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Catequesis de 1era. Comunión Año 1 - Libro Del Catequista
Catequesis de 1era. Comunión Año 1 - Libro Del Catequista
Cate
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q uesis
Libro del Catequista Primer año
Material complementario
del Catecismo Jesús es el Señor
Editorial Familia de Jesús
Catequesis 1ª Comunión
Primer año
Material complementario
del Catecismo Jesús es el Señor
2013
2
ÍNDICE
Páginas
1. Los cristianos 8
Catecismo Jesús es el Señor, Capítulo 1, página 10
Conviene transmitir: 8
Los cristianos 8
El Mesías 8
La Iglesia 9
La cruz 9
Signos y símbolos cristianos 10
5. El Nuevo Testamento 18
Catecismo Jesús es el Señor, Capítulo 3, página 14
Conviene transmitir 18
El Nuevo Testamento 18
Significado de la palabra Evangelio 18
Historicidad de los Evangelios 19
Los Evangelios sinópticos 19
El anuncio del Evangelio 20
Los evangelistas 20
Jesucristo es la Palabra de Dios presente en la Iglesia 20
3
Creados en libertad 24
9. Dios siempre perdona, 10. Dios Padre nunca nos abandona, 11. Dios Padre cumple su promesa 28
Catecismo Jesús es el Señor: Capítulo 5, pág. 22; Capítulo 6, pág. 24; Capítulo 7, pág. 26.
Conviene transmitir 28
La promesa del envío del Mesías 28
¿Qué es un profeta ? 28
El profeta 28
El mensaje de los profetas 28
El anuncio de la Palabra de Dios 29
Los patriarcas bíblicos 30
Abrahán 30
La promesa de Dios a Abrahán 31
Significado de la promesa 31
Isaac 32
Jacob 32
Moisés 32
El Éxodo 33
La Alianza 34
Los cuatro relatos de Alianza 34
David 35
Los dos reinos: 35
El reino del norte o Israel 35
El reino del sur o Judá 36
El destierro y la reconstrucción 36
Periodo helenista, los macabeos y la dominación romana 36
4
14. Jesús, el Mesías, nace en Belén 41
Catecismo Jesús es el Señor, Capítulo 10, página 36
Conviene transmitir 41
Realidad de la concepción virginal 41
El significado del signo 42
Envió Dios a su Hijo, nacido de una mujer 42
El anuncio a los pastores 42
Los Reyes Magos y la estrella 43
Viaje a Egipto 43
15. La Navidad 44
Catecismo Jesús es el Señor, Capítulo 10, página 36
Conviene transmitir: 44
El Hijo de Dios nos salva 44
Tiempo de esperanza 44
La fiesta de la Navidad 44
5
18. Jesús nos anuncia la Buena Noticia, el Evangelio 58
Catecismo Jesús es el Señor, Capítulo 13, página 46
Conviene transmitir 58
El anuncio de Jesús 58
La Buena Noticia 58
El centro de la Buena Noticia 59
Un mundo de paz y de amor 59
Respuestas 78
6
Recordando:
1. El libro Catequesis 1ª Comunión. Primer año es un material complementario del Catecismo
Jesús es el Señor
3. Al inicio de cada capítulo aparece la referencia del capítulo correspondiente y la página del
Catecismo Jesús es el Señor, con objeto de facilitar el uso de ambos textos.
La Editorial Familia de Jesús agradece las sugerencias que nos envíen, al correo:
editorial@familiadejesus.com
7
1. Los cristianos
Catecismo Jesús es el Señor, Capítulo 1, página 10
Conviene transmitir:
1. Quiénes son los cristianos.
2. El sentido de ser cristiano.
3. La cruz, como símbolo positivo de reconciliación y perdón.
4. Primeros conceptos sobre la fe.
El Mesías
Para algunos, el Mesías era un esperado rey del linaje de David que liberaría a los judíos de la
dominación extranjera y restablecería una nueva época esplendorosa de Israel. No obstante,
entre los judíos existían distintas opiniones sobre el esperado Mesías; así, los guerrilleros
Zelotes esperaban a un libertador político; los fariseos, a un cumplidor estricto de la Ley que
perdonaría sus pecados; otros al que les traería la salvación, como los esenios. Por tanto, el
mesianismo judío conllevaba también un componente religioso.
A ese rey se le llamaba Mesías por la costumbre judía de ungir con aceite a quienes eran
proclamados reyes.
Cristo, que se revela como el Mesías esperado, suprime toda connotación politico-nacionalista
de su mensaje salvífico.
Los cristianos
El origen del término cristiano se indica en el libro de Hechos de los Apóstoles: “Y partió
Bernabé a Tarso a buscar a Saulo; y hallado, lo trajo a Antioquía. Y conversaron todo un
año allí con la Iglesia, y enseñaron a mucha gente; de tal manera que los discípulos fueron
llamados cristianos primeramente en Antioquía” (Hechos 11, 25-26).
Los cristianos consideran que Jesús es el Mesías definitivo; los judíos aún esperan la venida del
referido Mesías.
Nosotros somos cristianos, porque creemos en Cristo, palabra griega (Christós) que significa
“ungido”. Dios Padre envió a su Hijo Jesús al mundo para enseñarnos el camino para ir al Cielo.
Hace mucho tiempo, el pueblo judío, cuya lengua era el hebreo, esperaba la venida del Mesías,
que en hebreo significa “ungido”. Por tanto, Mesías en hebreo es Cristo (el mismo nombre en
lengua griega).
Un pequeño número de judíos seguidores de Cristo, junto con otros procedentes del
paganismo, se organizan en pequeñas comunidades. Los tres mil convertidos en Pentecostés,
los gentiles en la conversión del oficial romano Cornelio- considerado el primer gentil
converso (Hechos 10), y cuantos abrazaban la fe oyendo a Pablo y a los demás Apóstoles.
“En esta nueva naturaleza, no hay griego ni judío, circunciso ni incircunciso, bárbaro, escita,
esclavo ni libre, sino que Cristo está en todo y en todos” (Colosenses 3, 11).
8
Los cristianos se reunían para celebrar la Eucaristía el domingo. San Justino, que murió mártir
hacia el año 164 así lo narra en su “Apología”: “El día que se llama Domingo se hace una reunión
de todos los que viven en las ciudades y campos; y se leen los comentarios de los Apóstoles y
los escritos de los profetas durante tanto tiempo como se puede. Luego, cuando el lector ha
terminado, el presidente nos amonesta en un discurso y nos excita a imitar estas gloriosas cosas.
Luego todos nos levantamos y rezamos oraciones y, como se ha dicho más arriba, cuando se
ha terminado de rezar se trae pan y vino y agua; y el presidente eleva oraciones de acción de
gracias por los hombres, y el pueblo aclama diciendo ‘Amen’, y se da a cada uno una fracción de
la Eucaristía y se envía a los ausentes mediante los diáconos.”
La Iglesia
Los edificios donde los cristianos nos reunimos se denominan iglesias. Los judíos adoran a Dios
los sábados en las sinagogas.
Diferenciamos Iglesia de iglesia: Con mayúscula es la gran familia de los que creen en Jesús y lo
siguen. Con minúscula designa al templo, o lugar de reunión de los creyentes.
Jesús profetizó primero acerca de la venida de la iglesia cuando habló a Pedro declarando:
“Sobre esta roca edificaré mi Iglesia” (Mateo 16, 18).
La Iglesia cristiana comenzó el Día de Pentecostés (50 días después de la Pascua, durante la cual
fue crucificado Jesús). Tras el sermón de Pedro el día de Pentecostés, cerca de 3.000 personas
fueron añadidas a los Apóstoles (Hechos 2, 41). Este grupo de creyentes fue llamado por primera
vez “la Iglesia” en Hechos 2: 47: “y el Señor añadía cada día a la Iglesia los que habían de ser
salvos.” Sería la Iglesia de los comienzos, o primitiva Iglesia.
“El día de Pentecostés la Iglesia se manifestó al mundo” (Catecismo Jesús es el Señor, 76).
“La Iglesia es una, y aunque ahora haya Iglesias separadas, todas volverán a la unidad.
Es santa, porque Dios, su autor, es santo. Es católica, es decir, universal, y enviada en
misión a todos los pueblos; es apostólica por su origen, ya que está construida sobre
el fundamento de los Apóstoles, por su enseñanza, que es la misma de los Apóstoles,
y por su estructura, en cuanto es instruida, santificada y gobernada, hasta la vuelta
de Cristo, por los Apóstoles, gracias a sus sucesores, los obispos, en comunión
con el sucesor de Pedro (Compendio del Catecismo, 166,174).
La cruz
La Iglesia tiene como signo la cruz, donde murió Jesús. Era el instrumento de ejecución que
utilizaban los romanos para quienes no tenían la ciudadanía romana.
Cruz significa en griego “madero, leño”. La palabra “crucifijo” deriva de “crucifixum”, participio
del verbo latino “crucifigere”: “fijar en la cruz”.
La Iglesia católica celebra dos fiestas relacionadas con la cruz: la Invención de la Santa Cruz, el
3 de mayo, y la Exaltación de la Santa Cruz, el 14 de septiembre.
9
La primera representación pictórica de la crucifixión de Jesús es el “grafito de Alexámenos”,
conocido como “grafito del Palatino (colina, actualmente urbanizada, situada en la ciudad de
Roma). Se trata de un grafiti realizado sobre la pared de una casa romana; no está fechado, pero
podría datarse entre el año 85-95 después de Cristo, y lo realizó un no cristiano con sentido
burlesco: un hombre crucificado con cabeza de burro y la inscripción: “Alexámenos adorando
a su dios”.
Quiso Jesús dejar libre al hombre en su opción hacia el Mesías. Al final, sucedió lo increíble:
cuantos lo alabaron triunfalmente entrando en Jerusalén, lo condenaban después ante Pilato
pidiendo su crucifixión. Jesús, en su infinito amor hacia nosotros, otorgó libertad al devenir de
la historia.
La muerte de Jesús no fue un fracaso. Tras ella, vino la resurrección. Y la cruz, instrumento de
tormento para los romanos, Jesús la convirtió en instrumento de salvación. Por eso, la cruz,
es el símbolo de los cristianos, y nos santiguamos indicando nuestro amor a Jesús y nuestra
pertenencia a Él.
Además, quien muere en la cruz, lo hace perdonando; de ahí que sea también signo de
perdón.
El mandamiento más importante en el cristianismo: Que os améis los unos a otros como yo os he
amado (Jn 13, 34-35).
Otros símbolos cristianos eran el “ictus” o “ichthys” (pez), símbolo secreto utilizado,
particularmente durante épocas de persecución, para encubiertamente identificarse unos con
otros.
El acrónimo I CH TH Y S significa: Iesous CHristós THoeou Yiós Soter: “Jesucristo, Hijo de Dios,
Redentor”.
El uso del ichtus como símbolo secreto pudo haber sido el siguiente: una persona dibujaba unas
líneas rectas y curvas en la arena de forma aparentemente aleatoria, de las que una de ellas era
un arco circular (medio ichtus). Si otra persona dibujaba más líneas en el suelo y completaba la
figura, los dos sabrían que ambos eran cristianos.
10
2. Somos una gran familia
Catecismo Jesús es el Señor, Capítulo 2, página 12
Conviene transmitir:
1. La Iglesia es una familia de verdad.
2. Actitudes: querernos, lo cual implica comprendernos y perdonarnos.
3. Formamos parte de esta familia merced al Bautismo.
4. Todos deben aprender a hablar con Jesús.
“Pues así como el cuerpo es uno, aunque tiene muchos miembros, y todos los
miembros del cuerpo, a pesar de ser muchos, forman un solo cuerpo, así también
Cristo” (1 Corintios 12, 12).
“Y yo te digo que tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia” (Mateo 16, 18).
La Iglesia es familia
El catequista/ la catequista explicará que la Iglesia fundada por Cristo es una familia
comparándola con su familia. Conviene ser cuidadoso para que ningún niño de familia
monoparental pudiera sentirse carente de verdadera familia.
En la Iglesia se encuentra la plenitud de los medios de salvación” (Compendio del Catecismo, 165).
Merced a él entramos a formar parte de la Iglesia. Además del Bautismo nos une con Dios la
Eucaristía, la Confirmación... y algunas cosas más que iremos viendo.
Vamos a aprender lo que contiene la mochila de la fe: creemos en un Dios Padre, en Dios Hijo
que es nuestro amigo, en el Espíritu Santo, que nos guía en el camino de la vida.
11
Los Apóstoles
A los primeros seguidores de Jesús se les llama Apóstoles.
Los Apóstoles nos enseñaron lo que habían aprendido de Jesús. La Iglesia nos enseña lo mismo
que enseñaban los Apóstoles: a conocer y a amara al Señor.
La oración
Para conocer y amar a Dios es precios orar. Orar o rezar es hablar con Dios. Rezar es hablar con
Jesús. Uno de los objetivos de hoy es enseñar a rezar.
El catequista hará su propia oración delante de los niños, según su mentalidad, y brevemente.
¿Por qué vamos todos a rezar a la iglesia? Pues porque somos hermanos, y juntos participamos
del alimento que nos da Jesús : la Eucaristía.
En la iglesia nos saludamos, nos queremos y nos ayudamos, especialmente a los pobres.
En cierta ocasión, Jesús dijo a la comunidad de los que le seguían: Donde dos o tres están
reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos (Mateo 18, 20).
La gracia de Dios
La gracia es el auxilio de Dios a las personas. La gracia es Dios comunicándose a nosotros.
La gracia posibilita un encuentro íntimo de la persona con Dios. Los sacramentos comunican la
vida de Dios, por eso se dice que otorgan la gracia.
Más sencillamente, a los niños se les puede explicar diciendo que la gracia es Dios dentro de tu
corazón; o sea, cuando Dios te da su vida. Tus papás dan su vida por ti, es decir, hacen todo por
ti; pero como Dios puede más, Él entra dentro de ti, y ahí está mientras tú quieras que esté.
Conviene enseñar dónde está el sagrario de la parroquia o colegio. Hacer una visita. Que los
niños y niñas aprendan a comportarse correctamente en su visita a Jesús en el sagrario.
12
Capítulos 3 y 4:
3 Dios nos habla: la Palabra de Dios. 4. La Biblia como Palabra de Dios
Catecismo Jesús es el Señor, Capítulo 3, página 14
Conviene transmitir:
1. Qué es la Biblia.
2. Dónde está contenido lo que Dios Padre nos ha revelado.
3. Qué es la Palabra de Dios.
4. ¿Cómo se comunica Dios con las personas?
a En el libro llamado La Biblia se incluyen los escritos sobre Dios. Los que se escribieron antes
del nacimiento de Jesús, son agrupados en la primera parte, llamada Antiguo Testamento; y
los textos que recogen lo que dijo e hizo Jesús, así como otros de la primitiva Iglesia, se agrupan
en el Nuevo Testamento.
b Por lo que nos han contado sobre Dios algunos escritores cristianos de hace mucho tiempo:
a esto se le llama Tradición.
103. Por esta razón, la Iglesia ha venerado siempre las divinas Escrituras como venera
también el Cuerpo del Señor. No cesa de presentar a los fieles el Pan de vida que se distribuye
en la mesa de la Palabra de Dios y del Cuerpo de Cristo (cf. DV 21).
104. En la sagrada Escritura, la Iglesia encuentra sin cesar su alimento y su fuerza (cf. DV
24), porque, en ella, no recibe solamente una palabra humana, sino lo que es realmente:
la Palabra de Dios (cf. 1 Ts 2,13). «En los libros sagrados, el Padre que está en el Cielo sale
amorosamente al encuentro de sus hijos para conversar con ellos» (DV 21).
13
¿Qué es la inspiración?
La acción del Espíritu Santo “ilumina” en la mente y el corazón del escritor sagrado lo que Dios
quiere revelar; a esto se llama inspiración.
Se dice inspirado cuando el escritor sagrado escribe sobre Dios, penetra en la intimidad
divina gracias a una luz del Espíritu Santo en su alma, que le hace escribir lo que solo con su
inteligencia y razonamiento sería incapaz de hacer. El autor sagrado escribe lo que Dios quiere
que permanezca escrito para toda la humanidad.
La Biblia
La Biblia es palabra de Dios dicha a través de los hombres con lenguaje humano. Es un libro que
agrupa otros libros. En total la Biblia contiene 73 libros. La Biblia contiene los libros del Antiguo
Testamento y los libros del Nuevo Testamento.
El Antiguo Testamento contiene 46 libros, agrupados en cinco secciones, que fueron escritos a
lo largo de más de mil años.
Los creyentes creemos que todos estos libros fueron inspirados por Dios, por eso se les llama
canónicos, es decir, que forman parte del canon. El canon es el conjunto de libros reconocidos
por la Iglesia como inspirados por Dios y que componen la Biblia.
Estos libros abarcan un período de tiempo muy grande: desde algo menos de 1.000 años antes
de la venida de Jesús hasta el primer siglo después de su muerte.
El pueblo judío
En la Biblia aparecen personajes que existieron de verdad: Abrahán, Jacob, Moisés, David,
Isaías... Forman parte de un grupo, no muy grande, llamado el pueblo de Israel, o también el
pueblo judío. Jesús y sus padres eran judíos. Buena parte de los judíos de la actualidad viven
en Israel.
El pueblo judío estaba unido por la religión judía. Ese pueblo era monoteísta: adoraba a Dios
Padre, por eso Dios lo escogió para que en él naciera su Hijo Jesús.
Dios Padre cuidó al pueblo judío, y le hablaba de cuando en cuando para que caminaran por el
buen camino, sin separarse de Él. También Dios Padre nos habla a cada uno de nosotros.
14
La Revelación
La Revelación divina es lo desconocido de Dios que Él nos muestra para que conozcamos a
Dios y lo amemos. El depósito de la fe, que nos ha sido revelada, está contenido en las Sagradas
Escrituras (Biblia) y en la Tradición Apostólica.
El depósito de la fe fue revelado por los profetas del Antiguo Testamento, y, de modo especial,
por Jesús a los Apóstoles y confiado a la Iglesia. La plenitud de la Revelación se dio con Cristo;
en Él, Dios mismo habla, y con Él concluyó la Revelación.
La Revelación en la Tradición cristiana: se compone de todas las verdades reveladas por Dios
que no están incluidas en la Sagrada Escritura (Biblia) y declaradas por el Magisterio de la Iglesia
como tales. Existen los Santos Padres de la Iglesia (entre siglos 3 y 7), como San Agustín de
Hipona, y los teológos (posteriores a la era Patrística), como Santo Tomás de Aquino.
La Constitución del Concilio Vaticano II, Dei Verbum sobre la Revelación dice: “Fiel a
dicho depósito, el pueblo cristiano entero, unido a sus pastores, persevera siempre
en la doctrina apostólica y en la unión, en la eucaristía y la oración, y así se realiza
una maravillosa concordia de pastores y fieles en conservar, practicar y profesar la
fe recibida” (DV 10).
