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Núm.

70 Boletín Oficial de Aragón 07/04/2011

LEY 10/2011, de 24 de marzo, de derechos y garantías de la dignidad de la persona en


el proceso de morir y de la muerte.

En nombre del Rey y como Presidente de la Comunidad Autónoma de Aragón, promulgo


la presente Ley, aprobada por las Cortes de Aragón y ordeno se publique en el «Boletín Oficial
de Aragón» y en el «Boletín Oficial del Estado», todo ello de conformidad con lo dispuesto en
el artículo 45 del Estatuto de Autonomía de Aragón.

PREÁMBULO
I

El artículo 149.1.16.ª de la Constitución Española atribuye al Estado la competencia exclu-


siva en materia de bases y coordinación general de la sanidad. En su artículo 43, reconoce el
derecho a la protección de la salud y atribuye a los poderes públicos la organización y tutela
de la salud pública, a través de medidas preventivas y de las prestaciones y servicios nece-
sarios.
En el ámbito autonómico, el artículo 71.55.ª del Estatuto de Autonomía de Aragón, aproba-
do por Ley Orgánica 5/2007, de 20 de abril, confiere a la Comunidad Autónoma la competen-
cia exclusiva en materia de sanidad y salud pública.
Asimismo, el artículo 6.1 del Estatuto de Autonomía de Aragón indica que los derechos y
libertades de los aragoneses y aragonesas son los reconocidos en la Constitución, los inclui-
dos en la Declaración Universal de Derechos Humanos y en los demás instrumentos interna-
cionales de protección de los mismos suscritos o ratificados por España, así como los esta-
blecidos en el ámbito de la Comunidad Autónoma por el propio Estatuto. De igual manera, el
apartado segundo de dicho artículo 6 indica que los poderes públicos aragoneses están vin-
culados por estos derechos y libertades y además deben velar por su protección y respeto,
así como promover su pleno ejercicio.
Entre los derechos establecidos tanto en la Constitución (artículo 43) como en el Estatuto
de Autonomía de Aragón (artículo 14), figura el derecho a la protección de la salud. En con-
creto, el apartado segundo de este último precepto afirma que los poderes públicos aragone-
ses garantizarán la existencia de un sistema sanitario público desarrollado desde los princi-
pios de universalidad y calidad, una asistencia sanitaria digna, con información suficiente al
paciente sobre los derechos que le asisten como usuario. Y en ese mismo artículo 14, en su
apartado 4, se establece que todas las personas podrán expresar su voluntad, incluso de
forma anticipada, sobre las intervenciones y tratamientos médicos que desean recibir.
Los derechos reconocidos en el Capítulo I del Título I del Estatuto de Autonomía vinculan
a todos los poderes públicos aragoneses y, dependiendo de la naturaleza de cada derecho, a
los particulares, debiendo ser interpretados en el sentido más favorable a su plena efectivi-
dad. Las Cortes de Aragón deben aprobar las correspondientes leyes de desarrollo, que res-
petarán, en todo caso, el contenido de los mismos establecido por el Estatuto y determinarán
las prestaciones y servicios vinculados, en su caso, al ejercicio de estos derechos.
En el ámbito normativo de la Comunidad Autónoma de Aragón, la Ley 6/2002, de 15 de
abril, de Salud de Aragón, dispone en el apartado a) de su artículo 2, entre otros principios
rectores, que las actuaciones sobre protección de la salud se inspirarán en el principio de
concepción integral de la salud.

II

Las cuestiones relacionadas con el proceso de morir y de la muerte han adquirido gran
importancia en nuestra sociedad. Por un lado, los avances de la medicina y otras ciencias
afines permiten la prolongación de la vida o el mantenimiento de funciones vitales hasta lími-
tes insospechados hace pocos años. Ello, sumado al envejecimiento de la población y al
consiguiente incremento de las enfermedades crónicas, hace que un número creciente de
personas con enfermedades degenerativas o irreversibles lleguen a una situación terminal,
caracterizada por la incurabilidad de la enfermedad causal y un pronóstico de vida limitado,
con frecuencia en un contexto de atención sanitaria intensiva altamente tecnificada. Por otra
parte, la emergencia del valor de la autonomía personal ha modificado profundamente los
valores de la relación clínica, que debe adaptarse ahora a la individualidad de la persona
enferma. En una sociedad democrática, el respeto a la libertad y a la autonomía de la voluntad
de la persona ha de mantenerse durante la enfermedad y alcanzar plenamente al proceso de
morir y de la muerte.

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El Convenio del Consejo de Europa para la protección de los derechos humanos y la dig-
nidad del ser humano respecto de las aplicaciones de la biología y la medicina (Convenio
sobre los derechos del hombre y la biomedicina), suscrito en Oviedo el día 4 de abril de 1997,
establece, en su artículo 5, que una intervención en el ámbito de la sanidad solo podrá efec-
tuarse después de que la persona afectada haya dado su libre e informado consentimiento.
De igual manera, la Declaración Universal sobre bioética y derechos humanos, aprobada por
la Conferencia General de la UNESCO el 19 de octubre de 2005, determina, en su artículo 5,
que se habrá de respetar la autonomía de la persona en lo que se refiere a la facultad de
adoptar decisiones.
El ejercicio de este derecho tiene especial trascendencia en la sociedad aragonesa, multi-
cultural y diversa, en la que coexisten distintas creencias, valores y preferencias acerca de la
muerte y de la forma de afrontarla, que merecen igual respeto y garantía de su libre ejercicio,
siempre que no se infrinja lo establecido en el ordenamiento jurídico. Tanto la Ley 14/1986, de
24 de abril, General de Sanidad, como la Ley 6/2002, de 15 de abril, de Salud de Aragón, han
reconocido y regulado el derecho a la autonomía individual de los pacientes con respecto a
su estado de salud. Sin embargo, la frecuencia cada vez mayor de situaciones complejas
relacionadas con la capacidad de decisión sobre la propia vida y sobre la aplicación o no de
determinados tratamientos, que han motivado un amplio debate social, refleja la conveniencia
de abordar de forma específica la regulación de los derechos de quienes afrontan el proceso
de su muerte, con el fin de preservar la dignidad de la persona en ese trance, respetar su
autonomía y garantizar el pleno ejercicio de sus derechos.
Mediante la presente Ley, en el marco de lo dispuesto en el Estatuto de Autonomía para
Aragón, se procede al desarrollo del artículo 14 del Estatuto de Autonomía de Aragón, en re-
lación con su artículo 12.1, reflejando los contenidos éticos de una regulación normativa sobre
la dignidad de las personas ante el proceso de morir y de la muerte.
Todos los seres humanos tienen derecho a vivir dignamente. El ordenamiento jurídico tra-
ta de concretar y simultáneamente proteger este derecho. Pero la muerte también forma
parte de la vida. Morir constituye el acto final de la biografía personal de cada ser humano y
no puede ser separada de aquella como algo distinto. Por tanto, el imperativo de la vida digna
alcanza también a la muerte. Una vida digna requiere una atención digna en la etapa final de
la vida y una muerte digna.
El derecho a una vida humana digna no se puede truncar con una muerte indigna. El or-
denamiento jurídico está, por tanto, llamado también a concretar y proteger este ideal de la
muerte digna.
La dimensión concreta de este ideal y los derechos que generan han sido motivo de deba-
te en los últimos años, no solo en nuestro país, en nuestra Comunidad Autónoma, sino en el
mundo entero. Sin embargo, hoy en día puede afirmarse que existe un consenso ético y jurí-
dico bastante consolidado en torno a algunos de los contenidos y derechos del ideal de la
buena muerte, sobre los que inciden los artículos de la presente Ley.
Entre los contenidos claves del ideal de muerte digna que gozan de consenso se encuen-
tra el derecho de los pacientes a recibir cuidados paliativos integrales de alta calidad. La Re-
comendación 1418/1999, de la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa, sobre «Pro-
tección de los derechos humanos y la dignidad de los enfermos terminales y moribundos», ya
lo estableció así. La Recomendación 24/2003, del Consejo de Europa, sobre «La organiza-
ción de los cuidados paliativos», sugiere que se adopten medidas legislativas para establecer
un marco coherente sobre cuidados paliativos. Dichas Recomendaciones fueron tomadas en
consideración en la Proposición no de Ley sobre cuidados paliativos, aprobada por la Comi-
sión de Sanidad del Congreso de los Diputados el 10 de mayo de 2005.
En cambio, no puede afirmarse que exista consenso ético y jurídico en determinadas si-
tuaciones como la de permitir al paciente que sufre solicitar ayuda para que otro termine con
su vida. En este punto resulta obligado hacer referencia a un término tan relevante como el
de «eutanasia». Etimológicamente, el término solo significa «buena muerte» y, en este senti-
do etimológico, vendría a resumir de excelente manera el ideal de la muerte digna. Sin em-
bargo, esta palabra se ha ido cargando de numerosos significados y adherencias emociona-
les, que la han vuelto imprecisa y necesitada de una nueva definición. Para deslindar sus
diversos significados se han introducido adjetivos como «activa», «pasiva», «directa», «indi-
recta», «voluntaria» o «involuntaria». El resultado final ha sido que la confusión entre la ciu-
dadanía, los profesionales sanitarios, los medios de comunicación y, aun, los expertos en
bioética o en derecho no ha hecho sino aumentar. Como un intento de delimitar el significado
de la palabra eutanasia, existe hoy en día una tendencia creciente a considerar solo como tal
las actuaciones que: a) producen la muerte de los pacientes, es decir, que la causan de forma
directa e intencionada mediante una relación causa-efecto única e inmediata, b) se realizan a

