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PAPA-NICOLAS PLANAS
EL SENCILLO PASTOR DE LAS SENCILLAS OVEJAS

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PAPA-NICOLAS PLANAS
EL SENCILLO PASTOR DE LAS SENCILLAS OVEJAS

La Vida y Esfuerzos del Sacerdote Nicolás Planás, Escrito

Por Su Discípula la monja Marta, con Cartas y

Piadosos Recuerdos de Varios Cristianos

Que Le Conocieron, y un prefacio por

Fócio Kontoglu

(AQUÍ VA SU ICONO)

Traducido del Griego por el

MONASTERIO DE LA SANTA TRANSFIGURACION

Boston, Massachusetts

20..

3
© 1,981 Por el Monasterio de la Santa Transfiguración, Brookline, MA 02445

Todos los derechos reservados

Segunda Impresión 2,001

Impreso en los Estados Unidos de Norteamérica

ISBN ………

Catálogo de la Librería del Congreso Tarjeta Número….

4
(AQUÍ VA EL ICONO DE PANTOKRATOR)

5
(AQUÍ VA FOTO DE MADRE MARTA)

MADRE MARTA

1,883 – 1,973

En el mundo, Uranía Papadópulos. El bastón que ella sostiene es aquél

de su amado Papá-Nicolás que ahora es atesorado en el

Monasterio de la Santa Transfiguración.

6

DEDICADO

La Venerable

MADRE MARTA

La Peregrina

Fiel Discípula del Bendito

PAPA-NICOLAS

Y a los otros

Miembros de su Congregación

Que por más de cincuenta años,

Le sirvieron en sus

Diarias Liturgias

7
(AQUÍ VA LA FOTO DE PAPA-NICOLAS)

PAPA-NICOLAS PLANAS

1,851-1,932

(SU FIRMA)

8

HIMNO DE DESPEDIDA

Plagal del Primer Tono. Adoremos al Verbo

Loemos a nuestro protector, el piadoso Nicolás; * como uno dotado de bendita


virtud, él brilló como un real sacerdote * del Altísimo Dios, y fue Su ferviente
adorador. * Pues, por su santa vida en la tierra, * él nos dejó las más sublimes y
fehacientes enseñanzas * de sufrimiento, docilidad, paciencia, sincera humildad y
real Divino amor.
KONDAKION

Tercer Tono. En este día la Virgen

Sin tener nada en esta vida * excepto el amor de su Creador, * tú Le serviste noche
y día * en oración y servicio al prójimo; * a cambio, El envió Sus Angeles * ser tu
escolta, * y Sus Santos gozaron de compartir en tu diario servicio. * Ahora, ¡oh!
Nicolás, nuestro Padre, * coronado en el Reino, * asístenos en la tierra.

MEGALINARION

Como un simple pastor de las ovejas de Cristo Dios, * tú cuidaste tu hato bien * en
los pastos de piedad, * nutriendo sus espíritus * con perennes peticiones * y
guiándolos a Cristo, ¡oh! docto Padre Nicolás.

9
(AQUÍ VA FOTO DE ATENAS)

La Atenas de Papá-Nicolás: El Palacio y la Plaza de la Constitución,

c. 1,897. Note el carruaje jalado por caballos en la parte inferior.

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INDICE

PROLOGO DE LOS EDITORES

DE LA EDICION GRIEGA xvii

PREFACIO xxi

PRESENTACION xxxv

DICHOS DE LA SANTA ESCRITURA QUE SON DIGNAS

DEL PADRE NICOLAS-PLANAS Y SU

CONGREGACION liii

1 / La Vida y Esfuerzos del Sacerdote

Nicolás Planás, Escrito Por Su Discípula

la monja Marta…………………………………………………………… 1-
69

1. El nacimiento de Papá-Nicolás página 1


2. Su ordenación 2
3. El ve a San Pantaleón 3
4. Sus Liturgias 4
5. Sus ayunos 5
6. Sus “facturas y contratos” 5
7. La visión del abogado 7
8. El castigo del conserje 8
9. Su paciencia y tolerancia 9
10. El calendario 10
11. Una lección para el cochero 11
12. La visión que el niñito vio 11
13. Una luz sobre su cabeza 12

11
14. “¡No apague la luz, mi Padre!” 12
15. Su falta de preocupación por el dinero 13
16. “¡Yo no quiero su dinero; sólo su bendición!” 14
17. La dama que quiso ponerle a prueba 15
18. El veneno que él bebió sin daño 16
19. La curación de Papá Demetrio 17
20. La aparición de los Santos Juan & Pantaleón 19
21. La aparición del Angel 20
22. En, pero no del mundo. 20
23. Cómo se comportaba con los ricos y pobres 21
24. Majestad Litúrgica 22
25. El pan bendito del Angel 23
26. ¡Es el Obispo Mártir Focas! 25
27. La cura maravillosa 25
28. La corrección de vanagloria 27
29. La comunión del leproso 29
30. El más ferviente celo y santa paciencia 29
31. Una consuelo y un refugio 31
32. La familia que encontró a su hijo perdido 33
33. El honor y amor de sus feligreses 34
34. El oraba para que ellos le permitieran orar 34
35. Secretas Liturgias 37
36. El soluciona las dificultades de los fieles 38
37. La sorpresa del cochero 39
38. Uno de los logros de su paciencia 40
39. El ser apartado de la Vigilia & su paciencia en el sufrimiento 43
40.El castigo del sacerdote 45
41. Los presentes y los ausentes en la Liturgia 46
42. La amansada bestia 48
43.Cómo se comportaba con su concelebrantes 49
44. Su sed por la oración 51
45. La aparición del Profeta Eliseo 54
46. La confianza que su fe le dio 55

12
47. Por encima de los escándalos 57
48. El carretero que fue beneficiado 59
49. Ayuda y luz del Cielo 59
50. Imitación de los Santos Padres 60
51. “¡Ni siquiera suficiente para su carruaje!” 61
52. “A partir de ahora no tendrá Ud. más dolor” 61
53. “Mis pasos Tú dirígelos…” 63
54. Su días finales en la tierra 64
55. “La ciudad capital será padecerá tribulaciones…” 66
56. Y su discípula 66
57. Algunos milagros 68

II / Pasajes De las cartas de Madre Marta la monja.

Que suplementan las Precedentes Notas Biográficas………………..71-82

III / Piadosos Recuerdos de varios Cristianos que Le Conocieron…….83-96


1. El santo sacerdote con el don de clarividencia 85
2. La inolvidable aparición de un Santo 87
3. “El no está caminando sobre el piso” 88
4. Dos sucesos 89
5. Uno de sus hijos espirituales 90
6. “¡Miren qué tan alto está el sacerdote!” 92
7. Alejo el cantor 93
8. “¡Y todos Tus Santos…!” 95

EPILOGO 99

APENDICE 113

GLOSARIO 121

EPILOGO DE LA ……….. IMPRESIÓN AL ……….. 127

UN SERVICIO A PAPA-NICOLAS 135

13
(AQUÍ VA ICONO DEL SEÑOR)

Como Tú ves la aflicción de Tu pueblo, ¡Oh! Cristo, concede sanación pues Tú eres
el médico tanto de almas y cuerpos, por las oraciones, ¡Oh! Señor, de Tus Ministros
que ahora Rodéante, el Rey de todo, y que con perennes voces Glóriante como
Dios.

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PROLOGO DE LOS PUBLICISTAS
DE LA EDICION GRIEGA

En nuestra turbulenta era, existe mucha vanagloria y orgullo que son las señales
de la presencia satánica y la obra del Diablo. No solo aquellos hombres que sirven
a Lucifer con dedicación, sino aún aquellos que debieran ser imitadores de Cristo
y guías de otros por sus palabras, y aún más, por sus obras, han perdido contacto
viviente con la Tradición Ortodoxa, y esto les ha hecho fríos y estériles
racionalistas, Cristianos solamente en nombre, hombres que son orgullosos
respecto a las muchas cosas de este mundo, que no tienen valor alguno si uno las
mide con la vara de la eternidad. En un mundo así que ni es preocupado, ni
turbado, ni sufre, ni vigila su preciosa alma, es muy edificante cuando uno
presenta un ejemplo vivo de Ortodoxía, que “por su virtuosa vida nos ha dejado
enseñanzas de piedad”. Estos son ejemplos de aquellos que no han sido aplastados
por la aplanadora de los hábitos e influencias malignas del mundo, sino que más
bien se han mantenido firmes en su amor por Cristo y la Tradición de Su Iglesia
Ortodoxa. Estos ejemplos son los que nos liga a las raíces de la Tradición, de
manera que no seamos cortados, y así marchitar y morir totalmente. Dios envía
estos ejemplos toda vez que devenimos incómodos por el hecho de que la Iglesia
está siendo sacudida por la tempestad y está a punto de zozobrar; y así, en el medio
de Su Iglesia, El nos asegura de Su presencia y amor. Estos son ejemplos que nos
consuelan y fortalece, que alienta, y por sus vidas, nos iluminan para que podamos
superar las decepciones y escándalos que provienen de las tentaciones que
guerrean contra la Iglesia y Sus obreros. Ellos nos muestran cómo podemos ser
edificados por Cristo con humildad y sencillez, viviendo la santificante, litúrgica
y mistérica vida de nuestra Iglesia Ortodoxa. Y esta es la principal razón para
publicar este libro, pues contiene la vida y disciplina de un hombre atribulado
quien sirvió muchas vigilias en la Iglesia del Profeta Eliseo, de un sacerdote que -
* En la edición original Griega publicada por Prensa Astir (Atenas), 1,965). – TRAD.

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era en todo ejemplar, de Papa-Nicolás Planás, quien por su vida devino un sermón
viviente para todos nosotros. Sin exageración alguna, uno puede decir ¡que él fue
el sacerdote más litúrgico de nuestra era!. Toda su vida no fue más que un
incesante servicio ante el altar. “Desde el alba hasta la noche”, y desde la noche
hasta la mañana, Papá-Nicolás estaba en la iglesia. El “Celo por la casa del Señor”
le consumía. Toda su vida centrada en los versos de David: “Qué queridas son Tus
moradas, ¡Oh! Señor de los ejércitos; mi alma anhela y desfallece por los atrios del
Señor”¹, “¡Benditos son los que moran en Tu casa; por los siglos de los siglos ellos
Te alabarán!”². El lector que tiene un corazón puro y sencillo, mientras estudia este
libro, verá cuán verdaderas son estas palabras, las que – en la mayor parte – fueron
escritas con mucho amor por una dedicada discípula de Papá-Nicolás, la monja
Marta, que en el mundo fue conocida como Uranía Papadópulos. En las páginas
siguientes, el piadoso lector aprenderá de muchas opiniones e impresiones de
vista (y oído) de testigos que fueron contemporáneos de este humilde y santo
sacerdote, que probó, entre otras cosas, que aún en nuestro tiempo, la santidad
nunca ha cesado de atraer, de cautivar, y de guiar a los hijos fieles de la Iglesia en
Su sendero verdadero. Puede decirse que, en nuestros fríos e ingratos tiempos, la
congregación amante del servicio de vigilia de papá-Nicolás Planás – desde
Alejandro Papadiamantis, Alejandro Moraitidis, y el Padre Filoteo Zerbakos³ hasta
las mujeres, aunque poco instruidas, sin embargo eran piadosas y celosamente
dedicadas a las tradiciones de la Iglesia – eran por la buena voluntad y bendición
de Dios, la continuación de los Kollyvades. Muchas veces somos movidos por la
santa emoción, cuando recordamos la fragancia y aroma de otro mundo de la
paternal presencia del pequeño Padre en nuestro hogar cerca a la Iglesia del
Profeta Eliseo. He aquí del por qué, conociendo la grandeza de la personalidad
litúrgica y sacerdotal del pequeño Padre y la profundidad de su espiritual labor,
ofrecemos a los hermanos, a pesar de su pobreza, esta publicación con mucha
gloria en el Señor.

¹ Sal. 83:1-2 ²Sal. 83:5

³ Destacados por su piedad, Alejandro Papadiamantis y Alejandro Moraitidis (más tarde, el monje
Andrónikos) fueron al cambio de siglo, las dos figuras más prominentes en la Moderna Literatura
Griega. El Padre Filoteo Zerbakos, quien recientemente reposó, fue el prominente Abad del
Monasterio de Longobarda en la isla de Paros.- TRAD.

16
- ALEJANDRO PAPADIMITRIU

17
PREFACIO

¿Cuán grande es el que encontró

Sabiduría? Pero no es tan grande que aquél que teme al Señor.

-Sabiduría de Sira

La santísima y dulcísima boca que expresó sólo la verdad, habló estas palabras,
que da descanso al corazón de todo hombre: “Benditos son los puros de corazón,
pues ellos verán a Dios. Benditos son los pacificadores, pues ellos serán llamados
hijos de Dios”¹.

Bendito, por eso, es el hombre cuya vida es contada en este humilde


pequeño libro. Bendita, también, es la persona que la narra. Pero también es
bendito el hombre que la lee – la lee y se regocija por su bendita sencillez. Sencillo
fue aquél cuya vida es narrada, sencilla es la narradora, sencillos deben ser
también los que lo leen. De esta santificada armonía que debe existir entre el
Anciano cuya vida se está contando, su piadosa discípula que escribió todo lo que
recordaba de su agradable vida a Dios, y el que está leyendo esta narración – para
que esta armonía no sea rota, es necesario que las tres hayan vivido “en sencillez
de corazón”. En cuanto al corazón que es malo e incrédulo, no dejarle tanto como
alcanzar a abrir este libro.

Tedioso es como el hombre malvado y artero, pues tanto más es el bueno y


piadoso hombre sosegado. El Profeta David dice del hombre malvado: Sobre su
lengua hay fatigas y afanes”². Los antiguos Griegos llamaban al hombre malvado
mozerós, es decir, “fatigoso”. Y este desgraciado hombre no es solamente el fatigoso
para otros, sino que él mismo es fastidiado por sus malvados pensamientos;
mientras que el hombre bueno y sencillo es reposado. Por esta razón el Señor ha
dicho: “Vengan a Mí, todos los trabajados y cargados, y Yo les daré descanso”³.
¹ Mat. 5:8-9.

² Sal. 9:27

³ Mat. 11:28

18
Con estas palabras El estaba llamando acercársele, no sólo a los que están
fatigados con problemas y desgracias de la vida, sino también a aquellos que están
fatigados y agobiados con vano conocimiento, con vanos cuidados, y con las
complejas maldades que lanza al hombre a la desesperación de incredulidad.

El discurso de un buen hombre da descanso y paz porque es franco, sencillo


y sincero; y nuestra alma se deleita escucharle, como el hombre fatigado por el
viaje que apaga su sed con la refrescante agua en una fuente del desierto.

De la misma manera, este libro también es descansado y pacífico, pues fue


escrito por un alma que, aunque sencilla, sin embargo está llena de esa humilde
sabiduría que es concedida por Dios a aquellos que Le aman sobre todas las cosas.

Que el mundo vaya a su manera, “el ancho camino que conduce a


destrucción”¹. Los pocos que se apartan de ese camino, aunque viven ocultos del
mundo, rechazados y burlados por el mundo, sin embargo tienen la bendita
esperanza que está “llena de inmortalidad”. Los otros, según el Apóstol Pablo, son
los “que no tienen esperanza”².

Por esta razón también, el bendito e inocente Anciano, cuya vida está escrita
en este libro, vivió gozosamente, como si él fuera un niño pequeño, “con alegría”³,
a pesar de toda amargura por la que pasó, ya que tenía dentro de él al Espíritu
Santo Quien es llamado el Paráclito, es decir, “el Confortador” – porque quien es
iluminado por Aquel tiene la confortación que supera toda amargura y cause su
faz brillar. Para él, el desprecio es recibido con alegría; pobreza y privación se
tornan riquezas; maltrato es tornado en honor, odio en amor, desesperación en
bendita esperanza, aflicción en gozo.

Verdaderamente, benditos y afortunados son todos los que han discernido


rápidamente la amargura que es hallada en los gozos del mundo y que se han
acercado a Cristo, Quien bendice a los pobres de espíritu, a los que sufren, los
mansos, los misericordiosos, los puros de corazón, los pacificadores⁴.

¹ Mat. 7:13 ² I Tes. 4:13. ³ Rom. 12:8. ⁴ Mat. 5:3-9.

19
Que los hombres con mentes carnales les consideren desgraciados,
marginados, despreciados, inadaptados sociales, incultos, despojados,
amargados. Estos seres afortunados han recibido un don del Señor que
milagrosamente cambia la tristeza en alegría, lágrimas en regocijo, y todo lo que
ya hemos mencionado. En estas personas sucederá el misterio de aquél
maravilloso estado que es llamado por los Padres “la tristeza alegre”, o “la tristeza
agradable”. Este es el nuevo lenguaje que Cristo dijo, todos los que creen en El
hablarán: “Ellos hablarán en otras lenguas”¹.

Los hombres de Dios escandalizan a los impíos con la sencillez de sus


corazones, y sus palabras les parecen extrañas – ellos piensan que son sólo
palabras vacías, pues ellos no tienen experiencia espiritual, y no han sentido la
gracia de Dios de la que el Profeta dijo: “Oh! gusten y vean que el Señor es bueno”².

San Isaac el Sirio escribió mucha cosas sobre “la tristeza agradable”, y entre
otras cosas, dice él: “Nadie puede saber la ayuda que viene del llorar, excepto
aquellos que han dedicado sus almas a esta labor”. Y San Simeón el Nuevo Teólogo
dice: “La primera virtud de un Cristiano es la humildad, que es el principio y el
cimiento. La segunda es la tristeza y la fuente de lágrimas, respecto de la cual yo
diría mucho, pero no hallo palabras adecuadas para hablar de ellas debidamente.
Es un inefable milagro cómo las lágrimas caen de los ojos, y espiritualmente limpia
el alma de la contaminación del pecado. ¡Oh ustedes lágrimas que brota de la
iluminación Divina, y abren los Cielos, me traen Divina confortación! ¿Por qué,
de la dulzura que siento y del deseo que tengo, digo las mismas cosas una y otra
vez?. Porque donde hay muchas lágrimas con conocimiento verdadero, allí está
también la brillantez de la Divina Luz. Y dondequiera que la Luz Divina esté, allí
está estampado el sello del Espíritu Santo, de Quien procede todos los frutos de
vida: belleza, paz, caridad, gentileza, bondad, fe, y abstinencia. De las lágrimas
nace el amor por los enemigos de uno y la imploración a Dios por ellos,
regocijándose en las tentaciones, considerando los pecados de los demás como
nuestros, y llorando por ellos”.

Todos estos dones Celestiales, Papá-Nicolás recibió del Señor. Todos estos
imperecederos diamantes adornaron a aquél harapiento pequeño Anciano, quien
¹ Mc. 16:17. ² Sal. 33:8.

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fue el más humilde de los humildes. Por esta razón la Divina Gracia moró en él,
de acuerdo a la palabra de la Escritura que dice: “¿A qué hombre miraré, excepto
al que es humilde y tranquilo, y que tiembla ante mis palabras?”¹.

Qué principesco caballero, qué hombre podrido en dinero, ha vivido como


Papá Planás, que “¿no tenía dónde reclinar su cabeza?”². ¿Qué celebridad ha sido
amada como lo fue él – que se ocultaba para que nadie lo viera?. ¿Qué orador ha
sido más expresivo que Papá-Nicolás, que balbuceaba como si fuera un bebe?. Y
realmente, ¿quién era más rico que este santificado Anciano, ya que tenía todo lo
que necesitaba en su vida sin tener siquiera un dracma en su bolsillo?. El vivió
como aquellas benditas personas de las que el Apóstol Pablo dijo: “sin tener nada,
más poseyéndolo todo”³. El buscó primero el Reino de Dios, y todo lo demás “le
fue añadido”¹. La moneda más pequeña no permanecía una sola noche en su
bolsillo, “porque”, tal como San Simeón el Nuevo Teólogo dice: “es imposible para
aquél que ha guardado algún dinero creer y esperar en Dios”. Y esto es claro de lo
que Cristo nuestro Dios dijo: “Porque donde esté tu tesoro, allí estará también tu
corazón”².

* * *

La vida de tal hombre es un ejemplo grande y salvador de almas para


nosotros en estos tiempos actuales cuando el pecado ha proliferado, y cuando los
hombres se han vuelto tan acostumbrados a toda clase de lascivia que están
completamente “se han endurecido”³. En los tiempos más oscuros, cuando la
radiante faz de Dios es ocultada de los ojos de los hombres, Su amor por la
humanidad revela en medio de nosotros a uno que El ha enviado para
constituirnos en la Fe por su forma de vida, aun cuando él no podía hablar muchas
palabras. Tal enviado fue Papá Planás, que ni se sabía las letras, ni tenía el discurso
fácil de aquellos que el mundo acostumbra llamar “teólogos”, que estudian en
universidades y escuelas y reciben diplomas. La marca de la Ortodoxía es sencillez
de corazón que trae la fe. Y dondequiera que exista la fe verdadera e inmutable,
son reveladas todas las gracias espirituales y dones de Dios. Nuestro pueblo
Ortodoxo vive espiritualmente, en la vida litúrgica, y no tiene necesidad de teorías
¹ Is. 66:2. ² Mat. 8:20. ³ II Cor. 6:10.

¹ Mat. 6:33. ² Mat. 6:21. ³ Ef. 4:19

21
y filosofías, pero tienen necesidad de la santidad. Su deseo es ver cleros
santificados, aun cuando sean más iletrados que ellos. De hecho, cuanto más
iletrados y sencillos son ellos, tanto más les respetan y aman, acercándose a ellos
como si fueran a un refugio. El deseo del pueblo de ver a un santo en su tiempo es
tan grande que, es suficiente para un sacerdote ser solamente piadoso y virtuoso
para que le llamen santo.

Sin embargo, aún hoy en día¹, hombres santos se encuentran. Parece que la
bendición de Cristo, que escogió a nuestra nación a predicar el Evangelio,
concediéndole la Fe que pudiera mantenerse pura tal como fue recibida, así como
la sangre que nuestros innumerables mártires derramaron para que la Fe en Cristo
pudiera ser establecida, obra a fin de que naciera de vez en cuando entre nosotros
algunos hombres santificados desde el seno de sus madres, así como lo fue Papá-
Nicolás, algunos hombres enviados por Dios, que nacieron no de la sangre, ni de
la voluntad de la carne, ni de la voluntad del hombre, sino de Dios”².

Para los Cristianos, no existe una enseñanza más real que la lectura de la
vida de un santo – especialmente de alguien que ha vivido en nuestro tiempo y
que, por su propia vida, se manifestó como un santo sin fanfarria o cualquier
elogio hablado por algún personaje importante. De hecho, de todo lo que hizo y
dijo, fue evidente que él a quien ellos creían ser un santo, no tenía idea de su
santidad, más en cambio lágrimas por sus pecados nunca estuvieron ausentes de
sus ojos. El trató de vivir oculto y solo, “Un gorrión sentado solo, sobre el tejado”³.

Su alegría y su vida fue adorar a Dios día y noche, de celebrar Liturgia,


Vigilias, Vísperas, Paráklisis, Bendiciones de la Aguas, Santa Unción y Servicios
Conmemorativos. Apartado de estos, vida y felicidad no existían para el Anciano.
Para el pequeño Padre, Papá-Nicolás, ello era como el Profeta David dijo: “Una
cosa he pedido al Señor, esto aspiraré: “Que yo more en la casa del Señor todos los
días de mi vida, para que pueda yo contemplar el deleite del Señor, y que pueda
visitar Su santo Templo”⁴. Con la insaciable sed que él tenía por los servicios
divinos, junto con su cándida congregación él conmovía a los que eran indiferentes

¹ Grecia ² Jn. 1:12. ³ Cf. Sal. 101:8. ⁴ Sal. 26:4

22
y sin contrición, haciéndoles fervientes Cristianos. El consideraba a su congregación
como sus hijos, los hijos e hijas de Cristo, una bendita confraternidad que tenía en
medio al inocente Anciano como guía – el buen pastor, que guiaba a su rebaño a
buenos y vivificantes pastos de la Fe Ortodoxa. Todo el cuidado y preocupación
del Anciano era la salvación del rebaño. El sentía dolor por ellos, pues él no era el
jornalero que abandona a las ovejas y se va³.

Que no era “un jornalero” es revelado por su vida entera que él pasó sin
adquirir nada. Con el dinero no tenía contacto alguno, tal como hemos dicho antes.
Con una mano él tomaba lo que ellos le daban para celebrar la Liturgia y hacer los
servicios conmemorativos, y con la otra, lo daba. El quería dar alivio a su rebaño
aunque él mismo tenía hambre, sed y cansancio, con la garganta seca de la lectura
de miles de nombres que había conmemorado. Por años arrastró junto con él
paquetes de amarillentas hojas de papel en las que estaban escritas los
innumerables nombres de los que habían reposado (fallecido). ¡Oh qué increíble
sencillez y bondad! ¡y cuán bendecidos son todos los fallecidos que eran
conmemorados por tal sacerdote!

Vean lo que Papadiamantis escribe acerca de Papá-Nicolás: “Entre los


sacerdotes de hoy en día en la ciudades y aldeas, todavía hay muchos que son
virtuosos y buenos. Son tipo aldeano, caritativos respetados y venerables. Aun
cuando ellos no pueden exponer palabras, conocen otra manera de enseñar al
rebaño. Yo conozco a un sacerdote en Atenas. El es el más humilde de los
sacerdotes y el más sencillo de los hombres. Por cualquier servicio divino, si usted
le da un dracma, medio dracma, o un décimo, él lo recibe. Si usted no le da nada,
él no pide. Por tres dracmas él hace servicio la noche entera: Completas, Vísperas,
Matutinos, Horas, y Liturgia, todo, dura nueve horas. Si usted sólo le da dos
dracmas, él no se queja. Todas las listas con los nombres de los fallecidos a ser
conmemorados, una vez que son entregadas a él, siempre las conserva. Por dos a
tres años él continúa conmemorando los nombres. En cada Ofrecimiento él
conmemora de dos a tres mil nombres. El nunca se cansa. Su Ofrecimiento dura
dos horas. La Liturgia otras dos. Después de la despedida de la Liturgia, él distri-

³ Cf. Jn. 10:13.

23
buye a todos los presentes cuantos pedazos de Prósfora o Andídoron tiene en el
santuario. El no se queda con nada¹.

“Una vez, sucedió que él debía un pequeño monto de dinero y quería


pagarlo. Tenía diez o quince dracmas, todo en cobre. Durante dos horas él contaba,
contaba y contaba, y no pudo determinar cuántas dracmas eran. Finalmente otro
Cristiano se tomó el trabajo de contarlas por él. El tartamudea un poco y es casi
iletrado. En las oraciones la mayoría de las palabras las dice correctamente, pero
en el Evangelio, la mayoría de ellas incorrectamente. Usted dirá: ¿’Por qué esta
inconsistencia’? El reza las mismas oraciones cada día, mientras que una
determinada porción del evangelio él la lee una, dos y a lo mucho tres veces en el
año, con la excepción de determinadas partes frecuentes que se repiten
ocasionalmente, como en la bendición de la aguas y en el Paráklisis. Los errores que
él comete al leer son a menudo graciosos. Sin embargo, de toda la congregación de
los que escuchan, ninguno de nosotros se ríe. ¿Por qué?, nos hemos acostumbrado
a él y él nos gusta. El es digno de amor. Es sencillo y virtuoso. El digno de la
primera Bienaventuranza del Salvador.

“Ahora, suponga que este mismo sacerdote hay salido de alguna escuela
teológica, antigua o nueva, ¿la diferencia en él sería la mejor?, estaría manchado
con algunas pocas enseñanzas imperfectas, confusas, y mal digeridas, con más
orgullo y más demandas. ¿Sería él, mejor por esto?”.

En una de sus más bellas narraciones, Los Cantares de Dios, Papadiamantis


de nuevo habla acerca del Anciano. Esta vez él lo menciona por nombre: “Después
de tres días, acompañamos al pequeño Kula al sepulcro. Los sacerdotes
‘profesionales’ y los cantores cantaban los acostumbrados himnos desde ‘Benditos
son los intachables en la senda’ hasta el ‘Demos el último beso’. Papá-Nicolás, de
la isla de Náxos de la Iglesia de San juan en el Campo parecía como si estuviera
haciendo un servicio separado. Susurraba para sí mismo, y sus ojos parecían llenos
de lágrimas. ’¿Qué estás susurrando padre?’, le pregunté por detrás de la silla de
coro en la que él se apoyaba. ‘Estoy por mí mismo rezando el Servicio Fúnebre pa-
¹ Es costumbre para el clero más pobre en Grecia, quedarse con el prósforo sobrante para su
propio consumo.- TRAD.

24
ra Niños’, contestó Papá-Nicolás. El Servicio para niños corresponde para este
inocente hombre”.

Tal vida debe ser escrita por un biógrafo tal como la venerable monja marta,
quien envejeció a los pies, no del sabio Gamaliel, sino del sencillo Nicolás. Como
si ella fuera la sombra del Anciano, nunca ella perdió siquiera el más mínimo
cambio de expresión de él. No había ni siquiera un susurro, o movimiento fugaz
que ella no grabó profundamente en su alma. Las muchas cosas aquellas, que ella
pudo escribir de una manera sencilla y sincera que coincide con su amado
Anciano.

Ella también es una de esas almas que vivieron con temor y amor de Dios -
como Ana, la hija de Fanuel, quien pasó su vida en el templo - prendiendo
pequeñas velas que brillaron como si fueran espíritus, y regocijándose por el
incienso que se elevaba como una nube perfumada de mirra desde el incensario
de Papá-Nicolás, el nuevo Simeón.

Desde su juventud ella nunca estuvo ausente de las Vigilias y Liturgias que
tuvieron lugar en el tiempo de la Iglesia de San Eliseo, con Papadiamantis y
Moretídis como cantores, en la iglesia de San Juan el Cazador¹, en la Iglesia de Los
Tres Jerarcas en Pankrati, en la Iglesia de San Jorge en Kukakion, en la Iglesia de
San Lázaro, en la Iglesia de San Fanurio de Pankrati, en la Iglesia de San Espiridón
de Lumbardiari cerca a la Acrópolis, y en una multitud de capillas alrededor de
Atenas. Doquiera que el Anciano iba, detrás de él estaba su sombra, la monja
Marta.

Es una bendición de Dios para nosotros que aún la tenemos viva con
nosotros y escucharla en compunción, pero también en inteligente y gozoso
hablar². Ella es una poetisa de la Ortodoxía, sin haber escrito nada más que la notas
acerca de su amado pequeño Padre que están impresas en este libro. Le ruego me
perdone por escribir estas palabras.
¹ Este era el nombre de la pequeña capilla de campo situada donde ahora está la Iglesia grande
en la calle Vuliagmeni. No debe ser confundida con el antiguo monasterio del mismo nombre en
el paso entre las crestas del Monte Imeto. Esta capilla fue llamada también San Juan en el Campo.

² Madre Marta reposó en la fiesta de la Gran Mártir Paraskeví, el 26 de Julio de 1,973.- TRAD.

25
A Dios sea la gloria que aún en nuestros días, se hallan almas humildes y
amantes de los servicios, que viven del beber de la fuente inagotable de la
Ortodoxía. Junto con los monjes y las monjas que se juntan como pájaros de la
noche en las pequeñas capillas y las iglesias al lado de los caminos, hay varios
laicos como monjes y varias laicas como monjas: El tío Elías, Nikos el apuntador, el
Señor Demetrio el lector, el tío Stelio el amigo de Papadiamantis, el tío Korres, los
tres Alejandros, Constantino de Lesbos, Atanasio de Kidonia, Cornelio, Basilio,
Pandelis el iconógrafo de Bitinia, Fócio el iconógrafo, Pandelis el cantor, la señora
Elena, las dos Marías, la señora Catalina de Jalkida, Georgia, y muchos otros. Por
tales como estos: gloria a Dios.

“Benditos son los intachables en la senda,

Que caminan en la ley del Señor.

Benditos son los que buscan Sus

Mandamientos; con todo su corazón

Le buscarán”.

- Salmo 118:1-2

FOCIO KONTOGLU¹

¹ Fócio Kontoglu reposó en el Señor en la Fiesta de los Santos Apóstoles, Junio 30/Julio 13,
de 1,965.- TRAD.

26
(AQUÍ VA EL ICONO DE SAN NICOLAS PLANAS)

SAN NICOLAS PLANAS


El Protector de Atenas

27
+ + + + + + + + + + + + + + + + + + + ++ + + + + +

PRESENTACION

En el Nombre del Padre, y del Hijo,


Y el Espíritu Santo. Amén.

Una cosa he pedido al Señor,


Esto procuraré: Que yo pueda
morar en la casa del Señor todos
los días de mi vida, para que yo
pueda contemplar la delicia del Señor, y
que yo pueda visitar Su santo templo.
Salmo 26:4

No puede haber mejor descripción de la vida de nuestro amado Papá-Nicolás


Planás que el verso anteriormente mencionado de los Salmos. Cuán felices, cuán
bendecidos somos de tener la narración de la vida de este maravilloso pequeño
padre por su discípula la monja Marta, en el mundo, Uranía Papadópulos. Y cuan
gozosos ahora de poder presentarlo en una traducción castellana para aquellos
que no saben Griego.

Nuestra comunidad siente una especial afinidad y lazo con Papá-Nicolás,


considerándonos, indignos como somos, descendientes espirituales de este santo
anciano, a través de la Madre Marta, su amada discípula.

Ella nos amaba con gran amor y fue un apoyo espiritual para la comunidad
desde su comienzo. Nuestro Abad la conoció por primera vez en Grecia en el año
1,957, siendo entonces un joven monje de veintidós años de edad. La Madre Marta
estaba ya bien entrada en los setenta. Más tarde, cuando el monasterio fue
trasladado de Haverhill, Massachusetts, a Boston a comienzos de los sesenta, ella

28
solía decir: “Si yo fuera diez años más joven, iría a Norteamérica para estar con los
padres. Pero ahora estoy muy anciana”. Su celo misionero era fenomenal.

