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PARASITOLOGIA

Cryptosporidiosis
Cryptosporidiosis

Los protozoarios del género Cryptosporidium fueron descritos por Tyzzer en 1907 en el estómago
de ratones y reportados como C. muris. Pertenecen al phylum Apicomplexa, son microorganismos
intracelulares estrictos de la superficie luminal del aparato digestivo del humano y otros animales,
y su desarrollo es monoxeno con reproducción asexual y sexual. Es un patógeno emergente
presente en individuos inmunocompetentes y en pacientes inmunocomprometido

Cryptosporidium presenta reproducción asexual durante su ciclo de vida denominada


esquizogonia y reproducción sexual llamada gametogonia y esporogonia, con varios estadios. Las
fases asexuales son trofozoíto, esquizonte I y II, y merozoítos; las fases sexuales son
microgametocitos y macrogametocitos, que se convierten en microgameto y macrogameto, cigoto
y ooquiste con cuatro esporozoítos (ver ciclo de vida). Los esporozoítos y merozoítos presentan
complejo apical. Las fases asexuales y sexuales son de vida intracelular; la única fase que sobrevive
fuera de la célula huésped es el ooquiste. La fase infectante del parásito es el ooquiste, que
contiene cuatro esporozoítos desnudos; es eliminada en las heces que contaminan agua y
alimentos. El ooquiste de pared gruesa ingresa al huésped por vía oral. El ooquiste sufre una
transformación en el trayecto del estómago hacia el intestino delgado; dicha transformación
consiste en la destrucción de la pared, y los esporozoítos se liberan.

Se requiere de 100 a 130 ooquistes para iniciar una infección. De la criptosporidiosis presente en
humanos, 70% es por C. hominis, 20% por C. parvum y menos de 10% por C. meleagridis, C. felis y
C. canis. El periodo de incubación es de cinco a 14 días, lo cual se explica por la rapidez con que se
realizan las esquizogonias y se forman los ooquistes. Todas las fases en el desarrollo de
Cryptosporidium son intracelulares del ápice de las vellosidades intestinales; por tanto, el principal
mecanismo de daño es la adhesión, penetración, multiplicación y ruptura de los enterocitos.
Desde el punto de vista histopatológico, se identifica una atrofia de microvellosidades intestinales,
cambios en el revestimiento epitelial, disminución de las enzimas del borde en cepillo y mucosa
hiperémica. Este suceso desencadena edema e hipertrofia de las criptas de Lieberküm, con
formación de células cuboideas o escamosas (o ambas) para reemplazar el epitelio dañado,
transporte epitelial alterado y efecto sobre células de la submucosa intestinal como
mononucleares, neutrófilos, linfocitos y células plasmáticas de la lámina propria. El infiltrado
inflamatorio induce la liberación de citocinas e interleucinas que atraen a los mediadores, alteran
la absorción de agua y sodio y potencian la secreción de agua y cloro, lo cual origina diarrea acuosa
secretora. La diarrea es definida como tres a cuatro evacuaciones por día, alteradas en su
consistencia.

La respuesta a la interacción huésped-parásito está relacionada con el estado inmunológico del


individuo. En personas inmunocompetentes aparentemente sanas se puede presentar una forma
clínica asintomática sólo detectada por la eliminación de ooquistes, o desarrollarse gastroenteritis
aguda con vómito, diarrea acuosa, dolor abdominal, flatulencia, malestar y mialgias, a lo cual se
agrega deshidratación leve. Este cuadro clínico es más frecuente en niños menores de cinco años
y es el que se observa en guarderías
En sujetos positivos a virus de inmunodeficiencia humana (hiv) se han encontrado infecciones por
Cryptosporidium en vesícula biliar, lo cual puede conducir a colecistitis alitiásica y colangitis
esclerosante. Los principales síntomas son fiebre, ictericia, dolor a nivel del cuadrante superior
derecho sin irradiar al hombro y vómito. Hay elevación de bilirrubina en suero y de enzimas
hepáticas si la infección se desarrolla en la vesícula biliar. También suele reconocerse dilatación y
engrosamiento de la vesícula y conductos biliares. Por lo regular aparece la infección en conductos
pancreáticos, lo que provoca pancreatitis.