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petición expresa, reiterada en el tiempo, e informada de los pacientes en situación de capaci-


dad, c) se realizan en un contexto de sufrimiento debido a una enfermedad incurable que el
paciente experimenta como inaceptable y que no ha podido ser mitigado por otros medios,
por ejemplo, mediante cuidados paliativos, y d) son realizadas por profesionales sanitarios
que conocen a los pacientes y mantienen con ellos una relación clínica significativa.
De acuerdo con estos criterios, las actuaciones que no encajen en los supuestos anterio-
res no deberían ser etiquetadas como «eutanasia». El Código Penal vigente no utiliza este
término, pero su artículo 143.4 incluye la situación expuesta mediante un subtipo privilegiado
para una forma de auxilio o inducción al suicidio.
La presente Ley no contempla la regulación de la «eutanasia». Por el contrario, el rechazo
de tratamiento, la limitación de medidas de soporte vital y la sedación paliativa no deben ser
calificadas como acciones de eutanasia. Dichas actuaciones nunca buscan deliberadamente
la muerte, sino aliviar o evitar el sufrimiento, respetar la autonomía del paciente y humanizar
el proceso de morir y de la muerte. Aceptar el derecho de las personas enfermas a rechazar
una determinada intervención sanitaria no es sino mostrar un exquisito respeto a la autono-
mía personal, a la libertad de cada uno para gestionar su propia biografía asumiendo las
consecuencias de las decisiones que toma.
El uso inadecuado de medidas de soporte vital, esto es, su aplicación cuando no tienen
otro efecto que mantener artificialmente una vida meramente biológica, sin posibilidades rea-
les de recuperación de la integridad funcional de la vida personal, es contrario a la dignidad
de la vida humana. Por eso, no iniciar o retirar dichas medidas es algo que solo aspira a res-
petar dicha dignidad de forma plena. Facilitar, a aquellas personas en situación terminal que
libremente lo deseen, la posibilidad de entrar en la muerte sin sufrimiento, en paz, no puede
ser sino otra expresión del respeto a la dignidad del ser humano. Ninguna de estas prácticas
puede ser considerada contraria a una ética basada en la idea de dignidad y en el respeto a
la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Antes al contrario, deben ser considera-
das buena práctica clínica y actuaciones profesionales plenamente conformes a la legalidad
vigente.
En los últimos años, diversos casos relacionados con el rechazo de tratamiento, la limita-
ción de medidas de soporte vital o la sedación paliativa han sido motivo de debate en la so-
ciedad aragonesa y española. En ellos se han generado dudas acerca de si las actuaciones
de los profesionales habían sido éticamente correctas y conformes a Derecho. Esta Ley quie-
re contribuir decisivamente a proporcionar seguridad jurídica, a la ciudadanía y a los profesio-
nales sanitarios, en las actuaciones contempladas en ella.

III

Reconocido en la legislación vigente, tanto nacional como autonómica, se encuentra el


derecho de las personas a redactar un documento escrito en el que hagan constar sus deseos
y preferencias de tratamiento para el caso eventual en el que no puedan decidir por sí mis-
mas, así como a designar mediante dicho documento a quién tomará decisiones en su lugar.
La Ley 6/2002, de 15 de abril, de Salud de Aragón, regula en su capítulo III, artículo 15, el
ejercicio de las voluntades anticipadas, su declaración y efectos, entendiendo por voluntades
anticipadas el documento dirigido al médico o médica responsable en el que una persona
mayor de edad, con capacidad legal suficiente, libremente manifiesta las instrucciones a tener
en cuenta cuando se encuentre en una situación en que las circunstancias que concurran no
le permitan expresar personalmente su voluntad. El Decreto 100/2003, de 6 de mayo, del
Gobierno de Aragón, aprobó el reglamento de organización y funcionamiento del Registro de
Voluntades Anticipadas, que, tras la Ley 8/2009, de 22 de diciembre, de modificación de la
Ley de Salud, pasó a depender del departamento competente en materia de salud. Dicha Ley
8/2009 ya introdujo algunos cambios en la formalización del documento de voluntades antici-
padas, reduciendo, por ejemplo, de tres a dos los testigos ante los que puede realizarse. Por
la presente Ley se amplía dicha formalización a un tercer procedimiento, además de los dos
regulados hasta ahora, y se reconoce también a los menores emancipados y a los menores
aragoneses mayores de catorce años, con la debida asistencia, la posibilidad de otorgar do-
cumento de voluntades anticipadas.
Por ello, la presente Ley ofrece un marco inmejorable para actualizar la regulación jurídica
de este importante contenido del ideal de la muerte digna. La experiencia acumulada indica
que la legislación actual se puede mejorar más. Desde la perspectiva del principio de autono-
mía de la voluntad de la persona, existen dos cauces o instrumentos principales para hacer
posible su dignidad en el proceso de morir y de la muerte. El primero, el derecho de la perso-
na a la información clínica, al consentimiento informado y a la toma de decisiones. El segundo

