Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Lucas Ferrería1
Resumen
El presente trabajo realiza una comparación entre la política económica del
gobierno de Mauricio Macri y la llevada a cabo entre los años 1981 y 1989. Para ello se
tomó en cuenta los puntos de partida de ambos procesos, los contextos
internacionales en lo que ocurrieron y ocurren, los diagnósticos sobre los
desequilibrios existentes y el herramental de políticas con que se los abordaron.
Creemos que dicha comparación es relevante por las diversas similitudes entre ambos
procesos, principalmente, la profundización del desequilibrio en las cuentas externas
que vuelve ineficientes y caóticos los procesos de ajuste centrados en la reducción del
déficit fiscal y la política monetaria contractiva. Si tenemos en cuenta lo que significó la
década del 80 como estancamiento del producto, redistribución regresiva del ingreso,
incremento de la deuda externa y antesala de la convertibilidad, la advertencia de
repetición no debe ser desestimada.
INTRODUCCIÓN
1
Licenciado en Economía Política UNGS, lucasferreria@gmail.com
1
El presente trabajo intenta realizar una comparación entre las políticas económicas
durante el gobierno presidido por Mauricio Macri y las llevadas a cabo durante la década de
los 80. Tomaremos como inicio de dicho período histórico la renuncia del ministro de
Economía de la dictadura Martínez de Hoz en el año 1981 y, como final del mismo, la
culminación anticipada del mandato presidencial de Raúl Alfonsín en el año 1989.
La selección de ambos períodos no es arbitraria, estamos convencidos, por sus múltiples
aspectos en común, de la relevancia que tiene dicha comparación para analizar el actual
proceso. El primer punto en común que desarrollaremos es el punto de partida para ambos
procesos. Más específicamente, la compleja situación de una economía con déficit de cuentas
externas, tendencias de alta inflación, desaceleración del crecimiento y déficit fiscal. Será
importante destacar diferencias respecto a las causas de los déficits, su magnitud y el hecho de
que cuando asume Mauricio Macri aún no se había traducido, en déficit de balanza comercial,
el estrangulamiento externo característico de la economía argentina luego de una fase
expansiva. Sin embargo, esto no invalida el objetivo de este trabajo: mostrar la ineficiencia y
los costos socioeconómicos de los procesos de ajuste llevados a cabo en ambos períodos para
intentar revertir los desequilibrios macroeconómicos.
Presentaremos dos marcos teóricos contrapuestos, monetarismo y estructuralismo, y su
abordaje sobre la inflación y el desequilibrio externo. Esto es fundamental para entender cómo
pensaban, y piensan, los gobiernos de turno las causas de los problemas a los que se enfrentan
y, por lo tanto, la acción que correspondería para revertirlas. Lo que según un marco teórico
puede ser la causa de un problema, y por lo tanto la variable a la cual apuntan sus políticas,
para otro puede ser simplemente una consecuencia, o síntoma, cuyo origen se encuentra en
otro lado.
Otro aspecto fundamental a la hora de analizar cualquier política económica, y que
tendremos en cuenta, es el contexto internacional en el cual es llevada a cabo. Aquí también
encontramos fuertes similitudes en los períodos a comparar, no sólo por lo que ocurre en el
resto del mundo sino por la extrema vulnerabilidad que muestra el país frente a estos cambios.
Realizaremos un recorrido cronológico por las medidas que fueron llevadas a cabo,
pensando su efecto esperado y el ocurrido realmente. La intención no es enumerar un cúmulo
de medidas aisladas junto con sus efectos para desmentir o convalidar cierta teoría, sino,
ubicar como objeto de estudio la dinámica que adquieren ambos procesos de ajuste. Su
recorrido está fuertemente condicionado por el punto de partida que mencionamos
anteriormente. Veremos como las cuentas fiscales y externas están directamente relacionadas
complejizando el intento por equilibrarlas.
En síntesis, lo que intentaremos mostrar es una nueva repetición en la historia
argentina. Dos procesos largos de ajuste, el primero de una década y el actual de tres años,
con el FMI garantizando una larga continuidad. El primero de ellos podemos analizarlo como
un todo finalizado, con la hiperinflación de 1989 como su culminación. Difícilmente podamos
decir algo nuevo sobre aquel período. Nuestro aporte intentará ser el de mostrar la repetición,
en la actualidad, de ciertos factores determinantes como: los problemas, u objetivos, a los que
se enfrenta la política económica, los escenarios internacionales en los que se desarrolla y las
dinámicas que adquieren dichos procesos de ajuste ante la repetición de las medidas
implementadas.
2
MARCOS TEÓRICOS RELEVANTES
En esta sección presentaremos dos marcos teóricos contrapuestos sobre inflación y
desequilibrio externo, el monetarismo y el estructuralismo. Ninguno de ellos es un reflejo
exacto de los procesos argentinos ni de la lógica por detrás de las políticas económicas, pero sí
consideramos que tienen un grado de poder explicativo sobre estas cuestiones.
3
“La alta inflación impide la estabilidad y el desarrollo financiero, el crecimiento sostenible y la
igualdad de oportunidades.” (Presentación Política Monetaria 2016, BCRA 2016)
Una política monetaria expansiva por parte del Estado sólo podría, en algunos casos,
expandir la producción en el corto plazo por la ilusión de los empresarios, generada por el
aumento general de precios, de contar con mayores ganancias y por lo tanto invertir más. La
aceleración posterior de la inflación, por el proceso antes mencionado, haría caer las ganancias
empresariales y reacomodaría el nivel de producción al mismo punto de partida previo a la
política monetaria expansiva. Es decir que, neutralizado el efecto inicial, su único resultado es
un aumento del nivel de precios (FRIEDMAN 1968 y PHELPS 1967).
En definitiva, la política monetaria es ineficiente para alterar los niveles de actividad y
empleo, más allá de efectos pasajeros. Su objetivo debe ser el de proveer la cantidad de dinero
justa y necesaria para las transacciones en cierto nivel de producción. Si se observa una
aceleración de la inflación es indicio de un exceso de demanda originado por un exceso de
dinero, por lo tanto, se debe proceder a una política monetaria contractiva.
En las últimas dos décadas, las políticas monetarias orientadas por esta perspectiva
adoptaron la forma de los llamados Regímenes de Metas de Inflación (RMI), política
recomendada por el FMI. Si bien el enfoque monetarista de la inflación es el mismo, se decidió
cambiar el instrumento de política, convirtiendo la cantidad de dinero en una variable
endógena.
