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PREÁMBULO
I
II
Las cuestiones relacionadas con el proceso de morir y de la muerte han adquirido gran
importancia en nuestra sociedad. Por un lado, los avances de la medicina y otras ciencias
afines permiten la prolongación de la vida o el mantenimiento de funciones vitales hasta lími-
tes insospechados hace pocos años. Ello, sumado al envejecimiento de la población y al
consiguiente incremento de las enfermedades crónicas, hace que un número creciente de
personas con enfermedades degenerativas o irreversibles lleguen a una situación terminal,
caracterizada por la incurabilidad de la enfermedad causal y un pronóstico de vida limitado,
con frecuencia en un contexto de atención sanitaria intensiva altamente tecnificada. Por otra
parte, la emergencia del valor de la autonomía personal ha modificado profundamente los
valores de la relación clínica, que debe adaptarse ahora a la individualidad de la persona
enferma. En una sociedad democrática, el respeto a la libertad y a la autonomía de la voluntad
de la persona ha de mantenerse durante la enfermedad y alcanzar plenamente al proceso de
morir y de la muerte.
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El Convenio del Consejo de Europa para la protección de los derechos humanos y la dig-
nidad del ser humano respecto de las aplicaciones de la biología y la medicina (Convenio
sobre los derechos del hombre y la biomedicina), suscrito en Oviedo el día 4 de abril de 1997,
establece, en su artículo 5, que una intervención en el ámbito de la sanidad solo podrá efec-
tuarse después de que la persona afectada haya dado su libre e informado consentimiento.
De igual manera, la Declaración Universal sobre bioética y derechos humanos, aprobada por
la Conferencia General de la UNESCO el 19 de octubre de 2005, determina, en su artículo 5,
que se habrá de respetar la autonomía de la persona en lo que se refiere a la facultad de
adoptar decisiones.
El ejercicio de este derecho tiene especial trascendencia en la sociedad aragonesa, multi-
cultural y diversa, en la que coexisten distintas creencias, valores y preferencias acerca de la
muerte y de la forma de afrontarla, que merecen igual respeto y garantía de su libre ejercicio,
siempre que no se infrinja lo establecido en el ordenamiento jurídico. Tanto la Ley 14/1986, de
24 de abril, General de Sanidad, como la Ley 6/2002, de 15 de abril, de Salud de Aragón, han
reconocido y regulado el derecho a la autonomía individual de los pacientes con respecto a
su estado de salud. Sin embargo, la frecuencia cada vez mayor de situaciones complejas
relacionadas con la capacidad de decisión sobre la propia vida y sobre la aplicación o no de
determinados tratamientos, que han motivado un amplio debate social, refleja la conveniencia
de abordar de forma específica la regulación de los derechos de quienes afrontan el proceso
de su muerte, con el fin de preservar la dignidad de la persona en ese trance, respetar su
autonomía y garantizar el pleno ejercicio de sus derechos.
Mediante la presente Ley, en el marco de lo dispuesto en el Estatuto de Autonomía para
Aragón, se procede al desarrollo del artículo 14 del Estatuto de Autonomía de Aragón, en re-
lación con su artículo 12.1, reflejando los contenidos éticos de una regulación normativa sobre
la dignidad de las personas ante el proceso de morir y de la muerte.
Todos los seres humanos tienen derecho a vivir dignamente. El ordenamiento jurídico tra-
ta de concretar y simultáneamente proteger este derecho. Pero la muerte también forma
parte de la vida. Morir constituye el acto final de la biografía personal de cada ser humano y
no puede ser separada de aquella como algo distinto. Por tanto, el imperativo de la vida digna
alcanza también a la muerte. Una vida digna requiere una atención digna en la etapa final de
la vida y una muerte digna.
El derecho a una vida humana digna no se puede truncar con una muerte indigna. El or-
denamiento jurídico está, por tanto, llamado también a concretar y proteger este ideal de la
muerte digna.
La dimensión concreta de este ideal y los derechos que generan han sido motivo de deba-
te en los últimos años, no solo en nuestro país, en nuestra Comunidad Autónoma, sino en el
mundo entero. Sin embargo, hoy en día puede afirmarse que existe un consenso ético y jurí-
dico bastante consolidado en torno a algunos de los contenidos y derechos del ideal de la
buena muerte, sobre los que inciden los artículos de la presente Ley.