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consiste en el derecho de la persona a realizar la declaración de voluntades anticipadas y a


que sean respetadas las mismas. Se trata de dos derechos que tienen un presupuesto común
-el principio de autonomía de la voluntad-, si bien en el consentimiento informado dicha volun-
tad se manifiesta de presente, es decir, en el momento mismo en que surge la necesidad de
la intervención sanitaria, mientras que en la declaración de voluntades anticipadas se anticipa
el consentimiento para el caso de que surja esa necesidad.
Desde esta perspectiva, una de las reformas conceptuales que se introducen en la presen-
te Ley es la de incorporar el ámbito de los «valores vitales de la persona» al contenido del
documento de voluntades anticipadas, así como la posibilidad de dar a la ciudadanía mayor
accesibilidad a la declaración de voluntades anticipadas.
La presente Ley prevé que el otorgamiento del documento de voluntades anticipadas se
pueda formalizar bien ante notario, en documento privado ante dos testigos o en presencia de
personal habilitado por el departamento competente en materia de salud, facilitando de este
modo el otorgamiento del documento de voluntades anticipadas, cualquiera que sea el punto
territorial de la Comunidad Autónoma de Aragón, y, con ello, la accesibilidad de la ciudadanía
al Registro de Voluntades Vitales Anticipadas.
Otro aspecto puesto de manifiesto es la necesidad de mejorar la accesibilidad de los pro-
fesionales sanitarios que participan en la atención sanitaria al documento de voluntades anti-
cipadas. Así, la Ley amplía ese deber a todo el equipo sanitario encargado de la atención
sanitaria, reforzando de este modo la eficacia de la declaración, de cuya existencia se dejará
constancia en la historia clínica de acuerdo con la legislación vigente.
Por otra parte, es novedosa e importante la regulación expresa de los deberes de los pro-
fesionales sanitarios respecto a las declaraciones de voluntades anticipadas, al establecer la
obligación de proporcionar a las personas información acerca de la declaración, de recabar
información sobre si se ha otorgado, de consultar, en su caso, el Registro de Voluntades Vita-
les Anticipadas para conocer su contenido y el deber de respetar los valores e instrucciones
contenidos en el documento.
Otro punto principal es la delimitación de las funciones de la persona representante desig-
nada por la persona autora de la declaración. La práctica ha puesto de manifiesto que los
principales problemas de interpretación de la declaración de voluntades anticipadas y del
papel de la persona representante surgen cuando las situaciones clínicas no han sido previs-
tas -hay que recordar que este instrumento se puede utilizar tanto por personas que están
sufriendo ya una enfermedad terminal, como por otras que simplemente anticipan su voluntad
para el caso de que puedan surgir situaciones futuras- al ser casi imposible prever todas y
cada una de ellas. Además, son gran número las declaraciones de voluntades anticipadas en
las que las personas autoras se limitan a expresar cuáles son sus valores y al nombramiento
de una persona representante, sin especificar ninguna instrucción o situación clínica determi-
nada. Por todas estas razones, se ha considerado muy conveniente concretar más su fun-
ción, así como los criterios hermenéuticos que pueda tener en cuenta la persona representan-
te. De este modo, bajo el presupuesto de que esta actuará siempre buscando el mayor
beneficio de la persona que representa y con respeto a su dignidad personal, se dispone que,
para las situaciones clínicas no contempladas explícitamente en el documento, deberá tener
en cuenta tanto los valores vitales recogidos en la declaración, como la voluntad que presun-
tamente tendría el paciente si estuviera en ese momento en situación de capacidad.

IV

Al objeto de asegurar de manera efectiva la plena dignidad en el proceso de morir y de la


muerte, la presente Ley no solo establece y desarrolla los derechos que asisten a las perso-
nas en este trance, sino que también determina los deberes del personal sanitario que atiende
a los pacientes durante este proceso y atribuye un conjunto de obligaciones para instituciones
sanitarias, públicas o privadas, en orden a garantizar los derechos de los pacientes.
Se regulan de esta manera los deberes de los profesionales sanitarios encargados de la
atención a personas ante el proceso de morir y de la muerte, en lo que se refiere a la informa-
ción sobre su proceso, de la que deberá quedar constancia en la historia clínica, y al respeto
de las preferencias del paciente en la toma de decisiones, ya se expresen estas a través del
consentimiento informado o en forma de declaración de voluntades anticipadas, establecién-
dose para este caso criterios mínimos para la valoración de la incapacidad de hecho del pa-
ciente
Especial atención han merecido los deberes de los profesionales respecto de la limitación
de las medidas de soporte vital, con el fin de evitar la denominada obstinación terapéutica y
determinar el procedimiento de retirada o no instauración de estas medidas de forma consen-

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suada entre el equipo asistencial, de acuerdo con el paciente, cuando la situación clínica lo
aconseje, o su representante, y preservando las intervenciones necesarias para el adecuado
confort de la persona en estas circunstancias.
Adquieren las instituciones y centros sanitarios una especial relevancia en esta Ley en
cuanto que garantes del ejercicio de los derechos y tributarios de un conjunto de obligaciones
respecto de la provisión de servicios. En este sentido, los centros e instituciones deben facili-
tar el acompañamiento familiar y garantizar la adecuada atención asistencial, incluyendo el
tratamiento del dolor y tanto el asesoramiento como la atención de cuidados paliativos, de
calidad y equitativa, bien en los centros sanitarios, bien en el propio domicilio del paciente.
De igual forma, procurarán apoyo y soporte emocional a la familia de la persona en situa-
ción terminal, incluyendo la atención al duelo y la provisión de una habitación individual en los
casos en los que la atención se produzca en régimen de internamiento.
Finalmente, la Ley regula la implantación en todos los centros sanitarios de un Comité de
Ética Asistencial, con funciones de asesoramiento en los casos de decisiones clínicas que
planteen conflictos éticos, y se crea el Comité de Bioética de Aragón. La necesidad de este se
basa en la conveniencia de una reflexión seria, permanente, sistemática y continuada, previa
a la toma de decisiones responsables y prudentes en el entorno sanitario. Los protagonistas
de la bioética son los médicos, el personal sanitario y los ciudadanos que se enfrentan a dile-
mas sobre lo que se puede y lo que se debe hacer. Como grupo interdisciplinario de consen-
so y diálogo, mediante un proceso deliberativo, el Comité de Bioética de Aragón intentará
clarificar y resolver conflictos de valores que se pueden presentar en la investigación o en la
práctica clínica.
Por último, en la disposición final primera, se modifican algunos aspectos concretos de la
Ley 6/2002, de 15 de abril, de Salud de Aragón, contenidos en los artículos 4, 13 y 15. Se
amplía al personal habilitado al efecto por el departamento competente en materia de salud
la capacidad de verificación de los requisitos determinantes de la validez del testamento vital,
así como la de informar, asesorar y dar apoyo al ciudadano. Se amplía el acceso a la decla-
ración de voluntades anticipadas a todo el equipo sanitario implicado en el proceso y se esta-
blece la obligatoriedad de que en la historia clínica haya constancia de la existencia del mis-
mo, de acuerdo con la legislación vigente.

TÍTULO I
Disposiciones Generales

Artículo 1.—Objeto.
La presente Ley tiene como objeto regular el ejercicio de los derechos de la persona ante
el proceso de su muerte, los deberes del personal sanitario que atiende a estos pacientes, así
como las garantías y medios que las instituciones sanitarias, tanto públicas como privadas, y
otras entidades estarán obligadas a proporcionar con respecto a ese proceso.
Artículo 2.—Fines.
La presente Ley tiene como fines:
a) Garantizar la dignidad de la persona en el proceso de su muerte.
b) Asegurar la autonomía del paciente y el respeto a su voluntad y valores vitales en la
etapa final de su vida, dentro de los límites reconocidos en la legislación básica en la materia,
incluyendo la manifestada mediante el documento de voluntades anticipadas.
Artículo 3.—Ámbito de aplicación.
1. La presente Ley se aplicará, en el ámbito de la Comunidad Autónoma de Aragón, a las
personas que así lo deseen y que se encuentren en el proceso de su muerte o que afronten
decisiones relacionadas con dicho proceso, al personal implicado en su atención sanitaria, así
como a las instituciones sanitarias, a los centros, servicios y establecimientos que atiendan
dicho proceso, tanto públicos como privados, y a las entidades aseguradoras que presten sus
servicios en Aragón.
2. Las normas sobre capacidad de los pacientes menores de edad y de las personas en
situaciones de incapacidad contenidas en la presente Ley serán de aplicación a los que os-
tenten la vecindad civil aragonesa.
Artículo 4.—Principios básicos.
Son principios básicos que inspiran esta Ley:
a) La garantía del pleno respeto del derecho a la plena dignidad de la persona en el pro-
ceso de morir y de la muerte.
b) La promoción de la libertad, la autonomía y la voluntad de la persona, de acuerdo con
sus deseos, preferencias, creencias y valores vitales, así como la preservación de su intimi-
dad y la confidencialidad de sus datos personales.

