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LA SANTIFICACIÓN

La palabra que El Antiguo Testamento usa para 'santificar' es qadash

Aparece por primera vez al final de la obra creativa de Dios,” Bendijo y santifico el séptimo día,
porque en el reposo de toda su obra de creación Gn.2:7, dejando clara que desde el principio
Dios ha apartado para sí determinadas cosas, personas y lugares como señales de su presencia
en el mundo y de sus derechos como soberano.

Así se entiende la obligación de consagrar o apartar para Dios a todos los primogénitos, ya sea
de hombre, animales o frutos de la tierra Ex.13:2

Qadash significa hacer santo, purificar

Qadash se aplica en algunas ocasiones para designar exclusivamente a Dios Como aparece en
Isaías 6:3

La santidad implica separación, apartado.

Dios es el Santo de Israel Oseas 11:9

El verbo hagiazo y sus diversos significados. El verbo hagiazo se deriva de hagios, que como el

Vocablo hebreo qadosh expresa, primero que todo, la idea de separación

En la Biblia la cualidad de santidad se aplica ante todo a Dios, y tal como se le aplica su concepto
fundamental es el de imposibilidad de aproximación. Y esta imposibilidad de aproximarse a Dios
se funda en el hecho de que Dios es divino, y por tanto, completamente diferente del hombre.

Él es santo en su gracia tanto como en su justicia, en su amor tanto como en su ira.

El pecador se da cuenta de su impureza comparándola con la majestuosa pureza de Dios y esto


explica el hecho de que la santidad se presente también en la Escritura como la luz de la gloria
divina que se vuelve fuego devorador, Is. 5: 24; 10: 17; 33: 14, 15. Frente a la santidad de Dios el
hombre siente no sólo su insignificancia sino sabe además que en efecto es impuro y pecador y
como tal, también objeto de la ira de Dios.

De varias maneras reveló Dios su santidad en el Antiguo Testamento. Lo hizo con juicios terribles
sobre los enemigos de Israel, Ex 15: 11 y 12. Lo hizo también separándose un pueblo para Él, y lo
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tomó de entre el mundo, Ex 19: 4-6; Ezeq. 20: 39-44. Dios, al tomar este pueblo de entre el
impuro y malvado mundo, protesta en contra de ese mundo y de su pecado

Todo lo que se separa para Dios es Santo: La idea de santidad también se aplica a las cosas y a
las personas que se colocan en relación especial con Dios, por ejemplo: La tierra de Canaán, la
ciudad de Jerusalén, el monte del templo, el tabernáculo, el templo, el día sábados y las fiestas
solemnes de Israel, cada una y todas estas cosas se llaman santas, puesto que están consagradas
a Dios y colocadas bajo la brillantez de su majestuosa santidad. De manera semejante, los
profetas, los levitas y los sacerdotes se denominan santos como personas apartadas para el
servicio.

Israel tuvo sus lugares sagrados, sus épocas sagradas, sus ritos sagrados y sus personas sagradas

Se trata de una obra que en esencia es de Dios, aunque hasta donde El emplea medios, el
hombre puede cooperar y se espera que coopere mediante el uso adecuado de estos medios.

La Biblia demuestra con claridad, y de varias maneras, el carácter sobrenatural de la


santificación. La descubre como una obra de Dios, I Tes. 5:23; Heb. 13: 20 y 21,

Como fruto de la unión de vida con Jesucristo, Juan 15: 4, Gál. 2:20; 4:19;

Como una obra hecha en el hombre desde su interior y la cual por esa misma razón no puede ser
obra humana, Ef. 3: 16; Col. 1: 11, y habla de sus manifestaciones en las virtudes cristianas como
de la obra del Espíritu, Gál. 5: 22.

LA SANTIDAD CONSISTE DE DOS PARTES

Las dos partes de la santificación se presentan en la Biblia como:

1. La mortificación del viejo hombre, es decir, el cuerpo del pecado. Este término bíblico denota
aquel acto de Dios por medio del cual la mancha y corrupción de la naturaleza humana que
resultó del pecado se va removiendo en forma gradual.

Con frecuencia se presenta en la Biblia como la crucifixión del viejo hombre, y de esta manera se
relaciona con la muerte de Cristo en la cruz.

