doctor en 1804. Participó en el proceso independentista en
roles secundarios. En 1824 fue designado profesor de derecho público
hasta que renunció en 1828. A partir de 1830 se convierte en uno de
los principales personajes políticos. En 1831 fue electo Rector de la
Universidad Central. En 1832 Secretario de lo Interior y Justicia. Luego
fue Vice-Presidente de la República y se encargó de la presidencia
en varias ocasiones. Murió en Caracas en 1853. No se conocen
publicaciones.

Francisco Aranda (Caracas 1798- Caracas 1873). Se graduó en


derecho en 1819 y posteriormente de licenciado. Participó en la fase
final del proceso de independencia y fue un político activo en la década
de 1820. A partir de la década de 1830 tuvo una actividad muy destacada
y ocasionalmente polémica como parlamentario y como ministro en
varias ocasiones. Se lo reputa como uno de los redactores del Código
de Procedimientos Judiciales de 1836, generalmente conocido como el
Código Aranda. Rojas (1875:125) señala que “fue uno de los escritores
políticos y uno de los publicistas más notables de Venezuela…que brilló
en el estadio de la prensa en los serenos días de la República y que tuvo
al fin la fortuna de morir en edad senil, rodeado del respeto y del amor de
sus compatriotas”. Nieschulz de Stockhausen (1982:31) señala que fue
ensayista y que con José Luis Ramos redactó El Iris de Venezuela (1822-
1823). Sin embargo no es mencionado en las bibliografías jurídicas o
políticas venezolanas ni conocemos ninguna compilación de su obra
escrita. En su época era considerado como un gran jurista y orador, y
un intelectual muy informado. Lo incluimos entre nuestros biografiados

68
LOS JURISTAS ACADÉMICOS DE VENEZUELA
HISTORIA INSTITUCIONAL Y BIOGRAFÍA COLECTIVA

por ese prestigio social aunque no fue profesor ni aparentemente realizó


publicaciones importantes.

Los casos de Francisco Espejo, Cristóbal Mendoza y Francisco


Aranda muestran la dificultad de inclusión o exclusión de una persona
determinada en la lista de juristas académicos. Ellos no fueron profesores
y sus publicaciones fueron escasas. He considerado como elemento a
tener en cuenta el carácter de compilador de documentos históricos
de Cristóbal Mendoza y el prestigio de Aranda como académico. De
hecho Aranda fue presidente de una academia de jurisprudencia que
existió brevemente en la década de 1840. El Diccionario de Historia
de Venezuela (1997) describe a Francisco Espejo (1758-1814) como
“jurista y hombre público”. Espejo desempeñó altos cargos judiciales
y políticos al final del período colonial y en los primeros años de la
independencia. Se lo reputa como autor de una de las constituciones
provinciales más importantes (Barcelona, 1812). Su biógrafo Parra
Márquez (1954) no indica que haya tenido alguna publicación e
incluye de él sólo un discurso pronunciado en la Sociedad Patriótica
en 1811 (Parra Márquez, 1954:192). Su prestigio de un jurista con un
conocimiento superior seguramente se debió a sus comunicaciones
orales.

Atípicos

Por último nos quedan quienes no caben en las categorías


ocupacionales anteriores. Andrés Bello y Tomás Lander, quienes no
fueron graduados en derecho ni abogados; y Manuel Palacios Fajardo,
quien estudió derecho y medicina, pero publicó más en el área científica,
empero su Bosquejo de la Revolución es de enorme importancia política.
Estos tres juristas muestran que el derecho y otras disciplinas estaban
mucho más integrados que lo que es hoy habitual.

Andrés Bello (Caracas, 1781) es el más estudiado de los


intelectuales del período. Obtuvo el grado de bachiller en artes en la

CAPÍTULO II 69
ROGELIO PÉREZ PERDOMO

Universidad de Caracas en 1797 e inició, pero no prosiguió los de


derecho. Tuvo un reconocimiento temprano como poeta y escritor.
En 1810, a los 29 años, fue enviado como jefe de misión a Londres
y se quedó allí durante la guerra de independencia. En 1829 se fue a
Chile donde desempeñó distintos cargos y funciones, incluidos los de
profesor, periodista, senador, rector de la universidad, ministro. Es autor
de una vastísima obra que abarca distintos campos del saber, incluyendo
la gramática, filosofía, literatura, historia y derecho. En el derecho es
especialmente reconocido por haber sido el proyectista principal del
Código Civil (1852), adoptado por Chile en 1855 y en varias repúblicas
hispanoamericanas en la década siguiente. Pero son importantes dos
obras didácticas, los Principios de derecho de gentes, 1832 (llamada
más tarde Principios de derecho internacional, a partir de la edición
de 1844) y las Instituciones de derecho romano (1843, varias ediciones
posteriores). La primera conoció varias ediciones en distintos países
de América Latina, incluyendo Venezuela. Ambas son obras didácticas
sin pretensión de originalidad. Murió en Santiago Chile, en 1862.
Aunque su obra como jurista académico fue desarrollada en Chile, lo
incluimos entre los venezolanos tanto por su nacimiento y formación
en Caracas como por el impacto de su obra en Venezuela. Bello es
generalmente considerado como una figura mayor de la vida intelectual
latinoamericana del siglo XIX. Existen numerosas biografías y estudios
sobre su obra.

Manuel Palacios Fajardo (Mijagual, Barinas, 1784 – Angostura,


1819). Estudios de derecho y medicina en Mérida completados y
graduado de doctor en ambas materias en Bogotá. Allí fue profesor
de elocuencia y, posteriormente, de medicina en Mérida. Miembro del
congreso de 1811, partidario entusiasta de la independencia, firmante
del acta y la constitución de 1811. A la caída de la República se fue a
Cartagena y luego Estados Unidos y Europa en misiones diplomáticas
a favor de la independencia. Publicó artículos científicos en Europa,
donde eran apreciados sus conocimientos en física, química y medicina.
En Inglaterra publicó el Bosquejo de la Revolución de la América

70
LOS JURISTAS ACADÉMICOS DE VENEZUELA
HISTORIA INSTITUCIONAL Y BIOGRAFÍA COLECTIVA

Española, 1817, una obra mayor muy bien documentada y argumentada


de naturaleza política. Regresó a Venezuela en 1818 y fue diputado al
Congreso de Angostura. Fue designado Secretario de Estado (Relaciones
Exteriores y Hacienda) de la naciente república. Colaborador del Correo
del Orinoco (Cardozo, 2010).

Tomás Lander (Caracas, 1787- Caracas, 1845). Obtuvo el


bachillerato en filosofía en la Universidad de Caracas, pero no hizo
estudios mayores. Ha pasado a la historia de Venezuela como un
periodista muy combativo. Fue cofundador o coeditor y colaborador
de periódicos como El Venezolano, El Cometa, El Elector Parlero, El
Relámpago, El Agricultor, entre otros. Publicó el Manual del colombiano
o explicación de la ley natural (1825), una obra elemental para la
información pública, redactada en forma de preguntas y respuestas, al
estilo de los catecismos de la época. Según el autor, la obra es “extractada
de Volney, Holbach, Helvecio y otros sabios” (Lander, 1825/1983:54).
Tal vez su obra político jurídica mayor es Reflexiones sobre el poder
vitalicio que establece en su presidente la constitución de Bolivia
(1826), de naturaleza polémica. Se dedicaba a la agricultura y defendía
a los propietarios agrícolas. No fue profesor. Por esto la inclusión en
el de grupo de biografiados se hizo con dudas, pero muestra que no
era necesario haber estudiado derecho para tener un manejo fluido del
pensamiento jurídico-político de la época. Sus Reflexiones sobre el
poder vitalicio y el Manual del colombiano fueron lo suficientemente
importantes para ser incluidas en la colección antológica Pensamiento
político venezolano (1983).

Producción intelectual

En el grupo de 22 juristas académicos, 9 pueden considerarse


con publicaciones y, entre ellos, tal vez sólo Sanz, Roscio, Yanes, Bello
y Palacios Fajardo destaquen por la importancia de su obra escrita. En
el período colonial y los primeros años de la República no se suponía

CAPÍTULO II 71
ROGELIO PÉREZ PERDOMO

que los profesores escribieran y publicaran. Entre los profesores que


forman parte de la biografía colectiva sólo dos fueron productivos en
publicaciones, Roscio y Bello. Tal vez pueda agregarse José Cecilio
Ávila, muy activo como periodista, pero su obra no ha sido rescatada. La
proporción de profesores ágrafos (o más propiamente sin vocación por
la publicación) sería seguramente mayor si incluyéramos al conjunto de
los 22 profesores, pues seguramente aquellos cuya biografía no ha sido
localizada tuvieron una importancia menor y es altamente probable que
no hayan publicado nada.

El silencio literario de los profesores tiene raíz en una concepción


del saber. Éste no es algo que se construye-destruye permanentemente.
Por lo tanto, no se requiere investigación y compartir luego los
resultados de la investigación o la crítica a través de publicaciones. Al
contrario, si se piensa el saber como algo ya definitivamente asentado
en libros fundamentales, el profesor deberá ayudar a leer esos libros y
clarificar los puntos oscuros que suscite su lectura. De los profesores se
esperaban también cualidades morales:

“Los catedráticos deben ser el modelo de los jóvenes confiados a su


enseñanza; la decencia, el decoro, la urbanidad, la cultura en el idioma, todo
debe relucir en los maestros, a fin que con estas lecciones prácticas formen
buenos discípulos” (Artículo 192).

Con la independencia se recibe el pensamiento moderno,


ilustrado, en materia política, pero como la mayor parte de los autores
son herejes, el profesor tenía un papel en adaptar esta literatura a un país
católico. Pero la transición es lenta, en los Novísimos estatutos de 1827,
las publicaciones no son un mérito para contratar a un profesor sino que
se establece un incentivo para que los profesores publiquen: la jubilación
temprana. Curiosamente el incentivo es más bien negativo: el profesor
con publicaciones puede dejar de ser profesor más tempranamente.

72
LOS JURISTAS ACADÉMICOS DE VENEZUELA
HISTORIA INSTITUCIONAL Y BIOGRAFÍA COLECTIVA

La introducción de la imprenta en 1808 hizo probablemente una


diferencia porque facilitó que se publicara. Sin embargo, la innovación
tecnológica y la existencia del recurso no implicaron un cambio
en la concepción del profesor. Profesores como Andrés Narvarte y
Felipe Fermín Paúl, muy activos en la segunda etapa del período
que analizamos, no publicaron. Pero no hay duda que la disposición
de la imprenta y el hecho que los libros no eran siempre fácilmente
adquiribles en el mercado, incitó a algunos juristas que se consideraban
especialmente calificados a publicar. Esto es explícito en la “muestra
de gratitud” de Felipe Fermín Paúl a la breve obra de Yanes sobre el
derecho de gentes (1824). La turbulencia de los tiempos y los cambios
en la legitimación del poder político incitó igualmente a la publicación,
bien sea para la educación popular o por motivos polémicos.

La producción para alivio de los estudiantes podía ser


emprendida por profesores, como Andrés Bello, o por personas no
vinculadas a la docencia pero que por conocer la importancia política
de ésta podían realizar ese trabajo. Era pues una obra que merecía la
gratitud de la colectividad y calificaba a la persona como benemérita y
excepcionalmente laboriosa, epítetos que Paúl usa para referirse a Yanes
(1824). Es importante entender las necesidades de la época porque hoy
muchas de estas obras no calificarían como investigación académica.

Los temas de la originalidad y de la contribución de los autores


son importantes en este contexto. En la época existía conciencia de los
derechos de autor como lo mostraron algunas querellas tempranas en
Caracas (Silva Beauregard, 2007) y nuestros autores estaban conscientes,
al menos parcialmente, de ellas. Por esto Yanes cita a Vattel y otros
autores, y no asume directamente la autoría. Andrés Bello se negó a
asumir la autoría de Instituciones de derecho romano (1843) porque
el libro “no era original suyo, aunque tampoco una traducción”7. La
obra fue realizada por Bello para utilización con sus alumnos chilenos,
7 La frase parece ser de Andrés Bello mismo cuando autorizó que se publicara pero se negó a
aparecer como autor (Hanisch Spíndola, 1981:76).

CAPÍTULO II 73
ROGELIO PÉREZ PERDOMO

a quienes explicaba derecho romano desde 1834. Bello mismo fue


objeto de plagio por José María Pando: su obra Elementos de derecho
internacional (1843) toma la organización de la materia y mucho del
texto de los Principios de derecho de gentes (1832) de Bello, aunque la
obra de Pando tiene más del doble de páginas que la de Bello.8

Las Instituciones de derecho romano fue un libro exitoso,


especialmente en Chile, donde se publicó seis veces entre 1843 y 1890
(Hanisch Spíndola, 1981). Cuando lo leemos hoy apreciamos una obra
que toma enormes libertades con las Instituciones de Justiniano y, en
general, con el Corpus Iuris Civilis, aunque hay referencias constantes
a él. Por ejemplo, la obra se inicia con una definición de justicia y de
derecho que no aparecen en la obra de Justiniano ni en ninguna otra
fuente antigua o medieval. En la medida en que avanza, hay más reglas
específicas, muchas de las cuales corresponden efectivamente a textos
romanos, pero las reglas están ordenadas más sistemáticamente. La
obra corresponde más a una mezcla de reglas romanas con el derecho
natural moderno, en el estilo de la obra de Heineccio, autor adaptado por
Bello. Para la época tenía mucho sentido, pues era fundamentalmente
la enseñanza del derecho civil en una época previa a la codificación
y en la cual no había otros cursos de esta materia. La referencia a las
reglas romanas y a las de derecho español otorgan autoridad a la obra
que seguramente pudo ser usada también para la práctica del derecho,
pues en definitiva la sugerencia es que las reglas son racionales. Puede
también ser entendida como un trabajo preparatorio del Código Civil
que Bello compuso unos años después.

8 En una carta a José Gregorio Paz Soldán, Bello habla del asunto en los siguientes términos:
“Descubierto y vituperado el plagio, como lo fue, por la juventud estudiosa de Santiago a
la primera aparición de su obra, guardé silencio; y puedo decir a usted con verdad que me
enorgullecí por el robo, viendo en él un voto expresivo de aprobación, porque un escritor
distinguido que se apropia las ideas, y hasta copia literariamente el estilo de otro, deseándolo
hacer parecer como suyo, no puede expresar de un modo más claro su favorable apreciación”
(Carta de Bello sobre el derecho internacional de José María Pando, 24 de diciembre de 1864.
En A.Bello: Obras completas. Caracas, 1953)

74
LOS JURISTAS ACADÉMICOS DE VENEZUELA
HISTORIA INSTITUCIONAL Y BIOGRAFÍA COLECTIVA

Los Principios de derecho de gentes fue una obra que apareció


desde el inicio con la autoría de Bello. Fue todavía más exitosa que
las Instituciones de derecho romano. Bello preparó tres ediciones, en
1832, 1844 y 1864. A partir de la segunda edición el nombre cambió a
Principios de derecho internacional. La primera edición fue publicada
en Santiago (1832), Caracas (1837), Bogotá (1839) y Madrid (1843). La
segunda edición en Valparaíso (1844), Lima (1844) y Caracas (1847).
La tercera edición, en Valparaíso (1864), Paris (1873) y Madrid (1883).
Hay una cuarta edición, póstuma, de Santiago (1886).

En el prólogo a la edición de 1832 Bello indica las fuentes y


el método de composición de la obra. Sin duda, Bello manejaba las
obras claves de la literatura en derecho internacional, las indica y luego
señala:
“Incorporando lo que he tomado de estas fuentes con la doctrina de Vattel,
ajustada a los límites de unos elementos que pudieran servir a la instrucción
de los alumnos de jurisprudencia, y aprovechándome de las obras de otros
célebres publicistas, cuando he creído hallar en ellas indicaciones útiles, he
procurado poner a la vista de mis jóvenes compatriotas un bosquejo reducido,
pero comprensivo, del estado actual de la ciencia.
No he escrupulizado adoptar literalmente el texto de los autores que
sigo, aunque siempre compendiándolo, y procurando guardar la debida
uniformidad en las ideas y en el lenguaje” (Prólogo a la primera edición, en
Obras Completas X, pag 5).

Bello claramente no presume de originalidad. Señala que Vattel


es su guía principal y que ha incorporado un número importante de
otras fuentes. En la tercera edición habla de la buena acogida del libro
por los estudiantes y también por personas con tareas o decisión en la
materia internacional. Insiste en su papel:

“Compilación la llamo, porque, haciéndome la debida justicia, no me


cabe aspirar a otro título que al de un mero compilador; salvo en cuanto la
accidental variedad u oposición de esas doctrinas me ha obligado a elegir
entre ellas, y a justificar esa elección” (Prólogo a la tercera edición, en Obras
Completas X, pag 8).

CAPÍTULO II 75
ROGELIO PÉREZ PERDOMO

Es importante situar la obra de nuestros juristas académicos.


Era el tiempo en que el desafío era divulgar el pensamiento moderno.
Andrés Bello lo hizo muy bien y puede considerarse el más exitoso de
los autores didácticos del derecho de la América Latina de la época.

El propósito didáctico o educativo puede ser más amplio y


estar dirigido al gran público. Dos tipos de obras pueden entrar en esta
categoría: la publicación en Venezuela, eventualmente traduciendo al
autor original. Este tipo de obra fue frecuente y ya hemos visto que
algunos de los biografiados desempeñaron esta tarea, como Lander,
que traduce a Volnay. José Cecilio Ávila lleva este propósito a una
persistencia sistemática con El Copiador, una publicación periódica
que efectivamente se dedicó a copiar los artículos de mayor interés en
Europa, eventualmente traduciéndolos en caso de necesidad (Aveledo,
2009). La reproducción o traducción no es inocente, pues el responsable
escoge cuál es la obra que va a reproducir o traducir. Lander escoge a
Volnay porque coincide con sus ideas liberales. Ávila “copia” o publica
autores conservadores, con posiciones que puedan ser favorables al
fortalecimiento de la religión. No sólo los juristas académicos realizaron
este trabajo. Impresores y otras personas interesadas en divulgación de
ideas también lo hacían. En este sentido fue particularmente notable la
obra del impresor Valentín Espinal9 (Grases, 1983),

Un tipo completamente distinto de producción intelectual está


constituido por las obras con clara intención polémica o de combate.
Las más importantes fueron las de Juan Germán Roscio: El patriotismo
de Nirgua y abuso de los reyes (1811) y El triunfo de la libertad sobre el

9 Valentín Espinal (1803-1866) fue seguramente el más importante impresor venezolano de


la época. Imprimió leyes y periódicos, pero también libros muy importantes para la historia
del pensamiento jurídico político. Entre éstos: Destutt de Tracy: Elementos de ideología
(1830); Ochoa: Manual del abogado americano (1833, 1837); Burlamaqui: Elementos de
derecho natural (1836); Bello: Principios de derecho de gentes (1832); Yanes: Manual político
del venezolano (1839); Gorosabel: Redacción del código civil de España (1839); Escriche:
Diccionario razonado de legislación civil, penal, comercial y forense (1840); Donoso Cortés:
Lecciones de derecho político (1841). Nótese que imprime obras liberales y conservadoras.

76
LOS JURISTAS ACADÉMICOS DE VENEZUELA
HISTORIA INSTITUCIONAL Y BIOGRAFÍA COLECTIVA

despotismo (1817)10. Roscio estaba convencido que la batalla ideológica


era fundamental y que los independentistas no podían ganar mientras la
población asociara el poder de los reyes con el de Dios, es decir, mientras
no destruyera la base ideológico-religiosa de la teocracia española.
Ambos escritos estuvieron dirigidos a este propósito, pero mientras el
Patriotismo de Nirgua fue una obra breve11, de combate, prácticamente
sin citas, El triunfo de la libertad es una obra mucho más elaborada con
gala de conocimientos bíblicos y teológicos. La batalla de Roscio es
tanto más meritoria por cuanto la Encíclica Etsi longissimo (1816) del
Papa Pio VII y la Etsi iam diu (1824) de León XII suscribían la tesis
teocrática para justificar la monarquía española en América (Ugalde,
1992:59). Roscio, un católico convencido, se opone a las tesis oficiales
de la Iglesia con argumentos teológicos.

Las dos obras tuvieron una suerte diferente. El patriotismo


de Nirgua fue publicado primero en la Gaceta de Caracas y luego
como folleto en Caracas en 1811. Después en Cartagena 1812 y en
Lima en 1822. Se re-editó en Caracas en 1824. Parece haber sido
leído en su momento y los realistas la consideraron una obra maldita
y peligrosamente subversiva. La persiguieron con empeño y lograron
hacer desaparecer las dos ediciones de 1811. El triunfo de la libertad
fue editado dos veces en Filadelfia (1817 y 1821) y tres veces en México
(1824, 1828 y 1857). La obra de Roscio fue efectivamente influyente en
hacer repensar las relaciones entre la política y la religión, uno de los
temas centrales del siglo XIX que todavía tiene resonancia en nuestra
época. Ha sido importante en la formación del pensamiento liberal y su
influjo parece haber sido especialmente importante sobre Benito Juárez
(Miliani, 1996; Ugalde, 1992). Para el pensamiento de Roscio también
son importantes las obras que redactó como documentos oficiales.

10 Roscio escribió también con los mismos propósitos un Catecismo político contra el real
catecismo de Fernando VII, en la misma época que El triunfo de la libertad, pero la obra no se
ha encontrado (Ugalde: 1992:25)
11 17 páginas en las Obras de Roscio (1953). El triunfo de la libertad sobre el despotismo tiene
258 páginas en la edición de la Biblioteca Ayacucho (1996)

CAPÍTULO II 77
ROGELIO PÉREZ PERDOMO

En particular, el Manifiesto que hace al mundo la confederación de


Venezuela en la América Meridional de las razones en que ha fundado
su absoluta independencia de la España (1811) es un documento
oficial de la Primera República, pero tiene una fuerte argumentación
académica. Fue también uno de los redactores de la constitución de
1811 y participó igualmente en la redacción de las constituciones de
1819 y 1821.

Las obras de Roscio no tuvieron propósito académico, sino de


combate. No fueron pensadas para las aulas universitarias sino para
el gran público. Son obras que no indican sus fuentes, aunque los
estudios como los de Ugalde (1992) y Ruiz (1996) lo muestran como
inicialmente influido por los ilustrados españoles y luego por los del
resto de Europa. El triunfo de la libertad es una obra que subraya el
dramatismo de una conversión que según Roscio se produjo en 1809,
año en el que comprende el error de apoyar a un régimen absolutista
y teocrático con un saber teológico que, bien entendido, debería
conducir a la afirmación de la libertad y de la soberanía del pueblo.
Esta conversión se produjo también en los otros juristas académicos
que apoyaron la independencia, pero sólo Roscio dejó el testimonio y
explicitó la base de la argumentación ultra conservadora y de la liberal,
sometiendo a crítica la primera y echando las bases de esta última.12

Otra obra temprana es el Outline of the Revolution in Spanish


America de Palacios Fajardo, un libro bien documentado que expresa
con claridad los argumentos por la independencia y el desarrollo de
los acontecimientos hasta ese momento. Fue publicado en Londres en

12 Roscio fue acusado de tener ideas subversivas y aun de complicidad con la llamada cons-
piración de Gual y España que en 1797 se proponía la independencia de Venezuela. De hecho
Roscio fue un crítico de la idea de desigualdad que estaba en la base del Antiguo Régimen.
Ruiz (1996) destaca que sus ideas de igualdad vienen del pensamiento ilustrado español que no
cuestionaba la monarquía absoluta y que, de hecho, Roscio se distinguió por sus servicios a la
monarquía hasta 1809. La absorción del pensamiento liberal moderno europeo se produjo pro-
gresivamente y estaba ya consolidado para el momento en que escribe El triunfo de la libertad.

78
LOS JURISTAS ACADÉMICOS DE VENEZUELA
HISTORIA INSTITUCIONAL Y BIOGRAFÍA COLECTIVA

inglés en 1817 y traducido prontamente al francés y al alemán. Fue bien


recibido y comentado en su época en Europa (Cardozo, 2010).

La obra de Andrés Level de Goda fue también de combate, pero


del lado realista. Fue una obra abundante y seguramente por haber sido
un personaje tan discutible no ha merecido que se la haya compilado
y que se hayan analizado sus trabajos, ni la publicación de éstos en
antologías del pensamiento político del siglo XIX.

Otro trabajo de intención claramente polémica fue Reflexiones


sobre el poder vitalicio que establece en su presidente la constitución
de la República de Bolivia (1826) de Tomás Lander. Está dirigido
a criticar la constitución de Bolivia, debida a Bolívar, y a quienes
proponían que fuera adoptada por Colombia, especialmente a Antonio
Leocadio Guzmán quien en la Ojeada al proyecto de constitución que
el Libertador ha presentado a la República de Bolívar (1826) hacía la
apología del proyecto. A pesar del carácter polémico es un trabajo que
argumenta basado en ejemplos antiguos y modernos y demuestra un
manejo cómodo de la literatura clásica y la historia. Impresiona que
se trataran de trabajos dirigidos al público general, pero que tienen un
nivel académico alto y requieren del lector una cultura considerable.

La obra de Ramón Ignacio Méndez fueron cartas y otros


documentos dirigidos a explicar la posición de la Iglesia o su conducta
política.

Otro género lo podríamos llamar de “periodismo académico”.


Se trata de artículos de opinión generalmente más reflexivos que la
generalidad de los usuales publicados por la prensa venezolana del
presente. Tal vez los trabajos más destacados de este grupo son los de
Miguel José Sanz en el Semanario de Caracas, compilados por Grases
en una obra con el nombre de Ética y política de la independencia
(Sanz, 1810-11/1992), en la cual analiza los principales términos del
vocabulario político de la época y la teoría constitucional. El nombre

CAPÍTULO II 79
ROGELIO PÉREZ PERDOMO

apunta al nivel teórico de los artículos pero no es muy afortunado porque


Sanz se muestra partidario más de la autonomía que de la independencia,
es decir, de una transferencia de poder a los entes coloniales más que
de la independencia frente a España. Además aplaude la modernización
política que está ocurriendo en España y América.

Los artículos de Cristóbal Mendoza en el Correo de Angostura


(Mendoza, 1819/1972) es un tipo similar de producción, pero más
dirigido a temas puntuales de organización constitucional. Se opone a
proyectos monárquicos en la época y también al proyecto constitucional
de Bolívar que incluía un senado vitalicio y el Poder Moral o una cámara
de censura. Mendoza se muestra como un articulado e independiente
liberal.

José Cecilio Ávila es un caso aparte. Su obra es muy poco


conocida. En El Copiador, una publicación periódica que fundó,
reprodujo artículos que seleccionaba pero no escribió ninguno (Aveledo,
2009). No puede afirmarse que no haya escrito en otras publicaciones,
pero en todo caso, su obra escrita no es conocida hoy. Juan Vicente
González (1833/1941), su biógrafo inicial, sugiere que es el autor de
una literatura a favor de las posiciones de la Iglesia que circuló en la
época sin firma o con firma del Arzobispo de Caracas. Era reconocido
como uno de los grandes oradores de su tiempo.

La producción intelectual de Francisco Javier Yanes merece


una mención aparte. En 1823 produjo los Apuntamientos sobre la
legislación de Colombia que es un análisis de la constitución de 1821
y de la legislación sobre organización del estado de 1821 y 1822. Es
un trabajo reflexivo, documentado y muy crítico de las tendencias
autoritarias que ve en esos textos legales y en el desarrollo político
de Colombia. Yanes se muestra como un sólido jurista liberal. La
obra no fue publicada por imprenta en su época, pero ciertamente fue
leída en los círculos intelectuales de Caracas, lo cual hace suponer que
circuló en forma manuscrita. La obra mayor es su Manual político del

80
LOS JURISTAS ACADÉMICOS DE VENEZUELA
HISTORIA INSTITUCIONAL Y BIOGRAFÍA COLECTIVA

venezolano (1839), una obra breve y densa. Tanto el nombre como la


presentación (denominada “los editores”, pero claramente escrita por
Yanes), sugieren una obra sencilla y popular. Éstas son las palabras:

“Sólo con el muy popular objeto de proporcionar a la generalidad de los


ciudadanos de Venezuela la más indispensable instrucción en el sistema social
de nuestra patria, es que damos al público esta obrita, en que se encontrarán
expuestos con claridad y sencillez los fundamentos de una ciencia que es la
del pueblo en las repúblicas” (Yanes, 1839/1959:23).

“Los editores” insisten en que se trata de una obra útil, sin


mayor pretensión académica, pero el resultado fue la más documentada
y reflexiva obra de derecho constitucional y política de la época. La
escritura sintética y clara, y las numerosas citas indicando fuentes,
hacen que su estilo sea familiar para el lector académico de hoy. Yanes
se muestra como un liberal reflexivo, muy informado de la literatura
clásica y de su tiempo.

Yanes claramente estaba preocupado por la formación de


ciudadanos. A ello se debe su importante producción en el campo del
derecho y la política. Su producción histórica tenía el mismo sentido de
proveer una identidad a los venezolanos. La importancia teórica de su
obra ha sido destacada en los últimos años, pero llama la atención que
haya sido relativamente desatendido por los historiadores venezolanos.
Tampoco debería desatenderse la significación del esfuerzo de Yanes,
acompañado de Cristóbal Mendoza, en la compilación de documentos
para la historia de la República.

En resumen, más allá de la originalidad del pensamiento de los


autores que comentamos o del valor estrictamente académico de la obra,
debe valorarse que son ellos quienes piensan la República y escriben
los documentos fundacionales. En definitiva, su importancia ideológica
es enorme. Esto nos lleva a preguntarnos sobre el desempeño político
de los juristas académicos y su relación con los líderes militares de la
independencia.

CAPÍTULO II 81
ROGELIO PÉREZ PERDOMO

El desempeño político de los juristas académicos

Dado el conocimiento del derecho y de la política, dos disciplinas


que no se habían diferenciado en la época, los juristas, como hombres
de un saber superior, entrenados en la elocuencia y en la argumentación,
estaban llamados a ocupar altos cargos en la sociedad. El tiempo de su
experiencia vital pudo hacer la diferencia: quienes vivieron enteramente
en el período colonial no tuvieron los mismos incentivos para la acción
política que aquellos que actuaron en los tiempos del colapso del
imperio español, de la lucha independentista y de configuración de un
nuevo estado. Por ello tal vez convenga distinguirlos por grupos según
la época y el estado seglar o religioso.

El conjunto de los sacerdotes tienen varios rasgos que los


distingue, además del estado civil religioso: todos fueron profesores. El
grupo de los tres más antiguos se desempeñaron fundamentalmente en
funciones eclesiásticas y vivieron antes de que estallara el movimiento
independentista. El más antiguo, Francisco de Ibarra (1726-1806),
Rector de la Universidad de Caracas, tuvo una carrera eclesiástica
extraordinariamente exitosa, hasta el punto de llegar a ser el primer
Obispo de Guayana y el primer Arzobispo de Caracas. También tuvieron
distinguidas carreras eclesiásticas José Tomás Gil de Yepes (1728-1795)
y José Francisco López Méndez (1743-¿). Ninguno de ellos publicó
y no tuvieron participación política propiamente tal, aunque la Iglesia
Católica era una parte muy importante de la organización política
colonial.

Otros sacerdotes-juristas vivieron en el período de crisis de


la independencia. Rafael de Escalona Arguinzones (1773-1853) tuvo
una carrera eclesiástica importante. Venía de una familia criolla muy
distinguida y fue hermano de Juan de Escalona, un militar importante
en la guerra de independencia. Le tocó vivir buena parte del período
independentista pero se vio involucrado de manera distinta: fue
defensor del Arzobispo Coll y Pratt en España, acusado de no haber

82
LOS JURISTAS ACADÉMICOS DE VENEZUELA
HISTORIA INSTITUCIONAL Y BIOGRAFÍA COLECTIVA

defendido al Rey con suficiente ardor. Luego Escalona actuó como


dirigente eclesiástico en tiempo de relaciones difíciles de la jerarquía
eclesiástica con las autoridades republicanas. Ramón Ignacio Méndez
tenía una excelente formación académica, tuvo una participación
política y militar del lado independentista, y desempeñó importantes
cargos eclesiásticos, incluido el más alto, Arzobispo de Caracas. Fue
un personaje involucrado en pleitos y polémicas con Miranda y otros
personajes políticos. Su obra escrita es abundante, tratándose sobre
todo de una literatura de combate. José Cecilio Ávila (1786-1833),
también sacerdote y el más joven del grupo, participó en política
como parlamentario y fue un activo periodista. Lamentablemente sus
publicaciones no han sido compiladas y no conocemos su importancia
como conjunto (respecto a El Copiador, Aveledo, 2009). José Agustín
Chipía (1788-1846) tuvo una carrera muy concentrada en la educación
universitaria y en Mérida. Llama la atención la cantidad de títulos
académicos que obtuvo especialmente en el campo teológico y jurídico y
también tuvo a su cargo muchas cátedras en esos campos y en latinidad.
Tuvo responsabilidades universitarias importantes (decano y rector) y
una modesta actividad política.

Otro conjunto que puede ser distinguido es el de juristas


académicos con una importantísima actuación en la política durante
el período independentista. Se trata de laicos. Constituyen el conjunto
más conocido en la historia de Venezuela: Miguel José Sanz, Francisco
Espejo, Cristóbal de Mendoza, Juan Germán Roscio, José Félix Sosa,
Felipe Fermín Paúl, Francisco Javier Yanes, Andrés Bello, Manuel
Palacios Fajardo y Andrés Narvarte. Su importancia política fue enorme
y no hay duda que fueron ellos los intelectuales más importantes en el
campo de la política. Fueron personas que participaron muy activamente
en la independencia, a veces empuñando las armas, pero todos con
importantes papeles intelectuales y políticos. Sufrieron prisiones,
destierros, o murieron en batallas o fusilados, y están en la lista de
nuestros héroes nacionales.

CAPÍTULO II 83
ROGELIO PÉREZ PERDOMO

Felipe Fermín Paúl es el más ambiguo y lamentablemente


muy poco estudiado: desempeñó importantes funciones al inicio del
proceso independentista del lado patriota, después colaboró con los
realistas y cuando los independentistas se impusieron volvió a tener
posiciones muy importantes. La hipótesis que permite el escaso número
de documentos disponibles es que era un autonomista liberal que trató
de adaptarse a circunstancias muy difíciles. Es esto lo que sugieren sus
intervenciones en las Cortes españolas (Inés Quintero, comunicación
personal basada en trabajo en curso). En este grupo deben incluirse los
dos juristas académicos que fueron miembros importantes de la causa
realista: Tomás Hernández de Sanabria y Andrés Level de Goda. El
primero no dejó publicaciones que explicaran su posición, mientras el
segundo fue muy dado a la escritura y la publicación.

En el grupo de juristas laicos, todos, excepto Bello y Lander,


fueron graduados en derecho. Bello tiene dos obras importantes de
literatura didáctica en derecho y es además el autor del Código Civil
de Chile, y fue muy reputado como académico, lo cual hace que no
haya ninguna duda en calificarlo como jurista académico. Lander no
es usualmente considerado jurista sino un periodista y político, pero el
hecho es que publicó una obra significativa en el campo del derecho

Es importante destacar que tres juristas académicos, todos laicos,


fueron muy productivos y la importancia de su obra para el pensamiento
jurídico y político de su época ha sido generalmente reconocida. Se trata
de Roscio, Bello y Yanes. Manuel Palacios Fajardo es menos conocido
a pesar de la importancia de su obra. Tal vez la biografía de Cardozo
(2010) contribuya a rescatarlo. Sanz escribió menos, pero su obra
publicada es lo suficientemente importante para considerarlo uno de
los autores fundamentales del pensamiento jurídico político de la etapa
temprana de la independencia. Pero hubo quienes prefirieron no publicar
o quienes no buscaron la oportunidad de publicar. Tomás Hernández
de Sanabria, José Félix Sosa, Felipe Fermín Paúl y Andrés Narvarte,
todos profesores, son ejemplos de silencio literario. Probablemente

84
LOS JURISTAS ACADÉMICOS DE VENEZUELA
HISTORIA INSTITUCIONAL Y BIOGRAFÍA COLECTIVA

respondían al ethos tradicional que prácticamente descartaba que los


profesores publicaran.

Tomás Lander y Francisco Aranda son los más jóvenes del


conjunto y no participaron en la etapa militarmente más conflictiva
del proceso independentista. Pero su participación política es muy
disímil y los consideramos juristas académicos por razones muy
diferentes. Lander es fundamentalmente un periodista combativo,
con obra abundante. Ya hemos visto que publicó obras de divulgación
jurídico-política, a pesar de no ser un graduado en derecho. No ocupó
cargos políticos de importancia y fue fundamentalmente un agricultor.
Aranda se distinguió como parlamentario, por el desempeño de altas
funciones políticas y por su papel como codificador. Tiene una obra
como ensayista o periodista de opinión, pero como no la conocemos
no estamos en capacidad de considerar su calidad. En su época fue
considerado un gran jurista, pero no sabemos si era por su obra escrita
o por sus discursos y alegatos.

Quince de los veintidós juristas académicos biografiados


convivieron con líderes políticos muy importantes en la época difícil
del conflicto por la independencia. Miranda, Bolívar, Páez, entre otros,
fueron los interlocutores político militares de estos juristas políticos.
Llama la atención la independencia que mantuvieron en relación con
líderes carismáticos que tenían un prestigio militar indudable. Esto los
distingue de muchos juristas académicos y otros intelectuales de épocas
posteriores. Sanz trató con Miranda y con Bolívar y no hay duda que
ambos lo respetaban profundamente y buscaban su consejo. Cristóbal
Mendoza trató con Miranda, Bolívar y Páez manteniendo importantes
diferencias de opinión y señalando abiertamente sus críticas, a pesar de
lo cual era profundamente admirado al menos por Bolívar y Páez. Sosa
fue un adversario de Miranda. Picón Salas (1946/1997:232) presenta
a Roscio como el empecinado y engreído adversario de Miranda, pero
no cita fuentes. Parra Pérez (1939/1992) presenta que Roscio tenía
reservas y que negoció con Miranda desde posiciones razonables. Sus

CAPÍTULO II 85
ROGELIO PÉREZ PERDOMO

relaciones con Bolívar fueron más cordiales y de mayor colaboración,


pero Bolívar lo trataba con gran respeto y admiración. Palacios Fajardo
tuvo relación con Miranda y Bolívar. Bolívar le pidió que revisara
su famoso Discurso de Angostura y acogió un buen número de sus
observaciones. Ramón Ignacio Méndez tuvo pésimas relaciones con
Miranda. Bolívar lo respetaba. Páez lo admiraba profundamente y se
dice que Méndez fue la influencia decisiva para que Páez reconociera el
liderazgo de Bolívar en 1816, cuando Bolívar era un general derrotado
y Páez era victorioso. A pesar de su buena relación personal Méndez
y Páez entran en conflicto después de 1830 y Páez tiene que exilarlo.
Level de Goda, realista, fue muy independiente de Morillo y Moxó,
con quienes mantuvo relaciones muy conflictivas. Andrés Bello
cumplió importantes funciones diplomáticas en Londres y Bolívar
lo respetaba. Nunca hubo sumisión de Bello ante Miranda o Bolívar.
Al final decidió ir a Chile donde desarrolló su carrera universitaria y
política con gran éxito. Yanes y Lander fueron críticos de los rasgos
autoritarios del régimen colombiano. Yanes colaboró luego con Páez,
pero el tratamiento fue de respeto y de cierta distancia de ambos
lados13. Mijares (1938/1998:125ss) ha destacado que nuestros líderes
militares independentistas eran civilistas, reconocían la superioridad
del poder civil. Pero también debe destacarse que ninguno de estos
juristas académicos se caracterizó por escribir ditirambos a estos
líderes político-militares, aunque probablemente lo merecían más que
nuestros políticos posteriores. Ninguno se arrastró para merecer favores
políticos. Esto habla bien de líderes como Miranda, Bolívar y Páez, que
no exigían sumisión, pero también de estos juristas académicos que no
estaban dispuestos a ella.

13 Juan Vicente González dice de Yánez: “No fue adulador, ni doblegó su rodilla al poderoso;
su mano no dispensó jamás el incienso de la lisonja, ni recibió el premio efímero de la bajeza”
(González, 1842/1983:462)

86
LOS JURISTAS ACADÉMICOS DE VENEZUELA
HISTORIA INSTITUCIONAL Y BIOGRAFÍA COLECTIVA

III
TIEMPOS DE DISGREGACIÓN
Y AUTORITARISMO
(1848-1958)*

* Agradezco en primer lugar a los bibliotecólogos que me ayudaron a localizar información:


Beatriz Martínez (Academia de Ciencias Políticas y Sociales), Marisol Floren (Florida Inter-
national University), Miguel Fernández (Universidad Central de Venezuela) y Sergio Stone
(Stanford University). Alberto Navas y Luis Zerpa, del Archivo Histórico de la Universidad
Central de Venezuela me ayudaron igualmente a localizar información. Agradezco a los juristas
que a lo largo del tiempo me han concedido entrevistas formales o conversaron conmigo in-
formalmente y me explicaron vívidamente las dificultades reales de la vida académica de otros
tiempos. Mi agradecimiento muy especial es para Rafael Pizani, José Melich Orsini y Gustavo
Planchart Manrique.

CAPÍTULO III 87
LOS JURISTAS ACADÉMICOS DE VENEZUELA
HISTORIA INSTITUCIONAL Y BIOGRAFÍA COLECTIVA

El período objeto de estudio en este capítulo es seguramente el más


convulsionado de la historia de Venezuela. Después de la independencia
y del esfuerzo inicial de configurar una republica, el país pareció
sumirse en una etapa de disgregación. Puede considerarse que este
período comenzó con la elección del General José Tadeo Monagas a
la presidencia y el atentado contra el Congreso en 1848. Electo con el
apoyo conservador, Monagas prefirió utilizar los liberales para iniciar
una época de gobierno personalista que destruyó los esfuerzos iniciales
de construcción institucional (Plaza, 2007; Pino Iturrieta, 2004). En
1858 fue derrocado por una coalición de conservadores y liberales,
pero pronto siguió la sangrienta “guerra federal”. Como consecuencia
de ella el poder central fue debilitado y se reconoció a los caudillos
regionales como gobernantes de los estados. Tal arreglo está reflejado
en la constitución de 1864. El arreglo no produjo la paz. Al contrario,
la guerra civil se hizo endémica con una cantidad elevada de guerras
“locales” o por el control del poder regional, y guerras de mayor cuantía
por el control del poder nacional. Entre 1870 y 1888 hubo un período
de relativa paz y prosperidad bajo la hegemonía de Guzmán Blanco,
luego en la década de 1890, las guerras civiles recrudecieron. Sólo
en el primer tercio del siglo XX el poder nacional logró consolidarse
como consecuencia de las llamadas dictaduras de los generales
Castro y Gómez. A la muerte de Gómez, en 1935, hubo un decenio de
esfuerzos de reconstrucción republicana. En 1945 comenzó un nuevo
ciclo de golpes de estado, asesinatos políticos, represión y cambios
bruscos que concluyó en 1958 con la caída del General Pérez Jiménez
y la instauración de una democracia de partidos (Arráiz Lucca, 2007;
Mijares, 1975).

CAPÍTULO III 89
ROGELIO PÉREZ PERDOMO

En el ámbito económico el período tiene también varias etapas.


Hasta 1870 las dificultades fueron enormes, pero en ese año se inició
un ciclo de relativa prosperidad por el incremento de los precios y la
exportación del café, la relativa paz lograda por el General Guzmán
Blanco, y por la inversión en ferrocarriles (Pino Iturrieta & Boulton,
2011). La economía se descompuso de nuevo en las décadas de 1890 y
1900, en las cuales recrudecieron las guerras civiles, y sólo a partir de
1920 se sintieron los efectos de la paz, la reorganización de la hacienda
pública y de la incipiente explotación petrolera durante el régimen
del General Gómez. Las décadas de 1940 y 1950 fueron de rápido
crecimiento económico, urbanización, y en general, modernización
(Silva, 1976)

El análisis demográfico muestra un crecimiento de la población


relativamente moderado en el siglo XIX y comienzos del XX, que
se aceleró a partir de la década de 1930. Hacia 1850 la población
era de menos de un millón y medio de habitantes, poco más de un
millón setecientos en el primer censo nacional de 1873, dos millones
y medio en 1920 y cinco millones en 1950. En otras palabras tomó
más de 70 años para duplicarse en la primera parte del período y 30
para duplicarse de nuevo en la segunda parte. La relativa lentitud del
crecimiento se debía a la alta tasa de mortalidad causada por epidemias,
mientras que en las últimas tres décadas hubo una mejora importante
de la sanidad pública que hizo disminuir las tasas de mortalidad. Esta
mejoría fue especialmente acentuada después de 1936. La población era
predominantemente rural y analfabeta durante el siglo XIX y primeras
décadas del XX, con rápidas tasas de urbanización también a partir de
la década de 1920. Caracas era una ciudad que no superó las 50.000
habitantes en el siglo XIX y que llegó al millón en la década de 1950.
La alfabetización mejoró y el sistema educativo creció sostenidamente
a partir de 1936. (Bolívar Chollett, 2011; Baptista, 1997)

90
LOS JURISTAS ACADÉMICOS DE VENEZUELA
HISTORIA INSTITUCIONAL Y BIOGRAFÍA COLECTIVA

En resumen, la Venezuela de la segunda mitad del siglo XIX y


comienzos del XX era un país predominantemente rural, pobre, agobiado
por guerras civiles, enfermedades endémicas y frecuentes epidemias de
considerable severidad. La vida intelectual no podía ser rica, pero había
interés en cultivarla. Se produjo una literatura de cierta importancia
(Pacheco, Barrera Linares & González Stephan, 2006; Márquez
Rodríguez, 1997), pintores que hoy admiramos produjeron una obra
meritoria (Boulton, 1973) y hubo también una producción de música
que en estos últimos años se ha rescatado como valiosa (Guido, 1997). A
partir del último tercio del siglo XIX se produjo una “epidemia lectora”,
que llevó a que muchas mujeres se ocuparan de leer, seguramente en
desmedro de tareas domésticas y de atención a la familia, para alarma
de los bien-pensantes (Silva Beauregard, 2007). A final del siglo XIX
Rafael Fernando Seijas hace un balance muy positivo: “Las buenas
letras tienen aquí felices cultivadores; las ciencias, notables maestros;
las bellas artes, hombres que semejan genios y parecen destinados a la
gloria” (Seijas, 1895:A)”. Sin embargo, tal afirmación debe ser tomada
con toda prevención porque el estilo de la época tendía a la hipérbole y
porque aparece en el ensayo introductorio del Primer Libro Venezolano
de Literatura, Ciencias y Bellas Artes destinado a exaltar la obra de
nuestros intelectuales en el momento en que se pensaba en el cierre
del siglo en cual se había producido la independencia. Por otra parte,
dado el analfabetismo prevaleciente, el desarrollo cultural ocurría en
una elite considerablemente reducida. Todavía a comienzos del siglo
XX el desarrollo cultural es incipiente (Liscano, 1976).