Su nombre se debe a que se preanuncian metas anuales de inflación. El instrumento
elegido para controlar los excesos de demanda, y por lo tanto la inflación, es la tasa de interés.
La misma tiene una relación inversa con la inversión, variable fundamental de la demanda
agregada. Si se observa un aumento desproporcional del nivel de precios, se eleva la tasa de
interés real, de esta forma se deprime la inversión por el aumento del costo de endeudarse y
por el mayor atractivo de destinar los ahorros a depósitos o instrumentos bancarios que
paguen interés. La caída en la inversión arrastra a la demanda agregada, eliminando el exceso
que causa la inflación.
Otro aspecto fundamental del RMI es la restricción a la política fiscal. El gasto estatal
primario no debe superar a sus ingresos. Es decir, tiende a eliminar el déficit fiscal primario
para no generar, por esta vía, una inyección de liquidez que eleve la demanda agregada y
presione sobre el nivel de precios. Se impone una férrea disciplina al gasto público a través de
metas fiscales, al mismo tiempo, se propone la independencia de los Bancos Centrales para
evitar el financiamiento del déficit fiscal primario a través de emisión. (CIBILIS – LO VUOLO
2004).
Por último, el RMI debe asegurar una flotación administrada del tipo de cambio. Esta
será la variable que proteja el nivel de actividad frente a shocks externos. Para ello es crucial
limitar el efecto de las fluctuaciones del tipo de cambio en los precios internos.
La inflación estructural:
Este enfoque surgió como respuesta a la aplicación de políticas monetaristas ortodoxas
en América Latina. Uno de sus principales autores es Julio Olivera y está enfocado en la
explicación de la inflación, problema recurrente en los países de la región, a través de la
estructura económica de estos países y de su lugar en el sistema económico mundial.
4
Partiendo de la misma identidad contable que el enfoque monetarista:
MxV=PxQ
Lo que cambia de un enfoque a otro es la relación entre las variables. Si bien no
descartan que pueda producirse aumentos de precios por excesos de demanda, ese sería el
caso de una economía con plena utilización de sus recursos (KEYNES 1936), y no es lo
observado en América Latina. Aquí los aumentos no se deben a un desajuste global entre
oferta y demanda sino, a desequilibrios en sectores puntuales que son claves para el total de la
economía por ser parte de los costos de la mayoría de los bienes y servicios. Por ejemplo, los
bienes agrarios tienen una oferta altamente inelástica, si su demanda crece, por mejoras en el
poder de compra de la sociedad o por el propio aumento natural de la población, entonces
habrá una presión al alza de sus precios. Al ser un bien fundamental para el consumo de los
trabajadores, que necesitarán un aumento nominal de su sueldo para alimentarse, esta alza se
traslada al nivel de precios general. Lo mismo ocurre con cualquier aumento de precios
particular de insumos claves para el proceso productivo en general. Existen rigideces, por la
imperfección de los mercados, que impiden la superación de estos desequilibrios vía aumento
de su producción. (OLIVERA 1967)
Estos desequilibrios sectoriales serían el empujón inicial de los procesos inflacionarios.
Una de las formas que adquiere su posterior dinámica es la puja distributiva. Dependiendo el
poder coyuntural de los sindicatos, los trabajadores intentarán mejorar sus salarios nominales
para no perder poder adquisitivo frente a los aumentos de precios. Luego los capitalistas
remarcarán sus precios para no perder margen de ganancia. Las expectativas sobre la inflación
futura juegan un rol clave en estos procesos. (GIGLIANI 2007).
El aumento de P provocado por las propias condiciones estructurales de la economía,
requiere de un aumento en M para poder convalidar el nivel de transacciones correspondiente
a Q. No se niega la evidencia empírica acerca de la relación entre base monetaria e inflación.
Lo que se sostiene es que el aumento de precios es el que motiva a una expansión monetaria y
no al revés. En todo caso, lo que la política monetaria puede hacer es no convalidar dichos
aumentos, manteniendo o reduciendo la base monetaria, lo que llevaría a una situación donde
los medios de pago no son suficientes para realizar las transacciones y, por lo tanto, cae el
nivel de producción.
En este aspecto la política monetaria sería ineficiente para el control de precios ya que
no actúa sobre los desequilibrios estructurales de la economía. Su única posibilidad sería
reduciendo drásticamente M, lo cual llevaría a tal recesión por caída de la demanda agregada
que P tendería a bajar. Eso dista de ser una solución ya que, al no actuar sobre desequilibrios
puntuales sino sobre la demanda global, sus efectos recesivos son desproporcionados. Esto
explica los recurrentes procesos inflacionarios junto con recesión y aumento de la capacidad
instalada ociosa en Argentina.
Este enfoque también permite ver el efecto de los desequilibrios externos en el nivel de
precios. Las características estructurales de los países latinoamericanos (se profundizará más
adelante) hacen que el crecimiento de su producto conlleve una aceleración de sus
importaciones que no se corresponde con un aumento proporcional de sus exportaciones.
Luego de una fase expansiva, se llega entonces a una situación de desequilibrio en la balanza
de pagos que obliga a una devaluación. Dicha devaluación se traslada, en gran parte, a precios
5
al encarecer los productos importados, que no pueden ser reemplazados por producción local
por la diferencia abismal de productividad industrial, y encarece los alimentos que, al ser
bienes transables, se rigen por precios internacionales. (DIAMAND 1972)
Por último, para los estructuralistas, la relación entre inflación y crecimiento es ambigua
y depende del nivel que adquieran las tasas de inflación. Niveles altos de inflación tienen
severos efectos negativos sobre la economía al dificultar cualquier toma de decisiones,
empeoran los ingresos fiscales y se tornan muy difíciles de contener. Sin embargo, niveles
moderados proveen a los capitalistas de una segunda chance frente a dificultades y sus efectos
negativos son muy débiles. Según estudios empíricos, Pollin y Zhu (2005), en los países de
ingreso medio se registra una relación positiva entre crecimiento e inflación moderada, la
misma pasa a ser negativa cuando supera el 15% anual. Por otro lado, muestran los efectos
recesivos de los RMI que, a través de su incidencia sobre la demanda agregada, intentan llevar
la inflación a niveles inferiores al 5% anual.
