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PAPA-NICOLAS PLANAS
EL SENCILLO PASTOR DE LAS SENCILLAS OVEJAS
1
2
†
PAPA-NICOLAS PLANAS
EL SENCILLO PASTOR DE LAS SENCILLAS OVEJAS
Fócio Kontoglu
(AQUÍ VA SU ICONO)
Boston, Massachusetts
20..
3
© 1,981 Por el Monasterio de la Santa Transfiguración, Brookline, MA 02445
ISBN ………
4
(AQUÍ VA EL ICONO DE PANTOKRATOR)
5
(AQUÍ VA FOTO DE MADRE MARTA)
MADRE MARTA
1,883 – 1,973
6
†
DEDICADO
La Venerable
MADRE MARTA
La Peregrina
PAPA-NICOLAS
Y a los otros
Miembros de su Congregación
Le sirvieron en sus
Diarias Liturgias
7
(AQUÍ VA LA FOTO DE PAPA-NICOLAS)
PAPA-NICOLAS PLANAS
1,851-1,932
(SU FIRMA)
8
†
HIMNO DE DESPEDIDA
Sin tener nada en esta vida * excepto el amor de su Creador, * tú Le serviste noche
y día * en oración y servicio al prójimo; * a cambio, El envió Sus Angeles * ser tu
escolta, * y Sus Santos gozaron de compartir en tu diario servicio. * Ahora, ¡oh!
Nicolás, nuestro Padre, * coronado en el Reino, * asístenos en la tierra.
MEGALINARION
Como un simple pastor de las ovejas de Cristo Dios, * tú cuidaste tu hato bien * en
los pastos de piedad, * nutriendo sus espíritus * con perennes peticiones * y
guiándolos a Cristo, ¡oh! docto Padre Nicolás.
9
(AQUÍ VA FOTO DE ATENAS)
10
INDICE
PREFACIO xxi
PRESENTACION xxxv
CONGREGACION liii
la monja Marta…………………………………………………………… 1-
69
11
14. “¡No apague la luz, mi Padre!” 12
15. Su falta de preocupación por el dinero 13
16. “¡Yo no quiero su dinero; sólo su bendición!” 14
17. La dama que quiso ponerle a prueba 15
18. El veneno que él bebió sin daño 16
19. La curación de Papá Demetrio 17
20. La aparición de los Santos Juan & Pantaleón 19
21. La aparición del Angel 20
22. En, pero no del mundo. 20
23. Cómo se comportaba con los ricos y pobres 21
24. Majestad Litúrgica 22
25. El pan bendito del Angel 23
26. ¡Es el Obispo Mártir Focas! 25
27. La cura maravillosa 25
28. La corrección de vanagloria 27
29. La comunión del leproso 29
30. El más ferviente celo y santa paciencia 29
31. Una consuelo y un refugio 31
32. La familia que encontró a su hijo perdido 33
33. El honor y amor de sus feligreses 34
34. El oraba para que ellos le permitieran orar 34
35. Secretas Liturgias 37
36. El soluciona las dificultades de los fieles 38
37. La sorpresa del cochero 39
38. Uno de los logros de su paciencia 40
39. El ser apartado de la Vigilia & su paciencia en el sufrimiento 43
40.El castigo del sacerdote 45
41. Los presentes y los ausentes en la Liturgia 46
42. La amansada bestia 48
43.Cómo se comportaba con su concelebrantes 49
44. Su sed por la oración 51
45. La aparición del Profeta Eliseo 54
46. La confianza que su fe le dio 55
12
47. Por encima de los escándalos 57
48. El carretero que fue beneficiado 59
49. Ayuda y luz del Cielo 59
50. Imitación de los Santos Padres 60
51. “¡Ni siquiera suficiente para su carruaje!” 61
52. “A partir de ahora no tendrá Ud. más dolor” 61
53. “Mis pasos Tú dirígelos…” 63
54. Su días finales en la tierra 64
55. “La ciudad capital será padecerá tribulaciones…” 66
56. Y su discípula 66
57. Algunos milagros 68
EPILOGO 99
APENDICE 113
GLOSARIO 121
13
(AQUÍ VA ICONO DEL SEÑOR)
Como Tú ves la aflicción de Tu pueblo, ¡Oh! Cristo, concede sanación pues Tú eres
el médico tanto de almas y cuerpos, por las oraciones, ¡Oh! Señor, de Tus Ministros
que ahora Rodéante, el Rey de todo, y que con perennes voces Glóriante como
Dios.
14
PROLOGO DE LOS PUBLICISTAS
DE LA EDICION GRIEGA
En nuestra turbulenta era, existe mucha vanagloria y orgullo que son las señales
de la presencia satánica y la obra del Diablo. No solo aquellos hombres que sirven
a Lucifer con dedicación, sino aún aquellos que debieran ser imitadores de Cristo
y guías de otros por sus palabras, y aún más, por sus obras, han perdido contacto
viviente con la Tradición Ortodoxa, y esto les ha hecho fríos y estériles
racionalistas, Cristianos solamente en nombre, hombres que son orgullosos
respecto a las muchas cosas de este mundo, que no tienen valor alguno si uno las
mide con la vara de la eternidad. En un mundo así que ni es preocupado, ni
turbado, ni sufre, ni vigila su preciosa alma, es muy edificante cuando uno
presenta un ejemplo vivo de Ortodoxía, que “por su virtuosa vida nos ha dejado
enseñanzas de piedad”. Estos son ejemplos de aquellos que no han sido aplastados
por la aplanadora de los hábitos e influencias malignas del mundo, sino que más
bien se han mantenido firmes en su amor por Cristo y la Tradición de Su Iglesia
Ortodoxa. Estos ejemplos son los que nos liga a las raíces de la Tradición, de
manera que no seamos cortados, y así marchitar y morir totalmente. Dios envía
estos ejemplos toda vez que devenimos incómodos por el hecho de que la Iglesia
está siendo sacudida por la tempestad y está a punto de zozobrar; y así, en el medio
de Su Iglesia, El nos asegura de Su presencia y amor. Estos son ejemplos que nos
consuelan y fortalece, que alienta, y por sus vidas, nos iluminan para que podamos
superar las decepciones y escándalos que provienen de las tentaciones que
guerrean contra la Iglesia y Sus obreros. Ellos nos muestran cómo podemos ser
edificados por Cristo con humildad y sencillez, viviendo la santificante, litúrgica
y mistérica vida de nuestra Iglesia Ortodoxa. Y esta es la principal razón para
publicar este libro, pues contiene la vida y disciplina de un hombre atribulado
quien sirvió muchas vigilias en la Iglesia del Profeta Eliseo, de un sacerdote que -
* En la edición original Griega publicada por Prensa Astir (Atenas), 1,965). – TRAD.
15
era en todo ejemplar, de Papa-Nicolás Planás, quien por su vida devino un sermón
viviente para todos nosotros. Sin exageración alguna, uno puede decir ¡que él fue
el sacerdote más litúrgico de nuestra era!. Toda su vida no fue más que un
incesante servicio ante el altar. “Desde el alba hasta la noche”, y desde la noche
hasta la mañana, Papá-Nicolás estaba en la iglesia. El “Celo por la casa del Señor”
le consumía. Toda su vida centrada en los versos de David: “Qué queridas son Tus
moradas, ¡Oh! Señor de los ejércitos; mi alma anhela y desfallece por los atrios del
Señor”¹, “¡Benditos son los que moran en Tu casa; por los siglos de los siglos ellos
Te alabarán!”². El lector que tiene un corazón puro y sencillo, mientras estudia este
libro, verá cuán verdaderas son estas palabras, las que – en la mayor parte – fueron
escritas con mucho amor por una dedicada discípula de Papá-Nicolás, la monja
Marta, que en el mundo fue conocida como Uranía Papadópulos. En las páginas
siguientes, el piadoso lector aprenderá de muchas opiniones e impresiones de
vista (y oído) de testigos que fueron contemporáneos de este humilde y santo
sacerdote, que probó, entre otras cosas, que aún en nuestro tiempo, la santidad
nunca ha cesado de atraer, de cautivar, y de guiar a los hijos fieles de la Iglesia en
Su sendero verdadero. Puede decirse que, en nuestros fríos e ingratos tiempos, la
congregación amante del servicio de vigilia de papá-Nicolás Planás – desde
Alejandro Papadiamantis, Alejandro Moraitidis, y el Padre Filoteo Zerbakos³ hasta
las mujeres, aunque poco instruidas, sin embargo eran piadosas y celosamente
dedicadas a las tradiciones de la Iglesia – eran por la buena voluntad y bendición
de Dios, la continuación de los Kollyvades. Muchas veces somos movidos por la
santa emoción, cuando recordamos la fragancia y aroma de otro mundo de la
paternal presencia del pequeño Padre en nuestro hogar cerca a la Iglesia del
Profeta Eliseo. He aquí del por qué, conociendo la grandeza de la personalidad
litúrgica y sacerdotal del pequeño Padre y la profundidad de su espiritual labor,
ofrecemos a los hermanos, a pesar de su pobreza, esta publicación con mucha
gloria en el Señor.
³ Destacados por su piedad, Alejandro Papadiamantis y Alejandro Moraitidis (más tarde, el monje
Andrónikos) fueron al cambio de siglo, las dos figuras más prominentes en la Moderna Literatura
Griega. El Padre Filoteo Zerbakos, quien recientemente reposó, fue el prominente Abad del
Monasterio de Longobarda en la isla de Paros.- TRAD.
16
- ALEJANDRO PAPADIMITRIU
17
PREFACIO
-Sabiduría de Sira
La santísima y dulcísima boca que expresó sólo la verdad, habló estas palabras,
que da descanso al corazón de todo hombre: “Benditos son los puros de corazón,
pues ellos verán a Dios. Benditos son los pacificadores, pues ellos serán llamados
hijos de Dios”¹.
² Sal. 9:27
³ Mat. 11:28
18
Con estas palabras El estaba llamando acercársele, no sólo a los que están
fatigados con problemas y desgracias de la vida, sino también a aquellos que están
fatigados y agobiados con vano conocimiento, con vanos cuidados, y con las
complejas maldades que lanza al hombre a la desesperación de incredulidad.
Por esta razón también, el bendito e inocente Anciano, cuya vida está escrita
en este libro, vivió gozosamente, como si él fuera un niño pequeño, “con alegría”³,
a pesar de toda amargura por la que pasó, ya que tenía dentro de él al Espíritu
Santo Quien es llamado el Paráclito, es decir, “el Confortador” – porque quien es
iluminado por Aquel tiene la confortación que supera toda amargura y cause su
faz brillar. Para él, el desprecio es recibido con alegría; pobreza y privación se
tornan riquezas; maltrato es tornado en honor, odio en amor, desesperación en
bendita esperanza, aflicción en gozo.
19
Que los hombres con mentes carnales les consideren desgraciados,
marginados, despreciados, inadaptados sociales, incultos, despojados,
amargados. Estos seres afortunados han recibido un don del Señor que
milagrosamente cambia la tristeza en alegría, lágrimas en regocijo, y todo lo que
ya hemos mencionado. En estas personas sucederá el misterio de aquél
maravilloso estado que es llamado por los Padres “la tristeza alegre”, o “la tristeza
agradable”. Este es el nuevo lenguaje que Cristo dijo, todos los que creen en El
hablarán: “Ellos hablarán en otras lenguas”¹.
San Isaac el Sirio escribió mucha cosas sobre “la tristeza agradable”, y entre
otras cosas, dice él: “Nadie puede saber la ayuda que viene del llorar, excepto
aquellos que han dedicado sus almas a esta labor”. Y San Simeón el Nuevo Teólogo
dice: “La primera virtud de un Cristiano es la humildad, que es el principio y el
cimiento. La segunda es la tristeza y la fuente de lágrimas, respecto de la cual yo
diría mucho, pero no hallo palabras adecuadas para hablar de ellas debidamente.
Es un inefable milagro cómo las lágrimas caen de los ojos, y espiritualmente limpia
el alma de la contaminación del pecado. ¡Oh ustedes lágrimas que brota de la
iluminación Divina, y abren los Cielos, me traen Divina confortación! ¿Por qué,
de la dulzura que siento y del deseo que tengo, digo las mismas cosas una y otra
vez?. Porque donde hay muchas lágrimas con conocimiento verdadero, allí está
también la brillantez de la Divina Luz. Y dondequiera que la Luz Divina esté, allí
está estampado el sello del Espíritu Santo, de Quien procede todos los frutos de
vida: belleza, paz, caridad, gentileza, bondad, fe, y abstinencia. De las lágrimas
nace el amor por los enemigos de uno y la imploración a Dios por ellos,
regocijándose en las tentaciones, considerando los pecados de los demás como
nuestros, y llorando por ellos”.
Todos estos dones Celestiales, Papá-Nicolás recibió del Señor. Todos estos
imperecederos diamantes adornaron a aquél harapiento pequeño Anciano, quien
¹ Mc. 16:17. ² Sal. 33:8.
20
fue el más humilde de los humildes. Por esta razón la Divina Gracia moró en él,
de acuerdo a la palabra de la Escritura que dice: “¿A qué hombre miraré, excepto
al que es humilde y tranquilo, y que tiembla ante mis palabras?”¹.
* * *
21
y filosofías, pero tienen necesidad de la santidad. Su deseo es ver cleros
santificados, aun cuando sean más iletrados que ellos. De hecho, cuanto más
iletrados y sencillos son ellos, tanto más les respetan y aman, acercándose a ellos
como si fueran a un refugio. El deseo del pueblo de ver a un santo en su tiempo es
tan grande que, es suficiente para un sacerdote ser solamente piadoso y virtuoso
para que le llamen santo.
Sin embargo, aún hoy en día¹, hombres santos se encuentran. Parece que la
bendición de Cristo, que escogió a nuestra nación a predicar el Evangelio,
concediéndole la Fe que pudiera mantenerse pura tal como fue recibida, así como
la sangre que nuestros innumerables mártires derramaron para que la Fe en Cristo
pudiera ser establecida, obra a fin de que naciera de vez en cuando entre nosotros
algunos hombres santificados desde el seno de sus madres, así como lo fue Papá-
Nicolás, algunos hombres enviados por Dios, que nacieron no de la sangre, ni de
la voluntad de la carne, ni de la voluntad del hombre, sino de Dios”².
Para los Cristianos, no existe una enseñanza más real que la lectura de la
vida de un santo – especialmente de alguien que ha vivido en nuestro tiempo y
que, por su propia vida, se manifestó como un santo sin fanfarria o cualquier
elogio hablado por algún personaje importante. De hecho, de todo lo que hizo y
dijo, fue evidente que él a quien ellos creían ser un santo, no tenía idea de su
santidad, más en cambio lágrimas por sus pecados nunca estuvieron ausentes de
sus ojos. El trató de vivir oculto y solo, “Un gorrión sentado solo, sobre el tejado”³.
22
y sin contrición, haciéndoles fervientes Cristianos. El consideraba a su congregación
como sus hijos, los hijos e hijas de Cristo, una bendita confraternidad que tenía en
medio al inocente Anciano como guía – el buen pastor, que guiaba a su rebaño a
buenos y vivificantes pastos de la Fe Ortodoxa. Todo el cuidado y preocupación
del Anciano era la salvación del rebaño. El sentía dolor por ellos, pues él no era el
jornalero que abandona a las ovejas y se va³.
Que no era “un jornalero” es revelado por su vida entera que él pasó sin
adquirir nada. Con el dinero no tenía contacto alguno, tal como hemos dicho antes.
Con una mano él tomaba lo que ellos le daban para celebrar la Liturgia y hacer los
servicios conmemorativos, y con la otra, lo daba. El quería dar alivio a su rebaño
aunque él mismo tenía hambre, sed y cansancio, con la garganta seca de la lectura
de miles de nombres que había conmemorado. Por años arrastró junto con él
paquetes de amarillentas hojas de papel en las que estaban escritas los
innumerables nombres de los que habían reposado (fallecido). ¡Oh qué increíble
sencillez y bondad! ¡y cuán bendecidos son todos los fallecidos que eran
conmemorados por tal sacerdote!
23
buye a todos los presentes cuantos pedazos de Prósfora o Andídoron tiene en el
santuario. El no se queda con nada¹.