Los historiadores del derecho destacan al siglo XIX por la


modernización de la legislación. En especial, entre1873 y 1942 se
promulgaron, y luego modificaron sucesivamente, los cinco códigos
(civil, mercantil, penal, procedimiento civil y procedimiento penal) que
constituyeron el esqueleto principal del derecho venezolano (Chiossone,
1980; Pérez Perdomo, 1983). Estos códigos pasaron a ser el centro de
la educación jurídica (Pérez Perdomo, 1981) y concentraron la atención
de un número importante de juristas académicos como se verá luego.

CAPÍTULO III 91
ROGELIO PÉREZ PERDOMO

Un problema de investigación de mayor interés es la “demora”


de la codificación. Nos independizamos políticamente de España, pero
se mantuvo en vigor la legislación española hasta la codificación. Los
historiadores han explicado que la turbulencia política a raíz de la
independencia no era propicia para una tarea intelectual tan importante
(Parra Aranguren, 1966, 1974), pero de hecho se produjo en 1862-
1863, en plena Guerra Federal, la etapa más turbulenta del período.
Esos códigos fueron anulados por los liberales-federales triunfantes, lo
cual implicó la prolongación de la vigencia de la legislación española.
Esto sugiere que no había una necesidad práctica tan urgente y que el
problema era más bien ideológico. Este tema será tratado más adelante.

La relación entre el derecho y el cambio social es compleja. En


Venezuela la modernización-codificación del derecho se produjo en la
década de 1870, pero no se configura una profesión jurídica sino en las
primeras décadas del siglo XX (Pérez Perdomo, 1981). Sin embargo,
la precedencia temporal no puede llevarnos a plantear una relación de
causalidad, pero puede decirse que cuando la paz hizo posible un cierto
desarrollo de la economía, la previa modernización del derecho puede
haber facilitado el ambiente de negocios. La relación entre el derecho y
la sociedad puede apreciarse en el número y actividad de los abogados.
Hacia 1840 había 120 abogados en el país y éstos básicamente estaban
ocupados en el ejercicio de cargos públicos. En 1894 había 294, pero
la cifra de abogados por 100.000 habitantes había bajado de 12 a 10.1
(Pérez Perdomo, 1981:144). En 1936 la cifra de abogados llegó a 741
(22 por 100.000 h). En 1950 había un estimado de 2.087 abogados, lo
que representa 86.5 por 100.000 habitantes (Pérez Perdomo, 1981:215),
un crecimiento notable en los 15 últimos años del período.

Los abogados siempre estuvieron muy concentrados en


Caracas. En el siglo XIX, aproximadamente la mitad vivía en Caracas
(Pérez Perdomo, 1981:146), mientras que hacia 1960 era el 69 por
ciento (Pérez Perdomo, 1981:219). La concentración en el siglo XIX se
explica porque Caracas es la sede de los poderes públicos nacionales y

92
LOS JURISTAS ACADÉMICOS DE VENEZUELA
HISTORIA INSTITUCIONAL Y BIOGRAFÍA COLECTIVA

el eje político. La concentración más intensa a mediados del siglo XX es


porque Caracas pasó también a ser un importante centro de negocios. A
final del siglo XIX aparecieron los primeros abogados que vivieron del
ejercicio profesional. En la década de 1950 había un grupo significativo
de abogados profesionales en Caracas y grupos menores en Maracaibo,
Valencia, Barquisimeto y San Cristóbal.

La producción intelectual del derecho no parece haber alcanzado


gran desarrollo en el período. Nicomedes Zuloaga, a finales del siglo
XIX, señalaba que “nuestra bibliografía jurídica es escasa, pero no
carece de importancia” y lista ocho autores como importantes (Zuloaga,
1895:175). Melich Orsini, en 1976, destacó la pobreza de la literatura
jurídica producida en el último tercio del siglo XIX y primera mitad del
XX. “La fama de nuestros juristas se adquiría entonces por sobre todo
en el ejercicio de la profesión de abogado y por el encumbramiento
a altos destinos políticos… Como eran a la vez animosos litigantes y
hombres públicos, gustaban de divulgar las opiniones que sustentaban
en el foro o en las comisiones codificadoras; pero carentes del estímulo
y del tiempo necesario para trabajarlas hasta convertirlas en libros o en
artículos de significación preferían publicarlas tal cual ellas les habían
venido a la mente, con toda la frescura que tiene la improvisación de
un alegato judicial o un discurso parlamentario…” (Melich Orsini,
1976:723). Zuloaga señala que se produjo poco pero que se había
producido trabajos de importancia. Melich Orsini que la calidad era baja.
¿Quién está en lo cierto? ¿O no lo está ninguno? Este es el problema
que trataremos de dilucidar en este capítulo con el análisis del desarrollo
institucional y la biografía colectiva de los juristas académicos.

En la primera parte realizaremos el análisis institucional para


conocer el sistema de incentivos y reconocimientos o falta de éstos para
la producción intelectual en el derecho. En la segunda parte realizaremos
el análisis de la biografía colectiva de los juristas académicos. Por
último analizaremos el tema de las publicaciones y del reconocimiento
de los juristas académicos.

CAPÍTULO III 93
ROGELIO PÉREZ PERDOMO

Las instituciones del conocimiento jurídico y de reconocimiento a


los juristas académicos: la Universidad Central de Venezuela y la
Academia de Ciencias Políticas y Sociales

La universidad y los estudios de derecho

Durante el período bajo análisis funcionaron en Venezuela


dos universidades con escuelas de derecho, la Universidad Central
de Venezuela en Caracas, y la Universidad de los Andes, en Mérida.
Esta última tuvo una vida difícil por la escasez de dinero, estudiantes
y profesores en el siglo XIX y primeras décadas del XX (Chalbaud
Cardona, 1968-1975). La Universidad Central fue más concurrida
pero el número de estudiantes era reducido. En el siglo XIX el mayor
número de estudiantes de derecho fue alcanzado en la década de
1840, con aproximadamente 140 estudiantes. Para el resto del siglo,
puede estimarse un promedio de 60 estudiantes. En la década de 1910
la Universidad Central fue cerrada para reorganizarla y se creó la
Escuela de Estudios Políticos y Sociales como una escuela profesional.
Carecemos de datos sobre la demografía estudiantil. En la década de
1920, el número de estudiantes de derecho se incrementó a los 240.
El aumento en las décadas posteriores es significativo. Hacia 1950, el
número de estudiantes de derecho en el país alcanzó a los 1000, y hacia
1958 alcanzó a los 3000. Las cifras reflejan el estancamiento del siglo
XIX y el impulso posterior en las últimas décadas del período.

Las cifras reflejan el escaso atractivo de los estudios jurídicos


en el país por buena parte del período y también el tamaño pequeño
del público especialmente informado que pudiera ser lector de libros
o artículos jurídicos. Ya hemos mencionado que la cifra de abogados
se mantuvo reducida. Pero tan importante o más importante que esto
es saber qué se esperaba de los profesores, cuál era la formación que
recibían los estudiantes y cuáles podían ser sus competencias. Para ello
es importante el análisis del plan de estudios y de la literatura didáctica.

94
LOS JURISTAS ACADÉMICOS DE VENEZUELA
HISTORIA INSTITUCIONAL Y BIOGRAFÍA COLECTIVA

La independencia de España y el esfuerzo de construir una


república necesariamente tenía repercusiones en la educación jurídica,
considerada en la época como la educación política por excelencia. De
hecho, a partir de la década de 1840, los estudios pasaron a denominarse
de “ciencias políticas y sociales”, denominación que se mantuvo hasta
la década de 1950 (Pérez Perdomo, 1981). Puede estimarse que, así
como ocurrió en Brasil de una manera expresa, los estudios de derecho
tenían la enorme responsabilidad de preparar la elite política del país
(Bastos, 1977, 1978, 2000; Falcão, 1978).

La construcción de la república sobre bases distintas a la


teocracia tradicional, requería la adopción de textos nuevos, distintos al
corpus justinianeo y a la literatura canónica. Este cambio se reflejó en
los primeros años republicanos, en el Plan de Estudios de la República
de Colombia, de 1826, y los estatutos republicanos de la Universidad
de Caracas, rebautizada como Universidad Central de Venezuela. Se
tenía que continuar enseñando el derecho romano, en particular, las
Instituciones de Justiniano, pero se agregaron nuevas materias y textos
de estudio. En el plan de estudios de 1827 esas nuevas materias fueron
(1) el derecho patrio, que comprendía las leyes vigentes en España
y en la República; (2) el derecho constitucional y el administrativo;
(3) el derecho internacional o de gentes; (4) principios de legislación
universal y de la legislación civil y penal; (5) economía política; y (6)
medicina legal. El plan de estudios de 1843 prácticamente no contiene
innovaciones respecto a este primer plan republicano, excepto que los
cursos principales están organizados bianualmente y se agrega un curso
anual “de literatura o crítica del lenguaje (en cualquier período de la
carrera) si estuviera establecida dicha cátedra” (Código de Instrucción
Pública de 1843, véase Pérez Perdomo, 1981).

El cambio posterior más importante fue la reforma de 1874.


Fundamentalmente consistió en restarle importancia al derecho canónico,
reducido a un año, al romano (reducido a dos) y en la introducción de
los códigos (cuatro cursos anuales de los diez que configuran el plan

CAPÍTULO III 95
ROGELIO PÉREZ PERDOMO

de estudio) como centrales en los estudios de derecho (Pérez Perdomo,


1981). El plan de estudios de 1941 sigue de cerca lo establecido en
1874, con la diferencia que los cursos dejan de llamarse de código y
pasan a llamarse de derecho civil, mercantil, penal y procesal. Hay
también un incremento del total de las asignaturas y un incremento de
las asignaturas basadas en los cinco códigos, que pasan a ser 9 de un
total de 23. Dos otras asignaturas (derecho minero y del trabajo) también
estaban basados en legislación. El cambio de denominación puede
revelar la recepción en Venezuela de la jurisprudencia de conceptos o
dogmática jurídica, pero en la práctica los códigos y leyes siguieron
siendo la referencia fundamental en la enseñanza.1

El plan de estudio se desarrollaba sin asignaturas electivas en


seis años. Para una más fácil visualización de los diferentes planes de
estudios se ofrece el cuadro 3-1, basado en Pérez Perdomo (1981).

1 En la década de 1940 Luis Felipe Urbaneja, Juan Pablo Pérez Alfonzo y Luis Loreto se
distinguieron por la adopción de la dogmática o estilo de razonamiento mucho más riguroso y
sistemático. Urbaneja y Pérez Alfonzo eran profesores en la Universidad Central en la década de
1940 y Loreto lo fue después. Sin embargo, sabemos que muchos profesores siguieron usando
la explicación del código como la base fundamental de su enseñanza (Pérez Perdomo, 1981).

96
LOS JURISTAS ACADÉMICOS DE VENEZUELA
HISTORIA INSTITUCIONAL Y BIOGRAFÍA COLECTIVA

Cuadro 3-1
PLANES DE ESTUDIO DE DERECHO EN VENEZUELA
1843-1947

1843 1874 1941


Historia del derecho romano, Derecho romano y su historia Derecho romano y su historia 1
las instituciones de Justiniano Derecho público eclesiástico Derecho constitucional y
y el derecho civil nacional, Código Civil constitución de la República
mercantil y criminal Derecho político y Constitución Principios generales del
Fundamentos y apología de la República derecho e historia de la
de la religión católica, los Código Civil y Código de legislación
lugares teológicos y la Comercio Derecho romano y su historia II
historia de la Iglesia Derecho internacional Sociología
Derecho natural, el público, Principios de política y Derecho civil I
político y de gentes, y legislación, principios del Derecho civil II
el análisis de nuestra sistema federal y derecho Derecho penal
constitución administrativo Economía política
Derecho canónico, derecho Código Penal y leyes militares Legislación minera
común eclesiástico y Economía política Derecho civil III
disciplina de la Iglesia Código de Procedimiento Civil Derecho mercantil I
Legislación universal, civil y y Penal y demás leyes patrias Derecho administrativo y leyes
criminal y economía política especiales
Derecho práctico, Derecho internacional público
administración gubernativa, y Hacienda pública
régimen municipal Derecho social y legislación del
Un año de medicina legal (en trabajo
cualquiera de los dos últimos Derecho mercantil II
bienios) Procedimiento civil y práctica
Un año de literatura o crítica forense I
del lenguaje (en cualquier Historia de la filosofía del
período de la carrera) si derecho
estuviera establecida dicha Derecho médico y medicina
cátedra legal
Derecho internacional privado
Enjuiciamiento criminal
Procedimiento civil y práctica
forense II

FUENTE: Pérez Perdomo, 1981.

CAPÍTULO III 97
ROGELIO PÉREZ PERDOMO

En las primeras décadas del siglo XX hubo intentos por


introducir otras asignaturas, como antropología, historia del derecho y
derecho comparado, pero tales asignaturas no lograron consolidarse.

La información sobre la literatura didáctica y métodos


educativos es menos sistemática. La idea central fue establecer como
obras obligatorias las contentivas del pensamiento de la ilustración
europea en las versiones más compatibles posibles con la ortodoxia
católica y con una organización más sistemática. Así, para economía
política se prefirió Jean Baptiste Say2, un divulgador de Adam Smith.
En derecho constitucional, a Benjamin Constant3. En derecho de gentes
(o internacional) los textos de Heineccio y de Vattel4.

Una de las dificultades que planteaba la literatura moderna


era la falta de adaptación a la situación y cultura del país. Eran textos
generalmente escritos en la Europa protestante o en Francia y Suiza,
sospechosas de impiedad. Esto requería que los libros fueran expurgados
o que los profesores corrigieran en clase los errores de sus autores.
El artículo 229 del Plan de Estudios para la República de Colombia
(1826) estableció:

2 Jean Baptiste Say (1767-1832) es conocido como un difusor de las ideas de Adam Smith.
Su obra Traité d’economie politique ou simple exposition dont se forment, se distribuent et se
consomment les richesses (1803) conoció muchas ediciones en varios idiomas (Palmer, 1997).
Una búsqueda en el catálogo de la Biblioteca Nacional de España mostró ediciones en español
de 1804, 1816, 1817, 1821, 1838. A.Baptista (comunicación personal) piensa que su enorme
éxito se debió a la expresión clara y articulada y al estilo sencillo, muy superior al de sus
contemporáneos. Publicó también una cartilla o catecismo de economía política que conoció
múltiples ediciones.
3 Benjamin Constant (1767-1830) fue un pensador liberal en materia política y un novelista
muy reconocido. Fue también orador y político con una carrera distinguida. La búsqueda en la
Biblioteca Nacional de Madrid arrojó que el Curso de política constitucional fue publicado en
1819 y 1820 en francés, con varias ediciones posteriores, y en español en 1820, 1821, 1825 y
otros años.
4 Emmerich de Vattel (1714-1767) fue un connotado escritor y diplomático suizo. Su obra más
conocida fue Le droit de gens ou principes de la loi naturelle appliqués a la conduite et aux
affaires de nations et souverains (1758), muy influida por Grotius, Leibniz y Wolff.

98
LOS JURISTAS ACADÉMICOS DE VENEZUELA
HISTORIA INSTITUCIONAL Y BIOGRAFÍA COLECTIVA

“Los autores designados en este decreto para la enseñanza pública no se


deben adoptar ciegamente por los profesores en todas sus partes. Si alguno o
algunos tuvieren doctrinas contrarias a la religión y la tranquilidad pública, o
errores por cualquier otro motivo, el catedrático deberá omitir la enseñanza de
tales doctrinas, suprimiendo los capítulos que las contengan y manifestando
a los alumnos los errores del autor o autores de aquellos puntos, para que se
precavan de ellos y de ningún modo perjudiquen a los sanos principios en
que los jóvenes deben ser imbuidos” (Véase Pérez Perdomo, 1981:119).

Las adaptaciones y publicaciones de fragmentos fueron así


muy importantes. La publicación de la obra de Yanes (1824) tenía
esa motivación, o las obras de Andrés Bello en materia de derecho
romano o derecho internacional. La falta de adaptación podía deberse
también a razones de estructura del estado. Por ejemplo, Constant tenía
como referencia la monarquía constitucional mientras que Venezuela
era republicana. Esto llevó a Felipe Larrazábal a escribir y publicar
en 1864, los Principios de derecho político o elementos de derecho
constitucional, pues señalaba lo inapropiado que era un texto referido
a la monarquía para explicar la constitución republicana (Larrazábal,
1864).

En la reforma del plan de estudios de 1874 hace un nuevo


listado de textos didácticos: Du Caurroy y Ortolan5 para derecho
romano, Florentino González para derecho político, Calvo6 y Heffter
5 Joseph Louis Elzéar Ortolan (1803-1873) fue profesor en Paris de derecho constitucional y
derecho penal comparado. Su obra temprana se refiere al derecho romano y publicó en esta
materia Explication historique del Institutes de Justinian (1827) e Histoire de la législation
romaine (1828), fundidos luego y publicados con el nombre de Histoire de la legislation
romaine depuis son origine jusqu’à la legislation moderne, suivie de l’explication historique
des Instituts de Justinian (Paris, 1835). Esta obra fue traducida al español y publicada multitud
de veces a partir de 1845 y hasta bien entrado el siglo XX. La cantidad de impresiones muestra
que fue un texto generalmente utilizado en las escuelas de derecho de España y la América
española. La presentación de la historia del derecho romano como historia de la legislación
romana revela su orientación filosófico-jurídica. También se puede apreciar en su Tratado de
derecho penal: penalidad, jurisdicción, procedimiento, según la ciencia racional, la legislación
positiva y la jurisprudencia. Madrid 1895.
6 Carlos Calvo (1824-1906) fue un jurista, diplomático e historiador argentino. Su obra De-
recho internacional teórico y práctico de Europa y América fue publicada en 1863 y conoció

CAPÍTULO III 99
ROGELIO PÉREZ PERDOMO

para derecho internacional, Pradier Foderé7 para principios de política


y legislación, Garnier para economía política. Florentino González en
derecho constitucional. Para las materias basadas en los códigos se
seguían directamente los códigos. En versiones posteriores del plan
de estudios se recomendaba también la lectura de Sanojo y Dominici.
Nótese el cambio de literatura. Se adoptaron obras recientes y las obras
que eran adaptaciones a lo que se consideraban las condiciones del país
y la ortodoxia católica dejaron de usarse. Se desechó así la obra de Bello
en derecho internacional por la de Calvo, o la de Constant por la de
Florentino González8. Estaría fuera de lugar hacer el análisis detallado
de las obras para entender las razones específicas de la sustitución, pero
claramente había un ambiente de modernización, seguramente dictada
por la efervescencia liberal y de última moda de Paris que logró crear
Guzmán Blanco.

Respecto a los métodos de estudio la información es menos


completa. Sabemos que en la década de 1820 hubo un esfuerzo explícito
de prohibir las disputas. Aunque inicialmente resistido, tempranamente
se impuso la sustitución de las disputas por exámenes públicos. Luego
estos exámenes se abandonaron y se adoptaron exámenes simplemente,
instrumento que siguió siendo la principal forma de evaluación durante
el siglo XX (Pérez Perdomo, 1981). La sustitución es importante
pues disputas y exámenes tienen propósitos distintos. Las disputas
son útiles para mostrar el entrenamiento en la argumentación que
requiere capacidad de análisis de una situación, de construcción de un
razonamiento y de expresión clara y elocuente. Por lo contrario, los
muchas ediciones. La 5ª edición francesa es de 1896, en cinco volúmenes.
7 Paul Pradier-Fodéré (1827-1904). La edición más antigua de su obra Principios generales de
derecho, de política y legislación es de 1869, realizada en Paris en francés y en español. Hay
una nueva traducción publicada en Perú en 1875. Fue profesor y decano en Lima entre 1874 y
1882.
8 Florentino González (1805-1874). Jurista, político y economista colombiano de actuación
muy destacada. Profesor de derecho constitucional y ciencia administrativa en Bogotá y
posteriormente en Buenos Aires, donde murió. Su obra Lecciones de derecho constitucional
tiene una primera edición en Bogotá en 1869 y segunda edición con modificaciones importantes
en Paris 1871.

100
LOS JURISTAS ACADÉMICOS DE VENEZUELA
HISTORIA INSTITUCIONAL Y BIOGRAFÍA COLECTIVA

exámenes son formas de comprobación del conocimiento y no son


especialmente útiles para evaluar otras competencias. Sólo se mantuvo
la tesis o trabajo de grado que comprobaba fundamentalmente capacidad
de investigación y de expresión de un argumento por escrito. La tesis
fue suprimida en la década de 1950 (Pérez Perdomo, 1981).

En resumen, las transformaciones de la universidad en el


siglo XIX y primera mitad del siglo XX muestran que el propósito
fundamental fue la recepción del pensamiento moderno europeo. En
las primeras décadas del período analizado se pensó que requería una
adaptación a nuestras estructuras políticas y a la ortodoxia religiosa,
lo cual exigía una cierta creatividad de los profesores. A partir de
la reforma liberal de la década de 1870 estas precauciones fueron
innecesarias y los profesores eran solamente transmisores del saber ya
previamente establecido en Europa. No se esperaba de ellos que fueran
investigadores ni publicaran, sino que fueran buenos lectores, claros y
elocuentes en la transmisión del saber ya producido en Europa.

También fue posible redefinir el derecho como legislación y


hacer que una función muy importante del profesor fuera explicar los
códigos. Esto no era muy distinto de lo anterior porque los códigos
mismos eran traducciones o adopciones de códigos europeos y
venían acompañados de una literatura exegética que el profesor, y
ocasionalmente los estudiantes, consultaban. Como veremos luego,
algunos profesores escribieron y publicaron trabajos jurídicos, pero
institucionalmente no se esperaba de ellos que lo hicieran, no había
facilidades como subvenciones para la publicación, las universidades
no publicaban libros ni había impresores académicos.

En un documento de 1912 no exento de dramatismo, el Rector


de la Universidad Central de Venezuela Felipe Guevara Rojas9 planteó
9 Felipe Guevara Rojas (1878-1916), médico patólogo, con entrenamiento en investigación en
Francia, fue Rector y luego Ministro de Educación. Su imagen posterior no ha sido positiva, por
asociarlo con el largo cierre de la Universidad Central bajo el régimen de Gómez, pero no hay

CAPÍTULO III 101


ROGELIO PÉREZ PERDOMO

al Presidente de la República una situación de verdadero atraso y


pobreza intelectual de esta universidad. No existía investigación en ella
ni en ninguna otra institución, al menos en el campo de las ciencias
sociales. Guevara Rojas se quejaba de la inexistencia de las bibliotecas
e investigación. Proponía un sistema de concursos para escogencia
de profesores y formas para estimular la investigación. Su intento de
introducir reformas cuando ejercía el rectorado había sido recibido
con protestas estudiantiles en las cuales no faltaba la motivación
política. En definitiva, por iniciativa de Guevara Rojas, la Universidad
Central de Venezuela fue cerrada entre 1912 y 1922 como parte de una
reorganización amplia de los estudios universitarios (Leal, 1981:220;
Aizpúrua & Orta, 1997). En parte de ese período funcionaron escuelas
profesionales10, una de las cuales era la de ciencias políticas y sociales,
y se preparó el estímulo a la investigación. La creación de la Academia
de Ciencias Políticas y Sociales (1915), así como la de Ciencias Físicas
y Matemáticas (1917) corresponde a esta ambiciosa reorganización de
la vida académica de la época. Ya existía la Academia Venezolana de
la Lengua (1883), la Academia Nacional de la Historia (1888), y la
Academia Nacional de Medicina (1904).

La Academia de Ciencias Políticas y Sociales

En el siglo XIX, como la universidad misma no era un centro


de discusión académica y los profesores eran muy pocos, hubo interés
en crear asociaciones. Algunas fueron llamadas academias, como la
Academia de Jurisprudencia, creada en 1841, cuyo primer y único
presidente fue Francisco Aranda, un jurista y político importante que
no publicó ninguna obra jurídica. La institución duró poco: la escasez
de financiamiento, pero también de un público interesado que asistiera
a las reuniones, no permitía que perdurara. En Mérida en 1889 se creó
motivos para negar su competencia y la situación calamitosa de la Universidad para la época.
10 La reforma de Guevara Rojas convirtió también la Universidad de los Andes en una
federación de escuelas en marzo de 1915.

102
LOS JURISTAS ACADÉMICOS DE VENEZUELA
HISTORIA INSTITUCIONAL Y BIOGRAFÍA COLECTIVA

la Academia de Jurisprudencia como iniciativa del Rector Caracciolo


Parra Olmedo, también un jurista importante sin publicaciones. Al igual
que la caraqueña, esta academia fue de corta vida (Briceño Perozo, 1952-
1953). En 1869, en Caracas, existió la Academia de Ciencias Sociales
y Bellas Letras que organizó certámenes literarios. Cecilio Acosta fue
miembro de esa Academia (Acosta, 1917: portada). Para la época las
ciencias sociales, la literatura y el derecho no estaban muy separadas
y fundamentalmente tenían el mismo público. Todas estas academias
fueron en realidad asociaciones de amigos y no parecen haber contado
con demasiado apoyo oficial.

La Academia de Ciencias Políticas y Sociales fue creada por ley


especial del 16 de junio de 1915 con treinta miembros o “individuos de
número”. En 1924 la ley fue modificada para incrementar el número de
miembros a 35. Esta ley sigue vigente y la Academia se ha mantenido
en actividad hasta el presente. Naturalmente para este capítulo interesa
la Academia desde su creación en 1915 hasta 1958. La Academia
probablemente se relaciona con ese deseo de agruparse y tener un lugar
para reunirse y conversar de los asuntos académicos, pero al ser creada
por el estado se le dieron otras atribuciones. Entre las mencionadas en
la ley están “propender al desarrollo y progreso de las ciencias políticas
y sociales en general”, formar una biblioteca en su área, y “recomendar
al Ministro de Instrucción Pública las mejores obras texto para la
enseñanza en la República, de las ciencias políticas y sociales” (artículo
3). Es importante destacar que la Academia fue creada durante el período
en el cual la Universidad Central de Venezuela estuvo cerrada (1912-
1922) y aun antes de la creación de la Escuela de Ciencias Políticas y
Sociales en 1916. Esta atribución la hace parte de esa reorganización.

Las demás atribuciones tienen hoy las características de un


órgano de consultoría jurídica: redactar y revisar proyectos de códigos
y leyes que el Ejecutivo Federal someta a su estudio; redactar y revisar
proyectos de leyes de carácter local que les sometan los estados; y
cumplir con cualquier otro encargo que le confíe el gobierno nacional

CAPÍTULO III 103


ROGELIO PÉREZ PERDOMO

o de los estados (artículo 3). En la actualidad, estas atribuciones las


tiene también, y las desempeña cotidianamente, el Procurador General
de la República y los procuradores de los estados. Existen también
organismos especializados como la Comisión Nacional de Legislación,
Codificación y Jurisprudencia.

Las academias existen en Europa desde los siglos XVII y XVIII.


Fueron creadas para promover la ciencia o las actividades humanístiscas
y dar reconocimiento a los científicos o intelectuales. Las academias
científicas fueron especialmente importantes en Europa en los siglos
XVII y XVIII, especialmente en este último (Boehm & Raimondi, 1981;
McClelland, 1985). A partir del siglo XIX comenzaron a decaer como los
grandes centros de la ciencia y las universidades las desplazaron en ese
papel (Biagioli, 2001). En el presente las universidades son consideradas
las instituciones académicas por excelencia11. Sin embargo las academias
existen en la mayor parte de los países y siguen desempeñando papeles
importantes, fundamentalmente en el otorgamiento de reconocimiento
o premios (incluyendo el Premio Nobel) y la publicación de revistas
científicas o “académicas”. Generalmente porque la elección de los
miembros resulta de sus pares, por el número limitado de miembros
y su carácter vitalicio, se lo considera como un reconocimiento muy
importante que generalmente sólo se alcanza en los años tardíos de una
carrera dedicada a la producción intelectual o científica.

En este contexto se entiende la creación de la Academia de


Ciencias Políticas y Sociales. Como se dijo antes, había sido precedida
por la Academia Venezolana de la Lengua (1883), la Academia Nacional
de la Historia (1888), y la Academia Nacional de Medicina (1904). En
consecuencia, había una experiencia en el funcionamiento de este tipo
de instituciones. En 1917 se erigió también la Academia de Ciencias
Físicas y Matemáticas. Las academias se establecieron para generar
bibliotecas especializadas en una época de muy escasas bibliotecas
11 La consideración de las universidades como las instituciones académicas por excelencia no
está limitada a Venezuela sino que es bastante general en el mundo. Por ejemplo, el artículo
sobre academia y sociedad en los Estados Unidos (Cole, 2001), se refiere a las universidades.

104
LOS JURISTAS ACADÉMICOS DE VENEZUELA
HISTORIA INSTITUCIONAL Y BIOGRAFÍA COLECTIVA

públicas, y para ofrecer un ambiente de reunión a los interesados en


un campo del conocimiento. Con esto se esperaba hacer progresar el
conocimiento.

La situación de gran limitación del ambiente intelectual explica


los escasos requerimientos para ser miembro de la Academia de
Ciencias Políticas y Sociales. Los requisitos son: 1. Ser abogado, doctor
en ciencias políticas, o “sabio”. En este contexto la condición de sabio
debe entenderse como una persona de gran saber que no tiene título
académico. 2. Venezolano 3. Haber escrito una obra bien reputada,
o haber sido profesor por más de cuatro años en una universidad o
plantel autorizado, o haber sido codificador o miembro revisor de de
las comisiones de códigos creadas por el gobierno. 4. Incontestable
competencia en el dominio de las ciencias políticas (Artículo 1, párrafo
único, Ley sobre Academia de Ciencias Políticas y Sociales). Esto no fue
una peculiaridad de la academia que analizamos. También los requisitos
para ser académico de la historia eran muy escasos y similares a los
descritos. Bastaba “haber publicado alguna obra de historia, o haber
desempeñado alguna cátedra de esta ciencia, o haber alcanzado con
justicia la reputación de hombre de letras” (artículo 3. Decreto del 28 de
octubre de 1888 por el cual se crea una corporación de carácter literario
con el nombre de Academia Nacional de la Historia). Lo mismo puede
decirse de la Academia de Ciencias Físicas, Matemáticas y Naturales
(Freites, 1987). Se trata de requisitos mínimos. Puede esperarse que
los miembros de la academia sean intelectuales de distinción, pero la
época no permitía ser demasiado exigente ante el temor de no encontrar
suficientes candidatos adecuados. El cambio en el contexto puede
apreciarse en los requisitos para ser miembro de la Academia Nacional
de Ciencias Económicas, creada en 1983.12
12 La Ley de la Academia Nacional de Ciencias Económicas de 1983 exige, además de
ser venezolano y residente en Caracas, que la personas figure en el registro de candidatos
académicos, que tenga el título de doctor y sea profesor titular o su equivalente, y “haber
realizado investigaciones y publicado obras que constituyan logros para la ciencia económica y
aportes para el mejor conocimiento de la economía venezolana” (Ley de la Academia Nacional
de Ciencias Económicas, artículo 4). El registro de candidatos académicos se levanta con

CAPÍTULO III 105


ROGELIO PÉREZ PERDOMO

Como las academias han estado siempre subvencionadas por


el estado y pueden ofrecer asesoría a éste, se plantea naturalmente la
relación entre las academias y la política. Por una parte, se espera de
ellas que sean políticamente independientes para desempeñar mejor su
papel científico o intelectual pero, por la otra parte, si son importantes
políticamente, no pueden escapar al interés y a la eventual interferencia
de los poderes políticos. Esta tensión ha suscitado la atención de los
historiadores, especialmente respecto a academias con un papel político
importante, como la Academia Francesa o la Academia de Ciencias de
la Unión Soviética.

La manera como frecuentemente se ha buscado el equilibrio


entre ciencia y política está en la designación vitalicia de los miembros
de la Academia y la selección por cooptación, es decir, ante la falta
absoluta de un miembro, los restantes miembros escogen al sucesor.
La escogencia inicial, realizada por el poder político, puede determinar
la orientación posterior, pero el poder político no puede interferir
de manera continua. Ésta es la forma adoptada por las academias
venezolanas. Como el estado puede esperar beneficio por la labor
consultora de las academias, se las financia públicamente. El beneficio
político más inmediato para el gobernante es el de aparecer como
protector del saber o de las ciencias, mientras que el beneficio de los
miembros, a quienes no se les paga, es el honor y prestigio que confiere
esa especie de ius publice respondendi13. Pero este doble interés no
está exento de tensiones políticas, especialmente cuando los gobiernos
cambian en su orientación política. También es posible que científicos
o intelectuales de gran valor sean excluidos en la selección original del
gobierno, o en la posterior de los propios académicos, por no comulgar
con determinadas posiciones políticas.

cooperación de las universidades e incluye a quienes obtengan el título de doctor y demás


requisitos para ser individuo de número.
13 El ius publice respondendi fue una especie de privilegio otorgado por el Emperador Augusto
a un grupo de jurisconsultos romanos. No impedía que otros jurisconsultos emitieran opiniones
pero le daba un peso especial a las opiniones de los distinguidos (Berger, 1953).

106
LOS JURISTAS ACADÉMICOS DE VENEZUELA
HISTORIA INSTITUCIONAL Y BIOGRAFÍA COLECTIVA

La pluralidad de funciones de la Academia de Ciencias Políticas


y Sociales y su importancia política ha sido destacada por René De Sola
(1997:15), uno de sus antiguos presidentes:

“A lo largo de su historia, la Academia ha reunido en su seno a los


representantes más destacados de las ciencias políticas y sociales de cada
época y ha expresado su opinión, tanto en materia legislativa como en lo
referente a las grandes cuestiones internacionales que interesan a la República:
reivindicación de la Guayana Esequiba, delimitación en las área marinas y
submarinas con la República de Colombia y la integración latinoamericana”.

Cabe notar que las opiniones de la Academia mencionadas por


De Sola son respecto a temas planteados en la segunda mitad del siglo
XX y no se menciona el papel anterior a 1960.

Las distintas funciones de la Academia pueden entrar en


contradicción entre sí, como hemos observado para la dimensión política
y la científica. La función de distinguir a determinados científicos como
más destacados no es una función explicitada en el artículo 3 de la Ley
sobre la Academia de Ciencias Políticas y Sociales, pero la propia ley
la reconoce. Así el artículo 4 señala que la Academia puede nombrar
miembros correspondientes nacionales o extranjeros a “quienes juzgue
acreedores a dicho honor”, pero limita a dos por cada uno de los estados
de la República y treinta fuera del país. A la vez para ser designado
miembro activo de la Academia se requiere estar domiciliado en la
capital de la República (artículo 5, numeral 2). Tal requisito se entiende
en el contexto de las atribuciones de consultoría que tiene la Academia y
de la necesidad de que los individuos de número se reúnan para discutir
tanto esos temas como los científicos generales. Sin embargo, si se
privilegia el carácter honorífico y la función de honrar a los científicos,
la exigencia de domicilio en la capital de la República no parecería
tener sentido. La exigencia de nacionalidad es más difícil de entender.
La ciencia se concibe como universal y sólo tiene sentido exigir la
nacionalidad venezolana si se piensa que la Academia es un órgano
político.

CAPÍTULO III 107


ROGELIO PÉREZ PERDOMO

La denominación “ciencias políticas y sociales” correspondía


en la época de creación de la Academia a los estudios de derecho. Los
graduados recibían el título de doctor en ciencias políticas y sociales y
después de unos requisitos adicionales, referidos a la práctica jurídica,
recibían de un tribunal el título de abogado. Por tal motivo, el nombre
puede considerarse engañoso visto con los ojos de hoy, al no destacar
la parte jurídica, pero no lo era en la época porque efectivamente la
escuela de ciencias políticas y sociales era el locus de los estudios
jurídicos de la época, y efectivamente el derecho es una de las ciencias
sociales. Para la época, la más importante (Njaim, 1997). Además
durante la mayor parte del período analizado los estudios de sociología
y economía se hacían dentro de la Escuela de Derecho (Albornoz, 1970;
Rengifo, 1984; Baptista, 2008).

Aun cuando todas las funciones de la Academia son importantes,


este trabajo está especialmente interesado en la función de distinguir o
reconocer a los juristas académicos. Los propios individuos de número
tienen una conciencia aguda de su importancia en las ciencias jurídicas
y políticas en Venezuela. El discurso de Hildegard Rondón de Sansó
(1995:11), primera presidente mujer de la Academia, con motivo de la
toma de posesión de la junta directiva, lo señala expresamente:

“cada uno de los numerarios… sentimos por igual que no somos la


improvisación de nada, sino los integrantes de una cadena que, eslabón a
eslabón, se forjó con el pensamiento jurídico y político de lo más preclaro de
nuestros intelectuales… La Academia ha tenido como bases funcionales… la
valoración fundada en los méritos objetivos; la no discriminación; el rechazo
de las influencias políticas o de grupos en la elección de los numerarios; el
reconocimiento intelectual a quienes se han hecho acreedores de ello”.

La afirmación de Rondón de Sansó llevaría a confiar en el juicio


de la Academia y limitar el estudio a los juristas que han sido o son
individuos de número. Pero Rondón de Sansó (1995:14) también se
pregunta si existe alguna razón valedera para que varios distinguidos
juristas o científicos sociales “que fueron mis profesores y siguen siendo

108
LOS JURISTAS ACADÉMICOS DE VENEZUELA
HISTORIA INSTITUCIONAL Y BIOGRAFÍA COLECTIVA

nuestros guías” no la hayan precedido en el honor de ser individuo de


número. Esta afirmación parece contrariar a la primera y sugiere que
puede haber sesgos en la selección de la Academia. Por esto conviene
complementar el listado que resulta de los individuos de número con
otros mecanismos institucionales de distinción a los juristas académicos.
Lamentablemente carecemos de listados completos de profesores de
derecho de las universidades, lo que deja como solo mecanismo de
control lo que podemos llamar el juicio de la posteridad, representado
en las obras sobre el pensamiento jurídico venezolano.

Como instituciones, las academias suponen que la ciencia o el


conocimiento se cultivan fuera de ella. Los miembros de la Academia no
reciben un pago que les permita dedicarse a la investigación o publicar.
La gratificación está en el honor o prestigio que comporta ser individuo
de número. Es pues una institución que confiere honor a quienes ya
tienen un prestigio intelectual. Como la Academia tiene un número
limitado de miembros y éstos sólo pueden ser sustituidos a su muerte, la
distinción se hace especialmente importante. Lo que la academia hace,
además de conferir honor, es ofrecer un espacio de reunión y para que
se presenten comunicaciones. A partir de 1936 la Academia mantiene
una publicación, el Boletín de la Academia de Ciencias Políticas y
Sociales, cuyo análisis puede mostrar cuáles fueron efectivamente
las actividades de la Academia en el período bajo análisis. Sarmiento
Núñez (1995) tiene un artículo sobre el tema. Sin embargo, para este
trabajo el interés en la Academia está fundamentalmente en que provee
una lista de los juristas venezolanos que han gozado de reconocimiento
como académicos.

La concepción de la actividad académica como honoraria


también era compartida por las universidades. A los profesores se
les pagaba fundamentalmente por enseñar, pero no para investigar o
publicar y, de hecho no se esperaba de los profesores que lo hicieran. La
actividad académica del período es pues de honoratiores. Los esfuerzos
del Ministro Guevara Rojas, quien falleció en 1916 a los 38 años,

CAPÍTULO III 109


ROGELIO PÉREZ PERDOMO

no produjeron resultados apreciables. Las universidades reabrieron


en 1922 sin cambios sustanciales en la concepción universitaria. Las
bibliotecas, incluyendo la de la Academia, siguieron siendo escasas
y mal provistas, no se crearon centros o institutos de investigación
en el derecho o las ciencias políticas y sociales dentro o fuera de la
universidad, y no hubo profesores a tiempo completo que pudieran
dedicar una parte importante de su tiempo a la producción y divulgación
del conocimiento. Es más, la pobreza de las bibliotecas, hacía que el
cultivo académico requiriera ingresos importantes porque requería la
compra de libros y la constitución de biblioteca privadas14. Es a partir
de 1958 que surge la figura del académico o investigador profesional y
se invierte dinero público en la alimentación de bibliotecas públicas. Es
por esto que este capítulo termina ese año.

En resumen, Venezuela no sólo fue un país sometido a severos


conflictos políticos que llevaron a conflictos armados, golpes de estado
y dictaduras, sino que careció de centros destinados a la producción
de conocimiento académico en el derecho y en las ciencias sociales,
con escasas y pobres bibliotecas y sin casas editoriales que pudieran
estimular la publicación de trabajos académicos. Pero aun en estas
circunstancias adversas hubo quienes se esforzaron en producir
conocimiento y publicar. Algunos de estos intelectuales tuvieron los
recursos para formar bibliotecas personales importantes que sirvieron
luego para enriquecer bibliotecas de acceso público que permitieron
la investigación. Veamos quiénes fueron esos juristas académicos y
quienes fueron reconocidos como tales.

14 Debo a Eugenio Hernández Bretón la observación que Pedro Manuel Arcaya era el mayor
comprador de libros que tenía la librería Garnier, una de las más importantes de Paris a
comienzos del siglo XX. La enorme biblioteca de Arcaya hoy forma parte del acervo de la
Biblioteca Nacional.

110
LOS JURISTAS ACADÉMICOS DE VENEZUELA
HISTORIA INSTITUCIONAL Y BIOGRAFÍA COLECTIVA

Los juristas académicos: una biografía colectiva

Selección de los juristas académicos y construcción de la biografía


colectiva

La primera tarea que requiere una biografía colectiva es la


elaboración del listado de los individuos a ser analizados. Sobre estos
individuos, naturalmente, debe haber información biográfica. La
elaboración de la lista es una tarea fundamental a la cual debe ponerse
el mayor cuidado. Si el investigador ejerce discreción en la formación
de la lista falsea la investigación, pues sus preferencias determinarán
los rasgos que después encontrará en el grupo. Por esto se optó por
seleccionar a aquellos que han sido reconocidos institucionalmente
como juristas académicos.

Respecto al período estudiado disponemos de varias vías de


reconocimiento institucional. Una muy importante es el reconocimiento
de la posteridad. Las personas que hayan sido incluidas en las historias
del pensamiento jurídico venezolano y las listadas en los estudios
bibliográficos deben ser incluidas cuando disponemos de biografías. No
carecemos de esos estudios sobre el pensamiento jurídico venezolano
acompañadas de bibliografías: Clagett (1947), Kummerow (1967)
y Melich Orsini (1976) son los guías que he seguido. También he
consultado las bibliografías de Blonval López (1967) y Arismendi
(1972).

Para los propósitos de esta obra, las obras sobre pensamiento


jurídico y las bibliografías tienen la limitación que por definición
deben apoyarse sobre la obra escrita y publicada cuando uno de los
problemas de investigación a analizar es si ésta ha sido indispensable
para considerar a una persona jurista académico en el período o para
darle reconocimiento como tal por sus contemporáneos.

Para establecer el reconocimiento por sus contemporáneos he

CAPÍTULO III 111


ROGELIO PÉREZ PERDOMO

usado dos indicadores: la designación como profesor universitario de


derecho y la designación como individuo de número de la Academia
de Ciencias Políticas y Sociales. Ambos actos implican que sus
contemporáneos reconocieron en estas personas un saber superior en
el derecho. Por supuesto, interesará contrastar entre quienes fueron
reconocidos institucionalmente como juristas académicos en su época
y quienes lo han sido posteriormente por su obra escrita. Esto permite
identificar los criterios de reconocimiento existentes según la época.

No existe o no he podido localizar estudios sobre los


procedimientos usados para la designación de los profesores
universitarios. Sabemos que el Ministro de Educción tenía una cierta
discreción en la designación de los profesores universitarios y que
alguien considerado enemigo del gobierno no era elegible o no podía
permanecer en el cargo, pero todo hace pensar que había cuidado en la
escogencia y que, en términos generales, se escogía a personas que se
suponía bien formadas. La designación misma, que no tenía estipendios
muy elevados, se consideraba una cierta forma de reconocer el prestigio
del designado.

Lamentablemente no existe ninguna obra sobre quiénes fueron


los profesores universitarios y sus biografías y ni siquiera disponemos
de un listado de los profesores de derecho. Respecto a la Universidad
Central de Venezuela se usó la información parcial contenida en Leal
(1981) y se realizó una búsqueda en el Archivo Histórico15. Se utilizaron
especialmente los expedientes. El resultado aparece en el cuadro 3-2.
Llama la atención que tenemos datos biográficos de un buen número de
profesores, pero probablemente se ha perdido memoria de un número
mayor.

15 La visita al Archivo Histórico de la Universidad Central de Venezuela se realizó en abril


de 2012 e hice una búsqueda en los expedientes de grado con intervalos de 10 años. Consulté
también el Libro de Jubilaciones de profesores. Agradezco al Dr. Alberto Navas y al Lic. Luis
Zerpa por su orientación y ayuda en la consulta del archivo.