6
Así, la tasa de interés local queda por arriba de la internacional, atrayendo capitales
financieros hacia el país que facilitan la solución del desequilibrio externo (CEPAL 1989).
7
advierte sobre el carácter pro cíclico del capital financiero (CEPAL 1989). Las economías con
desequilibrio estructural recibirán flujos de capitales que financian y estimulan la actividad
económica y, por lo tanto, las importaciones. A medida que crecen las importaciones, el nivel
de endeudamiento y se manifiesta la brecha externa con pérdida constante de divisas, los
flujos financieros se reducen y aumenta su costo. La financiación de importaciones en la
primera etapa y luego el peso de la deuda y sus intereses en el balance de pagos, convierten al
financiamiento externo en un agravante a la restricción externa estructural.
PUNTOS DE PARTIDA
En esta sección presentaremos los puntos de partida de los procesos de ajuste que nos
proponemos comparar, específicamente, el contexto internacional en el que se desarrollan, la
situación de las cuentas fiscales y externas y las tendencias inflacionarias. Como veremos, las
similitudes son significativas.
Contextos internacionales:
Es imprescindible tomar en cuenta el contexto económico internacional de la década de
1970 y 1980 para comprender el proceso de “ajuste caótico” que tuvo lugar en Argentina y en
toda la región. La década del 80´ es conocida para la región como “la década perdida” por la
situación de estancamiento general y la crisis regional de la deuda externa.
El aumento de los ingresos crecientes de los países exportadores de petróleo (OPEP) a
partir del aumento del petróleo en 1973 y el fin del patrón dólar/oro significó un aumento de
liquidez mundial. Ocurrió una vertiginosa expansión de los movimientos financieros, América
Latina fue uno de los destinos predilectos, donde se combinó la ansiedad de la banca
internacional por ubicar la liquidez con la imprudencia de los gobiernos para tomar deuda.
Finalizaba el período dorado para dar inicio a la etapa neoliberal del Consenso de
Washington. Sólo en 1982 la tasa de interés de EEUU aumentó en más del doble, elevando
drásticamente los servicios de la deuda de la región pactados mayoritariamente en tasa
variable y revirtiendo los flujos de capitales. Ese mismo año comenzaba la crisis de la deuda, el
Fondo Monetario Internacional asumió la representación de los acreedores y negoció acuerdos
de “salvataje” con los países acreedores que debían negociar por separado. Se imponía a los
países deudores su apertura comercial, desregulación del mercado financiero, privatizaciones y
achicamiento del Estado.
(1) AMÉRICA LATINA: INDICADORES DE FLUJOS FINANCIEROS EXTERNOS
en miles de millones de U$D
Ingreso neto de Deuda Intereses Saldo cuenta
AÑO LIBOR %
capital externa pagados corriente
1973-79 prom
anual 17.600 102.300 7.600 8,8 -12.200
1980 29.500 222.500 17.900 14,0 -28.100
1981 37.300 277.700 27.100 16,8 -40.400
1982 19.800 318.400 38.700 13,6 -40.600
1983 3.000 344.000 34.200 9,9 -7.400
8
1984 10.300 360.400 36.100 11,3 -1.000
1985 4.700 368.000 35.100 8,6 -4.400
Fuente: CEPAL.
Como era de esperar esto está generando una afluencia de los capitales financieros del
mundo hacia los países centrales, que suben su tasa de interés y representan inversiones más
seguras. Esto afecta directamente a los países dependientes del capital financiero. Durante la
última década los países de menores ingresos fueron los que más se endeudaron, lo que ahora
los pone en una delicada situación a ellos y al conjunto del sistema financiero mundial. Estiman
que la reducción de los flujos financieros hacia las economías emergentes sería de U$D 60 mil
millones anuales (INFORME SOBRE ESTABILIDAD FINANCIERA FMI).
Respecto al comercio internacional, las perspectivas de crecimiento económico mundial
en el corto plazo lo favorecerían. Sin embargo, hay un principio de “guerra comercial”, tanto
en lo discursivo como en las medidas implementadas por las potencias. Medidas
proteccionistas como los aranceles al acero importado por EEUU y las respuestas equivalentes
de sus socios afectados indican un clima de retroceso del comercio internacional. Las
implicancias para las exportaciones de la región aún son inciertas.
9
Desequilibrios cuenta externa y fiscal:
La dinámica económica de la década del ochenta está fuertemente condicionada por las
condiciones heredadas de la dictadura militar. El factor que más influyó negativamente fue el
crecimiento exponencial de la deuda externa y su peso sobre las cuentas externas y fiscales.
(3) PRINCIPALES VARIABLES MACROECONÓMICAS 1975 – 1983
en millones de U$D
Deuda externa
Año Saldo result fisc 1° % Inf
S. Público S. Privado Total BC Var R. I. %PBI anual % var PBI
1975 4.941 9.144 14.085 1.490 -791 -12,6 182 -1
1976 6.648 3.091 9.739 883 1.192 -8,5 444 -0,7
1977 8.127 3.635 11.762 1.490 2.226 -2,2 176 6
1978 9.453 4.210 13.663 2.565 1.998 -2,7 175 -3,9
1979 9.960 9.074 19.034 1.109 4.442 -3,0 159 6,8
1980 14.450 12.703 27.153 -2.519 -2.796 -3,7 100 0,7
1981 20.024 15.647 35.671 -287 -3.433 -5,3 164 -6,2
1982 28.798 14.836 43.634 2.288 -5.080 -3,7 343 -5,2
1983 31.565 13.526 45.091 3.331 -4.204 -6,4 433 3,1
Fuente: INDEC
10
el 6% del PBI. En 1983, si bien existió un superávit comercial de U$D 3,3 mil millones, se debía
pagar U$D 5 mil millones por intereses y U$D 20 mil millones por amortizaciones (FERRER
1983). Esta etapa también da inicio a un proceso de fuga de capitales cuya tendencia
acompaña a la deuda externa, que es quien la financia (BASUALDO 2017).
Aquí vemos una restricción externa cuyos orígenes exceden a las explicaciones de los
marcos teóricos mencionados, monetarismo y estructuralismo. Evidentemente no se trata de
un caso de exceso de demanda ya que la participación salarial en el PBI y la inversión
productiva cayeron sistemáticamente, al mismo tiempo que se reducía el gasto público. Por
otro lado, la balanza comercial no evidenciaba los problemas típicos de la estructura
productiva desequilibrada. Lo que aquí generó la restricción externa, que condicionó toda la
década del 80, fue el endeudamiento indiscriminado combinado con especulación financiera
como forma predominante de valorización del capital y la fuga de capitales.
