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Capitalismo

¿Qué es el capitalismo?
El capitalismo es un sistema económico que se basa en la propiedad privada de los medios de
producción y el uso del capital como fuente de riqueza. Los principales elementos del capitalismo
son el capital y el trabajo. Para articular ambos, el capitalismo propone producir bienes y servicios, y
comerciarlos para extraer ganancias. El modelo capitalista es flexible, pues tiene la capacidad de
adaptarse a diferentes condiciones históricas de producción, comercialización y distribución de
bienes y servicios. Sin embargo, problemas como la escasez y la falta de empleo pueden precipitar
la crisis del modelo capitalista. Por ende, el buen funcionamiento del capitalismo depende en gran
medida de que existan medios sociales y tecnológicos suficientes para asegurar el consumo y la
circulación del capital. La palabra capitalismo se forma de la unión entre el sustantivo capital, que en
este contexto significa 'conjunto de bienes económicos', y el sufijo griego ismo, que significa sistema.

Características del capitalismo


Entre las características que definen al sistema capitalista se cuentan las siguientes:
 Capital y trabajo. En el capitalismo, el trabajo es fundamental, lo que significa que la riqueza deriva
de la producción. Por otro lado, el capital es un medio para la producción (inversión), y no solo un fin.
 Propiedad privada de los medios de producción. Los medios de producción están
mayoritariamente en manos del sector privado que, al velar por sus intereses, promueve el desarrollo
empresarial.
 Apropiación privada de la ganancia. Las ganancias obtenidas por la actividad productiva y
comercial pertenecen al sector privado, lo que no le exonera del obligaciones tributarias.
 Competencia. La competencia es necesaria y funciona como un estímulo de la producción y el
crecimiento económico. Se alimenta de la oferta y demanda de bienes y servicios.
 Movilidad social. El capitalismo promueve la movilidad social gracias a la libertad laboral inherente
al sistema.
 Participación limitada del Estado. El Estado siempre debe intervenir como garante de los derechos
ciudadanos. Sin embargo, su grado de participación puede ser mayor, como ocurre actualmente en
la mayoría de los países.

Etapas del capitalismo y su origen


Las etapas del capitalismo son muchas y diversas. Es por eso que en lo que sigue iremos pasando etapa a
etapa. Es decir, desde su origen hasta el siglo XXI. Muchos historiadores sitúan el origen del capitalismo un
poco antes, en las pequeñas ciudades comerciantes de Europa, como las de la liga hanseática. El camino
hacia el capitalismo a partir del siglo XIII fue allanado gracias a la filosofía del Renacimiento y de la Reforma,
movimientos que facilitaron la aparición de los modernos estados nacionales. Del mismo modo, las
expediciones de los siglos XV y XVI fomentaron el comercio, sobre todo tras el descubrimiento del Nuevo
Mundo. Como resultado, desde el siglo XV y hasta el siglo XVIII, el capitalismo dio lugar a una nueva forma de
comerciar denominada mercantilismo que alcanzó su máximo desarrollo en Inglaterra y Francia, y en la que
el Gobierno ejercía el control de la producción y el consumo. Dos acontecimientos propiciaron la fundación del
capitalismo moderno, en la segunda mitad del siglo XVIII: la presentación en Francia de los fisiócratas y la
publicación de las ideas de Adam Smith. Ambas corrientes apostaban por un orden económico alejado de la
intervención del Estado, un argumento que favoreció el inicio de la Revolución industrial, la cual logró su
mayor apogeo en el siglo XIX. Las inhumanas condiciones de trabajo que caracterizaron este periodo llevaron
a que surgieran numerosos críticos del sistema; sin embargo, el primero en desarrollar una teoría coherente
en contra fue Karl Marx, quien atacaba la propiedad privada de los medios de producción. No obstante, el
capitalismo siguió prosperando para convertirse en el principal sistema socioeconómico mundial de la época.
El economista más influyente de la historia reciente del capitalismo fue John Maynard Keynes, en la que se
explica que un gobierno puede utilizar su poder para paliar, e incluso eliminar, los ciclos de expansión y
depresión económica vinculados al capitalismo.
El protocapitalismo
En la Edad Media dominaba el feudalismo, un modelo de producción basado en el vasallaje. No
había dinero circulante ni ascenso social. Las clases sociales eran fijas: nobles, clero y vasallos
(campesinos y artesanos). Los vasallos trabajaban a cambio de protección y bienes básicos, y
complementaban otras necesidades por medio del trueque. Cuando las tecnologías agrícolas
mejoraron, hubo un excedente en la producción. Para aprovecharlo, comenzaron a formarse
mercados y, en torno a estos, burgos (ciudades) con fuerte actividad comercial y dinero circulante.
Pronto surgió una nueva clase social: la burguesía (mercaderes, profesionales, banqueros y
prestamistas). Así comenzó la decadencia del feudalismo y surgió el protocapitalismo, es decir, el
capitalismo temprano o incipiente, basado en el intercambio de mercancías por dinero.