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c) La garantía de que el rechazo de un tratamiento por voluntad de la persona o de su re-


presentante, o la interrupción del mismo, no suponga el menoscabo de una atención sanitaria
integral ni del derecho a la plena dignidad de la persona en el proceso de su muerte.
d) La garantía del derecho de todas las personas a recibir cuidados paliativos integrales,
que incluyen un adecuado tratamiento del dolor y de cualquier otro síntoma que surja en el
proceso de morir y de la muerte, así como proporcionar el soporte emocional tanto al pacien-
te como a su familia y allegados, facilitando la elaboración del duelo de una forma saludable.
e) La igualdad efectiva y la ausencia de discriminación en el acceso a los servicios sanita-
rios en el proceso de morir y de la muerte.
Artículo 5.—Definiciones.
A los efectos de la presente Ley, se entiende por:
a) Adecuación de las medidas terapéuticas: retirada o no instauración de una medida de
soporte vital o de cualquier otra intervención que, dado el mal pronóstico del paciente en tér-
minos de cantidad y calidad de vida futuras, constituye, a juicio de los profesionales sanitarios
implicados, algo fútil, que solo contribuye a prolongar en el tiempo una situación clínica caren-
te de expectativas razonables de mejoría.
b) Calidad de vida: satisfacción individual de las condiciones objetivas de vida de una per-
sona desde sus valores vitales.
c) Consentimiento informado: conformidad libre, voluntaria y consciente de un paciente,
manifestada en pleno uso de sus facultades después de recibir y comprender la información
adecuada, para que tenga lugar una actuación que afecta a su salud.
d) Cuidados paliativos: enfoque que mejora la calidad de vida de pacientes y familiares
que se enfrentan a los problemas relacionados con enfermedades amenazantes para la vida,
a través de la prevención y alivio del sufrimiento, por medio de la identificación temprana y la
impecable evaluación y tratamiento del dolor y otros problemas físicos, psicosociales y espi-
rituales.
e) Declaración de voluntades anticipadas: manifestación escrita, hecha para ser incorpo-
rada al Registro de Voluntades Anticipadas, por una persona capaz que, consciente y libre-
mente, expresa las opciones e instrucciones que deben respetarse en la atención sanitaria
que reciba en el caso de que concurran circunstancias clínicas en las cuales no pueda expre-
sar personalmente su voluntad.
f) Historia de valores: conjunto de documentos que recogen los valores vitales de una
persona que dan significado a las decisiones futuras respecto a la atención sanitaria a recibir
y respecto al destino del cuerpo o sus órganos y tejidos y a otras disposiciones para después
de morir.
g) Intervención en el ámbito de la sanidad: toda actuación realizada con fines preventivos,
diagnósticos, terapéuticos, rehabilitadores o de investigación.
h) Médico o médica responsable: profesional que tiene a su cargo coordinar la información
y la asistencia sanitaria del paciente o del usuario, con el carácter de interlocutor principal del
mismo en todo lo referente a su atención e información durante el proceso asistencial, sin
perjuicio de las obligaciones de otros profesionales que participan en las actuaciones asisten-
ciales.
i) Medida de soporte vital: intervención sanitaria destinada a mantener las constantes vita-
les de un paciente, independientemente de que dicha intervención actúe o no terapéutica-
mente sobre la enfermedad de base o el proceso biológico que amenaza su vida.
j) Obstinación terapéutica: situación en la que a una persona, que se encuentra en situa-
ción terminal o de agonía, o afecta de una enfermedad grave e irreversible, se le inician o
mantienen medidas de soporte vital u otras intervenciones carentes de utilidad clínica, que
únicamente prolongan su vida biológica, sin posibilidades reales de mejora o recuperación,
siendo, en consecuencia, susceptibles de limitación.
k) Personas en proceso de morir y de la muerte: personas afectas de una enfermedad
grave, irreversible y de pronóstico mortal, que se encuentran en situación terminal o de ago-
nía.
l) Planificación anticipada de las decisiones sanitarias relativas al proceso de morir y de la
muerte: procesos de reflexión y comunicación entre profesionales, pacientes y familiares, que
ayudan a mejorar la calidad moral en la toma de decisiones de una persona durante el proce-
so de morir y de la muerte, atendiendo, entre otros criterios, al documento de voluntades an-
ticipadas o a cualquier otro que forme parte de su historia de valores.
m) Representante: persona mayor de edad y capaz que emite el consentimiento por repre-
sentación de otra, habiendo sido designada para tal función mediante una declaración de
voluntades anticipadas o, de no existir esta, siguiendo las disposiciones legales aplicables en
la materia.

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n) Sedación paliativa: administración de fármacos, en las dosis y combinaciones requeri-


das, para reducir la conciencia de un paciente en situación terminal o de agonía, o afectas de
una enfermedad grave e irreversible para aliviar adecuadamente su sufrimiento o uno o más
síntomas refractarios, previo consentimiento informado en los términos establecidos en la
Ley.
ñ) Síntoma o sufrimiento refractario: aquel que no responde al tratamiento adecuado y
precisa, para ser aliviado, reducir la conciencia del paciente.
o) Situación de agonía: fase gradual que precede a la muerte y que se manifiesta clínica-
mente por un deterioro físico grave, debilidad extrema, trastornos cognitivos y de conciencia,
dificultad de relación y de ingesta, y pronóstico vital de pocos días.
p) Situación de incapacidad de hecho: situación en la que las personas carecen de enten-
dimiento y voluntad suficientes para gobernar su vida por sí mismas de forma autónoma, sin
que sea necesario que haya recaído resolución judicial firme de incapacitación.
q) Situación terminal: presencia de una enfermedad avanzada, incurable y progresiva, sin
posibilidades razonables de respuesta al tratamiento específico, con un pronóstico de vida
limitado y en la que pueden concurrir síntomas intensos y cambiantes que requieran una asis-
tencia paliativa específica.
r) Valores vitales: conjunto de valores y creencias de una persona que dan sentido a su
proyecto de vida y que sustentan sus decisiones y preferencias en los procesos de enferme-
dad y muerte.

TÍTULO II
Derechos de las personas ante el proceso de morir y de la muerte

Artículo 6.—Derecho a la información asistencial.