(4) PRINCIPALES VARIABLES MACROECONÓMICAS 2003 – 2015
en millones de USD
Fuentes: INDEC, Banco Mundial, IPC Congreso para inflación desde 2008.
11
principalmente por los canjes, renegociados con acreedores privados de bonos, de 2005 y
2010 y por la cancelación por adelantado de la deuda con el FMI en 2006. El promedio anual
de dólares fugados en el período 2002-2007 fue de U$D 7,3 mil millones (BASUALDO 2017),
una cifra alta pero que se financio con un superávit comercial aún mayor.
A partir de 2010, la restricción externa vuelve a aparecer como condicionantes de los
ciclos de crecimiento en el país. Por un lado, observamos el característico empeoramiento de
la balanza comercial como resultado de la estructura productiva desequilibrada y su
dependencia de importaciones. Estructura que no sufrió grandes transformaciones durante los
años de expansión económica, mientras que se recomponía la demanda de importaciones para
consumo y para la producción. El superávit comercial comenzó a decrecer hasta convertirse en
déficit en 2015. Con respecto a la cuenta de capitales también se observó un deterioro en este
período. La fuga de capitales entre 2008 y 2015 promedió los U$D 12 mil millones anuales,
confirmando su condición estructural de desequilibrio externo (BASUALDO 2017). Si bien el
peso de los intereses de la deuda perdió importancia en este período, adquirió mayor
relevancia la pérdida de divisas por remisión de utilidades no reinvertidas de empresas
extranjeras, superando los U$D 10 mil millones en 2011 (SCHORR – WAINER 2014). El
financiamiento externo fue limitado a partir del recrudecimiento del conflicto con los fondos
buitres en 2011.
La reaparición del desequilibrio externo significó un freno al crecimiento económico,
pérdida de reservas y la vuelta al endeudamiento externo. Como respuesta, tardía sin duda, el
gobierno de Cristina Fernández de Kirchner recuperó YPF para comenzar inversiones en el
sector energético, principal causante del déficit comercial e intentó controlar el flujo de
divisas. En ese sentido se reguló la compra de divisas, se establecieron controles a las
importaciones, limitaciones a la remisión de utilidades, obligatoriedad de liquidar el total de
las divisas a los sectores exportadores.
Respecto a las cuentas fiscales también se observa un deterioro a partir del año 2008
luego de un lustro de elevados superávits primarios. El gasto público se incrementó
fuertemente en ese año como estrategia para contrarrestar los efectos de la crisis
internacional sobre la producción y el empleo al mismo tiempo que se profundizó la política de
subsidios al consumo energético. También se implementó en este período la Asignación
Universal por Hijo y las moratorias jubilatorias. El aumento del gasto fue tal que anuló las
mejoras en la recaudación por la recuperación de los fondos previsionales, la creciente
actividad económica y el aumento de la presión tributaria, principalmente las retenciones al
agro y el impuesto a las ganancias.
Tendencias inflacionarias:
Como podemos ver (cuadro 3), el promedio de inflación anual durante la dictadura fue
de 250 %, una situación muy delicada por los altos índices y por su duración en el tiempo que
dificulta frenar la tendencia. Si bien es cierto que se observa al mismo tiempo un constante
déficit fiscal, claramente no es un caso de inflación por exceso de demanda como lo plantea la
teoría monetarista.
Afirmamos que la inflación durante la dictadura lejos estuvo de deberse a un exceso de
demanda porque durante estos años el ingreso por habitante se redujo en un 15%, el salario
12
real medio 30%, el desempleo y subempleo ascendió al 15%, crecimiento anual promedio del
PBI cercano a cero, la capacidad ociosa industrial se ubicó en el 40% y la del sector de la
construcción en un 50% (FERRER 1983).
Claramente podemos ubicar como disparador del proceso inflacionario la devaluación
realizada en el año 1975 por el gobierno de Isabel Perón como respuesta a la crisis en las
cuentas externas desencadenada por la primera crisis del petróleo y a las realizadas durante la
dictadura.
(5) PROMEDIO ANUAL VAR % PRECIOS ANTES Y DESPUES DEVALUACIONES
Este fue el puntapié inicial para una tendencia explosiva que también corresponde a
cuestiones ajenas al exceso de demanda monetarista. Comenzó un período de puja distributiva
que acelera las tendencias inflacionarias. No solo entre obreros y capitalistas, luego de una
fuerte recomposición en 1975 la participación de los trabajadores en el ingreso se redujo del
45% en 1974 hasta el 25% en 1983, sino también entre las distintas facciones del capital que se
disputaban la riqueza extraída de los trabajadores a fuerza de represión (BASUALDO 2017).
En el período más reciente, la tendencia inflacionaria se inicia en 2007 en coincidencia
con la desmejora de las cuentas externas, la crisis financiera internacional y el conflicto por las
retenciones móviles con el campo. También sostenemos que en este caso el exceso de
demanda agregada no fue la principal causa de la inflación.
No lo es en el sentido de la demanda agregada, pero si ocurrieron cuellos de botella en
sectores claves que tienen incidencia sobre el total de la economía como el energético. El
deterioro de este sector condicionó la balanza comercial y perjudicó las cuentas externas. Lo
mismo ocurrió en distintos sectores industriales que luego de años de crecimiento, y cuando
se requieren inversiones de capital que amplíen la capacidad instalada, no pudieron
acompañar el incremento de la demanda (SCHORR y WAINER 2014). La creciente fuga de
13
capitales que observamos en el apartado anterior es la contracara de la falta de inversión
durante este período.
Los altos precios internacionales de las materias primas durante la década de los 2000
presionaron al alza los precios locales, la dificultad para establecer retenciones a las
exportaciones de esos productos no permitió disminuir este efecto.
Hasta el año 2007 la recomposición de los salarios, luego del piso de 2002, había podido
implementarse sin entrar en fricciones con el capital por las elevadas tasas de crecimiento del
producto. Con el aumento de los alimentos, los sindicatos, que adquirieron mayor fuerza por la
implementación de las negociaciones paritarias obligatorias, pudieron renegociar
sistemáticamente para mantener el salario real, lo que llevó a una puja distributiva que
alimentó la suba de precios.