“Ahora, suponga que este mismo sacerdote hay salido de alguna escuela
teológica, antigua o nueva, ¿la diferencia en él sería la mejor?, estaría manchado
con algunas pocas enseñanzas imperfectas, confusas, y mal digeridas, con más
orgullo y más demandas. ¿Sería él, mejor por esto?”.
24
ra Niños’, contestó Papá-Nicolás. El Servicio para niños corresponde para este
inocente hombre”.
Tal vida debe ser escrita por un biógrafo tal como la venerable monja marta,
quien envejeció a los pies, no del sabio Gamaliel, sino del sencillo Nicolás. Como
si ella fuera la sombra del Anciano, nunca ella perdió siquiera el más mínimo
cambio de expresión de él. No había ni siquiera un susurro, o movimiento fugaz
que ella no grabó profundamente en su alma. Las muchas cosas aquellas, que ella
pudo escribir de una manera sencilla y sincera que coincide con su amado
Anciano.
Ella también es una de esas almas que vivieron con temor y amor de Dios -
como Ana, la hija de Fanuel, quien pasó su vida en el templo - prendiendo
pequeñas velas que brillaron como si fueran espíritus, y regocijándose por el
incienso que se elevaba como una nube perfumada de mirra desde el incensario
de Papá-Nicolás, el nuevo Simeón.
Desde su juventud ella nunca estuvo ausente de las Vigilias y Liturgias que
tuvieron lugar en el tiempo de la Iglesia de San Eliseo, con Papadiamantis y
Moretídis como cantores, en la iglesia de San Juan el Cazador¹, en la Iglesia de Los
Tres Jerarcas en Pankrati, en la Iglesia de San Jorge en Kukakion, en la Iglesia de
San Lázaro, en la Iglesia de San Fanurio de Pankrati, en la Iglesia de San Espiridón
de Lumbardiari cerca a la Acrópolis, y en una multitud de capillas alrededor de
Atenas. Doquiera que el Anciano iba, detrás de él estaba su sombra, la monja
Marta.
Es una bendición de Dios para nosotros que aún la tenemos viva con
nosotros y escucharla en compunción, pero también en inteligente y gozoso
hablar². Ella es una poetisa de la Ortodoxía, sin haber escrito nada más que la notas
acerca de su amado pequeño Padre que están impresas en este libro. Le ruego me
perdone por escribir estas palabras.
¹ Este era el nombre de la pequeña capilla de campo situada donde ahora está la Iglesia grande
en la calle Vuliagmeni. No debe ser confundida con el antiguo monasterio del mismo nombre en
el paso entre las crestas del Monte Imeto. Esta capilla fue llamada también San Juan en el Campo.
² Madre Marta reposó en la fiesta de la Gran Mártir Paraskeví, el 26 de Julio de 1,973.- TRAD.
25
A Dios sea la gloria que aún en nuestros días, se hallan almas humildes y
amantes de los servicios, que viven del beber de la fuente inagotable de la
Ortodoxía. Junto con los monjes y las monjas que se juntan como pájaros de la
noche en las pequeñas capillas y las iglesias al lado de los caminos, hay varios
laicos como monjes y varias laicas como monjas: El tío Elías, Nikos el apuntador, el
Señor Demetrio el lector, el tío Stelio el amigo de Papadiamantis, el tío Korres, los
tres Alejandros, Constantino de Lesbos, Atanasio de Kidonia, Cornelio, Basilio,
Pandelis el iconógrafo de Bitinia, Fócio el iconógrafo, Pandelis el cantor, la señora
Elena, las dos Marías, la señora Catalina de Jalkida, Georgia, y muchos otros. Por
tales como estos: gloria a Dios.
Le buscarán”.
- Salmo 118:1-2
FOCIO KONTOGLU¹
¹ Fócio Kontoglu reposó en el Señor en la Fiesta de los Santos Apóstoles, Junio 30/Julio 13,
de 1,965.- TRAD.
26
(AQUÍ VA EL ICONO DE SAN NICOLAS PLANAS)
27
+ + + + + + + + + + + + + + + + + + + ++ + + + + +
PRESENTACION
Ella nos amaba con gran amor y fue un apoyo espiritual para la comunidad
desde su comienzo. Nuestro Abad la conoció por primera vez en Grecia en el año
1,957, siendo entonces un joven monje de veintidós años de edad. La Madre Marta
estaba ya bien entrada en los setenta. Más tarde, cuando el monasterio fue
trasladado de Haverhill, Massachusetts, a Boston a comienzos de los sesenta, ella
28
solía decir: “Si yo fuera diez años más joven, iría a Norteamérica para estar con los
padres. Pero ahora estoy muy anciana”. Su celo misionero era fenomenal.
29
tallada seguramente en el Santo Monte. Es una pieza muy fina, tallada
elaboradamente.
Bueno, por muchos años, en la Santa Teofanía esta cruz fue dada a Papá-
Nicolás para bendecir las aguas. Pero debido a que sucedía que Papá-Nicolás
perdiera cosas de tiempo en tiempo (ciertos delincuentes las robarían de él y las
venderían), la Madre Marta y sus hermanos le inculcarían a Papá-Nicolás no quitar
su mirada de la cruz ni por un momento. Así estaría Papá-Nicolás de pie durante
el largo servicio sosteniendo firmemente la santa cruz con ambas manos, ni
bajándola por un momento, por temor a que pudiera perderla y así ser regañado,
o aún peor, que podría afligir a sus amados discípulos. Ahora esta santa cruz ha
estado en nuestro monasterio durante los últimos veinte años, en donde es
guardada como una gran bendición y tesoro.
La Madre Marta nos regaló también santas reliquias que estaban con su
familia por siglos, entre ellas las de San Pablo el Apóstol (ella era de las regiones
de Corinto, que fueron evangelizadas por el Apóstol) y San Paísio el Grande, que
son verdaderamente excepcionales, y que fueron usadas siempre por Papá-
Nicolás en la Bendición de las Aguas.
Nuestro abad, Padre Pantaleón, nos ha dicho que debido a que la Madre
Marta nos ha dado muchos tesoros, él se sintió avergonzado de solicitar también
por el bastón, considerándolo una glotonería espiritual y una forma de
posesividad, de querer todo para nosotros. Así él nunca lo pidió. Luego, unos
meses antes del reposo de la Madre Marta, la superiora del Convento de la
Anunciación en la isla de Inúsi, la Madre María (Pateras) la visitó, y en el curso de
la conversación, la madre Marta le dijo que ella deseaba que el bastón de Papá-
Nicolás sea dado a nuestro abad después de su reposo de ella, que estaba muy
cercano. Ella solicitó que tres bandas de plata fueran colocadas en el bastón con las
siguientes inscripciones:
Nicolás Planás
31
Obsequiado a su hija espiritual
32
que tenemos de los santos del Santo Monte, de Tierra Santa, Grecia, Asia Menor,
y de otras partes del mundo. Realmente estas bendiciones son el fundamento y
apoyo de nuestra comunidad.
² Ver San Macario de Corinto de Cavarnós, 1,972; San Nicodemo el Agiorita, 1,974; San Arsenio de
Paros, 1,978.
³ Tanto Metaxákis como Papadópulos se habían convertido en obispos, no por elecciones sinodal,
sino que fueron nombramientos políticos impuestos por el Estado. Ambos eran modernistas e
innovadores. Durante este tiempo en el cargo, Metaxákis prohibió tonsuras monásticas y vigilias
en Atenas.
33
El retuvo su nombre original de Nicolás, y nunca usó el monástico kukúlion
(capuchón) sobre su sombrero sacerdotal de modo que no fuera detectado de que
él había sido tonsurado. Aunque vivió en el barullo de la capital de Grecia, en él
se cumplió el dicho de San Isaac el Sirio: “Nadie puede acercarse a Dios, salvo el
hombre que se separa del mundo. Más yo llamo separación, no de la partida del
cuerpo, sino de la partida de las atenciones del mundo” (Homilía Uno).
Ahora son casi cincuenta años desde el reposo de nuestro piadoso Papá-Nicolás
Planás, aún hay muchos viviendo hoy quienes le conocieron en su niñez y adultez
temprana y que recuerdan simpáticos detalles respecto al anciano. De tiempo en
tiempo reunimos a tales personas y nos deleitamos escuchar sus reminiscencias.
El siguiente es uno de esos casos que ilustra cómo, cuando menos se lo espera, uno
se encuentra con una persona que conoció a Papá-Nicolás.
. . . . . . . . . .. . . . . . . . . .. . . . . .. . …
35
solamente fueron sus peculiaridades, voz, risitas, habla, etc., lo mismo, sino aún
su apariencia física devino igual, salvo que ella no tenía barba – su estatura, peso,
forma y mismo porte eran como Papá-Nicolás. El finado Archimandrita Efraín
Karayianis de bendita memoria, quien fue discípulo del Anciano José del Santo
Monte y que pasó algunos años en los Estados Unidos de Norteamérica, nos contó
que cuando él regresó a Grecia y vio a la Madre Marta, después de un lapso de
unos treinta años, él se sorprendió. Por un momento él pensó que vio a Papá-
Nicolás quien conoció bien en su juventud, tan notable era su parecido. El
argumentaría que si uno escuchaba a la Madre Marta desde una habitación
contigua o la viera desde lejos, juraría que era Papá-Nicolás.
La misma Madre Marta era la más extraordinaria persona. Muchas eran sus
visiones de los santos y de los demonios – tan comunes eran que ella hablaría de
ellos como un fenómeno natural y ordinario. ¿Quién será determinado a ser su
sombra, escribir para nosotros su vida?. Tal era la gracia de su anciano Papá-
Nicolás, que como Eliseo el Profeta recibió una doble dote de los dones del gran
Elías el Tibita, de la misma manera también la Madre Marta heredó muchos de los
dones de su amado anciano. Su clarividencia a veces era asombrosa. Si “de las
garras que sobresalen por debajo de una cortina, uno puede reconocer un león”,
luego sólo un evento es suficiente para revelar el calibre espiritual de esta santa
monja. Pero dejemos que nuestro abad, quien la conoció bien, relate con sus
propias palabras una prueba de su clarividencia.
Luego, esa mañana, retorné por aire vía Beirut a Atenas. Temprano por la
tarde, ya estaba yo en la ciudad, y ya que era el tiempo de la siesta, y no deseaba
perturbar a ninguno de los laicos que conocía, fui de frente a la morada de Madre
Marta en la calle Tsimiski #48, sabiendo que ella no sólo no sería perturbada a que
llamara a tal hora, sino más bien deleitada, pues ella me quería como a un nieto.
37
“¿Quién le dijo que yo fui ordenado?”, dije. No hubo respuesta. Así que
repetí más alto mi pregunta. Madre Marta tenía un problema de audición en su
ancianidad; incluso le había yo traído un audífono caro de los Estados Unidos de
Norteamérica. Aún sin respuesta. Repetí una tercera vez mi pregunta gritando:
“¿Quién le dijo que yo fui ordenado y quién fue el que me ordenó?”. Sea que ella
realmente no podía escucharme, o sea que pretendía que no podía, sólo Dios sabe.
Sólo seguía riendo y diciendo: “Dame tu bendición, mi papá. Dame tu bendición”.
Yo no lo haría, y persistí en tratar de averiguar cómo ella supo de ella. En otras
ocasiones fui testigo de tales ocurrencias, pero no persistí en tratar de averiguar
cómo ella sabía ciertas cosas.
“Bueno, seguro que es una poderosa imaginación fuerte que usted tiene”,
dije, y dejé el tema al ver su aprieto.
Esta fue nuestra inolvidable Madre Marta la Peregrina. Cada vez que visité
Grecia, me guastaba llevarle como un regalo algunas velas de cera pura de abejas
e incienso que hacíamos en el Monasterio en Boston. Ella tomaba la caja de incienso
y la agitaba de manera que ella pudiera escuchar el incienso matraqueando
adentro, ella exclamaba con infantil alegría: “¡Mis gomitas! ¡mis gomitas! ¡mis
caramelos!”. Luego olía las velas de cera de abejas, y riendo diría: “¡Velas e
incienso de Norteamérica! ¡velas e incienso de Norteamérica! ¡quién hubiera
pensado obtener tan finas velas e incienso de Norteamérica!
38
Queridos lectores, reciban este pequeño libro como un verdadero tesoro.
Está lleno de una riqueza de enseñanza raramente encontrada en los catecismos y
libros de educación. En él están registradas cosas de piedad referente al clero y a
los fieles, referente a los actos piadosos y costumbres del pueblo de Dios – cosas
no halladas en los libros académicos, más sólo en la tradición viva. Un obispo en
Grecia compró muchas copias del libro cuando recién apareció por primera vez en
Grecia y dio uno como regalo a cada uno de los sacerdotes de su diócesis, tributo
a Papá-Nicolás como el modelo y ejemplo a ser imitado.
Junio de 1,980.
39
(Aquí va una foto)
PAPA-NICOLAS Y SU COCHERO
40
+ + + + + + + + + + + + + + + + + + ++ + + + + ++ +
41
+ ¿Quién es el hombre que teme al Señor? El le pondrá una ley en el camino
que El ha elegido. Su alma morará entre las cosas buenas, y su simiente heredará
la tierra. (Sal. 24:12-13).
+ Tú, ¡Oh! Señor, has fraguado para los que esperan en Tí ante los hijos de
los hombres. Tú les ocultarás en el secreto de Tu presencia del disturbio de los
hombres; Tú les ampararás en el tabernáculo de la contradicción de lenguas. (Cf.
Sal. 30:19-20).
DE LA SABIDURIA DE SALOMON.
42
DE LA SABIDURIA DE SIRACIDES.
+ Los ojos del Señor están sobre los que Le aman. (31:16).
43
I
LA VIDA Y ESFUERZOS
DEL SACERDOTE NICOLAS PLANAS
ESCRITA POR SU DISCIPULA
LA MONJA MARTA
44
( Aquí va una foto de Padre Nicolás con el Evangelio en sus manos)
45
++++++++++++++++++++++++++
1. El nacimiento de Papá-Nicolás.
Una vez el Padre Nicolás estaba contando historias de su niñez. Nos dijo
que en una noche de invierno, cuando ellos estaban sentados junto al fuego, él dijo
a su padre: “Papá, justo ahora nuestro caique Evanyelistria¹ se hundió a las afueras
de Constantinopla”. “Nuestro padre se llenó de temor”, nos dijo; y él dijo a mi
madre: ‘Mujer, ¿qué está diciendo el niño?’. Y realmente, en ese momento nuestro
caique se hundió…”. Y para quitar la noción de santa clarividencia de nuestras
cabezas (ya que él no tenía en absoluto dientes, él hablaba como un niñito), nos
dijo: “Todos los niños ingeniosos son clarividentes”.
2. Su ordenación.
Su padre falleció joven, dejándole de catorce años de edad. Su madre le tomó junto
con su hermana y vinieron a Atenas – una Atenas que, como nos dijo, empezaba
en la Acrópolis y llegaba hasta la Iglesia Vlassaru Panayía.
¹ Un caique es un ligero bote de vela usado en el Mediterráneo oriental. Evanyelistria significa:
“Nuestra Señora de la Anunciación”. – TRAD.
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Su madre le hizo casar cuando tenía diecisiete años. El vivió con su esposa
por un corto tiempo – sólo hasta que tuvieron un niño. Después, en 28 de Julio de
1,879, él fue ordenado diácono en la Iglesia de la Transfiguración en Plaka, Atenas.
Cinco años después, en 1,884, fue ordenado sacerdote en la Iglesia del Profeta
Eliseo. Olvidé decir que, después de su ordenación al diaconado, él dividió su
propiedad con su hermana. No pasó mucho tiempo antes de que uno de sus
paisanos le rogó que se compadeciera de él, pue su propiedad estaba en peligro
por deuda. Inmediatamente el compasivo diácono ofreció poner su propia
propiedad como garantía para salvar a su prójimo, hasta que finalmente la
tomaron de él y le dejaron en paz. Librado, por ello, de las preocupaciones del
mundo y de las posesiones, en medio de la bulliciosa ciudad de Atenas se dedicó
por completo en alma y cuerpo a la vida de los grandes ascetas del desierto.
3. El ve a San Pantaleón.
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“Lloro hijo mío, porque ellos me desecharon de la iglesia de San Pantaleón”.