112
LOS JURISTAS ACADÉMICOS DE VENEZUELA
HISTORIA INSTITUCIONAL Y BIOGRAFÍA COLECTIVA

CUADRO 3-2
PROFESORES DE DERECHO UNIVERSIDAD CENTRAL
DE VENEZUELA
1848-1937

Nombre Asignaturas Años


Francisco Diez Derecho Público 1842-58
José María García Derecho Civil 1842-50
Domingo Quintero Cánones 1842-58
Pedro Rafael Peraza Economía Política 1842
Felipe Fermín Paúl** Derecho Práctico 1842
Fidel Rivas y Rivas Derecho Público 1850
Andrés Navarte Derecho Práctico 1850
José Reyes Piñal Derecho Público y Canónico / Derecho Civil 1850-62
Cecilio Acosta* Economía Política y Legislación Universal 1853
Lucio Siso Leyes Nacionales 1858
Elías Acosta* Derecho Público – Rector 1858
Mauricio Berrizbeitia Legislación y Economía Política 1858
Ramón Fernández Feo* Derecho Práctico 1861
Felipe Larrazábal* Derecho Público 1864
Teofilo Rodríguez Economía Política 1883
José Vicente Milano Derecho Canónico 1870
Manuel María Urbaneja* Derecho Romano 1870
Eduardo Calcaño* Derecho Romano 1874
Agustín Istúriz Derecho Público Eclesiástico 1888
Aníbal Dominici* Código Civil 1888
Rafael Seijas* Derecho Político 1862-88
Celedonio Rodríguez Derecho Romano 1886-88
Tomás Lander* Principios de Legislación 1888
Fulgencio Carías Códigos de Procedimiento 1888
Guillermo Tell Villegas* Principios Legislación Universal / Economía Política 1890
José Santiago Rodríguez* Derecho Romano y su Historia 1909
M.O.Romero Sánchez Derecho Público Eclesiástico y Derecho Español 1909
Carlos León* Sociología y Economía Política 1909
Francisco Arroyo Parejo Derecho Civil I y II 1909
Federico Urbano Derecho Administrativo y Constitucional 1909
Ángel C. Rivas Derecho Internacional Público y Privado 1909
Esteban Gil Borges* Hacienda e Historia del Derecho 1909
Félix Montes Procedimiento Civil y Enjuiciamiento Criminal 1909
Alejandro Urabaneja* Derecho Penal y Código Penal 1909
Ramón Parpacén Práctica Forense 1909
Gustavo Herrera* Economía Política y Finanzas 1930

CAPÍTULO III 113


ROGELIO PÉREZ PERDOMO

Caracciolo Parra León* Principios Generales / D. Español y Públ Eclesiastico 1937


Manuel Maldonado Derecho Constitucional 1937
Juan José Mendoza* Derecho Romano y su Historia 1937
Cristóbal Benítez* Sociología 1937
Edgar Sanabria* Derecho Romano y su Historia 1937
Germán Suárez Flamerich* Derecho Civil 1937
Domingo Narváez Economía Política 1937
José Rafael Mendoza* Derecho Penal 1937
Carlos Sequera Derecho Civil 1937
Carlos Morales* Derecho Mercantil 1937
J.M.Hernández Ron* Derecho Administrativo y Leyes Especiales 1937
F.Arroyo Pareja Derecho Internacional Público 1937
E.Urdaneta Braschi Finanzas y Leyes de Hacienda 1937
Ramón Parpacén Procedimiento Civil 1937
R.Marcano Rodríguez* Enjuiciamiento Criminal 1937
Lorenzo Herrera Mendoza* Derecho Internacional Privado 1937
Celestino Farrera Práctica Forense 1937
Fernando Amores y Herrera Medicina Legal 1937

FUENTES: Leal (1981) y Archivo Histórico de la Universidad Central de Venezuela

Para la Universidad de los Andes se consultó la obra de


Chalbaud Cardona (1968-1975) que tiene abundante material, pero
no tiene un listado de los profesores. La obra da información sobre
acontecimientos relacionados con la universidad en distintas épocas y
menciona nombres de profesores que ha permitido elaborar el listado
siguiente (cuadro 3-3) que hemos aumentado con una diversidad de
fuentes, pero que es obviamente incompleto.

CUADRO 3-3
ALGUNOS PROFESORES DE DERECHO UNIVERSIDAD DE LOS ANDES

José Agustín Chipía ** Derecho civil patrio. Instituciones teológicas 1829


Ygnacio Fernández Peña * Cánones (Primer Rector) 1833
Legislación universal, civil, criminal,
Caracciolo Parra Olmedo * 1844
económica…
Emigdio González Historia Derecho Romano. Derecho nacional 1844
Eloy Paredes Fernández-Peña * Derecho Práctico, Administración Gubernativa… 1847

114
LOS JURISTAS ACADÉMICOS DE VENEZUELA
HISTORIA INSTITUCIONAL Y BIOGRAFÍA COLECTIVA

Pedro Monsalve Derecho civil 1851


Francisco Parejo Economía Política y Legislación Universal 1853
Bartolomé Cordero Leyes nacionales 1856
Francisco Jugo Derecho civil 1856
J.Francisco Mas y Rubí * Cánones 1856
Gabriel Briceño Legislación 1870
Gabriel Picón Febres Derecho Civil 1872
Pedro de Jesús Godoy Derecho Civil 1873
José Jesús Dávila Leyes nacionales 1881
Foción Febres Cordero * Leyes nacionales 1882
J.N.P.Monsant Cánones 1883
Eusebio Baptista* 1883
Julio César Salas * Sociología y Economía Política 1909

FUENTE PRINCIPAL: Chalbaud Cardona (1968-1975)

Solo hemos encontrado biografías para los marcados con


asterisco. J.A.Chipía, marcado con doble asterisco, corresponde al
período de la independencia y fue tratado en el capítulo anterior. Es
notorio que disponemos de menos información biográfica sobre los
profesores de derecho de la Universidad de los Andes, lo que hace
suponer que publicaban menos y tuvieron menos importancia política
que los profesores de Caracas.

Para el siglo XX los listados de miembros de la Academia


de Ciencias Políticas y Sociales es importante no sólo por ser una
institución de reconocimiento y los miembros de la Academia son
por definición académicos. Hemos considerado jurista a todos los
graduados en derecho, o los no graduados en derecho pero que hayan
escrito alguna una obra relevante para el derecho. El cuadro 3-4 muestra
los miembros iniciales de la Academia en 1915 y los cinco que fueron
agregados en1924.

CAPÍTULO III 115


ROGELIO PÉREZ PERDOMO

CUADRO 3-4

MIEMBROS DE LA ACADEMIA DE CIENCIAS POLITICAS Y SOCIALES


1915-1924

 Alejandro Urbaneja  Francisco Guzmán Alfaro -


 Domingo Antonio Coronil  Diego Bautista Urbaneja
 Pedro Brito González -  Francisco Gerardo Yanes
 Alejandro Pietri  Carlos Grisanti
 Juan Francisco Bustillos -  Cristóbal L. Mendoza
 José Santiago Rodríguez  Esteban Gil Borges
 Carlos Jiménez Rebolledo  Manuel Alfredo Vargas -
 Juan de Dios Méndez y Mendoza  Juvenal Anzola
 José Loreto Arismendi  Raúl Crespo Vivas -
 Pedro Miguel Reyes -  Arminio Borjas
 Juan José Mendoza  Jesús Rojas Fernández -
 José Gil Fortoul  Guillermo Tell Villegas Pulido
 Pedro Hermoso Tellería  Pedro M. Arcaya
 Pedro Itriago Chacín  Emilio Constantino Guerrero
 Lorenzo Herrera Mendoza  Carlos Alberto Urbaneja -
 Gustavo Manrique Pacanins  Celestino Farrera -
 Rafael Marcano Rodríguez  Mons Nicolás E. Navarro -
 Laureano Vallenilla Lanz

Nota: Los 30 primeros fueron designados en 1915, los cinco últimos, en 1924.

Todos los miembros de la Academia son académicos por


definición institucional pero no necesariamente todos forman parte del
listado de juristas académicos. Monseñor Nicolás Navarro, teólogo e
historiador, fue excluido porque no era graduado en derecho ni publicó
en el área, y no es comúnmente considerado jurista. Sobre Pedro Brito
González, Juan Francisco Bustillos, Manuel Alfredo Vargas, Raul
Crespo Vivas, Pedro Miguel Reyes, Jesús Rojas Fernández, Carlos
Alberto Urbaneja, Celestino Farrera y Francisco Guzmán Alfaro no se
encontraron datos biográficos y tampoco información bibliográfica en
derecho, por lo cual fueron excluidos de la lista de juristas académicos.
En total, 25 de los 35 miembros iniciales de la Academia forman parte
de la lista.

116
LOS JURISTAS ACADÉMICOS DE VENEZUELA
HISTORIA INSTITUCIONAL Y BIOGRAFÍA COLECTIVA

La Academia de Ciencias Políticas y Sociales tiene la ventaja adicional


que sus reglas obligan a que, a la muerte de un individuo de número, el
escogido para sucederlo haga su panegírico. A la vez, cuando un nuevo
individuo de número se incorpora, un miembro de la corporación se
encarga de responder a su discurso de incorporación y hace el elogio de
nuevo miembro. También en la Academia es frecuente la colocación de
retratos generalmente acompañados de discursos biográficos. El género
de panegírico permite conocer cuáles son las virtudes de los académicos
que son dignas de elogio pero con cierta frecuencia no contienen datos
precisos, lo cual no los hace apropiados para la construcción de la
biografía colectiva.

A los efectos de la mayor precisión en los datos biográficos,


hemos preferido los contenidos en el Diccionario de Historia de
Venezuela (1997) de la Fundación Polar. Este diccionario, que realmente
es una enciclopedia de cuatro volúmenes en gran formato, también es
importante porque sólo están incluidas las biografías de las personas más
importantes en la historia de Venezuela: sólo incluye personas que han
ejercido muy altos cargos públicos, han sido muy importantes política
y socialmente, o han publicado una obra apreciada por especialistas.
Como regla general incluye sólo aquellos que ya han fallecido. 16

Otras fuentes, usadas para los que no se encuentran en el


Diccionario de Historia de Venezuela, han sido las biografías contenidas
en la obra de Anzola (1904), Quién es quién en Venezuela (1952),
Rodríguez (1957) y Felice Cardot (1971) y en obras específicas sobre
determinados autores. Internet es igualmente un recurso valioso, pero la
calidad de la información biográfica no siempre es precisa o confiable.
La existencia de datos biográficos ha sido un requisito para la inclusión
en el grupo.

16 Los criterios no son explícitos en la presentación del Diccionario, pero éstos fueron los que
inferí de mi conversación con Manuel Rodríguez Campos, uno de los principales responsables
de la elaboración de dicho diccionario enciclopédico, y con Graciela Pantin, Director Gerente
de la Fundación para la época.

CAPÍTULO III 117


ROGELIO PÉREZ PERDOMO

La formación del listado se relaciona con los datos a ser incluidos.


Un dato importante es el año de nacimiento y de muerte, pues permite
la definición del período histórico que le tocó vivir. Para la definición
de quiénes son los juristas académicos del período 1848-1958 se ha
establecido como extremos 1800 y 1899 como años de nacimiento.
Como en todo proceso en que se ponen límites temporales hay casos en
los extremos que generan dudas importantes. En particular, el caso de
Fermín Toro (1806-1865) me hizo dudar porque su obra mas vinculada
al derecho, las Reflexiones sobre la ley del 10 de abril de 1834, fue
publicada en 1845, pero la mayor parte de su obra fue publicada con
posterioridad a 1848.

Para el extremo tardío hemos tomado como marcador 1900.


Los nacidos antes de ese año han sido considerados dentro del período.
He dudado respecto Pablo Ruggeri Parra (1906-1963), pues publicó su
obra más importante antes de 1958, pero he preferido mantener la regla
del año de nacimiento.

El lugar de nacimiento y de muerte permite hacer hipótesis sobre


redes sociales e integración social. No se ha considerado importante
averiguar la nacionalidad aunque todos fueron venezolanos o tuvieron
una fuerte vinculación con Venezuela. El lugar de nacimiento es un dato
muy relevante para el período, dado que la universidad más importante
era la Universidad Central de Venezuela, en Caracas. Interesa averiguar
si esta circunstancia dio una ventaja importante a los nacidos en Caracas,
pues no tenían que hacer los viajes en una Venezuela con vías de
comunicación deficientes durante la mayor parte del período. Este dato,
acoplado con el lugar de la muerte, puede ser relevante para mostrar
integración social y movilidad geográfica de los juristas académicos.

Los datos de formación intelectual se dirigen a determinar si


tuvieron estudios universitarios y en qué disciplinas, y dónde realizaron
esos estudios. Los datos de ocupación se dirigen a conocer si ejercieron
como abogados, si desempeñaron altos cargos políticos o si fueron

118
LOS JURISTAS ACADÉMICOS DE VENEZUELA
HISTORIA INSTITUCIONAL Y BIOGRAFÍA COLECTIVA

profesores universitarios. Respecto a publicaciones interesó determinar


la abundancia de éstas y las disciplinas cultivadas.

La lista está ordenada por el año de nacimiento.

Un listado como el elaborado tiene necesariamente


imperfecciones. La principal es la capacidad limitada que tiene un
investigador individual para localizar toda la información disponible17.
Así es plausible que haya algunas omisiones. Sin embargo, esto no
invalidaría el trabajo pues se logró trabajar sobre un número suficiente
de juristas académicos a partir de cuya biografía se puedan hacer
algunas generalizaciones.

El cuadro 3-5 presenta el resumen de la biografía colectiva de


los 73 juristas académicos cuya biografía se ha podido localizar.

17 Beatriz Martínez y Miguel Fernández, bibliotecólogos de la Academia de Ciencias Políticas


y Sociales y de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas de la UCV, me proveyeron de in-
formación y ayuda pero la responsabilidad es naturalmente mía.

CAPÍTULO III 119


ROGELIO PÉREZ PERDOMO

CUADRO 3-5
JURISTAS ACADÉMICOS 1848-1958

Nombre A B C Ch D E F G H
1 Fermín Toro (1806-1865) 1 1 0 2 0 0 1 3 2
Rafael Agostini (1808-1881) 3 1 ¿? 2 0 0 1 2 2
José Francisco Mas y Rubí (1812-1876) 2 2 2 1 0 1 1 1 2
Pedro Pablo del Castillo (1813-1885) 2 1 1 1 0 0 2 1 0
Manuel María Urbaneja (1814-1897) 1 1 1 1 0 1 1 1 0
Eloy Paredes Fernández-Peña (1814-1880) 2 2 1 1 0 1 1 1 2
Felipe Larrazábal (1816-1873) 1 3 1 1 0 1 1 1 1
Elías Acosta (1816-1890) 2 1 1 1 2 1 1 1 1
Cecilio Acosta (1818-1881) 2 1 1 1 0 1 1 2 0
10 Luis Sanojo (1819-1878) 2 1 1 1 2 1 3 1 2
Caracciolo Parra O. (1819-1908) 2 2 2 1 0 1 1 1 1
Eusebio Baptista (1821-1895) 2 1 2 1 0 1 1 1 2
Rafael Seijas (1822-1900) 1 1 1 1 0 1 1 1 1
Julián Viso (1822-1900) 2 1 1 1 2 2 1 1 2
Ricardo Ovidio Limardo (1825-1907) 2 1 1 2 0 2 2 2 0
Ramón Fernández Feo (1826-1906) 2 1 1 1 1 1 2 1 1
Eduardo Calcaño y P. (1831-1904) 2 1 1 1 0 1 1 2 1
Foción Febres Cordero (1831-1911) 2 2 2 1 0 1 1 1 1
Aníbal Dominici (1837-1897) 2 1 1 1 2 1 3 2 2
20 Jesús M.Portillo (1844-1889) 2 2 1 1 0 1 1 1 2
Teófilo Rodríguez (1844-1915) 1 1 1 1 2 1 1 1 0
Rafael Fernando Seijas (1845-1902) 1 1 1? 1 0 0 3 1 1
Francisco Ochoa (1849-1907) 2 3 2? 1 2 1 2 2 1
Guillermo Tell Villegas Pulido (1854-1949) 2 1 1 1 2 1 1 1 2
Juan de Dios Méndez y Mendoza (1854-1941) 1 1 1 1 1 1 1 1 1
Pedro Hermoso Tellería (1858-1935) 2 1 1 1 2 1 1 1 2
Alejandro Urbaneja (1859-1944) 1 1 1 1 2 1 1 1 2
Nicomedes Zuloaga Tovar (1860-1933) 1 1 1 1 1 0 2 1 0
Carlos F.Grisanti (1861-1938) 2 3 1 1 2 0 1 1 2
30 José Gil Fortoul (1861-1943) 2 1 1 2 0 1 1 3 2
Juvenal Anzola (1862-1928) 2 1 1 1 2 0 1 3 2
Rafael Marcano Rodríguez (1864-1945) 2 1 1 1 1 1 1 1 0
Juan Bautista Bance (1865-1965) 2 1 1 1 1 1 2 1 0
Emilio Constantino Guerrero (1866-1920) 2 3 2 1 2 1 1 2 2

120
LOS JURISTAS ACADÉMICOS DE VENEZUELA
HISTORIA INSTITUCIONAL Y BIOGRAFÍA COLECTIVA

José Loreto Arismendi (1866-1925) 2 1 1 1 1 1 2 2 2


Arminio Borjas (1868-1942) 2 1 1 1 2 1 3 1 2
Carlos León (1868-1942) 2 1 1 1 2 1 1 2 2
Carlos Jiménez Rebolledo (1869-1951) 2 1 1 1 2 0 1 1 2
Laureano Vallenilla Lanz (1870-1936) 2 3 0 2 0 0 1 2 2
40 Julio César Salas (1870-1933) 2 2 2 2 0 1 1 2 0
Rafael Martínez Mendoza (1872-1961) 1 1 1 1 2 0 1 2 2
Pedro Manuel Arcaya (1874-1958) 2 1 1 1 2 1 2 3 2
Pedro Itriago Chacín (1875-1936) 2 3 1 1 2 1 1 1 2
Juan José Mendoza Aguerrevere (1875-1959) 1 1 1 1 1 1 1 1 0
Alfonso Calatrava (1877-1966) 2 1 1 1 2 1 1 1 1
José Santiago Rodriguez (1877-1945) 1 1 1 1 1 1 1 1 0
José Ramón Ayala (1878- 1966) 1 1 1 1 2 1 2 1 1
Esteban Gil Borges (1879-1942) 1 1 1 2 2 1 2 2 2
Simón Planas Suárez (1879-1967) 1 1 1 2 2 1 1 3 2
50 Lorenzo Herrera Mendoza (1881-1966) 1 1 1 1 2 1 2 1 1
Néstor Luis Pérez (1882-1949) 2 1 1 ? 2 0 3 1 2
Carlos Morales (1883-1971) 2 1 1 1 1 1 2 1 2
Pedro Arismendi Lairet (1885-1961) 2 1 2 1 1 1 2 1 1
Tomás Liscano Giménez (1885-1951) 2 1 1 1 1 0 2 1 2
Cristóbal L. Mendoza Aguerrevere (1886-1978) 1 1 1 1 1 1 2 3 1
Alejandro Urbaneja Alchelpohl (1886-1988) 1 1 1 1 2 1 1 1 2
Gustavo Manrique Pacanins (1887-1962) 1 1 1 1 1 1 2 1 2
Cristóbal Benítez (1887-1915) 2 3 1 2 2 1 1 1 2
Diego Bautista Urbaneja (1888-1946) 1 1 1 1 1 0 1 1 2
60 Silvestre Tovar Lange (1889-1957) 1 ? 2 1 1 0 1 1 1
Juan Penzini Hernández (1890-1974) 2 1 1 1 1 0 1 1 2
Gustavo Herrera (1890-1953) 1 1 1 2 2 1 1 1 2
Félix Angulo Ariza (1891-1971) 2 1 1 1 2 1 1 1 2
Eduardo Arroyo Lameda (1891-1977) 1 1 1 1 2 1 1 2 2
Jesús Enrique Lossada (1892-1948) 2 2 2 1 2 1 1 3 2
José Manuel Hernández Ron (1893-1957) 2 ? 1 1 1 2 1 1 0
Angel Francisco Brice (1894-1969) 2 1 2 1 1 1 1 3 0
Pedro Guzmán Rivera (1894-1981) 2 1 2 1 1 1 2 1 1
Francisco J. Parra Márquez (1896-1969) 2 1 2 1 2 1 2 2 2
70 José Rafael Mendoza Troconis (1897-1977) 2 1 1 1 1 1 3 1 1
José Loreto Arismendi Arismedi (1898-1979) 1 1 1 1 1 1 2 1 2
Antonio Pulido Villafañe (1899-1973) 2 1 2 1 2 0 1 1 2
Luís Loreto (1899-1987) 2 1 1 2 1 1 2 1 1
74 Francisco Gerardo Yanes (¿?-1946) 1 1 1 1 1 1 1 1 ?

CAPÍTULO III 121


ROGELIO PÉREZ PERDOMO

CLAVES: A Lugar de nacimiento: -1. Caracas -2. Interior -3. Fuera del país.
B Lugar de muerte -1. Caracas: -2. Interior -3. Fuera del país.
C Grado universitario: -0. Sin grado -1. Graduado en Caracas -2. Graduado en otra ciudad.
Ch Estudios o estadías fuera del país -1. Ninguna o breves -2. Prolongadas
D Ejercicio como abogado: -0. No ejerció -1. Actividad económica principal -2. Actividad
económica secundaria.
E Afiliación universitaria: -0. No fue profesor -1. Profesor en escuela de derecho -2. Profesor
en otra escuela universitaria.
F Publicaciones en derecho: -1. Escasa (9 o menos) -2. Moderada (10 a 29) -3. Abundante
(30 o más).
G Publicaciones en otras disciplinas: -1. Escasa (9 o menos) -2. Moderada (10 a 29) -3.
Abundante (30 o más).
H Altas posiciones políticas (Ministro, legislador, magistrado, gobernador de estado,
embajador): -0. Ninguna -1. Una de ellas -2. Dos o más

FUENTE: Apéndice 1.

Análisis biográfico

Todos los miembros de la lista son varones, venezolanos, con


formación en Venezuela. El que todos hayan sido varones se debe a que
las mujeres no frecuentaban la universidad en el siglo XIX o a comienzos
de siglo XX. Antes de 1950 muy pocas mujeres se graduaron en derecho
y no cabía esperarse que fueran profesoras de derecho o escribieran
libros jurídicos. Hubo en la época algunas mujeres muy destacadas en
el campo artístico o literario, como Teresa Carreño o Teresa de la Parra,
y sabemos que las mujeres se interesaban por la cultura y la literatura
desde la segunda mitad del siglo XIX (Silva Beauregard, 2007), pero las
que siguieron carreras en las artes o las letras son figuras excepcionales.
Ciertamente el derecho y la política eran coto de los hombres.

Los nacidos en la segunda mitad del siglo XIX tienen un peso


mayor en el grupo. Sólo 23/74 nacieron en la primera mitad. El grupo
está formado por el universo total, por lo cual no puede decirse que
haya sesgo en la selección sino que los nacidos en la segunda mitad del
siglo tuvieron más oportunidad de convertirse en juristas académicos o
más oportunidad de ser reconocidos como tales.

122
LOS JURISTAS ACADÉMICOS DE VENEZUELA
HISTORIA INSTITUCIONAL Y BIOGRAFÍA COLECTIVA

La mayor parte del grupo realizó sus estudios en Caracas, en


la Universidad Central de Venezuela. El patrón más común es el de
un joven provinciano (47/74 nacidos en provincia) que va a Caracas
a realizar sus estudios (56/74), se gradúa y se queda allí, y logra un
prestigio como intelectual. El grupo más pequeño que estudió y se
graduó en Mérida generalmente venía de la zona andina o de Maracaibo
y tendía a quedarse en provincia. Sólo un pequeño número estudió y se
graduó en la Universidad de los Andes y desarrolló luego buena parte de
su actividad política e intelectual en Caracas: Eusebio Baptista, Emilio
Constantino Guerrero, Julio César Salas, Cristóbal Benítez, Francisco
Parra Márquez, Pedro Arismedi Lairet, Tulio Chiossone, Silvestre
Tovar Lange, Jesús Enrique Lossada y Antonio Pulido Villafañe. La
formación en el exterior es más bien excepcional (11/74) y generalmente
era producto de misiones diplomáticas o consulares a las cuales era
enviado el joven graduado en derecho. Era una educación informal, en
el sentido de que generalmente no seguían estudios formales en una
universidad o centro de investigación. Fermín Toro, José Gil Fortoul
y Esteban Gil Borges son buenos ejemplos de este tipo de formación
europea.

El alto número juristas académicos nacidos en provincia no era


un azar. La Caracas del siglo XIX y de comienzos de siglo XX era una
ciudad pequeña que contaba con menos del 5 por ciento de la población
del país. En 1936 contaba con 136.000 habitantes. Su desarrollo se
aceleró en las décadas siguientes: alcanzó el millón de habitantes a
mediados de la década de 1950 (aproximadamente el 15 por ciento
de la población del país). Por otra parte, los jóvenes provincianos que
venían a Caracas en épocas de grandes dificultades de comunicación
debían permanecer varios años continuos lejos de sus familias, lo que
tenía un costo económico y emocional, pero seguramente volcaba al
joven a actividades intelectuales. Generaba también grupos de amigos
que se reunían a conversar sobre literatura, política o derecho. Esto
producía un cierto clima intelectual entre los estudiantes de derecho

CAPÍTULO III 123


ROGELIO PÉREZ PERDOMO

y era un incentivo para la participación política.18 Para los patrones


de hoy, Caracas ofrecía pocas distracciones aparte de la lectura y la
conversación pero era de todas maneras la ciudad más grande del país y
su capital. Ofrecía oportunidades para el desarrollo personal intelectual
y político y esto explica que la mayor parte de los graduados en derecho
y ciertamente de los juristas académicos se hayan quedado en la capital
y muriera en ella. En el grupo analizado sólo 8/74 murió en el interior
del país y 7/74 en el exterior. La muerte en el exterior generalmente
ocurrió por encontrarse en exilio político o en el ejercicio de un cargo
diplomático.

Otro rasgo común de los integrantes del grupo era la frecuencia


del ejercicio de altos cargos políticos. Con frecuencia los juristas
académicos desempeñaron dos o más funciones del rango de ministros
del gabinete, procuradores generales, jueces supremos, parlamentarios,
embajadores (41/74) o al menos un alto cargo (19/73). Algunos
ejercieron la profesión de abogado con éxito, pero salvo excepciones,
el tiempo de ejercicio profesional ocurría cuando las circunstancia
políticas lo sacaban del gobierno. Uno de los juristas que se distinguió
como abogado fue José Loreto Arismendi (1866-1925): “Pocos cargos
públicos ha servido el doctor Arismendi, pues le agrada preferentemente
el ejercicio de la profesión de abogado, que satisfactorios resultados le
ha producido” (Anzola 1904:42). A pesar de ello fue Administrador de
la Aduana de Carúpano, Ministro de Fomento, Ministro de Correos y
Telégrafos y Ministro del Interior, aparte de profesor de derecho civil en
la Universidad Central.

En general, el ejercicio profesional de la abogacía no era una


fuente importante y estable de ocupación y de ingresos en la segunda

18 Un relato vívido del desarraigo producido por la mudanza a Caracas y las conversaciones
intelectuales que producía la debo a mis conversaciones con Rafael Pizani (v. entrevista a
Rafael Pizani en Pérez Perdomo, 1981). Los grupos literarios se nutrieron de estos estudiantes
(conversaciones con Francisco Pérez Perdomo, participante activo en el grupo de bohemia
intelectual que luego se convirtió en el Grupo Sardio).

124
LOS JURISTAS ACADÉMICOS DE VENEZUELA
HISTORIA INSTITUCIONAL Y BIOGRAFÍA COLECTIVA

mitad del siglo XIX y las primeras décadas del siglo XX. El ejemplo
más notable es el de Luis Sanojo (1819-1878), que ha pasado a ser una
especie de ícono entre los abogados y juristas académicos venezolanos
por la importancia de su obra. Sanojo ejerció la ocupación de abogado
y como le gustaba publicar, conocemos hoy un número de sus escritos
como abogado. Se convirtió también en impresor y publicó varias
revistas, entre ellas El Foro, la más conocida de las publicaciones
periódicas venezolanas. A partir del triunfo de los liberales en 1870,
Sanojo cayó en desgracia política, sufrió un largo arresto domiciliario
y no ejerció cargo público alguno ni fue designado profesor en la
universidad. La ocupación de abogado no lo proveyó de recursos y
debió fundar un colegio de niñas para sobrevivir. Murió en la pobreza
(Brice, 1956).

Otro ejemplo de un jurista posterior muestra la misma dificultad


de mantenerse como abogado: José Ramón Ayala (1878-1966) fue
considerado exitoso como abogado (y escritor), pero por las dificultades
económicas debió aceptar ser defensor público ante la Corte de
Casación (Gutiérrez Alfaro, 1968). Correspondientemente, el ejercicio
profesional era una ocupación relativamente ligera, que permitía que la
persona leyera con cierta intensidad y escribiera y publicara si gustaba
de hacerlo. Por eso se podía ser abogado, profesor universitario,
poeta o músico, todo simultáneamente, pero sin que ninguna de estas
actividades produjeran gran provecho económico. Esto era provisto por
cargos gubernamentles. Por ejemplo, respecto a Carlos Álamo Ibarra
(Caracas, 1900-¿?) dice su panegirista:

“Álamo es el tipo de venezolano que (no) encuentra en el campo que se


ofrece a su vida un rumbo definido para sus inquietudes y que, provisto
de una profesión liberal que ocasionalmente ejerce, transita diversas rutas
conectadas con su inclinación por las letras y actúa como político, diplomático,
escritor y, en general, servidor público, cargado de preocupaciones y afanes
intelectuales” (Boletín de la Academia de Ciencias Políticas y Sociales,
1961, 19, pag 4).

CAPÍTULO III 125


ROGELIO PÉREZ PERDOMO

Hubo excepciones, como la mencionada de José Loreto


Arismendi. Nicomedes Zuloaga (1860-1933) y Juan Bautista Bance
(1865-1965) fundaron escritorios especialmente importantes para la
historia de la abogacía en Venezuela y cuyo éxito como abogados les
produjo considerables medios económicos.

Salvo 16 personas, el resto del grupo fueron profesores


universitarios. Tampoco la docencia universitaria producía ingresos
adecuados para una vida confortable. Manuel María Urbaneja (1814-
1897), ingeniero, abogado y muy apreciado como profesor, fue
auxiliado por el Congreso de la República que acordó una erogación de
15.000 pesos para comprarle una casa (Zawisza, 1997). Cecilio Acosta,
profesor universitario, codificador y uno de los intelectuales más
distinguidos del siglo XIX murió en la pobreza (en 1881)19. Por esto
no puede decirse que existiera una carrera académica como una opción
profesional. Pero seguramente la docencia universitaria producía un
reconocimiento social. Esto se analizará en la sección de reconocimiento
a la actividad intelectual. Pero la persona podía ser reconocida como un
jurista académico sin ser profesor universitario y sin publicaciones o
con muy escasas publicaciones.

Un jurista académico con carrera ocupacionalmente atípica


fue Julio César Salas (1870-1933), profesor de sociología en la
Universidad de los Andes y un intelectual importante para la historia
del pensamiento político y la creación de la lingüística y la antropología
en Venezuela. Se mantuvo como un gentleman farmer a quien su
fortuna familiar y personal le permitió dedicarse a la vida intelectual.

19 Destacamos la caracterización de Cecilio Acosta que hace Carlos Pereyra en el prólogo a


su libro póstumo Estudios de derecho internacional (Acosta, 1917:IX). “D.Cecilio Acosta no
viajó, no se casó ni tuvo hijos.No fue funcionario público. Vivió en el retiro de un modesto
ejercicio de la abogacía; tuvo el culto del amor filial; todas sus fuerzas se contraron el estudio
desinteresado de las Letras. / No viajó; pero conocía la lengua, las costumbres, la literatura, la
historia y la vida pública contemporánea de naciones próceres. Leía de corrido a Goethe y a
Manzoni, a Thackeray y a Burns, a Balzac y a Poe. / La antigüedad clásica le era tan familiar
como Caracas.”

126
LOS JURISTAS ACADÉMICOS DE VENEZUELA
HISTORIA INSTITUCIONAL Y BIOGRAFÍA COLECTIVA

Aunque sus actividades periodísticas en su juventud lo mostraban muy


interesado en política, desarrolló disgusto hacia los regímenes políticos
que le tocó vivir y no ejerció cargos políticos ni diplomáticos, ni fue
un abogado activo en la profesión. Fue un verdadero investigador que
publicó abundantemente. Seguramente puede considerarse el primer
jurista académico con dedicación total a la vida académica, pero no fue
profesor en su madurez ni obtuvo el reconocimiento de ser miembro
de la Academia, probablemente por su distancia frente al régimen de
Gómez (Strozzi, 1992).

En general, puede decirse que se esperaba de los juristas


que ejercieran cargos públicos o diplomáticos. Estos últimos podían
ser vistos como premios para una persona que se distingía como
intelectual.20 Salvo excepciones, el ejercicio profesional de la abogacía
se realizaba en épocas de relativo desempleo. Hubo unos pocos que no
se interesaron en el ejercicio de cargos públicos o no fueron llamados
a desempeñarlos. Es el caso de Cecilio Acosta, profesor de derecho y
redactor del Código Penal, aparte de uno de los escritores e intelectuales
más importantes del siglo XIX, pero que no se interesó en el ejercicio
de la abogacía, se apartó de la política y no fue considerado para cargos
públicos (Sambrano Urdaneta, 1969; Rodríguez Ortiz, 1997).

La abogacía tenía una dimensión intelectual. En la Caracas


de comienzos del siglo XX había alegatos orales y Carlos Mendoza
señala que los abogados asistían a los tribunales diariamente, atendían
sus asuntos y luego se quedaban para escuchar los alegatos de sus
colegas (Entrevista en Pérez Perdomo, 1981:394). Cuando un caso era
importante, el abogado estudioso publicaba sus informes generalmente
20 Un caso notable de jurista intelectual es José Antonio Ramos Sucre (1890-1930). Se
distinguió desde muy joven en su nativa Cumaná por su vocación a la lectura, su erudición
y su facilidad para aprender idiomas. Como previsible en la época y a pesar de estrecheces
económicas familiares viajó a Caracas para estudiar derecho, obtuvo empleo en el Ministerio de
Relaciones Exteriores y luego fue enviado como cónsul a Ginebra. Es considerado el poeta más
innovador de la primera mitad del siglo XX. Se suicidó a los cuarenta años (F. Pérez Perdomo,
1969).

CAPÍTULO III 127


ROGELIO PÉREZ PERDOMO

en forma de folleto. Algunos artículos son informes de abogados


apenas disfrazados, como lo señaló Melich Orsini (1976:733), o pura y
simplemente se publicaba el alegato. La tendencia era a publicar poco o
no publicar, pues las comunicaciones orales podían establecer el prestigio
del abogado o intelectual. Sólo seis autores pueden considerarse de obra
abundante en derecho (Luis Sanojo, Aníbal Dominici, Rafael Fernando
Seijas, Arminio Borjas, Néstor Luís Pérez y José Rafael Mendoza) y 19
tienen un volumen moderado, lo cual implica que la mayoría publicó
poco o no publicó nada. Entre las personas con un volumen moderado
se encuentran grandes juristas como Ramón Feo, Francisco Ochoa,
Rafael Marcano Rodríguez, Juan Bautista Bance, Pedro Manuel Arcaya,
Lorenzo Herrera Mendoza, Tomás Liscano, Cristóbal L. Mendoza, Luis
Loreto. Un buen número publicó mucho u obras muy importantes en el
campo de la historia, la política o la literatura. La contribución principal
de autores como Cecilio Acosta, José Gil Fortoul, Carlos León, Simón
Planas Suárez, Cristóbal L. Mendoza, Jesús Enrique Lossada, fue en
campos distintos al derecho.

Con los datos actualmente disponibles pueden construirse tres


sub-grupos. El primero es el de los juristas-juristas, es decir aquellos
orientados fundamentalmente hacia el derecho y especialmente la
legislación. El primero en este grupo realizó una obra compilatoria de
legislación de enorme importancia: Pedro Pablo del Castillo publicó
el Teatro de la legislación colombiana y venezolana (1852). En este
grupo pueden situarse a los comentaristas de los códigos Luis Sanojo,
Aníbal Dominici, Ramón F. Feo, Francisco Ochoa, Arminio Borjas,
Rafael Marcano Rodríguez, Carlos Morales. Nicomedes Zuloaga y
Silvestre Tovar Lange fueron estudiosos del código civil y de comercio
y del cambio de las reglas jurídicas en las sucesivas reformas. Gustavo
Manrique Pacanins estudió las reformas del Código Civil, la influencia
del Código Napoleón en Venezuela, y la jurisprudencia de la casación
venezolana a fin de extraer máximas o principios. Tal tendencia
revela una concepción del derecho como reglas fundamentalmente a
ser encontradas en la legislación y, en menor grado, en las decisiones

128
LOS JURISTAS ACADÉMICOS DE VENEZUELA
HISTORIA INSTITUCIONAL Y BIOGRAFÍA COLECTIVA

judiciales que interpretan la legislación. Estos juristas configuran lo que


puede llamarse la escuela exegética venezolana que se prolongó hasta
la segunda mitad del siglo XX en la obra de Tulio Chiossone y Rafael
Alfonzo Guzmán.

Dentro de este grupo de juristas-juristas puede incluirse a


Ricardo Ovidio Limardo, el primer comparatista venezolano. A Néstor
Luis Pérez, Lorenzo Herrera Mendoza y Luís Loreto. Pérez fue un
jurista prominente, autor de varias obras importantes para el derecho
mercantil publicadas a comienzos del siglo XX. Herrera Mendoza
fue un jurista particularmente culto, con muy buen conocimiento del
derecho venezolano y extranjero, la historia del derecho y el derecho
internacional privado. Su obra jurídica publicada es importante y
variada. Fue el primer director del Seminario de Derecho Privado en la
Universidad Central de Venezuela que se convirtió luego en el Instituto
de Derecho Privado. En ese sentido corresponde a la idea de investigador,
figura que se desarrolló en la segunda mitad del siglo XX. Sus biógrafos
lo presentan también como un sabio que generaba la veneración de
sus alumnos (Mármol, 1970)21, lo cual parece corresponder más a la
primera mitad del siglo. Loreto, nacido en 1899 y fallecido en la década
de 1980, es un jurista que comenzó a publicar hacia 1940 y se mantuvo
activo al menos hasta 1980. Sus obras son impresionantemente bien
documentadas, muy cuidadosas en la construcción del razonamiento
y de los conceptos jurídicos.22 Tendría rasgos que caracterizaron a los

21 “La profundidad de sus conocimientos, la agilidad de su memoria, lo erigían…en sabio


expositor de jurisprudencia y doctrinas para guiar a clientes y consultantes. Comparaba
diestramente la legislación nacional con legislaciones extranjeras y sabía el origen de las
normas que aquéllas y en éstas constituyen la estructura de las instituciones. Nadie ha olvidado
cómo crecía intelectualmente delante de todos, conservando sin vanagloria la naturalidad de la
sapiencia” (Mármol, 1970:18)
22 Sobre Loreto dice Luis Felipe Urbaneja (1985): “Al tratar de la sentencia de declaración
de simple o mera certeza sobre la cual no tenemos normas positivas sino una jurisprudencia
insegura y podríamos añadir que algo oscura, el Dr. Loreto se da a la tarea de precisar y aclarar
conceptos, lo cual logra por completo. Resultado de su esfuerzo es una definición que pone
punto final a las dudas que pudieran haber surgido sobre esta materia, relativamente nueva entre
nosotros. (…) En cuanto al estilo, el doctor Loreto, siguiendo la tradición de nuestros maestros

CAPÍTULO III 129


ROGELIO PÉREZ PERDOMO

académicos del derecho de la segunda mitad del siglo. Es generalmente


acreditado como introductor de la doctrina procesal moderna y del
conceptualismo jurídico, en lo que probablemente lo acompañaron Juan
Pablo Pérez Alfonzo y Luís Felipe Urbaneja Blanco, quienes no dejaron
obras jurídicas publicadas que permitan asegurar este aserto.23

El segundo grupo, tal vez el más numeroso entre quienes


publicaban, está constituido por los interesados en historia, economía,
ciencias sociales y literatura. Puede ser estudios que vinculen historia y
derecho y, en ocasiones, fundamentalmente históricos. Cecilio Acosta,
José Gil Fortoul, Pedro Manuel Arcaya, Laureano Vallenilla Lanz,
Carlos León y Julio César Salas pueden ser situados en este grupo. José
Rafael Mendoza Troconis fue un importante penalista con actividad
internacional en su área. Cultivó también la criminología y la sociología.
También era frecuente que los juristas académicos publicaran textos
literarios como Cecilio Acosta, Emilio Constantino Guerrero, José
Loreto Arismendi y Rafael Marcano Rodríguez. Un cierto número de
juristas académicos fueron también miembros de la Academia Nacional
de la Historia y la de la Lengua. Hay también un número de juristas
que publicaban estudios históricos de tipo retórico en los cuales no hay
investigación sino fundamentalmente un lenguaje ornado y una prosa
emocional.

La contribución de los juristas historiadores sociales,


especialmente Gil Fortoul y Vallenilla Lanz, es importante y muy
apreciada o discutida en el siglo XX. Al igual que algunos juristas
en la ciencia del derecho, es escritor muy elegante. Su párrafo es airoso, noble, y la soltura y
claridad realzan los escritos jurídicos del professor. Surgen con naturalidad, construida la frase
en forma armoniosa y bien cortada, sin necesidad de las galas retóricas en que abundaban los
juristas de otras épocas contagiados de romanticism literario”.
23 He recogido esta opinión sobre la enseñanza de Pérez Alfonzo y Urbaneja Blanco por
tradición oral. La búsqueda en la base de datos de la Academia de Ciencias Políticas y Sociales
arrojó once publicaciones realizadas por Luis Felipe Urbaneja de las cuales cuatro son discursos
y una es un informe. Dos trabajos son de doctrina jurídica y puede que revelen la tendencia
conceptual. He tenido información que existen notas mimeografiadas de las clases de Urbaneja
y he visto notas mecanografiadas de clase de Pérez Alfonzo pero no he trabajado sobre ellas.

130
LOS JURISTAS ACADÉMICOS DE VENEZUELA
HISTORIA INSTITUCIONAL Y BIOGRAFÍA COLECTIVA

anteriores, como Sanojo, ellos notaron la distancia entre las reglas


del derecho, especialmente las constitucionales, y la manera cómo
funcionaba el estado venezolano, pero ellos no se limitaron a condenar
las desviaciones ante la norma sino que exploraron la idea de una
constitución real u orgánica en el país. Es bien conocido que esto los
llevó a justificar la dictadura de Gómez, con la cual colaboraron de forma
destacada. Es menos conocido que partiendo con la misma aproximación
social Julio César Salas analiza la relación entre civilización y barbarie
con conclusiones opuestas. Nótese que Gil Fortoul y Vallenilla Lanz
encontraron mucho mayor reconocimiento intelectual que Salas.

El grupo más numeroso es el constituido por personas que no


publicaron, o que en el caso de haber publicado, sus trabajos fueron
considerados de tan escasa monta que no han sido mencionados en
ninguna de las bibliografías jurídicas consultadas. Esto no implica que
debamos negarlos como juristas académicos. Muchos de ellos fueron
profesores muy apreciados. Otros no fueron profesores pero el hecho
de que hayan sido designados individuos de número de la Academia
sugiere que gozaron de prestigio como intelectuales. Probablemente
esto deba entenderse que corresponden a la imagen del sabio, que no
precisaba dejar un testimonio escrito y publicado de su trabajo para que
su sabiduría fuera reconocida. También en este grupo están los “falsos
positivos”, es decir aquellos que obtuvieron el reconocimiento como
juristas intelectuales o académicos sin realmente serlo, pero que por
amistad o adulación de quienes controlaban las instituciones fueron
reconocidos. Este puede haber sido el caso de Victorino Márquez
Bustillos, quien era Presidente Provisional de la República en 1918
cuando fue electo para la Academia de Ciencias Políticas y Sociales.
Su biografía no señala que haya sido profesor universitario ni autor de
obras de importancia académica.24

24 Victorino Márquez Bustillo (Guanare 1858-Caracas 1941). “Abogado y político”. Graduado


de derecho en UCV. No fue profesor. Diputado, secretario de gobierno, gobernador de estado,
ministro y Presidente Provisional de la República 1915-1922. Miembro de la Academia
desde 1918. Autor de un estudio sobre la Revolución Libertadora, de una biografía elogiosa

CAPÍTULO III 131


ROGELIO PÉREZ PERDOMO

Publicaciones, reconocimiento y política

Esto lleva a analizar el lugar de las publicaciones en la época


y los motivos para publicar o dejar de hacerlo. Anzola (1904) en su
biografía de juristas de esa época destaca la importancia de la elocuencia
o expresión oral. Las virtudes de la expresión oral eran diversas, algunas
relacionadas con la elocución misma, la apropiada construcción de
discursos, la claridad, la expresión vigorosa o sobria. Había también la
ocasión de exhibir tales dotes en múltiples ocasiones de conferencias
públicas, actos culturales, y reuniones informales. Citemos un ejemplo:

“El doctor (José Santiago) Rodríguez siente vocación por la oratoria,


en la cual ya sobresale por las buenas condiciones que posee: es alto,
de aspecto distinguido, tiene la voz llena, potente, sonora, es nervioso,
siente la inspiración y se comunica con los que le oyen impresionándolos
agradablemente. Su discurso de orden en la sesión solemne del Colegio de
Abogados en 1902, fue un triunfo oratorio que exhibió al joven abogado, por
su bello decir, por sus ideas nuevas y elevadas” (Anzola, 1904:118).

En el ejercicio de la profesión de abogado había también actos


públicos de informes que, en casos de interés, concitaban la atención
de un público que efectivamente presenciaba el acto. Además estaba
la conversación o el arte de conversar, seguramente más cultivado en
esa época que en la nuestra. Por ejemplo, Gutiérrez Alfaro dice de José
Ramón Ayala que “cultivaba el arte de la conversación tan ilustrada
como ágil, sin que faltara en ella los múltiples destellos del talento y
la gracia multiforme del espíritu. Deleitaba y persuadía” (Gutiérrez
Alfaro, 1968:4).

de Gómez y otras obras políticas menores. No tengo elementos para sostener que Márquez
Bustillos careciera de méritos para ser reconocido como jurista académico conforme a los
patrones de la época, pero fue bajo su presidencia provisional que se creó la Academia y se
designaron los individuos de número. En la primera vacante él fue llamado a formar parte de la
Academia por aquellos a quien él había designado. No quedó dentro de la muestra y no está en
el listado porque no formó parte de la cohorte de la Academia de 1917 y no ha sido reconocido
posteriormente como jurista académico por los autores de obras sobre pensamiento jurídico o
bibliografías jurídicas.

132
LOS JURISTAS ACADÉMICOS DE VENEZUELA
HISTORIA INSTITUCIONAL Y BIOGRAFÍA COLECTIVA

Todo esto permitía la construcción de un prestigio intelectual


sin necesidad de escribir y publicar. Pero no todos eran elocuentes. Por
ejemplo Anzola dice de Juan Bautista Bance que “no podemos decir
que se parezca siquiera a Dupin-Ainé, que hacía prisioneros encantando
a sus oyentes con la magia arrebatadora de su palabra” (Anzola,
1904:70), pero podía construir muy bien sus argumentos: “Como
abogado el doctor Bance analiza los asuntos, escoge sus detalles, y uno
a uno los desmenuza. Un informe suyo es la razón aplicada al derecho
evidenciado” (Anzola, 1904:71).

La buena escritura también era apreciada. Por ejemplo, Cecilio


Acosta comenta la obra de legislación comercial comparada de Ricardo
Ovidio Limardo destacando sus virtudes de escritura: “en el volumen
dado a luz las doctrinas viene siempre bien: si recibidas, por lo fácil de
la exposición; si disputadas, por la fuerza de la lógica; que el lenguaje
es puro y castizo y el estilo se eleva, cuando la oportunidad lo trae, hasta
aquella entonación sobria que tanto luce en los maestros de la lengua, y
que el autor ha dado a su profesión una guía, al mundo literario letras y
honra a la Patria” (Acosta, 1917: 275).

Anzola, refiriéndose a José Santiago Rodríguez dice: “Los


trabajos de Rodríguez no son artículos pasajeros, ni apreciaciones más
o menos frívolas sobre detalles indiferentes de la vida, son trabajos de
erudición, útiles, porque tienen la belleza del pensamiento, la solidez
de la ilustración, espontaneidad de las ideas y soltura y elegancia en
la exposición de las mismas. Recuérdese su estudio sobre la pena
de muerte, almacenes generales, sentencias indeterminadas…y sus
apreciaciones sobre las diversas escuelas de derecho penal…” (Anzola,
1904:116-117).