Si bien las variaciones porcentuales anuales son menores que durante la dictadura, la
inflación desde 2007 pasó a un nivel preocupante por dificultar las previsiones de inversión,
perjudicar la competitividad externa de la industria local y perjudicar en la distribución del
ingreso a los asalariados, sobre todo a los trabajadores informales.
(6) EVOLUCIÓN PRECIO BIENES AGROPECUARIOS, SALARIO, TIPO CAMBIO NOMINAL,
MANUFACTURAS Y SERVICIOS
14
Las nuevas autoridades económicas se pusieron como objetivo la reducción del déficit
fiscal centrado en el aumento de las tarifas públicas y la corrección del desequilibrio externo a
través de la devaluación de la moneda y el control de las importaciones.
Los resultados de las medidas contra la inflación no fueron para nada positivos. El
tarifazo para reducir el déficit fiscal primario y la recesión impuesta por la devaluación
significan una caída de la demanda, sin embargo, profundizaron la tendencia inflacionaria. Lo
que aquí opera es la inflación estructural por aumentos en bienes claves de la economía, la
energía, fundamental para todo el proceso productivo, y los insumos importados. Por otro
lado, la composición del déficit fiscal mostraba, como resultado de la política de
endeudamiento y las frecuentes devaluaciones, el creciente peso del presupuesto destinado a
pagar intereses, lo cual dificultaba equilibrarlo reduciendo únicamente los gastos de
funcionamiento e inversión del Estado.
(7) VARIACIÓN ANUAL % IPC
AÑO INFLACIÓN
1980 100,8
1981 164,7
1982 343,5
1983 433,7
1984 688
1985 385,4
1986 81,9
1987 174,8
1988 387,7
1989 3079,5
Fuente: INDEC.
Las constantes devaluaciones de este período generaron una recesión económica por lo
cual se redujeron fuertemente las importaciones. Por lo tanto, a partir de 1982 comenzó un
periodo de superávit comerciales que se extendería hasta 1991. Sin embargo, esto no permitió
cerrar la brecha externa, el superávit comercial promedio del período equivalía al 50% de los
dólares que se debían pagar en concepto de intereses de deuda. Es decir que la restricción
externa no se solucionó con la caída de la actividad como indicaría el EMBP ni tampoco se
correspondía estrictamente a la estructura productiva desequilibrada, ya que el saldo de la
balanza comercial era positivo.
Lo que se observa, es una nueva característica estructural de desequilibrio externo de la
economía argentina desde la última dictadura militar hasta la actualidad. El insostenible peso
de los intereses de la deuda que sólo pueden ser pagados con nueva deuda y la constante fuga
de capitales (BASUALDO 2017).
(8) DESEQUILIBRIO EXTERNO 1981-1989
En millones U$D
SALDO SERVICIOS DEUDA
AÑO FUGA CAPITALES CTA CTE
COMERCIAL FINANCIEROS % PBI EXTERNA
1981 -287 -4,5 7.790 -4.714 35.671
15
1982 2.288 -7,3 6.451 -2.658 43.634
1983 3.331 -8,9 2.339 -2.438 45.069
1984 3.522 -8,8 738 -2.391 46.171
1985 4.581 -9,7 808 -953 49.326
1986 2.128 -8,7 102 -2.859 51.422
1987 542 -8,1 3.797 -4.238 58.324
1988 3.813 -8,4 -2.062 -1.572 58.473
1989 5.376 -10,1 7.481 -1.379 63.314
Fuente: INDEC, BASUALDO Y KULFAS (2000) y DAMILL, FANELLI y FRENKEL (1994).
16
estatales (FERRER 2008). Al mismo tiempo, se lanzaba el Plan Austral, una conjunción de
políticas ortodoxas y heterodoxas, acordadas previamente con el gobierno de EEUU y el FMI
(CANITROT 1992), con el principal objetivo de detener la inflación. La corrección del
desequilibrio externo pasaba a un segundo plano.
Las medidas heterodoxas incluyeron disminución de la tasa de interés real para alentar
la inversión privada, aumentar las retenciones, para mejorar cuentas fiscales y evitar los
traslados a precios en bienes transables como los alimentos, y la regulación de la indexación
de los contratos, para evitar la presión sobre los precios de las expectativas de inflación futura.
Inicialmente, se realizó un reacomodamiento de precios relativos que incluyó aumento de
salarios, jubilaciones, pensiones y tarifas públicas. Luego, se estableció el congelamiento de
estas variables, de los precios en general y del tipo de cambio. Con respecto a las medidas
ortodoxas, el gobierno se comprometía a reducir el déficit fiscal del 11% del PBI al 4% y a una
política monetaria restrictiva. Es decir que el déficit fiscal no sería financiado a través de
emisión sino a través del financiamiento del FMI.
Los primeros efectos fueron positivos, 1986 fue el año con menor inflación y mayor
crecimiento del PBI en toda la década. La actividad industrial creció en este período un 20%
(DAMILL, FANELLI y FRENKEL 1994).
(9) TASA DE CRECIMIENTO DEL PRODUCTO 1981-1989
VARIACIÓN
AÑO
% PBI
1981 -5,6
1982 -4,9
1983 3,8
1984 2,2
1985 -7,5
1986 7,8
1987 2,9
1988 -2,5
1989 -7,4
Fuente: Banco Mundial
17
Por otro lado, la recuperación de la actividad significó un aumento de las importaciones
que, combinado con la caída de los términos de intercambio de nuestras exportaciones,
redundó en una desmejora del saldo comercial. El desequilibrio externo alcanzó su mayor
déficit de cuenta corriente del período en 1987, mostrando las limitaciones a cualquier intento
de reactivación económica que acelera la pérdida de divisas por la necesidad de
importaciones. Se aceleró la dinámica de endeudamiento para financiar el creciente déficit, al
igual que durante la dictadura, el endeudamiento se utilizaba para financiar la fuga de
capitales y pagar los vencimientos de la propia deuda.
18
El Plan Primavera tuvo un éxito fugaz en su inicio. Leve desaceleración de la inflación y
disminución del déficit fiscal. Los activos domésticos volvían a ser demandados, aunque cada
vez debían ser colocados a menor plazo, con esto se financiaba el déficit fiscal con un
instrumento financiero muy volátil.