* * *
Cada año en la fiesta de San Pantaleón, él iba a la Iglesia del Santo en Neos
Kosmos y mantenía vigilia. Un año, como él mismo solía decir, estaba enfermo;
tenía una fiebre aguda. Su familia no le iba a permitir tener la acostumbrada
vigilia. Más él estaba ardiendo de amor por el santo y fue. “Aquella noche”,
dijo él: “después de la Rogativa, yo estaba agotado apoyado en el borde de la
Santa Mesa. Allí, justo en medio del estupor de la fiebre, vi al santo frente a mí,
joven y vigoroso, sosteniendo un pequeño vaso lleno de medicina, y me dijo:
“Bébelo, Padre mío, y estarás bien’. Lo tomé de su mano y lo bebí, ¡y me puse
completamente bien – incluso la fiebre me dejó!. Por una semana tuve la
dulzura en mi garganta. Pensé que era un pecado y desagradecimiento el no
mencionarlo. Salí por la Puerta Santa y dije: ‘Hijos míos, estaba muy enfermo
esta noche, y justo ahora San Pantaleón me dio medicina y la bebí, y me puse
bien’. Todos creyeron y se arrodillaron, glorificando al santo”.
4. Sus Liturgias.
Por cincuenta años y sin descanso él celebró la Liturgia diariamente desde las ocho
de la mañana hasta las tres de la tarde, en tempestades de nieve, revoluciones…Ni
siquiera con la invasión de los Ingleses y Franceses que tuvo lugar en 1,917,
interrumpió él la secuencia de sus Liturgias. ¡En pequeñas capillas bañadas por el
sol en la Acrópolis, en cuartos estrechos, a las dos de la tarde, en el mes de Julio,
él celebraba en iglesias que sólo tenían un puerta pequeña y todo el sol entraba, y
el sudor se establecía en las vestimentas sagradas de este verdadero obrero en la
viña de Cristo!.
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5. Sus ayunos.
El comía cada tarde. Se abstenía de aceite durante todos los ayunos, así como para
el de la Cruz¹: él mantenía este ayuno desde el primero al catorce de Septiembre;
también para los Santos Arcángeles, del primero del mes hasta el ocho de
Noviembre. Para las grandes fiestas, cantaba sus cánones suplicatorios hasta el día
de la culminación. Como padre confesor, no era estricto acerca del ayuno; sin
embargo, consigo mismo, era muy estricto. Un día le dimos un pedazo de
chocolate y le dijimos que era alimento de “ayuno”. Lo tomó en sus manos, lo
examinó bien de cerca, y dijo: “Solo para estar seguro, devuélvanlo”.
El era sumamente sencillo, como un niñito, pero también iba al punto en sus
filosóficas respuestas. Alguien le diría: “Dios mío, Padre, ¿no está cansado?,
¿cuándo va a descansar?”. El cruzaba sus manos y con gran humildad decía:
“Cantaré a mi Dios mientras yo exista²”. El no era de mucho hablar. Alguien le
diría: “Pero, ¿por qué se queda tanto tiempo en la iglesia?. Ud., le decía: “cuando
Ud. abre su tienda, no se sienta dentro todo el día?. Y para mí, la iglesia es lo
mismo”.
¹ Además de los usuales ayunos establecidos por la Iglesia, muchos piadosos Griegos mantienen
un estricto ayuno durante las dos semanas antes de la exaltación de la Santa Cruz.- TRAD.
² Sal.103:35.
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Ya que acostumbraba celebrar la Liturgia todos los días, iba también a otras
iglesias (parroquias), especialmente a la Iglesia del Profeta Eliseo en la calle Aris,
que ya no existe. Manos impías la derribaron, sin detenerse a pensar que de esta
iglesia los monasterios del Santo Monte, así como el resto de Grecia, fueron
proveídos con virtuosos hombres, como monjes, y los conventos, con piadosas
monjas. Allí congojadas vigilias solían haber, teniendo como primeros cantores, a
Alejandro Papadimitríu, que en sus historias (en los Cantos de Dios) refiere de
Papá-Nicolás como un digno obrero en el sacerdocio, y Alejandro más tarde,
monje Andrónikos) Moretídis. Allí Papá-Nicolás velaba junto con el siempre
recordado Papá-Antonio, sacerdote de la iglesia de San Nicolás en Pevkakía. Papá-
Nicolás venía a las nueve y media de la noche, y descansaba un poquito después
de la Liturgia del día. Cuando llegaba a la iglesia había una agitación de la
bienvenida que le daba la congregación. Algunos besaban sus manos, otros su
albornoz, y otros su querida cabecita pues era pequeño de estatura. ¡Qué
inolvidables vigilias eran aquellas!. El celebraba la Liturgia en la iglesia del Profeta
las más de las veces. Pero en fiestas de ayuno estaba en su parroquia.
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8. El castigo a la guardiana.
En la Iglesia de San Juan solía haber una guardiana llamada Sra. María, que fue
tentada por el maligno, y por largo tiempo fue hostil al Anciano. Un día, mientras
el sacerdote entraba a la iglesia, ella le hizo un gesto insultante a aquel. Ni siquiera
él lo notó. Esa noche, la guardiana vio a San Juan, y él le dijo: ¿Qué le ha hecho a
usted alguna vez mi siervo para que usted le haga eso a él? A la vez que le daba a
ella una bofetada, de la cual, cuando despertó, su mejilla estaba negra y
amoratada. Al día siguiente, cuando el sacerdote vino como de costumbre a la
iglesia, la guardiana salió ante él, calló a sus pies, le pidió perdón, y al mismo
tiempo le rogó pisar sus manos. El manso y dulce Papá-Nicolás se hizo a un lado.
Ella gritó: “¡Píselas, Padre mío!”. Y de nuevo el simple Papá-Nicolás: “Pero, ¿por
qué debo pisárselas?”. Esto continuó por algún tiempo, y ella insistiendo. El le
perdonó el incidente, que ni siquiera lo había notado. Después de esta visión, la
guardiana se marchó y se convirtió en monja, y fue llamada Matrona.
9. Su paciencia y tolerancia.
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sobresaltaba a muerte al cansado Papá-Nicolás. Todos los hijos espirituales que
estaban presentes regañaban a Miguelito por la forma como se comportaba con
Papá-Nicolás, sin embargo, con su sincera humildad, nos decía: “No le regañen –
él me ama, sólo él me permite conocer mi lugar”. Eso nos asombraba; no sabíamos
qué decirle. Aún los pequeñuelos tienen sus “nerviosismos”, sus engreimientos,
etc. Nunca supo lo que es engreimiento o ira. El sólo se ponía triste por una cosa:
cuando ellos dejaban algo fuera de las oraciones, le abatía. Este Miguelito, una vez
no le dejó hacer la Paráklisis a la Madre de Dios después de terminar la Liturgia, y
él estuvo triste todo ese día, y se decía para sí: “¡Imagínense, Miguelito no me dejó
hacer la Paráklisis!. . . “. Y se repetía: “Imagínense, él no me dejó hacer la Paráklisis”.
Cuando una vez en la iglesia de San Juan hubo una disputa entre las guardianas,
él se ocultó debajo de la santa mesa para no tomar parte. Durante el descanso de
la tarde, estaba aconsejando a una de sus hijas espirituales en cómo controlar su
temperamento. El le decía: Hija mía, ¿piensas que yo no sé cómo hablar claro?. Lo
sé, pero pienso sobre los resultados, y por eso me callo”.
10. El calendario.
Una vez el cantor de las vigilias, Panayiotis Tomis, le preguntó: “¿Qué piensa Ud.
Padre, acerca del calendario?”. Y él respondió: “¡¡Por convicción el Antiguo, y por
obligación, el Nuevo!!”. El cantor no estuvo satisfecho y se fue.
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niñito estaba en el santuario. De pronto, su madre le vio salir del santuario pálido
como un fantasma, y él dijo a su madre: “¡Mamá-á-á! el Padre Nicolás está
levitando sobre el piso”, y con su manita le mostró, unos treinta centímetros sobre
el piso. El niñito tenía ocho años de edad. Su madre le dijo: “No te asustes, hijo
mío; todos los sacerdotes levitan así cuando ellos celebran la Liturgia”. El niñito
creyó y se calmó.
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cuarentaicinco años!. Mientras la luz se movía, se acercaba. Entonces ella vio a
Papá-Nicolás, y que tenía una luz delante de él. Al tiempo se enteró quién era el
que había entrado al patio. La hija también salió al lado del patio y pidió a Papá-
Nicolás: “No apague la luz, Padre mío, bajaré y encenderé también nuestra
lámpara”.
“No, no, hija mía”, repitió él, “¡no tengo ninguna luz!”.
Algo inexplicable para los escépticos, y para los que no conocían a Papá-
Nicolás y la gracia que poseía.
Su desdén por las cosas materiales en cada llamada del deber era único. Jorge
Stellas, por quien el sacerdote rezó un Paráklisis, le dio como pago una suma muy
respetable dentro de un sobre cerrado. Pero él, cuando recibió el sobre, aún
cerrado, lo dio inmediatamente a una pobre mujer que estaba allí esperándole
terminar el Paráklisis. El hombre que se lo había dado, se enfureció y dijo
impaciente: “¡¿Por qué, ese bendito, ni siquiera miró lo que le di?!”.
El tenía una consideración especial para una de sus hijas espirituales. Circunscribía
sus comentarios a ella. Le decía una vez a ella, durante aquellas horas de la tarde
que están llenas de sosiego y quietud, cómo había repartido una suma de dinero a
once familias de viudas y huérfanos, y especialmente, como decía él, para las
viudas más jóvenes, debido a que la pobreza las fuerza a una forma corrupta de
vida. El mantuvo la pensión por años, hasta que vimos a sus hijos mayores, casi
de catorce o quince años de edad, venir a la iglesia para recoger la pensión.
Una gran cantidad de dinero pasaba por sus manos, pero inmediatamente
lo separaba para limosnas. El incluso ayudaba a diáconos jóvenes obtener su
educación. Muchas veces ni siquiera tenía encima un centavo. Una vez, sin darse
cuenta, tomó un carruaje para ir a cierta casa. Cuando llegaron, él quiso pagar,
sacó su bolsita de tela que usaba, buscó dinero – buscó otra vez – nada. Estaba en
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apuros. El cochero le dijo: “¿No es Ud. aquél sacerdote Papá-Nicolás de la
parroquia de San Juan?”.
Una vez se metió en un colectivo por la iglesia de San Juan para ir al pueblo.
Sus hijos espirituales que le acompañaban se apresuraron a pagarle su pasaje. El
conductor les dijo: “No, tengo orden de la dueña del colectivo, que cuando Papá-
Nicolás viaje, no debo cobrarle a él ni a ninguno de su comunidad”. Como vemos,
con él todo estaba pagado.
Había una señora que era una de aquellas tipas que tienen una curiosidad
demoníaca por probar a los santos, en un esfuerzo por encontrar fundamentos
para lanzar calumnias contra el clero. Cuando ella oyó de las virtudes del Padre
Nicolás, se decidió probarlo. Un día, fue ella a la iglesia y le dijo: “Venga a mi casa,
Padre mío, y rece cuarenta Paráklisis por mí, pues tengo problemas familiares; Le
estaré esperando cada tarde”.
En una época, debido a las muchas Vigilias y Liturgias, estaba muy agotado. Un
joven farmacéutico (su hijo espiritual) ofreció hacerle un medicamento para
tonificar su constitución física, vino y varios tónicos, incluyendo una cantidad de
arsénico (veneno), para que lo bebiera todas las noches en una pequeña copa de
licor. Su familia asumió la responsabilidad de dárselo a él. No pasaron dos días,
cuando se levantó muy temprano para ir a la Liturgia, y en medio de la oración
que solía recitar (pues, tan pronto abría sus ojos inmediatamente empezaba a orar),
por su falta de atención, en vez de tomar la pequeña botella con el vino de
comunión, cogió la pequeña botella con la medicina. Se fue a la iglesia, sirvió con
ella, la consumió – hasta la última gota – y sintiéndose bien regresó a casa. Su
familia quería darle la medicina; buscaron la pequeña botella – no la encontraron.
En medio de su desazón, él cogió la pequeña botella de su bolsillo con la etiqueta
de la farmacia en ella. Tan pronto como su familia la vio, se inquietaron. Le
preguntaron si sentía algo – “No se preocupen”, dijo él, “¿no dijo el Señor: ‘aún si
ustedes beben algo mortífero, no les dañará’?”. Y aunque era amarga mientras la
consumía, a él le pareció lo más dulce.
56
expresó la opinión que él había contraído envenenamiento de sangre, ya que sufría
de constante insomnio. Se quedó allí por cuarenta días, yendo de mal en peor.
Ellos decidieron llevarle a aquél querido pequeño amparo donde todas las
pequeñas almas atormentadas buscaban refugio de las tempestades de la vida.
Ellos una noche le trajeron para asistir a la vigilia de oración por su salud. Tenía
con él, con el fin de protegerlo, sólo a su presbitera y a su hijo que era de unos
diecinueve años de edad. Cuando la comunidad de Papá-Nicolás – que era de cinco
o seis mujeres – le vio, ellas se asustaron mucho. Bueno, la vigilia comenzó. El
empezó a hacer un sonido, y quería encaramarse sobre la caseta del cantor y saltar
por la ventana. Pero había una rejilla y no pudo. Quería abandonar su lugar e ir y
golpear a las monjas que estaban cantando. Su hijo sostenía un pequeño cordón y
le atemorizaba con él. Su esposa también le retenía, pero el hombre enfermo le
decía: “¡Quiero matar al sacerdote, quiero quemarlas!” – es decir, a las monjas que
estaban cantando. Pasada la medianoche, se soltó y fue hacia el coro donde los
cantores estaban junto con Papá-Nicolás, y el enfermo sacerdote empezó con
grandísima compunción cantar el himno de despedida de San Nicolás, que es: “La
verdad de las cosas has revelado a tu rebaño como regla de fe, un ícono de
humildad”, etc., en el momento inapropiado para ello. El padre dijo a las monjas:
“No le interrumpan; déjenlo que lo cante todo”. ¡Y así fue!. Regresó tranquilo a su
lugar, y cuando amaneció luego, aún tranquilo, anunció que se puso bien y que
iba a dormir bastante, pues fueron cuarenta días en que no durmió. Por su falta de
sueño, tenía una apariencia terrible. Sus ojos estaban hinchados muy rojos y fieros.
Regresó a casa y durmió por treinta horas. Se despertó en perfecta salud. A una
semana de su curación, fue a la Iglesia del Profeta Eliseo y cantó, ayudando al
Anciano como un cantor, y, después de quince días, concelebró con Papá-Nicolás.
Fue con un gran esfuerzo que las monjas así como el hombre curado, retuvieron
sus lágrimas; especialmente cuando ellas besaron su mano, pues él era el
celebrante. A partir de entonces, toda vez que el sacerdote venía a Atenas, primero
iba donde Padre Nicolás estaba sirviendo para recibir su bendición, y luego iba a
su asunto.
57
En el año de 1,923 uno du sus hijos espirituales¹ quien era excepcionalmente
querido por el Anciano – un caballero lleno de salud y vigor – sufrió una ruptura
de la apéndice y vivió ocho días más. Durante aquellos días, ¡el Padre Nicolás trajo
el cielo a la tierra con su incesante y sentida oración a que este amado hijo pudiera
vivir!. Una noche cuando el regresaba a casa, dijo desconsolado a su familia: “Elías
va a morir; San Juan y San Pantaleón me lo dijeron”. Y verdaderamente, su amado
hijo espiritual partió – su hijo a quien abrazaba cada vez que se reunía con él.
Tres meses pasaron antes que la hermana del difunto, le fuera posible –
debido a su inexpresable dolor - preguntar exactamente cómo él vio la visión. El
entonces le dijo: “En el momento en que estaba sirviendo la Liturgia, vi frente a
mí, detrás de la Santa Mesa, a San Juan y a San Pantaleón, y ellos me dijeron:
“Transmitimos tu solicitud a nuestro Señor, Cristo, Quien nos dijo que el moriría”.
Un mandato superior, le dijeron.