La presencia de los trofozoítos y esquizontes dentro de las células epiteliales en la mucosa del
intestino induce la respuesta inmune innata con la formación de quimiocinas como il-8, il-10, gro-α
(oncogén regulador del crecimiento) y rantes estimulador de linfocitos T; éstos actúan sobre
fibroblastos, macrófagos y polimorfonucleares de lámina propria que producen citocinas, como il-
4, interferón γ, tnf-α (factor de necrosis tumoral alfa), tgf-β (factor de crecimiento transformante
beta), prostaglandinas (pge2), radicales libres de oxígeno e intermediarios del campo. Todos estos
mediadores químicos potencian a las células secretoras de cloro e inhiben la absorción de sodio;
finalmente se altera el balance de absorción/secreción de agua y origina la diarrea secretora

Debido a que todo el ciclo de vida del parásito se desarrolla en el tubo digestivo, las formas
parasitarias son identificadas en productos biológicos intestinales. En un inicio se realizaba el
diagnóstico etiológico mediante la observación de la fase esquizogónica en biopsias de intestino
delgado. Al descubrir el ciclo de vida completo, se observó que los ooquistes (4 a 6 μm) eran
eliminados en grandes cantidades en la materia fecal y el diagnóstico se enfocó a demostrarlos. Si
las heces no se revisan con prontitud o se analizan días después de la obtención, entonces se
pueden conservar en una solución de dicromato de potasio al 2.5%, en la que se preservan por dos
a seis meses sin perder su potencial infeccioso. En cambio, en formol al 10% en solución
amortiguadora o saf (acetato de sodio, ácido acético glacial y formol) se puede mantener la
morfología del parásito, pero se pierde su viabilidad. Es preciso asumir que el individuo con
síntomas está infectado con millones de parásitos.

La baja o nula acción de muchos fármacos antiparasitarios y antibióticos se favorece por la acción
protectora de la vacuola parasitófora, en la cual se aloja el parásito dentro del enterocito. Cabe
recordar que se trata de un parásito intracelular estricto, y además está protegido por la vacuola
parasitófora. Más de 30 fármacos han sido ensayados contra la infección por C. parvum y C.
hominis en modelos in vivo y en pacientes. En individuos inmunocompetentes, la criptosporidiosis
es autolimitada y las personas suelen curarse en tres semanas de manera espontánea. En niños la
infección sintomática se favorece si hay desnutrición, y con frecuencia se observa diarrea, que
persiste durante más de un mes; en tales casos lo recomendado es la restitución de agua y
electrólitos. Se puede administrar un antiparasitario de acción luminal como la nitazoxanida por
tres días. Sin embargo, actualmente los medicamentos suministrados con mayor frecuencia a los
pacientes con inmunocompromiso e inmunodeficiencia adquirida se mencionan a continuación.

• Paromomicina. Aminoglucósido de acción luminal y escasa absorción. Actúa sobre los ribosomas
del parásito y detiene la síntesis de proteínas. Se administran 500 mg/6 horas/28 días (no exceder
de 2 g/día).
• Azitromicina. Macrólido. Se une a la subunidad 50S ribosomal y detiene la síntesis de proteínas.
Se administran 500 mg/día.

• Espiramicina. Macrólido. Inhibe la síntesis de proteínas. Dosis de 50 mg/kg/día/15 días.

• Roxitromicina. Macrólido. Los resultados de eficacia son muy limitados. La dosis es de 300 mg/4
semanas.

• Trimetoprim/sulfametoxazol. 10 mg/kg/día/10 días.

• Nitazoxanida. Un nitrotiazol del que se absorbe 40%. Se administra por vía oral en suspensión
para niños mayores de un año, 100 mg/12 horas/3 días. En niños de peso superior a 30 kg la dosis
corresponde a tabletas de 200 mg/12 horas/3 días; para adultos, 500 mg/12 horas/3 días. En
pacientes con hiv-sida el esquema es de 14 días

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