A principios de 1989 el desequilibrio externo volvía a sentenciar el intento de
recuperación económica y disminución de la inflación. El nuevo gobierno de EEUU retiró su
apoyo al gobierno de Alfonsín y el Banco Mundial suspendió los desembolsos programados.
Era el final anunciado del financiamiento externo a un país cuya cuenta corriente fue
deficitaria 10 años consecutivos. Esto, sumado a la incertidumbre política local por las
próximas elecciones y la alta probabilidad de un triunfo del peronismo, catapultó la fuga de
capitales a niveles insostenibles.
Entre enero y febrero de 1989 se desató la fuga de capitales que debió ser afrontada con
las pocas reservas internacionales que le quedaban al BCRA y que no podía reforzar con
endeudamiento externo. Se estima (DAMILL, FANELLI y FRENKEL 1994), que se vendieron
aproximadamente U$D 450 millones por semana durante ese período y la fuga durante todo
ese año superó los U$D 7.400 millones. El gobierno renunció a las pautas cambiarias previstas
por el Plan Primavera y devaluó la moneda sistemáticamente como contrapartida de la caída
de las reservas. El precio del dólar se multiplicó por ocho en cuatro meses generando una
inflación de 1700% entre febrero y agosto.
(10) TIPO DE CAMBIO NOMINAL E INFLACIÓN
Variación % anual
La hiperinflación de 1989 generó tal descalabro económico, social y político que forzó el
final del gobierno de Raúl Alfonsín 5 meses antes de la finalización de su mandato
constitucional.
19
inflación, del déficit fiscal y del desequilibrio externo, ninguna de las autoridades de la política
económica logró revertir estas variables más allá de mejoras fugaces luego del anuncio de un
nuevo plan.
Como resultado, la variación anual promedio del PBI durante este período fue de -1%,
por lo que también recibió el nombre de “década perdida”. La inflación anual promedio fue de
637% y fue determinante en la distribución regresiva del ingreso en el período. La brecha
externa causada por el peso de la deuda y la fuga de capitales nunca pudo cerrarse a pesar del
sostenido superávit de la balanza comercial, y fue financiada con nuevo endeudamiento
externo. Este contexto derivó en las privatizaciones de la década del 90´, como parte de pago
de la deuda, y el Plan de Convertibilidad, que decretó la paridad cambiaria para detener la
inflación.
Nuestra hipótesis, la cual se sostiene en todo el análisis precedente del fracaso de las
medidas tomadas, es que el error principal fue enfocar las medidas a la reducción del gasto
público y la restricción monetaria. La idea de generar superávit fiscal para pagar los intereses
de la deuda y para reducir la tendencia inflacionaria nunca pudo ser llevada a cabo. No pudo
ser llevada a cabo, justamente por el descuido del desequilibrio externo. Este desequilibrio,
como ya vimos, ya no se debe solamente a una estructura productiva desequilibrada
dependiente de importaciones, sino también a una nueva dinámica de valorización financiera
del capital, iniciada con la última dictadura militar, que combina el endeudamiento con la fuga
de capitales.
Sostenemos que dicho desequilibrio debió centrar la atención de las autoridades por sus
efectos directos sobre las demás variables a corregir como el déficit fiscal y la inflación. Cada
shock externo negativo del período demostraba la vulnerabilidad del conjunto de la economía
y dinamitaba cualquier intento de crecimiento y de mejora de los desequilibrios
macroeconómicos. Esta explica la dinámica caótica e ineficiente del proceso de ajuste. El
ejemplo más claro de trasmisión de los shocks externos son las devaluaciones que ocurren
frente a la disminución del nivel de reservas. Las devaluaciones por sí solas demostraron ser
ineficientes para cerrar la brecha externa y perjudiciales para la inflación y las cuentas fiscales.
Intentar frenar los precios con disminución del déficit fiscal y restricción de la política
monetaria es ineficiente si el tipo de cambio nominal aumenta constantemente. Por otro lado,
la devaluación significa caída de la recaudación y un aumento de la cantidad de pesos
necesarios para afrontar los crecientes intereses de la deuda externa, empeorando el déficit
fiscal.
En esta sección analizaremos las principales medidas económicas del, aún inconcluso,
mandato de Mauricio Macri. Prestaremos especial atención al diagnóstico realizado por las
autoridades del punto de partida que describimos anteriormente. Veremos qué efectos están
teniendo esas medidas y si son eficientes para el objetivo que fueron planeadas. Intentaremos
20
demostrar la similitud con el proceso de ajuste caótico realizado en la década del 80´. Ese es el
objetivo final de este trabajo.
Diagnóstico inicial:
En materia económica el gobierno de Cambiemos inicia su gestión con dos objetivos
claros: bajar la inflación y desregular las relaciones económicas.
La centralidad de estos objetivos es evidente al ver las medidas que fueron
implementadas y se corresponde con una visión ortodoxa de los problemas que se debían
afrontar y la forma de resolverlos. El libre mercado funciona bien y lleva al crecimiento por sí
solo. Si esto no estaba ocurriendo, a pesar de la medición del INDEC de crecimiento en 2015,
era por los desequilibrios macroeconómicos, los excesivos impuestos y las regulaciones
estatales que limitan el ahorro y la inversión. En ambos casos la culpa era del rol del Estado en
la gestión previa. Siguiendo el paradigma monetarista, el exceso de emisión monetaria para
financiar el déficit fiscal era el responsable de la inflación y, a partir de eso, del desequilibrio
general2. Por otro lado, también bajo una mirada ortodoxa, sostienen que existía en Argentina
un exceso de impuestos y regulaciones que dificultan el ahorro privado, la inversión y la
formación de un mercado de capitales de mayor tamaño.
Respecto al desequilibrio externo, que ya era evidente desde el año 2010 , también se
observa un diagnóstico ortodoxo similar al EMBP. Este desequilibrio también se debe a
cuestiones monetarias, un exceso de crédito interno (déficit fiscal) que financia un nivel de
actividad mayor al del equilibrio externo y una caída de las reservas que ocultaba la necesidad
de devaluar hasta el tipo de cambio que lleve al equilibrio. Esta mirada también sostiene que el
libre comercio internacional es lo más beneficioso para cualquier economía, de esta forma,
cada país se especializa en lo que es más productivo y se logra una mayor eficiencia. Por
último, hasta que las propias fuerzas del mercado equilibren la balanza de pagos, el déficit
sería financiado con endeudamiento externo atraído por la flexibilización de las finanzas y una
alta tasa de interés.
