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Eterno retorno en Así habló Zaratustra (El convaleciente)

“Pues tus animales saben bien, oh Zaratustra, quién eres tú y quién tienes que llegar a
ser: tú eres el maestro del eterno retorno -, ¡ése es tu destino!
El que tengas que ser el primero en enseñar esta doctrina, - ¡cómo no iba a ser ese gran
destino también tu máximo peligro y tu máxima enfermedad!”

Ahora nuevamente los animales le dicen a Zaratustra qué es el eterno retorno y qué significa para
Zaratustra mismo, como su anunciador:

“Vendré otra vez, con este sol, con esta tierra, con este águila, con esta serpiente - no a
una vida nueva o a una vida mejor o a una vida semejante:
- vendré eternamente de nuevo a esta misma e idéntica vida, en lo más grande y también en lo
más pequeño, para enseñar de nuevo el eterno retorno de todas las cosas, -
- para decir de nuevo la palabra del gran mediodía de la tierra y de los hombres, para
volver a anunciar el superhombre a los hombres.
He dicho mi palabra, quedo hecho pedazos a causa de ella: así lo quiere mi suerte eterna - ,
¡perezco como anunciador! Ha llegado la hora de que el que se hunde en su ocaso se bendiga a sí
mismo. Así -acaba el ocaso de Zaratustra"»”

La ciencia jovial, 341. El peso más pesado. Aquí encontramos una de las formulaciones más
importantes del “eterno retorno”, en Así habló Zaratustra vuelve a ser caracterizado como el
peso más pesado.

Somos puestos a prueba por un demonio, quien en nuestra más profunda soledad, nos afirma que
nuestra vida, exactamente igual a como es, la viviremos una y otra vez, eternamente.

“¿No te arrojarías entonces al suelo, rechinando los dientes, y maldiciendo al demonio que te
hablara en estos términos? ¿O acaso ya has vivido alguna vez un instante tan terrible en que le
responderías: “¡Tú eres un Dios y jamás he escuchado nada más divino!”? Si aquel pensamiento
llegara a apoderarse de ti, tal como eres, te transformaría y tal vez te aplastaría; la pregunta
decisiva respecto a todo y en cada caso particular sería ésta: “¿Quieres repetir esto una vez más e
innumerables veces más?”

La pregunta por la afirmación absoluta de cada momento (de cada vida) es el peso más pesado.
“¡qué feliz tendrías que ser contigo mismo y con la vida, para no desear nada más que esta
última y eterna confirmación”.

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