En tales circunstancias, ¿quiénes publicaban? Sólo pueden


formularse hipótesis. Algunos tal vez no estaban completamente
satisfechos con limitarse al público local y deseaban alcanzar un público
más amplio. Probablemente Pedro Manuel Arcaya, José Gil Fortoul,

CAPÍTULO III 133


ROGELIO PÉREZ PERDOMO

José Santiago Rodríguez y José Rafael Mendoza, quienes eran buenos


lectores y tenían bibliotecas inusualmente nutridas para la época, estén
en este grupo. Tal vez otros sentían que se expresaban mejor por escrito,
como parece ser el caso de Bance. Pero muchos no parecían darle
importancia a las publicaciones. Cuando comenzaron a cambiar las
reglas en la Universidad y las publicaciones eran tenidas en cuenta para
la clasificación del profesor en la década de 1950, Arismendi Lairet
respondió al requerimiento institucional de enumerar sus publicaciones
señalando que tenía “muchos escritos y alegatos jurídicos publicados
unos en folletos, otros en revistas y periódicos, todos publicados en
Caracas, pero cuya fechas y títulos precisos no he tenido tiempo de
verificar con toda exactitud, entre los años 1908 y 1944” (Citado por
Gonzalo Parra Aranguren, 1971:87). Parra Aranguren cita varios de
estos trabajos, pero no aparecen en la base de datos Ulpiano de la
Academia de Ciencias Políticas y Sociales ni son mencionados en
las bibliografías jurídicas venezolanas. Lo hemos colocado entre las
personas de producción publicada escasa porque no se han podido
localizar sus publicaciones. En todo caso, la cita muestra que no todos
los juristas académicos daban importancia a sus publicaciones.

Quienes publicaban no necesariamente alcanzaban más


reconocimiento. Entre los juristas académicos que no fueron designados
miembros de la Academia de Ciencias Políticas se cuenta a Julio César
Salas, Carlos León, Nicomedes Zuloaga y José Rafael Mendoza Troconis,
cuyas obras han sido muy apreciadas por los juristas posteriores. Los
cuatro fueron muy diferentes en su personalidad y en su orientación
académica. León y Salas estaban interesados en la relación entre el
derecho y las ciencias sociales, pero Salas tendía a plantear sus temas
en un mayor nivel de abstracción. Zuloaga era un jurista más próximo a
la exégesis, con interés en la historia de las normas jurídicas. Además
formaba parte de la alta sociedad caraqueña, mientras los otros eran
provincianos. Era también un abogado muy exitoso. Mendoza Troconis
fue un penalista muy apreciado nacional e internacionalmente. Fue
miembros de academias penales en México, Cuba y Argentina, tuvo

134
LOS JURISTAS ACADÉMICOS DE VENEZUELA
HISTORIA INSTITUCIONAL Y BIOGRAFÍA COLECTIVA

numerosas publicaciones, algunas fuera de Venezuela. A pesar de la


importancia de sus publicaciones ninguno de ellos fue invitado a formar
parte de la Academia. Tal vez no lo fueron por motivos distintos a su
producción intelectual: todos fueron contrarios al régimen de Gómez.
León estaba preso en La Rotunda cuando se constituyó la Academia.
Zuloaga había tenido figuración política importante desde final del
siglo XIX y se mantuvo distante del gomecismo. Esto seguramente lo
excluyó de la Academia. Estuvo varios años preso a partir de 1928.
Salas se opuso al régimen, sin mencionarlo directamente, en su obra
mayor, Civilización y barbarie. No debe olvidarse que la Academia fue
creación del régimen de Gómez y que el régimen no se distinguió por
aceptar la disidencia. La exclusión se mantuvo después de la muerte de
Gómez, pues Mendoza murió en 1997. En otros casos, la producción
académica fue escasa, pero en el reconocimiento como académico
pudo haber influido una carrera con muy altos cargos políticos. En
otras palabras, el reconocimiento a una labor intelectual pudo haber
sido afectado por contingencias políticas o de otra naturaleza. Por
ejemplo, Mendoza Troconis no tuvo una figuración política importante,
tuvo amplio reconocimiento internacional por sus publicaciones y por
su participación en conferencias internacionales, fue muy activo como
profesor y conferencista y fue activo también como abogado. Tuvo
además una larga vida. La Universidad Central de Venezuela publicó
un libro en su homenaje en 1998. No es fácil explicar por qué fue
preterido por la Academia de Ciencias Políticas y Sociales cuando hoy
sus méritos académicos parecen de tanta relevancia.

Adicionalmente debe ser considerada la dificultad para publicar.


No había editoriales y muchos intelectuales dejaron una obra dispersa.
Un caso que muestra esta dificultad es Cecilio Acosta. Liscano (1962),
en su trabajo sobre la historia de la cultura en Venezuela, destaca
su enorme importancia pero advierte: “no dejó libros orgánicos o
acabados en sí mismos, unidades editoriales que contuvieran sus
ideas. Su bibliografía está compuesta por textos dispersos, poemas
sueltos, ensayos, epistolarios reales o imaginarios, esbozos, discursos”.

CAPÍTULO III 135


ROGELIO PÉREZ PERDOMO

Sus obras completas fueron publicadas en la década de 1980 en dos


volúmenes.

Melich Orsini (196:723) señala que “la fama de nuestros juristas


se adquiría entonces por sobre todo en el ejercicio de la profesión
de abogado y por el encumbramiento a altos destinos políticos”.
Seguramente tiene razón y estos dos elementos probablemente tuvieron
más importancia en el reconocimiento a los juristas que los logros
propiamente académicos, como su contribución al derecho y a otras
disciplinas en forma de publicaciones y el prestigio como profesor. Esto
seguramente también explica el menor reconocimiento a los profesores
de la Universidad de los Andes, pues Mérida quedaba lejos del poder
político y la práctica de la abogacía en ciudades muy pequeñas era
necesariamente limitada. José Rafael Mendoza era un abogado penalista
y el derecho penal era visto como una forma menos importante del
ejercicio del derecho en la época.

En relación con el prestigio académico derivado del ejercicio de la


profesión de abogado, claramente se trata de una confusión entre los
valores académicos y los profesionales. El ejercicio de altos cargos
públicos está menos relacionado con valores intelectuales, aun en
regímenes en los cuales se prestaba atención a la capacidad intelectual.
Pero esto plantea otro problema que vamos a dejar para ser tratado en el
capítulo final de esta obra: cómo juristas distinguidos y hasta profesores
de derecho se prestaron para colaborar con los gobiernos autoritarios de
Guzmán Blanco, Cipriano Castro, Juan Vicente Gómez y Marcos Pérez
Jiménez. Fueron regímenes que no respetaban derechos constitucionales
y, en definitiva, negaban los valores del derecho. Por supuesto, nos
referimos a los juristas que colaboraron con esos regímenes y no a
quienes con valor y determinación se opusieron a ellos o se apartaron
de la vida política, como Cecilio Acosta, Sanojo, Zuloaga, Salas, León
y Ruggeri Parra.

136
LOS JURISTAS ACADÉMICOS DE VENEZUELA
HISTORIA INSTITUCIONAL Y BIOGRAFÍA COLECTIVA

IV
INSTITUCIONALIZACIÓN/
PROFESIONALIZACIÓN DE LA
INVESTIGACIÓN Y SUS LÍMITES
(1958-2010)*

* Trabajé los temas de institucionalización y profesionalización de la investigación jurídica


gracias a la invitación y también la orientación de Hebe Vessuri, Larissa Lomnitz, Yajaira
Freites, Walewska Lemoine y Edmundo Fuenzalida y otros sociólogos de la ciencia en la
década de 1980. Los temas de la época pueden ser apreciados en Vessuri (1984) y mis trabajos
en Pérez Perdomo (1984 y1981-85). Este capítulo tiene una orientación distinta a los trabajos
de esa época, pero no hubiera descubierto el tema si no es por mis colegas de la sociología e
historia social de la ciencia.

CAPÍTULO IV 137
LOS JURISTAS ACADÉMICOS DE VENEZUELA
HISTORIA INSTITUCIONAL Y BIOGRAFÍA COLECTIVA

En este capítulo se analizará la producción y difusión del


conocimiento jurídico en el período contemporáneo o más reciente de
la historia venezolana. En relación con el tema de esta obra el período
se caracteriza por la creación de institutos de investigación en materia
jurídica y de las ciencias sociales dentro de las universidades y por el
esfuerzo general de estimular la producción y difusión de conocimientos.

Generalmente se considera que el período contemporáneo de


la historia de Venezuela se inicia en enero de 1958 con la caída del
gobierno del General Marcos Pérez Jiménez y la instauración de un
sistema político democrático. Fue una democracia representativa en
la cual los partidos políticos tuvieron un papel muy importante, tal
vez excesivo pues intervenían en muchos aspectos de la vida social,
incluyendo la universitaria. Por esto se lo ha llamado una democracia
de partidos. El sistema pareció muy estable hasta mediados de la
década de 1980, pero la crisis económica lo debilitó hasta el punto
que la década de 1990 fue de severa crisis (Álvarez, 1996; Kornblith,
1998). Esto llevó a elegir en 1998 como Presidente de la República
al Teniente Coronel Hugo Chávez, un militar que había intentado un
golpe de estado en 1992 y se presentó como candidato fuera de los
partidos tradicionales. La propuesta de Chávez fue profundizar el
sistema democrático, pasando de una democracia representativa a
una “participativa”, con mayor inclusión social, debilitamiento de los
órganos de representación y del papel de los partidos políticos. En
1999 se convocó una asamblea constituyente y se aprobó una nueva
constitución. Chávez ha sido Presidente desde entonces hasta su muerte

CAPÍTULO IV 139
ROGELIO PÉREZ PERDOMO

en 2013, con un completo control de los distintos órganos del estado


pero no exento de severas turbulencias. El sistema político ha mantenido
elecciones regularermente y el chavismo ha perdido algunos referendos
y elecciones sin que esto haya hecho mella en su proyecto de asentar un
poder personal e impulsar una revolución socialista.

La economía fue de rápido crecimiento económico en las


décadas de 1960 y 1970 con una política de sustitución de importaciones,
protección a la producción nacional, creación de empresas públicas y
regulación económica. El país experimentó un desarrollo industrial
significativo que llevó al rápido crecimiento de la población urbana.
La política condujo al endeudamiento externo y al estancamiento de
la economía lo que significó que la década de 1980 fueran “años de
mengua” (Baptista, 1989). Las cifras muestran tanto una caída de la
inversión privada como de los salarios reales a partir de 1978 (Baptista,
1989). La década de 1990 tuvo severos altibajos. Comenzó con
políticas de apertura al mercado, privatización de empresas públicas
y desregulación, pero a pesar de un éxito económico considerable, el
descontento social produjo cambios de rumbo (Hidalgo Trenado, 2002;
Navarro, 1994; Crisp, Levine & Rey, 1994). Durante la etapa de Chávez,
en la cual proliferaron los controles y la estatización de empresas, los
elevados precios petroleros y políticas redistribucionistas llevaron a un
período de crecimiento basado en importaciones con destrucción del
tejido industrial y, en general, productivo (Corrales & Penfold, 2011).

En políticas sociales el período se caracteriza por un esfuerzo


importante en proveer servicios de salud y educación a la población,
con creciente cobertura en ambas áreas, aunque lamentablemente la
extensión de los servicios no estuvo acompañada de esfuerzos por
mejorar su calidad. Durante el régimen de Chávez los esfuerzos de
extensión se intensificaron con servicios públicos (llamados misiones)
paralelos al aparato del estado (Gómez, 2012).

Las políticas económicas y sociales tuvieron un efecto


demográfico importante. La población creció rápidamente no sólo

140
LOS JURISTAS ACADÉMICOS DE VENEZUELA
HISTORIA INSTITUCIONAL Y BIOGRAFÍA COLECTIVA

debido a la natalidad y descenso de la mortalidad sino al atractivo


que significó el desarrollo económico y social de Venezuela desde la
década de 1950. Las primeras olas inmigratorias vinieron de Europa
en la década de 1950 y en las décadas siguientes desde otros países
latinoamericanos. Las dificultades económicas de las décadas de 1980
y 1990 detuvieron la inmigración y desde 2000 las políticas del régimen
de Chávez generaron una tendencia de emigración. Como resultado, el
crecimiento de la población se ha moderado.

El esfuerzo en educación es especialmente pertinente para


este trabajo. La población venezolana alcanzó una elevada tasa de
escolarización con la disminución muy substancial del analfabetismo.
A pesar de que la deserción escolar es alta, la educación superior creció.
El cuadro 4-1 presenta un resumen de los principales indicadores.

Cuadro 4-1
Principales indicadores sociales

Indicadores sociales 1961 1971 1981 1990 2001 2011


Población por 1.000
7.869 11.094 15.515 19.602 23.023 28.000
habitantes
Población rural (Por ciento) 41 30.7 22.2 16 12 7
Expectativa de vida al
63.8 66.1 68.8 71.8 72.6 74.4
nacer
Población analfabeta (%) 36.7 23.5 15 10.0 7 4.9
Matrícula en educación
29.722 100.058 326.190 537.698 835.596 2016.756
universitaria

FUENTES: ONU Statistical yearbook. UNESCO: Statistical yearbook. Venezuela INE. Para
educación universitaria http://estadísticas.mppeu.gob.ve.

El capítulo tiene tres partes. En la primera se analizará el


desarrollo institucional del período, en la segunda se analizará
biográficamente a los juristas académicos y en la tercera se revisará su
producción.

CAPÍTULO IV 141
ROGELIO PÉREZ PERDOMO

Los esfuerzos de profesionalización de la investigación en derecho

Las política universitarias

La Ley de Universidades del 5 de diciembre de 1958 estableció


en su artículo 3:

“Las universidades deben realizar una función rectora en la educación, la


cultura y la ciencia. Para cumplir esta misión, sus actividades se dirigirán a
crear, asimilar y difundir el saber mediante la investigación y la enseñanza,
a completar la formación integral iniciada en los ciclos educacionales
anteriores; y a formar los equipos profesionales y técnicos que necesita la
Nación para su desarrollo y progreso”

No se trató sólo de una vaga declaratoria de intenciones. Se


establecieron los institutos de investigación (artículo 77) que emplearían
profesores-investigadores y los consejos de desarrollo científico y
humanístico cuya finalidad es estimular y coordinar la investigación
en las universidades (artículo 132). La ley estableció también la carrera
universitaria que obliga a presentar trabajos para ascender a categorías
superiores (Ley de Universidades, artículo 89) y el Reglamento de
Ingreso, Ubicación y Ascenso del Personal Docente y de Investigación
de la Universidad Central de Venezuela de 1971 estableció la destitución
como sanción por la falta de ascenso dentro de ciertos límites temporales
o el rechazo por segunda vez del trabajo de ascenso1. Para llegar a la
categoría de profesor asociado exigió el título de doctor (artículo 96,
Ley de Universidades) y el trabajo de ascenso a profesor titular debe ser
una contribución académica mayor.

No se trató sólo de leyes y reglamentos sino de acciones. En


todas las universidades nacionales se crearon consejos de desarrollo
científico y humanístico que han dispuesto de fondos para financiar
investigaciones, viajes de estudio, viajes a reuniones científicas y
publicaciones. Se estableció también el otorgamiento competitivo

1 En 1978 se reformó dicho reglamento y desapareció la sanción por la permanencia en la


misma categoría y sólo se mantuvo por el segundo rechazo al trabajo de ascenso (artículo 67).

142
LOS JURISTAS ACADÉMICOS DE VENEZUELA
HISTORIA INSTITUCIONAL Y BIOGRAFÍA COLECTIVA

de becas para seguir estudios de postgrado en el extranjero. En la


Universidad Central de Venezuela, desde 1958 hasta la década de 1988
más de un centenar de jóvenes profesores o de graduados de excelente
rendimiento que se comprometían a incorporarse como profesores de
tiempo completo fueron becados para estudiar en los mejores centros
universitarios mundiales2. Un número los profesores empezó a presentar
ponencias en reuniones académicas nacionales e internacionales.

A finales de la década de 1960 se creó el Consejo Nacional de


Investigaciones Científicas y Tecnológicas (Conicit, ahora Fonacit) que
otorgaba subvenciones a proyectos de investigación y becas-créditos de
postgrado y en la década de 1970 se creó la Fundación Gran Mariscal
de Ayacucho, que entre otros programas, tuvo uno de becas y créditos
para estudios en el extranjero (Vessuri, 1984, Freites, 1989). La mayor
parte de estas iniciativas se propusieron el desarrollo de las ciencias y
las ingenierías en el país pero tuvieron importantes consecuencia para
los estudios jurídicos, las ciencias sociales y las humanidades.

En el campo jurídico, como en otros campos, los esfuerzos de


institucionalización de la vida académica se habían iniciado antes de
1958, pero el desarrollo no fue fácil. José Muci-Abraham, decano de
derecho de la Universidad Central de Venezuela entre 1952 y 1958,
reportó que, durante su tiempo como decano, la universidad escogió a
varios egresados prometedores que fueron becados para seguir estudios
de postgrado en Europa y fueron luego incorporados a su regreso como
profesores tiempo completo, pero pronto fueron atraídos por cargos
públicos o el ejercicio profesional de la abogacía (Entrevistado el 24-08-
1983). Aun después de 1958, la vida de los institutos de investigación
era precaria. Allan Brewer-Carías, auxiliar de investigación en el
Instituto de Derecho Público de la Universidad Central en 1962, reportó
que en esa época el instituto estaba formado por dos profesores y que
2 El autor fue miembro del Consejo de Desarrollo Científico y Humanístico de la Universidad
Central de Venezuela en representación de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas por
varios períodos.

CAPÍTULO IV 143
ROGELIO PÉREZ PERDOMO

él, como auxiliar, no tenía tareas específicas (Entrevista personal en


julio de 1983). El autor de este trabajo se incorporó como investigador
del Instituto de Derecho Privado en 1967 y ya existía un número de
investigadores en los cuatro institutos de la Facultad de Derecho de
la Universidad Central y un ambiente de estudio y publicaciones. Los
núcleos formadores de varios otros institutos de investigación en el
país surgieron también en la época. En la Universidad del Zulia, fueron
especialmente importantes el Instituto de Criminología y el de Filosofía
del Derecho. La década de 1960 es así clave para el surgimiento de
la institucionalización de la investigación en el campo jurídico. La
institucionalización es importante porque implicó el surgimiento de
la investigación como carrera: se exigió entrenamiento y estudios
superiores para el ingreso y el avance en la carrera, se pagó a las personas
para que investigaran y publicaran, se puso a su disposición bibliotecas,
oficinas, facilidades secretariales y dinero para financiar proyectos.
La organización de la investigación permite que los investigadores
estén en contacto con colegas con quienes compartan intereses y que
puedan ofrecer comentarios a su trabajo (Ben David, 1977; Fuenzalida,
1984; Lomnitz, 1991). Puede así afirmarse que la primera comunidad
de investigadores en derecho en la Universidad Central de Venezuela
surgió entre 1962 y 1967. Aproximadamente en la misma época
surgieron comunidades de investigadores en la Universidad del Zulia,
Los Andes y Carabobo. La Universidad Católica Andrés Bello también
creó un pequeño centro de investigaciones.

Los institutos de investigación dieron acogida a varios


profesores-investigadores que debieron huir de España y otros países
europeos o latinoamericanos con motivo de la guerra o las persecuciones.
La Universidad Central de Venezuela, en particular, acogió a Roberto
Goldschmidt, Manuel García Pelayo y Antonio Moles Caubet, entre
otros, quienes pasaron a ser directores de los institutos de Derecho
Privado, Estudios Políticos y Derecho Público, respectivamente, y que
contribuyeron a la creación de núcleos de investigación importantes

144
LOS JURISTAS ACADÉMICOS DE VENEZUELA
HISTORIA INSTITUCIONAL Y BIOGRAFÍA COLECTIVA

(Melich Orsini, 1976:727)3. Anders Hallström (venido de Suecia)


tuvo un papel importante en el impulso de la moderna investigación
criminológica en la década de 1960 y también en la difusión de los
métodos de las ciencias sociales4. Entre los profesores que decidieron
quedarse en Caracas y desarrollaron una carrera distinguida en la
Universidad Central de Venezuela están Antonio Linares (de Cuba),
Benito Sansó (de Italia) y Julia Barragán (de Argentina). El grupo
de venezolanos es mucho mayor y con juristas de mucho prestigio.
José Melich Orsini, Tulio Chiossone, Rafael Pizani, Juan Carlos Rey,
Humberto Njaim, Allan Brewer-Carías, Myrla Linares, Rosa del Olmo,
Alberto Arteaga, dirigieron los institutos y estimularon la investigación
en la Universidad Central de Venezuela. En Maracaibo la importancia
de Lolita Aniyar de Castro y José Manuel Delgado Ocando fue tal
que la Universidad del Zulia los hizo epónimos de los institutos de
investigación de los cuales fueron directores fundadores.

La manera como se comunicaban los investigadores en la


Universidad Central de Venezuela era muy variada. En el aspecto formal
circulaban versiones multigrafiadas o fotocopiadas de documentos
de trabajo que se comentaban entre amigos y había también papers
que se presentaban en seminarios de los institutos. El Instituto de
Estudios Políticos era especialmente activo en esta materia e invitaba
a investigadores de otros institutos. Había también la comunicación
informal. Por experiencia personal puedo dar testimonio que un
cafetín rudimentario, llamado la “Taguara de Rafael”, era un activo
lugar de reunión para conversar sobre temas académicos y políticos

3 En México la situación fue similar. El exilio español fue importante en las décadas de
1940 y 1960 en la formación de núcleos de investigación. A partir de 1965 los institutos de
investigación, y en particular, el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, siguió una
política de formación de sus investigadores en cursos de postgrado en Europa y Estados Unidos
(Fix-Zamudio, 1985; Serrano Migallón, 2003)
4 Esto también me consta por experiencia personal. Hallström me ayudó a diseñar cuestionarios,
a tabular resultados y hacer cuadros cuando me inicié haciendo investigación empírica del
derecho. También recibí consejo y ayuda de colegas de otras facultades.

CAPÍTULO IV 145
ROGELIO PÉREZ PERDOMO

a la hora del café (a las 11 am y 4 pm, aproximadamente).5 También


puedo dar testimonio de la existencia de una comunidad nacional de
investigadores, pues eran frecuentes las reuniones donde se encontraban
los investigadores-profesores de las distintas universidades.

Cambios demográficos

Paralelo a este esfuerzo de dar a algunas universidades


una dimensión de investigación y elevar su nivel académico, las
universidades y especialmente las escuelas de derecho debieron
atender a una creciente población estudiantil. Las cifras de aumento de
la población estudiantil fueron notables como puede apreciarse en el
cuadro 4-2

Cuadro 4-2
POBLACIÓN ESTUDIANTIL EN DERECHO 1960-2010

1959-1960 1979-1980 1999 2004 2010


2.982 15.567 37.650 40.000 50.000

FUENTES: Pérez Perdomo, 2006. Los datos hasta 1999 son cifras oficiales. Para 2004 y 2010
son estimadas.

Es importante destacar que el aumento acelerado de la población


estudiantil se realizó manteniendo bajo el número de escuelas de derecho.
A comienzos de la década de 1950 funcionaban en Venezuela las dos
escuelas que venían de final del período colonial en la Universidad
Central de Venezuela (Caracas) y Universidad de los Andes (Mérida).
Recién había sido creada la de la Universidad del Zulia (Maracaibo). En

5 En la década de 1970 había bastante intercambio entre la Universidad Central de Venezuela


y las universidades del interior del país. Por ejemplo, Delgado Ocando fue profesor en
el doctorado en derecho de la Universidad Central y yo mismo fui invitado en varias
oportunidades a presentar trabajos y participar en reuniones en Mérida, Maracaibo y Valencia.
En esas universidades había (y hay) núcleos activos de investigadores, pero lamentablemente
no conozco estudios sobre el desarrollo de la investigación jurídica en las Universidades de los
Andes, Zulia y Carabobo.

146
LOS JURISTAS ACADÉMICOS DE VENEZUELA
HISTORIA INSTITUCIONAL Y BIOGRAFÍA COLECTIVA

Valencia funcionaba una especie de apéndice de los estudios jurídicos


de la Universidad Central. A mediados de la década de 1950 se crearon
las dos primeras universidades privadas, Católica Andrés Bello y Santa
María, ambas en Caracas. En 1958 se creó la Universidad de Carabobo,
a la cual fue adscrita la escuela de derecho de Valencia. Hasta la década
de 1980 funcionaron entonces seis escuelas de derecho, cuatro en
universidades públicas y dos en universidades privadas. El Consejo
Nacional de Universidades siguió como política no autorizar la creación
de nuevas escuelas de derecho, a pesar de la presión demográfica
estudiantil. A partir de la década de 1980 la política universitaria del
gobierno cambió y se autorizó la creación de otras escuelas de derecho
en universidades privadas.

Para 2005 existían 20 universidades con escuelas de derecho,


pero varias universidades tenían más de un núcleo donde se enseñaba
derecho (Pérez Perdomo, 2006), pero como cada universidad tiene
varios núcleos o campuses, el resultado es la existencia de escuelas de
derecho en todas las ciudades grandes, medianas y en muchas pequeñas.
Lo característico hasta 2000 fue el crecimiento de la educación jurídica
privada, pues no se crearon escuelas de derecho en universidades
públicas y la matrícula se mantuvo controlada. Entre 1998 y 2003,
incluídos ambos extremos, se graduaron 34.357 abogados, de los cuales
el 73 por ciento provenían de universidades privadas (Pérez Perdomo,
2006c:321-322). El total de graduados para 2012 se estima en unos
160.000 abogados6. En cambio en 2010-2012 se graduaron 48.429, de
lo s cuales alrededor del 40 por ciento son graduados de la Universidad
Bolivariana. Ese total era de 4.256 en 1961 (Pérez Perdomo, 2006c:324).

Bajo el régimen de Chávez se autorizó la creación de escuelas


de derecho en dos universidades públicas, la Ezequiel Zamora y la
Bolivariana, con enseñanza en muchas aldeas universitarias distribuidas
en todo el país, pero carecemos de datos sobre el número de estudiantes
para el presente (2012).
6 La estimación se realiza a partir de cifras de Impreabogados

CAPÍTULO IV 147
ROGELIO PÉREZ PERDOMO

El aumento de la población estudiantil y luego el aumento de


escuelas de derecho requirió concomitantemente el aumento de los
profesores. En buena parte se trató de abogados contratados por hora,
sin mayores calificaciones aparte del prestigio profesional, pero en la
Universidad Central de Venezuela, los Andes, Zulia, Carabobo y en
algunas privadas se profesionalizó la carrera de profesor haciéndola de
tiempo completo, solicitando post-grados y, más lentamente, apreciando
las publicaciones. En definitiva, el campo jurídico creció. No hay datos
sobre el número de profesores pero se trata de varios millares. Aunque
no puede suponerse que la mayoría de los estudiantes, graduados y
profesores sean ávidos lectores de publicaciones jurídicas, no hay duda
que ha surgido un mercado relativamente importante.

Las publicaciones y los límites del cambio de mentalidad

En la década de 1970 el cambio de concepción se hizo explícito.


Las Bases para una política de investigación de la Facultad de
Ciencias Jurídicas y Políticas (de la Universidad Central de Venezuela)
reconocían a la publicación como el producto de la investigación:
“La publicación debe representar la culminación normal del proceso
de investigación y la base fundamental a partir de la cual evaluar la
productividad de ésta, de manera que en principio toda investigación
debe conducir a una publicación” (Boletín de la Facultad de Ciencias
Jurídicas y Políticas, UCV, nº 4. Ago-Dic., 1976:106). Esta afirmación
debe entenderse como una mayor presión para que los profesores
y, en especial, los profesores-investigadores publicaran porque en
realidad desde la década de 1960 las universidades asumieron un papel
importante en la publicación de material académico y se convirtieron en
las principales editoriales jurídicas del país. En materia de publicaciones
descollaron la Universidad Central de Venezuela y la Universidad
del Zulia que publicaron obras tanto destinadas a la enseñanza como
producto de la investigación. Muchos de estos libros fueron trabajos de
ascenso de profesores que recibieron menciones de publicación de los
jurados evaluadores.

148
LOS JURISTAS ACADÉMICOS DE VENEZUELA
HISTORIA INSTITUCIONAL Y BIOGRAFÍA COLECTIVA

La institución del trabajo de ascenso fue una presión importante


para la investigación para todos los profesores que naturalmente tuvo un
impacto en las publicaciones. Para ascender en la carrera de profesor, lo
que tenía una consecuencia importante en el salario y en el status dentro
de la universidad, hacía falta presentar trabajos de ascenso. Conforme
al Reglamento de Ingreso en el Personal Docente y de Investigación y
de Ubicación y Ascenso en el Escalafón Universitario de la Universidad
Central de Venezuela (1971) se estableció que los trabajos de ascenso
“habrán de constituir... un aporte personal de su autor y por su tema, por
su enfoque, por su desarrollo o por la metodología empleada, deberá
significar una aportación valiosa a la materia” (artículo 50).7

También las revistas jurídicas han tenido una gran expansión.


Melich Orsini (1976:733) enumera las principales revistas jurídicas
venezolanas de mediados de la década de 1970. Menciona seis y todas
habían sido fundadas entre 1954 y 1972 por las distintas universidades
del país.8 En la tradición venezolana las revistas jurídicas aparecerían
y desaparecían, como parte de la debilidad institucional (Gómez de
Allen, 1980). La base de datos Ulpiano de la Academia de Ciencias
Políticas y Sociales enumera 163 títulos de revistas jurídicas pero pocas
han tenido continuidad. Entre las mencionadas por Melich se aprecia
que la revista de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas de la
Universidad Central de Venezuela ha publicado 135 números entre
7 El mismo reglamento excluía como trabajos de ascenso “las obras que representen meras
exposiciones y descripciones aun con fines didácticos”. No todas las universidades siguieron
el ejemplo de la Universidad Central de Venezuela. El reglamento impuso como sanción que
quien recibiera por dos veces el rechazo del trabajo de ascenso o permaneciera en la misma
categoría el doble del tiempo mínimo requerido para presentar el trabajo incurría en causal
de despido (artículo 67). Esta segunda sanción desapareció del reglamento cuando éste fue
reformado en 1978. No hay duda que la nueva mentalidad que asociaba la docencia con la
investigación y las publicaciones encontró resistencia.
8 Las revistas mencionadas son Revistas de la Facultad de Derecho Universidad Central de
Venezuela (1957), Revista de la Facultad de Derecho de la Universidad de los Andes (1955),
Revista de la Facu de Derecho de la Universidad de Carabobo (1959), Revista de la Facultad
de Derecho de la Universidad del Zulia (1961), Revista de la Universidad de Derecho de la
Universidad Católica Andrés Bello (1965), Revista de la Facultad de Derecho de la Universidad
Santa María (1972) (Melich Orsini, 1976:133, nota 88).

CAPÍTULO IV 149
ROGELIO PÉREZ PERDOMO

1954 y 2010. Otras revistas de la Universidad Central como Studia


Iuridica y Anuario del Instituto de Ciencias Penales y Criminológicas
han tenido una existencia irregular y han perdido continuidad. La
Universidad Central también publica Politeia, la revista de ciencias
políticas que incluye frecuentemente artículos vinculados con el
derecho y ha publicado 46 números entre 1972 y 2011. La Revista de
Derecho Público, de la Editorial Jurídica Venezolana, ha publicado
126 números entre 1980 y 2011. La Revista de la Facultad de Derecho
de la Universidad Católica Andrés Bello ha publicado 64 números
entre 1965 y 2009. Existe un número de revistas más especializadas
como Capítulo Criminológico (Universidad del Zulia, 1973-2010, 38
volúmenes) y Frónesis (también del Zulia, 1994-2009, 16 volúmenes).
Es probable que estas publicaciones hayan sustituido la Revista de la
Facultad de Derecho de la Universidad del Zulia (1965-1995) que
publicó 72 números. CENIPEC, Revista del Centro de Investigaciones
Penales y Criminológicas (Universidad de los Andes, 1976-2009)
ha publicado 28 números y Dikaoisyne (Universidad de los Andes,
1998-2009) ha publicado 22 números, pero la Revista de la Facultad
de Derecho de la Universidad de los Andes ha perdido continuidad.
También perdió continuidad la Revista de la Facultad de Derecho de
la Universidad Santa María (1972-1984, 17 números). En resumen, a
pesar de los altibajos, los interesados en escribir y publicar en el área
jurídica en Venezuela han tenido donde hacerlo en el último medio
siglo, una situación distinta a la primera mitad del siglo XX. A la vez,
un número de revistas han mantenido continuidad porque existen
numerosos profesores de derecho interesados en escribir y publicar.

En materia de bibliotecas ha habido también un esfuerzo. En


1935 había sólo dos bibliotecas públicas en el país, ambas en Caracas,
con colecciones jurídicas de alguna importancia. En 1980 había 22 en
el país pero sólo dos excedían los 20.000 volúmenes (Gómez de Allen,
1980:14). En 2012 la situación es distinta porque la nueva tecnología
permite el acceso a una cantidad de información obtenible en línea. Las
principales universidades del país y la Academia de Ciencias Políticas y

150
LOS JURISTAS ACADÉMICOS DE VENEZUELA
HISTORIA INSTITUCIONAL Y BIOGRAFÍA COLECTIVA

Sociales se han asociado para un sistema de préstamo interbibliotecario


bastante eficiente, al menos entre las bibliotecas de Caracas.

¿A qué podemos atribuir tal cambio? En su concepción moderna,


la ciencia es un conocimiento público, un conocimiento que requiere
la publicación de resultados. Esto es parte del ethos aceptado. Quien
haga investigación sólo a los efectos de un mejoramiento personal o
sólo comunique oralmente los productos de su actividad investigativa
o académica no es tratado como un científico o académico serio. La
expresión escrita usual en la actividad académica requiere también la
precisión y evitar los adornos retóricos (Merton, 1996:267). Seguramente
esta mentalidad moderna es recibida en Venezuela como producto de los
mayores contactos con los centros académicos internacionales que los
juristas y científicos venezolanos desarrollaron hacia mediados de siglo.
Las críticas de Melich Orsini (1976) a sus antecesores tienen relación
con ese cambio de mentalidad. No sólo la publicación es importante
sino que se requiere que haya una adecuada revisión de la literatura.
De allí que las bibliotecas y los préstamos interbibliotecarios se hayan
hecho importantes.

Las regulaciones y políticas universitarias, al facilitar el


contacto con los países extranjeros, crear institutos de investigación,
exigir trabajos de investigación a los profesores, promover la creación
de revistas y asumir directamente la publicación de obras académicas,
claramente puso incentivos poderosos para la producción y publicación
de trabajos de investigación. El aumento del público lector también
estimuló la publicación y han surgido editoriales comerciales. En la
medida que avanzó el siglo XX surgió un público numeroso con
formación jurídica que permitió una escritura más rigurosa. Pero el
cambio ha sido menos que homogéneo. No todos los profesores publican,
o lo hacen con menos intensidad que la institucionalmente esperada. No
todos usan un lenguaje riguroso o abandonado la expresión retórica o el
lenguaje emocional.

CAPÍTULO IV 151
ROGELIO PÉREZ PERDOMO

Hacia 1984 se realizó una evaluación de la producción de los


profesores-investigadores formalmente adscritos a los institutos de la
Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas de la Universidad Central de
Venezuela (Pérez Perdomo, 1985). El grupo estudiado estaba constituido
por 39 individuos, todos con la categoría de profesor asistente o más
avanzados en su carrera9. El grupo tenía un promedio de 15 años en la
carrera académica y la edad promedio era de 44 años. 18 eran mujeres
y 21 hombres. El análisis mostró que todos habían publicado trabajos
de investigación y que, en promedio tenían 8.5 artículos y 2 libros
publicados. Pero los promedios escondían enormes desigualdades: los
diez más productivos tenían 1.6 artículos por año, mientras los menos
productivos tenían 0.12 artículos por año. Las mujeres estaban sobre
representadas en el grupo menos productivo.

Los profesores-investigadores no eran sólo investigadores:


estaban obligados a dar un cierto número de horas de clase, producían
material didáctico y tenían una variedad de funciones de gerencia
académica. Los investigadores poco productivos generalmente excedían
a los más productivos en estas otras funciones. Los más productivos
tenían estudios en el extranjero o habían permanecido en el extranjero
por 3.7 años, mientras que los menos productivos tenían uno. Lo que
mostró la investigación es que había un grupo que había internalizado
los valores de la investigación en su concepción moderna, mientras que
los menos productivos se percibían más como profesores en el sentido
tradicional.

9 El conjunto de los cuatro institutos de la Facultad tenían, además de 39 profesores-


investigadores, 11 instructores (personas con concurso pero todavía en período de formación), 9
contratados, 38 estudiantes auxiliares de investigación, y 24 personas de personal administrativo.
Se estudió sólo la carrera y producción de los 39 profesores-investigadores, con categoría de
profesor asistente o superior. El profesor asistente tiene estabilidad en el cargo (tenure) y para
llegar a tal etapa se requería aprobar el concurso de oposición, haberse desempeñado como
instructor por dos años, por lo menos, y haber presentado un trabajo de ascenso. Generalmente
esto tomaba varios años.

152
LOS JURISTAS ACADÉMICOS DE VENEZUELA
HISTORIA INSTITUCIONAL Y BIOGRAFÍA COLECTIVA

Una variable explicativa es la vinculación con centros


universitarios y asociaciones académicas fuera del país. Los más
productivos generalmente tenían estudios más prolongados fuera del
país, o habían sido profesores visitantes o visiting scholars fuera del
país. Estaban también más vinculados con asociaciones académicas
internacionales y presentaban ponencias en reuniones fuera de
Venezuela. Eran miembros de los llamados invisible colleges de las
disciplinas que cultivaban10. Este rasgo estaba completamente ausente
entre los menos productivos.

La existencia de un grupo de investigadores que publicaban


poco no era un problema exclusivo de la Facultad de Ciencias Jurídicas
y Políticas. Había otros institutos en las universidades o el país con
cifras peores y el promedio anual de publicaciones en la Facultad era
algo superior al promedio anual para el conjunto de investigadores
del país (Roche y Freites, 1982; Requena, 2003:249). Cuando las
dificultades fiscales del país hicieron que el presupuesto universitario
fuera restringido se planteó el problema del gasto (o inversión) en
investigación. Había quienes destacaban la ineficiencia del gasto o
inversión, mientras otros destacaban que las restricciones impuestas a
las universidades estaban destruyendo la posibilidad de hacer ciencia
en Venezuela. Esto generó una percepción de crisis del sector de
ciencia que afectaba especialmente a las universidades (Asociación
para el Progreso de Investigación Universitaria, 1987). La salida fue
mantener restringido el presupuesto universitario pero el gobierno creó,
en 1990, un programa especial denominado Programa de Promoción
del Investigador (PPI) como incentivo para la investigación. La idea
fue que los investigadores fueran clasificados según su productividad,
10 En 1983 hicimos también una evaluación del programa de becas del Consejo de Desarrollo
Científico y Humanístico de la Universidad Central de Venezuela en lo concerniente a la
Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas. Entre 1958 y 1981 había enviado 98 graduados
o profesores a hacer estudios en el extranjero. La beca implicaba la obligación de servir a la
Universidad como profesor por el doble del tiempo de la beca. De los 98 becarios, 57 tuvieron
una carrera docente y 40 fueron investigadores con publicaciones, pero no todos desarrollaron
su carrera docente o de investigación en la Universidad Central de Venezuela.

CAPÍTULO IV 153
ROGELIO PÉREZ PERDOMO

contada en número de publicaciones. Se requirió el título de doctor y al


menos una publicación para la categoría de Investigador I y se exigió un
número mayor de publicaciones y distintas formas de reconocimiento
nacional e internacional para categorías superiores. La subvención estaba
destinada a complementar los pagos que las universidades y centros de
investigación hacían a los investigadores, por lo cual no procedía en caso
de personas que no fueran profesores-investigadores tiempo completo.
Las distintas universidades, incluyendo algunas privadas, terminaron
copiando el PPI y ofreciendo bonos y otros incentivos materiales y no
materiales (tales como la descarga parcial de tareas docentes) a quienes
mantuvieran un ritmo de publicaciones.

En la clasificación del PPI terminaron contando sólo las


publicaciones arbitradas (peer-reviewed). Esta manera de seleccionar
las publicaciones era frecuente en las ciencias duras, pero en la
disciplina jurídica era prácticamente desconocida. Las universidades
siguieron rápidamente el ejemplo del PPI y, en general, sólo empezaron
a contar las publicaciones arbitradas, o a darle más peso a éstas. Esto
hizo que el derecho estuviera pobremente representado inicialmente en
el programa y sólo progresivamente las principales revistas jurídicas
empezaron a establecer la regla de arbitrar por pares los artículos
sometidos a publicación. Estos nuevos procedimientos seguramente
han hecho mejorar el nivel de las publicaciones jurídicas en las últimas
décadas.

Es bien conocido que los últimos años han sido de gran


turbulencia política en Venezuela, que se dice estar realizando una
revolución bolivariana y socialista que ha puesto al Presidente Chávez
al primer plano del escenario mundial. El PPI fue paralizado y no se
realizaron más convocatorias desde 2008, por lo cual se lo consideró
uno de los muertos de la revolución (Di Prisco, 2009). En mayo de 2010
circuló la información por Internet que nuevo ministro de Ciencia y
Tecnología había revelado que el anterior ministro, el Teniente Chacón,
estaba en vías de eliminar el programa, pero que el Ministerio había

154
LOS JURISTAS ACADÉMICOS DE VENEZUELA
HISTORIA INSTITUCIONAL Y BIOGRAFÍA COLECTIVA

cambiado de opinión y que todo estaba pendiente de una decisión del


Presidente Chávez.11

En definitiva, el 12 de enero de 2011 se publicó el nuevo


Reglamento del Programa de Estímulo a la Innovación e Investigación y
fue así como el PEII sustituyó al PPI. No fue sólo un cambio de nombre
sino que amplió considerablemente el concepto de investigación. Así el
nuevo reglamento permite que personas sin grado universitario puedan
ser consideradas investigadores si demuestran que han “realizado
actividades de investigación en espacios socio-comunales”. También
las publicaciones pueden ser sustituidas con la demostración que
“ha generado productos colectivos de investigación innovadora, de
transformación crítica de la sociedad, que respondan a las necesidades
de desarrollo endógeno, local, regional, nacional, enmarcadas en las
áreas prioritarias de ciencia, tecnología e innovación y las leyes del
Poder Popular” (Reglamento del Programa de Estímulo a la Innovación
e Investigación, artículo 9). Los nuevos criterios no son muy claros
pero el cambio de criterio de valoración si lo es: la publicación y el
criterio académico no es lo central sino la relevancia política.

También las universidades públicas y privadas se encuentran en


una especie de asedio financiero que mantiene deprimidos los salarios
profesorales y hace difícil que puedan mantener un plantel de profesores
tiempo completo. Esto probablemente retrae los estudios jurídicos a la
primera mitad del siglo en cuanto a apoyarse en profesores pagados
por horas de clase y plantea también dificultades para la adquisición de
material bibliográfico.

Otro obstáculo importante para las tareas de investigación ha


sido la limitación de los instrumentos de información, especialmente de
bibliotecas. Las restricciones presupuestarias llevaron muy temprano
a restringir el presupuesto de adquisiciones. Como consecuencia, las

11 Información que circuló entre los miembros de las universidades.

CAPÍTULO IV 155
ROGELIO PÉREZ PERDOMO

bibliotecas del país son bastantes pobres en materiales que conciernen al


derecho y generalmente limitan sus adquisiciones a las obras solicitadas
por los estudiantes. Se ha llegado al extremo de rechazar donaciones,
por los costos asociados a la clasificación y mantenimiento de los
libros. En ese sentido la Academia de Ciencias Políticas Sociales tomó
una iniciativa muy importante: no sólo la de enriquecer sustancialmente
su biblioteca sino coordinarse con las distintas bibliotecas del país que
tienen catálogos en línea para que el investigador pueda saber cuál
biblioteca tiene la publicación que necesita. Ha organizado igualmente
un sistema de préstamo interbibliotecario que facilita a cualquier
profesor disponer de la obra donde quiera que ésta se encuentre.

Investigación jurídica y juristas académicos

La construcción del grupo

Como ya hemos visto, el número de profesores de derecho se


incrementó a partir de 1959 y también las publicaciones en el área.
El número de juristas académicos es mayor y puede esperarse que sea
relativamente más fácil localizar la información biográfica. El universo
de los juristas académicos puede esperarse lo suficientemente grande
para estar conscientes que sólo podíamos lidiar con una muestra. Los
criterios de selección de esta muestra pasa asi a ser muy importante. La
decisión fue estudiar a los juristas académicos más reconocidos, lo cual
haría al grupo más homogéneo con los estudiados para el pasado que,
como explicado, fueron también los más reconocidos. La construcción
del grupo debe ser explicada con cuidado porque los criterios de
reconocimiento tenían que ser revaluados.

En la definición contemporánea el adjetivo académico ha


pasado a ser sinónimo de universitario. Sin embargo, dado el número
de profesores universitarios resultó imprescindible usar otros criterios
de reconocimiento. El criterio fundamental usado fue el de aquellos

156
LOS JURISTAS ACADÉMICOS DE VENEZUELA
HISTORIA INSTITUCIONAL Y BIOGRAFÍA COLECTIVA

profesores que han recibido libros homenajes por las universidades.


Los libros-homenajes surgieron durante el período y es una distinción
que recibe un profesor generalmente al final de su carrera. Los listados
provistos por la Academia de Ciencias Políticas y Sociales y por la
biblioteca de derecho de la Universidad Central de Venezuela nos
sirvieron para elaborar la lista de libros-homenaje que pueden verse en
nota y el el cuadro 4-412.

La designación como miembro (individuo de número) de la


Academia de Ciencias Políticas y Sociales es un reconocimiento
importante a la trayectoria intelectual de un jurista, a su reconocimiento
como académico. La designación para la cohorte inicial de miembros
en 1915-1924 lo usamos como forma de reconocimiento para los
juristas activos a comienzos del siglo XX. Era coherente que usáramos
la Academia. Sin embargo el número total de miembros de la Academia
es de aproximadamente 200, la mayor parte de los cuales han nacido a
partir de 1900 y han estado activos en el período que se inicia en 1959.
Como nuestro interés es el analisis de las transformaciones decidimos
tomar dos cohortes: los miembros de la Academia en 1959 y cincuenta
años después, en 2009, año en el cual comencé la recolección de datos.