Cuando él aún no estaba muy anciano, partió solo a una pequeña capilla de campo
en Peristerí, donde iba a ver una Vigilia. Tan pronto como hubo ido a cierta
distancia, perdió su trayecto, y tomó algunos senderos que iban por el medio de
los campos, pero no sabía a dónde iba. Continuó, intranquilo y orando, y vio
delante de él un joven que le dijo: “¿Has perdido el camino, Padre mío? Déjame
guiarte”. Con el joven en frente y Papá-Nicolás detrás, llegaron la puerta de la
iglesia. Aquí él mismo cuenta: “Tan pronto como llegamos a la puerta, volteé para
agradecerle, y en ese momento él comenzó a brillar y desapareció”.
Al término de la Liturgia, que solía terminar alrededor de las 2:30 o tres de la tarde,
cuando el Paráklisis se había cantado, con una interminable conmemoración de
nombres (sus servicios siempre eran dobles) estaba fatigado. Luego
frecuentemente visitaba familias amigas donde se hallaba en casa, y descansaría,
durmiendo sentado en un sillón.
Alrededor de él, la compañía podría ser, hablar de política, cada uno con su
¹ El hermano del escritor.- TRAD.
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propia opinión. De vez en cuando, ellos también hablarían al Padre Nicolás: “Y tú,
Padre mío, ¿qué piensas de lo que estábamos diciendo?”. Y cuando él se hubo
recogido de la hondura de pensamientos en que estaba inmerso, entonces él
también querría decir algo. Y le escucharíamos preguntar: “¿Quién gobierna
ahora?” es decir, quién es el Primer Ministro?. Pueden imaginarse ¡cuán bien
informado estaba de los asuntos del mundo!. Todos los que estuvieran allí le
palmearían su querida y pequeña cabecita, besarían sus manos, y le dejarían solo.
Cuando él solía dejar nuestra casa para ir a la iglesia, las amas de casa del
vecindario se santiguarían para mostrar su respeto. Los transeúntes harían una
pausa en su caminar, por reverencia. ¿Quién censurará hoy en día si la sociedad
mira a los sacerdotes con falta de respeto?. ¿No ven cuán ansiosamente siguen si
un virtuoso sacerdote aparece en alguna parte?. Inmediatamente ellos saben
dónde va a servir, dónde él va a predicar, y van a escucharle.
Como la persona excepcional que él era, nunca fue influenciado por el rango social.
Era el mismo con todos. La siempre recordada Sofía Trikupis le conocía y le tenía
en gran estima. También en aquellos días, la Sra. Zlatanu le visitaría en la iglesia
de San Juan, en su carruaje. Muchas veces había hecho el servicio de la Santa Agua
para ella en su gran casa, y la Sra. Zlatanu tenía algo de la Santa Agua para la
Reina.
Dejando su mansión, iría a la vez a hacer el Servicio de la Santa Agua para alguna
Cristiana muy pobre que vivía en una choza entre las angostas callejas de la
Acrópolis. Esta pequeña mujer tenía para su sustento una bandeja expendedora
con unos pocos caramelos, y ella trataba de vivir de eso. Al final del Servicio de la
Santa Agua, como la buena pequeña mujer estaba muy en deuda con la generosa
disposición del Padre, ella le ofrecía algunos caramelos. El no tomaba ninguno
(aun cuando a él le gustaban los dulces).
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Su hija espiritual, que le había ayudado a subir los escalones de la angosta,
empinada calle, se quedó asombrada. No solo él no fue pagado, sino que ni
siquiera tomaría dos o tres caramelos para no causarle pérdida. Su vida mostró la
simplicidad de un niño, con nobles sentimientos.
Esa noche las monjas estuvieron ausentes, y la monja que estuvo con él les
dijo en la mañana. El también acostumbraba ver otras visiones, y hablaría de ello
solo en ese mismo momento, diciendo a quien quiera estuviera parado cerca de él.
Si usted le preguntara en cualquier otro momento él no hablaría de ellas; solo diría:
“No veo nada; solo las imagino”. Mientras tanto los demás se darían cuenta por el
cantor quien siempre le tenía cerca de él.
Por el lapso de medio siglo, en que él celebró la Liturgia sin pan (puesto que nunca
estuvo enfermo), sucedía de tiempo en tiempo que no tenía prósforo (pan para la
oblación). Pero aun cuando no tenía uno con él, encontraría uno fácilmente en las
panaderías cercanas, o casi siempre ellos le enviarían uno. Abreviando, nunca
estaba sin ninguno. Un día, Los Matutinos habían avanzado bastante y no había
prósforo en absoluto. El envió a dos miembros de su comunidad a ir a las panaderías,
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a las amas de casa que conocía tendrían siempre prósforo; buscaría en los armarios
del santuario, en caso que otro sacerdote haya dejado un prósforo – nada. Nada por
hallar. ¡Después de tantas Liturgias tener un receso! . . . Estaba triste a punto de
lágrimas. . . Entonces le vieron salir de las Puertas Santas sosteniendo un prósforo
(sólo el Sello, no el pan entero) tan fresco como pudiera ser. El encontró este
prósforo sobre la Santa Mesa. Emocionado de alegría, dijo: “Miren hijos míos, qué
señal Dios ha obrado para nosotros”. Llamaba a todos los milagros “señales”. No
quiso profundizar en estos fenómenos, los veía como naturales – no sé cómo
decirlo – y eso debido a que él tenía gran fe. El no diría mucho acerca de ellos, a
fin de no poner ningún valor sobre sí. Como vemos en las vidas de los santos, un
ángel del Señor ministraría a los ascetas del desierto con revelaciones y
sobrenatural ayuda que él les ofrecía; así fue con Papá-Nicolás. ¿No sería este
mismo ángel ministrando al real obrero del Señor, este asceta que vivía aunque
apartado del mundo, y acerca de quien los periódicos una vez escribieron un
artículo: “Los ascetas en Atenas”, loándole por su excepcional piedad y virtud?.
Una noche, era la víspera de la fiesta del santo Obispo Mártir Fócas². Todas las
monjas se habían reunido para los Matutinos. Uno de sus hijas espirituales estaba
próxima a él, a su diestra, y mientras estaba parada allí cayó en sopor. Y ella vio
detrás del Padre un magnífico sacerdote con un epanokalímafko (velo monástico);
estaba siguiendo el servicio. Ella despertó inmediatamente y dijo suavemente al
Padre Nicolás: “Padre mío, allí está, un magnífico sacerdote detrás suyo que está
siguiendo cuidadosamente cómo cantamos el servicio. . . “. El puso sus dedos
sobre sus labios y le dijo: “¡Shhh! Es el Obispo Mártir Fócas”. Y mantuvo silencio
para que los otros no oyeran. Solía ocultar éstas, tanto como pudo. Tenía mucha
comunicación con los santos, y pensaba que era muy natural verlos.
Hace más de cuarenta años, aquí en Atenas, una familia le pidió tener el Servicio
¹ Mc. 9:23.
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de la Santa Unción. Una habitación de la casa había sido alquilada por alguien que
estaba críticamente enfermo. Cuando Papá-Nicolás terminó el Servicio de la Santa
Unción, la señora de la casa le dijo que fuera a ver al enfermo y le ungiera. Cuando
le ungió se sentó cerda de él, le preguntó su nombre, etc. El enfermo le dijo que su
nombre era Jaime.
“¡ah, ah, ah, Bravo hijo mío! Usted tiene el nombre del Adelfóteos, el
Hermano del Señor”.
Aquél, sin embargo, con una buena dosis de incredulidad y sarcasmo le dijo:
“¿De verdad?, ¿quiere decir que Cristo tuvo también otros hermanos?
En esta visión no solo el hombre mismo se puso bien, sino que también
renació espiritualmente, y en su alegría se casó con la hija de la familia en donde
se estaba quedando. Luego aquél hombre guardó muy solemnemente la fiesta de
San Jacobo en la Iglesia de San Juan, con Artoklasía (Bendición de Panes), y con
dulces. Incluso algunas veces él tenía una banda para tocar una marcha festiva. Y
el Santo también continuó protegiendo a su familia. Estábamos una vez hablando
de este milagro en presencia de Papá-Nicolás, y preguntamos qué profesión tenía
el curado. El Padre se encargó de iluminarnos: “Juez de Apelación del Ministerio”
– mientras que en realidad era el director de un ministerio. Tanto sabía él de los
quehaceres del mundo.
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Un coronel había hecho una buena acción por Papá-Nicolás e iba
regularmente a recibir su bendición. Una vez sus hijos espirituales le preguntaron
cuál era el rango del oficial, y con seguridad, el Padre respondió: Ellos le llaman el
Capitán”¹.
Papá-Nicolás supo cómo censurar, iluminar, corregir las almas, sin retórica
predicación, sino tan solo por su vida, por su presencia. Había una dama, la esposa
de un famoso comerciante Ateniense, que cayó enferma. Esta dama tenía una
prima que había venido de Egipto, una rica mujer; se llamaba Elena Vlaju. Vino a
ver a su prima enferma. Durante la conversación, ella le dijo: Envía por Papá-
Nicolás, de manera que él rece una oración por tu salud”. La hija de la dama
enferma tomó gran placer en la elegancia externa. El Padre, sin embargo, debido a
que él servía todos los días, rodeado como era de velas, en iglesias polvorientas,
en desuso, con aceite para los candiles, etc. No podía mantenerse limpio por
completo. Por supuesto, él era limpio, pero no en la manera en que esa jovencita
le hubiera gustado que él estuviera. Por eso ella le dijo a su tía: Mi buena Tía,
traigamos un sacerdote de aspecto más respetable de las iglesias más grandes, y
no aquél, que estará todo polvoriento de la iglesia, etc.”.
63
na de sus ahijadas llamada Katina y le dijo: “Ve rápidamente, dile al Padre de parte
mía que venga a la casa inmediatamente después de la Liturgia”. La muchacha
vino, exaltada de emoción de todo lo que había acontecido, y nos contó. Después,
tomó a Papá-Nicolás y le trajo a la enferma. Cuando estaban subiendo las
escaleras, la hija de la enferma bajó a darle la bienvenida con mucha reverencia,
entonces, mientras se inclinaba a besar su mano, él le dijo: “¿Le agradé en la forma
que me vio, hija mía?”. Emoción y asombro le recorrió a ella por todo el cuerpo.
Nunca esperó ella tal increpación por su vanagloria.
En las últimas décadas de sus Liturgias, él era más que antes, un viejito
desgastado. Un día, allí en la Iglesia de San Juan, el Padre servía la Liturgia.
Apenas hubo terminado completamente agotado, a la 3:00 PM., cuando su
sacerdote asistente entró (que era mucho más joven y además bien descansado) y
le dijo: “Anciano, pidieron en tal y tal casa que vayamos a dar la Comunión a
alguien que está para morir. Asi que “por qué no va usted a darle Comunión”. Y
habiendo dado órdenes, se fue. Nos helamos cuando lo escuchamos, de que él echó
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tal agotadora caminata al Padre. El no dijo nada; su santa paciencia ponía todas
las cosas a un lado. Tomó la Santa Comunión con el cáliz y empezó a caminar con
su consabido lento andar. Las monjas de su comunidad se encargaron de
acompañarlo con el fin de sostenerlo por los brazos y llevar la linterna. Tenían que
ir al vecindario del Neos Kosmos (Nuevo Mundo). En aquellos días no había casas
allí, solo campos abiertos. Cuando regresaron después de haber dado Comunión
al enfermo, la apariencia del Padre y sus compañeras habría estrujado su corazón.
Usted veía a un hombrecito arrastrándose con el santo Cáliz en sus manos. Cuando
se acercaban a la iglesia, en la carretera todas las carretas y carruajes que pasaban
a esa hora paraban, y los conductores bajaban, inclinaban sus cabezas, gorra en
mano, y santiguándose, una vez más alababan la virtud de Papá-Nicolás. Era una
escena que mostraba honda piedad del pueblo. Sin ninguna duda en aquél día los
ángeles se alegraban sobre la victoria de la paciencia.
Otra joven desafortunada un día vino a la Iglesia del Profeta Eliseo confesó
con lágrimas que por nueve años ella había vivido con alguien que siempre había
aplazado el matrimonio legal. El le dijo que oraría mucho respecto a esta situación.
¹ Las “escalones de mármol” se refiere a las oficinas del ministro de gobierno. El Mármol siendo
un material nacional y barato en Grecia, y también frio en el clima caliente del Mediterráneo, es
usado extensamente.- TRAD.
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“Pero trate de alguna manera que pueda, de traerlo a la iglesia para poder
reunirme con él”, le dijo. Cuando esta mujer regresó a su hogar, ella embelesó a su
“esposo”, le imploró, y finalmente tuvo éxito en traerlo a la iglesia. Tan pronto
como él vio al Padre (que tenía una venerable apariencia), inmediatamente como
si los invisibles obstáculos del demonio quedaran anulados, movido en
compunción, le dijo al Padre: “Quiero casarme”. En diez días el casamiento tuvo
lugar, y luego ellos gozaron de gran alegría espiritual pues sus conciencias se
habían liberado. Colgaron la foto del Padre sobre su cama. Como ellos solían decir,
debido a su ex pecado, él les puso bajo la regla de que comerían sólo alimento seco¹
los Miércoles, Viernes y durante las cuaresmas, y darían limosnas tanto como
pudieran. Ellos hicieron todas estas cosas con gran alegría, le llamaban “nuestro
Padre”. Invitaban a él y a su comunidad a su hogar para cenar.
“¿Qué puedo hacer yo por usted?, Yo, también lloro con usted, pero no lo
recibo”.
66
32. La familia que halló a su hijo perdido.
Una familia de Atenas tenía un hijo que estuvo perdido por tres años en el famoso
incidente cuando el Ejército Griego fue enviado a Rusia¹. No sabían si aún estaba
vivo o si había muerto. Buscaron por todas partes donde había que buscar sin
ningún resultado. Ellos habían oído hablar del Padre Nicolás de que él podría
iluminarles en este asunto. Fueron a la iglesia y le dijeron su pesar. El les dijo:
“Vengan mañana y les diré – pues, como es bien sabido, en esta ocasiones
pesarosas el Padre se mantendría casi toda la noche orando. Ellos regresaron al día
siguiente con gran y terrible ansiedad para escuchar qué les diría él. Les dijo: “Su
hijo está vivo y el fin de semana ustedes tendrán una carta; y el próximo mes le
verán”. Verdaderamente, pasó exactamente tal como él les dijo. Toda la familia
vino a agradecerle y a llevarle a su casa para que él la bendijera y cenara con ellos.
Llevarlo, prácticamente lo llevaron en vilo.
Su parroquia, como todos los que le conocían, le tenía en gran estima, como algo
por encima del ordinario sacerdote. Un día, un pobre, el único proveedor para su
extensa familia, quien era uno de sus feligreses, pasaba afuera de la Iglesia de San
Juan. Paró, se bajó, entro a la iglesia dio los nombres de toda su familia para ser
conmemorados en la Liturgia, y al mismo tiempo dio también el nombre de su
caballo. Nos reímos cuando vimos esto. Pero después justificamos su sencillez
porque comprendimos que él también estaba enganchado con su caballo, porque
juntos se esforzaban por el pan diario de su familia. Escribo estas cosas con el fin
de ilustrar, pues todos le honraban, desde la clase más alta de la sociedad hasta la
más baja, el hombre común bueno, que haría la señal de la cruz muchas veces antes
de besar su mano.
² Un conocido modernista y Masón. Melécio Metaxákis era notorio por su desdén a la Santa
Tradición y los Santos Cánones. Para más información concerniente a sus actividades, el lector
debe ver: A History of the Russian Church Abroad (Seattle: St. Nectarios Press), págs. 53-57.-TRAD.