Debido a su pureza e inocencia infantil tenía un espíritu alegre (πνεῦμα


ἱλαρότητος) sobre ella. Ella siempre estaría riendo y hablando de su anciano,
Papá-Nicolás, o de algún otro personaje espiritual de Grecia en este siglo. Vivió
hasta los noventa, y en el curso de su larga vida fue diligente por buscar y reunirse
con casi todas la personas santas (abades, sacerdotes, monjes, monjas, etc.) que ella
escuchó de otros, desde fines del siglo pasado cuando ella era una joven, hasta el
momento de su partida de este mundo en 1,973. Después de la desaparición de
Papá-Nicolás ella se sintió como si fuera huérfana. En aquél tiempo, ella escuchó
acerca del Anciano José del Santo Monte (+1,959), el padre espiritual de nuestro
padre, y empezó a escribirle hasta su reposo de aquel. Uno de los últimos hombres
santos que ella conoció fue el Anciano Jerónimo (+1,966), de quien ella había
escuchado mucho, pero que ella nunca pudo visitar en su ermita en la isla de
Eguina. Fue nuestro abad, durante una de sus visitas a Grecia, quien la llevó a
conocer a este anciano. La Madre Marta ya entonces estaba en ancianidad. Sucedió
que Padre Nikitas Palassis estaba en Grecia en ese tiempo. El les acompañó a
Eguina y tomaron fotografías del peregrinaje.

Desde el comienzo de la fundación de nuestro monasterio en 1,960 mediante


la compra de la propiedad con una casa en Haverhill, Massachusetts, la madre
Marta nos regaló una cruz que había permanecido con su familia por cientos de
años. (Su apellido, Papadópulos, denota que ella era de una familia sacerdotal,
habiendo habido sacerdotes entre sus antepasados desde tiempos inmemoriales.
Siendo la última de su línea, ella heredó esta santa cruz, santas reliquias, íconos,
vestimentas, etc., algunas de las cuales permanecieron en su familia por siglos).
Esta santa cruz es del tipo conocido en Grecia como ἁγιασματάριον,
“santificadora”, usada principalmente para la Gran bendición de las Aguas en
Santa Teofanía y en todas las otras bendiciones menores a través del año. Tales
cruces están por lo general talladas en madera y ceñidas en plata con piedras
preciosas y perlas o coral, y erguidas sobre una base. Por un lado está representada
la Crucifixión de Nuestro Salvador, y por el otro, Su Santo Bautismo por San Juan
en el Jordán. Son muy populares hasta hoy en Grecia, las más de ellas talladas en
el Santo Monte. Esta cruz en particular es del siglo dieciocho o un poquito antes,

29
tallada seguramente en el Santo Monte. Es una pieza muy fina, tallada
elaboradamente.

Bueno, por muchos años, en la Santa Teofanía esta cruz fue dada a Papá-
Nicolás para bendecir las aguas. Pero debido a que sucedía que Papá-Nicolás
perdiera cosas de tiempo en tiempo (ciertos delincuentes las robarían de él y las
venderían), la Madre Marta y sus hermanos le inculcarían a Papá-Nicolás no quitar
su mirada de la cruz ni por un momento. Así estaría Papá-Nicolás de pie durante
el largo servicio sosteniendo firmemente la santa cruz con ambas manos, ni
bajándola por un momento, por temor a que pudiera perderla y así ser regañado,
o aún peor, que podría afligir a sus amados discípulos. Ahora esta santa cruz ha
estado en nuestro monasterio durante los últimos veinte años, en donde es
guardada como una gran bendición y tesoro.

Algunos años después cuando su visión disminuyó más debido a su


ancianidad y tenía dificultad de leer los servicios diarios, la Madre Marta regaló a
nuestra comunidad las excepcionales series de la Gran Colección de las Vidas de los
Santos en doce tomos con dos suplementarios del monje Constantino Dukakis, y
una maravillosa colección de servicios a particulares santos no hallados en los
Minea impresos. Estas colecciones fueron usadas para las largas vigilias y servicios
de Papá-Nicolás, tanto para las lecturas, las vísperas y matutinos. La última
colección en realidad perteneció a la synodía, de Papá-Nicolás, y ya que la Madre
Marta sobrevivió a todos los demás, ella heredó la colección entera,
enriqueciéndola continuamente a ella misma. Muchos de estos servicios están
desgastados por el uso, estropeados, dañados por la vejez, etc. Los hemos reparado
lo mejor que hemos podido y hecho copias de ellos, añadiendo algunos otros
servicios nuevos o antiguos que encontramos de vez en cuando. De esta manera,
tenemos una maravillosa colección de servicios completos de lití, Apóstija,
katísmata, cánones, exapostilaria, alabanzas, doxasticá, etc., para muchos amados
santos para quienes los Minea tiene sólo tres himnos para vísperas, o ningún
servicio en absoluto.

Así, además de los Minea impresos, tenemos un conjunto de estos servicios


separados para cada mes, juntados por nosotros mismos de la colección de Papá-
Nicolás y de otros. De la colección de Papá-Nicolás (vía Madre Marta) tenemos el
hermoso servicio de los santos profetas, San Moisés y Aarón (04 de Septiembre)
30
impreso en 1,817 por el monasterio de Santa catalina del Monte Sinaí, también el
servicio del niño mártir San Pantaleón el Nuevo (14 de Noviembre) e incontables
servicios de nuevos mártires y santos locales que son muy poco comunes.

La Madre Marta nos regaló también santas reliquias que estaban con su
familia por siglos, entre ellas las de San Pablo el Apóstol (ella era de las regiones
de Corinto, que fueron evangelizadas por el Apóstol) y San Paísio el Grande, que
son verdaderamente excepcionales, y que fueron usadas siempre por Papá-
Nicolás en la Bendición de las Aguas.

Finalmente, a su reposo en la Fiesta de Santa Paraskeví la mártir, el 26 de


Julio de 1,973, ella nos legó el bastón para caminar de Papá-Nicolás que había
heredado después del reposo de aquel en 1,932, y que fue su constante compañía
en las últimas décadas de su vida. Este bastón había sido codiciado por muchos
(obispos, sacerdotes, abades, monjes, monjas, etc.) y en muchas ocasiones se
acercaron a la Madre Marta con la solicitud de que se lo dejaran a ellos después de
su reposo. Ella, por su parte, sonreía y respondía: “Cuando yo muera, lo dejaré a
alguien”, más ella no revelaría a quién. Así, nadie fue calificado de recibir una
promesa de ella, sin importar cuánto lo intentaron ellos.

Nuestro abad, Padre Pantaleón, nos ha dicho que debido a que la Madre
Marta nos ha dado muchos tesoros, él se sintió avergonzado de solicitar también
por el bastón, considerándolo una glotonería espiritual y una forma de
posesividad, de querer todo para nosotros. Así él nunca lo pidió. Luego, unos
meses antes del reposo de la Madre Marta, la superiora del Convento de la
Anunciación en la isla de Inúsi, la Madre María (Pateras) la visitó, y en el curso de
la conversación, la madre Marta le dijo que ella deseaba que el bastón de Papá-
Nicolás sea dado a nuestro abad después de su reposo de ella, que estaba muy
cercano. Ella solicitó que tres bandas de plata fueran colocadas en el bastón con las
siguientes inscripciones:

El bastón del Justo Padre

Nicolás Planás

31
Obsequiado a su hija espiritual

La Monja Marta (Papadópulos)

Y por ella a su amado hijo,

Archimandrita Pantaleón (Metrópulos)

De esta manera, heredamos el bastón de Papá-Nicolás. “Como el rocío del


Hermón que desciende sobre la montañas de Sión” (Salmo 132:3), al igual que el
manto de Elías que cayó sobre Eliseo, así hemos recibido todas esta bendiciones
del amado pequeño anciano Papá-Nicolás, y a través de ellas sentimos
evidentemente su presencia en nuestra comunidad.

En ocasiones, nuestro abad nos dice que el Monasterio en Boston no fue


construido por ingenio humano y dinero, sino más bien con “bastones, piedras y
santos huesos”, como él dice. Y en verdad, tenemos abundancia de santos
bastones, piedras y “santos huesos” de los santos mártires y padres de antiguo y
reciente tiempo. Entre ellos tenemos rocas grandes del Monte del Gólgota y de la
Sepulcro de la Madre de Dios, una piedra más pequeña del Vivificante Sepulcro
de Nuestro Salvador, rocas y piedras de la Tumba de San Lázaro, el Monte de los
Olivos, Tabor, Sinaí, el Jordán, Siloé, Betsaida, bendiciones de Belén, Hebrón, el
Pozo de Jacob, Nazaret, y Caná de Galilea. Tenemos los bastones de Papá-Nicolás,
el Anciano Jerónimo de Eguina (+1,966), los bastones del abad Macario del
Monasterio de San Pantaleón en el Santo Monte dado al Arzobispo Andrés de
bendita memoria del Valle Manantial, y por él, a nosotros, del Metropolita
Anastasio que fue hecho de madera de olivo cuando él fue Arzobispo en Tierra
Santa en la Misión Rusa, y donado a nuestro actual Metropolita Filareto quien a
su vez lo donó a nosotros, el bastón del abad del Antiguo Monasterio de San
Pantaleón que evidentemente es del siglo pasado, y posiblemente fue del Abad
Jerónimo, el bastón del Arzobispo Ambrosio de Alaska, el bastón del Metropolita
Melécio de Jarpín desde el tiempo en que él era aún un archimandrita, el bastón
peregrino de nuestro abad hecho de rama de palmera dado a él por el ermitaño
Padre Lázaro del Monte de la Tentación allende Jericó. Muchas son las reliquias

32
que tenemos de los santos del Santo Monte, de Tierra Santa, Grecia, Asia Menor,
y de otras partes del mundo. Realmente estas bendiciones son el fundamento y
apoyo de nuestra comunidad.

El Papá-Nicolás, con sus discípulos, fue por descendencia directa el sucesor


y continuador de los Kolivades¹ del Santo Monte, quienes recalcaban la frecuente
recepción de la Santa Comunión, la estricta observancia de los ayunos de la Iglesia,
los servicios diarios, la prohibición de celebrar servicios conmemorativos para
difuntos y arrodillarse en los días Domingos, debido a la Resurrección, el
cumplimiento de los antiguos cánones y tradiciones de la Iglesia, etc. El
resurgimiento de la vida espiritual en la nación Griega que empezó en el siglo
dieciocho y la abundancia de publicaciones espirituales es debido a los Kolivades,
y especialmente a sus más prominentes defensores, el Santo Macario de Corinto
(1,805), Nicodemo del Santo Monte (1,809), y Arsenio de Paros (1,877)². El padre
espiritual de nuestro abad, es decir, nuestro abuelo en la vida monástica, el
Anciano José el Morador de caverna del Santo Monte, fue también de la tradición
Kolivades. Así es como sentimos una unión y afinidad con Papá-Nicolás en más
de un sentido.

Papá-Nicolás, habiendo tenido un hijo en la vida, enviudó temprano. El


sirvió como sacerdote parroquial en Atenas, la capital de Grecia, más su vida no
era de este mundo. Debido a que él vivió cuando el Arzobispo de Atenas era el
archi masón Melécio Metaxákis, que fue después nombrado Patriarca de
Constantinopla y finalmente murió como Patriarca de Alejandría, y Crisóstomo
Papadópulos, quien como Arzobispo de Atenas cambió el cómputo del calendario
de la Iglesia, por el del papado³; Papá-Nicolás fue tonsurado secretamente a la
Clase Gran Angélico.
¹ Referente a los Kolivades, ver Constantino Cavarnós, San Macario de Corinto, Santos Ortodoxos
Modernos (Belmont, Mass., 1,972) págs. 15-31.

² Ver San Macario de Corinto de Cavarnós, 1,972; San Nicodemo el Agiorita, 1,974; San Arsenio de
Paros, 1,978.

³ Tanto Metaxákis como Papadópulos se habían convertido en obispos, no por elecciones sinodal,
sino que fueron nombramientos políticos impuestos por el Estado. Ambos eran modernistas e
innovadores. Durante este tiempo en el cargo, Metaxákis prohibió tonsuras monásticas y vigilias
en Atenas.

33
El retuvo su nombre original de Nicolás, y nunca usó el monástico kukúlion
(capuchón) sobre su sombrero sacerdotal de modo que no fuera detectado de que
él había sido tonsurado. Aunque vivió en el barullo de la capital de Grecia, en él
se cumplió el dicho de San Isaac el Sirio: “Nadie puede acercarse a Dios, salvo el
hombre que se separa del mundo. Más yo llamo separación, no de la partida del
cuerpo, sino de la partida de las atenciones del mundo” (Homilía Uno).

Ahora son casi cincuenta años desde el reposo de nuestro piadoso Papá-Nicolás
Planás, aún hay muchos viviendo hoy quienes le conocieron en su niñez y adultez
temprana y que recuerdan simpáticos detalles respecto al anciano. De tiempo en
tiempo reunimos a tales personas y nos deleitamos escuchar sus reminiscencias.
El siguiente es uno de esos casos que ilustra cómo, cuando menos se lo espera, uno
se encuentra con una persona que conoció a Papá-Nicolás.

En el año 1,965 cuando la edición Griega de la vida de Papá-Nicolás se


acababa de publicar, sucedió que nuestro abad, el Padre Pantaleón estaba muy
enfermo de su corazón - como si se apagara – más él no quería ver a un doctor.
Estando algo preocupados, algunos de los padres decidieron secretamente
telefonear a un doctor quien era un familiar del Padre, para diagnosticar su
enfermedad. El doctor quien era oriundo de Grecia, “de improviso” cayó por el
monasterio aquella tarde para rezar y besar los íconos de la capilla. Usando esta
visita como pretexto, tuvo así la oportunidad de examinar a nuestro abad y
prescribirle algún medicamento. El Padre Pantaleón se alegró de ver al doctor pues
él era piadoso y lo conocía desde su adolescencia y sabiendo que el doctor no
aceptaría ningún tipo de remuneración monetaria por su visita (y para decir la
verdad, estábamos en tal pobreza, que aún si lo hubiéramos querido, no
hubiéramos sido capaces de darle algo), el Padre le ofreció una copia de la nueva
edición en Griego de la vida de Papá-Nicolás que nos había sido enviada por el
editor, Sr. Alejandro Papadimitríu. El doctor tomó el pequeño libro y dijo que si
hubiera sido alguna otra cosa no la habría aceptado, más debido a que era un libro
espiritual, él lo aceptaría con alegría. Esto sucedió en la tarde. Pocas horas después,
el doctor telefoneó al monasterio y animadamente informó a los padres que
después que se hubo ido a casa y comido la cena, se sentó a examinar el libro que
había recibido. Mientras lo examinaba, vio a su madre (una joven doncella
34
entonces, antes de estar casada) en una foto de grupo con Papá-Nicolás. Luego,
leyendo del santo anciano, recordó cómo cuando era niño, su madre llevaba a
todos los niños (eran diez chicos y tres chicas en conjunto) a este dulce padrecito
para bendecirlos. Papá-Nicolás entonces era muy anciano y desdentado y
balbuceaba como un niño. Al parecer, el padre tenía un gusto por los dulces, y él
diría a la madre del doctor: “Helena, ¿me ha traído chocolates?”. Luego besaba a
todos los pequeños y les palmeaba en sus cabezas mientras ellos besaban su mano,
y llenos de alegría porque él había preguntado por chocolates. “Bueno”, dijo el
doctor, “a partir de entonces este padrecito se convirtió en nuestro héroe, porque
toda vez que nosotros los pequeños pedíamos por chocolates éramos regañados
por los adultos; pero ahora teníamos a este venerable padrecito que también pedía
chocolates, y eso nos hacía sentir bien”. Luego el doctor continuó diciéndonos que
él era tan joven que no recordaba el nombre del padrecito, sino que solo recordaba
que él irradiaba con santidad y benevolencia, y que amaba los chocolates. Después
de visitar unas veces más al padrecito, dejaron de hacerlo. El no supo qué había
pasado con el padrecito; ahora descubrió que él reposó en aquél tiempo. Después
de eso, la familia tuvo como a su padre espiritual al Sacerdote-monje Jerónimo de
Simonopetra, quien reposó en Atenas en los años cincuenta. Por aquél tiempo, la
madre del doctor también reposó. Tan grande fue la influencia que Papá-Nicolás
y el Padre Jerónimo del Santo Monte tuvo en su familia, la madre del doctor y dos
hermanas se convirtieron en monjas. Su madre fue tonsurada en privado y retuvo
el nombre de Helena. Su única hermana reposó poco después de su tonsura al
Gran Paño con el nombre de monja Nectaría, y su hermana mayor Paisía ya había
sido monja por más de sesenta años, habiendo ingresado al convento en la isla de
Hydra, en su temprana adolescencia. Es este mismo doctor que ha donado a
nuestro monasterio la Celda de los Santos Apóstoles en Maine. El ahora reside con
su familia en la Costa Occidental.

. . . . . . . . . .. . . . . . . . . .. . . . . .. . …

Amorosamente dedicamos este libro a la memoria de su autora, la Madre


Marta, aquella “sombra del Anciano”, quien “no se perdió ni el más mínimo
cambio de expresión”, en la palabras del bendito Fócio Kontoglu. Nos ha sido
contado por personas que conocieron tanto a Papá-Nicolás como a la Madre Marta,
que en su vejez la Madre Marta devino en imagen viviente del anciano. No

35
solamente fueron sus peculiaridades, voz, risitas, habla, etc., lo mismo, sino aún
su apariencia física devino igual, salvo que ella no tenía barba – su estatura, peso,
forma y mismo porte eran como Papá-Nicolás. El finado Archimandrita Efraín
Karayianis de bendita memoria, quien fue discípulo del Anciano José del Santo
Monte y que pasó algunos años en los Estados Unidos de Norteamérica, nos contó
que cuando él regresó a Grecia y vio a la Madre Marta, después de un lapso de
unos treinta años, él se sorprendió. Por un momento él pensó que vio a Papá-
Nicolás quien conoció bien en su juventud, tan notable era su parecido. El
argumentaría que si uno escuchaba a la Madre Marta desde una habitación
contigua o la viera desde lejos, juraría que era Papá-Nicolás.

La misma Madre Marta era la más extraordinaria persona. Muchas eran sus
visiones de los santos y de los demonios – tan comunes eran que ella hablaría de
ellos como un fenómeno natural y ordinario. ¿Quién será determinado a ser su
sombra, escribir para nosotros su vida?. Tal era la gracia de su anciano Papá-
Nicolás, que como Eliseo el Profeta recibió una doble dote de los dones del gran
Elías el Tibita, de la misma manera también la Madre Marta heredó muchos de los
dones de su amado anciano. Su clarividencia a veces era asombrosa. Si “de las
garras que sobresalen por debajo de una cortina, uno puede reconocer un león”,
luego sólo un evento es suficiente para revelar el calibre espiritual de esta santa
monja. Pero dejemos que nuestro abad, quien la conoció bien, relate con sus
propias palabras una prueba de su clarividencia.

En el otoño de 1,965, visité el Santo monte, y fue decidido por la comunidad


a la que pertenecía desde que tuve la edad canónica, teniendo treinta años de edad
en aquel tiempo y habiendo sido diácono por cinco años, que yo debería ser
ordenado al santo sacerdocio. Los tiempo eran críticos (el “patriarca” ecuménico
ya se había reunido con el papa de Roma y orado junto con él en Jerusalén al
comienzo del año) y porque nuestra pequeña comunidad monástica en Boston
estaba sin sacerdote, era imperativo que yo fuera ordenado. Hasta este momento,
habíamos tenido que concurrir a parroquias los Domingos y días festivos con el
fin de asistir a la Santa Liturgia. A veces el Padre Jorge Florovsky, quien entonces
residía en Cambridge, Massachusetts, servía para nosotros en el monasterio, pero
con frecuencia estaba ausente. Teníamos también viviendo con nosotros un
36
sacerdote Serbio, el Padre Daniel Krstich, que estaba entonces estudiando en
Harvard (actualmente, él es obispo en Serbia), pero servía en una parroquia
Rumana en Southbridge, Massachusetts los fines de semana. Así, fue decidido que
yo debería ser ordenado. Pero, ¿dónde y por quién?. Nuestros padres de la Nueva
Ermita así como el Monasterio de San Pablo, del cual la Ermita era una
dependencia, en aquel tiempo no conmemoraban el nombre del “patriarca” en la
Liturgia debido a su ecumenismo. Los obispos del norte de Grecia conmemoraban
al “patriarca”, además de celebrar con el nuevo calendario. Por eso, fue decidido
a que yo debía ir a Jerusalén para ser ordenado allí, pues la Iglesia de Jerusalén
aún seguía el calendario de la Iglesia y no participaba en las oraciones y
bendiciones del papa y del “patriarca”.

Así fue que en Octubre de 1,965 me presenté al patriarca de Jerusalén con la


solicitud del archimandrita Andrés, abad del Monasterio de San Pablo en el Santo
Monte, a que fuera ordenado al sacerdocio. El patriarcado aceptó la solicitud, y en
la fiesta de Santa Pelayía, 08/21 de Octubre, fui ordenado en la Liturgia de
medianoche, “muy temprano en la mañana”, en el Sepulcro de nuestro Salvador,
por Basilio, entonces Arzobispo de Jordán. La decisión había sido hecha dos días
antes, y por eso no hubo tiempo de informar a nadie respecto a ella, tanto en Grecia
como en los Estados Unidos de Norteamérica.

Luego, esa mañana, retorné por aire vía Beirut a Atenas. Temprano por la
tarde, ya estaba yo en la ciudad, y ya que era el tiempo de la siesta, y no deseaba
perturbar a ninguno de los laicos que conocía, fui de frente a la morada de Madre
Marta en la calle Tsimiski #48, sabiendo que ella no sólo no sería perturbada a que
llamara a tal hora, sino más bien deleitada, pues ella me quería como a un nieto.

Fueron sólo unas doce horas desde mi ordenación aquella mañana en


Jerusalén cuando toqué la puerta. Catalina su sobrina e hija adoptada, abrió la
puerta. Se alegró de verme y entusiasmada llamó a la Madre Marta. Presurosa vino
ella cojeando desde su cuarto, apoyándose en el bastón de Papá-Nicolás y dijo con
una risita, “Así que fuiste ordenado por Jordanu (el genitivo Griego del título
“Obispo de Jordán”).

“Bueno, mi Padre, dame tu bendición sacerdotal”.

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“¿Quién le dijo que yo fui ordenado?”, dije. No hubo respuesta. Así que
repetí más alto mi pregunta. Madre Marta tenía un problema de audición en su
ancianidad; incluso le había yo traído un audífono caro de los Estados Unidos de
Norteamérica. Aún sin respuesta. Repetí una tercera vez mi pregunta gritando:
“¿Quién le dijo que yo fui ordenado y quién fue el que me ordenó?”. Sea que ella
realmente no podía escucharme, o sea que pretendía que no podía, sólo Dios sabe.
Sólo seguía riendo y diciendo: “Dame tu bendición, mi papá. Dame tu bendición”.
Yo no lo haría, y persistí en tratar de averiguar cómo ella supo de ella. En otras
ocasiones fui testigo de tales ocurrencias, pero no persistí en tratar de averiguar
cómo ella sabía ciertas cosas.

Para entonces, Catalina se puso curiosa y empezó a empapelarme diciendo:


“¿Qué es esto que Mamá está diciendo?, ¿en verdad fuiste ordenado?. Sabe ella de
lo que está hablando, o sólo está hablando disparates?. Si usted es un sacerdote
por qué no nos da su bendición?, ¿por qué ambos están actuando así?”. Bueno esta
vez persistí, tratando de averiguar cómo ella posiblemente pudo saber lo que había
sucedido en la Santa Ciudad en el Sepulcro de nuestro Salvador sólo unas doce
horas antes. Viendo que yo persistía, Catalina empezó a gritarle (esto no era poco
común entre ellas) para que nos dijera cómo ella supo que yo fui ordenado.
Entonces la Madre Marta vio que no se libraría de esta. Nos miró a ambos en una
ovejuna manera, como un pequeñuelo cogido haciendo alguna travesura, y dijo
en su típica Papá-Nicolás manera: “Lo imaginé”.

“Bueno, seguro que es una poderosa imaginación fuerte que usted tiene”,
dije, y dejé el tema al ver su aprieto.

Esta fue nuestra inolvidable Madre Marta la Peregrina. Cada vez que visité
Grecia, me guastaba llevarle como un regalo algunas velas de cera pura de abejas
e incienso que hacíamos en el Monasterio en Boston. Ella tomaba la caja de incienso
y la agitaba de manera que ella pudiera escuchar el incienso matraqueando
adentro, ella exclamaba con infantil alegría: “¡Mis gomitas! ¡mis gomitas! ¡mis
caramelos!”. Luego olía las velas de cera de abejas, y riendo diría: “¡Velas e
incienso de Norteamérica! ¡velas e incienso de Norteamérica! ¡quién hubiera
pensado obtener tan finas velas e incienso de Norteamérica!

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Queridos lectores, reciban este pequeño libro como un verdadero tesoro.
Está lleno de una riqueza de enseñanza raramente encontrada en los catecismos y
libros de educación. En él están registradas cosas de piedad referente al clero y a
los fieles, referente a los actos piadosos y costumbres del pueblo de Dios – cosas
no halladas en los libros académicos, más sólo en la tradición viva. Un obispo en
Grecia compró muchas copias del libro cuando recién apareció por primera vez en
Grecia y dio uno como regalo a cada uno de los sacerdotes de su diócesis, tributo
a Papá-Nicolás como el modelo y ejemplo a ser imitado.

Que nosotros también seamos dignos de imitar la simplicidad y amor de


nuestro padrecito, Papá-Nicolás, y que su bendición esté con todos nosotros.
Amén.

Oren por nosotros.

MONASTERIO DE LA SANTA TRANSFIGURACION

Junio de 1,980.

39
(Aquí va una foto)

PAPA-NICOLAS Y SU COCHERO

Su nuera está en segundo plano.

Foto tomada cerca del final de su vida.

40
+ + + + + + + + + + + + + + + + + + ++ + + + + ++ +

DICHOS DE LA SANTA ESCRITURA


QUE SON PROPIAS
DEL PADRE NICOLAS PLANAS
Y SU COMUNIDAD

DE LOS SALMOS DE DAVID.

+ ¡Oh! Señor, ¿quién habitará en Tu tabernáculo? y ¿quién morará en Tu


santo monte?. Aquél que camina probo y obra justicia, hablando la verdad en su
corazón, quien no ha hablado falsamente con su lengua, ni ha hecho mal a su
prójimo. (Sal. 14:1-3).

+ Pues he guardado los caminos del Señor, y no he actuado impíamente


hacia mi Dios. Pues todos sus juicios están delante de mí, y Sus leyes no se apartan
de mí. Y yo seré probo con El, y me cuidaré de mi maldad…Con el santo serás Tú
santo, y con el inocente serás Tú inocente. Y con el hombre electo serás Tú electo.
(Sal. 17:21-23, 25, 26).

+ El testimonio del Señor es fidedigno, trayendo sabiduría a los infantes. Las


leyes del Señor son rectas, alegrando al corazón; el mandamiento del Señor es de
gran brillo, iluminando los ojos. El temor del Señor es puro, permaneciendo por
siempre y para siempre. (Sal. 18:7-9).

+ Moraré en la casa del Señor en largura de días. (Sal. 22:7).

+ Aquel que es inocente de manos y puro de corazón, que no ha recibido su


alma en vano…el tal recibirá bendición del Señor, y misericordia de Dios su
Salvador. (Sal. 23:4, 5).

+ El guiará al manso en justicia, El enseñará al manso Sus caminos. (Sal.


24:9).

41
+ ¿Quién es el hombre que teme al Señor? El le pondrá una ley en el camino
que El ha elegido. Su alma morará entre las cosas buenas, y su simiente heredará
la tierra. (Sal. 24:12-13).

+ ¡Oh Dios mi Salvador! Ya que mi padre y mi madre me han abandonado,


más el Señor me ha tomado para Sí. (Sal. 26:11-12).

+ Tú, ¡Oh! Señor, has fraguado para los que esperan en Tí ante los hijos de
los hombres. Tú les ocultarás en el secreto de Tu presencia del disturbio de los
hombres; Tú les ampararás en el tabernáculo de la contradicción de lenguas. (Cf.
Sal. 30:19-20).

+ Más los mansos heredarán la tierra, y se deleitarán en abundancia de paz.


(Sal. 36:11).

+ En cuanto a mí, a Dios he clamado, y el Señor me escuchó. En la tarde, la


mañana, y al mediodía lo diré y lo declararé, y El escuchará mi voz. (Sal. 54:18-19).

+ La exposición de Tus palabras dará luz y entendimiento a los bebes…Siete


veces al día Te he alabado…Mucha paz tienen los que aman Tu ley. (Sal. 118:130,
164, 165).

+ ¡Oh! Señor, mi corazón no está elevado, ni son mis ojos altaneros. Ni he


caminado en cosas muy grandes o muy maravillosas para mí. Si yo no fuera
humilde sino exaltado de alma, como uno destetado de su madre, así Tú
recompensarías mi alma. (Sal. 130:1-3).

DE LA SABIDURIA DE SALOMON.

+ Más los justos viven por siempre, y su recompensa está en el Señor, y el


cuidado de ellos está con el Altísimo. Por eso ellos recibirán el reino de donosura,
y la diadema de belleza de la mano del Señor; pues con Su diestra El les cubrirá, y
con Su brazo El les defenderá. (5:15-16).

+ La piedad es más poderosa que todo. (10:12).

42
DE LA SABIDURIA DE SIRACIDES.

+ Desea escuchar cada divino discurso, y no dejes que los proverbios de


entendimiento escapen de tí. Si tú ves a un hombre de entendimiento, dirígete a él
temprano en la mañana, y deja que tu pie desgaste las gradas de sus puertas. (:35-
36).

+ La sabiduría de un hombre humilde alzará su cabeza y le hará sentarse en


medio de grandes hombres. (11:1).

+ Bendito es el hombre que no se ha resbalado con su boca,…Bendito es el


hombre que terminará sus días en sabiduría. (14:1, 20).

+ El temor al Señor es toda sabiduría; y no hay sabiduría en la iniquidad.


(19:20, 22).

+ Cuán hermosa es la sabiduría de los ancianos. La corona de los ancianos


es abundante experiencia, y su jactancia es el temor al Señor. (25: 5, 6).

+ Cuán grande es aquel que encuentra sabiduría, empero no está por


encima de aquel que teme al Señor. (25:10).

+ Ningún mal le llegará al que teme al Señor. (36:1).

+ Los ojos del Señor están sobre los que Le aman. (31:16).

43
I
LA VIDA Y ESFUERZOS
DEL SACERDOTE NICOLAS PLANAS
ESCRITA POR SU DISCIPULA
LA MONJA MARTA

44
( Aquí va una foto de Padre Nicolás con el Evangelio en sus manos)

45
++++++++++++++++++++++++++

1. El nacimiento de Papá-Nicolás.

Este piadosísimo sacerdote, realmente digno de admiración, nació en la isla de


Náxos. Sus padres eran bien acomodados; tenían tierra de su propiedad, y en esta
tierra había una pequeña iglesia llamada San Nicolás. Desde el tiempo en que él
era un niño pequeño, iba a todas horas y secretamente entraba a la pequeña iglesia;
se vestía con una sábana y cantaba lo que él sabía en su infantil manera. Una noche,
un hombre pasaba tarde por la iglesia y escuchó cantar. Por natural curiosidad se
descabalgó para ver qué estaba pasando, ¡y allí vio a Papá-Nicolás – un niño
pequeño entonces – cantando!.

Una vez el Padre Nicolás estaba contando historias de su niñez. Nos dijo
que en una noche de invierno, cuando ellos estaban sentados junto al fuego, él dijo
a su padre: “Papá, justo ahora nuestro caique Evanyelistria¹ se hundió a las afueras
de Constantinopla”. “Nuestro padre se llenó de temor”, nos dijo; y él dijo a mi
madre: ‘Mujer, ¿qué está diciendo el niño?’. Y realmente, en ese momento nuestro
caique se hundió…”. Y para quitar la noción de santa clarividencia de nuestras
cabezas (ya que él no tenía en absoluto dientes, él hablaba como un niñito), nos
dijo: “Todos los niños ingeniosos son clarividentes”.

2. Su ordenación.

Su padre falleció joven, dejándole de catorce años de edad. Su madre le tomó junto
con su hermana y vinieron a Atenas – una Atenas que, como nos dijo, empezaba
en la Acrópolis y llegaba hasta la Iglesia Vlassaru Panayía.
¹ Un caique es un ligero bote de vela usado en el Mediterráneo oriental. Evanyelistria significa:
“Nuestra Señora de la Anunciación”. – TRAD.

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Su madre le hizo casar cuando tenía diecisiete años. El vivió con su esposa
por un corto tiempo – sólo hasta que tuvieron un niño. Después, en 28 de Julio de
1,879, él fue ordenado diácono en la Iglesia de la Transfiguración en Plaka, Atenas.
Cinco años después, en 1,884, fue ordenado sacerdote en la Iglesia del Profeta
Eliseo. Olvidé decir que, después de su ordenación al diaconado, él dividió su
propiedad con su hermana. No pasó mucho tiempo antes de que uno de sus
paisanos le rogó que se compadeciera de él, pue su propiedad estaba en peligro
por deuda. Inmediatamente el compasivo diácono ofreció poner su propia
propiedad como garantía para salvar a su prójimo, hasta que finalmente la
tomaron de él y le dejaron en paz. Librado, por ello, de las preocupaciones del
mundo y de las posesiones, en medio de la bulliciosa ciudad de Atenas se dedicó
por completo en alma y cuerpo a la vida de los grandes ascetas del desierto.

3. El ve a San Pantaleón.

El, primero fue sacerdote parroquial en la iglesia de San Pantaleón, en Neos


Kosmos¹. Su parroquia consistía de - ¡trece familias!. Durante su período como
sacerdote parroquial, otro sacerdote sin parroquia le visitó y solicitó concelebrar
en la Liturgia, y él, bueno y simple como era, le aceptó de todo corazón. Sin
embargo, este sacerdote hizo un acuerdo con los mayordomos de la iglesia de San
Pantaleón; ellos despidieron a Papá-Nicolás y le enviaron a la Iglesia de San Juan
(“el cazador”, como ellos llamaban a la iglesia en esos días) en la carretera
Vuliagmeni. La parroquia de esta iglesia consistía de - ¡ocho familias!. Y el salario
del sacerdote era un pedazo de carne de cordero del Domingo de la Carne o de
Navidad. Eso no le molestaba en absoluto; él pensaba que el ayuno era la piedra
angular de la virtud. Era suficiente con que él tuviera una iglesia para que pudiera
servir la Liturgia.

Su despido de la Iglesia de San Pantaleón le causó un gran pesar espiritual.