2
Presentación Política Monetaria 2016, BCRA 2016
21
El BCRA fue el encargado de elevar las tasas de interés para restringir la demanda de
dinero y desincentivar la inversión. De esta forma, se eliminaría el exceso de demanda que
estaba causando la inflación. En el mismo sentido, una alta tasa de interés permite aspirar
liquidez circulante al ofrecer un elevado rendimiento en el tiempo por ese dinero, esto
significó un aumento del stock de LEBAC de $ 315.000 millones a fines de 2015 hasta $
1.265.422 millones en 2018.
Respecto a la desregulación del mercado, las medidas son más numerosas. Básicamente
se dividen en eliminación o disminución de impuestos para sectores de altos ingresos,
liberalización del comercio exterior e interno y desarticulación de mecanismo de control sobre
movimientos de divisas y del capital financiero.
Se eliminaron las retenciones a las exportaciones de trigo y maíz y se estableció la baja
gradual en el caso de la soja. Se redujo el impuesto a los bienes personales y sobre los autos de
alta gama. El impuesto a las ganancias, pagado por trabajadores con altos ingresos, es el único
que no fue eliminado pese a las promesas de campaña. Un informe de la Jefatura de Gabinete
muestra que en 2018 lo pagan más trabajadores que en 2015. Estos cambios implican un
deterioro en la recaudación impositiva y agravan el déficit fiscal, lo cual es una fuerte
inconsistencia de la política económica actual.
La apertura comercial se intensificó quitando las DJAI, servían como filtro y control de
importaciones, y reemplazándolas por licencias automáticas y no automáticas. También se
quitaron las restricciones a la exportación de granos y carne. El gobierno impulsa activamente
un acuerdo comercial entre el Mercosur y la Unión Europea cuyos términos permanecen en las
sombras, pero sin duda tiene como objetivo una mayor apertura comercial entre países con
marcadas diferencias de productividad. En el mercado interno, se relajaron los acuerdos de
precios con los empresarios, se liberaron los precios de los combustibles para que sigan los
movimientos del precio internacional y el gobierno presionó activamente para que las
negociaciones salariales, públicas y privadas, cierren por debajo de la inflación.
La desregulación financiera es, sin duda, donde el gobierno realizó cambios más
profundos en sus primeros años de gestión. Fin del cepo cambiario y de los montos tope para
la compra y venta de divisas. Eliminación del encaje obligatorio para capitales especulativos y
tiempo mínimo de estadía en el país. Se quitó la obligatoriedad de los exportadores de liquidar
las divisas obtenidas por las exportaciones en la plaza local y las regulaciones a las empresas
trasnacionales para que reinviertan en el país sus utilidades.
Es necesario mencionar al endeudamiento externo como pilar fundamental de la política
económica macrista. Para ello, una de las primeras medidas fue pagar a los fondos buitres el
total de la suma reclamada. Así es que el gobierno inicia un feroz endeudamiento externo y
Argentina se vuelve el destino favorito, y pasajero, del capital especulativo.
22
El actual gobierno desestima la importancia del desequilibrio externo y centra su política
en la reducción del déficit fiscal, la política monetaria restrictiva y la desregulación del
comercio y las finanzas. El resultado, como era de esperar, fue la profundización del
desequilibrio externo.
(11) DESEQUILIBRIO EXTERNO 2015 – 1° trim. 2018
En millones de U$D
SALDO
FUGA SALDO CUENTA PRECIO U$D DEUDA
AÑO BALANZA
CAPITALES CORRIENTE (base=2015) EXTERNA
COMERCIAL
2015 -3.419 7.505 -17.170 100 152.632
2016 2.128 11.666 -14.901 121 181.170
2017 -8.471 24.941 -30.800 144 232.952
1° trim 2018 -2.494 6.931 -9.623 220 253.741
Fuentes: INDEC, BCRA, Basualdo 2017.
Los datos muestran el error de diagnóstico del gobierno y, por lo tanto, el fracaso de su
plan económico. Ni la desregulación de la economía está generando crecimiento ni la
reducción del gasto público primario reduce la inflación.
23
El déficit de cuenta corriente sostenido en el tiempo requiere de un incremento
constante del endeudamiento externo, esto hace aumentar el monto a pagar por el Estado en
concepto de intereses, sumado a los intereses pagados por la estrategia de las LEBAC,
aumentando el déficit fiscal. Al mismo tiempo, las devaluaciones como estrategia para mejorar
la cuenta corriente, elevan la cantidad de pesos necesaria para pagar los intereses en dólares,
aumentando aún más su peso en el presupuesto 3. La dificultad para reducir el déficit fiscal
también se debe a la quita o rebaja de impuestos mencionada anteriormente.
Las devaluaciones en Argentina tienen severos efectos recesivos, inflacionarios y de
transferencia de ingresos hacia los sectores más ricos de la economía (WAHREN 2012). El alto
nivel de inflación, con un promedio anual superior a los últimos años del kirchnerismo, se
explica en gran parte por el aumento del tipo de cambio. Este efecto es potenciado por la quita
de retenciones y la liberalización del precio de los combustibles. Además, el aumento de
precios en bienes claves para el entramado productivo como la energía, demuestran la
importancia de la explicación estructural de la inflación. Poco puede hacer en este contexto la
suba de la tasa de interés y la reducción del gasto primario para contener los precios.
El crecimiento del PBI tampoco tuvo el resultado esperado, los primeros 3 años de
cambiemos van a promediar 0,5 % de crecimiento anual (estimación REM para 2018). Esto
también se relaciona con la brecha externa y las condiciones estructurales. La reducción del
gasto público, la pérdida de poder adquisitivo del salario y el desincentivo a la inversión, por
las altas tasas de interés, la desregulación financiera y la fuga de capitales, son todos
componentes de la demanda agregada en retroceso. Además, la apertura de importaciones
destruye el entramado productivo local de una industria cuyo nivel de productividad es menor
al de las potencias mundiales. Por más transferencias de ingresos que se hagan al sector
concentrado del empresariado, difícilmente se vuelquen a inversiones productivas. Las
expectativas negativas de la demanda agregada presente y futura, tasas de interés tan altas y
constante riesgo de devaluación por el déficit crónico de la cuenta corriente vuelven a la fuga
de capitales la opción más segura y redituable.