Entre los contenidos claves del ideal de muerte digna que gozan de consenso se encuen-
tra el derecho de los pacientes a recibir cuidados paliativos integrales de alta calidad. La Re-
comendación 1418/1999, de la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa, sobre «Pro-
tección de los derechos humanos y la dignidad de los enfermos terminales y moribundos», ya
lo estableció así. La Recomendación 24/2003, del Consejo de Europa, sobre «La organiza-
ción de los cuidados paliativos», sugiere que se adopten medidas legislativas para establecer
un marco coherente sobre cuidados paliativos. Dichas Recomendaciones fueron tomadas en
consideración en la Proposición no de Ley sobre cuidados paliativos, aprobada por la Comi-
sión de Sanidad del Congreso de los Diputados el 10 de mayo de 2005.
En cambio, no puede afirmarse que exista consenso ético y jurídico en determinadas si-
tuaciones como la de permitir al paciente que sufre solicitar ayuda para que otro termine con
su vida. En este punto resulta obligado hacer referencia a un término tan relevante como el
de «eutanasia». Etimológicamente, el término solo significa «buena muerte» y, en este senti-
do etimológico, vendría a resumir de excelente manera el ideal de la muerte digna. Sin em-
bargo, esta palabra se ha ido cargando de numerosos significados y adherencias emociona-
les, que la han vuelto imprecisa y necesitada de una nueva definición. Para deslindar sus
diversos significados se han introducido adjetivos como «activa», «pasiva», «directa», «indi-
recta», «voluntaria» o «involuntaria». El resultado final ha sido que la confusión entre la ciu-
dadanía, los profesionales sanitarios, los medios de comunicación y, aun, los expertos en
bioética o en derecho no ha hecho sino aumentar. Como un intento de delimitar el significado
de la palabra eutanasia, existe hoy en día una tendencia creciente a considerar solo como tal
las actuaciones que: a) producen la muerte de los pacientes, es decir, que la causan de forma
directa e intencionada mediante una relación causa-efecto única e inmediata, b) se realizan a
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suada entre el equipo asistencial, de acuerdo con el paciente, cuando la situación clínica lo
aconseje, o su representante, y preservando las intervenciones necesarias para el adecuado
confort de la persona en estas circunstancias.
Adquieren las instituciones y centros sanitarios una especial relevancia en esta Ley en
cuanto que garantes del ejercicio de los derechos y tributarios de un conjunto de obligaciones
respecto de la provisión de servicios. En este sentido, los centros e instituciones deben facili-
tar el acompañamiento familiar y garantizar la adecuada atención asistencial, incluyendo el
tratamiento del dolor y tanto el asesoramiento como la atención de cuidados paliativos, de
calidad y equitativa, bien en los centros sanitarios, bien en el propio domicilio del paciente.
De igual forma, procurarán apoyo y soporte emocional a la familia de la persona en situa-
ción terminal, incluyendo la atención al duelo y la provisión de una habitación individual en los
casos en los que la atención se produzca en régimen de internamiento.
Finalmente, la Ley regula la implantación en todos los centros sanitarios de un Comité de
Ética Asistencial, con funciones de asesoramiento en los casos de decisiones clínicas que
planteen conflictos éticos, y se crea el Comité de Bioética de Aragón. La necesidad de este se
basa en la conveniencia de una reflexión seria, permanente, sistemática y continuada, previa
a la toma de decisiones responsables y prudentes en el entorno sanitario. Los protagonistas
de la bioética son los médicos, el personal sanitario y los ciudadanos que se enfrentan a dile-
mas sobre lo que se puede y lo que se debe hacer. Como grupo interdisciplinario de consen-
so y diálogo, mediante un proceso deliberativo, el Comité de Bioética de Aragón intentará
clarificar y resolver conflictos de valores que se pueden presentar en la investigación o en la
práctica clínica.
Por último, en la disposición final primera, se modifican algunos aspectos concretos de la
Ley 6/2002, de 15 de abril, de Salud de Aragón, contenidos en los artículos 4, 13 y 15. Se
amplía al personal habilitado al efecto por el departamento competente en materia de salud
la capacidad de verificación de los requisitos determinantes de la validez del testamento vital,
así como la de informar, asesorar y dar apoyo al ciudadano. Se amplía el acceso a la decla-
ración de voluntades anticipadas a todo el equipo sanitario implicado en el proceso y se esta-
blece la obligatoriedad de que en la historia clínica haya constancia de la existencia del mis-
mo, de acuerdo con la legislación vigente.
TÍTULO I
Disposiciones Generales
Artículo 1.—Objeto.
La presente Ley tiene como objeto regular el ejercicio de los derechos de la persona ante
el proceso de su muerte, los deberes del personal sanitario que atiende a estos pacientes, así
como las garantías y medios que las instituciones sanitarias, tanto públicas como privadas, y
otras entidades estarán obligadas a proporcionar con respecto a ese proceso.
Artículo 2.—Fines.