67
No entendíamos la razón. Fuimos privados de este bellísimo y realmente
edificante sostén, y el asunto nos causó mucho pesar. La Iglesia de San Juan,
entonces, tenía dos dedicaciones, disipóstatos, y era, y está, dedicada también a San
Basilio. Cuando la víspera de la fiesta del santo llegaba, la ansiedad del Padre
alcanzaba su clímax: ¡Y pensar que él no podría guardar la Vigilia de la Fiesta de
su querido santo!. Sufría en su alma. Llegó la noche, y en su desesperación él envió
a su guardiana de la iglesia, quien era una mujer analfabeta, a la Metropolía para
suplicarles que le dejaran tener la Vigilia. Tan pronto como la guardiana de la
iglesia se fue a la Metropolía, se ocultó en el santuario hasta que ella regresara; y
cuando retornó, nos dijo las gozosas nuevas que podríamos tener la Vigilia. Al
mismo tiempo también el Padre salió del santuario, y con alegría nos dijo: “¡Hasta
que llegó Asemina, oré con todo mi corazón para que el arzobispo nos permitiera
orar! . . . “.
Todos oran y piden por alguna cosa terrenal, algo que les falte, mientras que
él oraba para que ellos le permitieran orar toda la noche. Raros sentimientos, que
sólo uno encuentra en almas que han devenido espirituales y absortos en la gracia
del Santo Espíritu.
68
santos íconos, de tamaño natural, una de ellas era de San Filoteo. (¡Cómo
arruinaron este edificio!. Hoy ha sido convertido en un pequeño depósito, en cuyo
techo los gatos duermen. . . Al mismo tiempo, otros edificios deteriorados han
permanecido intactos; ¡su única preocupación era destruir la iglesia! ¿Qué
demonio cogió las manos de estos hombres y las usó para derribar aquél santo
lugar en el medio de Atenas, que había nutrido tantas personas santas? . . .).
Finalmente empezamos la Liturgia.
69
le. Paso por alto su nombre en silencio – no sé si aún vive. Le habló muy
bruscamente. El Padre no respondió una palabra. Su compañero le llevó, muy
consternado y le trajo a mi casa. ¡Toda la tarde se quedó mudo!. Su compañero se
sentó junto a él y trató de consolarle. ¡Pero se mantuvo en silencio!. En aquella hora
él era como un niñito, respecto a lo que el Señor nos enseñó, “A menos que ustedes
se hagan como niños”, etc.¹. El Archimandrita Policarpo Kondoyioryakos, que
entonces estaba viviendo en San Atanasio de Psirri y más tarde devino en
sacerdote de la Iglesia de Jrisospiliotísa, supo de este episodio. Y ya que él amaba
sumamente al Padre, vino derecho a la casa para verle y decirnos que él había
increpado al archimandrita que había tratado al Padre tan bruscamente. Nos contó
entonces lo que él le dijo: ¿Tienes alguna idea a quién le estabas hablando así?
¿sabes que lanzaste un puñetazo al filo de un cuchillo? – y mucho más, además.
Papá-Nicolás era tenido en gran estima por el piadoso pueblo de Atenas. También
su fama se extendió a diversas áreas allende. Una rica dama de Egipto – su nombre
era Elena Vlaju – venía de tiempo en tiempo a Atenas. Cuando ella venía pasaría
el mayor tiempo de sus días en la Liturgias del Padre. Mientas en Egipto ella había
comprometido a su hija, ¡ellos hicieron un especial viaje a Atenas para que el Padre
pudiera bendecir los anillos de compromiso!. Las dificultades surgieron en cuanto
a dónde tendrían la ceremonia de noviazgo. ¿En el hotel?. Ellos no lo aprobaron.
¿En la iglesia?, difícil. Ya que el Padre se estaba quedando aquellos días en mi casa,
ofrecí mi sala. Y ellos alegremente vinieron una tarde cuando el Padre estaba aquí.
La madre, la hija, el futuro novio, y dos más vinieron. El Padre bendijo el
compromiso, y yo también les ofrecí refrescos como una deferencia al Padre; y se
¹ Mt. 18:3.
² Sal. 145:1.
70
pusieron en camino. Al día siguiente, mi hermano se encargó de llevarle a casa. Le
subió al tranvía. ¡Oh, qué conmoción hubo cuando los pasajeros vieron al Padre!,
Todos querían besar su mano al mismo tiempo. Todos querían comprar el pasaje
para él . . . pasaron diez minutos antes de que el orden se restableciera.
Un día tomamos un coche para ir con el Padre desde la iglesia del Profeta Eliseo
hasta la Avenida Haydn. Cuando llegamos, dijimos al cochero de traer el coche
cerca a la vereda para que el Padre pudiera apearse fácilmente. El cochero
respondió irónicamente: “¿Tengo que esperar a que usted me digo eso?, ¿sabe
usted a quién tiene allí?, ¿sabe usted qué tesoro es él?”. Y el mismo le bajó del
coche, como si él bajara santas reliquias. Las personas que estaban esperando por
el Padre le llevaron dentro. Y él – el cochero – empezó a decirnos qué le había
pasado.
71
Hace unos treintaicinco años o más, cuando ellos iban a tener la consagración de
la iglesia de San Juan después de que ellos la renovaron, los guardianes junto con
el compañero liturgista del Padre, fueron a la iglesia a las 3:00 A.M., para hablar
de los arreglos para la Liturgia, pues, como ellos decían, el siempre recordado Rey
Constantino se esperaba que estuviera allí. Tenían cosas excepcionales de qué
preocuparse. Finalmente concluyeron que el Padre tenía que ir a la iglesia de San
Jorge en Kukaki y servir la Liturgia allí, ya que esta Iglesia de San Jorge era
considerada como una parroquia junto con la de San Juan. Mientras él estaba
recitando el servicio, ellos aparecieron y le dijeron:
Otra hora pasó. Después de una bulliciosa discusión, vinieron ellos otra vez
donde el Padre:
“Sea bendito”¹.
72
“Siga, Padre Nicolás, usted va a la iglesia de San Jorge”.
¿Qué había pasado?. La Sra. Zlatanu había llegado a la San Juan, quien tan
pronto como ingresó a la iglesia, pregunto: ¿Dónde está Papá-Nicolás?
Una noche iba a ver una Vigilia en la Iglesia de la Ascensión, y quería ir a guardar
vigilia. No recuerdo exactamente el año, solo sé que tuvo lugar antes de la
73
expulsión de los Cristianos del Asia Menor¹. Inmediatamente su amado hijo
espiritual dejó su labor, le puso en un coche con uno de sus discípulas – y a la vez
el caballero dijo a un amigo suyo que se encontraba por casualidad allí: “¡Es
imposible para mí no servir al cortesano del Reino Celestial!”. Cuando llegamos a
la iglesia, fue y se sentó en el rincón del santuario.
74
tinos desde el principio y continuó con la Liturgia. Había sufrido humillación,
había practicado humildad y paciencia, ¡y celebró la Liturgia!. Cada uno de
nosotros puede imaginar cuán aceptable debe haber sido a la vista de nuestro
Cristo. Y cuántos ángeles deben haber participado y servido a él.
Hace unos años, cuando ellos no habían derribado la iglesia de San Espiridón de
Mantuka, el Padre fue una mañana a servir la Liturgia (tal como estaba
acostumbrado ir a todas la capillas campestres; en cada capillita campestre había
él dejado un juego de vestimentas sacras, de manera que no las cargara de aquí a
allá con él). Fue él, como estaba diciendo, a servir en un día laboral. El sacerdote
de esa parroquia, tan pronto como le escuchó, corrió lleno de ira y le dijo: “Váyase,
usted viene a quitarme mis feligreses”. Muy afligido, el Padre se retiró y se fue a
la del Profeta Eliseo a servir la Liturgia. Se acercaba el mediodía, y le vimos junto
a nosotros siguiendo el servicio, pero al mismo tiempo estaba silencioso y llorando
como un bebe privado de algo. Le pregunté: “¿Qué pasa, padre mío?”.
75
tividad, él replicó con gran humildad: “Mi querido hijo, ¡no las entiendo – no esas
Italianas!”.
“Eh, bueno, bueno, dijo él sin preocupación, y luego con convicción: “era su
espíritu”.
Nos preguntábamos por lo que nos dijo, pues lo mismo había ocurrido en
cierto monasterio, donde el sacerdote incensaba el puesto de un diácono y no
incensaba a un monje que estaba en su sitio. El monje se preguntó sobre esto y
reclamó al sacerdote – ¿cómo omitió incensarle, aun cuando él pasó en frente de
aquél, y sin embargo, incensó el puesto vacío?. Y así se le dio al sacerdote la
oportunidad de escuchar la confesión de ambos – es decir, qué pensamientos ellos
tuvieron durante la Liturgia. El monje confesó que su mente corría hacia
pensamientos que eran pecaminosos y lejos de su santo llamado. Mientras que el
pobre diácono, aun cuando había llevado a cabo una deber fuera de la iglesia,
mantuvo su mente presente en la iglesia. Por esta razón también preguntamos a la
hermana que estuvo pensando en el día anterior, y ella dijo: (con gran simplicidad,
pues era analfabeta) que su mente y alma estuvieron presentes en la Divina
Liturgia. Sus manos estaban tejiendo, pero su mente estaba totalmente en la iglesia.
Esto era el por qué la vio, y la incensó, y sin vacilación dijo que era su espíritu.
76
el descenso del Señor durante la hora solemne de la Liturgia, etc. Mientras veamos
a un alma simple que, aun cuando en realidad estaba haciendo otras acuciantes
tareas terrenales, mentalmente se hallaba presente en la iglesia.
A la familia donde el Padre iba a menudo, el espacio interior de su patio había sido
alquilado por un cierto zapatero que fue uno de los pilares del partido comunista.
El odio que él sentía hacia todos, y especialmente hacia los sacerdotes, no conocía
límites. Allí donde él trabajaba, hablaba entre sí, delirando dónde sus camaradas
comenzarían a matar a los sacerdotes. Y él diría: ”Primero, mataremos a los
sacerdotes de la Fuente Vivificante”. Y continuarían a su vez hacerlo con los demás
también. Como dije, él trabajaba dentro del patio. El Padre en su bondad fue donde
él y le dijo: “Buenos días, hijo mío”. Sin levantar su cabeza de su labor, él murmuró
algo.
El Sábado siguiente el Padre fue otra vez: “Buenas tardes, Lucas mío; “cómo
le va hijo mío?. El se dignó a decir: “Bien, Padre”. El Padre le visitaba
frecuentemente allí donde él trabajaba, hasta que el hielo se rompió. Se levantó de
su labor, le besó su mano con reverencia, y nos dijo: “Cuando ellos maten a los
sacerdotes, les diré que no maten a Papá-Nicolás. Y no sólo lo diré, sino que yo le
defenderé”. Después, toda vez que el Padre solía venir, él se apresuraba en
recibirle y besarle su mano. El Padre no sabía de sus inclinaciones, ni se dio cuenta
de su transformación – así lo suponíamos. ¿Quién sabe cómo él vio con la
clarividencia de su alma?. Bueno, no importa cuántos sermones los comunistas
puedan haber escuchado, no importa cuántas advertencias les puedan haber dado,
ninguna de estos habría podido tener una influencia en su endurecida alma, como
la bondad de este canoso ancianito, que solía darle cada vez una visita – indiferente
a lo que al principio él había sido despreciado. Con los pequeños saludos del Padre
y los buenos deseos, él se arrepintió. Y cuando al poco tiempo después él cayó
enfermo de una enfermedad (parálisis de las extremidades inferiores de sus
piernas) y murió a la edad de treinta años, reposó como un buen Cristiano y. . . sin
haber matado a nadie. Tal era la influencia que la personalidad del Padre tenía
sobre todos los que le conocían. Debido a esto, no tenía a nadie como enemigo.
Sólo satán, más incluso él le anularía con la gracia del Espíritu Santo, Quien había
venido a morar en su alma.
77
43. Cómo solía comportarse con sus concelebrantes.
Durante una Liturgia en la San Juan, una pequeña mujer vino y trajo nombres
para conmemorar; ella los entregó a una de las hermanas para dar al Anciano, y al
mismo tiempo también dio una vieja nota monetaria de una décima parte de un
dracma, que en aquellos días era impresa en la forma de una estampilla postal. La
monja tomó los nombres y la andrajosa nota monetaria y los entregó, sonriendo,
al Padre. El tomó los nombres y la nota sin responder a la irónica sonrisa de su hija
espiritual.
Al día siguiente, otra vez por la misma monja, una dama dio nombres para
conmemorar y quinientos dracmas. En aquél tiempo una corona de oro equivalía
a treinta dracmas; por consiguiente, esa era una suma respetable (quince coronas).
Esta vez, ella le dio al Padre en triunfo viendo que era una suma grande. De nuevo
él mostró la misma sobriedad que había mostrado con la nota equivalente a un
décimo de dracma. Esta filosófica actitud penetraría a lo más profundo de sus
almas. Unos treintaicinco años han pasado desde entonces, y no olvidamos estas
cosas.
Esto sucedería cuando él servía solo. Sin embargo, cuando él tenía Vigilia
en la del Profeta Eliseo con el siempre recordado Papá-Antonio como
concelebrante, y mientras recibían los nombres, él nos diría en voz baja: “Deme
los nombres, y el dinero a Papá-Antonio”. Y en la mañana él contrataría un coche
por su cuenta, y primero llevaría a Papá-Antonio, y después, con el mismo coche,
iría a su casa.
¹ Algunas veces los Obispos son nombrados únicamente por los nombres de sus diócesis.-TRAD.
78
44. Su sed de oración.
¡Por cincuenta años él no supo lo que era un café en la mañana o una siesta
en la tarde!. En las tardes veraniegas, cuando todos descansaban, aunque fuera por
una hora, él estaría conmemorando los interminables nombres de Cristianos. Y ya
que le era imposible leerlos por sí mismo, encargaría a uno de sus hijos espirituales
tomar todos los nombres de las almas y leerlas por él en frente de la puerta norte
del santuario mientras que él hacía la Proskomidí, diciendo continuamente:
“Acuérdate, ¡Oh! Señor; acuérdate, ¡Oh! Señor”. Había tantos nombres que la
garganta de la monja que estaba leyendo empezaría a deteriorarse. El percibiría
que ellos estaban cansandos, y de cuando en cuando diría: “Les estoy
atormentando hijos míos, perdónenme”. La monja que acostumbraba leer los
nombres se cansó y empezó a decaerse, y comenzó a pensar que el Padre no estaba
haciendo bien en hacernos y a él mismo trabajar tan duro y cansarnos. Pensó en
las conferencias que solían darse en Atenas en aquellos días, de las diversas
sociedades religiosas para damas jóvenes que pasaban sus días cómodamente, y
se decía a sí misma: “Estas damas jóvenes que asisten a aquellas conferencias
religiosas, etc., son como caballos frescos que ellas enjaezan, coches de un caballo
con ruedas de goma (obviamente nos encontramos en una época en que los coches
de un solo caballo estaban en boga), mientras que nosotros miserables creaturas
somos como el caballo cuyo vagón está cargado de arena, y lo llevan a la orilla del
mar para arrastrar el vagón de arena, con el fin de poner a prueba su resistencia”.
Y ella decidió abandonar la comunidad. Pero Dios, por medio de una visión, no se
² Celebrado el 29 de Diciembre.- TRAD.
79
lo permitió. Debido a que estaba teniendo estos pensamientos, ella vio esto: “Ella
misma junto con otra de las monjas, estaban sujetando por los brazos a Papá-
Nicolás, y le acompañaban cuando él se dirigía al Estadio de Atenas, que estaba
completamente lleno de gente. En una calle mientras iban, la monja que le sujetaba
por el lado derecho, le dijo: ¿¿Ha oído, Papá-Nicolás? – esta hermana desea partir”.
Y él respondió con indiferencia: “déjela ir a donde ella quiera”. Cuando llegaron a
la entrada del Estadio, ¡toda la gente se puso de pie, toda la multitud de pie y todos
juntos cantaron melodiosamente una aclamación a Papá-Nicolás!. La monja que
quería irse estaba atónita, y se dijo: “¿Qué honores son estos que ellos están
confiriendo a Papá-Nicolás?”. Al mismo tiempo una mujer apareció ante ella y le
dijo: “¿Está usted sorprendida de ver tales honores?. ¡Sólo espere a ver cuántos
más le van a ser conferidos!”. Ella despertó, y a partir desde ese momento no se
separó de su lado.
80
Pero ya que temía que podrían surgir obstáculos, se puso de acuerdo con su
sacerdote asistente ir la noche previa y servir en la de San Espiridón en Mantuka.