Una noche, mientras dejaba la iglesia de San Juan para ir a casa, iba llorando en el
camino. El lugar estaba desierto a esa hora. De pronto, él vio en la carretera un
hermoso joven que le dijo: “¿Por qué lloras Padre mío?”.
¹ En aquel entonces, ésta era una capilla campestre en las afueras de Atenas. Hoy, es una
parroquia grande en el centro de Atenas, con una hermosa iglesia de estilo Bizantino con una
cúpula.- TRAD.

47
“Lloro hijo mío, porque ellos me desecharon de la iglesia de San Pantaleón”.

“No te aflijas Padre mío. Yo estoy siempre contigo”.

Papá-Nicolás dijo: “¿Quién eres tú hijo mío?”

“Yo”, dijo: “soy Pantaleón que vive en Neos Kosmos”. E inmediatamente él


desapareció de su delante.

El mismo describió esta visión palabra por palabra a una hija de su


comunidad.

* * *

Cada año en la fiesta de San Pantaleón, él iba a la Iglesia del Santo en Neos
Kosmos y mantenía vigilia. Un año, como él mismo solía decir, estaba enfermo;
tenía una fiebre aguda. Su familia no le iba a permitir tener la acostumbrada
vigilia. Más él estaba ardiendo de amor por el santo y fue. “Aquella noche”,
dijo él: “después de la Rogativa, yo estaba agotado apoyado en el borde de la
Santa Mesa. Allí, justo en medio del estupor de la fiebre, vi al santo frente a mí,
joven y vigoroso, sosteniendo un pequeño vaso lleno de medicina, y me dijo:
“Bébelo, Padre mío, y estarás bien’. Lo tomé de su mano y lo bebí, ¡y me puse
completamente bien – incluso la fiebre me dejó!. Por una semana tuve la
dulzura en mi garganta. Pensé que era un pecado y desagradecimiento el no
mencionarlo. Salí por la Puerta Santa y dije: ‘Hijos míos, estaba muy enfermo
esta noche, y justo ahora San Pantaleón me dio medicina y la bebí, y me puse
bien’. Todos creyeron y se arrodillaron, glorificando al santo”.

4. Sus Liturgias.

Por cincuenta años y sin descanso él celebró la Liturgia diariamente desde las ocho
de la mañana hasta las tres de la tarde, en tempestades de nieve, revoluciones…Ni
siquiera con la invasión de los Ingleses y Franceses que tuvo lugar en 1,917,
interrumpió él la secuencia de sus Liturgias. ¡En pequeñas capillas bañadas por el
sol en la Acrópolis, en cuartos estrechos, a las dos de la tarde, en el mes de Julio,
él celebraba en iglesias que sólo tenían un puerta pequeña y todo el sol entraba, y
el sudor se establecía en las vestimentas sagradas de este verdadero obrero en la
viña de Cristo!.

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5. Sus ayunos.

El comía cada tarde. Se abstenía de aceite durante todos los ayunos, así como para
el de la Cruz¹: él mantenía este ayuno desde el primero al catorce de Septiembre;
también para los Santos Arcángeles, del primero del mes hasta el ocho de
Noviembre. Para las grandes fiestas, cantaba sus cánones suplicatorios hasta el día
de la culminación. Como padre confesor, no era estricto acerca del ayuno; sin
embargo, consigo mismo, era muy estricto. Un día le dimos un pedazo de
chocolate y le dijimos que era alimento de “ayuno”. Lo tomó en sus manos, lo
examinó bien de cerca, y dijo: “Solo para estar seguro, devuélvanlo”.

6. Sus “facturas y contratos”.

El conmemoraba nombres por horas y horas. Primero, los patriarcas difuntos,


metropolitas, sacerdotes, diáconos, monásticos, y – los pueblos de Náxos y Atenas.
Los nombres que ellos le daban los conmemoraba habitualmente por muchos
meses. Con el fin de darle un pequeño descanso, sus hijos espirituales
secretamente tomaban las antiguas y las rompían, debido a que él las llevaba
consigo a todas las iglesias donde acostumbraba ir. Las ponía en dos grandes
pañuelos y los ataba en un tipo de fajo, y los llevaba en su pecho; apretados en su
corazón. Cuando finalmente, lograba volver a casa alrededor de la cinco en la tarde
y aliviarse de la carga que tenía en el pecho – pues él tenía dos fajos, los nombres
y una cajita con santas reliquias – le decíamos: “¿Qué son estos fajos?”. Y él
respondía: “Mis facturas y mis contratos”.

El era sumamente sencillo, como un niñito, pero también iba al punto en sus
filosóficas respuestas. Alguien le diría: “Dios mío, Padre, ¿no está cansado?,
¿cuándo va a descansar?”. El cruzaba sus manos y con gran humildad decía:
“Cantaré a mi Dios mientras yo exista²”. El no era de mucho hablar. Alguien le
diría: “Pero, ¿por qué se queda tanto tiempo en la iglesia?. Ud., le decía: “cuando
Ud. abre su tienda, no se sienta dentro todo el día?. Y para mí, la iglesia es lo
mismo”.
¹ Además de los usuales ayunos establecidos por la Iglesia, muchos piadosos Griegos mantienen
un estricto ayuno durante las dos semanas antes de la exaltación de la Santa Cruz.- TRAD.

² Sal.103:35.

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Ya que acostumbraba celebrar la Liturgia todos los días, iba también a otras
iglesias (parroquias), especialmente a la Iglesia del Profeta Eliseo en la calle Aris,
que ya no existe. Manos impías la derribaron, sin detenerse a pensar que de esta
iglesia los monasterios del Santo Monte, así como el resto de Grecia, fueron
proveídos con virtuosos hombres, como monjes, y los conventos, con piadosas
monjas. Allí congojadas vigilias solían haber, teniendo como primeros cantores, a
Alejandro Papadimitríu, que en sus historias (en los Cantos de Dios) refiere de
Papá-Nicolás como un digno obrero en el sacerdocio, y Alejandro más tarde,
monje Andrónikos) Moretídis. Allí Papá-Nicolás velaba junto con el siempre
recordado Papá-Antonio, sacerdote de la iglesia de San Nicolás en Pevkakía. Papá-
Nicolás venía a las nueve y media de la noche, y descansaba un poquito después
de la Liturgia del día. Cuando llegaba a la iglesia había una agitación de la
bienvenida que le daba la congregación. Algunos besaban sus manos, otros su
albornoz, y otros su querida cabecita pues era pequeño de estatura. ¡Qué
inolvidables vigilias eran aquellas!. El celebraba la Liturgia en la iglesia del Profeta
las más de las veces. Pero en fiestas de ayuno estaba en su parroquia.

7. La visión del abogado.

Un abogado de Atenas, Dallas por nombre, le veneraba como a un santo. Por un


tiempo su familia estuvo en Alemania. El recibió alguna clase de angustiosa carta,
y debido a que estaba muy preocupado, el abogado pensó ir a la iglesia de San
Juan, pues, por su preocupación, no podía dormir y estaba seguro que Papá-
Nicolás estaría en vigilia. Fue y se empinó para ver por la ventana de la iglesia, y
allí vio a Papá-Nicolás parado por el bastidor para velas, y a su diestra un hombre
con una túnica de cuero, delgado, ascético, exactamente como San Juan el
Precursor. Asombrado, fue directamente donde la guardiana la Sra. Simina, y le
dijo: “Despierte y ábrame para entrar a ver al Anciano”.

Ella le dijo: “El Anciano no está esta noche aquí”.

“¿Qué está diciendo, mujer?” Le acabo de ver dentro de la iglesia, y quiero


que me deje entrar para verle”.

Ella le abrió, entró él – y se quedó atónito pues no había nadie allí.

El abogado más tarde contó esto con asombro.

50
8. El castigo a la guardiana.

En la Iglesia de San Juan solía haber una guardiana llamada Sra. María, que fue
tentada por el maligno, y por largo tiempo fue hostil al Anciano. Un día, mientras
el sacerdote entraba a la iglesia, ella le hizo un gesto insultante a aquel. Ni siquiera
él lo notó. Esa noche, la guardiana vio a San Juan, y él le dijo: ¿Qué le ha hecho a
usted alguna vez mi siervo para que usted le haga eso a él? A la vez que le daba a
ella una bofetada, de la cual, cuando despertó, su mejilla estaba negra y
amoratada. Al día siguiente, cuando el sacerdote vino como de costumbre a la
iglesia, la guardiana salió ante él, calló a sus pies, le pidió perdón, y al mismo
tiempo le rogó pisar sus manos. El manso y dulce Papá-Nicolás se hizo a un lado.
Ella gritó: “¡Píselas, Padre mío!”. Y de nuevo el simple Papá-Nicolás: “Pero, ¿por
qué debo pisárselas?”. Esto continuó por algún tiempo, y ella insistiendo. El le
perdonó el incidente, que ni siquiera lo había notado. Después de esta visión, la
guardiana se marchó y se convirtió en monja, y fue llamada Matrona.

9. Su paciencia y tolerancia.

Su tolerancia, su paciencia, no conocía límites. Tenía un seguidor que siempre le


acompañaba y cantaba para él cuando no había nadie más. Le llamaban Miguelito.
El amaba al padre Nicolás, pero siempre lo mismo, él le atormentaba con sus
bufidos. En helados, nevosos días, cuando todos los ancianos estarían sentados
junto a sus estufas, este Miguelito se veía obligado a estar con él en la iglesia. El
palmoteaba sus manos para calentarlas y gritaba a Papá-Nicolás, que estaba
conmemorando los nombres: “Vam-o-o-o-o-o-s Papá-á-á!. . . ¡Usted quiere sacar
los muertos del Hades y enterrarnos a nosotros con el frio! . . .” Y allí estaba él,
palmoteando sus manos y piernas para calentarlas, mientras la nieve caía afuera.

Otro día, en verano, él estaba sirviendo la Liturgia en el Instituto de la


Avenida Rey Jorge, donde hay una pequeña capilla de Santa Ana. Allí, después de
la Liturgia, alrededor de las tres de la tarde, el Anciano se sentó afuera de la iglesia
en una silla plegable, e inmediatamente se durmió. Miguelito corrió,
supuestamente preocupado, y le empujó con fuerza y sacudió la silla gritando:
“¡Va a coger un resfriado, Papá-á-á!”. Esto era porque tan pronto la Liturgia
terminaba, y él tenía una oportunidad, solía ir a tomar un trago. Esto asustaba y

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sobresaltaba a muerte al cansado Papá-Nicolás. Todos los hijos espirituales que
estaban presentes regañaban a Miguelito por la forma como se comportaba con
Papá-Nicolás, sin embargo, con su sincera humildad, nos decía: “No le regañen –
él me ama, sólo él me permite conocer mi lugar”. Eso nos asombraba; no sabíamos
qué decirle. Aún los pequeñuelos tienen sus “nerviosismos”, sus engreimientos,
etc. Nunca supo lo que es engreimiento o ira. El sólo se ponía triste por una cosa:
cuando ellos dejaban algo fuera de las oraciones, le abatía. Este Miguelito, una vez
no le dejó hacer la Paráklisis a la Madre de Dios después de terminar la Liturgia, y
él estuvo triste todo ese día, y se decía para sí: “¡Imagínense, Miguelito no me dejó
hacer la Paráklisis!. . . “. Y se repetía: “Imagínense, él no me dejó hacer la Paráklisis”.
Cuando una vez en la iglesia de San Juan hubo una disputa entre las guardianas,
él se ocultó debajo de la santa mesa para no tomar parte. Durante el descanso de
la tarde, estaba aconsejando a una de sus hijas espirituales en cómo controlar su
temperamento. El le decía: Hija mía, ¿piensas que yo no sé cómo hablar claro?. Lo
sé, pero pienso sobre los resultados, y por eso me callo”.

10. El calendario.
Una vez el cantor de las vigilias, Panayiotis Tomis, le preguntó: “¿Qué piensa Ud.
Padre, acerca del calendario?”. Y él respondió: “¡¡Por convicción el Antiguo, y por
obligación, el Nuevo!!”. El cantor no estuvo satisfecho y se fue.

11. Una lección para el cochero.


Un día él echó mano a un truco para ir a su parroquia de San Juan. Cerca al Arco
de Adriano, el cochero halló algunas fallas en su caballo y empezó a proferir una
andanada furiosa de juramentos blasfemos. Al instante el sacerdote le dijo: “Para,
para, hijo mío, me bajo”, y al mismo tiempo le pagó lo que habían acordado como
importe de transporte a la iglesia. “Pero”, le dijo el cochero: “¡No le he llevado aún
a su iglesia!”. El Padre respondió: “Lo sé, hijo mío, pero no puedo permanecer en
tu coche luego que has blasfemado a Aquél a quien yo adoro”. El cochero no supo
qué excusa dar. Se quedó ofendido y quién sabe si continuó blasfemando.

12. La visión que el niñito vio.


La Sra. Konstantina Vremu fue un día con su hijo a la iglesia del Profeta Eliseo
donde Papá-Nicolás estaba sirviendo. Mientras la Liturgia estaba en curso, el

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niñito estaba en el santuario. De pronto, su madre le vio salir del santuario pálido
como un fantasma, y él dijo a su madre: “¡Mamá-á-á! el Padre Nicolás está
levitando sobre el piso”, y con su manita le mostró, unos treinta centímetros sobre
el piso. El niñito tenía ocho años de edad. Su madre le dijo: “No te asustes, hijo
mío; todos los sacerdotes levitan así cuando ellos celebran la Liturgia”. El niñito
creyó y se calmó.

13. Una luz sobre su cabeza.


Una vez, él planeó servir la Liturgia para el aniversario de la fiesta de San Teodoro
el Comandante, el ocho de Junio, en la entonces desierta iglesita que lleva su
nombre, la que está ubicada en los campos del Viejo Faleron (hoy, esta es la
parroquia de Nueva Esmirna).

Y él, fue la noche anterior a la casa de una piadosísima familia en Kalízea,


para que pudiera llegar a la iglesia a tiempo en la mañana. Se acostó temprano en
la cama que le dieron, y al otro lado del cuarto, su cantora Victoria, una monja muy
santa, estaba descansando. La señora de la casa quería cocinar la noche antes, con
el fin de acompañarle en la mañana en la corta caminata a la iglesia. Desde donde
ella estaba cocinando los alimentos con las ventanas abiertas (pues ere verano), vio
una luz que flotaba desde el techo y llegaba justo por encima de la cabeza de Papá-
Nicolás; luego aquella luz también fue a la cabeza de su ayudante, y otra vez sobre
la cabeza de Papá-Nicolás. Llena de temor, la señora de la casa llamó quedamente
a su esposo y le dijo: “Focito, ven y ve”. Ambos se persignaron, por lo que habían
visto. La señora con gran emoción nos contó en la mañana cuando íbamos a la
iglesia. Ni él mismo se enteró, ni de las muchas otras cosas que vieron los que le
seguían.

14. No apagues la luz, Padre mío.


Una mujer, que posteriormente vino a ser su nuera, una vez había admitido a un
viejito indigente, pobre y enfermo. Ellos le pusieron en un lugar que fue una vez
un almacén. Papá-Nicolás acostumbraba visitarle dos veces a la semana, y
prácticamente lo sostenía. Un día, cuando el sol se puso, y la hija de la familia que
cuidaba al hombre enfermo, estaba sentada en el balcón, vio una luz a la distancia,
pero debido a que ya estaba oscuro, no pudo distinguir claramente lo que era. Ella
pensó que era una lámpara de coche – esto, por supuesto, ¡ocurrió hace

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cuarentaicinco años!. Mientras la luz se movía, se acercaba. Entonces ella vio a
Papá-Nicolás, y que tenía una luz delante de él. Al tiempo se enteró quién era el
que había entrado al patio. La hija también salió al lado del patio y pidió a Papá-
Nicolás: “No apague la luz, Padre mío, bajaré y encenderé también nuestra
lámpara”.

“No hija mía, no tengo ninguna luz”, le respondió.

“Pero”, dijo ella: “¡Le vi con la luz a la distancia!. . . “.

“No, no, hija mía”, repitió él, “¡no tengo ninguna luz!”.

Algo inexplicable para los escépticos, y para los que no conocían a Papá-
Nicolás y la gracia que poseía.

15. Su falta de preocupación por el dinero.

Su desdén por las cosas materiales en cada llamada del deber era único. Jorge
Stellas, por quien el sacerdote rezó un Paráklisis, le dio como pago una suma muy
respetable dentro de un sobre cerrado. Pero él, cuando recibió el sobre, aún
cerrado, lo dio inmediatamente a una pobre mujer que estaba allí esperándole
terminar el Paráklisis. El hombre que se lo había dado, se enfureció y dijo
impaciente: “¡¿Por qué, ese bendito, ni siquiera miró lo que le di?!”.

16. “¡Yo no quiero su dinero, sólo su bendición!”.

El tenía una consideración especial para una de sus hijas espirituales. Circunscribía
sus comentarios a ella. Le decía una vez a ella, durante aquellas horas de la tarde
que están llenas de sosiego y quietud, cómo había repartido una suma de dinero a
once familias de viudas y huérfanos, y especialmente, como decía él, para las
viudas más jóvenes, debido a que la pobreza las fuerza a una forma corrupta de
vida. El mantuvo la pensión por años, hasta que vimos a sus hijos mayores, casi
de catorce o quince años de edad, venir a la iglesia para recoger la pensión.

Una gran cantidad de dinero pasaba por sus manos, pero inmediatamente
lo separaba para limosnas. El incluso ayudaba a diáconos jóvenes obtener su
educación. Muchas veces ni siquiera tenía encima un centavo. Una vez, sin darse
cuenta, tomó un carruaje para ir a cierta casa. Cuando llegaron, él quiso pagar,
sacó su bolsita de tela que usaba, buscó dinero – buscó otra vez – nada. Estaba en

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apuros. El cochero le dijo: “¿No es Ud. aquél sacerdote Papá-Nicolás de la
parroquia de San Juan?”.

“Sí, hijo mío, lo soy”.

“Bueno, no quiero su dinero; ¡sólo su bendición!”.

Una vez se metió en un colectivo por la iglesia de San Juan para ir al pueblo.
Sus hijos espirituales que le acompañaban se apresuraron a pagarle su pasaje. El
conductor les dijo: “No, tengo orden de la dueña del colectivo, que cuando Papá-
Nicolás viaje, no debo cobrarle a él ni a ninguno de su comunidad”. Como vemos,
con él todo estaba pagado.

Un Domingo en la mañana, salió él de cierta casa para ir a la iglesia de San


Juan. Allí en frente de la casa, a pocos pasos, había un paradero de taxis. Tan
pronto como los conductores lo veían, todos saltaban y comenzaban a discutir
quién lo llevaría. Cuando finalmente uno lo llevaba, la gente preguntaba a los otros
conductores por qué había todo ese alboroto. Y ellos decían: “Es bien sabido por
todos los conductores que cualquiera que lo lleve en su taxi recibe mucho beneficio
en su trabajo, debido a su bendición”. Este también era el caso por la iglesia del
Profeta Eliseo – muy diferente de lo que generalmente sucedía o aún sucede: el
hacer señas insultantes a los sacerdotes.

17. La señora que quería probarlo.

Había una señora que era una de aquellas tipas que tienen una curiosidad
demoníaca por probar a los santos, en un esfuerzo por encontrar fundamentos
para lanzar calumnias contra el clero. Cuando ella oyó de las virtudes del Padre
Nicolás, se decidió probarlo. Un día, fue ella a la iglesia y le dijo: “Venga a mi casa,
Padre mío, y rece cuarenta Paráklisis por mí, pues tengo problemas familiares; Le
estaré esperando cada tarde”.

“Con mucho gusto, hija mía”, le respondió.

El apuntó su dirección y fue al día siguiente. Hizo el Paráklisis por ella. Al


terminar, ella le dio diez centavos. Lo tomó sin preocupación.

Ella le dijo: “Y mañana, le estaré esperando”.

“Con mucho gusto”, repitió el Padre.


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El fue al día siguiente, cansado como de costumbre (y además anciano), y
de nuevo hizo el Paráklisis por ella, y otra vez ella le dio diez centavos. El una vez
más lo tomó, manso e inocente. Esto se repitió por cuarenta días: ella continuó
dándole diez centavos por cada Paráklisis y el piadoso Papá-Nicolás continuó
yendo. Al final, ella cayó contrita, a sus pies de él, suplicó su perdón, y le dijo:
“¡Ud. es un modelo de paciencia y deber sacerdotal!”.

18. El veneno que él bebió sin daño.

En una época, debido a las muchas Vigilias y Liturgias, estaba muy agotado. Un
joven farmacéutico (su hijo espiritual) ofreció hacerle un medicamento para
tonificar su constitución física, vino y varios tónicos, incluyendo una cantidad de
arsénico (veneno), para que lo bebiera todas las noches en una pequeña copa de
licor. Su familia asumió la responsabilidad de dárselo a él. No pasaron dos días,
cuando se levantó muy temprano para ir a la Liturgia, y en medio de la oración
que solía recitar (pues, tan pronto abría sus ojos inmediatamente empezaba a orar),
por su falta de atención, en vez de tomar la pequeña botella con el vino de
comunión, cogió la pequeña botella con la medicina. Se fue a la iglesia, sirvió con
ella, la consumió – hasta la última gota – y sintiéndose bien regresó a casa. Su
familia quería darle la medicina; buscaron la pequeña botella – no la encontraron.
En medio de su desazón, él cogió la pequeña botella de su bolsillo con la etiqueta
de la farmacia en ella. Tan pronto como su familia la vio, se inquietaron. Le
preguntaron si sentía algo – “No se preocupen”, dijo él, “¿no dijo el Señor: ‘aún si
ustedes beben algo mortífero, no les dañará’?”. Y aunque era amarga mientras la
consumía, a él le pareció lo más dulce.

19. La curación de Papá Demetrio.

Ahora describiremos uno de sus milagros, para la gloria de Dios. Un sacerdote de


las villas de Maratón (omito su apellido por obvias razones), tan pronto como
entró, regresando de su casa en la tarde de un día festivo, empezó constantemente
a jalar de sus mangas de una manera agitada, como si quitara algo que le estaba
molestando. Su presbitera (esposa de sacerdote) le preguntó cuál era el problema,
Y él le dijo que en el camino, mientras venía a casa, unos canallas le agarraron y le
pusieron cadenas. E intentó, mientras decía esto, ¡quitar las imaginarias cadenas!.
Inmediatamente ellos le llevaron a una clínica famosa en la capital, y la ciencia

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expresó la opinión que él había contraído envenenamiento de sangre, ya que sufría
de constante insomnio. Se quedó allí por cuarenta días, yendo de mal en peor.
Ellos decidieron llevarle a aquél querido pequeño amparo donde todas las
pequeñas almas atormentadas buscaban refugio de las tempestades de la vida.
Ellos una noche le trajeron para asistir a la vigilia de oración por su salud. Tenía
con él, con el fin de protegerlo, sólo a su presbitera y a su hijo que era de unos
diecinueve años de edad. Cuando la comunidad de Papá-Nicolás – que era de cinco
o seis mujeres – le vio, ellas se asustaron mucho. Bueno, la vigilia comenzó. El
empezó a hacer un sonido, y quería encaramarse sobre la caseta del cantor y saltar
por la ventana. Pero había una rejilla y no pudo. Quería abandonar su lugar e ir y
golpear a las monjas que estaban cantando. Su hijo sostenía un pequeño cordón y
le atemorizaba con él. Su esposa también le retenía, pero el hombre enfermo le
decía: “¡Quiero matar al sacerdote, quiero quemarlas!” – es decir, a las monjas que
estaban cantando. Pasada la medianoche, se soltó y fue hacia el coro donde los
cantores estaban junto con Papá-Nicolás, y el enfermo sacerdote empezó con
grandísima compunción cantar el himno de despedida de San Nicolás, que es: “La
verdad de las cosas has revelado a tu rebaño como regla de fe, un ícono de
humildad”, etc., en el momento inapropiado para ello. El padre dijo a las monjas:
“No le interrumpan; déjenlo que lo cante todo”. ¡Y así fue!. Regresó tranquilo a su
lugar, y cuando amaneció luego, aún tranquilo, anunció que se puso bien y que
iba a dormir bastante, pues fueron cuarenta días en que no durmió. Por su falta de
sueño, tenía una apariencia terrible. Sus ojos estaban hinchados muy rojos y fieros.
Regresó a casa y durmió por treinta horas. Se despertó en perfecta salud. A una
semana de su curación, fue a la Iglesia del Profeta Eliseo y cantó, ayudando al
Anciano como un cantor, y, después de quince días, concelebró con Papá-Nicolás.
Fue con un gran esfuerzo que las monjas así como el hombre curado, retuvieron
sus lágrimas; especialmente cuando ellas besaron su mano, pues él era el
celebrante. A partir de entonces, toda vez que el sacerdote venía a Atenas, primero
iba donde Padre Nicolás estaba sirviendo para recibir su bendición, y luego iba a
su asunto.

Padre Nicolás también hizo muchos otros milagros durante el ministerio de


su sacerdocio, pero son omitidos aquí para que no parezcamos tediosos.

20. La aparición de los Santos Juan y Pantaleón.

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En el año de 1,923 uno du sus hijos espirituales¹ quien era excepcionalmente
querido por el Anciano – un caballero lleno de salud y vigor – sufrió una ruptura
de la apéndice y vivió ocho días más. Durante aquellos días, ¡el Padre Nicolás trajo
el cielo a la tierra con su incesante y sentida oración a que este amado hijo pudiera
vivir!. Una noche cuando el regresaba a casa, dijo desconsolado a su familia: “Elías
va a morir; San Juan y San Pantaleón me lo dijeron”. Y verdaderamente, su amado
hijo espiritual partió – su hijo a quien abrazaba cada vez que se reunía con él.

Tres meses pasaron antes que la hermana del difunto, le fuera posible –
debido a su inexpresable dolor - preguntar exactamente cómo él vio la visión. El
entonces le dijo: “En el momento en que estaba sirviendo la Liturgia, vi frente a
mí, detrás de la Santa Mesa, a San Juan y a San Pantaleón, y ellos me dijeron:
“Transmitimos tu solicitud a nuestro Señor, Cristo, Quien nos dijo que el moriría”.
Un mandato superior, le dijeron.

Nosotros inclinamos nuestras cabezas, un tanto confortados.

21. La aparición del ángel.

Cuando él aún no estaba muy anciano, partió solo a una pequeña capilla de campo
en Peristerí, donde iba a ver una Vigilia. Tan pronto como hubo ido a cierta
distancia, perdió su trayecto, y tomó algunos senderos que iban por el medio de
los campos, pero no sabía a dónde iba. Continuó, intranquilo y orando, y vio
delante de él un joven que le dijo: “¿Has perdido el camino, Padre mío? Déjame
guiarte”. Con el joven en frente y Papá-Nicolás detrás, llegaron la puerta de la
iglesia. Aquí él mismo cuenta: “Tan pronto como llegamos a la puerta, volteé para
agradecerle, y en ese momento él comenzó a brillar y desapareció”.

22. En, pero no del mundo.

Al término de la Liturgia, que solía terminar alrededor de las 2:30 o tres de la tarde,
cuando el Paráklisis se había cantado, con una interminable conmemoración de
nombres (sus servicios siempre eran dobles) estaba fatigado. Luego
frecuentemente visitaba familias amigas donde se hallaba en casa, y descansaría,
durmiendo sentado en un sillón.

Alrededor de él, la compañía podría ser, hablar de política, cada uno con su
¹ El hermano del escritor.- TRAD.

58
propia opinión. De vez en cuando, ellos también hablarían al Padre Nicolás: “Y tú,
Padre mío, ¿qué piensas de lo que estábamos diciendo?”. Y cuando él se hubo
recogido de la hondura de pensamientos en que estaba inmerso, entonces él
también querría decir algo. Y le escucharíamos preguntar: “¿Quién gobierna
ahora?” es decir, quién es el Primer Ministro?. Pueden imaginarse ¡cuán bien
informado estaba de los asuntos del mundo!. Todos los que estuvieran allí le
palmearían su querida y pequeña cabecita, besarían sus manos, y le dejarían solo.

Cuando él solía dejar nuestra casa para ir a la iglesia, las amas de casa del
vecindario se santiguarían para mostrar su respeto. Los transeúntes harían una
pausa en su caminar, por reverencia. ¿Quién censurará hoy en día si la sociedad
mira a los sacerdotes con falta de respeto?. ¿No ven cuán ansiosamente siguen si
un virtuoso sacerdote aparece en alguna parte?. Inmediatamente ellos saben
dónde va a servir, dónde él va a predicar, y van a escucharle.

23. Cómo él solía comportarse para con los ricos y pobres.

Como la persona excepcional que él era, nunca fue influenciado por el rango social.
Era el mismo con todos. La siempre recordada Sofía Trikupis le conocía y le tenía
en gran estima. También en aquellos días, la Sra. Zlatanu le visitaría en la iglesia
de San Juan, en su carruaje. Muchas veces había hecho el servicio de la Santa Agua
para ella en su gran casa, y la Sra. Zlatanu tenía algo de la Santa Agua para la
Reina.

Dejando su mansión, iría a la vez a hacer el Servicio de la Santa Agua para alguna
Cristiana muy pobre que vivía en una choza entre las angostas callejas de la
Acrópolis. Esta pequeña mujer tenía para su sustento una bandeja expendedora
con unos pocos caramelos, y ella trataba de vivir de eso. Al final del Servicio de la
Santa Agua, como la buena pequeña mujer estaba muy en deuda con la generosa
disposición del Padre, ella le ofrecía algunos caramelos. El no tomaba ninguno
(aun cuando a él le gustaban los dulces).

“¿Por qué, Padre mío, le decía, “no toma el caramelo?”.

Le resultaba un poco difícil de responder, y finalmente, con inocente


simplicidad le decía a ella: “¡Pero. . . No quiero causarle ninguna pérdida de
ganancias!”.

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Su hija espiritual, que le había ayudado a subir los escalones de la angosta,
empinada calle, se quedó asombrada. No solo él no fue pagado, sino que ni
siquiera tomaría dos o tres caramelos para no causarle pérdida. Su vida mostró la
simplicidad de un niño, con nobles sentimientos.

24. Majestad Litúrgica.

Cuando él servía la Liturgia, quería que todo contribuyera a la majestad del


servicio. El no quería, por ejemplo, que una velita fuera cargada a la entrada del
Evangelio; quería también grandes velas para las Puertas Santas. Cuando en las
noches él solía decir el Triadicá, encendía muchas, muchas velas frente al ícono de
Cristo. El usaba su felónion y se paraba en posición formal. Cantaba estos cánones
con tal compunción que, una vez de las muchas veces cuando estaba cantando en
la nave de la Iglesia de San Juan, ¡él escuchaba también a los ángeles cantar el
Triadicá en la capilla de San Basilio de al lado!. El Padre paraba y cogía la mano de
su hija espiritual que le estaba ayudando, y le decía: “¿Escuchas? Escuchas los
ángeles María?”.

“No les escucho, Padre mío”.

Inmediatamente se lamentaba que haya dicho algo, y se repetía: “No debí


decirlo. No debí decirlo. . .”.

Esa noche las monjas estuvieron ausentes, y la monja que estuvo con él les
dijo en la mañana. El también acostumbraba ver otras visiones, y hablaría de ello
solo en ese mismo momento, diciendo a quien quiera estuviera parado cerca de él.
Si usted le preguntara en cualquier otro momento él no hablaría de ellas; solo diría:
“No veo nada; solo las imagino”. Mientras tanto los demás se darían cuenta por el
cantor quien siempre le tenía cerca de él.

25. El prósforo del ángel.

Por el lapso de medio siglo, en que él celebró la Liturgia sin pan (puesto que nunca
estuvo enfermo), sucedía de tiempo en tiempo que no tenía prósforo (pan para la
oblación). Pero aun cuando no tenía uno con él, encontraría uno fácilmente en las
panaderías cercanas, o casi siempre ellos le enviarían uno. Abreviando, nunca
estaba sin ninguno. Un día, Los Matutinos habían avanzado bastante y no había
prósforo en absoluto. El envió a dos miembros de su comunidad a ir a las panaderías,

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a las amas de casa que conocía tendrían siempre prósforo; buscaría en los armarios
del santuario, en caso que otro sacerdote haya dejado un prósforo – nada. Nada por
hallar. ¡Después de tantas Liturgias tener un receso! . . . Estaba triste a punto de
lágrimas. . . Entonces le vieron salir de las Puertas Santas sosteniendo un prósforo
(sólo el Sello, no el pan entero) tan fresco como pudiera ser. El encontró este
prósforo sobre la Santa Mesa. Emocionado de alegría, dijo: “Miren hijos míos, qué
señal Dios ha obrado para nosotros”. Llamaba a todos los milagros “señales”. No
quiso profundizar en estos fenómenos, los veía como naturales – no sé cómo
decirlo – y eso debido a que él tenía gran fe. El no diría mucho acerca de ellos, a
fin de no poner ningún valor sobre sí. Como vemos en las vidas de los santos, un
ángel del Señor ministraría a los ascetas del desierto con revelaciones y
sobrenatural ayuda que él les ofrecía; así fue con Papá-Nicolás. ¿No sería este
mismo ángel ministrando al real obrero del Señor, este asceta que vivía aunque
apartado del mundo, y acerca de quien los periódicos una vez escribieron un
artículo: “Los ascetas en Atenas”, loándole por su excepcional piedad y virtud?.

“¡Todas las cosas son posibles para el que cree!”¹

26. “¡Es el Mártir Obispo Fócas! . . . “

Una noche, era la víspera de la fiesta del santo Obispo Mártir Fócas². Todas las
monjas se habían reunido para los Matutinos. Uno de sus hijas espirituales estaba
próxima a él, a su diestra, y mientras estaba parada allí cayó en sopor. Y ella vio
detrás del Padre un magnífico sacerdote con un epanokalímafko (velo monástico);
estaba siguiendo el servicio. Ella despertó inmediatamente y dijo suavemente al
Padre Nicolás: “Padre mío, allí está, un magnífico sacerdote detrás suyo que está
siguiendo cuidadosamente cómo cantamos el servicio. . . “. El puso sus dedos
sobre sus labios y le dijo: “¡Shhh! Es el Obispo Mártir Fócas”. Y mantuvo silencio
para que los otros no oyeran. Solía ocultar éstas, tanto como pudo. Tenía mucha
comunicación con los santos, y pensaba que era muy natural verlos.

27. La cura maravillosa.

Hace más de cuarenta años, aquí en Atenas, una familia le pidió tener el Servicio
¹ Mc. 9:23.

² Celebrado el 22 de Septiembre.- TRAD.