La presente Ley tiene como fines:
a) Garantizar la dignidad de la persona en el proceso de su muerte.
b) Asegurar la autonomía del paciente y el respeto a su voluntad y valores vitales en la
etapa final de su vida, dentro de los límites reconocidos en la legislación básica en la materia,
incluyendo la manifestada mediante el documento de voluntades anticipadas.
Artículo 3.—Ámbito de aplicación.
1. La presente Ley se aplicará, en el ámbito de la Comunidad Autónoma de Aragón, a las
personas que así lo deseen y que se encuentren en el proceso de su muerte o que afronten
decisiones relacionadas con dicho proceso, al personal implicado en su atención sanitaria, así
como a las instituciones sanitarias, a los centros, servicios y establecimientos que atiendan
dicho proceso, tanto públicos como privados, y a las entidades aseguradoras que presten sus
servicios en Aragón.
2. Las normas sobre capacidad de los pacientes menores de edad y de las personas en
situaciones de incapacidad contenidas en la presente Ley serán de aplicación a los que os-
tenten la vecindad civil aragonesa.
Artículo 4.—Principios básicos.
Son principios básicos que inspiran esta Ley:
a) La garantía del pleno respeto del derecho a la plena dignidad de la persona en el pro-
ceso de morir y de la muerte.
b) La promoción de la libertad, la autonomía y la voluntad de la persona, de acuerdo con
sus deseos, preferencias, creencias y valores vitales, así como la preservación de su intimi-
dad y la confidencialidad de sus datos personales.
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TÍTULO II
Derechos de las personas ante el proceso de morir y de la muerte
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sentimiento informado y para el rechazo de la intervención que les sea propuesta por profe-
sionales sanitarios, en los términos previstos en el artículo 8 de esta Ley.
Si el paciente menor mayor de catorce años no está en condiciones de decidir, la interven-
ción sanitaria solo será posible cuando lo exija el interés del mismo apreciado por uno de los
titulares de la autoridad familiar o por el tutor y, subsidiariamente, por el Juez.
4. El proceso de atención a las personas menores de edad respetará las necesidades
especiales de estas y se ajustará a lo establecido en la normativa vigente.
Artículo 12.—Derecho del paciente a recibir cuidados paliativos integrales y a la elección
del domicilio para recibirlos.
Todas las personas afectas de una enfermedad grave, irreversible y de pronóstico mortal,
que se encuentran en situación terminal o de agonía tienen derecho al alivio del sufrimiento,
mediante cuidados paliativos integrales de calidad, en el lugar elegido por el paciente y, si su
situación lo permite y así lo desea, en el domicilio.
Artículo 13.—Derecho del paciente al tratamiento del dolor y de cualquier otro síntoma.
El paciente tiene derecho a recibir la atención idónea que prevenga y alivie el dolor, inclui-
da la sedación si los síntomas son refractarios al tratamiento específico.
Artículo 14.—Derecho del paciente a la administración de sedación paliativa.
El paciente en situación grave e irreversible, terminal o de agonía que padece un sufri-
miento refractario tiene derecho a recibir sedación paliativa.
Artículo 15.—Derecho a la intimidad personal y familiar y a la confidencialidad.
El paciente ante el proceso de morir y de la muerte tiene derecho a que se preserve su
intimidad personal y familiar y a la protección de todos los datos relacionados con su atención
sanitaria.
Artículo 16.—Derecho al acompañamiento.
En los términos expresados en el artículo 23 de esta Ley y siempre que la asistencia se
preste en régimen de internamiento en un centro sanitario, el paciente, ante el proceso de
morir y de la muerte, tiene derecho:
a) A disponer, si así lo desea, de acompañamiento familiar.
b) A recibir, cuando así lo solicite, auxilio espiritual de acuerdo con sus convicciones y
creencias.
TÍTULO III
Deberes de los profesionales sanitarios que
atienden a pacientes ante el proceso de morir y de la muerte
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TÍTULO IV
Garantías que proporcionarán las instituciones y centros sanitarios
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TÍTULO V
Infracciones y sanciones
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taria serán objeto de sanción administrativa, previa instrucción del oportuno expediente, sin
perjuicio de las responsabilidades civiles, penales o de otro orden que puedan concurrir.
2. No podrán sancionarse los hechos que hayan sido sancionados, penal o administrativa-
mente, en los casos en que se aprecie identidad de sujeto, hecho y fundamento.
3. Son sujetos responsables de las infracciones cometidas, en la materia regulada por esta
Ley, las personas físicas o jurídicas que, por acción u omisión, hubiesen participado en aque-
llas mediando dolo, culpa o negligencia.
Artículo 30.—Infracciones leves.