12 La Universidad Central de Venezuela ha publicado el mayor número de libros homenaje.


Éstos son: Lorenzo Herrera Mendoza (1970), Roberto Goldschmidt (1967), Rafael Pizani
(1979), Rafael Caldera (1979), Manuel García Pelayo (1980), Tulio Chiossone (1980), Antonio
Moles Caubet (1981), José Melich Orsini (1983), F.S.Angulo Ariza (1983), Eloy Lares Martínez
(1984), Arminio Borjas (1990), José Rafael Mendoza Troconis (1998), Antonio Linares
(1999), Tatiana de Maekelt (2001), Fernando Parra Aranguren (2001), Allan Brewer-Carías
(2003), Tomás Polanco Alcántara (2005), Andrés Aguilar Mawsdley (2007). La Universidad
Católica ha publicado libros-homenaje a Rafael Caldera (1977), Fernando Pérez Llantada
(2000 y 2003), Humberto J. La Roche (2000), Gustavo Planchart Manrique (2003) y Alfredo
Morles Hernándes (2012). Ambas universidades publicaron el libro homenaje a Jesús María
Casal Montbrún (2007). La Universidad de los Andes ha publicado libros –homenaje a Héctor
Febres Cordero (1996) y Carlos Febres Pobeda (2005). La Universidad Monteávila publicó un
homenaje al Manual de Derecho Administrativo de Eloy Lares Martínez (2006). La Universidad
de Margarita a Ricardo Antequera Parilli (2004). El Tribunal Supremo de Justicia, la Fundación
de Estudio de Derecho Administrativo, la Editorial Jurídica Venezolana y algunos escritorios
de abogados han publicado también libros homenajes, pero por no tratarse de instituciones
académicas no los usamos como criterio de inclusión.

CAPÍTULO IV 157
ROGELIO PÉREZ PERDOMO

Como la investigación se prolongó por varios años, incluyeron también


los designados entre 2009 y 2012.

Estos dos criterios tienen la limitación de ser reconocimientos


que se hacen generalmente al final de la vida activa de un académico,
aunque formalmente la edad no es requisito para ninguno de ellos.
Por esto decidí complentarlos con entrevistas a una veintena de
colegas de la Universidad Metropolitana, Universidad Central de
Venezuela y Universidad del Zulia. Usé también otras formas claras de
reconocimiento por sus pares. La mayor parte de los mencionados por
mis colegas estaban ya incluidos, pero permitió agregar los siguientes
nombres que no habían sido incluidos usando los criterios antes
explicados. José Manuel Delgado Ocando, Lolita Aniyar de Castro,
Gert Kummerow, Luis Castro Leiva, Manuel Gómez Valdez, Elsie
Rosales y Jesús María Casal Hernández. Comentaré estos casos cuando
se discuta el problema del reconocimiento institucional.

A partir de los criterios señalados resultó el siguiente cuadro


(4-3) que resume la biografía colectiva de 72 juristas académicos. Para
ordenarlos hemos usado criterio el año de nacimiento y, cuando el dato
no estaba disponible, el año de graduación universitaria.

CUADRO 4-3
JURISTAS ACADÉMICOS EN LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XX

Nombre A B C Ch D E F G H
1 Manuel R. Egaña (1900-1985) 2 1 1 ? 0 1 1 2 2
Antonio Moles Caubet (1900-1991) 3 1 2 2 0 1 2 1 0
Carlos Álamo Ibarra (1900-¿?) 1 ? 1 1 2 0 1 2 0
Caracciolo Parra León (1901-1939) 3 1 1 1 2 1 1 2 0
Carlos Mendoza Goiticoa (1901-1980) 1 1 1 1 1 0 1 1 2
Héctor Parra Márquez (1902-1979) 2 1 1 1 2 0 2 3 2
Juan Pablo Pérez Alfonzo (1903-1973) 1 3 1 2 2 1 1 3 2
Francisco Manuel Mármol (1904-1985) ? 1 1 1 2 1 1 1 0
Tulio Chiossone (1905-2001) 2 1 2 1 1 1 3 1 2
10 Roberto Goldschmidt (1907-1965) 3 1 2 2 0 1 3 1 0

158
LOS JURISTAS ACADÉMICOS DE VENEZUELA
HISTORIA INSTITUCIONAL Y BIOGRAFÍA COLECTIVA

Germán Suárez Flamerich (1907-1990) 1 1 1 1 1 1 1 1 2


Pablo Ruggeri Parra (1908-1963) 2 3 1 ¿ 1 1 2 1 2
Luis Felipe Urbaneja (1908-1994) 1 1 1 1 1 1 1 1 1
Manuel García Pelayo (1909-1991) 3 1 2 2 0 1 2 3 1
Rafael Pizani (1909-1997) 1934 2 1 1 2 2 1 1 1 2
Humberto Cuenca (1911-1965) 2 1 1 1 1 1 2 2 0
Edgar Sanabria (1911-1989) 1 1 1 1 2 1 1 1 2
José Román Duque Sánchez (1914-1999) 2 1 2 1 2 1 1 1 1
Antonio Linares (1914-?) 3 - 3 2 0 1 2 1 0
20 Joaquín Sánchez-Covisa (1915-1974) 3 1 1 2 0 1 2 2 0
Rafael Caldera (1916-2009) 1939 2 1 1 1 2 1 2 3 2
Héctor Febres Cordero (¿?) 1939 2 ? 2 1 2 1 2 1 0
Darío Parra Pereira (1918-1997) 2 2 1 2 2 1 1 1 2
Luis Ignacio Mendoza () 1942 ? - 1 1 1 0 1 1 0
Enrique Tejera Paris (1919-) 1942 1 - 1 2 1 1 1 1 2
René De Sola (1919-) 1 - 1 2 1 1 2 1 2
Tomás Enrique Carrillo Batalla (1921) ? - 1 2 2 1 2 3 2
Andrés Aguilar Mawsdley (1924-1995) 1 3 1 2 1 1 2 1 2
José Melich Orsini (1924-2011) 1949 3 1 1 2 1 1 3 1 1
30 Gonzalo Pérez Luciani (1924-) 1949 1 - 1 1 1 1 2 1 0
Tatiana de Maekelt (1925-2009) 3 1 1 2 1 1 3 1 1
Humberto La Roche (1925-2000) 2 2 2 2 2 1 3 1 1
Gustavo Planchart Manrique (1925-) 1949 1 - 1 1 1 1 1 1 0
Arístides Rengel Romberg () 1949 ? - 1 2 1 1 2 1 0
Ramón Escovar Salom (1926-2008) 2 1 1 2 2 1 1 2 2
Tomás Polanco Alcántara (1927-2002) 1 1 1 1 2 1 2 3 1
Francisco López Herrera (1927-) 1951 1 - 1 1 1 1 2 1 1
Alfredo Morles Hernández (1927-) 2 - 1 2 1 1 2 1 0
Emilio Pittier Sucre (1927-) 1 - 1 1 1 1 2 1 0
40 Fernando Pérez Llantada (?-1999) 3 1 2 2 0 1 1 1 0
José Guillermo Andueza (1928-) 2 - 1 2 1 1 2 1 2
Gonzalo Parra Aranguren (1928-) 1950 1 - 1 2 1 1 3 1 1
José Muci-Abraham 1951 2 - 1 2 1 1 3 1 1
José Manuel Delgado Ocando (1928-) 1951 2 - 2 2 0 1 3 1 1
Isidro Morales Paúl (-2005) 1955 1 1 1 2 1 1 2 1 2
José Luis Aguilar Gorrondona (1929-2011) 1956 1 - 1 1 1 1 2 1 0
Gert Kummerow (1930-2002) 1956 2 1 1 1 1 3 1 1 0
Carlos Leáñez Sievert (1930) ? - 1 2 1 1 1 1 2

CAPÍTULO IV 159
ROGELIO PÉREZ PERDOMO

Fernando Parra Aranguren (1934-) 1958 1 - 1 2 2 1 3 1 0


50 Hildegard Rondón de Sansó (1934-) 1957 2 - 1 2 2 1 3 1 1
Jesús María Casal Montbrun (1935-1994)1957 2 1 1 1 2 1 1 1 1
Luís Cova Arria (1937-) 1959 1 - 1 2 1 1 2 1 0
Lolita Aniyar de Castro () 1959 2 - 2 2 0 1 1 3 2
Enrique Lagrange () 1960 ? - 1 2 1 1 2 1 0
Alberto Baumeister Toledo () 1962 ? - 1 1 1 1 3 1 0
Alberto Arteaga Sánchez (1938) 1965 2 - 1 2 1 1 2 1 0
Allan Brewer Carías (1939-) 1962 1 - 1 2 1 1 3 2 2
Humberto Njaim (1940-) 1964 1 - 1 2 0 2 1 3 0
Román Duque Corredor (1941-) 1965 1 - 1 1 1 1 3 1 1
60 Jesús Ramón Quintero (1942-) 1965 2 - 1 2 1 1 2 1 0
Luis Castro Leiva (1943-1999) 1966 1 3 1 2 0 1 1 3 0
James Otis Rodner () 1967 ? - 1 2 1 1 2 1 0
Josefina Calcaño de Temeltas () 1967 ? - 1 2 2 1 2 1 1
Pedro Nikken () 1968 1 - 1 2 1 1 2 1 1
Gabriel Ruan (1946-) 1971 1 - 1 2 1 1 2 1 0
Ramón Escovar León (1950-) 1974 2 - 1 1 1 1 3 1 0
Enrique Urdaneta Fontiveros (1953-) 1975 1 - 1 2 1 1 2 1 0
Carlos Ayala Corao (1957-) 1979 1 - 1 2 1 1 3 1 1
Eugenio Hernández Bretón (1958-) 1981 1 - 1 2 1 1 3 1 0
70 Humberto Romero-Muci (1961-) 1984? 1 - 1 2 1 1 2 1 0
Elsie Rosales (1963-) 1985 1 - 1 2 0 1 3 1 0
Jesús María Casal Hernández (1965-) 1988 1 - 1 2 2 1 3 1 0
73 Manuel Gómez Valdez (1971-) 1993 1 - 1 2 2 1 3 1 0

CLAVES: A Lugar de nacimiento: -1. Caracas -2. Interior -3. Fuera del país.
B Lugar de muerte: -1. Caracas -2. Interior -3. Fuera del país.
C Grado universitario: -0. Sin grado -1. Graduado en Caracas -2. Graduado en otra ciudad.
Ch Estudios-estadías fuera del país -1. Ninguno o breves -2. Prolongados
D Ejercicio como abogado: -0. No ejerció -1. Actividad económica principal -2. Actividad
económica secundaria.
E Afiliación universitaria: -0. No fue profesor -1. Profesor en escuela de derecho -2. Profesor
en otra escuela universitaria.
F Publicaciones en derecho: -1. Escasa (9 o menos) -2. Moderada (10 a 29) -3. Abundante
(30 o más).
G Publicaciones en otras disciplinas: -1. Escasa (9 o menos) -2. Moderada (10 a 29) -3.
Abundante (30 o más).

160
LOS JURISTAS ACADÉMICOS DE VENEZUELA
HISTORIA INSTITUCIONAL Y BIOGRAFÍA COLECTIVA

H Altas posiciones políticas (Ministro, legislador, magistrado, gobernador de estado,


embajador): -0. Ninguna de ellas -1. Una de ellas -2. Dos o más

FUENTE: Apéndice 2.
NOTA: Los años entre paréntesis separados por un guión indican años de nacimiento y muerte.
Los años fuera del paréntesis indican el año del grado en derecho.

Demografía y formación intelectual

Como el propósito del análisis de este período es constar qué


cambios pueden haberse producido en la biografía y la obra de los juristas
académicos como consecuencia de los esfuerzos de institucionalización
de la investigación y los cambios sociales descritos anteriormente, he
tomado del grupo de 73 miembros en dos subgrupos, cada uno de 15
personas, y que representarían los extremos de la lista. En palabras
coloquiales, el primer subgrupo está constituido por los de mayor edad,
nacidos en las primeras décadas del siglo XX, y el segundo subgrupo,
por los más jóvenes. Naturalmente, también usamos la cuantificación o
el análisis para el conjunto del grupo cuando no hay mayores diferencias
generacionales.

La primera dimensión a ser analizada es el género. A diferencia


del siglo XIX y primera mitad del XX, en este grupo hay presencia
de mujeres, pero esa presencia es tan débil (5/73) que no es fácil de
explicar. Desde la década de 1960 hay un número de profesoras en las
escuelas de derecho y desde la década de 1970 hay más mujeres que
hombres entre los graduados en derecho. En las últimas décadas son
numerosas las mujeres que han dirigido institutos de investigación, han
sido decanas y directoras de escuelas de derecho. Sin embargo, sólo tres
(Maekelt, Rondón de Sansó y Calcaño de Temeltas) han sido designadas
miembro de la Academia. Maekelt recibió dos libros- homenaje. En
el grupo de los mayores no había mujeres. En el más joven hay dos
mujeres sobre quince integrantes. Claramente para las mujeres es más
difícil tener reconocimiento académico.

CAPÍTULO IV 161
ROGELIO PÉREZ PERDOMO

La segunda dimensión a ser analizada es el lugar de nacimiento.


Los quince más antiguos sobre los que tenemos datos aparecen
distribuidos en 5 nacidos en Caracas, 6 en el interior y 4 fuera de
Venezuela. Los quince más jóvenes aparecen distribuidos en 11 nacidos
en Caracas y 4 nacidos en el interior. El total de nacidos en el extranjero
en el listado de biografiados es de 9. La inmigración de intelectuales se
produjo en Venezuela como consecuencia de la guerra civil española
y la segunda guerra mundial. Por ello está concentrada a mediados
de siglo y se detuvo en las últimas décadas. Esto explica que entre
las generaciones más jóvenes no aparezcan nacidos en el extranjero.
También se nota una mayor proporción de nacidos en Caracas. Esto
último puede ser explicado por el crecimiento muy rápido de Caracas
desde la década de 1940.

La contribución de los juristas académicos nacidos en el


extranjero en la formación de los jóvenes académicos venezolanos fue
importante y además produjeron una obra importante. Los ejemplos más
conspicuos son Roberto Goldschmidt, Manuel García Pelayo y Antonio
Moles Caubet, quienes eran ya académicos que habían avanzado en
su carrera y fueron invitados por la Universidad Central de Venezuela
a incorporarse como profesores-investigadores tiempo completo y
tuvieron un papel importante tanto por su propia producción como en
la formación de profesores e investigadores. Antonio Linares fue un
exilado cubano que llegó a Venezuela en 1961 y trabajó silenciosamente
en el Instituto de Derecho Público de la UCV. Otras personas nacidas en
el extranjero, como Joaquín Sánchez Covisa, Fernando Pérez Llantada
y Tatiana de Maekelt, llegaron jóvenes a Venezuela, se formaron
parcialmente en el país y tuvieron luego una actuación muy destacada
en la investigación o en la docencia. Los casos de personas nacidas en
el extranjero que se incorporaron a labores de docencia, investigación
y publicación en Venezuela fueron numerosos, pero esos son los siete
nombres que salieron en la muestra.13 Caracciolo Parra León y José
13 Entre los juristas académicos nacidos en el extranjero que no quedaron incluidos en los
listados pero que hicieron o han hecho una contribución notable en la formación de investigadores

162
LOS JURISTAS ACADÉMICOS DE VENEZUELA
HISTORIA INSTITUCIONAL Y BIOGRAFÍA COLECTIVA

Melich Orsini son también nacido en fuera de Venezuela (Colombia y


Trinidad, respectivamente), pero en familias ya asentadas en Venezuela.

Claramente son los graduados de derecho en Caracas quienes


tienen más oportunidad de convertirse luego en juristas académicos o
de obtener más reconocimiento social por esa actividad. Sólo 11 (sobre
73) son graduados en otra ciudad y entre ellos sólo 7 el interior del país
(Mérida o Zulia). Entre los graduados en Caracas una sólida mayoría
se graduó en la Universidad Central de Venezuela y sólo un pequeño
número en la Universidad Católica Andrés Bello. Es bueno destacar
que esta universidad sólo fue creada en la década de 1950 y que desde
finales de esa época en adelante la Universidad Central de Venezuela, al
igual que otras universidades públicas, tenían programas de formación
de profesores investigadores que la Universidad Católica no tenía.14 A
partir de la década de 1970 el programa de becas-crédito Gran Mariscal
de Ayacucho facilitó a todos la posibilidad de beca o crédito para
estudios en el extranjero (Ruiz Calderon, 1979).

Otra dimensión relacionada con las anteriores es la importancia


en la formación en el extranjero. Ya hemos señalado que entre 1958
y 1981, el solo Consejo de Desarrollo Científico y Humanístico de la
Universidad Central de Venezuela becó para estudios de postgrado en el
extranjero 98 profesores o graduados de la antigua Facultad de Derecho
(Información del Consejo de Desarrollo Científico y Humanístico,
UCV). Otros juristas recibieron becas o créditos de otras universidades,
o en la investigación en la Universidad Central de Venezuela están Juan Carlos Rey, Hans Leu,
Benito Sansò, Anders Hallström, Julia Barragán. En la Universidad Católica Andrés Bello, Luis
María Olaso y Maria Gracia Moraes. En la Universidad del Zulia, Universidad de los Andes y
Universidad de Carabobo hubo igualmente una presencia importante de extranjeros. Tengo una
deuda de gratitud con Juan Carlos Rey quien leia y comentaba cuidadosamente mis trabajos
cuando comenzaba en mi carrera académica, y con Anders Hallström quien me ayudó con el
diseño metodológico de proyectos de investigación. Tuve o tengo excelente amistad con varios
de los nombrados y aprecio su trabajo, pero como he explicado, la metodología del trabajo me
impide incluir personas por mis preferencias personales.
14 El programa fundamentalmente consistía en becas para cursar postgrados en el extranjero
o en el país. Las becas eran para profesores o graduados con condiciones académicas que se
comprometían a servir luego a la universidad como profesores tiempo completo.

CAPÍTULO IV 163
ROGELIO PÉREZ PERDOMO

la Fundación Ayacucho, el Conicit, y empresas como PDVSA. Muchos


de estos juristas se han convertido en profesores y han publicado.

Es visible en el cuadro 4-3 que los juristas académicos más


recientes se caracterizan por haber realizado estudios o estadías
largas en el extranjero. Entre los quince juristas nacidos en 1940 o
posterioremente, trece hicieron estudios largos en el extranjero. En
cambio, entre los nacidos en Venezuela antes de 1910 sólo Rafael
Pizani tuvo una estadía larga de formación siendo relativamente joven.
Este rasgo y la mayor presencia de extranjeros permiten afirmar que en
la segunda mitad del siglo XX, Venezuela se integró más al mundo. Sin
embargo, la tendencia parece haberse debilitado a partir de 1983 por
las restricciones cambiarias y otros problemas económicos del país que
hacen más costosa o difícil la estadía en el extranjero y menos atractiva
la llegada de inmigrantes. También por el debilitamiento del proyecto de
formar profesores-investigadores de alto nivel como prioridad entre las
políticas de estado o de las universidades, en parte por las restricciones
para emplear personal tiempo completo en las universidades y centros
de investigación.

Ocupación y publicaciones

Con excepción de tres personas (Álamo Ibarra, Mendoza


Goiticoa y Parra Márquez, todos miembros de la Academia) los juristas
académicos han sido profesores de derecho. Todos nacieron a comienzos
del siglo XX. La calidad de profesor universitario claramente se ha
hecho importante para el reconocimiento como jurista académico.

Un número significativo de los profesores fueron (o son)


profesores tiempo completo (Moles Caubet, Chiossone, Goldschmidt,
Pizani, García Pelayo, Melich Orsini, Cuenca, Andueza, Maekelt,
Rondón de Sansò, Brewer Carías, Njaim, Nikken, Arteaga, Castro
Leiva, Rosales, Hernández Bretón, Casal Hernández), y varios entre
ellos fueron directores de institutos de investigación o decanos, lo cual

164
LOS JURISTAS ACADÉMICOS DE VENEZUELA
HISTORIA INSTITUCIONAL Y BIOGRAFÍA COLECTIVA

revela que se da importancia al vínculo con la universidad. Pero la


mayoría fueron profesores por horas mientras ejercían como abogados.

El ejercicio de dos o más cargos políticos importantes


(Presidente de la República, ministro, parlamentario, magistrado de
la Corte Suprema, embajador), que fue tan frecuente entre los juristas
académicos activos en el siglo XIX y comienzos del siglo XX, se
mantuvo como característica frecuente entre los de mayor edad. Así
entre los 15 juristas académicos biografiados nacidos en Venezuela en
1916 o antes, 13 ejercieron altos cargos y sólo dos no los ejercieron.
Esto cambió sustancialmente en las generaciones más jóvenes: ninguno
de los 15 biografiados nacidos en 1940 o posteriormente han ejercido
dos altos cargos políticos y sólo dos fueron magistrados de la Corte
Suprema de Justicia. Los trece restantes no han ejercido ningún cargo.
La impresión es que el ejercicio de altos cargos del estado no comporta
ya prestigio intelectual o profesional para quienes los ejercen.

En cambio, el ejercicio profesional como abogado ha sido una


constante, pero la naturaleza de ese ejercicio ha cambiado. Entre los
nacidos en las primeras décadas del siglo XX fueron numerosos los
juristas que ejercieron la abogacía sólo en las épocas en que no ejercían
cargos políticos o judiciales, como ocurría entre los juristas del siglo
XIX. Sólo un número pequeño la ejerció como actividad económica
principal. En el grupo de los nacidos en 1940 o posteriormente la opción
principal parece ser entre el profesorado universitario o el ejercicio de
la abogacía como fuente principal de ingresos. Tenemos así los juristas
académicos profesores de tiempo completo (Njaim, Castro Leiva,
Rosales, Casal Hernández, Gómez Valdez) y los juristas académicos
abogados con una dedicación parcial a la universidad (Quintero, Duque
Corredor, Otis Rodner, Escovar León, Urdaneta Fontiveros). El caso
desviante es Calcaño de Temeltas que ha sido fundamentalmente
juez, incluyendo magistrada de la Corte Suprema, aunque ha sido
también profesora. Arteaga y Nikken comenzaron el ejercicio activo
de la abogacía después de retirarse como profesores tiempo completo.

CAPÍTULO IV 165
ROGELIO PÉREZ PERDOMO

Hernández Bretón parece haber logrado una dedicación universitaria y


un ejercicio profesional igualmente intensos como antes lo hizo Brewer
Carías.15

La ocupación se relaciona con la cantidad y la calidad de las


publicaciones. En el siglo XIX era pensable un jurista como Aníbal
Dominici quien ejerció muy altos cargos, fue abogado en los períodos
que no desempeñaba éstos, fue profesor y rector de la universidad y
escribió una obra abundante tanto en derecho como en literatura. Esto
era posible porque el ejercicio de altos cargos públicos o de la profesión
de abogado no era demasiado exigente en tiempo. Gustavo Planchart
Manrique (comunicación personal) me confirmó que en la primera
mitad del siglo XX el ejercicio de la profesión de abogado era mucho
menos exigente en tiempo que en las décadas finales de éste. Dicho
de otra manera, si los juristas del pasado no publicaban más no era
por ocupaciones preferentes que limitaban su tiempo, sino porque no
había exigencias y estímulos institucionales o sociales. Se podía ser un
jurista académico basado sólo en la comunicación oral. Por ejemplo,
Luís Felipe Urbaneja, Carlos Mendoza, Rafael Pizani, Andrés Aguilar
Mawsdley, Gustavo Planchart Manrique, Gonzalo Pérez Luciani
publicaron muy poco. Esto no disminuye su estatura intelectual. Los
conocí a todos y puedo dar testimonio de que fueron personas muy
informadas y reflexivas, con quienes era un placer conversar. Los cuatro
últimos fueron profesores muy admirados por los estudiantes y puedo
decirlo porque fui su alumno. Es probable que el haber sido profesores
muy admirados haya sido determinante en su reconocimiento como

15 Allan-Randolph Brewer-Carías (Caracas, 1939-) es el jurista académico más productivo de


la historia de Venezuela. Su obra escrita es enorme. En Venezuela se aprecia especialmente su
contribución al derecho administrativo y es también muy reconocido internacionalmete como
comparatista. Mientras producía esta obra ejercía activamente la profesión de abogado. También
ha sido director del Instituto de Derecho Público de la Universidad Central de Venezuela, Premio
Nacional de Ciencia, ministro del gabinete y diputado a la Asamblea Nacional Constituyente de
1999. Su prominencia política llevó al gobierno de Chávez a considerarlo un enemigo peligroso
y le han hecho unas acusaciones políticas que lo mantienen en el exilio. Cuando se escribe este
trabajo es profesor en Columbia University, en Nueva York.

166
LOS JURISTAS ACADÉMICOS DE VENEZUELA
HISTORIA INSTITUCIONAL Y BIOGRAFÍA COLECTIVA

juristas académicos. Otros fueron abogados muy exitosos. Además,


Urbaneja, Pizani y Aguilar Mawsdley ejercieron altos cargos políticos.
La falta de publicaciones muestra que ellas no fueron importantes para
el reconocimiento académico entre los juristas nacidos en las primeras
décadas del siglo XX.16

La decisión de publicar o de no hacerlo puede haber sido


reflexiva y puede que se hayan percibido incentivos negativos porque,
en contra de lo que puede pensarse ahora, las publicaciones no dejaban
de tener inconvenientes. Allan Brewer Carías, el más prolífico de los
juristas venezolanos, señalaba que esto le generó enemigos gratuitos,
especialmente al comienzo de su carrera. Con humor decía que los
venezolanos perdonamos otros crímenes, pero no el de publicar (entrevista
personal en julio 1983). De una manera general debe reconocerse que
el aprecio por las publicaciones se ha incrementado y que comparado el
grupo de los nacidos en las primeras décadas del siglo con los nacidos
más cerca de mediados de siglo, han aumentado los autores prolíficos
y han desaparecido los académicos con escasas publicaciones. Según
las cifras compiladas, entre los 16 juristas académicos nacidos entre
1900 y 1911, 8 no tuvieron publicaciones o tuvieron sólo unas pocas, 6
publicaron entre 10 y 30 trabajos, 2 publicaron más de 30. En cambio
entre los 15 juristas nacidos en 1940 o posteriormente, 6 se encuentran
en la categoría de abundantes publicaciones y el resto en la categoría
de 10 a 30 trabajos publicados. La cuantificación realizada puede
contener errores pues las bases de datos consultadas no necesariamente
son completas respecto a todos los autores, pero el error puede estar
del lado de indicar menos publicaciones de las realmente producidas

16 Tuve buena amistad con Rafael Pizani y conversábamos informalmente sobre muchos
tópicos, incluyendo el de las publicaciones. Pizani escribió trabajos de muy buena calidad en
su juventud y luego dejó de publicar. Su conversación era muy interesante y a mi pregunta de
por qué no escribía y publicaba invariablemente respondía con frases como “lo que tengo que
decir ya otros lo han dicho muy bien”, o “para qué?”. Pizani estaba consciente que esto era un
requerimiento universitario y animaba a quienes entonces éramos sus jóvenes colegas a escribir
y publicar. Él era el director del Instituto de Derecho Privado en el cual yo era investigador y
leía y comentaba nuestros trabajos.

CAPÍTULO IV 167
ROGELIO PÉREZ PERDOMO

respecto a los cuales contamos con menos información.


También en materia de publicaciones ha ocurrido un cambio
importante, que puede llamarse especialización. En el siglo XIX y
comienzos del XX era frecuente el jurista que publicaba sobre derecho
y también sobre historia, política, literatura, y hacía periodismo. Juristas
como Parra León (1901), Humberto Cuenca (n. 1911) y Rafael Caldera
(n. 1916) publicaron en una diversidad de materias. Tres juristas
académicos publicaron abundantemente en áreas distintas al derecho
y cuatro moderadamente. En cambio, en las décadas finales del siglo
XX y comienzos del XXI esto es cada vez más inusual y la mayor parte
de los juristas publican sólo sobre derecho. Las aparentes excepciones
no lo son tanto. Por ejemplo, Castro Leiva (1943-1999) publicó sobre
historia intelectual, y las obras principales de Njaim (n. 1940), están en el
campo de la ciencia política. En ambos casos, los trabajos relacionados
con derecho son interdisciplinarios, entre derecho y ciencias sociales,
pero su identificación principal no está en el derecho.

En el pasado no sólo no había exigencia por publicar sino que


el rigor en la expresión no era apreciado. Más bien se esperaba un
lenguaje florido y dirigido a provocar emociones. Puede hablarse de
un nuevo estilo de escritura. Ésta se despojó de adjetivos y expresiones
retóricas, se hizo más precisa, se llenó de referencias bibliográficas.
Este estilo fue desarrollado primero en Alemania de final del siglo XIX,
denominándose científico o de la nueva ciencia del derecho, y luego se
hizo influyente en todos los países de tradición romanista (Merryman &
Pérez Perdomo, 2007). Melich Orsini (1976), ya citado, destaca que los
juristas publicaban sus alegatos de abogado apenas disfrazados como
artículos, o directamente alegatos sin disfraz alguno, que lo común era
la escritura poco rigurosa. En cambio, juristas más modernos, como
el propio Melich Orsini, se habían familiarizado con la literatura
jurídica de Alemania, Italia, España más reciente y habían adoptado los
patrones de rigor de esta literatura. Por esto Melich Orsini era crítico de
la literatura jurídica del pasado.

168
LOS JURISTAS ACADÉMICOS DE VENEZUELA
HISTORIA INSTITUCIONAL Y BIOGRAFÍA COLECTIVA

En Venezuela, uno de los primeros cultivadores del estilo fue


Luis Loreto (n. en 1899), quien aprendió alemán y viajó a Alemania
tempranamente para familiarizarse con la nueva ciencia del derecho
(entrevista a Luis Loreto en Pérez Perdomo, 1981). Académicos con
liderazgo, como Melich Orsini, quien también hizo viajes de estudio a
Alemania e Italia, lo difundió entre los miembros del Instituto de Derecho
Privado, entre los cuales se encontraba el autor de este trabajo. Njaim
(1980) describió el método tutorial de García Pelayo comunicando los
patrones de rigor para la escritura académica a aquellos que trabajaban
bajo su dirección en el Instituto de Estudios Políticos de la Universidad
Central de Venezuela. Como estudiante de doctorado con García Pelayo
y participante en el seminario interno del instituto, puede corroborar
que el efecto de García Pelayo alcanzaba más allá del Instituto de
Estudios Políticos. El mayor contacto con las principales universidades
europeas y de los Estados Unidos fue importante en el cambio de estilo
de escritura y seguramente también en el nuevo ethos académico.

Melich Orsini (1976) observó que la calidad promedio de las


publicaciones jurídicas venezolanas se incrementó y notó el cambio
de lenguaje. En las últimas décadas esto es más visible, pues las
revistas han establecido el procedimiento de selección de artículos por
arbitraje (peer-review). En estos arbitrajes usualmente se evalua el rigor
metodológico, el apoyo bibliográfico y la contribución al conocimiento
en el área. Naturalmente, todo puede ser polémico, en el sentido que
algunos todavía prefieren el lenguaje florido o un tipo de análisis del
derecho sobre otro. Pero, en resumen y en términos generales, el efecto
de la internacionalización de la actividad académica a mediados del siglo
XX y, especialmente, las políticas desarrolladas en las dos décadas de
1960 y 1970 generó un cambio en el ethos académico y en su producto,
la escritura y las publicaciones. En las últimas décadas del siglo XX
hay un número mayor de personas que publican prolíficamente y se
ha elevado el rigor de la escritura. Los juristas académicos escriben
más sobre derecho y menos obras literarias. También sobre la escritura
vinculada con el derecho se percibe cambios importantes que serán

CAPÍTULO IV 169
ROGELIO PÉREZ PERDOMO

analizados más adelante.

El reconocimiento como problema

Como advertido cuando se explicó la metodología, este trabajo


se ha construido con aquellas personas reconocidas institucional y
socialmente como juristas académicos. El uso del reconocimiento es
importante para librar el trabajo de la subjetividad del investigador en
la determinación de las personas a ser estudiadas. Pero las formas y
criterios de reconocimiento pueden variar en el transcurso de la historia.
En esta parte del trabajo vamos a analizar los criterios de reconocimiento
y la consistencia o coherencia en su aplicación por las instituciones

Respecto al siglo XIX y primera mitad del siglo XX el


reconocimiento no es realmente un problema porque el número de sujetos
sobre los cuales disponemos de biografías es limitado y, en el fondo, la
disponiblilidad de biografías esta determinada por la importancia de
la persona. La forma principal de reconocimiento puede ser llamado
juicio de la posteridad en el sentido que han sido las generaciones
que han vivido décadas después de la muerte del jurista académico las
que se han encargado de destacar la importancia: sólo conservamos la
memoria de aquellos que se han considerado importantes. Por esto, a
partir de las listas de los profesores universitarios de derecho y de la
primera cohorte de miembros de la Academia de Ciencias Políticas y
Sociales buscamos las biografías hoy disponibles. Complementamos el
listado con las personas mencionadas en las obras de historia del derecho
o doctrina jurídica y en las bibliografías jurídicas. Esto nos permite
afirmar que un buen número de profesores de derecho y de individuos
de número de la Academia fueron olvidados y que hemos conservado
memoria de aquellos que fueron importantes por su desempeño político
o aquellos que publicaron.

Por el pequeño número de biografías de la época sabemos que

170
LOS JURISTAS ACADÉMICOS DE VENEZUELA
HISTORIA INSTITUCIONAL Y BIOGRAFÍA COLECTIVA

la comunicación oral era la más apreciada por sus contemporáneos


(por ejemplo: Anzola, 1904), pero el juicio de la posteridad ha puesto
más acento en la obra escrita. Los casos emblemáticos son Francisco
Javier Yanes, Luis Sanojo y Laureano Vallenilla Lanz que ni siquiera
fueron profesores universitarios de derecho, pero hoy consideramos su
obra como fundamental. Ninguna obra sobre el pensamiento jurídico
venezolano podría prescindir de ellos.

Para los juristas más cercanos a nosotros el problema es mucho


más complejo porque el tiempo y el olvido no han hecho la depuración
que tenemos respecto al pasado. Por tal motivo se ha contado más con
los mecanismos institucionales, pero sospechando que éstos tienen
imperfecciones o falencias, hemos buscado complementarlos con
otros criterios que corresponde analizar y que son otras formas de
reconocimiento por las universidades o por la comunidad de académicos.
Es tiempo ahora de ponerlos en cuestión y tratar de dilucidar los criterios
usados.

Mi preocupación no son las distorsiones que pueden resultar


de la metodología adoptada. No importa el método de selección que se
adopte, un lector podría objetar que un jurista académico importante
no ha sido incluido, o que la metodología ha llevado a la inclusión de
personas que hoy no deberían ser consideradas juristas académicos.
Naturalmente, el lector opinaría con base a su propia concepción de
lo que es o debe ser un jurista académico y cuáles son los criterios de
excelencia. La opción del trabajo es otra: partir de los que han sido
considerados juristas académicos importantes.

Sin embargo, la metodología adoptada no debe evitar el análisis


de la consistencia en los criterios institucionalmente usados y discutir los
criterios correctivos empleados en este trabajo. Al contrario, el análisis
de los criterios puede determinar la comprensión social de la actividad
de producción de conocimiento y la valoración de quienes se dedican a
ella. La tarea es necesaria, pero no sencilla porque las instituciones no

CAPÍTULO IV 171
ROGELIO PÉREZ PERDOMO

explicitan los criterios, y los patrones de reconocimiento no son fáciles


de aprehender. En esta parte del trabajo procederemos por la agrupación
de casos para la discusión de los criterios.

La clasificación primaria para el análisis es destacar quiénes


han sido reconocidos por cuáles instituciones. A partir de allí se podrá
observar cuáles son las actividades o logros más apreciados para el
reconocimiento. El criterio permite formar cuatro grupos. Los tres
primeros son los reconocidos (1) por la Academia de Ciencias Políticas
y Sociales, (2) por los libros-homenaje de una universidad, y (3) por
una y otra instritución. El cuadro 4-4 hace la clasificación.

CUADRO 4-4
JURISTAS ACADÉMICOS CLASIFICADOS SEGÚN FUENTES DE
RECONOCIMIENTO

Por la Academia de Ciencias


Por libros-homenaje de
Políticas y Sociales Por ambas instituciones
universidades
Carlos Álamo Ibarra Antonio Moles Caubet Tulio Chiossone
Carlos Mendoza Goiticoa Roberto Goldschmidt Rafael Pizani
Héctor Parra Márquez Manuel García Pelayo Rafael Caldera
Francisco Manuel Mármol Antonio Linares José Melich Orsini
Pablo Ruggeri Parra Joaquín Sánchez-Covisa Tatiana de Maekelt
Luis Felipe Urbaneja Jose Rafael Mendoza Gustavo Planchart Manrique
Edgar Sanabria Fernando Pérez Llantada Tomás Polanco
José Román Duque Sánchez Humberto La Roche Andrés Aguilar Mawsdley
Luis Ignacio Mendoza Héctor Febres Cordero Allan Brewer Carías
Enrique Tejera Paris Jesús María Casal Montbrun Alfredo Morles Hernández
René De Sola Fernando Parra Aranguren Isidro Morales Paúl
Tomás Enrique Carrillo Batalla
Gonzalo Pérez Luciani
Arístides Rengel Romberg
Ramón Escovar Salom
Francisco López Herrera
Emilio Pittier Sucre
José Guillermo Andueza

172
LOS JURISTAS ACADÉMICOS DE VENEZUELA
HISTORIA INSTITUCIONAL Y BIOGRAFÍA COLECTIVA

Gonzalo Parra Aranguren


José Muci-Abraham
José Luis Aguilar
Hildegard Rondón de Sansó
Carlos Leáñez Sievert
Luís Cova Arria
Enrique Lagrange
Alberto Baumeister Toledo
Humberto Njaim
Jesús Ramón Quintero
Román Duque Corredor
Alberto Arteaga Sánchez
James Otis Rodner
Pedro Nikken
Gabriel Ruan
Josefina Calcaño de Temeltas
Ramón Escovar León
Enrique Urdaneta Fontiveros
Eugenio Hernández Bretón
Humberto Romero-Muci
Carlos Ayala Corao

El cuarto grupo es el de aquellos que no recibieron (o no han


recibido) el reconocimiento institucional por la designación como
miembro de la Academia de Ciencias Políticas y Sociales ni los libros-
homenaje por una universidad, pero que hemos incluido agregando
vías ad hoc de reconocimiento que serán comentadas. Este grupo está
constituido por Caracciolo Parra León, Manuel Egaña, Juan Pablo Pérez
Alfonzo, Germán Suárez Flamerich, Humberto Cuenca, Lolita Aniyar de
Castro, José M. Delgado Ocando, Gert Kummerow, Luis Castro Leiva,
Manuel Gómez Valdez, Elsie Rosales y Jesús María Casal Hernández.
Rosales y Casal Hernández no serán considerados porque son todavía
muy jóvenes. Han sido incluidos porque fueron mencionados por los
profesores entrevistados como talentos emergentes en el campo del
derecho penal y del derecho constitucional, respectivamente, con obra
abundante y significativa en sus campos. Gómez Valdez es también muy
joven pero ha obtenido importantes reconocimientos internacionales en

CAPÍTULO IV 173
ROGELIO PÉREZ PERDOMO

el campo de la sociología del derecho. Es profesor de Florida International


University y fellow del Centro para el Estudio de la Profesión Jurídica
de Stanford University. Entre el grupo de los mayores, Caracciolo
Parra León no fue miembro de la Academia de Ciencias Políticas y
Sociales, pero lo fue de la Academia de la Historia y de la Lengua.
Humberto Cuenca fue electo para formar parte de la Academia de
Ciencias Políticas pero no llegó a incorporarse, seguramente porque el
reconocimiento de la Academia llegó bastante tarde en su vida. Su obra
en materia de derecho procesal es muy reconocida y además escribió
sobre temas literarios y de historia del periodismo.

La actividad más comunmente realizada por todos los miembros


del grupo ha sido la docencia universitaria. En realidad en el período
estudiado el número de profesores universitarios se incrementó mucho y
si bien es una distinción, no tiene el valor que tenía en épocas anteriores.
Hay sólo una excepción, la de Carlos Mendoza, miembro de la Academia
de Ciencias Políticas y Sociales. Él no fue profesor. Tampoco fue un autor
reconocido y, de hecho, publicó poco. Por ello conviene detenerse en su
reconocimiento. Manuel Acedo Mendoza17, en el Discurso de orden en
su homenaje, destaca la importancia de su obra. Por ejemplo, Mendoza
realizó o participó en los estudios que condujeron a la creación del
Banco Central de Venezuela y la Corporación Venezolana de Fomento, y
también en los estudios relacionados con la incorporación de Venezuela
al GATT (a la cual se opuso). Fue luego Presidente del Banco Central
y Embajador de Venezuela en España. Acedo Mendoza afirmó: “Lo
fundamental y permanente de la obra jurídica de Carlos Mendoza fue
el ejercicio liberal de su profesión que lleva a cabo en su escritorio de
abogados a lo largo de más de cincuenta años de ejercicio, interrumpido
17 Manuel Acedo Mendoza (1923-1990) fue sobrino de Carlos Mendoza y su colega de
escritorio. Fue también un jurista académico destacado, profesor de la UCV por varios años y
autor de obras importantes especialmente en el campo del derecho mercantil. Fue electo para
la Academia pero no llegó a incorporarse por su enfermedad y muerte. Lamentablemente no
quedó incluido en nuestra muestra por los criterios adoptados. Fernández & Morales (2009)
elaboraron su biografía como trabajo de grado en la Escuela de Derecho de la Universidad
Metropolitana.

174
LOS JURISTAS ACADÉMICOS DE VENEZUELA
HISTORIA INSTITUCIONAL Y BIOGRAFÍA COLECTIVA

sólo por los limitados períodos de cumplimiento de funciones públicas.


Allí a través de la comunicación constante con sus colegas y del trabajo
en equipo, crea escuela y deja huella imborrable de sus capacidades de
estudio y de su honestidad intelectual” (Acedo Mendoza, 1990:75). Su
firma de abogados publicó una obra en su homenaje (1985) compuesta
de testimonios sobre Mendoza y de algunos trabajos de éste. Esto abre
un tema que se reserva para más adelante: la importancia del ejercicio
profesional para el reconocimiento académico.

Otra actividad frecuente entre las personas reconocidas por la


Academia de Ciencias Políticas y Sociales es el ejercicio de la profesión
de abogado. En cambio, es notorio que entre los reconocidos sólo con
libros-homenaje por las universidades y los no reconocidos por las
instituciones seleccionadas, el ejercicio de la profesión de abogado no
es frecuente. También es frecuente que los reconocidos por la Academia
o por la Academia y los libros-homenaje hayan tenido cargos políticos
importantes. La falta de ejercicio profesional y cargos políticos entre
los reconocidos sólo por libros-homenaje y por los no reconocidos por
las instituciones seleccionadas principalmente puede ser parcialmente
explicada por la fuerte presencia de juristas extranjeros entre los
reconocidos sólo por las universidades. Como ya observado, tampoco
es frecuente entre los más jóvenes el ejercicio de altos cargos públicos.

La referencia a aquellos que no han sido reconocidos por


las instituciones seleccionadas y que lo fueron usando criterios
complemetarios puede ser del mayor interés para la determinación de
las virtudes apreciadas por dichas instituciones. Dos casos interesantes
son los de Pérez Alfonzo y Suárez Flamerich. Junto con Luis Felipe
Urbaneja fueron profesores estrellas del área de derecho civil, que era el
espinazo de los estudios jurídicos en la época. Por su rigor intelectual y
por el esfuerzo que requerían de los estudiantes eran denominados “Las
Tres Marías”18. Todos tuvieron una actuación muy destacada en política

18 Diego Bautista Urbaneja, hijo de Luis Felipe Urbaneja y un investigador muy reconocido
en el campo de la historia política y filosofía política, me confirmó (conversación informal) esa

CAPÍTULO IV 175
ROGELIO PÉREZ PERDOMO

y ninguno llegó a publicar en materia de derecho, pero Pérez Alfonzo


publicó ampliamente en materia de política petrolera19. A pesar de esa
historia paralela sólo Luis Felipe Urbaneja fue designado miembro de la
Academia de Ciencias Políticas y Sociales. Suárez Flamerich y Urbaneja
fueron muy importantes en el régimen de Pérez Jiménez. Pérez Alfonzo
en los gobiernos de Acción Democrática. ¿Por qué Pérez Alfonzo no
fue reconocido a pesar de su importancia política y de sus publicaciones
en asuntos petroleros? ¿Por qué no Suárez Flamerich? Pérez Alfonzo y
Suárez Flamerich están incluidos en este estudio porque eran profesores
de derecho en la época en la cual esto era todavía una distinción muy
importante. Tal vez no se los reconoció por su perfil político polémico.

La falta de reconocimiento de La Roche, Delgado Ocando y


Aniyar de Castro (todos de la Universidad del Zulia) puede explicarse por
el centralismo de la Academia, que exige la residencia en Caracas. Pero
todos ellos tuvieron mucho reconocimiento en su universidad de origen.
Delgado Ocando y Aniyar de Castro son epónimos de los institutos de
investigación de los cuales ellos fueron directores-fundadores. Delgado
Ocando y La Roche han recibido libros-homenaje del Tribunal Supremo
de Justicia y Delgado Ocando el Premio Nacional de Ciencia. Aniyar
de Castro es doctora honoris causa de la Universidad de Córdoba,
Argentina. Todos tienen una voluminosa y apreciada obra publicada.
Por tales motivos están incluidos entre los autores biografiados.

Dos casos de gran interés porque desarrollaron su labor en


Caracas, gozaron de un enorme aprecio intelectual y sus publicacioes
se consideran muy importantes son Gert Kummerow y Luis Castro
Leiva. Kummerow (1930-2002) fue profesor por muchos años
de la Universidad Central de Venezuela con un buen número de

denominación y me señaló que existe un texto de derecho civil debido a su padre que circuló en
forma mimeografiada, pero no he podido localizarlo en las bibliotecas consultadas.
19 Llama la atención que Pérez Alfonzo (1903-1979) no fue miembro de la Academia de
Ciencias Políticas y sociales a pesar de un conjunto de obras muy influyentes en relación con
política petrolera y una actuación política muy importante desde la década de 1940 en adelante.
Una hipótesis es que su posición política antagonizara a muchos de los académicos de su tiempo.