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de la Santa Unción. Una habitación de la casa había sido alquilada por alguien que
estaba críticamente enfermo. Cuando Papá-Nicolás terminó el Servicio de la Santa
Unción, la señora de la casa le dijo que fuera a ver al enfermo y le ungiera. Cuando
le ungió se sentó cerda de él, le preguntó su nombre, etc. El enfermo le dijo que su
nombre era Jaime.

“¡ah, ah, ah, Bravo hijo mío! Usted tiene el nombre del Adelfóteos, el
Hermano del Señor”.

Aquél, sin embargo, con una buena dosis de incredulidad y sarcasmo le dijo:
“¿De verdad?, ¿quiere decir que Cristo tuvo también otros hermanos?

El Padre se sentó y le explicó que José, antes que se comprometiera con la


Dama Teotókos (la que dio a luz a Dios), tuvo cinco hijos por matrimonio legítimo;
por esta razón Jacobo fue llamado Adelfóteos. Este hombre se compungió por lo
que dijo el padre Nicolás, y le dijo: “¡Ah Padre mío!, pide a San Jacobo que me
ponga bien, y yo guardaré su fiesta todos los años tan solemnemente como
pueda”. (Estas cosas que son narradas aquí fueron contadas por el Padre mismo a
una de sus hijas espirituales). Cuando él narró lo ya mencionado, dijo entonces:
“Cuando fui a la casa, hice mi labor como sacerdote”. Es dudoso que él durmiera
aquella noche. Pues el enfermo, aquella misma noche, vio en su sueño un
magnífico jerarca sosteniendo en sus manos una cajita con bálsamo, y le dijo:
“Voltéate para que yo pueda hacer la cruz sobre tu espalda”. El enfermo se volteó,
y él hizo la cruz sobre sus omóplatos con el bálsamo.

Y respondió: “Yo soy Jacobo; Papá-Nicolás me envió”.

En esta visión no solo el hombre mismo se puso bien, sino que también
renació espiritualmente, y en su alegría se casó con la hija de la familia en donde
se estaba quedando. Luego aquél hombre guardó muy solemnemente la fiesta de
San Jacobo en la Iglesia de San Juan, con Artoklasía (Bendición de Panes), y con
dulces. Incluso algunas veces él tenía una banda para tocar una marcha festiva. Y
el Santo también continuó protegiendo a su familia. Estábamos una vez hablando
de este milagro en presencia de Papá-Nicolás, y preguntamos qué profesión tenía
el curado. El Padre se encargó de iluminarnos: “Juez de Apelación del Ministerio”
– mientras que en realidad era el director de un ministerio. Tanto sabía él de los
quehaceres del mundo.

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Un coronel había hecho una buena acción por Papá-Nicolás e iba
regularmente a recibir su bendición. Una vez sus hijos espirituales le preguntaron
cuál era el rango del oficial, y con seguridad, el Padre respondió: Ellos le llaman el
Capitán”¹.

28. La corrección de la vanagloria.

Papá-Nicolás supo cómo censurar, iluminar, corregir las almas, sin retórica
predicación, sino tan solo por su vida, por su presencia. Había una dama, la esposa
de un famoso comerciante Ateniense, que cayó enferma. Esta dama tenía una
prima que había venido de Egipto, una rica mujer; se llamaba Elena Vlaju. Vino a
ver a su prima enferma. Durante la conversación, ella le dijo: Envía por Papá-
Nicolás, de manera que él rece una oración por tu salud”. La hija de la dama
enferma tomó gran placer en la elegancia externa. El Padre, sin embargo, debido a
que él servía todos los días, rodeado como era de velas, en iglesias polvorientas,
en desuso, con aceite para los candiles, etc. No podía mantenerse limpio por
completo. Por supuesto, él era limpio, pero no en la manera en que esa jovencita
le hubiera gustado que él estuviera. Por eso ella le dijo a su tía: Mi buena Tía,
traigamos un sacerdote de aspecto más respetable de las iglesias más grandes, y
no aquél, que estará todo polvoriento de la iglesia, etc.”.

Esa noche ella vio a Papá-Nicolás en su sueño, vestido en vestimentas todas


de oro con un felónion (capuz) de oro, etc., y él le dijo: “¿Le agrado, hija mía?”.
Aterrorizada, la muchacha despertó; envió inmediatamente a llamar a su tía y
suplicarle que tratara de traer al Padre lo antes posible. Su tía confió el asunto a u-
¹ Ellos están tratando hoy en día, con el estado lamentable de la Iglesia, hallar la causa, y dicen
ellos que los sacerdotes deben recibir entrenamiento “erudito”, “científico”. No obstante, si tan
solo ellos fueran celosos por la piedad, entonces se corregirá el mal. Dejen que sus Metropolitas
vengan de los santos monasterios, como San Nifo, patriarca de Constantinopla, como San Teono,
arzobispo de Tesalónica, y muchos otros, que vinieron del Santo Monte. ¿Cómo la Iglesia será
beneficiada cuando ellos estudian en Génova?. Ellos sólo regresarán con raíces protestantes. Ellos
dicen que nuestra Iglesia está atrasada un siglo. ¡Ello haría que tuviera la piedad de hace un siglo!
La esclavitud de cuatrocientos años contó 35,000 nuevos mártires – la mayoría de ellos
analfabetos. Una educación liberal y científica es una cosa excelente cuando está acompañada de
piedad. Aún así, el sacerdote en cuestión conocía muy pocas letras, pero debido a su sincera
piedad, él poseyó todas las Beatitudes.

63
na de sus ahijadas llamada Katina y le dijo: “Ve rápidamente, dile al Padre de parte
mía que venga a la casa inmediatamente después de la Liturgia”. La muchacha
vino, exaltada de emoción de todo lo que había acontecido, y nos contó. Después,
tomó a Papá-Nicolás y le trajo a la enferma. Cuando estaban subiendo las
escaleras, la hija de la enferma bajó a darle la bienvenida con mucha reverencia,
entonces, mientras se inclinaba a besar su mano, él le dijo: “¿Le agradé en la forma
que me vio, hija mía?”. Emoción y asombro le recorrió a ella por todo el cuerpo.
Nunca esperó ella tal increpación por su vanagloria.

29. La comunión del leproso.

Todavía otro incidente demuestra la insuperable fe y la piedad que tenía en la


realización de sus deberes sagrados. Allí en su parroquia, en una pequeña angosta
calleja, ocultaba a un hombre que estaba en un estado avanzado de lepra. Sus
labios habían sido carcomidos por esta terrible enfermedad. Una vez el Padre fue
a darle Comunión, pero su deteriorada boca no pudo recibir el Santo Cuerpo del
Señor, y cayó un poquito del lado de su boca. Sin ninguna vacilación –
absolutamente ninguna – ¡el Padre se inclinó y con su boca tomó la Divina Perla
que había caído y La consumió!. ¡Que aquellos que encuentran dificultad de recibir
la Comunión debido a que tienen miedo de gérmenes echen un vistazo a esto! . . .
En realidad, es una gran blasfemia: ¡que el Unico Dios de los vivos y muertos, el
Creador del cielo y tierra, podría estar contaminado por gérmenes!. ¡Los delirios
de los incrédulos de mentes oscuras!.

En cuanto a ese enfermo, fue hallado por la policía y fue enviado a un


leprosorio junto con su hija, que también devino afligida y tenía sus dedos
carcomidos. A pesar de esto, el Padre no enfermó.

30. El más ferviente celo y la santa paciencia.

En las últimas décadas de sus Liturgias, él era más que antes, un viejito
desgastado. Un día, allí en la Iglesia de San Juan, el Padre servía la Liturgia.
Apenas hubo terminado completamente agotado, a la 3:00 PM., cuando su
sacerdote asistente entró (que era mucho más joven y además bien descansado) y
le dijo: “Anciano, pidieron en tal y tal casa que vayamos a dar la Comunión a
alguien que está para morir. Asi que “por qué no va usted a darle Comunión”. Y
habiendo dado órdenes, se fue. Nos helamos cuando lo escuchamos, de que él echó

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tal agotadora caminata al Padre. El no dijo nada; su santa paciencia ponía todas
las cosas a un lado. Tomó la Santa Comunión con el cáliz y empezó a caminar con
su consabido lento andar. Las monjas de su comunidad se encargaron de
acompañarlo con el fin de sostenerlo por los brazos y llevar la linterna. Tenían que
ir al vecindario del Neos Kosmos (Nuevo Mundo). En aquellos días no había casas
allí, solo campos abiertos. Cuando regresaron después de haber dado Comunión
al enfermo, la apariencia del Padre y sus compañeras habría estrujado su corazón.
Usted veía a un hombrecito arrastrándose con el santo Cáliz en sus manos. Cuando
se acercaban a la iglesia, en la carretera todas las carretas y carruajes que pasaban
a esa hora paraban, y los conductores bajaban, inclinaban sus cabezas, gorra en
mano, y santiguándose, una vez más alababan la virtud de Papá-Nicolás. Era una
escena que mostraba honda piedad del pueblo. Sin ninguna duda en aquél día los
ángeles se alegraban sobre la victoria de la paciencia.

31. Un consuelo y un refugio.

En las diversas iglesias pequeñas donde el Padre servía, él era un consuelo y


refugio para muchos. La cabeza de una familia, desocupado por largo tiempo,
rendido de la fatiga de subir los escalones de mármol¹ con los bolsillos llenos de
promesas, solo para al final ser rechazado. El volvería cubierto de sudor, cansado
y desanimado, a su pobre hogar. Su esposa e hijos pequeños le mirarían pare ver
qué diría. De nuevo él les diría una sola palabra: “¡Desesperanza!”. Su esposa le
dijo: “No te desanimes, yo iré donde el Ancianito y nuestra petición será
concedida”. Ella fue a la iglesia, dio sus nombres al sacerdote, y explicó su pesar.
El escuchó con atención y simpatía, y le dijo que oraría; y también ella se arrodilló
y rogó a la Madre de los afligidos de ampararles. Ella dejó la iglesia con su alma
aliviada. Al día siguiente su esposo encontró trabajo.

Otra joven desafortunada un día vino a la Iglesia del Profeta Eliseo confesó
con lágrimas que por nueve años ella había vivido con alguien que siempre había
aplazado el matrimonio legal. El le dijo que oraría mucho respecto a esta situación.

¹ Las “escalones de mármol” se refiere a las oficinas del ministro de gobierno. El Mármol siendo
un material nacional y barato en Grecia, y también frio en el clima caliente del Mediterráneo, es
usado extensamente.- TRAD.

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“Pero trate de alguna manera que pueda, de traerlo a la iglesia para poder
reunirme con él”, le dijo. Cuando esta mujer regresó a su hogar, ella embelesó a su
“esposo”, le imploró, y finalmente tuvo éxito en traerlo a la iglesia. Tan pronto
como él vio al Padre (que tenía una venerable apariencia), inmediatamente como
si los invisibles obstáculos del demonio quedaran anulados, movido en
compunción, le dijo al Padre: “Quiero casarme”. En diez días el casamiento tuvo
lugar, y luego ellos gozaron de gran alegría espiritual pues sus conciencias se
habían liberado. Colgaron la foto del Padre sobre su cama. Como ellos solían decir,
debido a su ex pecado, él les puso bajo la regla de que comerían sólo alimento seco¹
los Miércoles, Viernes y durante las cuaresmas, y darían limosnas tanto como
pudieran. Ellos hicieron todas estas cosas con gran alegría, le llamaban “nuestro
Padre”. Invitaban a él y a su comunidad a su hogar para cenar.

Aprovechando esta oportunidad escribiremos también el siguiente evento.


Eran los días en que la iglesia estaba llena de amigos y foráneos. En uno de
aquellos días, llegó una mujer desconocida para darle un prósforo. El la observó
cuidadosamente, y le dijo: “No puedo recibirlo”.

“¿Por qué?” La mujer preguntó.

“¡Porque usted está viviendo en pecado!”.

Luego la mujer entendió la gravedad de su pecado. Ella había ofrecido el


prósforo sin el menor remordimiento. La mujer empezó a llorar.

“¿Qué puedo hacer yo por usted?, Yo, también lloro con usted, pero no lo
recibo”.

Alguien a quien yo conocí también estaba viviendo en pecado. Ella también


escuchó lo que estaba pasando con el Padre, y ella con una amiga se fueron a la
iglesia. Cuando ellas vinieron a besar su mano, él la ofreció a su compañera pero
no a ella y la retiró de una manera obvia. Ella vino con lágrimas y esto me dijo: ella
vive en pecado muy secretamente y nadie lo sabía. No obstante esto, el Padre las
reprochó; las amonestó brevemente, tan solo con la gracia del Santo Espíritu, que
él tenía en abundancia.
¹ Es decir, xerofagia, “el comer alimento seco”, especialmente como una forma de práctica de
ayuno en la Iglesia primitiva”. (Breve Diccionario Inglés de Oxford, 3ra. Ed.).- TRAD.

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32. La familia que halló a su hijo perdido.

Una familia de Atenas tenía un hijo que estuvo perdido por tres años en el famoso
incidente cuando el Ejército Griego fue enviado a Rusia¹. No sabían si aún estaba
vivo o si había muerto. Buscaron por todas partes donde había que buscar sin
ningún resultado. Ellos habían oído hablar del Padre Nicolás de que él podría
iluminarles en este asunto. Fueron a la iglesia y le dijeron su pesar. El les dijo:
“Vengan mañana y les diré – pues, como es bien sabido, en esta ocasiones
pesarosas el Padre se mantendría casi toda la noche orando. Ellos regresaron al día
siguiente con gran y terrible ansiedad para escuchar qué les diría él. Les dijo: “Su
hijo está vivo y el fin de semana ustedes tendrán una carta; y el próximo mes le
verán”. Verdaderamente, pasó exactamente tal como él les dijo. Toda la familia
vino a agradecerle y a llevarle a su casa para que él la bendijera y cenara con ellos.
Llevarlo, prácticamente lo llevaron en vilo.

33. El honor y amor de sus feligreses.

Su parroquia, como todos los que le conocían, le tenía en gran estima, como algo
por encima del ordinario sacerdote. Un día, un pobre, el único proveedor para su
extensa familia, quien era uno de sus feligreses, pasaba afuera de la Iglesia de San
Juan. Paró, se bajó, entro a la iglesia dio los nombres de toda su familia para ser
conmemorados en la Liturgia, y al mismo tiempo dio también el nombre de su
caballo. Nos reímos cuando vimos esto. Pero después justificamos su sencillez
porque comprendimos que él también estaba enganchado con su caballo, porque
juntos se esforzaban por el pan diario de su familia. Escribo estas cosas con el fin
de ilustrar, pues todos le honraban, desde la clase más alta de la sociedad hasta la
más baja, el hombre común bueno, que haría la señal de la cruz muchas veces antes
de besar su mano.

34. El oraba para que ellos le dejaran orar.

En aquél tiempo Melécio Metaxákis era arzobispo de Atenas² y prohibió Vigilias.


¹ Una expedición conjunta con los Franceses en Enero del año 1,919, en que dos divisiones del
Ejército Griego, junto con el Ejército Blanco, pelearon contra los Bolcheviques.-TRAD.

² Un conocido modernista y Masón. Melécio Metaxákis era notorio por su desdén a la Santa
Tradición y los Santos Cánones. Para más información concerniente a sus actividades, el lector
debe ver: A History of the Russian Church Abroad (Seattle: St. Nectarios Press), págs. 53-57.-TRAD.

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No entendíamos la razón. Fuimos privados de este bellísimo y realmente
edificante sostén, y el asunto nos causó mucho pesar. La Iglesia de San Juan,
entonces, tenía dos dedicaciones, disipóstatos, y era, y está, dedicada también a San
Basilio. Cuando la víspera de la fiesta del santo llegaba, la ansiedad del Padre
alcanzaba su clímax: ¡Y pensar que él no podría guardar la Vigilia de la Fiesta de
su querido santo!. Sufría en su alma. Llegó la noche, y en su desesperación él envió
a su guardiana de la iglesia, quien era una mujer analfabeta, a la Metropolía para
suplicarles que le dejaran tener la Vigilia. Tan pronto como la guardiana de la
iglesia se fue a la Metropolía, se ocultó en el santuario hasta que ella regresara; y
cuando retornó, nos dijo las gozosas nuevas que podríamos tener la Vigilia. Al
mismo tiempo también el Padre salió del santuario, y con alegría nos dijo: “¡Hasta
que llegó Asemina, oré con todo mi corazón para que el arzobispo nos permitiera
orar! . . . “.

Todos oran y piden por alguna cosa terrenal, algo que les falte, mientras que
él oraba para que ellos le permitieran orar toda la noche. Raros sentimientos, que
sólo uno encuentra en almas que han devenido espirituales y absortos en la gracia
del Santo Espíritu.

Pasó algún tiempo, el arzobispo Metaxákis se fue, y la prohibición contra la


Vigilias fue suprimida. Luego vino el cambio del Calendario. Nuevos tormentos,
nuevas bregas para el Padre. Especialmente en las vísperas de las grandes fiestas.
Una de estas era la Anunciación. ¿Qué debería hacer?. En la parte posterior del
patio de la Profeta Eliseo habían algunas habitaciones (huecos-en-la-pared, se
podría decir mejor). En uno de estos cuartos vivía una viejecita, Sra. Marta, muy
pobre en cosas terrenas, pero muy rica en buena voluntad. Nos permitía reunirnos
en su único cuarto – el Padre Nicolás y su comunidad formada por seis o siete
personas. Alrededor de las 10:00 P.M. estábamos todos allí. Empezamos los
Matutinos alrededor de las 11:00 P.M. y para la 1:00 A.M. Estábamos listos para la
Liturgia. Bajábamos del cuarto superior amenazados con el peligro de que la
escalera pudiera colapsar- chirriante como lo hacía desde incalculables décadas.
Llegamos a la Iglesia del Profeta tan calladamente como fuera posible, entramos
por una puerta pequeña en la parte posterior. Por luz teníamos los candiles de los
íconos, que iluminaban las caras de los santos, quienes nos veían como si nos
conocieran. La iglesia estaba decorada de arriba abajo con las estampas de los

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santos íconos, de tamaño natural, una de ellas era de San Filoteo. (¡Cómo
arruinaron este edificio!. Hoy ha sido convertido en un pequeño depósito, en cuyo
techo los gatos duermen. . . Al mismo tiempo, otros edificios deteriorados han
permanecido intactos; ¡su única preocupación era destruir la iglesia! ¿Qué
demonio cogió las manos de estos hombres y las usó para derribar aquél santo
lugar en el medio de Atenas, que había nutrido tantas personas santas? . . .).
Finalmente empezamos la Liturgia.

Si tan sólo usted pudiera haber visto a Papá-Nicolás con excepcional


agilidad tratando de recitar las oraciones preliminares y besar los santos íconos.
Uno sintió que la noche nos había sido concedida para este santo propósito. Para
las 3:00 A.M. habíamos terminado la Liturgia. Aquella Liturgia permanecerá
inolvidable cuando con tal compunción, con tal paz, tanto el sacerdote como su
comunidad experimentaron una espiritual transformación tanto de cuerpo como de
comprensión. Ciertamente no sólo los ángeles sino también los hermanos difuntos
que acostumbraban guardar Vigilia tomaron parte aquella noche. Quiero decir,
Papadiamantis, Moretídis, y los demás. Después, tan quedo como pudimos,
subimos otra vez al cuarto superior a continuar con el descanso, es decir, Paráklisis,
las Horas, etc. Allí cada uno se sentó donde pudo, uno al filo del diván, otro sobre
un banquillo, lo que hubiera disponible. Yo también estaba sentado en una de las
sillas. El sueño me venció, y vi ante mí una Figura llena de gozo, y sin aliento
diciéndome: “¡Celebramos la Liturgia! . Celebramos la Liturgia!” Entonces puso
su mano sobre su pecho y se identificó con la palabra: “Filotea”. Luego todos nos
fuimos a casa, y el Padre se fue a su parroquia.

35. Liturgias Secretas.

En Domingos y grandes Fiestas no podía estar ausente de su parroquia, aun


cuando no tomara parte en la Liturgia, ya que él tenía otros dos sacerdotes
asistentes¹. Ellos supieron, en la Metropolía, que el Padre servía la Liturgia
secretamente en las grandes Fiestas, al igual que en los días de semana él hacía lo
que quisiera en las capillas campestres. Ellos le llamaron a la Metropolía para
reprenderle. Allí, cierto archimandrita, más tarde obispo, se encargó de reprender-
¹ Esto era debido a que los servicios estaban programados según el nuevo calendario. El serviría
la Liturgia en privado de acuerdo al Antiguo Calendario.- TRAD.

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le. Paso por alto su nombre en silencio – no sé si aún vive. Le habló muy
bruscamente. El Padre no respondió una palabra. Su compañero le llevó, muy
consternado y le trajo a mi casa. ¡Toda la tarde se quedó mudo!. Su compañero se
sentó junto a él y trató de consolarle. ¡Pero se mantuvo en silencio!. En aquella hora
él era como un niñito, respecto a lo que el Señor nos enseñó, “A menos que ustedes
se hagan como niños”, etc.¹. El Archimandrita Policarpo Kondoyioryakos, que
entonces estaba viviendo en San Atanasio de Psirri y más tarde devino en
sacerdote de la Iglesia de Jrisospiliotísa, supo de este episodio. Y ya que él amaba
sumamente al Padre, vino derecho a la casa para verle y decirnos que él había
increpado al archimandrita que había tratado al Padre tan bruscamente. Nos contó
entonces lo que él le dijo: ¿Tienes alguna idea a quién le estabas hablando así?
¿sabes que lanzaste un puñetazo al filo de un cuchillo? – y mucho más, además.

Finalmente, esta irregularidad le atormentaba, porque aún si hubiera


querido ceder a la fuerza, toda su comunidad le hubiera abandonado, y la secuencia
de Liturgias que él había mantenido por tantos años como un incansable obrero
de su sacerdotal apostolado habría cesado. Por esta razón, cuando ellos le
preguntaban cómo era que él no se cansaba, él repetiría la frase: “¡Cantaré a mi
Dios mientras yo viva!”².

36. El solucionaba las dificultades de los fieles.

Papá-Nicolás era tenido en gran estima por el piadoso pueblo de Atenas. También
su fama se extendió a diversas áreas allende. Una rica dama de Egipto – su nombre
era Elena Vlaju – venía de tiempo en tiempo a Atenas. Cuando ella venía pasaría
el mayor tiempo de sus días en la Liturgias del Padre. Mientas en Egipto ella había
comprometido a su hija, ¡ellos hicieron un especial viaje a Atenas para que el Padre
pudiera bendecir los anillos de compromiso!. Las dificultades surgieron en cuanto
a dónde tendrían la ceremonia de noviazgo. ¿En el hotel?. Ellos no lo aprobaron.
¿En la iglesia?, difícil. Ya que el Padre se estaba quedando aquellos días en mi casa,
ofrecí mi sala. Y ellos alegremente vinieron una tarde cuando el Padre estaba aquí.
La madre, la hija, el futuro novio, y dos más vinieron. El Padre bendijo el
compromiso, y yo también les ofrecí refrescos como una deferencia al Padre; y se
¹ Mt. 18:3.

² Sal. 145:1.

70
pusieron en camino. Al día siguiente, mi hermano se encargó de llevarle a casa. Le
subió al tranvía. ¡Oh, qué conmoción hubo cuando los pasajeros vieron al Padre!,
Todos querían besar su mano al mismo tiempo. Todos querían comprar el pasaje
para él . . . pasaron diez minutos antes de que el orden se restableciera.

37. La sorpresa del cochero.

Un día tomamos un coche para ir con el Padre desde la iglesia del Profeta Eliseo
hasta la Avenida Haydn. Cuando llegamos, dijimos al cochero de traer el coche
cerca a la vereda para que el Padre pudiera apearse fácilmente. El cochero
respondió irónicamente: “¿Tengo que esperar a que usted me digo eso?, ¿sabe
usted a quién tiene allí?, ¿sabe usted qué tesoro es él?”. Y el mismo le bajó del
coche, como si él bajara santas reliquias. Las personas que estaban esperando por
el Padre le llevaron dentro. Y él – el cochero – empezó a decirnos qué le había
pasado.

“Una vez en Neos Kosmos había un casamiento, y la familia del novio me


envió a traer a Papá-Nicolás, que estaba viviendo en Gargaretta. Fui a la casa del
padre, mientras él salía de su casa y mis caballos le vieron, se espantaron tanto que
era imposible sostenerlos. Levantaban sus cascos, retrocediendo, etc. Le dije al
Padre: ‘Padre mío, me es imposible llevarlo en mi coche pues mis caballos están
tan inquietos. Si usted espera un momento, correré, les daré a saber que no le he
traído en mi coche’.

“’Está bien, hijo mío’, me dijo, ‘iré a pie’”.

“¡Qué gran sorpresa me estaba esperando”, dijo el cochero, “cuando me


acercaba a la casa del novio y vi al Papá-Nicolás (conocido por su lento andar)
caminando en la vereda próxima a la casa del novio! Pueden ustedes entender”,
nos dijo, “qué distancia hay desde la iglesia de San Juan de Gargaretta hasta Neos
Kosmos”. Y preguntó: Ahora díganme, ¿cómo fue él a pie mientras yo aún no
había llegado a la casa?”. Y él, es decir, el cochero, creyó exactamente tal como
todos nosotros que le conocíamos creemos que de hecho algo sobrenatural le llevó,
o más bien, le ayudó.

38. Uno de los logros de su paciencia.

71
Hace unos treintaicinco años o más, cuando ellos iban a tener la consagración de
la iglesia de San Juan después de que ellos la renovaron, los guardianes junto con
el compañero liturgista del Padre, fueron a la iglesia a las 3:00 A.M., para hablar
de los arreglos para la Liturgia, pues, como ellos decían, el siempre recordado Rey
Constantino se esperaba que estuviera allí. Tenían cosas excepcionales de qué
preocuparse. Finalmente concluyeron que el Padre tenía que ir a la iglesia de San
Jorge en Kukaki y servir la Liturgia allí, ya que esta Iglesia de San Jorge era
considerada como una parroquia junto con la de San Juan. Mientras él estaba
recitando el servicio, ellos aparecieron y le dijeron:

“Padre Nicolás, esta mañana usted irá la Iglesia de San Jorge”.

Respuesta: “Como ustedes deseen”.

El servicio continuó. Una hora pasó. El guardián vino otra vez”

“Padre Nicolás, usted servirá aquí”.

“Como usted desee”.

Otra hora pasó. Después de una bulliciosa discusión, vinieron ellos otra vez
donde el Padre:

“Padre Nicolás, hemos pensado otra vez en ello, y llegamos a la conclusión


de que usted debiera ir a la iglesia de San Jorge”.

La estereotipada respuesta: “Como ustedes deseen”.

Estaba a punto de amanecer. Vinieron una vez más: Padre Nicolás, la


decisión final: usted servirá aquí”.

El les dijo una vez más:

“Sea bendito”¹.

Nosotros que escuchamos a los guardianes casi reventamos del enojo, y


preguntamos por qué ellos de una vez no llegan a una satisfactoria decisión, pero
continuaban perturbando la paciencia de granito del Padre, justo cuando estaba
empezando a ponerse sus vestimentas, vinieron ellos y le dijeron:
¹ Una frase monástica estándar que denota asentimiento.

72
“Siga, Padre Nicolás, usted va a la iglesia de San Jorge”.

No se puede decir si él no estaba cansado o triste. El era un hombre, y


cargaba un cuerpo pequeño y envejecido. A pesar de esto, no dijo nada, pero tomó
el camino para la iglesia de San Jorge, acompañado como siempre por una monja
que estaba designada para este servicio, es decir, ayudar al Anciano. Fueron a la
San Jorge, y tan pronto como él estuvo vestido y estaba por empezar, un mensajero
llegó, diciendo ¡que el sacerdote debía bajar a servir a la San Juan!

¿Qué había pasado?. La Sra. Zlatanu había llegado a la San Juan, quien tan
pronto como ingresó a la iglesia, pregunto: ¿Dónde está Papá-Nicolás?

¿Por qué? . . . le enviamos. . . a la San Jorge a servir”.

“¿Qué es eso? Es por él que vine. Váyanlo a buscar inmediatamente”, dijo,


y al mismo tiempo dejó mil dracmas sobre la bandeja. “Enviaría mi coche, pero los
caballos están frescos, y temo que puedan desbocarse y algún accidente ocurra”.
Así que enviaron a un hombre a que le trajera. El no dijo nada; llegó abatido como
un trapo de lo exhausto. A pesar de esto, ese día fue la más magnífica Liturgia.
(¡Por supuesto, el siempre recordado Constantino no apareció!).

En este incidente, que el hombre pondere la gracia de la paciencia. Así,


cuando él acostumbraba aconsejar a una de sus hijas espirituales le diría: “Con
paciencia, hija mía, yo superé todo los obstáculos que aparecían ante mí”. Era
como si él pudiera percibir que esta hija a la que estaba aconsejando, aunque ella
en su presencia fingía bondad en todo, en su vida privada era sumamente
impaciente e irritable.

Nadie puede decir que la junta de guardianes no respetaba al Padre, y no le


amaban, pero para tal ocasión él les parecía de segunda categoría. El no tenía
magnificencia exterior; no tenía buena voz. Más la estima del público le llevó a
servir en su parroquia, en la iglesia que él mismo construyó.

39. El ser apartado de la Vigila y su sufrimiento.

Una noche iba a ver una Vigilia en la Iglesia de la Ascensión, y quería ir a guardar
vigilia. No recuerdo exactamente el año, solo sé que tuvo lugar antes de la

73
expulsión de los Cristianos del Asia Menor¹. Inmediatamente su amado hijo
espiritual dejó su labor, le puso en un coche con uno de sus discípulas – y a la vez
el caballero dijo a un amigo suyo que se encontraba por casualidad allí: “¡Es
imposible para mí no servir al cortesano del Reino Celestial!”. Cuando llegamos a
la iglesia, fue y se sentó en el rincón del santuario.

Dos o tres sacerdotes-monjes habían venido de un cierto famoso monasterio,


y sus principales virtudes eran. . . no prestarle atención en toda la noche. Ya que
él había ido con el propósito de concelebrar.

Su discípula estaba guardando vigilia junto con los otros Cristianos en la


iglesia. A medianoche, un ligero sueño la venció y vio al Padre en su sueño
sacudiendo su mano y diciendo: ¡Vamos!, ¡vinimos a guardar vigilia y no a
dormir!”. La hija despertó de su sueño y estuvo disgustada consigo misma porque
se durmió. El amanecer llegó. La gente empezó a alistarse para irse. El Padre salió
para irse, pero, ¿qué pasó entonces?. En la vieja iglesia - como la era entonces –
habían pocos peldaños, y el Padre había salido al primer escalón listo para
descender. La gente o más bien las pequeñas ancianas, que eran la mayoría, se
postraron en el suelo para venerarle y recibir su bendición – casi toda la gente que
estuvo en la Vigilia. Los sacerdotes-monjes mencionados, de pie con las bocas
abiertas, sus ojos llenos de sorpresa ante el espectáculo que ellos veían. ¿Quién
podría ser este ancianito, a quien habían despreciado toda la noche?. El justo Santo
Antíoco (conmemorado el 24 de Diciembre) dijo esta máxima que es digna de ser
recordada: “Un monje orgulloso es un árbol sin fruto o raíz, y no resistirá el asalto
del viento. Y como una burbuja que explota y se desvanece, así también la
memoria del orgulloso se perderá después de la muerte. Así como la oración del
humilde hace a Dios inclinarse, así también la oración del orgulloso enfurece al
Altísimo”. Por fin, cuando él bajó, el Padre nos dijo: “Como era correcto, di los
buenos día a ellos – es decir, los sacerdotes que habían celebrado. Nada más.

Cuando descendimos a la San Lázaro (una capilla campestre entonces,


porque no había un asentamiento), le vimos ingresar a la iglesia. Entró al santuario
y le escuchamos decir: “Bendito es nuestro Dios, siempre. . .”. El empezó los Matu-
¹ Sucedió en el año 1,922.-TRAD.

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tinos desde el principio y continuó con la Liturgia. Había sufrido humillación,
había practicado humildad y paciencia, ¡y celebró la Liturgia!. Cada uno de
nosotros puede imaginar cuán aceptable debe haber sido a la vista de nuestro
Cristo. Y cuántos ángeles deben haber participado y servido a él.

40. El castigo del sacerdote.

Hace unos años, cuando ellos no habían derribado la iglesia de San Espiridón de
Mantuka, el Padre fue una mañana a servir la Liturgia (tal como estaba
acostumbrado ir a todas la capillas campestres; en cada capillita campestre había
él dejado un juego de vestimentas sacras, de manera que no las cargara de aquí a
allá con él). Fue él, como estaba diciendo, a servir en un día laboral. El sacerdote
de esa parroquia, tan pronto como le escuchó, corrió lleno de ira y le dijo: “Váyase,
usted viene a quitarme mis feligreses”. Muy afligido, el Padre se retiró y se fue a
la del Profeta Eliseo a servir la Liturgia. Se acercaba el mediodía, y le vimos junto
a nosotros siguiendo el servicio, pero al mismo tiempo estaba silencioso y llorando
como un bebe privado de algo. Le pregunté: “¿Qué pasa, padre mío?”.

Y él me dijo: “Estoy llorando porque ellos me adojaron”. (Estoy llorando


porque ellos me arrojaron). Inmediatamente me dije: “Que Dios conceda a estas
lágrimas no castigar al sacerdote que le expulsó”. Luego, alrededor de la 1:00 p.m.
el sacerdote de la San Espiridón envió una nota que decía: “Padre Nicolás, usted
tiene permiso y un perfecto derecho de servir en la San Espiridón, pues fui
inmediatamente castigado: mientras estaba regresando en coche del mercado, el
caballo del cochero se desbocó en frente del santuario de San Espiridón y fui
lanzado del coche contra la pared del santuario de la iglesia, y me quebré el pie.
¡Lo entendí, pues el Santo me castigó este mismo día, y pido su perdón!”. El Padre
la leyó con cuidado y dijo: “Esto es una señal; es una señal”. El llamaba todo lo
sobrenatural, una señal.

Papá-Nicolás era muy simple en su corazón y en sus expresiones. Cuando


una vez alguien de su comunidad le preguntó acerca de la Katabasía Yámbica¹ de Na-
¹ La Katabasía Yámbica por Sn. Juan Damasceno están escritas en Griego Epico y son, como
resultado, totalmente incomprensible para la mayoría de los fieles Griego parlantes de hoy. Por
eso el Padre Nicolás, siendo de corta educación, pensó que ellas estaban en una lengua
extranjera.-TRAD.

