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CURSO FOTOGRAFIA 3
Divide el campo de tu fotografía en tres partes horizontales y tres partes verticales, con lo cual tendrás nueve
secciones (algunas cámaras ya tienen integrada esta función). El objetivo de esta técnica es evitar a toda costa
situar lo más importante de nuestra foto en el centro del área; usualmente las composiciones más atractivas se
logran extendiendo esos elementos relevantes a lo largo de dos o más secciones, o situándolos donde los
puntos se cruzan.
En otras condiciones, sin embargo, es posible aprovechar el centro de tu campo visual. Cuando encuentras una
construcción, un paisaje y quizá incluso un rostro que en sí mismos sean simétricos, ¡utilízalos a tu favor! Y
aunque suene un tanto contradictorio, también es posible jugar con las posibilidades de la simetría.
Nunca pierdas de vista los detalles. Una forma sencilla de dar profundidad –óptica y emotiva– a tus imágenes
es tomar un detalle en primer plano, pero, curiosamente, para destacar aún más el fondo. Este contraste de
perspectivas genera un interesante efecto dramático.
Este es un interesante juego óptico que puedes poner en práctica siempre que tengas oportunidad. El marco de
una puerta, un puente, las ramas de un árbol y quizá incluso los brazos de una persona: eso y otras cosas
pueden funcionar como el marco de una imagen que de por sí ya está enmarcada (seccionada) por tu cámara.
Esta técnica otorga profundidad a tus fotografías y también cierta estética peculiar (en función del marco
elegido).
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5. Líneas guía
Esta es una técnica pictórica que también puede aplicarse en fotografía. A veces, lo que vemos tiene ya ciertas
líneas que conducen nuestra mirada, que funcionan como una especie de “carriles” que guían lo que vemos.
Con un poco de pericia puedes reflejarlas en tus imágenes y obtener fotografías que destaquen por su
composición simétrica o por la capacidad para aprovechar las condiciones del entorno.
6. Diagonales y triángulos
Las líneas diagonales y los triángulos dan “tensión dinámica” a una imagen. Esta es una lección que
enseñaron bien los grandes pintores del Renacimiento, quienes al experimentar con el punto de fuga, abrieron
un vasto mundo de posibilidades para la perspectiva y la ilusión de movimiento. Esta es también una de las
técnicas menos sencillas de lograr, pero con práctica y experimentación seguramente llegarás a dominarla.
¿Un consejo? Mantén tu mirada atenta a los triángulos que se forman “naturalmente” en tu campo visual.
Todo es cuestión de perspectiva.
7. Patrones y texturas
Estos dos son elementos que puedes incorporar a tus imágenes para darles un toque especial. Nuestro cerebro
encuentra una satisfacción especial en los patrones, así que ahí ya tienes un buen argumento a favor para
aprovecharlos y, por otro lado, un motivo para darte cuenta de que estamos rodeados de ellos. Las baldosas en
un piso, la forma de ciertas flores, la textura de una alfombra, las nubes, un costal de granos. Todo tiene su
propia textura, y a veces también un patrón que sigue. Este es también un elemento altamente ornamental y
expresivo para tus fotografías.
8. La regla de lo improbable
9. Llena el marco
Ocupar toda el área de tu fotografía es otra técnica que da un toque especial a tus imágenes. Uno de sus
efectos inmediatos es que ofrece detalle de algo que usualmente no miramos así: un rostro, la nariz de tu
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perro, la estructura de una hoja, etc. Puede resaltar texturas, revelar la emotividad de algo cotidiano, suscitar
cierto contraste (entre lo mínimo y lo mayúsculo, por ejemplo) o hacer énfasis en algo de por sí grandioso.
El espacio negativo es una de las nociones más interesantes tanto de la fotografía como de la pintura y algunas
otras artes visuales. Grosso modo, consiste en eso que aparece en una imagen pero que, en cierta forma, no
contiene nada. La pared detrás de dos personas, por ejemplo, el cielo, el piso. Lo curioso es que el espacio
negativo puede ser un gran elemento de expresividad, contraste, geometría y más. ¡Úsalo con imaginación!
La regla del minimalismo también puede ser empleada en la fotografía. A veces bastan unos pocos elementos
para lograr una buena fotografía. Enfocarse en un detalle –una sonrisa, el paso de una persona, la gota en una
ventana– puede hacer que tu imagen gane en expresividad. Esta imagen es de Yoshinori Mizutani.