En la mañana su cantora fue a la de San Espiridón y esperó por él. Pasó el tiempo
y parecía que el sacerdote no iba a venir a servir. Ella se desesperaba. Suponía que
algo grave le había pasado a él, y que por eso no había venido. Y fue a la del Profeta
Eliseo (pues el “centro de información” estaba allí), para preguntar qué le había
pasado al sacerdote, y allí, ella le vio en la iglesia, ¡preparándose para celebrar la
Liturgia!. Ella le reprendió por haber roto el acuerdo que habían tenido, y le
preguntó por qué no tenía miedo, sino que vino allí al centro, justo en el medio de
la efervescente persecución. El le dijo: “No me regañe, pues esta mañana vi al
Profeta y me dijo que viniera a servir aquí y no temer nada, porque él cuidará por
mí”. ¡Su ayudante se quedó sin terminar su argumento!. “Pero, ¿cómo le vio?, le
preguntó. El le dijo: Me levanté esta mañana y me preparé para ir a San Espiridón.
Estaba sentado en un sillón cuando me trajeron un coche. ¡En ese momento vi al
Profeta Eliseo frente a mí, y me dijo que fuera a su iglesia a celebrar la Liturgia!”.
Su familia trajo el coche y él les dijo: Digan al cochero que me lleve a la del Profeta.
. . “. Su familia empezó a protestar: “¿qué es todo esto?, ya dijimos al cochero ir a
San Espiridón”. “No, hagan lo que les digo. Llévenme a la del Profeta. Le vi justo
frente a mí y me ordenó”.
82
Durante la Gran Cuaresma, el Padre extraería porciones Pre-santificadas²
para toda la semana: es decir, Porciones para el Miércoles y Viernes él sacaba en
su parroquia. Las Porciones para el Lunes, Martes y Jueves, las sacaba de la del
Profeta Eliseo. Era el diecisiete de Marzo, la conmemoración de San alejo el
Hombre de Dios. El Padre fue a la del Profeta, siendo un Lunes, a recitar los
Matutinos, seguido por la Liturgia. Después llegó allí el guardián de San Juan – un
tosco tipo que no sabía nada de los servicios de la iglesia – y culpó al Padre por -
dejar su iglesia y perder los beneficios del día. Mientras que en la Gran Cuaresma,
en día de semana, ya que la gente acostumbraba ir a la iglesia los Miércoles y
Viernes, nadie vendría, así que él fue a otras iglesias, etc.). Y él le ordenó que fuera
rápido a su parroquia. ¿Qué iba a hacer el Padre ahora, ya que una Liturgia debía
celebrarse sin falta para que la Porción Pre-santificada fuera consumida?. Debido
a que no podía haber aplazamiento, pues al día siguiente había otra Porción, y no
era posible servir la Liturgia con dos Corderos, sino sólo con uno³. El podría haber
señalado la necesidad indispensable de servir la Liturgia allí, etc. Pero, ¿podría
este laico entender algo de orden eclesiástico?, Sin decir absolutamente nada, tomó
un coche y se fue a la San Juan, recitó allí el servicio de los Matutinos y regresó a
la del Profeta, en donde una considerable congregación le esperaba. Dijo: “Bendito
es el Reino del Padre”, después del mediodía. Sirvió muy compunsivamente,
después recitó el Akátisto y la Paráklisis de San Alejo, leyó su Vida, y siguió con el
servicio de la Santa Unción. Al final su rostro expresaba un solemne gozo, pues él
se había elevado sobre el demoníaco escollo. Salimos de la iglesia cuando las luces
eléctricas de la ciudad ya habían sido prendidas. De la mañana a la noche había
estado de pie, ayunando, “luchando” tal como el Apóstol Pablo dice – “no contra
carne y sangre, sino contra principados y poderes de las tinieblas de este tiempo”⁴.
² Es decir, un “cordero” para cada día.- TRAD.
³ Además, y tal vez más importante en este contexto, la Liturgia Pre-santificada no puede ser
realizada en cualquier otro lugar, excepto en la misma Santa Mesa en que la consagración original
se llevó a cabo.- TRAD.
⁴ Ef. 6:12.
83
De lo que se me ha contado, sé lo siguiente: Cerca de la San Juan había un
pobre carretero; algo le pasó a su caballo y cayó, muriendo. El infortunado hombre
estaba llorando y lamentándose. Sucedió que el Padre pasaba por allí; sintió
mucho pesar por el hombre y le dijo: “¡Cállate, hijo mío, no sigas así!”. Haré la
señal de la cruz sobre él y se pondrá bien”. Le bendijo, y el caballo se levantó y
continuó su camino. El hombre que se había beneficiado contó a todos esto.
Y aquí hay otro incidente de su vida. Una vez una piadosa Cristiana me
decía que ellos fueron una noche a una Vigilia a las afueras de Atenas. No
recordaba dónde su acompañante le dijo que ellas debían ir. Cuando llegaron a
Mets (entonces un vecindario de Pancrati), las luces de la ciudad terminaban; de
ahí en adelante era una gruesa oscuridad sin luna. Su cantora le dijo: “¿A dónde
vamos, Padre Nicolás mío, en tal oscuridad?”. El le dijo: “Recite el Akátisto y no
se preocupe. . . “. E inmediatamente su cantora vio una clara luz la cual iluminaba
aún la piedra más pequeña, y por esta luz ellos llegaron a la iglesia adonde iban.
Como podemos ver, el Padre no necesitaba de ayuda terrenal. Cuando llovía, una
Divina cubierta le seguía y no dejaba que una sola gota le molestara. Cuando era
de noche la luz Celestial vendría en su ayuda. Y así el Salmo 90 de David es
aplicable: “Pues El enviará a Sus ángeles para que te cuiden en todos tus caminos.
Ellos te llevarán en sus manos, para que no tropiece tu pie contra una piedra”¹.
“Que sea bendecido”, les respondió. Ellos le hicieron para él, y el los usó un
par de días, hasta que sus “colegas” lo notaran. Un día, uno de ellos fue adentro
del santuario, para estar presentes en la Liturgia – o eso parecía. Cuando él halló -
¹ Sal. 90:11-12.
84
la oportunidad, tomó el nuevo raso, colgó el suyo viejo en su lugar, y se fue . . . El
Padre le vio, pero por cortesía y tolerancia no le dijo nada. Cuando él salió al final
de la Liturgia, ellos vieron al Padre con un viejo raso. Sus hijos espirituales
empezaron a regañarle por dejar que el sacerdote tomara su raso, etc. El estaba
callado; ¡sólo sonreía!. Pero a pesar de que no llevaba rasa, no obstante, toda vez
que iba a entrar en un tranvía, él era objeto de admiración. Todos le miraban,
mientras que él a causa de sus excesivos esfuerzos, actuaba estar durmiendo.
Ya que él nunca llevaba dinero consigo, tenía una debilidad, que él querría
que pagáramos el coche desde la Profeta Eliseo hasta la San Juan. Una de sus hijas
espirituales quien era la que siempre pagaba por el coche, estaba sentada a un lado
en la iglesia, y estaba pensando así: “¡Qué lujo!, ¡tener tanto dinero que pasa por
sus manos y ni siquiera tiene lo suficiente para el coche!”. Eso es lo que estaba
pensando. Mientras tanto, el Padre había terminado de servir en la iglesia y estaba
saliendo. El se detuvo, y vino hacia ella. La tomó de la mano y le dijo: “Perdóneme.
. . . ¡¡soy un poco peculiar!!”. Se volteó y continuó su camino.
Una dama que era muy bien conocida por mí, y de buena familia, un día
vino a la Iglesia de San Atanasio Pilianíkis. Esta mujer siempre sufría de intensos
dolores en el estómago. El día que ella vino a la iglesia, fue presa de terribles
dolores. Ella le dijo a Papá-Nicolás, que ese día tenía un gran dolor.
El Padre la bendijo y le dijo: “¡A partir de ahora usted no tendrá más dolor!”.
Luego, ¿qué pasó?. Desde aquél momento ¡sus dolores la dejaron para siempre!.
Se puso completamente bien. La mujer bendecida hablaría de ello cuando la
ocasión se presentaba.
85
había usado cuando servía la Liturgia. El tenía muchos juegos de vestimentas,
pues en cada iglesita dejaba una caja de vestimentas para evitar llevarlas consigo.
De uno de estos lugares esta dama obtuvo las epimánika del Padre. Las llevó a su
casa, las incensó, y las colocó en el estuche con las coronas nupciales¹ en el
iconostasio y al instante – ¡un fenómeno sorprendente! – las disputas cesaron, y el
anhelo por amor y paz han imperado desde entonces.
Otra de sus hijas espirituales un día fue a su sepulcro. Y allí vio a una mujer
de su parroquia cortando unas hojas de las flores, sobre su tumba. Inmediatamente
ella le dijo a la monja: “¿por qué me miras con tanta curiosidad?. Sólo aquí puedo
encontrar consuelo. Siempre que tenemos disputas en el hogar, rápidamente
vengo aquí, corto unas cuantas flores del sepulcro, luego incienso las casa con ellas
y le ruego a él por paz, y realmente llega la paz!”.
Justo acabo de recordar el escribir algo, pues recientemente he estado viendo las
peleas y malentendidos de un cierto jerarca con un columnista de un periódico,
que estaban sosteniendo como mujeres de pueblo, con sus patios separados por
un seto de malas hierbas y arbustos secos. Entonces recordé, como dije antes, al
venerable Ancianito, que llegó a la edad de ochentaicuatro años, y desde su
juventud nunca fue calumniado, ni tampoco la gente dijo algo en su perjuicio,
porque él tuvo por indispensable la siguiente corta oración. Cuando él salía de
casa, en el lapso que llegaba a la puerta de calle, empezaba a susurrar: “Dirige Tú
mis pasos conforme a Tu palabra, y no permitas que ninguna iniquidad tenga
domino sobre m픲. Y por un momento el pararía en su camino, enderezaría un
poquito su encorvado cuerpo, y con un categórico susurro diría: Líbrame de la
falsa acusación de los hombres, y yo guardaré Tus mandamientos. Haz que Tu ros-
¹ Es costumbre en Grecia para la gente casada, guardar las coronas de laurel usadas en la
ceremonia de su casamiento en un estuche especial en el iconostasio de su hogar.- TRAD.
² Sal. 118:133.
86
tro resplandezca sobre Tu siervo, y enséñame Tus leyes”¹.
“Que mi boca esté llena de Tus alabanzas, que pueda himnodiar Tu gloria y
Tu majestad todo el día”².
Era realmente innecesario para mí escribir todos estos salmos pues son
familiares para todos; sin embargo, es posible que existan Cristianos que no los
sepan.
Ahora, ya que todas las cosas tienen un final en este mundo corrompible, relataré
los últimos días del venerable Anciano. El cansancio y la madura ancianidad se
revelaron en el día de la primera quincena de Junio de 1,931, mientras él celebraba
la Liturgia en la del Profeta Eliseo. Tan pronto como él consumió los Contenidos
del Santo Cáliz, sufrió un ligero desmayo significativo. Inmediatamente le
llevamos al Nárzex, de la iglesia, y a la vez llamamos al doctor. Cuando el doctor
tomó su brazo para ponerle una inyección, él levantó su otra mano implorante y
la sostuvo hacia el ícono de Cristo diciendo: “No puedo. . . más, Cristo mío”. Le
llevamos a su casa; y todos los días su ayudante iría y juntos leerían los Matutinos
totalmente. Sólo en el día en que él reposó no leyó su diario servicio.
¹ Sal. 118:134-135.
87
Desde Junio hasta principios de Octubre, no celebró la Liturgia. La fiesta de
San Jacobo llegó (23 de Octubre), y el hombre que había sido sanado por San
Jacobo (tal como lo narramos anteriormente) vino a rogarle que sirviera en el día
de San Jacobo. Sea que estaba apto o no, él no quería impedir la veneración que el
sanado tenía hacia San Jacobo. Y ellos le llevaron a la San Juan, y sirvió, con el gran
peligro que la Liturgia pudiera quedar a medio terminar. Esta fue también su
último santo servicio. Pero sirvió bellamente hasta el final.
Ahora contaré algo que sé de otros. Las ancianas que acostumbraban asistir a las
Vigilias en la Profeta Eliseo, hace muchos años me dijeron que, en aquellos días
vivía una monja llamada Sinklitikí, que era compañía en virtud, de Papá-Nicolás.
Había sido revelado a esta Anciana que: “¡Cuando las manos del Padre Nicolás
cesen de elevarse en oración, entonces ustedes verán cuántas tribulaciones
padecerá la capital! . . .”. Y, en verdad, ¿No pocas llegaron después de su reposo –
ocupación, guerra de guerrillas, horribles asesinatos, martirios, etc.?.
56. Y su discípula.
88
fenomenal - de la noche a la mañana. También en la ascética vida del ayuno,
muchas veces ella sobrepasaba al mismo Padre Nicolás. En los días de ayuno, por
ejemplo, y especialmente durante la Gran Cuaresma, ella comía en los Martes y
Jueves después del ocaso un pedazo de pan y nada más; también los Sábados y
Domingos tenía aceite. Los Lunes, Miércoles y Viernes, no comía nada.
Cuando ella reposó, tres o cuatro monjas tuvieron vigila por ella toda la
noche. Nos sentamos alrededor de ella. Sus familiares se fueron, porque estaban
cansados. Estábamos leyendo los Salmos por ella. Mientras la noche avanzaba, uno
por uno todos nos dormimos, recostados en nuestras sillas. Cuando el Salterio fue
terminado, y la última monja también se durmió, ella vio una clase de vapor blanco
pasando sobre el féretro de la monja reposada, y escuchó una voz, saliendo de la
pequeña nube, y diciendo con temblor del más grande gozo: “¡H-e-r-m-a-n-a-a-
a . . . , Encontré a papá Nicolás!”. La monja que vio la visión despertó y nos contó.
En ese momento vinieron a mi mente las palabras del santo Crisóstomo, quien
habla respecto de las almas, lo siguiente: “Debemos saber que después de la
muerte todos los justos se reconocerán entre sí. Tanto a los que conocieron y a los
que nunca han visto. Y Atanasio el magno también dice lo mismo, que, “¡los santos
han recibido el don de Dios de reconocerse entre sí y de alegrarse juntos, igual que
en la presente vida. Pero los pecadores son privados aún de esto!”. Que el Señor
también nos considere dignos de ver a nuestros seres queridos en el Cielo.
89
El estudió en la Universidad de la verdadera fe, de la verdadera piedad, y
paciencia.
Ahora escribiré tres o cuatro milagritos que sucedieron después del reposo del
Padre.
Otra mujer, una pariente lejana de él, tenía una hija perturbada mental que
abandonó la casa por la noche e hizo varias cosas insensatas. Ellos la envolvieron
en un raso del Padre, y ella también se puso bien.
90
(AQUÍ VA UNA FOTO DE LA CRUZ0
91
La cruz de la Madre Marta con la que Papá-
92
II
PASAJES DE LAS CARTAS
DE LA MADRE MARTA LA MONJA,
QUE SUPLEMENTA LAS PRECEDENTES
NOTAS BIOGRAFICAS
+++++++++++++++++++++++++++++++++++
. . . Un Domingo en la tarde fui visitada por una pareja muy espiritual. En
nuestra conversación ellos mencionaron a Papá-Baskías, el más virtuoso sacerdote
de Cefalonia, (no sé en qué década de este siglo él floreció. Supe que publicaron
su vida en un pequeño panfleto). Además me dijeron, respecto a Papá-Baskías,
que una vez cuando estuvo lloviendo, las gotas de lluvia no le tocaban. Así que les
dije que esto también pasaba con Papá-Nicolás. Pero debido a que escribí aquellas
cosas que vi y experimenté con mis ojos, me abstuve de escribirlas. Sin embargo,
ahora, las escribiré tal como me contaron: Una vez, en los primeros años, el Padre
estaba yendo a pie desde la San Juan en que no había casas cerca. En el camino
empezó a llover bastante. El había llegado a los polvorines (en donde estaban
entonces; no sé si aún están allí), y en el lado opuesto había una barraca de hojalata
cubierta con papel de alquitrán. Desde el interior de la barraca un anciano vio al
Papá-Nicolás viniendo en la lluvia. El anciano se le acercó y le dijo: “Entre,
Padrecito mío para que no se moje”. El, estando absorto en su oración, la que nunca
estaba ausente de sus labios, aun cuando estaba durmiendo, dijo al anciano: ¿Por
qué. . . está lloviendo?, no lo noté. El anciano miró, ¡y qué es lo que vio!. ¡No había
ni una gota en su raso!. Asombrado, el anciano contó a muchos hasta que llegó a
mis oídos cuando yo aún estaba viviendo en la pequeña aldea de mi provincia. Y
este relato me hizo correr a su encuentro tan pronto como llegué a la capital.