El mercantilismo
El nuevo sistema, basado en circulación del capital, se vio potenciado con las exploraciones
marítimas, el descubrimiento de América en el siglo XV y la colonización del siglo XVI. Fue la era en
que nació el comercio trasatlántico y, con él, el mercantilismo. El mercantilismo fue un modelo
económico basado en la explotación y comercio de mercancías y materias primas. Imponía controles
en las relaciones comerciales a favor de los imperios, de manera que la intervención estatal era
protagónica. No llegó a ser un capitalismo en el sentido pleno, pero sí un paso adelante para su
formación. Sus consecuencias fueron el acceso a nuevas mercancías, la formación de nuevas rutas
comerciales y la expansión del imperialismo occidental.

El capitalismo moderno
El capitalismo moderno surgió en la segunda mitad del siglo XVIII junto la revolución industrial, en un
contexto profundamente influido por las ideas del liberalismo. En esto, fue fundamental el aporte del
filósofo Adam Smith. Su obra La riqueza de las naciones (1776) asentó las bases del libre mercado
y lo consagró como padre de la economía moderna. El capitalismo industrial, cuyas ganancias se
basan en la producción de mercancías para el consumo, fue dominante a lo largo de todo el siglo
XIX y se mantiene vigente hasta hoy. Este modelo dio un nuevo impulso a la economía al masificar
la producción y el consumo. También masificó los puestos de trabajo bajo un esquema salarial y dio
lugar a una nueva clase social: el proletariado o clase obrera.
A finales del siglo XIX se registró una concentración de la propiedad privada de los medios de
producción. Es decir, las grandes industrias absorbieron a las pequeñas y se generó una tendencia
al monopolio. Esta tendencia se vio debilitada con el estallido de las dos guerras mundiales del siglo
XX. Desde el fin de la Segunda Guerra mundial, se desarrolló un capitalismo planificado, con una
mayor presencia del Estado. Poco a poco se desarrollaron nuevas tendencias a la luz de los cambios
venideros. Una de las más influyentes en la actualidad es el capitalismo financiero. En este
modelo, donde predominan las instituciones bancarias y financieras, las ganancias se basan en la
especulación, los tipos de cambio, el movimiento de capital y el comercio de productos financieros
(bonos, créditos, etc).

Tipos de capitalismo
Dada la flexibilidad del capitalismo, existen muchas clasificaciones, y no hay un consenso entre los
investigadores. Por eso, a continuación veremos tres clasificaciones basadas en diferentes criterios:
1) según la iniciativa empresarial; 2) según las formas de coordinación, y 3) según los modelos
institucionales.

Según la iniciativa empresarial


La clasificación según la iniciativa empresarial ha sido propuesta por los investigadores Baumol,
Litan y Schramm. Se requiere a quién tiene la iniciativa de crear empresas o cuál es la motivación
para apoyarlas.
Capitalismo dirigido por el Estado. Es aquel donde el Estado tiene la iniciativa de la inversión y el
desarrollo como parte de su política de crecimiento económico. El Estado elige las empresas a las
que apoyará, en la expectativa de que serán exitosas.
Capitalismo oligárquico. Es aquel que produce concentración de la riqueza en manos de algunas
pocas empresas y grupos familiares. Genera un alto margen de desigualdad y pobreza extrema.
Capitalismo de grandes empresas. Es aquel en que las empresas ya establecidas promueven las
actividades económicas más importantes. Por norma general, estas empresas se basan en la
reducción de costos a través del aumento de la producción.
Capitalismo de emprendedores. Es aquel en que se fortalece en torno a las empresas pequeñas e
innovadoras.

Según las formas de coordinación


La clasificación del capitalismo según los modelos de coordinación fue propuesta por Peter Hall y
David Soskice. Se refiere a cuál es el agente protagónico en la dinámica de promoción económica.
En otras palabras, cómo se coordinan los diferentes actores económicos en una sociedad capitalista.

Economía liberal de mercado. Es la que se basa en la libre competencia y en la descentralización


del sistema, es decir, mínima participación del Estado. En este modelo, se pretende obtener el
equilibrio del mercado mediante la dinámica de la oferta y la demanda.
Economía de mercado coordinada. Es aquella donde la políticas de crecimiento económico pasan
por las negociaciones entre sindicatos, instituciones patronales y gobierno. A partir de allí se fijan
salarios, criterios de productividad y medidas para el control inflacionario. En este modelo, se
pretende que estrategias concertadas entre las empresas y los demás actores institucionales
garanticen el equilibrio del sistema.