Esto puede sonar redundante u obvio, pero lo cierto es que a veces por eso mismo puede olvidarse. Dar toda la
nitidez a nuestro objetivo y dejar que el fondo se difumine es una de las técnicas más sencillas para obtener
fotografías que cumplen del todo con su propósito, en especial cuando es un buen retrato lo que deseamos
obtener.
Si lo piensas bien, hay perspectivas que muchos tenemos “precargadas”, como si fuera el software con el que
nuestra mirada opera por default. Una de las pruebas más evidentes de esto son las fotografías turísticas –en la
torre Eiffel, en la de Pisa, en la playa–, ciertos encuadres, motivos y disposición espacial que reconocemos de
inmediato como propios de esas escenas. Aquí el consejo es que si ante una situación de este tipo hay algo que
se te presenta de inmediato como la forma en que debe ser fotografiada, pienses en otra cosa. Siempre hay un
punto de vista alternativo desde donde puedes tomar tu imagen.
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La fotografía es un arte óptico, y al decir esto no queremos remarcar lo obvio, sino apuntar a todo el
conocimiento que la humanidad ha desarrollado en esta materia. Entre otras cosas, la óptica tiene un legado
amplio a propósito de la teoría del color. Acércate a ella y conoce al menos algunos de sus fundamentos. Uno
especialmente útil y sencillo de aplicar es la combinación de colores, algunos de los cuales casan bien entre sí,
armónicamente, en tanto que otros son más bien disonantes. Y esto no para que siempre te inclines por las
“buenas” combinaciones, sino más bien para que sepas que existen y que quizá algunas fotografías puedan
beneficiarse de esto.
Esta regla también es una de las más lúdicas en fotografía, y es simple: si tienes un objetivo que posee cierta
dinámica propia, haz que el espacio abierto quede en la dirección hacia la cual se mueve. En la fotografía de
un auto moviéndose hacia la derecha, por ejemplo, el espacio abierto tendría que estar a su derecha. Esto
también puede aplicarse en otras situaciones para dar cuenta de ese dinamismo del momento.
Esta es una regla polémica pero que sin importar esto puedes utilizar. Se dice que buena parte de la
humanidad está habituada a “leer” de izquierda a derecha, porque así leemos un texto y que por esto mismo
hemos llegado a “leer” así otras cosas, entre éstas, las imágenes. En una fotografía esta regla también hace
ganar dinamismo a la imagen y a veces también crea una especie de semimarco imaginario y, simbólicamente,
la idea de guía y dirección.
Otra regla que requiere práctica para dominarse, pero que al lograrlo, te sitúa en un nivel profesional de la
fotografía. El balance de una imagen requiere de especial cuidado en la composición, la perspectiva, el
enfoque, el espacio negativo y la iluminación. En pocas palabras, todos los elementos en juego. También es un
tanto difícil de explicar, pero quizá no de ejemplificar. En este caso, aunque puede sonar un tanto extraño el
consejo, sugerimos estudiar las obras de los pintores renacentistas, quienes tenían una predilección especial
por las proporciones armónicas, en casi cualquier representación visual (retratos, paisajes, bodegones, etc.).
Saber combinar los elementos presentes en un fragmento de realidad favorece en especial la narrativa de una
imagen. La yuxtaposición ocurre todo el tiempo, porque la realidad es naturalmente caótica. Tu misión con
una fotografía es encontrar la composición adecuada por la que dos o más elementos de ese caos se pongan en
juego para decir algo.
Otro elemento de composición que heredamos de la antigüedad clásica. Si has ejercitado bien la regla de los
tercios, pasar a los triángulos áureos será pan comido. Y así es como funciona: en el campo visual traza
imaginariamente una línea diagonal que parta de la equina superior derecha a la esquina inferior izquierda;
después un par de líneas más: una de la esquina superior izquierda hasta que toque tu línea diagonal, y otra del
punto opuesto, es decir, de la esquina inferior derecha hasta tu diagonal. Como resultado tendrás un área
dividida en 4 triángulos conocidos como “áureos” porque dan la sensación de una composición espacial
sumamente armónica. Esta imagen es de Luc Bresson.
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Por último, tenemos la ley más elevada de toda composición basada en la geometría. De los griegos nos llega
la llamada “proporción áurea”, un número de implicaciones artísticas pero también místicas y espirituales. En
términos matemáticos, dos cantidades se encuentran en proporción áurea si su proporción es igual a la suma
de ambas dividida entre la mayor de ellas. Dejaremos que medites esto y si logras mirar así el mundo, sin
duda estarás en el empíreo de la fotografía.