176
LOS JURISTAS ACADÉMICOS DE VENEZUELA
HISTORIA INSTITUCIONAL Y BIOGRAFÍA COLECTIVA

publicaciones. Fue incluido entre los biografiados porque varios de los


profesores consultados lo señalaron como uno de los autores jurídicos
más importantes del siglo XX, especialmente en el área del derecho
civil. El Tribunal Supremo de Justicia –un organismo no académico-
publicó un libro en su homenaje en 2004. Era originario de Valencia,
hijo de inmigrantes, y no tenía ninguna red social importante de apoyo.
Castro Leiva (1943-1999) fue profesor en la Universidad Central y
la Universidad Simón Bolívar y fue un autor clave para el desarrollo
de la historia de las ideas en Venezuela. Publicó también varios
trabajos filosófico-jurídicos importantes. Era muy admirado por la
originalidad y profundidad de su pensamiento. Fue director del Instituto
Internacional de Estudios Avanzados. Sus publicaciones fueron muy
apreciadas y varias aparecieron en revistas y obras colectivas de
prestigio fuera de Venezuela. La Universidad Católica Andrés Bello,
conjuntamente con la Fundación Empresas Polar, está publicando sus
obras completas, un reconocimiento institucional que nos permite
incluirlo entre los biografiados. Lo que no es fácil de explicar es por
qué estos dos profesores admirados y autores tan importantes no fueron
considerados por la Academia ni han recibido libros-homenaje de sus
universidades. Tienen en común que no ejercieron altos cargos públicos
ni se distinguieron en la profesión de abogado. En realidad, Kummerow
ejerció la abogacía, pero sólo considerablemente tarde en su vida y no
se labró una reputación como abogado.20

Explicar por qué el ejercicio profesional de la abogacía era


o es importante para reconocer a alguien como jurista académico
no es sencillo. Tal vez el viejo lugar común de que el conocimiento
del derecho se revela en el ejercicio profesional de la abogacía sigue
operando y probablemente ha producido esa confusión entre los valores
académicos y profesionales.21
20 Las observaciones sobre Kummerow están basadas en el trato personal. Fue primero
mi profesor y luego mi colega en la Universidad Central de Venezuela. Sostuvimos largas
conversaciones y lo vi actuar en la sala de profesores. Era un hombre cordial y muy admirado
por su obra, pero no tenía discípulos ni un círculo reconocible de amigos.
21 Debo esta observación a Humberto Njaim

CAPÍTULO IV 177
ROGELIO PÉREZ PERDOMO

Melich Orsini (1976) destacó que en el último tercio del siglo


XIX y el primero del siglo XX el prestigio de los juristas se relacionaba
con el ejercicio de altos cargos públicos. Es probable que la clave esté
en la consideración del prestigio como tal. El ejercicio de la profesión
de abogado y el ejercicio de altos cargos pueden hacer muy visible a
un jurista e influir en su reconocimiento. Pero no sería una regla sin
excepciones. Es difícil explicar por qué Enrique Pérez Olivares22, quien
gozó de un enorme prestigio académico y político, ejerció muy altos
cargos políticos y fue decano de derecho en la Universidad Central y
rector fundador de la Universidad Monte Ávila no fue designado miembro
de la Academia ni ha recibido un libro homenaje. Es cierto que no tuvo
publicaciones, pero esto no ha sido obstáculo para el reconocimiento
a muchos otros. Por ejemplo, Fernando Pérez Llantada S.J., a quien la
Universidad Católica Andrés Bello ha dedicado dos libros homenajes,
no tuvo publicaciones, no ejerció profesionalmente la abogacía y no
ejerció altos cargos públicos. Al parecer, debe el reconocimiento
académico a su actividad docente y a su bondad personal, a juzgar por
los numerosos testimonios recogidos (El Ucabista, oct 1999, www.
ucab.edu.ve/tl_files/saladeprensa).

Jesús María Casal Montbrun es otro caso atípico. Lo más


importante en su transcurso vital fue su desempeño político, con una
actuación destacada como diputado y consultor jurídico del Congreso
de la República. Fue uno de los fundadores del Movimiento de
Izquierda Revolucionaria y un perseguido político en una etapa de su
vida. Fue también, por varios años, profesor de derecho constitucional
en la Universidad Central y escribió una obra importante sobre la
constitución de 1961. Su obra publicada es escasa. Casal Montbrun
recibió un libro-homenaje coeditado por la Universidad Central y la
Universidad Católica Andrés Bello. Sin duda es un reconocimiento a su
actividad política y profesional.
22 Enrique Pérez Olivares (fallecido en 2012) fue decano de derecho en la Universidad Central
de Venezuela y rector-fundador de la Universidad Monte Ávila. Fue Ministro de Educación,
Ministro de Información y dirigente politico muy respetado tanto por sus partidarios como
adversarios. Publicó poco (la base de datos Ulpiano no registra ninguna publicación).

178
LOS JURISTAS ACADÉMICOS DE VENEZUELA
HISTORIA INSTITUCIONAL Y BIOGRAFÍA COLECTIVA

En resumen, no es fácil aprehender los criterios que expliquen


que unos juristas académicos obtengan más reconocimiento institucional
que otros. En consecuencia, pueden proponerse otros criterios. Uno
de ellos pueden ser las redes sociales. Por ejemplo, la lectura de los
discursos de incorporación y de los discursos de recepción destacan
los vínculos de parentesco entre el nuevo académico con miembros
ya establecidos de la Academia de Ciencias Políticas y Sociales, o
los lazos muy estrechos de amistad o mentoría. Tales afirmaciones
frecuentes sugiere la importancia de las redes informales, algo que los
antropólogos sociales han destacado tanto en el ejercicio profesional
como en la vida social en general (Lomnitz, 1988; Lomnitz & Salazar,
2002). En Venezuela estas redes son importantes y pueden explicar
aspecto relevantes del funcionamiento del sistema jurídico (Gómez
Valdez, 2008).

Tal vez en las instituciones de reconocimiento académico


(Academia de Ciencias Políticas y Sociales, y libros-homenajes)
predomina una apreciación general del prestigio de la persona. Por esto,
son las personas con más alta visibilidad las que pueden obtener más
rápidamente el reconocimiento formal. El ejercicio de la profesión de
abogado y la participación política y los altos cargos públicos generan
prestigio social. Las redes informales producen el mismo efecto de una
manera más estrecha pero más intensa. La persona conocerá mejor
y estará más proclive a valorar positivamente los méritos de su hijo,
sobrino, hijo político o compañero de escritorio. La importancia general
del prestigio también produce una cierta confusión entre los méritos
académicos propiamente tales y los profesionales y políticos.23

La confusión entre lo académico y lo profesional no solamente es


visible en la valoración de las personas, sino también en las actividades

23 H.Njaim me observó que en un consejo de facultad donde se discutía sobre la propuesta


de un libro homenaje se hacían apreciaciones subjetivas sobre la persona a quien se proponía
homenajear, como la simpatía o no de la persona. Esto me ratificó la importancia de las redes
informales en el reconocimiento académico.

CAPÍTULO IV 179
ROGELIO PÉREZ PERDOMO

institucionales mismas. La Academia de Ciencias Políticas y Sociales


le dio gran importancia a la publicación de leyes, el Tribunal Supremo
de Justicia y varios escritorios de abogados publican libros homenajes a
abogados que son también juristas académicos. Institutos universitarios
de investigación han publicado índices legislativos. Por otra parte,
conviene señalar que para los abogados en ejercicio de la profesión el
reconocimiento académico es importante por incrementar su prestigio
profesional.

En la segunda mitad del siglo XX, especialmente entre 1958


y 1982, hubo una política expresa de las universidades de crear
institutos de investigación, formar profesores-investigadores y
emplearlos tiempo completo con salarios razonables. La idea fue
estimular las publicaciones académicas y para ello se crearon revistas
y las universidades asumieron una importante labor editorial. Está
política entró en dificultades ante las prioridades del gobierno y de las
universidades, por lo cual se la complementó con un subsidio directo a
los investigadores que publicaban a partir de 1990. El criterio principal
para la clasificación en este programa era la cantidad y calidad24 de las
publicaciones. La pertenencia al programa y el rango que se otorgaba
se convirtió en un mecanismo muy importante de reconocimiento. En
nuestra época vivimos nuevos cambios de prioridades y claramente
el estado prefiere usar sus recursos en misiones sociales, promoción
política e inversiones militares. La investigación, las universidades y,
en general, las tareas académicas, han perdido el interés público hasta
el punto que no parece tener sentido recomendar a los jóvenes que sigan
una carrera académica, se empleen tiempo completo en una universidad
o se esfuercen en publicar. En ese sentido, la confusión de lo académico

24 La calidad se medía por el carácter de las revistas y editoriales. Sólo las publicaciones
peer-reviewed eran tomadas en consideración y tendía a darse más peso a las publicaciones
internacionales muy reconocidas. Esto aparece en los reglamentos y conocí bien el
funcionamiento del programa en la década de 1990 porque fui parte de él y miembro de la
comisión encargada de la clasificación de los investigadores en el área de ciencias sociales y
humanidades.

180
LOS JURISTAS ACADÉMICOS DE VENEZUELA
HISTORIA INSTITUCIONAL Y BIOGRAFÍA COLECTIVA

con la política y la profesión, que parecía un vestigio del pasado, ha


regresado con fuerza. El investigador académico, especie nueva en la
Venezuela post 1958, está en peligro de extinción. Lo notable es que
las instituciones de reconocimiento académico no se dieron cuenta
de los cambios o se han adelantado al destino que parece en vías de
alcanzarnos.

CAPÍTULO IV 181
LOS JURISTAS ACADÉMICOS DE VENEZUELA
HISTORIA INSTITUCIONAL Y BIOGRAFÍA COLECTIVA

V
CONOCIMIENTO JURÍDICO, POLÍTICA
Y REVOLUCIÓN*

* Agradezco a Manuel Gómez y Humberto Njaim por las muchas conversaciones que hemos
tenido en relación con los temas discutidos en este capítulo.

CAPÍTULO V 183
LOS JURISTAS ACADÉMICOS DE VENEZUELA
HISTORIA INSTITUCIONAL Y BIOGRAFÍA COLECTIVA

Derecho, conocimiento jurídico y política

Una de las dimensiones del derecho es la del conocimiento. El


derecho puede ser pensado como una ciencia o al menos como una
disciplina universitaria. La misión de los institutos de investigación
jurídica y de las escuelas de derecho es de elaborar o transmitir ese
conocimiento. Los juristas académicos son la gente del conocimiento
jurídico. Este libro es sobre ellos e inevitablemente ha tenido que
ver con el conocimiento jurídico aunque el interés no haya sido ese
conocimiento en cuanto tal sino en relación con sus portadores.

El derecho no es sólo conocimiento. Las personas entrenadas en


derecho realizan actos que tienen nombres diversos: leyes, sentencias,
contratos, actos administrativos. Ellos son los operadores más
importantes del sistema jurídico y eso son los instrumentos con los cuales
realizan sus funciones. La importancia de quienes crean o transmiten
ese conocimiento es relativamente obvia para el funcionamiento del
sistema juridico: transmiten el lenguaje, las ideas fundamentales y los
valores del derecho. Pero el derecho tiene otra dimensión que lo vincula
estrechamente a la política y al estado. Las ramas del poder público, que
configuran al estado, están reguladas por la constitución, un documento
central en el ordenamiento juridico. Esas distintas ramas del poder
público expresan sus decisiones con los instrumentos señalados. En
otras palabras, el estado se expresa a través de distintos actos jurídicos,
utilizando una diversidad de formas jurídicas. El derecho es el lenguaje
de la política. De allí que los juristas, en general, sean tan importantes

CAPÍTULO V 185
ROGELIO PÉREZ PERDOMO

para la operación o el funcionamiento del estado y también para asesorar


o representar a los ciudadanos ante distintos órganos del estado y
articular sus peticiones y reclamos. De allí que el conocimiento jurídico
y la política se relacionen estrechamente.

El derecho como disciplina, como conocimiento, ha elaborado


un lenguaje que en gran medida ha pasado a ser parte del lenguaje
político común. Naturalmente cuando decimos que el derecho como
disciplina o área del conocimiento ha elaborado un lenguaje, realmente
decimos que los juristas académicos lo han hecho, porque la disciplina
jurídica no actúa por sí misma. Cuando en un país se aprueba una
constitución, ley, decreto, sentencia, etc., el sentido de lo aprobado debe
ser entendido con el aparato conceptual provisto por el derecho. A la
vez, el derecho como disciplina ha elaborado conceptos como estado
de derecho, gobierno constitucional, principio de legalidad, derechos
fundamentales o derechos humanos que son también parte de nuestro
lenguaje político o común y que son también instrumentos de contención
en el ejercicio del poder. El derecho fija, o se propone fijar, los límites al
ejercicio del poder político (Halliday & Karpik, 1997; Halliday, Karpik
& Feeley, 2007).

Naturalmente el lenguaje del derecho y la idea de que el poder


público se exprese en ese lenguaje y esté regulado y limitado por ese
entramado conceptual es una creación de siglos, de lo que generalmente
llamamos la civilización occidental. Los juristas académicos
venezolanos de los últimos dos siglos no han creado esos conceptos e
ideas, pero han sido los responsables de explicarlos en las escuelas de
derecho o directamente al país, en libros, artículos y comunicaciones de
muy diverso tipo. Naturalmente el público al cual se dirige el mensaje
determina en gran medida la complejidad de la expresión. Los dirigidos
a los iniciados (profesionales o estudiantes) tienden a ser más largos
y complejos que los dirigidos al público general. En la medida que el
lenguaje y los valores del derecho sean compartidos en la sociedad,
los juristas académicos han desempeñado bien su papel. Por supuesto,
no es su responsabilidad exclusiva, pues otros actores sociales pueden

186
LOS JURISTAS ACADÉMICOS DE VENEZUELA
HISTORIA INSTITUCIONAL Y BIOGRAFÍA COLECTIVA

distorsionar los valores y el lenguaje, o pueden proponer valores y


lenguajes alternativos. Este punto es medular para la evaluación del
papel político y la importancia de los juristas académicos.

Los juristas académicos, como portadores del saber jurídico,


son tambien actores políticos y han tenido que lidiar con otros actores
políticos. Para este trabajo la relación entre los juristas académicos
y la política ha sido uno de los temas o ejes transversales y se lo ha
tocado en cada período cuando caracterizamos el período. En este
capítulo conclusivo se analizará como problema principal, pero
guardaremos el orden cronológico aunque adaptando la periodización a
las circunstancias de cambio de régimen político.

La independencia y el siglo XIX

En el capítulo respectivo se destacó la importancia que tuvieron


los juristas académicos en el proyecto mismo de formar una república
independiente regida por el derecho y en la regulación inicial del
estado. No debe olvidarse que la independencia fue mucho más que
el desconocimiento del poder del Rey y el reclamo de soberanía.
Fue el esfuerzo de crear una república liberal con la sección de una
monarquía absoluta y teocrática. En esa monarquía el conocimiento
se daba como constituido y los juristas, en general, tenían un papel
importante en la burocracia imperial. Pero los juristas “hijos del país”,
en este caso venezolanos, estaban excluidos de las principales funciones
burocráticas. Los juristas académicos tenían un prestigio social elevado
por sus comunicaciones informales pero los medios para expresarse
eran muy limitados.

La independencia requería la creación de un nuevo estado y


para tal tarea la filosofía política de la época que incluía una ciencia
de la legislación1 y un nuevo lenguaje resultaba especialmente útil. La
1 Ciencia de la legislación (1780) fue el título de la obra de Gaetano Filangieri (1753-1788) que
alcanzó gran popularidad y que fundamentalmente difundía las nuevas ideas sobre la política y
el derecho de finales del siglo XVIII

CAPÍTULO V 187
ROGELIO PÉREZ PERDOMO

filosofía política del siglo XVIII, que había elaborado sobre la idea
de contrato social, constitución, separación de poderes, derechos del
hombre, ofrecía buenos instrumentos para la creación de una república.
La independencia coincidió además con el uso de la prensa para la
comunicación política y ello dio una tribuna muy importante a los
juristas intelectuales. Como explicado, éstos se convirtieron en los
ideólogos de la independencia, redactores de las constituciones y de los
principales documentos políticos y publicaron trabajos para explicar
las bases políticas y jurídicas del nuevo estado. Entre estos trabajos
destacan los artículos de Sanz en el Semanario de Caracas (Sanz,
1811/1979) y las obras de Roscio (1817) y Yanes (1839), pero como fue
expuesto, no fueron los únicos. La relación de los juristas académicos
con los líderes militares de la independencia fue de iguales. Miranda
claramente encontró su desconfianza y hasta su resistencia. Bolívar
respetaba a Sanz y Roscio y contó con su colaboración leal, pero no
con sumisión ciega. Claramente los juristas presentes en Angostura
no aceptaron la parte más conservadora del proyecto de constitución
presentado por Bolívar. Yanes (1823) y varios otros fueron críticos de
la constitución de Cúcuta y del proyecto de constitución para Bolivia
que Bolívar deseaba ver acogida en la Gran Colombia. Páez encontró
severos críticos entre los juristas liberales.

La segunda mitad del siglo XIX fue un tiempo difícil. A partir


de 1847 se agudizó el conflicto político. En la década 1848-1858, bajo
la hegemonía de los hermanos Monagas, se abandonó el esfuerzo de
fortalecer las instituciones y el personalismo se hizo descarnado. A esta
década siguieron dos de extrema agudización del conflicto político,
convertido en guerra civil. El estado dejó de ser operativo. Guzmán
Blanco, entre 1870 y 1888 logró crear una apariencia de estabilidad
comprando a los caudillos, pero el conflicto armado recrudeció en la
última década del siglo XIX.

Curiosamente en esa época se hizo un esfuerzo de racionalización


del derecho debido especialmente al debilitamiento de la Iglesia Católico

188
LOS JURISTAS ACADÉMICOS DE VENEZUELA
HISTORIA INSTITUCIONAL Y BIOGRAFÍA COLECTIVA

y de los conservadores. Se adoptaron y reelaboraron los códigos


principales en varias oportunidades y se adoptó una filosofía jurídica
de total sumisión a la ley, aunque en la práctica caudillos y dictadores
actuaban sin mayor control y los jueces adaptaban las decisiones a
su voluntad más que a la de la ley. Llamamos legalismo hipócrita a
esta manera de ver el derecho porque a pesar de la desorganización
política y el predominio de la violencia, hubo un esfuerzo importante
de modernizar el derecho con la adopción de los códigos cuya baja
probabilidad de eficacia no podía ser desconocida por los juristas. Los
códigos se convirtieron en el centro del derecho y de la educación
jurídica. Se creó la Corte de Casación para controlar la legalidad de
los fallos judiciales y se escribieron libros de derecho, especialmente
comentarios a los códigos. Se escribieron también trabajos sobre la
codificación y se presentó a ésta como un triunfo de la sociedad entera.
Dado el contexto político y el atraso de la economía del país era
previsible la baja penetración del sistema jurídico, la alta probabilidad
de ineficacia de ese derecho modernizado. Esto fue lo que efectivamente
ocurrió. Si miramos el funcionamiento del sistema de justicia notamos
su creciente marginalidad. A pesar de la modernización del derecho, a
finales del siglo XIX los tribunales se usaban menos que en la década de
1840 y el número relativo de abogados había declinado (Pérez Perdomo,
2011). En la práctica esto indica que el derecho, en su conjunto, se había
hecho menos importante para la sociedad mientras fingía regularla. El
nombre de legalismo hipócrita no se refiere a una característica a aplicar
individualmente a los juristas de la época sino al sistema.

Luis Sanojo, una de las figuras mayores del derecho venezolano


de la segunda mitad del siglo XIX sino la mayor, afirma en su
introducción a las Instituciones de derecho civil (Sanojo 1873:viii) que
“el derecho es condición indispensable de la vida de los pueblos… es
un grande escudo que a todos debe defender, que debe rechazar las
invasiones de todos”. Realmente ¿creía que en su época lo era? ¿Cuán
poderoso fue el escudo frente a Guzmán Blanco, o luego, frente a Castro
o Gómez? En otra obra señala que los gobernantes que se pregonan

CAPÍTULO V 189
ROGELIO PÉREZ PERDOMO

liberales no actuaban conforme a los principios del liberalismo (Sanojo,


1877), y que en el país habían frecuentes revoluciones lo que impedía
una magistratura estable (Sanojo, 1873: vi). Seijas (1891)2 publicó
El Presidente, obra probablemente dirigida contra Guzmán Blanco
pero aplicable a nuestros caudillos y dictadores, que muestra el poco
valor del derecho y las instituciones. Muñoz Tébar (1890/1977) hizo
una contraposición muy clara entre el legalismo y el personalismo,
y propuso la creación de un partido legalista. Es interesante destacar
que aun cuando tuvimos “revoluciones legalistas” en la época, los
movimientos políticos necesitaban aglutinarse en torno a un líder. La
propuesta de Muñoz Tébar, un ingeniero, no tuvo acogida.

Los juristas académicos que redactaban y comentaban códigos


y escribían sobre el gobierno constitucional no ignoraban la enorme
distancia entre lo normativo y las prácticas sociales, pero seguramente
confiaban en el aspecto transformador del derecho. En otras palabras,
escribían para el futuro, cuando las miserias del presente que vivían
hubieran sido superadas. Y su esfuerzo podría influir en hacer ese
futuro posible. Sanojo estaba persuadido de ese efecto transformador
del derecho. “El derecho se ha hecho para triunfar sobre los hábitos
e inclinaciones de los hombre, para corregir las sociedad y ejercer
sobre ella una poderosa influencia” aunque no puede desatender
completamente los hábitos e inclinaciones del país (Sanojo, 1873). Esto
puede explicar parcialmente el legalismo hipócrita: se escribe esperando
que en el futuro la sociedad se transforme y corresponda al sueño
legalista. Gil Fortoul (1890) introdujo una novedad importante. Creía
percibir cambios sociales que harían posible que el pais se adaptara al
modelo de gobierno constitucional, en buena parte por las experiencias
negativas del pasado. “Cuando en el espíritu popular se desarraigue la
idea atávica que las naciones necesitan directores y guías para resolver
los problemas…las instituciones políticas reflejarán el principio que
el progreso en todos los sentidos…es resultante única de la actividad
social libremente manifestada” (Gil Fortoul, 1890:vi).
2 No sabemos si el autor fue Rafael Fernando Seijas o su hijo con el mismo nombre, ambos
están en la muestra de juristas académicos analizados en esta obra.

190
LOS JURISTAS ACADÉMICOS DE VENEZUELA
HISTORIA INSTITUCIONAL Y BIOGRAFÍA COLECTIVA

Siglo XX: los juristas académicos bajo dictadura y democracia

El período 1899-1935 es generalmente conocido como el


tiempo de los dictadores andinos. La década siguiente, de gobierno
de los generales López Contreras y Medina, son de liberalización
moderada, seguidos de revolución populista (1945-48) y dictadura
militar (1948-1958). En general, el siglo XX trajo cambios importantes.
Especialmente durante el régimen de Gómez (1909-1935), que puso fin
a las guerras civiles, organizó al estado y logró la efectiva unificación
del país. Adicionalmente, comenzó la explotación petrolera que dio al
estado una base fiscal sólida. Gómez es el paradigma de gobernante
autoritario en Venezuela. El uso estratégico de la tortura y la prisión
discrecional está bien documentado (Pino Iturrieta, 1998; Pérez
Perdomo, 2011), pero su régimen fue siempre cuidadoso de guardar
las formas constitucionales, prestó gran atención a la elaboración de la
legislación y los códigos adoptaron principios liberales. En realidad,
puede distinguirse en el régimen de Gómez dos etapas: la inicial (1909-
1913), relativamente liberal, y la claramente autoritaria (1914-1935)
(Caballero, 1993). La pacificación del país y la atención puesta a la
organización del aparato estatal probablemente hizo que la actividad de
los tribunales se incrementara y que aumentara también el número de
abogados.

Muchos intelectuales, incluyendo muchos juristas académicos,


apoyaron el régimen de Gómez y desempeñaron altos cargos en él
(Segnini, 1987). Un número significativo lo resistió, pues el régimen no
permitía una oposición propiamente.

La manifestación intelectual más clara de esa resistencia es


la obra Civilización y barbarie de Julio César Salas (1919). La tesis
central de esa obra es que la civilización es sinónimo de una sociedad
regida por el derecho, donde se ha desterrado la violencia. La barbarie
es, por el contrario, el régimen tiránico en el cual el gobernante actúa
arbitrariamente. La expresión literaria de estas ideas se encuentra en

CAPÍTULO V 191
ROGELIO PÉREZ PERDOMO

Doña Bárbara, la célebre novela de Rómulo Gallegos (1929). Doña


Bárbara, el personaje, no vacila en usar la superstición, la violencia y
en aprovecharse de la corrupción de los funcionarios. Santos Luzardo,
un nativo de la zona pero que se graduó de abogado en Caracas, logra
derrotarla. La novela provee estos dos personajes-símbolos muy claro
de barbarie y civilización.

Del lado opuesto generalmente se reconoce como la obra


fundamental el Cesarismo democrático de Laureano Vallenilla Lanz
(1919). La obra sostiene que la guerra de la independencia desorganizó
la sociedad venezolana y que en vez de considerar los caudillos como
los causantes de la desorganización debe vérselos como aquellos que
pudieron mantener un cierto orden. Gómez, al controlar los caudillos,
es el “gendarme necesario”, que puede mantener el orden. Los juristas,
en cambio, al introducir mecanismos inadecuados para mantener el
orden en tal sociedad, fueron contribuyentes con el desorden.

“La tendencia de todos los escritores y hombres políticos de la época era


la de coartar, limitar o anular el poder del Caudillo… Pretender sustituir
el prestigio personal del Caudillo, única institución posible en aquellos
tiempos, único resorte poderoso de orden social, con el prestigio de la Ley,
de leyes que no eran expresión concreta del estado social… fue el colmo de
la imprevisión y del empirismo” (Vallenilla Lanz, 1919)

Las ideas de Vallenilla Lanz y las de Salas son así simétricamente


contrapuestas. Vallenilla sugería como deseable una constitución
autoritaria y destacaba como modelo de ésta la constitución boliviana
propuesta por Bolívar para Colombia.

En este trabajo he considerado a Vallenilla Lanz un jurista


académico, por cuanto fue uno de los miembros fundadores de la
Academia de Ciencias Políticas y Sociales y su obra es una importante
contribución al derecho constitucional y la sociología del derecho. Los
historiadores también consideran a Vallenilla uno de los suyos y su
obra también se considera fundacional para la sociología en Venezuela.

192
LOS JURISTAS ACADÉMICOS DE VENEZUELA
HISTORIA INSTITUCIONAL Y BIOGRAFÍA COLECTIVA

Pero él no era un graduado universitario y es interesante contraponer


su pensamiento a juristas académicos más ortodoxos que también
apoyaron al régimen de Gómez.

Pedro Manuel Arcaya es seguramente el jurista académico más


importante en asumir la defensa del régimen. En sus distintas obras
apologéticas (Arcaya, 1935, 1983) su esfuerzo estuvo dirigido a destacar
que Gómez siguió las reglas constitucionales, fue respetuoso de la
legalidad y de la independencia de los funcionarios de su régimen. Él
aceptaba que había un dominio en el cual Gómez actuaba sin interferencia
que el aparato formal del estado tenía que respetar. Minimiza la enorme
crueldad de las prisiones de Gómez argumentando que en tal materia no
hizo sino seguir la tradición de gobiernos anteriores. Pero ese ámbito de
ejercicio del poder personal no se mezclaba con el manejo formal de los
asuntos de la justicia y el estado, que se hacía con jueces y funcionarios
que gozaban de independencia.

Debe notarse que se trata de dos maneras distintas de justificar


al régimen. Vallenilla Lanz justifica directamente el autoritarismo y
la concentración del poder más allá de los preceptos constitucionales
formales que no se habían adaptado a la constitución orgánica del país.
Arcaya trata de disimular el autoritarismo tras el ropaje de la legalidad.
En el fondo, Arcaya nos dice que al mantener el orden, Gómez hacía
posible el funcionamiento del estado conforme a derecho. Arcaya
corresponde más al modelo del legalismo hipócrita que antes se ha
descrito.

Otros juristas en su obra académica no se ocuparon del


tema político. Comentaban códigos o hacían análisis históricos
o conceptuales, sin refererirse a la operación real del sistema y a la
sordidez de la represión cotidiana. En sus cartas hay testimonios
repugnantes de sometimiento y de extrema adulación que muestran su
disposición al servicio incondicional al poder político y aun a la persona
del tirano (Pino Iturrieta, 1985). De esta manera, quienes dan gran

CAPÍTULO V 193
ROGELIO PÉREZ PERDOMO

preeminencia a la ley y se muestran como sacerdotes de la legalidad,


expresan discretamente su disposición a usar instrumentalmente su
conocimiento y habilidades al servicio de una persona o una causa, aun
cuando esto diste del modelo del gobierno conforme a derecho. Por esto
la denominación de legalismo hipócrita puede ser usada también en
relación a estos juristas académicos.

El otro período dictatorial en la Venezuela del siglo XX fue la


llamada dictadura militar 1948-1958. Este fue un período de gobierno
de facto, que surgió del golpe militar contra el gobierno de Rómulo
Gallegos en noviembre de 1948. El nombre es parcialmente impropio
porque la Junta Militar de Gobierno que presidió el país se convirtió en
Junta de Gobierno cuando se incorporó como presidente Germán Suárez
Flamerich, un jurista académico. La etapa más claramente dictatorial fue
el gobierno del coronel (luego general) Marcos Pérez Jiménez (1952-
1958). Pérez Jiménez perdió las elecciones de 1952, pero se impuso
gracias a un claro fraude electoral en el cual fue importante Héctor
Parra Márquez, otro jurista académico y un importante historiador del
derecho.

Durante la dictadura de Pérez Jiménez la situación fue parecida.


En el testimonio de Chiossone (1988), vocal de la Corte de Casación
en la época, el régimen no intervenía en los casos judiciales, pero era
bien conocido que existía un sistema paralelo de represión en el cual
se torturaba sistemáticamente. El sistema dual de represión permitía
guardar la apariencia de legalidad y de independencia de la justicia y
el derecho (Pérez Perdomo, 2011). Cabe señalar que el país invirtió
en justicia y que bajo el liderazgo de Luis Felipe Urbaneja, Ministro
de Justicia, logró hacer más eficiente la administración de justicia y se
modernizó la legislación venezolana. José Loreto Arismedi, Arismendi
Lairet, Pedro Guzmán, Suárez Flamerich, Parra Márquez, entre otros,
fueron activos colaboradores del régimen.

194
LOS JURISTAS ACADÉMICOS DE VENEZUELA
HISTORIA INSTITUCIONAL Y BIOGRAFÍA COLECTIVA

Un incidente de esta época es revelador: Pablo Ruggeri Parra fue


designado miembro de la Academia de Ciencias Políticas y Sociales en
1947 y se incorporó en 1957. En su discurso de incorporación sostuvo
que los avances técnicos del derecho carecen de importancia si no hay
un clima democrático y de respeto del derecho y a los derechos. Citó
como ejemplo la Italia de Mussolini (Ruggeri Parra, 1957). La situación
de Venezuela no fue mencionada, y Ruggeri Parra tenía buenas razones
para no hacerlo, pero un lector inteligente podía percibir que era
una forma vicaria de referirse a Venezuela. El individuo de número
J.M.Hernandez Ron, quien respondió su discurso, salió en defensa del
régimen que no había sido criticado directamente.

Conviene recordar que la elaboración de lo jurídico en los


siglos XIX y XX fue asociado a la idea de un gobierno limitado, el
principio de la legalidad y el respeto a los derechos de los ciudadanos.
La colaboración con regímenes dictatoriales que no respetaban esos
principios y desconocían los derechos de los ciudadanos ha debido
originar una disonancia cognitiva cuya racionalización interesa
desvelar. En regímenes más apegados al gobierno constitucional, como
los del período 1936-1945 y 1958-1999, la tensión es menor, pero no
inexistente, pues el compromiso por el respeto a los derechos de todos
no ha sido demasiado fuerte en ningún período. De allí que el legalismo
que aisla el derecho de su funcionamiento práctico, y en consecuencia
oculta ese funcionamiento, es generalmente hipócrita. El mecanismo
de racionalización que permite al jurista legalista ese aislamiento es el
disociar el derecho de sus valores y el ignorar el funcionamiento real del
aparato estatal. El derecho pasa a ser una mera tecnología social neutra
en sus valores y desconocedora de su praxis. Esto facilita ponerlo al
servicio de cualquier causa.

No todos los juristas académicos se pusieron al servicio del


régimen autoritario bajo el cual les tocó vivir. Ya se ha mencionado
a Julio César Salas. También Carlos León y Nicomedes Zuloaga se
opusieron al régimen de Gómez. Ruggeri Parra, Rafael Pizani, José

CAPÍTULO V 195
ROGELIO PÉREZ PERDOMO

Rafael Mendoza, Juan Pablo Pérez Alfonzo, José Melich Orsini se


opusieron al régimen de Pérez Jiménez. Todos sufrieron algún tipo
de consecuencias por su actitud. León y Zuloaga fueron presos de La
Rotunda, Pérez Alfonzo y Pizani sufrieron exilio, Salas y Mendoza,
ostracismo de las instituciones de reconocimiento.

El tiempo reciente: Chávez

El régimen de Chávez (1999-) ha revivido el autoritarismo en


Venezuela y no ha sido nada respetuoso de los principios del estado de
derecho, pero ha usado el lenguaje de éste acompañado de una retórica
de revolución socialista. A diferencia del régimen de Gómez no existe
un sistema paralelo y todos los presos están a la orden de los jueces, pero
existe un sistema represivo paralelo constituido por grupos armados (que
inicialmente se llamaron “círculos bolivarianos” y luego “colectivos”)
que colaboran en la represión y otras tareas revolucionarias. En las
zonas rurales hay también grupos guerrilleros que se dicen bolivarianos
y de apoyo al régimen. Tambien parece haber colaboración entre las
guerillas colombianas y el régimen de Chávez. Todos estos grupos
cometen delitos que pueden variar entre atacar estaciones de televisión
o periódicos, atacar o amenazar individuos, controlar el paso de
personas a ciertas zonas del territorio, invadir propiedades, extorsionar
y secuestrar. Los miembros de estos grupos tienen garantizada la
impunidad y reciben directa o indirectamente pagos del estado. Esto
requiere que el sistema de justicia esté claramente al servicio del
régimen y que las fuerzas armadas, las policías, el Ministerio Público y
los jueces distingan entre los partidarios y los enemigos del régimen y
castiguen sólo a estos últimos.

En oposición a sus mayores, buena parte de los juristas


académicos del presente han sido críticos de las políticas y acciones
del régimen. Los colegios de abogados, las asociaciones de profesores
de derecho constitucional y de derecho administrativo, los decanos de

196
LOS JURISTAS ACADÉMICOS DE VENEZUELA
HISTORIA INSTITUCIONAL Y BIOGRAFÍA COLECTIVA

las facultades de derecho y profesores de derecho, y la Academia de


Ciencias Políticas y Sociales, han realizado actos públicos críticos del
gobierno o han suscrito y publicado peticiones y documentos críticos3.
Ha habido un número de abogados que se han puesto al servicio del
régimen y han desempeñado distintos cargos públicos. Pero han sido
relativamente pocos quienes lo han apoyado abiertamente. Entre los
juristas académicos de la muestra, sólo José Manuel Delgado Ocando,
Hildegard Rondón de Sansó y Elsie Rosales se han puesto claramente
del lado del régimen. Entre los que no están en la muestra, tal vez los
más notables son Luis Eduardo Cabrera, Carlos Escarrá, Levis Ignacio
Zerpa y Yolanda Jaimes Guerrero. En este último grupo, los dos
primeros son profesores de la Universidad Católica Andrés Bello y los
dos últimos, de la Universidad Central de Venezuela.

La pregunta es por qué la mayoría de los juristas académicos


de hoy son más opuestos al autoritarismo que los del pasado. Una
explicación puede ser el cambio de la cultura jurídica profesional.
Seguramente ahora está más claro que en el pasado que la legalidad y
el respeto a los derechos de los ciudadanos son valores importantes del
derecho. Existe también una base material: en el pasado, fuera de los
empleos en el gobierno existían muy pocas alternativas de sobrevivencia
digna para un jurista. Julio César Salas pudo sobrevivir apartado
de cualquier cargo público, la docencia universitaria y el ejercicio
profesional gracias a su fortuna personal. Nicomedes Zuloaga tenía una
práctica profesional exitosa y venía también de una familia con medios
económicos importantes. Como hemos visto, la independencia frente
al gobierno, de todas maneras tenía costos enormes. Ya en la época de
Pérez Jiménez un número de abogados podían vivir de su profesión y
podían apartarse de la política. En nuestra época ese número es mucho

3 Estos documentos han sido numerosos y el autor de este trabajo ha firmado un número
de ellos. Generalmente el gobierno no responde a los señalamientos. Excepcionalmente el
Presidente Chávez se refirió a uno de ellos firmado por cinco decanos de derecho entre los
que me encontraba y nos insultó en cadena de radio y televisión llamándonos inmorales e
ignorantes.

CAPÍTULO V 197
ROGELIO PÉREZ PERDOMO

mayor y las sanciones por expresar la disidencia son menos severas.


Adicionalmente, bajo Chávez, hay un número de universidades públicas
autonónomas y universidades privadas, que son independientes del
gobierno y pueden proveer empleos de tiempo completo, aunque con
una remuneración modesta. La oposición al régimen o independencia
frente al gobierno tiene costos, pero son sobre todo, los llamados costos
de oportunidad.
Viceversa, los juristas que apoyan el régimen de Chávez puede
que lo hagan por convicción de que están apoyando una revolución
socialista, como reiteradamente lo manifiestan los juristas que están en
altos cargos judiciales o de gobierno. Los valores del derecho, como la
legalidad y los derechos humanos, quedan supeditados a valores que
consideran superiores. Puede también que apoyen al gobierno y sean
cómplices de su violación de los derechos humanos y de las reglas del
estado de derecho por las ventajas materiales que implica un alto cargo
judicial o de gobierno, y la asesoría, representación o la capacidad
de mediar en los negocios de las empresas del estado. Esto es lo que
generalmente es conocido como oportunismo. Cabe destacar que bajo
Chávez los juristas académicos no tienen la importancia que tuvieron
bajo Gómez o Pérez Jiménez. Los que apoyan al régimen tienen una
posición marginal. Por ejemplo, Delgado Ocando, un filósofo del
derecho de importancia, no ha tenido ninguna posición de relieve
dentro del régimen una vez que salió de su posición de magistrado del
Tribunal Supremo, a pesar de los buenos servicios al régimen que prestó
desde su posición de magistrado. Hildegard Rondón de Sansò, ex-
magistrada de la Corte Suprema de Justicia y una reconocida profesora
de derecho administrativo, no ha sido considerada para cargos como
el de Procurador General para el cual era una candidata natural. Elsie
Rosales, una acreditada investigadora y profesora de derecho penal, fue
designada magistrada suplente de la Sala Constitucional del Tribunal
Supremo, pero se impidió su incorporación cuando se produjo una
vacante que requería su presencia4. Una explicación es que el régimen
4 Por jubilación del magistrado Luis Eduardo Cabrera correspondía a Elsie Rosales, primer
suplente, llenar la vacante. Sin embargo, nunca fue llamada. Los restantes miembros de la Sala

198
LOS JURISTAS ACADÉMICOS DE VENEZUELA
HISTORIA INSTITUCIONAL Y BIOGRAFÍA COLECTIVA

prefiere la obediencia ciega y desconfía de cualquiera que pueda pensar


por sí mismo. El caso de Carlos Escarrá, quien fue importante en el
régimen, podría considerarse una excepción, pero habiéndose sometido
completamente y justificado las decisiones más disparatadas de Chávez,
y luego dejado al descubierto cuando Chávez cambiaba de opinión, es
más bien la confirmación de la tendencia5.
En general, el régimen ha mostrado poco interés por la vida
académica y la investigación. Ha habido un cierto hostigamiento contra
conocidos investigadores del Instituto Venezolano de Investigaciones
Científicas y de las universidades, y se ha expresado despectivamente
de los científicos venezolanos6, pero en general ha preferido la opción de
restringir los fondos públicos para tales tareas. Ha creado universidades
aparentemente novedosas pero de muy baja calidad académica y muy
dirigidas a la formación de operadores políticos (Pérez Perdomo, 2006c,
2009b). En 2005 promulgó la Ley Orgánica de Ciencia, Tecnología e
Innovación que generó una corriente de fondos hacia las universidades
e instituciones de investigación, pero la modificó en 2010 para controlar
esos fondos y ponerlos al servicio de su proyecto político. La única área
de investigación que interesa al Presidente Chávez y al régimen parece
ser la historia y se creó un centro de investigaciones históricas que
depende directamente del gobierno. Por supuesto, quienes se colocan en
oposición al régimen son castigados. Por ejemplo, un investigador no
Constitucional prefirieron funcionar con seis miembros, como si la ausencia de Cabrera fuera
temporal. Esto era irregular, pero evitó que Rosales se incorporara a la Sala. Ese tratamiento
es el usual si se tratara de un jurista opositor del régimen, pero ese no es el caso de Rosales.
Probablemente se temía su buena formación académica y su independencia de criterio
(conversaciones con Elsie Rosales y otros colegas de la Universidad Central de Venezuela).
5 Carlos Escarrá (1954-2012). Graduado de derecho y doctor en derecho de la UCAB y
magister de UCV, fue profesor de derecho en la UCAB por muchos años. Fue un importante
dirigente del Partido Socialiasta Unido (PSUV), magistrado del Tribunal Supremo de Justicia,
diputado de la Asamblea Nacional y Procurador General de le República, todo bajo el régimen
de Chávez (El Periodiquito 25-01-12, consultado en versión idigital el 10-09-12). La base de
datos Ulpiano de la Academia de Ciencias Políticas y Sociales reporta dos artículos en el área
del derecho administrativo.
6 En uno de sus programas televisivos comparó a los científicos del IVIC con Ciro Peraloca
(Gyro Gearloose), un personaje ficticio de dibujos animados de la familia Donald, que es un
científico-inventor completamente inútil.

CAPÍTULO V 199
ROGELIO PÉREZ PERDOMO

podría aspirar a un contrato de investigación con el gobierno o ninguna


empresa controlada por éste, ni a financiamiento del Fondo Nacional
para la Investigación. Un abogado opositor verá restringido su acceso
a funcionarios públicos y a empresas del estado. Pero pocos han sido
perseguidos. Entre éstos se encuentra Allan Brewer Carías, quien tiene
un auto de detención y ha debido refugiarse en los Estados Unidos, pero
probablemente el régimen no está castigando a Brewer por sus trabajos
académicos sino por la prominencia política alcanzada entre 1999 y
2002.7

En el pasado fueron escasos los trabajos académicos de los juristas


que abordaron directamente la relación entre el derecho y la política.
Hubo algunos muy importantes y entre ellos están las obras de Salas,
Vallenilla Lanz, Arcaya, Ruggeri Parra. En buena parte esta escasez
puede ser explicada por la pobreza de la investigación en el derecho
hasta la década de 1960. En el período posterior surge una literatura
crítica del funcionamiento del orden jurídico que fue tolerada pero que
no se consideró realmente jurídica. Hallstrom et al.; Hernández, Pérez
Perdomo & Nikken, Marín Quijada, Quintero, Linares, Van Groningen,
San Juan, Roche, Pérez Perdomo, son ejemplos del tipo de obras a las que
me refiero. La literatura jurídica seria tenía que estar referida a la correcta
interpretación de normas jurídicas, a su descripción o a la elaboración
conceptual del derecho. Quienes analizaran el funcionamiento real del
sistema jurídico no eran considerados verdaderos juristas. El régimen
de Chávez ha planteado un enorme desafío a los juristas académicos.
7 Brewer Carías fue miembro de la Asamblea Nacional Constituyente en 1999. Fue muy
importante en la redacción de la constitución de ese año, a pesar de que no había una fuerza
política tras él en esa asamblea. Se convirtió en el jurista-intelectual por excelencia de la
oposición en los años siguientes. En abril de 2002 se produjo un golpe de estado que condujo
a la substitución de Chávez. A pesar de que éste aparentemente había renunciado, el proceso
de substitución no siguió las pautas constitucionales. Chávez regresó al poder y se persiguió
a quienes apoyaron la brevísima presidencia de Carmona. Brewer era un amigo cercano de
Carmona y aunque documentó que desaconsejó a Carmona y a los militares golpistas seguir
una vía no prevista en la constitución y no participó en los eventos de ese día ni en el brevísimo
gobierno de Carmona, se decidió dictarle auto de detención por colaboración con los golpistas
(información tomada de la prensa diaria y de conversaciones personales con Brewer Carías).

200
LOS JURISTAS ACADÉMICOS DE VENEZUELA
HISTORIA INSTITUCIONAL Y BIOGRAFÍA COLECTIVA

Ha producido reformas constitucionales y legislativas completamente


heterodoxas y con frecuencia contrarias al espíritu del estado de derecho,
ha distorsionado principios que son caros a los juristas y afectado
gravemente el valor de la seguridad jurídica, de la igualdad ante la ley y
del debido proceso. Muchas de las decisiones del Tribunal Supremo de
Justicia son claramente violatorias de textos constitucionales y legales y
con frecuencia la única explicación razonable de lo que muchos juristas
consideran disparates jurídicos es el interés en proteger la revolución o
complacer el poder político. Puede pues esperarse que se produzca una
literatura más crítica y que, en definitiva, la literatura jurídica crítica
obtenga una carta de aceptación en la corriente principal de los estudios
jurídicos.

La discusión se ha producido. En 2010 se constituyó el llamado


grupo de profesores de derecho público. El nombre se explica porque
inicialmente fueron profesores de derecho constitucional y de derecho
administrativo que comenzaron a discutir por email qué enseñar y
cómo enseñar, dadas las circunstancias del país. Enseñar por el texto
de la constitución y atendiendo a los principios legales lucía irreal y
ridículo, pero a juristas acostumbrados a hacer esto no era fácil imaginar
maneras alternativas de explicar el derecho. Enseñar explicando leyes y
decisiones judiciales disparatadas o tratar de extraer de ellas principios
del derecho tampoco es una opción.

La determinación sobre si el régimen de Chávez ha impulsado a


un número de juristas académicos a escribir y publicar, y a introducir en
sus análisis elementos de evaluación de políticas públicas o referencia a
casos y acontencimientos políticos, o si ha disminuido, o si en general,
la literatura jurídica ha permanecido inmune al cambio, es un tema
importante de investigación empírica todavía a realizarse. La producción
total de trabajos académicos en derecho y la orientación de estas obras
pueden documentarse. En este momento sólo se puede formular hipótesis
porque la investigación es compleja y requiere un esfuerzo considerable.
La nueva situación puede considerarse inhibitoria de la producción

CAPÍTULO V 201
ROGELIO PÉREZ PERDOMO

para algunos, pues el estilo exegético o conceptual no parece ya útil


en las nuevas circunstancias. La falta de instrumentos para una crítica
rigurosa puede actuar también como un elemento inhibitorio. Pero otros
juristas académicos pueden haberse sentido estimulados a publicar.
La irritación que produce la violación de principios y valores que son
caros a los juristas puede estimular la escritura aunque no se realice
con el rigor académico deseable. Otros seguramente desean justificar
la revolución y sus métodos. Seguramente los más empedernimente
formalistas siguen con sus análisis de principios y reglas legales sin
poner demasiada atención a lo que pasa en el país. En cierta forma, los
juristas académicos de hoy pueden encontrarse en una situación similar
a los de la época de la independencia, sólo que ahora habría fuertes
motivos para criticar las gruesas violaciones del estado de derecho y los
principios que configuran el derecho de esta época. El lado republicano
estaría opuesto a una revolución que se traduce en autoritarismo.
Puede esperarse que en esta época hayan aparecido nuevas revistas,
desaparecido otras, aparecido nuevos autores, silenciado otros, o que
algunos hayan cambiado el estilo de sus trabajos. El asunto requiere una
investigación específica que sobrepasa el alcance de este trabajo, pues
sería un análisis de las nuevas tendencias de la investigación jurídica,
algo que no está en absoluto consolidado y todavía es temprano para
saber si estas nuevas tendencias tendrán reconocimiento académico.