El caos e ineficiencia de este proceso de ajuste se hizo evidente ante el shock externo
negativo que supuso el alza de las tasas de interés de la FED en abril de 2018 4. Los capitales
especulativos que habían llegado para valorizarse a la tasa de interés más alta del mundo 5, se
fueron en manada hacia plazas financieras más seguras. Que Argentina sea el país más
golpeado frente a ese shock externo habla de la importancia de abordar el desequilibrio
externo. Devaluación del 50 % en dos meses, caída de las estimaciones de crecimiento,
aumento de las estimaciones de inflación. Sin embargo, el gobierno decidió continuar con las
medidas que profundizaron el desequilibrio externo. Recurrió al FMI para firmar un acuerdo
stand-by por un nuevo endeudamiento de U$D 50.000 millones, anunció una profundización
del recorte en el gasto público primario y elevo las tasas de interés por encima del 40% anual.
Se insiste con la teoría del exceso de demanda cuando la capacidad productiva instalada ociosa
ronda el 35%. No se implementó ni una sola medida para regular la fuga de capitales, la
3
https://www.pagina12.com.ar/96969-fortisima-suba-de-pago-de-intereses
4
https://www.pagina12.com.ar/114329-no-es-la-corrida-es-el-modelo
5
https://www.infobae.com/economia/2018/04/02/argentina-es-el-pais-con-las-tasas-de-interes-mas-
altas-del-mundo/
24
pérdida de dólares por turismo, la remisión de utilidades no reinvertidas ni el déficit de la
balanza comercial.
CONCLUSIONES
Como vimos en la sección sobre los puntos de partida, ambos procesos de ajuste inician
en contextos de desequilibrio externo, alta inflación y dificultades para generar crecimiento
económico en contextos internacionales desfavorables. Sin embargo, es necesario resaltar
que, tal como los muestran los cuadros 3 y 4, los indicadores económicos tras la dictadura
militar eran mucho más complejos que en 2015. Por otro lado, el gobierno de Alfonsín alternó
políticas ortodoxas con algunas heterodoxas, sobre todo en el abordaje de la inflación, pero su
abordaje sobre un desequilibrio externo en crisis fue limitado.
Eso no influye en la comparación que aquí se intenta hacer. Lo que aquí vimos es que
ningún proceso de ajuste que desestime la importancia del desequilibrio externo va a poder
encausar las variables macroeconómicas. No sólo eso, este tipo de ajustes significó costos
socioeconómicos muy altos para el país y en especial para la clase trabajadora. El ajuste
caótico en los ochenta significó un aumento sideral de la deuda externa, profundizando lo
ocurrido durante la dictadura y comprometiendo el futuro del país. Dicho endeudamiento no
tuvo una contrapartida en el crecimiento económico ni en la capacidad productiva del país
para poder pagarla, cayeron los salarios reales, la inversión y el nivel de empleo. La deuda fue
utilizada para financiar la fuga de capitales y la ganancia especulativa.
El gobierno actual parece encerrado en el mismo laberinto. El dogma ortodoxo de sus
economistas, no le permite ver que, aún si se logra el equilibrio fiscal y si produce un
estancamiento tal de la economía que caen las importaciones hasta equilibrar la balanza
comercial, la cuenta corriente seguirá siendo deficitaria, principalmente por la fuga de
capitales y el pago de la deuda externa. Fuga de capitales que es un problema estructural de
nuestra economía, agravado por las políticas actuales, y que sin duda requiere un papel central
en la discusión económica y política sobre su naturaleza y solución. El proceso de ajuste
caótico puede continuar profundizándose hasta el punto en que se agota el financiamiento
externo y llega la crisis.
La vuelta al FMI es otra variable que se repite en ambos procesos. Esto no es un hecho
menor ya que dicha institución garantiza la continuidad de procesos de ajuste ortodoxos
centrado en la reducción del déficit fiscal, política monetaria restrictiva y desregulación
económica. Al mismo tiempo, significa una pérdida de soberanía respecto a la política
económica de futuros gobiernos.
BIBLIOGRAFÍA:
ASIAIN A. (2011), La inflación bajo el régimen de tipo de cambio competitivo, Fundación
Madres de Plaza de Mayo y CEMOP, Documento técnico n°2.
25
BASUALDO E. (2017), Endeudar y fugar, Buenos Aires, Siglo veintiuno editores.
CEPAL (1989), Políticas macroeconómicas y brecha externa: América Latina en los años
ochenta, Santiago de Chile.
CIBILS A. y LO VUOLO R. (2004), Régimen de Metas de Inflación: ¿el nuevo consenso ortodoxo
en política monetaria?, Buenos Aires, Ciepp.
DAMILL M., FANELLO J.M. y FRENKEL R. (1994), Shock externo y desequilibrio fiscal. La
macroeconomía de América Latina en los ochenta, Argentina, CEDES.
FERRER A. (2008), La economía argentina. Desde sus orígenes hasta principios del siglo XXI,
Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica.
FRIEDMAN M. y SCHWARTZ A.J. (1963), A Monetary History of the United States 1857–1960,
Princeton, Princeton University Press.
FRIEDMAN M. y SCHWARTZ A.J. (1968), The Role of Monetary Policy, American Economic
Review 53(1): 1-17.
KEYNES J.M. (1936), Teoría General de la ocupación, el interés y el dinero, Buenos Aires, Fondo
de Cultura Económica.
26
NACIONAL DE CIENCIAS ECONÓMICAS, Serie 3ª –VOL. X
OLIVERA J.H.G. (1967), Aspectos dinámicos de la inflación estructural, Buenos Aires, Desarrollo
Económico. Vol VII n° 27.
PHELPS E.S. (1967), Phillips Curves. Expectation of inflation and Optimal Unemployment Over
Time, Económica 34(3): 254-281.
SALAMA P. (2012), Crecimiento e inflación en argentina bajo los dos mandatos Kirchner,
Argentina, Colección de Libros: Problemas del Desarrollo.
WAHREN P., BERTUCCIO E., TELECHEA M. (2012), Crisis de divisas y devaluación en Argentina:
una perspectiva histórica, Buenos Aires, Ministerio de Economía y Finanzas Públicas, Informe
económico n° 80.
27