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El viejo hombre es la naturaleza humana hasta donde ésta está controlada por el pecado, Rom.
6: 6; Gál. 5: 24, Pablo contrasta las obras de la carne y las obras del Espíritu, y luego dice: "Y los
que son de Cristo Jesús han crucificado la carne con sus pasiones y sus concupiscencias". Esto
significa que en su caso el Espíritu ha ganado el predominio.

2. La vivificación del nuevo hombre, creado en Cristo Jesús para buenas obras. Consiste en aquel
acto de Dios por medio del cual se fortalece la disposición santa del alma, se aumenta la
actividad santa, y de este modo se engendra y promueve un nuevo curso de vida.

La vieja estructura de pecado va destruyéndose por grados, y una nueva estructura originada en
Dios se alcanza en lugar de aquella.

Estas dos partes de la santificación no son sucesivas sino contemporáneas. Gracias a Dios que el
crecimiento gradual de la nueva estructura no necesita demorarse hasta que la antigua quede
demolida por completo

Con la disolución gradual de lo viejo hace su aparición lo nuevo. Esto se parece a la ventilación
de una casa llena de pestilencia. A medida que el aire corrupto va saliendo, el nuevo irrumpe
dentro de la casa. Esto con frecuencia se llama "una resurrección juntamente con Cristo", Rom.
6: 4, 5; Col. 2: 12; 3: 1, 2. La vida nueva a la que esta vivificación nos conduce se llama "una vida
para Dios, Rom. 6: 11; Gál. 2: 19.

LA SANTIFICACIÓN AFECTA AL HOMBRE COMPLETO:

Cuerpo alma, intelecto, afectos y voluntad

Esto se deduce de la naturaleza del caso, porque la santificación tiene lugar en la vida interna del
hombre, en el corazón, y este no puede cambiarse sin que se cambie todo el hombre. Si el
hombre interior queda cambiado, hay obligación de cambiar también la periferia de la vida.
Además, la Biblia enseña clara y explícitamente que la santificación afecta tanto al cuerpo como
al alma, I Tes. 5: 23; II Cor. 5: 17; Rom. 6: 12; I Cor. 6: 15, 20.

También se descubre en la Biblia que la santificación afecta a todos los poderes o facultades del
alma: el entendimiento, Jer. 31: 34; Juan 6: 45; la voluntad, Ezeq. 36: 25-27; Fil. 2: 13; las
pasiones, Gál. 5: 24; y la conciencia, Tito 1: 15; Heb. 9: 14

ES OBRA DE DIOS EN LA CUAL COOPERAN LOS CREYENTES

Dios hace la obra en parte por medio de la instrumentalización del hombre como un ser racional
requiriendo de él asidua oración y lectura de la palabra, cooperación inteligente con el Espíritu.
Esta cooperación del hombre con el Espíritu de Dios se deduce:

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1. Con claridad que el hombre debe mostrarse activo en evitar los peligros de la vida, Rom. 12: 9,
16, 17; I Cor. 6: 9, 10; Gál. 5: 16-23

2. De las constantes exhortaciones a una vida santa. Estas implican que el creyente debe ser
diligente en el empleo de los medios que están a su disposición para el mejoramiento moral y
espiritual de su propia vida, Miq. 6: 8; Jn.15: 2,8, 16; Rom.8: 12,13; 12: 1, 2, 17; Gál. 6: 7, 8, 15.

LAS CARACTERÍSTICAS DE LA SANTIFICACIÓN

1. La santificación es una obra de la cual Dios es el autor y no el hombre. El hombre puede, y el


deber lo obliga a luchar por una creciente y constante santificación usando para ello los medios
que Dios ha puesto a su disposición. Esto está enseñado con claridad en la Biblia, II Cor. 7: 1; Col.
3: 5-14; I Ped. 1: 22. El hombre tiene la necesidad de evitar cuidadosamente el pecado, puesto
que esto afecta nada más al viejo hombre que está condenado a muerte, y no al nuevo hombre
que es santo con la santidad de Cristo.

2. La santificación tiene lugar en forma parcial en la vida subconsciente, y como tal es una

operación inmediata del Espíritu Santo; pero también en forma parcial tiene lugar en la vida
consciente, y depende entonces del uso de medios determinados, tales como el ejercicio
constante de la fe, el estudio de la Palabra de Dios, la oración y la congregación con otros
creyentes.

3. La santificación es de un proceso lento y nunca alcanza la perfección en esta vida. Al mismo


tiempo puede haber casos en los que se complete en muy corto tiempo o hasta en un momento,
por ejemplo, en los casos en que la regeneración y la conversión son seguidas de inmediato por
la muerte temporal.