2. La Palabra hay que leerla y creerla “con el mismo Espíritu con que fue escrita” (DV 12), y en
la tradición viva de la Iglesia; es así como los católicos nos diferenciamos de los protestantes
respecto a la Biblia. Ellos hacen una interpretación personal; nosotros, a la luz de la tradición
y de la orientación de la Iglesia. Por eso, las Biblias católicas tienen notas a pie de página. “...
cuando se lee en la iglesia la Sagrada Escritura, es Él quien habla” (Sacrosantum concilium, 7).
3. Se identifica el género literario del texto, así como las circunstancias de los protagonistas
y el momento en el que el autor y su comunidad viven.
15
Las lenguas en las que se escribió la Biblia
Escrita en 3 lenguas diferentes, dos de las semíticas: hebreo y arameo; y una idoeuropea: el
griego. El hebreo es la lengua del antiguo pueblo de Israel.
El AT se escribió, la mayor parte, en hebreo, aunque contiene fragmentos de arameo, localizados
en los libros de Esdrás y Daniel.
El arameo es una lengua hermana del hebreo, y era hablada por los neobabilonios, un pueblo
que dominó el Oriente Medio a comienzos del siglo VI a.C. El arameo era la lengua administrativa
durante el imperio persa (S VI-IV) y siguió siendo utilizada como lengua comercial y coloquial
en Palestina hasta después de Cristo.
El griego se utilizó para escribir Baruc, Judit, 1 y 2 Macabeos, Sabiduría, Eclesiástico, Tobías y
los capítulos 11,2 a 16,24 de Ester, así como Daniel 3,24-90; 13 y 14. Es curioso que Daniel es el
único libro bíblico que recoge fragmentos escritos en cada una de estas tres lenguas.
En el siglo IV a.C., Alejandro Magno conquistó el antiguo imperio persa, incluyendo Palestina. el
griego pasó a ser la lengua de la administración y de la cultura; muchos judíos pasaron a hablar
en griego.
En el siglo III a.C., los judíos de Alejandría comenzaron a traducir la Biblia, del hebreo y arameo a
la lengua griega. La versión griega más difundida de la Biblia es llamada de Los Setenta (LXX),
pues existe la leyenda de que fueron 70 los sabios que vertieron al griego el texto hebreo del
pentateuco.
El NT está escrito todo él en griego popular, la lengua que hablaban los cristianos del siglo
I; era el helenístico o koiné. Esta lengua tenía influencias del arameo, hebreo y de otras
lenguas semíticas, lo que explica que el NT esté lleno de semitismos, es decir, expresiones o
construcciones traducidas literalmente de las lenguas semíticas. Este griego es el utilizado
popularmente entre los s IV a.C. hasta el VI dC., con la peculiaridad de que era la lengua más
extendida y universal de aquella época, que unía los pueblos y culturas mediterráneas.
En el siglo IV d.C. el emperador Constantino, mediante el edicto de Milán (año 313), declara
al cristianismo religión lícita; sería Teodosio con el edicto de Tesalónica (año 380) quien la
declara religión oficial del Imperio Romano, donde la lengua popular era el latín.
16
Los géneros literarios de la Biblia
Los diversos libros de la Biblia se escriben por personas inspiradas por el Espíritu Santo, pero
que disponen de unos recursos, expresión y una información concreta de su tiempo. Por eso,
cada libro tiene su propia intención y un estilo propio del autor sagrado.
Esas formas diferentes que los autores tienen de expresarse, se llaman géneros literarios.
Por eso, es importante conocer la manera de expresarse que emplea un autor. Así, por ejemplo,
no puedo leer un libro que ha sido escrito con la intención de mostrar la acción de Dios como
si fuera un relato histórico.
En consecuencia, cuando se lee un pasaje de la Biblia, debemos conocer con qué género literario
fue escrito. Solo así puedo comprender lo que el autor pretende comunicar.
La Biblia contiene 7 grandes géneros literarios: historiografía, la ley, la profecía, la lírica, la
sabiduría, la literatura apocalíptica y la carta.
110. Para descubrir la intención de los autores sagrados es preciso tener en cuenta las
condiciones de su tiempo y de su cultura, los «géneros literarios» usados en aquella época,
las maneras de sentir, de hablar y de narrar en aquel tiempo. «Pues la verdad se presenta
y se enuncia de modo diverso en obras de diversa índole histórica, en libros proféticos o
poéticos, o en otros géneros literarios» (DV 12,2).
17
El Pentateuco
Pentateuco: constaba de cinco “rollos” o volúmenes, y por eso es llamado “Pentateuco’’ (en
griego, cinco rollos). Narración monumental de los orígenes del mundo y del pueblo de Israel.
Este relato enseña que todo procede de Dios y a él volvemos, no es una explicación científica.
Inicialmente se pensó que fue Moisés el autor del Pentateuco, pero este documentos el resultado
de la fusión de varias tradiciones, escritas en diversas épocas. No obstante, Moisés subyacía en
dichas tradiciones.
Pequeños fragmentos con relatos, leyes, celebraciones, etc., transmitidos oralmente o por
escrito, se fueron agrupando en diferentes épocas y por distintos autores hasta formar cuatro
tradiciones, las cuales se fundirían posteriormente en un solo documento. Estas cuatro
tradiciones normalmente se conocen como Yahvista, Eloista, Deuteronomista y Sacerdotal.
Dicha unificación se finaliza hacia el siglo V a.C., y se atribuye al sacerdote Esdrás.
18
5. El Nuevo Testamento
Catecismo Jesús es el Señor, Capítulo 3, página 14
Conviene transmitir:
1. Ideas básicas sobre el contenido del Nuevo Testamento.
2. Algunos personajes del NT.
3. El amor de Dios sobre las personas, reflejado en los escritos del NT.
4. Que se familiaricen con algunos textos; basta con leerlos y comentarlos.
5. Dedicar tiempo a “Caminando con valores”, para aprender a convivir.
El Nuevo Testamento
Contiene 27 libros. Es el conjunto de los libros inspirados y reconocidos como tales, que nos
hablan de Cristo y de los primeros tiempos de la vida de la Iglesia. Son:
- Evangelios Sinópticos: Mateo, Marcos y Lucas
- Escritos de San Pablo o paulinos: carta a los Romanos, 1 y 2 Corintios, Gálatas, Efesios,
Filipenses, Colosenses, 1 y 2 Tesalonicenses, 1 y 2 Timoteo, Tito, Filemón, Carta a los Hebreos.
- Escritos de Juan o joánicos: Evangelio de Juan, cartas 1, 2 y 3 de Juan, Apocalipsis.
- Hechos de los Apóstoles.
- Cartas católicas: las de Santiago, 1 y 2 Pedro y Judas.
Los Evangelios narran acontecimientos que sucedieron en la realidad; son, pues, libros
históricos; pero, además, son expresión de la fe en Cristo de la comunidad en la que nacen y se
escriben, para que otros crean en Jesucristo.
Son, al mismo tiempo, la Palabra del Señor y la palabra que la comunidad dice sobre Jesús. Esto
les hace únicos.
Tras la muerte del Señor, los discípulos, que fueron testigos de su crucifixión, proclaman que
Jesús está vivo y que es el Hijo de Dios.
Los escritos del Nuevo Testamento son el resultado de esa proclamación de los discípulos, donde
expresan la fe en el Señor, y lo anuncian como la Buena Noticia -el Evangelio- que transformó
sus vidas. Fueron escritos en griego.
Las cartas de San Pablo son los primeros escritos del Nuevo Testamento: probablemente Pablo
ha muerto antes de que el primer evangelista, Marcos, haya escrito su evangelio.
19
Significado de la palabra Evangelio
Evangelio significa Buena Noticia. En la antigua Roma, Evangelio era cualquier mensaje o
noticia procedente del emperador. Lógicamente, toda noticia imperial había de ser buena: el
nacimiento de un príncipe, una victoria militar, etc.; pero podían venir del emperador también
malas noticias: subida de impuestos, una leva de soldados, etc.
Para los cristianos, la palabra Evangelio designa la Buena Noticia de que estamos salvados en
Jesucristo.
Evangelios son los cuatro libros que recogen el mensaje de Jesús y que contienen fielmente la
Buena Noticia de nuestra salvación.
Sinóptico indica que los contenidos de estos tres Evangelios pueden ser dispuestos para ser
vistos juntos, bien en columnas verticales paralelas, bien en sentido horizontal.
De los tres, el más antiguo es el de Mc, que posteriormente fue recogido y elaborado por Mt y
Lc. Además del material que encontraron en Mc, Mt y Lc poseen abundante material común,
ausente en Mc. Se supone que ambos lo tomaron de una fuente de escritos anterior, que suele
designarse con la letra “Q”. A este material, Mt y Lc añadieron informaciones propias procedentes
también de materiales escritos, y también de tradiciones orales.
La fuente “Q”, (de Quelle: fuente, en alemán. Sería una colección de dichos de Jesús) no se ha
conservado independientemente, por lo que no es fácil precisar su contenido. Parece ser que
20
este documento formaría parte de un conjunto de escritos cristianos que circularon en los años
30 al 50 entre las comunidades.
El Evangelio de San Juan está dirigido a las comunidades cristianas de Siria, de Grecia o de Asia
Menor, que eran pobres. Su forma definitiva la adquirió en torno al año 80. Insiste en el amor
de Dios hacia las personas, particularmente por los más pequeños, pobres y desamparados.
Los documentos escritos más antiguos que atestiguan esta misión son las cartas del apóstol
Pablo a los fieles que él reunió en sus viajes de evangelización: las primeras de ellas se
escribieron por el año 50 d.C. Las cartas no narran la vida de Jesús, sino exhortaciones a la fe y la
práctica cristiana. En las cartas de Pablo encontramos referencias a la tradición de las primeras
comunidades cristianas sobre Jesús; en 1 Cor 15,3-4: sobre la muerte y resurrección de Jesús; 1
Cor 11,23-25, sobre el gesto profético que daba al pan y al vino de su última cena el significado
de su cuerpo y de su sangre entregado por todos los hombres. Pablo cita enseñanzas concretas
de Jesús, por ejemplo, sobre la indisolubilidad del matrimonio (1 Cor 7-10).
Para conocer qué es lo que predicaban los Apóstoles, podemos tener una mejor idea por los
llamados “discursos misioneros” o “Kerigmáticos” (del griego kerigna: anuncio), que el libro de
los Hechos de los Apóstoles pone en labios de los Apóstoles cristianos. Por ejemplo: Hc 2,14-36.
Este texto merece el nombre de mini-evangelio o kerigma cristiano. El evangelio así considerado
no es una filosofía, es un kerigma, una proclamación de Jesús, crucificado y resucitado, como
fuente de salvación (Hch 10,34-43. Rom 6,3-11; Jn 15,1-17. Etc.).
Los evangelistas
Comenzaron a escribir los Evangelios por inspiración del Espíritu Santo varios años después
de la muerte de Jesús. No dicen todo lo que Jesús hizo y enseñó sino que escogen algo de lo
mucho que se transmitía de viva voz o en pequeños escritos.
A veces reducen los datos de la tradición, o lo amplían más, es decir, adaptan el mensaje de
Jesús a las necesidades del grupo de cristianos a quienes éste va dirigido. Pero todos ellos
conservan el estilo de la predicación de los Apóstoles: de ella nacieron y a ella quieren servir.
Tienen en cuenta la realidad histórica que relatan, siempre comunican “lo verdadero y auténtico
sobre Jesús” (Dei Verbum, 19), pero están más atentos a resaltar el sentido de las palabras y los
hechos de Jesús que a transmitir unas y otros con exactitud y detalle.
21
Jesucristo es la Palabra de Dios presente en la Iglesia
Decimos que Jesús es la Palabra hecha hombre, porque es Dios mismo hablando en la persona
de Jesús, que además de ser Dios era hombre como nosotros. Cuando Él predicaba, era Dios
quien nos hablaba. Por eso es importante leer con atención los Evangelios, pues en ellos se
recoge lo que dijo Jesús, aunque no todo, claro.
Solo se distinguía de nosotros en que era un hombre perfecto, todo lo hacía bien, nunca ofendía
a su Padre Dios. Cuando vamos a la iglesia y asistimos a la Eucaristía, en ella se lee la Palabra de
Dios; también cuando rezamos y en las catequesis.
22
6. La creación es obra del amor de Dios
Jesús es el Señor. Capítulo 4, página 20
Conviene transmitir:
1. La creación es expresión del amor de Dios.
2. El hombre y la mujer son parecidos a Dios porque aman y son inteligentes.
3. Respetar y cuidar la naturaleza. No somos dueños, sino custodios.
4. Enseñar medidas de urbanidad, y cómo reciclar.
5. Detenerse en los recuadros “Caminando con valores”.
Tan solo -y eso es mucho desde la perspectiva de la fe- la Biblia enseña que todo proviene
de Dios. Con un lenguaje figurado para que pudieran comprenderlo todas las personas de la
Historia, narra cómo Dios creó todo de la nada, libremente y por amor. Por eso, la ciencia y la fe
no se contradicen.
Pese a que algunas teorías sean convincentes para razonar sobre los orígenes, en la catequesis
se trata de enseñar que Dios nos crea por amor. Que cada niño es una obra creadora de Dios;
por eso hemos de agradecerle el don de la vida.
De ahí el carácter sagrado de la vida, desde el momento de su concepción. Los padres aportan
sus gametos, y, en el momento de la fecundación, sucede el acto creador de Dios de cada alma
en cada nuevo ser. Esto escapa al ámbito del conocimiento científico; proviene del ámbito de la
fe. No olvidemos que al ámbito de la verdad pertenece lo empírico y lo que aporta la fe.
“Mirad las aves del cielo que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros, y vuestro
padre celestial las alimenta... Contemplad cómo crecen los lirios del campo... ni Salomón en
toda su gloria se vistió como uno de ellos. Pues si Dios vise así la hierba del campo...” (Mateo
6, 26-29).
“Dios encomendó al hombre la tarea de gobernar la tierra. El hombre cumple esta tarea
dirigiendo las cosas a Dios, dándole gracias por ellas, cuidándolas y haciendo que estén a
su servicio: ésa es su dignidad y también su responsabilidad” (Catecismo Esta es nuestra fe, 119).
“Así que no os inquietéis diciendo: ¿qué comeremos? ¿Qué beberemos? ¿Con qué nos
vestiremos? Esas son las cosas por las que se preocupan los paganos. Ya sabe vuestro Padre
celestial que las necesitáis. Buscad ante todo el Reino de Dios y lo que es propio de él, y Dios
os dará lo demás. “ (Mt 6, 31-33).
23
“Todos, Señor, están pendientes de ti, y esperas que les des la comida a su tiempo. Tú se la das y
ellos la toman, abres tu mano y quedan saciados. Mas si ocultas tu rostro, se estremecen; si retiras
tu soplo, expiran y vuelven al polvo. Envías tu espíritu, los creas, y renuevas la faz de la tierra.” (Sal
104 (10),27-0).
Los ángeles son criaturas espirituales, sin cuerpo, invisibles e inmortales. Son inteligentes y
tienen voluntad.
Algunos ángeles no fueron buenos, porque desobedecieron a Dios, rompieron su amistad con
Él y fueron expulsados al Infierno.
Gen 1,1-2,4a
El primer relato de la creación forma parte de la tradición sacerdotal. El pueblo, desterrado
en Babilonia, está lleno de desaliento. Cuando vuelva a su tierra debe comenzar de nuevo. La
tradición sacerdotal proclama que Dios es el autor del Universo, de un mundo que brota de un
gesto de ternura para abrirse a una relación de amor.
Este Dios creador es el Dios de Abraham, de Isaac, de Jacob, el Dios del éxodo que habla y actúa,
el Dios que sale al encuentro de los hombres y los llama a formar una familia y a compartir la
tierra.
Dios es presentado en esta tradición como un albañil que construye la casa del mundo. Una
casa del mundo en la que el hombre es la culminación y cima. Para contar esta historia utiliza
la cronología de la semana judía que dura siete días, finalizando en el “sabbat” o día de la
glorificación de Dios por todas sus criaturas.
Gen 2,4b-25
El segundo relato de la creación pertenece a la tradición yahvista, con origen probable en los
sabios cortesanos de tiempos de David y Salomón. El hombre no es aquí la cima, sino el centro
de la creación, por ello se alude sólo sencilla y brevemente a la creación del mundo y, en cambio,
la creación del hombre se narra con gran amplitud y plasticidad.
24
La creación del hombre y de la mujer
La creación del hombre y de la mujer es la cima de la obra creadora de Dios. Al crearlos, Dios
los eleva a una dignidad superior a los de otros seres, los “crea a imagen y semejanza suya”,
semejanza que designa la filiación divina que Dios concede a la persona humana por la gracia
santificante.
Parecidos a Él en la inteligencia y en que sabemos amar. Esto tiene como consecuencia que
todo hombre tiene ante Dios una misma dignidad. Por eso, a vida del hombre es sagrada e
inviolable, porque en el rostro de cada hombre hay un destello de la gloria de Dios (cf Gen 9,6).
Dios ha puesto su mano en cada hombre, especialmente en los débiles, pequeños y pobres,
siendo el único Señor de la vida y de la muerte.
El segundo de los relatos de la creación (Gen 2,4b-25), de origen yahvista, nos cuenta cómo
el hombre salió de las manos de Dios.
“Entonces el Señor Dios formó al hombre del polvo de la tierra, sopló en su nariz un hálito
de vida, y el hombre se convirtió en un ser viviente.” (Gen 2,7). El autor de este relato explica
la creación como si Dios fuera un alfarero, una imagen común en aquel tiempo y utilizada
también por Jeremías (Jer 18,1-11).
El hombre es cuerpo y espíritu, no como dos cosas separadas, sino integradas en la unidad de
la persona. El alma la crea Dios directamente en el momento de la concepción del ser humano.
El escritor bíblico une barro y aliento para narrar la creación del hombre. Así, de esta manera
explica que el hombre es aliento y barro, una pieza que no puede romperse ni separarse.
Al hombre y a la mujer Dios los creó libres, iguales en dignidad, capaces de conocer la verdad y
de amar a su Creador. Se llamaban Adán y Eva; vivían santamente. Dios nos ha creado para que
le amemos y obedezcamos, y vivamos felices con Él en la tierra y luego en el Cielo.
Y después de la Creación no se ha olvidado Dios de nosotros, sino que nos cuida y nos guía, con
su providencia, respetando siempre nuestra libertad.
Dios ama a toda la Creación, particularmente a cada persona. Y ha puesto en nuestras manos a la
naturaleza para que la cuidemos y sepamos transmitirla mientras dure el mundo. En el libro del
Génesis se dice que el hombre dio nombre a las cosas y animales que existen, reconociéndolos
en lo que son y expresando así su dominio (Gen 2,1.9-20). Pero este dominio del hombre sobre
la naturaleza no significa libertad para explotarla y utilizarla de una forma arbitraria y egoísta.