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tividad, él replicó con gran humildad: “Mi querido hijo, ¡no las entiendo – no esas
Italianas!”.

41. Los presentes y los ausentes en la Liturgia.

Un día, después de la Liturgia tomamos un coche y fuimos juntos a algún lugar


con el Padre. En el coche él nos dijo: “Hoy Jrisula también estuvo en la iglesia”.

“No Padre mío, le dijimos: “ella no estaba”.

“¡Qué!, ¿por qué dicen eso?, yo la incensé”.

“No”, repetimos: “ella no estaba allí”.

“Eh, bueno, bueno, dijo él sin preocupación, y luego con convicción: “era su
espíritu”.

Nos preguntábamos por lo que nos dijo, pues lo mismo había ocurrido en
cierto monasterio, donde el sacerdote incensaba el puesto de un diácono y no
incensaba a un monje que estaba en su sitio. El monje se preguntó sobre esto y
reclamó al sacerdote – ¿cómo omitió incensarle, aun cuando él pasó en frente de
aquél, y sin embargo, incensó el puesto vacío?. Y así se le dio al sacerdote la
oportunidad de escuchar la confesión de ambos – es decir, qué pensamientos ellos
tuvieron durante la Liturgia. El monje confesó que su mente corría hacia
pensamientos que eran pecaminosos y lejos de su santo llamado. Mientras que el
pobre diácono, aun cuando había llevado a cabo una deber fuera de la iglesia,
mantuvo su mente presente en la iglesia. Por esta razón también preguntamos a la
hermana que estuvo pensando en el día anterior, y ella dijo: (con gran simplicidad,
pues era analfabeta) que su mente y alma estuvieron presentes en la Divina
Liturgia. Sus manos estaban tejiendo, pero su mente estaba totalmente en la iglesia.
Esto era el por qué la vio, y la incensó, y sin vacilación dijo que era su espíritu.

Que nosotros también tengamos cuidado cuando estamos en la iglesia -


¿está nuestro espíritu presente también con nosotros?. La iglesia exclama con su
himno de compunción: “Apartémonos de toda preocupación terrenal”, etc.
¿Escuchamos, o cada uno de nosotros trae muchos pensamientos inadecuados
para el lugar en que estamos presentes?. Es triste que no podamos llegar a ser
señores del espíritu, de controlarle, para ordenarle en pensar en el Divino Misterio:

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el descenso del Señor durante la hora solemne de la Liturgia, etc. Mientras veamos
a un alma simple que, aun cuando en realidad estaba haciendo otras acuciantes
tareas terrenales, mentalmente se hallaba presente en la iglesia.

42. La bestia domada.

A la familia donde el Padre iba a menudo, el espacio interior de su patio había sido
alquilado por un cierto zapatero que fue uno de los pilares del partido comunista.
El odio que él sentía hacia todos, y especialmente hacia los sacerdotes, no conocía
límites. Allí donde él trabajaba, hablaba entre sí, delirando dónde sus camaradas
comenzarían a matar a los sacerdotes. Y él diría: ”Primero, mataremos a los
sacerdotes de la Fuente Vivificante”. Y continuarían a su vez hacerlo con los demás
también. Como dije, él trabajaba dentro del patio. El Padre en su bondad fue donde
él y le dijo: “Buenos días, hijo mío”. Sin levantar su cabeza de su labor, él murmuró
algo.

El Sábado siguiente el Padre fue otra vez: “Buenas tardes, Lucas mío; “cómo
le va hijo mío?. El se dignó a decir: “Bien, Padre”. El Padre le visitaba
frecuentemente allí donde él trabajaba, hasta que el hielo se rompió. Se levantó de
su labor, le besó su mano con reverencia, y nos dijo: “Cuando ellos maten a los
sacerdotes, les diré que no maten a Papá-Nicolás. Y no sólo lo diré, sino que yo le
defenderé”. Después, toda vez que el Padre solía venir, él se apresuraba en
recibirle y besarle su mano. El Padre no sabía de sus inclinaciones, ni se dio cuenta
de su transformación – así lo suponíamos. ¿Quién sabe cómo él vio con la
clarividencia de su alma?. Bueno, no importa cuántos sermones los comunistas
puedan haber escuchado, no importa cuántas advertencias les puedan haber dado,
ninguna de estos habría podido tener una influencia en su endurecida alma, como
la bondad de este canoso ancianito, que solía darle cada vez una visita – indiferente
a lo que al principio él había sido despreciado. Con los pequeños saludos del Padre
y los buenos deseos, él se arrepintió. Y cuando al poco tiempo después él cayó
enfermo de una enfermedad (parálisis de las extremidades inferiores de sus
piernas) y murió a la edad de treinta años, reposó como un buen Cristiano y. . . sin
haber matado a nadie. Tal era la influencia que la personalidad del Padre tenía
sobre todos los que le conocían. Debido a esto, no tenía a nadie como enemigo.
Sólo satán, más incluso él le anularía con la gracia del Espíritu Santo, Quien había
venido a morar en su alma.
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43. Cómo solía comportarse con sus concelebrantes.

Durante una Liturgia en la San Juan, una pequeña mujer vino y trajo nombres
para conmemorar; ella los entregó a una de las hermanas para dar al Anciano, y al
mismo tiempo también dio una vieja nota monetaria de una décima parte de un
dracma, que en aquellos días era impresa en la forma de una estampilla postal. La
monja tomó los nombres y la andrajosa nota monetaria y los entregó, sonriendo,
al Padre. El tomó los nombres y la nota sin responder a la irónica sonrisa de su hija
espiritual.

Al día siguiente, otra vez por la misma monja, una dama dio nombres para
conmemorar y quinientos dracmas. En aquél tiempo una corona de oro equivalía
a treinta dracmas; por consiguiente, esa era una suma respetable (quince coronas).
Esta vez, ella le dio al Padre en triunfo viendo que era una suma grande. De nuevo
él mostró la misma sobriedad que había mostrado con la nota equivalente a un
décimo de dracma. Esta filosófica actitud penetraría a lo más profundo de sus
almas. Unos treintaicinco años han pasado desde entonces, y no olvidamos estas
cosas.

Esto sucedería cuando él servía solo. Sin embargo, cuando él tenía Vigilia
en la del Profeta Eliseo con el siempre recordado Papá-Antonio como
concelebrante, y mientras recibían los nombres, él nos diría en voz baja: “Deme
los nombres, y el dinero a Papá-Antonio”. Y en la mañana él contrataría un coche
por su cuenta, y primero llevaría a Papá-Antonio, y después, con el mismo coche,
iría a su casa.

En momentos oportunos, tampoco carecía de humor. Cuando solía entrar al


coche junto con Papá-Antonio, acostumbraba decir graciosamente de sí mismo:
“Paronáxia y Kaláme¹ han ingresado al coche”, ya que él venía de Náxos y el otro
de Kaláme. Con tal celebrante, ¿es posible que cualquier sacerdote podría
ofenderse con él?. Por esta razón, también, Papá-Antonio besaría muchas veces su
cabeza cuando él le saludaba, pues como dijimos, era bajito.

¹ Algunas veces los Obispos son nombrados únicamente por los nombres de sus diócesis.-TRAD.

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44. Su sed de oración.

Una vez, en la fiesta de San Marcelo, el Abad del Monasterio de los


vigilantes², estaba leyendo el servicio y la vida del santo, y en un momento de
entusiasmo, él dijo a su ayudante: “Qué dice usted Victoria mía, ¿debemos
continuar y hacer lo que el santo hizo?”. Lo dijo seriamente, pues su amor por la
oración no le permitió tomar en cuenta sus fuerzas físicas. Su ayudante le dijo:
¿Qué está diciendo Padre mío?, San Marcelo tenía salmodia perpetua, él también
tenía monjes que se turnaban”. El agachó su cabeza y no habló. Su deseo por la
oración alcanzaba aún ese punto: a la incesante oración.

¡Por cincuenta años él no supo lo que era un café en la mañana o una siesta
en la tarde!. En las tardes veraniegas, cuando todos descansaban, aunque fuera por
una hora, él estaría conmemorando los interminables nombres de Cristianos. Y ya
que le era imposible leerlos por sí mismo, encargaría a uno de sus hijos espirituales
tomar todos los nombres de las almas y leerlas por él en frente de la puerta norte
del santuario mientras que él hacía la Proskomidí, diciendo continuamente:
“Acuérdate, ¡Oh! Señor; acuérdate, ¡Oh! Señor”. Había tantos nombres que la
garganta de la monja que estaba leyendo empezaría a deteriorarse. El percibiría
que ellos estaban cansandos, y de cuando en cuando diría: “Les estoy
atormentando hijos míos, perdónenme”. La monja que acostumbraba leer los
nombres se cansó y empezó a decaerse, y comenzó a pensar que el Padre no estaba
haciendo bien en hacernos y a él mismo trabajar tan duro y cansarnos. Pensó en
las conferencias que solían darse en Atenas en aquellos días, de las diversas
sociedades religiosas para damas jóvenes que pasaban sus días cómodamente, y
se decía a sí misma: “Estas damas jóvenes que asisten a aquellas conferencias
religiosas, etc., son como caballos frescos que ellas enjaezan, coches de un caballo
con ruedas de goma (obviamente nos encontramos en una época en que los coches
de un solo caballo estaban en boga), mientras que nosotros miserables creaturas
somos como el caballo cuyo vagón está cargado de arena, y lo llevan a la orilla del
mar para arrastrar el vagón de arena, con el fin de poner a prueba su resistencia”.
Y ella decidió abandonar la comunidad. Pero Dios, por medio de una visión, no se
² Celebrado el 29 de Diciembre.- TRAD.

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lo permitió. Debido a que estaba teniendo estos pensamientos, ella vio esto: “Ella
misma junto con otra de las monjas, estaban sujetando por los brazos a Papá-
Nicolás, y le acompañaban cuando él se dirigía al Estadio de Atenas, que estaba
completamente lleno de gente. En una calle mientras iban, la monja que le sujetaba
por el lado derecho, le dijo: ¿¿Ha oído, Papá-Nicolás? – esta hermana desea partir”.
Y él respondió con indiferencia: “déjela ir a donde ella quiera”. Cuando llegaron a
la entrada del Estadio, ¡toda la gente se puso de pie, toda la multitud de pie y todos
juntos cantaron melodiosamente una aclamación a Papá-Nicolás!. La monja que
quería irse estaba atónita, y se dijo: “¿Qué honores son estos que ellos están
confiriendo a Papá-Nicolás?”. Al mismo tiempo una mujer apareció ante ella y le
dijo: “¿Está usted sorprendida de ver tales honores?. ¡Sólo espere a ver cuántos
más le van a ser conferidos!”. Ella despertó, y a partir desde ese momento no se
separó de su lado.

Muchos de los fallecidos, familiares y conocidos, aparecerían durante el


sueño de las monjas de su comunidad y les suplicarían que Papá-Nicolás les
conmemorara. Una de las monjas tenía un familiar, que durante su vida había
peleado muy seriamente con un sacerdote. El la excomulgó, ¡y ambos murieron
irreconciliados! Un día esta monja vio en un sueño que ella estaba en la del Profeta
Eliseo, y allí le dieron una nota que decía: “Soy fulana de tal, la parienta fallecida,
y estoy en el sótano de la prisión de las Viejas Barracas (la prisión no había sido
demolida en aquellos días) y estoy bajo sentencia larga. Dios sabe qué esfuerzos he
hecho para enviarte esta carta. Te suplico mucho que sea yo conmemorada por
Papá-Nicolás”.

A partir de entonces su nombre fue conmemorado, así como el nombre del


sacerdote que la había excomulgado, porque Papá-Nicolás le consideraba también
responsable de la grave imposición de excomunión. El debió haber mostrado gran
paciencia aun cuando fue tratado injustamente. A partir de entonces, digo, estos
nombres no abandonaron sus labios, hasta el día en que él dejo de servir la
Liturgia.

45. La aparición del Profeta Eliseo.

Durante el periodo de la gran persecución de los Antiguos Calendaristas, él


deseaba servir de acuerdo al Calendario tradicional en la fiesta del Profeta Eliseo.

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Pero ya que temía que podrían surgir obstáculos, se puso de acuerdo con su
sacerdote asistente ir la noche previa y servir en la de San Espiridón en Mantuka.
En la mañana su cantora fue a la de San Espiridón y esperó por él. Pasó el tiempo
y parecía que el sacerdote no iba a venir a servir. Ella se desesperaba. Suponía que
algo grave le había pasado a él, y que por eso no había venido. Y fue a la del Profeta
Eliseo (pues el “centro de información” estaba allí), para preguntar qué le había
pasado al sacerdote, y allí, ella le vio en la iglesia, ¡preparándose para celebrar la
Liturgia!. Ella le reprendió por haber roto el acuerdo que habían tenido, y le
preguntó por qué no tenía miedo, sino que vino allí al centro, justo en el medio de
la efervescente persecución. El le dijo: “No me regañe, pues esta mañana vi al
Profeta y me dijo que viniera a servir aquí y no temer nada, porque él cuidará por
mí”. ¡Su ayudante se quedó sin terminar su argumento!. “Pero, ¿cómo le vio?, le
preguntó. El le dijo: Me levanté esta mañana y me preparé para ir a San Espiridón.
Estaba sentado en un sillón cuando me trajeron un coche. ¡En ese momento vi al
Profeta Eliseo frente a mí, y me dijo que fuera a su iglesia a celebrar la Liturgia!”.
Su familia trajo el coche y él les dijo: Digan al cochero que me lleve a la del Profeta.
. . “. Su familia empezó a protestar: “¿qué es todo esto?, ya dijimos al cochero ir a
San Espiridón”. “No, hagan lo que les digo. Llévenme a la del Profeta. Le vi justo
frente a mí y me ordenó”.

Ese día sirvieron la Liturgia muy compunsivamente, con gran tranquilidad,


y esa noche él fue al habitual amigable hogar donde siempre acostumbraba ir. Su
ayudante dijo a la hija de la familia: “Hoy el Padre vio al Profeta claramente. . .”.
La hija luego se acercó a él y trató de conseguir que él mismo lo dijera, cómo había
visto al Profeta. Pero era uno de esos momentos en los que deseaba ocultar lo que
le era más querido, y le dijo: ”No vi nada, lo inventé”. Pero su familia nos aseguró
que ello él les había dicho antes. Nos reímos por el esfuerzo que él hacía por
ocultarlo, a fin de que su virtud no se viera; ya que en sus conversaciones él
siempre decía: “soy un indigno sacerdote”.

46. La seguridad que su fe le daba.

En otro momento, durante el periodo de persecución a los Antiguos


Calendaristas, un grupo de Cristianos le llevaron a servir a una capilla campestre
(al terminal de la línea del ómnibus Ajárno). Allí, cinco o seis jóvenes se habían
comprometido a hacer guardia alrededor de la iglesia con el fin de vigilar y estar
81
listos para esconder a Papá-Nicolás. Alrededor de la medianoche ellos sintieron
peligro, y sugirieron al Padre de esconderle, o en todo caso, tomar medidas para
salvaguardarle, El, imperturbable, no les hizo caso cuando ellos le dijeron que se
quitara sus vestimentas; él sólo les dijo: “No teman, Los muchachos vendrán,
venerarán y se irán. . . “. En efecto, ocho policías llegaron y los feligreses
escucharon a su jefe decir: “Dejen en paz a los Cristianos; ellos no están haciendo
nada malo!”. Ellos besaron el ícono del iconostasio que estaba afuera de la iglesia
y se fueron. En la mañana, el Padre les dijo: “¿Vinieron los muchachos?”. Ellos le
dijeron que vinieron y se fueron. El les dijo: ¿No les dije que no temieran, pues
ellos vendrían, venerarían y se irían?”¹.

47. Por encima de escándalos.

Y aun otro ejemplo mostrará cómo él estuvo por encima de mentes


pequeñas.
¹ En esta oportunidad también tengo algo que decir a continuación:

En la última fase de la persecución, a principios de los cincuenta, en los huertos de Egaleo,


había una iglesia en donde muchos Cristianos se reunieron para celebrar el Ingreso de nuestra
Santísima Dama. Luego de medianoche, llegó un Capitán de la gendarmería junto con sus
“guardias” (Mt. 27:65). Furioso, arrogante, avanzó al santuario, y muy impíamente apoyó su
trasero contra la Santa Mesa y ordenó a todos a salir. Llevó al sacerdote a la Jefatura de Policía,
dentro de una sala con vidrios rotos. El sacerdote se les anticipó al dar su raso a alguien, para que
los fanáticos de la Metropolía no lo tomaran de él. (Ellos tenían un cuarto lleno de rasas y
kalymávkia, el botín de sus victorias). Y así, sin un raso, él se congelaba en esa oficina (en el mes de
Noviembre), al igual que toda la congregación. Ya que habían cogido al sacerdote, ¿no pudieron
dejar a las personas en la iglesia hasta el amanecer?. O ¿no podrían haber llegado a las 10:00 u
11:00 de la noche, de manera que la gente pudiera ir a sus casas?. Pero ellos vinieron a las 2:00
a.m., y dispersaron a las personas en los campos, las mujeres de Marusi, de Falero, de Santa
Paraskeví, temblando de frio – una noche de martirio – hasta que amaneció. En la mañana ellos
llevaron a aquél real venerable sacerdote a la Metropolía. Con la finalidad de afeitarle, quisieron
atarle en una silla. El no lo permitió. Después de afeitarle, le pusieron una vieja gorra sobre su
cabeza, le vistieron en desgastados pantalones de pana (con un pantalón más corto que el otro),
una vieja chaqueta, y con esta indumentaria le enviaron al Fiscal, quien le perdonó
inmediatamente, cuando vio el desorden que ellos habían hecho de él. ¡Las tinieblas del pecado
no les permitieron entender que burlarse del sacerdocio, ellos sólo se habían burlado de sí
mismos!. Otros me contaron cómo ellos iban a ir a un barrio periférico de Atica para servir la
Liturgia (como los primeros Cristianos), y sucedió que pasó un camión. Pensaron que era a por
ellos y cayeron sobre sus rostros bajo las cañas y tomillos salvajes, pero sólo fue una coincidencia.

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Durante la Gran Cuaresma, el Padre extraería porciones Pre-santificadas²
para toda la semana: es decir, Porciones para el Miércoles y Viernes él sacaba en
su parroquia. Las Porciones para el Lunes, Martes y Jueves, las sacaba de la del
Profeta Eliseo. Era el diecisiete de Marzo, la conmemoración de San alejo el
Hombre de Dios. El Padre fue a la del Profeta, siendo un Lunes, a recitar los
Matutinos, seguido por la Liturgia. Después llegó allí el guardián de San Juan – un
tosco tipo que no sabía nada de los servicios de la iglesia – y culpó al Padre por -
dejar su iglesia y perder los beneficios del día. Mientras que en la Gran Cuaresma,
en día de semana, ya que la gente acostumbraba ir a la iglesia los Miércoles y
Viernes, nadie vendría, así que él fue a otras iglesias, etc.). Y él le ordenó que fuera
rápido a su parroquia. ¿Qué iba a hacer el Padre ahora, ya que una Liturgia debía
celebrarse sin falta para que la Porción Pre-santificada fuera consumida?. Debido
a que no podía haber aplazamiento, pues al día siguiente había otra Porción, y no
era posible servir la Liturgia con dos Corderos, sino sólo con uno³. El podría haber
señalado la necesidad indispensable de servir la Liturgia allí, etc. Pero, ¿podría
este laico entender algo de orden eclesiástico?, Sin decir absolutamente nada, tomó
un coche y se fue a la San Juan, recitó allí el servicio de los Matutinos y regresó a
la del Profeta, en donde una considerable congregación le esperaba. Dijo: “Bendito
es el Reino del Padre”, después del mediodía. Sirvió muy compunsivamente,
después recitó el Akátisto y la Paráklisis de San Alejo, leyó su Vida, y siguió con el
servicio de la Santa Unción. Al final su rostro expresaba un solemne gozo, pues él
se había elevado sobre el demoníaco escollo. Salimos de la iglesia cuando las luces
eléctricas de la ciudad ya habían sido prendidas. De la mañana a la noche había
estado de pie, ayunando, “luchando” tal como el Apóstol Pablo dice – “no contra
carne y sangre, sino contra principados y poderes de las tinieblas de este tiempo”⁴.
² Es decir, un “cordero” para cada día.- TRAD.

³ Además, y tal vez más importante en este contexto, la Liturgia Pre-santificada no puede ser
realizada en cualquier otro lugar, excepto en la misma Santa Mesa en que la consagración original
se llevó a cabo.- TRAD.

⁴ Ef. 6:12.

48. El carretero que se benefició.

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De lo que se me ha contado, sé lo siguiente: Cerca de la San Juan había un
pobre carretero; algo le pasó a su caballo y cayó, muriendo. El infortunado hombre
estaba llorando y lamentándose. Sucedió que el Padre pasaba por allí; sintió
mucho pesar por el hombre y le dijo: “¡Cállate, hijo mío, no sigas así!”. Haré la
señal de la cruz sobre él y se pondrá bien”. Le bendijo, y el caballo se levantó y
continuó su camino. El hombre que se había beneficiado contó a todos esto.

49. Ayuda y luz del Cielo.

Y aquí hay otro incidente de su vida. Una vez una piadosa Cristiana me
decía que ellos fueron una noche a una Vigilia a las afueras de Atenas. No
recordaba dónde su acompañante le dijo que ellas debían ir. Cuando llegaron a
Mets (entonces un vecindario de Pancrati), las luces de la ciudad terminaban; de
ahí en adelante era una gruesa oscuridad sin luna. Su cantora le dijo: “¿A dónde
vamos, Padre Nicolás mío, en tal oscuridad?”. El le dijo: “Recite el Akátisto y no
se preocupe. . . “. E inmediatamente su cantora vio una clara luz la cual iluminaba
aún la piedra más pequeña, y por esta luz ellos llegaron a la iglesia adonde iban.
Como podemos ver, el Padre no necesitaba de ayuda terrenal. Cuando llovía, una
Divina cubierta le seguía y no dejaba que una sola gota le molestara. Cuando era
de noche la luz Celestial vendría en su ayuda. Y así el Salmo 90 de David es
aplicable: “Pues El enviará a Sus ángeles para que te cuiden en todos tus caminos.
Ellos te llevarán en sus manos, para que no tropiece tu pie contra una piedra”¹.

50. Imitación de los Santos Padres.

El vivía en Atenas, pero su mente era extraña a todo. Su pensar se relacionaba en


cómo imitar los logros de los Santos Padres. Y los había aplicado en su vida, pues
otros sacerdotes tomarían su rasa, su nuevo kalymavkia, etc.

Una vez los guardianes de su parroquia se avergonzaron de verle en un


viejo rasa, y le dijeron: “Padrecito, vamos a hacerle un nuevo raso, y tomaremos el
dinero de su salario”.

“Que sea bendecido”, les respondió. Ellos le hicieron para él, y el los usó un
par de días, hasta que sus “colegas” lo notaran. Un día, uno de ellos fue adentro
del santuario, para estar presentes en la Liturgia – o eso parecía. Cuando él halló -
¹ Sal. 90:11-12.

84
la oportunidad, tomó el nuevo raso, colgó el suyo viejo en su lugar, y se fue . . . El
Padre le vio, pero por cortesía y tolerancia no le dijo nada. Cuando él salió al final
de la Liturgia, ellos vieron al Padre con un viejo raso. Sus hijos espirituales
empezaron a regañarle por dejar que el sacerdote tomara su raso, etc. El estaba
callado; ¡sólo sonreía!. Pero a pesar de que no llevaba rasa, no obstante, toda vez
que iba a entrar en un tranvía, él era objeto de admiración. Todos le miraban,
mientras que él a causa de sus excesivos esfuerzos, actuaba estar durmiendo.

51. ¡Ni siquiera lo suficiente para su coche!

Ya que él nunca llevaba dinero consigo, tenía una debilidad, que él querría
que pagáramos el coche desde la Profeta Eliseo hasta la San Juan. Una de sus hijas
espirituales quien era la que siempre pagaba por el coche, estaba sentada a un lado
en la iglesia, y estaba pensando así: “¡Qué lujo!, ¡tener tanto dinero que pasa por
sus manos y ni siquiera tiene lo suficiente para el coche!”. Eso es lo que estaba
pensando. Mientras tanto, el Padre había terminado de servir en la iglesia y estaba
saliendo. El se detuvo, y vino hacia ella. La tomó de la mano y le dijo: “Perdóneme.
. . . ¡¡soy un poco peculiar!!”. Se volteó y continuó su camino.

Algo similar también solía sucederles a otros.

52. “A partir de ahora usted no tendrá más dolor”.

Una dama que era muy bien conocida por mí, y de buena familia, un día
vino a la Iglesia de San Atanasio Pilianíkis. Esta mujer siempre sufría de intensos
dolores en el estómago. El día que ella vino a la iglesia, fue presa de terribles
dolores. Ella le dijo a Papá-Nicolás, que ese día tenía un gran dolor.

El Padre la bendijo y le dijo: “¡A partir de ahora usted no tendrá más dolor!”.
Luego, ¿qué pasó?. Desde aquél momento ¡sus dolores la dejaron para siempre!.
Se puso completamente bien. La mujer bendecida hablaría de ello cuando la
ocasión se presentaba.

Lo siguiente pasó a la misma mujer. Desde el tiempo en que ella se casó,


tenía continuas disputas con su esposo. De nuevo se acordó del Padre, quien ya
no se hallaba más en esta vida. Ella buscó y consiguió un par de epimánika que él

85
había usado cuando servía la Liturgia. El tenía muchos juegos de vestimentas,
pues en cada iglesita dejaba una caja de vestimentas para evitar llevarlas consigo.
De uno de estos lugares esta dama obtuvo las epimánika del Padre. Las llevó a su
casa, las incensó, y las colocó en el estuche con las coronas nupciales¹ en el
iconostasio y al instante – ¡un fenómeno sorprendente! – las disputas cesaron, y el
anhelo por amor y paz han imperado desde entonces.

Otra de sus hijas espirituales un día fue a su sepulcro. Y allí vio a una mujer
de su parroquia cortando unas hojas de las flores, sobre su tumba. Inmediatamente
ella le dijo a la monja: “¿por qué me miras con tanta curiosidad?. Sólo aquí puedo
encontrar consuelo. Siempre que tenemos disputas en el hogar, rápidamente
vengo aquí, corto unas cuantas flores del sepulcro, luego incienso las casa con ellas
y le ruego a él por paz, y realmente llega la paz!”.

El Padre amaba sumamente a sus feligreses, a sus compañeros celebrantes,


a los guardianes; debido a esto, nunca se apartaba por completo de la iglesia, pues
no podía soportar estar lejos del amor de ellos. . . “.

53. “Dirige Tú mis pasos. . . “ .

Justo acabo de recordar el escribir algo, pues recientemente he estado viendo las
peleas y malentendidos de un cierto jerarca con un columnista de un periódico,
que estaban sosteniendo como mujeres de pueblo, con sus patios separados por
un seto de malas hierbas y arbustos secos. Entonces recordé, como dije antes, al
venerable Ancianito, que llegó a la edad de ochentaicuatro años, y desde su
juventud nunca fue calumniado, ni tampoco la gente dijo algo en su perjuicio,
porque él tuvo por indispensable la siguiente corta oración. Cuando él salía de
casa, en el lapso que llegaba a la puerta de calle, empezaba a susurrar: “Dirige Tú
mis pasos conforme a Tu palabra, y no permitas que ninguna iniquidad tenga
domino sobre m픲. Y por un momento el pararía en su camino, enderezaría un
poquito su encorvado cuerpo, y con un categórico susurro diría: Líbrame de la
falsa acusación de los hombres, y yo guardaré Tus mandamientos. Haz que Tu ros-
¹ Es costumbre en Grecia para la gente casada, guardar las coronas de laurel usadas en la
ceremonia de su casamiento en un estuche especial en el iconostasio de su hogar.- TRAD.

² Sal. 118:133.

86
tro resplandezca sobre Tu siervo, y enséñame Tus leyes”¹.

“Que mi boca esté llena de Tus alabanzas, que pueda himnodiar Tu gloria y
Tu majestad todo el día”².

Era realmente innecesario para mí escribir todos estos salmos pues son
familiares para todos; sin embargo, es posible que existan Cristianos que no los
sepan.

Desafortunadamente, hoy, todos se calumnian entre sí, porque la oración y


el temor de Dios han desaparecido. El siempre recordado Joaquín Spetsieris, bien
conocido en nuestros días y reconocido por su virtud, siempre acostumbraba
decirnos que cuando él iba a algún lugar de visita, o a algún quehacer, antes de
salir, iba ante el ícono de la Panayía, y le pedía así: “¿está bendecido Panayía mía,
el que vaya?”. Y si estaba bendecido, su alma se sentiría con asentimiento; si no
debía, gran incertidumbre le sujetaría. Hoy, estas cosas son consideradas tonterías
excesivamente escrupulosas adecuadas para niñitos. Y así la gente exhibe sin duda,
enojo incluso antes de salir de la casa. ¿Dónde está la oración?. “Escrúpulos
anticuados. . . “. Nuestro satánico egoísmo nos asegura que lo sabemos todo.
Calma y paz han sido dejadas de lado, y la confusión espiritual se queda con
nosotros.

54. Sus últimos días en la tierra.

Ahora, ya que todas las cosas tienen un final en este mundo corrompible, relataré
los últimos días del venerable Anciano. El cansancio y la madura ancianidad se
revelaron en el día de la primera quincena de Junio de 1,931, mientras él celebraba
la Liturgia en la del Profeta Eliseo. Tan pronto como él consumió los Contenidos
del Santo Cáliz, sufrió un ligero desmayo significativo. Inmediatamente le
llevamos al Nárzex, de la iglesia, y a la vez llamamos al doctor. Cuando el doctor
tomó su brazo para ponerle una inyección, él levantó su otra mano implorante y
la sostuvo hacia el ícono de Cristo diciendo: “No puedo. . . más, Cristo mío”. Le
llevamos a su casa; y todos los días su ayudante iría y juntos leerían los Matutinos
totalmente. Sólo en el día en que él reposó no leyó su diario servicio.
¹ Sal. 118:134-135.

² Cf. Sal. 70:7.

87
Desde Junio hasta principios de Octubre, no celebró la Liturgia. La fiesta de
San Jacobo llegó (23 de Octubre), y el hombre que había sido sanado por San
Jacobo (tal como lo narramos anteriormente) vino a rogarle que sirviera en el día
de San Jacobo. Sea que estaba apto o no, él no quería impedir la veneración que el
sanado tenía hacia San Jacobo. Y ellos le llevaron a la San Juan, y sirvió, con el gran
peligro que la Liturgia pudiera quedar a medio terminar. Esta fue también su
último santo servicio. Pero sirvió bellamente hasta el final.

Desde Octubre hasta el final de Febrero, cuando él reposó, decía sus


oraciones en casa. Un día le pusimos en la cama (ya que estaba muy enfermo), y
mientras yacía allí ellos le leían el servicio diario. El momento llegó para él decir:
“Salva ¡Oh! Dios a Tu pueblo’, etc. Hizo un esfuerzo por levantarse; naturalmente
se lo impedimos, y él nos dijo con gran pesar: “Pero. . . ¿cómo puedo decir ‘Salva,
Oh! Dios, a Tu pueblo’ yaciendo en la cama?”. El sentía la oración enormemente
mientras la decía, y era muy consciente de la importancia de esta frase. Y después
de muchos intentos, durante los cuales no le permitimos levantarse, elevó su mano
hacia el Infinito y bendijo. . . .

55. “La ciudad capital padecerá tribulaciones. . . . “.

Ahora contaré algo que sé de otros. Las ancianas que acostumbraban asistir a las
Vigilias en la Profeta Eliseo, hace muchos años me dijeron que, en aquellos días
vivía una monja llamada Sinklitikí, que era compañía en virtud, de Papá-Nicolás.
Había sido revelado a esta Anciana que: “¡Cuando las manos del Padre Nicolás
cesen de elevarse en oración, entonces ustedes verán cuántas tribulaciones
padecerá la capital! . . .”. Y, en verdad, ¿No pocas llegaron después de su reposo –
ocupación, guerra de guerrillas, horribles asesinatos, martirios, etc.?.

56. Y su discípula.

Después de transcurridos ocho años de la partida del Padre de las cosas


temporales, su discípula la monja Victoria (en el mundo Vasilikí), compañera
inseparable del Padre en todas las labores de su ascética vida, también le siguió. Si
él no hubiera tenido esta discípula, ¡hubiera sido imposible para el Padre mantener
su puntualidad como liturgista por cincuenta años!. Ella tenía una excepcional
resistencia. Ella le recitaba todos los servicios todas las vidas de los santos, y él
estaría de pie junto a ella escuchando. En las Vigilias, su continuo estar de pie era

88
fenomenal - de la noche a la mañana. También en la ascética vida del ayuno,
muchas veces ella sobrepasaba al mismo Padre Nicolás. En los días de ayuno, por
ejemplo, y especialmente durante la Gran Cuaresma, ella comía en los Martes y
Jueves después del ocaso un pedazo de pan y nada más; también los Sábados y
Domingos tenía aceite. Los Lunes, Miércoles y Viernes, no comía nada.

Cuando ella reposó, tres o cuatro monjas tuvieron vigila por ella toda la
noche. Nos sentamos alrededor de ella. Sus familiares se fueron, porque estaban
cansados. Estábamos leyendo los Salmos por ella. Mientras la noche avanzaba, uno
por uno todos nos dormimos, recostados en nuestras sillas. Cuando el Salterio fue
terminado, y la última monja también se durmió, ella vio una clase de vapor blanco
pasando sobre el féretro de la monja reposada, y escuchó una voz, saliendo de la
pequeña nube, y diciendo con temblor del más grande gozo: “¡H-e-r-m-a-n-a-a-
a . . . , Encontré a papá Nicolás!”. La monja que vio la visión despertó y nos contó.
En ese momento vinieron a mi mente las palabras del santo Crisóstomo, quien
habla respecto de las almas, lo siguiente: “Debemos saber que después de la
muerte todos los justos se reconocerán entre sí. Tanto a los que conocieron y a los
que nunca han visto. Y Atanasio el magno también dice lo mismo, que, “¡los santos
han recibido el don de Dios de reconocerse entre sí y de alegrarse juntos, igual que
en la presente vida. Pero los pecadores son privados aún de esto!”. Que el Señor
también nos considere dignos de ver a nuestros seres queridos en el Cielo.