4. La santificación del creyente debe completarse o bien al momento de morir, o


inmediatamente después de la muerte, hasta donde tiene que ver con el alma, y en la
resurrección hasta donde ésta tiene que ver con el cuerpo.

Esto se deduce del hecho de que, por una parte, la Biblia enseña que en la vida presente ninguno
puede pretender que está libre del pecado, I Reyes 8: 46; Prov. 20: 9; Rom. 3: 10, 12; Sgo. 3: 2; I
Jn. 1: 8; Y por la otra parte, que aquellos que se han ido adelante están santificados por
completo. Habla de ellos como de "los espíritus de los justos hechos perfectos", Heb. 12: 23, y
"sin mancha", Apoc. 14: 5. Además, se nos dice que en la Ciudad celestial de Dios no entrará
"ninguna cosa sucia o que hace abominación y mentira", Apoc. 21: 27; y que Cristo en su
segunda venida "transformará el cuerpo de nuestra bajeza, para hacerlo semejante al cuerpo de
su gloria", Fil. 3: 21.

EL AUTOR DE LA SANTIFICACIÓN

La santificación es una obra de Dios por medio del Espíritu Santo, como se señala en la Escritura,
Rom. 6: 11; 15: 16; I Ped. 1: 2.

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Dios y no el hombre es el autor de la santificación

Es necesario acentuar el hecho una y otra vez de que la santificación es fruto de la justificación,
que aquella es sencillamente imposible sin ésta, y que las dos son el fruto de la gracia de Dios en
la redención de los pecadores.

Aunque el hombre tenga el privilegio de cooperar con el Espíritu de Dios puede hacerlo sólo en
virtud de la fuerza que el espíritu le imparte cada día. El desarrollo espiritual del hombre no es
una ganancia humana, sino una obra de la gracia divina. El hombre no merece ningún crédito por
aquello. Efesios 4:29; 1ª Tesalonicenses 5:19.

Los medios de la Santificación: Los medios que emplea el Espíritu Santo .

1. La Palabra de Dios. El principal medio usado por el Espíritu Santo es la Palabra de Dios. La
verdad en sí misma es cierto que no tiene la eficiencia adecuada para santificar al creyente, sin
embargo se adapta de manera natural para ser el medio de santificación en la forma en que la
emplea el Espíritu Santo.

La Escritura presenta todas las condiciones objetivas para ejercicios y hechos santos. Sirve para
promover la actividad espiritual presentando motivos y persuasiones, y le imprime dirección
mediante prohibiciones, exhortaciones y ejemplos, I Ped. 1: 22; 2: 2; II Ped. 1: 4.

2. Los 2 Sacramentos. Simbolizan y sellan para nosotros las mismas verdades que están
expresadas verbalmente en la Palabra de Dios, y pueden ser considerados como la palabra
oficial, que contiene una representación viviente de la verdad, la cual el Espíritu Santo utiliza
como ocasión para ejercicios santos. No sólo están subordinados a la Palabra de Dios sino que
tampoco pueden existir sin ella y por lo mismo van siempre acompañados de ella. Rom. 6: 3; I
Cor. 12: 13; Tito 3: 5; I Ped. 3: 21.

3.- La Dirección Providencial: Los actos providenciales de Dios, tanto los: favorables como los
adversos, son con frecuencia medios poderosos de santificación. A los que aman a Dios todas las
cosas los ayudan a bien

Debe recordarse que la luz de la revelación divina es necesaria para la interpretación de sus
direcciones providenciales, Sal 119: 71; Rom. 2: 4; Heb. 12: 10.

La confesión del pecado y la oración por el perdón se requieren continuamente. Jesús enseño a
todos sus discípulos sin ninguna excepción a orar por el perdón de los pecados y por ser
libertados de la tentación y del malo, Mat. 6: 12, 13.

Y Juan dice: "Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonarnos y para
limpiarnos de toda maldad", I Jn. 1: 9.
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Además, los santos de la Biblia se presentan siempre como los que confiesan sus pecados, Job 9 :
3, 20 ; Sal 32 : 5 ; 130 : 3 ; 143 : 2 ; Prov. 20:9 ; Is. 64:6; Dan. 9:16; Rom. 7 : 14.