Las demás criaturas tienen el valor que Dios les ha lado y se rigen por sus propias leyes, que el
hombre precisa respetar si no quiere destruir el mundo en el que vive.
Los dos, a pesar de sus diferencias, tienen la misma condición y la misma dignidad, encontrando
su perfección en la solidaridad y la comunicación. La alianza entre el varón y la mujer es en la
Biblia imagen de la Alianza de Dios con los hombres (cf. Os 1; Is 34; Ef 5,21-33).
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Su mutuo amor se convierte en un servicio a la vida, ya que por su sexualidad el hombre puede
participar de la creatividad de Dios. El don de la sexualidad hace que sean personas distintas
pero complementarias y que viviendo en comunión esa vida compartida se prolongue en los
hijos.
Creados en libertad
Dios nos ha querido libres, porque solo el amor que nace de la libertad es auténtico amor.
Dios quiere que el ser humano se realice en el amor, y el amor responsable y consciente
implica necesariamente el ejercicio de nuestra libertad; donde no hay libertad, no hay amor
verdadero.
26
Capítulos 7 y 8
7. El amor de Dios es más fuerte que el pecado. 8. Compórtate
Catecismo Jesús es el Señor. Capítulo 5, página 22
Conviene transmitir:
1. La existencia del mal surge de la opción libre del hombre. Dios no lo causa.
2. Dios responde al mal con su Amor.
3. La encarnación de Cristo es el ofrecimiento del Padre para nuestra salvación.
4. Podemos construir el Reino con la sobreabundancia del bien que aportemos.
El mal
¿Existe el mal en sí mismo? Sostienen los clásicos, como San Agustín o Santo Tomás, que el
mal, no tiene entidad en sí mismo; sino que era la ausencia del bien. De modo que, cuando no
hacemos el bien en el determinado momento que se exige hacerlo, surge el mal.
¿Dios tiene la culpa del mal en el mundo? La opción en los modos de actuar depende de la
libertad humana. Dios eligió crearnos libres, para que el amor expresado en libertad fuera más
excelente que un amor forzado. Eso supuso que el hombre podía, haciendo uso de su libertad,
causar el mal en el mundo: las guerras, el hambre, la insolidaridad, la violencia... El hombre
siempre es el culpable.
La revelación nos dice que Dios no quiso el mal. Él todo lo hizo bien; de hecho, liberó al primer
hombre del estigma del dolor y de la muerte. Fue el primer hombre quien con su pecado
introdujo el mal en el mundo.
Pero ante ese mal en el mundo, que es el pecado del mundo, porque todo mal es sinónimo de
pecado, Dios responde con el envío de su Hijo al mundo para liberar al hombre del pecado y
para enseñarle el camino de la salvación.
27
¿Era preciso que viniera su propio Hijo?
Sin duda, no era necesario. Bien pudo Dios Padre solventar la situación limitada de la humanidad
por otros cauces: con un acto de su voluntad, por ejemplo.
Sin embargo, envió Dios a su Hijo porque -en línea con su acción creadora- prefería Dios que
libremente conociera y amara a Dios quien quisiera. Y que asumiera o rechazara su mensaje
salvífico, haciendo uso de su libertad, quien quisiera, de modo que la adhesión a Dios fuera el
resultado de la libertad y del amor, tal y como Dios creó al hombre a su imagen y semejanza.
Jesús no vino a morir, sino a salvarnos. Pero, como consecuencia del mal y del pecado, sería
rechazado y condenado, y moriría en el patíbulo de la cruz. En efecto, Jesús sabía que moriría,
pero su amor es más fuerte que la muerte. Por ello, el Hijo elige la morir si con ello nos ofrecía
vivir la vida de Dios Padre.
Nadie está exento de sufrimiento. Mirar a Cristo en la cruz, clavado por amor, nos ayuda a
convertir el dolor y las dificultades en instrumento de amor. ¿Cómo? Pues ofreciéndolas a Dios,
aceptando la adversidad, siendo conscientes de que las dificultades son, también, un camino
para avanzar en el conocimiento propio y del contexto que a cada uno le circunda.
Jesús, en la cruz, se solidariza con el sufriente. Se sitúa al lado de cada persona que pacede
un mal físico o moral. Decía san Agustín que ni el mal ni el pecado los habría tolerado Dios
si no fuera tan grande su omnipotencia y su bondad que aun del mal pudiera sacar el bien:
“Dios ha juzgado que sacar el bien del mal es mejor que no permitir la existencia de algún mal”
(Enchiridrion 27).
Desde la perspectiva del cielo, vemos cómo ciertos acontecimientos, que juzgamos como
males, han servido para nuestra salvación; Dios tiene una lógica diferente.
Además, tras la prueba aparece la luz. Toda prueba es una oportunidad para afrontar nuevos
retos, nuevas perspectivas. Y hemos de afrontarlas con entereza y esperanza, como María, que
estuvo al pie de la cruz. Firme y segura de que su Hijo resucitaría. En efecto, tras la dificultad,
vendrá un resultado mejor, que nos hará bien.
Finalmente, cabe recordar que la religión cristiana no es dolorista, sino optimista, alegre. La
vida es un don de Dios, algo bello que hay que disfrutar. Pero la vida conlleva, precisamente por
el mal que abunda en el mundo, un componente de cruz, de frustración y de sufrimiento, y la
religión cristiana ayuda a afrontarlo con la actitud de Jesús.
28
¿Qué hacer ante el mal de mundo?
Forma parte de la misión de los cristianos instaurar en el mundo su Reino, eliminando las
injusticias y las barreras que separan o distinguen a los hombres.
No es fácil erradicar el egoísmo y la soberbia, dos de los males primordiales que hoy nos afectan.
Resulta complejo que los Estados emitan leyes justas, contra el aborto, la libertad religiosa, el
respeto hacia la naturaleza... Esos son los campos donde los cristianos y las personas de buena
voluntad deben centrar sus esfuerzos, sin desalentarse antes las dificultades.
La Biblia responde al interrogante del mal nada más narrar la creación. Lo hace mediante
imágenes simbólicas: el hombre, el árbol y la serpiente (Gen 3); los hombres rompen el amor
con los hermanos (Gen 4); el diluvio y el Arca (Gen 6, 8).
Estas imágenes simbólicas están tomadas de la vida humana real y, también, de los relatos
míticos de la época. Con ellos, el autor nos quiere explicar cómo Dios no es el culpable de la
existencia del mal: Dios creó el mundo bueno, la presencia del mal y el Maligno no tienen su
origen en Dios, sino que aparecieron en el inicio de la historia de los hombres.
La Iglesia ha enseñado siempre la realidad misteriosa del primer pecado del hombre y de la
humanidad. Basándose especialmente en la contraposición que hace San Pablo sobre el Primer
Adán y el Segundo Adán, Cristo (Rom 5,12-20), afirma que éste no sólo fue el primero de una
cadena de pecados sino que, además, dejó una huella en todos los hombres que vienen a este
mundo, con excepción de la Virgen María. Todos nacemos afectados por el pecado original.
Como consecuencia del pecado original, la naturaleza humana quedó debilitada en sus
fuerzas, sometida a la ignorancia, al sufrimiento y al dominio de la muerte e inclinada al pecado
(inclinación llamada “concupiscencia”).
29
La universalización de la gracia
El fracaso del hombre en la búsqueda de su propio egoísmo, le condujo al pecado. Pero Dios no
lo abandonó. La Plegaria Eucarística cuarta recoge lo siguiente:
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Capítulos 9, 10 y 11
9. Dios siempre perdona. 10. Dios nunca nos abandona. 11. Dios cumple su promesa
Jesús es el Señor. Capítulo 5, página 22; 24; 26
Conviene transmitir:
1. Dios Padre elige al pueblo de Israel para preparara la venida del Mesías.
2. Los profetas anuncian la promesa del Padre, y orientan al pueblo por el buen camino.
3. Cómo, pese a sus defectos, los protagonistas responden fielmente a Dios.
4. La promesa de Dios a los Patriarcas.
¿Qué es un profeta ?
La palabra “profeta” viene del griego “profeteo” que significa “locutor”: el que dice lo que la
divinidad le ha inspirado. En hebreo, se dice “nabí’ que significa “el que ha sido llamado” (por
Dios), “el que tiene una vocación”.
Pero en la Biblia se utilizan otros nombres también, por ejemplo Amós es llamado “vidente”
por Amasías; en 1 Sam 9,9 se consideran sinónimos “profeta” y “vidente”; a Eliseo se le llama
con frecuencia “hombre de Dios” (2 Re 4,7.9.16). Por lo tanto, más que la palabra, nos interesa la
realidad de lo que es un profeta.
La identidad profética tiene las siguientes características: el encuentro con Dios, el anuncio de
la Palabra de Dios y la fidelidad a la Alianza.
“El Señor me habló así: Antes de formarte en el vientre te conocí; antes que salieras del seno te
consagré, te constituí profeta de las naciones. Yo dije: ¡Ah, Señor, mira que no sé hablar, pues
soy un niño! Y el Señor me respondió: No digas: Soy un niño, porque irás adonde yo te envíe
y dirás todo lo que yo te ordene. No les tengas miedo, pues yo estoy contigo para librarte,
oráculo del Señor.” (Jer 1,4-8).
El profeta
Profeta es un mediador entre Dios y los hombres. Quien transmite al pueblo de Dios lo que éste
quiere decirles.
31
Por eso, el profeta es expulsado, encarcelado o condenado en ocasiones. Así lo dijo Jesús: “¡Ay
de vosotros, maestros de la ley y fariseos hipócritas, edificáis sepulcros a los profetas y adornáis
los mausoleos de los justos! Decís: si hubiéramos vivido en tiempos de nuestros antepasados,
no habríamos colaborado en la muerte de los profetas. Pero lo que atestiguáis es que sois hijos
de los que mataron a los profetas.” (Mt 23,29-31).
Catecismo de la Iglesia Católica, n. 64: “Por los profetas, Dios forma a su pueblo en la esperanza
de la salvación, en la espera de una Alianza nueva y eterna destinada a todos los hombres (cf
Is 2,2-4), y que será grabada en los corazones (cf Jr 31,31-34; Hb 10,16). Los profetas anuncian
una redención radical del pueblo de Dios, la purificación de todas sus infidelidades (cf Is 49,5-ó;
53,11). Serán sobre todo los pobres y los humildes del Señor (cf So 2,3) quienes mantendrán esta
esperanza. “ Todos los cristianos nos hemos de sentir llamados a ejercer esta misión profética.
Durante el exilio, cuando a través de tantos fracasos, el pueblo duda del poder de Yahvéh, este
ataque profético contra los falsos dioses se hace más patente (Jer 10,1-16): este Dios único es
el absolutamente santo que merece, por eso, todo el respeto y veneración (Is 6,1 y ss); pero,
al mismo tiempo, es un Dios lleno de ternura y amor incansable para con su pueblo, como el
esposo que ama a la esposa sin límites y se entrega a ella con pasión de enamorado (Os 2).
La misión profética se realiza con palabras y con hechos, con ocasión y sin ella amenazados o no
por sus oyentes, lo mismo ante el rey que ante el pueblo, sin miedo a los ricos ni a los poderosos:
“La voz me dijo: Hijo de hombre, levántate, que voy a hablarte. El espíritu entró en mí, me hizo
poner en pie y oí al que me hablaba. Me dijo: Hijo de hombre, yo te envío a los israelitas, a ese
pueblo rebelde, que se ha rebelado contra mí lo mismo que sus antepasados hasta el día de hoy.
Te envío a esos hijos obstinados y empedernidos. Les hablarás de mi parte, te escuchen o no, pues
son un pueblo rebelde, y sabrán que en medio de ellos hay un profeta.” (Ez 2,1-5).
32
Los patriarcas bíblicos
Los relatos que en la Biblia nos hablan de los patriarcas (Gen 12-37) deben ser situados entre los
siglos XX y XIII a.C.
Los patriarcas bíblicos (Abraham, Isaac, Jacob, forman parte de grupos nómadas semitas con
una estructura de tipo familiar, donde el padre es la cabeza. En estos grupos se conservan
“historias de familia” que se transmiten de padres a hijos, y que estarán en el origen de los
capítulos 12 al 37 del Génesis.
Los patriarcas bíblicos (Abrahán, Isaac y Jacob) pertenecen a los grupos semitas que recorren
la Media Luna Fértil, es decir, el territorio comprendido entre Mesopotamia y Egipto. Jacob es,
para la tradición bíblica, nieto de Abrahán e hijo de Isaac. También se llama Israel, y sus doce
hijos serán los padres de las doce tribus israelitas.
Parece ser que los relatos bíblicos que nos hablan de él (Gen 27-35) expresan, con las relaciones
que Jacob mantiene con su hermano Esaú, las tensiones existentes entre los clanes que se
van sedentarizando, que tienen como padre a Jacob, y los que se mantienen nómadas, que se
reconocen descendientes de Esaú. La preeminencia de los jacobitas va a reflejar la superioridad
que mantendrá el reino de Israel sobre Edom (descendientes de Esaú).
Los clanes de Jacob, que se van reuniendo en torno a Betel, fusionan sus tradiciones con el clan
de Israel, originando así el doble nombre del patriarca. Jacob-lsrael será tomado como el padre
de la nación israelita, por lo que se hacen brotar de sus entrañas las doce tribus del Pueblo
elegido.
Abrahán
Su nombre significa padre de muchos pueblos (Génesis 12, 1-4; 17, 1-8).
Dios hizo con Abrahán el pacto de la Alianza, que incluía su deseo de convertirlo en el origen de
un pueblo del que sería su Dios y al que daría la tierra de Canaán para él y sus descendientes.
Abrahán vivía con su esposa en una ciudad llamada Ur. Un día, Dios le dijo: Sal de tu tierra,
de tu patria, y de la casa de tu padre, hacia la tierra que te mostraré.
Abrahán confió en Dios y se puso en camino. Al llegar a Canaán (región que estaba dentro de lo
que hoy es el país de Israel), el Señor se le apareció y le dijo: A tu descendencia daré esta tierra.
Él construyó un altar en honor del Señor.
Dios le dijo que sería padre de un gran pueblo. Seré tu Dios (...) Por tu parte, guarda mi alianza,
tú y tus descendientes.
33
La promesa de Dios a Abrahán
La historia de Abraham comienza en Gen 12,1-4 con un desarraigo, una ruptura y un ponerse en
camino, con la esperanza puesta en la Palabra del Señor. La promesa de Dios a Abraham se repite
en otros tres textos diferentes:
- Gen 15,1-21: Dios promete a Abraham que tendrá una descendencia tan numerosa como las
estrellas del cielo y que a esa descendencia le dará en posesión la tierra prometida. Este relato se
termina con el sacrificio de los animales descuartizados, costumbre que existía en los pueblos de
Oriente para sellar el pacto entre dos partes contratantes y que se llamaba berit.
- Gen 17,1-14: Dios vuelve a prometer una fecundidad sin medida y la posesión de la tierra de
Canaán, pero Dios añade: “Yo seré tu Dios y el de tus descendientes”. Dios impone la obligación
de la circuncisión de los varones, como señal perpetua del pacto contraído.
- Gen 18,1-15: se repite la promesa de la fecundidad; se le aparecen a Abraham tres hombres, lo
que parece indicar que se trataba de Dios acompañado de dos ángeles.
La promesa no se limita a la tierra y a la descendencia, sino que abarca algo más importante: Yo
seré tu Dios. Es un pacto, un compromiso personal de Dios con Abraham, una promesa material
y transcendente al mismo tiempo.
Catecismo de la Iglesia Católica, n. 59: “Para reunir a la humanidad dispersa, Dios elige a
Abram llamándolo “fuera de su tierra, de su patria y de su casa” (Gn 12,1), para hacer de él
“Abraham’: es decir; “el padre de una multitud de naciones” (Gn 17,5): “En ti serán benditas
todas las naciones de la tierra” (Gn 12,3 (LXX); Cf Ga 3,8)”.
El pueblo nacido de Abraham será el depositario de la promesa hecha a los patriarcas, el pueblo
elegido (cf Rm11,28), llamado a preparar la reunión un día de todos los hijos de Dios en la unidad
de la Iglesia (cf Jn 11,52; 10,16); ese pueblo será la raíz en la que serán injertados los paganos
hechos creyentes (cf Rm 11,17-18.24).
Significado de la promesa
Para comprender el sentido de estas promesas, hay que tener en cuenta lo que era la vida de los
pastores nómadas; no tenían casa, ni hogar, ni una ciudad que les protegiera y vivían siempre a la
intemperie, en la inseguridad y en el desamparo.
Por otro lado, la promesa del Señor: “Yo seré tu Dios”, se trata de una promesa de fidelidad, en la
que Dios mismo se compromete a defender, acompañar, proteger a su pueblo. Esto se expresa
en tres textos diferentes:
- “Yo soy tu escudo” (Gen 15,1)
- ‘’Seré tu Dios y el de tus descendientes futuros” (Gen 17,8)
- “Yo estoy contigo. Te protegeré adondequiera que vayas, y haré que vuelvas a esta tierra, porque
no te abandonaré hasta que haya cumplido lo que te he prometido” (Gen 28,15).
Se trata de una promesa total, que exige de contrapartida obediencia y fidelidad, el estar siempre
en camino, la peregrinación constante en la presencia del Señor.
34
Isaac
En cierta ocasión, Dios pidió a Abrahán que le ofreciese en sacrificio a su querido hijo Isaac.
Dios no iba a permitir que un papá matase a su hijo como víctima para el sacrificio. Le pidió eso
para probar su obediencia y fidelidad.
Abrahán se puso muy triste, porque amaba mucho a su hijo Isaac, pero obedeció a Dios.
Justo antes de sacrificarlo, un ángel le gritó desde el Cielo: No alargues la mano contra el
muchacho ni le hagas nada. Ahora he comprobado que temes a Dios.
Abrahán expresó que amaba más a Dios que a su propio hijo. Porque a Dios hemos de quererlo
por encima de todas las cosas.
Jacob
Isaac tuvo un hijo llamado Jacob; luego le cambiaron ese nombre por el de Israel. Jacob tuvo
doce hijos. Sus 12 hijos llegaron a ser patriarcas de las tribus de Israel. Esta familia de doce
tribus creció hasta convertirse en una gran nación.
Moisés
En torno al siglo XIII a.C. hay que situar a Moisés. Los descendientes de Abraham están en
Egipto sometidos a una dura esclavitud. Yahvé interviene salvando, mediante Moisés, al pueblo
oprimido, y le guía a través del desierto. En este itinerario, Dios establece una Alianza con su
pueblo.
Lo sucedido en este tiempo aparece narrado en la Biblia en los libros de Éxodo, Levítico, Números
y Deuteronomio. Josué, Jueces y Samuel nos narran la entrada y asentamiento progresivo de
Israel en la Tierra Prometida.