Era el Lunes de Limpieza¹ y alrededor de las 2:00 de la tarde, vino una dama
de la “gente de bien” (según la expresión habitual de la henchida sociedad, como
si los pobres no fueran gente de bien) y pidió su permiso para recibir Comunión,
si debiera, en la fiesta de San Teodoro (es decir, en el primer Sábado de Ayuno
cuando el milagro de la kóliva es celebrado). El le preguntó a ella: ¿Ha comido carne
durante la Semana del Queso, hija mía?. Ella fríamente respondió: ¡incluso hoy
comí carne, Padre mío!. . . .”. El Padre se quedó mudo; una aguda expresión de
sorpresa escapó de él, viniendo de dentro de su alma – dado que él y toda su
comunidad estaban a punto de ni siquiera poner una migaja o nada de agua en sus
bocas por tres días. Y la dama que se estaba confesando prosiguió: “¿Por qué? Iba
yo a permitirles que botaran los alimentos, Padre mío?”. El le dijo: “Hija mía,
ponga usted el alimento en un lado de la balanza, y su alma en el otro lado, ¿el
alimento pesa más?. Vaya hija mía, ayune toda la Gran Cuaresma, y recibirá Co -
¹ El primer Lunes de la Gran Cuaresma.-TRAD.
munión en Pascua. . . .”.
Deseo escribir aún otro incidente que una piadosa Cristiana me contó, para
que usted pueda ver que, por mucho que él carecía de educación formal, tanto más
estaba él iluminado por el Espíritu Santo, y penetraba en las profundidades de las
almas de los que se confesaban con él, y sacaba a la luz el pecado que se anidaba
dentro, que ni siquiera el que se estaba confesando podría percibir. Cito con sus
propias palabras de ella estas cosas que la piadosa Cristiana mencionada
anteriormente, me contó¹.
Le levantarían un poco para que los niños pudieran pasar por debajo². Tomaron
todas sus flores; hubo un altercado por un pequeño pétalo de Jacinto que vino de
las reliquias de nuestro amado Padrecito. Estaban hambrientos, sedientos, pero
nadie se fue sino hasta las 4:30. El tiempo para sepultar llegó. Hubo un largo debate
porque todos los guardianes querían que él pasara por sus hogares. A solicitud de
los feligreses, fue sepultado en los terrenos de la iglesia. Pero aún aquí hubo más
alboroto: ¿quién iba a empezar a cavar la tumba?. Para que no hubiera mayor
problema decidieron que todos darían una palada. Finalmente, la procesión se
puso en marcha. Juntas éramos dos o tres de nosotras monjas cuando nos
acercamos a la iglesia. Y una de nosotras dijo: “Vamos, tomemos un atajo y
consigamos un lugar más cerca al sepulcro”. Pero, ¿qué vimos?, los árboles, los
tejados, los setos, la plaza, el camino, todo lleno de gente, cámaras por todo lado.
Más discursos aquí (es decir, en el sepulcro); lamentos y sollozos por doquier. Por
fin, a la 5:00 de la tarde, en el Sábado de las Almas, cuando las labores del hombre
cesan, la tierra recibió el cansado cuerpo de este excepcional hombre, el comienzo
de cuya gloria Celestial era evidente ¡aún desde sus tres días yaciendo en estado
de cadáver!. El partió lleno de alegría, esperanza, y paz. ¡Que le Señor también
nos considere dignos de ir y verle en los Cielos!.
² Esta es una práctica en Grecia con el Epitáfio en Viernes Santo, y también, en ocasiones, con santos
íconos.-TRAD.
(Aquí va una foto)
LA SANTA TRANSFIGURACION
III
PIADOSOS RECUERDOS
DE VARIOS CRISTINOS
QUE LE CONOCIERON
(Aquí va una foto de Papá-Nicolás)
En paz yaceré y dormiré . . .
++++++++++++++++++++++++++++++++++
El Padre Nicolás era piadoso desde temprana edad. El subiría a una escalera
para venerar los frescos, que eran usualmente pintados en lo alto de la pared.
El Padre Tito estuvo junto a él en sus últimos momentos, “aunque el día era
muy oscuro y nuboso, el Padre Nicolás pidió a su nuera cerrar el postigo de la
ventana porque el sol fuerte no le dejaba ver. En aquél momento él vio a la
Santísima Madre de Dios sosteniendo al Señor”. El Padre Tito sabe los detalles.
La hermana del Padre Tito, con otras de sus hermanas espirituales fueron a
recibir la bendición (ambas estaban comprometidas). A una le dijo: “Buenas coro-
nas”¹, pero a la otra no dijo nada. Ella fue movida a preguntarle por qué. Y él le
respondió: “El suyo no se realizará” – y así sucedió.
Una noche oscura con muy mal clima, el Padre Marcos venía por la Calle
Byron. Entonces vio una luz saliendo de Makriyiani, y cuando él estuvo cerca vio
que era el Padre Nicolás. Se saludaron, y el Padre Nicolás le dijo que estaba yendo
para la Vigilia en la Profeta Elías. Retornando a su casa, el Padre Marcos dijo a su
Presbitera: Esa es la razón del por qué el Padre Nicolás camina de noche; una Divina
¹ Esto se refiere a la “ceremonia de Coronación” realizada en los matrimonios Ortodoxos.-TRAD.
luz le acompaña”.
Una pareja nos contó que una vez en el paradero del ómnibus de la Iglesia
de San Juan Vuliagmeni, estaban esperando por el único ómnibus que había en
aquellos días, que tenía su terminal en Makriyiani. Cuando bajaron del ómnibus
en Makriyiani, de nuevo vieron a papá-Nicolás en frente de ellos, y se santiguaron.
Dos pequeños amigos – esto fue hace cuarenta años – mientras caminaban
por la carretera se encontraron con Papá-Nicolás. Uno de ellos era un simple y
buen tipo, y porque era simple, sus amigos le llamaban “idiota”, pero ése no era el
caso. El era simplemente inocente y muy religioso. El otro era un pillo astuto y
sabelotodo.
Y aun cuando el simple vio al sacerdote treinta pulgadas por encima del
suelo, el otro no pudo verlo.
Cada Jueves Santo, cuando el sacaba la Cruz al momento en que ellos cantaban:
“Hoy es colgado sobre la Cruz . . . “ sus ojos estarían derramando lágrimas como
una fuente, y a pesar de su vejez y el peso de la Cruz, no permitiría que nadie le
ayudara.
Le invitaban cada primero del mes a los hogares ricos en Kolonaki, para el Servicio
de bendición de la Santa Agua, y recibía una muy buena gratificación. Cuando
regresaba a la iglesia, gente pobre estarían esperando por él, a quienes él
distribuiría el dinero, hasta la última moneda de diez centavos, y para él no
guardaría nada.
4. Dos sucesos
“Shhh, no digas nada, para que no haya una conmoción ahora que estamos
Comulgando”.
Hasta la edad de treintaiocho años, había vivido lejos de Dios; pero más
tarde volvió a la religión. El ayunaba estrictamente los Lunes, Miércoles, y Viernes;
guardaba todos los ayunos y atendía la Vigilias en la Profeta Eliseo, donde los dos
Alejandros cantaban.
7. Alejo el cantor
Solía venir a la Vigilias un hombre llamado Alejo que cantaba, pero que
también acostumbraba beber; y cuando estaba ebrio, cantaba con compunción y
con lágrimas. Toda vez que él le escuchaba cantar contritamente, Papadiamantis,
que le conocía, solía decir, “Alejo tiene compunción de ebrio”, y muchas veces le
alejaría de la iglesia. Pero de acuerdo con las palabras del sabio autor de
Proverbios, “un hombre inocente cree en todo”¹. Papá-Nicolás, como un simple e
inocente, diría: “El es bueno, él es bueno, Alejo es un buen hombre; tiene temor de
Dios”, y luego de la Vigilia, él también le daría una pequeña gratificación. Esta fue
la causa para Alejo de estar más cerca a Papá-Nicolás, de familiarizarse y no
separarse de él. Pero para aquellos de nosotros que le conocíamos era también
causa de escándalo para cierto hermano y para mí, quien era un joven de veintidós
o veintitrés años de edad. Algunos dijeron a Papá-Nicolás deshacerse de Alejo
pues él era un ebrio y causa de escándalo para los hermanos. Más con
acostumbrada simplicidad, Papá-Nicolás diría: “El es bueno, él es bueno, Alejo es
un buen hombre; ama la Iglesia, canta bien”. Como resultado, Alejo aumentó en
audacia, y hábilmente pondría su mano en el bolsillo de Papá-Nicolás y tomar el
dinero que los piadosos Cristianos le daban para la conmemoración de los
nombres de sus queridos padres, hijos, hermanos, hermanas, y parientes, durante
las Vigilias y Liturgias. En una oportunidad, Papá-Nicolás tenía una considerable
cantidad de monedas en su bolsillo, y Alejo metió su mano y trató de tomarlas
todas. Papá-Nicolás vio esto, y sin enfurecerse, sin insultarle o reprenderle, estuvo
¹ Cf. Prov. 14:1
contento para decir sólo dócilmente: “Alejo, tranquilo, tranquilo; tranquilo, Alejo,
soy cosquilloso”. Alejo continuó sin temor, y después incluso empezó a entrar al
santuario y tomaría todo lo que él tuviera. Ya que Papá-Nicolás era el sacerdote de
la parroquia de la Iglesia de San Juan, con frecuencia saldría después de la Vigilia,
y con el fin de llegar a su parroquia a tiempo, a menudo se veía obligado a ir en
taxi. Y sucedió que un día que bajaba del coche, y se preparaba para pagar al
cochero; buscó bien en sus bolsillos. ¡No pudo encontrar ni un óbolo!. ¡El buen
Alejo lo había tomado todo!. Dijo al cochero: “No tengo dinero ahora. Tendré que
pagarle después”. “Usted me va a pagar ahora”, dijo con enojo el cochero. “Pero –
pues no tengo”. “Ya que no tiene nada, no debió haber pedido venir en taxi. Quiero
que me pague, y si no tiene nada de dinero, voy a tomar su raso”. Papá-Nicolás se
quitó su raso y se lo dio con placer, y partieron. En cuanto a él, fue camino a su
iglesia con el fin de servir la Liturgia, sin el raso. El cochero, por otro lado, se dirigió
a su casa, pensando cómo y dónde podría vender el raso, y ganar siete veces un
lucro de él. Pero después de cinco minutos, en el mismo momento en que Papá-
Nicolás estaba entrando a la iglesia, el cochero regresó de prisa y le gritó: “¡Papá-
Nicolás, tome de regreso su raso, y no quiero ningún dinero!”. ¡Quién sabe , qué le
había pasado!.
¹ Muchos de los que atendieron a las Vigilias celebradas por Papá-Nicolás y su comunidad
devinieron en monásticos. Otros cinco, además de P. Filoteo Zervakos, fueron al Monasterio de
Longovarda en Paros. Alejandro Moretídis devino el monje Andrónikos, y muchos otros fueron
también al Santo Monte, o a otros monasterios y conventos.-TRAD.
(Foto)
El ábside de la vieja Iglesia de San Juan en donde Papá-Nicolás servía,
+ + + + + + + + + + + + + + + + + + + + + + + + + + + + + + + + + + + + + + + + + + ++ + +
EPILOGO
Segundo: Papá-Nicolás, quien era de la isla de Naxos, que era uno de los
centros de los padres Kolivades, se había nutrido en su espíritu, y había heredado
el amor por la Sagrada Tradición, por lo que eran famosos. Entre otras cosas,
aparte de no celebrar servicios fúnebres en el Día del Señor, el Día de la
Resurrección, los Kolivades también abogaban por la frecuente comunión y el
mantener los ayunos de la Iglesia. Y así fue que, los seguidores y discípulos de los
Kolivades, fueron los primeros en Grecia de protestar contra el cambio del
calendario de la Iglesia. Por cierto, la triste verdad es que, ni uno de los obispos de
la Iglesia del Estado halló la fuerza moral para protestar esta no canónica y
unilateral acción – a pesar de que no menos de tres Concilios Locales de la Gran
Iglesia habían condenado la adopción del calendario Gregoriano para su uso en la
Iglesia Ortodoxa*.
Uno de los laicos presente en ese memorable evento era un joven – más
tarde, archimandrita, P. Efraín Karayianis – quien poco después devino en
discípulo del anciano José el morador de Caverna del Santo Monte, a sí mismo un
seguidor de la tradición de los Kolivades. Muchos años después, el P. Efraín nos
habló de ese servicio de la bendición de la Santa Agua. “En su sencillez, Papá-
Nicolás lloraba tanto durante ese servicio”, recordó el P. Efraín, “el sollozaba como
un niño, y sus lágrimas corrían por su cara y caían dentro del tazón de la Santa
Agua”. Junto con Papá-Nicolás, otros dos sacerdotes estaban presentes, el P.
Antonio y el P. Jerónimo el Invidente. El P. Efraín contó después cómo durante to-
* Estos fueron los Concilios Locales de 1,583, 1,587, y 1,593 celebrados en Constantinopla. Para
un examen a fondo de este asunto, véase: Rev. Basilio Sakkas, El Asunto del Calendario, trad. Holy
Transfiguration Monastery (Jordanville, N.Y.: Holy Trinity Monastery, 1,973).
do el servicio, Papá-Nicolás repetía una y otra vez: “Todo lo que se ha hecho no
canónicamente no puede perdurar – caerá”. Después con sus sencillas palabras, él
animó a los presentes y les exhortó a permanecer unidos y firmes en su defensa de
la tradición de la Iglesia. Esto fue el comienzo del movimiento de los Antiguos
Calendaristas en Grecia.
Así que es evidente que Papá-Nicolás apoyó a los fieles tanto secreta como
abiertamente en su lucha por la tradición de la Iglesia.
Aquí está la narración del Obispo Germán, de aquél encuentro entre Papá-
Nicolás y el Arzobispo Crisóstomo Papadópulos:
Papá-Nicolás se puso nervioso, y como un niñito, se asustó cuando se le dijo unos
días antes de la reunión que el Arzobispo deseaba verle. Se repetía una y otra vez: “¿Para
qué me quiere ver?”. Al tiempo, llegó a la oficina del Arzobispo, él estaba como un escolar
enviado a la oficina del director. Papá-Nicolás era una persona muy dócil y no le gustaba
los careos. No le gustaba estar presente en las riñas. En todo caso, cuando él ingresó a la
oficina del Arzobispo, el Arzobispo se levantó y le saludó muy amablemente y le dio un
asiento. Así que se sentó, pero aún estaba muy nervioso. Con una expresión muy seria el
Arzobispo empezó: “Papá-Nicolás, como usted sabe, le amamos y respetamos mucho.
Sin embargo, han llegado a nuestros oídos que usted es un Antiguo Calendarista, y que,
contrario a la encíclica del Santo Sínodo, usted está celebrando las fiestas de la Iglesia de
acuerdo al antiguo rumbo y no según al correcto y reformado calendario”. Entonces, en
su típica infantil sencillez, Papá-Nicolás respondió: “¡Oh,-oh- sólo de noche, sólo de
noche!”. Esta respuesta derribó al Arzobispo.
Papá-Nicolás falleció ocho años después del cambio del calendario; en aquél
tiempo, los Antiguos Calendaristas todavía no tenían ningún obispo. Solo uno
pocos años después, en Mayo de 1,935 que Crisóstomo, Obispo de la diócesis de
Florina, junto con el Obispo Germán de Dimitrias y el Obispo Crisóstomo de
Zákinzos, renunciaron y regresaron de nuevo a la usanza tradicional.