1. Las personas que se encuentren en el proceso de morir y de la muerte o que afronten
decisiones relacionadas con dicho proceso tienen derecho a recibir información en los térmi-
nos que establecen los artículos 4 y 5 de la Ley 41/2002, de 14 de noviembre.
2. Cuando, a pesar del explícito ofrecimiento de información asistencial por los profesiona-
les sanitarios implicados en la atención del paciente, este rechace voluntaria y libremente el
ser informado, se respetará dicha decisión, haciéndole ver la trascendencia de la misma y
dejando constancia documental de su renuncia, sin perjuicio de la obtención de su consenti-
miento previo para la intervención, conforme a lo establecido en la Ley 41/2002, de 14 de
noviembre.
Artículo 7.—Derecho a la toma de decisiones y al consentimiento informado.
1. Toda persona tiene el derecho de participar en la planificación anticipada de las decisio-
nes sanitarias relativas a su proceso de morir y de la muerte.
2. Las personas que se encuentren en el proceso de morir y de la muerte o que afronten
decisiones relacionadas con dicho proceso tienen derecho a tomar decisiones respecto a las
intervenciones sanitarias que les afecten.
3. Sin perjuicio de los supuestos previstos en los artículos 10 y 11 de la presente Ley, toda
intervención en este ámbito requiere el previo consentimiento libre y voluntario del paciente,
una vez que haya recibido la información prevista en el artículo 6.
4. El consentimiento será verbal, por regla general, dejándose en todo caso constancia en
la historia clínica, sin perjuicio de lo dispuesto en el artículo 8.2 de la Ley 41/2002, de 14 de
noviembre.
Artículo 8.—Derecho al rechazo y a la retirada de una intervención.
1. Toda persona tiene derecho a rechazar la intervención propuesta por los profesionales
sanitarios, tras un proceso de información y decisión, aunque ello pueda poner en peligro su
vida. Dicho rechazo deberá constar por escrito. Si no pudiere firmar, firmará por el paciente
una persona que actuará como testigo a su ruego, dejando constancia de su identificación y
del motivo que impide la firma por la persona que rechaza la intervención propuesta. Todo ello
deberá constar por escrito en la historia clínica.
2. Igualmente, el paciente tiene derecho a revocar el consentimiento informado emitido
respecto de una intervención concreta, lo que implicará necesariamente la interrupción de
dicha intervención, aunque ello pueda poner en peligro su vida, sin perjuicio de lo dispuesto
en el artículo 4 de la Ley 6/2002, de 15 de abril, de Salud de Aragón.
3. La revocación del consentimiento informado deberá constar por escrito. Si no pudiere
firmar, firmará por el paciente una persona que actuará como testigo a su ruego, dejando
constancia de su identificación y del motivo que impide la firma por la persona que revoca su
consentimiento informado. Todo ello deberá constar por escrito en la historia clínica.

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Artículo 9.—Derecho a realizar la declaración de voluntades anticipadas.


1. Sin perjuicio de lo dispuesto en el artículo 11.1 de la Ley 41/2002, de 14 de noviembre,
toda persona tiene derecho a formalizar su declaración de voluntades anticipadas en las con-
diciones establecidas en la Ley 6/2002, de 15 de abril, y en el resto de normativa que sea de
aplicación.
2. Una vez inscrita, en su caso, la declaración en el Registro de Voluntades Anticipadas, la
información sobre su existencia constará en la historia clínica del paciente, en los términos
que reglamentariamente se determinen.
3. Cuando en la declaración de voluntades anticipadas se designe a una persona repre-
sentante, esta siempre actuará buscando el mayor beneficio y el respeto a la dignidad perso-
nal y a los valores vitales de su representado. En todo caso velará para que, en las situacio-
nes clínicas contempladas en la declaración, se cumplan las instrucciones que la persona a
la que represente haya dejado establecidas.
4. Para la toma de decisiones en las situaciones clínicas no contempladas explícitamente
en la declaración de voluntades anticipadas, a fin de presumir la voluntad que tendría el pa-
ciente si estuviera en ese momento en situación de capacidad, la persona representante
tendrá en cuenta los valores u opciones vitales recogidos en la citada declaración.
5. La persona interesada podrá determinar las funciones de la persona representante,
quien deberá atenerse a las mismas. Asimismo, el que otorga una declaración de voluntades
anticipadas podrá expresar quien quiere que tenga acceso a la misma, así como también sus
restricciones.
Artículo 10.—Derechos de las personas en situaciones de incapacidad respecto a la infor-
mación, la toma de decisiones y el consentimiento informado.
1. Cuando el paciente esté en situación de incapacidad de hecho, a criterio de su médico
o médica responsable, tanto la recepción de la información, como la prestación del consenti-
miento y, en su caso, la elección del domicilio para recibir cuidados paliativos integrales, a que
se refiere el artículo 12, se realizarán, por este orden: por la persona designada específica-
mente a tal fin en la declaración de voluntades anticipadas, por el cónyuge o persona vincu-
lada por análoga relación de afectividad, o por el pariente más próximo o allegado que se
ocupe de él. A falta de tales personas, resolverá el Juez lo que estime más conveniente para
este.
2. En el caso de pacientes incapacitados judicialmente, se estará a lo dispuesto en la sen-
tencia judicial de incapacitación, salvo que en ella no exista prohibición o limitación expresa
sobre la recepción de información o la prestación del consentimiento informado, situación en
la cual el médico o la médica responsable valorará la capacidad de hecho del paciente, en la
forma establecida en el artículo 20.
3. La situación de incapacidad no obsta para que el paciente sea informado y participe en
el proceso de toma de decisiones de modo adecuado a su grado de discernimiento.
4. El ejercicio de los derechos de los pacientes que se encuentren en situación de incapa-
cidad se hará siempre buscando su mayor beneficio y el respeto a su dignidad personal y
valores vitales. Para la interpretación de la voluntad del paciente se tendrán en cuenta tanto
sus deseos expresados previamente como los que hubiera formulado presuntamente de en-
contrarse ahora en situación de capacidad.
Artículo 11.—Derechos de los pacientes menores de edad.
1. Todo paciente menor de edad tiene derecho a recibir información sobre su enfermedad
e intervenciones sanitarias propuestas, de forma adaptada a su capacidad de comprensión.
2. Si el paciente menor de catorce años tiene suficiente juicio para entender el alcance de
la intervención sanitaria propuesta, el consentimiento informado será otorgado por el mismo,
pero se requerirá la autorización conjunta de los titulares de la autoridad familiar o del tutor;
en caso de negativa de alguno de ellos, su autorización podrá ser suplida por el Juez. Contra
la voluntad del menor solo será posible practicar intervenciones sanitarias con autorización
judicial en interés del mismo.
Si el paciente menor de catorce años no tiene suficiente juicio, solo será posible practicar
intervenciones sanitarias cuando lo exija su interés, apreciado conjuntamente por los titulares
de la autoridad familiar o el tutor y, subsidiariamente, por el Juez.
3. Las personas menores mayores de catorce años podrán prestar por sí mismas consen-
timiento informado y otorgar documento de voluntades anticipadas, con la asistencia, en los
casos previstos en el artículo 21 de la Ley 13/2006, de 27 de diciembre, de Derecho de la
Persona, de uno cualquiera de sus padres que esté en ejercicio de la autoridad familiar o, en
su defecto, del tutor. La imposibilidad de prestar la asistencia permitirá al menor solicitarla a
la Junta de Parientes o al Juez. Las mismas normas se aplicarán para la revocación del con-

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sentimiento informado y para el rechazo de la intervención que les sea propuesta por profe-
sionales sanitarios, en los términos previstos en el artículo 8 de esta Ley.
Si el paciente menor mayor de catorce años no está en condiciones de decidir, la interven-
ción sanitaria solo será posible cuando lo exija el interés del mismo apreciado por uno de los
titulares de la autoridad familiar o por el tutor y, subsidiariamente, por el Juez.
4. El proceso de atención a las personas menores de edad respetará las necesidades
especiales de estas y se ajustará a lo establecido en la normativa vigente.
Artículo 12.—Derecho del paciente a recibir cuidados paliativos integrales y a la elección
del domicilio para recibirlos.
Todas las personas afectas de una enfermedad grave, irreversible y de pronóstico mortal,
que se encuentran en situación terminal o de agonía tienen derecho al alivio del sufrimiento,
mediante cuidados paliativos integrales de calidad, en el lugar elegido por el paciente y, si su
situación lo permite y así lo desea, en el domicilio.
Artículo 13.—Derecho del paciente al tratamiento del dolor y de cualquier otro síntoma.
El paciente tiene derecho a recibir la atención idónea que prevenga y alivie el dolor, inclui-
da la sedación si los síntomas son refractarios al tratamiento específico.
Artículo 14.—Derecho del paciente a la administración de sedación paliativa.
El paciente en situación grave e irreversible, terminal o de agonía que padece un sufri-
miento refractario tiene derecho a recibir sedación paliativa.
Artículo 15.—Derecho a la intimidad personal y familiar y a la confidencialidad.
El paciente ante el proceso de morir y de la muerte tiene derecho a que se preserve su
intimidad personal y familiar y a la protección de todos los datos relacionados con su atención
sanitaria.
Artículo 16.—Derecho al acompañamiento.
En los términos expresados en el artículo 23 de esta Ley y siempre que la asistencia se
preste en régimen de internamiento en un centro sanitario, el paciente, ante el proceso de
morir y de la muerte, tiene derecho:
a) A disponer, si así lo desea, de acompañamiento familiar.
b) A recibir, cuando así lo solicite, auxilio espiritual de acuerdo con sus convicciones y
creencias.