Moisés significa nacido de las aguas. Fue el mayor de los profetas; dictó leyes para el pueblo
hebreo (Éxodo 3, 1-4; 19, 2-8).
En cierto momento, debido a la escasez de alimentos, los israelitas se trasladaron a Egipto. Allí,
en la corte del Faraón, gobernaba un israelita llamado José, quien los acogió con generosidad.
Mientras él vivió, los israelitas fueron respetados, pero cuando José murió, los esclavizaron.
Los egipcios, viendo crecer al pueblo hebreo, tuvieron miedo. Entonces mataron a los niños
recién nacidos. En ese momento, Moisés vino al mundo.
Para salvar al niño, sus padres lo pusieron en una canasta de juncos en el río Nilo, donde la hija
del Faraón se bañaba. Cuando ella vio al niño, lo adoptó, cuidándolo como si fuera su hijo. La
mamá de Moisés ayudó a la hija del Faraón a criar al niño. Moisés creció con la sabiduría y los
conocimientos de los egipcios. Y su mamá auténtica le enseñó a creer en el Dios verdadero.
En cierta ocasión, vio Moisés a un egipcio pegar a un israelita, y lo mató. Moisés huyó al
desierto. Se convirtió en pastor de ovejas y se casó con Séfora, la hija de Jetró, que era el dueño
del rebaño.
35
Cierto día, en el monte Horeb, mientras cuidaba a su rebaño, observó una zarza que ardía
sin consumirse. Al acercarse, Dios le habló. Le mandó liberar a su pueblo de los egipcios, para
conducirlo a la Tierra Prometida, un territorio que abarcaba el área comprendida desde el río
Jordán hasta el mar Mediterráneo.
Moisés estableció leyes para su pueblo. Están contenidas en los cinco libros del Antiguo
Testamento que forman el Pentateuco y constituyen la Torá de los judíos. Moisés no entró en
la Tierra Prometida, porque dudó de Dios; pero desde el monte Nebo la divisó. Murió a la edad
de 120 años.
El Éxodo
El libro del Génesis nos cuenta lo que ocurrió con los descendientes de Abraham hasta que
llegan a Egipto (Gen 25-50), donde dan origen a un gran pueblo, que hace temer al Faraón,
rey de Egipto (Ex 1,8-10). El Faraón decide imponer una dura esclavitud a los descendientes de
Abraham, llegando a ordenar la exterminación de su descendencia.
En esta situación el pueblo grita a su Dios, y Él les escucha, tomando la iniciativa de liberarlos
(Ex 2,23-25). Para conducir a su pueblo hacia la libertad, Dios elige a Moisés al que encomienda
una misión: “Ve a decir al Faraón, rey de Egipto, que deje salir de su país a los israelitas” (Ex 6,11).
Moisés y los israelitas se pusieron en camino. A la marcha del pueblo hebreo, desde Egipto hacia la
Tierra Prometida, se denomina Éxodo.
La empresa no fue fácil. El Faraón no quiso dejar salir a los israelitas de Egipto (Ex 7,13). La razón
económica era muy fuerte, ya que los israelitas eran una mano de obra muy barata. Entonces,
Dios mandó las famosas diez plagas sobre Egipto, cuya enseñanza fundamental es que Dios
interviene portentosamente para sacar a su pueblo de la esclavitud.
Los egipcios dejan salir a los israelitas, pero el Faraón cambia de idea y manda perseguirlos.
Yahvéh t interviene poderosamente: es el milagro del mar.
Este episodio aparece reflejado en el capítulo 14 del Éxodo, donde mediante el género literario
historiográfico (cf U.D.1), se relata como Israel se libera de los egipcios al cruzar el mar: Dios ha
actuado portentosamente para liberar a su pueblo (Ex15).
36
La Alianza
Tras la salida de Egipto, el pueblo hebreo llega al desierto de Sinaí y acampa al pie del monte
que lleva ese nombre. Allí iba a tener lugar la gran manifestación de Dios.
Así se manifestó Dios a su pueblo en el desierto. En todo este relato lo que resalta con claridad
es que Dios se manifiesta, se comunica, y se da a conocer a través de una experiencia, no por
medio de una teoría, una doctrina, una determinada filosofía o una teología. Es decir, que lo
importante no es saber mucho sobre Dios, sino experimentar y vivir su cercanía.
En el libro del Éxodo hay 4 relatos que se refieren a la Alianza de Dios con su pueblo. En ellos,
Dios se compromete con el pueblo, se solidariza con él, y establece un juramento de fidelidad.
El texto de Ex 19,5 lo dice con estas palabras: “seréis mi propiedad”, es decir, el pueblo de Israel
es algo que Dios mira como suyo, por lo tanto algo que Dios cuida, protege y defiende. De ahí la
confianza y la seguridad que ha de tener el pueblo. Es una relación de intimidad, de pertenencia
y de entrega sin condiciones.
Ex 24,3-8: Moisés refiere al pueblo las palabras de Yahvéh, recibe el asentimiento del pueblo,
construye un altar al pie de la montaña, manda que doce jóvenes ofrezcan sacrificios, se vierte
la mitad de la sangre sobre el altar y con la otra mitad se rocía al pueblo que se declara dispuesto
a acatar lo que ha ordenado Yahvéh.
Ex 24,9-11: cuenta que la Alianza se realizó sobre la montaña en una comida a la que asistieron
con Moisés un grupo de 70 ancianos, representantes del pueblo.
Ex 34,10-28: se presenta una renovación de la Alianza, lo cual tiene su razón de ser porque ha
precedido el episodio del becerro de oro (Ex 32) que había sido una violación de la primera
Alianza.
Dei Verbum, n 3: “Dios creando y conservando el universo por su Palabra (cf Jn 1,3), ofrezcan
rece á los hombres en la creación un testimonio perenne de si mismo (cf Rom 1,19-20):
queriendo además abrir el camino de la salvación sobrenatural , se reveló desde el principio
a nuestros primeros padres. Después de su caída, los levantó a la esperanza de la salvación
(cf Gen 12,2-3), con la promesa de la redención; después cuidó continuamente del género
humano, para dar la vida eterna a todos los que buscan la salvación con la perseverancia en
las buenas obras (cf Rom 2,ó-7). Al llegar el momento, llamó documento: a Abraham para
hacerlo padre de un gran pueblo (cf Gen 12,2-3). Después de la edad de los patriarcas,
instruyó a dicho pueblo por medio de Moisés y los profetas, para que lo reconociera a Él
como único Dios vivo y verdadero, como Padre providente y justo juez; y para que esperara
al Salvador Autor: prometido. De este modo fue preparando a través de los siglos el camino
del Evangelio”. Concilio Vaticano II.
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David
Mucho tiempo después de entrar el pueblo hebreo en la Tierra Prometida, los israelitas pidieron
a Dios un rey para que los gobernara. Entonces, Dios escogió a Saúl. El rey Saúl envidiaba a
David porque tenía éxito en las batallas y quiso matarlo. Tras morir Saúl en una pelea contra el
ejército de los filisteos, David fue consagrado Rey de Israel.
Entre los años 1050 y 950 a.C., aparece la monarquía en Israel sucediéndose tres reyes en el
trono de Israel: Saúl, David y Salomón.
David fue el mejor rey de Israel. De su linaje nacería el Mesías, Jesús, el Hijo de Dios. 2 Samuel 7,
8-16. Su nombre significa el elegido de Dios.
David será el gran rey de Israel, que logrará la unidad política entre las tribus del Norte y del Sur,
establece la capital en Jerusalén, y organiza una administración central. Siempre será recordado
como el rey ideal.
David fue un rey justo, valiente, músico y poeta. Se le atribuye gran parte del Libro de los Salmos.
Los salmos son poesías para rezar a Dios.
David reinó muchos años. Fue un gran rey. Cometió algunos pecados, pero se arrepintió de todos.
Dios estaba con él y el pueblo era feliz con el rey David.
Su hijo Salomón construirá el Templo; pero, debido al crecimiento de los impuestos para
mantener la corte y las diversas obras de carácter suntuario y de defensa, a su muerte el reino
se dividirá. Es el año 932 a.C.
El destierro y la reconstrucción
Esta etapa es la del destierro, que durará cincuenta años. La población que permanece en Judá,
es pobre e inculta. En el 539, Ciro, rey persa que ha vencido a Babilonia, decreta la libertad de
los judíos deportados, que pueden volver a su tierra. Comienza una etapa de reconstrucción
amenazada por la oposición de los samaritanos y la falta de confianza entre los que vuelven del
destierro y los pobladores actuales de la tierra. Israel pasa a ser gobernado por los sacerdotes,
organizándose como un estado teocrático, bajo el dominio persa.
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Período helenista, los macabeos y la dominación romana
Alejandro Magno vence a los persas en el 333 a.C., y el pueblo judío entra dentro del ámbito de
influencia del helenismo. En el siglo II, Antíoco IV Epifanes, promueve una persecución contra los
judíos que se mantienen fieles a sus tradiciones, lo que provocará el levantamiento macabeo.
Simón Macabeo, apoyado por Roma, se convierte en Sumo Sacerdote y gobierna con cierta
independencia Judea. La inestabilidad permanente de la zona origina la intervención roma:
la que destruye el Templo y entra en Jerusalén en el 63 a.C. El Senado Romano nombra rey a
Herodes el Grande, que gobernará hasta el año 4 a.C. A su muerte, el reino se divide entre sus
tres hijos.
La Iglesia ha recibido esta historia de amor entre Dios y los hombres y nos la sigue
anunciando. La Iglesia nos recuerda lo mucho que Dios nos quiere. Lo hace todos los domingos
en la Eucaristía.
Los textos del Antiguo y del Nuevo Testamento expresan el amor de Dios hacia todas las
personas.
En la Misa se leen los textos del Antiguo y del Nuevo Testamento. Se alaba a Dios, le damos
gracias y le pedimos perdón. Las palabras del sacerdote en la homilía de la Misa nos animan a
rezar, a querernos, a comprendernos, a compartir, a ser amables, trabajadores... Cantamos en la
iglesia canciones que hablan de amor, paz, perdón...
La Iglesia también expresa su amor a Dios con las obras caritativas de Cáritas y Manos
Unidas, donde muchas personas reciben atención y alimentos.
Y con las obras de caridad que se realizan en parroquias, colegios, grupos y asociaciones de
inspiración cristiana.
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12. Preparad el camino al Señor
Jesús es el Señor. Capítulo 8, página 32
Conviene transmitir:
-Dios se preocupa por lo hombres.
-Dios quiere que los hombres sean felices.
-Dios envía mensajeros para enseñarnos el camino.
- Dios nos sigue hablando a través de la Biblia. Hoy en día, sigue Dios enviando profetas
(mensajeros) de su palabra, son los sacerdotes, los maestros y los papás, que nos enseñan el
verdadero camino de la felicidad.
-Hay también falsos profetas que engañan a la gente diciendo que hablan en nombre de
Dios y lo único que quieren es ganar dinero y poder: Hay que estar atentos para reconocerlos.
Seguro que alguien importante ha visitado tu casa. Un familiar que llevaba tiempo sin verte,
un amigo de la infancia o el jefe de tu papá. Para recibir la visita, la casa se arregla, también sus
habitantes: un vestido bonito, te aseas... es decir, te preparas.
Pues con más razón nos preparamos si el que viene es Jesús, el Hijo de Dios. Preparamos el
corazón con mucho amor, con la oración y el buen comportamiento.
A esta preparación interior, antes de que nazca el Niño Jesús, se le llama Adviento.
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Signos
Los signos llaman nuestra atención y recuerdan cosas.
Se adornan las parroquias y las casas durante el Adviento, con signos que recuerdan que pronto
nacerá Jesús.
Los colores son signos. La ropa que utiliza el sacerdote para decir la Misa es de color morado,
para recordar que en Adviento debemos esforzarnos más.
La corona de adviento con 4 velas se enciende en la Misa de cada domingo, antes del día de
Navidad. Como son cuatro los domingos de Adviento, por eso hay 4 velas.
Además se pone el Belén. Con figuritas de pastores, la estrella, los Reyes Magos, y el portal con
Jesús, José y María.
Juan Bautista
El profeta Juan Bautista nos ayuda a preparar el Adviento, pues él preparó a la gente de Israel
para recibir a Jesús. Es el precursor; es decir, el que anuncia la llegada del Mesías.
Juan Bautista era primo de Jesús. La Virgen María tenía una prima, bastante mayor que ella,
que se llamaba Isabel, que no tenía hijos. Isabel y su marido Zacarías rezaban para tener un hijo.
Y Dios se lo concedió; y para comunicarles tan buena noticia, les envió al ángel Gabriel.
Cuando el ángel Gabriel se lo dijo a Zacarías, éste dudó, pues su esposa Isabel era mayor. Y
por no haber creído, el ángel lo dejó mudo durante un tiempo. Antes de nacer Juan Bautista,
discutían sobre el nombre que debían poner al niño. Entonces, Zacarías escribió: Juan es su
nombre. En ese momento, recuperó el habla.
Poco antes de nacer el bebé de Isabel, María fue a su casa para ayudarla. Al llegar, María
saludó a Isabel. En ese momento, Juan empezó a saltar en el vientre de su madre. En aquel
momento, María cantó una bella canción: el Magníficat (Lucas 1, 46-56).
Juan Bautista creció, y se marchó al desierto. Allí vivió con austeridad, se vestía con piel de
camello, y comía lo que encontraba: animalillos, saltamontes...
Juan predicaba para que la gente convirtiera su corazón y fuesen buenos, porque ¡llegaba
el salvador!: Preparad el camino del Señor. Para ello, debían arrepentirse de sus pecados y
bautizarse.
Juan los bautizaba en el río Jordán. Por eso le llaman Juan el Bautista. Su bautismo era un signo
de conversión. El Bautismo que Jesús instituyó es muy diferente, pues por sí mismo perdona los
pecados.
Juan Bautista decía: Yo os bautizo con agua para que os convirtáis; pero el que viene detrás de mí
(...) os bautizará con Espíritu Santo y fuego (Mateo 3,11).
Juan ayudaba a las personas indicándoles lo que tenían que hacer para preparar la venida del
Señor. El rey Herodes Antipas lo mató.
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13. María, Madre de Jesús y Madre nuestra
Jesús es el Señor. Capítulo 9, página 34
Conviene transmitir:
-La generosidad de María hacia Dios y hacia los demás.
- María es la madre de Jesús, el Hijo de Dios; por eso Ella es la Madre de Dios.
- María es nuestra madre.
- María nos cuida; amémosla.
Dios Padre eligió a la joven María para ser la mamá de su Hijo Jesús. Le preguntó a María si
quería ser la madre de Dios. Ella es muy generosa y dijo que sí.
Nosotros debemos hacer lo que el Señor nos pida, con generosidad, como María.
María estaba prometida en matrimonio con José. Ella tendría unos 15 años de edad; él era un
hombre joven.
José, el carpintero, hacía mesas, sillas, carros y ventanas. María vivía en una casa pequeña
y sencilla. Con una sala grande, como el comedor de tu piso, que también utilizaba como
cocina. En el centro, una mesa para comer.
Alrededor de la mesa se reunían la familia. Los padres de María le contaron la historia del pueblo
de Israel y la promesa de que Dios Padre les enviaría al Mesías, el Salvador. Al lado, y tras una
cortina, María tiene su habitación. La casa es alegre y luminosa. A ella le gusta la luz, y, más
aún, la alegría. Cierto día, ocurrió algo precioso. Sé que es difícil comprenderlo, pero sucedió
de verdad.
El ángel Gabriel fue enviado por Dios a la Virgen María. Se puso delante de ella y le dijo:
Alégrate, llena de gracia. El Señor está contigo. No temas, María, porque has hallado gracia
ante Dios. Concebirás en tu seno y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será
grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará
sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin (Lucas 1, 30).
El ángel dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su
sombra; por eso el Santo que va a nacer será llamado Hijo de Dios.
María aceptó y dijo: He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.
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María concibió a Jesús por obra del Espíritu Santo
Sin la colaboración de varón. María se asombra cuando el ángel le dice que va a tener un bebé,
porque ella no había estado con ningún hombre.
Es decir, que el Niño venía de Dios, sin intervención de ningún papá. Jesús nace por el poder el
Espíritu Santo.
aAlégrate es como decir ¡hola! Alégrate porque Dios me envía a ti para darte una buena noticia.
Es esta:
aHas hallado gracia ante Dios, o sea, Dios te quiere mucho y te da el mayor regalo para una
mujer.
aConcebirás en tu seno: dentro de ti va a nacer un niño.
aLa fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra significa que Dios hizo posible que el Niño
naciera sin la intervención de ningún papá.
aEse niño se llama Jesús. Jesús es, por lo tanto, un niño como tú. Pero también es el Hijo de
Dios Padre.
aDar a luz significa nacer.
aSalvará a su pueblo de sus pecados quiere decir que perdonará los pecados de las personas.
San José
José se entristeció al ver que el vientre de su esposa María crecía y crecía. Se dio cuenta de que
su prometida tendría un niño, y decidió separarse de ella en secreto, pues aunque estaban
casados, todavía no vivían juntos.
Entonces, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo: José, hijo de David, no temas
acoger a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz
un hijo y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados.
Cuando José se despertó, hizo lo que le había mandado el ángel y acogió a María, su mujer. Al
nacer el Niño Jesús, José fue su padre adoptivo.
Es José un hombre bueno y justo. Tanto que no se rebeló cuando Dios cambió sus planes. José
amaba a María y había pensado organizar su vida con ella y con su familia; pero acepta los
planes de Dios, sin enfadarse.
María estuvo siempre con Jesús, desde Belén hasta la Cruz. Allí Él nos la entregó como Madre
Nuestra. Jesús, es hijo de María; nosotros somos también sus hijos.
Cuando María le dijo al ángel Gabriel que aceptaba los planes de Dios, se convirtió en la madre
de nuestro hermano Jesús; por eso somos sus hijos, y porque Jesús nos la entregó por madre.
Es María la madre de todos. Te digo dónde sucedió esto:
Momentos antes de morir, estando el Señor Jesús clavado en la cruz, se dirigió a su madre y
le dijo: Mujer, ahí tienes a tu hijo. Luego le dijo a su joven Apóstol Juan: Ahí tienes a tu madre
(Juan 19, 26-27). Desde aquella hora, Juan recibió a María como algo propio; por eso María es la
madre de todos los hombres, las mujeres y los niños.
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14. Jesús, el Mesías, nace en Belén
Jesús es el Señor. Capítulo 10, página 36
Conviene transmitir:
-Jesús es el Hijo de Dios.
- Su madre es la Virgen María.
- Jesús fue concebido sin la intervención de hombre alguno.
- Jesús elige la pobreza.
- El anuncio del acontecimiento a los humildes y sencillos.