Aquí, por sus oraciones, he terminado todo lo que sé acerca de su santidad.


Si también hay otras cosas, “quién las conoce?.

La vida del Padre estaba completamente llena de sobrenaturales fenómenos.


Omitiré muchos, con el fin de no caer en palabrería. Estas cosas que escribo, las
experimentamos a su lado, durante los veinte años en que le seguimos. Si anotara
todo lo que sé de las narraciones de otros, un libro grande entero no sería suficiente.
También omito otras cosas que nosotros experimentamos junto a él, que, si fueran
escritas glorificarían aún más su gran paciencia, y su adaptabilidad filosófica ante
los diversos escollos que se presentaban ante él durante sus cincuenta años de
perseverancia y ministerio en la Iglesia. ¡Una vida realmente Cristiana en la práctica!.

89
El estudió en la Universidad de la verdadera fe, de la verdadera piedad, y
paciencia.

57. Algunos milagros.

Ahora escribiré tres o cuatro milagritos que sucedieron después del reposo del
Padre.

Uno de sus parientes sufría de severos dolores de reumatismo y artritis, y


no podía descansar ni de día ni de noche. Cuando él estaba sentado en su
habitación en agonía, invocó con lágrimas a Papá-Nicolás, y al mismo tiempo les
pidió le trajeran uno de los rasa del Padre. Después de un rato, ellos le trajeron uno,
y se envolvió en él, invocando su ayuda. ¡. Eso fue todo!. Los dolores cesaron, y el
afligido hombre se fue y durmió. Después se fue a trabajar sin sufrir más dolor de
nuevo.

Otra mujer, una pariente lejana de él, tenía una hija perturbada mental que
abandonó la casa por la noche e hizo varias cosas insensatas. Ellos la envolvieron
en un raso del Padre, y ella también se puso bien.

Durante el periodo de la guerra de guerrillas, una familia recibió notificación que


las guerrillas serían acuarteladas en su casa. Ellos buscaron refugio en las
intercesiones del Padre, y le invocaron con lágrimas y temor. Ellos le vieron en su
sueño, y les dijo: “No se asusten, ellos vendrán y se irán sin que ustedes sufran
nada”. Y después, ellos le vieron pasar por la casa bendiciendo los cuartos. Al día
siguiente, seis guerrilleros vinieron; ellos se acostaron y pasaron la noche en el
salón doble, y se fueron en la mañana con las cabezas gachas, ¡pidiendo perdón
por haberlos perturbado!.

En la San Juan acostumbraban contarnos que muchas mujeres que tuvieron


disputas familiares iban a su tumba y tomaban una pocas hojas de su parcela e
incensaban sus casa con ellas¹ a fin de reconciliación y paz por venir.
¹ Es costumbre entre los piadosos Griegos, guardar las palmas del Domingo de Ramas y la flores
del Epitafios del Gran Santo Viernes, y cuando hay alguna enfermedad de gran calamidad en la
familia, las añaden al incienso cuando inciensan sus casas.- TRAD.

90
(AQUÍ VA UNA FOTO DE LA CRUZ0

91
La cruz de la Madre Marta con la que Papá-

Nicolás bendecía las aguas en la Fiesta de

Teofanía. La cruz y su base

Es aproximadamente ocho pulgadas de alto.

92
II
PASAJES DE LAS CARTAS
DE LA MADRE MARTA LA MONJA,
QUE SUPLEMENTA LAS PRECEDENTES
NOTAS BIOGRAFICAS

(Aquí va una foto)


Miembros de la comunidad de Papá-Nicolás mientras él les interpreta

las Escrituras. La monja Victoria está sentada a su lado. La Madre

Marta de pie detrás de él, la primera de la izquierda.

+++++++++++++++++++++++++++++++++++
. . . Un Domingo en la tarde fui visitada por una pareja muy espiritual. En
nuestra conversación ellos mencionaron a Papá-Baskías, el más virtuoso sacerdote
de Cefalonia, (no sé en qué década de este siglo él floreció. Supe que publicaron
su vida en un pequeño panfleto). Además me dijeron, respecto a Papá-Baskías,
que una vez cuando estuvo lloviendo, las gotas de lluvia no le tocaban. Así que les
dije que esto también pasaba con Papá-Nicolás. Pero debido a que escribí aquellas
cosas que vi y experimenté con mis ojos, me abstuve de escribirlas. Sin embargo,
ahora, las escribiré tal como me contaron: Una vez, en los primeros años, el Padre
estaba yendo a pie desde la San Juan en que no había casas cerca. En el camino
empezó a llover bastante. El había llegado a los polvorines (en donde estaban
entonces; no sé si aún están allí), y en el lado opuesto había una barraca de hojalata
cubierta con papel de alquitrán. Desde el interior de la barraca un anciano vio al
Papá-Nicolás viniendo en la lluvia. El anciano se le acercó y le dijo: “Entre,
Padrecito mío para que no se moje”. El, estando absorto en su oración, la que nunca
estaba ausente de sus labios, aun cuando estaba durmiendo, dijo al anciano: ¿Por
qué. . . está lloviendo?, no lo noté. El anciano miró, ¡y qué es lo que vio!. ¡No había
ni una gota en su raso!. Asombrado, el anciano contó a muchos hasta que llegó a
mis oídos cuando yo aún estaba viviendo en la pequeña aldea de mi provincia. Y
este relato me hizo correr a su encuentro tan pronto como llegué a la capital.

Era el Lunes de Limpieza¹ y alrededor de las 2:00 de la tarde, vino una dama
de la “gente de bien” (según la expresión habitual de la henchida sociedad, como
si los pobres no fueran gente de bien) y pidió su permiso para recibir Comunión,
si debiera, en la fiesta de San Teodoro (es decir, en el primer Sábado de Ayuno
cuando el milagro de la kóliva es celebrado). El le preguntó a ella: ¿Ha comido carne
durante la Semana del Queso, hija mía?. Ella fríamente respondió: ¡incluso hoy
comí carne, Padre mío!. . . .”. El Padre se quedó mudo; una aguda expresión de
sorpresa escapó de él, viniendo de dentro de su alma – dado que él y toda su
comunidad estaban a punto de ni siquiera poner una migaja o nada de agua en sus
bocas por tres días. Y la dama que se estaba confesando prosiguió: “¿Por qué? Iba
yo a permitirles que botaran los alimentos, Padre mío?”. El le dijo: “Hija mía,
ponga usted el alimento en un lado de la balanza, y su alma en el otro lado, ¿el
alimento pesa más?. Vaya hija mía, ayune toda la Gran Cuaresma, y recibirá Co -
¹ El primer Lunes de la Gran Cuaresma.-TRAD.
munión en Pascua. . . .”.

Otra dama, muy rica tanto material como espiritualmente,


calumniosamente le dijeron que su esposo ya no se preocupaba por ella, etc. Ella
lo creyó y estuvo abatida. Los parientes de su esposo también contribuyeron a la
situación, ya que ella no tenía hijos, y ellos estaban tratando que ella se divorciara
de él por motivo de sus propios intereses materiales. Ella fue donde el Padre y
confesó su aflicción. El la escuchó con sus ojos cerrados, lo que siempre le hacía
parecer como si estuviera durmiendo. Cuando la mujer terminó de confesar, él
levantó su cabeza y le dijo: “Vaya a casa, hija mía, y descanse. . . . Un huevo,
cuando le tiñen, toma el color que le han dado exteriormente; pero en el interior
siempre permanece blanco. Y en este caso, con su esposo, cuanto él ha sido
influenciado por los de afuera, pero en su interior, su amor y respeto por usted,
permanece. . . .”. “Bueno, esa fue mi medicina”, ella misma me lo contó. Y desde
entonces, con la bendición que ella recibió, ellos han vivido muy felices.

Deseo escribir aún otro incidente que una piadosa Cristiana me contó, para
que usted pueda ver que, por mucho que él carecía de educación formal, tanto más
estaba él iluminado por el Espíritu Santo, y penetraba en las profundidades de las
almas de los que se confesaban con él, y sacaba a la luz el pecado que se anidaba
dentro, que ni siquiera el que se estaba confesando podría percibir. Cito con sus
propias palabras de ella estas cosas que la piadosa Cristiana mencionada
anteriormente, me contó¹.

Había sido calumniada por uno de mis parientas. Yo no me vengué ni con


una palabra o insulto – nada de eso. Cuando nuestras familias se mudaron a
Atenas, solamente intercambiábamos formalidades. Cuando me confesé le dije al
Padre acerca de esta situación, y al mismo tiempo, dije que yo no quería
reciprocidad de visitas con mi parienta. “Las cosas están suficientemente bien a
este punto’, le dije, ‘pues intercambiamos saludos cuando nos vemos’. Ella estaba
casada envuelta en el mundo; yo estaba cerca al Padre, viviendo otra vida. Así fue
como le dije, y creí que no tenía nada contra ella. Si hubiera habido otro confesor,
me hubiera dicho: “Bueno, hija mía, deje las cosas como están, no es necesario tener
¹ La Madre Marta, la autora de este libro, relató a nuestro Abad, P. Pantaleón, que este incidente,
en realidad, se refiere a ella misma.-TRAD.
más tratos”. Esto es lo que pensé el Padre me diría también.

“Pero de repente le escuché decirme: ‘No, hija mía, no están lo


suficientemente bien a este punto”. . . . ¡Es necesario para usted ir a la casa de ella,
comer en su mesa, y dormir por un día en su casa, porque esta pasión está
creciendo dentro de usted!”. Si un rayo me hubiera golpeado, habría sido menos
la sacudida. Hubiera sido capaz de beber la medicina más amarga, la más
hedionda, en lugar de hacer lo que él me dijo. Entonces vi con consternación
cuánta pasión estaba anidando dentro de mí, oculta, que incluso yo misma no
había percibido. . . . Pero ahora tenía que seguirlo en ¡obediencia! . Con rodillas
temblorosas fui a la casa de ella. Afortunadamente la oración del Padre les iluminó
y me recibieron bien – no solo ella, sino incluso su esposo y su madre. Nos
sentamos a almorzar a mediodía, y en la mesa me decía dentro de mí, ‘trinidad
Diabólica’. Me refería, naturalmente, a la pareja y a su madre. Nunca nadie podría
imaginar mi agonía de alma ese día. Al mediodía dormí en el mismo cuarto con
mi parienta. Tan pronto como me quedé dormida, vi a Satán inmenso de pie junto
a mí diciendo: ‘Idiota, ¿viniste aquí a dormir? Bah, ¡al hades contigo!’. Me desperté,
compungida, y le dije a ella, ‘tuve un mal sueño’. Y al mismo tiempo ella me dijo:
‘Y yo también tuve un muy mal sueño’. Ni le dije lo que vi, ni le pregunté lo que
vio. Era deficiente la intimidad. Después de ello, retornamos a nuestro primer
estado de fraternal afecto, y por gracia de Dios nos queremos mucho”.

Algunas veces el Padre solía en la tarde venir a nuestra casa, después de su


primer descanso de su labor, sentándose en un sillón cerca de la entrada (ya que
siempre quería ver las iglesias de San Jorge y San Isidoro en el Monte Licavitos), y
consideraba era indispensable bendecir el antiguo (siglo 12) santo convento de la
Fuente Vivificante en Navplion, y la Abadesa “Caycelia”¹, tal como la llamaba.
Estoy segura que cuando levantaba su querida manita con la señal de la cruz, su
bendición con toda seguridad se extendía al mundo entero, tal como San Esteban
el Sinaíta bendecía el mundo entero desde la cima del Sinaí. Por esta bendición, la
sufrida gente correría a la iglesita del Profeta Eliseo.

Una vez, una mujercita vino, fuera de sí por la aflicción, y asistió a la


Liturgia, y al final ella se dijo: “¡Una pequeña casca agitada por la tormenta ha ha-
¹ E.d., Cecilia.
llado un amparo!”.

De tiempo en tiempo, personas poseídas por el demonio también vendrían.


Tiempo ha, una mujer de Cefalonia¹ se encontraba por casualidad y con asombro
dijo: “Me parece como si ahora estuviera en la Iglesia de San Gerásimo. . . . “.
Porque, en aquél día habían dos que estaban afligidos quienes hacían alboroto y
emitían gritos inarticulados. . . .

El consideraba que era impiedad clerical de un sacerdote tener la cabeza


descubierta cuando no estaba en sus deberes religiosos. Por ejemplo, una tarde él
vino a la casa, cubierto de sudor y exhausto. Me apresuré a asistirle, y fui a tomar
su Kalimáfkion. Casi aterrorizado, me empujó, diciendo: “Sólo el sacerdote tiene el
derecho de quitarse el Kalimáfkion de su cabeza”. E inmediatamente él sacó de su
pecho su pequeña gorra con una pequeña cruz cosida en ella, que tuvo cuidado de
tenerla exactamente en el medio de su frente. Y quitándose su kalimáfkion
inmediatamente se puso su pequeña gorra, que también le daba un aire de
santidad. El empezó a decirme que a un sacerdote le es permitido ir a cabeza
descubierta sólo durante el tiempo de realizar sus deberes sacerdotales, es decir:
el Servicio de bendición del Agua, la Santa Unción, la Comunión de los enfermos
en casa, etc. En otras ocasiones, no le es permitido andar con la cabeza descubierta;
es una irreverencia a su hábito sacerdotal. Menciono esto porque un día vi a un
diácono sentado en un ómnibus y que justo ahí, en público, tenía su kalimafkion
sobre sus rodillas, su cabello cortado a la última moda y untado con brillantina. . .
En otra ocasión vi a un sacerdote a cabeza descubierta en la sala de espera de u
dispensario médico: He visto muchos, pero no quiero ahora nombrarlos. Ahora,
usted me dirá que aquellos hábitos del Padre son considerados extremados. Pero
¿por qué un oficial militar de alto rango que está vistiendo su uniforme no va con
la cabeza descubierta cuando está caminando en la vereda?. “Por qué en los
desfiles, recepciones, procesiones, los soldados aún usan sus carrilleras y están de
pie sin moverse, con el arma en la mano mientras el sol cae a plomo sobre sus
frentes, y en el invierno la nieve?. Por supuesto, eso es lo que el reglamento dice.
¿Por qué, pues, debemos considerar este hábito del padre un extremo y
considerarlo “natural” ver sacerdotes en automóviles o cualquier otro vehículo -
¹ La isla en donde las reliquias de San Gerásimo son guardadas, quien es especialmente
reconocido por curar los endemoniados.-TRAD.
con las cabezas descubiertas?. . .

. . . Le escribo, también, unos de los momentos finales del Padre,


exactamente como su cantora, la monja Victoria, los relata.

El Jueves en la mañana, el único día en que él estaba postrado en cama y no


les pidió recitar el servicio diario para él, rechazó todo alimento y bebida hasta las
7:00 de la noche. A las 9:00 se sentaron a comer y le pidieron su bendición, y él
dijo: “Que la Divina gracia les multiplique”. A las 10:00 P.M., mientras estábamos
allí hablando, un ataque de tos le sobrevino; él tosió tres veces y partió como un
pajarito. Inmediatamente, la misma noche, su compañero concelebrante, Papá-
Lambrópulos, vino con otros dos sacerdotes y empezaron a leer el Evangelio. En
la mañana, a las nueve, ellos le trasladaron a la San Juan donde su cuerpo fue
puesto para ser venerado. ¡Lo que sucedió fue indescriptible!. Tres días de
incesante peregrinos de todas partes de Atenas, llorando, lamentando. La
veneración se mantuvo toda la noche, como una Vigilia. La Iglesia estaba tan llena
como en el Servicio de Epitáfio; era como un Viernes Santo. Tres iglesias
luctuosamente tañían sus campanas, con banderas a media asta: (a) la iglesia de la
parroquia donde él vivió, (b) la iglesia de San Pantaleón donde una vez fue
sacerdote parroquial, y (c) la iglesia de San Juan.

El Sábado, a las 12 del mediodía, el metropolita vino y cantó el Servicio


Fúnebre y pronunció un panegírico acerca de él porque estaba tan sorprendido
de la multitud de personas. Trataron de sacarlo al “último beso”, pero no
pudieron, pues la gente quería besar las reliquias. Luego el metropolita dijo: “Que
sea sepultado a las 4:30 de la tarde, así que el “último beso” pudiera hacerse”, y se
fue. Lo qué pasó después no puede ser descrito. Le medirían y tomarían la
longitud del cordel tal como lo hacen con San Espiridón¹.
¹ Esta costumbre está atestiguada por reportes antiguos. Por ejemplo, la narración del siglo 6 del
“Peregrino Piacenza” registra que los peregrinos de Jerusalén usaban pedazos de tela o cintas
para medir las huellas digitales de las manos y pies de Nuestro Salvador que fueron
milagrosamente impresas en la columna donde El fue flagelado y en la piedra oblonga grande en
el Pretorio donde El estuvo de pie ante Pilato. El relato narra que las impresiones “son tan nítidas,
que uno puede usarlas para tomar ‘medidas’ para cualquier clase de enfermedad, y la gente
puede usarla alrededor de su cuello y ser curada”. También, San Gregorio de Tours, escribiendo
en 585, dice que muchos de los fieles van “a la columna de la flagelación, hacen cintas de tela y
las ponen alrededor. . .. Las toman luego como benditas para ayudar a los enfermos”. Así también,
era costumbre de los peregrinos el medir el sepulcro de Nuestro Salvador y guardar el cordel o
cinta para bendición. Es ta práctica continúa hasta nuestros días en muchas ermitas Ortodoxas,
por ejemplo, en la ermita de San Juan el Ruso en la isla de Evbía, en Grecia. Allí los fieles obtienen
cordel, midiendo la longitud de los santos restos del santo y lo llevan a sus casas como una
bendición.-TRAD.

Le levantarían un poco para que los niños pudieran pasar por debajo². Tomaron
todas sus flores; hubo un altercado por un pequeño pétalo de Jacinto que vino de
las reliquias de nuestro amado Padrecito. Estaban hambrientos, sedientos, pero
nadie se fue sino hasta las 4:30. El tiempo para sepultar llegó. Hubo un largo debate
porque todos los guardianes querían que él pasara por sus hogares. A solicitud de
los feligreses, fue sepultado en los terrenos de la iglesia. Pero aún aquí hubo más
alboroto: ¿quién iba a empezar a cavar la tumba?. Para que no hubiera mayor
problema decidieron que todos darían una palada. Finalmente, la procesión se
puso en marcha. Juntas éramos dos o tres de nosotras monjas cuando nos
acercamos a la iglesia. Y una de nosotras dijo: “Vamos, tomemos un atajo y
consigamos un lugar más cerca al sepulcro”. Pero, ¿qué vimos?, los árboles, los
tejados, los setos, la plaza, el camino, todo lleno de gente, cámaras por todo lado.
Más discursos aquí (es decir, en el sepulcro); lamentos y sollozos por doquier. Por
fin, a la 5:00 de la tarde, en el Sábado de las Almas, cuando las labores del hombre
cesan, la tierra recibió el cansado cuerpo de este excepcional hombre, el comienzo
de cuya gloria Celestial era evidente ¡aún desde sus tres días yaciendo en estado
de cadáver!. El partió lleno de alegría, esperanza, y paz. ¡Que le Señor también
nos considere dignos de ir y verle en los Cielos!.
² Esta es una práctica en Grecia con el Epitáfio en Viernes Santo, y también, en ocasiones, con santos
íconos.-TRAD.
(Aquí va una foto)

LA SANTA TRANSFIGURACION

Un detalle de la cruz en pág. . . .

III

PIADOSOS RECUERDOS
DE VARIOS CRISTINOS
QUE LE CONOCIERON
(Aquí va una foto de Papá-Nicolás)
En paz yaceré y dormiré . . .

porque el Señor es mi auxiliador.

++++++++++++++++++++++++++++++++++

1. El santo sacerdote con el don de clarividencia

El Padre Nicolás era piadoso desde temprana edad. El subiría a una escalera
para venerar los frescos, que eran usualmente pintados en lo alto de la pared.

Su Presbitera se quejaría pues él nunca le trajo un prósforo de la iglesia.

El Padre Tito (ahora metropolita de Paramizía), que era entonces un


estudiante de escuela primaria, iría con el Padre Nicolás a la Iglesia del Profeta
Eliseo. Con una vela él le mostraría los íconos que estaban pintados en las paredes,
de manera que pudiera venerarlos; él no posaba sus labios sobre ellos mientras
trataba de besarles, y el pequeño niño se maravillaba. El entonces le diría: “Hijo
mío, ellos ven que soy bajito, así que extienden sus pies, y yo les beso”.

A la Proskomidí (esta es la razón por la que la Liturgia era tan larga) él


conmemoraría los nombres de todos, así también de los que habían confesado.

El Padre Tito estuvo junto a él en sus últimos momentos, “aunque el día era
muy oscuro y nuboso, el Padre Nicolás pidió a su nuera cerrar el postigo de la
ventana porque el sol fuerte no le dejaba ver. En aquél momento él vio a la
Santísima Madre de Dios sosteniendo al Señor”. El Padre Tito sabe los detalles.

El tenía los dones de profecía y clarividencia, así también el de sanación.


Toda su vida fue de ayuno, vigilia, y oración. Mientras estaba vivo tenía el nombre
de: “¡San Vigilia!”.

La hermana del Padre Tito, con otras de sus hermanas espirituales fueron a
recibir la bendición (ambas estaban comprometidas). A una le dijo: “Buenas coro-
nas”¹, pero a la otra no dijo nada. Ella fue movida a preguntarle por qué. Y él le
respondió: “El suyo no se realizará” – y así sucedió.

El Sr. Basilio Bosdas, cuando era guardián de la San Pantaleón en Iliso,


estaba atendiendo la Liturgia que duró hasta la tarde. El observó que el Padre
Nicolás se cansó mucho, y en algún momento un joven le dio una copita con algo
para beber. Cuando la Divina Liturgia terminó, le preguntó al Padre Nicolás:
“¿Dónde está ese joven?”. El se rio y le dijo: “El me vio que estaba cansado y quiso
refrescarme”.

Una noche oscura con muy mal clima, el Padre Marcos venía por la Calle
Byron. Entonces vio una luz saliendo de Makriyiani, y cuando él estuvo cerca vio
que era el Padre Nicolás. Se saludaron, y el Padre Nicolás le dijo que estaba yendo
para la Vigilia en la Profeta Elías. Retornando a su casa, el Padre Marcos dijo a su
Presbitera: Esa es la razón del por qué el Padre Nicolás camina de noche; una Divina
¹ Esto se refiere a la “ceremonia de Coronación” realizada en los matrimonios Ortodoxos.-TRAD.
luz le acompaña”.

El actual Muy Reverendísimo Metropolita de Paramizía, Señor-Tito, era su


hijo espiritual. El Padre Nicolás profetizó acerca de él, cuando sólo él tenía diez
años de edad, que vendría a ser un sacerdote-monje.

2. La inolvidable aparición de un santo

Una pareja nos contó que una vez en el paradero del ómnibus de la Iglesia
de San Juan Vuliagmeni, estaban esperando por el único ómnibus que había en
aquellos días, que tenía su terminal en Makriyiani. Cuando bajaron del ómnibus
en Makriyiani, de nuevo vieron a papá-Nicolás en frente de ellos, y se santiguaron.

Cuando durante el año 1,928-29, quise ir a confesarme, yo también, como


otras personas, íbamos a Papá-Planas. Cuando entré y le vi, en vez de ver a un
anciano, tal como decían que era, vi una cara muy juvenil. Sus palabras me
movieron a no ocultar nada que yo tenía el propósito de confesar. Al final, salí con
gratitud y con mi alma en paz. Nunca lo olvidaré en toda mi vida. Donde quiera
que esté y escucho hablar de él, hablo sobre ello, y los cabellos de mi cabeza se
erizan.

3. ¡El no está caminando sobre el suelo!

Dos pequeños amigos – esto fue hace cuarenta años – mientras caminaban
por la carretera se encontraron con Papá-Nicolás. Uno de ellos era un simple y
buen tipo, y porque era simple, sus amigos le llamaban “idiota”, pero ése no era el
caso. El era simplemente inocente y muy religioso. El otro era un pillo astuto y
sabelotodo.

En la carretera en donde vieron a Papá-Nicolás, el simple dijo a su amigo:


“¡Mira eso!”. “¡El sacerdote no está caminando sobre el suelo!”.

Y aun cuando el simple vio al sacerdote treinta pulgadas por encima del
suelo, el otro no pudo verlo.

Cada Jueves Santo, cuando el sacaba la Cruz al momento en que ellos cantaban:
“Hoy es colgado sobre la Cruz . . . “ sus ojos estarían derramando lágrimas como
una fuente, y a pesar de su vejez y el peso de la Cruz, no permitiría que nadie le
ayudara.

El siempre servía en tres iglesias: En la Profeta Eliseo, que estaba detrás de


las Viejas Barracas, en San Pantaleón en Iliso, y en San Juan el Cazador.

Durante su época, la Iglesia de San Pantaleón estaba totalmente abandonada


y cubierta de malas hierbas, y los pastores iban y pastaban sus rebaños allí.

Papá-Nicolás sacó las malas hierbas de la iglesia y fue el primero de servir en la


San Pantaleón.

Cuando alguien en la carretera deseaba besar la mano de Papá-Nicolás, olía


el sacerdote a incienso a una distancia de cincuenta metros.

Le invitaban cada primero del mes a los hogares ricos en Kolonaki, para el Servicio
de bendición de la Santa Agua, y recibía una muy buena gratificación. Cuando
regresaba a la iglesia, gente pobre estarían esperando por él, a quienes él
distribuiría el dinero, hasta la última moneda de diez centavos, y para él no
guardaría nada.

El vivía en un cuartito (en el vecindario llamado “de San Juan”, en la


carretera a Vuliagmeni), que apenas le dejaba sin el más mínimo espacio extra.
Una señora mayor cuidaría de él, la guardiana, Asemina.

Después de su muerte, y luego que veinte años habían pasado, cuando


fueron a arreglar la carretera, sacaron sus reliquias, pues le habían sepultado
detrás del santuario de la San Juan el Cazador, y le trasladaron al frontal de la
nueva iglesia. Cuando abrieron su tumba, su raso estaba intacto, y sus huesos olían
a incienso.

Cuando alguien le ayudaba cruzar sobre charcos de barro o le ayudaban a


cruzar al lado opuesto de la calle, él no sentiría que estaba haciendo algún
esfuerzo, a pesar de la vejez de Papá-Nicolás.

4. Dos sucesos

En 1,920, en Natividad, el Padre Nicolás estaba sirviendo en la San Juan de


la Carretera a Vuliagmeni. Dio Comunión a una chica de quince años llamada
Julia, y una señora tenía su bebe para recibir Comunión, entonces le dio a Julia
para sostenerle, mientras ella recibía. Cuando Julia tomó al bebe en sus manos,
tornó sus ojos hacia el sacerdote y le vio de pie en una nube. Ella casi soltó al niño,
en su estupor.

La señora entonces le dijo: “¡Ten cuidado! ¿Qué pasa contigo?”.

“Veo al sacerdote de pie en una nube”.

“Shhh, no digas nada, para que no haya una conmoción ahora que estamos
Comulgando”.

Y yo, en 1 de Agosto de 1,928 le vi viniendo de lejos, y mientras él volteaba


y me miraba, dijo: “¿Cómo estás, bondadosa mía?” (yo era una rasoforos en aquél
tiempo y mi nombre era entonces Crisanzi). Y sin haber dicho mi nombre, él me
llamó por mi nombre y me dijo: “Hoy es el primero del mes según el calendario
Ortodoxo”. Y respondí: “Su bendición”, y me postré ante él. Y besé su mano, dije:
¿Cuál es la aflicción que ha llegado en medio de nosotros, Anciano?. ¿Algunos
guardando la fiesta y otros el ayuno?. Y él me respondió: “No esté afligida, ¡pues
todo lo que no es canónico no dura para siempre!”-UNA MONJA.

5. Uno de sus hijos espirituales

Otro muy piadoso Cristiano, llamado Stávros, Plimenos, era su hijo


espiritual. El era un contador de la Universidad.

Hasta la edad de treintaiocho años, había vivido lejos de Dios; pero más
tarde volvió a la religión. El ayunaba estrictamente los Lunes, Miércoles, y Viernes;
guardaba todos los ayunos y atendía la Vigilias en la Profeta Eliseo, donde los dos
Alejandros cantaban.

El era soltero. De sus ingresos, que llegaban a cuatrocientos dracmas – una


respetable suma en aquellos días – sólo se quedaba con cien para su frugal vida; el
resto daba a los pobres.

Comúnmente atendía la Liturgia en la Iglesia de los Santos Sin Peculio en


Psirri. Su virtud era conocida, a pesar del hecho de que él nunca hablaba de sí
mismo. (Supe todo esto por su sobrino, Nicolás Spiliótis, un químico y muy
reverendo anciano, que, cuando niño, fue sanado de un terrible dolor de muelas
por el Padre Nicolás Planas). Bueno, en la Iglesia de los Santos Sin Peculio en Psirri,
después de la Liturgia, un Domingo, una mujer empezó a gritar y lamentarse,
porque, como aseveraba, alguien le había robado dos mil dracmas. Plimenos sintió
pesar por ella, y ya que él poseía gran espíritu de sacrificio, la consoló y le dijo que
le daría las dos mil dracmas, y que debía dejar de llorar. El le dijo que viniera a su
oficina en la Universidad y preguntara por él. En otras palabras, él tomó la decisión
de trabajar por más de seis meses (él guardaría sólo cien para sí, para poder vivir),
para que pudiera darle los dos mil dracmas.

La mujer contó esto a su hermano, y aquél malicioso puso en su mente que


Plimenos era el ladrón, y es por eso que quería darle el dinero a su hermana. Así
que él fue a la Universidad y habló a Plimenos de la manera más brusca e
insultante. Plimenos protestó y le censuró por su maligna sospecha, pero ese
bueno para nada, fue y le acusó a la policía, quien a su vez vino y puso a ese
inocente hombre en la cárcel.

Un gran tumulto surgió entonces, y todos los que conocían la virtud de


Plimenos se levantaron, aún la Universidad hizo una aguda protesta. Y así salió
de la cárcel sin desear procesar a sus calumniadores.

6. “¡Miren qué tan alto está el sacerdote!”

En el año de 1,908 mi siempre recordado padre Onúfrio Mandilas, tenía una


tienda en la Calle Atenas. Un día, el Padre Nicolás iba a venir con el fin de recitar
para nosotros el Servicio de la bendición de la Santa Agua. A cincuenta pasos de
la tienda, allí en la calle vimos algunos niños acercarse al padre Nicolás con sus
manos levantadas, como si ellos quisieran cogerle y decían: “¡Miren, miren qué tan
alto está el sacerdote!, ¡está caminando en el aire!”. Escuchamos los gritos y vimos
al Padre Nicolás bendiciendo las cabezas de los niños. Cuando entró a la tienda, le
preguntamos qué había pasado, y nos dijo: “Esos benditos pequeños me vieron y
se asustaron, y les dije que no gritaran”. En otra ocasión, durante la celebración de
otro Servicio de bendición de la Santa Agua, el Padre Nicolás tenía una gran
sonrisa en su cara. Cuando le pregunté de que se sonreía, me dijo: “Aquél de allí”
– y mientras dijo esto, señaló al empleado que cortaba la tela en la tienda – “aquél
llena su estómago todos los días”. En aquél momento, no presté atención. Al día
siguiente, al mirar al cortador a través de las puertas abiertas de la oficina,
reflexioné sobre lo que el Padre Nicolás quiso decir con sus palabras. De repente,
vi al cortador cortar más o menos una yarda de tela; la ocultó bajo su camisa junto
a su estómago y luego salió. Puse a otro empleado que le siguiera y se descubrió
que él vendía la tela a un fabricante de zapatillas. Luego, mi padre visitó al
fabricante de zapatillas, y supo por él que por un año entero el cortador de tela
había estado vendiéndole la tela. Habiendo sido pagado, él devolvió
aproximadamente cuarenta yardas de tela. Después de unos días, el Padre Nicolás
vino de nuevo a la tienda y le conté acerca de todo el asunto, y que, cómo al fin
del mes, el cortador sería despedido. Con la misma sonrisa me dijo: “Ho, bien, la
Oficina Postal se hará cargo de todo”. ¿Y qué paso?. Al día siguiente, el cortador
de tela recibió un telegrama informándole de la muerte de su esposa, y dejó
nuestra tienda para siempre.- ABADESA PARZENIA MANDILAS.

7. Alejo el cantor

Solía venir a la Vigilias un hombre llamado Alejo que cantaba, pero que
también acostumbraba beber; y cuando estaba ebrio, cantaba con compunción y
con lágrimas. Toda vez que él le escuchaba cantar contritamente, Papadiamantis,
que le conocía, solía decir, “Alejo tiene compunción de ebrio”, y muchas veces le
alejaría de la iglesia. Pero de acuerdo con las palabras del sabio autor de
Proverbios, “un hombre inocente cree en todo”¹. Papá-Nicolás, como un simple e
inocente, diría: “El es bueno, él es bueno, Alejo es un buen hombre; tiene temor de
Dios”, y luego de la Vigilia, él también le daría una pequeña gratificación. Esta fue
la causa para Alejo de estar más cerca a Papá-Nicolás, de familiarizarse y no
separarse de él. Pero para aquellos de nosotros que le conocíamos era también
causa de escándalo para cierto hermano y para mí, quien era un joven de veintidós
o veintitrés años de edad. Algunos dijeron a Papá-Nicolás deshacerse de Alejo
pues él era un ebrio y causa de escándalo para los hermanos. Más con
acostumbrada simplicidad, Papá-Nicolás diría: “El es bueno, él es bueno, Alejo es
un buen hombre; ama la Iglesia, canta bien”. Como resultado, Alejo aumentó en
audacia, y hábilmente pondría su mano en el bolsillo de Papá-Nicolás y tomar el
dinero que los piadosos Cristianos le daban para la conmemoración de los
nombres de sus queridos padres, hijos, hermanos, hermanas, y parientes, durante
las Vigilias y Liturgias. En una oportunidad, Papá-Nicolás tenía una considerable
cantidad de monedas en su bolsillo, y Alejo metió su mano y trató de tomarlas
todas. Papá-Nicolás vio esto, y sin enfurecerse, sin insultarle o reprenderle, estuvo
¹ Cf. Prov. 14:1

contento para decir sólo dócilmente: “Alejo, tranquilo, tranquilo; tranquilo, Alejo,
soy cosquilloso”. Alejo continuó sin temor, y después incluso empezó a entrar al
santuario y tomaría todo lo que él tuviera. Ya que Papá-Nicolás era el sacerdote de
la parroquia de la Iglesia de San Juan, con frecuencia saldría después de la Vigilia,
y con el fin de llegar a su parroquia a tiempo, a menudo se veía obligado a ir en
taxi. Y sucedió que un día que bajaba del coche, y se preparaba para pagar al
cochero; buscó bien en sus bolsillos. ¡No pudo encontrar ni un óbolo!. ¡El buen
Alejo lo había tomado todo!. Dijo al cochero: “No tengo dinero ahora. Tendré que
pagarle después”. “Usted me va a pagar ahora”, dijo con enojo el cochero. “Pero –
pues no tengo”. “Ya que no tiene nada, no debió haber pedido venir en taxi. Quiero
que me pague, y si no tiene nada de dinero, voy a tomar su raso”. Papá-Nicolás se
quitó su raso y se lo dio con placer, y partieron. En cuanto a él, fue camino a su
iglesia con el fin de servir la Liturgia, sin el raso. El cochero, por otro lado, se dirigió
a su casa, pensando cómo y dónde podría vender el raso, y ganar siete veces un
lucro de él. Pero después de cinco minutos, en el mismo momento en que Papá-
Nicolás estaba entrando a la iglesia, el cochero regresó de prisa y le gritó: “¡Papá-
Nicolás, tome de regreso su raso, y no quiero ningún dinero!”. ¡Quién sabe , qué le
había pasado!.