Conclusión

Aquí conviene recordar los relativamente modestos propósitos


de la obra: estudiar los juristas académicos de Venezuela, revelar su
producción y su lugar en la sociedad y, en particular, en el sistema
jurídico y político. Hemos concentrado la atención en los profesores
de derecho desde el inicio del siglo XIX hasta mediado del siglo XX;
en los individuos de número de la Academia de Ciencias Políticas y
Sociales, tomando tres cohortes: 1915, 1959 y 2009-2012; y en quienes
han recibido libros-homenaje de las universidades desde 1960 en

202
LOS JURISTAS ACADÉMICOS DE VENEZUELA
HISTORIA INSTITUCIONAL Y BIOGRAFÍA COLECTIVA

adelante. Los listados así producidos han sido completados usando el


juicio de la posteridad reflejado en obras sobre el pensamiento jurídico
o bibliografías jurídicas venezolanas, y para el presente, el juicio de su
contemporáneos consistente en una veinte profesores de derecho de la
Universidad Metropolitana, de la Universidad Central de Venezuela y
de la Universidad del Zulia a quienes pedí que me indicaran los autores
jurídicos más importantes de la Venezuela contemporánea, entendiendo
ésta como la segunda mitad del siglo XX y el comienzo del XXI. Con
estos elementos se construyó una lista de juristas académicos cuyas
mini-biografías puede verse en el apéndice 1. Para quedar incluído en
la lista se requería que existiera una biografia de fácil acceso, pues el
instrumento de estudio fue la biografía colectiva.

Los juristas académicos del listado son pues reconocidos por


instituciones o por la comunidad académica y no han sido seleccionados
subjetivamente por el autor del trabajo. Naturalmente puede criticarse que
las instituciones o la comunidad académica le ha dado reconocimiento
a quien no lo merecen por no haber sido graduado en derecho (por
ejemplo, Andrés Bello, Fermín Toro o Vallenilla Lanz), por no haber
sido profesores universitarios de derecho (por ejemplo, Luis Sanojo
o Carlos Mendoza), o por no haber publicado obras jurídicas o haber
publicado muy poco (un grupo numeroso). Pero no ha sido el propósito
del trabajo criticar las instituciones de reconocimiento. Sin duda, hay
muchos otros juristas que merecían haber recibido el reconocimiento
de las instituciones o de la comunidad y no lo obtuvieron o no lo han
obtenido. Pienso especialmente en los nombres de Arístides Calvani,
Enrique Pérez Olivares y Leopoldo Márquez Añez, quienes están
entre los profesores de derecho que admiré más, y Juan Carlos Rey
y Enrique Marín Quijada, colegas de mi generación cuyas obras
considero fundamentales. No he podido incluirlos para no violar las
reglas metodológicas de la investigación. El propósito del trabajo no
fue destacar a los juristas académicos que parecen importantes al autor
del trabajo o que responden a algún criterio para definir quién es un gran
jurista (Fontaine, 2012). Pero las omisiones son lo menos preocupante.

CAPÍTULO V 203
ROGELIO PÉREZ PERDOMO

Se construyó una muestra usando criterios institucionales y aun cuando


haya un número de juristas académicos que falte en nuestra lista, el
número de biografiados es lo suficientemente alto como para que
una docena de omisiones no altere substancialmente las conclusiones
generales. El tema de esta conclusión es la validez de las conclusiones
principales.

En la conclusión general corresponde retomar el tema cuál


puede ser la importancia de los juristas académicos para el sistema
jurídico y para el político en el contexto venezolano. Al fin de cuentas,
los juristas académicos son unos intelectuales que se distinguen por
manejar la voluminosa bibliografía jurídica frente a la cual muchos
otros intelectuales se sienten temerosos o despectivos. ¿Cuál puede ser
su importancia?

Puede afirmarse que el derecho es producido por una combinación


de fuerzas sociales y de ideas. Las fuerzas sociales son independientes
de los intelectuales que, en el mejor de los casos, se esfuerzan por
entenderlas. Está fuera de cuestión que puedan dirigirlas o controlarlas.
Este es un argumento importante en contra de la eventual importancia
de los juristas académicos, como de otros intelectuales, en general. En
sentido opuesto puede argumentarse la importancia de las ideas, pero
es bien conocido que éstas son universales. Así, por ejemplo, hablamos
de la influencia de la Constitución de los Estados Unidos o del Código
Civil francés en el derecho venezolano. En realidad, cuando lo hacemos
nos referimos a la influencia de las ideas que están incorporadas en la
Constitución de los Estados Unidos o en el Código Civil francés sobre
el derecho venezolano. Esta constatación mostraría la importancia de
las ideas y de los juristas académicos, pero negaría la importancia de los
juristas académicos venezolanos.

El argumento básico de esta obra es que las fuerzas sociales no se


expresan por sí mismas y las ideas no viajan y se incorporan por sí solas.
Los juristas académicos deben ser entendidos como aquellos que hacen
el esfuerzo de interpretación de las fuerzas sociales y que vehiculan

204
LOS JURISTAS ACADÉMICOS DE VENEZUELA
HISTORIA INSTITUCIONAL Y BIOGRAFÍA COLECTIVA

las ideas. Son ellos los que divulgan las ideas comunicándolas a los
juristas y futuros juristas, y frecuentemente también directamente los
que proyectan la legislación y los demás instrumentos de expresión del
estado. En los doscientos años de historia de Venezuela puede decirse
que configuraron al sistema jurídico. Seguramente en el último decenio
han tenido una influencia visiblemente menor, pero su importancia
probablemente es la de mantener los ideales del estado de derecho, los
derechos humanos y la legalidad frente a un gobierno autoritario que ha
sometido a prueba tales ideales.

Por otra parte, los juristas académicos han sido directamente


importantes para el sistema político. Muchos de ellos tuvieron altos
cargos en el estado, fueron o son activos en la política, o fueron o son
críticos de distintos tipos de gobierno. Y la crítica es importante como
preparación del cambio. Hay que aceptar que al centrar el estudio
en los juristas reconocidos es probable que esa conclusión tenga una
cierta circularidad: los más activos políticamente tienen un mayor
reconocimiento institucional y es probable que estén sobrerepresentados
en la muestra. Juristas más concentrados en su actividad académica
puede que tengan menos reconocimiento institucional. El ejemplo de
Kummerow sea tal vez el que pueda apoyar más este argumento. De
todas maneras, el juicio de la comunidad académica bien sea cuando
miran al pasado en las obras de historia de pensamiento jurídico y en
bibliografías jurídicas, o cuando los miembros de esta comunidad miran
a sus contemporáneos en las entrevistas realizadas, pueden actuar como
correctivos. Es así que hay un número de juristas que no recibieron
el reconocimiento de las instituciones preseleccionadas que fueron
incluidos por estos mecanismos alternativos.

En relación con la importancia política, hemos visto que algunos


resistieron o resisten a gobernantes autoritarios, una conducta no exenta
de valentía y que debe aplaudirse por quienes se sienten solidarios de
los valores del derecho y de la democracia, pero que un número, mayor
en el pasado, ha colaborado con esos gobiernos. Las motivaciones de

CAPÍTULO V 205
ROGELIO PÉREZ PERDOMO

tal conducta fueron explicadas en su oportunidad, pero cabe destacar


que lo que he llamado el legalismo hipócrita no está socialmente exento
de valor. La frase de Rochefoucauld es bien conocida: “la hipocresía es
el homenaje que el vicio rinde a la virtud”. Al ocuparse de la legalidad,
al tratar de enmascarar los actos de gobernantes autoritarios con
argumentos legalistas, los juristas afirman la importancia del derecho.
Han sido excepcionales quienes han elogiado el autoritarismo y no se
han propuesto cubrir con un manto de juridicidad a los gobernantes
autoritarios. Esto no es una justificación ética de la hipocresía sino una
descripción de su efecto social.

La otra conclusión es la importancia de los juristas académicos


para el sistema jurídico como tal. Muchos de ellos fueron proyectistas
de constituciones, de legislación o fueron legisladores. Algunos fueron
jueces importantes. Pero la contribución fundamental ha sido la
enseñanza universitaria y un buen número de libros y artículos jurídicos
y políticos. Son ellos entonces los responsables de haber recibido en
el país el pensamiento jurídico moderno en las vertientes que han sido
recibidas, o de haber innovado en los casos en los cuales ha habido
innovación. Naturalmente estos temas son polémicos. Se puede criticar
a los juristas académicos venezolanos por no haber innovado lo
suficiente, o haber malentendido determinada corriente de pensamiento
jurídico o determinados autores, pero, en el fondo toda crítica es interna
y sólo es comprensible dentro de la misma elaboración del pensamiento
jurídico por los juristas académicos. Por ejemplo, podría criticarse que
el kelsenismo ha llegado a tener una importancia excesiva en Venezuela
y que, en líneas generales, ha fortalecido el legalismo de los juristas
venezolanos, en buena parte en contra de las propias ideas de Kelsen,
opinión que tiene una circulación importante. Una crítica de este tipo
sólo tiene sentido en la perspectiva de un jurista académico que declare
tener una mejor comprensión de Kelsen que la usual en Venezuela, y
requeriría evaluar la contribución de los juristas que introdujeron el
pensamiento de Kelsen en el país y explicar por qué se lo integró al
legalismo.

206
LOS JURISTAS ACADÉMICOS DE VENEZUELA
HISTORIA INSTITUCIONAL Y BIOGRAFÍA COLECTIVA

Otro ejemplo: Delgado (2008), un distinguido jurista académico


de las nuevas generaciones, critica al pensamiento antiformalista por
haber introducido el concepto de estado social de derecho y de justicia
acogido en la constitución de 1999 y proveer justificación al autoritarismo
contemporáneo. En la perspectiva de este trabajo la afirmación llama
a ser discutida en la perspectiva de la biografía de quienes pueden
considerarse los portadores principales de este pensamiento, dado que
el pensamiento no puede existir sin pensadores que lo formulen. El
planteamiento también sugiere una discusión sobre si el pensamiento
legalista o formalista fortaleció el estado de derecho. Sin entrar a
discutir estos tópicos complejos, el planteamiento de Delgado mostraría
la enorme importancia del pensamiento jurídico y político de los juristas
académicos que ha tenido tamañas consecuencias políticas.

Las afirmaciones anteriores no son juegos de ideas. Ocurre


que al ser importantes para el sistema jurídico y para el político, y
también para la relación entre ambos, los juristas académicos pueden
ser criticados por los defectos del sistema jurídico o del político, o
por la manera como ambos se articulan. O pueden ser apreciados por
sus contribuciones a la construcción de una república y una nación.
Lo que no debe olvidarse es que los juristas, y en especial los juristas
académicos, son una sección probablemente importante, pero sólo una
sección, del conjunto de actores con liderazgo en la construcción del
país. Debe colocárselos como parte de los actores civiles y de los que
han contribuido con el pensamiento y con el diseño de organizaciones
o instituciones. Su contribución debe entenderse en relación con la de
otros civiles. Por ejemplo, con la de los escritores de ficción, con los
historiadores o quienes han cultivado otras ciencias sociales. Todos
han provisto imágenes que han ayudado o ayudan a entender nuestro
proceso histórico o que proveen o han provisto instrumentos para
ella. También con la contribución de los militares, que fue también
importante especialmente en el período de la independencia.

CAPÍTULO V 207
ROGELIO PÉREZ PERDOMO

Definir la importancia de los juristas académicos en relación


con estos otros grupos plantearía difíciles problemas teóricos y
metodológicos, pues la contribución de cada grupo en la formación
de la patria o la construcción de la república depende en gran medida
de ciertas imágenes del país. Si hiciéramos el análisis de los 146
enterrados en el Panteón Nacional (Wikipedia, consultada el 01-
09-2012) encontraríamos que una sólida mayoría son militares que
participaron en la guerra de independencia y en la guerra federal.
La imagen que transmite la selección del Panteón Nacional es que
Venezuela ha sido construida por militares y que fundamentalmente se
construyó como consecuencia de esas dos guerras. Los juristas son 18,
aproximadamente el 12 por ciento, y configuran el grupo de civiles más
numeroso, seguido de lejos por médicos y sacerdotes. Entre los juristas
del Panteón Nacional, 9 están en el listado de juristas académicos.8

Este trabajo no se ha propuesto argumentar que los juristas


académicos, o los abogados en geneal, han sido o son más importantes en
la construcción del país que los militares, los médicos o los sacerdotes,
sino analizar cuál ha sido la importancia de los juristas académicos. Se
opone a la idea del Panteón Nacional en dos sentidos muy específicos:
primero, a la idea de que el país como entidad política fue construido una
vez por todas y, segundo, que esa construcción es producto de guerras.
El supuesto del trabajo es que se trata de una construcción permanente y
que es fundamentalmente civil. Las guerras deberían entenderse como
circunstancias muy indeseables y hasta catastróficas producidas por
conflictos políticos que no se manejaron adecuadamente.

Parte de la dificultad en comprender la compleja construcción


de una república es el planteamiento tradicional de verla como

8 Serrano Migallón (2004) coordinó una obra biográfica sobre abogados enterrados en la
Rotonda de los Hombres Ilustres de Ciudad de México. De los 79 enterrados allí, 35 fueron
juristas y la mayoría de ellos seguramente calificarían como juristas académicos. Un estudio
comparativo sobre cuáles son los muertos honrados en los distintos países podría se de interés
y podría vincularse con la imagen que los ciudadanos tienen de su propio país y su historia.

208
LOS JURISTAS ACADÉMICOS DE VENEZUELA
HISTORIA INSTITUCIONAL Y BIOGRAFÍA COLECTIVA

responsabilidad de individuos, en buena parte porque la figura


individual parece más fácil de entender y es más fácil de utilizar de
manera simbólica. Ha ocurrido con la figura de Bolívar, a quien se ve
como el “Padre de la Patria” y como el antecesor inmediato de quien se
ven llamados a consolidarla o transformarla.

Este enfoque de destacar la contribución individual también


se ha intentado en el ámbito civil y si cuantificáramos la producción
bibliográfica sobre algunas figuras de juristas académicos individuales
resaltaría Andrés Bello. Este trabajo no se ha propuesto exaltar
ninguna figura individual y, en el fondo, tampoco criticar a ninguna.
La metodología usada de biografía colectiva no está dirigida a
exaltar individualidades y más bien destaca rasgos comunes y los
constreñimientos institucionales y sociales en la cual los biografiados
desarrollan su carrera.

No ha habido tampoco ningún esfuerzo de exaltación patriótica.


De hecho, se ha usado muy poco la palabra patria y no habido ningún
esfuerzo en tratar de agregar nombres al Panteón Nacional o de construir
uno al lado, aunque fuere imaginario, para los juristas. Se ha preferido la
palabra república por considerar que hace referencia al ejercicio de un
poder público limitado por el derecho, algo consistente con el proyecto
de quienes la imaginaron inicialmente, incluido Bolívar y sus mentores
intelectuales Sanz, Roscio y Bello. La idea de república tiene también
la ventaja de presentarse como un esfuerzo permanente hasta cierto
punto constantemente acechado por quienes se plantean la acumulación
de poder con propósitos políticos o personales. Tiene también como
contrapartida la construcción de ciudadanía, pues la república no
puede existir sin las personas que se propongan el conocimiento y el
ejercicio de los derechos y el derecho. En este sentido, para quienes
nos sentimos comprometidos con los valores del estado de derecho,
los derechos humanos y la democracia liberal o gobierno limitado, la
importancia que tengan los juristas y la guía que puedan proveer los
juristas académicos no será nunca indiferente.

CAPÍTULO V 209
LOS JURISTAS ACADÉMICOS DE VENEZUELA
HISTORIA INSTITUCIONAL Y BIOGRAFÍA COLECTIVA

VI
APÉNDICE

JURISTAS ACADÉMICOS:
MINI BIOGRAFÍAS.

La ordenación es alfabética, por apellido. Entre paréntesis aparecen los lugares y años de naci-
miento y muerte. La información contenida es la pertinente para la construcción de las tablas.

CAPÍTULO VI 211
LOS JURISTAS ACADÉMICOS DE VENEZUELA
HISTORIA INSTITUCIONAL Y BIOGRAFÍA COLECTIVA

Cecilio Acosta (San Diego de los Altos 1818- Caracas 1881) “Escritor, periodista y
humanista”. Graduado en derecho en Caracas. No ejerció como abogado. Profesor
de economía política y legislación universal civil y criminal en UCV. Proyectista del
Código Penal. Numerosas publicaciones especialmente en el campo literario recogidas
en obras completas (Caracas. Casa de Bello, 1981). No ejerció cargos públicos. Murió
en la pobreza. (O.Sambrano Urdaneta: Cecilio Acosta, vida y obra, 1969). DHV.

Elías Acosta (San Sebastián de los Reyes 1816 – Caracas 1890). “Abogado, jurista
y político”. Graduado de derecho en Caracas. Profesor de derecho público y Rector
UCV. Ejerció como abogado. Publicó alegatos y una obra sobre sucesiones. Ministro
de Relaciones Exteriores.

Rafael Agostini (Puerto España, Trinidad, 1808 – Caracas 1881). “Abogado, escritor
y periodista”. Estudios en Francia, Italia e Inglaterra. Graduado de derecho en Europa.
No fue profesor. Autor del proyecto de Código de Procedimiento Civil 1835. Abogado.
Juez. Publicó varios libros de poesía y alegatos jurídicos. Muy activo en política.
Ministro de Relaciones Interiores y Relaciones Exteriores en varias ocasiones. (DHV)

José Luis Aguilar Gorrondona (Caracas? 1929-2011) Graduado en derecho UCV


1956. Profesor UCV, UCAB (decano), y posteriormente U.José M. Vargas. Numerosas
publicaciones jurídicas. No desempeñó posiciones políticas importantes. Ejerció como
abogado y se desempeñó como consultor jurídico de numerosos organismos públicos
y privados. Miembro (y Presidente) de la ACPS, Presidente del Colegio de Abogados.

Andrés Aguilar Mawsdley (Caracas 1924 – La Haya 1995). Graduado en derecho


en la UCV, Master in Civil Law, Universidad McGill, Montreal. Profesor de la
UCV y la UCAB. Escasas publicaciones.Ministro de Justicia 1958-62, Presidente
de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (1972-1985. Juez de la Corte
internacional de Justicia, La Haya. Libro en su homenaje publicado por UCV en 2007.

CAPÍTULO VI 213
ROGELIO PÉREZ PERDOMO

Carlos Álamo Ibarra (Caracas, 1900- ¿?) Graduado en derecho en UCV. No parece
haber sido profesor. Actuó como político, diplomático, funcionario público, escritor.
Su obra principal para ser una novela o relato: Rio Negro. ACPS. (Boletín de la
Academia de Ciencias Políticas y Sociales, 19, 1961)

Jose Guillermo Andueza (Carúpano 1928-). Graduado en UCV 1954. Profesor y


decano UCV y Universidad José María Vargas. 13 publicaciones en Ulpiano. Ha
ejercido como abogado pero es más importante su carrera como funcionario público.
Procurador General, Ministro de Justicia, Ministro del Interior, Ministro Secretario de
la Presidencia de la República, Magistrado del Tribunal del Acuerdo de Cartagena.

Félix Angulo Ariza (Guanare 1891- Caracas 1971). “Abogado, funcionario público
y escritor”. Estudios de derecho en Caracas. Graduado en 1924. Enseñó economía
política, derecho constitucional, derecho romano y derecho procesal penal en UCV
entre 1932 y 1962. Escribió elogios a Francisco Antonio Rísquez (1957), Tomás
Liscano (1970) y estudio biográfico del obispo Pedro Pablo Tenreiro (1954). El tratado
colombo venezolano (1945), Cátedra de enjuiciamiento criminal (1973). Presidente
Corte Suprema del DF (1927-29), Secretario de Gobierno del Estado Zamora (1929-
31) y Portuguesa (1936). Diputado al Congreso Nacional (1941-42). Vocal Corte
Federal y de Casación (1943-1959). ACPS. Ver: Siso Maury, Dr. Félix S. Angulo
Ariza, venezolano ilustre. Caracas. Sucre, 1972. (DHV).

Lolita Aniyar de Castro (Caracas -) Graduada en derecho en LUZ, Maracaibo, 1959.


Doctora en Derecho LUZ 1965. Postgrados en Roma y Paris. Doctora Honoris Causa,
Universidad de Córdoba, Argentina. Profesora de derecho penal y criminología en
LUZ y directora del Instituto de Criminología de LUZ (ahora Instituto de Criminología
Lolita Aniyar de Castro). Profesora invitada en muchas universidades, incluyendo
UCV. Ha publicado mucho en Venezuela y el extranjero: algunos trabajos en derecho
penal y la mayor parte en criminología. Gobernadora del Estado Zulia, Senadora.

Juvenal Anzola (El Tocuyo, 1862; Caracas, 1928). Grado en derecho, Universidad
de Caracas, 1885. Obra: Abogados venezolanos, 1904. No fue profesor universitario.
Diputado, senador, gobernador del DF. Tiempo en exilio. Publicó crónicas y ensayos.
ACPS.

Francisco Aranda (Caracas 1798-Caracas 1873). “Político, hacendista y legislador”.


Estudios de derecho en Caracas y obtuvo el grado de licenciado en 1820. No fue
profesor. Se lo reputa como proyectista del Código de Procedimientos Judiciales
(llamado Código Aranda). Político polémico. Diputado, senador, Ministro de
Hacienda, Ministro del Interior y Justicia, diplomático. Restos en el Panteón Nacional.
No aparece listado en las bibliografías jurídicas.

214
LOS JURISTAS ACADÉMICOS DE VENEZUELA
HISTORIA INSTITUCIONAL Y BIOGRAFÍA COLECTIVA

Pedro Manuel Arcaya (Coro, 1874; Caracas, 1958) “Abogado, jurista, sociólogo,
historiador, político”. Doctor en derecho, 1895, Caracas. Publicó extensamente en
materia jurídica e histórica. No fue profesor. Hizo periodismo político. Secretario
Gobierno Estado Falcón, Miembro de la Corte Federal y de Casación; Procurador
General; Ministro de Relaciones Interiores dos veces, Presidente del Congreso,
senador, embajador en los Estados Unidos y en Perú. Uno de los intelectuales del
gomecismo y del positivismo. Miembro de la Academia de Ciencias Políticas y
Sociales, de la Historia y de la Lengua. Poseía una biblioteca gigantesca que pasó a
ser uno de los fondos constitutivos de la Biblioteca Nacional. (DHV).

José Loreto Arismendi (Distrito Arismendi, Edo Sucre, 1866 – Caracas 1925).
Graduado en 1890 en UCV, Caracas. Publicó varios folletos con sus informes de
abogado en varias causas célebres. Publicó trabajos jurídicos en El Ágora, periódico
de la época, y publicó también trabajos literarios. Profesor de derecho civil UCV.
Activo en político y en la profesión de abogado. Ministro de Fomento, de Correos y
Telégrafos y del Interior. ACPS (Juvenal Anzola)

José Loreto Arismendi Arismedi (Caracas 1898 – Caracas 1979). “Abogado,


jurisconsulto y político”. Estudios en Caracas (Grado en 1919) y París. Profesor de la
UCV. Publicó: Tratado de sociedades civiles y mercantiles (4ª ed 1976), Derecho y la
ingeniería (1924), Títulos de crédito (1976), La compañía de responsabilidad limitada
(1984?). Ministro de Educación (1953-1956) y Relaciones Exteriores (1956). ACPS
(DHV).

Pedro Arismendi Lairet (Rio Caribe 1885 – Caracas 1961) (Sobrino de José Loreto
Arismendi y socio de escritorio). Estudios en Caracas pero concluye en Mérida por
cierre de la UCV en 1914. Profesor UCV de varias asignaturas. Decano UCV. Vocal
de la CFyC. “Muchos escritos y alegatos jurídicos publicados unos en folletos, otros
en revistas y periódicos, todos publicados en Caracas, pero cuyas fechas y títulos
precisos no he tenido tiempo de verificar con toda exactitud, entre los años 1908 y
1944” (Parra Aranguren, 1971)

Eduardo Arroyo Lameda (Caracas 1891 – Caracas 1977) “Abogado, diplomático,


educador, escritor”. Graduado en la UCV 1913. Profesor de historia de la diplomacia
UCV. Profesor también en USM. Embajador en Colombia y otros cargos diplomáticos.
Miembro de la Academia de la Lengua, 1950 y ACPS. Producción literaria. (DHV).

Alberto Arteaga Sánchez (¿?1938-) Graduado en derecho UCV 1965. Especialización


en derecho penal UCAB, 1967 y Universidad de Roma, 1973. Profesor investigador
del Instituto de Ciencias Penales de la UCV y director de dicho Instituto. Decano
UCV. Abogado en ejercicio desde 1991 (ACPS).

CAPÍTULO VI 215
ROGELIO PÉREZ PERDOMO

José Cecilio Ávila (Pedernales 1786- Caracas 1833). Estudios de filosofía, derecho y
teología. Profesor de cánones en Caracas desde 1820. Rector de la universidad. Varios
cargos eclesiásticos. Diputado. Amplia actividad periodística. Obra no recogida.

José Ramón Ayala (Caracas 1878 – Caracas 1966). Graduado en la UCV 1903.
Profesor UCV en derecho constitucional, derecho español, principios de derecho y
legislación, derecho minero. Poeta. Abogado. Miembro de la Comisión Codificadora
Nacional. Vocal de la Corte Federal y Casación. Publicó un Epítome de la legislación
y un Derecho minero. Varios artículos (Gutiérrez Alfaro, 1968)

Carlos Ayala Corao (Caracas 1957-) Graduado en UCAB. Maestría en Georgetown,


Washington. Doctorado UCV. Profesor UCAB y UCV. Activo como abogado.
Numerosas publicaciones. Presidente de la Comisión Interamericana de Derechos
Humanos. Miembro de la ACPS.

Juan Bautista Bance (Aragua de Barcelona, 1865; Caracas, 1965) Graduado en


UCV, 1894. Estudios pre-universitarios en Trinidad. Editor de Themis, revista jurídica
(1896-1898). Publicó numerosos artículos y folletos. Profesor de derecho romano y
derecho civil en la Universidad Central de Venezuela. Comenzó su carrera como juez
en Villa de Cura (1894), pero no tuvo cargos políticos importantes. Fundó el escritorio
Bance & Valladares en 1896, que se convirtió en una firma muy importante de
abogados corporativos en Venezuela. Fue abogado de importantes compañías minera
y petrolera, y litigó casos importantes para esas compañías al final del siglo XIX y
comienzos del XX. Practicó el derecho activamente hasta 1950. Publicó varios de sus
alegatos forenses, un trabajo en memoria de Miguel José Sanz (1942) y uno sobre
Macuro o Puerto Cristóbal Colón a los 450 años del descubrimiento (1948). También
la Memoria de incorporación a la Academia (1926). ACPS (DHV).

Eusebio Baptista (Boconó, 1821; Caracas, 1895). “Abogado y político”. Graduado


derecho en ULA en 1854. Intensa actividad política que lo lleva a entrar en conflicto
con Guzmán Blanco, lo que lo obliga a retirarse a Mérida donde enseñó en la ULA.
Publicó un folleto político-autobiográfico. Senador por Trujillo (DHV).

Alberto Baumeister Toledo (¿?). Graduado en derecho UCAB 1962. Especialista


en derecho privado (1975) y financiero (1992), en UCAB. Investigador asociado del
Centro de Investigaciones Jurídicas y profesor UCAB. Profesor UCV y en varias otras
universidades nacionales. Profesor invitado en Universidad Javeriana de Bogotá, San
Salvador, Buenos Aires, Mar del Plata y Santiago de Cuba. Autor de 60 estudios
jurídicos (ACPS).

216
LOS JURISTAS ACADÉMICOS DE VENEZUELA
HISTORIA INSTITUCIONAL Y BIOGRAFÍA COLECTIVA

Andrés Bello (Caracas, 1781- Santiago, Chile 1862). Graduado en artes en la


Universidad de Caracas (no fue graduado en derecho). Participó en la independencia.
Profesor universitario y rector en Chile. Fue senador y ministro. Publicó en diversos
campos. Fue proyectista del Código Civil chileno y autor de una obra en derecho
internacional público. Ambas obras lograron gran difusión en América Latina. Se lo
considera uno de los intelectuales latinoamericanos fundamentales del siglo XIX.

Cristóbal Benítez (Villa de Cura, 1887; Madrid, 1915). “Abogado, sociólogo y


diplomático”. Graduado en derecho en UCV en 1908. Profesor de sociología UCV.
Juez del Estado Miranda. Cónsul en distintas ciudades. Conferencista en la Escuela de
Altos Estudios de Paris. Publicó una obra en francés. Rector de ULA. Presidente del
Congreso Nacional. Embajador (DHV).

Arminio Borjas (San Carlos, 1868; Caracas, 1942) Doctor en leyes. UCV 1890.
Obras: Comentarios al Código de Procedimiento Civil. 6 vols. 6ª ed. 1984. Exposición
del Código de Enjuiciamiento Criminal. Profesor de derecho procesal civil por más
de 20 años. UCV. Juez en Carabobo. Secretario del Estado. Senador por Monagas y
por Carabobo. Secretario de la Presidencia de la República. Procurador de la Nación.
Presidente de la Corte Federal y de Casación. Presidente € de la República en 1936.
Publicó una historia universal contemporánea. Es un autor de “doctrina jurídica”.
ACPS.

Allan Brewer Carías (Caracas 1939-) Graduado en Derecho en UCV en 1962.


Estudios de postgrado en Paris. Ha sido profesor en UCV (también director del
Instituto de Derecho Público) y profesor visitante en Cambridge, Paris, Columbia,
Externado de Colombia. Activa participación en redes académicas internacionales.
Miembro de la ACPS desde 1978. Ha ocupado varios cargos públicos importantes.
Ha ejercido como abogado. Numerosos libros y “más de 600 artículos y capítulos en
libros” publicados. ACPS. Ha recibido el Premio Nacional de Ciencias, doctorados
honorarios de varia universidades y un libro homenaje.

Angel Francisco Brice (Maracaibo 1894 – Caracas 1969) “Abogado, jurista e


historiador”. Graduado en ULA 1916. Doctorado honorífico UCV 1924. Estudios
en Chicago en 1938. Profesor UCAB. 1960: Miembro de la ACPS y Academia de
la Historia. Y miembro correspondiente por el Zulia de la Academia de la Lengua.
Producción histórica abundante. Biografía: Briceño Perozo: Angel Francisco Brice,
académico modelo. (DHV).

CAPÍTULO VI 217
ROGELIO PÉREZ PERDOMO

Alonso Calatrava (Aragua de Barcelona 1877 – Caracas 1966). Graduado en UCV


1896. Profesor UCV (derecho procesal y prácticas forenses). Vocal y Presidente de
la Corte Federal y de Casación. Miembro de la Comisión Codificadora Nacional.
Músico y compositor. No se mencionan publicaciones. Miembro de la ACPS (Schacht
Aristiguieta, 1968).

Eduardo Calcaño y Panizza (Maracaibo 1831- Caracas 1904). “Abogado, escritor,


periodista y político”. Estudios de derecho en UCV. Profesor de derecho romano UCV.
Orador y escritor importante. Miembro de la Academia de la Lengua y de la Academia
de la Historia. Varias publicaciones jurídicas. Ministro de Relaciones Exteriores en
varias ocasiones y embajador.

Josefina Calcaño de Temeltas (¿? ) Graduada en derecho UCAB 1967. Estudios de


postgrado en Paris. Profesora UCAB y UCV. Magistrado Corte Suprema de Justicia.
Publicaciones: 7 en Ulpiano, una veintena según De Sola en la contestación al discurso
de incorporación a la Academia. ACPS

Rafael Caldera (San Felipe 1916 – Caracas, 2009) Graduado en UCV. Profesor de
sociología y derecho del trabajo, UCV. Procurador General, Presidente del Congreso.
Presidente de la Republica por dos periodos. Miembro de la ACPS y Academia de la
Lengua. Doctor honoris causa de muchas universidades venezolanas y extranjeras.
Numerosas publicaciones políticas y jurídicas. Libros homenajes UCV, UCAB
(DHV).

Tomás Enrique Carrillo Batalla (¿?1921-) Graduado en derecho y economía y


profesor en ambas disciplinas. Master en Michigan. Profesor en Paris I en 1974.
Presidente fundador de la Academica Nacional de Ciencias Económicas. Ha escrito
abundantemente sobre finanzas, legislación fiscal, historia de la legislación y
economía. Ministro de Hacienda. Parlamentario (ACPS)

Jesús María Casal Montbrun (Acarigua 1935 – Caracas 1994) Graduado en


derecho UCV en 1957. Profesor UCV. Diputado, preso político, consultor jurídico del
congreso. Escasas publicaciones. Libro Homenaje UCV-UCAB

Jesús María Casal Hernández (Caracas 1965- ) Estudios en la UCAB, graduado


en 1988. Estudios de postgrado en Universidad Central de Venezuela, doctorado en
Complutense (Madrid) y estadías de investigación en Alemania. Profesor UCAB
y UCV, Decano UCAB. Jefe de Estudios del Congreso Nacional por varios años.
Numerosas publicaciones desde 1989 en materia de derecho constitucional y derechos
humanos.

218
LOS JURISTAS ACADÉMICOS DE VENEZUELA
HISTORIA INSTITUCIONAL Y BIOGRAFÍA COLECTIVA

Pedro Pablo del Castillo (La Guaira 1813 – Caracas 1885). Licenciado y doctor en
derecho civil UCV. No fue profesor. Impresor, periodista, autor de obras literarias.
Publicó el Teatro de la Legislación Colombiana y Venezolana y otras obras jurídicas.
Fue juez y desempeño otros cargos públicos (Nieschulz de Stockhausen, 1982).

Luis Castro Leiva (Caracas 1943- Chicago 1999). Graduado en derecho UCV
en 1966. Postgrados en Paris y luego en Cambridge, Inglaterra, donde obtuvo el
doctorado. Profesor de la UCV y de la Universidad Simón Bolívar. Presidente del
Instituto Internacional de Estudios Avanzados (Caracas). Profesor visitante en la
Universidad de Chicago. Su obra se considera especialmente importante para la
historia de las ideas en Venezuela y también varios trabajos muy relevantes para
el derecho. La UCAB y la Fundación Empresas Polar están publicando sus obras
completas (Wikipedia y conocimiento personal).

Tulio Chiossone (Rubio 1905 - Caracas 2001) no información en DHV. Graduado


en ULA, en 1929. Profesor ULA, UCV y UCAB. En este UCV fue TC y Director del
Instituto de Ciencias Penales y Criminológicas. Ministro de Relaciones Interiores,
senador, Magistrado de la Corte Federal y de Casación. Numerosas publicaciones
jurídicas y no jurídicas. Miembro de la ACPS. Miembro Correspondiente de la Real
Academia Española de la Lengua. (W). Libro homenaje UCV.

José Agustín Chipía (San Diego de Alcalá, España, 1788 – Mérida 1846). Estudios
en el seminario y universidad de Mérida. Licenciado y doctor en teología, doctor
en ciencias políticas y sociales. Dictó numerosas cátedras en materia eclesiástica,
derecho romano, derecho práctico y leyes naciones. Rector de la Universidad de los
Andes. Senador. (Benítez, 2010).

Luis Cova Arria (Caracas, 1937-). Graduado en derecho UCV 1959. Doctorado
UCV 1963. Master New York University 1974. Profesor UCV. Área de especialidad:
derecho marítimo. Publicaciones: 22 en Ulpiano. Intenso ejercicio profesional.

Humberto Cuenca (Maracaibo 1911 – Caracas 1965). Graduado UCV 1936. Profesor
en secundaria y en derecho UCV desde 1947. Muy activo como abogado. No ejerció
cargos públicos, pero tuvo intensa actividad política. Exiliado bajo Pérez Jiménez
(1954-1958). Publicó abundantemente tanto en derecho como en historia, literatura y
periodismo. Libro homenaje TSJ.

José Manuel Delgado Ocando (Maracaibo 1928 -). Graduado en derecho en la


Universidad del Zulia, Maracaibo, en 1951. Postgrados en filosofía del derecho en
universidades de La Plata (Argentina), Bonn y Colonia (Alemania), y Universidad

CAPÍTULO VI 219
ROGELIO PÉREZ PERDOMO

Libre de Bruselas. Profesor de la Universidad del Zulia y primer director del Instituto
de Filosofía de Derecho de esa universidad (instituto que ahora lleva su nombre).
Miembro del Directorio del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y
Tecnológicas, Premio Nacional de Ciencia, Magistrado del Tribunal Supremo de
Justicia. Muy numerosas publicaciones, especialmente en el campo de la filosofía del
derecho. Libro homenaje del TSJ. Información biográfica de la pag web, TSJ

René De Sola (Caracas, 1919-) Graduado en UCV 1943. Doctorado en Paris, 1953.
Profesor UCV y UCAB. Decano Universidad Santa María. Incorporado a la ACPS
1966. Director, Academia de la Lengua. Ministro, Embajador, Magistrado de la
Corte Suprema de Justicia, ejercicio privado de la profesión de abogado. “Autor de
numerosos libros, monografías, artículos y decisiones judiciales”. ACPS

Aníbal Dominici (Barcelona 1837- Caracs 1897). “Abogado, jurisconsulto, periodista,


escritor y político”. Graduado en derecho UCV 1859. Profesor y dos veces rector de
la UCV. Autor de una obra de comentario al Código Civil y el de Comercio. Autor
de obras teatrales e históricas. Miembro de la Academia de la Lengua. Juez, senador,
Ministro de Fomento, primer Ministro de Instrucción Pública, gobernador de estado,

Román Duque Corredor (Mérida, 1941-) Graduado en derecho UCAB 1965.


Doctorado en derecho UCAB 1976. Profesor UCAB, UCV, Universidad Santa María
y Universidad Ezequiel Zamora. Profesor invitado en Universidad Nacional de Costa
Rica, Universidad Federal de Goias, Instituto Politécnico de Madrid. Individuo de
número desde 2001. Magistrado de la Corte Suprema de Justicia. Ejercicio privado de
la abogacía. (ACPS)

José Román Duque Sánchez (Zea 1914 – Caracas 1999). Graduado en la ULA en
1939. Estudios posteriores en New York University. Profesor en la ULA, UCV y UCAB.
Magistrado de la Corte Suprema de Justicia (1959-1982). Ejerció como abogado 1939-
1942. Publicación de literatura didáctica y de trabajos sobre jurisprudencia. Publicó
también artículos de opinión. Miembro ACPS. Libro homenaje TSJ.

Manuel R. Egaña (Zaraza, Guárico, 1900 – Caracas 1985). Graduado en derecho en


UCV en 1925. Estudios informales en Washington en derecho y economía mientras
desempeña cargo diplomático (1927-28). Director en el Ministerio de Hacienda y
luego Ministro de Fomento (1938-1941 y 1948-1950). Miembro de la Comisión
Revisora de Leyes y Reglamentos Fiscales. Senador y Presidente del Congreso,
embajador. “Está considerado como uno de los modernizadores de las instituciones
económicas y financieras del país” (DHV). Escribió sobre derecho minero, historia
económica, economía y petróleo.

220
LOS JURISTAS ACADÉMICOS DE VENEZUELA
HISTORIA INSTITUCIONAL Y BIOGRAFÍA COLECTIVA

Francisco Espejo (Siquire 1758- Valencia1814). Estudios de derecho en Caracas.


Actuación muy destacada como abogado. Fue fiscal y oidor honorario de la Audiencia
de Caracas. Participó activamente en la independencia y desempeñó altos cargos,
incluido Presidente de la República. Prestigio como un gran jurista. No fue profesor
ni tiene publicaciones.

Rafael Escalona Arguinzones (Caracas 1777 – Caracas 1853). Graduado en filosofía,


teología y cánones en la Universidad de Caracas. Fue profesor de latín, filosofía y
cánones. Carrera eclesiástica. No publicaciones

Ramón Escovar León (Barqusimeto, 1950-). Graduado en derecho UCAB 1974.


Doctor en derecho UCV 1990. MBA UCAB 1997. Profesor UCV y UCAB. Miembro
de la ACPS desde 2009. Autor de varios libros y de “más de cuarenta trabajos en
diversas revistas”. ACPS

Ramón Escovar Salom (Barquisimeto 1926- Caracas 2008). Graduado en derecho


UCV. Profesor visitante en Cambridge y visiting scholar en Harvard. Diputado,
senador, ministro, embajador. ACPS. Numerosas publicaciones especialmente en
política e historia.

Foción Febres Cordero (Obispos, Táchira 1831 – Mérida 1911). Se graduó en derecho
en la Universidad de los Andes y fue profesor en ella. Publicaciones periodísticas
pero no se localizaron publicaciones académicas. Secretario de Gobierno del Táchira,
Presidente de la Asamblea Constituyente del Estado de los Andes (Niechulz de
Stokhausen, 1982).

Héctor Febres Cordero (Mérida ¿?). Graduado en derecho ULA 1939. Profesor de
ULA por muchos años. Publicaciones en el campo del derecho penal. Libro homeaje
ULA (Control social y justicia penal en Venezuela / Ensayos en homenaje de Héctor
Febres Cordero, 1996.

Ramón Fernández Feo (Valencia 1826 – Caracas 1906). Conocido también como
Ramón F. Feo. Estudios de derecho en UCV. Profesor de Derecho Práctico UCV desde
1861. Abogado exitoso, Presidente del Colegio de Abogados. Rechazó importantes
cargos puúblicos ofrecidos. Miembro de comisiones codificadoras. Publicó un masivo
comentario del Código de Procedimiento Civil y varios folletos con alegatos de
abogado (DHV).

CAPÍTULO VI 221
ROGELIO PÉREZ PERDOMO

Juan Antonio Ignacio Fernández Peña y Angulo (Mérida 1781 – Caracas 1841).
Estudios en Mérida y Bogotá. Graduado de doctor en teología. Sacerdote. Obispo de
Mérida, Arzobispo de Caracas. Diputado, firmante del acta de la independencia en
1811. Primer Rector republicano de la Universidad de los Andes. No se han localizado
publicaciones.

Manuel García-Pelayo (Corrales del Vino, Zamora, España 1909 – Caracas 1991).
Graduado en derecho 1933 y doctorado en 1934, Universidad Central del Madrid.
Estudios posteriores en Viena. Participa en la Guerra Civil Española y termina en
un campo de concentración. Trabaja luego en Madrid, Buenos Aires y San Juan de
Puerto Rico. Invitado por la Universidad Central de Venezuela se incorpora como
Director del Instituto de Estudios Políticos en 1958 hasta 1980. Presidente del
Tribunal Constitucional de España (1980-1987). Numerosas publicaciones en derecho
constitucional y teoría política. Libro Homenaje UCV.

Esteban Gil Borges (Caracas, 1879; Caracas 1942) Graduado en derecho, Caracas,
1898. Profesor de historia del derecho UCV. Publicó Ideas sobre la filosofía de la
historia del derecho, 1911. La vida del derecho, 1919. Conciliación y arbitraje, 1936.
Numerosos escritos en el área internacional. Presidente del la Corte Suprema, DF;
diplomático; ministro de RE. Miembro de la Academia de la Lengua y ACPS.

José Gil Fortoul (Barquisimeto, 1861; Caracas, 1943) Doctor en Ciencias


Políticas, UCV 1885. Profesor de derecho constitucional en UCV. Publicó Filosofía
constitucional, 1890. Filosofía penal, 1892? Diplomático en Europa desde 1886 por
muchos años. Senador, Ministro de Instrucción Pública. Presidente encargado de la
República. Miembro de la Academia de la Historia y ACPS. Abundantes publicaciones
en historia y otras materias (DHV).

Gil de Yepes, José Tomás (El Tocuyo 1728- El Tocuyo 1795). Doctor en ambos
derechos de la Universidad de Caracas, sacerdote, profesor de instituta en Caracas.
Carrera religiosa en El Tocuyo. No se conocen publicaciones (DHV).

Roberto Goldschmidt (Berlín 1907, Caracas 1965). Estudios de derecho en la


Universidad de Berlín donde se doctoró en 1932, doctorado en derecho en Florencia,
1934. Profesor en Milán, St Gallen (Suiza) y Córdoba (Argentina) hasta que se
residencia en Caracas en 1953. Profesor de la UCV y director del Instituto de Derecho
Privado. Trabajó también en el Ministerio de Justicia. Muy activo participante en
reuniones académicas internacionales. Muy numerosas publicaciones en español,
alemán e italiano. Libro homenaje UCV.

222
LOS JURISTAS ACADÉMICOS DE VENEZUELA
HISTORIA INSTITUCIONAL Y BIOGRAFÍA COLECTIVA

Manuel Gómez Valdez (Caracas, 1971-). Graduado en derecho en UCAB en 1993.


Maestría y doctorado en derecho en Stanford University. Profesor inicialmente en
UCAB y UCV y luego en Florida International University. Fellow del Stanford Center
for the Legal Profession. Numerosas publicaciones en el campo del derecho. Ejercicio
como abogado limitado y no ha desempeñado altos cargos públicos. Residenciado en
los Estados Unidos desde 2000. Sus trabajos académicos han recibido reconocimiento
internacional importante, entre ellos a la mejor tesis doctoral otorgado por la Law and
Society Association.

Carlos F. Grisanti (Rio Caribe, Edo Sucre, 1861 – San Remo, Italia, 1938). Graduado
en derecho en 1884 UCV. Consultor jurídico de varios ministerios. Comisiones
codificadoras de 1895 y 1913, Presidente de la Corte Federal y de Casación.
Representante de Venezuela en asuntos de derecho internacional público. Senador y
Presidente del Congreso (1922). Murió en Italia mientras era embajador ante la Santa
Sede. Académico de la Historia y ACPS.

Emilio Constantino Guerrero (La Grita, 1866; Rio de Janeiro, 1920). Graduado
en Mérida. Abogado 1897. No fue profesor Publicó Estudios jurídicos, 1922. Vocal
de la Corte Federal y de Casación, 1902 –Presidente de ella hasta1911. En 1910
interinamente Presidente de la República. En 1913 encabezó la Comisión Codificadora.
Embajador en Brasil donde murió. Escribió también poesía e historia. El Diccionario
Filológico, 1913. Fue miembro de la ACPS y Academia de la Lengua. (DHV).

Pedro Guzmán Rivera (Maracaibo 1894 – Caracas 1981) “Abogado, profesor


universitario y político”. ULA Abogado 1916, Dr Sc Pol y Soc UCV 1936. Profesor
de sociología UCV. Miembro de comisiones revisoras de leyes. Ministro de Hacienda
(1953-1958). “Publicó varios trabajos sobre derecho mercantil e historia del derecho”.
ACPS (DHV).