- La adoración de los Magos representan la búsqueda de Dios
- San José como siervo bueno, fiel y dócil a los planes de Dios.
Mateo y Lucas narran el nacimiento del Salvador. Con una estructura narrativa diferente, Lucas
refiere la concepción virginal de Jesús, de María, por obra del Espíritu Santo. Leer Mt 1,18-21; Lc
1, 30-35. Esto lo ha acogido el credo niceno-constantinopolitano: “y por obra del Espíritu Santo
se encarnó de María, la Virgen, y se hizo hombre”. ¿Quién fue la fuente de estos datos? La última
fue María.
El Hijo de Dios, engendrado por el eterno Padre antes de todos los siglos, nació en el tiempo,
de Santa María Virgen, por obra del Espíritu Santo. Así lo dijo también S. Pablo: Gal 4,4: “Cuando
llegó la plenitud de los tiempos, Dios envió a su hijo, nacido de una mujer”.
La Iglesia confirmó el dato escriturístico con el dogma de María Theotókos (Madre de Dios), en
el concilio de Éfeso en el año 431. Y confirmó este antiquísimo dogma de fe el Vaticano II, en la
Constitución dogmática sobre la Iglesia: “Creyendo y obedeciendo (María) engendró en la tierra
al mismo Hijo del Padre, y esto sin conocer varón, bajo la sombra del Espíritu Santo” (LG 63).
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El significado del signo
Este acontecimiento es totalmente novedoso. La concepción virginal manifiesta la realidad de
la divinidad del Hijo, que también es hombre. La generación virginal es la expresión humana
de su origen divino
.Que no tenga un padre terreno indica también que Dios actúa a través de los valores evangélicos
de la pobreza, la humildad y la virginidad antes del poder, la sexualidad o la riqueza.
José y María marcharon a la ciudad de Belén, porque José era de la tribu de Judá. Belén está a
unos 9 kilómetros al sur de Jerusalén. La Sagrada Familia inició la marcha. Posiblemente, José
montó a María sobre un asno, pues el viaje era largo: de Nazaret a Belén hay 150 kilómetros de
distancia.
En ese momento el Niño Jesús se puso a nacer. Y José, que cuidaba a María, porque la quería
mucho, buscó una casa, pero no había sitio para ellos en la posada, y tuvo que ir rápidamente
a un establo para los animales, y allí nació el Niño. María lo envolvió en pañales y lo recostó en un
pesebre (Lucas 2, 7).
¡Damos la noticia al mundo! Actualmente, quienes primero se enteran de las cosas importantes
son los gobernantes. Con el nacimiento del Niño Jesús, no sucedió así.
De repente un ángel del Señor se les presentó; la gloria del Señor los envolvió de claridad,
y se llenaron de gran temor. El ángel les dijo: No temáis, os anuncio una buena noticia que
será de gran alegría para todo el pueblo: hoy en la ciudad de David, os ha nacido un Salvador,
el Mesías, el Señor. Y aquí tenéis la señal: encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado
en un pesebre.
De pronto, en torno al ángel, apareció una legión del ejército celestial, que alababa a Dios
diciendo: Gloria a Dios en el Cielo, y en la Tierra paz a los hombres de buena voluntad.
Al marcharse los ángeles al Cielo, los pastores fueron corriendo y encontraron a María y a
José, y al Niño acostado en el pesebre (Lucas 2, 9-16).
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Los Reyes Magos y la estrella
Por otra parte, de lugares lejanos llegaron tres sabios: los Reyes Magos: Melchor, Gaspar y
Baltasar.
Posiblemente, esos tres sabios estudiaban astronomía. Cierto día, mientras observaban el
Cielo, una estrella luminosa apareció. Era especial, diferente de las demás. Quería decirles algo,
señalar un acontecimiento extraordinario: el lugar donde había nacido el Rey del Universo.
Enseguida se pusieron en camino y siguieron su estrella. Al llegar a la ciudad de Jerusalén, la
estrella desapareció.
En Jerusalén, los Reyes Magos preguntaron al rey Herodes: ¿Dónde está el Rey de los judíos que
ha nacido? Porque hemos visto salir su estrella y venimos a adorarlo (Mateo 2, 2).
Tras oír a Herodes, los Reyes Magos continuaron su camino. Entonces, la estrella apareció de
nuevo y volvió a guiarlos hasta que vino a pararse encima de donde estaba el Niño. Entraron
en la casa, vieron al Niño con María, su madre, y cayendo de rodillas lo adoraron; después,
abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra (Mateo 2, 10-11).
Herodes se asustó, pensando que el nuevo Rey le arrebataría su trono. Y enterado del lugar
donde nacería el Mesías, ordenó matar al Niño Jesús y a todos los menores de dos años. Los
Magos volvieron a su tierra por otro camino, sin que Herodes se enterase de nada.
Incienso: es un preparado que, al encenderlo, huele muy bien. Se lo ofrecen al Niño por ser Hijo
de Dios.
Mirra: sustancia con la que se elaboran medicinas, utilizada para embalsamar a los muertos. Se
la ofrecen como símbolo de que moriría, y su cuerpo sería embalsamado.
Viaje a Egipto
Para salvar la vida del Niño, un ángel habló a José en sueños, diciéndole que se llevara
a María y a Jesús a Egipto, porque Herodes buscaba al Niño para matarlo. José obedeció, y,
atravesando el desierto, se instaló en Egipto.
Allí vivieron unos años hasta la muerte de Herodes. Mientras tanto, Jesús crecía como los niños
de su edad, y jugaba con ellos. Un tiempo después, el ángel volvió a decirle en sueños que
podía volver a Israel.
San José con su familia se establecieron en la ciudad de Nazaret, que está en Galilea, al norte
de Israel.
José es ejemplo de buen papá. El día 19 de marzo la Iglesia celebra el día del padre. José da
ejemplo de sencillez, bondad y santidad. Se piensa que murió antes de que Jesús empezara a
predicar.
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15. La Navidad
Jesús es el Señor. Capítulo 10, página 36
Conviene transmitir:
- La Navidad revive el nacimiento de Jesús en Belén, la venida del Hijo de Dios.
- Tiempo de esperanza.
- Tiempo de solidaridad y amor hacia los pobres.
- Tiempo para crecer en amor a Jesús y a los demás con acciones concretas.
Vino al mundo para que nosotros naciéramos a la vida de Dios, es decir, para salvarnos, y vivir
felices en la Tierra.
Tiempo de esperanza
Cada Navidad, Jesús nace para cambiar cosas que no van bien.
Para dar esperanza a quienes la han perdido.
Para mejorar el mundo.
Para que hicieran las paces quienes estuvieran peleados.
Para querernos y demostrarlo con hechos.
Los regalos alegran, pero no importan mucho. Lo verdaderamente importante es amar a Jesús
y a tus hermanos, obedecer a los padres, el propósito de estudiar y portarse bien, perdonar,
no pelearse... ¡y compartir!
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La fiesta de Navidad
A todos los niños del mundo les encanta la Navidad.
Al Niño Jesús le pedimos: ¡Ven Jesús a mi corazón!
La Navidad une a las familias. Favorece el perdón.
Es costumbre cenar juntos para celebrar el nacimiento del Niño Jesús, cantar villancicos, y, si
es posible, por la tarde o un poco antes de la noche, participar en la Eucaristía llamada la Misa
de Gallo.
Se llama de Gallo porque a mitad de la noche comienza el nuevo día. Los antiguos llamaban a
ese tiempo el canto del gallo.
Cuenta una fábula que al nacer el Niño había un gallo en el establo. El gallo fue el primer animalito
en dar la buena noticia con su Ki-ki-ri-ki. En los belenes se suele haber un gallo cantando.
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16. Jesús es Dios y hombre verdadero
Jesús es el Señor. Capítulo 11, página 38
Conviene transmitir:
- Jesús se hace hombre, viene a nosotros porque nos quiere.
- Se solidariza con el hombre.
- Jesús es Dios y Hombre verdadero.
- Jesús pasa la mayor parte de su vida trabajando, en silencio y con sencillez.
Sin embargo, para los cristianos, Dios se hace presente al hombre a través de acontecimientos
humanos, y más concretamente a través de la vida, los sufrimientos, los fracasos y los éxitos de
un pueblo, llamado Israel, que es preparación de la revelación definitiva de Dios en un hombre
concreto llamado Jesús de Nazaret, su Hijo.
Palestina o Canaán
A lo largo de la historia, la tierra prometida ha recibido diversos nombres: Canaán, por ser la
tierra de los cananeos, que la habitaban antes de la llegada de los israelitas. Palestina, por ser
el país de los filisteos, enemigos constantes de los israelitas. Israel, que es el nombre actual del
estado Judío. Hubo épocas en que Israel designaba sólo la parte norte del territorio.
El río Jordán
La depresión del río Jordán fue una zona pantanosa que está hoy saneada. El Jordán nace a los
pies del monte Hermón (2.814 m) a unos 500 m sobre el nivel del mar. Tras atravesar una fértil
llanura, desemboca a los 16 km en el lago de Genesaret, que ya está a 208 m bajo el nivel del
mar Mediterráneo.
A partir de aquí el río Jordán desciende por una garganta profunda de 100 Km de longitud
que se abre en el mar Muerto, que en su su superficie está a 392 m bajo el nivel del mar
Mediterráneo (en su lecho desciende hasta casi 800 bajo el nivel de mar; mar de la Sal o Muerto.
Es un fenómeno único en el mundo debido a que su contenido en sal (que llega hasta el 25 por
100) que impide toda clase de vida en su interior.
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El lago de Genesaret
El el lago de Genesaret (Cafarnaum, Tiberíades o mar de Galilea) es un lago de agua dulce de 21
km de largo por unos 12 Km de ancho, con una profundidad máxima de 48 m. Sus aguas son muy
ricas en pescado y no son raras las tempestades repentinas. A su alrededor va a desarrollarse la
primera parte de la actividad pública de Jesús (Magdala, Cafarnaum, Corazaim, Betsaida).
El nombre de Israel
Israel designa en el Antiguo Testamento a un pueblo y a su antepasado, Jacob-lsrael.
Probablemente signifique “Dios lucha”, “Dios es fuerte” y hace referencia a Gen 32,29, en que
Jacob “luchó contra Dios”.
Israel no es sólo una denominación étnica corno Moab, Edom, etc., sino que designa al pueblo
de la alianza, el pueblo elegido por Dios. Dios pasó a ser denominado como el santo, el fuerte,
el rey, el redentor de Israel.
Esta unidad religiosa recubre una dualidad política que se manifiesta en que David es primero
rey de Judá para serlo posteriormente de las tribus del norte o Israel. A la muerte de Salomón,
el pueblo de Dios vuelve a quedar dividido en dos reinos: Israel y Judá.
Tras el exilio Judá jugará un papel preponderante en la restauración del pueblo de la Alianza,
por lo que comienza a darse el nombre de judío a todo miembro del pueblo elegido,
denominándose judaísmo a la institución que los agrupa. El nombre de Israel quedará entonces
como designando una realidad sagrada exclusivamente.
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Ricos y pobres
Cuando el pueblo de Israel era nómada, no había diferencias entre ricos y pobres; las posesiones
eran familiares y todos disfrutaban, o padecían, la misma condición social.
Sin embargo, al instalarse en Canaán y convertirse en agricultores, se produjo una profunda
transformación social que se agravó con el surgimiento de la monarquía y de los estamentos de
la corte: funcionarios, militares, sacerdotes, etc. Para paliar la situación de desigualdad existente,
y la opresión a la que se veía abocada la población, existían dos instituciones:
- el año sabático, cada siete años, en el que los esclavos, cuya forma de vida era más
benévola que en los países limítrofes, deben ser liberados, la tierra queda en barbecho y se
devuelven las prendas que habían sido tomadas como satisfacción de una deuda, quedando
esta remitida (Dt 15,1-18; 31,10-11; Lv 25,2-7).
- el año jubilar, o “año de gracia de Nuestro Dios”, se celebraba cada 50 años (tras siete
veces siete años) y llevaba consigo el reposo de las tierras, la vuelta de las propiedades a sus
antiguos dueños, la liberación de los esclavos y el perdón de los deudores insolventes.
Estos mecanismos correctores de la desigualdad social no se aplicaron nunca con todas sus
consecuencias, no realizándose en la práctica el ideal de justicia o igualdad social.
Situación religiosa
Todo israelita tenía conciencia de pertenecer a una gran familia, la familia cuyo padre común
fue el patriarca Abraham. El pueblo se componía de 12 tribus, cada una de las cuales nació de
uno de los 12 hijos que tuvo el patriarca Jacob.
La conciencia del propio clan, de la propia tribu y de la propia familia fue siempre muy fuerte
en el antiguo pueblo de Israel. Y también la conciencia de pertenecer a un pueblo elegido por
Dios para hacerle presente entre las naciones.
Las fiestas
Las fiestas en Israel tenían un trasfondo religioso. Su periodicidad era semanal, mensual o anual.
Cada semana los israelitas celebraban el sábado; era el día religioso por excelencia. Recordaba
en él el descanso de Dios al terminar la creación. Era el día de descanso y por eso se prohibía
severamente todo trabajo o actividad. Ese día los sacerdotes ofrecían sacrificios especiales y el
pueblo acudía al templo o a las sinagogas para ser instruido en la Ley del Señor.
Cada mes festejaban los novilunios, eran festejos con ocasión de la luna nueva.
Cada año celebraban las fiestas propiamente dichas.
- La Pascua era la fiesta principal. En ella el pueblo recordaba la liberación de Egipto
y el paso por el mar Rojo. Se celebraba al comienzo de la primavera. Cada familia cenaba un
cordero como recuerdo de la liberación de la esclavitud en Egipto (Ex 12,21-28).
- Pentecostés (fiesta de las semanas o shabu’ot) era la fiesta que se celebraba cincuenta
días después de la celebración de la Pascua. Se recordaba en ella la revelación de Dios en el
monte Sinaí, el don de la Ley y la Alianza.
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- Estas y otras celebraciones de Israel estaban ligadas a los acontecimientos de la historia
y no tanto a los ciclos de la naturaleza y de la agricultura. Porque la religión de Israel era una
religión de historia y de promesa, orientada hacia el futuro, desde el recuerdo de los hechos
grandiosos que Dios realizó en favor de su pueblo.
Para los cristianos, el nuevo pueblo de Dios, el día semana de fiesta es el domingo, que recuerda
la resurrección de Cristo. De ahí que las fiestas anuales de nuestro calendario religioso se refieran
a los hechos principales de la vida de Jesús y su salvación para nosotros.
El Templo fue arrasado cuando los babilonios entraron en Jerusalén (587 a. C.), destruyendo
también el Arca de la Alianza. Al volver del destierro, los judíos reconstruyeron el Templo sobre
la estructura del anterior, pero no pudieron reproducir su esplendor ni su riqueza.
En el año 63 a.C., las tropas de Pompeyo entran en Jerusalén destrozando de nuevo el Templo,
lo que origina su tercera edificación, llevada a cabo por Herodes el Grande. Este tercer templo
es el que conoció Jesús.
Los sacerdotes pertenecían a la tribu de Leví (Num 1,50; 3,6 y ss.), que fue separada del resto
de las tribus para ejercer los ministerios sagrados, centrados en el culto -los sacrificios- aunque
también tenían relación con los oráculos divinos y la enseñanza de la ley.
El sacerdocio era hereditario y estaba dividido en dos clases:
- los sacerdotes propiamente dichos, descendientes de la familia de Aarón, que son los
únicos que pueden ofrecer sacrificios;
- los levitas, a los que se les encargaban las tareas sacerdotales inferiores.
Al frente de todos ellos estaba el sumo sacerdote. Como ya se ha señalado, tras el destierro
(siglo VI a.C.) serán los sumos sacerdotes los que ejercerán la suprema jefatura religiosa y civil
de la comunidad judía.
El judaísmo es una religión y una cultura. En sus libros se encuentra no sólo la revelación de Dios
al pueblo, sino también una cosmovisión, es decir, una forma de ver al hombre, la sociedad, el
universo, la historia y a Dios.
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Situación política
Palestina forma parte del Imperio Romano, aun cuando mantenía respecto a éste una cierta
autonomía.
Al nacer Jesús, el rey de Palestina era Herodes el Grande. Cuando Herodes murió, en el año 4
antes de la era cristiana, el reino se dividió entre sus tres hijos, con el beneplácito del emperador
Augusto:
- Mientras que Herodes II Antipas heredaba Galilea y el sur de la Transjordania;
- Filipo asumía el mando en la Transjordania a la altura del lago de Galilea;
- Arquelao sería el etnarca de Judea y Samaria, pero por poco tiempo ya que, debido a
su crueldad, Augusto lo desterró en el año 6 d. C..
En Judea, el gobierno auténtico de la región estaba ejercido por el Sanedrín, presidido por el
Sumo Sacerdote que era nombrado, no sin ciertas limitaciones, por el gobernador romano.
El gobernador romano
Dependía del legado imperial de Siria, representante del Emperador que disponía, asimismo,
del mando militar de la zona. El procurador se preocupaba tanto de mantener el orden en
el territorio a él confiado con un reducido número de tropas auxiliares, como de cobrar los
impuestos y administrar justicia en los casos en que los tribunales locales judíos no eran
competentes, como era el caso de la pena de muerte (ius gladii).
Poncio Pilato
Según una carta enviada por Herodes Agripa I, reproducida por Filón, era un individuo
intransigente, duro, cruel y avaricioso. El evangelio de Lucas (13,1-4) cuenta la ejecución de
ciertos galileos por orden de Pilato. La crueldad de este procurador será la causa de que fuera
depuesto en el año 36, al reprimir violentamente una insurrección en suelo samaritano.
Situación social
Esta situación económica marca una situación social en la que encontramos tres estratos:
- los que tenían en sus manos la riqueza del país,
- los que vivían de su trabajo artesano,
- y la mayoría del pueblo, que vivía de lo que podía obtener de una pequeña porción de
tierra o de vender su trabajo como jornaleros.
Por debajo de estos estratos se encuentran los esclavos paganos y extranjeros y todos los
marginados debido a sus defectos físicos o enfermedades: cojos, ciegos, lisiados, leprosos...
Estos, junto a los marginados sociales, son mendigos y vagabundean buscando quien les dé
una limosna o roban para poder comer.
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Los tributos
El sistema tributario era opresivo. Existía un impuesto por los productos del campo (tributo soli)
y otro sobre las personas (tributo capiti) que debían pagar todos los habitantes del Imperio.
Estos impuestos iban a parar al tesoro público de Roma.
Además, los diversos reyezuelos locales, vasallos de Roma, exigían un tributo por el transporte
de mercancías de una provincia a otra, de forma que ingresaban también dinero en sus
respectivas arcas.
En él se celebraba un culto diario, consistente en dos sacrificios de animales, uno por la mañana
y otro por la tarde. El Templo se sostenía con las aportaciones de los judíos de todo el mundo,
que pagaban anualmente un impuesto equivalente a dos días de jornal.