8. “¡ . . . y de todos Tus santos!”

Siempre que él servía la Liturgia, Papá-Nicolás tenía el hábito de recitar tres o


cuatro Evangelios. Yo le diría: “El Typicón de la Iglesia especifica un Evangelio;
en los monasterios se recitan dos. Aquí, ya que las Vigilias y servicio son
celebrados como si fueran en los monasterios, dos Evangelios deben ser recitados”.
Y Papá-Nicolás respondía: “Recitemos uno para este santo, y otro para aquél santo,
de modo que sean complacidos”. Así, yo cedería. Cuando el conmemoraba
nombres en la santa prózesis, él conmemoraría por horas. Cuando conmemoraba a
los santos, él deseaba, si fuera posible, conmemorar cada uno de los santos – tantos
como hubieran en el Sinaxaristís, cada uno separado por el nombre. Ya que mucho
tiempo se consumía, algunos empezarían a gritarle: “¡Papá-Nicolás! Diga ‘ . . . y de
todos Tus santos!’”; pero él, sin molestarse en lo más mínimo, continuaría hasta el
final.
- P. FILOTEO ZERVAKOS¹

¹ Muchos de los que atendieron a las Vigilias celebradas por Papá-Nicolás y su comunidad
devinieron en monásticos. Otros cinco, además de P. Filoteo Zervakos, fueron al Monasterio de
Longovarda en Paros. Alejandro Moretídis devino el monje Andrónikos, y muchos otros fueron
también al Santo Monte, o a otros monasterios y conventos.-TRAD.

(Foto del monumento a Papá)


El monumento a Papá-Nicolás en frente de la nueva

Iglesia de San Juan en donde sus reliquias están sepultadas.

Un candil se mantiene siempre prendido.

(Foto)
El ábside de la vieja Iglesia de San Juan en donde Papá-Nicolás servía,

conservada detrás del ábside de la iglesia actual.

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EPILOGO

Los primeros años veinte fueron un tiempo de caos político, confusión,


convulsiones, y reveses militares para la tierra de Grecia. Los monárquicos y los
Venizelistas, cada uno se acusaba de traición e hipocresía. El colapso del frente
Griego militar en Anatolia resultó en la masacre y expulsión de muchos cientos de
miles de Cristianos a manos de Ataturk, y de sus Nuevos Turcos.
En la esfera eclesiástica, las cosas no iban mucho mejor. Incluso como en
Rusia, donde la Iglesia estaba resistiendo los asaltos de reformismo y traición,
también en Grecia, los fieles fueron sometidos al primer asalto oficial del
Ecumenismo en la Iglesia: el cambio del calendario eclesiástico con el sólo
propósito de concebir el ciclo festivo de la Iglesia Ortodoxa en línea con la de los
Romanos “Católicos” y Denominaciones Protestantes. Esta fue la declarada
intención de la desafortunada “Encíclica del Patriarcado Ecuménico a las Iglesias
de Cristo dondequiera que estén”, publicada en Enero de 1,920. En marzo de 1,924,
este cambio fue efectuado primero en la Iglesia del Estado de Grecia, y desde
entonces, paso a paso ecumenista, la “teoría de la rama” ha suplantado la
eclesiología de la Iglesia Ortodoxa en los Patriarcados “oficiales” e “Iglesias”
Autocéfalas de la tal llamada “Ortodoxía Mundial”. En medio de este tempestuoso
mar de la política, militar, y confusión y caos eclesiástico, había unos pocos
pequeños, tranquilos y pacíficos albergues de oración y piedad. Uno de estos era
la santa comunidad de Papá-Nicolás y sus hijos espirituales.

Curiosamente, con la propagación del Ecumenismo y modernismo en los


años recientes, muchos apologistas de estas ideologías antes mencionadas habían
buscado enrolar a Papá-Nicolás entre sus filas. Ellos indican que Papá-Nicolás, que
reposó en 1,932, falleció en comunión con la Iglesia del Estado de Grecia, como un
sacerdote de ese cuerpo eclesiástico. Ellos usan esto como un argumento contra
aquellos que no desean permanecer en comunión con la Iglesia del Estado de
Grecia. Sin embargo, hay varios hechos importantes que optan por pasar por alto.
Primero: es un hecho histórico que, al momento de su reposo, Papá-Nicolás
celebraba las fiestas de la Iglesia de acuerdo al tradicional calendario eclesiástico
y no con el reformado, el supuesto tal llamado nuevo calendario de la Iglesia del
Estado de Grecia.

Segundo: Papá-Nicolás, quien era de la isla de Naxos, que era uno de los
centros de los padres Kolivades, se había nutrido en su espíritu, y había heredado
el amor por la Sagrada Tradición, por lo que eran famosos. Entre otras cosas,
aparte de no celebrar servicios fúnebres en el Día del Señor, el Día de la
Resurrección, los Kolivades también abogaban por la frecuente comunión y el
mantener los ayunos de la Iglesia. Y así fue que, los seguidores y discípulos de los
Kolivades, fueron los primeros en Grecia de protestar contra el cambio del
calendario de la Iglesia. Por cierto, la triste verdad es que, ni uno de los obispos de
la Iglesia del Estado halló la fuerza moral para protestar esta no canónica y
unilateral acción – a pesar de que no menos de tres Concilios Locales de la Gran
Iglesia habían condenado la adopción del calendario Gregoriano para su uso en la
Iglesia Ortodoxa*.

De ahí que, se trataba de un grupo de laicos – los celosos y fieles discípulos


de corazón sencillo de los Kolivades – que fueron los primeros en resistir esta
innovación. Sin tardanza alguna, ellos formaron un comité (que llegó a ser
conocido como la “Asociación de los Ortodoxos”) para defender la tradición de la
Iglesia y abogando por el retorno al orden canónico y el uso en este asunto.

Ahora entre los piadosos Cristianos Ortodoxos en Grecia y otras partes, es


una tradición de los fieles tener el servicio de la bendición de la Santa Agua, toda
vez que están a punto de entrar en una nueva casa, abrir un negocio, o en general,
cada vez que están por comenzar un nuevo empeño. Por ello, se consideró
apropiado que este comité recién fundado de laicos celosos debían tener una
celebración del servicio de bendición de la Santa Agua para invocar la bendición
de Dios sobre su lucha para resistir este nuevo ataque violento contra la Traición
de la Iglesia.

El celebrante principal del servicio de la bendición de la Santa Agua fue


Papá-Nicolás Planás.

Uno de los laicos presente en ese memorable evento era un joven – más
tarde, archimandrita, P. Efraín Karayianis – quien poco después devino en
discípulo del anciano José el morador de Caverna del Santo Monte, a sí mismo un
seguidor de la tradición de los Kolivades. Muchos años después, el P. Efraín nos
habló de ese servicio de la bendición de la Santa Agua. “En su sencillez, Papá-
Nicolás lloraba tanto durante ese servicio”, recordó el P. Efraín, “el sollozaba como
un niño, y sus lágrimas corrían por su cara y caían dentro del tazón de la Santa
Agua”. Junto con Papá-Nicolás, otros dos sacerdotes estaban presentes, el P.
Antonio y el P. Jerónimo el Invidente. El P. Efraín contó después cómo durante to-
* Estos fueron los Concilios Locales de 1,583, 1,587, y 1,593 celebrados en Constantinopla. Para
un examen a fondo de este asunto, véase: Rev. Basilio Sakkas, El Asunto del Calendario, trad. Holy
Transfiguration Monastery (Jordanville, N.Y.: Holy Trinity Monastery, 1,973).
do el servicio, Papá-Nicolás repetía una y otra vez: “Todo lo que se ha hecho no
canónicamente no puede perdurar – caerá”. Después con sus sencillas palabras, él
animó a los presentes y les exhortó a permanecer unidos y firmes en su defensa de
la tradición de la Iglesia. Esto fue el comienzo del movimiento de los Antiguos
Calendaristas en Grecia.

Esto en sí mismo, revela el apoyo de Papá-Nicolás en este asunto, desde su


inicio; por cierto, fue él mismo quien bendijo el inicio de la lucha contra la
innovación, ya que ninguno de los obispos o archimandritas cultos – “los
graduados de teología” – se pudo encontrar para tomar tal actitud. Esta tarea,
como es frecuente el caso, calló sobre los hombros de un sencillo hombre santo, un
sacerdote temeroso de Dios. Ciertamente, en esta empresa, no se podría haber
encontrado un hombre más digno que Papá-Nicolás para darles la bendición.

Sobrevino un periodo de mucha confusión. En Enero de 1,923, el Rey Jorge


II emitió un edicto declarando que el gobierno, por razones políticas, comerciales,
y seculares, podría adoptar el calendario Gregoriano, pero que la Iglesia debía
adherirse al tradicional rumbo. Este edicto, sin embargo, fue desatendido por el
elemento modernista, tanto en el gobierno como en la Iglesia. En consecuencia,
sucedió que los monárquicos permanecieron con el calendario tradicional,
mientras que los republicanos, los Venizelistas, obstinadamente se convirtieron
“nuevo estilo”. Incluso a lo largo de las líneas políticas, los Cristianos se
dividieron.

Los discípulos de Papá-Nicolás – su comunidad – eran incondicionalmente


“antiguo calendario”, y la Madre Marta, la autora de este libro ni una sola vez se
desvió – ni siquiera por un día – de esta tradición. En 14 de Septiembre de 1,925
un año después del servicio de la bendición de la Santa Agua ya mencionado, ella
estuvo presente en la Vigilia para la fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz, en la
Iglesia de San Juan el Teólogo al pie del Monte Imeto, donde ella, junto con otros
dos mil fieles Cristianos contemplaron la impresionante aparición de la brillante
cruz que apareció en el firmamento sobre la Iglesia*.
* Muchos periódicos contemporáneos han escrito acerca de este milagro. La narración ha sido
tomada del Orthodox Life (Marzo-Abril 1,972), se reproduce en el Apéndice de este libro.
En muchas ocasiones, Papá-Nicolás se referiría a esta concreta aparición,
con admiración, y le llamaba una gran señal. Además, como podemos ver en esta
presente narración de su vida, él mismo muchas veces contempló visiones que le
confirmaban en su adhesión a la tradición de la Iglesia en este asunto. Vemos, por
ejemplo, cómo el Profeta Eliseo se le apareció y – a pesar de las persecuciones
llevadas a cabo contra los Antiguos Calendaristas – le animaba a celebrar su fiesta
en su fecha tradicional en la iglesia que lleva su nombre. Papá-Nicolás obedeció al
Profeta aun cuando la iglesia del Profeta estaba en el medio de la misma ciudad
de Atenas, en donde había muchos que sabían que Papá-Nicolás servía de acuerdo
al tradicional calendario, y en donde muchos que eran hostiles estarían
observando para ver qué haría él. El nunca vaciló en su adhesión a la tradición de
la Iglesia, más después de esta visión, Papá-Nicolás era aún más firme.

Incluso muchos años después, saludando a la gente por la calle, Papá-


Nicolás diría: ”Hoy es la fiesta de tal y tal santo”, y muchos se confundirían,
porque el cambio del calendario ya había estado en vigor desde hace algunos años
y la mayoría habían seguido la modificación. En pocas palabras, era y todavía es
un hecho conocido que tanto él como su comunidad se adhirieron sin vacilaciones
al tradicional rumbo.

En otras ocasiones, como es mencionado en el libro, los jóvenes se situarían


alrededor de la iglesia para mantener un puesto de observación por los gendarmes
que eran enviados por las autoridades de la “iglesia” del nuevo calendario para
acabar con los servicios de la Iglesia celebrados de acuerdo al tradicional
calendario. Empero en una de esas ocasiones, Papá-Nicolás dijo a los jóvenes: “No
Tengan miedo. Los chicos” – es decir, la policía, por supuesto – vendrán, venerarán
y se irán”, que es exactamente lo que pasó. Después del servicio Papá-Nicolás
inquirió: “¿Vinieron los muchachos?”. Habiéndoles dicho que por cierto vinieron,
él respondió: “¿No les dije que no tuvieran miedo?”.

Así que es evidente que Papá-Nicolás apoyó a los fieles tanto secreta como
abiertamente en su lucha por la tradición de la Iglesia.

Por supuesto, la firme adhesión de Papá-Nicolás al calendario eclesiástico


pronto devino ampliamente conocido, y debido a su santidad y popularidad que
el gozaba entre los fieles, las autoridades de la iglesia del nuevo calendario –
particularmente el entonces Arzobispo de Atenas Crisóstomo Papadópulos, quien
había sido responsable por el cambio del calendario – se puso sumamente molesto.
¿Cómo podría el santo Papá-Nicolás sumarse a tales “elementos dañinos” como
los Antiguos Calendaristas?. El relato de la reunión entre él y el Arzobispo
Papadópulos nos fue narrado por el Obispo Germán de Synada, que por algunos
años fue el obispo de la Arquidiócesis Griega asignado a Detroit, Michigan. En su
juventud, el Obispo Germán, que era de origen Cretense más nacido en Atenas,
conoció a Papá-Nicolás porque su madre amaba y reverenciaba por su santidad
de vida a Papá-Nicolás, y ella llevaba a su pequeño hijo a las iglesias donde Papá-
Nicolás servía.

Aquí está la narración del Obispo Germán, de aquél encuentro entre Papá-
Nicolás y el Arzobispo Crisóstomo Papadópulos:
Papá-Nicolás se puso nervioso, y como un niñito, se asustó cuando se le dijo unos
días antes de la reunión que el Arzobispo deseaba verle. Se repetía una y otra vez: “¿Para
qué me quiere ver?”. Al tiempo, llegó a la oficina del Arzobispo, él estaba como un escolar
enviado a la oficina del director. Papá-Nicolás era una persona muy dócil y no le gustaba
los careos. No le gustaba estar presente en las riñas. En todo caso, cuando él ingresó a la
oficina del Arzobispo, el Arzobispo se levantó y le saludó muy amablemente y le dio un
asiento. Así que se sentó, pero aún estaba muy nervioso. Con una expresión muy seria el
Arzobispo empezó: “Papá-Nicolás, como usted sabe, le amamos y respetamos mucho.
Sin embargo, han llegado a nuestros oídos que usted es un Antiguo Calendarista, y que,
contrario a la encíclica del Santo Sínodo, usted está celebrando las fiestas de la Iglesia de
acuerdo al antiguo rumbo y no según al correcto y reformado calendario”. Entonces, en
su típica infantil sencillez, Papá-Nicolás respondió: “¡Oh,-oh- sólo de noche, sólo de
noche!”. Esta respuesta derribó al Arzobispo.

Mediante esta respuesta, por supuesto, Papá-Nicolás quiso decir que él no


estaba haciendo un tema sobre el asunto, que él estaba celebrando de acuerdo al
calendario Juliano, silenciosamente, y no manifestando o protestando en las calles
y “chocando con las autoridades”, como muchos de los Antiguos Calendaristas
estaban haciendo. Lo que el Arzobispo y los actuales modernistas, ambos fallaron
y no entienden, es que los servicios de Vísperas y Matutinos de Papá-Nicolás (que
son los servicios en los que se encuentran casi todos los himnos al santo del día)
eran por cierto celebrados “sólo en la noche”. Precisamente, era por el hecho de
que los largos servicios – que empezaban muy temprano, en la oscuridad de la
noche antes del amanecer, la Divina Liturgia, se extendía hacia el final de la
mañana y algunas veces aún hasta la tarde – que los fieles se referían a él como
“San Vigilia”. Además, el cambio de calendario tuvo lugar cuando Papá-Nicolás
estaba muy avanzado en edad, y como resultado, todas las labores parroquiales y
servicios eran llevadas a cabo por sus asistentes más jóvenes, lo que le dejaba libre
para servir como deseara en insólitas capillas lejanas.

De todos modos, continuó el Obispo Germán, el Arzobispo Papadópulos


llegó a ser confundido por la infantil respuesta de Papá-Nicolás, y estando algo
nervioso, le dijo: “Bueno, lo que sea – por favor – atienda a esto – ya sea de día o
de noche o lo que sea. Que no es correcto que un hombre como usted deba
prestarse a este elemento rebelde”. Y así, despidió a Papá-Nicolás.

En aquél entonces, la mayoría del clero Antiguo Calendarista eran


sacerdotes-monjes del Santo Monte. Por amor y celo a la tradición de la Iglesia, y
por el bien de las necesidades espirituales y sacramentales de los piadosos fieles,
muchos de estos padres vinieron a las diversas partes e islas de Grecia con el fin
de animar y fortalecer a los laicos en su protesta y resistencia a esta innovación.
También, algunos del clero casado abandonaron sus parroquias neo-calendaristas,
y la paga y pensión que iban con la posición en la Iglesia del Estado, y
verdaderamente sufrieron – sólo por el motivo de permanecer fieles a las
decisiones Sinodales y tradición de la Iglesia Ortodoxa. Las biografías y
emocionantes narraciones respecto a algunos de estos hombres heroicos, se
encuentran en el periódico Griego Ta Patria.

Papá-Nicolás falleció ocho años después del cambio del calendario; en aquél
tiempo, los Antiguos Calendaristas todavía no tenían ningún obispo. Solo uno
pocos años después, en Mayo de 1,935 que Crisóstomo, Obispo de la diócesis de
Florina, junto con el Obispo Germán de Dimitrias y el Obispo Crisóstomo de
Zákinzos, renunciaron y regresaron de nuevo a la usanza tradicional.

Como resultado, aquellos modernistas, que se esforzaron por reclamar a


Papá-Nicolás para su lado, erraron enormemente. Ellos fallaron en considerar que
al tiempo de su reposo, como se ha dicho, no había en Grecia jerarcas Antiguo
Calendaristas. Si hubiera habido, ciertamente Papá-Nicolás se hubiera alineado
con ellos. Además, él bendijo y apoyó el inicio mismo de la lucha de los Antiguos
Calendaristas contra la innovadora Iglesia del Estado, y ni una sola vez vaciló de
la usanza tradicional. Por otra parte, él atrajo la atención diciendo a la gente que
“Hoy es el día de tal y tal santo”, de acuerdo al rumbo del tradicional calendario
eclesiástico. Y finalmente, y lo más importante de todo, el cambio del calendario,
tal como mencionamos antes, sólo fue el primer paso de los muchos otros pasos
“pre-planificados”, y Papá-Nicolás que se mantuvo firme en el asunto del
calendario, segurísimo que nunca habría tolerado los descuidados y salvajes
abusos tanto en la práctica como en la doctrina, de que somos testigos hoy.

Otro ejemplo similar al de Papá-Nicolás, es del Sacerdote-monje Jerónimo


de Eguina, quien siguió el mismo camino*. Poco después de su ordenación al
sacerdocio, más o menos un año antes del cambio del calendario, el P. Jerónimo
cesó de servir debido a una visión que le fue concedida durante la Liturgia. Según
algunas narraciones esto ocurrió dentro de los cuarenta días de la ordenación. Sin
embargo, él continuó predicando en la capilla del hospital donde vivía, y que él
mismo había construido en la isla de Eguina. Aunque esta capilla oficialmente
estaba bajo la diócesis de Eguina neo calendarista, el P. Jerónimo siempre
celebraba las fiestas de acuerdo al tradicional calendario eclesiástico, “por la
noche” como Papá-Nicolás habría dicho. Aun cuando él mismo no servía como
sacerdote, no obstante, debido a su santidad y su popularidad entre la gente y
debido a los obvios dones del Espíritu Santo que él poseía, tenía gran influencia
entre los fieles que le buscaban para dirección y guía. Esto llegó a los oídos de
Procopio, el Obispo de Hidra y Eguina. Como resultado, el obispo envió un
mensaje al P. Jerónimo de que él iba a venir e imponer sobre él concelebrar juntos.
Hasta este momento, el P. Jerónimo y para su conciencia, había buscado
permanecer fiel a la tradición de la Iglesia sin hacer un tema de ello públicamente
o en manifestaciones callejeras. Sin embargo, él vio que el Obispo estaba ahora
empeñado en crear un tema y forzarle a entrar en comunión con él. En
consecuencia, el P. Jerónimo envió una nota y renunció a la diócesis, diciendo entre
otras cosas:

Le pido que acepte mi renuncia al Hospital, pues desde 1,924 en adelante, -


* Ver Sotiría D. Nusi, El Anciano Gerónimo de Eguina, 1,883-1,966, (1,978) en Griego.
mi anhelo, así como mi celo, ha sido para la Iglesia Ortodoxa y la Fe.

Desde mi niñez La veneré, y dediqué toda mi vida para Ella, en obediencia


a las tradiciones de los Inspirados Padres.

Confieso y proclamo el calendario de los Padres ser el correcto, aún como


Usted Mismo reconoce. . .

Al tiempo en que ocurrió este particular evento en la vida del P. Jerónimo –


justo antes de la Segunda Guerra Mundial – los Antiguos Calendaristas tenían
obispos. Una vez que los Antiguos Calendaristas en Grecia tuvieron otra vez
obispos, muchos de los que hasta entonces habían permanecido en silencio y no
habían tenido parte activa en el movimiento, ahora abiertamente apoyaban y se
adherían a él.

Durante los últimos meses de su vida, Papá-Nicolás estaba incapacitado de


servir más. Sin embargo, su comunidad venía a sus habitaciones y cantaban para él
los servicios diarios. Así, en el mismo día de su reposo, él escuchó los servicios
cantado de acuerdo al tradicional rumbo y usanza de la Iglesia. Al día de hoy, los
herederos espirituales de Papá-Nicolás permanecen firmes en su adherencia al
calendario eclesiástico y la Santa Tradición.

Papá-Nicolás reposó en 1,932. Hoy, nos encontramos en los ochenta. Incluso


un examen superficial del asunto demostrará que los años veinte y treinta no se
pueden comparar a los sesenta, setenta y ochenta, en el que las oraciones colectivas
con heterodoxos y la “hospitalidad eucarística” se han vuelto más y más
extendidas. En aquellos días el Ecumenismo entró disfrazado como “una
corrección del calendario”. Hoy la máscara ha caído. No puede haber ninguna
duda que Papá-Nicolás, que fue fiel en aquello que es lo menor – es decir, el asunto
del calendario – sin duda alguna hubiera sido fiel a la Santa Tradición con respecto
a lo que se refiere al mal mucho mayor: el rampante Ecumenismo, el relativismo
doctrinal, y el sincretismo que vemos en nuestros día.
Que las oraciones e intercesiones de este santo y loable padrecito siempre
nos guie en la Ortodoxía y santidad. Amén.

Bien hecho, tú, buen y fiel servidor:

tú has sido fiel en lo poco,

Yo te haré soberano en lo mucho:

entra en el gozo de tu Señor.

- Mateo 25:21

(Aquí va una foto de la Cruz que apareció sobre la Iglesia)


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APENDICE

La Aparición del Signo de la Cruz


De nuestro Señor Jesucristo Cerca
De Atenas en 1,925

Conmemorada en 14 de Septiembre
A principios de 1,900 y especialmente en los 1,920, hubo fuertes fuerzas
laicistas anti-iglesia en el poder en Grecia y en el Patriarcado Ecuménico. Entre las
acciones de estas fuerzas, fue introducido, a la fuerza, el calendario Gregoriano. El
calendario Gregoriano es adecuado para las funciones de negocios, la bolsa de
valores, y otras mundanas, actividades seculares. Sin embargo, litúrgicamente es
prácticamente inservible, aún dañino. De ninguna manera es posible conciliar el
Gregoriano con nuestro canónico Pasjálion Cristiano Ortodoxo. Por otra parte,
además de la introducción de un cambio de calendario de la Iglesia, por una iglesia
local, creó una inaceptable desunión litúrgica dentro de la propia Iglesia.

Un gran número del pueblo de Grecia se negó a aceptar estos cambios


anticanónicos y anti-Iglesia al ser obligados por la fuerza de la policía estatal. Estas
personas sufrieron y siguen sufriendo persecución, prisión, y privación a manos
de las fuerzas de la policía secular. Pero los ojos espirituales de los verdaderos
Cristianos vieron claramente, aún si, por el momento, no comprendían
completamente el mal del nuevo calendario. Fue un precursor y un signo de la
más grande herejía en la historia del mundo – el Ecumenismo. Sin embargo, mucha
gente estaba confundida. Algunos empezaron a vacilar. Así como los Arrianos
estuvieron en control del poder mundano en el año 351 y fueron capaces de
imponer su herejía sobre el imperio, así en este tiempo, los renovadores del
calendario controlaban el poder mundano en Grecia. En tal tiempo tan
problemático y peligroso, el Misericordiosísimo Dios atendió a las necesidades de
Su pueblo. De nuevo, como en el año 351, Dios envió una maravillosa aparición de
la Honorabilísima Cruz para sellar la verdad y poner en vergüenza a los falsos
maestros*.

La aparición del signo de la Cruz tuvo lugar de la siguiente manera:

En 1,925, en la víspera de la fiesta de la Exaltación de la Honorabilísima y


Vivificante Cruz de nuestro Salvador, el 14 de Septiembre de acuerdo al calendario
de la Iglesia Ortodoxa, la vigilia de toda la noche fue servida en la Iglesia de San -
* La aparición de la Preciosa Cruz en el año 351 tuvo lugar durante el tiempo en que San Cirilo
era Patriarca de Jerusalén. La Cruz llegaba desde el Gólgota hasta el Monte de los Olivos y era de
casi tres kilómetros de longitud. Esta milagrosa señal permaneció en el firmamento por una
semana sobre la Santa Ciudad. Ver también: “The Wondrous Apparition of the Sign of the All-
Honourable Cross Over Jerusalem in 351 A.D.,” Orthodox Life 22, no. 2 (March-April 1972): 13-17.
Juan el Teólogo en los suburbios de Atenas. A las nueve horas de esa noche, más
de dos mil fieles de los verdaderos Ortodoxos se habían reunido en y alrededor de
la iglesia para el servicio, ya que muy pocas iglesias Ortodoxas verdaderas habían
quedado abiertas accidentalmente por las autoridades civiles. Tal grande reunión
de personas no podían, sin embargo, pasar desapercibidas por las autoridades.
Alrededor de la 11 pm. las autoridades despacharon un batallón de policías a la
iglesia “para prevenir cualquier desorden que pudieran surgir de tan grande
reunión”. La reunión era demasiado grande para la policía, para tomar cualquier
acción directa o arrestar al sacerdote en ese momento y así que se unieron a la
muchedumbre de devotos en el ya desbordante patio de la iglesia.

A la 11:30 pm. Empezó allí a aparecer en el firmamento sobre la iglesia, en


dirección noreste, una brillante, radiante Cruz de luz. La luz no solo iluminaba la
iglesia y a los fieles sino, con sus rayos, las estrellas del firmamento claro y sin
nubes devinieron oscuras y el cementerio estaba lleno con una casi palpable luz.
La forma de la propia Cruz era una luz especialmente densa y podía ser vista
claramente como una cruz Bizantina con una barra transversal hacia la parte
inferior. Este milagro celestial duró por media hora, hasta la medianoche, y luego
la Cruz empezó a elevarse verticalmente, como la cruz en las manos del sacerdote
hace en la ceremonia de la Elevación de la Cruz en la iglesia. Habiéndose
enderezado, la Cruz empezó gradualmente a desvanecerse.

El lenguaje humano no es el adecuado para transmitir lo que ocurrió


durante la aparición. Toda la multitud cayó con lágrimas postrada en el suelo y
comenzaron a cantar oraciones, alabando al Señor con un solo corazón y una sola
boca. La policía estaba entre los que lloraban, descubrieron de pronto, en lo más
profundo de su corazón, una fe de niño. La multitud de los creyentes y el pelotón
de la policía se transformaron en un solo, unificado rebaño de fieles. Todos fueron
presa de un santo éxtasis. La vigilia continuó hasta las 4:00 a.m., cuando todo este
torrente humano regresaba de nuevo a la ciudad, llevando la noticia del milagro
debido a aquello aún estaban temblando y llorando.

Muchos de los incrédulos, sofistas, y los innovadores, dándose cuenta de su


pecado y culpa, pero no queriendo arrepentirse, trataron por todos los medios de
explicar o negar este milagro. El hecho de que la forma de la cruz había sido tan
fuerte y claramente de la Cruz Bizantina, con un travesaño en la parte inferior para
un reposapiés, invalidó completamente todo argumento de accidentales
fenómenos.

El hecho de que tal aparición de la Cruz había ocurrido también durante el


alzamiento de la primera gran herejía debe impresionar a los Ortodoxos con la
importancia de la cuestión del calendario y de todo lo relacionado con ella.
Ninguna persona sensata puede hablar de este tema a la ligera, con secular
razonamiento o con mundanos argumentos. Innovadores, como los Arrianos, en
351 DC., se quedan sin atenuación o mitigación.

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“Yo También Estuve Allí”

Relatos de testigos oculares de la Aparición de la Cruz

Sobre la Iglesia de San Juan el Teólogo

En el Monte Imeto, 14 de Septiembre de 1,925


Yo fui uno de los hombres del Instituto Policial que fue enviado a parar la vigilia
aquella noche, hace unos cincuenta años, en la iglesia campestre de San Juan el
Teólogo.

Los Antiguos Calendaristas estaban teniendo vigilia allí, pues era la víspera
de la fiesta de la Exaltación de la Preciosa Cruz.

Ya que mucha gente se había reunido – más de dos mil individuos – no


intentamos apoderarnos del sacerdote tal como se nos había ordenado, más nos
sentamos quedo en la cercanía del patio y esperamos a que terminaran.

Alrededor de la 1:00 de la madrugada, escuchamos un alboroto ruidoso y


extraño viniendo de los gritos de la multitud. Sin pérdida de tiempo, corrimos para
ver lo que estaba sucediendo – y vimos. Toda la multitud de fieles estaba en un
estado de emoción. Algunos estaban llorando, y otros exclamando “Señor ten
piedad”, estaban de rodillas y sus ojos vueltos hacia el firmamento, y aún otros se
desmayaban, abrumados con gran emoción. Entonces nosotros también miramos
y contemplamos la maravilla: una enorme y radiante Cruz, muy alto sobre la
iglesia, estaba iluminando toda el área. Primero, fuimos presa de temor, pero
inmediatamente reaccionamos y olvidando el propósito por el cual habíamos sido
enviados, caímos de rodillas y lloramos como unos niñitos.
Estas dos narraciones son del Ta Patria (Julio, Ag., Sept. 1,967): 82-84. (En Griego).

Por supuesto, es superfluo para mí decirles que, llenos de emoción,


atendimos el resto de la vigilia hasta el final – no más como perseguidores, sino
como fieles Cristianos. En la mañana cuando regresamos al Instituto, contamos a
todos acerca de la gran maravilla que habíamos sido dignos de ver. Después hubo
una investigación y todos nosotros juramos bajo juramento que habíamos visto
claramente la Preciosa Cruz, en lo alto del firmamento.

JUAN D. GLYMIS

Oficial de Policía retirado, 78 años de edad

Calle Aristóteles 73

Peristéri [un suburbio de Atenas]


+

Una noche en 1,925 cuando la Preciosa Cruz apareció, estaba haciendo el


último recorrido con el tranvía que yo operaba. Había llegado a Omónia y estaba
pasando por la plaza cuando vi a todos mirar hacia el firmamento y gritando:
“¡Miren! - ¡la Cruz! – ¡la Cruz!” Inmediatamente pisé los frenos y paré el vehículo.
Saqué mi cabeza por la puerta del tranvía, y yo, el indigno, también vi la Preciosa
Cruz de nuestro Señor – sea glorificado Su Nombre; brillaba sobre el Monte Imeto.
No recuerdo cuánto duro esto. Sólo sé una cosa – la Preciosa Cruz que yo vi esa
noche me convirtió en un hombre diferente. Desde entonces, todos en mi familia
se han convertido en un hijo fiel de la Iglesia de los Verdaderos Cristianos
Ortodoxos.

ATANASIOS PRIMALIS

Conductor de tranvía retirado, 80 años de edad

Calle Kavalis 17

Nicea [un suburbio de Atenas]


Estas dos narraciones son del Ta Patria (Julio, Ag., Sept. 1,967): 82-84. (En Griego).

(Aquí va una foto)


POSTAL DE ATENAS Y LA ACROPOLI, 1880

+ + + + + + + + + + + + + + + + + + + + + + + ++ + + + + + + + + + + + + + + + + + ++ ++

GLOSARIO

Adelfóteos. Literalmente, “el hermano de Dios”; un título dado a San Jacobo, el


primer obispo de Jerusalén, e hijo de San José, el prometido de la Teotókos.

Akátisto. Literalmente, “sin sentarse”. Una serie de himnos consistente de trece


Kondákia (himnos cortos), cada uno seguido por un estribillo, y los primeros doce
seguidos también por un ikos (pl. iki) (un himno entonado o cantado, algo más
largo que el kondákion) y un número fijo de líneas que comienzan con la palabra
“¡Alégrate!”. Aunque hay Akátistos en honor a muchos santos, el más popular y
el más conocido es aquél dedicado a la Madre de Dios, que muchos de los fieles
han memorizado. En Griego, los Kondákia e iki son arreglados de acuerdo al orden
del alfabeto Griego, empezando con alfa y terminando con omega.