TÍTULO III
Deberes de los profesionales sanitarios que
atienden a pacientes ante el proceso de morir y de la muerte

Artículo 17.—Deberes respecto a la información clínica.


1. El profesional sanitario responsable del paciente deberá garantizar el cumplimiento del
derecho a la información establecido en el artículo 6.
2. El resto de los profesionales sanitarios que le atiendan durante el proceso asistencial, o
le apliquen una intervención concreta, también tienen obligación de facilitarle información
clínica en función de su grado de responsabilidad y participación en el proceso de atención
sanitaria.
3. Los profesionales a los que se refieren los apartados 1 y 2 dejarán constancia en la
historia clínica de que dicha información fue proporcionada a los pacientes y suficientemente
comprendida por estos.
Artículo 18.—Deberes respecto a la toma de decisiones clínicas.
1. El profesional sanitario, antes de proponer cualquier intervención sanitaria a una perso-
na en proceso de morir y de la muerte, deberá asegurarse de que la misma está clínicamente
indicada, elaborando su juicio clínico al respecto basándose en el estado de la ciencia, en la
evidencia científica disponible, en su saber profesional, en su experiencia y en el estado clíni-
co, gravedad y pronóstico de la persona afecta. En el caso de que este juicio profesional
concluya en la indicación de una intervención sanitaria, someterá entonces la misma al con-
sentimiento libre y voluntario del paciente, que podrá aceptar la intervención propuesta, elegir
libremente entre las opciones clínicas disponibles o rechazarla, en los términos previstos en
la presente Ley y en la Ley 41/2002, de 14 de noviembre.
2. Todos los profesionales sanitarios implicados en la atención del paciente tienen la obli-
gación de respetar los valores, creencias y preferencias del paciente en la toma de decisiones
clínicas, en los términos previstos en la presente Ley, en la Ley 41/2002, de 14 de noviembre,
en la Ley 6/2002, de 15 de abril, y en sus respectivas normas de desarrollo, debiendo abste-
nerse de imponer criterios de actuación basados en sus propias creencias y convicciones
personales, morales, religiosas o filosóficas.

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Artículo 19.—Deberes respecto a la declaración de voluntades anticipadas.


1. Todos los profesionales sanitarios están obligados a proporcionar, a las personas que se la
soliciten, información acerca del derecho a formular la declaración de voluntades anticipadas.
2. Cuando se preste atención sanitaria a una persona que se encuentre en una situación
que le impida tomar decisiones por sí misma, en los términos previstos en la presente Ley, los
profesionales sanitarios implicados en el proceso consultarán la historia clínica del paciente y,
en su caso, a su familia, allegados o representante, o bien directamente al Registro de Volun-
tades Anticipadas, para comprobar si existe constancia del otorgamiento de declaración de
voluntades anticipadas.
3. Los profesionales sanitarios tienen obligación de respetar los valores e instrucciones
contenidos en la declaración de voluntades anticipadas, en los términos previstos en la pre-
sente Ley, en la Ley 41/2002, de 14 de noviembre, en la Ley 6/2002, de 15 de abril, y en sus
respectivas normas de desarrollo.
Artículo 20.—Deberes respecto a las personas que puedan hallarse en situación de inca-
pacidad de hecho.
1. El profesional sanitario responsable es quien debe valorar si el paciente pudiera hallarse
en una situación de incapacidad de hecho que le impidiera decidir por sí mismo. Tal valoración
debe constar adecuadamente en la historia clínica del paciente. Para determinar la situación
de incapacidad de hecho se evaluarán, entre otros factores que se estimen clínicamente con-
venientes, los siguientes:
a) Si tiene dificultades para comprender la información que se le suministra.
b) Si retiene defectuosamente dicha información durante el proceso de toma de decisio-
nes.
c) Si no utiliza la información de forma lógica durante el proceso de toma de decisiones.
d) Si falla en la apreciación de las posibles consecuencias de las diferentes alternativas.
e) Si no logra tomar finalmente una decisión o comunicarla.
2. Para la valoración de estos criterios se podrá contar con la opinión de otros profesiona-
les implicados directamente en la atención del paciente. Asimismo, se deberá consultar a la
familia con objeto de conocer su opinión.
3. Una vez establecida la situación de incapacidad de hecho, el médico o médica respon-
sable deberá hacer constar en la historia clínica los datos de la persona que deba actuar por
el incapaz, conforme a lo previsto en el artículo 10.1.
Artículo 21.—Deberes respecto a la adecuación de las medidas terapéuticas.
1. El profesional sanitario responsable del paciente, en el ejercicio de una buena práctica
clínica, evitará la obstinación terapéutica y adecuará las medidas terapéuticas cuando la si-
tuación clínica del paciente lo aconseje, de acuerdo con este o su representante. De todo este
proceso se dejará constancia en la historia clínica del paciente.
2. Dicha limitación requiere la opinión coincidente de, al menos, otros dos profesionales sani-
tarios de los que participen en la atención sanitaria del paciente. Al menos uno de ellos deberá ser
personal facultativo médico y otro la enfermera o enfermero responsable de los cuidados. La
identidad de dichos profesionales y su opinión será registrada en la historia clínica.
3. En cualquier caso, el equipo sanitario que atiende al paciente está obligado a ofrecer al
paciente aquellas intervenciones sanitarias necesarias para garantizar su adecuado cuidado
y confort, teniendo en cuenta que la elección de las medidas terapéuticas a aplicar han podido
ser ya expresadas previamente mediante un documento de voluntades anticipadas.

TÍTULO IV
Garantías que proporcionarán las instituciones y centros sanitarios

Artículo 22.—Garantía de los derechos del paciente.


1. La Administración sanitaria, así como las instituciones recogidas en el artículo 3, debe-
rán garantizar, en el ámbito de sus respectivas competencias, el ejercicio de los derechos
establecidos en el Título II de la presente Ley.
2. La institución sanitaria responsable de la atención directa al paciente deberá arbitrar los
medios para que los derechos de este no se vean mermados en ningún caso o eventualidad,
incluida la negativa o ausencia del profesional, así como cualquier otra causa sobrevenida.
Artículo 23.—Acompañamiento del paciente.
1. Los centros e instituciones sanitarias facilitarán a la persona en proceso de morir y de la
muerte el acompañamiento familiar, compatibilizando este con el conjunto de medidas sanita-
rias necesarias para ofrecer una atención de calidad al paciente.
2. Los centros e instituciones sanitarias facilitarán, a petición del paciente, de la persona
que sea su representante o de sus familiares, el acceso de aquellas personas que le puedan