Los sacerdotes eran un círculo cerrado que poseía el derecho a ofrecer los sacrificios. Según la
Ley, sólo los descendientes de Aarón podían oficiar en el culto sacrificial del Templo.
El Sumo Sacerdote, elegido de entre los miembros de unas familias muy concretas, ya hemos
dicho que era, bajo la supervisión del procurador romano, el jefe político de la nación, pero
también su jefe religioso. Alrededor suyo se agrupaba la aristocracia sacerdotal, pertenecientete
a las familias poderosas y encargadas de la administración del TempIo.
El sacerdocio formaba una clase sacra, que debía mantener determinadas normas de pureza
ritual. El número de sacerdotes era muy elevado: entre sacerdotes y levitas sumaban unos
18.000. Debido a esto, se estableció un sistema de rotación para oficiar en el Templo.
Escribas y letrados
Pero, además del Templo y los sacerdotes, en la religiosidad judía de ese momento tienen gran
influencia los escribas o letrados, que son los educadores del pueblo.
Ellos interpretan la Ley a partir de las tradiciones y proponen una forma de vida en la que todo
estaba reglado, con numerosas prescripciones rituales. Los letrados educan al pueblo en las
sinagogas o lugares de reunión establecidos por toda la geografía palestinense. Tienen una
enorme influencia en la gente, por lo que se les trataba con mucho respeto y llamándoles “rabí”,
(señor mío, monseñor).
Las gentes sencillas, al no tener formación, aparecen a los ojos de los letrados aparecen como
quienes ni siquiera saben qué hay que hacer para salvarse. Por eso se les desprecia y difama.
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Sin embargo, los padres enseñaban a sus hijos la Ley y la historia sagrada, por lo que el pueblo
tiene una cierta cultura religiosa, una cierta educación, que les hace sentirse parte del pueblo
elegido por Dios.
Los saduceos
Se consideraban descendientes de Sadoc, Sumo Sacerdote en tiempos del rey Salomón.
Es el grupo al que pertenecen las grandes familias sacerdotales y nobles de Jerusalén.
Tremendamente conservadores en lo religioso, no admitían como Escritura Sagrada más que
los libros que forman parte del Pentateuco.
Sin embargo, en su forma de vida acomodada, habían entrado costumbres helenísticas sin
que tuvieran reparo alguno hacia ellas. De alguna manera habían hecho un pacto tácito con el
Imperio romano, de forma que ellos mantenían el orden en el país, mientras que Roma dejaba
las cosas tal como estaban.
Convencidos de la retribución temporal, pensaban que sus riquezas eran un premio de Dios,
que les permitía disfrutar en vida por sus buenas obras. No admitían la resurrección, esperando
tan sólo que la situación se mantuviera estable el mayor tiempo posible.
Los fariseos
Originalmente formaban parte de los “piadosos” o “hasidim” (Son un grupo que se va a oponer
a las componendas que la nobleza y aristocracia israelita comenzaba a hacer con el helenismo.
De este grupo de los piadosos surgirán los fariseos, los zelotes y los esenios).
Los fariseos fueron perseguidos en diversos momentos por su oposición al poder, pero en
tiempo de Jesús habían recuperado su prestigio y la mayoría de los letrados que pertenecían al
Sanedrín procedían de este grupo.
Socialmente, este movimiento de comunidades laicas estaba formado por miembros de la clase
media, es decir, fundamentalmente artesanos y comerciantes.
Para el fariseo, la Ley es el eje de la historia santa, la que da identidad al pueblo. Una ley interpretada
a la luz de numerosos preceptos y mandatos que provienen de la tradición y que la convierten
en una normativa a observar escrupulosamente. Así, se preocupaban obsesivamente de pagar
el diezmo (el diez por ciento) de los frutos de la tierra y de mantenerse puros, evitando el
contacto con cosas o personas impuras, ya fuese por su mala conducta o por padecer alguna
enfermedad (como, por ejemplo, la lepra).
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Los esenios
Habrá que señalar en primer lugar que el Nuevo Testamento no los menciona para nada.
Su número oscilaba en torno a los 4.000 componentes que se agrupaban en comunidades
separadas del resto de la población, incluso en las ciudades. El centro más importante se situaba
en torno al Mar Muerto, en Qumram. Setenta años antes de Cristo comenzaron a instalarse en
Qumram unos eremitas que vivían en cuevas, buscaban la perfección.
Eran israelitas exclusivos, obsesivos con la purificación y las normas rituales. Escribieron y
copiaron todo el Antiguo Testamento, algo que los judíos actuales encuentran fascinante,
porque es un esfuerzo histórico de su tradición. Coexistieron con Juan Bautista y con el Señor.
La comunidad estaba formada por gente del pueblo sencillo, tanto artesanos como pequeños
labradores o jornaleros. Sin embargo, también la integraban algunos letrados y sacerdotes que
dirigían la comunidad.
Al frente de este grupo estaba Judas el Galileo, que originaría así un movimiento revolucionario
en lucha por establecer la justicia del Señor. Vivían en las montañas y asaltaban los caminos,
aprovechando momentos de alboroto para utilizar un pequeño puñal (sicar) y matar a los
colaboradores con el poder romano. Debido a esto, eran llamados también sicarios.
La triste situación del pueblo, que se recrudeció tremendamente en Galilea, hizo que fueran
apoyados y amparados por los campesinos, que se unían a ellos en ocasiones. Lo sencillo de su
mensaje, “sólo hay un Señor, de quien es la tierra y él se la da a su pueblo”, hacía que muchos
vieran en ellos una alternativa, a pesar de que la pertenencia a este movimiento exigía la
renuncia a toda posesión, incluso a la propia vida.
Los zelotes, aparecerán como grupo organizado en Jerusalén, hacia el año 66, durante el
gobierno provisional que se formó contra Roma en la denominada primera revuelta judía.
Los herodianos
Cuando Herodes el Grande subió al poder, en el año 37 a.C., grupos religiosos judíos lo
consideraron como rey ilegítimo, aduciendo su procedencia Idumea y, por tanto, no de pura
raza judía. Si a esto añadimos que su conducta pagana ofendía el sentimiento religioso de la
mayoría de la población, veremos que su situación era realmente difícil, a no ser por el apoyo
imperial y la benevolencia para con él de círculos de la nobleza y la aristocracia.
Estos grupos, que apoyaron a Herodes el Grande, después sostendrían en Galilea a su hijo
Herodes Antipas.
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Los samaritanos
Son los habitantes de la provincia que está entre Galilea y Judea. Desde la conquista del Reino
del Norte, en el 721 a.C., su población dejó de ser puramente israelita, mezclándose con grupos
asirios, cananeos, etc.
Esto hizo que sus creencias se mezclaran también con las de los pueblos con quienes
convivían, perdiendo su pureza primitiva y siendo despreciados por el resto de los judíos que
les consideraban paganos. Tanta fue la distancia que Esdrás, a la hora de construir el Templo
tras el destierro, no dejó participar a los samaritanos (Esd 4,1-3), que darían culto a Dios desde
entonces en el Monte Garizim. En tiempos de Jesús era tal la discordia, que no era aconsejable
para un judío viajar por Samaria.
A la familia de Jesús le llamamos la Sagrada Familia. La palabra sagrada indica que es la familia
de Dios. Jesús, en Nazaret, nos da ejemplo de santidad en la vida diaria hecha de oración,
sencillez, trabajo y amor familiar.
María vivía de forma sencilla: lavaba la ropa y la tendía, cocinaba, arreglaba la casa. Paseaba y
salía con sus amigas. Se reunía en familia, cantaba y jugaba.
María rezaba en su casa, unas veces sola, otras en familia. Seguramente sabría de memoria
oraciones llamadas Salmos. Y los rezaba cantando. Cada judío rezaba tres veces al día: por la
mañana, a primera hora de la tarde y al acabar la jornada.
Los sábados se reunía todo el pueblo en la sinagoga. La sinagoga era también escuela. Jesús,
durante su juventud, frecuentó las sinagogas de Nazaret y Cafarnaúm.
En la sinagoga se leía la Palabra de Dios, que estaba escrita en la Torá. Cantaban los salmos
y leían textos comentados por los rabinos. Algo parecido hacemos los cristianos, pues los
domingos nos reunimos en la iglesia para participar en la Eucaristía, donde se lee la Biblia,
cantamos y ¡nos divertimos con Jesús!
Jesús no tuvo más hermanos. En su época, a los primos se les consideraba hermanos y se
les llamaba así. Por lo tanto, la Virgen María no tuvo más hijo que el Hijo de Dios: Jesús de
Nazaret.
Jesús estuvo sujeto a sus padres. Cuando era niño, María le enseñó a vestirse, a peinarse, a
atarse las sandalias... También a rezar. Jesús, que era Hijo de Dios, aprendió muchas cosas.
La ley judía establecía que quien habitara a menos de unos 25 Km. de Jerusalén, asistiera a la
celebración de la Pascua en el Templo de Jerusalén. José y María vivían en Nazaret, que está a
unos 150 Km. de esa ciudad; sin embargo, como piadosos judíos, la Sagrada Familia acudía al
Templo todos los años en la fiesta de Pascua.
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El Templo de Jerusalén es como para nosotros la Basílica de San Pedro que está en el Vaticano
(Roma, Italia), o como la catedral de tu ciudad; algo así, más o menos.
El viaje se hacía en caravana. Los hombres iban con sus amigos, y las mujeres, juntas. José
pensaba que Jesús viajaba con su madre, y María, que estaría con José. Al volver se dieron cuenta
de que no estaba en la caravana. Entonces, José y María retornaron angustiados a Jerusalén.
Tardaron tres días en encontrarlo. Jesús estaba en el Templo, hablando con los maestros; todos
los que le oían se quedaban asombrados de su talento y de las respuesta que daba. Al verlo,
se quedaron atónitos, y le dijo su madre: Hijo, ¿por qué nos has tratado así? Tu padre y yo te
buscábamos angustiados.
José y María no comprendieron esta respuesta. Jesús habló así porque, siendo Hijo de Dios,
sabía para qué había venido al mundo. Pero aún no había llegado el momento de decir a la
gente que Él era el Mesías, el enviado de Dios para salvarnos.
Jesús volvió con sus padres a Nazaret, y estaba sujeto a ellos. Su madre conservaba todo esto
en su corazón. Y Jesús iba creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y ante
los hombres.
Conforme Jesús crecía, descubría lo que su Padre Dios esperaba de Él. Lo conocía en su corazón
y en su inteligencia; Dios le mostraba que era su Hijo, Dios como Él, y debía cumplir una misión
importante para la humanidad. Durante muchos años, Jesús trabajó en la carpintería de su
padre. De los 33 años que vivió Jesús, durante 30 años trabajó como carpintero, y solamente 3
los dedicó a predicar.
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17. El Bautismo de Jesús
Jesús es el Señor. Capítulo 12, página 40
Conviene transmitir:
- El bautismo de Juan invitaba a la conversión del corazón.
- En el bautismo de Jesús Dios Padre lo proclama Hijo suyo.
- Tras su bautismo, Jesús inicia su misión.
El bautismo de Juan
Jesús aparece en el entorno de Juan el Bautista, que había iniciado un movimiento de conversión
para preparar al juicio inminente. Predicaba un “bautismo de conversión para el perdón de los
pecados” (Mc 1,4).
Los ritos de ablución eran usuales en las religiones y en la vida religiosa de Israel: los nuevos
prosélitos como signo de integración al pueblo elegido y los esenios, cuyos baños de
purificación habían sido incrementados marcando distancias respecto a la religión practicada
en el templo de Jerusalén.
La novedad de Juan está en que su bautismo invita a la conversión de corazón; era, algo
nuevo, ligado al perdón y a la salvación de Dios. Jesús se une al movimiento de Juan y se hace
bautizar.
Hay una unidad entre Juan y Jesús: se está en el momento decisivo de la historia, ha de haber
una conversión interior verdadera, la exigencia de la religión del corazón, distancia respecto al
templo.
El bautismo de Jesús
Los sinópticos coinciden en que Jesús es actor y destinatario de la voz divina, presentado ante
los demás y actreditado con palabras del AT, como rey entronizado, siervo e hijo del amado
(Mc 1,9-11; Mt 3, 13-17; Lc 3,21-22; cf. Sal 2,7; Gén 22,2; Is 42,1). El Espíritu está presente y una
voz del Cielo lo acredita ante la multitud. La mayor parte de los exegetas, frente a la opinión de
J. Jeremías (Teología del Nuevo Testamento 67-74), Jesús no recibe aquí su “vocación”, como
algo que le adviene de nuevo, sino como la percepción de que debe comenzar lo que ya es y
conoce.
Jesús es el “ungido”, lo cual le confiere autoridad para realizar la misión que ha recibido.
Dios Padre muestra en el río Jordán que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios. Se oye la voz de
Dios y el Espíritu Santo en forma de paloma desciende sobre el Señor.
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Por eso, Juan no quería bautizar a Jesús, y decía: Soy yo el que necesito que tú me bautices, ¿y tú
acudes a mí? Pero Jesús insistió y fue bautizado.
¿Cómo iba Jesús a ser bautizado por Juan si este bautismo era para preparar la venida del
Mesías, que era Jesús? No tenía sentido; pero para darnos ejemplo a nosotros de la necesidad
de arrepentirnos, quiso ser bautizado.
Juan ya sabía que Jesús era el Mesías, porque eran primos y se conocían. Pero ese día Juan oyó
la voz de Dios Padre asegurando que Jesús era el Hijo de Dios.
A esta nueva etapa de la vida del Señor se le llama vida pública; duró 3 años. Cuando Jesús
comenzó a predicar tenía unos 30 años de edad.
Acompañado por sus seguidores, Jesús recorrió las regiones de Galilea y Judea predicando y
realizando numerosos milagros.
Escogió a 12 Apóstoles: Pedro y su hermano Andrés; los hijos de Zebedeo: Santiago y Juan;
Felipe, Bartolomé, Tomás, Mateo el publicano, Santiago el hijo de Alfeo , Tadeo, Simón el Zelote
y Judas Iscariote, quien le traicionó.
Jesús predicaba en las sinagogas y en los campos, junto a la ribera del lago Tiberíades, a orilla
del río Jordán y en las ciudades.
Explicaba las cosas con sencillez, para que todo el mundo las comprendiera; utilizaba ejemplos
y comparaciones, como pequeños cuentos, llamados parábolas: la del sembrador, el grano
de mostaza, la cizaña, la oveja perdida, los invitados a la boda, los talentos, el hijo pródigo...
Jesús ponía ejemplos de la vida en el campo. Hablaba de olivos, vides y trigales, de lirios y
pajarillos...; cuánto le gustaba la naturaleza, por su belleza y porque ha salido de las manos de
Dios.
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18. Jesús nos anuncia la Buena Noticia, el Evangelio
Jesús es el Señor. Capítulo 13, página 46
Conviene transmitir:
- Jesús nos trae una noticia maravillosa.
- Jesús enseña el camino para ir al Cielo.
- Un mundo de paz y de amor.
- Enseñar a ser pacíficos y a querer a los demás.
El anuncio de Jesús
Jesús anuncia esta buena noticia: nacemos para salvarnos. Él nos muestra el camino. En la tele
y en los periódicos aparecen noticias tristes. Hoy damos buenas noticias a todos: a nuestros
padres: que estudio; a mis hermanos: que no chincho; a mis amigos: que les ayudo; a los pobres:
que comparto; a mis abuelos: que les hago caso; a mis profesores: que los respeto; a todo el
mundo: que soy educado y los quiero.
“El tiempo se ha cumplido y el reino de Dios está cerca. Convertíos y creed en el Evangelio”
(Marcos 1,15).
” El Reino de los cielos es semejante a un grano de mostaza... (Mateo 13, 31-32); es como un tesoro
escondido; se parece a un comerciante de perlas preciosas... (Mateo 13, 3-45). “Un hombre
dio una gran cena, e invitó a muchos. Y todos a una comenzaron a excusarse (Lucas 14, 15-24).
“Bienaventurados los pobres en el espíritu, porque...” (Mateo 5, 3-11). “¡Ay de vosotros los ricos,
porque ya habéis recibido vuestro consuelo!...” (Lucas 6, 24-26).
“Dios Padre nos comunica la Buena Noticia de la salvación por medio de Jesús, su Hijo. El
centro de la Buena Noticia es el anuncio de que Dios es nuestro Padre. Él nos ama y quiere
hacer un mundo nuevo: su Reino. Quien cree esta Buena Noticia sabe que está en manos de
Dios Padre y trata a todos los hombres como hermanos” (Catecismo Jesús es el Señor, 46).
La Buena Noticia
Dios Padre nos comunica la Buena Noticia de la Salvación por medio de Jesús, su Hijo.
Recordamos que Dios prometió al pueblo judío que enviaría al Mesías Salvador. Pues lo
prometido, está cumplido. Jesús da esta buena noticia, este Evangelio.
Sin embargo, los judíos esperaban a un Mesías algo diferente de como era Jesús. Deseaban que
liberase a Israel del dominio extranjero. No esperaban que Dios enviara un Mesías para quitar
el pecado del mundo.
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Los judíos esperaban al Mesías para ellos. Dios Padre envió a su Hijo para todos. Ansiaban
ser libres del poder de Roma. Dios Padre concedió la libertad interior contra las cadenas que
esclavizan, como el egoísmo. Por eso, ¡Jesús, el Mesías, trajo la auténtica salvación!
Jesús anuncia por todo Israel que el momento clave de la humanidad ha llegado. Que nadie
esté triste: los que sufren, los que lloran, los enfermos, los pobres, todo el mundo: profesores,
obreros, carpinteros, artistas..., los papás y las mamás, los niños y los abuelos... A todos anuncia
Jesús que se ha cumplido la promesa de Dios Padre con su pueblo elegido: ¡ha nacido el
Salvador, el Mesías, el Señor!
Jesús anuncia la llegada de un mundo nuevo, de paz, amor, solidaridad, justicia, verdad... , al
que Él llama Reino de Dios. Enseña Jesús que su Padre no es un Dios castigador; es un Padre
misericordioso, porque cuando fallamos, perdona; cuando estamos solos, acompaña. Anima,
en lugar de reñir. Comprende, en vez de gritar. Dios Padre comparte con nosotros su Amor.
Durante 3 años enseñó Jesús estas cosas. Consolaba a los tristes, curaba a los enfermos; por
ejemplo, a un ciego le devolvió la vista, sanó a diez enfermos de lepra y a personas que no
podían andar, entre otras muchas curaciones que realizó el Señor.
Antes de marcharse al Cielo, Jesús encomendó a sus discípulos que anunciaran esta Buena
Noticia por todas partes. De modo solemne, lo anunció entrando en Jerusalén, montado sobre
un borriquito.