- Mateo 25:21
APENDICE
Conmemorada en 14 de Septiembre
A principios de 1,900 y especialmente en los 1,920, hubo fuertes fuerzas
laicistas anti-iglesia en el poder en Grecia y en el Patriarcado Ecuménico. Entre las
acciones de estas fuerzas, fue introducido, a la fuerza, el calendario Gregoriano. El
calendario Gregoriano es adecuado para las funciones de negocios, la bolsa de
valores, y otras mundanas, actividades seculares. Sin embargo, litúrgicamente es
prácticamente inservible, aún dañino. De ninguna manera es posible conciliar el
Gregoriano con nuestro canónico Pasjálion Cristiano Ortodoxo. Por otra parte,
además de la introducción de un cambio de calendario de la Iglesia, por una iglesia
local, creó una inaceptable desunión litúrgica dentro de la propia Iglesia.
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Los Antiguos Calendaristas estaban teniendo vigilia allí, pues era la víspera
de la fiesta de la Exaltación de la Preciosa Cruz.
JUAN D. GLYMIS
Calle Aristóteles 73
ATANASIOS PRIMALIS
Calle Kavalis 17
+ + + + + + + + + + + + + + + + + + + + + + + ++ + + + + + + + + + + + + + + + + + ++ ++
GLOSARIO
Andídoron. Literalmente, “en vez del Don”, es decir, en vez de la Santa Comunión.
Pequeños pedazos de los panes de los cuales el Cordero Eucarístico ha sido
cortado y que son distribuidos a los fieles por el sacerdote al final de la Divina
Liturgia. Es comido sólo si uno no ha comido o bebido nada previo a la Liturgia.
Raso. (pl. rasa) Un hábito holgado con mangas anchas usado por monjes sobre la
sotana.
Rasofóros. El rango más bajo del hábito monástico pero mayor que el del novicio.
Tipikáris. Uno, que es asignado para determinar el correcto Tipikón (regla u orden
del oficio diario) de cualquier fiesta dada.
Unción Santa. El oficio del Santo Oleo. El Santo Oleo o Unción es administrado
hacia la curación del alma y cuerpo, para cualquiera de los fieles que puedan estar
padeciendo de cualquier aflicción corporal o espiritual. Es un misterio de la Iglesia
que haya su fundamento en la exhortación de San Jacobo en su Católica Epístola
(5:14), y también en el Evangelio según San Marcos (6:13).
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EPILOGO DE LA SEGUNDA
IMPRESIÓN EN INGLES
Queridos lectores, con alegría les ofrecemos esta largamente esperada
segunda impresión de la vida de Papá-Nicolás Planás.
El presente libro empezó como una serie de eventos y anécdotas escritos por
la discípula de Papá-Nicolás, la Madre Marta; estas notas fueron dadas al difunto
Kostis Bastiás, para incorporarlas en una novela histórica acerca de Papá-Nicolás.
Kostis Bastiás era un escritor capaz que ya había escrito una novela histórica
clásica acerca de Papulakos, el santo monje Cristóbal del Peloponeso, que vivió en
la primera mitad del siglo 19. Aunque Bastiás falleció sin acabar esto, cuando el
bendito Fócio Kontoglu (+1,965) leyó la colección de notas de la Madre Marta,
inmediatamente reconoció su inestimable valor espiritual y animó a su gran amigo
y benefactor, el difunto editor Alejandro Papadimitríu, de publicarlas tales como
eran. Esta fue una gran bendición, pues la narración de Madre Marta tiene una
sencillez y encanto, al igual que las narraciones en El Camino de un Peregrino, pues
se habrían perdido, habiéndose la vida de Papá-Nicolás reproducido como una
novela histórica.
Una vez, después del cambio anti canónico del calendario, el Arzobispo
Crisóstomo Papadópulos* llamó a Papá-Nicolás para increparle por continuar
celebrando las fiestas de acuerdo a los rumbos de la Iglesia, es decir, el tradicional
Calendario eclesiástico. Para intimidarle, le dijo que muchos laicos y algunos clérigos se
quejaron a él por esto. El empezó a mencionar ciertos nombres y qué habían dicho estas
personas, con el propósito de desconcertar a Papá-Nicolás y forzarle a responder, de
manera que pudiera condenarle por desobediencia. Pero Papá-Nicolás no trataría de
defenderse o hacer apología. Lo único que él diría, cada vez que el Arzobispo nombraba
a alguien que se había quejado contra él, era: “¡Oh! es un buen hombre. ¡Cómo pudo
haber dicho eso!. El no ha podido decir eso. Es el tentador que está tratando de hacer
problema”.
“Eso es lo que es, Señor mío. Todos ellos son buenos. Son gente buena”.
* Este fue el innovador que llegó a ser Arzobispo de la Iglesia del Estado de Grecia en una manera
anti canónica y en el año 1,924 cambió el calendario, también una manera anti canónica. Hacia
finales del siglo veinte, la Logia masónica de Atenas reveló que él fue un Masón.
“¿Qué?, él es el mejor?”
Este era nuestro amado padrecito, Papá-Nicolás (que sus bendiciones estén
siempre con nosotros).
Una vez, visitamos la Iglesia de San Juan en Atenas donde se encuentran las
reliquias de San Nicolás, y el candelero nos dijo que nunca conoció a Papá-Nicolás,
habiendo venido a la Iglesia como un joven, que había servido unos pocos años,
un flujo continuo de personas vendría a traer aceite de olivo para los candiles y a
prender velas. Invariablemente todos, hablaban acerca de los signos y milagros
realizado por Papá-Nicolás. “¡Ay!”, dijo el candelero, yo no escribí estas
narraciones. Hoy habría algunos volúmenes conteniendo los milagros”.
Noviembre 2,000
* “Sin tentaciones, nadie será salvado”. – S. Antonio el Magno.
(Ver pág. . . )
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VISPERAS
Con el lento paso de lasos pies * visitaste a los que pedíante; * ahora con prisa de
rayo en las alas de gracia, estás con todos los que piensan en tí, con afán y ardiente
fe, * trayéndoles tu gozo de corazón, * con las sanaciones de males * y el fin de
pesar. * Mientras nos reunimos a honrar tu memoria con santos cantos, ¡oh! Padre,
* estate con nos también, cediendo luz.
Ahora. Teotokíon
Mismo Tono
Probaste ser dócil, humilde de corazón, inocente, y lleno de virtud, ¡oh! Nicolás,
nuestro justo Padre. Místicamente instruido en la sabiduría que supera todo
entender, parecías tonto al necio mundo; más habiendo echado lejos de tí toda
pretensión y vanidad, deviniste amado y precioso por todos. Por tu dulce y
pacífico modo, trajiste a todos a reconciliación, y manifestado como un genuino
hijo de paz. Y ahora mientras gozas tu adopción como un hijo de Dios, no olvides
a los que honran tu memoria, ¡oh! bendito de Dios.
¡Oh! justo Padre Nicolás, como cuando aún vivías entre nos, largamente dabas tu
amoroso cuidado a los hombres, con todo, envía tus dádivas sobre nos los
humildes. Apresúrate, ¡oh! compasivo Padre, ayudarnos a los que cayeron en
graves congojas y múltiples males, y líbranos de ellos por tu mediación. Errores,
herejías, engaños, y la falta de toda virtud han aumentado, y no se puede hallar
un hombre que tenga intelecto; pues la fe decayó, la doblez domina, y el decoro
moral, del todo tenido en nada. Pues he aquí, devinimos como fue al principio,
cuando Dios no rigió entre nos, y nuestras pasiones rigen como si ellas fueran Dios.
Por eso, ¡oh! Padre, apresúrate a salvarnos por tu paternal favor.
Ahora. Teotokíon
Nos los fieles bendecímoste, ¡oh! Virgen Teotókos, y gloriámoste, como es propio
y debido: ¡Oh! inmóvil ciudad, imbatible muralla, invencible protección, y cubierto
refugio de nuestras almas.
Toda tu vida pasó en loa a Dios * y en amor de Sus amigos;* y pasando tu tiempo
en oración, * andando diariamente con los Santos, * deviniste en un Santo. * tú,
elegido por Dios desde mocedad, * con fuertes fatigas hiciste tu elección firme. *
¡oh! Padre Nicolás, * ahora unido a todos los Santos en luz, * importuna a la Luz
brillar sobre los que hónrante.
Verso: Una luz amaneció para el justo hombre, y alegría para los rectos de
corazón.
Angeles por la noche alumbran tu senda para tí; * de día, la lluvia no te toca; * al
ignorar dolencia, * te esfuerzas en amor a servir a los necesitados. * Por eso el
Salvador, Quien vio tu disposición * ir más allá de lo natural en simpatía por las
almas, * hizo a la naturaleza perder sus leyes, * haciendo senda ante el amado
amigo del Rey, * con Angélicas escoltas para tu pequeño y fatigado cuerpo.
¡Oh! inspirado Padre Nicolás, tu servicio ofrecido con ardiente fe, unidad de
espíritu, y cansancio del cuerpo, en la faz de tentaciones, humillaciones, y penas,
elevó como agradable incienso ante el trono de Aquél Quien fue crucificado. Cada
día cuando todos se apartaron de la santidad, tú exclamaste: Cantaré a mi Dios por
el tiempo que yo exista. Por eso considéranos ahora que somos como ovejas sin
pastor; no desprecies nuestra debilidad y veleidad, ¡oh! Padre, más sé nuestro guía
y protector, que por tu mediación, hallemos el Reino de los Cielos.
Ahora. Teotokíon
HIMNO DE DESPEDIDA
Y la Despedida
MATUTINOS
Ahora. Teotokíon
Conocémoste como la Madre de Dios, que eres realmente una virgen aún después
de tu parto, ¡oh! Doncella; * con anhelo, huimos en fe tu bondad y cariño. * Pues
nos pecadores tenémoste como nuestra cierta protección, * y en toda tentación,
como nuestra pronta salvación, * tú única muy proba.
Después de la Segunda Lectura del Salterio, los siguientes Himnos Sesionales:
Cuando los hostiles a la antigua fe y práctica * tomaron una hacha de dos filos y
un mazo de cantero * para abolir las fiestas de real piedad, * te mantuviste firme
en el ciclo de festivos días * decretados de antiguo en Nicea por mandato de Dios
* mientras danzas en los Cielos, ¡oh! Padre Nicolás, * ruega a Cristo Dios conceder
gran piedad a nos.
Ahora. Teotokíon
El Cánon. Antes de los Tropária, decimos, ¡Oh1 Santo de Dios intercede por
nosotros.
Un sacerdote y protector se nos da, * cuyos días fueron una ofrenda * y cuyas
noches fueron una oblación, * que está ante el Dios de portentos, * rogando por
todos los que invocan su nombre.
Tu venerable faz brilló con amor * y heriste al pecador * con el anhelo por santidad.
* ¡Oh! Nicolás, hiere nuestros duros corazones también * con fuerte deseo por la
belleza de santidad.
Los centavos de los pobres no desdeñaste; * las loas de pecadores * ahora aceptas
en tu tierno amor, * y elevas tus clericales manos con súplicas * por nos que
anhelamos por tus oraciones, Padre Nicolás.
Teotokíon
¡Oh! clemente Virgen, que eres el puente * entre la tierra y los Cielos, * tanto para
los Santos como para los que pecan, * mira a qué honduras he caído, * y levántame
a la vida en tu compasión.
Con aquél amor por el prójimo que trajo a Dos a morar en tu santa alma, * Ruégale
también por nos con fervor, * justo Presbítero Nicolás.
Teotokíon
Nos que perdimos la esperanza de los Cielos la recuperamos por tí, * nuestra
Soberana Dama, la siempre Virgen, * y nuestra esperanza, después de Dios Mismo.
HIMNO SESIONAL
Y el Teotokíon
Trajiste el Cielo a la tierra * con la potente oración de tu gran y santa alma. Ahora
lleva al Cielo terrenos corazones * aunque sucios con pecados, gozan cantar tu loa.
Teotokíon
Hacemos bien en loarte, * cuya vasta gracia fue anunciada por Gabriel, * que oyó
al Verbo y Le ensalzó * como nunca nadie lo hizo.
Dios deleitábase tanto con el diario ofrecido sacrificio * que en el día de necesidad,
¡oh! Nicolás, * el pan de ofrenda en portento surtiósete.
¿Quién pensaría del hombre, * débil de cuerpo y tan lento paso * diariamente ataba
al príncipe de la oscuridad * con cadenas de poderosa e incesante oración
infrangible?.
Teotokíon
Tú bebiste veneno a salvo, * veloces caballos cuando débil por edad; * sufriste
ofensas impasible a la malicia, serviste a tu Cristo levitado sobre la tierra, * pue el
Dios de portentos * vino a morar en tu sencillez.
Tú, que no sabías los nombres* de los que reinaban en la tierra, * fue diariamente
mostrada esa muy pasmosa forma del Tabernáculo, donde todo es misterio, * todo
es la más dulce aroma, * todo es poder, vida, y majestad.
Los Santos mismos eran tus amigos, * que sanaban tus dolencias y males, * que
animáronte en las penas, alejaron tus pesares, sí, y castigaron a tus enemigos, *
llevaron tu oración a los Cielos, * y no oída, se disculparon.
Teotokíon
Todo hombre es mezcla de dos, * menos el Hijo nacido sólo de tí, * Quien tiene Su
cuerpo, alma y rasgos sólo de tí, sin mezcla de otro origen, * teniendo todo de tí,
y a la vez otorgando todo en tí.
KONDAKION
Sin tener nada en esta vida * solo el amor de tu Hacedor, * tú Servístele noche y
día * en oración y servicio al prójimo; * a cambio, El envió Sus Angeles ser tu
escolta, * y Sus Santos gozaban compartir en tu diario servicio. * Ahora, ¡oh!
Nicolás, nuestro Padre, * coronado en el Reino, * asístenos en la tierra.
SINAXARION
Versos
Por sus santas intercesiones, ¡Oh! Dios, ten misericordia de nosotros y sálvanos. Amén.
Teotokíon
Honremos a la Virgen, * desgastemos nuestras voces en gozosa loa a ella * por
Quien El Que estaba oculto * es visto por hombres y Angeles, * que juntos claman
como uno: ¡Oh! Dios de nuestros Padres, bendito eres Tú.
Serviste en la Mística Cena del Señor * cada día de tu vida * como uno de Sus
Apóstoles; * y en el cuarto superior de tu excelsa mente * brilló la luz de los
misterios, * presencia de los Angeles, * comunión con el Altísimo.
Teotokíon
Muerto a Dios, más vivo a necios goces, * no sé a dónde tornar, * ni sé cuál será mi
fin. * ¡Oh! Madre del Cordero quita los pecados, * ayúdame como tú sabes, * sana
la rota imagen * irreconocible en pasiones.
Teotokíon
¡Oh! Dama Teotókos, * Siempre virgen María, * que tienes diez mil nombres, todos
sumamente dulces, * salva a un amargado transgresor, * que aún tiene esperanza
en tí.
EXAPOSTILARION
Escuchen, mujeres
¡Oh! justo Padre Nicolás, * como el inspirado Espiridón, * aunque la iglesia estaba
casi vacía, * tú encendiste incontables velas * a glorificar Aquél que mora allí; * así
eran tus oídos dignos de oír * la temible resonante himnodia * de los invisibles
Angeles, * tus consiervos ante Dios.
Y el Teotokíon.
Tú predijiste cosas de lejos como si las miraras de cerca, * tú andaste ingrávido por
el aire, * hablaste cara a cara con los Santos; * sanaste males gratis; * llenaste con
luz a todas que vino a tí con fe; * tú hiciste a Atenas un Cielo sobre la tierra, *
donde al Señor de Sabaoth fue ofrecido adoración sin cesar * por loa Angeles y por
los hijos de los hombres, * quienes eran uno en su amor por tí.
Mientras besamos tu ícono y tus santas reliquias con devoción, * bendito Presbítero
Nicolás, * míranos desde arriba * con tus usuales clemencias; * sana nuestras almas
y cuerpos, vierte luz sobre nuestras oscurecidas mentes; * has la duradera aflicción
disminuir; * acepta los cantos de loas presentadas a tí, prémiales con tus oraciones
* ante Dios, Quien recíbete como nuestro ardiente embajador.
Teotokíon
Dama, recibe las súplicas de tus siervos, y líbranos de toda aflicción y necesidad.
MEGALINARION
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