Andídoron. Literalmente, “en vez del Don”, es decir, en vez de la Santa Comunión.
Pequeños pedazos de los panes de los cuales el Cordero Eucarístico ha sido
cortado y que son distribuidos a los fieles por el sacerdote al final de la Divina
Liturgia. Es comido sólo si uno no ha comido o bebido nada previo a la Liturgia.

Apódosis. Literalmente, “abandonando” o “devolviendo”. El último día del


período inmediatamente posterior a una fiesta, en la que la observancia de la fiesta
continúa. El servicio de la fiesta se repite casi en su totalidad en la apódosis.

Archimandrita. Literalmente, “líder del redil”. Originalmente, el superior de un


monasterio, o el superintendente de varios. Sin embargo, en los últimos años, el
título se ha reducido a un título meramente honorífico otorgado a un clérigo célibe
que, en la mayoría de los casos, no tiene conocimiento de o conexión con la
disciplina monástica.

Artoklasía. Literalmente, “partiendo el pan”. El servicio de la Bendición de los


Cinco Panes que ocurre hacia el final de la Vísperas en la víspera de las Grandes
Fiestas. Este oficio es en conmemoración de la alimentación de los cinco mil, a los
cuales Nuestro Salvador alimentó con los cinco panes y los dos pescados.

Disipóstatos. Literalmente, “dos cimientos”. En su estructura, una iglesia


disipóstatos es en realidad dos iglesias distintas pero unidas, con dos naves y
ábsides paralelas. También, una iglesia o capilla consagrada en honor a dos santos,
y teniendo dos santas mesas, una, en honor de cada uno de los santos.

Dracma. La unidad monetaria básica Griega. En el tiempo de Papá-Nicolás, 3º


dracmas equivalían a una corona de oro.

Epanokalímafko. El capuchón o velo monástico usado sobre el kalimáfkion por los


monjes, archimandritas y obispos.
Epimánika. (sing. epimánikon) Las muñequeras que forman parte de las
vestimentas del sacerdote.

Epitáfios. Literalmente, “en el sepulcro”. Una representación bordada o pintada


de Nuestro Salvador yaciendo en el sepulcro, que se utiliza en el Gran Viernes
Santo.

Servicio del Epitáfios. El oficio de las lamentaciones cantado en el Gran Viernes


Santo antes del Epitáfios.

Katabasía Yámbica. Un conjunto particular de himnos escritos en medida yámbica


clásica con un vocabulario arcaico y sintaxis elaborada.

Iconostásion. Un tabique de piedra o madera, entre la nave y el santuario, decorado


con santos íconos. En el hogar, por lo general es el rincón donde se mantiene los
íconos, con frecuencia en un arca especialmente hecho.

Kalimáfkion. (pl. kalimáfkia) El sombreo cilíndrico del sacerdote.

Kolivades. Este nombre, derivado de la kóliva (trigo hervido) comido en memoria


de los fallecidos, fue en el siglo dieciocho aplicado por sus enemigos, a los que
estrictamente cumplían el santo cánon que prohíbe servicios fúnebres ser
realizados en Domingos. Los Kolivades también defendían la frecuente Santa
Comunión y una devota adhesión a la tradición de la Iglesia Ortodoxa.

Lití. (Litia en eslavónico) Literalmente, “Súplica”. Un servicio de suplicación


cantado durante las Grandes Vísperas, por lo general en el vestíbulo de la iglesia.

Panayía. Literalmente “Santísima”. Un título dado a la Madre de Dios.

Paráklisis. (pl. Paráklises). “Molieben” en Eslavónico). Un cánon suplicatorio cantado


a la Teotókos o a un santo.

Felónion. La vestimenta exterior de un sacerdote, usada sobre las otras


vestimentas.

Presbitera. La esposa del sacerdote.

Proskomidí. Literalmente “trayendo a”, “ofrecimiento”. Ver Prózesis.


Prósforon. (pl. prósfora) El pan especialmente preparado sellado con el sello
Eucarístico que es traído por los fieles a la iglesia para ser utilizado en la
preparación de la Santa Eucaristía.

Prózesis. El servicio de preparación que tiene lugar en el Proskomidí justo antes de


la Divina Liturgia, en que el sacerdote prepara el pan y el vino que se van a utilizar
en la Eucaristía, y también conmemora los nombres de los vivos y los fallecidos.

Raso. (pl. rasa) Un hábito holgado con mangas anchas usado por monjes sobre la
sotana.

Rasofóros. El rango más bajo del hábito monástico pero mayor que el del novicio.

Sinaxaristés. Las series de volúmenes conteniendo la vida de los santos.

Sinodía. “Seguidores”, compañía. Por lo general se aplica a las hermandades de


monjes o monjas.

Triadicón. (pl. Triadicá) Un himno en honor de la Santa Trinidad. En el Servicio de


Medianoche del Domingo, un Cánon Triádico especial es cantado de acuerdo al
tono de la semana.

Tipikáris. Uno, que es asignado para determinar el correcto Tipikón (regla u orden
del oficio diario) de cualquier fiesta dada.

Unción Santa. El oficio del Santo Oleo. El Santo Oleo o Unción es administrado
hacia la curación del alma y cuerpo, para cualquiera de los fieles que puedan estar
padeciendo de cualquier aflicción corporal o espiritual. Es un misterio de la Iglesia
que haya su fundamento en la exhortación de San Jacobo en su Católica Epístola
(5:14), y también en el Evangelio según San Marcos (6:13).

(Aquí va una foto)


LA IGLESIA DE SA ESPIRIDON EN MATUKA

(Aquí va una foto)


El Mausoleo en el que las Santas Reliquias de Papá-Nicolás son atesoradas.

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EPILOGO DE LA SEGUNDA
IMPRESIÓN EN INGLES
Queridos lectores, con alegría les ofrecemos esta largamente esperada
segunda impresión de la vida de Papá-Nicolás Planás.

En el año 1,932, Papá-Nicolás fue oficialmente declarado Santo por la Iglesia


del Estado de Grecia. En los corazones de sus discípulos y de muchos de los fieles
que le conocieron o más tarde oyeron de él, era ya un Santo durante su vida.
Madre Marta, la autora de este libro, aún escribió un himno de despedida poco
antes de su reposo. Nosotros en el Monasterio de la Santa Transfiguración
honramos a Papá-Nicolás con un servicio completo en el día de su reposo, muchos
años de su oficial glorificación por la Iglesia del Estado de Grecia; el servicio fue
escrito por el monje José el Chipriota del Santo Monte en el año 1,960.

El presente libro empezó como una serie de eventos y anécdotas escritos por
la discípula de Papá-Nicolás, la Madre Marta; estas notas fueron dadas al difunto
Kostis Bastiás, para incorporarlas en una novela histórica acerca de Papá-Nicolás.
Kostis Bastiás era un escritor capaz que ya había escrito una novela histórica
clásica acerca de Papulakos, el santo monje Cristóbal del Peloponeso, que vivió en
la primera mitad del siglo 19. Aunque Bastiás falleció sin acabar esto, cuando el
bendito Fócio Kontoglu (+1,965) leyó la colección de notas de la Madre Marta,
inmediatamente reconoció su inestimable valor espiritual y animó a su gran amigo
y benefactor, el difunto editor Alejandro Papadimitríu, de publicarlas tales como
eran. Esta fue una gran bendición, pues la narración de Madre Marta tiene una
sencillez y encanto, al igual que las narraciones en El Camino de un Peregrino, pues
se habrían perdido, habiéndose la vida de Papá-Nicolás reproducido como una
novela histórica.

En 1,992, una novela histórica acerca de Papá-Nicolás apareció en Griego,


escrita por el hábil autor Demetrio Ferusis, impresa también por la Editorial
“Astir” de Papadimitríu, titulada El Papá-Monje Nicolás Planás. En 1,982, el Sr.
Ferusis había escrito otra novela histórica, acerca de Santa Filotea de Atenas, que
fue entusiásticamente recibida en Grecia y premiada académicamente. La novela
acerca de Papá-Nicolás contiene algunos pasajes muy conmovedores respecto a
las celebraciones secretas realizadas por Papá-Nicolás de acuerdo al Antiguo
Estilo, y cómo los funcionarios de la Iglesias del Estado persiguieron a los fieles
que seguían el Calendario de la Iglesia. El libro es digno de traducirse al Inglés.
Leyendo el libro del Sr. Ferusis, el Padre Pantaleón recordó un incidente contado
a él por la esposa de Alejandro Papadimitríu, María, que en su juventud había sido
hija espiritual de la Madre Marta, por quien ella conoció a Papá-Nicolás. Cuando
el papá de María estaba falleciendo, Papá-Nicolás le trajo Santa Comunión a su
casa entre las calles Mavrokordato y Kalidromíu, en el centro de Atenas detrás de
la vieja Academia, no lejos de la casa de Madre Marta en la calle Tsimiski. La casa
de la Sra. Papadimitríu se dio como parte de la dote cuando se casó con Alejandro,
y fue aquí donde ambos reposaron en su ancianidad. En las visitas a Atenas,
nuestro Padre Pantaleón se quedaba a menudo en la habitación donde Papá-
Nicolás daba Comunión al papá de la Sra. Papadimitríu.

He aquí el incidente, en las propias palabras de la Sra. Papadimitríu:


Papá-Nicolás era bien sencillo, a tal grado que uno pensaría que él era un niño.
Pero al mismo tiempo era muy profundo espiritualmente. El nunca cesó de asombrarnos.

Una vez, después del cambio anti canónico del calendario, el Arzobispo
Crisóstomo Papadópulos* llamó a Papá-Nicolás para increparle por continuar
celebrando las fiestas de acuerdo a los rumbos de la Iglesia, es decir, el tradicional
Calendario eclesiástico. Para intimidarle, le dijo que muchos laicos y algunos clérigos se
quejaron a él por esto. El empezó a mencionar ciertos nombres y qué habían dicho estas
personas, con el propósito de desconcertar a Papá-Nicolás y forzarle a responder, de
manera que pudiera condenarle por desobediencia. Pero Papá-Nicolás no trataría de
defenderse o hacer apología. Lo único que él diría, cada vez que el Arzobispo nombraba
a alguien que se había quejado contra él, era: “¡Oh! es un buen hombre. ¡Cómo pudo
haber dicho eso!. El no ha podido decir eso. Es el tentador que está tratando de hacer
problema”.

Esto exasperaba al Arzobispo, y luego de algún tiempo le dijo al Anciano: “Papá,


en la forma en que usted responde, está haciendo que todos parezcan como hombres
buenos y calumniadores involuntarios”.

“Eso es lo que es, Señor mío. Todos ellos son buenos. Son gente buena”.

“Bueno, usted nos va a decir que aún el diablo es un buen compañero”.

“¡El mejor!. El es el mejor!”.

* Este fue el innovador que llegó a ser Arzobispo de la Iglesia del Estado de Grecia en una manera
anti canónica y en el año 1,924 cambió el calendario, también una manera anti canónica. Hacia
finales del siglo veinte, la Logia masónica de Atenas reveló que él fue un Masón.
“¿Qué?, él es el mejor?”

“Por supuesto, ya que sin él nadie iría al Paraíso”*.

Este era nuestro amado padrecito, Papá-Nicolás (que sus bendiciones estén
siempre con nosotros).

Cuando nuestro finado Arzobispo Auxencio de Atenas nos visitó en 1,992,


le dimos una copia del libro en Griego de Papá-Nicolás, que él nunca había leído.
Quedó tan impresionado que saldría de su habitación con emoción para repetirnos
este o aquel pasaje. El habló de Papá-Nicolás durante días, recordando anécdotas
del libro, y nos agradeció una y otra vez por haberle presentado al Santo.

Una vez, visitamos la Iglesia de San Juan en Atenas donde se encuentran las
reliquias de San Nicolás, y el candelero nos dijo que nunca conoció a Papá-Nicolás,
habiendo venido a la Iglesia como un joven, que había servido unos pocos años,
un flujo continuo de personas vendría a traer aceite de olivo para los candiles y a
prender velas. Invariablemente todos, hablaban acerca de los signos y milagros
realizado por Papá-Nicolás. “¡Ay!”, dijo el candelero, yo no escribí estas
narraciones. Hoy habría algunos volúmenes conteniendo los milagros”.

Oren por nosotros, queridos compañeros y peregrinos, que hallemos


misericordia en el día del Señor. Y oren por nuestros benefactores Miguel y Filotea
y su familia, quienes hicieron posible esta segunda impresión.

MONASTERIO DE LA SANTA TRANSFIGURACION

El Ingreso de la Santísima Teotókos

Noviembre 2,000
* “Sin tentaciones, nadie será salvado”. – S. Antonio el Magno.

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Los difuntos Sr. Alejandro Papadimitríu y Sra. en la

Casa que Papá-Nicolás visitaba.

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EL ARCO DE ADRIANO, c. 1,871

(Ver pág. . . )

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PAP-NICOLAS PLANAS

Icono escrito por el Monasterio de la Santa Transfiguración

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EL SERVICIO PARA PAPA-NICOLAS


Compuesto por el Monasterio de la Santa Transfiguración

VISPERAS

Para Señor, ha Tí he clamado, cantamos los siguientes Stijera:

Cuarto Tono. Como un valiente


Tú nos das como un signo, * brillando con la gracia de Dios, * fe que mueve montes,
y fatigas fuera de la fuerza del hombre; * pues en un oscuro e impío día, ¡oh! tri-
bendito Nicolás, * tú mostraste humildad, * fe en Cristo, y sencillez * como vía de
vida. * Pues cantando a Dios tu toda larga vida, fuiste adornado con signos y
pasmos * que probó la verdad de tu vida.

Con el lento paso de lasos pies * visitaste a los que pedíante; * ahora con prisa de
rayo en las alas de gracia, estás con todos los que piensan en tí, con afán y ardiente
fe, * trayéndoles tu gozo de corazón, * con las sanaciones de males * y el fin de
pesar. * Mientras nos reunimos a honrar tu memoria con santos cantos, ¡oh! Padre,
* estate con nos también, cediendo luz.

Con tu virtuosa forma de vida, * trajiste a piedad * multitudes de almas como


guerreros de Cristo, * al confortar los heridos y dar fuerza a los valientes * y alzaste
a ferviente celo * a los que largo quedaron lejos * de los campos de batalla. * Al
frente has ahora salido en triunfo al Reino que ansiaste, * ¡oh! justo Presbítero
Nicolás.

Loemos a aquél angélico espíritu * vestido de terrenal y mortal greda, * cuyo


seráfico celo pasó los límites de la carne, * aquélla dócil oveja vestida con fulgor,
el buen pastor muy temible a los lobos, * paciente en su pobreza * e impasible por
el fluir de monedas * fluyendo por sus manos, * aquella real imagen de Ortodoxía
mostrada no por palabra, más claro ejemplo de piedad.

Gloria. Plagal del Segundo Tono

¿Con qué elocuencia de canto loaremos la personificación de sencillez?. Quién


puede insertar correcta loa para aquél cansado ancianito, que diariamente venció
al dragón cuya cola abatió las estrellas del cielo?. Tus días eran fijos ante Dios en
oración por el mundo, ¡oh! venerable Padre Nicolás, y tus noches alumbraban para
tu goce. Mientras danzas en gozo con los Santos cuyas sendas seguiste, ruega a
Dios tenga piedad de nos en tiempo de parvedad, y salve nuestras almas.

Ahora. Teotokíon

¿Quién no te llamaría bendita, ¡oh! santísima Virgen?. Quién no loaría tu indoloro


parto?. Pues el Unigénito Hijo, Quien brilló del Padre atemporalmente, brotó de
tí, la pura, habiéndose inefable encarnado, siendo Dios por natura y deviniendo
hombre por nos; no dividido El en dos personas, sino conocido El en dos sin
mezcla naturas. A El rogamos, ¡oh! augusta y muy bendita, tenga piedad de
nuestras almas.

Para la Rogativa. Primer Tono

Loemos con himnos, ¡oh! fieles, la festiva memoria de nuestro inspirado


presbítero, pues este bendito hombre nunca dióse al sueño de pereza, más pasó su
vida incansable, siempre cantando y ofreciendo el racional e incruento Sacrificio
al Señor, y su juventud fue renovada como el de águila. Dejando atrás toda
material atención, de pie ante el Señor día y noche, Sirviéndole en santidad y
virtud, sanando a los que acercábanse, y vertiendo bondades sobre ellos. Como
una copa del Santo Espíritu, fue lleno con Su gracia; trasladado de lo presente, fue
inscrito con los coros de los justos; y él intercede ante Cristo que nos conceda
piedad.

Mismo Tono

Probaste ser dócil, humilde de corazón, inocente, y lleno de virtud, ¡oh! Nicolás,
nuestro justo Padre. Místicamente instruido en la sabiduría que supera todo
entender, parecías tonto al necio mundo; más habiendo echado lejos de tí toda
pretensión y vanidad, deviniste amado y precioso por todos. Por tu dulce y
pacífico modo, trajiste a todos a reconciliación, y manifestado como un genuino
hijo de paz. Y ahora mientras gozas tu adopción como un hijo de Dios, no olvides
a los que honran tu memoria, ¡oh! bendito de Dios.

Gloria. Plagal del Primer Tono

¡Oh! justo Padre Nicolás, como cuando aún vivías entre nos, largamente dabas tu
amoroso cuidado a los hombres, con todo, envía tus dádivas sobre nos los
humildes. Apresúrate, ¡oh! compasivo Padre, ayudarnos a los que cayeron en
graves congojas y múltiples males, y líbranos de ellos por tu mediación. Errores,
herejías, engaños, y la falta de toda virtud han aumentado, y no se puede hallar
un hombre que tenga intelecto; pues la fe decayó, la doblez domina, y el decoro
moral, del todo tenido en nada. Pues he aquí, devinimos como fue al principio,
cuando Dios no rigió entre nos, y nuestras pasiones rigen como si ellas fueran Dios.
Por eso, ¡oh! Padre, apresúrate a salvarnos por tu paternal favor.
Ahora. Teotokíon

Nos los fieles bendecímoste, ¡oh! Virgen Teotókos, y gloriámoste, como es propio
y debido: ¡Oh! inmóvil ciudad, imbatible muralla, invencible protección, y cubierto
refugio de nuestras almas.

Para el Apóstija, los siguientes Stijera:

Plagal del Cuarto Tono. ¡Oh! nuevo portento

Toda tu vida pasó en loa a Dios * y en amor de Sus amigos;* y pasando tu tiempo
en oración, * andando diariamente con los Santos, * deviniste en un Santo. * tú,
elegido por Dios desde mocedad, * con fuertes fatigas hiciste tu elección firme. *
¡oh! Padre Nicolás, * ahora unido a todos los Santos en luz, * importuna a la Luz
brillar sobre los que hónrante.

Verso: Tu sacerdote, ¡Oh! Señor, será vestido con virtud, y Tu justicia se


alegrará.

Todo estorbo del enemigo * totalmente disipado, * al calor de tu ardiente oración


* y tu paciencia fuerte en fe * en la bondad y fuerza de Dios, destruiste todo escollo
por paz, * primero en sí mismo, luego en los que vinieron a tí. * ¡oh! Padre Nicolás,
* sé entre nos ahora, cediendo paz y gozo, * mientras guardamos tu festival y
cantamos tu loa con fe.

Verso: Una luz amaneció para el justo hombre, y alegría para los rectos de
corazón.

Angeles por la noche alumbran tu senda para tí; * de día, la lluvia no te toca; * al
ignorar dolencia, * te esfuerzas en amor a servir a los necesitados. * Por eso el
Salvador, Quien vio tu disposición * ir más allá de lo natural en simpatía por las
almas, * hizo a la naturaleza perder sus leyes, * haciendo senda ante el amado
amigo del Rey, * con Angélicas escoltas para tu pequeño y fatigado cuerpo.

Gloria. Segundo Tono

¡Oh! inspirado Padre Nicolás, tu servicio ofrecido con ardiente fe, unidad de
espíritu, y cansancio del cuerpo, en la faz de tentaciones, humillaciones, y penas,
elevó como agradable incienso ante el trono de Aquél Quien fue crucificado. Cada
día cuando todos se apartaron de la santidad, tú exclamaste: Cantaré a mi Dios por
el tiempo que yo exista. Por eso considéranos ahora que somos como ovejas sin
pastor; no desprecies nuestra debilidad y veleidad, ¡oh! Padre, más sé nuestro guía
y protector, que por tu mediación, hallemos el Reino de los Cielos.

Ahora. Teotokíon

A tí, encomiendo toda mi esperanza ¡oh! Madre de Dios, guárdame bajo tu


amparo.

HIMNO DE DESPEDIDA

Plagal del Primer Tono. Adoremos al Verbo

Loemos a nuestro protector, el piadoso Nicolás; * como uno dotado de bendita


virtud, él brilló como un real sacerdote * del Altísimo Dios, y fue Su ardiente
adorador. * Pues, por su santa vida en la tierra, * nos dejó las más sublimes, santas
y constantes enseñanzas * de sufrimiento, docilidad, paciencia, real humildad y
real divino amor.

Y la Despedida

MATUTINOS

Después de la Primera Lectura de los Salmos, los siguientes Himnos Sesionales:

Primer Tono. Los soldados de guardia

Las astutas y perversas tentaciones del adversario * fueron totalmente


avergonzadas por tu humilde soportar, * pues tomaste todos sus golpes como
ocasión para huir a Dios, * más ardiente oración con cada dardo lanzado contra tí,
* tornando piedras de tropiezo en gradas al Cielo, * ¡oh! sensato Nicolás.

Gloria. Repetir el mismo

Ahora. Teotokíon

Conocémoste como la Madre de Dios, que eres realmente una virgen aún después
de tu parto, ¡oh! Doncella; * con anhelo, huimos en fe tu bondad y cariño. * Pues
nos pecadores tenémoste como nuestra cierta protección, * y en toda tentación,
como nuestra pronta salvación, * tú única muy proba.
Después de la Segunda Lectura del Salterio, los siguientes Himnos Sesionales:

Tercer Tono. Tu confesión

Cuando los hostiles a la antigua fe y práctica * tomaron una hacha de dos filos y
un mazo de cantero * para abolir las fiestas de real piedad, * te mantuviste firme
en el ciclo de festivos días * decretados de antiguo en Nicea por mandato de Dios
* mientras danzas en los Cielos, ¡oh! Padre Nicolás, * ruega a Cristo Dios conceder
gran piedad a nos.

Gloria. Repetir el mismo

Ahora. Teotokíon

Encarnándose en tu purísimo seno, * Dios no se separó de Su Divinidad, más


devino real hombre permaneciendo Dios, * y tú, Su Madre, El mantúvola, en
virginidad, * tan pura después del parto como antes. * Intercede ante El con fervor,
Quien es el único Señor, conceder gran piedad a nos, ¡oh! proba.

El Cánon. Antes de los Tropária, decimos, ¡Oh1 Santo de Dios intercede por
nosotros.

Plagal del Cuarto Tono

ODA UNO. Cruzando el agua

Un sacerdote y protector se nos da, * cuyos días fueron una ofrenda * y cuyas
noches fueron una oblación, * que está ante el Dios de portentos, * rogando por
todos los que invocan su nombre.

Tu venerable faz brilló con amor * y heriste al pecador * con el anhelo por santidad.
* ¡Oh! Nicolás, hiere nuestros duros corazones también * con fuerte deseo por la
belleza de santidad.

Los centavos de los pobres no desdeñaste; * las loas de pecadores * ahora aceptas
en tu tierno amor, * y elevas tus clericales manos con súplicas * por nos que
anhelamos por tus oraciones, Padre Nicolás.

Teotokíon
¡Oh! clemente Virgen, que eres el puente * entre la tierra y los Cielos, * tanto para
los Santos como para los que pecan, * mira a qué honduras he caído, * y levántame
a la vida en tu compasión.

ODA TRES. Señor, Tú eres la inmutabilidad

Tu sanaste al hombre y a la bestia con piedad abierta y gratuita para todos * y


estuviste sólo en guerra con los demonios * a quienes heriste con letal oración.

Con aquél amor por el prójimo que trajo a Dos a morar en tu santa alma, * Ruégale
también por nos con fervor, * justo Presbítero Nicolás.

Tu santa obediencia atrajo a otros a obediencia; * tu tenaz servicio a Dios y al


prójimo * hizo a todos los hombres siervos por tí.

Teotokíon

Nos que perdimos la esperanza de los Cielos la recuperamos por tí, * nuestra
Soberana Dama, la siempre Virgen, * y nuestra esperanza, después de Dios Mismo.

HIMNO SESIONAL

Plagal del Cuarto Tono. Al concebir la Sabiduría

En tentaciones, aflicciones, dolencias, * por convulsiones, guerras y calamidades,


* sereno y lleno de fe, * cansaste tu envejecido cuerpo, * día a día laborando en
oración en el altar de Dios y exclamando: * cantaré a mi Dios por el tiempo que yo
exista. * Por eso, te fue dado dones excediendo la natura del hombre, * a que
puedas siempre servir * Aquél por Quien tú te gastaste, * crucificado con El toda
tu vida. * Ya que estás ante El en lo alto, ¡oh! divinamente electo Padre Nicolás, *
obtén Sus tiernas compasiones * para nuestras muy afligidas almas.

Y el Teotokíon

ODA CUATRO. He escuchado y oído

Trajiste el Cielo a la tierra * con la potente oración de tu gran y santa alma. Ahora
lleva al Cielo terrenos corazones * aunque sucios con pecados, gozan cantar tu loa.

Con Ieroteos, Filotea, * y el gran Dionisio, tu eres el bastón y fuerza * escudando a


Atenas de la adversidad, * dando gozo a todos sus fieles Ortodoxos.
Po las labores de cuidados de Marta, te uniste dentro a la visión de María, * de
modo que, siempre sirviendo externamente, * tú, en tí, sentástete a los pies de
Jesús.

Teotokíon

Hacemos bien en loarte, * cuya vasta gracia fue anunciada por Gabriel, * que oyó
al Verbo y Le ensalzó * como nunca nadie lo hizo.

ODA CINCO. Señor, ilumínanos

Humildemente desnudo * como un inocente sacerdote de humildes fatigas, *


fuiste vestido majestuoso con destellos de santidad y rayos de divinidad.

Dios deleitábase tanto con el diario ofrecido sacrificio * que en el día de necesidad,
¡oh! Nicolás, * el pan de ofrenda en portento surtiósete.

¿Quién pensaría del hombre, * débil de cuerpo y tan lento paso * diariamente ataba
al príncipe de la oscuridad * con cadenas de poderosa e incesante oración
infrangible?.

Teotokíon

Si tú no oíste, * ni tuviste al Verbo de Dios fielmente, * ¿por qué el Altísimo Dios


eligióte * ser Su Madre, mediando nuestra eterna vida?.

ODA SEIS. ¡Oh! Señor, ten piedad de mí

Tú bebiste veneno a salvo, * veloces caballos cuando débil por edad; * sufriste
ofensas impasible a la malicia, serviste a tu Cristo levitado sobre la tierra, * pue el
Dios de portentos * vino a morar en tu sencillez.

Tú, que no sabías los nombres* de los que reinaban en la tierra, * fue diariamente
mostrada esa muy pasmosa forma del Tabernáculo, donde todo es misterio, * todo
es la más dulce aroma, * todo es poder, vida, y majestad.

Los Santos mismos eran tus amigos, * que sanaban tus dolencias y males, * que
animáronte en las penas, alejaron tus pesares, sí, y castigaron a tus enemigos, *
llevaron tu oración a los Cielos, * y no oída, se disculparon.

Teotokíon
Todo hombre es mezcla de dos, * menos el Hijo nacido sólo de tí, * Quien tiene Su
cuerpo, alma y rasgos sólo de tí, sin mezcla de otro origen, * teniendo todo de tí,
y a la vez otorgando todo en tí.

KONDAKION

Tercer Tono. En este día la Virgen

Sin tener nada en esta vida * solo el amor de tu Hacedor, * tú Servístele noche y
día * en oración y servicio al prójimo; * a cambio, El envió Sus Angeles ser tu
escolta, * y Sus Santos gozaban compartir en tu diario servicio. * Ahora, ¡oh!
Nicolás, nuestro Padre, * coronado en el Reino, * asístenos en la tierra.

SINAXARION

En el diecisiete de Febrero conmemoramos a nuestro justo e inspirado Padre Nicolás


Planás, Presbítero de Atenas, que reposó en paz en el año de 1,932.

Versos

Sencillo en tus maneras y dócil de corazón, ¡oh! Padre

Un heredero de la tierra de los mansos tú deviniste.

Por sus santas intercesiones, ¡Oh! Dios, ten misericordia de nosotros y sálvanos. Amén.

ODA SIETE. Una vez de fuera de Judea

Deviniste un puerto * y un ángel de consuelo a los en desdicha; * tu sola pacífica


presencia * bastaba a calmar la tempestad, * y ellos voceaban con gritos de gozo: *
¡Oh! Dios de nuestros Padres, bendito eres Tú.

Con numerosas tareas, * con tu paciencia en pesares, con sinfines ayunos y


oraciones, * ¡oh! Nicolás, tú hiciste a tu mente morir a pasiones, * más vivir en
Cristo, clamando: * ¡Oh! Dios de nuestros Padres, bendito eres Tú.

Los pobres vivían de tus clemencias; * Angeles pasmábanse viendo tu humildad


inmoble; * los Santos son tus compañeros; * y nos indignos hijos * pedimos tus
oraciones mientras clamamos: * ¡Oh! Dios de nuestros Padres, bendito eres Tú.

Teotokíon
Honremos a la Virgen, * desgastemos nuestras voces en gozosa loa a ella * por
Quien El Que estaba oculto * es visto por hombres y Angeles, * que juntos claman
como uno: ¡Oh! Dios de nuestros Padres, bendito eres Tú.

ODA OCHO. Siempre ensalcemos

Serviste en la Mística Cena del Señor * cada día de tu vida * como uno de Sus
Apóstoles; * y en el cuarto superior de tu excelsa mente * brilló la luz de los
misterios, * presencia de los Angeles, * comunión con el Altísimo.

Siempre clavado en la Cruz de Cristo tu Salvador, * fuiste manso a la ofensa, *


sobre toda terrena pasión, * heroico en la faz de toda adversidad, * fiel a los Padres,
* bueno con los afligidos, * y en todo a todos los hombres.

El continuo incienso que tú ofreciste * entró en tus huesos, * y llenólos con su


aroma; * más una pasmosa dulzura, * mostrando a todo hombre * que la Vida
Misma mora en tí.

Teotokíon

Muerto a Dios, más vivo a necios goces, * no sé a dónde tornar, * ni sé cuál será mi
fin. * ¡Oh! Madre del Cordero quita los pecados, * ayúdame como tú sabes, * sana
la rota imagen * irreconocible en pasiones.

ODA NUEVE. Muy justamente confesámoste

¡Oh! Salvador, perdona al pecador; * no digas a Tu siervo: * no escuchaste Mis


preceptos, Yo no oiré tus oraciones; * más oye a Tu amigo interceder, * el noble
Nicolás.

Líbrame ¡Oh! Señor, * de mis incontables fallas, * de orgullo de corazón, de


dolencia, de asaltos de los demonios, * y oye a Tu amigo interceder, * el piadoso
Nicolás.

¡Oh! Padre, en nuestra debilidad, * buscamos el loarte * con himnos lejos de tu


gracia, más porque eres bueno, * premia nuestro deseo con tus clemencias, *
piadoso Nicolás.

Teotokíon
¡Oh! Dama Teotókos, * Siempre virgen María, * que tienes diez mil nombres, todos
sumamente dulces, * salva a un amargado transgresor, * que aún tiene esperanza
en tí.

EXAPOSTILARION

Escuchen, mujeres

¡Oh! justo Padre Nicolás, * como el inspirado Espiridón, * aunque la iglesia estaba
casi vacía, * tú encendiste incontables velas * a glorificar Aquél que mora allí; * así
eran tus oídos dignos de oír * la temible resonante himnodia * de los invisibles
Angeles, * tus consiervos ante Dios.

Y el Teotokíon.

Para las Loas cantamos lo siguiente:

Cuarto Tono. A los que Te temen

Tu paternal presencia fue un consuelo animando al roto corazón. * pero


reprendiendo a la altiva mente, * sin necesidad de molestas palabras, * enseñaste
con tu conducta, * en tí mismo mostrando la libertad de los hijos de Dios, * que te
hizo brillar invisible en medio de nos, y buenamente nos atiendes, * sana nuestros
sufrimientos, dispersa nuestra tristeza, * bendícenos, Padre Nicolás.

Tú predijiste cosas de lejos como si las miraras de cerca, * tú andaste ingrávido por
el aire, * hablaste cara a cara con los Santos; * sanaste males gratis; * llenaste con
luz a todas que vino a tí con fe; * tú hiciste a Atenas un Cielo sobre la tierra, *
donde al Señor de Sabaoth fue ofrecido adoración sin cesar * por loa Angeles y por
los hijos de los hombres, * quienes eran uno en su amor por tí.

Mientras besamos tu ícono y tus santas reliquias con devoción, * bendito Presbítero
Nicolás, * míranos desde arriba * con tus usuales clemencias; * sana nuestras almas
y cuerpos, vierte luz sobre nuestras oscurecidas mentes; * has la duradera aflicción
disminuir; * acepta los cantos de loas presentadas a tí, prémiales con tus oraciones
* ante Dios, Quien recíbete como nuestro ardiente embajador.

Gloria. Plagal del Cuarto Tono.


¡Muy bien, tú, buen y fiel siervo!. Muy bien, diligente obrero del Evangelio; pues
abandonando todo terreno lazo desde tu mocedad, tú solo estabas clavado en el
amor y temor del Señor. Con paternal bondad, tú censuraste el miedo de los
ociosos; y teniendo la gracia como aliada, tú te mostraste en estos últimos tiempos
como un gran signo a los que no creen. Pues tu conducta de vida clama: Cristo es
el mismo ayer, hoy y por los siglos; y aceptable al Señor es todo hombre que desea
salvación. Por tus oraciones, ¡oh! muy gozoso Padre Nicolás, atráenos a contrición,
que las nuestras se salven.

Teotokíon

Dama, recibe las súplicas de tus siervos, y líbranos de toda aflicción y necesidad.

La Gran Doxología, y el resto de los Matutinos.

MEGALINARION

Como un simple pastor de corderos de Cristo, * tú atendías tu rebaño bien * en los


pastos de piedad, * nutriendo sus espíritus * con perennes súplicas * y guiándoles
a Cristo, ¡oh! juicioso Padre Nicolás.

(Aquí va un ícono de Papá)

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