Manifestaba así que el Reino había llegado. La gente que iba delante y detrás gritaba:
¡Hosanna al Hijo de David! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor! ¡Hosanna en las alturas!
Al entrar en Jerusalén, toda la ciudad se sobresaltó preguntando: ¿Quién es este? La multitud
contestaba: Es el profeta Jesús, de Nazaret de Galilea (Mateo 21, 9-11).
La gente cogía palmas de las palmeras y salía a su encuentro, y ponían en el suelo sus mantos
y ramas cortadas en el campo, y alababa a Dios por los milagros que habían visto. Aclaman al
profeta Jesús como Rey de Israel, el que viene en nombre del Señor (Juan 12,13).
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En esa familia nos queremos muchísimo. Confiamos unos en otros, y, cuando ofendemos a
alguien, le pedimos perdón.
Rechazamos la guerra y la violencia. Somos amigos de la paz. Por los pobres, los enfermos y los
que sufren, hacemos lo que haga falta.
La familia del Reino tiene unas costumbres o estilo de vida. La más importante la dijo Jesús: Que
os améis unos a otros; como yo os he amado ( Lucas 13, 34).
Jesús enseñó tantas cosas bonitas... Nos propuso que todos los habitantes de la tierra nos
tratásemos como hermanos.
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19. Jesús nos trae el Reino de Dios
Jesús es el Señor. Capítulo 14, página 48
Conviene transmitir:
- Dios nos quiere salvar.
- Dios quiere que vivamos en paz y preocupados por los que menos tienen.
- Entre todos podemos construir el Reino a través de nuestro trabajo.
Su enseñanza central es que Dios quiere salvar al hombre. Esta idea central se vincula con sus
parábolas, las bienaventuranzas, las exigencias del discipulado, los milagros, la última cena y la
muerte en la cruz.
Hasta Él habían tenido vigencia la ley y los profetas; con Él comienza el Reino (Lc 16,16). Antes
regía la exigencia y el juicio; él trae el nuevo orden de la gracia y el perdón. Este contenido
salvífico permite considerarlo como buena nueva, “evangelio” (Mt 4,23; 9,35; 24,14).
Es tiempo de gracia
Es, pues, tiempo de gracia, pero tiempo de riesgo. “Dichosos los ojos que ven lo que estáis
viendo, porque yo os digo: muchos profetas y reyes quisieron ver lo que vosotros veis y no lo
vieron, oír lo que vosotros oís y no lo oyeron” (Lc 10,23-24).
El Reino
El Reino es de justicia, paz y alegría en el Espíritu Santo (Romanos 14, 17). Las fórmulas evangélicas
oscilan a la hora de fijar con exactitud la relación del Reino con el tiempo. Hay dos verbos claves
(Mc 1,15; Mt 3,2; 4,17; 10,7): se ha aproximado, está cerca. Y Mt 12,28; Lc 11,20): Ha llegado
sorprendiéndonos, se ha presentado, hecho presente. Uno indica proximidad, el otro la llegada
sorprendente.
Jesús hablaba del Reino y realizaba sus signos, pero era consciente de que su plena realidad
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sólo se percibiría después; miraba a una plenitud futura. Jesús operaba en una realidad
decisiva ya, pero no definitivamente manifiesta, pues en el futuro alcanzaría su acreditación y
consumación.
La diversidad de afirmaciones en las sentencias que los evangelistas ponen en boca de Jesús
respecto a la condición de presente o futuro de ese Reino, podemos explicarla a la luz del
proceso propio de crecimiento y descubrimiento dentro de las condiciones concretas de la
propia misión y a la luz de la respuesta que los hombres iban dando de ella.
También pudo ser que Jesús comenzó su anuncio de la venida del Reino como algo que iba
realizándose en el mundo con su presencia y sus milagros, pero al comprobar que el desarrollo
dependía de la acogida o rechazo del pueblo, jesús iría matizando esas afirmaciones sobre el
Reino y abriéndolo hacia el futuro.
“Con el Reino ocurre como...”: algo que llega; un tesoro y una perla; don de Dios; proceso de
crecimiento como le ocurre a la levadura; dinamismo que transforma la historia; como realidad
que vendrá al final con el Hijo del hombre.
El Reino muestra a Dios; da sentido a la historia; transforma el corazón del hombre; la vida se
ha de configurar conforme al plan de Dios. El Reino no es el resultado de una elucubración
filosófica. Es un proceso espiritual resultante de un designio divino que no está concluido; el
Reino es Dios mismo y se recibe de Dios.
Los destinatarios
Destinatarios privilegiados: los pobres, marginados, enfermos y pecadores.
Los pobres son evangelizados (Mt 11,5); son los que más le necesitan y no se escandalizan de él
(Mt 11,6); ellos anhelan la plenitud, y el reconocimiento de su debilidad les permite reconocer
la salvación en la persona de Jesús. El Reino es también para quienes reciben el amor ofrecido
por Dios. Pero solo haciéndose niños se entra y se posee el Reino de los cielos (Mt 18,3).
La bienaventuranzas
A quien le llega el Reino le llega una gran suerte. Las bienaventuranzas son la carta del Reino.
Son un retrato de Cristo; son lo que Dios hace y hará. Solo en un segundo momento son un
programa moral.
Son proclamación de una realidad que Dios otorga y que llevará a cabo con quienes vivan una
determinadas actitudes. Son experiencia de gracia por quienes siguen a Jesús. Son exhortación
a vivir esas actitudes, que dan acceso a la realidad del Reino entrando en la persona. Son la
definición del destino de Jesús y una proposición revolucionaria respecto a las categorías de
este mundo.
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Bienaventurados los pobres en el espíritu, porque de ellos es el Reino de los cielos. Pobre es
quien no tiene cosas y quien no pone su corazón en lo que posee. Comparte.
Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados. Hay quien sufre mucho.
Todos sufrimos en esta vida. Cuando esto te suceda, únete con Cristo en la cruz y ofrécele
tu dolor.
Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos quedarán saciados.
Dios ve las injusticias de este mundo: asesinatos, robos, calumnias. Cuando te traten
injustamente, no te vengues. El Señor hará justicia en el cielo, premiándote por lo que te
hicieron.
Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Tu corazón está limpio
cuando en él no hay pecados. Con el corazón sucio no eres amigo de Jesús.
Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos se llamarán los hijos de Dios.
Jesús es el rey de la paz. No te pelees tanto, ni insultes, ni hagas rabiar a nadie. La guerra
nunca es el camino de la paz, sino el diálogo.
Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los
cielos. Son muchos los perseguidos por hacer el bien, por defender la Verdad, su fe, a los
demás. Recibirán la gloria.
Estando encarcelado Juan Bautista, envió a sus discípulos a preguntar a Jesús: ¿Eres tú el que
ha de venir o tenemos que esperar a otro? Jesús les dijo que contasen a Juan lo que veían:
Jesús cura a los ciegos y a los cojos; a los leprosos y a los sordos; Jesús resucita a los muertos y
evangeliza a los pobres. ¡No cabe duda, el Reino ha llegado! (Mateo 11, 3-6).
Las parábolas
Las parábolas nos hablan de la presencia del Reino de Dios entre nosotros. Para que la gente
comprendiera el mensaje del Reino, Jesús utilizaba parábolas: El Reino es como un tesoro
escondido en un campo. Un hombre, al encontrarlo, tiene tanta alegría que vende todo lo que
tiene y va corriendo a comprar el campo (Mateo 13, 44).
Con esta parábola, Jesús muestra que el estilo de vida de los amigos de Jesús -el Reino- es un
tesoro, algo maravilloso, como cuando te dan un premio importante.
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El Reino lo construimos entre todos: el maestro, dando bien las clases; la enfermera, atendiendo
con cariño a los pacientes; el párroco, cuidando las cosas que Dios le encomienda; las mamás,
con su trabajo y organizando bien a la familia; los papás, colaborando en casa y mejorando la
sociedad. Y nosotros, cuando estudiamos mucho, nos queremos, somos justos, defendemos la
vida, decimos la verdad, perdonamos, nos respetamos, compartimos...
La semilla del Reino es la que cae en la buena tierra de los corazones de los niños y de las
niñas. De la buena semilla nacen obras buenas en tu corazón. ¿Has notado la semilla del Señor
bajo la tierra de tu pecho?
Cuando haces obras buenas, el bien va creciendo sin que nadie se dé cuenta, y se contagia a
otros, que se ilusionan con hacer ellos el bien, y así va extendiéndose por el mundo.
Para entrar en este Reino hay que seguir a Jesús, amando a Dios y a los demás como Él nos
ha enseñado. Por eso, Jesús habló así: Un hombre invitó a mucha gente a su fiesta, pero los
invitados no quisieron acudir (Lucas 14, 15-24).
No se trata de buscar un Cielo en la tierra, sino una tierra que facilite nuestro caminar hacia el
Cielo. El cristiano, por tanto, ha de tener su mirada siempre orientada -no a los bienes materiales,
sino a los que no se marchitan- hacia la trascendencia.
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Personas, lugares y acontecimientos
Abrahán: o Abraham, patriarca del pueblo de Israel. Dios Padre le pone este nombre cuando
hizo con él el pacto de la Alianza; significa padre de muchos pueblos.
Adán: es el primer hombre creado por Dios sobre la Tierra. Hecho de barro, recibe el aliento de
la vida.
Adviento: tiempo de preparación para el nacimiento del Niño Jesús. Lo esperamos con la
oración, las buenas obras y el esfuerzo.
Alma: sustancia que no vemos ni puede tocarse, porque es inmaterial. También se llama
espíritu.
Ángel: ser espiritual creado por Dios invisible e inmortal. Es inteligente y tiene amor.
Antiguo Testamento: primera parte de la Biblia. Contiene 46 libros, escritos antes de venir el
Mesías.
Apocalipsis: o libro de las revelaciones. Escrito por el apóstol Juan, es un libro profético. Forma
parte del Nuevo Testamento.
Arameo: lengua antigua en la que se escribieron algunos libros de la Biblia. Era la lengua oficial
del Imperio Persa -del que fue rey Darío I- y se hablaba en Israel en tiempos de Jesús.
Arca de la Alianza: cofre sagrado hecho por mandato de Dios, que estaba en el Santísimo del
tabernáculo, y que después se colocó en el templo construido por Salomón. Representaba la
presencia de Dios. Guardaba las Tablas de la Ley, es decir, los Diez Mandamientos.
Ave María: oración dirigida a la Virgen María. La palabra Ave la empleaban los romanos para
saludar a los césares y a las autoridades; significa puro o santo.
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Bautismo: sacramento que incorpora a la Iglesia, por el que nacemos a la nueva vida de los
hijos de Dios.
Baltasar: uno de los Reyes Magos. En los Evangelios se les llama sabios de Oriente. Ofrece mirra
al Niño Jesús.
Belén: ciudad donde fue coronado el rey David, donde anunciaron los profetas que nacería el
Mesías, y donde Jesús nació. Es, actualmente, una ciudad de Cisjordania.
Biblia: nombre del conjunto de los libros sagrados del pueblo judío y de los cristianos. Contiene
el Antiguo y el Nuevo Testamento.
Buena noticia: del cumplimiento de la promesa hecha por Dios a Abrahán, Isaac y Jacob de
que libraría a su descendencia del pecado, mediante su Hijo Jesús. En griego es la palabra
Evangelio: Ev-angelio/ Buen-mensaje. Por eso, Evangelio es la buena noticia.
Cafarnaúm: población situada al noreste del lago Tiberíades. Allí se trasladó a vivir Jesús con su
madre María; fue uno de los lugares donde predicó y realizó algunos milagros.
Canaán: región situada entre el mar Mediterráneo y el río Jordán. Actualmente corresponde
a Israel, la Franja de Gaza y Cisjordania, la zona occidental de Jordania y zonas de Siria y de
Líbano.
Caridad: hábito bueno que consiste en que consiste en amar a Dios sobre todas las cosas, y al
prójimo como a nosotros mismos.
Cartas: escritos breves de los Apóstoles (llamados también Epístolas) recogidos en el Nuevo
Testamento. En total son 21: 13 Cartas Paulinas y 8 Cartas Generales. Las Cartas Paulinas son:
Romanos, 1-2 Corintios, Gálatas, Efesios, Filipenses, Colosenses, 1-2 Tesalonicenses, 1-2 Timoteo,
Tito y Filemón. Las Cartas Generales son: Hebreos, Santiago, 1-2 Pedro, 1-2-3 Juan y Judas.
Catequesis: acción por la cual la Iglesia educa en la fe a sus miembros, sean éstos adultos,
jóvenes o niños.
Católico: universal. La Iglesia se llama católica porque está abierta a todas las personas.
César Augusto: hijo adoptivo de Julio César, es conocido por su nombre de pila: Octavio. Fue
el primer emperador del Imperio Romano. Gobernó desde el año 27 antes de Cristo hasta el 14
después de Cristo. Buen gobernante, hubo paz durante su mandato y en su honor se nombró
el mes de Agosto. Promulgó el decreto de empadronamiento para los habitantes del Imperio,
que hubo de cumplir San José.
Cielo: es un estado de felicidad absoluta viendo a Dios cara a cara, en compañía de María, los
ángeles y los santos. Es la casa de Dios. Se le llama Paraíso o Bienaventuranza.
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Cizaña: planta gramínea muy parecido al trigo, considerada como falso trigo. Jesús se refirió a
ella en su predicación.
Confesión: o Penitencia. Sacramento que perdona los pecados cometidos después del
Bautismo.
Contaminar: hacer daño a la naturaleza. Contaminan ciertas sustancias químicas, lor ruidos, la
luz, el calor.
Cordero de Dios: es Jesús, que sería sacrificado como un corderito por los pecados de los
hombres. Se le llama así comparando al Señor con el cordero que los judíos sacrificaban en la
fiesta anual de la Pascua. El nombre se lo puso San Juan Bautista al día siguiente de bautizar a
Jesús.
Corona de Adviento: corona de ramas de pino o de abeto con cuatro velas que representan los
cuatro domingos de Adviento.
Crear: hacer algo de la nada. En el Génesis se cuenta de forma figurada que Dios creó todas las
cosas por amor.
Cruz: instrumento que utilizaron para dar muerte a Jesús. Es símbolo de entrega, renuncia
y sacrificio por un amor mayor, e icono del perdón, pues en ella Jesús perdonó a quienes lo
crucificaban.
Cura: sacerdote. Al cuidado de las personas (cura de almas) está el cura. Si dirige una parroquia
se le llama párroco.
David: rey israelita sucesor del rey Saúl. Su historia se narra en los libros del profeta Samuel y en
los Salmos. Fue padre del rey Salomón.
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Demonio: nombre general de los espíritus malos: ángeles que se rebelaron contra Dios.
Deuteronomio: significa en griego segunda ley. Es un libro del Antiguo Testamento que forma
parte del Pentateuco. Contiene el discurso de Moisés despidiéndose de su pueblo en los llanos
de Moab antes de cruzar el Jordán.
Diez Mandamientos: o Decálogo son las diez órdenes escritas directamente por Dios sobre
dos tablas de piedra y entregadas a Moisés en el monte Sinaí.
Dios Padre: la primera persona de la Trinidad. Es el Creador del universo, y padre amoroso y
misericordioso que siempre perdona. También se le llama Yahvé.
Discípulo: el aprendiz de un maestro, que incorpora sus ideas y lo sigue. Jesús tuvo discípulos:
los 12 Apóstoles, José de Arimatea, Nicodemo, Lázaro de Betania, los discípulos de Emaús (uno
se llamaba Cleofás), los 72 discípulos que cita San Lucas (10,1), Marta y María, María Magdalena,
Salomé, Juana la esposa de Cusa -intendente de Herodes-, Susana, la suegra de Pedro, la hija de
Jairo, la Hemorroísa, la Verónica. Todo cristiano es discípulo de Cristo.
Domiciano: emperador romano que gobernó desde el año 69 hasta el 96 después de Cristo.
Hijo del emperador Tito, fue injusto y cruel; persiguió a los cristianos.
Éfeso: ciudad de la Antigüedad situada en la actual Turquía. San Pablo la visitó. A los cristianos
de Éfeso, Pablo escribe una Epístola. A esta ciudad es desterrado San Juan Apóstol hacia el
año 62 con la persecución de Domiciano. Y en ella, el año 431, se realizó el Concilio de Éfeso,
donde se proclama que María es la madre de Dios. En el siglo XIII la ciudad fue arrasada por los
turcos.
Egipto: país situado al noreste de África. Incluye gran parte del desierto del Sahara y su actual
capital es El Cairo. Antiguamente era gobernado por faraones, constructores de las pirámides.
En Egipto vivió algún tiempo el pueblo hebreo, y la Sagrada Familia de Nazaret hasta la muerte
de Herodes el Grande.
Egoísmo: quererlo todo, y lo mejor, para uno mismo, sin importar los demás.
El Señor: indica potestad y bondad. Se atribuye a Jesús para expresar su divinidad, su poder, su
honor, su bondad.
Encarnación: tomar carne humana. El Hijo de Dios se encarnó: se hizo hombre, en la persona
de Jesús.
Enmanuel: palabra hebrea que significa Dios con nosotros. Jesús es el Enmanuel. El profeta
Isaías (7, 14; 8, 8) y Mateo (1, 23) lo nombra.
Escritura: conjunto de libros inspirados por Dios que recogen lo que Él nos ha dicho para ir al
Cielo. También se llama Biblia.
Estrella: objeto que brilla con su propia luz. El Sol es una estrella. 12 Estrellas: son un signo de
la Virgen María. Aparecen en el Apocalipsis (12, 1): Un gran signo apareció en el Cielo: una mujer
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vestida de sol, y la luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas sobre su cabeza. 12 son las tribus
de Israel.
Espíritu Santo: tercera Persona de la Trinidad que procede del Padre y del Hijo; es el Amor
entre el Padre y el Hijo. Vive en la Iglesia y en el corazón de las personas. Concede dones y
carismas a los cristianos.
Eucaristía: es el Cuerpo de Cristo. También se llama así a la Misa. Jesús está en la Eucaristía tras
la consagración del pan y el vino, pues se convierten en el cuerpo y en la sangre de Cristo.
Eva: la primera mujer que Dios creó sobre la Tierra. Mujer de Adán.
Evangelio: la Buena Noticia de Jesús recogida en los libros de San Mateo, San Marcos, San
Lucas y San Juan.
Éxodo: significa salida. Es el segundo libro de la Biblia. Narra la liberación de los hebreos de la
esclavitud de Egipto en busca de la Tierra Prometida.
Faraón: rey del antiguo Egipto. El primero es Narmer; se remonta al año 3.050 antes de Cristo; el último
fue la reina Cleopatra, hasta el año 30 a. C.
Fe: virtud por la que el cristiano pone en Dios su confianza y cree lo que Él enseña mediante su
Hijo y la Iglesia.
Gabriel: significa fuerza de Dios. Uno de los tres arcángeles, junto con Miguel y Rafael, encargados
por Dios para realizar misiones importantes.