Según los modelos institucionales


Una de las más clasificaciones más aceptadas es la del economista francés Bruno Amable. Este
propone una tipología basada en los modelos institucionales de diferentes países. Amable describe
cada tipo identificando en ellos cómo se concibe el mercado de producción, el mercado laboral, el
sistema financiero, el Estado de Bienestar y la educación.

Capitalismo de libre mercado. Se basa en la ausencia de regulación del mercado de productos, la


competencia de precios y la inversión extranjera. El mercado laboral es flexible, es decir, los
trabajadores gozan de poca protección. La seguridad social es débil y las pensiones dependen de
fondos privados. Se protege a los pequeños accionistas, se favorece la inversión institucional y el
mercado financiero es muy sofisticado. La educación universitaria es privada y altamente
competitiva. Por ejemplo: Estados Unidos, Reino Unido, Australia y Canadá.

Capitalismo socialdemócrata. Promueve la competencia de calidad junto con la participación del


Estado en el mercado. Favorece la inversión extranjera. Existe una moderada regulación del
mercado laboral que asegura la protección al trabajador, sindicatos fuertes y política de empleo. Alto
nivel de seguridad social y promoción del Estado de Bienestar por medio de políticas públicas. El
sistema de educación es público, y ofrece programas de apoyo estudiantil. Por ejemplo: Dinamarca,
Finlandia y Suecia.

Capitalismo asiático. Favorece la competencia de precios y de calidad en un mercado controlado


por el Estado. Protege la empresa local contra las inversiones y empresas extranjeras. Las grandes
corporaciones ejercen un papel fundamental, especialmente en lo que respecta a la protección y
estabilidad laboral. La negociación salarial es descentralizada. El Estado no tiene una política de
empleo. El régimen universitario es privado. Por ejemplo: Japón y Corea del Sur.
Capitalismo europeo continental. Da una importancia relativa a la competencia de precios, y gran
importancia a la competencia de calidad. El Estado puede coordinar precios, pero ofrece poca
protección contra empresas e inversiones extranjeras. Existe una alta protección laboral que procura
la estabilidad. Los sindicatos son relativamente fuertes y hay política de empleo. El régimen
educativo universitario es predominantemente público.
Por ejemplo: Suiza, Alemania, Austria, Irlanda, Bélgica, los Países Bajos, Noruega y Francia.

Capitalismo mediterráneo. Promueve más la competencia de precios que de calidad. Hay


intervención del Estado. La protección contra la inversión extranjera y el comercio exterior es
moderada. Aún así, la pequeña empresa tiene gran importancia. La regulación del mercado laboral
es ambigua, pues crea condiciones laborales precarias en los sectores no corporativos (trabajo
temporal y trabajo a tiempo parcial).
La seguridad laboral es posible solo a través de las grandes corporaciones. No hay una política de
empleo y la negociación salarial está centralizada. Hay concentración de la propiedad. El sector
universitario es predominantemente público. Por ejemplo: España, Portugal, Grecia e Italia.

Capitalismo y comunismo
El capitalismo y el comunismo son modelos económicos opuestos. Mientras que el capitalismo se
basa en la propiedad privada de los medios de producción, el comunismo sugiere la apropiación y
control de los medios de producción por parte de la clase obrera, a través del sindicato y del partido.
Otra diferencia importante es que el capitalismo no surgió de una teoría previa, sino que la teoría ha
ido desarrollándose a la luz de la experiencia concreta. En cambio, el comunismo es una doctrina
basada en las críticas de Karl Marx contra el capitalismo industrial del siglo XIX.

Capitalismo y globalización
El capitalismo y la globalización se relacionan estrechamente. La dinámica capitalista, que es de
naturaleza expansiva, ha favorecido la profundización de la integración económica, social, cultural,
política, impulsada por los bajos precios de los medios de transporte y la comunicación entre los
países del mundo a finales del siglo XX. La globalización es generada por la necesidad de la
dinámica del capitalismo para formar una aldea global que permite mayores mercados a los países
desarrollados.

Capitalismo salvaje
Capitalismo salvaje es una expresión utilizada por los detractores del capitalismo de libre mercado, el
cual ha sido promovido intensamente desde los años noventa. A este modelo de libre mercado le
atribuyen graves consecuencias para los sectores más pobres de la sociedad. La expresión,
popularizada por el Papa Juan Pablo II, pretende evidenciar los peligros de una economía
descontrolada, especialmente en los países donde se registran altos niveles de pobreza, crimen y
desempleo.

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