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proporcionar al paciente auxilio espiritual, conforme a sus convicciones y creencias, procuran-


do, en todo caso, que las mismas no interfieran con las actuaciones del equipo sanitario.
Artículo 24.—Apoyo a la familia y personas cuidadoras.
1. Los centros e instituciones prestarán apoyo y asistencia a las personas cuidadoras y
familias de pacientes en proceso de morir y de la muerte, tanto en los centros como en su
domicilio.
2. Los centros e instituciones que atiendan dicho proceso prestarán una atención en el
duelo a la familia y a las personas cuidadoras y promoverán medidas para la aceptación de la
muerte de un ser querido y la prevención del duelo complicado.
Artículo 25.—Asesoramiento en cuidados paliativos.
Se garantizará al paciente en proceso de morir y de la muerte información sobre su estado
de salud y sobre los objetivos de los cuidados paliativos que recibirá durante su proceso, de
acuerdo con sus necesidades y preferencias.
Artículo 26.—Estancia en habitación individual para personas en situación terminal.
1. Los centros e instituciones sanitarias garantizarán al paciente en situación terminal, que
deba ser atendido en régimen de hospitalización, una habitación individual durante su estan-
cia, con el nivel de confort e intimidad que requiere su estado de salud.
2. Asimismo, estos pacientes podrán estar acompañados permanentemente por una per-
sona familiar o allegada.
Artículo 27.—Comité de Bioética de Aragón.
1. Se crea el Comité de Bioética, órgano colegiado, deliberativo, independiente, multidisci-
plinar, participativo y de carácter consultivo, que desarrollará sus funciones, con plena trans-
parencia, sobre materias relacionadas con las implicaciones éticas de la medicina y ciencias
de la salud, con pleno sometimiento al ordenamiento jurídico. En su actuación, el Comité po-
drá tomar en consideración otras normas y documentos de referencia internacional.
2. Reglamentariamente, se regularán sus funciones y composición, los derechos y debe-
res de los miembros del comité, así como las competencias y procedimientos para el desarro-
llo de su trabajo.
Artículo 28.—Comités de Ética Asistencial
1. Se crean los Comités de Ética para la asistencia sanitaria en Aragón, órganos consulti-
vos e interdisciplinares de los centros sanitarios, públicos o privados, constituidos para anali-
zar y asesorar a sus profesionales y usuarios sobre aquellos aspectos de la práctica clínica
que presenten dificultades o peculiaridades de orden ético, así como para impulsar la forma-
ción en bioética de los profesionales sanitarios, con el objetivo final de mejorar la calidad de
la asistencia sanitaria.
2. Existirá al menos un Comité de Ética Asistencial en cada sector sanitario, con sede en
el hospital de referencia del sector.
3. Los centros o servicios sanitarios, públicos o privados, que no cuenten con un Comité
de Ética Asistencial podrán solicitar asesoramiento al comité del sector sanitario.
4. En los casos de discrepancia entre los profesionales sanitarios y los pacientes o, en su
caso, con quienes ejerciten sus derechos, o entre estos y las instituciones sanitarias, en rela-
ción con la atención sanitaria prestada en el proceso de morir y de la muerte, que no se hayan
podido resolver mediante acuerdo entre las partes, se solicitará asesoramiento al Comité de
Ética Asistencial correspondiente, que podrá proponer alternativas o soluciones éticas a
aquellas decisiones clínicas controvertidas. Los informes o dictámenes de los Comités de
Ética Asistencial se dictarán de conformidad con lo dispuesto en la presente Ley y en ningún
caso sustituirán las decisiones que tengan que adoptar los profesionales sanitarios.
5. Las personas integrantes de los Comités estarán obligadas a guardar secreto sobre el
contenido de sus deliberaciones y a proteger la confidencialidad de los datos personales que,
sobre profesionales sanitarios, pacientes, familiares y personas allegadas, hayan podido co-
nocer en su condición de miembros del Comité.
6. Reglamentariamente, se regularán sus funciones y composición, los derechos y debe-
res de los miembros de los Comités de Ética Asistencial, así como las competencias y proce-
dimientos para el desarrollo de su trabajo.

TÍTULO V
Infracciones y sanciones

Artículo 29.—Disposiciones generales.


1. Sin perjuicio de lo previsto en la Ley 14/1986, de 25 de abril, General de Sanidad, y en
la Ley 6/2002, de 15 de abril, de Salud de Aragón, las infracciones contempladas en la pre-
sente Ley y en las especificaciones que la desarrollen en el ejercicio de la potestad reglamen-

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taria serán objeto de sanción administrativa, previa instrucción del oportuno expediente, sin
perjuicio de las responsabilidades civiles, penales o de otro orden que puedan concurrir.
2. No podrán sancionarse los hechos que hayan sido sancionados, penal o administrativa-
mente, en los casos en que se aprecie identidad de sujeto, hecho y fundamento.
3. Son sujetos responsables de las infracciones cometidas, en la materia regulada por esta
Ley, las personas físicas o jurídicas que, por acción u omisión, hubiesen participado en aque-
llas mediando dolo, culpa o negligencia.
Artículo 30.—Infracciones leves.
Se tipifica como infracción leve el incumplimiento de cualquier obligación o la vulneración
de cualquier prohibición de las previstas en esta Ley, siempre que no proceda su calificación
como infracción grave o muy grave.
Artículo 31.—Infracciones graves.
1. Se tipifican como infracciones graves las siguientes:
a) El incumplimiento de las normas relativas a la cumplimentación de los datos clínicos.
b) El impedimento del acompañamiento en el proceso de morir y de la muerte, salvo que
existan circunstancias clínicas que así lo justifiquen.
2. Las infracciones tipificadas como leves podrán calificarse de graves cuando concurra
alguna de las siguientes circunstancias:
a) Lesividad del hecho.
b) Cuantía del eventual beneficio obtenido.
c) Gravedad de la alteración sanitaria y social producida.
d) Grado de intencionalidad.
Artículo 32.—Infracciones muy graves.
1. Se tipifican como infracciones muy graves las siguientes:
a) El obstáculo o impedimento a los ciudadanos o ciudadanas del disfrute de cualquiera de
los derechos expresados en el Título II de la presente Ley.
b) La actuación que suponga incumplimiento de los deberes establecidos en el Título III de
la presente Ley.
2. Las infracciones tipificadas como graves podrán calificarse de muy graves cuando con-
curra alguna de las circunstancias previstas en el apartado 2 del artículo anterior, salvo que
esta concurrencia haya determinado su tipificación como grave.
Artículo 33.—Sanciones.
1. Las infracciones previstas en esta Ley serán objeto de las sanciones contempladas en
el artículo 36 de la Ley 14/1986, de 25 de abril, General de Sanidad.
2. No obstante lo dispuesto en el apartado anterior, si las citadas infracciones son cometi-
das por personal estatutario del Sistema Sanitario Público de Aragón, se sancionarán confor-
me a lo previsto en el artículo 73 de la Ley 55/2003, de 16 de diciembre, del Estatuto Marco
del personal estatutario de los servicios de salud.
3. Para la determinación de la cuantía concreta de las multas a imponer por las infraccio-
nes señaladas en esta Ley, se aplicará una graduación, por tercios, de mínimo, medio y máxi-
mo a cada nivel de infracción y se elegirá el que proceda en función de la negligencia o inten-
cionalidad del infractor, de la existencia de fraude o connivencia, del incumplimiento de
advertencias previas, del número de personas afectadas, del perjuicio causado, del beneficio
obtenido con la infracción, de la permanencia o transitoriedad de los riesgos, y de la concu-
rrencia con otras infracciones sanitarias o del hecho de haber servido para facilitar o encubrir
su comisión. Estas circunstancias se tendrán en cuenta siempre que no formen parte del tipo
de infracción.
4. Sin perjuicio de la sanción económica que pudiera corresponder, en los supuestos de
infracciones muy graves, se podrá acordar por el Gobierno de Aragón la revocación de la
autorización concedida para la actividad en centros y establecimientos sanitarios.
Artículo 34.—Competencia.
El ejercicio de la potestad sancionadora corresponderá a los órganos del departamento
competente en materia de salud, en los términos que se determinen reglamentariamente, sin
perjuicio de la competencia atribuida al Gobierno de Aragón por el apartado 4 del artículo
anterior.