LA SANTIFICACIÓN Y LAS BUENAS OBRAS

La santificación y las buenas obras están relacionadas de la manera más íntima. De la manera
precisa en que la vida vieja se expresa en obras malas, así la vida nueva que se origina en la
regeneración y que se promueve y fortalece en la santificación, se manifiesta de manera natural
en las buenas obras. Estas pueden llamarse los frutos de la santificación

Las siguientes son las características de las obras espirituales buenas:

a. Son los frutos de un corazón regenerado, puesto que sin éste no puede haber la disposición
(de obedecer a Dios) y el motivo (de glorificar a Dios) que se requiere, Mat. 12: 33; 7: 17,18.

b. No están hechas sólo en conformidad externa con la ley de Dios, sino que se hacen en
obediencia consciente a la voluntad revelada de Dios, es decir, porque son requeridas por Dios.
Brotan del principio del amor a Dios y del deseo de hacer su voluntad, Deut. 6: 2; I Sam. 15: 22;
Isa. 1: 12; 29: 13; Mat. 15: 9.

c. Cualquiera que sea su fin inmediato, su finalidad última no puede ser el bienestar del hombre,
sino la gloria de Dios, la cual es el más alto propósito concebido en la vida del hombre, I Cor. 10:
31; Rom. 12: 1; Col. 3: 17, 23

Las obras del hombre no son meritorias porque (nuestra única ofrenda es nuestro pecado)

a. Los creyentes deben su vida completa a Dios y por tanto no pueden merecer nada por el
hecho de darle a Dios simplemente lo que ya le es debido, Luc.17: 9, 10.

b. No pueden hacer buenas obras con su propia fuerza, sino sólo con la fuerza que Dios imparte
diariamente a cada uno de ellos ; y en vista de este hecho no pueden esperar crédito alguno por
estas obras, I Cor. 15: 10; Fil. 2: 13.

c. Aun las mejores obras de los creyentes siguen siendo imperfectas en esta vida, y todas las
buenas obras juntas representan sólo una obediencia parcial, en tanto que la ley demanda
obediencia perfecta y no puede satisfacerse con nada que sea menos que eso, Isa.64: 6; Stgo. 3:
2.

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d. Además, las buenas obras de los creyentes están fuera de toda proporción con la recompensa
eterna de la gloria. Una obediencia temporal e imperfecta nunca puede merecer una
recompensa eterna y perfecta.

A diferencia de ella, la santificación es un proceso continuo, que nunca se completa en


esta vida.

CONCLUSIÓN:

En la doctrina de la salvación podemos seguir estudiando mucho, mucho más porque gracias a
Dios la palabra es muy abundante en cuanto a esta enseñanza. Quiero concluir compartiéndoles
este siguiente ejemplo: En la profesión de un médico es ético traspasar la información cuando se
ha encontrado el antídoto para la cura de una enfermedad incurable. Así ocurre con el cristiano
que ha encontrado la cura para la enfermedad del pecado, es ético informar a nuestros
hermanos (as) y todos aquellos que no han encontrado la cura para su enfermedad. En la biblia
hay un hermoso ejemplo en el AT para imitar, lo podemos leer en 2ª reyes 6:24 al 33 y 7: 1 al 20,
aquí encontramos estas características de la verdadera salvación. Una vez encontrada la cura,
como lo hicieron estos cuatros leprosos. Fue Dios quién los escogió para que llevaran las buenas
noticias a Samaria. Es hermoso traspasar las gratas nuevas a aquellos nuestros conciudadanos y
compatriotas, una vez que ya nosotros hemos disfrutado de la cura de nuestra enfermedad de la
lepra, este ejemplo de estos leprosos, que les daba exactamente vivir o morir, sin embargo ellos
los “llamado” para dar buenas noticias,(2ª reyes 7:3 y 9) el propósito de Dios era hacerles
entender a los Samaritanos que la justicia de Dios (Justificación) no tarda, que de la muerte trae
vida, que de las tinieblas trae luz y que el llanto lo convierte en gozo, les muestran su amor para
que se conviertan(La conversión)y que su santidad (Santidad)no la comparte con incrédulos (2ª
reyes 7:2 y 17).

Les motivamos a que se tome esta resolución como estos cuatro leprosos, de morir para nacer a
una nueva vida y, que podamos decir como ellos; Pues si vivimos, para el señor vivimos; y si
morimos, para el señor morimos. Así pues, sea que vivamos o que muramos del señor somos.
Rom. 14:8. Amén y amén.

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