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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO

FACULTAD DE ESTUDIOS SUPERIORES ZARAGOZA


PROGRAMA DE MAESTRÍA Y DOCTORADO EN PSICOLOGÍA
RESIDENCIA EN NEUROPSICOLOGÍA CLÍNICA
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Entidades nosológicas
Correa Medina Erick Israel

Trastorno de pánico
El trastorno de pánico (TP) se caracteriza por la presencia recurrente e inesperada de
ataques de pánico. Su frecuencia de presentación puede ser desde unos pocos episodios por
año hasta varios ataques en un día, es bastante común en la población general y se considera
como el padecimiento con mayor número de visitas en los servicios de salud mental. Los
ataques de pánico consisten en el inicio abrupto de un miedo o incomodidad elevados que
alcanzan una alta intensidad en cuestión de minutos, suelen aparecer sin previo aviso y a
menudo no hay un desencadenante específico. Las personas que padecen el ataque perciben
una falta de autocontrol y suele ocurrir en trastornos de ansiedad, emocionales, psicóticos y
por uso de sustancias (Cackovic, Nazir y Marwaha, 2021).

El ataque de pánico se acompañan a menudo de cuatro o más síntomas físicos que


incluyen aumento en las palpitaciones, latidos del corazón o aceleración del ritmo cardíaco,
sudoración, temblores o agitaciones, sensación de falta de aire o de asfixia, dolor o malestar
en el pecho, náuseas o malestar abdominal, sensación de mareo, inestabilidad, aturdimiento,
desmayo, escalofríos, sensaciones de calor, parestesias, desrealización, despersonalización,
miedo a perder el control o "volverse loco" y miedo a morir (American Psychiatric Association,
2013).

El diagnóstico de TP requiere que los ataques de pánico sean seguidos de un mes o


más de preocupación persistente por tener más ataques, además de cambios
comportamentales de la persona por evitar situaciones que son atribuidas como
desencadenantes de los ataques. El TP se debe diagnosticar cuando los síntomas no se
relacionen con el uso de sustancias, medicamentos o condiciones médicas como
hipotiroidismo o disfunción vestibular, ni con la presente de otro trastorno como ansiedad
social; la característica del TP consiste en que el miedo y la ansiedad que ellos experimentan
de manera física es opuesta a la cognitiva (Berenzen et al., 2019).

Si bien el enfoque prevalente parte de una alteración psiquiátrica o de la personalidad,


Perna y Caldirola (2018) realizan un aborda heurístico y proponen al TP como un trastorno de
las capacidades físicas en el que el ataque de pánico es una falsa alarma que surge como una
alteración de los sistemas de defensa sensitiva, lo cual da cuenta de la eficacia de las terapias
que se enfocan en los mecanismos de miedo y ansiedad. Los autores no descartan la cuestión
psiquiátrica el TP, sino que resaltan la relevancia del funcionamiento corporal anormal, el cual
involucra principalmente los sistemas de regulación y cardiorrespiratorios que conllevan a
respuestas insuficientes del organismo a los estímulos internos y externos que se van haciendo
conscientes hasta el inicio del episodio. De esta manera se considera que la reducción en las
capacidades físicas son centrales en el AP, donde la ansiedad y el miedo son inducidos por
señales recurrentes de alteraciones en el funcionamiento corporal.

El tratamiento usual consiste en la administración de fármacos y el acompañamiento


psicológico., principalmente de terapias cognitivo conductuales. Los entrenamientos de
respiración son un método eficaz para reducir la sintomatología del pánico, donde el
aprendizaje de respiraciones lentas mediante la retroalimentación por capnometría ayuda a
reducir el número de episodios de hiperventilación. Por su parte, las técnicas de reducción de
estrés y ansiedad pueden disminuir los efectos adversos generados por la alteración
cardiovascular mediante la disminución e la actividad simpatética (Cackovic, Nazir y Marwaha,
2021).

En cuanto al esquema farmacológico, los antidepresivos y benzodiazepinas son el


estándar en el tratamiento. Los antidepresivo recomendados son los inhibidores selectivos de
la recaptación de serotonina (ISRS); cuando los síntomas son muy intensos se recomienda el
uso de benzodiazepinas como alprazolam hasta que el antidepresivo haga efecto; cuando el
uso de sustancias es comórbido se recomienda el uso de mirtazapina y gabapentina (Thibaut,
2017).

Debido a que no existe una cura para el trastorno de pánico el diagnóstico suele ser
difícil, además, las particularidades de la sintomatología que se presente requiere que el
paciente reciba educación sobre el trastorno para que comprenda que sus síntomas no ponen
en peligro su vida. Es necesario que conozca los distintos tipos de tratamiento y que se
requiere su compromiso, se debe evitar el consumo de alcohol o drogas recreacionales; se
debe enseñar al paciente a reconocer los factores desencadenantes y evitarlos. La familia debe
apoyar al usuario a superar los miedos no realistas y otros comportamientos y finalmente, el
paciente debe modificar su estilo de vida a uno saludable adoptando una buene higiene del
sueño, realización de ejercicios y una dieta saludable (Legey et al., 2017).
Referencias:

Berenz, E. C., York, T. P., Bing-Canar, H., Amstadter, A. B., Mezuk, B., Gardner, C. O., &
Roberson-Nay, R. (2019). Time course of panic disorder and posttraumatic stress
disorder onsets. Social psychiatry and psychiatric epidemiology, 54(5), 639–647.

Cackovic, C., Nazir, S., & Marwaha, R. (2021). Panic Disorder. In StatPearls. StatPearls
Publishing.

Legey, S., Aquino, F., Lamego, M. K., et al. (2017). Relationship Among Physical Activity Level,
Mood and Anxiety States and Quality of Life in Physical Education Students. Clinical
practice and epidemiology in mental health : CP & EMH, 13, 82–91.

Perna, G., & Caldirola, D. (2018). Is panic disorder a disorder of physical fitness? A heuristic
proposal. F1000Research, 7, 294.

Thibaut F. (2017). Anxiety disorders: a review of current literature. Dialogues in clinical


neuroscience, 19(2), 87–88.

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