Pedro Hermoso Tellería (Coro 1858 – Caracas? 1935) Graduado en derecho en UCV
1886. Profesor de derecho político UCV. Administrador de la Aduana Marítima de La
Vela, diputado, consejero federal, Relator de la Corte Suprema, Presidente de la Corte
Superior, Presidente de la Corte Federal. No aparece que haya publicado. ACPS.
(J.Anzola ,1904)

Eugenio Hernández Bretón (Caracas 1958-). Graduado en derecho UCAB 1981.


Doctor iuris utriusque, Heildelberg 1991. Master, Tubingen y Columbia University.
“Más de 60 publicaciones” en varias áreas del derecho. Profesor UCAB. Decano
Universidad Monte Ávila. Muy activo como abogado y árbitro. ACPS.

CAPÍTULO VI 223
ROGELIO PÉREZ PERDOMO

José Manuel Hernández Ron (Zaraza 1893 - ¿? 1957). Graduado de derecho en UCV
y profesor de derecho administrativo y Secretario UCV. Profesor Honorario UCV
1947. Autor de un manual de derecho administrativo. Fue miembro de la Academia
de Ciencias Políticas y Sociales. No se indica que haya ejercido como abogado o altos
cargos públicos (información de Internet)

Tomás Hernández de Sanabria (Caracas 1752- Caracas 1838). Estudios jurídicos


en la Universidad de Caracas. Profesor de latín y de artes. Rector de la Universidad,
decano del Colegio de Abogados. Importantes cargos bajo la monarquía y del lado
monárquico en tiempos de lucha por la independencia. No publicó.

Gustavo Herrera (Caracas 1890- Caracas 1953). Graduado de derecho en UCV.


Profesor de economía y finanzas UCV. Abogado. Muy activo en política. Ministro de
Hacienda, Relaciones Exteriores, Fomento, Educación, embajador. No se mencionan
publicaciones. (DHV)

Lorenzo Herrera Mendoza (Caracas 1881 – Caracas 1966). “Abogado, juez y


profesor universitario” Graduado en UCV 1902. Profesor de historia del derecho,
derecho civil, derecho internacional público y derecho internacional privado. Director
del Seminario de Derecho Privado UCV 1949-1952. Funcionario del Ministerio de
Relaciones Exteriores. Vocal de la Corte Federal y Casación 1945-1948 y su presidente
en 1958. “Numerosos trabajos jurídicos”. ACPS. (DHV).

Francisco Ibarra (Guacara 1726-Caracas 1803). Doctorado en cánones en la


Universidad de Caracas y luego se ordenó como sacerdote. Profesor de cánones 1748-
1770 y Rector de la Universidad en1754-1758. Altas dignidades eclesiásticas (primer
obispo de Guayana, primer arzobispo de Caracas en 1803). No dejó obra escrita
(González, 1997).

Pedro Itriago Chacín (Zaraza, 1875; Islas Canarias, 1936). Doctor en derecho UCV,
1899. Profesor de historia del derecho romano y de derecho internacional. Publicó
Estudios jurídicos 1915; En la cátedra, 1930. Juez en Anzoátegui y Sucre; Presidente
Corte Suprema DF; Ministro RE 1921-1936. Perseguido como gomecista, se exilió y
murió en España. ACPS (DHV).

Carlos Jiménez Rebolledo (Barinas, 1869; Caracas, 1951) Graduado en Caracas,


no mención de fecha. No fue profesor. Publicaciones: Recurso de casación: estudio
sobre la ley de casación venezolana en materia penal. 1906. Washington. Ensayos
sobre economía política, 1936. Apreciaciones sobre los impuestos, 1937. Ministro
de Guerra bajo Gómez. Miembro fundador y Presidente de la Academia de Ciencias
Políticas y Sociales. (Aparentemente una sola publicación cuando fue elegido).

224
LOS JURISTAS ACADÉMICOS DE VENEZUELA
HISTORIA INSTITUCIONAL Y BIOGRAFÍA COLECTIVA

Gert Kummerow (Valencia 1930 – Caracas 2002). Graduado en derecho UCV


1956. Profesor de derecho UCV. Numerosas publicaciones en derecho. Proyectista
legislativo. No desempeñó cargos públicos importantes. No fue miembro ACPS.

Enrique Lagrange (¿?) Graduado en UCV 1960. Doctor Universidad de Paris 1962.
Doctor UCV 1963. Profesor UCV. Miembro de la ACPS desde 2001. “Autor de varias
obras jurídicas” (17 ACPS). (ACPS).

Tomás Lander (Caracas 1787 –Caracas 1845). Graduado en filosofía en la


Universidad de Caracas pero no se graduó en derecho. No fue profesor. Fundador de
varios periódicos y autor de una vasta obra periodística. Autor de dos obras jurídicas.

Humberto La Roche (Maracaibo 1925 – Maracaibo, 2000). Graduado en derecho en


LUZ, doctorado en derecho constitucional, Universidad de Paris. Decano de derecho
y Rector de LUZ. Múltiples distinciones en el Zulia. Muchas publicaciones en el
ámbito del derecho constitucional. Magistrado de la Corte Suprema de Justicia.

Felipe Larrazábal (Caracas, 1816 – Mar Atlántico, 1873). Graduado en derecho UCV
y profesor de derecho público UCV. Importante compositor e intérprete de música.
Periodista, muy activo en política. Miembro de la Alta Corte Federal. Biógrafo de
Bolívar y compilador de documentos. Extensa obra histórica y periodística. Publicó
Principios de derecho político. (DHV)

Carlos Léañez Sievert (¿? 1930-) Graduado en UCV 1957. Profesor UCV. Procurador
General de la República. Embajador. Miembro de la ACPS desde 1999. “Autor de
varias publicaciones jurídicas e historiográficas” (ACPS).

Carlos León (Boconó, 1868; Caracas 1942) Estudios en Mérida y luego Caracas.
Doctor en derecho, 1891. Profesor de economía, UCV. En 1903 fundador de la cátedra
de sociología en la Escuela de Derecho. Publicaciones: Principios elementales de
derecho constitucional, Paris 1893. Estudios sobre la libertad política del ciudadano,
1893. Elementos de sociología, 1904. 2ª ed. 1912. El sistema federal, 1904 (publicado
en Trinidad. Escrito contra Castro). Acciones militares en las guerras civiles de 1890s.
Secretario de la Embajada en París, 1893-94. Secretario de la Cámara de Diputados
a su regreso. Vocal de la Corte Federal y de Casación 1904-1905. Gobernador del
DF en 1909. Preso por 8 años en La Rotunda. Organizador el Partido Revolucionario
Venezolano, de programa marxista. Es considerado uno de los iniciadores del
pensamiento socialista en Venezuela. Sus Elementos de Sociología muestran el
cambio de durkheimiano en 1904 y marxista en 1912. (DHV).

CAPÍTULO VI 225
ROGELIO PÉREZ PERDOMO

Andrés Level de Goda (Cumaná 1777 – Caracas 1856). “Magistrado, abogado, político
y periodista”. Licenciado en Derecho Civil UCV 1801, doctorado en ambos derechos
en Madrid 1814. No fue profesor universitario pero Rector del Colegio Nacional de
Cumaná. Fue Fiscal Togado de la Real Hacienda Escribió abundantemente literatura
polémica. Participó en la independencia del lado realista pero era de pensamiento
liberal y legalista, lo que lo llevó a chocar con los jefes militares realistas. A partir de
1825 participó activamente en la política venezolana. Fue juez y diputado suplente.
(DHV)

Ricardo Ovidio Limardo (El Tocuyo 1825 – Caracas 1907). “Abogado, poeta,
periodista y gramático”. Doctor en Derecho Civil UCV. Rector del Colegio Federal de
Carabobo. Profesor de literatura en Paris. Fue miembro de la Academia de la Lengua
en Madrid y en Caracas. Publicó Legislación comercial comparada (Paris 1869) y
Manual de legislación romana (Paris, 1869). Publicó sobre gramática e historia. No
desempeñó altos cargos públicos.

Antonio Linares (Santiago de Cuba 1914-). Graduado en derecho en La Habana, 1940.


Doctor en Leyes del Ministerial Training Collage, Sheffield, Inglaterra, 1955. Doctor
Honoris Causa y profesor del Institut International de Recherches Scientifiques. Paris.
Profesor-investigador en derecho público UCV. Numerosas publicaciones en derecho
pùblico. Libro en su homenaje, UCV, 1999.

Tomás Liscano Giménez (Quíbor 1885- Caracas 1951). “Jurista, escritor y político”.
Graduado en derecho en la UCV en 1925. No fue profesor. Autor de varias obras
jurídicas. Senador, Ministro de la Corte de Casación, gobernador de estado. Miembro
y presidente de la Academia de Ciencias Políticas y Sociales.

Francisco López Herrera (Caracas 1927-). Graduado UCV 1951. Profesor UCV y
UCAB. Director de gabinete en Ministerio de Educación y Relaciones Exteriores.
Actividad como diplomático. Publicaciones en materia de derecho internacional
privado, familia y sucesiones. (ACPS)

José Francisco López Méndez (Caracas, 1743- Caracas ?). Estudios en la Universidad
de Caracas: maestro en filosofía, doctor en teología y doctor en cánones. Enseñó latín,
elocuencia, teología de vísperas y cánones. Enseñó cánones entre 1775 y 1791. Tuvo
varias posiciones eclesiásticas. No dejó obra escrita.

Luis Loreto (Calabozo 1899 – Caracas 1987) Graduado en derecho UCV 1922.
Profesor de la UCV. Magistrado de la Corte Suprema. Estudios en Alemania. Traductor
del italiano. Conectado con los procesalistas de su tiempo. Autor de obra abundante
sobre todo en materia de derecho procesal. ACPS.

226
LOS JURISTAS ACADÉMICOS DE VENEZUELA
HISTORIA INSTITUCIONAL Y BIOGRAFÍA COLECTIVA

Jesús Enrique Lossada (Maracaibo 1892- Maracaibo 1948). “Abogado, docente,


escritor, ensayista, dramaturgo, traductor, periodista, profesor universitario”.
Graduado en ULA. Rector de la Universidad del Zulia. Obra fundamentalmente
literaria. Diputado en varias ocasiones, redactor de varias leyes, Presidente del
Consejo Supremo Electoral (Wilkipedia).

Tatiana de Maekelt (Lutz, Polonia 1925 -Caracas 2009). Llegó a Venezuela en 1948
y se graduó en derecho en la UCV. Estudios de postgrado en La Haya y Frankfurt.
Profesora de UCV a tiempo completo. Consultor Jurídico de la OEA. Ejerció la
profesión como abogado. Numerosas publicaciones sobre todo en el campo del
derecho internacional privado. ACPS. Libros homenajes: UCV 2004 y CEDEP-
ASEDIP 2010.

Gustavo Manrique Pacanins (Caracas 1887 – Caracas 1962). “Abogado, profesor


universitario y político”. Graduado en la UCV 1910. Profesor en la UCV. Enseñó
principios generales del derecho. Diputado, Procurador General de la Nación,
Presidente de la Corte Federal y de Casación. Organizó y dirigió la Fundación Rojas
Astudillo. Publicaciones jurídicas en número moderado. ACPS (DHV).

Rafael Marcano Rodríguez (1864-Caracas 1945). “Abogado y literato de justo


renombre…En 1924 fue Mantenedor de los Juegos Florales de Cumaná”. En 1941
publicó las Apuntaciones analíticas al Código de Procedimiento Civil (Rodríguez,
1957).

Francisco Manuel Mármol ( Caracas? 1904 – Caracas? 1985) (se graduó a los 23
años en 1927). Graduado en la UCV. Profesor y Decano UCV. Profesor UCAB. No se
señalan publicaciones ni cargos desempeñados (Morales Paúl, 1986).

Rafael Martínez Mendoza (Caracas, 1872 – Caracas 1961). “Abogado, economista,


promotor agrícola”. Moderado número de publicaciones en economía. Diputado.
ACPS. (DHV).

José Francisco Mas y Rubí (Maracaibo, 1812- San Antonio Táchira, 1876). Estudios
en Mérida con grados en cánones (bachiller, licenciado y doctor). Profesor de cánones.
Decano, Vicerrector, Rector ULA. Senador, Provisor y Vicario General, Obispo. Murió
camino al exilio por haber pronunciado un sermón en contra de Guzmán Blanco. No
hemos localizado publicaciones (DHV).

José Melich Orsini (Puerto España, Trinidad, 1924 – Caracas, 2011). Graduado en
derecho UCV, 1949, donde se incorporó como profesor en áreas de derecho privado.

CAPÍTULO VI 227
ROGELIO PÉREZ PERDOMO

Estudios posteriores en Italia y Alemania (1959-62). Numerosas publicaciones


especialmente en el campo del derecho civil. Director del Instituto Privado y Decano
de la Facultad. Abogado importante, Presidente del Colegio de Abogados. Embajador.
ACPS. Libro Homenaje UCV.

Ramón Ignacio Méndez (Barinas 1773 – Villeta, Colombia 1839). Estudios de


licenciatura y maestría en filosofía y también de doctorado en ambos derechos en la
Universidad de Caracas. Sacerdote. Profesor de derecho civil y canónico en Caracas
y en Mérida. Rector del seminario, luego universidad de Mérida. Diputado, firmante
del acta de independencia y constitución de 1811, diputado a congresos de Angostura
y Cúcuta y fimante de ambas constituciones, senador en la Gran Colombia. Participó
activamente del lado independentista. Arzobispo de Caracas. Escritos polémicos en
defensa de la Iglesia Católica y de posiciones personales.

Juan de Dios Méndez y Mendoza (Caracas, 1854; Caracas, 1941). “Jurisconsulto


y escritor”. Publicó una Historia de la UCV, 1911. Presidente del Senado en 1918
(Rodríguez, 1957).

Cristóbal Mendoza (Trujillo 1772- Caracas 1829). Estudios de derecho en Caracas,


y luego doctor en ambos derechos en Santo Domingo. Muy activo en la lucha por la
independencia. Primer Presidente de la República. Sufrió exilios. Inició la publicación
de importantes documentos históricos. No fue profesor.

Luis Ignacio Mendoza (¿?) Graduado en derecho hacia 1942 y extenso ejercicio
profesional desde esa época. Ha dictado conferencias en varias universidades de los
Estados Unidos. Autor de varias obras jurídicas. Miembro de la Academia desde
1994. (ACPS).

Juan José Mendoza Aguerrevere (Caracas, 1875; Caracas, 1959). Doctor en


Derecho UCV 1895. Profesor de derecho romano y de derecho civil, UCV. Publicó:
Índice alfabético de la Ley de Registro. Trabajos de historia y estudios internacionales
(pocas publicaciones tanto en derecho como en historia). Abogado, consultor jurídico
de la Cancillería, miembro de la Comisión Codificadora Nacional. Presidente en dos
ocasiones del Colegio de Abogados del DF. ACPS y Miembro de la Academia de la
Historia.

Cristóbal L. Mendoza Aguerrevere (Caracas 1886 – Caracas 1978) “Abogado e


historiador” Graduado en UCV 1907. Profesor de derecho internacional y derecho
romano. Comisión Revisora de Códigos. Ministro de Hacienda en 1937. ACPS.
Academia de la Historia en 1927. Bibliografía con 429 entradas. Biografías: Carlos

228
LOS JURISTAS ACADÉMICOS DE VENEZUELA
HISTORIA INSTITUCIONAL Y BIOGRAFÍA COLECTIVA

Felice Cardot: La obra del Dr. Cristóbal Mendoza, 1973. Santos Rodulfo Cortés y
Tablante Garrido. (DHV).

Carlos Mendoza Goiticoa (Caracas 1901- Caracas 1980). Graduado en derecho en


1925 UCV. No fue profesor. Publicaciones escasas tanto en derecho como en historia.
Elaboración de proyectos legislativos y análisis de políticas públicas. Fundador del
Escritorio Mendoza, Palacio, Borjas, Páez Pumar. Presidente del Banco Central de
Venezuela. Embajador en España. Múltiples condecoraciones. ACPS. Libro Homenaje
Escritorio Mendoza, Palacio, Acedo, Borjas.

José Rafael Mendoza Troconis (Maracaibo 1897- Caracas 1997). Graduado en


derecho UCV 1919. Profesor de derecho penal y de sociología en la UCV. Rector de
la Universidad Santa María (1956-1971). Muy numerosas publicaciones en el campo
del derecho penal y la criminología. Miembro de academias científicas en México,
Cuba y Argentina. Muy activo en reuniones internacionales. Recibió libro homenaje
de la UCV en 1998. Nota biográfica de Rosa del Olmo en el libro homenaje.

Antonio Moles Caubet (Gerona, España, 1900 – Caracas 1989). Licenciatura y


doctorado en la Universidad de Valladolid. Estudios posteriores en Paris. Profesor
en Barcelona, España desde 1932 hasta 1938. Después de enseñar en varios países se
incorporó a la Universidad Central de Venezuela donde se desempeñó como Director
del Instituto de Derecho Público. Publicó 17 artículos y una obra didáctica entre 1952
y 1981, todos referido al derecho administrativo. No ejerció cargos ni la profesión de
abogado. Libro Homenaje UCV.

Carlos Montiel Moleiro (Maracaibo, ¿? – 1981). Estudió derecho en Mérida.


Profesor de derecho constitucional UCV. Fue juez y Vocal de la Corte Federal y de
Casación, Senador. No se conoce obra jurídica publicada. Una obra publicadas. ACPS
y Academia de la Lengua (Álvarez, 1975).

Carlos Morales (Zaraza 1883 – Caracas? 1971). Graduado de derecho en UCV en


1905. Profesor de la UCV (derecho procesal civil, derecho internacional y derecho
mercantil). Decano de derecho UCV. Presidente del Concejo Municipal del DF,
Senador, Ministro de Relaciones Exteriores. Publicó Comentarios del Código
de Comercio, la letra de cambio en el Código de Comercio e Informes jurídicos e
informes en estrados. Miembro ACPS. (Gutiérrez Alfaro, 1972).

Isidro Morales Paúl (Caracas – Caracas 2005). Graduado en derecho en 1955 y


economía en 1963, UCV. Master en derecho en Texas en 1956. Profesor en UCV
desde 1969 hasta la década de 1980. Director del Centro de Estudios Estratégicos

CAPÍTULO VI 229
ROGELIO PÉREZ PERDOMO

e Internacionales, Universidad Metropolitana hasta su muerte. Altos cargos


públicos: embajador, ministro, Presidente del Consejo Supremo Electoral. Varios
libros y numerosos artículos. Miembro de la ACPS – Libro Homenaje, Universidad
Metropolitana 2006.

Alfredo Morles Hernández (Valera 1927-). Graduado UCV 1951. Master in


Comparative Law, Dallas 1959. Estudios de postgrado en Paris. Profesor y decano,
UCAB. Profesor UCV. Profesor visitante, Universidad de Miami. Miembro de la
ACPS desde 1991. Coautor de varios proyectos legislativos. Autor de varias obras
jurídica (ACPS).

José Muci - Abraham (¿?). Graduado en derecho UCV 1951. Estudios de postgrado
en Madrid y Londres. Profesor y decano de derecho UCV. Ha sido Contralor General de
la República. Abogado muy activo especialmente en materia de negocios. Numerosas
publicaciones jurídicas especialmente en derecho mercantil. ACPS.

Andrés Navarte (La Guaira 1781- Caracas 1853). Estudios de derecho en Caracas
donde se graduó de doctor en derecho civil. Primer profesor de derecho público,
rector de la universidad. Ministro, Vice-Presidente de la República. No se conocen
publicaciones.

Pedro Nikken (¿?-). Graduado en derecho UCAB 1968. DES Paris III, 1973. Doctor
en derecho, Universidad de Carabobo, 1977. Profesor, Director del Instituto de
Derecho Privado, Decano, todo en UCV. Juez y Presidente de la Corte Interamericana
de Derechos Humanos. Vicepresidente del Instituto Interamericano de Derechos
Humanos. (17 publicaciones ACPS) ACPS.

Humberto Njaim (Caracas 1940 -) Graduado en derecho en la UCAB 1964. Estudios


de postgrado en Universidad de Berlín y Harvard. Doctorado UCV. Profesor de la
UCV y UNIMET, donde es el Decano de Estudios Jurídicos y Políticos. No ha ejercido
altos cargos públicos ni ejercido la profesión de abogado. Numerosas publicaciones
especialmente en el campo de la ciencia política.

Francisco Ochoa (Maracaibo 1849- Santiago de Chile 1907). “Abogado, profesor


universitario y diplomático”. Graduado de licenciado y doctor en derecho en la
Universidad de los Andes. Profesor de derecho en el Colegio Nacional de Maracaibo
entre 1875 y 1903 y fue primer rector de la Universidad del Zulia. Publicó el primer
comentario del Código Penal (1873) y varios otros trabajos jurídicos, históricos y
temas sociales. Miembro de la Corte de Casación. Desepeñó cargos consulares y
murió desempeñando el de cónsul en Santiago de Chile.

230
LOS JURISTAS ACADÉMICOS DE VENEZUELA
HISTORIA INSTITUCIONAL Y BIOGRAFÍA COLECTIVA

James Otis Rodner (¿?) Graduado en derecho UCAB 1967. JD Harvard, 1970. MBA
Harvard, 1972. Master en economía UCAB 1994. Profesor IESA y UCAB. Miembro
de la ACPS 2001. Varios artículos publicados. ACPS.

Manuel Palacios Fajardo (Mijagual, 1784 – Angostura 1819). Estudios de derecho


y medicina en Mérida y Bogotá. Fue profesor de elocuencia en Bogotá y medicina
en Mérida. Muy activo en la independencia, diputado, firmante de los documentos
fundamentales. Publicó artículos científicos en Europa y un documentado libro sobre
la independencia de la América española (Londres, 1817). Diputado en Angostura y
ministro de la naciente república (Cardozo, 2010).

Eloy Paredes Fernández-Peña (Mérida 1814 – Mérida 1880). “Jurisconsulto y


político”. Estudios en filosofía y derecho en Mérida, Caracas y Bogotá. Profesor y
rector de la Universidad de los Andes. Diputado, senador, gobernador del Estado
Mérida. No se mencionan publicaciones.

Fernando Parra Aranguren (Caracas 1934-). Graduado en derecho UCAB


1958, Doctorado en derecho UCAB 1962. Postgrado en Cornell University (1964-
65). Profesor en LUZ (Maracaibo) y UCV y UCAB. Numerosas publicaciones y
director de revistas jurídicas, y actividad como editor. Actividad profesional intensa
especialmente como consultor, negociador y árbitro en materia laboral. No ha ejercido
altos cargos públicos. Recibió libro-homenaje de la UCV.

Gonzalo Parra Aranguren (Caracas, 1928-) Graduado en derecho UCV, 1950. Doctor
en derecho, Munich. Profesor de derecho UCV y UCAB. Escritor prolífico en temas
de derecho e historia del derecho. Miembro de varias asociaciones e instituciones
académicas internacionales. Miembro de la ACPS desde 1968. Fue juez en Caracas,
abogado privado y juez de la Corte Internacional de Justicia.

Caracciolo Parra León (Pamplona, Colombia, 1901- Caracas 1939). “Historiador y


catedrático”. Graduado de licenciado en derecho civil y canónico en la Universidad de
los Andes (1920), doctor en ciencias políticas y eclesiásticas en UCV (1924). Profesor
UCV en derecho y otras disciplinas. Vicerrector. Escribió y publicó mayormente
sobre historia. Fue director del Ministerio de Relaciones Exteriores. Fue miembro de
la Academia de la Historia, de la Lengua y de numerosas asociaciones y academias
fuera de Venezuela (Polanco Alcántara, 2004). DHV.

Francisco José Parra Márquez (Trujillo 1896- Caracas 1969). “Abogado, jurista
y político”. Graduado de derecho en la Universidad de los Andes (1918). Profesor
de distintas ramas del derecho en la Escuela de Ciencias Políticas de Trujillo, fue

CAPÍTULO VI 231
ROGELIO PÉREZ PERDOMO

juez y presidente de la Corte Suprema de Trujillo, gobernador, diputado al Congreso


Nacional, Ministro de Hacienda, embajador. Numerosas publicaciones jurídicas.

Caracciolo Parra Olmedo (Trujillo 1819- Mérida 1908). “Abogado, jurisconsulto,


educador y político” Graduado en derecho en Universidad de los Andes. Profesor de
varias materias jurídicas y rector de dicha universidad. Denominado el Rector Heroico
por sus enormes esfuerzos por dicha universidad en época de grandes dificultades.
Desempeñó importantes cargos regionales judiciales, legislativos y políticos. No se
mencionan publicaciones.

Héctor Parra Márquez (Trujillo 1902 – Caracas 1979) “Abogado, historiador


y político”. Graduado en UCV 1929. Numerosos cargos públicos. Magistrado de
la Corte de Casación. Presidente del Consejo Supremo Electoral que legitimó las
elecciones de Pérez Jiménez. Ministro de Justicia. Exilado. ACPS y Académico de la
Historia en 1951. (DHV).

Darío Parra Pereira (Maracaibo 1918 – Cabimas 1997) Estudios de derecho en


Maracaibo pero presentó exámenes y se graduó en Caracas UCV 1941. Postgrado
(master en derecho comparado) Miami 1961. Profesor en LUZ y UCV. Diputado,
Procurador de la Nación, Ministro de Educación. Publicó Accidentes de trabajo y
Dictámenes jurídicos (como Procurador). Miembro ACPS (Bunimov Parra, 2000).

Felipe Fermín Paúl (Caracas 1774- Caracas 1843). Estudios de derecho y teología
en la Universidad de Caracas. Profesor y luego Rector de la Universidad Central de
Venezuela. Primer presidente del Congreso Constituyente de 1811, vice-presidente
de las Cortes en España, altos cargos en la República y en el régimen monárquico.
Escasas publicaciones (DHV).

Juan Penzini Hernández (Aragua de Barcelona 1890 – Caracas 1974) “Abogado,


escritor y político”. Graduado en UCV en 1917. Cargos políticos varios. Senador.
Ministro de Relaciones Interiores. Poeta. ACPS (DHV).

Néstor Luis Pérez (Maracaibo, 1882- Caracas, 1949). Estudios en Maracaibo,


graduado de derecho en UCV 1907. Profesor UCV. Preso en La Rotunda 1913-1921
y luego exiliado. Ministro de Fomento a partir de 1936, senador. Activo en política.
Autor de varias obras importantes en derecho mercantil. Andrade Labarca: Néstor
Luis Pérez, un venezolano de excepción, Caracas 1988.Miembro ACPS (DHV)

Juan Pablo Pérez Alfonzo (Caracas 1903 – Washington DC 1979). Graduado en


derecho en UCV 1931. Profesor de derecho civil. Importante actividad política.

232
LOS JURISTAS ACADÉMICOS DE VENEZUELA
HISTORIA INSTITUCIONAL Y BIOGRAFÍA COLECTIVA

Ministro de Fomento, Ministro de Minas e Hidrocarburos. Abundantes publicaciones


en materias relacionadas con petróleo. Reputado como político clave en la definición
de la política petrolera venezolana y uno de los principales pensadores de la relación
entre el petróleo y la economía y la sociedad venezolana. No fue miembro de ACPS
ni ha recibido libros homenaje de una universidad (DHV).

Fernando Pérez Llantada S.J. (Castilla, ¿? - Caracas, 1999). Graduado en filosofìa y


letras en Bogotá. Graduado en derecho en Universidad del Zulia, Maracaibo. Profesor
y Decano de derecho en la UCAB. No ejerció como abogado ni cargos políticos. No
parece tener publicaciones. La UCAB ha publicado dos libros en su homenaje (2000
y 2003).

Gonzalo Pérez Luciani (Caracas, 1924 - Caracas 2013) Graduado en derecho UCV
1949. Profesor de la UCV y la UCAB. No ejerció cargos públicos y sólo brevemente
fue juez. “Tiene 50 años en el ejercicio privado de la abogacía”. Dos libros y numerosos
artículos jurídicos. ACPS desde 1998. (ACPS).

Emilio Pittier Sucre (Caracas 1927-) Graduado en derecho UCV 1951, Profesor UCV
y UCAB. Varias publicaciones jurídicas. Miembro de ACPS desde 2004. Abogado y
consultor de “importantes empresas públicas y privadas”.

Rafael Pizani (Torondoy, Mérida 1909 – Caracas 1997). Estudios en Mérida y


Caracas. Graduado en la UCV 1934. Estudios en Bruselas 1936-38. Profesor UCV.
Rector. Ministro de Educación. Presidente del Consejo de la Judicatura. Intervino en
la elaboración de proyectos de ley. Abogado. Escasas publicaciones. ACPS. Libro
Homenaje UCV.

Simón Planas Suárez (Caracas, 1879; Caracas, 1967) Graduado en derecho. Caracas
1904, Profesor de derecho internacional en La Haya. Publicaciones: Los extranjeros en
Venezuela, 2ª ed. 1917. Lisboa. La doctrina Monroe, 1924, La Habana; La soberanía
popular y el concepto moderno de estado, 1938. Muchas publicaciones sobre materia
internacional. Embajador en muchos países.. Miembro de la Academia de Ciencias
Políticas y Sociales, 1938; de la Lengua 1953.

Gustavo Planchart Manrique (Caracas, 1925 - Caracas 2012). Graduado en la UCV


en 1949. Profesor en UCV y UCAB. Decano UCV. No ejerció cargos públicos, pero
tuvo encargos importantes como la negociación con Colombia sobre delimitación
marina y submarina. También en proyectos de ley. Abogado muy activo y prestigioso.
Ha publicado varios artículos jurídicos. Miembro y presidente ACPC

CAPÍTULO VI 233
ROGELIO PÉREZ PERDOMO

Tomás Polanco Alcántara (Caracas 1927-Caracas 2002). Graduado en derecho


UCV. Profesor de derecho UCV y UCAB. Fue abogado en ciertos períodos de su vida.
Embajador en varios países y organismos internacionales. Académico de la historia y
de ciencias políticas y sociales. Abundante obra histórica y jurídica.

Jesús María Portillo (Maracaibo 1844- Maracaibo 1889). “Abogado, jurista y


político”. Estudios en el Colegio Nacional de Maracaibo, doctor en derecho civil,
UCV. Profesor de derecho en Maracaibo. Autor de varias obras jurídicas e históricas.
Amplia obra periodística. Presidente de la Corte de Justicia del Zulia. Diputado
nacional.

Antonio Pulido Villafañe (Rubio 1899 – Caracas 1973) “Abogado, jurista, político
y diplomático”. Graduado en la ULA. Secretario de Gobierno y luego Presidente del
Estado Táchira, Presidente de la Corte Federal y de Casación, Procurador General.
Publicación de compilaciones de textos legislativos. Trabajos políticos y jurídicos
escasos. ACPS (DHV).

Jesús Ramón Quintero (Maracaibo, 1942-) Graduado UCAB 1965. Estudios de


postgrado en Madrid. Profesor UCV y UCAB. Ejerce como abogado desde 1969.
Individuo de número desde 2003. (ACPS).

Arístides Rengel Romberg (¿?-) Graduado en 1949. Estudios en Italia en 1950.


Profesor de la UCV y UCAB. Varias publicaciones en materia de derecho procesal
civil. Redactor de proyectos de ley. Abogado en ejercicio privado por muchos años.
Miembro de la ACPS desde 1995. (ACPS).

José Santiago Rodríguez (Caracas, 1877; Caracas, 1945). Graduado en derecho,


Caracas UCV 1900. Profesor de derecho civil y derecho romano UCV. Publicaciones:
Elementos de derecho romano, 1928. Contribución al estudio de la Guerra Federal
en Venezuela, 1933. Abogado, diplomático, historiador. No tuvo cargos políticos
importantes. Miembro de la ACPS y Academia de la Historia. Anzola describe una
visita a su estudio donde tiene una nutrida biblioteca personal (enumera algunos de
sus libros, sobre los cuales Rodríguez hablaba con pasión). (Anzola, 1904).

Teófilo Rodríguez (Caracas, 1844; Caracas, 1915). “Abogado e historiador”.


Graduado de derecho UCV 1866. Profesor de economía política UCV 1883. Fundó
varios periódicos políticos y literarios. Miembro de la Academia de la Lengua y de la
Historia (DHV).

234
LOS JURISTAS ACADÉMICOS DE VENEZUELA
HISTORIA INSTITUCIONAL Y BIOGRAFÍA COLECTIVA

Humberto Romero-Muci (Caracas, 1961-) Graduado en derecho UCAB. Master en


Harvard, 1986. Doctor en derecho, UCV 2003. Profesor de derecho en UCV, UCAB y
Universidad Metropolitana. Miembro de la ACPS. Numerosas publicaciones. No ha
ejercido altos cargos públicos (ACPS).

Hildegard Rondón de Sansó (Carúpano, 1934-). Graduada en derecho UCV 1957.


Doctorado en derecho UCV 1957. Doctorado en Derecho, Roma 1960. En la ACPS
desde 1989. Profesora UCV. Miembro del CONICIT. Numerosas publicaciones en el
área del derecho administrativo. Carrera como juez. Magistrado de la Corte Suprema
de Justicia.

Elsie Rosales (Caracas 1963-) Graduada en UCV 1985. Doctorado UCV 1997.
Postdoctorado en Universidad Autónoma de Cataluña, Barcelona. Profesora-
investigadora UCV desde 1986, Investigadora PPI. No ha ejercido la profesión de
abogado ni cargos públicos. Muy numerosas publicaciones.

Juan Germán Roscio (San José de Tiznados 1763- Cúcuta 1821). Realizó estudios
universitarios en Caracas doctorándose en ambos derechos. Profesor en la Universidad
de Caracas dese 1798. Activo participante en la independencia y desempeñó cargos
muy importantes como parlamentario y en el ejecutivo. Sufrió larga prisión por su
participación en la independencia. Obra escrita muy importante, especialmente El
triunfo de la libertad sobre el despotismo (1817) (DHV).

Gabriel Ruan (Caracas, 1946-). Graduado de derecho UCV 1971. Postgrado en


Roma 1972. Profesor UCV, UCAB y UNIMET. Ejerce como abogado. Incorporado
a la Academia en 2004. “Autor de 23 publicaciones jurídicas”. No ha ejercido altos
cargos públicos. (ACPS).

Pablo Ruggeri Parra (Soledad, Anzoátegui 1908 – Turín, Italia 1963). “Abogado,
profesor universitario y escritor”. Graduado en UCV 1934. Profesor UCV. Juez,
Procurador de la Nación, Embajador. Escritos jurídicos e históricos. (DHV). Electo a
la Academia en 1947, incorporado en 1957.

Julio César Salas (Mérida 1870; Mérida, 1933) Graduado en derecho 1893. Profesor
Mérida: Sociología, Economía política. Publicaciones: Tierra Firme (Venezuela-
Colombia) Estudios de etnología e historia, 1908. Lecciones de sociología aplicada a
la América, 1914; Civilización y barbarie / Estudios sociológicos, 1919; Etnografía
americana, 1920. Editor de Re Indica. Hizo periodismo político. No desempeñó
cargos importantes, apartado de la política. (DHV).

CAPÍTULO VI 235
ROGELIO PÉREZ PERDOMO

Édgar Sanabria (Caracas 1911 – Caracas 1989) “Abogado, profesor universitario,


diplomático y político”. Graduado en la UCV 1935. Profesor en liceos, profesor de
derecho romano y derecho civil UCV. Profesor en la Universidad Católica y Santa
María. Diferentes cargos políticos. Secretario de la Junta de Gobierno y Presidente
Provisional de la República en 1958. Académico de la Lengua en 1940 y de la Historia
en 1963. Obra publicada muy escasa. (DHV).

Joaquín Sánchez-Covisa (Madrid 1915 – Caracas 1974). Estudios de derecho en


Madrid y Caracas. Graduado en Caracas en 1943. Profesor de la UCV entre 1944
y 1974. Fue bibliotecario-secretario de la Fundación Rojas Astudillo, la principal
biblioteca jurídica de Caracas en las décadas de 1950 a 1980. Publicaciones en derecho
y en economía muy apreciadas. Proyectista de varias leyes. Libro homenaje UCV.

Luis Sanojo (Calabozo, 1819- Caracas, 1878). “Abogado, jurista y político”. Estudios
de derecho en la UCV, graduado de licenciado en 1841. Fue profesor en colegios. Fue
impresor y editó El Foro, la revista jurídica de mayor continuidad en el siglo XIX.
Fue juez de Ocumare y condenó a muerte a los líderes liberales que encabezaron la
rebelión de 1847, lo que ocasionó su desgracia política. Fue diputado a la Convención
de Valencia en 1858 y preparó el proyecto de constitución aprobado por ésta. Fue
Secretario (Ministro) del Interior y Justicia y de Relaciones Exteriores. Proyectista del
Código de Comercio, Código Civil, Código de Procedimiento Civil y de otras leyes
importantes. Fue autor prolífico y de una obra sólida, Sus Instituciones de Derecho
Civil (4 vols) todavía se lee y cita en la actualidad.

Miguel José Sanz (Valencia 1756 – Urica 1814). Estudios universitarios en


Caracas, licenciado en derecho. Relator de la Audiencia de Caracas. No fue profesor.
Admirado por sus conocimientos (“Licurgo venezolano”). Activo participante en la
independencia. Murió en la batalla de Urica. Se publicó su discurso sobre los estudios
jurídicos de 1790 y sus artículos en materia constitucional se recogieron como Etica y
política de la independencia (DHV).

Rafael Seijas Rojas (Caracas 1822- Caracas 1900). “Jurisconsulto, diplomático y


político”. Estudios jurídico en la UCV. Profesor de derecho internacional por más
de treinta años en UCV. Ministro de Relaciones Exteriores en varias ocasiones, con
amplia actividad diplomática. Autor de varios trabajos jurídicos e históricos.

Rafael Fernando Seijas (Caracas 1845- Caracas 1902) “Jurista y diplomático”.


Graduado en derecho UCV. Publicó tres obras jurídicas monumentales en materia de
derecho internacional. Publicaciones literarias. La obra El Presidente, importante para
los estudios políticos y jurídicos, le es atribuida a él o a su padre Rafael Seijas Rojas.
Diplomático importante.

236
LOS JURISTAS ACADÉMICOS DE VENEZUELA
HISTORIA INSTITUCIONAL Y BIOGRAFÍA COLECTIVA

José Félix Sosa (Caracas 1773- Caracas 1814). Estudios en la Universidad de Caracas
y fue luego profesor de derecho canónico. Participó activamente en el movimiento
independentista y desempeñó altos cargas en la República. Murió en la prisión. No se
conocen publicaciones (DHV).

Germán Suárez Flamerich (Caracas, 1907; Caracas, 1990). Graduado en derecho


UCV en 1931. Profesor de derecho civil UCV desde 1936. Decano de derecho.
Diputado, Ministro de Relaciones Exteriores, Embajador, Presidente de la Junta de
Gobierno (1950-1952). No se localizaron publicaciones. (DHV).

Enrique Tejera París (Caracas 1919-). Graduado en derecho y economía. UCV 1942.
Profesor UCV. Ministro, diplomático, gobernador de estado, senador, presidente del
Banco Industrial. Ejercicio privado como abogado. Su biografía en Wikipedia indica
que domina cinco idiomas. “Es autor de dos importantes obras” sobre gobierno y
administración pública. Individuo de número desde 1989. ACPS.

FermínToro (Caracas 1806- Caracas 1865). “Político, diplomático, literato y


educador”. Fue autodidacta. Uno de los intelectuales más destacados de la primera
mitad del siglo XIX. Publicó una obra literaria y política abundante e importante.
Publicó también sobre botánica. Sus Reflexiones sobre la Ley del 10 de Abril de
1834 y su Discurso en la Convencion de Valencia (1858) son muy relevantes para el
derecho. Desempeñó altos cargos diplomáticos y políticos.

Silvestre Tovar Lange (Caracas, 1889- ¿?) Graduado en derecho en Mérida. “Ha
ocupado diversas posiciones entre ellas Ministro Plenipotenciario de Venezuela”.
Ejerció activamente la abogacía. No se indica que haya sido profesor. Se menciona la
publicación de seis artículos principales y se indica una obra inédita, todas en derecho
(Quién es quién en Venezuela, 1952).

Alejandro Urbaneja (Caracas, 1859; Caracas 1944). Doctor en Ciencias Políticas


1882 UCV. Profesor UCV de economía, sociología y derecho penal. Rector de la
UCV. Publicaciones: Comentarios a la sección 10ª, Titulo IV, Libro 1 del CC de 1904
– Del divorcio y la separacion de cuerpos. Caracas 1904. Juez, Vocal, Presidente
Corte Federal y de Casación. Procurador de la Nación. Ministro de Instrucción
Pública y Relaciones Exteriores. Político muy activo. 3 años preso en el Castillo
San Carlos. Miembro fundador ACPS. (DHV, Boletín de ACPS 1944, y Calatrava,
1948). “Imbuido en estas ideas (democráticas –fundador del periódico “El Partido
Democrático” en 1889), por su carácter altivo, por sus estudios y talentos, Urbaneja
prefiere la oscuridad y la pobreza a los halagos del poder y la fortuna…La confianza
que como abogado merece le permite vivir de su trabajo, y esto le basta para la escasa

CAPÍTULO VI 237
ROGELIO PÉREZ PERDOMO

felicidad que ambiciona” (Nota biográfica en el Primer libro venezolano de literatura,


ciencias y bellas artes. Tip El Cojo, Caracas 1895, pag 547).

Diego Bautista Urbaneja (Caracas, 1888; Caracas, 1946). “Abogado de renombre”.


Miembro de la ACPS y Academia de la Historia. “Destaca su monografía sobre la
propiedad intelectual” (Rodríguez, 1957).

Manuel María Urbaneja (Caracas 1814-Caracas 1897). “Abogado, ingeniero y


educador”. Graduado en matemáticas (1837) y derecho (1864). Profesor de colegios y
de la UCV en matemæaticas, filosofía, derecho romano y latín. Tradujo obras diversas
obras del francés no relacionadas con el derecho. No ejerció cargos polítiocos. “En
1877 el Congreso de la República acordó una erogación de 15.000 pesos para ofrecerle
una casa propia, de la cual carecía” (DHV).

Alejandro Urbaneja Alchelpohl (Caracas 1886 – Caracas 1988). Graduado


en la UCV en 1919. Profesor de derecho civil y derecho procesal civil. Diputado
al Congreso Nacional, Vocal de la Corte Federal y de Casación. Publicó: El juicio
simulado. Estudio sobre los códigos de 1873. Y biografías de Feo, Grisanti, Sequera
y Martínez Mendoza (Hildegard Rondón de Sansó, 1989).

Luís Felipe Urbaneja Blanco (Caracas 1908-Caracas 1994): “Abogado, jurista y


legislador” Graduado en derecho en la UCV en 1936. Profesor UCV entre 1939 y
1951. Secretario de la UCV. Ministro de Justicia 1952-1957. Abogado. Academia de
Ciencias Políticas y Sociales. Publicaciones jurídicas escasas (DHV).

Urdaneta Fontiveros, Enrique (Caracas, 1953-). Graduado de derecho en UCAB


(1975), Master en Nueva York (1976) y Harvard (1977). Profesor de la UCAB.
Numerosas publicaciones. Ejerce como abogado. No ha ejercido altos cargos públicos.
Miembro de ACPS (ACPS).

Laureano Vallenilla Lanz (Barcelona, 1870; Paris, 1936) No concluyó los estudios
universitarios de ingeniería. Formación lectora en biblioteca familiar. Tertulia de El
Cojo Ilustrado. No fue profesor. Publicaciones: Cesarismo democrático, 1919; Críticas
de sinceridad y exactitud, 1921: Disgregación e integración, 1930. Abundantes
publicaciones periodísticas. Interventor de Aduana, Secretario Presidente del Estado,
Superintendente de Instrucción, Director del Archivo Nacional. Senador por Apure.
Embajador en París 1831 hasta 1836. Acreditado como uno de los intelectuales del
positivismo en América Latina. Defensor y justificador del régimen de Gómez. ACPS
(DHV).

238
LOS JURISTAS ACADÉMICOS DE VENEZUELA
HISTORIA INSTITUCIONAL Y BIOGRAFÍA COLECTIVA

Guillermo Tell Villegas Pulido (Barinas, 1854; Caracas, 1949). Abogado UCV
1875. Profesor, decano de la Facultad. Vicerrector UCV, 1930-33. Publicó: Los
extranjeros en Venezuela, 2ª ed. 1919. Indice alfabético de la Recopilación de Leyes
y Decretos de Venezuela, 1939. La inquisición de la paternidad, 1940. El matrimorio,
1920. Importantes cargos políticos: Secretario Gob DF 1875. Secr Guzmán Blanco
1889. Presidente de estados Falcón y Guárico. Gobernador DF. Diputado, 1890-92.
Presidente de la Cámara de Diputados. Juez de 1ª instancia Caracas 1881. Juez Corte
Suprema 1889. Presidente de la ACPS en tres ocasiones. Miembro del Instituto de
Estudios Económicos y Sociales, México; Academia de Jurisprudencia y Legislación,
Madrid. Exiliado por un tiempo. Murió en la pobreza. ACPS, Rodríguez, 1957.

Julián Viso (Valencia 1825- Caracas 1900). “Jurista y político”. Graduado en el


UCV. Redactó varios proyectos de código y formó parte de comisiones codificadoras.
Publicó en 1851 el Código de Procedimiento Comentado (co-autor: Pedro Pablo
del Castillo). Autor de varios artículos jurídicos, incluyendo varios en polémica con
Luis Sanojo. Rector del Colegio Nacional de Valencia. Fue Ministro de Relaciones
Exteriores y de Instrucción Pública.

Francisco Javier Yanes (Cuba 1777 – Caracas 1842). Estudios de derecho en


Caracas. Participó activamente en la independencia. Publicó obras fundamentales
para el derecho y la política. Miembro del congreso constituyente de 1811 y del
Angostura en 1819, presidente del congreso constituyente de 1830. Firmante del acta
de independencia. Miembro de la Academia de Colombia. No fue profesor (DHV).

Francisco Gerardo Yanes (¿?-1946). “Abogado caraqueño, doctorado en la UCV.


Tuvo mucha clientela profesional y ocupó importantes cargos diplomáticos en el
exterior”. (Rodríguez, 1957).

Nicomedes Zuloaga Tovar (Caracas, 1860 – Caracas 1933). Graduado en la UCV. No


fue profesor. Publicó con relativa abundancia en derecho y algunos trabajos históricos.
Ejerció como abogado con mucho éxito y fundó un escritorio de importancia en la
historia de la profesión juridica. Fue muy activo en política pero no ejerció cargos
públicos. Fue vinculado a la rebelión estudiantil de 1928 y estuvo preso (DHV).

CAPÍTULO VI 239
LOS JURISTAS ACADÉMICOS DE VENEZUELA
HISTORIA INSTITUCIONAL Y BIOGRAFÍA COLECTIVA

REFERENCIAS

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LOS JURISTAS ACADÉMICOS DE VENEZUELA
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