Se tipifica como infracción leve el incumplimiento de cualquier obligación o la vulneración
de cualquier prohibición de las previstas en esta Ley, siempre que no proceda su calificación
como infracción grave o muy grave.
Artículo 31.—Infracciones graves.
1. Se tipifican como infracciones graves las siguientes:
a) El incumplimiento de las normas relativas a la cumplimentación de los datos clínicos.
b) El impedimento del acompañamiento en el proceso de morir y de la muerte, salvo que
existan circunstancias clínicas que así lo justifiquen.
2. Las infracciones tipificadas como leves podrán calificarse de graves cuando concurra
alguna de las siguientes circunstancias:
a) Lesividad del hecho.
b) Cuantía del eventual beneficio obtenido.
c) Gravedad de la alteración sanitaria y social producida.
d) Grado de intencionalidad.
Artículo 32.—Infracciones muy graves.
1. Se tipifican como infracciones muy graves las siguientes:
a) El obstáculo o impedimento a los ciudadanos o ciudadanas del disfrute de cualquiera de
los derechos expresados en el Título II de la presente Ley.
b) La actuación que suponga incumplimiento de los deberes establecidos en el Título III de
la presente Ley.
2. Las infracciones tipificadas como graves podrán calificarse de muy graves cuando con-
curra alguna de las circunstancias previstas en el apartado 2 del artículo anterior, salvo que
esta concurrencia haya determinado su tipificación como grave.
Artículo 33.—Sanciones.
1. Las infracciones previstas en esta Ley serán objeto de las sanciones contempladas en
el artículo 36 de la Ley 14/1986, de 25 de abril, General de Sanidad.
2. No obstante lo dispuesto en el apartado anterior, si las citadas infracciones son cometi-
das por personal estatutario del Sistema Sanitario Público de Aragón, se sancionarán confor-
me a lo previsto en el artículo 73 de la Ley 55/2003, de 16 de diciembre, del Estatuto Marco
del personal estatutario de los servicios de salud.
3. Para la determinación de la cuantía concreta de las multas a imponer por las infraccio-
nes señaladas en esta Ley, se aplicará una graduación, por tercios, de mínimo, medio y máxi-
mo a cada nivel de infracción y se elegirá el que proceda en función de la negligencia o inten-
cionalidad del infractor, de la existencia de fraude o connivencia, del incumplimiento de
advertencias previas, del número de personas afectadas, del perjuicio causado, del beneficio
obtenido con la infracción, de la permanencia o transitoriedad de los riesgos, y de la concu-
rrencia con otras infracciones sanitarias o del hecho de haber servido para facilitar o encubrir
su comisión. Estas circunstancias se tendrán en cuenta siempre que no formen parte del tipo
de infracción.
4. Sin perjuicio de la sanción económica que pudiera corresponder, en los supuestos de
infracciones muy graves, se podrá acordar por el Gobierno de Aragón la revocación de la
autorización concedida para la actividad en centros y establecimientos sanitarios.
Artículo 34.—Competencia.
El ejercicio de la potestad sancionadora corresponderá a los órganos del departamento
competente en materia de salud, en los términos que se determinen reglamentariamente, sin
perjuicio de la competencia atribuida al Gobierno de Aragón por el apartado 4 del artículo
anterior.
DISPOSICIONES ADICIONALES
Primera.—Difusión de la Ley.
El departamento competente en materia de salud habilitará los mecanismos oportunos
para dar la máxima difusión a la presente ley entre los profesionales y la ciudadanía en gene-
ral.
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Segunda.—Evaluación de la Ley.
El departamento del Gobierno de Aragón competente en materia de salud elaborará, en el
plazo de un año desde la entrada en vigor de la presente Ley, un estudio relativo a la forma
en la que la ciudadanía aragonesa afronta y vive el proceso de su muerte. Este informe se
actualizará periódicamente, con el fin de permitir evaluar con regularidad la aplicación y efec-
tos de esta Ley.
Tercera.—Cuidados paliativos.
1. El Gobierno de Aragón elaborará, en el plazo de un año desde la entrada en vigor de la
presente Ley, el Plan de Cuidados Paliativos de Aragón.
2. La Administración Pública Sanitaria, para el mejor cumplimiento de lo establecido en la
presente Ley en relación con la prestación de cuidados paliativos, procurará una formación
específica de alta calidad a sus profesionales en su ámbito y promoverá las medidas necesa-
rias para disponer en el Sistema de Salud de Aragón del número y dotación adecuados de
unidades de cuidados paliativos y equipos de soporte.
DISPOSICIÓN DEROGATORIA
Única.—Quedan derogadas todas las disposiciones de igual o inferior rango que se opon-
gan a lo establecido en la presente Ley.
DISPOSICIONES FINALES
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