Gaspar: rey Mago que adora al Mesías en Belén y le ofrece incienso; el nombre, que no aparece
en los Evangelios, se remonta al siglo V.
Génesis: primer libro de la Biblia. Narra la creación del mundo, del hombre y el origen del
pueblo judío; es como el prólogo del Éxodo, libro donde propiamente comienza la historia de
los judíos.
Gentiles: designaba a quienes no creían en Jesús, llamados también paganos. Fue en las
ciudades donde primero floreció el cristianismo, mientras que los habitantes del campo -pagus,
en latín- mantenían las antiguas creencias en dioses falsos. En todo el Antiguo Testamento, este
término designaba a los que no pertenecían al pueblo de Israel.
Genuflexión: doblar la rodilla para saludar al Señor al entrar en una iglesia o pasar delante del
sagrario.
Getsemaní: significa prensa de aceite. Tras la Última Cena, Jesús se dirigió con sus discípulos al
Huerto de Getsemaní para orar. Esta oración se conmemora el día de Jueves Santo. Está situado
en la base del Monte de los Olivos, dentro de la ciudad de Jerusalén.
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Gloria: oración de alabanza a Dios y de petición por la paz del mundo.
Hebreo: persona perteneciente al pueblo de Israel, o pueblo hebreo, nómada en sus orígenes, que
conquistó y habitó Canaán. Practicaban la religión hebrea, la cual creía en un solo Dios; poseían su
propio idioma: el hebreo.
Hechos de los Apóstoles: libro del Nuevo Testamento escrito por San Lucas. Narra la historia
de la Iglesia primitiva, así como la evangelización de los Apóstoles, con abundantes referencias
al Espíritu Santo.
Herodes El Grande: fue rey de Judea, Galilea, Samaria e Idumea, desde el año 40 antes de Cristo
hasta el 4 antes de Cristo. Gran político, militar y constructor; fue un rey extranjero impuesto
por Roma, a quien no se le consideró judío. Tras la visita de los Magos, ordenó la matanza de los
Inocentes: los niños menores de dos años, entre los que, supuestamente, estaría el Niño Jesús.
Herodes Antipas: hijo de Herodes el Grande, hermano de Herodes Arquelao y de Herodes Filipo.
Gobernó la región de Galilea y Perea. Se casó con Herodías, esposa de su hermanastro Herodes
Filipo, lo cual fue criticado por Juan Bautista; como respuesta, Herodes Antipas lo decapitó. Lucas
recoge en su Evangelio la burla de este hacia Jesús, cuando lo llevan a su presencia, antes de ser
condenado.
Herodes Agripa I: sobrino de Herodes Antipas y nieto de Herodes el Grande, es el rey Herodes en los
Hechos de los Apóstoles; una de sus víctimas fue el Apóstol Santiago el Mayor.
Hijo de Dios: es Jesús, nacido de la Virgen María, la madre de Dios. Es la segunda persona de la
Trinidad, que se hizo hombre para entregar su vida por nuestra salvación.
Homilía: palabras que el sacerdote pronuncia tras las lecturas en la Misa, para explicar el
significado de lo leído y ayudarnos a vivir cristianamente.
Horeb: o monte Sinaí, es una montaña situada al nordeste de Egipto, en la península del Sinaí,
donde Dios entregó a Moisés los Diez Mandamientos.
Iglesia: es la gran familia de los que creen en Jesús y lo siguen. Designa también al templo, o
lugar de reunión de los creyentes.
Infierno: estado de sufrimiento eterno para quienes mueren en pecado grave sin arrepentimiento.
La pena principal es la separación para siempre de Dios.
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Inmaculada Concepción: o Purísima Concepción es un dogma aplicado a la Virgen María que
la proclama preservada del pecado original y libre de todo pecado. No ha de confundirse con la
maternidad virginal de María, quien fue virgen antes, durante y después del parto.
Inspiración: acción de Dios sobre el escritor sagrado para que éste escriba lo que Dios quiere
revelarnos.
Isaac: patriarca del pueblo de Israel, hijo de Abrahán y Sara, cuyo nombre significa hará reír,
pues su madre se rió cuando un viajero le anunció que tendría un hijo, y ella, por ser mayor, no
lo creyó.
Isaías: profeta del siglo VIII antes de Cristo. En los capítulos 6 al 12 del libro de la Biblia que lleva su
nombre, anuncia el nacimiento de Jesús.
Israel: actualmente es el Estado de Israel, enraizado con la Tierra Prometida y el lugar bíblico donde
vivió el pueblo hebreo. El nombre proviene del patriarca Jacob, quien luchó durante una noche
con un ángel. Este lo bendijo y le cambió su nombre Jacob por el de Israel. Sus descendientes son
las 12 tribus de Israel, que heredaron la Tierra Prometida.
Jacob: Nieto de Abrahán e hijo de Isaac, compró la primogenitura a su hermano Esaú por un
plato de lentejas. Llegó a ser el padre de los israelitas. Sus hijos fueron: Rubén, Simeón, Leví,
Judá, Isaac, Zabulón, Neftalí, Gad, Aser, José y Benjamín. Su hija, Dina.
Jerusalén: capital de Israel situada en los montes de Judea. Hacia el año 1.004 antes de Cristo,
el rey David la conquistó a los jebuseos, convirtiéndola en capital de su reino.
Juan Evangelista: apóstol y discípulo de Jesús, su nombre significa agraciado por Yahvé.
Judea: región sur de Israel; tierra del Reino de Judea y provincia del Imperio Romano.
Judíos: grupo étnico descendiente de los antiguos israelitas, caracterizado por una identidad
religiosa y cultura propia. La palabra judío procede de Judá, uno de los hijos de Jacob. Se aplicaba
a los habitantes de Judea, y, actualmente, a quienes practican la religión judía.
Lago de Tiberíades: o Mar de Galilea o Lago de Genesaret- llamado así por tener forma de lira-.
Mide 21 km. de longitud y 13 de anchura, alcanzando 48 metros de profundidad y desemboca
en el Mar Muerto. Sobre sus aguas caminó Jesús, y en él se ganaban la vida como pescadores
varios Apóstoles del Señor.
Latín: lengua hablada desde el tiempo de la Antigua Roma, la Edad Media, la Edad Moderna e
incluso la Edad Contemporánea. Se mantiene escrita en textos de la Iglesia Católica romana. Del
latín derivan el portugués, el gallego, el castellano, el catalán, el francés, el italiano, el rumano y otras
lenguas. El inglés deriva de dialectos germánicos, pero contiene palabras de raíces latinas.
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Lepra: enfermedad provocada por la bacteria bacilo de Hansen con efectos demoledores sobre
el cuerpo humano. Se conoce desde hace 4.000 años. Según la ley de Moisés, la enfermedad
se consideraba un castigo, y los enfermos, por impuros, debían ser apartados de la sociedad.
Jesús curó leprosos.
Levítico: libro del Antiguo Testamento perteneciente al Pentateuco. Por ser un manual religioso
utilizado por los sacerdotes encargados del culto -los levitas- se le dio este nombre.
Lucas Evangelista: autor del Evangelio del mismo nombre, fue discípulo de San Pablo. Médico
de profesión, nació en Antioquía; no era judío. Al Señor no llegó a conocerlo, sí a la Virgen
María, de quien recibió relatos personales: la Anunciación, la Visitación, sobre la Navidad, el
Magníficat, etc.
Magníficat: oración y cántico que pronuncia María cuando se encuentra con su prima Isabel al
visitarla. Alaba a Dios por su misericordia y preferencia por los pobres y los humildes, así como
por el cumplimiento de sus promesas.
Manos Unidas: ONGD (Organización No Gubernamental para el Desarrollo) católica para luchar
contra la pobreza en el mundo.
Mateo: o Leví, recaudaba los impuestos de Roma cuando Jesús lo llamó. Eran odiados por los
judíos. Apóstol de Jesús, escribe el Evangelio de San Mateo.
Marcos: autor del Evangelio de San Marcos, identificado como Juan, llamado Marcos. Citado en los
Hechos de los Apóstoles, es discípulo de San Pedro, quien le llama mi hijo Marcos, por el cariño que
le tenía.
María de Cleofás: hermana de la Virgen María, estuvo. Era, pues, tía de Jesús y su discípula.
María Magdalena: procede de la ciudad de Magdala, es discípula del Señor. Fue curada por
Él, asistió a la crucifixión y fue primer testigo -con otras mujeres- de la resurrección, así como
de una aparición del Señor. Ha sido identificada con la pecadora que unge los pies de Jesús en
casa de Simón el fariseo, con la hermana de Lázaro que en Betania unge con perfume la cabeza
del Señor.
Melchor: nombre atribuido a uno de los Reyes Magos; ofrece oro al Niño Jesús.
Mesías: significa Ungido. Se refiere a un esperado rey del linaje del rey David; unos lo esperaban
como el Salvador, otros lo esperaban como el libertador de los judíos del domino extranjero. Ungido,
porque era costumbre ungir con aceite al proclamar a un rey.
Milagro: acción de Jesús, para cambiar las leyes de la naturaleza (sanar a un enfermo o caminar
sobre las aguas) con su poder de Dios.
Misa o Eucaristía: renovación del sacrificio de Cristo en la cruz, y comida para alimento del alma.
Misa de Gallo: Eucaristía celebrada a mitad de la noche, tiempo al que los antiguos llamaban canto del
gallo, pues señala el inicio del nuevo día.
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Misterio de Dios: verdad revelada por Dios e incomprensible con la inteligencia humana.
Moisés: el mayor profeta y legislador del pueblo hebreo, hijo de Abrahán y Iojebed, que recibe
de Dios el encargo de liberar a su pueblo de la esclavitud de Egipto.
Monja o religiosa: mujer consagrada a Dios. Los hombres se llaman monjes o religiosos.
Monte de los Olivos: lugar situado al este de Jerusalén, donde se retiró a orar Jesús con sus
discípulos antes de ser apresado.
Navidad: una de las importantes fiestas cristianas, junto con la Pascua y Pentecostés, que
conmemora el nacimiento de Jesús en Belén.
Nazaret: ciudad situada al sur de Galilea. En esta ciudad vivió la Sagrada Familia durante la vida
privada de Jesús.
Nebo: colina situada al oeste de Jordania, desde donde Moisés divisó la Tierra Prometida antes de morir.
Nerón: emperador romano con éxitos diplomáticos; construyó teatros e impulsó las competiciones
atléticas. Tirano y extravagante, ejecutó a su madre y hermanastro, y persiguió cruelmente a los
cristianos.
Nilo: río africano importante para las civilizaciones antiguas y modernas. Posibilitó el desarrollo
económico del antiguo Egipto, basado en la agricultura, y también cultural- en sus riberas
florecieron grandes ciudades: Luxor, Heliópolis, Alejandría... Junto con el Amazonas, son los
ríos más largos del mundo.
Nómada: persona que se traslada de un lugar a otro, sin asentamiento estable. La Prehistoria es
el tiempo nómada por excelencia. El pueblo hebreo fue nómada en sus orígenes.
Nuevo Testamento: parte de la Biblia compuesta por libros y cartas que fueron escritos después
del nacimiento de Jesús.
Obispo: sacerdote que ha recibido la plenitud del sacramento del Orden. Es el sucesor directo
de los Apóstoles y gobierna una Diócesis.
Ofrenda: bien que se dedica a Dios para pedirle algo o cumplir con una obligación.
Orar: hablar con Dios, o rezar oraciones ya establecidas. La Misa es la oración más importante
para los católicos.
Pablo de Tarso: también llamado Saulo, nació entre el año 5-10 antes de Cristo y murió mártir
en Roma entre el 58 y el 67. Conocido como Apóstol de los gentiles, expandió el cristianismo en
el Imperio Romano. Escribió diversas Epístolas.
Pacto de la Alianza: acuerdo entre Dios y Abrahán. Incluía su deseo de convertirlo en el origen
de un pueblo del que sería su Dios, al que daría la tierra de Canaán.
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Padres de la Iglesia: grupo de pastores y escritores eclesiásticos, obispos en su mayoría, de los
primeros siglos del cristianismo, cuya doctrina forma parte del depósito de la fe de Iglesia Católica.
Palabra de Dios: Es lo que Dios nos ha dicho sobre Él y lo que nos ha dicho a nosotros. La
Biblia es la Palabra de Dios puesta por escrito; y la Tradición es la Palabra viva transmitida por
la Iglesia.
Papa: cabeza de la Iglesia Católica, representa a Cristo en la Tierra y sucede a San Pedro.
Paraíso: jardín bello donde Adán y Eva vivían. También se refiere al Cielo.
Párroco: sacerdote que, en nombre del Obispo, se hace cargo de una parroquia.
Patmos: isla griega situada en el mar Egeo (entre Grecia y Turquía), donde fue desterrado el
Apóstol Juan y escribió el Apocalipsis.
Pedro: nacido en Betsaida, fue el Apóstol a quien Jesús encomendó el gobierno de la Iglesia por
Él fundada. Escribió dos Epístolas y falleció mártir en Roma hacia el año 67. Sus restos reposan
bajo la Basílica de San Pedro, en el Vaticano.
Pentateuco: los cinco primeros libros del Antiguo Testamento que forman la Torá de los
judíos.
Persia: región situada en Irán; Ciro fue su gran rey. En la Antigüedad, este imperio dominó
el Medio Oriente, incluida Canaán. Alejandro Magno, rey de Macedonia, conquistó el Imperio
Persa.
Pesebre: cajón donde comen los animales. Ahí fue recostado Jesús cuando nació.
Piedad: devoción por las cosas de Dios y compasión hacia los demás.
Posada: lugar donde se hospedan los viajeros. A la Sagrada Familia no la recibieron en la posada
cuando María iba a dar a luz.
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Precursor: nombre atribuido a San Juan Bautista, por preceder al Mesías anunciando su venida al
mundo.
Primera Comunión: rito donde se recibe a Jesús en la Eucaristía por vez primera.
Profeta: hombre que habla inspirado por Dios para comunicar a las personas ciertos
acontecimientos futuros.
Pueblo judío: grupo étnico de religión monoteísta que esperaba la venida del Mesías.
Rabino: maestro hebreo que interpreta los textos sagrados del Antiguo Testamento.
Reino de Dios: el mundo nuevo anunciado por Jesús -de paz, amor, solidaridad, justicia,
verdad...- y que nos ha traído para la humanidad.
Reyes Magos: sabios que viajaron al encuentro del Niño Jesús para adorarlo. Representan a los
hombres que buscan a Dios.
Sacerdote: varón que ha recibido el sacramento del Orden Sacerdotal. Colabora con el Obispo
en su acción pastoral, la enseñanza, la predicación del Evangelio y la celebración de los
sacramentos. Se le llama presbítero, cura y clérigo.
Sagrario: lugar donde está Jesús sacramentado; es una cajita pequeña con forma de casita.
Samaria: región situada al norte de Israel. Fue la capital del Reino de Israel.
Santas mujeres: grupo de mujeres que acompañaban y servían a Jesús y a los Apóstoles; entre
ellas: su madre María, María Magdalena, Marta y María las hermanas de Lázaro, Salomé y otras.
Santiago el Mayor: hijo de Zebedeo, hermano de San Juan y Apóstol de Jesús. Es patrón de
España. Fue martirizado hacia el año 43 en Jerusalén por orden de Herodes Agripa I.
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Santiago el Menor: hijo de Alfeo, Apóstol de Jesús y pariente suyo-es el llamado el hermano del
Señor, como recoge el Evangelio de Marcos.
Santiguarse: hacer la señal de la Cruz desde la frente al pecho, y del hombro izquierdo al
derecho.
Santísimo: es Cristo en la Hostia consagrada, o Sagrada Forma, que se expone para su adoración
o se reserva en el Sagrario.
Saúl: primer rey de Israel a final del siglo XI antes de Cristo. Su figura aparece en el libro I Samuel.
Persignarse: hacer tres cruces, con el dedo índice y el pulgar cruzados, sobre la frente, la boca
y el pecho.
Sinagoga: casa donde re reúnen los judíos para orar y oír los libros sagrados.
Sinaí: monte Sinaí o monte Horeb, donde Dios entregó a Moisés los Diez Mandamientos. Está
situado al sur de la península del Sinaí, en Egipto, lindando con Israel.
Talento: unidad de medida monetaria utilizada en la Antigüedad. Correspondía al peso del agua
necesario para rellenar un ánfora. El talento romano eran 32,3 kgr. Jesús aplica el talento en una de
sus parábolas; desde entonces, es sinónimo de inteligencia.
Tarso: ciudad de la actual Turquía que en la Antigüedad era capital de la provincia romana de
Cilicia. Allí nació San Pablo.
Templo de Jerusalén: el rey Salomón, hijo del rey David, construyó el templo de Jerusalén para
albergar el Arca de la Alianza y las Tablas de la Ley (los Diez Mandamientos). Algunos sostienen
que lo edificó sobre la piedra donde Abrahán iba a sacrificar a su hijo Isaac. Para ello se realizó
una gran explanada, sostenida por un muro de enormes piedras, actualmente llamado el Muro
de las Lamentaciones, uno de los lugares más sagrados del judaísmo contemporáneo. Tiempo
después, ya desaparecido el Templo de Jerusalén, en la misma explanada se construyeron los
templos más importantes del Islam: la Mezquita de Al-Aqsa y la Cúpula de la Roca, en el siglo
VII. El Templo de Jerusalén fue destruido por el emperador Tito, en el año 70 después de Cristo;
y, más tarde, por el Emperador Adriano, en el año 135 d.C.
Tiberíades: ciudad construida por Herodes Antipas hacia el año 20 después de Cristo en honor
del emperador romano Tiberio.
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Tierra Prometida: una tierra que mana leche y miel; fue prometida por Dios a Abrahán y sus
descendientes: Isaac y Jacob. Al llegar los israelitas habitaban diversos pueblos: amorreos,
hititas, filisteos, etc. Coincide aproximadamente con el país de Israel.
Torá: palabra hebrea que significa guía para dar en el blanco; o bien, enseñanza, instrucción, ley.
Se refiere a los cinco primeros libros de la Biblia (el Pentateuco) y se le llama Ley de Moisés.
Ungido: término aplicado a Jesús. Unción era embadurnar con aceite perfumado y otras
sustancias en la ceremonia de consagración de un rey. Cristo, el Mesías, el rey de Israel, es el
Ungido de Dios.
Virgen María: madre de Jesús, a quien concibió por obra del Espíritu Santo. Eran sus padres, Joaquín
y Ana. María fue siempre virgen, aun estando casada con San José, quien la cuidó con amor.
Zacarías: esposo de Isabel -prima de la Virgen María- es el padre de Juan Bautista. Sacerdote
judío a quien se apareció el Arcángel Gabriel para anunciarle que tendría un hijo -Juan Bautista-,
precursor del Mesías.
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