DISPOSICIONES ADICIONALES

Primera.—Difusión de la Ley.
El departamento competente en materia de salud habilitará los mecanismos oportunos
para dar la máxima difusión a la presente ley entre los profesionales y la ciudadanía en gene-
ral.

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Segunda.—Evaluación de la Ley.
El departamento del Gobierno de Aragón competente en materia de salud elaborará, en el
plazo de un año desde la entrada en vigor de la presente Ley, un estudio relativo a la forma
en la que la ciudadanía aragonesa afronta y vive el proceso de su muerte. Este informe se
actualizará periódicamente, con el fin de permitir evaluar con regularidad la aplicación y efec-
tos de esta Ley.
Tercera.—Cuidados paliativos.
1. El Gobierno de Aragón elaborará, en el plazo de un año desde la entrada en vigor de la
presente Ley, el Plan de Cuidados Paliativos de Aragón.
2. La Administración Pública Sanitaria, para el mejor cumplimiento de lo establecido en la
presente Ley en relación con la prestación de cuidados paliativos, procurará una formación
específica de alta calidad a sus profesionales en su ámbito y promoverá las medidas necesa-
rias para disponer en el Sistema de Salud de Aragón del número y dotación adecuados de
unidades de cuidados paliativos y equipos de soporte.

DISPOSICIÓN DEROGATORIA

Única.—Quedan derogadas todas las disposiciones de igual o inferior rango que se opon-
gan a lo establecido en la presente Ley.

DISPOSICIONES FINALES

Primera.—Modificación de la Ley 6/2002, de 15 de abril, de Salud de Aragón.


1. Se modifica la letra l) del apartado 1 del artículo 4 de la Ley 6/2002, de 15 de abril, de
Salud de Aragón, que tendrá la siguiente redacción:
«l) A recibir información adecuada y comprensible sobre su proceso asistencial, incluyen-
do el diagnóstico, el pronóstico, así como los riesgos, beneficios y alternativas de tratamiento,
a la confidencialidad de los datos referentes a su salud y al acceso a la historia clínica en los
términos previstos en el Título III de la presente ley».
2. Se modifica la letra b) del apartado 1 del artículo 13 de la Ley 6/2002, de 15 de abril, de
Salud de Aragón, que queda redactada del siguiente modo:
«b) Cuando la urgencia no permita demoras por la posibilidad de ocasionar lesiones irre-
versibles o existir peligro de fallecimiento y no haya manifestación negativa expresa del enfer-
mo a dicho procedimiento, consultando, cuando las circunstancias lo permitan, lo dispuesto
en su declaración de voluntades anticipadas».
3. Se modifica el artículo 15 de la Ley 6/2002, de 15 de abril, de Salud de Aragón, que
tendrá la siguiente redacción:
«Artículo 15.—Las voluntades anticipadas.
1. Se entiende por voluntades anticipadas el documento en el que una persona con capa-
cidad legal suficiente, mayor de edad, menor emancipado o menor aragonés mayor de cator-
ce años, en su caso con la asistencia prevista en el artículo 21 de la Ley 13/2006, de 27 de
diciembre, de Derecho de la Persona, libremente puede manifestar:
a) Las opciones e instrucciones, expresas y previas, que, ante circunstancias clínicas que
le impidan manifestar su voluntad, deberá respetar el personal sanitario responsable de su
asistencia sanitaria.
b) La designación de un representante, plenamente identificado, que será quien le sustitu-
ya en el otorgamiento del consentimiento informado, en los casos en que este proceda.
c) Su decisión respecto de la donación de sus órganos o de alguno de ellos en concreto,
en el supuesto que se produzca el fallecimiento, de acuerdo con lo establecido en la legisla-
ción general en la materia.
d) Los valores vitales que sustenten sus decisiones y preferencias.
2. Para que la declaración de voluntades anticipadas sea considerada válidamente emiti-
da, además de la capacidad exigida al autor, se requiere que conste por escrito, con la iden-
tificación del autor, su firma, así como fecha y lugar de otorgamiento, siendo recomendable su
inscripción en el Registro de Voluntades Anticipadas a efectos de garantizar su acceso al
equipo sanitario que preste la atención de salud en cualquier parte del territorio nacional y la
posterior incorporación de la información de la existencia del documento de voluntades anti-
cipadas en la historia clínica del paciente. En el supuesto previsto en la letra b) del apartado
primero de este artículo, se requiere que el representante esté plenamente identificado y que
además haya expresado su aceptación a serlo. En todo caso, esta persona deberá ser mayor
de edad y tener plena capacidad.

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3. Además de los mayores de edad, menores emancipados y menores aragoneses mayo-


res de catorce años en los términos indicados en el apartado primero de este artículo, podrán
emitir declaración de voluntades anticipadas los incapacitados judicialmente, salvo que otra
cosa determine la resolución judicial de incapacitación. No obstante, si el personal facultativo
responsable de su asistencia sanitaria cuestionara su capacidad para otorgarla, pondrá los
hechos en conocimiento del Ministerio Fiscal para que, en su caso, inste ante la autoridad
judicial un nuevo proceso que tenga por objeto modificar el alcance de la incapacitación ya
establecida.
4. Cuando se preste atención sanitaria a una persona que se encuentre en una situación
que le impida tomar decisiones por sí misma, en los términos previstos en la presente Ley, los
profesionales sanitarios implicados en el proceso consultarán la historia clínica del paciente y,
en su caso, a su familia, allegados o representante, o bien directamente al Registro de Volun-
tades Anticipadas, para comprobar si existe constancia del otorgamiento de declaración de
voluntades anticipadas, actuando conforme a lo previsto en ella.
5. Debe existir constancia fehaciente de que el documento ha sido otorgado en las condi-
ciones señaladas en los apartados anteriores. A tales efectos, la declaración de voluntades
anticipadas se podrá formalizar mediante uno de los siguientes procedimientos:
a) Ante notario.
b) Ante dos testigos mayores de edad y con plena capacidad de obrar, de los cuales uno
no puede tener relación de parentesco hasta segundo grado ni estar vinculado por relación
patrimonial con el otorgante.
c) Ante el personal habilitado al efecto por el departamento competente en materia de
salud.
6. Se crea el Registro de Voluntades Vitales Anticipadas, que dependerá del departamen-
to competente en materia de Salud. Reglamentariamente se regulará su organización y fun-
cionamiento, así como el acceso a los documentos contenidos en él.
El registro guardará la debida coordinación con el Registro Nacional de Instrucciones Pre-
vias, con el fin de asegurar la eficacia de las instrucciones manifestadas por los pacientes y
formalizadas de acuerdo con lo dispuesto en la presente Ley en todo el territorio del Estado.»
Segunda.—Habilitación al Gobierno de Aragón.
Se faculta al Gobierno de Aragón para dictar cuantas disposiciones sean precisas para el
desarrollo y ejecución de la presente Ley.
Tercera.—Comité de Bioética de Aragón y Comités de Ética Asistencial.
En el plazo de seis meses desde la entrada en vigor de la presente Ley, el Gobierno de
Aragón desarrollará reglamentariamente el Comité de Bioética de Aragón y los Comités de
Ética Asistencial.
Cuarta.—Entrada en vigor.
Esta Ley entrará en vigor a los tres meses de su publicación en el «Boletín Oficial de Ara-
gón».
Así lo dispongo a los efectos del artículo 9.1 de la Constitución y los correspondientes del
Estatuto de Autonomía de Aragón.
Zaragoza, 24 de marzo de 2011.

El Presidente del Gobierno de Aragón,


MARCELINO IGLESIAS RICOU

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